Escuela Cristiana Misionera San Miguel del Monte Buenos Aires, Argentina
PROYECTO INTERDISCIPLINARIO DE ESCRITURA CREATIVA
Participantes: Alumnos de segundo y tercer a単o de la ESB
Presentación. El presente proyecto incluye a alumnos de 2° y 3° año de ESB. Uno de los objetivos del proyecto fue vincular de manera interdisciplinaria las materias de Prácticas del Lenguaje en el ámbito literario y Geografía. La propuesta del mismo también estimuló a cada uno de los alumnos a la escritura creativa de cuentos cortos pertenecientes al género fantástico, recreados en el ambiente geográfico estudiado en el ciclo lectivo correspondiente. El principal interés del proyecto fue que los alumnos lograran producir cuentos fantásticos breves, permitiéndoles desarrollar sus conocimientos, su capacidad creativa, y el disfrute por la escritura. Los resultados del mismo son evaluados y expuestos en el presente material. Profesoras a cargo: Sirley Díaz Torres Carolina Heredia
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Del hermoso espejo a los feos mundos Un día una joven muchacha volviendo de visitar a su familia, tenía que tomar el tren. Estando en la estación en el desierto, vio un lindo terreno con flores y árboles frutales. Luego de haberse dado vuelta para ver si venía el tren, miró otra vez ese lugar el cual la hacia sentir inspirada. Se dio cuenta de que el lindo lugar había desaparecido y vio un puesto de artículos antiguos en el cual encontró un hermoso espejo. Preguntó cuánto costaba, y la señora le dijo que se lo regalaba. Apenas llegó a su casa lo colocó en la sala. Cuando fue a mirarse, vio que en el espejo se veía un feo paisaje en el cual había lava, aire tóxico y agua de la más pura, todo eso mezclado en un solo océano cerca de la playa. Después que entró en el espejo, se dio cuenta de que aunque gritaba y lloraba no podía salir del espejo ni de ese horrible lugar. Por Natanael Copello
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De la tierra a la nada Era un día caluroso, yo iba caminando en medio del desierto por unas vías de tren muy particulares. Aislada de la ciudad y de ruidos molestos me dirigía hacia donde esas vías me llevaban. El tiempo pasaba y cada vez más sola me sentía, de repente escuché un ruido como de trompetas, miré hacia abajo y un enorme tren salió de entre la arena. El tiempo se me había acabado el tremendo animal me habló, y no supe nada más. Por Agustina Brandan
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El espejo Una mujer estaba escalando la montaña con mucho frio, la nieve le caía encima, la presión iba subiendo, mientras que la temperatura iba bajando cada vez más. Cuando de repente divisó a lo lejos una casa antigua, que parecía abandonada, entonces se apresuró a ir a ella. Al entrar comenzó a investigar la casa. En una habitación vio una cama, un espejo. En ese cuarto, no había ventana, pero escuchaba el sonido de las olas. Cuando se acercó a verse en el espejo, vio su figura y detrás una playa. Curiosa se aproximó cada vez más. De repente se encontró en otro mundo, con personas extrañas, desconocidas, donde las plantas crecían enormemente. Ella estaba desconcertada. Nunca supo a dónde ir. Por Florencia Farías
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El espejo viajero Roberto era un niño se San Miguel del Monte. El vivía con sus padres y era un niño de pocos amigos. Soñaba con conocer el mundo en cinco horas. Un día salió a caminar por la hermosa laguna, observó como crecían los árboles, las flores, las plantas. De repente encuentra un bello espejo tirado dentro de un bote. Se miraba en él cuando vio reflejado todo el mundo, se podían observar las selvas de Argentina, la nieve de Alaska, se podía observar el mundo entero. Entonces Roberto intentó meterse en el espejo, y lo pudo lograr. Él cumplió su sueño de visitar todo el mundo en cinco horas. Por Enrique Fernández
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El reemplazo Corriendo me subí al tren. Ya era tiempo de irme. ¡Haber hecho lo que hice no tenia perdón! Al subirme al tren una sombra sentí. Sin darle importancia me senté en el primer asiento. Rápido llegó la noche. De una larga siesta desperté y a mi lado estaba él, mi hermano, al que yo había matado. Me bajé desesperado del tren. Me encontré en un bosque tenebroso. Mi hermano con una luz brillante hizo que desaparezca, al abrir mis ojos me encontré en lo más alto del cielo. Pero descubrí que en el lugar donde debería estar él estaba yo.
