Baltasar Jaime Martínez de Compañón y Bujanda. Sommer Silva

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CAPÍTULO I MARTINEZ DE COMPAÑON. VIDA Y LABOR

De nombre completo: Baltasar Jaime Martínez de Compañón y Bujanda (ver Anexo 1). Nacido en el pueblo de Cabredo (España). En 1737 estudia leyes y se doctora en Canones y Teología. Recibe posteriormente la ordenación sacerdotal. Vine al Perú y en 1799 toma posesión de la Sede Episcopal de Trujillo, a la que perteneció Piura. Recorre la diócesis durante tres años, y su gran interés por la cultura regional y el desarrollo humano lo mueve a fundar pueblos, escuelas, reconstruir y edificar templos, trazar caminos, canciles, acequias. Formado en los ideales de la Ilustración, el obispo ve en su Diócesis, material para una gran obra de carácter enciclopédico, y decide iniciar el registro de todo cuanto constituye la realidad viva de la cultura del norte peruano: fauna, flora, mapas, planos, danzas, caminos y otros aspectos de la región. Con miras a esta recopilación general encarga poco más de 1400 láminas sobre diversos aspectos y el registro de canciones en notación musical. El traslado a la sede episcopal de Santa Fe de Bogotá en 1790 detiene su obra.


Allí emprende actividades similares a las cumplidas en Trujillo, hasta que – esta vez – la muerte las interrumpe definitivamente. Sus obras tuvieron relación con las ciencias humanas y sociales: arqueología, antropología, pedagogía, folclor, geografía, demografía y urbanística.

1.

Obra del Obispo

“La obra grafica emprendida por el obispo don Baltasar Jaime Martínez de Compañón en América no solo la componen las láminas que forman los nueve volúmenes del Trujillo del Perú que se guardan en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid. En la Biblioteca Nacional de Colombia, sección libros raros y curiosos se conserva, bajo la signatura de Manuscrito 16, otro volumen con láminas similares.” Compañón, Martinez. Trujillo del Perú – Apéndice 1. Agencia española de Cooperación Internacional. Madrid – España. 1991.

Existen además algunos planos y mapas en distintos archivos y bibliotecas, tanto en América como en España, realizados para ilustrar los 87 expedientes mandados hacer por Martínez Compañón durante la visita pastoral de su diócesis, realizada entre 1782 y 1785. Esta extensa visita que, en palabras del propio Martínez de Compañón, hizo en dos años, 8 meses y 18 días, tenía una doble motivación.

Una, de parte pastoral propia de su condición de eclesiástico. Y otra humanitaria, social y científica, propia de un personaje que vivía al tanto de las inquietudes de su época.

El obispo reúne geográfica y temáticamente los principales personajes y obras de las provincias visitadas de su Obispado empezando siempre en estricto orden por los mapas topográficos, los planos de las principales ciudades, los personajes

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civiles, los religiosos y, por último, algunos de los planos de los proyectos adelantados (ver Anexo 2 y 3).

El primer grupo de láminas corresponde a la provincia de Trujillo, luego sucesivamente la de Saña, Piura, Jaén, Huambos, Cajamarca, Huamachuco, Patas, Luya Chillaos, Chachapoyas, Moyobamba, Lamas e Hibitos y Cholones. El orden de las provincias es arbitrario, pues no corresponden al itinerario seguido por Martínez Compañón en su visita pastoral. Otro

grupo

de

láminas

lo

forman

los

retratos

de

personajes

civiles

correspondientes casi con seguridad a las autoridades administrativas y militares de cada una de las provincias del Obispado de Trujillo. El ministerio pastoral de Martínez de Compañón le obligaba a establecer un estrecho contacto con las autoridades de la diócesis, lo que se refleja en toda la documentación de su visita.

Destaca primero el retrato de Carlos III como máxima potestad real, dibujo que a pesar de su poca calidad artística guarda un mayor parecido con el monarca si comparamos con la misma lámina del volumen de Madrid.

La mayoría de estos retratos rasgos comunes, como la posición del cuerpo y los vestidos, sin embargo, las facciones de la cara definen claramente al personaje. De los más de veinte retratos que forman este grupo, la mitad corresponde a personajes de la provincia y ciudad de Trujillo.

