Federico Herrero Joan Hernรกndez Pijuan
Agradecimientos A Juana y Concha de Aizpuru, a Alexia Dumani, a Miguel Cereceda y a Federico Herrero. © de este catálogo: Rafael Pérez Hernando © de los textos: Miguel Cereceda
Fotografías de las obras: © Luis Vioque Otras fotografías: © Luis Vioque Todos los derechos reservados.
Federico Herrero Joan Hernรกndez Pijuan
Bujedo (Burgos), 8-10-2018
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Federico Herrero Joan Hernández Pijuan w v
13 septiembre – 10 diciembre 2018
Galería Rafael Pérez Hernando Orellana, 18 28004 Madrid Tel. 912 976 480 www.rphart.net / info@rphart.net
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En esta exposición realizada en colaboración con la Galería Juana de Aizpuru, y comisariada por el profesor y crítico Miguel Cereceda, se confrontan varias obras de gran formato de Federico Herrero (San José, Costa Rica, 1978) con pequeños paisajes sobre papel en blanco y negro del pintor Joan Hernández Pijuan (Barcelona, 1931- 2005). En cada una de las salas se muestra una única pintura de Herrero frente a los campos labrados de Hernández Pijuan.
Voluptuosidad, sensualidad y colores exuberantes en grandes formatos, frente a la austeridad de las tierras pobres de la España del interior. Caribe frente a Mediterráneo.
RPH.
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La pintura de Federico Herrero se caracteriza por su extraordinario cromatismo, combinando, sin mezclarlos, una gran diversidad de colores luminosos y puros. Colores que utiliza a veces en grandes manchas monocromas, pero que enfrenta y yuxtapone a otros colores puros, generando con ello composiciones abstractas de resplandecientes campos de color. Otra de las características de su pintura es el modo prodigioso en que este cromatismo se expande más allá del lienzo, hacia los muros de la galería e incluso hacia la calle. De hecho, Federico Herrero comenzó más bien como artista urbano, colgando multitud de pequeños cuadros de los árboles de San José y, posteriormente, pintando en los muros y en las aceras de las calles. Por eso su pintura se define también por su carácter expansivo y, en general, por los grandes formatos. Podríamos decir que la obra del artista catalán Joan Hernández Pijuan es, dentro de la pintura, casi la antítesis de la de Federico Herrero. Nacido en Barcelona en 1931 y fallecido en esa misma ciudad en 2005, Hernández Pijuan debe ser considerado como uno de los más importantes pintores españoles del s. XX. Su pintura procede del informalismo abstracto, característico de los años sesenta, que poco a poco va evolucionando hacia una depuración expresiva, que le lleva, durante los años setenta, a experimentar con el monocromo, del que surge finalmente una pintura paisajística, de gran austeridad formal. De algún modo, su obra podría considerarse exactamente como la antítesis de la pintura expansiva y colorista de Federico Herrero. Mientras que la producción plástica de Hernández Pijuan tiende, en sus últimos años, a una mayor austeridad expresiva y a un ascetismo cromático, casi monocromo, la pintura de Federico Herrero se determina por su carácter impetuoso y su explosión de color.
