EL NUEVO DÍA - LUNES, 7 DE NOVIEMBRE DE 2005
arte y cultura 19
Fotos / Suministradas
Este jueves el artista inaugura una nueva exposición en Viota Gallery en la que explora nuevamente sus temas predilectos
Los caballos y las mujeres de Por Samantha Díaz Roberts Especial El Nuevo Día ada de elevarse a los dioses para buscar alguna musa. John Balossi pinta y ya. Libre de complicaciones, su labor es un retozo delicioso que haría siempre; y que ha hecho siempre, según cuenta. Consecuencia de este juego -persistente y placentero- es Pintura reciente, su nueva exposición que se inaugura el próximo jueves en Viota Gallery en la avenida San Patricio en Guaynabo, a las 6:30 p.m. Jocoso y sencillo, Balossi charló con El Nuevo Día sobre la naciente serie, en la que de nuevo, recoge la figura de la mujer y sus queridos equinos. “Las piezas están hechas con acrílico sobre tela y los formatos varían. Son como 20 piezas. Me tomó alrededor de ocho meses terminarlas. Pero hay varias pinturas que acabé la semana pasada, tan recientes como dicta el título de la exposición. Cuando yo empecé a pintar para esta exhibición individual, pues sabía que debía regirme a un patrón, por eso no fue tan difícil concluirlas en tan poco tiempo”, detalló el maestro. Balossi se confiesa obrero. Pinta todo el tiempo -incluso al momento de la entrevista. Según relata, pasa sus días en su taller semiprivado. Allí se esconde de lunes a sábado.
N
No obstante, los domingos se los reserva para estar con su familia pues considera el arte un trabajo como cualquier otro.
Las fijaciones del artista “¿Que por qué pinto la figura humana?”, se cuestiona a sí mismo. “Pues porque la figura humana es y ha sido siempre, objeto de grandes pintores que yo admiro. Como por ejemplo, los pintores italianos. A ellos los sigo, y ellos pintan mucho el cuerpo humano. Además, pertenezco a linaje italiano, es como
Balossi rendirles homenaje en cierta manera”, contesta el pintor. “¿Que por qué pinto la figura de la mujer?”, vuelve a cuestionarse. “Pues, porque eso es lo más bonito pa’ mirar, no sé como más explicártelo”, finiquita sobre el tema. “¿Que por qué pinto los caballos?”, se pregunta otra vez para sí.
“Pues, porque mi padre participaba de la caballería del siglo 19 y 20. El siempre hablaba de los caballos y tenía muchas fotos de ellos. Yo trato de recordar a mi padre con esto. Nací en Nueva York y para ese tiempo, lo que veía eran caballos. Mi papá me daba una manzana para alimentar a los que veíamos. Los caballos comen azúcares y manzanas. Mi papá me enseñó todas estas cosas”, rememora Balossi.
Metas en la exhibición
Arriba a la izquierda, Three Graces of Troy; a la derecha, The Conclave Has Spoken y al lado, The Muses, todas obras de Balossi.
“¿Que qué pretendo con esta nueva exhibición?”, se autoanaliza de nuevo. “Pues, seguir pintando siempre, siempre que pueda. Hacer un montón de obras. Que las obras me ‘obedezcan’, que siempre lleven caballos y mujeres”, concluye el artista. Entonces, nada de trabas para el pincel de Balossi. Pintar es un simple recreo según asevera. Sus coloquios con el arte son comida para su alma. La tela de sus lienzos refugian las ideas que escapan de su mente. “Es un juego tan delicioso que lo haría toda mi vida… bueno… es que lo he hecho siempre”, termina mientras ríe.