VOL. 6 NÚM. 3, 2024
Cuando llegó el día señalado por Dios...
VOL. 6 NÚM. 3, 2024
Cuando llegó el día señalado por Dios...
Sendero de Esperanza usa un método de gestión de casos que se enfoca en el cliente para empoderar a las familias de manera que enfrenten los obstáculos que les impiden ser más autosuficientes. Al romper el ciclo de crisis junto con nuestros socios comunitarios, el programa ofrece apoyo más que limosnas, permitiendo que sigan el sendero que los sacará de la pobreza.
GENERAL Lyndon Buckingham
LÍDERES TERRITORIALES
Comisionado Ralph Bukiewicz
Comisionada Susan Bukiewicz
SECRETARIO EN JEFE
Tte. Coronel Ivan Rock
DIRECTOR DE COMUNICACIONES INTERNAS
Joseph Pritchard
JEFE DE REDACCIÓN Warren L. Maye
EDITORA EJECUTIVA Minerva Colón–Pino
CORRECTOR/EDITOR Luis N. Sáez
DIRECTOR DE ARTES Reginald Raines
DISEÑADORES GRÁFICOS
Karena Lin, David Hulteen Jr., Lea La Notte Greene, Joseph Marino
FOTÓGRAFA Lu Lu Rivera
CIRCULACIÓN Doris Marasigan
DECLARACIÓN DE LA MISIÓN DEL EJÉRCITO DE SALVACIÓN
El Ejército de Salvación, un movimiento internacional, es una parte evangélica de la Iglesia Cristiana Universal. Su mensaje está basado en la Biblia. Su ministerio es motivado por amor a Dios. Su misión es predicar el Evangelio de Cristo Jesús y tratar de cubrir las necesidades humanas en su nombre, sin discriminación alguna.
MINERVA COLÓN–PINO Editora ejecutiva
¿los Estados Unidos publica CONÉCTATE VOL. 6 NÚM 1, 2024. Impreso en los Estados Unidos. Jefe de correos: Envíe todo cambio de dirección a: SAconnects, 440 West Nyack Rd., West Nyack, NY 10994–1739. SAconnects acepta publicidad. Copyright © 2024 por el Ejército de Salvación, Territorio Este de los Estados Unidos. Los artículos pueden reimprimirse solo con autorización por escrito.
Alguna vez le ha prometido algo a un niño? Note que su actitud, mientras espera, es de confianza y expectativa. Hace un tiempo leí un relato de un abuelo que fue a visitar a su nieto. Como vivían a una distancia considerable, no se veían con mucha frecuencia. De modo que encontró al niño bastante crecido y le pareció que el muchacho tenía nuevos intereses. Entre las cosas que le interesaban, el abuelo notó que a su nieto le encantaba coleccionar carritos. Por lo que pasaba horas jugando con ellos. El anciano se entusiasmó con el entretenimiento de su nietecito y empezó a jugar con él. De manera que, durante la visita, disfrutaron juntos de la variada colección de autos del pequeño. El niño conversó con su abuelo acerca de sus modelos preferidos y de sus deseos de comprar algunos para aumentar su colección. Así que antes de partir de regreso a su casa, el abuelo le prometió al chico que le enviaría uno de los modelos que más anhelaba. Sin embargo, pasaron algunas semanas y el niño no recibía el carrito prometido. Un día, su mamá —pensando que al abuelo, quizás, se le había olvidado la promesa— notó que el chico estaba triste, por lo que le comentó: “Hijo, tienes que disculpar al abuelo, parece que se le olvidó enviarte el carrito”. El niño le respondió: “No creo que al abuelo se le olvidó, seguro que pronto llegará el carrito”. A las pocas semanas, el cartero llegó a la puerta de su casa y le entregó una cajita al pequeño. Este recibió el paquete emocionado y, al abrirlo, vio un lindo carrito con una nota del abuelo en la que le explicaba por qué razón había demorado tanto.
El modelo del auto que el abuelo había ordenado era muy especial, por lo que el fabricante se había tardado en enviarlo. Después de pedirle que lo disculpara, el abuelo escribió: “Espero que disfrutes de este modelo. Voy a visitarte pronto para que juguemos y nos divirtamos juntos”. De modo que el niño, feliz con su nuevo carrito, le comentó a su mamá: “Ya ves, al abuelo no se le olvidó. Tuve que esperar porque tenían que hacer este modelo especial que mi abuelo ordenó”.
¡Qué actitud tan positiva y confiada la de ese niño!
Así son las promesas del Señor. Son seguras. Dios siempre cumplirá lo que promete. Por lo tanto, procuremos tener esa clase de fe y confianza que tienen los niños. Ellos esperan sin dudar, confiados; pues saben que, en el momento señalado, el Señor cumplirá lo que prometió.
Espero que disfruten mucho de esta edición, ya que en esta temporada celebramos el cumplimiento de la mejor promesa que Dios nos hizo: que enviaría a Jesús, el Salvador, para darnos salvación y vida eterna.