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«Estoy interesado —afirma este último— en un tipo de pintura que se extienda de sus límites y que establezca nociones de tiempo y espacio. La experiencia es acerca de la luz y el color; y estas nunca están separadas de la experiencia en el campo social». Ello demuestra que el carácter expansivo de su pintura no es solamente espacial, sino también conceptual. De modo que, partiendo de la pintura y del color, y del paisaje urbano, pasa a pintar directamente sobre la ciudad, y a pensar y pintar los espacios de encuentro y de interacción de la ciudad (los lugares de juego, los parques y los jardines), de modo que finalmente el artista se enfrenta a la “experiencia en el campo social”1. Por el contrario, Hernández Pijuan experimentaba el color cada vez en un sentido más restrictivo. En un texto fechado en Barcelona en 1993, titulado “Sobre lo que representa el color en mi pintura”, trataba de pensar su radicalidad conceptual, afirmando precisamente en un sentido contrario: “Recuperar la “radicalidad” de un solo concepto, de una sola manera de entender la superficie, me obligó de nuevo a prescindir de lo que consideré superfluo, como esa complaciente relación con una pintura más atmosférica. En ese inicio de recuperación juegan un importante papel el reencuentro con el negro y el gris como colores totales y la utilización, ya entrado en esa otra fase, de colores enteros, tierras de sombra, tierras de siena, amarillos de Nápoles, verdes turquesa y el blanco, colores todos ellos de claras sugerencias a tierras labradas, tierras mojadas…”2
_____ 1 Federico Herrero, declaración sobre su trabajo “Volumen 2016” en la X Bienal Centroamericana, disponible en http://www.bienalcentroamericana.com/2016/08/04/herrero-federico/ [consultado el 10/08/2018]. 2 Joan Hernández Pijuan, “Mi color. Sobre lo que representa el color en mi pintura”, en Joan Hernández Pijuan: Homenatge, Facultad de Bellas Artes, Universidad de Barcelona, 2008, pp. 148-149.
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Por eso, lo que buscamos al contraponer deliberadamente los grandes formatos cromáticos de Federico Herrero con las pequeñas obras sobre papel de Hernández Pijuan es precisamente tratar de pensar esa radicalidad de la pintura. Gracias a la colaboración de la galería Juana de Aizpuru, con quien Federico Herrero expone regularmente en España, hemos podido presentar en esta exposición cinco grandes lienzos del artista, en los que se muestran claramente las principales características de su obra, y con los que querríamos propiciar el diálogo sobre la pintura, al enfrentarlos con unos pequeños dibujos sobre papel de Hernández Pijuan. A pesar de las diferencias más evidentes, de formato, de soporte y de color, hay sin embargo entre ambos artistas sorprendentes coincidencias, a las que nos gustaría prestar cierta atención. La primera tiene que ver, obviamente, con la experiencia del color. Ya hemos visto cómo para Joan Hernández Pijuan la austeridad cromática pasa en realidad por una “radicalidad” conceptual. A pesar de las apariencias, los dibujos que presentamos en esta exposición no son completamente incoloros. Aparte del cromatismo propio del papel, que con los años va adquiriendo nuevas calidades expresivas, está el color mismo de la base al gouache o al óleo sobre la que se dibuja. La apariencia de sus dibujos es sin embargo básicamente ácroma. «Yo no mezclo colores» —gustaba de decir Hernández Pijuan—. Sin embargo, no es un pintor monocromático. Se trata más bien de un pintor polícromo, que de algún modo separa sus colores en el espacio y en el tiempo.
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De hecho, cuando uno contempla el conjunto de su obra, y se recorre algo de su trayectoria, es fácil ir descubriendo la diversidad de sus colores. Él mismo los menciona amorosamente: colores enteros, tierras de sombra, tierras de siena, amarillos de Nápoles, verdes turquesa… Y a pesar de ello, insiste: «Soy poco pintor, a la manera tradicional de mezclar colores»3. De hecho, tampoco Federico Herrero mezcla los colores: los enfrenta. Compone con ellos al modo de los puntillistas, que aplicaban diminutos puntos de color que se mezclaban en el ojo del espectador, aunque sus puntos cromáticos son sin embargo superficies de pintura yuxtapuestas. Del mismo modo, ambos trabajan fundamentalmente en la idea del paisaje. En el caso de Federico Herrero, sus paisajes proceden fundamentalmente de la experiencia urbana de las ciudades centroamericanas. “Las ciudades en América Central crecen a lo grande, pero siempre hay un intercambio entre las áreas rurales del país y las afueras de las ciudades. Lo urbano allí no crece verticalmente, sino horizontalmente. En una especie de periferia continua, la ciudad nunca termina, sino que se funde con la jungla, las montañas, las plantas, las grietas en la calle, el polvo, el tráfico, los edificios, la lluvia y la gente. Cuando estaba trabajando con las pinturas que colgaba en los árboles, pensaba mucho en esto. Quería formar un paisaje que, al mismo tiempo, representara todo esto, pero también uno de sus elementos”4.
