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Guía Metodológica Vocacional XXIII
“LAS PALABRAS DE LA VOCACIÓN”
“Nuestras vocaciones son una llamada de amor para amar y para servir” Papa Francisco Al clero, religiosos, religiosas y seminaristas en Trujillo, 20 de enero del 2018
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PRESENTACIÓN Queridos hermanos y hermanas: Al celebrar este año la 57° Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, el Papa Francisco nos invita a reflexionar sobre cuatro palabras que ya había dirigido como agradecimiento a la labor pastoral de los sacerdotes, el año 2019, con motivo del 160° aniversario de la muerte del Cura de Ars: gratitud, ánimo, dolor, que luego reemplazará por fatiga, y la alabanza. Palabras que todo joven que es llamado por Dios ha de tener en cuenta para responder a su propia vocación. Con su mensaje titulado “Las palabras de la vocación”, el Santo Padre nos anima a fortalecer nuestra misión en la animación de la pastoral vocacional y a reflexionar, desde la experiencia de Jesús y Pedro en una noche de tempestad, en el lago de Tiberíades (cf. Mt 14,22-33), sobre la barca de nuestra propia vida que muchas veces avanza lentamente, siempre inquieta buscando un feliz desembarco, dispuesta para afrontar los riesgos y las oportunidades del mar, aunque también anhela recibir del timonel un cambio de dirección que la ponga finalmente en el rumbo adecuado. Por ello, hemos de saber animar con convicción a aquel joven que todavía duda de la llamada que Jesús le hace para ser feliz. Sabemos que la vida presenta muchas contrariedades, ir tras las huellas de Jesús no es una aventura pacífica. Es allí donde ratificamos las palabras que el Santo Padre nos ha expresado, gratitud a esa iniciativa del Señor para saber elegir cuál es nuestra vocación y también saber que no estamos solos, Él es nuestro compañero de camino que nos libra de quedarnos varados en nuestras dudas y en situaciones complicadas y de desesperación. El Papa Francisco con acierto nos dice que toda vocación nace de la mirada amorosa con la que el Señor vino a nuestro 3
encuentro, quizá justo cuando nuestra barca estaba siendo sacudida en medio de la tempestad. Y precisamente con estas palabras del Santo Padre no puedo dejar de hacer mención a esta situación que no solo atraviesa nuestro Perú sino todo el mundo. Situación que puede haber llevado a muchos jóvenes a cuestionar la acción de Dios en medio de esta crisis del covid19, y por ende, a renunciar a su inquietud vocacional. Es allí donde tenemos que hacer reflexionar a nuestros jóvenes que “la vocación, más que una elección nuestra, es respuesta a un llamado gratuito del Señor» (Carta a los sacerdotes, 4 agosto 2019); por eso, llegaran a descubrirla y a abrazarla cuando su corazón se abra a la gratitud y sepa acoger el paso de Dios en su vida en medio de situaciones como la que todos seguimos viviendo. Es en esta circunstancia que Jesús nos dice la palabra que siempre debe acompañar nuestra vida y nuestro camino vocacional: “¡Ánimo, soy Yo, no tengan miedo!”, con sus oraciones, con el servicio a los más necesitados en las brigadas de ayuda en las que vienen colaborando, allí les llama nuestro Señor Jesús a dar un sí generoso, porque es en esa circunstancia donde se le agradece a Él por haber descubierto su vocación en medio de la necesidad y también en medio de la fatiga que pudo haber generado esta dolorosa realidad. Esto nos compromete como Iglesia a que con entusiasmo y esperanza ayudemos a los jóvenes a discernir su vocación, ya que la vocación es un llamado al servicio misionero de los demás. Todos somos llamados desde nuestro Bautismo por el Señor a participar en su obra creadora, prestando nuestro aporte al bien común a partir de las capacidades que hemos recibido. La vocación, nos dice el Papa Francisco, no consiste sólo en los trabajos que tenemos que hacer. Es algo más, es un camino que orientará muchos esfuerzos y muchas acciones en una dirección de servicio. Por eso, en el discernimiento de una vocación es importante ver si uno reconoce en sí mismo las capacidades necesarias para ese servicio específico a la sociedad y así poder dar una respuesta concreta al llamado que Dios le hace (cf. Exhortación Apostólica Postsinodal Christus Vivit, n° 253 -255). Oremos especialmente en este tiempo, por aquellos que, desde la fe, siguen entregando su vida poniéndola al servicio de los demás. 4
Pensemos en nuestras comunidades parroquiales, en nuestras comunidades educativas, en nuestras comunidades religiosas. Allí donde un catequista, un joven, una pareja de esposos, un consagrado, una religiosa, un sacerdote, un laico, viven con gratitud por el paso de Dios en sus vidas, sintiéndose animados en los momentos de cansancio, y a pesar de las fatigas que la vida trae consigo, encuentran siempre motivos y modos para hacer de sus vidas una constante alabanza al Señor. Que la Virgen María, cuya vida fue una alabanza a Dios, porque confió plenamente en Él acogiendo y haciendo en todo momento su voluntad, sea nuestra guía y compañera en este caminar. Con mi bendición,
+ Mons. Carlos Enrique García Camader Obispo de Lurín Presidente de la Comisión Episcopal para el Clero, Seminarios y Vocaciones
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INTRODUCCIÓN En el IV Domingo de Pascua, en que la liturgia pone al centro la figura del Buen Pastor, celebramos llenos de esperanza la 57° Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones con el lema “Las palabras de la vocación”. Vocación entendida como una llamada de amor para amar y para servir (cf. Papa Francisco. Al clero, religiosos, religiosas y seminaristas en Trujillo, 20 de enero del 2018). Amor y servicio plasmados en la cercanía a nuestros hermanos según la vocación recibida de nuestro Señor Jesús. Esta Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, como todas las anteriores, ha de hacernos madurar en nuestro compromiso como Iglesia de estar siempre al servicio de cada vocación que se pone a disposición del plan de salvación de nuestro Dios, porque “la vocación es, pues, una invitación a expresar el Ser de Dios en su Hacer salvífico, entendido como proyecto del Dios Padre, dirigido al ser humano que Él mismo salva en su Hijo, para que por obra del Espíritu Santo sea partícipe y corresponsable de la aventura del amor, salvando a los hermanos” (II Congreso Continental Latinoamericano de las Vocaciones, 2011. Documento Conclusivo n° 54.) En esta oportunidad también, junto al mensaje del Papa Francisco para esta Jornada Mundial de Oración por las vocaciones, proponemos algunos números de la Exhortación Apostólica Postsinodal “Christus Vivit”, 2019, donde se enfoca la importancia de la vocación como el llamado de Dios, el llamado a la vida, el llamado a la amistad con Él, el llamado a la santidad, ayudándonos a discernir nuestra propia vocación como el llamado de nuestro amigo Jesús, a quien hemos de regalarle lo mejor de nuestra vida. Es este discernimiento de amistad lo que el Santo Padre propone como modelo a los jóvenes que buscan encontrar cuál es la voluntad de Dios para sus vidas. 7
Esta vigésima tercera edición de la Guía Metodológica Vocacional es un subsidio pastoral que contiene reflexiones y materiales que ayudarán al trabajo y acompañamiento en la pastoral vocacional de sus comunidades, tales como: encuentros vocacionales, proyecto de vida personal, Hora Santa, Misa vocacional, entre otros. De modo especial, resaltamos la experiencia de personas que han dicho Sí al llamado de Dios y que generosamente han colaborado en la elaboración de esta guía compartiendo sus testimonios. Nuestra gratitud a los sacerdotes: Pbro. Efrén Ary Alcántara Rojas y Pbro. Braulio Alarcón Contreras; a las hermanas: Sor Miriam Félix López, Hna. Rita María Regaña y la Hna. Raquel Sarahí Núñez Gómez, y al Hno. Francisco Martín Castelo García O.J. Pidamos para que los jóvenes se dejen mirar por Jesús, que entiendan que es Él quien los llama y les pide que se pongan al servicio de sus hermanos. Oremos para que el dueño de la mies siga mostrando su Divina Providencia a la Iglesia con abundantes y santas vocaciones.
Pbro. Jorge Carreño Girón Secretario Ejecutivo de la Comisión Episcopal para el Clero, Seminarios y Vocaciones
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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA 57 JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES
“Toda vocación nace de la mirada amorosa con la que el Señor vino a nuestro encuentro, quizá justo cuando nuestra barca estaba siendo sacudida en medio de la tempestad”.
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“Las palabras de la vocación” Queridos hermanos y hermanas: El 4 de agosto del año pasado, en el 160 aniversario de la muerte del santo Cura de Ars, quise ofrecer una Carta a los sacerdotes, que por la llamada que el Señor les hizo, gastan la vida cada día al servicio del Pueblo de Dios. En esa ocasión, elegí cuatro palabras clave —dolor, gratitud, ánimo y alabanza— para agradecer a los sacerdotes y apoyar su ministerio. Considero que hoy, en esta 57 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, esas palabras se pueden retomar y dirigir a todo el Pueblo de Dios, a la luz de un pasaje evangélico que nos cuenta la singular experiencia de Jesús y Pedro durante una noche de tempestad, en el lago de Tiberíades (cf. Mt 14,22-33). Después de la multiplicación de los panes, que había entusiasmado a la multitud, Jesús ordenó a los suyos que subieran a la barca y lo precedieran en la otra orilla, mientras Él despedía a la gente. La imagen de esta travesía en el lago evoca de algún modo el viaje de nuestra existencia. En efecto, la barca de nuestra vida avanza lentamente, siempre inquieta porque busca un feliz desembarco, dispuesta para afrontar los riesgos y las oportunidades del mar, aunque también anhela recibir del timonel un cambio de dirección que la ponga finalmente en el rumbo adecuado. Pero, a veces puede perderse, puede dejarse encandilar por ilusiones en lugar de seguir el 11
faro luminoso que la conduce al puerto seguro, o ser desafiada por los vientos contrarios de las dificultades, de las dudas y de los temores. También sucede así en el corazón de los discípulos. Ellos, que están llamados a seguir al Maestro de Nazaret, deben decidirse a pasar a la otra orilla, apostando valientemente por abandonar sus propias seguridades e ir tras las huellas del Señor. Esta aventura no es pacífica: llega la noche, sopla el viento contrario, la barca es sacudida por las olas, y el miedo de no lograrlo y de no estar a la altura de la llamada amenaza con hundirlos. Pero el Evangelio nos dice que, en la aventura de este viaje difícil, no estamos solos. El Señor, casi anticipando la aurora en medio de la noche, caminó sobre las aguas agitadas y alcanzó a los discípulos, invitó a Pedro a ir a su encuentro sobre las aguas, lo salvó cuando lo vio hundirse y, finalmente, subió a la barca e hizo calmar el viento. Así pues, la primera palabra de la vocación es gratitud. Navegar en la dirección correcta no es una tarea confiada sólo a nuestros propios esfuerzos, ni depende solamente de las rutas que nosotros escojamos. Nuestra realización personal y nuestros proyectos de vida no son el resultado matemático de lo que decidimos dentro de un “yo” aislado; al contrario, son ante todo la respuesta a una llamada que viene de lo alto. Es el Señor quien nos concede en primer lugar la valentía para subirnos a la barca y nos indica la orilla hacia la que debemos dirigirnos. Es Él quien, cuando nos llama, se convierte también en nuestro timonel para acompañarnos, mostrarnos la dirección, impedir que nos quedemos varados en los escollos de la indecisión y hacernos capaces de caminar incluso sobre las aguas agitadas. Toda vocación nace de la mirada amorosa con la que el Señor vino a nuestro encuentro, quizá justo cuando nuestra barca estaba siendo sacudida en medio de la tempestad. «La vocación, más que una elección nuestra, es respuesta a un llamado gratuito del Señor» (Carta a los sacerdotes, 4 agosto 2019); por eso, llegaremos a 12
descubrirla y a abrazarla cuando nuestro corazón se abra a la gratitud y sepa acoger el paso de Dios en nuestra vida. Cuando los discípulos vieron que Jesús se acercaba caminando sobre las aguas, pensaron que se trataba de un fantasma y tuvieron miedo. Pero enseguida Jesús los tranquilizó con una palabra que siempre debe acompañar nuestra vida y nuestro camino vocacional: «¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo!» (v. 27). Esta es precisamente la segunda palabra que deseo darles: ánimo. Lo que a menudo nos impide caminar, crecer, escoger el camino que el Señor nos señala son los fantasmas que se agitan en nuestro corazón. Cuando estamos llamados a dejar nuestra orilla segura y abrazar un estado de vida —como el matrimonio, el orden sacerdotal, la vida consagrada—, la primera reacción la representa frecuentemente el “fantasma de la incredulidad”: No es posible que esta vocación sea para mí; ¿será realmente el camino acertado? ¿El Señor me pide esto justo a mí? Y, poco a poco, crecen en nosotros todos esos argumentos, justificaciones y cálculos que nos hacen perder el impulso, que nos confunden y nos dejan paralizados en el punto de partida: creemos que nos equivocamos, que no estamos a la altura, que simplemente vimos un fantasma que tenemos que ahuyentar. El Señor sabe que una opción fundamental de vida —como la de casarse o consagrarse de manera especial a su servicio— requiere valentía. Él conoce las preguntas, las dudas y las dificultades que agitan la barca de nuestro corazón, y por eso nos asegura: “No tengas miedo, ¡yo estoy contigo!”. La fe en su presencia, que nos viene al encuentro y nos acompaña, aun cuando el mar está agitado, nos libera de esa acedia que ya tuve la oportunidad de definir como «tristeza dulzona» (Carta a los sacerdotes, 4 agosto 2019), es decir, ese desaliento interior que nos bloquea y no nos deja gustar la belleza de la vocación.
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En la Carta a los sacerdotes hablé también del dolor, pero aquí quisiera traducir de otro modo esta palabra y referirme a la fatiga. Toda vocación implica un compromiso. El Señor nos llama porque quiere que seamos como Pedro, capaces de “caminar sobre las aguas”, es decir, que tomemos las riendas de nuestra vida para ponerla al servicio del Evangelio, en los modos concretos y cotidianos que Él nos muestra, y especialmente en las distintas formas de vocación laical, presbiteral y de vida consagrada. Pero nosotros somos como el Apóstol: tenemos deseo y empuje, aunque, al mismo tiempo, estamos marcados por debilidades y temores. Si dejamos que nos abrume la idea de la responsabilidad que nos espera —en la vida matrimonial o en el ministerio sacerdotal— o las adversidades que se presentarán, entonces apartaremos la mirada de Jesús rápidamente y, como Pedro, correremos el riesgo de hundirnos. Al contrario, a pesar de nuestras fragilidades y carencias, la fe nos permite caminar al encuentro del Señor resucitado y también vencer las tempestades. En efecto, Él nos tiende la mano cuando el cansancio o el miedo amenazan con hundirnos, y nos da el impulso necesario para vivir nuestra vocación con alegría y entusiasmo. Finalmente, cuando Jesús subió a la barca, el viento cesó y las olas se calmaron. Es una hermosa imagen de lo que el Señor obra en nuestra vida y en los tumultos de la historia, de manera especial cuando atravesamos la tempestad: Él ordena que los vientos contrarios cesen y que las fuerzas del mal, del miedo y de la resignación no tengan más poder sobre nosotros. En la vocación específica que estamos llamados a vivir, estos vientos pueden agotarnos. Pienso en los que asumen tareas importantes en la sociedad civil, en los esposos que —no sin razón— me gusta llamar “los valientes”, y especialmente en quienes abrazan la vida consagrada y el sacerdocio. Conozco sus fatigas, las soledades que a veces abruman su corazón, el riesgo de la rutina que poco a poco apaga el fuego ardiente de la llamada, el peso de la incertidumbre y de la precariedad de nuestro tiempo, el miedo al futuro. Ánimo, ¡no tengan miedo! Jesús está a nuestro lado y, si lo 14
reconocemos como el único Señor de nuestra vida, Él nos tiende la mano y nos sujeta para salvarnos. Y entonces, aun en medio del oleaje, nuestra vida se abre a la alabanza. Esta es la última palabra de la vocación, y quiere ser también una invitación a cultivar la actitud interior de la Bienaventurada Virgen María. Ella, agradecida por la mirada que Dios le dirigió, abandonó con fe sus miedos y su turbación, abrazó con valentía la llamada e hizo de su vida un eterno canto de alabanza al Señor. Queridos hermanos: Particularmente en esta Jornada, como también en la acción pastoral ordinaria de nuestras comunidades, deseo que la Iglesia recorra este camino al servicio de las vocaciones abriendo brechas en el corazón de los fieles, para que cada uno pueda descubrir con gratitud la llamada de Dios en su vida, encontrar la valentía de decirle “sí”, vencer la fatiga con la fe en Cristo y, finalmente, ofrecer la propia vida como un cántico de alabanza a Dios, a los hermanos y al mundo entero. Que la Virgen María nos acompañe e interceda por nosotros. Roma, San Juan de Letrán, 8 de marzo de 2020, II Domingo de Cuaresma.
Francisco
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Oración Vocacional Señor Jesús, Tú que invitaste a tus discípulos a subir a la barca y los protegiste en medio de la tormenta, cuida y anima a nuestros jóvenes a no renunciar cruzar a la otra orilla e ir tras tus huellas. Que su vocación, que nace de tu mirada amorosa, provoque una respuesta gratuita por lo que has obrado en sus vidas. Señor Jesús, Tú que nos invitas a tomar las riendas de nuestra vida para ponerla al servicio del Evangelio, en las distintas vocaciones: laical, presbiteral y de vida consagrada; y nos dices “Ánimo, ¡no tengan miedo!”, danos el impulso necesario para vivir nuestra vocación con alegría y entusiasmo. Ayúdanos a cultivar la actitud interior de la Bienaventurada Virgen María, quien abrazó su llamado con valentía e hizo de su vida un eterno canto de alabanza. Amén.
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¡¡CRISTO VIVE!!
