El trabajo del Salzburg Global Seminar sobre Educación Cívica y Civil—relevante tanto para las democracias consolidadas, como para aquellas en consolidación y que están en retroceso— subraya el papel fundamental que la educación puede desempeñar en el fortalecimiento de las democracias en todo el mundo. La democracia, como señaló el filósofo John Dewey, es más que una forma de gobierno. Es, en su versión más amplia, “un modo de vida asociada”, es decir, un estilo de vida que permite el desarrollo armonioso de los poderes y capacidades de todos los individuos en una sociedad.
La educación democrática debe abarcar entonces conocimientos, habilidades y actitudes que pueden desarrollarse a través de diferentes métodos.
Educación sobre la democracia
Los estudiantes deben aprender sobre la constitución, cómo funcionan los gobiernos locales y nacionales, los derechos humanos, los sistemas sociopolíticos, temas relacionados con la identidad nacional y los comportamientos y actitudes que se esperan de los ciudadanos bien informados y participativos.
Educación para la democracia
Los estudiantes deben poder contribuir a un sistema democrático y armonioso en el que la diversidad y la unidad social coexistan, a través del respeto y la tolerancia mutua. Para ello, se les deben enseñar habilidades específicas como la alfabetización mediática, la capacidad de diálogo, la resolución adecuada de conflictos y el pensamiento crítico.
Educación democrática
A los estudiantes se les deben proporcionar experiencias en las que puedan participar, desarrollar sus capacidades y llegar a consensos para lograr una vida mejor. Las escuelas son los lugares donde estas habilidades deben experimentarse y desarrollarse mediante la implementación de prácticas y relaciones democráticas entre maestros y estudiantes. En estos entornos, estudiantes y maestros pueden ejercer autonomía y creatividad, definir objetivos, desarrollar juicios, evaluar deseos y considerar las consecuencias de las acciones.
Declaración de Salzburgo para la Educación Cívica y Civil
LA DEMOCRACIA ESTÁ EN CRISIS ¡PODEMOS HACER CAMBIOS!
El año 2024 está siendo el mayor año electoral en la historia mundial. Setenta países, que representan más de la mitad de la población mundial (más de cuatro mil millones de personas), están enviando votantes a las urnas. Al mismo tiempo, el apoyo a las instituciones democráticas está disminuyendo y el nacionalismo está aumentando a nivel mundial. La desinformación impulsada por las redes sociales y la polarización política, junto con las poderosas tecnologías de inteligencia artificial, amenazan el discurso público y el diálogo democrático abierto, respetuoso y constructivo. Estos desafíos surgen además en un contexto donde problemas críticos requieren atención global.
EDUCAR
Quizás la herramienta más poderosa que tenemos a nuestro alcance para generar cambios es la educación. Para lograr una educación democrática exitosa, múltiples actores deben desempeñar roles complementarios de manera coherente e intencional, e instituciones educativas formales, organizaciones comunitarias, corporaciones, medios de comunicación y otras instituciones del sector público deben unirse para contribuir a este propósito.
Implementación
Nuestras ideas sobre la educación democrática necesitan formas de implementación basadas en evidencia y la deliberación debe convertirse en acción sostenida.
Nuestras intervenciones deben ser planificadas, repetidas, coherentes y adaptadas al contexto y serán efectivas en la medida en que abarquen muchos enfoques de educación democrática. Con cada una de ellas, debemos considerar:
• QUÉ resultados queremos ver en términos de conocimientos, habilidades y actitudes.
• CÓMO queremos lograrlas, es decir, si a través de aprendizajes formales o informales, dentro o fuera de las aulas, con experiencias formativas, o actividades estudiantiles, etc.
• DÓNDE debería enseñarse: en la escuela, en los medios de comunicación, en el hogar y en la comunidad.
• QUIÉNEN debería enseñarla e involucrarse en el proceso y qué necesitan: maestros, especialistas, educadores democráticos, jóvenes trabajadores y voluntarios, padres, activistas, líderes comunitarios, bibliotecarios, medios de comunicación y muchos otros.
• CUÁNDO planeamos que ocurran y con qué frecuencia.
Nosotros, los participantes de la sesión de Salzburg Global Seminar sobre Educación Cívica y Civil: Identidad, Pertenencia y Educación en el Siglo XXI, convocamos a todos aquellos que se preocupan por la democracia a invertir en la educación sobre y para la democracia para mejorar el bienestar de los ciudadanos, aumentar la confianza y fomentar sociedades democráticas más sólidas.
Cómo Podría Ser el Futuro:
Hemos desarrollado tres escenarios que sirven de ilustración y que pueden ayudarnos a reimaginar y a desarrollar herramientas para la educación ciudadana en circunstancias democráticas diversas y dentro de circunstancias que se transforman rápidamente.
