Estética Apestada
Rodrigo I. Cabello Zárate
Estética apestada Rodrigo I. Cabello Zárate
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Nunca, ahora que la vida misma sucumbe, se ha hablado tanto de civilización y cultura Antonin Artaud
Al ver el documental El desalojo de Guille Soherens (Que circula gratuitamente por las redes)1 queda una extraña sensación de tristeza, ira, vacío. El documental abre la posibilidad de análisis, por medio de la muestra de una de las tantas tomas de establecimientos educacionales, a la utilización del recurso estético como argumento válido de defensa y resistencia a los discursos hegemónicos que rigen la sociedad en temáticas del ámbito de la educación. Por medio del caso puntual de los estudiantes del liceo Manuel de Salas al que refiere el documental, se percibe la emergencia del recurso artístico como herramienta de lucha contra un sistema desgastado, agotado y en decadencia. Esta emergencia del recurso artístico performativo, se relaciona con lo que el profesor Sergio Rojas ha llamado la estética del malestar, en donde este recurso toma un carácter festivo, opuesto al fulgor de demandas absolutamente trascendentales, no festivas, como muestra de un profundo malestar social.
El presente texto intenta dar un análisis desde una perspectiva estética al fenómeno de la utilización de recursos artísticos, estéticos y performativos que los jóvenes han utilizado como contra manifestación ante los inminentes desalojos de los establecimientos educacionales ad portas de las elecciones primarias presidenciales.
El análisis se delimita a dos casos específicos: el primero referido a las fotografías aparecidas en diversos medios de comunicación que muestran cómo jóvenes estudiantes del Liceo de Aplicación, ante la inminente llegada de carabineros para desalojar el
1http://www.youtube.com/watch?v=YcbQzpBKJBg&feature=share
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establecimiento educacional, deciden sacar los bancos, sillas y pizarrón a la calle y realizar una clase en medio de la vía pública, desencajando absolutamente a las fuerzas policiales, quienes no entienden cómo reaccionar ante este acto performático. En segunda instancia se analiza brevemente las imágenes tomadas por ciudadanos que fueron a votar a las elecciones primarias (del domingo 30 de junio), que muestran otro acto performático realizado por otros grupos de jóvenes a las afueras de los centros de votación, actos silenciosos, pacíficos, pero por sobre todo con fuerte componente estético, donde la emergencia del recurso se evidencia.
Finalmente se intenta dar algunas luces sobre el concepto estética apestada, tomando como referencia principal a Antonin Artaud y sus reflexiones en torno al concepto de peste2 en su texto El Teatro y su doble (1938).
Más allá de la problemática legal sobre el desalojo, lo que se intenta analizar en este texto es la cualidad estética y política que conllevan dichas manifestaciones por parte de los estudiantes, y cómo estas logran ser una herramienta válida de resistencia ante el sistema socio político por el que están normados.
Ante los desalojos llevados a cabo esta última semana, diversos grupos de estudiantes han decidido resistir en sus lugares de estudio, de diversas formas cada grupo ha intentado dar signos de resistencia en el espacio, una de esas formas es la que se puede apreciar en las fotos (uno y dos) correspondientes a un grupo de estudiantes del patrimonial Liceo de Aplicación, ubicado en Avenida Cumming en la comuna de Santiago. Ante la pronta llegada de carabineros para iniciar el desalojo del liceo, los estudiantes decidieron sacar las sillas, bancos, mesa del profesor, pizarra a la calle (al especio público por excelencia, al igual que la educación = pública), ambientando una sala de clases con sus propias mochilas, cuadernos, lápices y diversos útiles escolares, situándose ellos 2
Esos símbolos, signos de fuerzas maduras, esclavizadas hasta entonces e inutilizables en la realidad, (que) estallan como increíbles imágenes, que otorgan derechos ciudadanos y de existencia a actos que son hostiles por naturaleza a la vida de las sociedades 3
mismos en sus respectivos puestos de estudio, tranquilos (incluso aburridos) como cualquier ualquier día normal de clases, acompañados
de
caracterizando acterizando
a
compañero
un
figurín
modo
estudiante
de
sentado
como uno más en n una de las sillas junto a su banco escolar junto a un lienzo que versaba: “Ni Ni izquierda, ni derecha, somos un pueblo en guerra”. Foto 1: Estudiantes del Liceo de Aplicación montan una sala de clases en plena calle