Sin embargo, lamentablemente, la gran mayoría están aun sin identificar, simplemente se pueden diferenciar algunos aspectos como, por ejemplo, si son militares (coroneles o capitanes de la milicia) o si son personajes de la administración pública (corregidores, alguaciles, alcaldes, etc.).

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Es de suponer, que si el Obispo pretendía colocar en la sala capitular los retratos de estos personajes, los incluya en las láminas que ilustraría una hipotética historia del Obispado.

En el segundo grupo de retratos, las diferencias entre las láminas de Bogotá y Madrid son más notables, siendo de la cara, la posición del cuerpo, los detalles de los vestidos y la coloración. En algunos de los dibujos aparece una mayor diferenciación en la expresión y detalles del rostro, hasta ver, por ejemplo, los cinco primeros personajes que resultan bastantes diferentes a las láminas del tomo de Madrid.

Un tercer grupo de láminas estaría formando los retratos de los obispos de Trujillo. Estos fueron identificados por el historiador Jesús Domínguez Bordona analizando los escudos episcopales que aparecen al lado de cada uno de ellos. A diferencia del anterior grupo, estas láminas no corresponden a retratos den natural pues es evidente que la mayoría de los personajes representados ya habían fallecido a la llegada de Martínez Compañón, e incluso muchos de ellos no llegaron a ocupar la sede de Trujillo.

Solamente se exceptúan las láminas correspondientes a los retratos del propio Martínez de Compañón y la de su sucesor José Andrés de Achurra. Esto significa que fueron realizados muy probablemente copiando cuadros ya existentes. Un cuarto grupo de láminas lo constituyen los mapas topográficos y los planos de edificios, ciudades y pueblos promovidos por el Obispo durante su visita.

2.

Reformas Sociales del Obispo

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Para Martínez Compañón la idea fundamental que rodeaba la condición social y humana del indio, era la miseria, entendida no solo en el campo espiritual, sino también en el moral, material y aplicable a la generalidad sin distinciones.

La primera “miseria moral” se extendía a todos sus ámbitos: familiares, sociales, políticos y religiosos. Martínez de Compañón lo exponía en una carta dirigida al rey Carlos III fechada en Trujillo el 15 de Mayo de 1786.

Esta miseria moral era fruto, según el Obispo de la profunda ignorancia en que vivían sumergidos. Esta se extendía a todos los aspectos de la vida diaria desde los más elementales hasta los más generales. Sin embargo donde se manifestaba con más fuerza, era la incapacidad moral de este para distinguir el bien del mal, lo que implicaba por lo tanto la presencia generalizada y común de vicios y una ausencia de las principales virtudes.

Dentro de los primeros, Martínez de Compañón nombra la embriaguez, la pereza, la ociosidad, la envidia y la mentira. Por el contrario se reafirma en la idea de la “aversión y horror” que mostraban a la honestidad y la virtud. Esta situación influía en aspectos tan capitales como la vida doméstica.

Durante su visita el Obispo vio que era una situación común y generalizada el hecho de que familias enteras vivieran hacinadas en una casa y en una misma cama. Esta situación no era peor planteada por un aspecto tan fundamental como el alimenticio.

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Compañón recomendaba a su feligreses “El uso de la mesa para comer y senar” y a que se separen de aquellas practicas silvestres y agrestes que llegan a equivocarles y confundirlos con las bestias.

La incultura y falta de educación era el patrimonio que según el cura de Chachapoyas, los indios dejaban a su prole. Según este “mas quieren tener a sus hijos hechos esclavos para que les sirvan, y cuiden en su trabajo y agricultura que verlos instruidos y hechos hombres racionales”.

De otro lado la miseria corporal se manifestaba en la pobreza y en el desprecio a que eran sometidos por otras castas incluidas: negros, zambos, mulatos y mestizos. Esta pobreza se manifiesta corporalmente en enfermedades – especialmente en zonas del este: sarna, lepra, etc.

