Año 20· Nº 88 · Enero - Marzo 2020
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Año 20 · Nº 88 · Enero - Marzo 2020 Consejeros Espirituales Fernando Saravia Marianela de Saravia Editora Lorena Farrach Asesor Administrativo Francisco Castañeda
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Redactores Osberto Ruano Lissette Blanco Gaby de Lara Armando Molina
Corrección de Texto Paola de Pajares María Inés Moeschler Diseño Gráfico Rony Chiché
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La Buena Noticia Dieta sana: crecimiento
Hoy en el Mundo El amor es la esencia de Dios
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Espada de la Palabra Un Dios fiel
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Los Milagros Continúan Mi anhelo es Dios
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Decisiones ¡Despierta, Despierta!
Impresión CIFGA
Mujeres de Proverbios
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Escudriñando nuestro corazón
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Vida de Alabanza Al Señor tu Dios adorarás y sólo a Él servirás
Entretenimiento El tiempo en la Biblia
MUERTE ESPIRITUAL
MUERTE ESPIRITUAL
VIDA ETERNA
VIDA ETERNA
MUERTE ESPIRITUAL
VIDA ETERNA
MUERTE ESPIRITUAL
MUERTE ESPIRITUAL
J E S U C R I S T O
VIDA ETERNA
VIDA ETERNA
¡Despierta, Despierta!
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omo iglesia estamos dormidos, hacemos muchas cosas para Dios, le servimos, asistimos siempre a nuestras reuniones, oímos prédicas, vamos los domingos a la Iglesia; pero se ha convertido en una rutina y nos hemos quedado dormidos en el Reino de Dios. Hemos descuidado al Rey del Reino. Hacemos cosas para Dios, pero hemos descuidado el tener una relación íntima y estrecha con Él. Hoy nos llama a que le busquemos con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas. Que Su reino se establezca en nuestra vida en todas las áreas; no sólo las externas, las que todos ven; sino también las internas, las que nadie ve. Esas áreas que están ocultas, como el orgullo, la falta de perdón, el enojo, la envidia, los celos, las mentiras, las heridas del pasado, etc. Así como dice en 1 Tesalonisences 4:3 ¨Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación¨. Éste es el primordial crecimiento que Cristo busca en cada uno de sus hijos: crecer en santidad hasta llegar a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. (Efesios 4:13) Para poder arreglar esas cosas en nuestro corazón y seguir creciendo espiritualmente, es necesario que pasemos tiempo con Jesús, tiempo a solas. Que apartemos la primicia de nuestro tiempo en esa ajetreada agenda y diariamente le busquemos en oración.
“Más tú, cuando ores, entra en tu aposento y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará en público” (Mateo 6:6). Si diariamente comienzas a buscarle en oración y a leer su Palabra, estoy segura que comenzarás a escuchar su voz. ¡Búscale a Él!, que su Reino se establezca en nuestras vidas. Qué Él venga a ser no sólo tu Salvador, sino tu Señor y Rey, tu Pastor. “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen” Juan 10:27. Como Iglesia, es necesario despertar y reconocerle a Él en todos nuestros caminos, es necesario que le sigamos sirviendo con todo nuestro corazón, que sigamos congregándonos, oyendo su Palabra, pero siendo Él el primero, poniéndolo a Él como Rey, estableciendo su Reino en nuestro corazón, ¡Buscándole a Él! Su persona, Su Presencia. No nuestro propio camino, sino Su camino. Así que “Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz, y la gloria de Dios ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá El Señor, y sobre ti será vista su gloria” (Isaías 60:12). Restablezcamos nuestra relación con Dios para que Su luz pueda brillar a través nuestro en estos tiempos de oscuridad que cubren la tierra.
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Uno de los elementos básicos para una vida sana es una buena alimentación, ya que, sin ella, se sufre de enfermedades, debilidad, desnutrición y hasta la muerte.
Por: Osberto Ruano
Dieta sana: crecimiento
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hora bien, pueden haber varias causas por las cuales las personas se nutren mal: • Porque no tienen los ingresos necesarios para cubrir sus necesidades básicas.
• Teniendo los recursos, ignoran en qué consiste una dieta balanceada, sana y nutritiva. • Teniendo los recursos y sabiendo lo que tienen que comer, prefieren la comida chatarra.
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Mi propósito no es darte recetas de cocina para la comida material, sino llevarte a evaluar tu nutrición espiritual. El Señor nos dice en Juan 6:27 “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre”.
Dios nos muestra en este versículo que la comida más importante es la que permanece a vida eterna, no la que perece; y no sólo se queda allí, sino que nos manda trabajar por la comida espiritual. Ahora bien, ¿a qué comida espiritual se estará refiriendo? Veamos cómo nos responde a través de su Palabra, en Lucas 4:4 “Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios”. ¡Podemos ver claramente que para alimentar nuestro espíritu nos dejó su palabra!
¿De qué te alimentas tú? • Tristemente algunos cristianos se alimentan principalmente de cosas que no tienen nada que ver con Dios: artículos de revistas, literatura, música o programas de televisión en los que se blasfema al mismo Dios. Se están nutriendo de comida chatarra. Sólo es cuestión de tiempo de que los lleve a la muerte, si no cambian su tipo de alimento, espiritualmente hablando. • Para otros cristianos, hoy en día, su único alimento consiste en conciertos, eventos o seminarios “cristianos”, pero no les gusta leer la Palabra, mucho menos estudiarla y meditarla. No digo que asistir a
conciertos y seminarios cristianos esté mal… lo que digo es, que si hacemos de esto nuestra única fuente de alimento espiritual, podríamos correr el riesgo de estar desnutridos y con un crecimiento anormal. El diablo sabe muy bien que la ignorancia de las cosas de Dios nos convierte en una potencial fábrica de ídolos, por lo que nos ofrece comida espiritual chatarra. Por ejemplo: nos disponemos a leer la Biblia, y se nos atraviesa la televisión, y vemos el sofá que casi abre sus brazos para invitarnos a ver un programa. En ese momento nos toca decidir nuestra dieta espiritual. • Otros cristianos únicamente van tras las señales, milagros y sensaciones, les gusta sentirse cómodos. Si se “sienten” bien, ese es el lugar correcto. La Palabra de Dios debe de incomodar a nuestra carne. Lo que “sentimos” suele ser engañoso. Una vez más, vuelvo a aclarar que no estoy diciendo que las sensaciones, las señales y los milagros sean malos, el problema es cuando se convierten en el único alimento espiritual para nuestra vida. Eso debería de ser el resultado de la relación con el Señor.
