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AntihĂŠroe de la memoria Ensayo sobre la invisibilidad
Rodrigo Ignacio Cabello ZĂĄrate
Santiago, Chile Chile, viernes 29 de agosto de 2014
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Antihéroe de la memoria Ensayo sobre la invisibilidad 1 Invisible. Este ensayo trata sobre el que fue invisible. El que de alguna u otra forma se tornó invisible. El que no se ve, el que pasó desapercibido, el que no salió, el que quedó fuera de la historia, el que no logró protagonismo, el que no fue héroe, ni tan héroe, pero tampoco ni tan antihéroe, el que estuvo ahí, el que vio la historia, el que también la vivió, pero no la protagonizó, el que vivió para contarla, el que sufrió, pero no tanto, el que no se arriesgó, el que no gritó, el que no lloró y no mamó, el que no pudo con su miedo, el que arriesgó algo, pero tampoco tanto, el que no se definió, el que no fue de izquierda. Ni de derecha. Ni de centro. Ni de centro izquierda, ni centro derecha, ni conservador, ni liberal, ni progresista. El que necesitó ayuda, el que dio ayuda, el que contuvo, el que escuchó, el que obedeció, el que siguió las ordenes, el que respetó las reglas, el que quiso vivir, el que corrió, el que escapó, pero se mantuvo. El que persistió, el paciente, el que no fue nada, el que perdió por ser nada, el que no vieron, el que no sintieron, el que no conocieron, el que se durmió y se lo llevó el río, el que algo ganó, pero ni él sabe bien qué. El que no movió masas, el que no hizo discursos, el sin opinión, el amarillo, el naranjo, el mestizo, el que jamás fue rojo, ni azul, el que se enojó, el que sintió ira y se la comió, el que algo lloró, solo. El que no quiso irse, pero tampoco quedarse, solo el que estuvo, el que sobrevivió. El que no tuvo identidad, el que fue sujeto y no individuo, el que no cayó en combate, el que nunca fue mito, el que no tuvo imagen, el que no perduró en la memoria, ni en la memoria colectiva, ni en la memoria individual, ni en la memoria oficial, ni en la memoria oculta, ni en la memoria subversiva, ni en la buena memoria, ni en la mala memoria. El que no denunció, el que no dijo, el que miró para el lado, pero algo vio, el que algo escuchó, el que a alguien igual salvó. El que se hizo el tonto, pero ni tanto.
2 Hipótesis. Este ensayo plantea una hipótesis, la del individuo que por haber vivido en el peligro termina por invisibilizarse como mecanismo de defensa (in)consiente, por auto anularse. Producto de este desvanecimiento es sancionado como responsable (pasivo) de los feroces actos y crímenes de lesa humanidad propios de las dictaduras, dicho de otra manera: El problema sobre cómo la sociedad otorga criterios de valor (valientes y cobardes, héroes y villanos) a quienes participaron (sea como víctimas o victimarios) en procesos de violaciones a los derechos humanos, sacralizando héroes y demonizando villanos, siempre protagónicos, anulando a su vez al personaje
3 secundario, el antihéroe, el que no figuró en la historia, o peor aún, criminalizando la figura del individuo por sobre la del sujeto. ¿Fue un crimen haber sobrevivido a la dictadura? ¿Tiene menos valor alguien que haya sobrevivido en el exilio que al interior mismo de la dictadura, en este caso Chile? ¿Es culpable aquel que no sufrió torturas ni vejámenes solo por el hecho de protegerse él y a los suyos? ¿Cuáles son los grados de responsabilidad o culpabilidad por el hecho de ser un sobreviviente? Esta hipótesis surge de la lectura de Me dijo Miranda, novela de Federico Galende publicada el 2013. En ella se ve la figura de Miranda como aquel que cuenta la historia, pero no es el narrador de la novela. Y es además el protagonista de la novela, aunque no es la figura principal de lo que pasa1, el héroe, el gran protagónico es sin duda la figura del ex presidente Salvador Allende. Miranda es un policía que pasará de la Brigada de Homicidios a la Policía Política y de la Policía Política a la Guardia Presidencial. El héroe de esta historia es el héroe de la historia, es decir Salvador Allende; Miranda es, por su parte, “un hombre capaz de diluirse”, un hombre al que “lo que lo distinguía era su facultad para pasar desapercibido”. 2