Feliz Navidad.
Ilumine las fiestas de su prójimo necesitado y haga una donación virtual a nuestra Olla Roja. Para donar, escanee el código QR de arriba o visite: SalvationArmyUSA.org Haciendo el bien
El Ejército de Salvación cuenta con más de 100 iglesias en el este de Estados Unidos incluyendo 11 en Puerto Rico. Todas estas iglesias ofrecen servicios y programas en español. En el tiempo navideño los servicios de algunas de las iglesias pueden incluir:
Vigilia de Año Nuevo
Celebración del Día de Reyes
Adoración de Adviento
Adoración para conmemorar la Nochebuena
Todas las iglesias (Cuerpos) participan de las colectas navideñas con la Campaña de la Olla Roja. No olvide participar o hacer sus donaciones electrónicas.
La Biblia, desde el comienzo, nos muestra cómo se relaciona el ser humano —a través de la oración— con su Creador. Al internarnos en los evangelios, estos nos presentan a Jesús como modelo del que se dedica a la oración. Repetidas veces lo vemos orando en diversos sucesos trascendentales de su vida. Al leer el libro de los Hechos, encontramos una comunidad de fe que practica constantemente la disciplina de la oración ante cualquier acontecimiento relevante. Por tanto, vemos que la oración es el motor que nos impulsa a sostener una comunicación íntima con Dios. Es la guía que utilizamos en diferentes circunstancias para aferrarnos a las promesas divinas.
En un artículo que leí hace algunos años, el escritor afirmaba lo siguiente: “Es importante recordar qué promesas de Dios son condicionales, es decir, cuáles de ellas requieren la premisa de la obediencia —por nuestra parte— para lograr que se hagan
realidad en nuestras vidas”. Por otra parte, puede ser útil pensar en las promesas de Dios en dos formas distintas, aunque complementarias. Primero, como verdades eternas. Son las que podrían describirse como promesas generales que te ayudan a saturar tu espíritu y tu mente, de forma que lleves una vida inmersa en Dios. Segundo, promesas situacionales o estacionales. Estas son más específicas, ya que se refieren a áreas concretas de nuestras vidas, a alguna persona por la que estemos orando, al lugar o a la etapa de la vida en que nos encontremos.
Ahora bien, ¿cómo aplicamos o hacemos uso de las promesas de Dios en nuestras oraciones? He aquí algunas ideas que podrían servirte de guía en tu tiempo devocional.
En la Biblia hay, aproximadamente, más de 3,573 promesas de Dios para ti. Identificar las que se aplican a tu situación y cumplir las condiciones que la
acompañan te permite orar para que se manifiesten en tu ser, como nos insta Juan 15:7, que afirma: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”.
Una idea en cuanto a cómo puedes comenzar orando y, a la vez, es una oración poderosa es decir: “Señor, prometiste en tu Palabra que lo harías, por lo que hoy estoy delante de ti en oración creyendo en tu promesa de que lo harás”. Si necesitas buscar guía y dirección del Señor, podrías orar con los salmos. El Salmo 32:8 es ejemplo de una oración de alguien que busca la guía y la dirección del Señor. Ese salmo afirma que me enseñarás el camino a seguir, y que me darás consejos y velarás por mí.
Si oras lo que afirma Jeremías 31:3, dirías algo como lo que sigue: “Dios, tu Palabra dice que me has amado con amor eterno y que prolongaste tu misericordia conmigo. Te agradezco por amarme tanto
y por tanta misericordia. Señor, ayúdame a ser consciente y a percatarme de tu amor por mí”. Si oras con ese mismo versículo por una amiga, que ha estado luchando para creer que Dios realmente la ama, dirías algo como: “Dios, tu Palabra dice que has amado a mi amiga (di el nombre) con amor eterno y que la has atraído con bondad amorosa. Dios, tú sabes que mi amiga no se ha sentido muy segura de tu amor últimamente, así que te pido que la ayudes con la verdad de esta promesa”. En muchas ocasiones nos encontramos atrapados en circunstancias o situaciones que vienen a nuestras vidas y necesitamos clamar a Dios por liberación. Una de las promesas de Dios en esos momentos de angustia la encontramos en el Salmo 50:15, donde el Señor nos exhorta a buscar de su presencia en el día de angustia y nos dice: “Invócame en el día de la angustia; yo te libraré y tú me honrarás”. Así que podemos afirmar: “Señor tu Palabra dice
que te invoquemos en el día de la angustia; por tanto, me presento delante de ti pidiéndote liberación y protección en estos momentos de angustia e incertidumbre…” Es en esos momentos que necesitas fuerzas para resistir. Así que ora y dile: “Señor siento que me desvanezco, por eso me aferro a tu promesa. Tú dices en tu Palabra que no tengamos temor porque estarás en medio nuestro. Nos exhortas a no desmayar porque eres nuestro Dios, el Dios que nos fortalecerá, nos ayudará y nos sostendrá con la diestra de su justicia. Hoy, Señor, afirmo esto porque sé que estarás conmigo siempre” (Isaías 41:10).