Juan 6:26 : “Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis”. Antes de buscar los milagros de Jesús, busquemos que ese Jesús de los milagros reine en nuestra vida. Juan 6:33 “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
¿Te quejas de tu alimento? Ahora quisiera llevarte al tiempo de Moisés, en el que vivieron la consecuencia de haberse quejado del alimento que Dios les proveyó para ese tiempo. En Números 21:5-6: “Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano. Y el Señor envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucha gente de Israel”. El pueblo, en lugar de estar agradecido con Dios por haberlos liberado de la esclavitud de Egipto con grandes señales y milagros, y mantenerlos en el desierto con pan del cielo, el maná, se quejaron, renegaron y dijeron que ese pan los tenía fastidiados, y probablemente se lo comían a la fuerza, porque no había más que comer.
¡Podemos ver claramente que para alimentar nuestro espíritu nos dejó Su Palabra!
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La consecuencia fue que Dios les envió serpientes ardientes que los mordieron y ellos murieron. Tal vez estés pensando: “qué pueblo tan desagradecido”; pero ahora quiero que veamos un poco nuestra vida.
¿Buscas saciarte en otras fuentes? Sin embargo, nos quejamos de este alimento y buscamos otras fuentes, igual que los judíos en el tiempo de Moisés. Mira lo que le dice Dios a Moisés al respecto, luego de que el pueblo se arrepintió de su pecado, en Números 21:8 “Y el Señor dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre un asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá”. Esto es prefigura de Jesús, Juan 3:14-15: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Jesús es el pan de vida vigente de Dios para nuestra vida, Jesús es la Palabra de Dios (Juan 1:1-3). En Juan 6:35 dice: “Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás”.
Luego de haber sido liberados de la esclavitud del poder de las tinieblas, al mando de Satanás; y de haber sido trasladados al Reino de su amado Hijo (Colosenses 1:13), dejándonos totalmente equipados espiritualmente para ir de gloria en gloria y de victoria en victoria: nos ha dejado la Sangre de Cristo para perdón de pecados (1 Pedro 1:19), su Nombre (Filipenses 2:9-10), su armadura (Efesios 6:11-18), y su preciosa Palabra para alimento de nuestro espíritu, para nuestro crecimiento, para que nuestra vida se alinee con su perfecta voluntad (2 Timoteo 3:16-17, Salmos 119:105, 140, Salmos 1:2, Josué 1:8, etc.).
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Te invito a volver tu mirada a Jesús Te voy a dar un consejo como “nutricionista espiritual”. Te desafío a leer la Palabra de Dios completa en un año, deberías leer 3 capítulos diarios y en un año estarás terminando de leerla. Claro, además de estudiarla y meditarla sistemáticamente. Por otro lado, te desafío a buscar diariamente su Presencia, en oración y alabanza; y si asumes este par de desafíos, te garantizo que experimentarás un crecimiento espiritual como nunca imaginaste. Además de congregarte y servirle.
Todos hemos escuchado la frase “Dios es amor”, pero pocos llegamos a comprender la profundidad de esa verdad, quizá porque no lo hemos sentido.
Por: Lissette Blanco
El amor es la esencia de Dios
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ablo mismo, en su carta a los Efesios, rogaba porque la iglesia llegara a comprender la magnitud del amor de Dios. Pablo decía que ese amor sobrepasa todo conocimiento, y es tan grande que debemos encontrar cuán ancho, largo, alto y profundo es. (Efesios 3: 14-19) El amor de Dios no se puede describir, hay que experimentarlo para entender cómo es.
Pero quienes han sido tocados en alguna manera por ese amor, testifican que es lo más glorioso que han vivido. Un encuentro con ese amor puro cambia a una persona para siempre; nadie puede seguir siendo el mismo después de un encuentro con la esencia misma de Dios.
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El amor En la Biblia, se describe así:
Hoy en el mundo
“El amor es paciente, es benigno; el amor no es envidioso; el amor no es presumido ni orgulloso; no se comporta con rudeza, ni es egoísta, ni se enoja fácilmente, ni guarda rencor; al amor no le gustan las injusticias y se regocija cuando triunfa la verdad. El amor disculpa todos los errores, siempre confía en la persona amada, espera de ella lo mejor y todo lo soporta.” (1 Corintios 13:4-7)
El amor de Dios tiene un inmenso poder sanador El amor de Dios es una fuerza poderosa. Hasta las heridas más profundas son sanadas cuando una ola de la presencia de Dios entra a nuestro corazón. Es el Padre mismo quien nos busca para darnos ese amor, y es Jesús el que abre la brecha para llegar a Él. Y cuando llega el tiempo adecuado, el Espíritu Santo abre puertas de memorias guardadas que han dejado cicatriz en nuestra alma y, como un río invisible, su amor lava nuestra herida y cambia nuestro dolor en paz.
El amor de Dios es capaz de restaurar hasta el peor de los daños
No se acaba porque fallamos, ni se apaga porque nos debilitamos en nuestra fe. No nos juzga ni nos desecha. El amor de Dios permanece igual siempre. Tan grande es ese amor, que el Padre Celestial nos dio a su propio Hijo a morir en la cruz para sustituir la muerte que nosotros nos merecíamos, por la suya. Y lo hizo para que todo aquél que cree en Él, no sufra muerte eterna en el infierno, sino viva en su presencia por la eternidad. (Juan 3:16). En la cruz, ese amor se manifestó en su más alto grado, cuando Jesús entregó su vida por nosotros.
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Es un arma secreta que es sólo revelada en su máximo esplendor a los hijos de Dios, y lo recibe toda persona que lo desee. Pero hay una llave para encontrarlo: el rendir nuestro corazón a Jesús y aceptarlo como nuestro Señor. Porque el amor verdadero proviene de la unión íntima con la fuente de amor: Dios mismo. Y Jesús es el camino para llegar a conocer su fuerza y poder.
He aquí, yo (Jesús hablando) estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en él, y cenaré con él y él conmigo. (Apocalipsis 3:20)
El amor de Dios también es un arma de batalla La naturaleza de ese amor no es igual al que sentimos los humanos, es mucho más puro, magnánimo y profundo. Cuando el hombre conoce la fuerza de ese amor, no hay batalla que no pueda ganar, ni temor que no pueda vencer, ni soledad, ni odio, ni guerra. El perfecto amor de Dios es más que suficiente para satisfacer el todo de nuestras almas. Cuando somos tocados por el amor de Dios, cambiamos. Dejamos atrás el enojo y la falta de perdón, porque su naturaleza misma nos inclina a ser humildes y a andar en ese amor. El amor es capaz de destruir al más poderoso de nuestros enemigos. La tiniebla no lo entiende, por lo que devolver bendición a alguien que nos daña, provoca que la contienda acabe. No existe amargura ni temor después de ser llenados con el perfecto amor de Dios. (1 Juan 2:1-11)
¿Cómo aprendemos a amar y ser amados por Dios? Dios está continuamente buscando hombres y mujeres que le abran la puerta a su vida y le permitan entrar. Dice su Palabra, `He aquí, yo (Jesús hablando) estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo. (Apocalipsis 3:20) Es Jesús quien da el primer paso, no somos nosotros. Así que sólo tenemos que creerle. Creer en Jesús y luego aceptarle como Señor y Salvador en nuestro corazón es el segundo paso. Le aceptamos con sólo decir, “Señor Jesús, te abro la puerta de mi corazón. Creo que eres el Hijo de Dios que murió por mis pecados.
