Señero. Poemas 1994-2014

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R�s� Espinoz�

Inycre ~ Colección Pinosalados


Señero. Poemas 1994-2014. D. R. © 2014, Rosa Espinoza. Colección Pinosalados. Ediciones El Drenaje. Primera edición, 2014.

Queda prohibida, sin la autorización expresa del editor, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio o procedimiento, comprendidos reprográfico y tratamiento informático. Edición, diseño de interiores y cubiertas: Inycre. Editorial y diseño.

IMPRESO EN MÉXICO/ PRINTED IN MEXICO


El �entate� c� de Ros� Espinoz�

�cinco ste poemario señero de Rous está conformado por secciones escriturales, cinco elementos botánicos,

cinco ciclos vitales, cinco manifiestos de su pasión, cinco testimonios de su paso por el mundo. Una colección de poemas breves o sorpresitas verbales, cuasi aforismos o remedos de poéticas orientales; paisajes desérticos llenos de vida, imágenes urbanas y fronteras reales en el crepúsculo; pero también atisbos marinos entre espejismos de calor, y una serie de lamentos dulces al amor paternal, nostalgias azucaradas como saudades, ausencias llenas de palabras, cantos de amor terrenal al amado, pero nunca un reclamo, un llanto lastimero ni un grito de dolor nocturno, sino remansos de oasis de cariño, reflexiones de agua en calma, testimonios de amores plenos y escrituras de luz vesperal, escrituras personales y almáticas, pasiones texturales en la piel de la noche y la pasión. el róber castillo



•Pétal�s•


6

Todo lo que soy es de mi creaci贸n fehaciente prueba de ello es que mi cuerpo es un altar en el que todos los d铆as rezo.


7

Cejas Bajo la sombra el brillo de un ojo de agua cristalino espejo guardiรกn de tu mirada.


8

En el crepĂşsculo larga es la cerca para el horizonte.


9

El toronjo florece el Sol peina sus hojas dulce es tu sonrisa.


10

Los muros arden una mosca me espanta el sue単o.


11

Hierba en el baldĂ­o fatuo recuerdo de humedad.


12

Se escucha el tren parvadas de pichones interrumpen el recuerdo.


13

Lluvia de verano el amianto se ti単e de noche: obscuridad que se evapora.


14

Del eucalipto caen las hojas la tarde roja se derrama.


15

Silba el viento mĂşsica de lo que somos.


16

Desde la cuesta la ciudad es noche paraje estrellado.


•Espinas•



19

Los ángeles existen pero no como sirvientes de dios o lacayos del cielo. Son hálitos de viento, lecciones a nuestro cascarón, sobadas recias a la vida, bofetadas, pues, al corazón. He conocido tres: uno habitó en un débil cuerpo entró y se fue, se sintió un usurpador.


20

Otro me dio en el pecho expulsó de mi garganta la oscura muerte y voló. El último que recuerdo todavía sonríe cada vez que emulsionado un visaje suyo resplandece en el papel.


21

Saberamar En mí, la tempestad abismo entero de peces y coral estallido de olas, oscuros arrecifes. Ancla tu nave. No habrá canto de sirenas sólo evocaré la pleamar, quedarán marcas en la arena y un eco que te nombre.


22

Sin Adán y sin manzana Arruiné un amor. Era una manzana perdida en un rama. Pendía sola sin esperar que la desearan. Cayó al suelo rindiéndose ante una ráfaga débil ventisca. Ahora es alimento de gusanos. Pronto será polvo sustancia inútil de la tierra.


23

Venus as a boy He believes in magic... BijĂśrk

Soy mi incubadora preferida. De ella hace poco saliĂł un poema con el Sol en la mirada y la mĂşsica a flor de labios. Canta la voz le vibra hasta la punta de sus dedos.


24

El rayo de luz que dibuja sus pies habita en su breve longitud. Ahí es cuando me ilumino. Compruebo que buscamos mal, que andamos norteados: No hay nada más claro que ver nacer la vida sin más voluntad que el amor. Y el amor se habita o lo deshace cada quien, es tejido y deshilado por cualquier alma que esté de pie. Nos llevamos dentro, no busquemos arriba, expurguemos a medio pecho, allí no palpita sólo el corazón, sino el verdadero centro.