Esta re-presentación presentación del
aula, de carácter teatral, es una forma estética de resistir el desalojo de su casa de estudios. En primer lugar tenemos una relectura, una reutilización de los espacios espacio que no deja de ser paradójica, el sacar la sala de clases (u (un n espacio privado) a la calle, calle pone en tensión la dialéctica de lo de dentro y lo de fuera3 como diría Gastón Bachelard, es paradójica porque se saca a la vía pública un espacio del ámbito privado (pero de carácter público),, este acto podría hacer pre preguntarse al espectador ingenuo sii la educación es pública por lógica ¿Debiera ebiera desarrollarse en el espacio público? El desencajar los espacios, ponerlos en tensión, poner a dialogar elementos de un adentro en un espacio exterior, ya es un acto estético en sí mismo mismo, es el espacio donde se provoca un intercambio simbólico, el lugar estratégico en el que todas las modalidades del valor confluyen hacia una zona que se denominaría ciega, en la que todo se pone en cuestión cuestión.4 Esta tensión tensi entre los espacios –público y privado--, podría ser una de las operaciones que desencaja a las fuerzas policiales en su acometido contra la manifestaci manifestación, sumiéndolos éndolos en el desconcierto de la acción, ón, dudando en ccómo ómo actuar ante este acto performativo de intercambio de espacios. 3
Bachelard, Gaston; La poética del espacio espacio,, Ed. Fondo de Cultura Económica, DF. México (2005), Pag. 250. 4 Baudrillard, Jean; Contraseñas, Ed. Anagrama, Barcelona, España (2002), Pág. 23 4
Pero el acto de los jjóvenes del Liceo de Aplicación, ón, no solo se queda en el intercambio simbólico ólico de los espacios, sino que posee adem además todo un ámbito teatral. Con esta acción, los jóvenes del Liceo de Aplicación realizan una verdadera puesta en escena,
con
una
carga
de
teatralidad, con figurín rín incluido y elementos de utilería, pero hay un hecho que no es menor, nos referimos al doblez que adquiere esta acción donde, además ás de al estar realizada en un espacio de tránsito público, los intérpretes érpretes de la acción ón son los propios estudiantes,, vale decir el rol de los estudiantes, que en un ámbito
Foto 2: detalle del figurín realizado por los estudiantes del Liceo de Aplicación en el montaje de una sala de clases en plena calle
de teatralidad clásica estaría ía interpretado por actores haciendo de estudiantes, en esta ocasión es interpretado por los propio propioss estudiantes, en otras palabras, estudiantes auto interpretando su rol.
Este acto performativo en la calle puede tener ciertas semejanzas a lo planteado y realizado en alguna época por el Teatro de la Muerte de Tadeuzs Kantor,, en tanto está destinado a morir en el espacio público, en cuanto se realiza una sola vez y muere en el acto, muere en su propio intento de realización, es un acto destinado a la muerte, no hay revés, no hay vuelta al ensayo, a la re-presentación del mismo,, queda en el tiempo precisamente por su levedad, por su car carácter de único, es un acto de inmensa relevancia, pero a su vez es frágil por lo efímero. Por otra parte el acto que analizamos podría podr tener cierto asidero en lo que Antonin ntonin Artaud denominara Teatro dee la crueldad en cuanto a que lo que actúa es la vida misma, no una representaci representación ón teatral, sino precisamente su doble, es decir la vida, encarnad encarnada a en los mismos estudiantes que utilizan este espacio
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teatral en la vía pública. En otras palabras, el antiguo paradgima de la actuación – tomando como referente la escuela Stanislavskyana o Chejoviana – en donde el actor sube al escenario a interpretar un rol y luego, una vez terminada la representación baja del escenario para vivir su vida; es substituido por un nuevo paradigma en donde se voltea el orden establecido: el actor sube al escenario a vivir su rol, encarnado en sus miedos, sus miserias, sus alegrías y rabia para, una vez concluida la función, bajar del escenario a representar los roles que la vida solicita interpretar: el rol de padre, el rol de amigo, el rol de novio, el rol de hijo, etc. Con esta idea de acción extrema y cruel puesta al servicio de la escena Artaud plantea un vuelco radical en la forma de ver e interpretar los problemas escénicos. Esta última idea, sobre el teatro y sus posibles dobles, es la que se puede percibir en el acto performático de los jóvenes del Liceo de Aplicación, intencionada o inconsciente, la representación llevada a sus últimos límites, asumiendo los riesgos de la misma.