Entiendo que he pecado, pero que tu amor me puede perdonar. Derramaste tu sangre en la cruz para el perdón de mis pecados, y hoy te pido que me limpies de toda maldad. Quiero conocer tu amor, que me sanes toda herida, y que llenes todo vacío en mi corazón. ¡Te acepto como Señor y Salvador de mi vida!” Después de esas palabras dichas con toda tu fe, cierras los ojos y le pides al Espíritu Santo que te llene del amor de Dios. Ten por seguro que Dios no te fallará. Él llegará a donde estás y, sin importar tu pasado o los caminos por los que has caminado, Dios te hará sentir su amor. Sigue orando después de eso, y sigue buscando que Dios te llene de su amor. Lee la Biblia (puedes empezar por Génesis o por los Evangelios) y, muy importante, busca una iglesia cristiana, basada en la Biblia, para que te enseñen más acerca de Dios. La oración es hablar con Dios, y eso es necesario para conocer la totalidad del amor de Dios.
Hoy en el mundo
El que verdaderamente ama, se olvida de sí mismo para dar su vida al prójimo. Así lo hizo Jesús. Antepone el bienestar de un hermano antes que el suyo, y espera la recompensa del Señor. El que dice que es cristiano, pero odia a su hermano, está mintiendo. Nadie puede llamarse seguidor de Cristo y tener sentimientos negativos hacia otros al mismo tiempo, ni podemos llamarnos hijos de Dios si no podemos perdonar al que nos ofendió.
Con esto, su amor te llenará, te sanará y tu vida será restaurada para poder gozarla en paz.
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“Sobre la fidelidad de Dios descansa toda nuestra esperanza de bendición futura. Sólo porque Él es fiel, no quebrantará sus pactos y honrará sus promesas. Sólo teniendo una seguridad completa de que Él es fiel, podremos vivir en paz y mirar con tranquila firmeza la vida futura” * Por: Armando Molina
Un Dios Fiel
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a fidelidad describe a aquél que es firme en la adherencia a sus promesas. Esta palabra es una de las que mejor puede describir a nuestro Padre celestial. A lo largo de toda su Palabra, Él nos recuerda y nos afirma que su pacto y sus promesas son fieles, esto quiere decir inquebrantables.
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Salmo 119:89-91 “Para siempre, oh Señor, tu palabra está firme en los cielos. Tu fidelidad permanece por todas las generaciones; tú estableciste la tierra, y ella permanece. Por tus ordenanzas permanecen hasta hoy, pues todas las cosas te sirven.”
Aspectos de la fidelidad de Dios
En el salmo 119, la palabra de Dios y su fidelidad van de la mano. De ambas se expresa una verdad que enfatiza que son permanentes. Son: “para siempre”, están “firmes” y “permanecen por todas las generaciones”. Por esta razón, su Palabra es un fundamento firme para el presente y para el futuro, porque podemos confiar en su cumplimiento.
El arco iris nos recuerda su promesa
Tan fiel es Dios, que su Palabra usa la seguridad y regularidad de los fenómenos naturales para ayudarnos a entender la firmeza de la fidelidad de Dios. Según Jeremías 33:25, sería más fácil que el día de mañana deje de salir el sol, a que se deje de cumplir la Palabra de Dios, o lo que es lo mismo, que Él dejara de ser fiel.
Dios le dijo a Noé, cuando éste salió del arca, que nunca más iba a destruir la tierra con un diluvio (Génesis 9, 11-13). Dios, en su sabiduría, escoge formas de recordar sus promesas y sus pactos con su pueblo, no porque Él necesite hacerlo, sino porque nosotros necesitamos recordarlo. Una de estas señales es el arco iris, por medio del cual Él recuerda su fidelidad con Noé. En un sentido general, el arco iris es la señal del pacto de Dios.
“Si no permanece mi pacto con el día y con la noche, y si no he establecido las leyes del cielo y de la tierra, entonces desecharé la descendencia de Jacob y de mi siervo David, para no tomar de su descendencia quien gobierne sobre la descendencia de Abraham, de Isaac y de Jacob.” (Jeremías 33:25)
Más adelante, en el Nuevo Testamento, Jesús también nos da un recordatorio del nuevo pacto. Cada vez que celebramos la cena del Señor, recordamos, tanto su sacrificio por nosotros, como el nuevo pacto que Él ha hecho con su pueblo. (Lucas 22:19-20).
- Es fiel en sus promesas: Deuteronomio 7:9 nos enseña que Dios es fiel a sus pactos, alianzas y promesas. Él no se olvida de su Palabra, no la quebranta, nunca duda cuando hace una promesa, ni le falta el poder para cumplirla. La fidelidad es parte de su ser; sin la fidelidad, Dios no sería Dios.
Espada de la palabra
La fidelidad de Dios es para siempre
- Dios es fiel aun en nuestra infidelidad: esta fidelidad se extiende mucho más allá de nuestra propia infidelidad (2 Timoteo 2: 13), porque la fidelidad de Dios no es como la fidelidad del hombre, la cual falla. Si la fidelidad de Dios hacia nosotros fuera en proporción o condicional a la fidelidad nuestra hacia Él, seríamos desdichados. Cuando comprendemos la naturaleza de Dios, que es fiel, nuestra confianza ya no está en nuestra determinación, fuerza de voluntad o nuestra propia fidelidad, sino en Él. - Cuando nos reprende. Aun cuando nos reprende, lo hace en su fidelidad (Proverbios 27, 6). Podemos en todo tiempo, estar confiados porque aun en su disciplina, Él está actuando en base a sus pactos de amor y de paz. Su disciplina tiene un propósito fiel. Salmo 89:30-33. Aun dentro de su reprensión, se está acordando de su pacto con su siervo David. - Fiel en el perdón. Si confesamos nuestros pecados, nos dice 1Juan 1:9, Dios será fiel en perdonarnos y lavarnos. ¡Qué maravilloso es tener esta promesa de perdón! Dios no se va a aburrir de perdonarte, por mucho que el enemigo quiera desalentarnos.