El carácter indígena se resumía – según Martínez de Compañón – en tres conceptos fundamentales: •

La indolencia

La dureza para con ellos mismos

La perversidad

La indolencia les llevaba a ser reacios a todo tipo de contacto con la cultura española, lo que los colocaba en un continuo aislamiento. A todo ello se unía la pervivencia de costumbres relacionadas con la superchería manifestadas en una excesiva fe en curanderos y hechiceros lo que implicaba – según el Obispo – un auto desprecio personal y a la salud y una ausencia total de sentido común.

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Por último, la violencia, manifestaba en las constantes irreverencias de estos frente a autoridades civiles que contrastaba con una aparente facilidad y en los métodos represivos que incluso ellos mismos imponían a su raza. Todo este planteamiento del Obispo, le llevó a cuestionar la utilidad de 200 años de colonización y evangelización, idea de recapitulación muy propia de la época.

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CAPITULO II EL PLAN REFORMADOR DE MARTÍNEZ COMPAÑÓN

Toda la visita pastoral de Martínez Compañón sirvió además de sus propósitos estrictamente pastorales, para aplicar y fomentar un plan de reformas dirigido a toda la diócesis de Trujillo pero de manera especial a los indígenas. Este plan se basaba en principios como el de felicidad, utilidad y progreso. Fueron difundidos mediante sermones y pastorales pronunciados por el obispo que procuró además, difundirlos mediante la infraestructura administrativa de la Iglesia para por medio de sus curas poner en práctica sus principios ante la generalizada ausencia de interés por parte de la administración civil, anclada, la mayoría de los casos en la corrupción y la desidia. El plan reformador de Martínez Compañón además de las bases teóricas que comunicaba a través de sermones y pastorales tenía una base práctica importante resumida en la división de curatos, fundación de pueblos, apertura de caminos, canales y creación de escuelas. Todo ello ayudaría a aumentar la población y por lo tanto el consumo, comercio e industria.

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1. Plan educativo de Martínez Compañón La educación era para Martínez de Compañón el fundamento práctico de su plan reformador. Martínez Compañón nos relata como los niños pobres de la provincia de Jaén, aprendían a escribir; al carecer de tinta y papel, sobre las hojas de la planta de Duco o Cahua. “El plan de escuelas de cholos y chola del obispado, preveía la educación de 225 niños y 112 niñas venidos de toda la diócesis durante siete años en los que debían ser examinados pública y anualmente en cuestiones de doctrina cristiana, lengua y agricultura, dándoles al mejor de cada promoción una mula o veinticinco pesos a elección de ellos mismos; y al resto los instrumentos propios de su profesión.” Restrepo, Daniel. Sociedad y Religión en Trujillo (Perú) 1750-1790. Servicio Central de publicaciones del gobierno Vasco. Bilbao – España. 1992. Por ultimo y tal vez lo más importante, la concesión de los títulos de “don” y “doña” a los mejores de cada promoción, con VOS en el cabildo, asiento en la Iglesia; y en el de alcaldes, justicia y régimen después de ellos. La capacidad de vestir de seda y alto como los españoles; y enterrarse él y su mujer en el primer orden de sepulturas inmediatas al presbítero de su Iglesia.

2. Crónica gráfica El obispo D. Baltasar Jaime Martínez de Compañón encargó se hiciera, una crónica gráfica de las poblaciones y tierras comprendidas en su prolija visita pastoral a la entonces inmensa Diócesis de Trujillo. En el norte de Perú, nos proporciona una valiosa información de la naturaleza y de la sociedad en esa variada región que se extiende del Pacifico a la selva amazónica, salvando los Andes, en un momento – fines del siglo XVLLL – en que se preparaba ya la mayoría de edad política y la consiguiente emancipación americana de la Corona de España. No se contaba, en los días del Obispo, con la óptica y los instrumentos de estudio de la naturaleza, de la sociedad y de las formas culturales de que 9


disponemos ahora. Pero esta colección de dibujos y acuarelas, realizados por manos anónimas de indígenas, con algunos mapas, planos y elementales cuadros estadísticos. Aún presentada sin ningún comentario añejo, constituye por si misma, además de una puntual recopilación de valiosos datos de muy variado índole, un penetrante informe sociológico de la realidad cultural de la América española en la centuria del Setecientos.