Esta forma de orar en tu tiempo devocional, y por la circunstancia en que te encuentres, te ayudará a confiar en las promesas de Dios para tu vida. Cada oración es personal y única. Acércate a Él confiado o confiada en que el Dios que promete es fiel y que se manifestará en cada una de tus peticiones.
Cuando hay gran necesidad y carencia, en nuestro entorno, se siente y sufre todo el año pero, durante el tiempo de Navidad, se puede intensificar especialmente si la familia incluye niños. El Ejército de Salvación ha creado un programa para intentar combatir la pobreza.
Senderos de Esperanza es un programa con un enfoque intensivo en la gestión de casos al servicio de familias que buscan romper el ciclo de pobreza intergeneracional.
La visión de este programa es lograr que las familias tengan acceso a servicios integrales en el Ejército de Salvación
de su localidad. Familias con necesidades pueden optar por una experiencia «transaccional», como es la opción de obtener alimentos o vales; o pueden elegir una experiencia «tranformacional», como es la participación en el programa Senderos de Esperanza. En este caso, el Ejército de Salvación puede facilitar cambios que
impacten las generaciones futuras.
El objetivo primordial de Senderos de Esperanza es fortalecer la estabilidad fundacional de las familias hasta un nivel que permita que logren la autosuficiencia con su propio esfuerzo.
Senderos de Esperanza tiene sus raíces en la metodología de la gestión longitudinal de casos. Está centrado en el cliente y enfatiza el empoderamiento personal utilizando un método motivacional, comunitario coordinado y basado en un enfoque de las fortalezas para identificar y lidiar con las causas principales de la pobreza y no con los síntomas meramente superficiales.
El programa Senderos de Esperanza está activo en la División del Suroeste de Ohio y Noreste de Kentucky del Ejército de Salvación. El programa ha funcionado en distintos lugares y las experiencias de las familias participantes son múltiples, en algunos casos con mucho éxito.
La familia Hurtado, del Cuerpo de Queens, es testimonio de que el programa funciona. Ellos son una familia de cuatro: los padres y dos niños. Llegaron al Ejército de Salvación en un momento de mucha dificultad. Recibieron de inmediato víveres, confianza y mucho apoyo. Mediante el programa de Senderos de Esperanza pudieron comenzar los trámites de la solicitud de asilo en el país y su documentación de inmigración. El personal los ayudó a dar todos los pasos, incluso acompañaron a la familia al tribunal para su cita. Al tiempo, la madre pudo obtener el permiso de trabajo y el padre pudo comenzar un trabajo de tiempo completo.
La familia DeJesus es otro testimonio positivo.
Esta familia acudió al programa con los siguientes objetivos: ambos progenitores querían obtener un empleo de tiempo completo con plan médico; aumentar sus ingresos; cambiar su trayectoria profesional; y comprar su primera vivienda.
El programa Senderos de Esperanza le ofreció a la familia DeJesus lo siguiente:
• Gestión intensiva de casos para ayudar a acabar con la pobreza
• Referencias comunitarias relacionadas con oportunidades de empleo
• Revisiones del resumé o currículum
• Apoyo espiritual
• Referencia a agentes inmobiliarios para asesoramiento sobre vivienda y crédito
• Acceso a referencias de otros servicios
• Ayuda económica para pagar las facturas cuando sea necesario
• Pagar algunos gastos y deudas anteriores de la familia que les impedía mejorar su puntuación crediticia y comprar su primera vivienda
• Ayuda con la despensa de alimentos
• Ayuda en Navidad, incluidos alimentos y regalos para los niños
• Reuniones periódicas cara o cara o reuniones por Zoom con el gestor de casos y el coordinador regional para garantizar que la familia cumplía o conseguía sus objetivos y deseos.
• Evaluaciones que se realizaron con la familia cada 90 días para medir sus áreas de mejora. Esto también incluía sesiones de elaboración de presupuestos, orientación profesional, apoyo emocional y colaboración con agencias u organizaciones para resolver los problemas económicos pasados de las familias.
• Desarrollo de un plan de acción, lo que siguieron paso por paso
• Centrarse en el crecimiento espiritual, emocional, intelectual y social de la familia.
Como resultado del programa, la familia DeJesus ha llegado a ser autosuficiente para lograr una estabilidad a largo plazo, han aumentado su nivel de conocimientos y habilidades sobre cómo superar obstáculos y cómo superar tiempos difíciles; ambos padres tienen trabajos de tiempo completo con mayor sueldo y seguro médico; sus deudas se han saldado; ¡y acaban de comprar su primera casa! El programa fue un éxito, y han cumplido todos sus objetivos. La familia DeJesus no podría haberlo hecho sin este programa, ¡por lo que están eufóricos y muy agradecidos!".