Ailen Jazmin Pellegrino.
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Antártida Un día salí a un parque de diversiones… pero en un instante todos habían desaparecido, y yo me quedé sola. Entonces decidí ir al laberinto, entré, y empecé a caminar sin rumbo. Estaba perdida. En un momento, cuando no me di cuenta, todos los monstruos del parque empezaron a perseguirme, y yo empecé a correr, y ¡a correr! Y de repente, estaba en la Antártida. Todos los monstruos marinos comenzaron a perseguirme también, ellos comenzaron a gritar y decirme que yo tenía que salvar su hábitat y que tenía que cuidarla, para salvar sus vidas. ¿Qué hacía una manada de animales y monstruos hablándome? No entendía… Después de todo, desperté, y me di cuenta de que tengo que cuidar mis alrededores. Ahora soy feliz en el lugar que vivo. Mariuxi Fuentes Rivadeneira. Por Mariuxi Fuentes Rivadeneira
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El extraño mundo submarino Manejaba mi automóvil mientras comía una manzana camino al trabajo. De pronto todo se oscureció y se escuchó un estruendoso sonido. Yo cerré los ojos por un segundo, al abrirlos me encontré debajo del agua, rodeado de raras criaturas marinas. Me asusté y corrí hasta llegar a un lugar repleto de espejos, me miré y vi que estaba convertido en una mutación de casi todos lo seres marinos. Se me acercó uno de los seres y me calmó. Aprendí a convivir con ellos y viví el resto de mi vida en el extraño mundo submarino. Por Alan Bascur
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El Páramo Cierta mañana me desperté temprano, me había molestado la luz del sol que se asomó por la ventana, y el sonido del viento. Me había pasado la noche desvelado y caminando por el páramo que se ve a través de mi habitación, pues es un lugar que me llama mucho la atención. Durante la noche siempre escucho extraños sonidos provenientes de allí. Esta noche debería salir por Última vez. Allí en el páramo encontraré a un hombre que será necesario destruir. Por Claudia Rodríguez
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El laberinto de oro Iba caminando por la calle, era un caluroso día de primavera. Estaba camino a mi casa cuando vi que del piso brotaban unas ramas amarillentas con hojas doradas. Crecían por todas partes rápidamente y en unos instantes me encontré rodeado de frondosos arbustos del mismo color de las hojas y que formaban unas especies de pasillos sin fin. Me pellizqué pensando que era un sueño pero no sentí ni vi ningún cambio. Caminé hasta el anochecer, pasillo por pasillo volviendo cada vez que me encontraba en un callejón sin salida, hasta que me di por vencido. Estaba seguro que no iba a salir nunca de ese laberinto encantado. Me quedé dormido,totalmente agotado y cuando desperté todo volvió a la normalidad menos la calle, en la carretera quedaron varios agujeros profundos y habían esparcidos por todas partes cientos de hojas doradas. Por Mathew Muñoz
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De regreso a casa Me levante más temprano que nunca. No había dormido en casi toda la noche. La emoción era muy grande. Venía esperando este viaje hacía mucho tiempo. Lo planeaba desde los 10 años. Ahora que cumplía 30, lo haría. Había llegado la hora. Subí al tren. ¡Esto me traía tantos recuerdos! De eso se trataba el viaje, de recordar cosas. Me senté, comencé a mirar hacia afuera, veía el campo, el pasto, los animales, las vacas, los caballos, que poco a poco fueron cambiando por ovejas, por pequeñas elevaciones y más tarde por montañas. Esas montañas típicas del lugar donde había pasado mi infancia. Fue un viaje largo sentía que habían pasado años y años. Quería ver a mis abuelos, a mis papás después de todo ese tiempo sin verlos. Los necesitaba, siempre pensé que ese accidente había sido muy injusto, ellos no debían morir y dejarme solo a mí. Poco a poco el tren se detuvo, me bajé y allí estaban. Fui corriendo me lancé a los brazos de mi padre. Mis abuelos me saludaron muy cariñosamente y me fui a caballito de mi papá. Después de todo yo era un niño de 10 años. Por Erica Hanson