“El llamado del Amigo” “Para discernir la propia vocación, hay que reconocer que esa vocación es el llamado de un amigo: Jesús. A los amigos, si se les regala algo, se les regala lo mejor. Y eso mejor no necesariamente es lo más caro o difícil de conseguir, sino lo que uno sabe que al otro lo alegrará…”. Papa Francisco. Exhortación Apostólica Postsinodal “Christus Vivit” nº 287, 2019
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Exhortación Apostólica Postsinodal “CHRISTUS VIVIT” Del Santo Padre Francisco A los jóvenes y a todo el pueblo de Dios (Extracto)
CAPÍTULO OCTAVO LA VOCACIÓN 248. Es verdad que la palabra “vocación” puede entenderse en un sentido amplio, como llamado de Dios. Incluye el llamado a la vida, el llamado a la amistad con Él, el llamado a la santidad, etc. Esto es valioso, porque sitúa toda nuestra vida de cara al Dios que nos ama, y nos permite entender que nada es fruto de un caos sin sentido, sino que todo puede integrarse en un camino de respuesta al Señor, que tiene un precioso plan para nosotros. 249. En la Exhortación Gaudete et exsultate quise detenerme en la vocación de todos a crecer para la gloria de Dios, y me propuse «hacer resonar una vez más el llamado a la santidad, procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades». El Concilio Vaticano II nos ayudó a renovar la consciencia de este llamado dirigido a cada uno: «Todos los fieles, cristianos, de cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre». Su llamado a la amistad con Él 250. Lo fundamental es discernir y descubrir que lo que quiere Jesús de cada joven es ante todo su amistad. Ese es el discernimiento fundamental. En el diálogo del Señor resucitado con su amigo Simón Pedro la gran pregunta era: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» 21
(Jn 21,16). Es decir: ¿Me quieres como amigo? La misión que recibe Pedro de cuidar a sus ovejas y corderos estará siempre en conexión con este amor gratuito, con este amor de amistad. 251. Y si fuera necesario un ejemplo contrario, recordemos el encuentro-desencuentro del Señor con el joven rico, que nos dice claramente que lo que este joven no percibió fue la mirada amorosa del Señor (cf. Mc 10,21). Se fue entristecido, después de haber seguido un buen impulso, porque no pudo sacar la vista de las muchas cosas que poseía (cf. Mt 19,22). Él se perdió la oportunidad de lo que seguramente podría haber sido una gran amistad. Y nosotros nos quedamos sin saber lo que podría haber sido para nosotros, lo que podría haber hecho para la humanidad, ese joven único al que Jesús miró con amor y le tendió la mano. 252. Porque «la vida que Jesús nos regala es una historia de amor, una historia de vida que quiere mezclarse con la nuestra y echar raíces en la tierra de cada uno. Esa vida no es una salvación colgada “en la nube” esperando ser descargada, ni una “aplicación” nueva a descubrir o un ejercicio mental fruto de técnicas de autosuperación. Tampoco la vida que Dios nos ofrece es un “tutorial” con el que aprender la última novedad. La salvación que Dios nos regala es una invitación a formar parte de una historia de amor que se entreteje con nuestras historias; que vive y quiere nacer entre nosotros para que demos fruto allí donde estemos, como estemos y con quien estemos. Allí viene el Señor a plantar y a plantarse». Tu ser para los demás 253. Quisiera detenerme ahora en la vocación entendida en el sentido preciso del llamado al servicio misionero de los demás. Somos llamados por el Señor a participar en su obra creadora, prestando nuestro aporte al bien común a partir de las capacidades que recibimos. 254. Esta vocación misionera tiene que ver con nuestro servicio a los demás. Porque nuestra vida en la tierra alcanza su plenitud cuando se 22
convierte en ofrenda. Recuerdo que «la misión en el corazón del pueblo no es una parte de mi vida, o un adorno que me puedo quitar; no es un apéndice o un momento más de la existencia. Es algo que yo no puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme. Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo». Por consiguiente, hay que pensar que: toda pastoral es vocacional, toda formación es vocacional y toda espiritualidad es vocacional. 255. Tu vocación no consiste sólo en los trabajos que tengas que hacer, aunque se expresa en ellos. Es algo más, es un camino que orientará muchos esfuerzos y muchas acciones en una dirección de servicio. Por eso, en el discernimiento de una vocación es importante ver si uno reconoce en sí mismo las capacidades necesarias para ese servicio específico a la sociedad. 256. Esto da un valor muy grande a esas tareas, ya que dejan de ser una suma de acciones que uno realiza para ganar dinero, para estar ocupado o para complacer a otros. Todo eso constituye una vocación porque somos llamados, hay algo más que una mera elección pragmática nuestra. Es en definitiva reconocer para qué estoy hecho, para qué paso por esta tierra, cuál es el proyecto del Señor para mi vida. Él no me indicará todos los lugares, los tiempos y los detalles, que yo elegiré prudentemente, pero sí hay una orientación de mi vida que Él debe indicarme porque es mi Creador, mi alfarero, y necesito escuchar su voz para dejarme moldear y llevar por Él. Entonces sí seré lo que debo ser, y seré también fiel a mi propia realidad. 257. Para cumplir la propia vocación es necesario desarrollarse, hacer brotar y crecer todo lo que uno es. No se trata de inventarse, de crearse a sí mismo de la nada, sino de descubrirse a uno mismo a la luz de Dios y hacer florecer el propio ser: «En los designios de Dios, cada hombre está llamado a promover su propio progreso, porque la vida de todo hombre es una vocación». Tu vocación te orienta a sacar afuera lo mejor de ti para la gloria de Dios y para el bien de los demás. El asunto no es sólo hacer cosas, sino hacerlas con un sentido, con una orientación. Al respecto, san Alberto Hurtado decía a los jóvenes que hay que tomarse muy en serio el rumbo: «En un barco al 23
piloto que se descuida se le despide sin remisión, porque juega con algo demasiado sagrado. Y en la vida ¿cuidamos de nuestro rumbo? ¿Cuál es tu rumbo? Si fuera necesario detenerse aún más en esta idea, yo ruego a cada uno de ustedes que le dé la máxima importancia, porque acertar en esto es sencillamente acertar; fallar en esto es simplemente fallar». 258. Este “ser para los demás” en la vida de cada joven, normalmente está relacionado con dos cuestiones básicas: la formación de una nueva familia y el trabajo. Las diversas encuestas que se han hecho a los jóvenes confirman una y otra vez que estos son los dos grandes temas que los preocupan e ilusionan. Ambos deben ser objeto de un especial discernimiento. Detengámonos brevemente en ellos. El amor y la familia 259. Los jóvenes sienten con fuerza el llamado al amor, y sueñan encontrar la persona adecuada con quien formar una familia y construir una vida juntos. Sin duda es una vocación que Dios mismo propone a través de los sentimientos, los deseos, los sueños. Sobre este tema me detuve ampliamente en la Exhortación Amoris laetitia e invito a todos los jóvenes a leer especialmente los capítulos 4 y 5. 260. Me gusta pensar que «dos cristianos que se casan han reconocido en su historia de amor la llamada del Señor, la vocación a formar de dos, hombre y mujer, una sola carne, una sola vida. Y el Sacramento del matrimonio envuelve este amor con la gracia de Dios, lo enraíza en Dios mismo. Con este don, con la certeza de esta llamada, se puede partir seguros, no se tiene miedo de nada, se puede afrontar todo, ¡juntos!». 261. En este contexto, recuerdo que Dios nos creó sexuados. Él mismo «creó la sexualidad, que es un regalo maravilloso para sus creaturas». Dentro de la vocación al matrimonio hay que reconocer y agradecer que «la sexualidad, el sexo, son un don de Dios. Nada de tabúes. Son un don de Dios, un don que el Señor nos da. Tienen dos propósitos: amarse y generar vida. Es una pasión, es el amor 24
apasionado. El verdadero amor es apasionado. El amor entre un hombre y una mujer, cuando es apasionado, te lleva a dar la vida para siempre. Siempre. Y a darla con cuerpo y alma». 262. El Sínodo resaltó que «la familia sigue siendo el principal punto de referencia para los jóvenes. Los hijos aprecian el amor y el cuidado de los padres, dan importancia a los vínculos familiares y esperan lograr a su vez formar una familia. Sin duda el aumento de separaciones, divorcios, segundas uniones y familias monoparentales puede causar en los jóvenes grandes sufrimientos y crisis de identidad. A veces deben hacerse cargo de responsabilidades desproporcionadas para su edad, que les obligan a ser adultos antes de tiempo. Los abuelos con frecuencia son una ayuda decisiva en el afecto y la educación religiosa: con su sabiduría son un eslabón decisivo en la relación entre generaciones». 263. Es verdad que estas dificultades que sufren en su familia de origen llevan a muchos jóvenes a preguntarse si vale la pena formar una nueva familia, ser fieles, ser generosos. Quiero decirles que sí, que vale la pena apostar por la familia y que en ella encontrarán los mejores estímulos para madurar y las más bellas alegrías para compartir. No dejen que les roben el amor en serio. No dejen que los engañen esos que les proponen una vida de desenfreno individualista que finalmente lleva al aislamiento y a la peor soledad. 264. Hoy reina una cultura de lo provisorio que es una ilusión. Creer que nada puede ser definitivo es un engaño y una mentira. Muchas veces «hay quien dice que hoy el matrimonio está “pasado de moda” [...]. En la cultura de lo provisional, de lo relativo, muchos predican que lo importante es “disfrutar” el momento, que no vale la pena comprometerse para toda la vida, hacer opciones definitivas […]. Yo, en cambio, les pido que sean revolucionarios, les pido que vayan contracorriente; sí, en esto les pido que se rebelen contra esta cultura de lo provisional, que, en el fondo, cree que ustedes no son capaces de asumir responsabilidades, cree que ustedes no son capaces de amar verdaderamente». Yo sí tengo confianza en ustedes, y por eso los aliento a optar por el matrimonio. 25
265. Es necesario prepararse para el matrimonio, y esto requiere educarse a sí mismo, desarrollar las mejores virtudes, sobre todo el amor, la paciencia, la capacidad de diálogo y de servicio. También implica educar la propia sexualidad, para que sea cada vez menos un instrumento para usar a los demás y cada vez más una capacidad de entregarse plenamente a una persona, de manera exclusiva y generosa. 266. Los Obispos de Colombia nos enseñaron que «Cristo sabe que los esposos no son perfectos y que necesitan superar su debilidad e inconstancia para que su amor pueda crecer y durar. Por eso, concede a los cónyuges su gracia que es, a la vez, luz y fuerza que les permite ir realizando su proyecto de vida matrimonial de acuerdo con el plan de Dios». 267. Para aquellos que no son llamados al matrimonio o a la vida consagrada, hay que recordar siempre que la primera vocación y la más importante es la vocación bautismal. Los solteros, incluso si no son intencionales, pueden convertirse en testimonio particular de dicha vocación en su propio camino de crecimiento personal. El trabajo 268. Los Obispos de Estados Unidos han señalado con claridad que la juventud, llegada la mayoría de edad, «a menudo marca la entrada de una persona en el mundo del trabajo. “¿Qué haces para vivir?” es un tema constante de conversación, porque el trabajo es una parte muy importante de sus vidas. Para los jóvenes adultos, esta experiencia es muy fluida porque se mueven de un trabajo a otro e incluso pasan de carrera a carrera. El trabajo puede definir el uso del tiempo y puede determinar lo que pueden hacer o comprar. También puede determinar la calidad y la cantidad del tiempo libre. El trabajo define e influye en la identidad y el autoconcepto de un adulto joven y es un lugar fundamental donde se desarrollan amistades y otras relaciones porque generalmente no se trabaja solo. Hombres y mujeres jóvenes hablan del trabajo como cumplimiento de una función y como algo que proporciona un sentido. Permite a los 26
adultos jóvenes satisfacer sus necesidades prácticas, pero aún más importante buscar el significado y el cumplimiento de sus sueños y visiones. Aunque el trabajo puede no ayudar a alcanzar sus sueños, es importante para los adultos jóvenes cultivar una visión, aprender a trabajar de una manera realmente personal y satisfactoria para su vida, y seguir discerniendo el llamado de Dios». 269. Ruego a los jóvenes que no esperen vivir sin trabajar, dependiendo de la ayuda de otros. Eso no hace bien, porque «el trabajo es una necesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal. En este sentido, ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias». De ahí que «la espiritualidad cristiana, junto con la admiración contemplativa de las criaturas que encontramos en san Francisco de Asís, ha desarrollado también una rica y sana comprensión sobre el trabajo, como podemos encontrar, por ejemplo, en la vida del beato Carlos de Foucauld y sus discípulos». 270. El Sínodo remarcó que el mundo del trabajo es un ámbito donde los jóvenes «experimentan formas de exclusión y marginación. La primera y la más grave es el desempleo juvenil, que en algunos países alcanza niveles exorbitados. Además de empobrecerlos, la falta de trabajo cercena en los jóvenes la capacidad de soñar y de esperar, y los priva de la posibilidad de contribuir al desarrollo de la sociedad. En muchos países esta situación se debe a que algunas franjas de población juvenil se encuentran desprovistas de las capacidades profesionales adecuadas, también debido a las deficiencias del sistema educativo y formativo. Con frecuencia la precariedad ocupacional que aflige a los jóvenes responde a la explotación laboral por intereses económicos». 271. Es una cuestión muy delicada que la política debe considerar como un tema de primer orden, particularmente hoy que la velocidad de los desarrollos tecnológicos, junto con la obsesión por reducir los costos laborales, puede llevar rápidamente a reemplazar innumerables puestos de trabajo por máquinas. Y se trata de un asunto fundamental 27
de la sociedad porque el trabajo para un joven no es sencillamente una tarea orientada a conseguir ingresos. Es expresión de la dignidad humana, es camino de maduración y de inserción social, es un estímulo constante para crecer en responsabilidad y en creatividad, es una protección frente a la tendencia al individualismo y a la comodidad, y es también dar gloria a Dios con el desarrollo de las propias capacidades. 272. No siempre un joven tiene la posibilidad de decidir a qué va a dedicar sus esfuerzos, en qué tareas va a desplegar sus energías y su capacidad de innovar. Porque además de los propios deseos, y aún más allá de las propias capacidades y del discernimiento que uno realice, están los duros límites de la realidad. Es verdad que no puedes vivir sin trabajar y que a veces tienes que aceptar lo que encuentres, pero nunca renuncies a tus sueños, nunca entierres definitivamente una vocación, nunca te des por vencido. Siempre sigue buscando, al menos, modos parciales o imperfectos de vivir lo que en tu discernimiento reconoces como una verdadera vocación. 273. Cuando uno descubre que Dios lo llama a algo, que está hecho para eso –sea la enfermería, la carpintería, la comunicación, la ingeniería, la docencia, el arte o cualquier otro trabajo– entonces será capaz de hacer brotar sus mejores capacidades de sacrificio, de generosidad y de entrega. Saber que uno no hace las cosas porque sí, sino con un significado, como respuesta a un llamado que resuena en lo más hondo de su ser para aportar algo a los demás, hace que esas tareas le den al propio corazón una experiencia especial de plenitud. Así lo decía el antiguo libro bíblico del Eclesiastés: «He visto que no hay nada mejor para el ser humano que gozarse en su trabajo» (Qo 3,22). Vocaciones a una consagración especial 274. Si partimos de la convicción de que el Espíritu sigue suscitando vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa, podemos “volver a echar las redes” en nombre del Señor, con toda confianza. Podemos 28
atrevernos, y debemos hacerlo, a decirle a cada joven que se pregunte por la posibilidad de seguir este camino. 275. Algunas veces hice esta propuesta a jóvenes que me respondieron casi con burla diciendo: “No, la verdad es que yo no voy para ese lado”. Sin embargo, años después algunos de ellos estaban en el Seminario. El Señor no puede faltar a su promesa de no dejar a la Iglesia privada de los pastores sin los cuales no podría vivir ni realizar su misión. Y si algunos sacerdotes no dan un buen testimonio, no por eso el Señor dejará de llamar. Al contrario, Él redobla la apuesta porque no deja de cuidar a su Iglesia amada. 276. En el discernimiento de una vocación no hay que descartar la posibilidad de consagrarse a Dios en el sacerdocio, en la vida religiosa o en otras formas de consagración. ¿Por qué excluirlo? Ten la certeza de que, si reconoces un llamado de Dios y lo sigues, eso será lo que te hará pleno. 277. Jesús camina entre nosotros como lo hacía en Galilea. Él pasa por nuestras calles, se detiene y nos mira a los ojos, sin prisa. Su llamado es atractivo, es fascinante. Pero hoy la ansiedad y la velocidad de tantos estímulos que nos bombardean hacen que no quede lugar para ese silencio interior donde se percibe la mirada de Jesús y se escucha su llamado. Mientras tanto, te llegarán muchas propuestas maquilladas, que parecen bellas e intensas, aunque con el tiempo solamente te dejarán vacío, cansado y solo. No dejes que eso te ocurra, porque el torbellino de este mundo te lleva a una carrera sin sentido, sin orientación, sin objetivos claros, y así se malograrán muchos de tus esfuerzos. Más bien busca esos espacios de calma y de silencio que te permitan reflexionar, orar, mirar mejor el mundo que te rodea, y entonces sí, con Jesús, podrás reconocer cuál es tu vocación en esta tierra.
