De las últimas cosas

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DE LAS ÚLTIMAS COSAS N A D I A M O N D R A G Ó N - TA N I A FAV E L A - K A R E N P L ATA LU I S V E R D E J O - J UA N M A N U E L P O R T I L LO

Salto de mata



De las Ăşltimas cosas



NADIA MONDRAGÓN TA N I A FAV E L A K A R E N P L ATA LU I S V E R D E J O J UA N M A N U E L P O R T I L LO

DE LAS ÚLTIMAS COSAS

Salto de mata


De las últimas cosas ©

Primera edición en Salto de mata Portada de Luis Verdejo© Ilustraciones: Luis Verdejo©, Nadia Mondragón© Diseño por Karen Plata ISBN en trámite México, 2020


COLECCIÓN PECES DE PLATA



NADIA MONDRAGÓN TA N I A FAV E L A K A R E N P L ATA LU I S V E R D E J O J UA N M A N U E L P O R T I L LO


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Nadia Mondragon



hojas que no caen detenida la tarde -no se detiene nuncaecos de lluvia movimientos - movimientos ramas como ramas el papel y la tinta lejos del papel

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todo esto son palabras son días en una sucesión de palabras palabras que no pueden tocar la realidad a veces se describe la higuera se come el higo se le da una probada de esto a otro a veces no se puede pensar en la higuera sin palabras unas imágenes que destruyen la mirada el ánimo matan al pájaro torturan torturan - todo – muelen a palos a golpes con la mirada el jardín y los que estaban en él desaparecen - entonces queremos olvidar la estupidez y aparecemos pájaros y plantas de salvia bosques y montañas descansamos en el poema 14


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en un pueblo situado en la ruta de la seda (en los confines del Turquestán chino) había numerosos monasterios budistas donde aparecieron las impresiones infinitas de imágenes de Buda eran series repetitivas de una misma imagen xilográfica organizaban los libros en rollos - las hojas - el papel – otra concepción monjes budistas meditaban afuera las hojas se movían la montaña siempre la montaña unas líneas en el camino

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después de haber estudiado con numerosos maestros taoístas vivió cuarenta años en la misma ciudad nadie lo conocía decía que su espíritu se había integrado a lo absoluto y su cuerpo disuelto en él raíces hierba que crece en unas páginas traducidas del chino no encontré las palabras - yo era parte de la mañana de un pájaro sólo un pájaro que cantaba atravesaba las voces un signo un siglo un sedimento nunca silencio no todo no nada algo algo quizá el viento

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el libro impreso más antiguo es el “Sutra del diamante” permaneció oculto en una de las cuevas de Mogao en China hay fechas que indican días y años precisos de impresión y distribución la cosa es que hace 1145 años fue autorizado estampado 600 años antes de Gutenberg un sutra es un texto que recoge las palabras de Buda todo consistía en memorizarlo y luego en transmitirlo de generación en generación monjes eruditos pergaminos de cinco metros de largo en las cuevas selladas de los mil budas precipicios arenosos pulpas vegetales hojas pulpables retirar la corteza de la madera luego todo se tritura el principio es siempre vegetal para cualquier cosa divina la hoja la no hoja la escritura del poema

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poemas paisajes paĂ­ses elevados un lugar para vivir la plenitud viene abrazando tu poema

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toda la oscuridad y la luz son palabras no hay bosque sin árboles ni pájaros hay sólo una memoria alguien te leía sus poemas y entonces aparecía toda la vida de las cosas la palabra y su poder más caminos se abren lugares para recorrer personas que te esperan esto que a veces parece no termina viene de ahí de eso de esa voz nítida tan nítida una mano firme una vida transcurrida - hay dulzura en los maestros no olvidar lo aprendido otra mano toca tocará siempre la hierba haciéndola crecer aún bajo la piedra 21


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Karen Plata



Un pรกjaro canta sobre un muro de ladrillos rojos. Es un ave negra de pico corto y puntiagudo. A un lado, la abuela teje un mantel de flores. Sus manos largas y blancas enredan un hilo sobre otro, nudos en forma de claveles que por mรกs que intento no puedo repetir. Ha empezado a llover y la lluvia golpea sus cuerpos. Abuela no mira la lluvia. El ave, en cambio, agita con fuerza sus alas. Mira cรณmo su ropa se va volviendo oscura y pesada.