25

Descansa, papá Descansa, papá. Cierro los ojos y te pienso. Lo hago para verte sentado a la mesa frente al vino, en la tarde larga de música y risas. Cuando tu cuerpo no era inerme y había danza en tus ojos. Gritaré tu certeza, aquella de instantes compartidos ahora de todos y de nadie, con su ruido y su silencio y con el vacío que abocarda mis entrañas.


26

Mantén tu quietud que mi centro es un relajo, un aquelarre sin tu voz. Descansa, papá. Siempre sabré donde encontrarte.


27

Me proclamo poeta. Nadie más lo hará. La poesía —dicen—, es para sabios y eruditos detractores de la inspiración productores del afán, la disciplina y el vacío ­—digo yo—. Proclamo que mi verso tiene la fortuna de ser hallazgo, suerte de palabras casualidad. Asumo la cacofonía la rima involuntaria y su asonancia que nada, ni el dictamen pavoroso o su aspaviento acusador cambiará mi alma de poeta.


28

A los poetas de lladr贸 No soy poeta que de memoria cante las voces de otro tiempo ni dejo que mi pluma arrastre academias de hueca construcci贸n y bistur铆. Prefiero el pulso (latido de poema) vivo que sangra, se fermenta hace vino y emborracha a la seda resbalosa que deslumbra reflejo instant谩neo de charol.


29

Lo mío es el tuétano ancestral que repercute en mí si quiero, callo corrosivo de mi piel, rasposa indiferencia que mantiene de pie mi inspiración.


30

Mudar es desprenderse Por la puerta de aquella mi casa un buen día salieron todos mis vestidos, hileras de zapatos, abrigos viejos, libros entrañables, cajas con fotos y calzones, y las ganas de seguir. Uno a uno en el camión rentado, se montaron bultos, los años que pesaban, el sartén, y un par de tazas sin café.


31

Por el mismo quicio, cruzaron mudas de ropa, bolsas llenas de tristeza, y el temblor en mis pies que se aferraban a ese suelo. Mi lengua tropezaba, mis entrañas se abatían. Pero el vértigo de lo incierto, del futuro promisorio persistió con la succión. Esa puerta vio salir mi porvenir y las cobijas, el frío de mi espalda, los abrazos. Algo más se aferró a quedarse, adherido está en las paredes, junto al aroma de tabaco y el brillo de tus ojos.


32

Ya hay resignaci贸n y entiendo bien que mudar es desprenderse para siempre, aunque el coraz贸n mantenga intactos los latidos y no haya m谩s remedio que seguir del otro lado del umbral.


33

Lo mío es un grito, una provocación, no hay llanto o nudo en la garganta. Es un llamado a que volteen, giren su cabeza hueca y se olviden de dios. No es fácil vivir así, cuesta trabajo soltar la muleta para caminar solos con la muerte en la nuca como única certeza.


34

Olvídense de rezos y plegarias que en este mundo no hay nada más allá de nuestra tumba.


35

Abismos Todo comienza cuando el abismo te devuelve la mirada… Nietzsche F.

En una esquina, con el sol en pleno y el aire sobre el rostro, sabiendo que la vida ha sido buena: el abismo. Todo se empaña una esquirla filosa punza el corazón tañido de sordina. Entonces caes, caes, caes no hay final en la caída, no hay azote,


36

sólo un vértigo el vuelo que es aire, soplo en la garganta sofoco. Confundiste volcadura con entrega, atajada estás en la oquedad, nada te conforta ni mirando al cerro azul detienes la caída. En una esquina, con el sol en pleno el aire sobre el rostro de un paisano que no sabe si la vida es buena: el abismo. Mira lejos, piensa en la distancia no en heridas, sino en hambre en el trágico concurso de sus tripas. Entonces, cae, cae, cae


37

vive péndulo, en la buena voluntad que mendiga las conciencias. Toca el piso que es su cama rosa un cristal que es muro palpa su mano y es tierra. Su apetencia es un piélago distancia profunda interminable, avasallante. Pero no detiene el derrumbe. Vivir es la bestia del vacío. Es una caída.



