revista gastronómica y club de vinos y restaurantes Nº 41 · JULIO · AGOSTO 2011 · P.V.P. 1,80 EUROS
& MN MESA Y NEGOCIOS
Territorio de Vinos GRATIS
EN ESTE Nº
8 FICHAS DE LA TERCERA ENTREGA DEL COLECCIONABLE TODO SOBRE LAS DD.OO. ESPAÑOLAS.
MOJITO EL SABOR DE CUBA
M&N MESA Y NEGOCIOS • Julio · Agosto 2011
● El término chiringuito tiene mala fama. Bueno, en general, cualquier cosa relacionada con el turismo de masas termina cogiendo un matiz cutre. Para muchos, chiringuito es sinónimo de pescaíto mal frito, de paella con el arroz pasado, de mayonesa sospechosa, de gente comiendo sin camiseta y todo un rosario de imágenes negativas. Y si encima Georgie Dann les hace una canción, eso no ayuda mucho a limpiar su imagen: “está el menú del día: ‘Conejo a la Francesa’, ‘Pechuga a la Española’ y ‘Almejas a la inglesa’...”
Pero los tiempos cambian y en todo el litoral se están abriendo locales (en muchas ocasiones sobre antiguos templos de la salmonelosis) dispuestos a romper todos los mitos. Porque estamos en veranito y apetece, ahí va nuestro homenaje al merendero, al quiosco, al bar de playa, al chiringuito... POR NACHO RODRÍGUEZ
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Reportaje
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>> DE ORIGEN HUMILDE, UNOS SIMPLES CAÑIZOS HACE UNOS AÑOS, ESTOS ESTABLECIMIENTOS ADOPTAN HOY LA MODA CARIBEÑA DE BEACH CLUB.
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na cocina improvisada, mesas, sillas y sombrillas plantadas en la arena, y un planteamiento muy simple: currar a destajo durante tres meses para vivir el resto del año. Así fueron los primeros chiringuitos, en aquellas épocas ingenuas en las que todo valía, en las que bastaba un poco de visión para montar un negocio de la nada. Y muchos de ellos siguen en pie, eso sí, haciendo grandes esfuerzos por ir adecuando sus espacios a las leyes de costas y a las de la demanda. La generación del turismo a mediados de los 70, tanto internacional como extranjero, marca la era dorada de los chiringuitos. Nadie reflejó aquellos veranos como Antonio Mercero y su serie ‘Vera-
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no Azul’, que todos tenemos en nuestra mente. Y un chiringuito, el Ayo, en la playa de Burriana de la localidad malagueña de Nerja, fue uno de sus principales escenarios. Para explicar el auge de los chiringuitos, hay que fijarse en el modelo turístico de aquellas décadas. Generalmente, el padre de familia cogía su mes completo de vacaciones y tiraba con los suyos a un apartamento, en propiedad o en alquiler, en una localidad de la costa, que triplicaba su población en verano y en invierno se quedaba como un pueblo fantasma, a la espera del verano siguiente, año tras año. El chiringuito tenía vida durante todo el día. Desde la hora del vermú, a los turnos de comida, la hora del cafecito, la partida de dominó, el helado de los niños
y las cenas. Algunos incluso traían orquestillas algunas noches y había ambiente verbenero hasta entrada bien entrada la madrugada. Pero los hábitos turísticos evolucionan. Importantes cambios sociológicos conllevan, obviamente, cambios en los comportamientos de sus individuos. El fraccionamiento de los periodos vacacionales, cambios de tendencia respecto a los destinos turísticos de masas y hacia todo tipo de establecimientos hosteleros han hecho que los chiringuitos al uso pasen de moda. La Ley de Costas y sus sucesivas interpretaciones les ponen contra la espada y la pared todos los inviernos. Sin embargo, el chiringuito sale a flote todos los veranos. Ahora se llevan espacios que siguen la
Reportaje moda de Ibiza y la estética asiática. El color blanco domina en muchos de estos nuevos restaurantes de playa, con espléndidas camas balinesas en lugar de tumbonas. Un concepto de almuerzo ligero y saludable ha reemplazado a la fritanga y el plato combinado; el tinto de verano ha dejado de ser el rey, en favor de mojitos y otros cócteles caribeños; estatuas de Buda en lugar de escudos del Madrid; música ‘house’ en lugar de canciones del verano en versión verbenera; músculos y tatuajes en lugar de carnes alegres y pelo en el pecho. A pesar de todo, el chiringuito sigue siendo el mismo. Ha cambiado su aspecto externo, su emplazamiento, su olor y su sabor, pero quienes de verdad hemos cambiado hemos sido su público. Nunca pasarán de moda porque donde haya una playa, siempre habrá un bañista con sed. Son establecimientos necesarios que, por mal que estén las cosas, todos los veranos contribuyen a maquillar las estadísticas del paro en nuestro país.