Creo que su pintura nunca ha perdido esta vocación paisajística. Sino que, por el contrario, constituye uno de los elementos fundamentales de su discurso plástico. Al menos tres cuadros de esta exposición presentan claramente este componente paisajístico. _____ 3 Joan Hernández Pijuan, Obra sobre papel (1987-2002), Galería Rafael Pérez Hernando (ed.), Madrid, 2003, p. 286. 4 “El oficio de pintar: A conversation between Federico Herrero and Jens Hoffmann”, publicado en el catálogo de la exposición de Federico Herrero en la galería Sies und Hoeke de Düsseldorf, 2006.
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Por su parte, Joan Hernández Pijuan señala, con respecto al origen de sus paisajes: “Tengo unas raíces maternas que vienen del campo, de un paisaje para mí muy querido y especial, que es toda esta parte de La Segarra. De muy pequeño pasé allí parte de la guerra y una época durante la posguerra, y la memoria de este espacio, el orden, el aprovechamiento de las lindes, los muros de división, las cabañas, los espacios vacíos…”5
Es seguro que el despoblamiento de sus cuadros, su austeridad expresiva, así como la pobreza cromática de sus colores proceden de la contemplación de este paisaje. Algunos de los dibujos que aquí presentamos sugieren la idea de campos de labranza, de surcos sobre la tierra, en los que la imagen del campo se representa en un esquematismo extremo. En una conversación que mantuvo con María de Corral, afirmaba acerca de este tipo de obras: «En cuanto a los surcos, los caminos o algunos otros de mis temas habituales, no son más que la transposición de mis andares»6. Alguien podría quejarse, sin embargo, de que no se trata de un verdadero diálogo de la pintura, sino de enfrentar más bien el esplendor de la pintura rica, barroca y exuberante de Federico Herrero con la austeridad expresiva del dibujo sobre papel, de Hernández Pijuan. Pero ello nos permite traer a colación no solo la vieja disputa entre el dibujo y el color, sino también la cuestión de los límites y alcance del dibujo mismo. En algunos de los dibujos de Hernández Pijuan aquí presentes, el artista se sirve únicamente del grafito sobre papel, pero en otros dibuja directamente con el gouache, en otros crea una base monocroma de gouache o de óleo, ________ 5 Joan Hernández Pijuan en diálogo con María de Corral, en “Conversación en voz baja”, publicado en 6 Joan Hernández Pijuan, Obra sobre papel (1987-2002), loc. cit., p. 61. 6 Id. p. 75.
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sobre la que luego traza con pulso tembloroso sus surcos con grafito o con carboncillo. ¿Dónde empieza la pintura y dónde acaba el dibujo? ¿Si se utiliza el óleo y el pincel, se trata ya de pinturas? Lo mismo nos sucede con los cuadros de Federico Herrero. También él, aunque no nos demos cuenta, practica el dibujo. Es más, cuando nos acercamos, su pintura esconde en su interior una sorprendente cantidad de técnicas pictóricas. No solo se sirve del óleo y del acrílico, sino que también utiliza lápices, bolígrafos, rotuladores y hasta spray sobre sus lienzos. De hecho, en sus cuadros es frecuente la aparición de discretos personajes ocultos en la inmensidad de los colores. Acerca de estas criaturas que reiteradamente aparecen en su obra le decía Federico Herrero a Jens Hoffmann, en una conversación: “Son extraterrestres. Todos están en mi cabeza y son simplemente una forma muy personal de interpretar mi vida diaria. Aunque parecen relacionarse con el estilo de las tiras cómicas, me interesan menos esas connotaciones. Son formas más bien mentales, como un recuerdo personal distorsionado de mis experiencias diarias. Representan las ideas que entran en nuestras mentes, a veces solo duran una fracción de segundo”7.
