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Un sueño puede ser algo difícil de lograr, no lograrlo es aún más difícil

La forma de mantener ese equilibrio pasa por que, en cada nueva comprensión que sobre las verdades divinas se tenga, se haga la pregunta ¿cómo puedo aplicar esto en mi vida?, créeme: no hay nada de ello que no tenga aplicación práctica en lo que somos y en lo que hacemos, solo que esa aplicación debe ser descubierta por nosotros, claro con la ayuda del Espíritu de Dios, si no fuera así la misma Escritura no nos instaría diciendo “sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos”, porque la Palabra no se circunscribe sólo a los mandamientos o el resto de las ordenanzas sino a toda la Escritura.

Ahora bien, esa comprensión que se va adquiriendo, la cual debe ir aunada a ponerla por obra, debe empezar por uno mismo, ¿por qué se comenta esto?, porque puede caer uno en el error, sobre todo de las verdades de comprensión, de pretender que todos los demás piensen de la misma forma y actúen en consecuencia ante ello.

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Las verdades de salvación, los principios doctrinales, son de aplicación general, pero las verdades de comprensión son de aplicación particular, claro que ambas deben ser compartidas, pero nunca pretender imponer las segundas como si fueran las primeras pues la manera en que cada quien crece en ese conocimiento de Dios es particularísima.

Por último, si esa comprensión que se va adquiriendo no lo hace a uno más humilde, más sencillo, más empático sino que al contrario lo vuelve orgulloso, complicado y egoísta, créeme: mejor hubiera sido quedarse sin ese conocimiento que lo único que genera es hincharnos. Pero no todo está perdido, incluso si así es, uno puede pedir a Dios trabaje en nuestro corazón para que avanzando en Su camino seamos cada vez más semejantes a Su Hijo, después de todo es más que claro, respecto del llamamiento al que hemos respondido, que opiniones sin acciones son solo buenas intenciones.

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