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CAPITULO III MARTÍNEZ Y SU POLÍTICA ECLESIÁSTICA

Martínez se hizo cargo de su diócesis desde el 13 de marzo de 1779 y realizó un extenso y minucioso informe de todas sus tareas evangélicas y seculares que se pueden encuadrar plenamente en la mentalidad iluminista de esta época. La preocupación relevante por la consolidación de poblados y reducciones, la creación de fuentes, de trabajo y desarrollo económico, ejecución de obras, de infraestructura aparecen explicitas en sus diversas memorias. “El documento esencial es sin duda el conjunto de 9 tomos de dibujos, acuarelas y planos que se conservan en la Biblioteca del Palacio Real d Madrid y que fueron remitidos por el Obispo al secretario de Estado Antonio Porlier en 1790.” Gutiérrez, Ramón. Los seminarios del Obispo Martínez Compañón en el norte peruano. Revista histórica vol. XVIII. 1984. Este conjunto de diseños, abarca desde la cartografía de la región, proyectos edilicios del Obispo, hábitos, costumbres y tradiciones de la zona, vestimentas y características étnicas de los habitantes y peculiaridades de la fauna y flora. En definitiva, una documentación excepcional que muestra la voluntad del prelado.

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La documentación de Madrid comprende un total de 208 dibujos conformados en 104 láminas de diverso tamaño y calidad, aunque es aceptado que los mejores son los que corresponden a los diseños arquitectónicos. Una breve síntesis nos indica como fundó 20 pueblos nuevos con 16.820 habitantes, trasladando el emplazamiento de otros 17, es decir reorganizando los antiguos asentamientos toledanos. En la faz edilicia construyó 54 escuelas, 6 seminarios, 4 casas de educación para indios, 39 iglesias nuevas, reparó 21 Iglesias, construyó 6 caminos nuevos de 180 leguas y 3 acequias. En lo atinente a las mejoras económicas productivas, fomentó la siembra de la cascarilla en Trujillo y Otuzco, el cacao en Tongo, Moyobamba, Santo Toribio, Balzas, San Marcos y Magdalena, el Lino en Chocope y Saña y al forestación masiva en la zona de Sechura. La política de reducir los indígenas de la región a pueblos, a efecto de hacer más eficaz la tarea apostólica y la formación de recursos humanos locales para cubrir los requerimientos sacerdotales insuficientes se entronca en una racional forma de planificación que no descuidó las realidades socio económicas planteando nuevas alternativas.

1. Seminarios del Obispo Dentro del criterio antes mencionado y a raíz de las frecuentes visitas que el obispo realizara a la diócesis en 1782, 1784, 1787 donde percibió la abundancia de indígenas, españoles y “mixtos” dispersos, planteó la formación de varios seminarios partiendo del propio Trujillo y proyectando nuevos en Piura, Lambayeque y Cajamarca. Para ello solicitó el apoyo del Cabildo Eclesiástico indicando que Trujillo tenía 63.691 almas, Piura 44.968 y Cajamarca; con Itaen, Chachapoyas y Moyobamba, llegaba a los 90.584 habitantes. Todos ellos fueron encuadrados en la jurisprudencia española a la cual el Obispo había tenido acceso.

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De esta forma en todos los casos se apela a la Bula Militaris Eclesiae promulgada el 6 de noviembre de 1731 por Clemente XII para aprobar los seminarios formados por la corona en el reino de Aragosa. Los mecanismos de formación de los Seminarios son los mismos, aun cuando el punto de partida será notoriamente diferente, pues en Trujillo, el Obispo obtendrá del Rey la adjudicación del antiguo Colegio Jesuítico, para la instalación del Seminario.