Efectivamente es como si la HISTORIA (con mayúsculas) pasara por el lado de Miranda, frente a sus ojos, donde héroes y villanos la protagonizan y él solo entra y sale, cumpliendo su deber, haciendo lo que le corresponde, mirando y cuando se le ordene actuando. La cifra utilizada por Galende en Me dijo Miranda, sucede como una narración oblicua de los hechos por todos conocidos, una mirada filtrada, objetivada de los hechos, a modo de lo que hace Tom Stoppard en su novela Rosencrantz and Guildenstern are dead (1966), donde, se narra la historia del príncipe Hamlet a través de dos personajes secundarios que aparecen en el drama de William Shakespeare (Rosencrantz y Guildenstern, dos cortesanos que intentan conquistar el compañerismo de Hamlet por orden del Rey Claudio, absolutamente secundarios mueren en el original de Shakespeare, tan secundarios que seguramente el grueso de las personas no recuerda siquiera dichos personajes). Stoppard cita los hitos de la historia original, pero narrados por esta dupla secundaria, cambiando inclusive el género de la obra de tragedia a comedia, vemos a la dupla de secundarios en primer plano sosteniendo un diálogo mientras de fondo pasan Hamlet y Ofelia discutiendo, o 1
Kohan, Martin. (2013) El que debe ser mirado, en Galende, Federico. (2013) Me dijo Miranda. Santiago, Chile. Ed. Alquimia. Pág. 228. 2 Ibid. Contraportada.
4 al príncipe de Dinamarca cruzando la escena al fondo con el cráneo de Yorek en la mano (Seguramente en su monólogo del Ser o no ser), imágenes de fondo que sabemos pertenecen a la historia oficial, pero que en esta ocasión transcurren como telón de fondo; esta operación literaria se puede percibir de igual manera en El tercer Reich de Roberto Bolaño (Escrita en 1989 y publicada póstumamente en el año 2010), o Formas de volver a casa (2011) de Alejandro Zambra, en donde siempre figura la meta literatura como estructura del relato, la del sujeto que intenta relatar en la voz de un individuo hechos de un pasado reciente. Algo similar ocurre en Me dijo Miranda, donde narrar con Miranda de por medio, o sea no lo que pasó, sino lo que Mirando dijo, supone hacer pasar la realidad de los acontecimientos políticos por el tamiz de la perspectiva de ese hombre lateral, fácil de omitir, fácil de olvidar.3 En este último punto es donde se detiene el ensayo ¿Es responsable Miranda (como muchos otros chilenos) de diluirse en el relato de los héroes de la dictadura? ¿Es Miranda culpable de no anteponer su cuerpo por salvar al Héroe de la historia? ¿Es Miranda un antihéroe por no querer figurar en la HISTORIA como un mártir de la dictadura? Para poder re-flexionar sobre esta idea habrán algunos conceptos en torno a los cuales se hará esta flexión: (anti) héroe y memoria. Para el desarrollo de estas reflexiones se ha tomado como autores principales a Tzvetan Todorov como una de las voces más relevantes del estructuralismo Ruso y sus aportes al análisis literario y concepto de memoria; Umberto Eco, filólogo, historiador y filósofo italiano y sus aportes en el análisis de la sociedad contemporánea; Joseph Campbell, mitólogo, escritor y profesor estadounidense y sus aportes al entendimiento del concepto de héroe; Ruben Chababo licenciado en literatura, escritor y director del Museo de la Memoria de la ciudad de Rosario, Argentina quien en su última publicación tensiona precisamente los conceptos entre heroísmo y situaciones de emergencia política y social; y por último, Marco Antonio de la Parra, siquiatra y dramaturgo chileno, testigo (y en cierta medida protagonista) de la cultura chilena en el período de dictadura. Este marco teórico pretende ser el sostén que sirva a la fundamentación en la búsqueda a una respuesta a la cuestión central que plantea el presente ensayo. 3 El héroe. ¿Qué es un héroe? ¿Qué define a un ser humano para entrar en esta categoría? ¿A qué nos referimos cuando hablamos de héroe? Al abordar primero el concepto de héroe, algunos de sus alcances, definiciones y problemáticas, se aborda a
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Kohan, Martin. (2013) El que debe ser mirado, en Galende, Federico. (2013) Me dijo Miranda. Santiago, Chile. Ed. Alquimia. Pág. 229.
