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Helmuth von Moltke

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Las perspectivas de Marx y Engels marcan un hito en el pensamiento estratégico y militar, y éstas dicen con el rol de la fuerza militar en la lucha de clases y el concepto de “nación en armas” (un ejército del pueblo).

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Las revoluciones de 1848 (Europa) en su calidad de movimientos sociales y nacionalistas, la aparición de los movimientos obreros y los cambios de los regímenes heredados de la revolución francesa y Napoleón, los llevó a indicar que la insurrección también es un arte tal como lo es la guerra y que por ende está sujeta a ciertas reglas, tales como: no llevar a cabo una insurrección a menos que se esté, totalmente, preparado para afrontar las consecuencias; una vez comenzada la insurrección, hay que actuar con la mayor determinación y de forma ofensiva; la defensiva es la muerte de una fuerza armada; sorprenda a su antagonista; aproveche cada éxito que obtenga y mantenga alta la moral; lo importante es la audacia.

Como lo dice Sigmund Neumann y Mark von Hagen: las conclusiones más profundas de Marx y Engels provienen de sus estudios de las revoluciones de 1848 y se basaban en otra hipótesis fundamental marxista: la historia del mundo es la historia de la lucha de clases. Todas las sociedades existen en un estado de paz civil relativa. La máscara de la paz civil oculta tanto la constante lucha de clases como el hecho que la clase predominante mantiene su temporal monopolio del poder mediante la coerción física, económica e ideológica de las clases oprimidas. Durante cualquier crisis, esta tenue y aparente cohesión social se deteriora, rápidamente, y desemboca en un estado de guerra civil en la que las clases oprimidas se alzan contra sus opresores. Por tanto, las fronteras entre la paz y la guerra civiles son ilusorias.

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Helmuth von Moltke (1800-1891)

La suerte de todas las naciones reside en su propia fuerza.

Helmuth von Moltke ejerció como jefe del Alto Estado Mayor prusiano (18571888) y se le reconoce ser el forjador de la renovación del ejército prusiano incluyendo la modernización del armamento, la instauración de un cuerpo de oficiales profesionales, los progresos de la administración militar y la incorporación de ideas de empleo de las fuerzas, las innovaciones tecnológicas como el ferrocarril y el telégrafo; en parte, su gestión permitió que el ejército prusiano se convirtiera en el más poderoso de Europa.

59 Ibídem, p. 280.

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Además, Moltke sobresalió por su juicio estratégico, al conseguir la victoria de Prusia en las tres campañas que condujeron a la formación del Imperio Alemán en 1871: la Guerra de los Ducados contra Dinamarca (1864), la Guerra AustroPrusiana (1866) y la Guerra Franco-Prusiana (1870-1871).

Los historiadores coinciden en algunas de las siguientes ideas estratégicas de Molke y que de una forma u otra señalan el rumbo del pensamiento estratégico occidental a fines del siglo XIX:

La esencia de la estrategia dice con que las fuerzas deben avanzar por separado y concentrarse solo para dar la batalla: es incluso mejor que las fuerzas se muevan el mismo día de la batalla desde distintos puntos hasta el lugar donde se llevará a cabo la misma. En otras palabras, si pueden dirigirse las operaciones de forma que se pueda realizar una breve marcha de aproximación por diferentes direcciones hacia el frente y el flanco enemigo, entonces la estrategia habrá logrado los mejores resultados posibles y se podrán conseguir grandes logros.

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Moltke, coincidía con muchas de las ideas de Clausewitz, más que con Jomini, decía que los problemas políticos y militares no podían ser resueltos por meros cálculos, sino que la guerra, como instrumento político debía admitir que los comandantes militares tuvieran libertad de acción en la realización de las operaciones, pero también, que las intenciones y circunstancias políticas podían modificar la estrategia en cualquier instante.

Señalaba que se puede limitar la voluntad del oponente si una de las partes está dispuesta a tomar la iniciativa, pero solo es posible quebrarla mediante la batalla en el nivel táctico.

Ningún plan de operaciones puede llegar con una cierta previsión más allá de las primeras operaciones. Por ende, el estratega se ve obligado durante toda la campaña a tomar decisiones basadas en situaciones específicas: la sucesión de acontecimientos en una guerra no es consecuencia de un plan premeditado, sino de acciones espontáneas dirigidas por la habilidad militar.

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Indicaba, que la estrategia es el arte de la acción bajo presión de las más arduas circunstancias. Una ejecución dogmática de un plan de operaciones es un error,

60 HAJO, HOLBORN. “La Escuela Pruso-alemana. Moltke y el auge del Estado Mayor General”, en

PETER PARET, Creadores de la Estrategia Moderna. Madrid: Ministerio de Defensa, 1992, p. 302. 61 Ibídem, p. 303.

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