VIERNES 14 DE AGOSTO DE 2015 (Nº 4)
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Historia RBTH recuerda cómo fueron las relaciones entre México y Rusia en la primera mitad del siglo XX. Pág. 6A
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La actualidad de Rusia
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EN ESTA EDICIÓN Cultura La estancia de Serguéi Eisenstein en el país marcó el rumbo del cine
Jalisco busca un hueco en Rusia
México, en los ojos de los grandes cineastas rusos
Una delegación comercial de Jalisco visitó Moscú el pasado mes de julio para facilitar la entrada de los productos de esta región mexicana en el mercado ruso. Jalisco está dispuesto a suministrar tequila, carne, delicatessen y otros productos. Pág. 3A
Lucha por el mercado latinoamericano En los últimos 15 años, el comercio entre Rusia y América Latina ha triplicado su valor. Ambas partes buscan ampliar la cooperación militar y política. Pero los intereses de Moscú en el continente se cruzan con los de EE UU y China, que tratan de fortalecer su influencia en la región. Pág. 7A
Un palacio bajo tierra
Escena de la película ¡Que viva México!, de Serguéi Eisenstein.
Cuatro coproducciones ruso-mexicanas marcaron la historia cinematográfica de los dos países. El cineasta Sergio Olhóvich recuerda por qué. SERGIO OLHÓVICH ESPECIAL PARA RBTH
En 1931, Serguéi Eisenstein y sus dos colaboradores, el fotógrafo Eduard Tissé y el asistente Grigori Alexándrov, estaban al borde de una crisis nerviosa. En Hollywood, donde se encontraban, la Paramount Pictures había rechazado su último proyecto, Una tragedia
americana, de Carl Dreyer. Los visados estaban a punto de expirar y, si no llegaban a una solución, se verían en la necesidad de abandonar el país y regresar con las manos vacías a la Unión Soviética. Si bien El acorazado Potemkin (1925) había recibido grandes elogios, muchos estadounidenses manifestaban su repudio por los tres soviéticos y exigían su expulsión del país con pancartas como “fuera, perro rojo judío” o “no queremos bolcheviques en Estados Unidos”. En vista de los aconteci-
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mientos, Eisenstein y sus dos colegas hicieron un último esfuerzo desesperado y se trasladaron en automóvil de Los Ángeles a San Francis-
En 1931, Serguéi Eisenstéin se dirigió a Diego Rivera en busca de fondos para su película co para pedir ayuda a unos viejos conocidos, Diego Rivera y su esposa, Frida Kahlo. El artista, que no hacía mucho tiempo había
conocido a Serguéi en Moscú, cuando se recuperaba de un tratamiento médico, pintaba entonces un mural por encargo en esa ciudad. Los rojos fueron recibidos como viejos amigos entre bromas que decían que “el comunista mexicano” de Diego y “el perro rojo de Eisenstein” se reunían para tramar alguna maldad. En ese pedacito de México en San Francisco, rusos y mexicanos discutieron sobre el presente y el futuro. “México es un país sediento de verse a sí mismo, de educarse; necesita la pre-
sencia de artistas revolucionarios como ustedes. Cuando estuve en Moscú hace un año, le invité ir a México para hacer una película”, recordó el pintor. Más tarde, sugirió a los rusos que visitaran a Charles Chaplin y al novelista Upton Sinclair. “Los Sinclair son amigos de Joseph Stalin y fanáticos del experimento soviético. La mujer, hija de algodoneros de Lousiana, tiene muchos contactos y dinero. Ellos les pueden financiar”, propuso Diego.
A sus 80 años, el suburbano moscovita es museo, atracción turística y un medio de transporte económico en la capital rusa. A pesar de que los arquitectos invitados del extranjero consideraron imposible la construcción del metro en Moscú, la obra se llevó a cabo en un tiempo récord.
Págs. 4A-5A
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