La Palabra de Dios es sustento para los cristianos y nos mantiene conectados al Señor.
En ocasiones, encontramos una promesa que nos sostiene y fortalece nuestra fe. Este fue el caso de Milka, Paula y Marco, personas que asisten a las iglesias del Ejército de Salvación y comparten sus experiencias para motivar y alentar a otros.
En Santiago 5:15 (NVI) dice: “La oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y si ha cometido pecados, sus pecados se le perdonarán”.
Esta es la promesa que sostiene a Milka Velázquez después que a su esposo le diagnosticaron cáncer en 2022. “Sé que Dios es el único y verdadero médico que nos puede sanar”, testifica Milka. No es fácil cargar con la angustia y el sufrimiento que se sienten en medio de una enfermedad. Sin embargo, Milka —en su testimonio— expresa su dependencia de la Palabra de Dios y de sus promesas. Al igual que manifiesta su agradecimiento a Dios por darle una familia buena que la apoya en medio de las dificultades. Ella considera el soporte de sus pastores, en el Ejército de Salvación de Tarrytown, como un bálsamo de aliento que la sostiene y ayuda a sobrellevar las dificultades.
Sentí su presencia consolándome en los momentos más tenebrosos, recordando que Él tenía el control y que, aunque yo no entendía por qué sucedían esas cosas, Él tenía un plan mejor para mi vida y mi corazón.
En el caso de Paula, la promesa del Salmo 147 (NVI), que dice: “El Señor … sana a los de corazón quebrantado”, fue de gran ayuda.
“Cuando me casé, estaba llena de sueños y expectativas. Como muchas parejas, comenzamos nuestra travesía con amor y la esperanza de construir una vida juntos. Sin embargo, con el tiempo, comenzaron a surgir los desafíos y las dificultades que nos condujeron por caminos dolorosos; aunque intentamos superarlos. Hasta que llegó un momento en el que parecía que ya no había solución.
Los conflictos, el dolor y las heridas emocionales eran tan profundos que sentíamos que la única salida era la separación. Hubo días en que creímos que la reconciliación era imposible y el amor que una vez compartimos parecía haberse desvanecido. Estábamos llenos de resentimientos y, francamente, no sabíamos cómo seguir adelante.
Nuestro matrimonio llegó a un punto en el que parecía que no había vuelta atrás. Pero, en ese momento de oscuridad, comencé a buscar a Dios de una manera más profunda. Me di cuenta de que, por
mucho que tratáramos de resolver las cosas por nuestra cuenta, necesitábamos la intervención divina. Me acerqué a Dios en oración, derramando mi corazón ante Él, pidiendo por un milagro en mi matrimonio. Sentía que todo estaba perdido, pero tenía la certeza de que para Dios nada es imposible.
Poco a poco, comencé a sentir el toque de Dios en mi vida. Él no solo trabajó en mi corazón, sanando mis heridas y llenándome de paz, sino que también empezó a transformar el corazón de mi cónyuge. Dios nos mostró que, aun cuando habíamos fallado como humanos, su gracia y su amor eran suficientes para restaurar lo que estaba roto. A través del consejo bíblico, la oración juntos, y la disposición de ambos para perdonarnos y sanar, empezamos a ver cómo Dios levantaba lo que creíamos derrumbado.
La restauración no ocurrió de la noche a la mañana. Fue un proceso en el que tuvimos que rendirnos a Dios, poner nuestra confianza en Él más que en nuestros propios esfuerzos. Pero, con el tiempo, comenzamos a ver cambios reales. El amor que pensamos que había muerto comenzó a renacer, la comunicación mejoró y nuestra relación con Dios se fortaleció. Dios nos dio la fuerza para reconstruir nuestra relación sobre una base mucho más sólida, basada en su amor, su perdón y su gracia.
Hoy puedo decir, con humildad, que Dios restauró lo que parecía imposible en ese momento. Sin embargo, con el tiempo, los desafíos volvieron a surgir y, aunque tratamos de resolverlos, las dificultades nos llevaron por otros caminos tortuosos. Volvimos a llegar a otro punto en el que parecía que no había solución y, después de muchas lágrimas y decisiones difíciles, nos divorciamos.
Aunque el divorcio fue devastador, en ese momento comencé nuevamente a ver la mano de Dios moverse de maneras que nunca imaginé. Durante ese tiempo de profundo dolor, Dios no me abandonó. Sentí su presencia consolándome en los
momentos más tenebrosos, recordando que Él tenía el control y que, aunque yo no entendía por qué sucedían esas cosas, Él tenía un plan mejor para mi vida y mi corazón.