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Entre la cocina y el cuarto que usamos de invernadero algo se desvanece entre las brasas de una fogata ahora hay pasto donde antes había un camino una mancha de tinta hace un camino donde ya no crecen vacas ni pasto. Donde ya no crecen porque se ha ido el olor a lima recién cortada. Donde supongamos había cinco niños y una mano repartía los gajos. Donde supongamos todos sonreían con sus pocos dientes.

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Este camino lleva a casa. Por este camino han pasado vacas y bueyes antes, también un río y dos filas de árboles a los costados. Antes siempre tomaba este camino. Ahora este camino es viejo y es imposible tomarlo. Creció el pasto, creció el río, yo no crecí más pero pasó tiempo.

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Allá había, un olor pegado a la ropa. Sobre la repisa fotografías enmarcadas, una fila de niños con las bocas abiertas hacia los lados, una pelota amarilla con ojos, una mujer sin dientes.

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Una vez intentamos sembrar algo, un jitomate. ReĂ­mos y culpamos al clima, la tierra, las semillas.

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Un día, decidí guardar algo. No sé bien por qué pero decidí guardarlo. Era un hueso de mango, un hueso que mamá tiró tras quitarle la carne y que saqué del bote. Dejé tres semanas el hueso en un rincón de la casa, hasta que los pelos del mango se apretaban contra su cuerpo. Él, todo él, se había quedado seco, era una momia amarilla.

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Sobre un listĂłn negro tres gallinas cuelgan de sus patas. Sus bocas abiertas esperan una fila de dientes. Los niĂąos pasan corriendo.

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Un auto azul espera en la bahía. El motor encendido, las ventanas cerradas, los vidrios empañados. Por momentos me gustaría ser él, el hombre que empuja con su palma derecha dos, tres veces el claxon de aquel vehículo. Tan a punto de irse.

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Juan Manuel Portillo


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Bajo cero (fragmentos)

Primero un ardor fino, como un roce, en las mejillas, en la frente; se extiende hasta los párpados. Un ardor de alfileres; se extiende hasta los párpados pero en lo ojos no se siente. El frío entra como luz a la mirada, los alfileres se han sumado al aire. Un resplandor entre rosa y violeta se desprende de los edificios. La ciudad entra así, poco a poco, en la noche.

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Unos minutos de exposición producen un dolor intenso. Los dedos desarrollan otro tacto, como de objeto, una extraña madera o muñón. El dolor crece a cada minuto y llegaría el momento en que el apéndice, ya inútil, se desprendería; como esos animales que abandonan un miembro para burlar la muerte.

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Las grandes masas de agua se acomodan, crujen, buscan su fijeza; pero hay un frío más hondo y hay corrientes que jamás reposan. Nadie se adentra ahí. Materia de leyenda, de mitologías, son esas aguas.

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Un paisaje barroco al mediodía, el cielo; una celebración: pequeñas catedrales suspendidas, o cayendo tan lentas. Quise atrapar algunas con mis manos, se deshacían; las de mi abrigo, en cambio, duraban como esferas. Mi avidez de organismo las derrite pronto, viola su espacio curvo -mi calor de materia animal. Pero las más pequeñas se adhieren a mi manga. Camino con ellas, como árbol ambulante, con mi brillo acuático.

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La nieve no pesa. O así es al principio. Pesa la acumulación, como témpano. Pesa el quererla desplazar, cuando queremos imponer nuestro ritmo. Los animales no la desplazan. Ya estaban aquí. Les robamos las pieles para vivir con ellos. Tomamos por asalto lo que ya estaba y lo llamamos naturaleza. Nos tranquilizamos. La llamamos madre. Pero robamos. Una especie de ladrones, eso somos, una especie embustera. ¿Pero cómo llegamos, de qué huíamos?

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Dos piraguas de hielo navegando río abajo. Lentas. Desintegrándose por dentro. Una tenía forma de punta de flecha. Avanzaban contra una hilera de árboles reflejados, desprendidos de los árboles reales, también desintegrándose con la luz de la tarde.

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Vi un témpano de hielo hundiéndose en el río. Era un naufragio y un renacimiento. Era una superficie gozosa también, una pista de baile. Una forma que se hunde con el secreto de su geometría.