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CAPÍTULO NOVENO EL DISCERNIMIENTO 278. Sobre el discernimiento en general ya me detuve en la Exhortación apostólica Gaudete et exsultate. Permítanme retomar algunas de esas reflexiones aplicándolas al discernimiento de la propia vocación en el mundo. 279. Recuerdo que todos, pero «especialmente los jóvenes, están expuestos a un zapping constante. Es posible navegar en dos o tres pantallas simultáneamente e interactuar al mismo tiempo en diferentes escenarios virtuales. Sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del momento». Y «esto resulta especialmente importante cuando aparece una novedad en la propia vida, y entonces hay que discernir si es el vino nuevo que viene de Dios o es una novedad engañosa del espíritu del mundo o del espíritu del diablo». 280. Este discernimiento, «aunque incluya la razón y la prudencia, las supera, porque se trata de entrever el misterio del proyecto único e irrepetible que Dios tiene para cada uno […]. Está en juego el sentido de mi vida ante el Padre que me conoce y me ama, el verdadero para qué de mi existencia que nadie conoce mejor que Él». 281. En este marco se sitúa la formación de la conciencia, que permite que el discernimiento crezca en hondura y en fidelidad a Dios: «Formar la conciencia es camino de toda una vida, en el que se aprende a nutrir los sentimientos propios de Jesucristo, asumiendo los criterios de sus decisiones y las intenciones de su manera de obrar (cf. Flp 2,5)». 282. Esta formación implica dejarse transformar por Cristo y al mismo tiempo «una práctica habitual del bien, valorada en el examen de conciencia: un ejercicio en el que no se trata sólo de identificar los pecados, sino también de reconocer la obra de Dios en la propia experiencia cotidiana, en los acontecimientos de la historia y de las culturas de las que formamos parte, en el testimonio de tantos 30
hombres y mujeres que nos han precedido o que nos acompañan con su sabiduría. Todo ello ayuda a crecer en la virtud de la prudencia, articulando la orientación global de la existencia con elecciones concretas, con la conciencia serena de los propios dones y límites». Cómo discernir tu vocación 283. Una expresión del discernimiento es el empeño por reconocer la propia vocación. Es una tarea que requiere espacios de soledad y silencio, porque se trata de una decisión muy personal que otros no pueden tomar por uno: «Si bien el Señor nos habla de modos muy variados en medio de nuestro trabajo, a través de los demás, y en todo momento, no es posible prescindir del silencio de la oración detenida para percibir mejor ese lenguaje, para interpretar el significado real de las inspiraciones que creímos recibir, para calmar las ansiedades y recomponer el conjunto de la propia existencia a la luz de Dios». 284. Este silencio no es una forma de aislamiento, porque «hay que recordar que el discernimiento orante requiere partir de una disposición a escuchar: al Señor, a los demás, a la realidad misma que siempre nos desafía de maneras nuevas. Sólo quien está dispuesto a escuchar tiene la libertad para renunciar a su propio punto de vista parcial o insuficiente […]. Así está realmente disponible para acoger un llamado que rompe sus seguridades pero que lo lleva a una vida mejor, porque no basta que todo vaya bien, que todo esté tranquilo. Dios puede estar ofreciendo algo más, y en nuestra distracción cómoda no lo reconocemos». 285. Cuando se trata de discernir la propia vocación, es necesario hacerse varias preguntas. No hay que empezar preguntándose dónde se podría ganar más dinero, o dónde se podría obtener más fama y prestigio social, pero tampoco conviene comenzar preguntándose qué tareas le darían más placer a uno. Para no equivocarse hay que empezar desde otro lugar, y preguntarse: ¿me conozco a mí mismo, más allá de las apariencias o de mis sensaciones?, ¿conozco lo que alegra o entristece mi corazón?, ¿cuáles son mis fortalezas y mis debilidades? Inmediatamente siguen otras preguntas: ¿cómo puedo servir mejor y ser más útil al mundo y a la Iglesia?, ¿cuál es mi lugar 31
en esta tierra?, ¿qué podría ofrecer yo a la sociedad? Luego siguen otras muy realistas: ¿tengo las capacidades necesarias para prestar ese servicio?, o ¿podría adquirirlas y desarrollarlas? 286. Estas preguntas tienen que situarse no tanto en relación con uno mismo y sus inclinaciones, sino con los otros, frente a ellos, de manera que el discernimiento plantee la propia vida en referencia a los demás. Por eso quiero recordar cuál es la gran pregunta: «Muchas veces, en la vida, perdemos tiempo preguntándonos: “Pero, ¿quién soy yo?”. Y tú puedes preguntarte quién eres y pasar toda una vida buscando quién eres. Pero pregúntate: “¿Para quién soy yo?”». Eres para Dios, sin duda. Pero Él quiso que seas también para los demás, y puso en ti muchas cualidades, inclinaciones, dones y carismas que no son para ti, sino para otros. El llamado del Amigo 287. Para discernir la propia vocación, hay que reconocer que esa vocación es el llamado de un amigo: Jesús. A los amigos, si se les regala algo, se les regala lo mejor. Y eso mejor no necesariamente es lo más caro o difícil de conseguir, sino lo que uno sabe que al otro lo alegrará. Un amigo percibe esto con tanta claridad que puede visualizar en su imaginación la sonrisa de su amigo cuando abra su regalo. Este discernimiento de amistad es el que propongo a los jóvenes como modelo si buscan encontrar cuál es la voluntad de Dios para sus vidas. 288. Quiero que sepan que cuando el Señor piensa en cada uno, en lo que desearía regalarle, piensa en él como su amigo personal. Y si tiene planeado regalarte una gracia, un carisma que te hará vivir tu vida a pleno y transformarte en una persona útil para los demás, en alguien que deje una huella en la historia, será seguramente algo que te alegrará en lo más íntimo y te entusiasmará más que ninguna otra cosa en este mundo. No porque lo que te vaya a dar sea un carisma extraordinario o raro, sino porque será justo a tu medida, a la medida de tu vida entera.
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289. El regalo de la vocación será sin duda un regalo exigente. Los regalos de Dios son interactivos y para gozarlos hay que poner mucho en juego, hay que arriesgar. Pero no será la exigencia de un deber impuesto por otro desde afuera, sino algo que te estimulará a crecer y a optar para que ese regalo madure y se convierta en don para los demás. Cuando el Señor suscita una vocación no sólo piensa en lo que eres sino en todo lo que junto a Él y a los demás podrás llegar a ser. 290. La potencia de la vida y la fuerza de la propia personalidad se alimentan mutuamente en el interior de cada joven y lo impulsan a ir más allá de todo límite. La inexperiencia permite que esto fluya, aunque bien pronto se transforma en experiencia, muchas veces dolorosa. Es importante poner en contacto este deseo de «lo infinito del comienzo todavía no puesto a prueba» con la amistad incondicional que nos ofrece Jesús. Antes de toda ley y de todo deber, lo que Jesús nos propone para elegir es un seguimiento como el de los amigos que se siguen y se buscan y se encuentran por pura amistad. Todo lo demás viene después, y hasta los fracasos de la vida podrán ser una inestimable experiencia de esa amistad que nunca se rompe. Escucha y acompañamiento 291. Hay sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos, profesionales, e incluso jóvenes capacitados, que pueden acompañar a los jóvenes en su discernimiento vocacional. Cuando nos toca ayudar a otro a discernir el camino de su vida, lo primero es escuchar. Y esta escucha supone tres sensibilidades o atenciones distintas y complementarias: 292. La primera sensibilidad o atención es a la persona. Se trata de escuchar al otro que se nos está dando él mismo en sus palabras. El signo de esta escucha es el tiempo que le dedico al otro. No es cuestión de cantidad sino de que el otro sienta que mi tiempo es suyo: el que él necesita para expresarme lo que quiera. Él debe sentir que lo escucho incondicionalmente, sin ofenderme, sin escandalizarme, sin molestarme, sin cansarme. Esta escucha es la que el Señor ejercita cuando se pone a caminar al lado de los discípulos de Emaús y los 33
acompaña largo rato por un camino que iba en dirección opuesta a la dirección correcta (cf. Lc 24,13-35). Cuando Jesús hace ademán de seguir adelante porque ellos han llegado a su casa, ahí comprenden que les había regalado su tiempo, y entonces le regalan el suyo, brindándole hospedaje. Esta escucha atenta y desinteresada indica el valor que tiene la otra persona para nosotros, más allá de sus ideas y de sus elecciones de vida. 293. La segunda sensibilidad o atención es discernidora. Se trata de pescar el punto justo en el que se discierne la gracia o la tentación. Porque a veces las cosas que se nos cruzan por la imaginación son sólo tentaciones que nos apartan de nuestro verdadero camino. Aquí necesito preguntarme qué me está diciendo exactamente esa persona, qué me quiere decir, qué desea que comprenda de lo que le pasa. Son preguntas que ayudan a entender dónde se encadenan los argumentos que mueven al otro y a sentir el peso y el ritmo de sus afectos influenciados por esta lógica. Esta escucha se orienta a discernir las palabras salvadoras del buen Espíritu, que nos propone la verdad del Señor, pero también las trampas del mal espíritu –sus falacias y sus seducciones–. Hay que tener la valentía, el cariño y la delicadeza necesarios para ayudar al otro a reconocer la verdad y los engaños o excusas. 294. La tercera sensibilidad o atención se inclina a escuchar los impulsos que el otro experimenta “hacia adelante”. Es la escucha profunda de “hacia dónde quiere ir verdaderamente el otro”. Más allá de lo que siente y piensa en el presente y de lo que ha hecho en el pasado, la atención se orienta hacia lo que quisiera ser. A veces esto implica que la persona no mire tanto lo que le gusta, sus deseos superficiales, sino lo que más agrada al Señor, su proyecto para la propia vida que se expresa en una inclinación del corazón, más allá de la cáscara de los gustos y sentimientos. Esta escucha es atención a la intención última, que es la que en definitiva decide la vida, porque existe Alguien como Jesús que entiende y valora esta intención última del corazón. Por eso Él está siempre dispuesto a ayudar a cada uno para que la reconozca, y para ello le basta que alguien le diga: “¡Señor, sálvame! ¡Ten misericordia de mí!”. 34
295. Entonces sí el discernimiento se convierte en un instrumento de lucha para seguir mejor al Señor. De ese modo, el deseo de reconocer la propia vocación adquiere una intensidad suprema, una calidad diferente y un nivel superior, que responde mucho mejor a la dignidad de la propia vida. Porque en definitiva un buen discernimiento es un camino de libertad que hace aflorar eso único de cada persona, eso que es tan suyo, tan personal, que sólo Dios lo conoce. Los otros no pueden ni comprender plenamente ni prever desde afuera cómo se desarrollará. 296. Por lo tanto, cuando uno escucha a otro de esta manera, en algún momento tiene que desaparecer para dejar que él siga ese camino que ha descubierto. Es desaparecer como desaparece el Señor de la vista de sus discípulos y los deja solos con el ardor del corazón que se convierte en impulso irresistible de ponerse en camino (cf. Lc 24,3133). De regreso a la comunidad, los discípulos de Emaús recibirán la confirmación de que verdaderamente ha resucitado el Señor (cf. Lc 24,34). 297. Ya que «el tiempo es superior al espacio», hay que suscitar y acompañar procesos, no imponer trayectos. Y son procesos de personas que siempre son únicas y libres. Por eso es difícil armar recetarios, aun cuando todos los signos sean positivos, ya que «se trata de someter los mismos factores positivos a un cuidadoso discernimiento, para que no se aíslen el uno del otro ni estén en contraste entre sí, absolutizándose y oponiéndose recíprocamente. Lo mismo puede decirse de los factores negativos: no hay que rechazarlos en bloque y sin distinción, porque en cada uno de ellos puede esconderse algún valor, que espera ser descubierto y reconducido a su plena verdad». 298. Pero para acompañar a otros en este camino, primero necesitas tener el hábito de recorrerlo tú mismo. María lo hizo, afrontando sus preguntas y sus propias dificultades cuando era muy joven. Que ella renueve tu juventud con la fuerza de su plegaria y te acompañe siempre con su presencia de Madre. 35
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Me has llamado ¡Heme aquí Señor! TESTIMONIOS VOCACIONALES
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Oración del llamado Señor Dios, Tú me llamas por mi nombre, me llamas una y otra vez, a tiempo y a destiempo, con infinita paciencia y cariño. Tú pones en mi camino personas sabias que me apoyan y me ayudan a escucharte. ¡Habla, Señor, que tu siervo escucha! Amén.
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PBRO. EFRÉN ARY ALCÁNTARA ROJAS Delegado para el Clero Prelatura de Caravelí
“El atractivo de Jesús”
¿Por qué consideró la invitación de seguir a Jesús? – Motivaciones Cuando tenía 23 años reconocí mi llamado a seguir cercanamente a Jesús desde el sacerdocio el día que cumplía un año con mi enamorada de aquel entonces. Era el año 1997 y yo había aceptado acompañar a un amigo a una jornada de oración por las vocaciones en la Catedral de Lima, sin jamás imaginar que en aquella misma ceremonia sentiría el llamado a ser un sacerdote de Jesucristo… Si bien ello fue para mí una verdadera sorpresa, pues 41
nunca lo había siquiera considerado, fue relativamente fácil decirle sí a Jesús y aceptar su propuesta, pues desde siempre lo amé mucho y sabía que podía confiar plenamente en Él.
“Apoyo de mi familia”
¿Sintió el apoyo de su familia o se presentaron algunos obstáculos? Un primer obstáculo al descubrir y aceptar mi vocación al sacerdocio fue armarme de valor para comunicar a mi familia lo que me acababa de suceder y lo que había decidido. Sabía que no sería fácil, sobre todo con mi madre, pues soy su primer hijo y también el más unido a ella. De hecho, no pude contar inicialmente con el apoyo total de mi núcleo familiar, ni tampoco con el de algunos primos cercanos. A mi madre, en particular, este cambio en mi vida le generó un dolor muy profundo durante los primeros meses, hasta que poco a poco ella se fue haciendo a la idea, sobre todo al verme feliz y muy decidido.
“Mi vocación acompañada”
¿Quiénes influyeron y acompañaron pastoralmente su vocación? En los primeros tiempos me dejé ayudar por un sacerdote agustino de mi colegio secundario y por una religiosa compasionista de mi escuela primaria. Era para mí una enorme novedad y necesitaba pautas serias y confiables, pues literalmente estaba comenzando todo de cero.
“Aquí estoy, Señor”
¿Qué fue lo determinante para decir “Aquí estoy Señor”? Pienso que cualquier persona que pudiera reconocer en su vida el singular llamado del Señor, no tendría dificultad en decir “sí” o “aquí estoy, Señor”. La vocación, en tal sentido, es una experiencia de Dios que cada quien debe saber discernir y agradecer. En tal sentido, para mí no fue difícil hacerlo, pues desde el inicio me sentí 42
envuelto por la misericordia de Dios y su llamado se me hizo algo realmente inmerecido y por demás privilegiado.
“Mi etapa de formación”
¿Qué situaciones afianzaron la unión íntima y fecunda con Jesús en su etapa de formación? Durante mi formación inicial me resultó de inmejorable ayuda el ser acompañado y orientado por sacerdotes “a la antigua”, incluso por uno que otro que era muy apasionado por Jesucristo, lo cual me llenaba de mucho entusiasmo. Al entrar al seminario dejé mi celular y otros distractores en casa de mi familia; pero lo que más me costó fue el alejamiento de algunas amistades, pues siempre fui muy “amiguero”. En el seminario se rezaba mucho, muchísimo, y lo hacíamos de manera bastante metódica y ordenada. Se cantaba también mucho; había mucho tiempo para Dios. Considero que recibí desde el inicio una muy esmerada formación tradicional, acompañada de una muy cuidadosa vida sacramental. Ello, a la larga, es lo que me ha mantenido a flote y siempre animado en estos últimos 22 años.
“Fidelidad a Cristo”
¿Qué le ayuda a permanecer fiel a Cristo en los momentos difíciles? Desde muy niño se me inculcó un profundo amor y cariño a Dios y a la Virgen María; al final del camino de cada día siempre vuelvo a ellos. Con el paso de los años me ha inspirado mucho la vida y el ejemplo de algunos santos como San Martín de Porres, San Felipe Neri, San Luis Gonzaga, Santa María Magdalena, entre otros. También me ha resultado de mucha iluminación el ejemplo de vida y las bellas actitudes de algunos sacerdotes y religiosas que he conocido. No obstante mi enorme fragilidad, de alguna u otra manera busco siempre cuidar mi vida espiritual y sacramental: confesarme con frecuencia, celebrar la Misa y los demás sacramentos con cariño y alegría. El combate espiritual me hace reconocer que Dios nunca me ha dejado solo ni se ha avergonzado de mi pequeñez y mis caídas. 43
Pienso que en la vida de cada consagrado, de cada sacerdote, hay una historia personal con Dios que nunca debemos dejar en el olvido. Necesitamos hacer memoria continua de lo que Dios ha hecho por nosotros, de dónde nos ha sacado, cuántas cosas nos ha perdonado y de qué maneras nos ha demostrado su fiel amor paternal.
“Hacia una cultura vocacional”
¿Cómo generar una cultura vocacional en la Iglesia? A mi entender, a la par de la galopante crisis vocacional que se percibe en los seminarios, comunidades religiosas y, en general, en las casas de formación, se hace patente una cada vez más frágil imagen de la vida consagrada. Y ello, lejos de animar a los/as jóvenes a considerar la consagración a Dios, los desanima enormemente, pues no se les ofrece algo “sólido” ni estable. Sin necesidad de caer en extremos rigoristas ni tradicionalistas, creo que nos está faltando fortalecer urgentemente nuestros cimientos, nuestras convicciones y nuestros compromisos. Tengo la impresión de que en nuestro trato común cada vez menos hablamos acerca de Jesús, y lo hemos reemplazado por personas, coyunturas, procesos y demás tópicos a los que, a la larga, no podemos deberles nuestro llamado. Pienso que nos urge volver a llenarnos de Jesucristo, para poder dar a Jesucristo.
“Dios habla al corazón”
¿Qué mensaje les daría a los jóvenes que están discerniendo su vocación? El mundo necesita a Jesucristo; lo necesita a gritos. Hay que darlo con generosidad y alegría. No debemos tener miedo, ni mucho menos, vergüenza… Si Jesús nos llama a la vida sacerdotal o religiosa, Él tiene el poder de colmar con creces todas nuestras expectativas de felicidad y de autorrealización, así como de darle un sentido pleno a nuestras vidas. Ser de Él, ser totalmente de Él, es lo mejor y más bello que nos puede suceder.
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HNA. RITA MARÍA REGAÑA Misionera Eucarística de Nazaret Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado
“El atractivo de Jesús”
¿Por qué consideró la invitación de seguir a Jesús? – Motivaciones Me atrajo de Jesús su capacidad de amar, de interesarse por los demás. Que es libre y hace frente a la injusticia. Me atrae la cercanía de Jesús, sin dejar de ser él mismo. Y he considerado seguirle porque soy inquieta, y Jesús me mantiene siempre en movimiento, ser misionera es, no solo cambiar de país, sino salir de ti misma, es buscar la libertad de un modo distinto al que te propone el mundo. 45
Jesús se vale de personas que son puentes que nos acercan más a él, hay hermanas que me inspiraron a seguir esta vocación. Son esas mediaciones que Dios me dio para que vea que es posible, y que no es cosa de gente rara.
“Apoyo de mi familia”
¿Sintió el apoyo de su familia o se presentaron algunos obstáculos? Gracias a Dios, mi familia es activa en la parroquia, mis padres son del Movimiento de Cursillo de Cristiandad y de Encuentros de Matrimonios; aunque les costó aceptar, es un proceso que se va haciendo en mi familia, cada uno ha tenido su tiempo para entender y comprender que no me pierden, que siempre estoy.
“Mi vocación acompañada”
¿Quiénes influyeron y acompañaron pastoralmente su vocación? Dios se valió de muchas mediaciones: mi profesora del Colegio que me sembró la inquietud, la coordinadora del grupo misionero al que pertenecía, el Padre que nos asesoraba en el grupo misionero, el párroco de mi pueblo y finalmente la hermana con la que empecé el discernimiento, y que después fue mi maestra de novicias. Aunque en etapas iniciales de formación tenemos la gracia de contar con las formadoras, es para mí importante continuar mi proceso de crecimiento personal. He tenido acompañantes que con sus consejos me estimulan a ver mi vida de cara a Dios.
“Aquí estoy, Señor”
¿Qué fue lo determinante para decir “Aquí estoy Señor”? Yo había empezado el discernimiento, y le pedía al Señor que me enviara una señal. Un domingo en la misa, en mi pueblo, un niño se acercó a comulgar, este niño no se había preparado, no sabía qué estaba haciendo y cuando llega al banco de la Iglesia donde estábamos sentados mi familia y yo se quita a Jesús de la boca y le dice a sus amigos ¿qué hago con esto? Para mí fue impactante, y me 46
dije: este niño no sabe porque nadie le ha explicado. Pues me decidí a ingresar a la congregación de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret.
“Mi etapa de formación”
¿Qué situaciones afianzaron la unión íntima y fecunda con Jesús en su etapa de formación? En el noviciado cuidar a la madre de una hermana, hemipléjica, me ayudó a ver a Dios en la enfermedad y a salir de mí misma. En el juniorado, una hermana que sufría de cáncer afianzó mi vocación, su muerte me edificó y me dio fortaleza. Así mismo, en esta etapa estudiar en la universidad y compartir con laicos y religiosos me ayudó mucho. Un momento especial en el que profundicé mi relación viva con Jesús Eucaristía han sido los ejercicios espirituales de cada mes.