•R�íces•



41

Destino de luz Cada mañana la luz implacable despierta las palmeras, sacude la flojera de palomas, moscas y gusanos, dibuja en la tierra una sombra, una raya, una frontera. Ahí no comienza el día, la perpetua barahúnda, el hormiguero de mujeres hombres camiones y humaredas es una máquina imparable, un torrente, flujo vital de sus venas incansables.


42

En el verano, con el sol ardiente la pregunta: ¿Qué infamia sostiene nuestra estancia en este bulto de arena fastidiosa, en esta mina de silicio, en esta esquina última del mundo? El agua, dicen, la promesa del río, un otoño de instantes, la mítica nevada, o una burda tolvanera. No. Es la luz. Es el brillo que enmudece nos vuelve timoratos, y ancla nuestros huesos en este mar de mineral que nos sofoca.


43

Hemíptera estampa de la ninfa vocinglera

Uno piensa desierto y se invoca al silencio paraje sin ruido, hueco de aves oleaje de cerros trashumantes sordo panorama del calor. Pero en el estío la canícula se llena de zumbidos y arrolla en la tacaña fronda una estridencia filosa, un ronroneo imprudente.


44

No habrá regreso en el sopor, y con él comenzará una fiesta rotunda ruidosa y rimbombante: la sordina de chicharras. Y sin parar, se escucha el chillido, chismoso, chirriante de cuchillos, gruñido de zetas apretadas, estribillo necio, cacofónico y ensordecedor. Y ahí estarán estridulando neciamente hasta que el sol caiga junto a la rama marchita que amarilla arrastrará la vida fugaz de la ninfa vocinglera.


45

Mexicali Has de ser una broma un mal chiste, una bofetada. Quien vino y pensó ciudad en este supino paraje infinito y vacío. Horno de oxidada humanidad. Aún así, pariste morusas de un talco impalpable marisma de greda que trajo consigo una flor. Divisar en tu llanura es inútil intentarlo ocasiona un espejismo. Estepa luminiscente. Eres desde el cielo


46

una cuadr铆cula de sal huella de un planeta imaginado hondonada de vol谩til tierra. Tu coraz贸n, habita en un claustro artificial y guarda saliva para hablar. Tu centro, el mismo que de fiesta fue, hoy es un registro catastral ruta de paso que luce bien en el recuerdo. Te posas como enano en plataformas de hormig贸n, te sientes grande y fastuosa. Olvidas lo que fuiste, que el viento te habitaba cuando el Sol era en su reino.


47

TĂĄmara miel Manos de gigante, fronda filosa que rasga el suelo con su sombra. Tus ramas bailan torpemente soldado de rafia, palmera del camellĂłn. Nutricias tus ciruelas son alimento para el vago, manjar del extranjero, joya del oriente, inĂştil dulzor de la calle, apetencia de las moscas.


48

Cuando el día es un soplo, bailas, como una mujer sola y triste. La plegaria del follaje anuncia musical el fin del verano. Un sosiego desviste la ciudad... Fénix de ademán erguido elevas tu tallo hacia el cielo. Mala sombra, paupérrimo cobijo postal inútil del desierto.


49

Reinado de la noche Lejos de mi lindero la luna es un farol cualquiera, una lamparilla en la b贸veda, apenas una peca inversa. En mis calles avenidas jardines y libramientos aparece grandilocuente y con su brillo nos convence: S铆, ella es la reina. No tienes corona, luna, pero lo has sido todo:


50

testigo y lienzo, rubor del cielo, música de perros, estrofa de un poema anquilosado. Cuelga de sí tu esfera en este horizontal paisaje nuestro plano y geométrico. Llénalo y perfila con tu brillo la inocua figura de la noche.


•Perfum�•



53

Un olor a nardo me llega desde afuera. Mi mano quieta y ciega comienza muda el descenso va de mis labios a mis labios como si el mundo se detuviera con la parsimonia de una hormiga en la despensa y el mismo deseo de saciar las ganas. El olor es un pretexto, recordar tus ojos una excusa. Sin ver imagino el brillo de una gota dulce entre mis piernas. La mano sosiega su ritmo. Yo te pienso.