2. Prelado Peripatético “Los cuadros estadísticos insertos en el primer tomo de acuarelas acusan las siguientes actividades realizadas durante su prelatura. Sin duda alguna, la lista de obras logradas por el infatigable Obispo invita reflexión y estudio.” Vreeland, James M. Don Baltasar Jaime Martínez Compañón- El decenio del Obispo de Trujillo en el norte del Perú a fines del siglo XVIII. Banco Nor Perú – Sican. Chiclayo – Perú. 1986 En menos de 10 años, Martínez Compañón concertó y parcialmente solventó la construcción de nada menos de 39 iglesias y la reparación de veintiún otras. Levantó 54 escuelas y 6 seminarios. Fundo 20 pueblos y trasladó 17 otros mientras construyó seis caminos de un total de 180 leguas y tres acequias de 16 leguas. Se preocupaba mucho por la enseñanza de su grey indígena, estableciendo para este fin, cuatro casas de educación índica. Fomentó entre otras especies introducidas desde Europa el lino en Chocope (Valle de Chicama) y en Saña. Incentivó la difusión de sembríos nativos, entres ellos la cascarilla en Otuzco y Trujillo, planta indispensable para combatir el paludismo en la costa. Una preocupación para el medio ambiente también nació el corazón de este peripatético prelado que presencio el deterioro de la naturaleza doscientos años antes de la escuela conservacionista moderna.

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CAPITULO IV VISITA PASTORAL

No bien consagrado en Lima, el 25 de Febrero de 1799, se encaminó a su diócesis y conociendo la gran necesidad que había de visitarla, emprendió animosamente esta tarea, el 9 de abril de 1780. A mediados de Julio de 1782 se hallaba en Cajamarca, de donde pasó a Chachapoyas y de esta ciudad a Moyobamba, recorriendo las apartadas provincias de Motilones, Lamas, Chillaos y Jaén de Bracamoros, para llegar a Huancabamba en febrero de 1783. De este punto pasó a Frías y aquí resolvió, el 21 de dicho mes, dividir de dicho curato los pueblos de Cumbicos y Pacaypampa, así como de Huancabamba, los de Sóndor y Sondorillos. Fue en vista del número de almas que los habitaban, y era el siguiente: •

Frías

841 habitantes

Cumbicos

401 habitantes

Pacaypampa

313 habitantes

Sondorillo

246 habitantes 14


Por Julio se hallaba en Piura y en esta ciudad, precio informe del Corregidor, resolvió formar un pueblo en La Punta, reuniendo a 2.213 individuos que vivían esparcidos, de los cuales 375 eran indios casados y 156 españoles y mixtos. De Piura pasó a Lambayeque y Chiclayo y en la visita de Chérrepe, se interesó, a petición del Alcalde y el común, por el traslado de la población, indicando después de un estudio del terreno, la Pampa del Carrizal o Mocupe. De Chiclayo pasó a Cajamarca (Julio 1784) y de aquí continuó por San Marcos, Ichocán, Cajamarca y Huamachuco, pasando luego a Cajamarquilla y la provincia de Pataz. De esta manera el infatigable Obispo, en cinco años escasos, recorrió toda la vastísima región que le había sido encomendad, venciendo obstáculos sin número y llevando a todos una palabra de paz y de amor. Al obispo no se le pasó por alto otra de nuestras necesidades vitales: La redención del indígena. En este punto su labor es digna de todo encomio. Hoy que tanto se habla de educación del indio y se ponderan, con razón, las ventajas de los internados y granjas agrícolas, a fin de incorporarlo a la vida nacional y sacarlo de su apatía. Conviene recordar que Martínez Compañón, siglo y medio antes, había propuesto la creación de dichos internados, y no contento, había trazado el método de enseñanza que había de adaptarse como mas acomodado a capacidad de los muchachos indios. Había comprendido que este beneficio debía extenderse a las muchachas, si se quería que la obra fuese completa y duradera. Hallándose, en 1783, en la visita pastoral de Piura, concibió la idea y a fin de tantear el ánimo de los indígenas e interesarlos en el asunto, convocó a sus alcaldes y procuradores para tratar con ellos el punto. Todos acogieron su plan con entusiasmo y esto lo movió a escribir una carta, el 31 de Julio del mismo año, a todos los indios de su Obispado en la cual ponía delante de sus ojos el lamentable estado en que se encontraban.