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El secreto de mi ropero Al despertar una calurosa mañana descubrí en mi habitación que mi ropero tenía un agujero. Intenté arreglarlo pero terminé cayendo al otro lado. Al levantar mi mirada descubrí que dentro de mi ropero había un mundo distinto. Comencé a caminar por el frío lugar, en un momento me perdí totalmente y no tenía a nadie por ahí. Pero escuché un ruido, era un hada que me guió hasta la salida. Desde ese momento sigo visitando mi ropero. Por Débora Musaccio
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El laberinto sin fin Caminando muy triste iba yo, ya no me importaba nada más, solo deseaba encontrar la gran salida de este laberinto. Nunca supe cuál fue la entrada ni cómo llegue aquí, solo sé que me encontraba rodeada de árboles como si estuviera en una gran selva, sola, con el ruido de los animales y el gran viento que me comenzó a arrastrar por todos lados. Han pasado muchos años y todavía sigo soñando con encontrar la gran salida de este laberinto sin fin. Por Johanna Perezlindo
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El tren del tiempo Un día, un viajero muy famoso decidió salir de casa para explorar zonas desconocidas por él. Una vez encontrado en las afueras de la ciudad comenzó a caminar. Vio un tren viejo, oxidado, arruinado y largo. El viajero curioso decidió entrar, recorrió todos los vagones sin encontrar nada, hasta que llegó a la locomotora y vio una palanca de oro brillante. El accionó la palanca y en un abrir y cerrar de ojos apareció en un lugar oscuro, flotando en medio de la nada de donde no pudo ni volver al presente ni al futuro. Por Alejo Biscaldi
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El Tren Infinito Eran las 6 de la mañana. Las horas no pasaban más. Ya quería que llegara, que llegara el tiempo de irme a ese lugar tan esperado por mí hace semanas. Al fin llagaron las 7. Me levanté y me preparé para salir a tomar el tren, el cual me iba a llevar a mi destino. Ya en el tren, dormí todo lo que no había dormido por la ansiedad de este gran viaje. Viajaba, viajaba y viajaba, eran impresionantes todos los lugares por donde pasaba, la selva con árboles enormes llena de vegetación, cantidad de animales feroces y hermosos. Luego por montañas rocosas, con pequeñas porciones de nieve en las puntas, y otros lugares más. Pero ¿cómo era posible que pudiera ver todo eso? Supuse yo, que era porque estaba soñando, pero no lo sé, porque me había despertado y el tren en el cual estaba iba por las nubes, rodeado de aves. Hoy en día sigo viajando, conociendo más lugares, y hay lugares que me sé de memoria. Todavía no sé cuándo mi tren se va a detener, pero el tiempo sigue y sigue pasando. Por Lourdes Valenzuela
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El viejo sauce Era un día soleado y muy lindo. Me encontraba sentada bajo el viejo sauce que quedaba cerca de aquella estación de trenes donde me la pasaba jugando en mi infancia. Yo comencé a recordar algunas cosas de aquel tiempo, pero había muchas otras que yo ya no recordaba. De repente escuché una dulce voz que no sabía de dónde venía, entonces me di cuenta que era del viejo sauce. Después de ese día todas las tardes vuelvo a hablar con el viejo sauce. Por María Piccolo
