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El término ‘tabernae’ designaba, en la antigua Roma, a todo tipo de pequeños establecimientos comerciales, tiendas, talleres y otros locales de usos varios, donde solían hacerse las compras diarias
durante
precisamente, de
la
mañana
lo que
en
a
excepción,
la
actualidad
entendemos por taberna y que, en aquella época, se equipararía a las thermopolia, cauponae, y
popinae. Estos establecimientos abrían sus puertas a partir del mediodía y cerraban los últimos. Algunos eran considerados tugurios, verdaderos “antros” de vicio, impropios de las clases altas.
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Imagen CC. http://www.collegedevinci.com/exercice-reconnaitre-lespieces-de-la-domus/
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El mostrador tenĂa forma de calle
con
mantener
L, orientado hacia la
unas
hornacinas
muy
calientes
circulares los
para
alimentos
preparados frĂos. Los clientes tomaban sus alimentos y los pagaban en el mostrador.
Imagen CC. http://andres-prados-torreblanca.blogspot.com.es/
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Imagen CC. http://es.slideshare.net/luiscastellanos/pompeya-italia-20054472
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Las thermopolia, eran los snack-bar de la Roma antigua. Vendían alimentos en un mostrador y era donde los romanos solían acudir a beber vino. Las cauponae y popinae eran lugares de comida rápida, una especie de McDonals de hoy en día, parada obligada de muchos transeúntes. Estos locales eran locales impropios de las clases altas. La
entrada
de
mujeres
estaba
terminantemente
prohibida. Cerraban más tarde que el resto de negocios. Las funciones de las cauponae, popinae y thermopolia terminaron por confundirse, de modo que en todos ellos 6
solía ofertarse comida e, incluso, alojamiento. Los más pobres, aquellos que no disponían de hornos en los exiguos cubículos de las viviendas de alquiler, podían acudir a estos establecimientos para calentar la comida. Algunas cauponae eran posadas u hoteles que proveían de alojamiento y en algunos casos un menú en base a vino, carne y pan.
Imagen CC. http://arquehistoria.com/
Además eran lugares fijos para viajeros de paso. Pero junto a ello, también eran conocidas por sus camareras adornadas con joyas llamativas que eran cortejadas por 7
los clientes. Sin embargo, y como no podía ser de otra manera, la entrada de mujeres a estos locales, estaba terminantemente prohibida. Estas Cauponae eran más propias de las gentes sencillas ya que, moralmente, estaba mejor visto comer en casa, cosa que solían hacer las clases más altas. El poder imperial, intentó por todos los medios que este tipo de tabernas no ofrecieran alimentos, ya que estas reuniones parecían molestar al poder político. En cierta forma, es posible ver en este tipo de reuniones el caldo de cultivo para futuras revueltas o protestas. Durante cuatro siglos los gobernantes de Roma mantuvieron una lucha contra las tabernas a fin de impedirles que sirvieran como restaurantes. Generalmente en los thermopolia también se ofrecía comida fría o caliente, el cliente pagaba en la barra y bien podía marcharse para comer en la calle o pasar al interior del local donde alternaba con amigos bebiendo los vinos de la región.
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El vino que degustaban los asiduos de las thermopolia se servía caliente, para lo que se disponían las cráteras en el interior de grandes mostradores de piedra que mantenían la temperatura de los caldos, tal y como hoy podemos observar en el conocido thermopolium de Asselina, en Pompeya:
Imagen CC. http://arquehistoria.com/
Muchas veces, en lo más recóndito de las trastiendas de estos “bares” de época romana, se ejercía la prostitución y, en contra de las disposiciones oficiales, se practicaba el juego de forma clandestina. La legislación relativa al 9
juego
censuraba
la
costumbre
de
las
apuestas
(sponsiones), en los juegos de azar y castigaba a los jugadores. Las sanciones no afectaban al propietario del local quien, sin embargo, no tenía derecho a reclamar a los jugadores los posibles daños ocasionados por las peleas que, en ocasiones, daban al traste con la partida. Tanto las cauponae y popinae como las thermopolia estaban considerados como verdaderos tugurios por lo que ningún notable de la ciudad debía dejarse ver. El mantenimiento de prostitutas estaba aún peor visto que el juego, por lo que los propietarios, aun arriesgándose a los destrozos ocasionados por los jugadores, a los que tenían que hacer frente, preferían resguardar su imagen y evitar equipararse a los prostíbulos que, por otra parte, sufrían una restricción horaria que no afectaba a estos establecimientos. Hacía el mediodía, la ciudad entera desprendía el olor de las cocinas, orientada a incitar la toma de algún aperitivo a los transeúntes. 10
BIBLIOGRAFÍA Amparo Arroyo de la Fuente. Barcelona(2013),
Vida cotidiana en la Roma de los Césares. Jérôme Carcopino. Barcelona (2001), La vida
cotidiana en Roma en el apogeo del Imperio. http://arquehistoria.com/ http://www.collegedevinci.com/exercicereconnaitre-les-pieces-de-la-domus/
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