El profesor Sergio Rojas en su texto Estética del malestar y expresión ciudadana. Hacia una Cultura crítica, desarrolla una reflexión acerca de la dimensión estética de las manifestaciones de malestar que corresponden a la construcción de formas colectivas de subjetividad. Rojas plantea en este texto que
Los procesos sociales de producción estética implican, de manera esencial, procesos de producción de subjetividad. Es decir, el sujeto colectivo que “comunica” sus demandas generando determinados recursos representacionales, en sentido estricto no existe con anterioridad a la generación de esos recursos. Este sujeto se constituye en el lenguaje, en una práctica intersubjetiva de expresión5. 5
El texto corresponde a la conferencia inaugural del Seminario Internacional “Ciudadanía, Participación y Cultura”, organizado por el Consejo Nacional de la Cultura y realizado en el Centro Cultural Palacio La Moneda los días 5 y 6 de octubre de 2006.
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El acercamiento a una estética del malestar se ajusta a las diversas manifestaciones que hemos visto en Chile y a nivel mundial, llevadas a cabo principalmente por grupos jóvenes, tienen ese factor común de “festividad” en contraposición con las profundas demandas que solicitan -y como bien lo explica Rojas- sería producto de este malestar que no puede suplirse de ningún modo; este punto hace reflexionar sobre la idea de una “estética apestada”, en el sentido que la peste se propaga de forma exponencial, violenta, de una virulencia veloz, como metáfora de una estética que se replica en diversas manifestaciones, se propaga geográfica e ideológicamente, inoculando, apestando al colectivo, haciéndolo crear formas de expresividad que van más allá del literal panfleto o la denuncia a viva voz.
El concepto metafórico de la peste ya lo planteaba Artaud en su capítulo El teatro y la peste, de su texto El teatro y su doble, donde parte del hecho de la más grande explosión de peste que haya conocido la ciudad de Marsella hacia el año 1720; SaintRémys, Virrey de Cerdeña, se vio apestado y vio los estragos de la peste en su Estado minúsculo. En este sueño que sufre Saint-Rémys podemos entender a la peste como una idea que logra permear en la sociedad, que logra diezmar una sociedad, el Virrey de Cerdeña en sus sueños asiste a todos los quebrantamientos de la moral, a todos los desastres psicológicos, es por esta razón que una vez despierto de su pesadilla decide declararle la guerra a la peste. No bien declarada la guerra a los barcos provenientes de oriente (que supuestamente traían a tripulantes apestados, potenciales focos virulentos) estos arribaron de todas formas en tierras francesas diezmando ciudades enteras producto de la infección de muchos de sus tripulantes. Toda esta anécdota da para reflexionar, como bien lo dice Artaud:
Cualesquiera sean los errores de los historiadores o los médicos acerca de la peste, creo posible aceptar la idea de una enfermedad que fuese una especie de entidad psíquica y que no dependiera de
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un virus (…) Cuando la peste se establece en una ciudad, las formas regulares se derrumban. Nadie cuida los caminos; no hay ejército, ni policía, ni gobiernos municipales (…) Pero si se necesita un flagelo poderoso para revelar esta gratitud frenética, y si ese flagelo se llama peste, quizá podamos determinar entonces el valor de esa gratuidad en relación con nuestra personalidad total. El estado del apestado, que muere sin destrucción de materias, con todos los estigmas de un mal absoluto y casi abstracto, es idéntico al del actor, penetrado integralmente por sentimientos que no lo benefician ni guardan relación con su condición verdadera. Todo muestra en el aspecto físico del actor, como en el del apestado, que la vida ha reaccionado hasta el paroxismo; y, sin embargo, nada ha ocurrido.”6
He ahí el paralelo entonces, entre el apestado y el actor que encarna (con crueldad) su propio sufrimiento, he ahí el paralelo entre el joven inoculado por la rabia, la indignación y el deber moral que sale a la calle a manifestar su malestar y el apestado de Artaud. Esta peste, que es el malestar (del que habla Rojas), la incomodidad, la disconformidad, es la que se propaga de manifestación en manifestación replicando mecanismos donde la emergencia del recurso artístico/contemporáneo nace casi espontáneamente, como una plaga que va cruzando geográficamente distintas latitudes, países y continentes, y es así como en un tiempo unívoco los diversos movimientos callejeros (los indignados en España, los secundarios en Chile, la ciudadanía en Brasil, los Occupy Wall Street en EEUU, etc.) comienzan a utilizar lenguajes homogéneos, apestados por el mismo virus: la estética apestada.