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Por primera vez en meses nos asomamos por arriba del cero. Punto de congelación. Esto no lo puede inventar un lenguaje. Se requiere de un sujeto que emerja de ese punto, que sienta, que camine de nuevo con la piel expuesta. Que observe. Por ejemplo: las ramas de los árboles con bolitas de nieve derritiéndose, las gotas como esferas en su extremo. Se requiere un sujeto que observe el dibujo del árbol contra el fondo gris. Un cielo de oscuridad variable. O un fondo blanco contra el cual se dibuje mi impresión de ese cielo. Una página.

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Luis Verdejo



Operario de la robustez

Así que acallar y callar no son los mismos: esos rectángulos allá amontonados sobre esas montañas están amplios de rumor como a los niños que pasan gritando en un túnel extremo no se podrán acallar.

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Estás comenzando a entrar en otra espuma desconocida: el verano líquido regresó con hervor y tierra de irrigación. Estate atento: de la pelota ni la piedra se sabe la trayectoria de su medida ni dónde cayó. No se dirá hoy cadáver: el agua ha anegado al árbol y así se abre su sueño de raíz.

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Estos pastos en tu frente reproducen las extensiones desérticas. Una mirada superficial en la materia relumbra como si hubieras comido cacto en Estación Wadley. La construcción del edificio en sus resinas es la prueba de nuestro origen dolménico y nuestro futuro dolménico y del vivir se hablará poco o nada, así el vapor sube cuando se corta el paso. Aquí las resinas prevalecen desérticas: se aparecerán verdes cuando surjan del mar. El mar no es materia dolménica, sino la cabeza de la construcción.

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Al igual que las cataratas no remontan, pero se escurren a la izquierda sin deseo de caer, su ley de gravedad se altera. Se olvida la ortografía como el niño sin memoria/ distraído/ o que no entiende la secuencia que debería alterarse de las palabras. El timbre sonó, entonces los niños gritan. La ley universal al obstaculizar la salida del gas de la parrilla, se ahoga, se fuga, encuentra su flujo: combustión: se quema o se explota. En estas palancas se juegan otros mecanismos.

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Le llega la señal a la mano antes de poner el lápiz sobre el papel ahuesado para no desear representar esa flor de eucalipto desconocida o inexistente ante los ojos del observador. La mímesis inexacta o el aburrimiento de la reproducción de una imagen que se borra en una nube de garabatos, como si una serie de hilos se volviera tridimensional o alambre: es como seguir el rastro de una madeja intuitiva. Pero cortándole el paso a una fuerza como la de una ola de dos metros en el mar, se trata de visualizar cómo la punta del lápiz altera voluntaria o involuntariamente/ diría un observador malicioso/ sin pericia/ los ángulos y curvaturas de los pétalos de la flor de eucalipto, collar, constituida por un lado gris-plomo, color de ciertas calabazas tiernas. Es lo único que debería importarnos.

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Cuando corre el agua hacia el limo oscuro deja suspendido un torbellino minúsculo. Las máquinas imitan sonidos naturales al activarse. En los momentos más fríos del año un árbol chilla animal debajo de la puerta. Una ventana es un torbellino. Aunque se cierren las cortinas, un árbol intenta penetrar en la casa: quiere trocar su ser público privado. Un muchacho suspira, se queja, se suena la nariz y se activa su sonido de máquina. En instantes robados a fuerte somnolencia, ciertas máquinas respiran. La pigmentación del marco de la ventana se altera por el calor del verano o la sombra. Cuanto más largo sea el intervalo del vaivén en el columpio, el hormigueo en las costillas del niño es más intenso y persistente. Un árbol es un torbellino.

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Sí se acertará al señalar que el zanate utiliza un método al detenerse exacto en una cerca blanca y después, en un parpadeo, levantar el vuelo hacia no se sabe dónde: es como un árbol talado cayendo sin ruido en una ciudad vacía, nunca un bosque: la forma entera (no el contorno) entre secuencia y azar: la contemplación del dintorno en movimiento y reposo, lo estable pasajero. Aún embotado por la nube de la incertidumbre en ascuas, se aclara lo visual. La misma actitud lo embarga al luchador de Sumo ante su oponente: enfrentarse embistiendo o posibilitar que el empuje del otro (al salir de su trayectoria y tocar con dos dedos su cuello), lo saque del círculo. Embestir: una fuerza conmovida o nerviosa; una cornamenta en empuje: un cuerpo común, un cuerpo hecho de un conjunto de unidades ramificadas, de elementos indivisibles circunscritos, de líneas maestras, direcciones, nunca un contorno, sale disparado desde dentro. El esbozo en peso y tensión de lo aéreo y lo espacial.