Y es muy curiosa esta expresión que ambos artistas utilizan, a la hora de justificar sus dibujos. Mientras que Hernández Pijuan decía de ellos «que no son más que la transposición de mis andares», Federico Herrero afirma de los suyos que no son más que «un recuerdo personal distorsionado de mis experiencias diarias». Es posible que algunos de estos alienígenas alcancen, sin embargo, en el dispositivo pictórico de Federico Herrero, las dimensiones colo-
________ 7 Federico Herrero, “El oficio de pintar”, loc. cit. id.
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sales de su pintura expandida, hasta el punto de que el dibujo mismo deviene campo de color. Esto sucede al menos en dos de sus cuadros de esta exposición. También aquí el dibujo se convierte en pintura. Por eso, la última diferencia sobre la que nos gustaría reflexionar tiene que ver con la diferencia de formatos. Deliberadamente enfrentamos los grandes lienzos de hasta cuatro metros de largo, de Federico Herrero, con los pequeños dibujos sobre papel de apenas treinta centímetros de lado, de Hernández Pijuan, no solo para que lo uno permita ver lo otro, sino sobre todo para mostrar cómo la doble dirección que ambos artistas emplean, la expansión espacial y conceptual del uno, frente a la restricción expresiva del otro, no son en realidad sino la misma tendencia de la pintura. Rafael Pérez Hernando escribió acerca de la pintura de Hernández Pijuan que un pintor es «alguien que tambalea las certezas, alguien que te permite soñar»8. Creo que el esfuerzo que hemos hecho en esta exposición, al contraponer a dos artistas aparentemente tan diametralmente opuestos, buscaba también, como la pintura misma, tambalear las certezas del espectador e invitarle a mirar, e invitarle a soñar.
Miguel Cereceda, 2018. ________ 8 Rafael Pérez Hernando, “Casi un cuento”, en Joan Hernández Pijuan, Obra sobre papel (1987-2002), loc. cit., p. 39.
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Federico Herrero’s paintings are characterised by their extraordinary colours, which combine, yet do not blend, a wide range of pure and bright hues. At times, the colours are used in huge monochrome patches, but they are placed opposite and are juxtaposed with other pure colours, thereby generating abstract compositions with radiant colour fields. Another of the characteristics of his paintings is the marvellous way in which these colours extend beyond the canvas, towards the walls of the gallery and even towards the street. In fact, Federico Herrero actually started as a street artist, hanging a variety of small paintings on trees in San José and later, painting on walls and pavements in the streets. That is why his paintings are also defined by their expansive nature and, in general, their large formats. We could say that, in terms of painting, the work of the Catalan artist Joan Hernández Pijuan is almost the antithesis of that of Federico Herrero. Hernández Pijuan was born in Barcelona in 1931 and died in the same city in 2005. He should be considered as one of the most important Spanish painters of the 20th century. His paintings derive from abstract informalism, which was characteristic of the 1960s. Slowly, they evolved into an expressive refinement, which led him to experiment with monochrome in the 1970s. From this, a style of landscape painting with a huge formal simplicity emerged. In some way, his work could be considered the total antithesis of the expansive and colourful paintings of Federico Herrero. While in recent years, Hernández Pijuan’s plastic works have moved towards a greater expressive simplicity and a colourful, practically monochrome, aestheticism, Federico Herrero’s paintings remain defined by their unruly nature and their explosion of colour. He states, «I am interested in a type of painting that extends beyond its limits and establishes notions of time and space.