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Como era natural, lo que más le afligía era el bajo nivel de su religiosidad y, por lo mismo, puso empeño en que se le atendiese espiritualmente y de un modo eficaz. Los indígenas de Piura lo acogieron con alborozo y se ofrecieron a contribuir con dos reales anuales por persona al sostenimiento de los colegios de indios, para los cuales el Prelado había asignado dos mil pesos de su renta. El colegio para cholitos, como él lo llama, había de reunir a 250 de ellos, escogidos en esta forma, cuatro remitirían las ciudades, tres las villas y dos cada uno de los pueblos de Obispado. Se les enseñaría las primeras letras y la Doctrina Cristiana y además un oficio o arte, fuera de rudimentos de agricultura y ganadería, para lo cual el mismo Prelado se comprometía a escribir cartillas, si otros mas entendidos en estas materias no lo llevasen a cabo. Transcurridos 6 años, se les sujetaría a un examen y a los dos mas aventajados s eles daría como premio 25 pesos o una mula y 12 pesos, respectivamente. A todos al dejar el colegio se les entregarían los instrumentos de su arte u oficio y un pequeño capital para que se abriesen camino. No ignorando cuánto estimaban los indios el que los españoles les considerasen, propuso que a los mas sobresalientes, ya casados, se les otorgase el titulo de Don y Doña y otras preeminencias que sirvieran a autorizarlos ante los ojos de todos. El colegio de Cholitas había de admitir a 120 de ellas, de edad de 6 a 8 años y en el que debían aprender la Doctrina, las primeras letras y las artes acomodadas a su sexo. Cumpliendo los 16 años se las enviaría a sus pueblos con 25 pesos de dote, un torno de hilar y otros utensilios de uso domestico y se establecerían para ellas iguales premios que los fijados para los varones.

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1. Martínez en Lambayeque

El prelado pisaba suelo lambayecano entre los años 1783 y 1784, cuando efectuaba su visita pastoral a los curatos de la provincia de Saña, a la que perteneció los valles de Lambayeque, La Leche, Jequetepeque, Jayanca, y el mismo Saña. Dedicó una suma sustancial, como es de suponer, a la construcción de templos católicos, edificando iglesias en el mismo Saña, Pueblo Nuevo y San José, Chepén, San Pedro de Lloc y dos en el pueblo de Lambayeque. Refaccionó las iglesias de Jequetepeque y Ferreñafe. Su labor proficua en el rubro del catecismo se verifica en la lista de apellidos indígenas de los 2.373 almas confirmados por el Obispo en el libro correspondiente al mes de Noviembre de 1783 que se conserva en la Parroquia de Santa Lucía. Anticipando la planificación urbana moderna en base a los cambios de infraestructura vial, trasladó la población literal de unas 200 personas de Chérrepe a su actual sitio de San Joaquín (Mocupe) en las entonces “Pampas del Carrizal”, cerca de la Panamericana actual.

2.- Martínez en Chiclayo

El propósito de la visita era evaluar el estado de altares, ornamentos, vasos y vestiduras sagradas; como en lo que concierne al estado actual de las costumbres de dicho pueblo en todos sus respectos. Parte de la visita era la averiguación; pública o secreta, de las acciones del cura Fray Antonio de Muchotrigo, propio de la Iglesia de Chiclayo, para

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controlar su buen desenvolvimiento, tanto moral como en todo orden, de sus actividades públicas y privadas. “En las visitas de Ferreñafe, Lambayeque y demás pueblos, el tono de las recomendaciones es similar: la Iglesia asume su papel de ordenador de la vida social a través del arreglo de disposición es morales y en el plano educativo.” Dominical, Suplemento de La Industria. Chiclayo Perú. Junio – 1986. Algo destacable es el afán modernizador de este ilustrado obispo, lo que se evidencia en las disposiciones – que se repiten en todos los pueblos que visitó – vinculadas con la erección de escuelas de primeras letras.