“Fidelidad a Cristo”
¿Qué le ayuda a permanecer fiel a Cristo en los momentos difíciles? Mi familia y las buenas amistades, en particular mi relación con mi maestra de junioras, ellos son mis cables a tierra. Además, en una situación difícil me ha ayudado recordar que ésta es momentánea, que he vivido cosas mejores y que en un minuto no se puede derrumbar lo que has construido hasta ahora. Creo que es la autenticidad de reconocerme débil.
“Hacia una cultura vocacional”
¿Cómo generar una cultura vocacional en la Iglesia? Pienso que una cultura vocacional se genera en el trabajo del día a día, en las relaciones bonitas que se tiene entre laicos, religiosos y sacerdotes, es cuando valoramos al otro y trabajamos en equipo. También cuando hablamos a los jóvenes que hay distintos lugares en la familia de la Iglesia. Creo que se juega todo en el día a 47
día, cuando somos auténticos “enamorados de Cristo”, me parece que cuando estemos realmente convencidos de que lo nuestro “vale mucho” y que no es algo pasado de honda-moda tendremos vocaciones auténticas.
“Dios habla al corazón”
¿Qué mensaje les daría a los jóvenes que están discerniendo su vocación? Yo les diría lo que dijo Juan Pablo II: “¡no tengáis miedo a abrir de par en par las puertas a Cristo!” Que se arriesguen, porque el que no arriesga nunca tiene nada, que Dios da la fuerza para responder, que no impidan la obra de Dios en sus vidas, que confíen mucho y que valoren este tiempo de discernimiento, que lo vivan intensamente y que sean sinceros con quien les acompaña para que puedan ver juntos el proyecto de Dios en sus vidas.
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SOR MIRIAM FÉLIX LÓPEZ Congregación de San José de Cluny Superiora Provincial Arzobispado de Lima
“El atractivo de Jesús”
¿Por qué consideró la invitación de seguir a Jesús? – Motivaciones De pequeña tuve la oportunidad de conocer a las hermanas de San José de Cluny y me fascinó la misión que realizaban, la ayuda a los más necesitados de nuestra sociedad, y la alegría que nos trasmitían. La Eucaristía dominical con mi familia, marcó mi encuentro con Dios Padre.
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“Apoyo de mi familia”
¿Sintió el apoyo de su familia o se presentaron algunos obstáculos? Al inicio no tuve el apoyo de mi familia, ni de mis amigos, pensaban que era una pérdida, eso hizo que mi acompañamiento fuera clandestino hasta el día de la decisión final. Pero cuando compartí mi experiencia de Dios, mi familia no puso obstáculos y me apoyó.
“Mi vocación acompañada”
¿Quiénes influyeron y acompañaron pastoralmente su vocación? Al manifestar mi llamado a la vida religiosa no fue entendido al inicio por mis padres ya que yo recién terminaba los estudios de la Universidad. Pero fue precisamente el testimonio de mis padres y el gran amor que profesaban a la Santa Eucaristía lo que influyó en mí. Las hermanas de Cluny, fueron siempre mi apoyo y me acompañaron en mi discernimiento vocacional.
“Aquí estoy, Señor”
¿Qué fue lo determinante para decir “Aquí estoy Señor”? Lo determinante fue la Palabra de Dios meditada frente al Santísimo, durante la experiencia de un retiro vocacional. El pasaje de la llamada a Samuel: “Habla Señor, que tu siervo escucha”. El Magníficat de María de Nazareth: “Proclama mi alma la grandeza del Señor…” La Anunciación: “He aquí la esclava del Señor…” Pablo: - “¡Dios conforta - Yo le sigo!” El llamado: “¡Tú eres importante para mí, te quiero, cuento contigo!” “SOY TU PIEDRA ANGULAR… ¡NO TEMAS!” 50
“Mi etapa de formación”
¿Qué situaciones afianzaron la unión íntima y fecunda con Jesús en su etapa de formación? El encuentro con Jesús, como centro de mi vida. Los ejercicios espirituales, que me ayudaron a valorar el silencio y la búsqueda de la verdad. El acercamiento con el hermano en las misiones.
“Fidelidad a Cristo”
¿Qué le ayuda a permanecer fiel a Cristo en los momentos difíciles? La vida de oración. Es un manantial de energía de Dios, lo he constatado a lo largo de estos años, me ha sostenido y me ha establecido en una profunda unión con Él, en los momentos difíciles.
“Hacia una cultura vocacional”
¿Cómo generar una cultura vocacional en la Iglesia? Estamos llamados a generar vida, pero no tendría sentido si en ella no estamos unidos al corazón de Cristo, lleno de su misericordia y de su amor. Ser mujeres consagradas del hoy implica valentía y audacia para testimoniar la alegría del Evangelio. Es en la calle y en las periferias existenciales, como lo recalca el papa Francisco, donde podemos ser contemplativos en la acción.
“Dios habla al corazón”
¿Qué mensaje les daría a los jóvenes que están discerniendo su vocación? Que sean valientes y no teman al llamado de Dios, porque Él es el que los va a sostener en su respuesta generosa. Nunca estamos solos, Él camina con nosotros. ¡Ánimo! ¡Qué puede faltarle al que posee a Dios! (Ana Ma. Javouhey, fundadora de la Congregación de San José de Cluny). 51
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HNO. FRANCISCO MARTÍN CASTELO GARCÍA O.J Asociación Misionera Obra de Jesús Diócesis del Callao
“El atractivo de Jesús”
¿Por qué consideró la invitación de seguir a Jesús? – Motivaciones Decidí seguir a Jesús por ser la plenitud de mi vida. Tuve varias motivaciones que el Señor puso en mi camino. Una fue de adolescente, que consistía en el deseo de llevar almas a Dios, cambiando primero yo, buscando agradar a Dios desde esta etapa de mi vida, al leer libro de santos como santo Domingo Savio, san Juan Bosco, santos que dan con alegría… entre otros. Quería imitar lo que ellos también buscaban “hacer por el Señor”. A los 21 años tuve un sueño, donde “Dios Padre” del Señor de los Milagros me decía que “salve a mis hermanos” de las tinieblas en que vivían. Era un lugar de penumbra con gente sufriendo, llorando y donde caía del cielo llamas de fuego. Cuando me dirigí a Dios diciéndole: “salvaré a mis hermanos”, el fuego cesó. Me desperté de 53
madrugada y escribí mi sueño por primera y única vez. Al terminar de escribir archivé el escrito y dije “qué sueño más raro”, “¿querrá Dios algo de mí?” o “es sólo un sueño”. Al mes aproximadamente me encontré con un conocido laico que hacía cinco años no veía y que había conocido en un grupo juvenil. Él me comenzó a hablar de “salvar almas y ayudar a otras personas a encontrar a Dios”. En lugares de diversión social del mundo observaba en muchos jóvenes lo presenciado en el sueño, jóvenes de buena presencia, adinerados e inclusive de farándula de Tv. Se drogaban o alcoholizaban hasta llegar a un nivel degradante. Relacionaba mi sueño con lo que veía, me preguntaba y pensaba a la vez ¿qué poder hacer? Tendré que hacer algo para prevenir que los adolescentes y jóvenes caigan en estos pecados terribles. Pasaron unos meses y abrí un día la Biblia al azar, leí el pasaje donde Jesús le dice al joven rico: … “una cosa te falta, anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme” (Mc. 10, 17-22) Después de leer este pasaje y tener anécdotas en mi vida, comprendí que Jesucristo me llamaba a seguirle, dejando todo y no siendo como el joven rico que despreció esa buena propuesta del Señor.
“Apoyo de mi familia”
¿Sintió el apoyo de su familia o se presentaron algunos obstáculos? Mi familia no me apoyó en mi vocación. Siempre quiso desligarme de esa inquietud. Hasta ahora mi madre me dice que ya es suficiente con los años que serví a la Iglesia, que deje y que ejerza mi carrera.
“Mi vocación acompañada”
¿Quiénes influyeron y acompañaron pastoralmente su vocación? Fueron conocidos laicos y sobre todo mi superior y formador espiritual. El R.P. Javier Crosby Crosby O.J. 54
“Aquí estoy, Señor”
¿Qué fue lo determinante para decir “Aquí estoy Señor”? El deseo de prevenir que adolescentes y jóvenes caigan en la perdición.
“Mi etapa de formación”
¿Qué situaciones afianzaron la unión íntima y fecunda con Jesús en su etapa de formación? La Santa Misa, la oración, el acompañamiento espiritual, los retiros y jornadas espirituales.
“Fidelidad a Cristo”
¿Qué le ayuda a permanecer fiel a Cristo en los momentos difíciles? El pensar que la juventud necesita ayuda espiritual, como yo la necesité. El saber que Dios me puso a laborar en una institución educativa de mi comunidad con adolescentes y también en instituciones educativas estatales en zonas de misión de la sierra y selva, sin haberlo buscado. Dios me dio esa misión en mi sueño y también en la realidad.
“Hacia una cultura vocacional”
¿Cómo generar una cultura vocacional en la Iglesia? Con la cercanía a las personas, la sencillez, escuchando al otro, dando a conocer ejemplos de vocación en los diferentes estados de vida (vida de santos religiosos, santos sacerdotes, santos matrimonios, “los que vivieron el evangelio”). Con nuestra vida, 55
respetando los diferentes carismas que la Iglesia tiene y que son inspirados por el Espíritu Santo.
“Dios habla al corazón”
¿Qué mensaje les daría a los jóvenes que están discerniendo su vocación? Dios les llama para una misión que irán descubriendo gradualmente. Dios nos regala de 80 a 90 años de vida aproximadamente. Si tenemos 18 años, ¿cuántos años nos quedan para ser mejores ante Dios, para ayudar al prójimo y servirle a Él?
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HNA. RAQUEL SARAHÍ NÚÑEZ GÓMEZ Comunidad Misionera de Villaregia Diócesis de Lurín
“El atractivo de Jesús”
¿Por qué consideró la invitación de seguir a Jesús? – Motivaciones La primera motivación ha sido la de responder a la inquietud de mantener una cercanía constante y más íntima con Dios mediante la oración. Otra motivación ha sido ver la realidad que me rodeaba y la necesidad de Dios en la vida del hombre. Particularmente la experiencia del servicio gratuito, me mostró que se puede expresar la cercanía de Dios al hombre, mediante acciones concretas que sean signo del amor, la misericordia y la compasión de Dios hacia el prójimo, especialmente de quien necesita más.
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“Apoyo de mi familia”
¿Sintió el apoyo de su familia o se presentaron algunos obstáculos? Siempre he sentido el apoyo de mi familia, en las decisiones que he tomado en la vida y en este caso no ha sido la excepción. Claramente no es algo inmediato para los padres comprender lo que implica esta vocación, considero que la mayor dificultad ha sido “romper” con el esquema de vida que ellos proyectaban para mí: ejercer mi carrera profesional, tener unos bienes propios e incluso mi propia familia. Al inicio el hecho de no cumplir sus expectativas, y expresar con mayor claridad y serenidad lo que yo deseaba no fue muy sencillo; sin embargo, sabía que era necesario hacerlo y tomar una decisión para mi vida. A pesar que este camino para mi familia es algo nuevo y distinto a lo que ellos esperaban, nunca me han negado su apoyo y cariño.
“Mi vocación acompañada”
¿Quiénes influyeron y acompañaron pastoralmente su vocación? En el grupo juvenil en el que participaba, el acompañamiento inició por parte de unas religiosas, primeramente acompañaron mi camino como joven, escuchando mis inquietudes, mis deseos y ayudándome a canalizarnos de forma adecuada. Después de una experiencia de voluntariado y de unos años de participación y de compromiso con el grupo juvenil, el planteamiento vocacional, ha sido más directo con un sacerdote misionero con quien he hecho un camino de discernimiento vocacional por un año.
“Aquí estoy, Señor”
¿Qué fue lo determinante para decir “Aquí estoy Señor”? El deseo de responder, con mayor entrega al servicio a los hermanos y la confianza en el Señor.
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“Mi etapa de formación”
¿Qué situaciones afianzaron la unión íntima y fecunda con Jesús en su etapa de formación? La oración personal, la cercanía con la Palabra mediante la meditación y el compartir de la Palabra con mis hermanas de formación, la vida comunitaria, y el acercamiento a los pobres.
“Fidelidad a Cristo”
¿Qué le ayuda a permanecer fiel a Cristo en los momentos difíciles? La oración, la confianza en la voluntad de Dios y la esperanza. También sentir el apoyo y la escucha, por parte de mis hermanos de comunidad.
“Hacia una cultura vocacional”
¿Cómo generar una cultura vocacional en la Iglesia? Disponer fuerzas y dones para formar en el acompañamiento de adolescentes y jóvenes. Para mí es fundamental ayudar a los jóvenes desde temprana edad, para que crezcan en una sensibilidad de la presencia de Dios en sus vidas, también orientarlos para crecer en la libertad y discernimiento -sin condicionarlos- para que en cada etapa de sus vidas puedan tomar decisiones que les ayuden a descubrir la voluntad de Dios.
“Dios habla al corazón”
¿Qué mensaje les daría a los jóvenes que están discerniendo su vocación? Que vivan este proceso, poniendo delante de Dios todos sus anhelos y sus proyectos, con ayuda de un acompañante espiritual que les pueda ayudar a ver el camino con mayor claridad. Sobre todo, vivir este proceso con mucha libertad y sinceridad ante Dios y no tener miedo de tomar decisiones para comenzar un camino. 59
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PBRO. BRAULIO ALARCÓN CONTRERAS Delegado para el Clero Arzobispado de Ayacucho
“El atractivo de Jesús”
¿Por qué consideró la invitación de seguir a Jesús? – Motivaciones A partir del testimonio de los sacerdotes del Seminario menor de Abancay, la vivencia en la Parroquia de Huancarama, en la Palabra de Dios, los Sacramentos y el servicio a los hermanos iba descubriendo la invitación de Jesús a seguirlo más de cerca. Tengo que confesar también que, como buen deportista, algo que me atrajo bastante fue el tema de los deportes, que en el Seminario menor practicábamos bastante el fulbito, frontón, ping pong, básquet y natación. Además de dar buen testimonio, los sacerdotes eran buenos deportistas. 61
“Apoyo de mi familia”
¿Sintió el apoyo de su familia o se presentaron algunos obstáculos? Siempre he tenido el apoyo de mi familia de manera especial de mi mamá. Ella es una de las principales personas que me ayudaron a descubrir mi vocación.
“Mi vocación acompañada”
¿Quiénes influyeron y acompañaron pastoralmente su vocación? Siento el gozo de quien ha encontrado el tesoro escondido y que se siente llamado a compartir su alegría con el mayor número posible de personas. Especialmente doy gracias a Dios, a mi Arzobispo Monseñor Salvador Piñeiro García Calderón por su cercanía, paternidad, comprensión, testimonio y su ayuda incondicional en todo aspecto; mis formadores que me acompañaron con sencillez, humildad y mucho amor, sobre todo a mis compañeros sacerdotes de esta hermosa Arquidiócesis de Ayacucho y también a las distintas comunidades de la Parroquia Santa Rosa de Lima
“Aquí estoy, Señor”
¿Qué fue lo determinante para decir “Aquí estoy Señor”? Lo determinante para decir “Aquí estoy” fue el testimonio de los sacerdotes, sus alegrías, el trabajo pastoral que realizaban y también la integración que manifestaban en el momento del deporte, que también era mi atracción.
“Mi etapa de formación”
¿Qué situaciones afianzaron la unión íntima y fecunda con Jesús en su etapa de formación? Algo esencial en este camino fue la profundización de la Palabra que me ayudó a escuchar y conocer más al Señor; también el mirar a la Santísima Virgen que como buena madre siempre ha guiado mi camino. 62
“Fidelidad a Cristo”
¿Qué le ayuda a permanecer fiel a Cristo en los momentos difíciles? Dios se valió mucho de los sacerdotes que me acompañaron en la formación con su testimonio, alegría y hermandad, así descubría que en este camino no estaba solo y podía superar los momentos de dificultad que se pudieran presentar.
“Hacia una cultura vocacional”
¿Cómo generar una cultura vocacional en la Iglesia? Es muy importante el acompañamiento espiritual a nuestros jóvenes. La cultura vocacional debe ser parte del plan pastoral en cada una de nuestras parroquias. Se debe trabajar con materiales adecuados para fortalecer la animación de la pastoral vocacional y lograr así un verdadero acompañamiento a nuestros jóvenes para que disciernan bien el llamado que nuestro Señor Jesús les hace.