54

La noche es tu pelo Por las noches una cobija de sombras se vuelve techo ante mis ojos. Al mirar al cielo, parece que no hay nada. Pero no es verdad.  Oscura, negra, tenebrosa como el canto de algunas voces que evocan soledades y fastidios de vivir.  Es el secreto guardado cofre del olvido, misterio que a veces palpita en nuestro centro.


55

Alimento puro del espíritu. Ineludible, innombrable, irrevocable. Tu pelo es eso para mí. Noche en la que ansío el desvelo.


56

Soy la que cierra la puerta y abre la ventana. Falena del ocaso mariposa del día espina y flor, gota de sangre, vaso que corta herida y sanación. Mis ojos siempre miran al oriente pero mi corazón apunta en toda dirección. Un cuenco soy de versos fluyente, recinto de fragancias cántaro del mar, reflejo de la luna guardiana de tus ganas, tallo de tu flor.


57

Agua de tu sed Soy un río afluente vital, líquido recio implacable elemento, sustancia de tu cuerpo. También soy un camino ruta de paso donde hay peces y guijarros. Cuando te nombro suena tímida, tierna un canción de cuna que evoca tu sed. Llena un vaso de mí transparente y fresca manantial de ganas que simulo bébeme hasta la última gota.



•Riz�m� •



61

Los domingos son espera. Me recuerdo sentada en la cocina acechando muda el rechinero de la puerta. Nada, no llegabas. Dejaba entonces caer el resto de la semana sobre mi cabeza luego los aĂąos. Las uĂąas me crecieron y por el umbral tu sombra nunca atravesĂł.


62

Teñí el recuerdo al fondo, y en el cielo, fuiste un cerro azul violeta centinela de mi sueño. Tu presencia siempre ha sido guardián de amanecer memoria tempranera huella precedente, tatuaje. Tinta indeleble a la que recurro como canción perdida música en la distancia.


63

Ojos que se pierden en un centro de fuga. Desde la ventana oscura veo su brillo nostalgia lustrosa del vuelo y los días. Quisiera ver dónde convergen esos sueños y habituado se estaciona el recuerdo. La luz se mece en sus pestañas su mano recorre el dorso perruno y tibio de la tierra.


64

Gesto que ayuda a sosegar el agitado coraz贸n que le palpita. Estoy dentro y s贸lo puedo ver la periferia. Me inquieta saber cu谩l es su centro de fuga o si la fuga es su centro.


65

Yo no soy tu madre que hayas salido de mĂ­ no lo recuerdo. Soy un obelisco tengo un brazo largo donde habitas rampante. Repito el sol mil veces de mi dedo brotan hojas pĂĄtina cobriza de la tierra. En mĂ­, la sombra tarde que se alarga, cobijo.


66

Por la noche al cantarte evoco el sueño bautizo con arrullos tu sereno. Estoy plantada aquí no hay huella en mi corteza herida o marca alguna sólo raíz. ¿Estás aquí por mí? No lo recuerdo.


67

Suave pluma que se mece en una danza delgado hilo de leche deslizando por el vaso. Recuerdo y evoco la cálida tarde, el retozo. Célula inevitable que trajo la luz partícula que gira, flota que cuando es descanso y sueño se vuelve un desfile circular de la memoria. Ojos de canica marina perla reluciente cabello mandarina, verde, manzana beso de nube espuma, pompa jabonosa que revienta con el tacto, con la vida.


68

Eras de azúcar y hoy la sal es tu sustancia. Niña de la tierra en tu pierna hay un mapa archipiélago de arena y polvo. Líquida la tarde fluye por tus dedos. Igual de resbalosas son las ganas de encerrarte en una caja donde viva el sol para ver lo que tu mano trastoca. Ya no hay hadas en tus cuentos pricesas, hechicera o milagro


69

lo has tomado todo. A esta hora son un despojo habitan pendulantes en tus brazos justo cuando el cielo rosa ti単e su negrura horizontal.


• Señero. Poemas ����~���� es una versión digital para ISSU. Para su composición se utilizó el tipo Valentina. El cuidado de la edición estuvo a cargo de Inycre. Editorial y Diseño. Su tiraje consta de 300 ejemplares bajo la modalidad de impresión sobre demanda.

MEXICALI, BAJA CALIFORNIA, 2014


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