>> AMPARADOS POR UNA LEGISLACIÓN DE COSTAS DE LARGAS CONCESIONES (NUNCA EN PROPIEDAD), SON LAS ÚNICAS CONSTRUCCIONES COMERCIALES PERMITIDAS EN LA ARENA DE PLAYA.
El origen de la palabra chiringuito es muy curioso. Proviene de los trabajadores de las plantaciones de caña de azúcar en Cuba durante el siglo XIX. En los descansos de sus duras jornadas de trabajo, solían tomar café, que preparaban presionando una media llena de dicha sustancia, de la que salía un chorro fino de líquido al que llamaban chiringo. Con el tiempo crearon el diminutivo que terminó designando a los quioscos improvisados, hechos con cañas y hojas, en los que tomaban su descanso y su café: “Vamos al chiringuito”. En 1913 abrió ‘el Chiringuito’, un bar en la playa de Sitges. El intelectual César González Ruano, que escribía a diario en una de sus mesas, fue el que bautizó el local, como homenaje a sus viajes por la isla de Cuba. De ahí, se extendió el uso de la palabra hasta la actualidad.
>> UNA PLACA DE AZULEJOS REMEMORA EL ORIGEN DEL TÉRMINO ‘CHIRINGUITO’ EN UN ESTABLECIMIENTO DE SITGES, EN LA COMARCA BARCELONESA DEL GARRAF.
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Homenaje
POR NACHO RODRÍGUEZ
Twitter: @nrockdriguez
la venganza del Pajarete
En España llevamos bastante mal que nos tomen el pelo estos malditos europeos, que se creen todos muy listos.
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Que los ingleses nos tengan colonizados un pedrusco o que los franceses nos tiren camiones de fresas nos enerva, pero lo de la crisis del pepino ya no tiene perdón ninguno. Porque si algo llevamos peor que sentirnos el culo de Europa es, sin duda, que ataquen nuestra hombría y, este último mes, el pepino español ha representado eso mismo, al pepino español. Vale que han habido pérdidas multimillonarias para nuestra, ya de por sí, maltrecha economía, que casi llevan a la ruina a agricultores y cooperativas andaluzas, pero nada nos duele más que ver toneladas de pepinos echándose a perder por la inoperatividad de la senadora de Hamburgo que, por si fuera poco, ha mostrado una soberbia del todo inaceptable. Desde todas las instituciones, medios de comunicación y mesas de tertulianos se blandían pepinos como improvisadas tizonas, dispuestas a enmendar el agravio germano. Nuestros políticos, siguiendo el ejemplo de Manuel Fraga bañándose en Palomares, se han atiborrado de pepinos delante de las cámaras para demostrar a los teutones que no hay motivo de sospecha. Es lo que tienen
>> BANNER QUE HA CIRCULADO ESTAS SEMANAS EN LA RED, A FAVOR DE LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA DE LA VERDURA HONRADA.
nuestros políticos, la mitad del tiempo no sabes a qué se dedican, pero cuando hay que dar la cara, ahí están los tíos. Y eso que el sabor del pepino en sí, agradable no es. Acompaña bien en ensaladas, en parrilladas de verduras, le da su punto al gin tonic y es ingrediente fundamental de nuestro popular gazpacho pero en soledad, el pepino es más bien amargo. Las redes sociales han servido otra vez de foro popular para mostrar nuestra indignación. Obviamente no ha faltado esa chispa de los herederos de Quevedo que indicaban a los alemanes qué podían hacer con los pepinos españoles, pero lo
importante es que un país que casi nunca se pone de acuerdo en casi nada, de repente se levanta en bloque para protestar por algo. ¿O no era por los pepinos que había centenares de jóvenes acampados en plazas de toda España? Al menos todo esto les habrá servido de lección. ¿Creían que íbamos a consentir que una hamburguesa se metiera con nuestros pepinos? No, señora, de ninguna de las maneras. De todas nuestras hortalizas, ni el pepino ni el rábano ni el nabo se tocan. Ni consentimos que se conviertan en motivo de escarnio. Hasta ahí podíamos llegar.