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Artaud, Antonin, El teatro y su doble, Ed. Sudamericana, Bs. Aires. Argentina (2005), Pág. 29. 8
Esta estética apestada, caracterizada por el alto grado de teatralidad en su desarrollo se traduce en divers diversas as acciones performáticas, donde cabe aclarar, aclarar que el sujeto performático (por decirlo de alguna manera) no necesariamente concibe su acto como un acto estético premeditado, sino más bien como un impulso coordinado con otros con el afán de declarar su malestar, haciendo el paralelo nuevamente con la peste, peste ésta:
Toma oma imágenes dormidas, un orden latente, y los activa de pronto transformándolos ormándolos en los gestos más extremos; y el teatro toma también gestos y los lleva a su paroxismo. Como la peste rehace la cadena entre lo que es y lo que no es, entre la virtualidad de lo posible y lo que ya existe en la naturaleza materializada. Redescubre Redescub la noción de las figuras y los arquetipos, que operan como golpes de silencio, pausas, intermitencias del corazón, excitación de la linfa, imágenes inflamatorias que invaden la mente bruscamente despierta.7
La utilización de recursos teatrales operan een n las manifestaciones como herramientas válidas de resistencia ante la represión forzada con las que la autoridad combate, en donde claramente quedan en planos de lucha desfasados,, unos peleando en el campo de las ideas, inoculando, apestando con creativid creatividad ad nuevas formas de manifestar el malestar; y los otros en el campo de la lucha física, bruta y tosca.
El segundo caso al que se hace referencia es a las fotografías tomadas
7 Ibid. Foto 3: Jóvenes de la UCV manifestándose el día domingo 30 de junio a las afueras de un local de votación para las primarias presidenciales
9 Foto 4: Jóvenes de la ACES se manifiestan a las afueras del estadio nacional sosteniendo fotografías de los desalojos recientes de sus establecimientos os educacionales
espontáneamente por ciudadanos que asistían a votar en las elecciones primarias presidenciales del domingo 30 de junio del presente año. Las fotos corresponden a una manifestación de jóvenes de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (foto 3) y finalmente a una última fotografía de jóvenes de la ACES (Asamblea coordinadora de Estudiantes Secundarios) realizada a las afueras del Estadio Nacional (foto 4).
El punto común que une estas imágenes es que, por un lado, son tomadas un mismo día (Que por lo demás no es cualquier día, sino el día en que la ciudadanía acude a los lugares de votación –mismos recintos que habían sido desalojados pocos días atrás, habiendo estado en toma por los mismos jóvenes – a ejercer su derecho ciudadano en las elecciones primarias presidenciales y parlamentarias); y por otro lado, todas reflejan y dan muestra de esta idea sobre la estética apestada como forma de manifestación ante el malestar. Otra de las características de esta estética apestada (además de los fuertes componentes teatrales) es la representación del metatexto (o didascalia) en sí mismo, o como lo menciona P. Pavis, una escritura que, en su fragmentación, ha superado la alternativa dramática/épica, estalla en pedazos, desde el acto de escritura, y mucho más todavía, desde la intervención del actor. De ahí la dificultad de mantener sobre ella un lenguaje unificado8, hablando ya más que de una puesta en escena, de una puesta en pedazos.