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Al verdadero creyente, esta certeza lo hace humillarse delante de Dios y buscar su perdón. El verdadero hijo de Dios no utiliza esta promesa como una excusa para continuar pecando.
Espada de la palabra
- Fiel en la salvación y en la protección: 2 Tesalonicenses 3:3. Dios tiene mi salvación en sus manos, Él es mi salvador y mi salvación, mi protector y mi protección. Cuando nos referimos a Él como “mi Salvador”, estamos diciendo: “confío en que Él me salvará para siempre, que Él actuará guardándome y protegiéndome”. - Dios es fiel en su obra de santificación en nosotros: Filipenses 1:6 nos dice que el que comenzó en nosotros la buena obra, la terminará. Dios no es de aquellos que comienzan un proyecto y no lo terminan.
- Perseverancia. Al considerar la fidelidad de Dios, no nos rendirnos ante las dificultades de la lucha, porque sabemos que Él no nos desamparará. Podemos vivir sin avaricia, porque Él está con nosotros. (Hebreos 13, 5). - Esperanza. Debido a que la fidelidad de Dios está amarrada con su misericordia, y que ambas son para siempre, podemos ver el día de mañana con nuevos ojos. El profeta Jeremías escribió las siguientes palabras en uno de los periodos más oscuros de la historia del pueblo de Israel, aun así, pudo hallar la esperanza en la fidelidad de Dios: “que las misericordias del Señor jamás terminan, pues nunca fallan sus bondades; son nuevas cada mañana; grande es tu fidelidad” (Lamentaciones 3:21-24). Por esto es nos llenan de Jeremías 31:3 he amado, por misericordia”.
que estas palabras ánimo y esperanza: “Con amor eterno te eso te he atraído con
- Dios es fiel en su presencia con nosotros siempre y en toda situación, incluso más allá de la muerte (Salmo 48:14). El salmo 23:6 nos dice: “el bien y la misericordia me seguirán todos los días”. No hay excepciones para la presencia de Dios con su pueblo. Él está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. (Mateo 28:20).
¿Cuál debe ser nuestra respuesta ante esta fidelidad? - La fidelidad de Dios es una fuente poderosa de paz en medio de las tribulaciones de la vida (Salmo 27, 13-14): “hubiera yo desmayado, si no creyera que veré la bondad de Dios en la tierra”.
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* A.W. Tozer en el libro “El conocimiento del Dios Santo”
“Nací hace diecinueve años en un hogar cristiano”, comienza contándonos Marcela, “pero, en realidad, no conocía a Jesús”.
Por: Lorena Farrach
Mi anhelo es Dios
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esde muy pequeña comencé a lidiar con el dolor, pues mi hermano mayor, quien tenía 12 años, murió. En mi hogar no murió solamente un hijo, sino dos; mi otro hermano a sus tres años, había muerto antes de que yo naciera.
Siempre extrañé al hermano que conocí, anhelaba en mi corazón poder tener otro hermano, pero tras varias pérdidas, mis papás se dieron por vencidos. Mi familia es una familia muy pequeña, no había más que un primo un poco mayor que yo y siempre quise tener hermanos con quienes jugar.
No tenía ninguna motivación que provocara querer buscar, conocer y tener una relación personal con Jesús. Yo creía que tenía todo el control de mi vida y que la podía dirigir sola, ya que, con el tiempo, las cosas se asentaron y todo parecía estar bien.
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Un falso rumor Cuando tenía aproximadamente doce años, entró una compañera nueva a mi clase del colegio. Sucedió que esta niña, sin conocerme o siquiera hablarme, comenzó a divulgar un rumor falso en el colegio, diciendo que yo era lesbiana. Yo no tenía idea del rumor que corría entre mis compañeros, lo único que sabía era que todos se estaban alejando de mí. Un día, un buen amigo mío se me acercó y me dijo que quería saber si lo que decían de mí era cierto. Yo no tenía idea de lo que estaba hablando y, cuando le pedí que me explicara a qué se refería, me contó todo lo que estaban comentando. Tenía una idea borrosa de lo que la palabra lesbiana significaba, así que, cuando me contó acerca del rumor, le dije que no era cierto. Cuando mi mamá llegó a recogerme al colegio, le conté lo que decían de mí y le pedí que por favor me explicara qué era eso. En ese momento tuve plena conciencia de lo que era la palabra “lesbiana” y me eché a llorar, porque no era en absoluto cierto. Ella se enojó muchísimo y fue a hablar a la dirección del colegio, pero los directores estaban de viaje. La única persona que estaba manejó muy mal la situación, diciendo que el colegio no podía hacer absolutamente nada y, lejos de ayudar, solamente les interesó que el colegio saliera bien librado de problemas.
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Entendí mi necedidad de Dios Los días en el colegio eran un suplicio, después de que siempre había tenido amigos, ahora todos se alejaban de mí. Éste fue el primer momento en mi vida que me di cuenta que no podía por mis propias fuerzas y que, en realidad, necesitaba a Dios. Me sentía muy sola. Oraba en las mañanas para pedirle a Dios que me diera fuerzas para un día más en el colegio. Pasó el tiempo y comprendí quiénes eran verdaderamente mis amigos; y quienes nunca lo fueron.
Me enfermé El estrés y el dolor que este rumor causó en mí, provocó que me enfermara de una esofagitis, colitis y una gastritis muy fuerte. Los meses pasaban y pasaban con dieta y medicinas, y no había medicina alguna que sanara mi cuerpo. Realmente había perdido la esperanza. Creía que nunca iba a poder volver a estar sana. Un día, mi mamá me llevó a un grupo de oración y sanidad, en el cual oraron por mí. La persona que oró, declaró sanidad sobre mi cuerpo en el nombre de Jesús y dijo que nunca más volvería a tener esas enfermedades. Ese día confié verdaderamente en que el Señor haría un milagro en mí. Después de pasar un año enferma, sin poder comer casi nada más que alimentos muy suaves que no fueran cítricos, ni picantes, ni comida chatarra, fui sana y nunca más volví a tener problemas del estómago. Esta sanidad fue una gran experiencia para mí. Fue mi segunda gran experiencia con Dios
y entendí que esta enfermedad quebrantó mi orgullo, ya que creía poder hacer todo por mis propias fuerzas. Me hizo arrepentirme y confesar que Dios era mi sanador. (Job 33:14-30 e Isaías 53:4-6) Entonces llegué a mis 15 años y comencé a ir a fiestas, sin tomar licor, sólo a pasar un buen rato con mis amigos. Pero, aunque uno diga que sus amistades no influyen, en realidad sí lo hacen. Aunque yo decía que no iba a hacer lo malo que ellos hacían, uno comienza a contagiarse y a ver lo malo como normal. Y así fue como, en la fiesta de despedida del cuarto curso para quinto curso tomé, junto a mis amigos, algunos tragos. Cuando mi papá me fue a recoger a la fiesta, me llevó al hospital preocupado porque pensaba que habían colocado algo en mi bebida, pero era únicamente el efecto del alcohol. Gracias a la corrección de mis papás, esto sólo me pasó dos veces y después, gracias a Dios, ya no volví a tomar. Al ver a mis papás tan decepcionados de mí y el perder su confianza, me quebró el corazón. Fue entonces cuando dije “necesito cambiar”.