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tania favela



De aire articulado

Quien cumple con la limpieza la emprende por el vacío el eterno pasatiempo

siempre al borde de ¿no ves que vas cayendo ya?

“el que parte limpia el mundo” (subrayas la frase) la sostienes ahí donde siempre hubo un ángel de pie de vuelta a lo real queda el centro de la tierra el niño que despierta, llora, balbucea, intenta decir mamá trastabillando es en este transcurrir que ocurre todo?... una nueva salida hacia las cosas o alguien que descubre una voz o algo así como decir: no estás en el suelo, estamos en el aire solitarios como nubes diciendo la palabra entonces

(a L.O.C a María José Cabezas)

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es como si hubiera un límite demasiado preciso —dos voces entran— casi susurrando algo así como moverse del sueño a la vigilia algo así como cortar una página en dos trazando una línea vertical

—dos voces— la muchacha y la vieja —murmullos—

(una se toca los senos, los sostiene agradecida) (crecen penosamente) tanteando el relato avanza… nadie habla, o hablan y no se escucha el río – los rieles —el puente que divide— demasiado preciso el límite como si hubiera una sola voz: (un viejo enloquecido que dice siempre lo mismo) —el trazo vertical desaparece— la historia se repite (la revuelta, alguien grita, fracasó) cristales rotos, cristalitos desparramados, así nomás…

(para Watanabe, desde Rosenda)

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Se trata de alguien que trata de anudar una red de alguien que toca apenas con la punta del dedo de huidas

de una señal

“casi todo me podía tocar” de cristalitos sueltos

de residuos

de un desplome de lo que a uno no le queda más remedio

—de eso se trata— de buscar una voz o voces

o mejor un rumor que se repita

aire articulado incongruente y sin elegancia

[ruidos-silencios-ruidos-silencios] se trata de alguien que alza la voz para decir (siempre detrás del sueño): eres un lazo, nunca de palabras o regresando de colores hacia atrás

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piezas a medio hacer —al parecer algo se ha roto— el equívoco— la identidad …y a quién le importa? (ella hace la natilla, los matices finos) eso es lo que cuenta piezas a medio hacer piezas sueltas: la anécdota es pobre, imprecisa —al parecer se ha roto algo— aire articulado la velocidad de las piedras sigue su rumbo la voz que nadie escucha “al fin uno siempre está sola” y a quién le importa? el rumbo de esa piedra

de esa voz:

“¡pedacitos, pedacitos no!” (gritó) dulce, tierna, boba —algo se ha roto— algo entre tantos pedazos, entre tanta voz que no se escucha (exclama) lo impensado —este desajuste de piezas— los matices finos suenan bajito

el cuchicheo en la cocina (recovecos

inútiles) la natilla está lista (algo rota) al final (piensa de mentiritas) el postre es lo mejor

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(para Regina, por su frase y para los alumnos del seminario de poesía)


(que no pase, que no pase, que no pase) entre el follaje de los árboles —lo sé— y los jacarandas tan lilas (la locura de ser mujer / la locura de ser / la locura silbando ni qué decir que el labio de la infancia disyunta la fatalidad “esos pastos infinitos por donde el viento pasa” y ese lila encendido la locura de ese hombre que corta las áreas verdes, compactas ¿qué sabes tú de él? del duelo patológico (la estupidez se instala y no hay nada que hacer) la molestia de seguir viviendo ¿quién se atreve a atrapar el labio inferior de la infancia? (áreas de desvarío) ahí todo se confunde en fin, evítenme dividir en flores lo que fui