“Dios habla al corazón”
¿Qué mensaje les daría a los jóvenes que están discerniendo su vocación? Ojalá que cada uno de los que lean este testimonio también busquen su lugar, ¡no sean conformistas y esfuércense por ser felices! y entiendan que la vocación es el sueño que Dios tiene con cada hombre, con cada mujer de este mundo, incluso desde antes que estuviésemos en el vientre de nuestra madre. Digan “Sí al Señor” con todas sus consecuencias porque Él no defrauda, es siempre fiel. Vengan y vean. Si necesitas acompañamiento o tienes alguna duda vocacional, no dudes en buscar. “El Señor algo quiere conmigo y contigo. Quien nos regaló la vida tiene para cada persona una invitación original; un desafío fascinante”
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ORACIONES VOCACIONALES
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I
Señor Jesús, que has llamado a quien has querido, llama a muchos de nosotros a trabajar por ti, a trabajar contigo. Tú, que has iluminado con tu palabra a los que has llamado, ilumínanos con el don de la fe en ti. Tú, que los has sostenido en las dificultades, ayúdanos a vencer nuestras dificultades de jóvenes de hoy. Y si llamas a algunos de nosotros, para consagrarlo todo a ti, que tu amor aliente esta vocación desde el comienzo y la haga crecer y perseverar hasta el fin. Así sea. Juan Pablo II, 1979
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II Señor Jesús, Pastor bueno, que has ofrecido tu vida para que todos tengan la vida, danos a nosotros, comunidad creyente extendida por todo el mundo, la abundancia de tu vida, y haznos capaces de testimoniarla y comunicarla a los demás. Señor Jesús, concede la abundancia de tu vida a todas las personas consagradas a Ti, para el servicio de la Iglesia: hazles felices en su entrega, infatigables en su ministerio, generosas en su sacrificio. Que su ejemplo abra otros corazones para escuchar y seguir tu llamada. Señor Jesús, da la abundancia de tu vida a las familias cristianas, para que sean fervorosas en la fe y en el servicio eclesial, favoreciendo así el nacimiento y el desarrollo de nuevas vocaciones consagradas. Señor Jesús, da la abundancia de tu vida a todas las personas, de manera especial a los jóvenes y a las jóvenes que llamas a tu servicio; ilumínalas en la elección: ayúdalas en las dificultades; sostenlas en la fidelidad; haz que estén dispuestas a ofrecer generosamente su vida, según tu ejemplo, para que otros tengan la vida. Juan Pablo II, 1982 68
III Oh Jesús, Buen Pastor, acoge nuestra alabanza y nuestro humilde agradecimiento por todas las vocaciones que, mediante tu Espíritu, regalas continuamente a tu Iglesia. Asiste a los obispos, presbíteros, misioneros y a todas las personas consagradas; haz que den ejemplo de vida auténticamente evangélica. Da fortaleza y perseverancia en su propósito a aquellos que se preparan al sagrado ministerio y a la vida consagrada. Multiplica los evangelizadores para anunciar tu nombre a todas las gentes. Protege a todos los jóvenes de nuestras familias y comunidades: concédeles prontitud y generosidad para seguirte. Vuelve también hoy tu mirada sobre ellos y llámalos. Concede a todos los llamados la fuerza de abandonar todo para elegirte sólo a Ti que eres el amor. Perdona la no correspondencia y las infidelidades de aquellos que has escogido. Escucha, oh Cristo, nuestras preces por intercesión de María Santísima, Madre tuya y Reina de los Apóstoles. Ella, que por haber creído y respondido generosamente, es la causa de nuestra alegría, acompañe con su presencia y su ejemplo a aquellos que llamas al servicio total de tu reino. Amén. Juan Pablo II, 1984 69
IV Dios nuestro Padre, te confiamos los jóvenes y las jóvenes del mundo, con sus problemas, aspiraciones y esperanzas. Vuelve hacia ellos tu mirada de amor y hazlos operadores de paz y constructores de la civilización del amor. Llámalos a seguir a Jesús, tu Hijo. Hazles comprender que vale la pena dar enteramente la vida por Ti y por la humanidad. Concédeles generosidad y prontitud en la respuesta. Acoge, Señor, nuestra alabanza y nuestra oración también por los jóvenes que, a ejemplo de María, Madre de la Iglesia, han creído en tu palabra y se están preparando a las órdenes sagradas, a la profesión de los consejos evangélicos, al empeño misionero. Ayúdalos a comprender que la llamada que Tú les has dado es siempre actual y urgente. Amén. Juan Pablo, 1985 70
V Iluminados y animados por tu Palabra, te pedimos, oh Señor, por aquellos que ya han seguido y ahora viven tu llamada. Por tus Obispos, Presbíteros y Diáconos; y también por tus consagrados Religiosos, Hermanos y Hermanas; y también por tus Misioneros y por aquellos laicos generosos, que trabajan en los ministerios instituidos o reconocidos por la Santa Iglesia. Sostenlos en las dificultades, confórtalos en los sufrimientos, asístelos en la soledad, protégelos en la persecución, ¡confírmalos en la fidelidad! Te pedimos, oh Señor, por aquellos que están abriendo su alma a tu llamada, o ya se preparan a seguirla. Que tu Palabra los ilumine, tu ejemplo los conquiste, tu gracia los guíe hasta la meta de las sagradas Órdenes, de los votos religiosos, del mandato misionero. Para todos ellos, oh Señor, tu Palabra sea su guía y su apoyo, a fin de que sepan orientar, aconsejar, sostener a los hermanos con aquella fuerza de convicción y de amor, que Tú posees y que solo Tú puedes comunicar. Amén. Pablo VI, 1978 71
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ROSARIO VOCACIONAL
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ROSARIO VOCACIONAL
Haga la “Señal de la Cruz” Rece el “Credo de los Apóstoles”. Rece el “Padrenuestro”. Rece tres “Avemarías”. Rece el “Gloria”. Anuncie el primer misterio Lea la Palabra de Dios y la reflexión de cada misterio Haga la petición Luego rece un “Padrenuestro”. Rece diez “Avemarías” Rece un “Gloria” y la “Oración de Fátima”. Así continua con los otros misterios. Recite las letanías Rece la “Salve”. Rece la “Oración después del Rosario”.
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MISTERIOS GOZOSOS (Lunes y sábado) 1. La Encarnación del Hijo de Dios (Lc 1,26-38) De igual forma que Dios irrumpe en la vida de María a través de la mediación del ángel Gabriel para manifestarle la vocación a la que ha sido llamada, a nosotros nos sigue llamando para encomendarnos una misión en el seno de la Iglesia y en el mundo a través de múltiples mediaciones. Petición: Pidamos a María por todos aquellos que están discerniendo su vocación, aquellos que se preguntan por la voluntad del Padre para sus vidas, para que estén atentos a las mediaciones que Dios pone en su camino en orden a descubrir su vocación. 2. La Visitación de María a su prima santa Isabel (Lc 1,39-56) En el silencio del camino hacia la casa de su prima Isabel, María medita sobre el don recibido. En la ayuda prestada a su prima, en el servicio desinteresado a quien lo necesita, se fragua el sentido de toda vocación. Petición: Pidamos a María por los que viven su vocación desgastando su vida en beneficio de los demás. Pidamos especialmente por los laicos que, a través de sus ocupaciones ordinarias, de las distintas profesiones que ejercen y de las formas de vida que adoptan, prolongan la obra de la creación y de la redención en medio del mundo. 3. El Nacimiento de Jesús (Mt 1,18-25; Lc 2,1-7) En el misterio de Belén, en la desnudez y la humildad del portal, se hacen presentes la gracia y la misericordia de Dios como un don para toda la humanidad. Ante semejante gesto de amor, solo cabe el silencio de María y José y el reconocimiento de la 76
grandeza de Dios por parte de los pastores que vienen a adorar al niño recién nacido. Petición: Pidamos a María por la Iglesia, para que sea fiel a su vocación de transmitir esta buena noticia de salvación, la noticia de que Dios se ha hecho hombre para salvarnos, por pura gracia, por puro amor, a todos los hombres. 4. La Presentación del Niño Jesús en el Templo (Lc 1,21-40) José y María, fieles a la tradición judía de presentar al primogénito varón a Dios, acuden al templo a realizar su ofrenda. De esta manera, nos enseñan una actitud cristiana fundamental: la de presentar y ofrecer continuamente la propia vida, con sus aspiraciones e ilusiones, sus gozos y preocupaciones, a Dios, nuestro Padre, fuente y origen de la propia existencia. Petición: Pidamos a María por los consagrados y consagradas, que se esfuerzan constantemente por presentar su propia vida a Dios, para que sean testimonio alegre de esta constante oblación al Padre y a los hermanos. 5. El Niño Jesús perdido y hallado en el templo (Lc 2,41-52) El gesto de Jesús está cargado de una fuerte connotación simbólica: en medio de los maestros y doctores de la Ley, comienza a explicarles las Escrituras, en el templo, el lugar de la presencia de Dios. Los sacerdotes también han de escudriñar la Palabra de Dios para ofrecernos una palabra actual y relevante que oriente nuestra vida cristiana. Petición: Pidamos a María por los sacerdotes para que, atentos a la Palabra sepan transmitir a todos los fieles la buena noticia de la Salvación. Pidámosle a nuestra Madre, a María, que los proteja y les haga perseverar con fidelidad en el don de la vocación recibida. 77
MISTERIOS LUMINOSOS (Jueves) 1. Su bautismo en el Jordán (Mc 1,9-11; Mt 3,13-17; Lc 3,21-22) Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco (Mc 1,11b). Estas palabras que se oyen desde los cielos refiriéndose a Jesús en el momento del bautismo en el Jordán, nos recuerdan que por el bautismo pasamos a formar parte de la Iglesia, de la comunidad de los hijos de Dios y somos llamados a la santidad, a formar parte del misterio de amor que es Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Petición: Pidamos a María por todos los bautizados para que, fieles a la llamada a la santidad suscitada en su bautismo, traduzcamos la santidad de la que ya participamos en gestos concretos de caridad y fraternidad. 2. La revelación de Jesús en las bodas de Caná (Jn 2,1-11) En el milagro de las bodas de Caná, Jesús se muestra a sí mismo como una fuente permanente de paz y vida. Jesús es el único que sacia nuestra sed de alegría y felicidad, que nos da a beber “vino nuevo”. En este gesto, Jesús anticipa la entrega de su cuerpo y de su sangre, entrega que rememoramos en cada Eucaristía. Petición: Pidamos a María por los matrimonios para que, al simbolizar la íntima unión existente entre Cristo y su Iglesia, perseveren en su compromiso de unidad y constituyan en sus hogares auténticas iglesias domésticas. 3. El anuncio del Reino de Dios, invitación a la conversión (Mc 1,14-15) En su peregrinar por las aldeas de Galilea, al curar a los enfermos y expulsar a los demonios, Jesús proclama la llegada del Reino de Dios. Para acogerlo, es preciso dejarse transformar el corazón por 78
Dios, trastocar nuestra escala de valores. Nuestra vocación cristiana conlleva una apertura fundamental a la conversión, a dejar que los valores del Reino de Dios aniden en nuestro corazón. Petición: Pidamos a María por los laicos para que, en el ejercicio de sus tareas ordinarias, se empeñen por hacer visible el Reino de Dios entre los hombres y construyan una sociedad cada vez más acorde con sus valores. 4. La Transfiguración del Señor (Mt 17,1-9; Mc 9,2-9; Lc 9,28-36) Este es mi Hijo amado, en quien me complazco, escúchenlo. En medio de la actividad apostólica, Jesús muestra a sus discípulos más cercanos su identidad más profunda: su condición de Hijo de Dios. Conocer a Cristo es un don, una experiencia de gracia cuya iniciativa radica en el ser divino y que no puede ser forzada por la voluntad humana. Petición: Pidamos a María por los religiosos para que sus vidas sean signo elocuente de que Dios es el bien máximo y supremo al que puede aspirar el corazón humano. 5. La institución de la Eucaristía (Lc 22,7-22; 1Cor 11,23-25; Mt 26,26-30; Mc 14,22-25) Cada vez que celebramos la Eucaristía, actualizamos la salvación querida por el Padre y llevada a cabo por Cristo en el misterio pascual. Ante este misterio, que Él mismo nos mandó celebrar, solo cabe la participación gozosa, conscientes de que en él radican la fuente y el sentido de nuestra existencia. Petición: Pidamos a María por los sacerdotes, para que al presidir la celebración de la Eucaristía representando a Cristo y a su Iglesia, encuentren en ella el fundamento de su ministerio y vivan su vocación con un profundo sentido eucarístico. 79
MISTERIOS DOLOROSOS (Martes y viernes) 1. La agonía en el huerto (Mc 14,32-42; Mt 26,36-46; Lc 22,39-46) A pesar de la angustia y tristeza, Jesús persevera en la oración confiada al Padre, mostrándonos la esencia de la oración cristiana: ponerse en manos del Padre para cumplir su voluntad. Responder a la llamada que Dios nos hace a cada uno de nosotros conlleva una gran dosis de confianza en Aquél que nos llama. Petición: Pidamos a María por todos nosotros, para que se nos conceda el don de la oración, del encuentro confiado con Él, y podamos responder así a la llamada particular que Él nos hace. 2. La flagelación de nuestro Señor Jesucristo (Mc 15,15) La fidelidad a la misión encomendada conlleva en ocasiones la incomprensión y el sufrimiento injusto. La perplejidad que nos suscita la injusticia contra Jesús se acrecienta al contemplar los atropellos de los que, a lo largo de la historia, han sido víctimas tantos hombres y mujeres. Petición: Pidamos a María por los laicos, para que, siendo fieles a su vocación específica, sepan dar una respuesta a la injusticia y al sufrimiento que acampa a nuestro alrededor, mostrando así a los hombres el corazón misericordioso y compasivo del Padre. 3. La coronación de espinas (Mc 15,16-20; Mt 27,27-31; Lc 23,11; Jn 19,2-3) Entre mofas y burlas se revela paradójicamente la identidad de Cristo: Él es rey de los judíos, porque es Palabra encarnada, el 80
centro y origen de la historia. La realeza de Cristo no se manifiesta en el poder y la opresión, sino en el servicio humilde y compasivo. Petición: Pidamos a María por el Papa, los obispos y los sacerdotes, para que guíen a la comunidad cristiana con humildad y espíritu de servicio y, de este modo, velen por la vocación de cada uno de los bautizados. 4. Jesús con la cruz a cuestas, camino al Calvario (Mc 15,21-24; Mt 27, 32-38; Lc 23,26-34; Jn19,17-24) En el camino hacia el Calvario, Jesús contempla el dolor presente en la historia de la humanidad para asumirlo y redimirlo en el sacrificio de la cruz. Petición: Pidamos a María por los que desgastan su vida en tierras de misión, sean sacerdotes, religiosos o laicos, para que anuncien sin cesar la buena noticia de la Salvación que Jesús nos ha traído y derriben, al proclamar el evangelio, los muros de la injusticia y de la opresión. 5. La crucifixión y muerte de nuestro Señor (Mc 15,33-41; Mt 27,45-56; Lc 23,44-49; Jn 29, 28-30) Ante el misterio de la cruz, solo queda el silencio. Lo que ahí acontece no es simplemente una muerte injusta, sino el misterio de la redención humana. Ante el misterio, las únicas actitudes posibles son la fe y el silencio agradecido. Petición: Pidamos a María por los religiosos, especialmente por los de vida contemplativa, para que al vivir con plenitud la vocación a la que han sido llamados, nos muestren a todos los bautizados el modo de ser partícipes de los misterios de nuestra fe. 81
MISTERIOS GLORIOSOS (Miércoles y domingo) 1. La Resurrección del Señor (Jn 20,1-18; Mc 16,1-8; Mt 28,1-8; Mt 28,8-10, Lc 24,1-11) La resurrección de Cristo es el mensaje central de la predicación cristiana. Si Cristo no hubiese resucitado, vana es nuestra fe, afirma san Pablo (1Cor 15,14). Se trata de una realidad que trasciende el orden de lo creado y que apunta hacia una singular y definitiva intervención de Dios en la historia humana. La resurrección de Cristo es la fuente de nuestra esperanza, de la fe y de la caridad cristiana. Petición: Pidamos a María por todos los hombres, para que encontremos en la resurrección de Cristo un motivo para la fe, la esperanza y la caridad. 2. La Ascensión del Señor a los cielos (Mc 16,19-20; Lc 24,50-53; Hch 1,9-14) Jesús retorna al cielo, junto al Padre, llevando consigo la carne de su humanidad, de nuestra humanidad. De esta manera, la historia de los hombres pasa a formar parte del misterio de Dios. Dios ha querido hacernos santos, nos ha llamado a la santidad, porque Él es santo. Petición: Pidamos a María por todos los bautizados, para que respondan con fidelidad, cada uno desde su vocación específica y forma de vida, a la común llamada a la santidad que Dios ha querido hacer a todos los hombres. 3. La Venida del Espíritu Santo en Pentecostés (Hch 2,1-13) Tras la Ascensión de Jesús, es el Espíritu el que permanece en la Iglesia, el que anima su actividad y la hace extender el evangelio, la buena noticia de la Salvación, a todos los hombres. 82
Petición: Pidamos a María por el Papa, los obispos y los sacerdotes para que, escuchando la voz del Espíritu, guíen a la Iglesia en la realización de su misión y hagan presente a Cristo entre los hombres. Pidámosle también que nos conceda abundantes vocaciones sacerdotales. 4. La Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma a los cielos María es llevada en cuerpo y alma a los cielos. La que ha sido elegida para ser madre de nuestro Salvador es acogida en el seno del misterio de Dios, mostrándonos así el destino al que la humanidad entera es invitada. María, que respondió afirmativamente a la misión que el Padre quiso encomendarle, es modelo y maestra de toda vocación. Petición: Pidamos a María por las madres, para que vivan su maternidad como un don de Dios y como una particular vocación, educando integralmente a sus hijos y forjando en sus hogares nuevos cristianos comprometidos con la causa del Evangelio. 5. La Coronación de la Virgen Santísima como Reina de cielos y tierra María, Madre y modelo de la Iglesia, es la primera creyente, la Madre de Dios, la que habita ya en el seno del misterio trinitario. Toda vocación y toda forma de vida en la Iglesia encuentran un modelo fiel y una permanente intercesora en la figura de María. Petición: Pidamos a María que proteja y cuide a todas las vocaciones, especialmente a los sacerdotes. Que por su intercesión, sean fieles al don de la vocación recibida y emprendan con generosidad su misión.
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LETANÍAS: Señor, ten piedad. R Cristo, ten piedad. R Señor, ten piedad. R Cristo, óyenos. R Cristo, escúchanos. R V. Dios Padre celestial R. Ten misericordia de nosotros V. Dios Hijo, Redentor del mundo R. Ten misericordia de nosotros V. Dios Espíritu Santo R. Ten misericordia de nosotros V. Trinidad santa, un solo Dios R. Ten misericordia de nosotros Santa María, Ruega por nosotros Santa Madre de Dios Santa Virgen de las Vírgenes Madre de Cristo Madre de la Iglesia Madre de la divina gracia Madre purísima Madre castísima Madre virginal Madre sin mancha Madre inmaculada Madre amable Madre admirable Madre del buen consejo Madre del Creador Madre del Salvador Virgen prudentísima Virgen digna de veneración 84
Virgen digna de alabanza Virgen poderosa Virgen fiel Espejo de la justicia Trono de la sabiduría Causa de nuestra alegría Vaso espiritual Vaso digno de devoción Modelo de entrega a Dios Rosa mística Torre de David Torre de marfil Casa de oro Arca de la Alianza Puerta del Cielo Estrella de la mañana Salud de los enfermos Refugio de los pecadores Consuelo de los afligidos Auxilio de los cristianos Reina de los Ángeles Reina de los Patriarcas Reina de los Profetas Reina de los Apóstoles Reina de los Mártires Reina de los Confesores Reina de las Vírgenes Reina de todos los Santos Reina concebida sin pecado original Reina elevada al cielo Reina del santo Rosario Reina de la familia Reina de la paz V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, R. Perdónanos, Señor V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
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R. Escúchanos, Señor V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, R. Ten piedad de nosotros V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, R. Para que seamos dignos de las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén. La Salve Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Oración después del Rosario Oh Dios, cuyo Hijo unigénito, por su vida, muerte y Resurrección nos ha merecido el premio de la bienaventuranza eterna, concédenos a quienes meditamos los misterios del Santísimo Rosario de la Virgen María, imitar lo que en ellos se contiene y alcanzar lo que prometen, por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
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ENCUENTRO VOCACIONAL PARA JÓVENES
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I ENCUENTRO PARA GRUPOS JUVENILES
“El que permanece en mí y Yo en él, ese da mucho fruto” Objetivo: Examinar desde su juventud la fidelidad como aspecto fundamental en la vocación a la que Dios les ha llamado. Primer momento: “Rezamos con la Palabra de Dios” Animador: 1. Preparar en una mesita, un altar con la Palabra, una vela encendida y las frases que se sugieren. 2. Realizar la oración habitual de apertura del encuentro. 3. Invitar a los jóvenes, terminada la oración inicial, a tomar una frase de las que están en el altar junto a la Palabra y la vela encendida. 4. Algunas de las frases pueden ser:
“Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador” “Permanezcan en mí”” “Una rama no puede producir fruto por sí misma” “El que permanece en mí y yo en él, da mucho fruto” “Y ese gozo sea perfecto” “Como el Padre me amó, también así los he amado a ustedes”
5. La cantidad de frases será acorde a la cantidad de jóvenes, lo importante es que no pongan la cita bíblica en los papelitos que tienen la frase y que estas no se repitan. 6. Luego se los invita a que se repartan en el salón y puedan rezar solos unos minutos con la frase que les tocó. 7. Terminado ese breve tiempo, se reunirán de a 3 (tres) y pondrán en común lo que cada uno rezó. 89
8. Para concluir el momento, Oración con la Palabra: 9. Concluido el momento de compartir, se hará la lectura orante en el grupo. 10. Tomar la Biblia del Altarcito y leer: Jn 15,1-11 11. Luego de un momento de silencio para meditar la Palabra, se les entregan papelitos con las siguientes preguntas:
¿Qué es la fidelidad? ¿Qué es dar frutos? ¿Qué significa ser sarmiento? ¿Para qué hemos sido llamados?
