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Karla García
Karla García
(1997) Nacida y habitante de la ciudad de Querétaro. Egresada de la Facultad de Lenguas y Letras de la UAQ. Profesora de italiano. Compañera eterna de las letras y las lenguas. En sus pequeños pasos se puede encontrar: “El jardín de los pecados” en Revista Espora #23 y “Festín” en la Gaceta de Aeroletras (FLL-UAQ). Mujer no-madre desde la adolescencia hasta su realidad actual.
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PACTO FIRMADO
Nómada, náufraga, habitante sin espacio propio. Ave sin hogar, libre, viva. Contaba con alas fuertes, nuevas, alas para huir, para abrazar mi soledad. Alas para volar al nido que no existe. Llegaste, y me ofreciste tus manos isla, tu risa sol, tus ojos aire, tu vida. Jaula. Mis alas como valor de cambio: la libertad a cambio de tu risa.
NIDO EN CONSTRUCCIÓN
Hola, no sé quién eres, tampoco sé quién soy, pero siento que esto es para ti. Aquí tienes, un espacio vacío: con grandes ventanas para los rayos del sol. Aún no tiene color, ni adornos, eso te toca a ti. No lo veas como un lugar en abandono, es más un nido, un lugar que preparé sin darme cuenta. Cada piedra que completa la pared para mí fue una caída, una herida que en su momento se veía irreparable, pero aquí estoy, llena de cicatrices y feliz de ver todo lo que formé. Llénalo, es tuyo, arroja tus juguetes por doquier,
ordena, desordena, dale color con tus risas, ahuyenta a los brujos con tu llanto. Decora esta pared con gises, con baba, con caídas, con aprendizaje. Tómalo, es tuyo. Dale vida, dale una razón de ser a este camino disparatado. Es para ti, espero te guste.
UNA DE LAS TANTAS NOCHES
Es tu primera noche en casa y la vida ya es un reto, la noche juguetona ha decidido poner a prueba tus pulmones. Lejos de ser algo bueno, este viento danzante es un mal augurio: la noche quiere retarte. Demuéstrale, vida pequeñita, que tú puedes con eso y más. Mamá está cansada, pero estas cobijas amadoras están dispuestas a protegerte. Por hoy son tus hadas madrinas. Demuéstrales, la noche es imponente, fría, destructora, pero tú, vida pequeñita, puedes con todo eso y más.
CANSANCIO AL ATARDECER
Estoy cansada de maternar lo ajeno. De partirme en trozos para dar lo mejor de mí al otro, mientras yo me quedo sin nada. Estoy cansada de maternar y no existir, ser maceta, ventana, cama, babero, cinto. Ser todo menos yo. Ser objeto y no voz. Ser castigo y no ternura. Estoy cansada de mantener mi mundo-hogar a flote. Estoy cansada de los llantos, la leche, los castigos y las preocupaciones. Cansada de decidir si es mejor ser maceta para dejar de ser llama. Dejar de ser destrucción para volverme paz, silencio. No yo. Estoy cansada. Pero por oír este balbucear constante aguantaré un poco más. Ser mecedora no está mal, de vez en cuando.
RENACIMIENTO
Desde tus ojos reconozco el mundo, un mundo gigante lleno de luz y alegría. Un mundo árbol, sol, planta. Un mundo tuyo, pequeño. Desde tu tacto observo al mundo vivo, mundo fuerte, mundo peligroso. Desde tu risa siento la vida correr por este mundo. mundo alegre, mundo llameante. Desde tu fragilidad entiendo el miedo, la melancolía y la incertidumbre que este mundo nos puede brindar. Un día más en este mundo, es un día menos contigo, bebé. Un día más de descubrimiento. Un día.
FUTURO DE INCERTIDUMBRES
Desde que supe de tu existencia sentí que el mundo se partía en dos. Mi vida estaba siendo desgarrada desde las entrañas y no podía hacer nada para detenerlo. De nuevo, esto no era mi elección. No naciste de mí, vida pequeñita. No eres parte mía, no somos sangre y entrañas. Solo somos dos respiros coincidiendo, pero si alguna vez tuviera que explicar lo que tu llegada significó para mí, diría que fuiste destrucción un desastre natural que arrasó la pequeña ciudad que compone mi existencia. Cada cimentación mal forjada pasó a ser solo polvo ante tu risa. Ahora estamos juntos, construyendo algo nuevo. A veces sale el sol y el avance es bueno. Otros tantos días, la lluvia puede con nosotros. La preocupación me susurra
que despierte, ¿cuánto más te quedarás cerca de mí? Mientras el momento llega, construyo esta nueva existencia doble con tus pasos torpes, tus balbuceos inentendibles, tus manos regordetas y el amor que me das. Después de la destrucción siempre llega algo nuevo.
JUEGAS
Te veo investigar el funcionamiento de cada juguete y cuando algo no cuadra, estallas, la rabia te domina. Eres mi pequeño volcán aprendiz. Y yo me río, pero muy dentro de mí tengo miedo, ¿esa furia se detendrá en algún momento? ¿serás siempre un volcán en erupción? No te pido que te transformes en un volcán inactivo. Ese fuego es quien tú eres, pero, vida, aprende de mis errores, escucha mis enseñanzas y recuerda: el fuego para crear, no para destruir. Toma lo mejor de mis palabras
y forma un jardín que proteja tus laderas, bello y resistente. Habitable. No te recomiendo la presencia de seres peligrosos, pero si llega a suceder marca tus caminos, avísale a tus visitantes por dónde no ir. Sé siempre el volcán activo, pero cuidado, no querrás destruir tu hogar. El fuego ciega y por un momento todo sabe bien, pero, querido, las cenizas tienen un sabor muy amargo. Escucha a este volcán viejo: aprendiz, no te conviertas en la reliquia que hoy soy.
HERMANA
Lo veo, te veo y solo quiero tomarlo en mis brazos y cuidar su fragilidad hasta el fin. Te veo a ti, querida, tan pequeña, tan estresada, y sólo deseo quitarte esa carga, tomar ese peso y cuidarlo hasta que puedas con él. Pero la vida no es así, Tú naciste, hermana, y ya luchabas contra la vida, siempre dispuesta, siempre decidida, siempre tú. El miedo me traga, pero el destino está trazado y en él esa maternidad no me corresponde. Aquí están mis manos, te ayudarán mientras la vida me lo permita. Sólo soy, por ahora, el árbol que les da sombra mientras decides a dónde ir. Mis raíces están plantadas
en otro destino, no nos corresponde movernos juntas. Abraza la maternidad que la vida te regaló, llórala, ódiala, ámala, es tuya. No temas, tienes la fortaleza suficiente para dar los pasos de vida con ese retoño. Yo ahora, como todo, soy una pieza pasajera. Recuérdalo, porque sí, hoy estoy, pero no sé qué será de mí en el invierno. ¿Ahora qué? Y después de todo, la vida tiene que seguir, a veces cerca, a veces lejos. Ahora, mi cielo, soy quien te sostiene, pero no me creas eterna, no me llames hogar. Tu mamá te espera, cuéntale de
lo que aprendimos juntos: las risas, los regaños, las alegrías, cuéntale y sigue tu vida. Yo estaré aquí, viéndote crecer, a veces lejos, a veces cerca, pero cada quien desde su pradera.