5 su vez, por antítesis, el concepto de antihéroe. El héroe, según Campbell en su libro El héroe de las mil caras: … Inicia su aventura desde el mundo de todos los días hacia una región de prodigios sobrenaturales, se enfrenta con fuerzas fabulosas y gana una victoria decisiva; el héroe regresa de su misteriosa aventura con la fuerza de otorgar dones a sus hermanos.4 Se desprende por medio de la operación mencionada por Campbell, que todo héroe inicia un viaje, un movimiento, este movimiento conlleva acción, ésta sola acción heroica o la reiteración de la acción heroica, daría paso a la creación del mito, que es en definitiva uno de los espacios donde trabaja la narrativa de las memorias, el espacio donde se construyen los héroes de la memoria, idealizando esta figura y dando, en definitiva, paso al mito. Por otra parte, al remitirse a la definición de héroe en el sentido amplio, se encuentra que “héroe” es aquel que salva a otras personas de un grave peligro, produciendo con ello un hecho noticiable o mediático; héroe en su sentido literario es simplemente el personaje central de una obra, cuyas acciones o hazañas se relatan. 5 En este sentido Miranda no cumple con las características que pudieran convertirlo en héroe. En términos netamente literarios nos enfrentamos ante una fórmula no tradicional de relato, ya que Miranda por un lado no es ni el narrador de la historia, aparentemente es el propio Galende quien relata, pero por otro lado tampoco es el protagonista de la historia, ya que ese sitio está destinado a Allende. Miranda es el filtro, Miranda es el que estuvo ahí y puede contar como vio las cosas, es el que vivió en torno a la figura central de Allende. En el sentido amplio de la definición de héroe, Miranda cumple a medias, si bien cumple (solo) con su deber como Guardia de la Presidencia, no logra el objeto final que es salvar la vida del presidente. Pero ¿Qué pasa con la condición del héroe en el mundo contemporáneo? Eco en Apocalípticos e integrados, indica que a veces las virtudes del héroe se humanizan y sus poderes más que sobrenaturales, constituyen la más alta realización de un poder natural: la astucia, la rapidez, la habilidad bélica, o incluso la inteligencia silogística y el simple espíritu de observación,6 es decir, la lucha ya no es contra los dioses, ya no se requiere de un don sobre natural, ni de fuerzas extra planetarias, esto supone a la vez un problema: la lucha es ahora la del hombre contra el hombre por medio de la 4
Campbell, Joseph. (1949) El héroe de las mil caras. DF. México. Ed. Fondo de Cultura. Pág. 35. En www.wikipedia.org/wiki/Héroe Visitado el martes 26 de agosto de 2014 a las 12:58 hrs. 6 Eco, Humberto. (2011) Apocalípticos e integrados. Barcelona, España. Ed. Lumen. Pág. 268. 5
6 utilización exacerbada de sus propios medios y la tecnología. Este problema nos sumerge en cuestiones de la contemporaneidad (lucha de clases, enemigo interno del estado, la individualización del sujeto, etc.), esta cuestión gatilla al menos dos claras alternativas: la operación del sujeto en pos de un bien común, o bien la emergencia del individuo, o como diría Eco el surgimiento de los integrados, como aquellos que se amoldan, se integran a la masa y de diluyen en la misma, Miranda pasaría entonces a ser un integrado (no apocalíptico) que se diluye en su individualidad. Si el acercamiento al concepto de héroe propone entrar a una región de prodigios sobrenaturales donde se salva a personas de graves peligros, donde la rapidez, la astucia y la habilidad bélica son características inherentes a su condición contemporánea, o ser -en el sentido literario- el personaje central de una obra; operando por lógica opuesta, el antihéroe será aquel que no entra en una región de prodigios sobrenaturales, aquel que no logra salvar a las personas de graves peligros, aquel que no se caracteriza por su rapidez, astucia o habilidad bélica y aquel que no es el personaje central de la obra, en consecuencia, Miranda, sí cumple con estos últimos atributos, ergo, cumple eventualmente con el rol del antihéroe. 