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CAPITULO V PROPULSOR DE LA EDUCACIÓN DEL INDÍGENA

Hallándose en 1783 en Piura, concibió la idea y a fin de interesar a los indígenas y conseguir su participación, convocó a sus alcaldes y procuradores a una reunión y en ella les expuso su plan y las ventajas que del mismo se les seguirían. Todos acogieron, al parecer, la idea del Prelado con entusiasmo y contando con su apoyo, escribió el 31 de Julio del mismo año una carta a todos los indios de su Obispado. “En la cual, ponía delante de sus ojos el estado en que se hallaban la mayor parte de sus hermanos de raza y las providencias que en su sentir podían ponerse en práctica para el alivio de sus males.” Vargas, Ruben. Don Baltasar Jaime Martínez Compañón, Obispo de Trujillo – Tres figuras señeras del episcopado Americano. Mille Batres. Lima – Perú. Encarecía la necesidad de abandonar las antiguas supersticiones y romper toda relación con los hechiceros y curanderos que explotaban su credulidad y, fuera de mantenerlos en sus vanas creencias, les arrebataban el escaso fruto de sus trabajos. En 1784, redactó en Chiclayo, los puntos de vista que prescribió a sus curas:

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Que los padres de familia construyan en sus casas dos alcobas, una para sus hijos y otra para sus hijas.

En la explicación de la doctrina y predicación se ajustaran los curas a lo dispuesto por el Concilio de Trento.

Harán las explicaciones doctrinales que se indica especialmente sobre los sacramentos.

Que se observe la ley de la abstinencia de carnes bastante descuidad en las provincias.

Que se urja a los dueños de haciendas para que aprendan la doctrina sus subordinados.

Que no se omita hablar al pueblo de sacramentos.

Que se expliquen las ceremonias de la Iglesia

Que los curas sean fieles en aplicar la misa PRODOPULO en los días indicados.

Que todos los domingos se bendiga agua para el uso del pueblo.

Que se anuncien los domingos, los días de precepto de la semana.

Que se entable el uso de las procesiones en los días festivos.

Que cada año por el mes de Julio se envíe al Obispo, el padrón de la feligresía.

Que se extirpe el abuso de bautizar en casas particulares.

Que a los 9 días de nacidos, a más tardar, se les lleve a la Iglesia a bautizar.

Que se informe el Cura, cuando se administra el bautismo en privado, si se hizo correctamente.

Que en los casos de duda, se proceda a rebautizar al instante.

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Que haya en los pueblos dos o tres personas instruidas sobre el modo de aplicar el agua de socorro.

Que se anote la carta del bautizado y si es indio, parcialidad a la que pertenece.

Que se instruya a los padrinos sobre el parentesco contraído y sus obligaciones.

Que no se cobren derecho algunos por bautizar.

Que se disponga a los fieles para el cumplimiento parcial.

Que se instruyan bien a los niños en la doctrina.

Que a los niños enfermos se les atienda con cuidado cuando enfermasen de gravedad.

Que al llegar a la edad de la discreción se vea si saben discernir el pan común del eucarístico y a estos se les administre la comunión.

Que vigile si los padres tienen el debido cuidado de sus hijos.

Todos acogieron, al parecer, la idea del Prelado con entusiasmo y contando con su apoyo, escribió el 31 de Julio del mismo año una carta a todos los indios de su Obispado.

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CONCLUSIONES

1. Martínez de Compañón fue obispo de Trujillo en el siglo XVIII y su aporte fue que hizo cerca de 8000 acuarelas de los lugares de su obispado. En una época en la que no había fotos, las acuarelas son documentos únicos que nos permiten saber cómo era la vida de la época, la flora y la fauna. 2. Sus obras tuvieron relación con las ciencias humanas y sociales: arqueología, antropología, pedagogía, folclor, geografía, demografía y urbanística. 3. El obispo estuvo en contra del concepto “miseria moral”, fruto de la profunda ignorancia en que los indígenas vivían sumergidos. Los indígenas no tenían un sentido de superación. A pesar de vivir en una sociedad que los discriminaba, preferían que sus hijos trabajasen para ellos o se dediquen a la agricultura, que verlos instruidos y superados.

4. En sus visitas pastorales decidió aplicar y fomentar un plan de reformas dirigido a toda la diócesis de Trujillo pero de manera especial a los indígenas. Como por ejemplo: el plan educativo para los indígenas.