12. El grupo deberá elaborar su respuesta en un afiche (sugerimos medio afiche por grupo) con dibujos, frases, recortes (habría que prever revistas, diarios, tijeras, etc.). Segundo Momento: “Reflexión” 1. El Animador: Dios nos invita a serle fiel, a ser firmes y constantes en seguirlo. Muchas veces queremos actuar por voluntad propia olvidándonos de quién ayuda a producir el fruto, que sin Dios nada podemos lograr solos, Él mismo nos lo recuerda: “el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde” Jn 15,6. La fidelidad está ligada a la fe, y ella es la confianza depositada en Dios. La fe exige respuestas. Tal como la vocación, donde el Señor nos llama y nosotros respondemos. Dios es el primero que es fiel, su amor es para siempre. Él nos da el ejemplo, nos eligió primero por amor. Por eso es que para responder a su amor, es apremiante permanecer unido a Él para no perderse en el camino. Estar unido a Él para dar fruto y ese fruto sea abundante. 90
Es importante tener presente que en la búsqueda de nuestra vocación no estamos solos. Dios tiene un sueño para cada uno, y en la aventura de encontrar ese sueño, esa vocación nos regala a personas que nos tienden una mano, nos regala la familia, los amigos en la fe que nos acompañan, los sacerdotes que nos hacen conocer a Dios.
¿En qué momento de nuestra vida nos alejamos de Dios? ¿Cómo fue nuestro reencuentro? ¿En qué aspecto de mi vida Dios me pide ser fiel? ¿Qué significa en mi vida la vocación?
2. Los invitamos a: Ver el video donde San Juan Pablo II les habla a los jóvenes, piensa que esas palabras hoy están dirigidas a ti: https://www.youtube.com/watch?v=XR7ePYGM-vU Tercer Momento: “Compromiso” 1. Para finalizar el encuentro es necesario que lleven una cuerda delgada y que con ella realicen una trenza para formar un anillo, como signo de una alianza de fidelidad a Dios. 2. Cada cuerda significará alguien que nos ha enseñado o nos enseña a serle fieles a Dios. Alguien que sea importante en nuestro caminar a la hora de encontrar la vocación, alguien que nos acompañe en la fe, alguien que sea ejemplo de fidelidad, etc. 3. Luego cada joven escribirá en un papel el nombre de la persona y rezará durante un mes por la vocación de esa persona. 4. Se propone guardar el anillo como signo de unidad con Dios, que pueda recordar que estamos unidos a Él.
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II ENCUENTRO CON JÓVENES DE CONFIRMACIÓN
“El que tenga oídos para oír, que oiga”. Objetivo: Reconocer la importancia de la Palabra de Dios que orienta la vida del joven y suscita la vocación a pesar de vivir en mundo lleno de ruidos. Primer Momento: “Representaciones” 1. Luego de realizar alguna oración para abrir el encuentro, sugerimos dividir a los jóvenes en pequeños grupos y realizar una serie de representaciones. Dichas actuaciones deben representar nuestro mundo aturdido, lleno de ruidos, que dificulta las relaciones entre nosotros. Algunas posibles situaciones: • Dos amigos que se suben al colectivo, y antes que dialogar se ponen los audífonos. • Grupo de amigos que hace mucho no se ven, que buscan compartir y deciden salir a bailar. • Grupo de amigos, con las mismas situaciones que deciden ir al parque para compartir. • Amigos que reunidos en una mesa, están con el celular y no se escuchan directamente. 2. Luego de las representaciones, divididos en los mismos grupos, se trabajarán las siguientes preguntas:
¿Qué vieron en las distintas representaciones? ¿Qué diferencias notas? ¿Con cuál se sienten más identificada? ¿Quiénes se escuchaban y quiénes no? 92
Segundo momento: “Oración” 1. Para este momento será necesario predisponer a los chicos para tener un momento de oración. Para ello es importante ambientar el salón, o llevar a los chicos a la capilla. 2. Lectura: Mc 7,31-37. 3. Después de trabajar la cita bíblica, sugerimos la siguiente reflexión: Como trabajamos en el momento anterior, vivimos en un mundo lleno de ruidos que nos termina aturdiendo el corazón. Paradójicamente vivir aturdidos, nos termina dejando sordos: no terminamos escuchando las palabras más importantes (las de nuestros amigos, familiares) e incluso la Palabra de Dios. Y hay palabras que en nuestra vida nos convienen escuchar, porque son palabras que nos sostienen, nos abren horizontes, nos dan identidad. Y Dios siempre tiene palabras para nuestra vida, palabras que significan el sueño que él tuvo y tiene para cada uno de nosotros. De aquí la importancia de hacer el esfuerzo para escucharlas. Dios hoy nos llama por nuestro nombre, y nos da una palabra que es nuestra vocación: el proyecto que Él armó para nosotros, para que podamos amar a Dios y a nuestros hermanos hasta el extremo. ¿Qué quiere Dios para mi vida? ¿A dónde me llama Dios? Tercer momento: “Panel Vocacional” 1. Te invitamos a que puedas, teniendo en cuenta las características de tu comunidad, armar un “panel vocacional”, donde los jóvenes puedan ver en personas y vocaciones concretas, cómo esta Palabra de Dios le da forma a la propia vida. Puedes pensar en algún catequista, misionero, en tu párroco, en algún matrimonio de la comunidad, alguna religiosa que colabore. Es importante en este espacio dejar en claro la vocación laical, ministerial, y consagrada. Sabemos que las palabras convencen, pero el testimonio es lo que arrastra; por eso esto será un buen cierre para el encuentro.
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2. Para los panelistas: se sugiere que los invitados cuenten cómo descubren el llamado de Dios. 3. Al finalizar los testimonios dejar un espacio breve para que los jóvenes hagan algunas preguntas. 4. Para iluminar este momento: “Saludo del Santo Padre Francisco a un grupo de jóvenes romanos que están madurando su opción vocacional” (Gruta de Lourdes de los Jardines Vaticanos, Sábado 28 de junio de 2014)
“... Les agradezco esta visita, esta visita a la Virgen que es tan importante en nuestra vida. Y ella nos acompaña también en la opción definitiva, la opción vocacional, porque ella acompañó a su Hijo en su camino vocacional que fue muy duro, muy doloroso. Ella nos acompaña siempre. Cuando un cristiano me dice, no que no ama a la Virgen, sino que no le nace buscar a la Virgen o rezar a la Virgen, yo me siento triste. Recuerdo una vez, hace casi 40 años, yo estaba en Bélgica, en un congreso, y había una pareja de catequistas, ambos profesores universitarios, con hijos, una hermosa familia, y hablaban muy bien de Jesucristo. A un cierto punto dije: «¿Y la devoción a la Virgen?». «Nosotros hemos superado esa etapa. Nosotros conocemos tanto a Jesucristo que no necesitamos a la Virgen». Y lo que surgió en mi mente y en mi corazón fue: «¡Bah..., pobres huérfanos!». Es así, ¿no? Porque un cristiano sin la Virgen es huérfano. También un cristiano sin Iglesia es un huérfano. Un cristiano necesita a estas dos mujeres, dos mujeres madres, dos mujeres vírgenes: la Iglesia y la Virgen. Y para hacer el «test» de una vocación cristiana justa, es necesario preguntarse: «¿Cómo es mi relación con estas dos Madres que tengo?», con la madre Iglesia y con la madre María. Esto no es un pensamiento de 94
«piedad», no, es teología pura. Esto es teología. ¿Cómo es mi relación con la Iglesia, con mi madre Iglesia, con la santa madre Iglesia jerárquica? ¿Y cómo es mi relación con la Virgen, que es mi mamá, mi Madre? Esto hace bien: no abandonarla jamás y no caminar solos. Les deseo un buen camino de discernimiento. Para cada uno de nosotros el Señor tiene su vocación, ese sitio donde Él quiere que nosotros vivamos nuestra vida. Pero es necesario buscarlo, encontrarlo; y luego continuar, seguir adelante. Otra cosa que quisiera añadir —además de la Iglesia y la Virgen— es el sentido de lo definitivo. Esto para nosotros es importante, porque estamos viviendo una cultura de lo provisional: esto sí, pero por un tiempo, y para otro momento... ¿Te casas? Sí, sí, pero hasta que dure el amor, luego otra vez cada uno a su casa... Un muchacho —me contaba un obispo—, un joven, un profesional joven, le dijo: «Yo quisiera ser sacerdote, pero sólo por diez años». Es así, es lo provisional. Tenemos miedo a lo definitivo. Y para elegir una vocación, la vocación que sea, incluso las vocaciones «de estado» —el matrimonio, la vida consagrada, el sacerdocio— se debe elegir con una perspectiva de lo definitivo. Y a esto se opone la cultura de lo provisional. Es una parte de la cultura que nos toca vivir a nosotros en este tiempo, pero debemos vivirla, y vencerla. Muy bien. También en este aspecto de lo definitivo, creo que uno que tiene más seguro su camino definitivo es el Papa. Porque el Papa... ¿dónde acabará el Papa? Allí, en esa tumba, ¿no? Les agradezco mucho esta visita, y les invito a rezar a la Virgen o, no sé, a cantar... La «Salve Regina»... ¿La saben cantar? ¿Cantamos la «Salve Regina» a la Virgen, todos juntos? ¡Vamos! (Canto..) 95
Ahora a ustedes, a sus familias, a todos doy la bendición y les pido, por favor, que recen por mí. ¡Gracias a ustedes! ¡Muchas gracias! ¡Buen camino!” 5. Para concluir este encuentro los invitamos a que durante la semana, piensen: ¿Qué cosas has oído de Jesús? ¿Puedes quedar indiferente ante estas palabras del que te ama de verdad? ¿Qué te propone a ti ahora proyectando a un futuro? 6. Para finalizar nos comprometemos a rezar por la vocación de cada uno y rezamos todos juntos la oración por las vocaciones.
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PROYECTO DE VIDA PERSONAL
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PRESENTACIÓN En el trabajo que tienes en mano no encontrarás las citas bibliográficas según las normas de estilo ya que se trata de un trabajo de síntesis y de recolección de trabajos, formaciones y estudios realizados por diversos Sacerdotes Operarios Diocesanos en las comunidades juveniles y con el acompañamiento personal de jóvenes viviendo el ministerio de la asesoría, en diversos tiempos y destinos de Argentina, Brasil y Perú. Algunos textos son resúmenes, otros reflexiones a partir de la contribución de autores, o bien, nacidas de la experiencia. La persona que está dentro de la reflexión de la pastoral juvenil y de la pastoral vocacional, especialmente en América Latina, podrá distinguir la presencia de autores conocidos, o bien, los contenidos que ya son patrimonio asimilado en la vida pastoral de la Iglesia. En la bibliografía encontrará las fuentes fundamentales que fueron usadas. Cabe destacar que el presente subsidio nació de la necesidad que tienen algunos agentes de pastoral (presbíteros, consagrados y laicos) de tener herramientas concretas para el acompañamiento personal de los jóvenes, ya sea en una problemática existencial concreta o para la elaboración del proyecto de vida personal con vista a la opción vocacional. El camino ofrecido acompaña especialmente los contenidos del Itinerario Vocacional desarrollados en los Cursos de Pastoral Vocacional del Instituto de Pastoral Vocacional de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos. El objetivo es ofrecer los contenidos básicos para conocer la misión y la tarea del ministerio de la asesoría y, en el acompañamiento personal de los jóvenes, contenidos y ejercicios prácticos. Sacerdotes Operarios Diocesanos Instituto de Pastoral Vocacional
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TEMAS Y EJERCICIOS PRÁCTICOS PARA LA ELABORACIÓN DEL PROYECTO DE VIDA PERSONAL En el camino de la elaboración del Proyecto de Vida Personal (PVP) que el asesor/animador vocacional es llamado a acompañar, la primera información que debe ayudar a reelaborar en el joven es el llamado fundamental a la vida, para que éste, junto con el Documento de Aparecida, pueda decir “alabamos a Dios por el don maravilloso de la vida y por quienes la honran y la dignifican al ponerla al servicio de los demás” (n. 106). Son muchas las situaciones y las circunstancias que hunden al joven en el desprecio de sí mismo, o bien en la falta de reconocimiento de su valor. Lo primero que puede aparecer son sus fragilidades, infidelidades, heridas y desprecios sufridos. Por eso este camino de crecimiento exige reconciliarse con su propia realidad y aprender a conocerse a sí mismo (identidad), establecer relaciones ricas y saludables (intimidad) y cultivar la capacidad de ofrecer gratuitamente a los demás lo que Dios le ofreció gratuitamente (generatividad). En la dinámica vocacional de la elaboración del PVP, se propondrán los temas, con contenidos, con sus ejercicios prácticos, siguiendo una secuencia doctrinal: el Llamado a la Vida (Creados a imagen y semejanza y Me llamó desde el seno materno) y a ser Discípulo Misionero (Seguimiento: relación con el misterio, una comunidad eclesial y el entorno) en una Vocación Específica (valores vocacionales y vocaciones específicas). En cada uno de los temas serán presentados algunos elementos teóricos para el acompañante y los ejercicios para los jóvenes acompañados. Cabe resaltar, que el orden para que los temas sean trabajados puede cambiar a partir de la realidad de cada joven. Los primeros diálogos ofrecerán al acompañante la secuencia a ser seguida.
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TEMA N° 1: “RECONOCER PARA DISCERNIR” Además de las actitudes que el acompañante debe cultivar, también debemos tener en cuenta las actitudes del acompañado en la elaboración del Proyecto de Vida Personal. En primer lugar, el joven debe comprometerse, implicarse y entregarse en el proceso de acompañamiento dedicando tiempo y generosidad. En segundo lugar, la persona es llamada a ir creciendo en la capacidad de reconocerse explorándose, teniendo una visión crítica de su propia vida y del contexto que la rodea. En el proceso de acompañamiento es de vital importancia incorporar la dinámica del discernimiento, que en la óptica del papa Francisco “Es (…) clarificar aquello que pueda ser un fruto del Reino y también aquello que atenta contra el proyecto de Dios. Esto implica no sólo reconocer e interpretar las mociones del buen espíritu y del malo, sino —y aquí radica lo decisivo— elegir las del buen espíritu y rechazar las del malo” (Evangelii Gaudium, 51). La dinámica del discernimiento tiene que ver con esas tres palabras remarcadas del texto: reconocer, interpretar y elegir. Para trabajar la primera fase, para RECONOCER, es necesario prestar atención a los efectos de los acontecimientos de la vida y lo que Dios me va diciendo en esas realidades. El punto de partida es la convicción de que “el Espíritu de Dios actúa en el corazón de cada hombre y de cada mujer a través de sentimientos y deseos que se conectan a ideas, imágenes y proyectos” (Sínodo de los jóvenes, Documento preparatorio, II4) y que “el corazón humano, debido a su debilidad y al pecado, se presenta normalmente dividido a causa de la atracción de reclamos diferentes, o incluso opuestos” (Sínodo de los jóvenes, Documento preparatorio, II4).
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Es aprender a “dar nombre” (Sínodo de los jóvenes, Instrumentum Laboris, 113) a las inspiraciones, a los miedos, a lo que hay dentro de mí y me lleva por diferentes direcciones. Es importante tener claro que no es el tiempo de evaluar ni interpretar, es el tiempo de acoger y ordenar los pensamientos y sentimientos. Para facilitar al joven y al acompañante, a continuación, presentamos el primer paso de lo que puede significar el inicio de la elaboración del proyecto personal de vida1. Ejercicio
Reconocer mi realidad actual
¿Cuáles son los principales acontecimientos en mi vida hoy? Puede ser útil reconocerme en los ámbitos familiar, afectivo, escolar, laboral y de fe/iglesia. Por más que en alguno de los ámbitos no se tenga experiencia es bueno reflexionar sobre lo que provoca en mí esa realidad. Ámbitos Familiar
Fortaleza
Fragilidad
Llamado de Dios
Afectivo Escolar Laboral Fe/Iglesia
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En el tema n°10 presentamos el instrumento pedagógico del Proyecto Personal de Vida.
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TEMA N° 2: “CREADOS A IMAGEN Y SEMEJANZA” En el lenguaje de la fe, el autoconocimiento es un camino para conocernos como Dios nos conoce y nos ama. La Palabra de Dios invita a percibir que fuimos creador por amor, a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1, 26-31). Al retomar la expresión algunos Santos Padres tratan de explicar la diferencia entre los términos, argumentando que con el primero (imagen) el texto sagrado hace referencia a la cualidad privilegiada que distingue al hombre: la proximidad máxima a Dios, que le ha sido dada gratuitamente (don). Con el término semejanza, en cambio, se expresa la respuesta o la tarea que corresponde al hombre ante tal realidad: puesto que el hombre es imagen de Dios, está llamado a hacerse semejante a Él (tarea). San Gregorio de Nisa escribió: “Decir que el hombre ha sido hecho a imagen de Dios equivale a afirmar que Dios ha hecho que la naturaleza humana participe de todo bien… Por tanto, en nosotros reside toda clase de bien, toda virtud, toda sabiduría y todo lo mejor que se puede pensar” (La creación del hombre). Por su lado, Doroteo de Gaza enseña en este mismo sentido: “Dios ha creado al hombre… adornado con toda virtud y provisto de todo bien” (Instrucciones espirituales).
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A pesar de que los Padres hacen hincapié en el hecho de que las virtudes son inherentes a la naturaleza misma del ser humano, muestran el carácter dinámico de este tema al afirmar que al hombre no se le dieron las virtudes consumadas. Para la realización de las virtudes, poseídas en germen, como semillas, se requiere la participación activa del hombre. Sumada a la referencia biológica, en este sentido algunos Padres entienden el mandamiento divino a Adán y Eva: “sean fecundos, multiplíquense” (Gn 1,28). El Señor, al darnos esta capacidad, ha permitido que seamos los artesanos de la semejanza con Dios. Por otro lado, es de suma importancia ayudar a comprender que, por la realidad del pecado personal, las propias fragilidades y las humillaciones vividas que abrieron heridas en el corazón, las virtudes se pueden marchitar y de alguna manera se pierde la semejanza. Sin embargo, no hay nada que pueda “robar” la imagen de Dios en la persona, esa presencia de Dios en lo más profundo de su ser. La imagen puede quedar alterada o velada pero nunca anulada. Por eso, el camino espiritual es hacer resplandecer la imagen de Dios reconociendo las virtudes y dones para que éstas crezcan y cada vez más nos asemejemos al Hombre Nuevo que es Cristo (cf. Ef 2,5). Ejercicios
Pedido de gracia: Conocerme como don de Dios y tener un corazón agradecido.