A través de la oración, la meditación y el apoyo de personas llenas de fe, Dios comenzó a sanar las heridas de mi corazón. Me enseñó lecciones de humildad, perdón y dependencia total de Él. Me di cuenta de que, aunque mi matrimonio terrenal había terminado, mi relación con Dios era más fuerte que nunca. Él me dio paz cuando no había respuestas, me mostró que el fracaso humano no es el final y que su amor cubre todas nuestras imperfecciones.
Hoy, aunque ya no estamos casados, tengo la convicción de que Dios nunca dejó de moverse en nuestras vidas. He aprendido a confiar en su plan divino, aun cuando las cosas no salen como yo hubiera querido. Su mano ha sido mi guía constante, recordándome que su propósito siempre es para bien, aunque no lo entienda en el momento".
Para Marco, Sargento Mayor del Cuerpo de Paterson, la promesa que impactó su vida se encuentra en Filipenses 1:6: “Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús”.
Marco afirma: Mi petición a Dios se dividió en dos partes: tener una familia y pertenecer a un ministerio. Desde pequeño, mis abuelos me enseñaron a poner a Dios en primer lugar. Aunque era católico, aun en medio de mi cultura, tradiciones y creencias, era muy serio en mis cosas. Colaboraba activamente en la iglesia y, más tarde, me enrolé en el grupo de jóvenes de mi congregación.
Tiempo después de concluir la educación secundaria, cuando me mudé a Estados Unidos —concretamente a Paterson, Nueva Jersey—, mi mamá, mi hermano y yo vivimos con mis abuelos en un apartamento de dos habitaciones. Ella dormía en el piso, envuelta en tres cobijas gruesas, mientras
mi hermano y yo dormíamos en una cama matrimonial. Si alguien me preguntara si éramos felices, respondería que esos fueron algunos de los mejores días de mi vida.
Pasado el tiempo, me casé por primera vez a mis 24 años de edad. Me mudé al estado de Ohio y fue allí donde le entregué mi vida a Jesús. Aprendí a adorar a Dios y estaba tan enamorado de él que pude experimentar su presencia en muchas maneras. También tuve la oportunidad de estar cerca del pastor y de aprender el significado de la palabra servicio, viendo su dedicación a las personas. Nunca consideré su trabajo como una carga, al contrario, veía en él el amor de Dios.
Transcurridos cinco años de casados, mi matrimonio fracasó debido a la infidelidad; quedé completamente destrozado, me sentí traicionado. Recuerdo que cuando me enteré del asunto, salí de la casa con mi Biblia en la mano y fui a un parque que estaba a siete cuadras de distancia. Al encontrar un lugar donde nadie me podía ver, comencé a llorar como un bebé y abracé mi Biblia con todas
mis fuerzas. Después que me calmé, la abrí y me detuve en un versículo que impactó mi vida en ese momento. Se encuentra en Filipenses 1:6 y dice: “Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús”.
Entonces me di cuenta de que no estaba solo. Así que me levanté y volví a casa. Al día siguiente, decidí mudarme a Paterson, Nueva Jersey, y dejar que la vida continuara. Pero antes de partir, cuando me estaba preparando para ir a la iglesia, Dios me dijo que perdonara. Lo recuerdo muy claramente porque lo sentí en mi corazón. Confíe completamente en el Señor y no hice ninguna pregunta. En ese momento parecía que todo volvía a la normalidad, nos mudamos a Paterson y tuvimos que empezar desde cero, pero no mucho tiempo después nos divorciamos.
Mi madre me recibió de nuevo en su casa, recuerdo que era un verano. La comunidad peruana estaba celebrando la Independencia de nuestro país. Ella me
Al encontrar un lugar donde nad ie me podía ver, comencé a llorar como un bebé y abracé mi Biblia con todas mis fuerzas. Después que me calmé, la abrí y me detuve en un versículo que impactó mi vida en ese momento.
Dios nos mostró que incluso cuando habíamos fallado como humanos, Su gracia y amor fueron suficientes.
pidió que la acompañara al desfile, que tratara de disfrutar la celebración y que dejara que Dios trabajara en mi vida, que Él sanaría mi corazón. En ese desfile, una persona que pasó cerca de nosotros estaba evangelizando y repartiendo folletos (tratados) a los asistentes. Mamá me dio el folleto donde estaba el número de teléfono de una iglesia en Paterson, cerca de casa. Cuando regresamos, llamé al número telefónico y el propio pastor me contestó y me invitó al siguiente servicio. Así que ese domingo fui y me quedé maravillado con la forma en que ese pastor predicaba la Palabra de Dios. Nunca había escuchado a una persona exponer con esa asombrosa convicción. Con él aprendí tanto que se convirtió en mi mentor, me enseñó cómo estudiar la Biblia y qué herramientas o recursos utilizar para poder interpretarla. Crecí mucho espiritualmente en ese lugar. Ver a las parejas jóvenes llegar a la congregación me conmovió mucho. Entonces empecé a sentirme solo. Así que oré a Dios con estas palabras: “Padre, tú conoces mi corazón y sabes que fui herido. Sabes que me siento solo. Por favor, escoge por mí la que será mi esposa, porque la vez pasada escogí mal. Quiero una mujer que te ame como yo te amo, una mujer con la que me case para toda la vida. Te pido por mi familia, Señor. Y mientras haces eso, también te pido que me uses siempre, que me des revelación y sabiduría para poder enseñar. Para impartir un evangelio puro, de la misma manera que tú me has enseñado”. Esa era mi petición diaria.