Pero es en este último punto donde el problema estético se complejiza, esto por la dualidad realidad/ficción, si bien el análisis que acá se ha desarrollado se sirve de la concepción teatral no podemos obviar que no estamos frente a actos realizados por actores en cuadros ficcionales, sino que nos enfrentamos a contextos de la realidad, frente a problemáticas y demandas reales, no ficticias. El problema que surge entonces es como fácilmente esta estética apestada puede confundir al espectador del acto y alienarlos por su forma, perdiendo importancia el trasfondo del mismo, esto claro, si
8Pavis,
Patrice; “El análisis de los espectáculos, teatro, mimo, danza, cine” Editorial Paidós, Barcelona, España (2000), pág. 306 10
entramos en la interpretación dualista a la que nos tiene acostumbrada la crítica y el análisis estético occidental del fondo y forma o contenido y contenedor. ¿Habría que preguntarse como lo hace S. Sontag entonces si interpretar es empobrecer, reducir el mundo, para instaurar un mundo sombrío de significados. Es convertir “el” mundo en “este” mundo9? Y el mundo ya está bastante reducido y empobrecido –responde la propia Sontag – desechemos pues, todos sus duplicados, hasta tanto experimentemos con más inmediatez cuanto tenemos. Esto en cuanto a la interpretación que los espectadores (la ciudadanía) pudiera elaborar en torno a las acciones performática de los apestados, sin embargo no hay que dejar de lado que este mismo contexto de no-ficción (la calle) en el que se introduce el acto ficcional, sería de por sí un fuerte elemento distanciador, operando como un verdadero Verfremdungseffekt Brechtiano para que el espectador pueda des-enajenarse y tomar conciencia de lo que ahí ocurre es una ficción que denuncia con códigos del arte, con la emergencia del recurso teatral, un hecho de la realidad al cual debe asumir y enfrentar.
Pero más allá de todo ambos ejemplos, tanto el de la clase en la calle de los estudiantes del Liceo de Aplicación como el que se muestra en estas últimas dos fotos, dan cuenta de este contagio por la forma de expresar un malestar, cómo es que cambia esta manifestación desde el simple panfleto o la denuncia a viva voz, por el desarrollo de una acción performática más elaborada. ¿Qué es lo que ha hecho cambiar estas formas de manifestarse? ¿Será éste un fenómeno pasajero, una moda? ¿De qué manera podrían estar influenciando los nuevos medios sociales y tecnológicos en el desarrollo de una nueva estética colectiva y subjetiva? En fin, las interrogantes que surgen del análisis de las nuevas formas de manifestar el malestar en los jóvenes, pero sobre todo las interrogantes que surgen desde una perspectiva de la cuestión estética, abren una infinitud de campos que requieren de respuestas y ésta es quizás la misión que debemos desarrollar hoy como teóricos de este campo de estudios, intentando dar algunas luces para comprender este fenómeno de propagación colectiva entendido como la estética apestada.
9Sontag,
Susan; “Contra la interpretación” Editorial Alfaguara, Bs. Aires, Argentina (1996) 11
Bibliografía Artaud, Antonin, El teatro y su doble, Ed. Sudamericana, Bs. Aires. Argentina (2005) Bachelard, Gaston; La poética del espacio, Ed. Fondo de Cultura Económica, DF. México (2005) Baudrillard, Jean; Contraseñas, Ed. Anagrama, Barcelona, España (2002) Pavis, Patrice; “El análisis de los espectáculos, teatro, mimo, danza, cine” Editorial Paidós, Barcelona, España (2000) Rojas, Sergio; Estética del malestar y expresión ciudadana. Hacia una Cultura crítica, Santiago, Chile (2006)
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Rojas, Sergio; Hacia el agotamiento de la frontera de arte y no arte, en El Arte Agotado. Magnitudes y Representaciones de lo Contemporáneo, Chile, Editora Sangría, 2012. Sontag, Susan; “Contra la interpretación” Editorial Alfaguara, Bs. Aires, Argentina 1996.
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