4 La memoria. ¿Qué es la memoria? Las definiciones del concepto memoria abarcan una infinidad de acepciones dependiendo del contexto en que se le utilice. Para efectos de este ensayo se utilizará la acepción del concepto vinculada a temas de historia reciente del país, a la memoria en dictadura, la memoria a la que nos lleva Galende, la del golpe militar el once de septiembre de mil novecientos setenta y tres. Es la memoria dolorosa la que pone en juego Galende por medio de lo que nos puede contar Miranda. Pierre Nora en Les lieux de mémoire, aporta con una conceptualización al menos válida: La memoria es la vida, siempre encarnada en grupos vivientes y, en ese sentido, está en evolución permanente, abierta a la dialéctica del recuerdo y de la amnesia, inconsciente de sus deformaciones sucesivas, vulnerable a todas las utilizaciones y manipulaciones, capaz de largas latencias y repentinas revitalizaciones. La historia es la reconstrucción siempre problemática e incompleta de lo que ya no es. La memoria es un fenómeno siempre actual, un lazo vivido en el presente eterno; la historia, una representación del pasado. Por ser efectiva y mágica, la memoria solo se ajusta a detalles que la reafirman; se nutre de recuerdos
7 borrosos, empalmados, globales o flotantes, particulares o simbólicos; es sensible a todas las transferencias, pantallas, censuras o proyecciones.7 Son aclaradores los alcances que da Nora en torno a separar, diferenciar y definir los conceptos de memoria versus historia, tan homologados, confundidos y utilizados casi como sinónimos. De lo que acá se habla es de la memoria y todas sus subjetivaciones, del cómo un hecho puntual, es visto según el prisma individual de cada memoria como distinto, a veces casi opuesto, también habrá puntos más o menos coincidentes a lo que se le llamará memoria colectiva. Lo que percibimos en Me dijo Miranda, es la memoria de Miranda, no es la historia, sino la memoria, o la historia filtrada por la memoria de Miranda. La memoria será un acto subjetivo donde solo algunos hechos son rescatables al recuerdo del individuo que los evoca, en consecuencia, la memoria es un proceso individual, es una construcción que se hace en un momento dado, la memoria no es pasado, sino como se interpreta y se le da sentido a ese pasado en este momento presente, es hacer vivos los recuerdos en el presente para ampliarlos hacia el futuro, como plantea Todorov en Usos de la memoria, el ser humano se distingue de otras especies animales por su conciencia de encontrarse inscrito en el tiempo y esta conciencia del tiempo transcurrido es lo que se denomina memoria sea ésta individual o colectiva, en un sentido muy general. La memoria no se contrapone al concepto de olvido, la memoria en cierto sentido es el olvido: La restitución integral del pasado es algo imposible pues la memoria siempre implica una selección: ciertos rasgos de los sucesos vividos son conservados, otros apartados de inmediato, o poco a poco, por lo tanto, olvidados. Por eso es desconcertante que llamen memoria a la capacidad de los computadores para conservar información: a esta operación le falta un rasgo constitutivo de la memoria, el olvido. Paradojalmente, uno podría decir que, lejos de oponerse, la memoria es olvido: olvido parcial y orientado, olvido indispensable.8
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Nora, Pierre. (2009). Les lieux de mémorie. Santiago, Chile. Ed. LOM. Pág. 20-21 Todorov, Tzvetan. (2013). Los usos de la memoria. Santiago, Chile. Ed. Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Pág.18
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8 Esto último da algunas luces sobre porqué existe cierta tendencia a la tentación de construir una memoria idealizada, en donde el joven combatiente se le recuerda como un héroe plagado de virtudes, sin contradicciones ni defectos tan propios de la condición humana, o como se recuerda a la figura de la víctima elevándola también a la categoría de héroe donde sus sufrimientos son la moneda de cambio por subir en el escalafón moral del presente. En la construcción de memoria que se produce en la operación realizada por Galende en Me dijo Miranda, se asiste a una memoria que carece de esta idealización ya que Miranda no es víctima, pero tampoco es héroe, Miranda está ahí, es el punto medio, es el eje, la bisagra entre uno y otro y aparentemente estar en el punto medio es tan condenable en el ámbito de la memoria como estar en la posición del malhechor, del antihéroe.