Preparación: visualizar con la imaginación cómo el “alfarero” realiza su obra primera. Ver al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo pensándome, formándome… amándome.
Primer ejercicio personal: Dibujar el árbol de mi vida identificando cinco logros o conquistas personales. Estas pueden ser muy simples y pequeñas. Lo importante que sean significativas para la persona. Esas conquistas deben colocarlas dentro de los frutos. Luego, identificar la virtud, actitud o talento que puso en práctica para alcanzar esa 104
conquista y dibujarlas en la raíz del árbol. En el día a día, colocarla en un lugar visible para contemplar el árbol de mi vida cuando venga la tentación de no valorarme, de no reconocerme como don de Dios.
Segundo ejercicio personal: Con el corazón agradecido, contemplo el don de Dios en mi vida, realizando una lista de 25 virtudes/dones/talentos. Podría pensar esa lista a partir de las dimensiones de la formación (humana, comunitaria, espiritual, intelectual y pastoral).
Textos bíblicos para la lectura orante: Mt 25,14-30 y 1Cor 12-13.
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TEMA N° 3: “LÓGICA VOCACIONAL DE LA PROPIA HISTORIA” Para trabajar la lógica vocacional de la propia historia, el método genético-histórico puede ayudar a percibir la propia verdad y cómo la historia se hace lugar de manifestación de la propia identidad personal. Este ejercicio surge de la convicción que la vocación (= proyecto de vida) en sentido amplio nace, desde el punto de vista psicológico, cuando la persona descubre el amor recibido. En medio de heridas y de situaciones de desamor la persona es llamada a descubrir la bondad de Dios en su historia que se manifestó en personas y situaciones bien concretas. Solo cuando la gratitud florece en el corazón se puede manifestar el fruto auténtico de la gratuidad en la entrega. En el evangelio de Mateo Jesús hace esa invitación a sus discípulos en el contexto de la misión diciendo “gratuitamente han recibido, gratuitamente deben dar” (Mt 10,8). Pero cuidado, para no entender que es una gracia de la cual quedan excluidos los que sufrieron heridas, fueron rechazados, en fin, los que tienen la tentación de no sentirse amados o no fueron amados. Existen innumerables testimonios de personas que sufrieron de abuso o entraron en el abismo de la dependencia química (drogas) y consiguieron contemplar el amor de Dios, se sintieron cuidados por el Señor cuando estaban en el fondo de sus vidas. Tanto los que tuvieron una vida más tranquila como los que sufrieron de muchas maneras, son invitados a entrar en la dinámica de la perla que es espléndida y preciosa. Es importante recordar que ella nace del dolor cuando una ostra es herida. Cuando un cuerpo extraño (una impureza o un grano de arena) penetra en su interior y la habita, la ostra para sobrevivir comienza a producir una substancia (madreperla) con la cual cubre el cuerpo invadido. Después de varios años se forma la perla que es bella y brillante. Es la paradoja de la ostra y de la vida. Si no es herida la ostra nunca podrá producir 106
perlas. La perla es una herida cicatrizada por el amor, el perdón, la oración, la entrega y la comprensión. La persona es llamada a transformar sus heridas en perlas. Caso contrario el camino vocacional podrá tener elementos de “heroísmo” no muy saludables que con el tiempo tiende a perder la alegría de la gratuidad. Con frecuencia el héroe de hoy será la victima de mañana, aquel que reivindicará derechos incansablemente. Ejercicio
Gracia: Ilumíname Señor, para reconozca Tu amor en mi historia.
Preparación: Visualizar con la imaginación cómo el “alfarero” realiza su obra primera. Ver al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo pensándome, formándome… amándome.
Apuntes bíblicos: Is 49,1-6 y Sal 139 (138). Antes de hacer el ejercicio personal rezar con los textos bíblicos.
1. “Me llamó desde el seno materno”. La existencia ya es signo del amor de Dios por nosotros. Los padres de la Iglesia ya lo decían: “aquello que explica la existencia es el amor de Dios” (Orígenes). El papa Benedicto XVI en la misa de inicio de su pontificado (24/5/2005) nos recordaba que, “solo cuando encontramos en Cristo al Dios vivo, conocemos lo que es la vida. No somos el producto casual y sin sentido de la evolución. Cada uno de nosotros es el fruto de un 107
pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario”. Para decir alguna cosa sobre el amor de Dios en la propia historia necesitamos adentrarnos en las Sagradas Escrituras, que son una confidencia de su amor: “antes de haberte formado yo en el vientre, te conocía (amaba); antes que nacieses, te había consagrado yo profeta; te tenía destinado a las naciones” (Jr 1,5); “Con amor eterno te he amado: por eso te he reservado mi favor” (Jr 31 3). 2. “Desde el vientre materno me viene cuidando/criando”. El profeta Oseas describe el cuidado que Dios tuvo con su pueblo desde la más tierna infancia y la reacción del pueblo delante de sus cuidados: “Cuando Israel era niño, lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Cuando más lo llamaba, más se alejaba de mí… Yo enseñé a caminar a Efraín, tomándole por los brazos, pero ellos no sabían que yo los cuidaba. Con cuerdas de amor los atraía, con lazos de amor; yo era para ellos como los que alzan a un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia él y le daba de comer… ¡Cómo voy a entregarte… cómo voy a soltarte!” (Os 11,1-9). 3. “Soy estimado por el Señor”. En otro pasaje del profeta Isaías encontramos una declaración de amor por su pueblo y por cada uno de nosotros: “eres precioso a mis ojos, eres estimado y yo te amo” (Is 43,4). Pero eso no es todo. El profeta Sofonías dice que Dios que “exulta de gozo por ti, te renueva con su amor; danza por ti con gritos de júbilo” (So 3,17).
Ejercicio personal: Hacer una línea de tiempo desde la fe contemplando los misterios gozosos (momentos que me sentí amado), gloriosos (grandes y pequeños logros), luminosos (experiencias de fe/misión) y dolorosos (heridas, rechazo y ausencia de amor) de mi vida. Hacerlo en ese orden y compartirlo con el acompañante.
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TEMA N° 4: “APERTURA AL MISTERIO” Para que el joven pueda descubrir su propia vocación es necesario que aprenda a leer las señales que Dios le da en las diversas situaciones de vida. Estas señales son el resultado de encuentros personales, comunitarios y sociales significativos y del descubrimiento progresivo de las propias capacidades, actitudes y valores que se encajan en la elaboración del proyecto de vida personal. Es necesario que las diferentes vocaciones eclesiales (laicales, consagradas y sacerdotales) sean honestamente presentadas a los jóvenes, sin caer en la tentación de manipular una respuesta ni de precipitar la decisión personal. Las actitudes fundamentales que ayudan en el discernimiento básicamente son dos: la apertura al misterio y la inserción en una comunidad eclesial. En este tema se trabajará la apertura al misterio que lleva a la persona a escuchar la voz de Dios. El silencio delante de Dios es una exigencia fundamental para discernir en la fe y abandonarse confiadamente en Dios a través de la oración, de la escucha y de la súplica confiada. Sólo en esta actitud de fe es posible un proceso de conversión profunda, transformando el corazón del joven, sus valores y sus referencias de vida. Un encuentro personal, vivo y auténtico con Cristo es condición indispensable para descubrir la vocación personal y realizarla. El documento de Aparecida lo afirma con claridad: El acontecimiento de Cristo es, por lo tanto, el inicio de ese sujeto nuevo que surge en la historia y al que llamamos discípulo: No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. Esto es justamente lo que, con presentaciones diferentes, nos han conservado todos los evangelios como el inicio del 109
cristianismo: un encuentro de fe con la persona de Jesús (cf. Jn 1, 3539) (n. 243). Ejercicio
Gracia: Suscita en mí un corazón abierto al silencio y disponible para escuchar tus inspiraciones en la oración.
Preparación: Visualizar con la imaginación a Jesús retirándose a orar con el Padre antes y después de sus acciones en medio del pueblo.
Texto bíblico: Mc 1,21-39
Para cada día. Dedica un rato cada día a ejercitar las propuestas de oración. No olvides que a orar se aprende orando. Es necesario dedicar tiempo todos los días para que poco a poco vayas adquiriendo el hábito de la oración, para que tu vida se convierta en un continuo canto de alabanza al Padre. Al igual que cuando alguien desea broncearse necesita ponerse al sol, y estar largos ratos, y “no hacer nada”, simplemente estar para que el sol vaya cambiando el color de su piel, igual pasa con la oración, hay que estar y dejar que sea el Espíritu Santo quien ore en nosotros. Por ello te invitamos a que dentro de tu agenda dediques un rato, veinte minutos o media hora, a ese trato con Dios. Te ayudará el hacerlo siempre a la misma hora, por ejemplo, a la mañana o antes de ir a dormir. No te desanimes si al principio cuesta. Dios nunca falla. Por otra parte, es el mejor cimiento. Nunca te va a dejar, ni se va a mover. 110
Iniciación al silencio y la oración. Iniciarse en la oración y el silencio interior no es sencillo... porque son muchas las cosas que nos dispersan. Te proponemos una serie de preguntas para que te cuestiones cómo va este aspecto de tu vida, tan importante para el discernimiento vocacional, y algunos ejercicios para iniciarte en el silencio y presencia de Dios: ¿Qué cosas suelen dispersarme, sacarme de mí, impacientarme? ¿Qué cosas me centran, me ayudan a serenar interior y exteriormente? ¿Qué tiempo dedico diariamente a la oración? ¿Cómo suelo hacerla? ¿Quién es Jesús para mí? ¿Cómo lo veo? Caminos para la iniciación a la oración. 1. Preparación. Buscar un lugar tranquilo, sin ruidos. Colocarse en una posición cómoda. Relajar el cuerpo. Tratar de poner la mente en blanco. Respirar serena y profundamente. 2. Repetir rítmicamente con la respiración una frase evangélica que me ayude a lograr la presencia de Dios: - “Señor Jesús, ten piedad de mí”; “Señor... yo te amo”. 3. Orar con el Evangelio. Leo una de las lecturas sugeridas y medito respondiendo: ¿Qué dice Jesús? ¿Qué me dice? ¿Qué le digo yo a Él? ¿A que me comprometo? Textos vocacionales: Ex 3,1-15; 1Sm 3,1-10; Is 6,1-9; Jr 1,110; Jn 1-3,5; Mc 1,9-15; Lc 4,14-30; Lc 22,39-46; Mc 1,16-20; Mc 3, 13-19; Mc 8,27-38; Mt 9,36-38; Lc 10,1-12.17-24; Lc 10,25-37; Hech 6,1-7; Hech 9,1-21. Evaluación para compartir con el acompañante. ¿Cuáles fueron los logros y las dificultades? ¿Fui constante? ¿Qué es lo que más me costó? ¿Qué me ayudó? ¿A qué me sentí llamado por el Señor? ¿Cuáles fueron los sentimientos vividos delante de ese llamado? 111
TEMA N° 5: “INSERCIÓN EN UNA COMUNIDAD ECLESIAL” Generalmente el descubrimiento vocacional sucede dentro de una comunidad eclesial concreta. Este es el lugar normal de vivencia de la fe, de la percepción de las necesidades de los hermanos y del crecimiento a través de los dones espirituales que la comunidad coloca a disposición. Los cristianos, especialmente los más jóvenes y comprometidos, encuentran en la Iglesia una oportunidad para servir, para asumir responsabilidades e iniciativas, para ofrecer sus capacidades con dinamismo misionero. El joven que no haya hecho esta experiencia tendría que hacerla ayudado por su acompañante vocacional. En este camino puede ser de ayuda considerar los elementos esenciales que todo discípulo misionero está llamado a vivir, y en especial, el que desea realizar un discernimiento vocacional: misión profética (testimonio, anuncio, catequesis y teología); misión litúrgica (oración personal y comunitaria, liturgia, lectura orante de la palabra); misión real (cuidar de la vida fraterna y del servicio a los más pobres). Los jóvenes, por lo general, vienen con una experiencia parcial de vida cristiana. El animador vocacional lo podrá ayudar a cultivar otras dimensiones y elementos de la vida del discípulo misionero por el periodo de un año (si no tiene ninguna experiencia pastoral) o como mínimo de seis meses (cuando ya participó en alguna pastoral o grupo). Ejercicio
Gracia: Suscita en mi corazón un corazón disponible y abierto a la misión que me encomiendes.
Preparación: Visualizar con la imaginación a Jesús recorriendo los diferentes poblados anunciando el Reino de Dios, formando a sus discípulos, curando y expulsando los 112
demonios y…. mirándome con misericordia, haciéndome la invitación para seguirlo y ser parte de sus discípulos.
Texto bíblico: Mc 1,21-39
Ejercicio personal:
¿Qué experiencia pastoral en la comunidad he tenido? ¿Fue una experiencia más vinculada al servicio litúrgico, a la misión, a la catequesis, a la caridad o simplemente voy a misa los domingos? Describo qué entiendo por servicio litúrgico, misión, catequesis y caridad. Si tengo experiencia: ¿Qué área tengo interés de conocer en este camino de discernimiento? ¿Qué actividades de la Iglesia me dan un cierto temor? Si no tengo experiencia: ¿Por qué experiencia podría comenzar? Entrevisto una persona de la comunidad para saber qué es vivir y servir en la comunidad.
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TEMA N° 6: “LA VOCACIÓN DEL DISCÍPULO MISIONERO” La condición del discípulo brota de Jesucristo como de su fuente, por la fe y el bautismo, y crece en la Iglesia, comunidad donde todos sus miembros adquieren igual dignidad y participan de diversos ministerios y carismas. De este modo, se realiza en la Iglesia la forma propia y específica de vivir la santidad bautismal al servicio del Reino de Dios (DA, 184). En el fiel cumplimiento de su vocación bautismal, el discípulo ha de tener en cuenta los desafíos que el mundo de hoy le presenta a la Iglesia de Jesús (DA, 185). El término “vocación” es polisémico y nos puede llevar a equívocos. En general, se identifica fácilmente esta palabra con inclinación o aptitud, siempre vinculada con el gusto personal. No podemos negar que estos elementos están presentes en la experiencia vocacional, pero sería un reduccionismo si solo asociamos la vocación a esos elementos. En realidad, la palabra vocación deriva del verbo latino vocare, que significa simplemente llamar. El sustantivo de ese verbo llamar es vocactione, quiere decir, llamado, llamada, apelo. A partir de esta aproximación del origen de la palabra podemos ver que lo que aparece, en primer lugar, es el acto de llamar y nos remite a alguien que llama. La inclinación, la aptitud y el gusto están presentes en un segundo momento. El fenómeno de la vocación, en el sentido auténtico, exige la relación de dos componentes: uno de orden sobrenatural, Dios, autor de la llamada, sujeto activo; y otro de orden natural, el hombre, término de la misma y llamado a 114
responder con generosidad. Desde el punto de vista de la fe, la vocación es el llamado de Dios dirigido a toda persona humana, sea en grupo o en particular, para contribuir con la realización del proyecto de Dios, en favor de una persona o de una comunidad en la dinámica del seguimiento de Jesús. Y, en el dinamismo de la respuesta, entran las cuestiones levantadas de las aptitudes, de los talentos y de los gustos, que en realidad son don de Dios (1Co 4,7). Los talentos son bienes dados por Dios, de acuerdo con la capacidad de cada persona y el tipo de vocación-misión encomendada, con la finalidad de ser multiplicados (Mt 25,14-30). Pero, cuidado, para fundamentar la vocación en estos elementos es necesario que la respuesta vocacional sea dada en la perspectiva del servicio, que exige donación, disponibilidad, y en muchas ocasiones, renuncia de contravalores y hasta de valores, cualidades y aptitudes, que parecen contrarios o que pueden obstaculizar el cumplimiento de la misión. La respuesta debe entrar en la dinámica del servicio, de la experiencia paradójica de la cruz2. Ejercicio
Para reflexionar y compartir: A partir de lo leído ¿Qué aspectos de la vocación destaca el texto? Considerando el misterio de la vocación ¿Cómo lo consideré y cómo debo considerar en mi vida las inclinaciones, aptitudes y gustos? ¿Cuándo escuché la voz de Dios que me llamó a seguirlo? ¿Qué personas me ayudaron?
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Puede ser de utilidad contemplar la llamada crisis de Galilea en Mc 8,27-33. También puede ayudar a ensanchar la mirada la lectura de Mt 10,37-39; Mc 8,3438; Lc 12,49-53.
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TEMA N° 7: “VALORES VOCACIONALES” Los cinco valores vocacionales pertenecen a todos los creyentes: la unión con Dios, el seguimiento de Cristo, la pobreza, la castidad y la obediencia. La unión con Dios no es otra cosa que expresar el amor a quien es la fuente de ese amor. Jesús vivió este valor con intensidad, pasando a veces la noche en oración. Por su continua disposición orante muestra que es consciente del amor recibido del Padre y que intenta corresponder a ese amor. San Pablo dice que es el espíritu quien ora en nosotros (Rm 8, 26). Un hombre unido a Dios por medio del silencio, de la reflexión y la oración, es un hombre más pleno y perfecto. El seguimiento de Cristo. Este es el enfoque propio del cristiano. A un creyente no le basta con la simple unión con Dios. Él se une a Dios por medio de Jesucristo, a quien reconoce como Hijo de Dios. Profesa amor y adhesión personal y profunda a la palabra de Cristo, a los ejemplos de amor de Cristo, a su presencia amorosa en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía. El amor lleva naturalmente a la imitación de los valores que existen en aquél a quien amo. Cuando una persona se decide a reproducir en sí mismo los rasgos de Cristo (Gal 4, 19). La pobreza. Consiste en lograr una libertad suficiente ante los bienes materiales, de modo que su posesión y su uso no esclavicen al hombre, sino que se muestre en medio de todas las cosas como dueño de sí mismo. El creyente sabe en qué consiste el recto uso de los bienes. Nunca pone los objetos materiales por encima de las personas, al contrario, sabe poner en práctica el consejo del Señor: “con el injusto dinero, gánense amigos que los reciban en el cielo” (Lc. 16,9). 116
La castidad. Este valor vocacional consiste en la integración de la sexualidad en la personalidad. Hay castidad cuando la persona, por medio del lenguaje sexual, transmite el mismo mensaje que comunica por el lenguaje afectivo y racional. No hay rupturas notables en su interior, porque todo se haya en vías de ser integrado en una única personalidad. La persona casta sabe amar más, y quien sigue a Jesús por el camino de la castidad aprende a amar con profundidad cada día. Traduzco en mi cuerpo y mi sexualidad la caridad que procede de Dios. La obediencia. Consiste en poner por encima de la propia voluntad otros intereses mayores. Esto se hace movido por el amor. La obediencia puede entenderse como una serie de cuatro círculos concéntricos. El primero envuelve e interpreta a los demás, y representa a la voluntad de Dios; ningún buen cristiano es rebelde ante lo que comprende como voluntad de Dios. El segundo círculo es el de las necesidades del prójimo; a través de ellas descubrimos lo que Dios nos está pidiendo; soy obediente cuando permanezco disponible ante las necesidades de los demás. El tercero, es el de las necesidades comunitarias; me sé perteneciente a una comunidad cristiana y estoy dispuesto a ofrecerme para lo que en ella es una necesidad. Por último, el cuarto círculo representa a la autoridad dentro de esa comunidad; obedezco a un superior porque acepto que él interpreta, de un modo cualificado, la voluntad de Dios y las necesidades comunitarias. Una persona disponible y obediente es más plena y más libre. Su plena disponibilidad es una manifestación del amor siempre dispuesto de Dios. Ejercicio
Para reflexionar y compartir: ¿Soy consciente que estos valores son para todas las vocaciones? ¿Cuál de ellos es más cuestionado por la sociedad? ¿Cuál me cuesta comprender y vivir? ¿Cuál debería profundizar para ser discípulo misionero de Jesucristo? 117
TEMA N° 8: “LAS VOCACIONES ESPECÍFICAS” Los fieles laicos y laicas, discípulos misioneros de Jesús, Luz del mundo Los fieles laicos son los cristianos que están incorporados a Cristo por el bautismo, que conforman el pueblo de Dios y participan de las funciones de Cristo: sacerdote, profeta y rey. Ellos realizan, según su condición, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo. Son hombres de la Iglesia en el corazón del mundo, y hombres del mundo en el corazón de la Iglesia (DA, 209). Su misión propia y específica se realiza en el mundo, de tal modo que, con su testimonio y su actividad, contribuyan a la transformación de las realidades y la creación de estructuras justas según los criterios del Evangelio. El ámbito propio de su actividad evangelizadora es el mismo mundo vasto y complejo de la política, de la realidad social y de la economía, como también el de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los ‘mass media’, y otras realidades abiertas a la evangelización, como son el amor, la familia, la educación de los niños y adolescentes, el trabajo profesional y el sufrimiento. Además, tienen el deber de hacer creíble la fe que profesan, mostrando autenticidad y coherencia en su conducta (DA, 210).