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The experience is about light and colour, and these things are never separated from the experience in the social field». This demonstrates that the expansive nature of his painting is not only spatial, but also conceptual. So, after starting with paintings and colour, and the urban landscape, he moved on to paint directly onto the city, thinking about and painting the meeting places there (playgrounds, parks and gardens). In doing so, the artist finally tackled «the experience in the social field»1. In contrast, Hernández Pijuan experimented with colour in an increasingly more restrictive way. In a text dated 1993 in Barcelona entitled ‘On What Colour Represents in My Paintings’, he tried to think about his conceptual radicality, stating precisely in an opposing manner: To recover the “radicality” of just one concept, of just one way to understand the surface, compels me again to disregard what I consider superfluous, such as that pleasant relationship with more atmospheric paintings. In order to start that recovery, the things that play an important role are the reunion of black and grey as main colours, and the use, which is already at another stage, of full colours, earthy shades, sienna shades, Naples yellows, turquoise greens and white, all colours with clear suggestions of farmed lands, wet ground…2
That is why, what we look for when deliberately comparing Federico Herrero’s large colourful formats with Hernández Pijuan’s small works on paper is precisely to try and think about that radicality of painting.
_____ 1 Federico Herrero, statement about his work “Volume 2016” of the X Central American Biennial, available at http://www.bienalcentroamericana.com/2016/08/04/herrero-federico/ [accessed on 10/08/2018]. 2 Joan Hernández Pijuan, “My Colour. On What Colour Represents in my Painting,” in Joan Hernández Pijuan: Homenatge, Department of Fine Arts, University of Barcelona, 2008, pp. 148-149.
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Thanks to a collaboration with the Juana de Aizpuru gallery (with whom Federico Herrero regularly exhibits in Spain), in this exhibition, we have been able to present five large canvases by the artist. All five examples clearly demonstrate the main characteristics of his work. With them, we hope to promote a dialogue on painting by placing them opposite some of Hernández Pijuan’s small drawings on paper. Despite the more evident differences in terms of format, medium and colour, there are, however, surprising overlaps between both artists, which we would like to focus on. The first obviously has to do with the experience of colour. We have already seen how, for Hernández Pijuan, colourful simplicity is disrupted by a conceptual “radicality”. In spite of appearances, the drawings that we present in this exhibition are not completely colourless. In addition to the actual colour of paper, which acquires new expressive qualities over the years, colour can also be seen in the gouache or oil base on which the drawing is carried out. The appearance of his drawings is, however, basically colourless.
«I don’t mix colours», Hernández Pijuan liked to say. However, he is not a monochromatic painter. Rather, he is a polychromatic painter who somehow separates his colours in space and time. In fact, when one contemplates the ensemble of his work, and looks over his career path, it is easy to discover the diversity of his colours. He himself mentions it lovingly: full colours, earthy shades, sienna shades, Naples yellows, turquoise greens… And despite this, he insists, «I am not really a painter, in the traditional sense of mixing colours»3.
_____ 3 Joan Hernández Pijuan, Obra sobre papel (1987-2002), Galería Rafael Pérez Hernando (ed.), Madrid, 2003, p. 286.
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In fact, nor does Federico Herrero mix colours; he places them opposite one another. With them, he works in a pointillist style, applying minute dots of colour that blend before the viewer’s eyes, although their colourful dots are, however, juxtaposed paint surfaces. Similarly, both artists work fundamentally on the idea of landscape. In the case of Federico Herrero, his landscapes stem mainly from the urban experience of Central American cities. “The cities in Central America have grown considerably, but there is always an exchange between rural areas in the country and the outskirts of the cities. There, the urban does not grow vertically, but rather horizontally. In a sort of continuous suburb, the city never ends. Instead, it merges with the jungle, the mountains, the plants, the cracks in the street, the dust, the traffic, the buildings, the rain and the people. When I was working with the paintings that I hung in the trees, I thought about this a lot. I wanted to create a landscape which represented all of this, but at the same time, also represented just one of these things”4.