5 Anti héroe de la memoria. Se ha realizado una aproximación al concepto de (anti) héroe y luego, al concepto de memoria. Lo que se pretende a estas alturas es poner en juego las dos variables e intentar dar alguna respuesta posible al planteamiento de la hipótesis. La pregunta en un principio versaba sobre la responsabilidad o eventual culpa del individuo que sobrevive a los procesos dictatoriales, sin haber recibido graves torturas, o perdido a algún ser querido; sino que sobrevive, pasando, cuidándose y cumpliendo solo, lo que por contrato, está establecido en sus funciones, como es el caso de Miranda. Este hecho de “pasar” es lo que en la memoria colectiva sería condenado por carecer de acción heroica, vale decir, un relato como el de Miranda, no reúne componentes propios del relato heroico, ergo es susceptible de ser condenado. Todorov en su texto Los usos de la memoria, nos entrega un pasaje esclarecedor para esta situación:
Debemos aproximarnos a la cuestión de los usos de la memoria (…)Los hechos que constituyen el pasado se nos presentan bajo la forma de relatos que en general siguen esquemas estereotipados (…)Esto permite distinguir cuatro roles principales: el bienhechor, el beneficiario, el malhechor y la victima (…)estos dos últimos, por el carácter de su relación con los dos primeros, se encuentran marcados moralmente: (…)ser víctima de una maldad es evidentemente más respetable que ser el
9 responsable. Reconocemos aquí los dos tipos de construcción histórica: el relato heroico, que canta el triunfo de los míos; y el relato victimizado, que nos trae su sufrimiento9. La idea del estereotipo es pertinente en esta cuestión, dado que la tentación social a lo maniqueo conspira a favor de los relatos de memoria, despojándolos de todo tipo de matices o complejidades: los malos son muy villanos, los buenos son muy héroes; y todo lo que haya entremedio es criticable, a medias tintas, cobarde o derechamente condenable. Estos dos tipos de construcción histórica (por medio del relato de la memoria) que menciona Todorov, apuntan al mismo fin: la heroificación del relato, en definitiva ¿Quién no quiere ser el héroe de la historia? Sea por victimización o por hipérbole de las buenas acciones relatadas. De esta forma se construyen –por lo general- los relatos de memoria, estereotipando, exacerbando según cada individuo el sufrimiento o el acto heroico, lo curioso en Miranda es precisamente la carencia de hipérbole, la ausencia de estereotipo, la falta de acción heroica. Rubén Chababo, Director del Museo de la Memoria de la ciudad de Rosario en Argentina, en su reciente texto Apuntes sobre el heroísmo, grafica muy bien esta situación de la idealización en el relato de memoria: La memoria es, no cabe duda, una construcción. Los individuos y las comunidades humanas mantienen con sus pasados relaciones complejas y tantas veces conflictivas que hacen que esa memoria del ayer no pueda ser leída bajo el inocente tamiz de la transparencia. Recordar es, en gran medida, imaginar, pero también, acomodar el propio cuerpo y la propia historia a ese tiempo ido. Lo que hemos sido en el pasado, dice algo también de quienes somos en este presente. Indudablemente imaginarse heróicos y valientes es un modo para encontrar un lugar menos inquietante y más noble en el presente que comienza a
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Todorov, Tzvetan. (2013). Los usos de la memoria. Santiago, Chile. Ed. Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Pág. 43-44
10 echar preguntas acerca de las conductas civiles a la barbarie enemiga10. Incluso va más allá, recordar es imaginar, el acto de memoria se idealiza, querámoslo o no la memoria es la idealización del recuerdo. No solo idealizamos ese recuerdo por el solo acto de recordar, sino que en casos de violaciones a los derechos humanos este ideal se ve acrecentado por el componente moral que otorga las cualidades de héroe al que fue bueno y villano al que fue malo, olvidando cualquier tipo de complejidad psíquica en la ejecución de los actos. Al detenerse y analizar la figura de la víctima, se percata en ella un giro curioso: al mismo tiempo que se es víctima, se es también un héroe doloroso de la historia. Todorov refuerza esto último (en la misma línea que Chababo):