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(cuando alguien dice “mi lote” pienso en el amasijo de carne que arrastra consigo) –este pensamiento lo vuelve a uno loco– puede referirse a los gastos sobre los que la vida se elabora puede referirse a cualquier otra cosa… todo lo demás es… la comedia, la comidilla todos hablan de él: el cuerpo entrecomillas / el cuerpo entrecortado ¿y la reputación? ¿las buenas cualidades?, la “puta” que lo parió apetito de vida el gusto y el gasto “…la salida del hombre de su culpable minoría de edad” y por la noche dos mujeres frías se ensillan –el bello sexo– (obsesionadas con el criterio de verdad) todo lo demás es ruido la hueca aspereza de la empatía “la coartada” hay que romper todas las cáscaras 78


cifras católicas (alguien soñó cifras católicas) y todo el mundo dice nada —ni restan ni suman— un poco de locura y patrañas y eso es todo ¿los pájaros chirrían? coyuntura, coyuntura, todo es coyuntura “¿cómo dar combate para defender una flor?” (de la flor y el león nace el poema) te ríes ante el escándalo: las cifras continúan en alza valor de uso / valor de cambio (lo explicaste tantas veces antes de irte al más allá) antes de jalar el hilo — el gatillo— y los gatos y la flor… (jardín es todo lo que queda) y el hambre un poco de locura y treinta gatos muriendo uno a uno en manos de la furia de la historia (tu historia) que se extiende ahora “como el hilo cuyo extremo se deja sin atar” (a enrique h. bustillo y a enrique verástegui)

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S OBR E LOS AUTO R E S

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NADIA MONDRAGON nació en la ciudad de México. Estudió la licenciatura en Lengua y Literatura Modernas Francesas en la UNAM. Es traductora del francés y también cuenta con publicaciones traducidas del portugués y del inglés. Colaboradora en diversas revistas de literatura y es traductora de subtitulaje para películas. Escribe poesía y ha sido reseñada en antologías como el Anuario de poesía del FCE y el de la UNAM. Imparte clases de francés desde el 2006, área donde ha elaborado material de apoyo para enseñar francés a través de la gastronomía. Es maestra de dibujo y grabado infantil, así como también imparte el taller de textos teóricos y de reflexión artística en el Taller la Imagen del Rinoceronte. Hace grabado desde 2018 y escultura en cerámica desde el 2012. .

KAREN PLATA (CDMX, 1986). Es autora del libro mamá es una nave (2007) y Retratos de Familia (Ganador del Premio Elías Nandino 2015). Sus textos han sido publicados en Líneas de fuga. Muestra de poesía mexicana contemporánea (1960-1986), El poeta y su trabajo, Reverso, Letras Libres, México 20 La nouvelle poésie mexicaine. Becaria del programa Jóvenes Creadores del FONCA (2008-2009, 2015-2016 y 2018-2019).

JUAN MANUEL PORTILLO (Cd. Juárez, 1967) ha publicado passwords (Mouthfeel Press, 2011), Bla (Mano Santa, 2015) y Vigilia (Salto de Mata, 2020). Autor de Deadline, instalación y performance (Maine 2016) y pieza sonora 83


de Emilio Hinojosa Carrión y Jorge Solís Arenazas (2018). Poemas y traducciones suyas aparecen en Ciudad negra. Antología de poetas de Ciudad Juárez 1980-2013 (Bonobos, 2018) y en publicaciones periódicas tales como Mandorla, Mula blanca, Plan b, Periódico de Poesía, Polis Poesía, La Jornada Semanal, Tierra adentro, Tragaluz, Oráculo, El poeta y su trabajo, Anuario de poesía mexicana, El coloquio de los perros y Aufgabe, Journal of Poetry. Es Doctor en letras latinoamericanas por la Universidad de California y profesor en Hollins University.

LUIS VERDEJO (Tijuana, B. C. 1967). Estudió la Licenciatura en Literatura Latinoamericana y el Doctorado en Letras Modernas en la Universidad Iberoamericana. Estudió una Maestría en Artes Visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, UNAM. Tomó talleres de Pintura con el pintor José Barbosa y de Dibujo con el Maestro Jorge Chuey. Actualmente trabaja en el Taller de Tizapán del Escultor Javier del Cueto. Ha realizado exposiciones nacionales e internaciones tales como Tijuana, Distrito Federal, Guadalajara, Puebla, L.A California y en Gata, España, (en la exhibición Art al Vent). Ha sido seleccionado en las Bienales de Escultura en Cerámica de Nuevo León, en la Bienal de Artes Visuales de Baja California, 2007, en la III Bienal de Pintura Pedro Coronel, 2012 y en la XVI Bienal de Pintura Rufino Tamayo, 2014. y en la I y II Bienal de escultura en cerámica en Tijuana, 20016 y 2018 respectivamente. Ganó una mención Honorífica en la XI Bienal de pintura Joaquín Claussel, 2015. En 2008 publicó el libro 84


Poemas de la mano izquierda y en 2017 Poemas de la musa negra, los dos en Editorial Textofilia. En 2018, El rumor de lo real: Conversaciones con el poeta argentino Hugo Gola en la Editorial Matadero. En 2020, Remaches, en la Editorial Mantra.