Asistí a un retiro A finales de 2016, mi mamá me inscribió en un retiro, al cual fui por obediencia pero sin mayor deseo de asistir. Con el paso de los días, noté la manera en que las personas hablaban de Jesús y de sus maravillas. Se notaba que ellos le conocían y tenían una relación personal con Jesús. Al escuchar las prédicas, entendí que había muchísimo más para mi vida y que yo tenía un propósito, un plan perfecto establecido por Dios para mí. Hoy puedo decir que fue una de las mejores experiencias haber ido a ese retiro y no me arrepiento para nada.
Percibí el amor de Dios por primera vez en mi vida Pues sentí que se llenaba un vacío que tenía en mi corazón, que sólo Jesús, con su amor, era capaz de llenar. Me entró un hambre por leer y conocer más de la Biblia. Entonces le dije a mis papás, por mi propia voluntad y deseo, que yo quería asistir a esa congregación para conocer cada día más de Jesús, de una forma más personal. Tenía hambre de Dios. Una de las primeras prédicas que escuché en la iglesia, me hizo entender el por qué de mis sufrimientos anteriores, pues explicaron el proceso de formación de las perlas. Para que esto suceda, un granito de arena o una partícula entra a una ostra, causándole tanto dolor a la ostra, que segrega una sustancia llamada nácar, para protegerse del granito intruso. Entonces explicaron cómo, en medio de ese gran dolor, se creó un tesoro. Quien hablaba, lo comparó con nuestras vidas, mencionó que ese tesoro solamente se podía formar en nosotros si, en medio del dolor, decidíamos buscar y refugiarnos en Jesús y no en vicios, personas o malas decisiones.
Una relación con Jesús Quiero decirte, querido lector, que no es casualidad que estés leyendo este testimonio, pues hoy puedes comprender, al igual que yo, que la única manera de salir de ese mar de dolor es buscando a Dios y ahondar en
la relación con Él, a través de su hijo Jesús. Encontrarás tu tesoro, tomando una situación de dolor como oportunidad para conocer a Jesús, en medio de la aflicción, como dice en Romanos 8:28 ¨Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados¨. Así como Dios permitió las situaciones dolorosas en mi vida, para que yo tuviera la oportunidad de escoger por Él y encontrar mis tesoros, así lo permite hoy para ti. Dile a Jesús: “Ven a mi vida, sé mi Señor y mi salvador. Perdona mis pecados y dame hambre y sed de ti.” Pues como dice Romanos 10: 9-10 ¨Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios le levantó de entre los muertos, serás salvo, porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación¨. Van a haber más situaciones difíciles en mi vida, pero yo sé que Dios tiene planes increíbles para mí, aunque yo no los sepa, y un camino en el que yo pueda escogerle a Él y conocerle cada día más, de manera más íntima, como dice en Isaías 55:8-9: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo el Señor.
Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” En Jeremías 29:11 también dice: ¨Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza¨.
Anhelo conocerle más Quisiera comparar la relación que tengo hoy día con Jesús, como cuando uno tiene un novio y que cada día quiere pasar más tiempo con él, hasta que deciden casarse y compartir toda su vida juntos. Ese mismo deseo ha puesto Jesús en mi corazón; cada día quiero conocerle más y pasar más tiempo con Él, conociéndole hasta la eternidad, hasta llegar a ser su esposa. Dios nos da la oportunidad para arrepentirnos y ser justificados por la sangre de Jesús. Yo decidí, gracias al Señor, no volver a dejar pasar ninguna oportunidad de acercarme más a Él. Ese vacío que hay en nuestro interior es imposible de ser saciado con las cosas de este mundo. El alcohol, las fiestas, las personas, el dinero e incluso nuestro mayor deseo hecho realidad, no son capaces de llenar ese hoyo que hay adentro de nuestro ser, solamente Dios y su infinito amor, lleno de misericordia, pueden hacerlo.
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Despierta, despierta, fueron las palabras que resonaban en mi corazón, una tarde mientras oraba… y me puse a pensar: ¿qué significaban esas palabras? Y medité, si tenemos que despertar es porque estamos dormidos. Pero si yo estoy despierta, pensé, si es de día. Por: Gaby de Lara
¡Despierta, Despierta!
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reflexionando en esa frase, El Espíritu Santo me mostró que teníamos que despertar en el Señor. Estamos dormidos, hacemos muchas cosas para Él, le servimos, asistimos siempre a nuestras reuniones, oímos las prédicas, vamos los domingos a la Iglesia; pero se ha convertido en una rutina y nos hemos quedado dormidos en el Reino de Dios, haciendo las cosas del Reino únicamente.
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Es tiempo de despertar, de levantarnos de nuestro profundo sueño y avanzar. “Despierta, despierta, vístete de poder, oh Sion; vístete tu ropa hermosa, oh Jerusalén, ciudad santa…” (Isaías 52:1). Es tiempo de caminar a una nueva y mejor temporada.
Por mucho tiempo hemos hecho cosas para el Reino, pero hemos descuidado al Rey del Reino. Hacemos cosas para Dios, pero hemos descuidado el tener una relación íntima y estrecha con Él. Hoy nos llama a que le busquemos con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas. Que su reino se establezca en nuestra vida en todas las áreas, no sólo en las externas, las que todos ven; sino también en las internas, las que nadie ve. Esas áreas que están ocultas, como el orgullo, la falta de perdón, el enojo, la envidia, los celos, las mentiras, las heridas del pasado, etc. Para poder arreglar esas cosas en nuestro corazón, es necesario que pasemos tiempo con Él, tiempo a solas, que apartemos tiempo de nuestra ajetreada agenda y a diario le busquemos en oración. “Más tú, cuando ores, entra en tu aposento y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:6).