Después de unos años, conocí a mi esposa cuando visité otra iglesia; justo cuando a mi mamá la invitaron a testificar de la manera en que Dios obró en su vida en medio de su enfermedad. Dios sanó su cuerpo de unas manchas que surgieron en su piel. Yo la acompañé y ahí vi a mi esposa. Ese fue nuestro primer encuentro y pasó de una manera graciosa. Ese día estaban vendiendo empanadas (pastelillos
puertorriqueños), pero ya se habían terminado. Así que ella me ofreció de las suyas y me miró con dulzura.
Tras ese acontecimiento, comencé a salir con ella con la excusa de que trataría de reparar su computadora. Después de cuatro meses, nos casamos y yo continuaba arreglando su computadora. Mi esposa, Lisa, tiene una hija que es sorda y —en sus oraciones— ella también tenía la misma petición que yo le pedía a Dios. Ella oraba por un hombre que amara a Dios primero y que también amara a su hija. Créanme, desde que conocí a Lisa y a su hija Krystal, me enamoré profundamente de ellas. Luego recibimos a mi hijo Gavin, que no es de sangre, pero lo recibimos como nuestro. La forma en que Gavin llegó a nuestras vidas, sinceramente, es otro milagro que Dios respondió en cuanto a la familia que le pedí. Mi segunda petición fue respondida cuando nos hicimos salvacionistas. Tengo la bendición de participar en un ministerio de enseñanza en nuestros estudios bíblicos y en la escuela dominical. Me contenta mucho aprender en todas las etapas de mi crecimiento espiritual y también con mis hermanos en Cristo. Es hermoso ver todas las cosas que Dios tiene preparadas para cada uno de nosotros. La oportunidad de servir a Dios en un ministerio funciona tal como Dios me lo prometió. Verdaderamente, Dios ha sido fiel.
Y como dice el apóstol Pablo: “Él irá perfeccionando la obra que comenzó en mi vida”. Testifico que eso es VERDAD.
Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, 5 para rescatar a los que estaban bajo la Ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos. 6 Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abba! ¡Padre!». 7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y como eres hijo, Dios te ha hecho también heredero.
Cuando reflexiono en los tiempos que pasé en la escuela secundaria, afloran muchas historias a mi mente. Tantas que no me alcanzaría el tiempo para contarlas. Muchas de ellas son acerca de todas las veces en que prometí algo y no lo cumplí. Sin embargo, tampoco tengo el tiempo que desearía para contar todas las veces que me desesperé y quise que las cosas sucedieran a mi tiempo y a mi antojo. Lo que es muy normal y algo con lo que todos podemos identificarnos. Estoy seguro de que mientras leemos esto, podemos meditar
en los momentos en que hemos pasado por algo similar. Tal vez quisimos alcanzar una meta en un plazo determinado, pero no lo logramos; o quizás le hicimos una promesa a otra persona, pero nunca la cumplimos. Esa es una de las realidades de nuestra naturaleza caída. Nos enfocamos mucho en nuestros deseos pero, a las cosas de los demás, les damos poca importancia.
Sin embargo, ¡qué bueno que Dios no es así! Este pasaje de Gálatas es una de las citas bíblicas más profundas que podemos encontrar en el Nuevo Testamento. Dios, en su poderosa Palabra, nos recuerda una trascendente verdad. Y es la siguiente: ¡El Señor siempre es fiel a su palabra y cumple sus promesas —sin derrota y sin falla— en su tiempo perfecto ¡Ah! Me hubiese encantado que estas palabras me describieran a mí. Pero la verdad que nos enseña Gálatas 4:4-7 supera mis limitaciones e imperfecciones, a la vez que hace que resuenen en mí dos enseñanzas bíblicas que puedo aplicar en mi caminar con Dios todos los días.
El Señor es fiel a su Palabra. La Biblia habla, en muchos lugares, sobre la fidelidad de Dios con nosotros. Es tanto así que, aun en uno de sus libros más sombríos y tristes —como lo es Lamentaciones—, el mensaje principal es que la misericordia de Dios es nueva cada mañana y grande es su fidelidad (Lamentaciones 3:23). En Gálatas, Pablo nos recuerda nuevamente la fidelidad de Dios y afirma que no cambia, enfatizando el cumplimiento de una promesa que le hizo a la humanidad desde sus inicios.