TANIA FAVELA(Ciudad de México, 1970). Cursó el Doctorado en Literatura Latinoamericana en la UNAM. Desde 1994 imparte clases de literatura en el Departamento de Letras de la UIA. Del 2000 al 2011 formó parte del Consejo Editorial de la revista El poeta y su trabajo dirigida por el poeta argentino Hugo Gola. Publicó el libro de poemas Materia del Camino (Compañía, México, 2006), la traducción (con Jahel Leal) del libro En la tierra de Robert Creeley (Textofilia, México, 2008), el libro de poemas Pequeños Resquicios (Textofilia, México, 2013), la antología de poesía El desierto nunca se acaba de José Watanabe (prólogo y selección, Textofilia, México, 2013), (con Luis Verdejo) Un ejercicio cotidiano, selección de prosas de Hugo Gola (prólogo y selección, Toé, Lima, 2016), el libro El lugar es el poema: aproximaciones a la poesía de José Watanabe (APJ, Lima, 2018), el libro de poemas La marcha hacia ninguna parte (Komorebi, Chile, 2018) y Remar a contracorriente. Cinco poéticas: Hugo Gola, Miguel Casado, Olvido García Valdés, Roger Santiváñez, Gloria Gervitz (Libros de la resistencia, Madrid, 2019). Desde el 2014 organiza junto con Juan Alcántara el “Encuentro Internacional de Poesía Contemporánea” en la Universidad Iberoamericana. 85



ILUS T R ACION E S

LUIS VERDEJO Linograbados (Pág: 8,9, 10, 15, 20, 54, 55, 56, 66, 67) De la colección Paisaje constructivo (Pág: 74, 75)

´ NADIA MONDRAGoN Grabados, monotipos (Pág. 22, 23, 24, 29, 32, 35, 38, 39, 42, 45, 49, 52)

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CONTENIDO

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´ NADIA MONDRAGoN hojas que no caen... todo esto son palabras... en un pueblo situado en la ruta de la seda... después de haber estudiado... el libro impreso más antiguo... poemas... toda la oscuridad y la luz son palabras...

KAREN PLATA Un pájaro canta sobre un muro de ladrillos rojos... Entre la cocina y el cuarto que usamos de invernadero... Este camino lleva a casa... Allá había... Una vez intentamos sembrar algo... Un día, decidí guardar algo... Sobre un listón negro... Un auto azul espera en la bahía...


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JUAN MANUEL PORTILLO Bajo cero (fragmentos)... Unos minutos de exposición producen un dolor intenso... Las grandes masas de agua se acomodan... Un paisaje barroco al mediodía... La nieve no pesa... Dos piraguas de hielo navegando río abajo... Vi un témpano de hielo hundiéndose en el río... Por primera vez en meses nos asomamos por arriba del cero...

LUIS VERDEJO Operario de la robustez Estás comenzando a entrar en otra espuma desconocida... Estos pastos en tu frente reproducen las extensiones desérticas... Al igual que las cataratas no remontan... Le llega la señal a la mano antes de poner el lápiz sobre... Cuando corre el agua hacia el limo oscuro deja... Sí se acertará al señalar que el zanate utiliza...


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TANIA FAVELA De aire articulado es como si hubiera un límite demasiado preciso... Se trata de alguien que trata de anudar una red... piezas a medio hacer... 74 (que no pase, que no pase, que no pase)... (cuando alguien dice “mi lote” pienso en el amasijo de carne... cifras católicas...

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SOBRE LOS AUTORES

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OT R O S T Í T U LO S D E L A C O L EC C I Ó N

Vigilia Juan Manuel Portillo

PRÓ XIMAMEN T E

poemas aconceptuales

el ojo de CHILE

Magdalena Chocano

Luis Verdejo

Salto de mata

Salto de mata

poemas aconceptuales Magdalena Chocano

el ojo de CHILE Luis Verdejo


Salto de mata

De las últimas cosas se diseùó en los talleres de Salto de Mata.

edicionessaltodemata@gmail.com



Salto de mata 96


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