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Actualidad
Qué pasa si el niño no juega
En la actualidad todos los órganos educativos reconocen y toman cada vez más conciencia de que el juego forma una parte esencial en el óptimo desarrollo de los niños. En otras palabras, es una actividad irreemplazable para fomentar el aprendizaje del niño y su posterior maduración.
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Según el principio número 7 de la Declaración Universal de los Derechos del Niño establecidos por las Naciones Unidas, “el niño debe disfrutar plenamente de juegos y recreaciones, los cuales deberán estar orientados hacia los fines perseguidos por la educación”.
Igualmente la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) define el juego como “la razón de ser de la infancia”, y el niño que no juega “es un niño enfermo, de cuerpo y de espíritu”.
El niño va a jugar por naturaleza, pero pueden existir casos en los que no le guste jugar. Para evitarlo, es necesario que los padres establezcan un vínculo de complicidad con sus hijos desde pequeños mediante juegos para potenciar su parte física e intelectual. Un claro ejemplo puede ser que comiences a realizar con él juegos de actividad física y de coordinación para el desarrollo de su cuerpo, concentración, memoria y relación.
Por otro lado, también pueden basar el juego en interpretar diferentes roles o personajes para contribuir a su proceso de socialización primaria. Es decir, le ayuda a actuar en sociedad, defender su punto de vista y contar con los demás.
Hay que alentar a nuestros hijos a jugar con sus amigos o familiares para tener un desarrollo pleno, especialmente en el ámbito social para reducir el tiempo que juegan solos. Para ello, hay que ayudarle a mejorar sus habilidades sociales y la timidez, principales causantes de que los niños jueguen solos.