I believe that his paintings have never lost this landscape objective. In fact, on the contrary, it constitutes one of the fundamental characteristics of his plastic works. At least three paintings in this exhibition clearly present this landscape component. As for Hernández Pijuan, he points out, with respect to the origin of his landscapes, that: “I have some maternal roots in the countryside, in a landscape that is very important and special for me: all this part of La Segarra. From a very young age, I spent part of the war and some time after the war there, and the memory of this space, the order, the exploitation of the borders, the dividing walls, the huts, the empty spaces…”5.
_____ 4 “The Painting Profession: A Conversation Between Federico Herrero and Jens Hoffmann”, published in the catalogue for the Federico Herrero exhibition in the Sies and Hoeke gallery in Düsseldorf, 2006. 5 Joan Hernández Pijuan in Conversation with María de Corral, in “Whispered Conversation”, published in Joan Hernández Pijuan, Work on Paper (1987-2002), loc. cit., p. 61.
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There is no doubt that the depopulation of his paintings, and their expressive simplicity, just like the scarcity of their colours, stem from the contemplation of this landscape. Some of the drawings that we present here suggest the idea of farmlands, furrows on the ground, in which the image of the field is represented in an extreme schematism. In a conversation that he had with María de Corral, he stated about these types of works: “As for the furrows, the paths or some of my other typical themes, they are no more than the transposition of my footsteps»6. Someone could argue, however, that it is not about a true dialogue of the paintings, but rather about juxtaposing the splendour of Federico Herrero’s rich, baroque and exuberant paintings with the expressive simplicity of Hernández Pijuan’s drawings on paper. But this allows us to debate not only the old argument between drawing and colour, but also the question of limits and the expanse of the drawings themselves. In some of Hernández Pijuan’s drawings that are presented here, the artist only uses a graphite pencil, but in others, he draws directly on the paper with gouache or he creates a monochrome base of gouache or oil on which then, with an unsteady hand, he draws his furrows with a graphite pencil or charcoal. Where does the painting stop and the drawing end? If oil and a paintbrush are used, does that constitute a painting? The same happens to us with Federico Herrero’s paintings. Although we do not realise, he also practices drawing. Moreover, when we get closer his paintings hide a surprising amount of painting techniques tips
_____ 6 Id. p. 75.
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within. Not only does he use oil and acrylic, but also pencils, pens, felt tips and even spray paint on his canvases. In fact, a common feature of his paintings is the appearance of discreet characters hidden in the immensity of colours. In a conversation with Jens Hoffman about these people that repeatedly appear in his work, Federico Herrero said that: They are aliens. They are all in my head and they are simply a very personal way of interpreting my daily life. Although they seem to be related to the style of comic strips, these connotations don’t really interest me. Rather, they are mental forms, like a personal distorted memory of my daily experiences. They represent the ideas that enter our minds, which, at times, only last a fraction of a second7.
And this expression that both artists use when it comes to justifying their drawings is very unusual. While Hernández Pijuan said that his drawings «are nothing more than the transposition of my footsteps», Federico Herrero states that his are nothing more than «a personal distorted memory of my daily experiences». However, it is possible that some of these aliens appear in Federico Herrero’s pictorial formats, in the colossal dimensions of his expanded paintings, until the point that the drawing itself becomes the colour field. This happens at least in two of his paintings in this exhibition. Also here the drawing becomes a painting. That is why, the last difference on which we would like to reflect has to do with the difference in formats. We have deliberately juxtaposed large
_____ 7 Federico Herrero, “The Painting Profession”, loc. cit. id.
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Federico Herrero’s large canvases of up to four metres in size with Hernández Pijuan’s small drawings on paper of just thirty centimetres in length. Not only so that one can be viewed alongside the other, but above all to show how the double direction that both artists employ, the spatial and conceptual expansion of one, compared with the expressive restriction of the other, are, in fact, the same tendency of painting. Rafael Pérez Hernando wrote about Hernández Pijuan’s paintings that a painter is «someone who shakes up certainties, someone who allows you to dream»8. I think that the effort that we have made in this exhibition, by putting together two artists that seem so diametrically opposing, also aims (like the paintings themselves) to shake up the viewer’s certainties and invite them to look, invite them to dream.