Uno podría extrañarse de ver figurar aquí las víctimas junto a los héroes que todos admiran. ¿Qué tendría de agradable el hecho de ser víctima? Nada, por cierto. Pero, si nadie quiere ser víctima muchos son los que, en cambio, se presentan como tales. Aspiran a un status de víctima. La vida privada conoce bien esta situación: un miembro de la familia asume el rol de víctima pues, de ese modo, puede atribuir a los otros el rol mucho menos envidiable de verdugo. Ser víctima te da el derecho a quejarte, a protestar y reclamar. Salvo que quieran romper todo vínculo con usted, quienes le rodean están obligados a responder a sus demandas. Resulta mucho más ventajoso quedarse en el rol de víctima que recibir una reparación por la ofensa sufrida, suponiendo que esa ofensa es real. En vez de una satisfacción puntual, uno conserva un privilegio permanente; la atención y el reconocimiento de los otros le son garantizadas.11
10 Chababo, Ruben. (2014). Apuntes sobre el heroísmo. Santiago, Chile. Ed. Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Pág. 16-17 11 Todorov, Tzvetan. (2013). Los usos de la memoria. Santiago, Chile. Ed. Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Pág. 45
11 Estas declaraciones pudieran no caer bien sobre todo en el mundo de las organizaciones de defensa de los derechos humanos, no por nada Todorov ha sido nombrado persona non grata por la Agrupación de las Madres de la Plaza de Mayo en Argentina, sin embargo el tema en cuestión no debiera politizarse, sino que ser visto bajo una óptica estructural y analítica, vale decir, independiente quien juegue el rol de villano o el rol de héroe, lo que está en análisis es responder a la pregunta ¿Por qué la sociedad tiende a condenar a aquellos individuos que no figuran en la memoria colectiva como héroes o víctimas de las violaciones a los derechos humanos, designándolos como cobardes, culpables y hasta en cierta medida responsables de muchas de las situaciones ocurridas bajo el régimen dictatorial? Ya se han entregado algunas luces a lo largo de este ensayo que pudieran en cierta medida tener alguna validez al menos teórica, en cuanto a que la memoria, como relato, como construcción, tiende a trabajar con estereotipos, cayendo en alguna medida en la comparación moral maniquea donde no hay matices ni términos medios, y en caso de haberlos, estos puntos medios, son condenables por carecer de propiedades heroicas o por carecer del sufrimiento necesario para volcarse en una actitud heroica de igual manera. Entrando de lleno en el caso de la dictadura chilena, el siquiatra y dramaturgo Marco Antonio de la Parra en su libro La Mala Memoria, realiza un diagnóstico que puede ayudar a comprender de mejor manera la tesis planteada en el presente ensayo: (…)La historia oficial seguía su ideario básico: Las derrotas no degradan al chileno sino el comportamiento del derrotado. Nuestros héroes son dignos hasta la muerte y encuentran la gloria en su fracaso. Competir con la frente en alto y ser consagrados como nobles perdedores. El lado bueno de toda esta enseñanza es sin duda la dignidad como valor superior, su lado perverso la confusa asimilación de la catástrofe como estado de gracia12.
De la Parra, entra en una dimensión no tocada en este ensayo hasta el momento, que es la dimensión psíquica de una sociedad que asimila la catástrofe como un estado de gracia, donde el sufrimiento es visto como un valor, se provoca un vuelco en las definiciones morales, la tortura, mejor dicho quien fue víctima de tortura pasa a poseer una clase de valor moral por sobre quien -para nuestro caso- estuvo en la 12
De la Parra, Marco Antonio. (1998). La mala memoria. Santiago, Chile. Ed. Planeta. Pág. 35
12 media, tratando de defenderse, de no caer; por eso en el presente, es más válida la opinión de un torturado que vivió la dictadura, que la de un individuo que se defendió de la dictadura. No se trata de no reconocer lo vil, cruel e inhumano que es acometer actos de tortura contra cualquier individuo, ni mucho menos de no reconocer las graves violaciones a los derechos humanos cometidas por el Estado de Chile en el período de dictadura, sería absurdo no reconocer en las víctimas de violaciones a los derechos humanos su fortaleza como seres humanos para soportar estos vejámenes, el valor de supervivencia, de dignidad y de consecuencia para con sus ideales, pero así como se reconoce en ellos estos valores, es también reconocible el mismo valor en aquellos que transitaron la resistencia por otros derroteros.