El Padre quiere oírte y te anhela, Él siempre nos escucha y siempre, en todo tiempo, nos habla. Él nos habla y responde a la necesidad específica por la que estés pasando. Si tú diariamente comienzas de nuevo a buscarlo en oración y a leer su Palabra, estoy segura que comenzarás a escuchar su voz. ¡Búscale a Él!, que su Reino se establezca en nuestras vidas. Que Él venga a ser no sólo tu salvador, sino tu Señor y rey, tu pastor. “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen” (Juan 10:27). Que sea un tiempo para aprender de tu buen pastor, Él te conoce y te quiere pastorear. Hoy es un buen día para tomar la decisión de comenzar a caminar de nuevo en su Reino. Y que todo se alinee en su Reino y para su Reino. Él quiere servirte la mesa y prepararte un gran banquete, quiere adornar esa mesa, ponerla preciosa delante de ti y que tú comas en su mesa y de su banquete. ¡Que puedas sentarte a la mesa del Rey todos los días de tu vida!
Tal vez puedas pensar: “no soy digno de acercarme de nuevo”, pero no te sientas indigno de comer a su mesa, Jesús ya pagó por tus pecados. Si hay algo que te impide acercarte, ve, pide perdón con corazón arrepentido y Jesús te perdonará y limpiará. Él es quien te da acceso a través de su sangre preciosa. Así que no hay nada que te impida acercarte de nuevo y disfrutar de sus delicias.
Volviendo al camino Otra tarde, mientras oraba, el Espíritu Santo me decía que tenía que volver al camino y yo pregunté: ¿qué camino?, y luego, con los días, entendí cuál camino era del que me hablaba. Aunque considero que nunca me he apartado de Él, por temporadas me he enfocado más en hacer cosas para Él, en vez de buscarle a Él. Me he enfocado en buscar sus bendiciones, más que en buscar al Dios que da las bendiciones. No tiene nada de malo buscar sus bendiciones, pero primero lo debemos buscar a Él. “Mas buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. (Mateo 6:33). Enfoquémonos en Él y todo será añadido.
Decisiones
Establece tu Reino
Entonces comprendí por cuál Camino debía volver. “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2). Hoy en día existen muchas distracciones alrededor, que nos hacen quitar la mirada de Él. Quitemos los ojos de nosotros mismos. Es necesario volver al camino, que nuestros pasos sean enderezados, que nuestro corazón
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“Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”
sea transformado y eso sólo va a ser posible al pasar tiempo con Él, en su presencia. Ahí es donde va a haber un bálsamo para nuestra vida. “Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, y tú los abrevarás del torrente de tus delicias”. (Salmo 36:8)
Decisiones
En su presencia, nos va a hablar de nuestro corazón, de su corazón; ese corazón de Padre. También nos va a hablar de nuestro propósito en Dios, de nuestro llamado y nos va a hablar de las personas de su Reino.
¡Iglesia despierta! Como Iglesia, es necesario despertar y reconocerle a Él en todos nuestros caminos, es necesario que le sigamos sirviendo con todo nuestro corazón, que sigamos asistiendo, congregándonos, oyendo su Palabra, pero siendo Él el primero, poniéndolo a Él como Rey, estableciendo su Reino en nuestro corazón, ¡Buscándole a Él! Su persona, Su Presencia. No nuestro propio camino, Su camino.
Tierra fértil Si tu caminar en El Señor se ha vuelto monótono, cansado, sin fruto, Él puede abrir ríos en el desierto y traer ese refresco que necesita tu vida. “He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad...” Isaías 43:19. Él está para levantarte y llenar tu vida. Él siempre ha permanecido fiel. Su amor es inamovible. Así que “Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz, y la gloria de Dios ha nacido sobre ti.
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Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá El Señor, y sobre ti será vista su gloria” (Isaías 60:1-2). En esta nueva temporada, darás mucho fruto. Dejemos atrás el pasado y la temporada pasada. Perdonemos, sanemos y restablezcamos nuestra relación con Dios. Busquémoslo, no sólo cuando tengamos problemas o necesidad. ¡Busquémoslo siempre!
Hoy nos llama a que le busquemos con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas. Qué su reino se establezca en nuestra vida en todas las áreas.
Oremos Señor Jesús, hoy de nuevo te abro mi corazón, te pido perdón por mis errores y pecados, por haberme apartado de ti y de tus caminos, te pido que vengas a ser Rey y Señor en todas las áreas de mi vida, que establezcas tu Reino en mí y que te busque a ti sobre todas las cosas y sobre todas las circunstancias. Quiero buscarte, escucharte y aprender de ti. Quiero poner mi mirada únicamente en ti y quiero que tú seas mi Pastor. Amen.
La Biblia nos enseña que debemos guardar nuestro corazón, pero no guardarlo de los demás.
Por: Gaby de Lara
Escudriñando nuestro corazón
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s decir, no guardarlo de “las posibles ofensas de otros”, sino que debemos guardar el corazón de nosotros mismos, porque engañoso es nuestro corazón. “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9). También dice la Biblia: “sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él emana la vida” (Proverbios 4:4). Nuestro corazón es fuente de vida y, que nuestro corazón esté sano, va a hacer una gran diferencia para relacionarnos con los demás.
Nosotros decidimos qué es lo que vamos a guardar en el corazón, ¿será que falta de perdón, orgullo, heridas, celos, contiendas, quejas, críticas, odios, etc.? El corazón es como un tanque y nosotros decidimos cómo lo llenamos. Este tanque puede ser transformado y llenado con lo que Dios quiere que sea llenado, para que saquemos nuestro mejor potencial para nosotros mismos y para los demás.
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Mujeres de proverbios
Establece el reino de Dios en tu vida, y deja que su presencia te trasforme. Él es un padre amoroso que no te juzga y quiere limpiarte de toda contaminación y mancha en todo tu ser: espíritu, alma y cuerpo. Deja que la dulce presencia del Espíritu Santo te vaya hablando y enseñando. No necesitamos ser perfectos para poder acercarnos a Él, o tener la santidad para que Él nos reciba. “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Así que, con corazón arrepentido, pide perdón. De hecho, yo soy la primera también en hacerlo.
Hoy vamos a ver tres cosas en las que podemos examinar nuestro corazón y poner manos a la obra en él.
1. Atrapen las pequeñas zorras Los zorros son unos pequeños animales salvajes muy sorprendentes, pero, cuando se combinan con los humanos, pueden llegar a causar muchos daños. Este es un animal nocturno, está activo en la noche y puede hacer sus madrigueras debajo de los cultivos.