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Por siempre verde Desperté, pero no en mi cuarto, no en el lugar común de todas las mañanas. Fue raro, pero me acostumbré. El silencio llenaba el espacio. Todo era verde y callado. A lo lejos se veían las montañas y algunas casas pintorescas a los pies de estas. Deseaba llegar allí para saber cómo volver. Había un problema, para llegar allí debía elegir entre muchos caminos. Me había invadido el miedo y la indecisión. Decidí dejar eso de lado y elegir un camino. Intenté muchísimas veces, pero nunca encontraría la salida. ¡Me encontraba en un enorme laberinto! Renuncié a seguir, me senté a llorar y a pedir ayuda. Pero era inútil, nunca nadie me escucharía. Me dormí de tanto llorar. Cuando desperté estaba en un cuarto lleno de telarañas y plantas. Corrí ala ventana y solo se podía ver un gran paredón verde. Salí y vi que estaba en una pintoresca casa al pie de una montaña. Creí que era un sueño y sí, lo era. Era un sueño interminable. Esa era mi realidad ahora y debía acostumbrarme. Debía vivir toda mi vida allí, en un laberinto verde, por siempre verde. Por Eugenia Vázquez
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Jugo de manzana En un día muy caluroso un hombre se levantó de dormir, como tenía mucha sed fue a la cocina y se sirvió en un vaso agua de la canilla, se dio cuenta que sabía a jugo de manzana, se sirvió nuevamente y también sabía a jugo manzana. De pronto sintió un ruido y se despertó, era un sueño, para comprobarlo se fue se sirvió agua otra vez y también sabía a jugo de manzana. Por Maxi Barrera
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El accidente Me encontraba en un lugar familiar y extraño a la vez, era una extraña clase de selva, un laberinto interminable de árboles, helechos, y lianas. De repente recordé que mi avión se había caído en la selva amazónica. Solo yo sobreviví. ¿Qué iba a hacer? ¿Cómo saldría de ahí? Eran las preguntas que me perturbaban. Y de pronto lo vi, con su esplendorosa belleza, era un tucán con colores exuberantes que parecían de otro mundo. Empezó a volar y en ese momento no pude evitarlo era algo que no podía evitar, aleteé y aleteé, y así comencé a volar. En ese instante desperté. No iba en un avión, no me había caído, solo descansé de mi vuelo y sin querer me dormí. Por Ezequiel Musri
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La manzana Todo comenzó aquella mañana en que hacía mucho calor. Una señora venía cansada y hambrienta después de un largo viaje de Paris. Ella llegó agotada a su casa, entonces fue allí que al asomarse a la ventana vio a su árbol que estaba lleno de manzanas, se asombró mucho al verlo, porque sabia que nunca iba a dar fruto. Rápidamente salió al patio y extendiendo su mano para arrancar una, vio que la manzana se negaba a ser cortada, de pronto escuchó una voz. Ella no entendía nada al ver que el fruto le comenzaba a hablar. Cansada de luchar, fue por un vaso de agua. Luego de beberlo se fue directo a su habitación, se acostó y trató de olvidar todo lo que había vivido en ese instante. Por Melisa Aguilera
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La Selva Atemporal Iba viajando en un tren por en medio de una clase de selva en la que todo era gigante. Me sentía extremadamente pequeño, pero además, solo, porque era el único pasajero en todo el tren. Comencé a sentir que los animales y plantas paralizadas querían advertirme sobre algo. No sabia ni dónde estaba, hasta que vi un cartel que decía: “Bienvenidos a la selva Atemporal”. En ese momento el tren paró, también mi reloj dejó de funcionar, seguro se había roto. Decidí bajar del tren para averiguar lo que pasaba. En ese momento ocurrió algo impactante. Mi cuerpo empezó a andar cada vez más lento hasta que en un momento, se paralizó. Desde ese día miro eternamente los animales y plantas que están paralizados como yo. Por Josué Luis
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La mujer de la calle Todo comenzó aquella mañana calurosa que caracteriza la provincia de San Juan; desperté con el cantar de los gallos y ese aroma a dalias que venia de atrás de mi casa, me levanté, me bañé, desayuné y tomé rumbo al colegio, en colectivo como todos los días. Cuando regresaba en el colectivo hacia mucho calor y yo venía comiendo unas deliciosas uvas, y sentía que todos me miraban, yo me sentía muy incómoda, pero me centré en la mirada de una mujer que caminaba en la calle, ella llevaba un bebé, me llamó la atención que estaba muy abrigada al igual que su bebé, en nuestra provincia es muy común que haga 39 grados o más y esa mujer iba muy abrigada. Yo la veía borrosa y era muy difícil seguirla con la vista, ella cruzó la calle y traspasó el colectivo en el que yo viajaba, y terminó desapareciendo. Me acuerdo de su mirada; porque en cada despertar veo cosas extrañas. Por Florencia Arias
