Si errar significa ir de un lugar a otro, sin propósito ni destino, dar fe de errancias es otorgar evidencias de ese vagar constante por el mundo y dejar prueba escrita del paso del poeta por el universo revelado. Los veinte poemas incluidos en esta obra captan la belleza presente en aquello que abruma el ánimo o pasa desapercibido para la mirada común, y son testimonio del andar azaroso del autor por los vericuetos de la palabra.