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Son animales solitarios, esto quiere decir que no viven en manadas. Estos pequeños animales con facilidad se sienten cómodos en cualquier entorno, ya sea un entorno rural o del campo o un entorno más poblado, donde pueden llegar a habitar debajo de tu mismo sótano. ¡Qué increíble es este pequeño animal! ¡Y cuánto podemos aprender de él! El Señor nos dice: “¡Atrapen esas zorras, atrápenlas! Aunque pequeñas, destruyen nuestras viñas que apenas están en cierne” (Cantar de los Cantares 2:15). Esos pequeños animalitos pueden llegar a hacer estragos en los cultivos y arruinarlos. Y yo pensaba que los cultivos se arruinaban, porque caminaban sobre ellos o porque se comían los frutos. ¡Pero no! Estos animales arruinan los cultivos, porque hacen sus madrigueras y cavan hoyos debajo de la tierra, y lo hacen durante la noche, cuando todos están dormidos, y como no trabajan en manadas, nadie se da cuenta de lo que hacen, hasta que es de mañana. Igualmente, debemos cuidarnos de esas “pequeñas zorras” que se quieran meter en nuestro corazón; aquellas cosas que están ocultas por debajo, que nadie ve, pero ahí están, como la incredulidad, pequeños enojos diarios, o heridas pequeñas sin importancia, que creemos que el tiempo las va a curar. Aquellas pequeñas cosas que se van quedando guardadas en nuestro corazón, que no le damos importancia, pero con el tiempo pueden llegar a arruinarlo y hacer que no crezcamos en el camino del Señor y no demos fruto.
2. Enderezar los pasos “Y moraba Mefi-boset en Jerusalén, porque comía siempre a la mesa del Rey; y estaba lisiado de ambos pies”. (2 Samuel 9:13). Mefi-boset era el nieto del rey Saúl, y el rey David un día lo mandó a llamar, porque le quería entregar todo lo que había pertenecido al Rey Saúl, y le pidió que comiera todos los días en la mesa del Rey David. Pero Mefi-boset tenía una particularidad: era lisiado de ambos pies, en otras palabras, le costaba caminar. ¿Te imaginas esos banquetes que el rey podía darle diariamente? ¿Esos manjares y esas comidas deliciosas que podía comer hasta saciarse? Déjame usar mi imaginación por un momento y pensar que él estaba sentado a la mesa del rey y todos los acompañantes sólo miraban a Mefiboset por arriba de la mesa, pero ¿qué pasaba debajo de la mesa? Él tenía un impedimento. ¿cómo crees que él se sentía? Igualmente nos puede pasar hoy en día, que estemos comiendo a la mesa del Rey, y lo que todos miran aparentemente está bien, pero debajo de la mesa, nuestros pies están lisiados y nuestro caminar en el Señor está torcido. Y te pregunto ¿cómo te sientes? ¿Traicionado, te han hecho injusticia, ofendido, herido por alguien más, con vergüenza, con miedo con temor? “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío” (Salmo 42:5). Tus emociones y sentimientos no son ajenos a Dios, ¡Espera en Él! Él quiere sanarte, restaurarte y levantarte.
Ese caminar lisiado que tenemos, afecta nuestra alma (donde están nuestros pensamientos y emociones) y es necesario que nuestros pensamientos se alineen a los pensamientos de Dios, que renovemos nuestra manera de pensar, que nuestros pensamientos sean pensamientos de bien, positivos, llenos de fe, para que nuestro hablar sea un hablar diferente que bendice a otros. “Señor, examina y reconoce mi corazón: pon a prueba cada uno de mis pensamientos”. (Salmo 139:23) “Y que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guarde sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”. (Filipenses 4:7). Pensemos en todo lo puro, lo recto, lo honesto, lo de buen nombre, como dice en su Palabra: “Por lo demás, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo honesto, en todo lo justo, en todo lo puro, en todo lo amable, en todo lo que es digno de alabanza; si hay en ello alguna virtud, si hay algo de admirar, piensen en ello”. (Filipenses 4:8).
3. Quitar el pecado “Pero los hijos de Israel cometieron una grave falta, porque Acán, que era de la tribu de Judá, tomó de lo que estaba bajo maldición” (Josué 7:1). “Entonces Josué le dijo a Acán: ´Hijo mío, da gloria al Señor, el Dios de Israel y dime qué has hecho, y no trates de encubrirlo´.
Acán respondió a Josué: ´Reconozco que he pecado contra El Señor, el Dios de Israel. Voy a decirte lo que hice. Entre los despojos vi un manto babilónico muy hermoso, doscientas monedas de plata, y un lingote de oro que pesaba medio kilo. Me ganó la codicia y lo tomé y todo lo tengo escondido bajo tierra´”. (Josué 7:19-21). Al pueblo de Israel le habían dado la instrucción que no tomaran nada de los pueblos que iban a conquistar, ya estando en la Tierra Prometida, pero a Acán le ganó la codicia y tomó las cosas y las escondió debajo de su tienda. En la siguiente batalla, el pueblo no pudo ganar a causa de esto, del pecado de Acán. Nosotros debemos mantener limpio de pecado nuestro corazón y no esconderlo, porque la consecuencia del pecado es muerte. Examinémonos constantemente y revisemos que no estemos albergando en nuestro corazón ningún pecado, por muy pequeño que parezca. La sangre de Jesús tiene el poder para perdonar cualquier pecado por grande que sea. “El Señor dice: ´vengan ahora, y pongamos las cosas en claro. Si sus pecados son como la grana, se pondrán blancos como la nieve. Si son rojos como el carmesí, se pondrán blancos como la lana.” (Isaías 1:18). Así que pongámonos a cuentas con nuestro amado Dios y no ocultemos nuestro pecado, para que sea perdonado. Caminemos en arrepentimiento y pidamos que su gracia nos llene de poder para no pecar más.
malas que pueden meterse en él y quitarte el fruto; que perdones y sanes toda herida, para que tus pasos sean enderezados. Llena tu corazón con su Espíritu Santo y pasa tiempo en su presencia para que tu vida sea transformada. Establece su reino en tu corazón.
Espíritu Santo, transfórmanos Y todo esto, no podemos hacerlo nosotros en nuestras propias fuerzas, sólo Jesucristo puede hacerlo, pero debemos empezar por reconocer nuestra incapacidad de perdonar, sanar, enderezar nuestros caminos, y pasar tiempo precioso en su presencia. Confesarle que no podemos, pero que queremos que Él lo haga en nosotros y que estamos dispuestos, que creemos que Él sí puede hacerlo, entonces el Señor, en su misericordia y poder, lo va a ir haciendo, va a guardar nuestros corazones, los va a sanar, y nos transformará a su imagen. Esto no es algo que se hace un día, y ya pasó. El Señor nos seguirá transformando hasta el día de Jesucristo, pero nos queda la esperanza que lo que Él empezó, lo va a terminar y es el mayor interesado en hacerlo.