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Un mundo nuevo y diferente Era un día lluvioso. Uno de esos días que dan ganas de quedarse en casa, al lado de la estufa mirando por la ventana. Fueron pasando los minutos y me dormí. Más tarde me desperté y decidí ir al espejo del pasillo a peinarme. Cuando llegué, vi que el espejo estaba todo tembloroso, como arena movediza. Me pareció raro, entonces quise tocarlo, pero no pude porque mi mano se hundió en él. Entonces empecé a pasar todo mi cuerpo, y en un abrir y cerrar de ojos me encontraba en otro mundo, un mundo diferente donde el clima era otro, el calor era abundante, las flores crecían por todos lados y los rayos de sol iluminaban los bordes de las altas montañas. Nunca más encontré la salida para volver a mi mundo real, por eso es que hasta ahora vivo mi vida aquí. Por Federica Avaca
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Sin salida Me encontraba perdida, todo era borroso, solo podía ver grandes arbustos verdes. Qué crueldad la de mi padre al ponerme en ese sitio. No podía comprender por qué lo había hecho. Me encontraba sola, confundida. Decidí tratar de concentrarme y pensar cuál podría ser el lugar donde yo estaba ubicada. Todo era verde y muy fértil, pero no era natural. Alguien había puesto un especial empeño en mantener ese hermoso lugar tan bien cuidado. Los arbustos estaban cortados de una manera muy prolija y naturalmente eso no se ve. Empecé a caminar tratando de encontrar una salida, ¡Eso era! ¡Estaba dentro de un laberinto! La emoción en un momento me colmó, pero al instante me di cuenta de que eso no era muy bueno, ya que sin un guía sería muy difícil escapar. De repente vi a alguien pasar, me pareció una figura conocida. La seguí y la seguí, cuando finalmente en un rincón bien escondido pude ver la figura de mi vieja amiga Clarisa, ella también estaba perdida. Me paré frente a ella, le hablé, le grité, hice todo lo posible para llamar su atención, pero no había caso, ella no me veía. Entonces recordé aquel triste día en que yo, desconsolada por no encontrar una salida a ese laberinto, encontré mi muerte… mi amiga se encaminaba a la suya. Por Lilén Fiordelli
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UN PASEO POR EL LABERINTO Mi familia y yo nos habíamos ido a un parque en la selva Amazónica. Yo había elegido entrar a un laberinto. Mientras íbamos caminando vi una araña extraña, entonces me acerqué. Me había entretenido tanto que mi familia ya se había ido y me habían olvidado. Me había perdido en el laberinto, era gigantesco. Las paredes eran muy altas y estaban forradas con plantas. Habían pasado dos horas y me estaba muriendo de calor y de hambre, entonces empecé a gritar a ver si alguna persona me escuchaba. De repente me vino un sueño profundo. Cuando me desperté vi que mi familia y otras personas estaban alrededor mío. Por David Padrón
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La isla de las Manzanas Yo iba en mi nave viajando cuando de repente se me cruzó un misil y dañó mi ala izquierda, enseguida cuando salí por la cápsula abrí mi paracaídas y caí justo en una isla muy rara, con una misma vegetación . El lugar era muy cálido y húmedo y repleto de árboles de manzanas, empecé a buscar gente pero todo se veía muy desértico. Cuando comprobé que no había nadie perdí toda posibilidad de ayuda ya que no había señal y no conectaba ningún aparato electrónico. Entonces diseñe un procesador de jugos con objetos de la isla y produje jugo de manzanas, viviendo de ellas, y llegué a producir tanto jugo que lo derramé en el mar y fantásticamente se convirtió en jugo de manzanas. Por Marcos Pirani