Cuando Adán y Eva pecaron contra Dios perdieron su pureza y la felicidad a causa de su desobediencia. Mas, aun así, su historia no terminó en derrota. Dios prometió que enviaría a su Hijo para pagar por el pecado de la humanidad y redimirla. Aunque pasaron miles de años, el Señor no se olvidó de su promesa y —en Gálatas 4— nos habla del cumplimiento de ella. Y es porque Dios cumplió su promesa que hoy podemos testificar que ya no somos esclavos, sino hijos (Gálatas 4:7). Pues la promesa de Dios no puede ser afectada ni por tiempo ni por voluntad humana, ni por cualquier otra cosa que trate de erradicarla. Dios es fiel a su promesa y seguirá siéndolo porque así ha dicho el Señor: Si somos infieles, él sigue
siendo fiel, ya que no puede negarse a sí mismo (2 Timoteo 2:13). Si creemos en esto, podemos descansar en la siguiente verdad: el Señor cumplirá sin falla ni derrota aquello que ha prometido para nuestras vidas. Él cumple sus promesas en su tiempo perfecto. Una de las únicas palabras que siempre puedo recordar sobre el texto bíblico, en el original griego, es Kairós Este es el vocablo utilizado, en este versículo, cuando se refiere al cumplimiento del tiempo en que Dios envió a su Hijo. Término cuya relevancia es tajante porque define la magnitud y la diferencia entre el tiempo de Dios y el mío. En Gálatas, Pablo nos recuerda que, en el tiempo perfecto de Dios, Él cumplió su promesa. A veces pensamos que Dios no está obrando porque lo limitamos al pensar que Él debe obrar a nuestra manera y en nuestro tiempo. Imagínense a las personas de esa época esperando el cumplimiento de aquella promesa por mil años. Angustiados y al punto de perder la fe sin poder entender que Jesús no pudo venir antes, ni después, sino que vino en ese preciso instante porque así lo declaró Dios en su tiempo perfecto. Solo así, la voluntad del Señor podría ser cumplida de la mejor manera posible, como solo Él sabe hacerlo.
Así mismo ocurre en nuestras vidas. Quizás no vemos la salida a un problema que tenemos o nos sentimos estancados esperando el cumplimiento de algo que Dios nos prometió pero, en su Kairós —en su tiempo perfecto— el Señor cumplirá sus promesas. Y cuando lo haga, descubriremos que debió ser así porque verdaderamente sus pensamientos son más altos que los nuestros (Isaías 55:8) Si creemos en esto, podemos descansar aun ante las más feroces tormentas, porque confiamos en un Dios que obrará a su tiempo. Espera el Kairós de Dios, Él nunca falla. La realidad es la siguiente: el Señor siempre es fiel a Su palabra y en el tiempo perfecto de Dios, ha de cumplir Sus promesas sin derrota y sin falla. Aquello que parece imposible, aquello que parece irredimible, aquello que parece irrealizable, ¡Dios va a cumplirlo en tu vida! Así lo hizo con nuestra salvación a través de Jesús en su Kairós. Así que hoy pregunto: Y tú, hijo, ¿vas a confiar en el Dios que promete y nunca falla a su Palabra?
Si hiciéramos una encuesta acerca de cuál es la temporada más popular y esperada por todos, sin duda que la Navidad sería la ganadora. La mayoría de las personas esperan con gran anhelo las navidades, ya que representan regalos, adornos, comidas especiales, fiestas y tiempo familiar. Pero ¿qué sucede cuando la época “más feliz del año” es para nosotros una de tristeza o soledad?
Recuerdo aquellos años cuando recién inmigré a Estados Unidos. Mi familia, mis amigos, todos quedaron atrás, en mi país. Sin embargo, a mi alrededor, todos tenían una fiesta a la cual ir, un regalo que comprar, alguien con quien compartir; pero yo no tenía a nadie. Es probable que, como yo, hayas pasado por una circunstancia parecida. Tal vez estés sufriendo la pérdida de un ser querido o pasando un tiempo de transición difícil en tu vida. Y aun así, a pesar de las luces, los adornos y la música festiva, sientas que no hay nada que celebrar. No eres el único, muchos se sienten como tú.
¿Qué hacer entonces? ¿Cómo podemos enfrentar estos tiempos festivos, cuando nuestro corazón no encuentra nada que celebrar y nuestra mente está llena de pensamientos negativos o tristes? ¿Cómo enfrentamos las navidades cuando nuestra realidad interior no encaja con nuestro
Dios es la fuente de la Navidad, de la gratitud y de la esperanza.
exterior? Mi consejo es el siguiente: asume, aunque sea por un tiempo, una de estas dos emociones:
Gratitud y esperanza
Modificar las emociones resulta en la transformación de nuestra manera de pensar, lo cual puede cambiar nuestro comportamiento. Esto es lo que, en psicología, llamamos Terapia CognitivoConductual. Este enfoque, de acuerdo a la Asociación de Psicología Americana, es una de las maneras más eficaces de superar la tristeza y mejorar la calidad de vida de una persona.