5. El obispo reúne geográfica y temáticamente los principales personajes y obras de las provincias visitadas de su Obispado. Por ejemplo: los mapas topográficos, los planos de las principales ciudades, los personajes civiles, los religiosos y, por último, algunos de los planos de los proyectos adelantados

6. Su labor fue digna de todo encomio. Lucho por la educación del indio, estableció internados y granjas agrícolas, a fin de incorporarlos a la vida nacional y sacarlos de su apatía.

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7. El obispo afirmaba, que para ejercer un buen gobierno sobre los pueblos, era necesario conocer a sus habitantes y la tierra donde estos moraban. Esto demostraba con los diversos mapas de cada lugar visitado.

8. Martínez siempre ponía como prioridad el estudio, tenia el pensamiento que solo así los indígenas podían salir de su mediocridad. Para ello, trazó un nuevo plan de Estudios: aumentó el número de profesores y aumentó sus sueldos, elevó la beca de estudios para los alumnos y promulgó los nuevos estatutos que habían de regir en el colegio.

9. Martínez parece haberse inspirado en alguno de sus párrafos en las costumbres introducidas por los Jesuitas en las Reducciones, pues en sus libros alude la necesidad de distribuir el tiempo en los pueblos a son de campana, uniformando en lo posible las tareas ordinarias y evitando la holganza y el abandono a que muchos por indolencia se entregaban.

10. Uno de los puntos que mas le afligía al Obispo era el bajo nivel de religiosidad o como se expresaba, la ignorancia en que yacían en cuanto a sus deberes religiosos y a lo que es sustancial en su fe. Debido a eso, puso especial empezó en ese punto, como por ejemplo: ningún pueblo, por mas pequeño que sea, debía carecer de pastor y además, se le debía atender espiritualmente de un modo eficaz.

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BIBIOGRAFÍA

LIBROS 1.

COMPAÑÓN, Martínez. Trujillo del Perú – Apéndice 1. Editorial: Agencia Española de Cooperación Internacional. Madrid – España, 1991. Presentación.

2.

COMPAÑÓN, Martínez. Trujillo del Perú en el siglo XVIII. Editorial: Centro Iberoamericano de Cooperación. Madrid – España, 1978 PC: 9.

3.

GUTIERREZ, Ramón y otros. Los seminarios del Obispo Martínez Compañón en el norte peruano. Editorial: Revista Histórica vol. XVIII n.2, 1984. PC: 112.

4.

NAVARRO J. Y otros. Vida y obra del Obispo Martínez Compañón. Editorial: Talleres Gráficos de la Universidad de Piura. Piura – Perú, 1989. PC: 7.

5.

RESTREPO, Daniel. Sociedad y Religión en Trujillo (Perú) 1780 – 1790. Editorial: Servicio central de publicaciones del gobierno Vasco. Bilbao – España, 1992. PC: 156.

6.

PORRAS, Raúl. Fuentes Históricas Peruanas. Editorial: Instituto Raúl Porras Barrenechea. Lima – Perú, 1963. PC: 251.

7.

VARGAS, Ruben. De la conquista a la República – Artículo Histórico. Editorial: Gil. Lima – Perú, 1942. PC: 202. 24


8.

VARGAS, Roben. Don Baltasar Jaime Martínez de Compañón, Obispo de Trujillo – Tres figuras Señeras del Episcopado Americano. Editorial: Mille Batres. Lima – Perú. PC: 178 – 179.

9.

VREELAND, James. M. Baltasar Jaime Martínez Compañón – El decenio del Obispo de Trujillo en el norte del Perú a fines del siglo XVIII. Editorial: Banco Nor Perú – Sican. Chiclayo – Perú, 1986.

PERIÓDICOS 1.

Diario “La Industria” Sección: SUPLEMENTO DOMINICAL. Fecha: 1 de Junio de 1986. Chiclayo – Perú.

ANEXOS 25


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ANEXO 1

D. Baltasar Jaime Martinez de Compa帽贸n y Bujanda Obispo de Trujillo.

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ANEXO 2

En sus obras, el Obispo trataba de reunir mapas topogrรกficos, planos de ciudades, personajes civiles y ademรกs, PLANOS de los proyectos a realizar.

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ANEXO 3

En su obra, el Obispo reĂşne mapas topogrĂĄficos. Plano de la Ciudad de Lima

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