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Una llamada desde el vacio Un día una mujer caminaba rápidamente, iba escuchando el sonido de las olas por detrás. La gente estaba riendo y divirtiéndose a su alrededor Mientras ella iba transpirada por el calor intenso, intentando llegar temprano a trabajar. Cuando se detuvo a refrescarse con un delicioso helado le sonó el celular, Al atender le resonaba en sus oídos una voz metálica. de repente, todo lo que había a su alrededor comenzó a desaparecer y todo se tornó negro. Cuando menos se dio cuenta cayó en el vacío del universo. Por Gimena Fink
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A través del espejo Me levante; preparé el desayuno como todas las mañanas. Me fui a mirar al espejo, pero no logré mirarme, el espejo ya no era el mismo. Sentía algo muy raro dentro de mí, como si algo fuera a suceder. Lo que sentía era inexplicable. No le di mucha importancia y continué con mis actividades. Sin embargo, no pude resistirlo, me dirigí otra vez al espejo y cuando levanté mi rostro para verme, vi un mundo distinto, estiré mi mano y logré tocar lo que había del otro lado. Era como mirar una película a través del espejo. De repente, sin darme cuenta, yo ya no estaba en mi departamento, sino en el mundo dentro del espejo. Me encontraba en un lugar cálido, pero húmedo, enriquecido de flora y fauna. Caminé y caminé para ver si podría encontrar ayuda, pero no, lo único que podía encontrar eran grandes árboles, arbustos, y animales salvajes. Todo era tan verde que me mareaba, pero sin embargo me sentía como en casa. De repente caí dormido; y me desperté con el gran rugido de un puma. Por Martina Piccolo
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¡Una mirada al fantasma! Un lunes a la noche en un lugar frio lleno de árboles extraños había una mujer que dormía tranquilamente. Al despertar, la muchacha vio un extraño fantasma que estaba escondido detrás de grandes arbustos. Con solo una mirada la muchacha desapareció. Sin saber nada, el fantasma quedó sorprendido de lo que había ocurrido. Por Luisina Montú
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Mi deseo Soñé que viajaba en el tiempo a través de un tren, tenía muchas ganas de viajar a París. Ya era hora de dormir, cuando me acosté cerré los ojos y me puse a pensar en la torre Eiffel; cuando de repente abrí los ojos, aparecí en el mismo tren de mi sueño y cuando me asomé por la ventanilla me encontré con la torre Eiffel. Por Agustín Poloni
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Perdida en su mirada Su mirada era simplemente hermosa. Los ojos claros como agua pura y cristalina que cae por la catarata de un frondoso bosque. Me perdí entre gruesas hojas verdes y grandes árboles. Su mirada era adictiva. Me costó mucho despertar. Ahora, no lo niego, extraño su mirada, pero me consuelo mirando las cataratas y teniendo la falsa esperanza de que un día me va a encontrar, por más perdida que aún este. Por Giuliana Rasente
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¿Qué pasó con Josefo? Todo comenzó con el sueño de Josefo. Él era un muchacho muy hábil con esa tabla con ruedas llamada skate. Él vivía muy cerca del Cerro Aconcagua y no tenia un espacio para andar en skate junto a sus amigos. Su sueño era que le construyan un skatepark cerca de su vivienda, así podría practicar sus trucos y divertirse con sus amigos. Josefo un día se animó y fue a pedirle al intendente que por favor le construyera una pista. El intendente Rodolfo aceptó su idea y le dijo que la construirían. Josefo fue muy feliz a su barrio a contarle a todos sus amigos. Dos meses después el skatepark se inauguró con skaters famosos, pero las personas miraban a su alrededor y no encontraban a Josefo, pero el sentía un “cosquilleo” cada vez que alguien se tiraba sobre él, la rampa. Por Pablo Casiva
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