Futuro 1: en un escenario optimista, las sociedades democráticas aprovecharán la tecnología y la alfabetización digital para mejorar la transparencia, la rendición de cuentas, mitigar la corrupción y fomentar el buen gobierno, lo que mejorará el bienestar de los ciudadanos, aumentará la confianza entre el estado y su gente, y hará que la sociedad sea mucho mejor. Los espacios educativos emplearán múltiples enfoques de enseñanza para fomentar en los estudiantes el pensamiento crítico, las habilidades cívicas y la independencia de pensamiento para contribuir al bien común.
Futuro 2: en un escenario sombrío, es probable que florezcan prácticas no democráticas debido al auge de los “hombres fuertes”, las divisiones entre distintos grupos, el aumento de la polarización y la desinformación. Los espacios educativos probablemente sufrirán una intensa influencia política con una erosión de la libertad académica. Este escenario compromete la educación y las prácticas democráticas porque restringe la libertad, la independencia y el equilibrio del sistema educativo.
Futuro 3: en el 2035, las sociedades democráticas se adaptarán con éxito a desafíos globales como el cambio climático, las transformaciones económicas, las crisis políticas y de salud, mientras logran el equilibrio de derechos y libertades a través de políticas programáticas. Los espacios educativos se adaptarán a los desafíos globales promoviendo el pensamiento crítico, la colaboración y el desarrollo profesional a través de la tecnología, las evaluaciones, y la incorporación de tendencias globales y de múltiples enfoques pedagógicos.
De cada uno de estos escenarios se pueden sacar conclusiones para ayudar a los educadores a profundizar en prácticas democráticas. Los diferentes futuros planteados sugieren que mejorar la cultura participativa en las escuelas podría fomentar valores democráticos entre los jóvenes y que se hace necesario incorporar discusiones controversiales, y dirigidas por profesionales dentro y fuera del sistema educativo, para aumentar el pensamiento crítico.
Ser, hacer y pensar
Formar ciudadanos activos y comprometidos es el propósito fundamental de los programas de ciudadanía democrática. El marco de tres niveles, que se menciona a continuación, puede ser útil para ir más allá de responsabilidades personales y llegar a desarrollar compromisos más profundos y críticos:
• Ser: implica asumir responsabilidades personales y contribuir como ciudadano dentro de la comunidad, por ejemplo, haciendo voluntariado en un comedor social, siendo un buen vecino o pagando impuestos a tiempo. Este comportamiento generalmente se basa en los principios de honestidad, responsabilidad y respeto por la ley.
• Hacer: requiere participar activamente en movimientos cívicos y organizaciones comunitarias, asumiendo liderazgos dentro de los mismos, por ejemplo, organizando esfuerzos de servicio comunitario. Para hacerlo, es necesario entender cómo funcionan las estructuras políticas y formarse en estrategias para la acción colectiva.
• Pensar: conlleva a analizar las causas de los problemas, deliberar y pensar críticamente desde múltiples perspectivas, y entender cómo puede darse el cambio, por ejemplo, a través de movimientos sociales que cuestionen y desafíen los sistemas políticos, económicos y sociales que perpetúan estructuras injustas.
Trípode: currículo, cultura, comunidad
Este marco, que se soporta en tres elementos, se basa en el trabajo desarrollado en las escuelas y fomenta la ciudadanía activa y el desarrollo de conocimientos políticos a través de objetivos intencionados en los planes de estudio, la instauración de una cultura democrática entre los alumnos, las familias, los líderes escolares y el personal, y el reflejo de la ciudadanía en la comunidad. A través de la implementación de objetivos curriculares claros, los individuos se reconocen a sí mismos como ciudadanos y adquieren los conocimientos, habilidades y conceptos necesarios para participar en sus respectivos espacios (es decir, escuela, organizaciones, clubes, municipios, país).
Los ciudadanos trabajan por el cambio social y político, reconociéndose a sí mismos como miembros de una comunidad con poder y capacidad para generar transformaciones. Los participantes reconocen sus propias creencias e intereses, e identifican cómo estos pueden entrar en conflicto con las creencias e intereses de otros y cómo las posibles divergencias pueden resolverse dentro de un marco de valores democráticos. El propósito final es que los objetivos intencionados en el currículo impregnen la cultura a nivel discursivo y de toma de decisiones, de modo que se generen cambios colectivos.
LLAMADO A LA ACCIÓN
Cómo puedes actuar:
• Comprende tus circunstancias locales (escuela, país) para poder identificar qué posibilidades de cambio existen.
• Lidera conversaciones para identificar las causas de la crisis de la democracia en tu contexto y busca soluciones.
• Construye coaliciones para llevar a cabo procesos democráticos y capacitar a los alumnos para ser miembros activos de sus comunidades.