Miguel Cereceda, 2018.
_____ 8 Rafael Pérez Hernando, “Almost a Story”, in Joan Hernández Pijuan, Work on Paper (1987-2002), loc. cit., p. 39.
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Federico Herrero Bobedat, 2006 Ă“leo sobre lienzo 250 x 200 cm
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Joan Hernández Pijuan Sin título, 1999 Gouache sobre papel 24 x 24,7 cm
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Federico Herrero. Dos personajes, 2007. Ă“leo sobre lienzo. 200 x 400 cm.
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Joan Hernández Pijuan Sin título, 2001 Grafito y óleo sobre papel Japón 24,5 x 33 cm
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Joan Hernández Pijuan Sin título, 1996 Carboncillo sobre papel 16,7 x 25 cm Colección privada
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Joan Hernández Pijuan Sin título, 1996 Grafito y gouache sobre papel 16,6 x 25,5 cm Colección privada
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Federico Herrero Sin tĂtulo, 2009 Ă“leo sobre lienzo 270 x 240 cm
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Joan Hernández Pijuan Sin título, 1996 Grafito sobre papel Japón 22,8 x 38 cm Ref. (4) 4-163 Colección privada
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◄ Detalle Federico Herrero Sin título, 2009 Óleo sobre lienzo 270 x 240 cm
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Federico Herrero Cueva, 2012 Ă“leo sobre lienzo 185 x 197 cm
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Joan Hernández Pijuan Sin título, 1994 Grafito sobre papel Japón 13,8 x 14 cm Ref. (4) 4-139
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Detalle â–ş Federico Herrero Cueva, 2012 Ă“leo sobre lienzo 185 x 197 cm
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Federico Herrero Pistola, 2010 TĂŠcnica mixta sobre lienzo 270 x 220 cm
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Nota biográfica Biographical notes
Federico Herrero está actualmente considerado como uno de los más importantes artistas contemporáneos de América Central. Nacido en 1978, en San José de Costa Rica, su entrada en la escena artística se remonta al año 2000, cuando hizo su primera exposición individual en San José. Un año después, participó en la 49ª Bienal de Venecia, donde obtuvo el León de Oro al mejor artista menor de 35 años. A partir de entonces, su presencia ha sido continuada en otras muchas bienales: La Habana (2003), Praga (2003), Sevilla (2004), Singapur (2006), Moscú (2007) y de nuevo en Venecia (2009). Su carrera incluye exposiciones individuales en galerías de arte de Düsseldorf, Madrid (galería Juana de Aizpuru), Londres, Tokio o Sao Paulo, así como participaciones en exposiciones colectivas en instituciones prestigiosas, como el Musée d’Art Moderne de la Ville de París, el Wattis Institute for Contemporary Art, de San Francisco o el Museum of Contemporary Art, de Tokio. Joan Hernández Pijuan se trasladó a París, en 1957, para estudiar grabado y litografía en la École des Beaux-Arts, adoptando entonces una representación geométrica, en la que destacaban algunos elementos figurativos (tales como tijeras, frutas, copas, huevos, etc.) sobre fondos lisos o sobre cuadrículas. Durante los años sesenta combinó el expresionista abstracto en sus grandes lienzos, con el estilo geométrico figurativo, en sus grabados y en sus dibujos, y en los años setenta se acercó al lenguaje conceptual, experimentando con el uso de una paleta muy austera, casi monocromática.