Como resumen, te puedo decir que es necesario que guardes tu corazón de esas pequeñas cosas
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Mujeres de proverbios
Acércate a su presencia. Perdona al que te hirió y deja que Él te sane y quite toda vergüenza.
Como bien sabemos, todos los seres humanos adoramos a alguien o a algo, por lo que, entonces, la pregunta que nos tendríamos que hacer no es si adoramos o no, sino más bien, cuál es el objeto de nuestra adoración. Por: Osberto Ruano
Al Señor tu Dios adorarás y sólo a Él servirás Le pertenecemos a Dios, y por eso le adoramos
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n Isaías 43:21 dice: “Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará”.
Uno de los propósitos por los que fuimos creados por Dios fue para ser propiedad de Él. Por el hecho de habernos creado, tiene el derecho de propiedad sobre nuestra vida; es como cuando alguien inventa algo, al patentarlo, éste le pertenece y él, mejor que nadie, sabe cuál es su propósito.
Sin embargo, el hombre se vendió al pecado al desobedecer el mandato de Dios (Génesis 2:17: “más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”) y al poner su fe en lo que les decía Satanás (esto lo podemos encontrar en Génesis 3:1-6).
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Luego, Dios envió a su Hijo Jesucristo para rescatarnos de la muerte eterna y darnos opción a vida eterna. Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Así que fuiste comprado al precio incalculable de la Sangre del Hijo de Dios. 1 Pedro 1:18-19 “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación”.
Fue Dios quien determinó tu valor: ¡VALES LA SANGRE DE SU HIJO JESUCRISTO! Entonces, al comprar tu vida, le perteneces doblemente al Señor: ¡Por creación y por compra! Luego, el versículo que vimos al principio, nos dice en la parte “b”: “mis alabanzas publicará”. Otro propósito por el cual fuimos creados es para que le alabemos, es decir, que cantemos o contemos a otros sobre sus maravillas, sobre quien es Él y sobre sus obras poderosas en favor nuestro. Dios es celoso de tu alabanza; no comparte ni su gloria ni su alabanza con nadie. El Señor sabe que todo ser humano adora, Él nos hizo con ese anhelo de adorar, pero está muy interesado en ser el único objeto de nuestra adoración. Isaías 42:8,10-12 “Yo soy el Señor; ese es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas”. “Cantad al Señor un nuevo cántico, su alabanza desde el fin de la tierra; los que descendéis al mar, y cuanto hay en él, las costas y los moradores de ellas.
Alcen la voz el desierto y sus ciudades, las aldeas donde habita Cedar; canten los moradores de Sela, y desde la cumbre de los montes den voces de júbilo. Den gloria al Señor, y anuncien sus loores en las costas”.
Resultados de obedecer y alabar a Dios 1) Él pelea por nosotros Si obedecemos y alzamos nuestra voz en alabanza a nuestro Dios, como resultado, Él pelea nuestras batallas y nos da la victoria sobre nuestros enemigos. Isaías 42:13 “El Señor saldrá como gigante, y como hombre de guerra despertará celo; gritará, voceará, se esforzará sobre sus enemigos”. Ahora me gustaría preguntarte: ¿Contra qué enemigos estás peleando? Tal vez contra una enfermedad, o contra algún vicio: alcohol, drogas, pornografía, masturbación, gula, etc., o tal vez contra tu carácter, realmente no lo sé, pero lo que sí sé es que si le alabas y le adoras sólo a Él… ¡Él te da la victoria sobre tus enemigos! 2) Conversión de los que no conocen al Señor Por otro lado, tu alabanza y adoración al único Dios verdadero, provoca la conversión de quienes se cruzan en tu camino y no le conocen, llamados, en Isaías 42:16, ciegos, ya que no pueden ver el camino (Jesucristo: Mesías, Salvador y Señor) que los lleva hacia Dios: “Y guiaré a los ciegos por camino que no sabían, les haré andar por sendas que no habían conocido; delante de ellos cambiaré las tinieblas en luz, y lo escabroso en llanura. Estas cosas les haré, y no los desampararé”.
Resultados de adorar dioses falsos Sin embargo, el adorar a dioses falsos, también tiene consecuencias: Isaías 44:17-18 “y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi dios eres tú. No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender”. 1) Una de las consecuencias nefastas de la idolatría es que quedas ciego y no logras ver el único camino que te conduce a Dios: Jesucristo. Y esto trae consecuencias eternas. 2) Otra consecuencia es que se te endurece el corazón y se te cierra el entendimiento para las cosas de Dios.
El diablo desea robar la alabanza a Dios Analicemos el siguiente texto: Mateo 4:8-11 “Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a Él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían”. En principio se puede ver que Satanás está interesado en ser adorado, en robar la adoración que le pertenece sólo a Dios, a tal punto que tienta al mismo Señor Jesucristo, ofreciéndole la gloria de los reinos del mundo, con tal de que se postrara delante de él y le adorara. Pero Jesús no cede, y le responde con las Escrituras diciendo: al Señor tu Dios adorarás, y a Él sólo servirás. Y, como consecuencia, el diablo le dejó, y vinieron ángeles a servirle. Lo mismo pasa cuando te niegas a la idolatría, y le adoras y sirves sólo a Dios: el diablo te deja y los ángeles del Señor te sirven. ¡Te animo a que Él sea el único objeto de tu adoración!
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Vida de alabanza
Imagino a Dios teniendo delante todas las monedas del mundo en cantidades exorbitantes, todo el oro y plata a su disposición y todas las riquezas que aún exceden a nuestra imaginación, para pagar por tu rescate… luego de un corto silencio, exclama: “El valor de todo el dinero del mundo, de todo el oro y la plata y de todas las riquezas, no se comparan con el valor que tu vida tiene para mí, ya que estas cosas se acaban, y pierden vigencia” De pronto se le escucha decir el precio que fijaba por tu vida: la sangre de su único Hijo, Aquél en quien tiene sus complacencias, sangre siempre vigente y siempre presente ante su trono.
El tiempo en la Biblia Lee los versículos en tu Biblia que hemos escrito aquí y descubrirás unas palabras de tiempo, y luego márcalas con una línea. Las palabras pueden estar en horizontal, vertical o diagonal, y léelas normal y en reversa.
Apocalipsis 8:1 Génesis 22:4 Génesis 29:28 Génesis 8:4 Génesis 5:9 Isaías 26:4
Respuesta: Media hora, Tercer día, Semana, Mes Séptimo, Noventa años, Siglos.
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