Esta forma de entender los relatos de la memoria, no son tan solo propias de nuestro país, Chababo ejemplifica en dos casos puntuales de otras latitudes: el primero de ellos con la resistencia francesa a la barbarie Nazi post segunda guerra mundial, en donde el relato de memoria construido por la nación como una sociedad heróica, resistente y atrevida, frente a la ocupación Nazi, se vio fracturado por la publicación del texto de Jean Paul Sartre Paris bajo la ocupación (1968) en donde el filósofo y escritor desacralizaba este relato consensuado, sosteniendo una visión para nada condescendiente con el relato de memoria heroico, delimitando el acto de resistencia heroica a un grupo reducido de ciudadanos y en absoluto patrimonio de la nación francesa. El segundo de ellos referido al episodio de la noche del 16 de septiembre de 1976, bajo la dictadura Argentina de Videla, donde un grupo de estudiantes secundarios de la ciudad de La Plata fue secuestrado de sus hogares, posteriormente torturados y algunos de ellos asesinados, luego en el año 1983 uno de los jóvenes sobrevivientes publica su testimonio, que posteriormente pasaría a transformarse en una película conocida como “La noche de los lápices (1986)” quedando este hecho marcado como uno de los más fuertes en la memoria de generaciones de jóvenes argentinos, el punto en cuestión es que hasta antes de la aparición del testimonio (y posterior película) durante años, el relato de memoria soslayaba la filiación de este grupo de jóvenes con su militancia política, exacerbando así la imagen de inocencia de los mismos, barrando de alguna manera la inscripción ideológica del grupo secuestrado y torturado. Estos dos ejemplos hablan del carácter universal de construcción de una memoria heroica. Volviendo al punto en cuestión, la operación presentada en Me dijo Miranda de Federico Galende, lleva a la reflexión en torno a esta cualidad de antihéroe como ya se ha mencionado anteriormente, un antihéroe de la memoria, ya que no pasa a constituir parte de los relatos estereotipados de memoria donde se sacralizan héroes, Miranda es en este caso uno más de los que eligió los derroteros que su condición
13 humana le permitió, el lugar de los héroes quedó destinado a las víctimas y los mártires. Para comenzar a concluir de cierto modo el presente ensayo, se presentan dos citas que parecen pertinentes a la hora de hacer un recuento final: Ese dejar decir, ese prestar oído al murmullo inquietante que desacraliza el mito, lejos de ser descalificado bajo la acusación de estar amenazando la memoria de los derrotados de la historia, debiera ser visto como un gesto riesgoso, pero no por ello menos luminoso, de darle entidad humana – con todo lo que ello implica- a los humillados de la historia.13 Y eso es precisamente lo que hace Galende, otorgarle entidad humana a Miranda, llenarlo de cotidianeidad, de contradicción, lo que nos lleva en definitiva a plantearnos un cuestionamiento en torno al uso que la contemporaneidad le da a la memoria, queda entonces planteado el desafío: En la vida cotidiana olvidamos fácilmente el mal que hacemos, pero guardamos mucho tiempo en la memoria el que hemos sufrido. (…) Una vez que hayamos renunciado a reconocernos exclusivamente en los roles de héroe o víctima, el trabajo de memoria nos permitirá ir, no directamente de un caso particular a otro, sino sobre la base de cualquier vago parecido o contigüidad, de lo particular a lo universal que se dejan examinar y criticar con ayuda de argumentos racionales. El pasado no será, entonces, repetido hasta la saciedad, ni convertido en categoría universal, sino leído en su ejemplaridad. El buen uso de la memoria será aquel que sirva a una causa justa14.
En definitiva la lectura de Me dijo Miranda, hace detenerse en ese punto de reflexión: el uso o abuso de la memoria.
13 Chababo, Ruben. (2014). Apuntes sobre el heroísmo. Santiago, Chile. Ed. Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Pág. 57. 14 Todorov, Tzvetan. (2013). Los usos de la memoria. Santiago, Chile. Ed. Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Pág. 52.
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Bibliografía Campbell, Joseph. (1949) El héroe de las mil caras. DF. México. Ed. Fondo de Cultura. Chababo, Ruben. (2014). Apuntes sobre el heroísmo. Santiago, Chile. Ed. Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. De la Parra, Marco Antonio. (1998). La mala memoria. Santiago, Chile Ed. Planeta. Eco, Humberto. (2011) Apocalípticos e integrados. Barcelona, España. Ed. Lumen. Galende, Federico. (2013) Me dijo Miranda. Santiago, Chile. Ed. Alquimia. Nora, Pierre. (2009). Les lieux de mémorie. Santiago, Chile. Ed. LOM. Todorov, Tzvetan. (2013). Los usos de la memoria. Santiago, Chile. Ed. Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.
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* Imagen de la portada: Collage digital creado por Rodrigo Cabello Zárate