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Desde 1977 ejerció como profesor en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi de Barcelona, compatibilizando su actividad creativa con su labor docente. En 1989 pasó a ocupar el puesto de catedrático de pintura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona, donde en 1992 fue elegido Decano. En 1993 el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía organizó una exposición antológica de su obra, titulada “Espacios de silencio”. A partir de entonces ha presentado exposiciones individuales en París, en Berlín, en Londres, en Viena, en Nueva York, en México, en Moscú y en muchas otras ciudades del planeta. En 1997 fue nombrado académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En 2002 presentó una exposición retrospectiva, en el MACBA, comisariada por María de Corral, y en 2004 inauguró la galería Rafael Pérez Hernando de Madrid, con una exposición dedicada a su obra sobre papel, con motivo de la cual se editó un soberbio catálogo.
Hernández Pijuan murió el 28 de diciembre de 2005, pero desde entonces su trabajo no ha dejado de exponerse internacionalmente. En 2012 el Museo de Arte Moderno de Moscú realizó una exposición sobre su obra, titulada “A private regard”.
Federico Herrero currently considered as one of the most important contemporary artists in Central America. Born in 1978 in San José, Costa Rica, he first entered the art scene back in 2000 when he had his first solo exhibition in San José. One year later, he participated in the 49th Venice Biennale, where he obtained the Golden Lion for ‘Best Artist Under 35’. Since then, he has taken part in many other biennials: Havana (2003), Prague (2003), Seville (2004), Singapore (2006), Moscow (2007) and in Venice again (2009). His career includes solo exhibitions in art galleries in Düsseldorf, Madrid (Juana de Aizpuru gallery), London, Tokyo and Sao Paolo, as well as participations in group exhibitions in prestigious institutions, such as the Musée d’Art Moderne de la Ville in Paris, the Wattis Institute for Contemporary Art in San Francisco and the Museum of Contemporary Art in Tokyo.
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Joan Hernández Pijuan moved to Paris in 1957 to study engraving and lithography in the École des Beaux-Arts. He then adopted a geometric style, whichemphasised some figurative elements (such as scissors, fruits, glasses, eggs, etc.) on plain backgrounds or grids. During the 1960s, he combined abstract expressionism on his large canvases with a figurative geometric style in his etchings and drawings. In the 1970s, he became interested in conceptual language, experimenting with the use of a very simple, almost monochromatic, palette. From 1977, he worked as a teacher in the School of Fine Arts in Sant Jordi de Barcelona, balancing his creative work with his teaching job. In 1989, he moved on to take up the position of professor of painting in the Department of Fine Arts at the University of Barcelona, where in 1992 he was made Dean. In 1993, the Reina Sofia National Art Centre organised an important exhibition of his work entitled ‘Spaces of Silence’. Since then, he presented solo exhibitions in Paris, Berlin, London, Vienna, New York, Mexico, Moscow and many other cities in the world. In 1997, he was named a full member of the San Fernando Royal Academy of Fine Arts. In 2002, he presented a retrospective exhibition in the MACBA, commissioned by María de Corral, and in 2004, he opened the Rafael Pérez Hernando gallery in Madrid with an exhibition dedicated to his work on paper, through which he edited a splendid catalogue. Hernández Pijuan died on 28th December 2005, but his work continues to be exhibited internationally. In 2012, the Museum of Modern Art in Moscow staged an exhibition of his work entitled ‘A Private Regard’.
► Detalle Federico Herrero Dos personajes, 2007 Óleo sobre lienzo 200 x 400 cm
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ESTE CATÁLOGO DE
Federico Herrero – Joan Hernández Pijuan REALIZADO CON MOTIVO DE LA EXPOSICIÓN CELEBRADA EN LA GALERÍA RAFAEL PÉREZ HERNANDO ENTRE LOS MESES DE SEPTIEMBRE Y DICIEMBRE DEL AÑO 2018, SE TERMINÓ EL 25 DE NOVIEMBRE, FESTIVIDAD DE SAN ERASMO.
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