PLATÓN
Protágoras, 325
‘El maestro de escuela, en cuanto los niños saben leer, hace que la clase declame, sentada en escabeles, los versos de los grandes poetas y la obliga a aprenderlos de memoria…. Los citaristas, a su vez, cuando el alumno sabe tocar el instrumento, le hace conocer otras bellas obras, las de los poetas líricos…. Más tarde aún, se manda al niño a casa del pedotriba.’
DEMÓSTENES Demóstenes
Sobre la Corona 258 ‘En tu infancia, te habías criado en medio de la mayor pobreza, haciendo junto a tu padre el oficio de auxiliar en una escuela, preparando la tinta, con las que se escribía en las hojas de papiro, limpiando los escabeles, barriendo la sala y gozando del rango de sirviente y no de niño libre’.
JENOFONTE
La República de los Lacedemonios, 2
‘Pues bien, de los demás griegos, los que dicen que educan mejor a sus hijos, tan pronto como sus niños entienden lo que se les dice, les asignan criados pedagogos y los envían enseguida a los maestros para que aprendan las letras, la música y los ejercicios de la palestra,… En cambio, Licurgo, en lugar de asignar individualmente a cada uno pedagogos esclavos, encomendó su dirección a un varón… el llamado ‘paidónomo’, y le dio autoridad para reunir a los niños y para corregirlos enérgicamente cada vez que observase negligencia en su conducta. Le confió además un grupo de jóvenes provistos de látigos para castigarlos cuando fuera preciso…’
arĂstofanes
Las Nubes, 963
‘En primer lugar era de rigor que no se oyera ninguna voz de niño, ni siquiera un murmullo. Después, los muchachos del mismo barrio, para ir a casa del citarista, tenían que andar por las calles en grupo y con orden, y desnudos aunque cayeran copos de nieve… Éste, por su parte, les enseñaba a prender de memoria una canción… cantándola en el modo que sus padres trasmitieron. Y si alguno hacía el payaso… lo molían a palos…’
MARCIAL
Epigramas, XII, 57 ‘Por la mañana no te dejan vivir los maestros de escuela, por la noche los panaderos, durante todo el día los martillos de los fundidores’
Epigramas, IX, 68
‘¿Qué tenemos que ver contigo maldito maestro de escuela, cabeza aborrecible para niños y niñas? Aún no han roto el silencio los crestados gallos y ya truenas con estruendo y azotes… Los vecinos te suplicamos el sueño –no toda la noche-: pues están en vela todas la noche es leve, no pegar ojo es grave. Suelta a tus alumnos. ¿Quieres, charlatán, recibir por callar cuanto recibes por chillar?’
QUINTILIANO
Instituciones Oratorias, 2, 2, 4-8
‘Revista el profesor ante todo la condición de un verdadero padre… su gravedad no sea severa ni su afabilidad excesiva… No sea iracundo, pero no disimule lo que debe corregir… Responda gustoso a los que le pregunten y pregunte a su vez a los que callen’.
Instituciones Oratorias, 2, 9, 1-3 ‘A los discípulos sólo les doy este consejo: que amen a sus preceptores como a sus estudios y que vean en ellos a los verdaderos padres de sus mentes, que no de sus cuerpos… Como la obligación de los maestros es la de enseñar, la de los discípulos es mostrarse dóciles’.