A continuación veamos algunos consejos prácticos acerca de cómo optar por la gratitud y la esperanza:
La gratitud no es una emoción circunstancial, es más bien un estilo de vida. Por lo tanto, no depende de que todo vaya bien en la vida, sino de la decisión que uno tome en cuanto a notar, recordar y enfocarse en ciertas cosas, aunque sean pequeñas, por las cuales podemos estar agradecidos. La mejor manera de poner esto en práctica es haciendo una lista de personas, lugares,
experiencias (pasadas y presentes) por las cuales sentimos agradecimiento. Cuando hagas tu lista de gratitud acepta las cosas por las que no estás agradecido y enumera las que aprecias. Incluir oración en nuestra práctica de gratitud amplía aún más su efectividad.
La esperanza , por otra parte, es una de las estrategias de cambio más poderosas que existen. No hay ninguna situación debajo del sol que sea desesperanzadora por completo. Veamos cómo practicar una solución eficaz: imagínate un futuro mejor. Imagínate cómo sería una Navidad futura más placentera; enumera lo que tendría que pasar para que eso ocurriera y después comienza a pensar en los pequeños pasos que darías para convertir esa esperanza en realidad. Usar la imaginación para fomentar nuestra esperanza es un arma muy poderosa. ¡Inténtalo!
A todo esto, por supuesto, tengamos en cuenta que Dios es el origen de la Navidad, de la gratitud y de la esperanza. Enfocar nuestros pensamientos en eso nos ayudará a no solo superar este tiempo navideño, sino a encontrar contentamiento en él.
• 1 pavo
• 2 libras de carne de cerdo
• 1 cebolla
• 4 papas sancochadas
• 3 tomates
• 6 huevos cocidos
• Aceite
• 5 onzas de tocineta
• 30 guindas grandes sin semillas
• 8 onzas de nueces peladas
• Vino blanco
• 2 cubitos de pollo
Días antes de hornear:
1. Limpie el pavo. Frótelo con limón y sumérjalo en agua, por lo menos, hasta la mitad del pavo. Colóquelo en el refrigerador cubierto de un día al otro.
Al día siguiente:
2. Saque el pavo y, en el agua, agregue sillao (peruano), sal, limón, ajo y pimienta al gusto. Luego vuelva a colocar el pavo en el agua hasta el día siguiente.
Al otro día siguiente:
3. Prepare el relleno para el pavo.
4. Sancoche la carne de cerdo en poca agua y sal. Córtela en cuadros. Haga lo mismo con las papas. Corte las guindas grandes, los huevos y las nueces. Si desea añada pasas. Mézclelo todo.
5. Fría la tocineta y retire de la sartén. En el mismo aceite, fría ajo, cebolla y tomates picados, agréguele pimienta y comino. Fría hasta que se convierta en una pasta, agréguele un poco del agua en la que cocinó el cerdo.
6. Incorpore el resto de los ingredientes y sofría mientras va agregando 2 cubitos de pollo en una taza de agua. Saque el pavo del agua y rellénelo con la mezcla. Luego, inyéctelo con el vino blanco por todas partes.
7. Una vez rellenado se cose y se le coloca una manzana en la rabadilla. Las alas y los muslos se forran con papel aluminio. La parte de la pechuga se frota con mantequilla o aceite y se forra también con papel aluminio. Cocine el pavo por 3 horas, aproximadamente a 300° F.
8. Mientras se cocina, báñelo con la misma agua en la que se remojó.
• 2 cucharadas de cacao en polvo
• 1 cucharada de agua
• 1 taza de azúcar
• ½ taza de mantequilla
• 2 huevos
• 2 cucharaditas de extracto de vainilla
• 200 gramos de harina de trigo
• 13/4 cucharaditas de polvo para hornear
• ½ taza de leche
1. Precaliente el horno a 180 °C. Engrase y enharine un molde para 12 cupcakes o utilice moldes de papel.
2. Mezcle el cacao con el agua hasta formar una pasta. Reserve.
3. Bata el azúcar con la mantequilla en un tazón mediano, hasta que se vuelva una crema. Sin dejar de batir, agregue los huevos, uno a la vez, luego incorpore la vainilla.
4. Mezcle la harina y el polvo para hornear. Agregue al tazón con la mantequilla y revuelva bien. Añada la leche poco a poco, sin dejar de mezclar, hasta tener una masa homogénea.
5. Vierta la mitad de la masa en otro tazón. Añada el cacao y mezcle bien. Llene 3/4 de cada moldecito para cupcakes con la masa de chocolate. Repita el procedimiento con la masa de vainilla.
6. Hornee los cupcakes entre 20 y 25 minutos. Estarán listos cuando al tocar la superficie suavemente con los dedos, esta regrese a su posición original. Deje enfriar completamente antes de embetunar o decorar.
Puede comprar glaseado de distintos colores o blanco, y teñirlo con colorantes para comidas.
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