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Los laicos también están llamados a participar en la acción pastoral de la Iglesia, primero con el testimonio de su vida y, en segundo lugar, con acciones en el campo de la evangelización, la vida litúrgica y otras formas de apostolado, según las necesidades locales bajo la guía de sus pastores (DA, 211). Los consagrados y consagradas, discípulos misioneros de Jesús Testigo del Padre La vida consagrada es un don del Padre por medio del Espíritu a su Iglesia, y constituye un elemento decisivo para su misión. Se expresa en la vida monástica, contemplativa y activa, los institutos seculares, a los que se añaden las sociedades de vida apostólica y otras nuevas formas. Es un camino de especial seguimiento de Cristo, para dedicarse a Él con un corazón indiviso, y ponerse, como Él, al servicio de Dios y de la humanidad, asumiendo la forma de vida que Cristo escogió para venir a este mundo: una vida virginal, pobre y obediente (DA, 216). En comunión con los Pastores, los consagrados y consagradas son llamados a hacer de sus lugares de presencia, de su vida fraterna en comunión y de sus obras, espacios de anuncio explícito del Evangelio, principalmente a los más pobres, como lo han hecho en nuestro continente desde el inicio de la evangelización. De este modo, colaboran, según sus carismas fundacionales, con la gestación de una nueva generación de cristianos discípulos y misioneros, y de una sociedad donde se respete la justicia y la dignidad de la persona humana (DA, 217). Los ministros ordenados, discípulos misioneros de Jesús Buen Pastor El episcopado: Se le llama también sacerdocio de primer grado. Son los obispos, pastores propios de la comunidad. Su nombre viene del verbo griego episcopein, que significa vigilar, cuidar. A ellos se les ha encargado una porción del Pueblo de Dios, para que cuiden de ella y la conduzcan. Son los sucesores de los Apóstoles y 119
tienen como responsabilidad conservar en las comunidades cristianas la pureza y la autenticidad de la fe. Los obispos ocupan el lugar de los Apóstoles. Los presbíteros: Son los sacerdotes de segundo grado. Son colaboradores directos del obispo en el cuidado de las comunidades cristianas, que forman el conjunto de la Iglesia local. Apacientan al Pueblo de Dios fundamentalmente por la predicación de la Palabra, la celebración de los sacramentos y la animación de la caridad. Los diáconos: son colaboradores del obispo aunque, en una dimensión diferente a la de los presbíteros. El diácono es el servidor (diakonía significa, en griego, servicio). Existen diáconos transitorios, los que luego recibirán la ordenación presbiteral y diáconos permanentes, los que no darán el paso al presbiterado. De estos últimos se dice que han recibido la ordenación no en orden al sacerdocio, sino al servicio. Esto quiere decir que su ministerio los une especialmente a los más pobres. Los diáconos repiten el rasgo de Cristo, que lava los pies a los discípulos convirtiéndose en esclavo de todos. Ejercicio
Para reflexionar y compartir: ¿Qué ventajas y qué desventajas crees que tiene la vida sacerdotal, religiosa y laical? ¿Alguien te dijo que tenías una vocación específica? ¿Ya pensaste en ser sacerdote? ¿Ya pensaste en ser religioso/a? ¿Cómo serías si abrazas alguna de esas vocaciones?
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TEMA N° 9: “LA DECISIÓN VOCACIONAL” La decisión vocacional verdaderamente nunca sucede en un contexto o momento aislado, es el fruto de un proceso complejo, incluso humanamente. La decisión humana no es un acto que nace por generación espontánea. Ni tampoco es una cuestión sólo de voluntad propia. Es la conclusión de un proceso dinámico. La decisión vocacional implica un proyecto de vida, una meta que se busca y desea, es la encarnación de valores implícitos a este proyecto. El proceso de decisión, en las opciones importantes, no es una experiencia que da satisfacción, o que nos hace sentir libres y capaces. Generalmente es un proceso arduo, doloroso, con muchas tentaciones de desistir, e incluso arrepentimiento por las decisiones tomadas. El modo de llegar a esta decisión, dependiendo de las personas, tiene formas diferentes. Podemos distinguir por lo menos cuatro tipos de formas de decisión: 1. Decisión retardada. Ciertas personas tienen miedo de enfrentar la decisión, especialmente cuando es muy comprometedora y llena de riesgos. Buscan retrasar al máximo una definición, prolongando el período de indecisión. Llegan a decidir cuando ya es imposible arrepentirse, en el último momento, de forma rápida y forzada. Se corre el riesgo de que este tipo de decisión no sea suficientemente libre.
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2. Decisión rápida y arriesgada. Una persona puede sentirse desafiada por una situación cargada de riesgo, que necesita resolver. Delante de un proyecto de vida exigente no llega a pensar mucho, reacciona al desafío con una respuesta rápida, inmediata. Corre el peligro de improvisación, de confianza exagerada en las propias capacidades de intuición, sin evaluar bien las motivaciones y circunstancias de las decisiones. En seguida pueden presentarse muchos problemas imprevistos y para los cuales no estaba preparado. Tenemos que dudar y alertar en casos de decisiones radicales hechas de forma inmediata, fruto de un fervor de conversión que todavía no ha enfrentado las dificultades del camino de la fe. 3. Decisión calculada. Muchas veces la persona llamada a tomar una decisión definitiva, siente necesidad de evaluar con cuidado los aspectos positivos y negativos, los riesgos y las soluciones posibles. Recoger informaciones, evaluar con cautela el peso de las motivaciones y visualizar los “pros” y “contras”. Estos son pasos necesarios para llegar a una decisión. Debería ser este el método normal para decidir. El “discernimiento ignaciano” es un ejemplo clásico de esto. 4. Decisión creciente. La decisión puede ser tomada por etapas, poco a poco, colocando la confianza en el Señor por el cultivo de la vida de oración. Es el caso más frecuente en el campo vocacional. El joven recorre un camino progresivo de comprensión del propio plan de vida y de la decisión. El candidato va gradualmente dándose cuenta de lo que tiene que hacer y lo va concretizando. En la decisión calculada el punto de llegada es visto claramente desde el inicio y se busca la mejor manera o camino para realizarlo. Pero en la decisión creciente no está claro desde el inicio el punto de llegada, o cuál es el proyecto verdaderamente, ni la manera de realizarlo, hasta que no se llega a 122
una madurez y se descubre con más claridad la manera de realizar un tipo de vida en consonancia con la propia personalidad. Ejercicio
Para reflexionar y compartir: ¿Con cuál forma de decisión habitualmente tomo decisiones? ¿Qué decisiones ya tomé en mi vida? ¿Qué fue lo más difícil? ¿Qué aprendí? ¿A qué me llama el Señor hoy? ¿Cuáles son mis miedos y esperanzas? ¿Qué tendría que asumir para que mi decisión sea calculada y creciente?
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TEMA N° 10: “PROYECTO PERSONAL DE VIDA: INSTRUMENTO PEDAGÓGICO” Todo proyecto es, en primer lugar, voluntad de verdad y de cambio; por otra parte, consiste en una decisión bien razonada que, al basarse en lo que la persona es, implica una fuerte dosis de valentía para mirar con objetividad, desafiar el corazón y entrar en camino de discernimiento. Por ello el proyecto de vida personal no puede reducirse a la simple formulación de unos buenos propósitos, al deseo de conseguir unos objetivos. Al mismo tiempo, de acuerdo con la realidad de cada uno, es necesario acrecentar otros temas como la presentación de cada vocación específica (ministros ordenados, consagrados/as y laicos/as) y los consejos evangélicos (pobreza, castidad y obediencia) que cada vocación específica vive de una manera diferente, así como la resonancia, los miedos y esperanzas que cada tema suscita en el corazón del joven. A continuación, presentaremos tres determinan la calidad del proyecto de vida:
condiciones
que
1. La autonomía: Es la capacidad de tomar la vida en las manos para vivir la aventura de la propia libertad. La autonomía supone que cada persona proyecta por sí misma, teniendo en cuenta las disposiciones del proyecto de la Iglesia para los discípulos misioneros. 2. La autenticidad: Es la capacidad de adentrarse serenamente en sí mismo para avanzar en un proceso de conocimiento, reconocimiento y aceptación personal. La autenticidad nos ayuda a enfrentar el lado oscuro de la personalidad y (re)valorizar las fortalezas de la vida. 124
3. El discernimiento: Es la capacidad de abrirse a la acción del Espíritu Santo, único capaz de iluminar el fondo del corazón y hacernos salir de nuestras tendencias naturales para confiar nuestras vidas a Dios. El discernimiento vocacional es el proceso por el cual la persona llega a realizar, en el diálogo con el Señor y escuchando la voz del Espíritu, las elecciones fundamentales. Los tres verbos con los que se describe el discernimiento en la Evangelii gaudium, 51 – reconocer, interpretar y elegir– pueden ayudarnos a delinear un itinerario adecuado, sabiendo que en la práctica los límites entre las diferentes fases no son nunca tan claros. A. Contenido: 1) La Situación real de la persona (una fortaleza y una debilidad) en todas las Dimensiones de la Formación. 2) Los Objetivos concretos que se deben asumir para crecer integralmente. 3) Los Medios y Actividades que se van a emplear para conseguir esos objetivos. B. Dimensiones de la Formación: 1) Humana; Comunitaria; Espiritual (Ser) 2) Intelectual (Saber) 3) Pastoral Misionera (Saber hacer) C. Indicaciones prácticas.
Los Objetivos: Se redactan con un verbo (acción) en infinitivo, situándose en el tiempo presente, y señalando más bien la acción que se quiere realizar. Conviene que se redacten brevemente, 125
evitando oraciones largas y subordinadas. Responde a la pregunta: ¿qué voy a hacer? Por ejemplo: 1. “asumir con diligencia mis responsabilidades”. 2. “lograr un hábito de estudio”. 3. “asumir un camino de reconciliación con mi historia”. 4. “cultivar la escucha de la Palabra de Dios en mi oración personal”. En cada dimensión asumir un solo objetivo.
Los Medios: No debe comenzar por verbo, sino por sustantivo. Deben ser concretos y situados en el tiempo y el espacio. Por ejemplo: 1. Puntualidad (5 minutos antes de las actividades) 2. Horario de estudio (4:00 a 6:00 pm) 3. Revisión de la historia (hora santa), apertura con el director espiritual 4. Lectura orante de la Palabra (6:45 a 7:15 am), lectura espiritual (libro). En cada dimensión no poner más de tres medios.
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Ejercicio n° 5 – Síntesis
Gracia: Suscita en mi corazón la disponibilidad necesaria para asumir los compromisos que son necesarios para madurar como discípulo misionero; para que este camino no muera en “buenas intenciones”. Dimensiones de la Formación
Análisis de la Realidad
Objetivo
Medio
Humana
Comunitaria
Espiritual
Intelectual
Pastoral Misionera
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HORA SANTA VOCACIONAL
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HORA SANTA VOCACIONAL I 1. Canto 2. Introducción ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? Estas cuestiones muchas veces zumban como abejas dentro de mi cabeza. Pero son tan difíciles de responder, que prefiero escuchar música, reírme con los amigos, ver la televisión… sin embargo siempre están ahí. Una pregunta más se suma a mis muchas dudas ¿Cuál es mi lugar en el universo? ¿En qué lugar del rompecabezas debo insertar mi existencia? También san Agustín experimentó las mismas dudas que yo, intentó resolverlas, cayó en una secta. Al final sus interrogantes fueron aclarándose con la lectura de la Biblia y de la mano de Cristo, del mismo Dios. Ese Dios que ahora está entre nosotros, que desde el sagrario tiende su mano y me invita a que con él vaya desentrañando el gran misterio de mi vida. Entonces mi pregunta ya no es ¿Qué haré de mi vida?, sino, Dios mío ¿qué deseas que hagamos Tú y yo con mi vida? 3. Momento de silencio Dedica unos minutos a contemplar la acción de Dios en tu vida y habla con Él. Este es el momento del diálogo, dile todo lo que vives, tus dudas, preocupaciones y problemas, así como tus alegrías y pequeñas victorias. 4. Testimonio vocacional 5. Canto 131
6. Símbolos:
Vasija de barro: Ante nuestros ojos hay cierta cantidad de arcilla, pero no es barro nada más. Está trabajada, modelada. Nuestra vida es como un montoncito de arcilla, que día a día y poco a poco, va tomando una forma y a nuestro lado está el Artesano más sabio. Dejemos que ese grande y amoroso alfarero nos revele la forma más bella para nosotros.
Planta: Esta planta algún día fue una minúscula semilla. El agua, la tierra y el sol contribuyeron a su crecimiento. Pero quien verdaderamente la ha hecho crecer es el que hizo el cielo, la tierra y el agua: Dios. Dejemos que Dios también nos ayude a crecer humana y espiritualmente.
Vela: Esta vela era cera en un panal. El esfuerzo humano y su ser maleable, la han convertido en lo que ahora es: una fuente de luz y calor. Como cristianos debemos esforzarnos y ser maleables para poder ser luz del mundo.
7. Momento de silencio. 8. Texto bíblico: Monición: Dejar lo que se tiene para seguir a Cristo es una condición básica cristiana. Con las riquezas adheridas a nuestro corazón es imposible optar por una vida de entrega generosa a los demás. Escuchemos. Mc 10, 1-21: “Jesús dejó aquel lugar y se fue a los límites de Judea, al otro lado del Jordán. Otra vez las muchedumbres se congregaron a su alrededor, y de nuevo se puso a enseñarles, como hacía siempre. En eso llegaron unos (fariseos que querían ponerle a prueba,) y le preguntaron: «¿Puede un marido despedir a su esposa?» 132
Les respondió: «¿Qué les ha ordenado Moisés?» Contestaron: «Moisés ha permitido firmar un acta de separación y después divorciarse.» Jesús les dijo: «Moisés, al escribir esta ley, tomó en cuenta lo tercos que eran ustedes. Pero, al principio de la creación, Dios los hizo hombre y mujer; y por eso dejará el hombre a su padre y a su madre para unirse con su esposa, y serán los dos una sola carne. De manera que ya no son dos, sino uno solo. Pues bien, lo que Dios ha unido, que el hombre no lo separe.» Cuando ya estaban en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre lo mismo, y él les dijo: «El que se separa de su esposa y se casa con otra mujer, comete adulterio contra su esposa; y si la esposa abandona a su marido para casarse con otro hombre, también ésta comete adulterio.» Algunas personas le presentaban los niños para que los tocara, pero los discípulos les reprendían. Jesús, al ver esto, se indignó y les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. En verdad les digo: quien no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.» Jesús tomaba a los niños en brazos e, imponiéndoles las manos, los bendecía. Jesús estaba a punto de partir, cuando un hombre corrió a su encuentro, se arrodilló delante de él y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para conseguir la vida eterna?» Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo Dios. Ya conoces los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no digas cosas falsas de tu hermano, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.» El hombre le contestó: «Maestro, todo eso lo he practicado desde muy joven.» Jesús fijó su mirada en él, le tomó cariño y le dijo: «Sólo te falta una cosa: vete, vende todo lo que tienes y reparte el dinero entre los pobres, y tendrás un tesoro en el Cielo. Después, ven y sígueme.» 9. Reflexión 133
10. Momento de silencio 11. Peticiones: Elevemos confiadamente nuestras súplicas a Dios Padre guiados por la palabra de Jesús, para que envíe sobre nosotros su Espíritu que nos hace servidores de los hermanos: - Para que Dios Padre, dueño de la mies, envíe abundantes vocaciones a su Iglesia para el servicio pastoral del Pueblo. Roguemos al Señor. - Para que siempre haya corazones jóvenes, dispuestos a seguir la llamada de Dios y a entregarse generosamente para el bien de los hombres. Roguemos al Señor. - Para que las familias cristianas sean testigos del Evangelio y fomenten la vocación religiosa y sacerdotal. Roguemos al Señor. Ponemos ante ti, Señor, nuestras súplicas por las necesidades del mundo y de tu Iglesia. Atiéndenos, por tu inmensa bondad de Padre. Haznos servidores fieles de tu pueblo y atentos a las necesidades de nuestros hermanos. 12. Oración Oh Dios, que quisiste dar pastores a tu pueblo, derrama sobre tu Iglesia el espíritu de piedad y fortaleza, que suscite dignos ministros de tu altar y los haga testigos valientes y humildes de tu Evangelio. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 13. Bendición 14. Reserva del Santísimo 134
HORA SANTA VOCACIONAL II 1. Canto inicial 2. Introducción “El llamado” es un regalo que Dios nos ha hecho. Él ya nos llamó a la vida, y a una vida plena, feliz. Nos llama por amor y para el amor. Nuestro llamado a la vida es un llamado que exige de nosotros una respuesta al amor. Al estilo de Cristo, Él es nuestra felicidad. 2. Texto Bíblico: Mt 13,44-46 “El Reino de los Cielos es como un tesoro escondido en un campo. El hombre que lo descubre, lo vuelve a esconder; su alegría es tal, que va a vender todo lo que tiene y compra ese campo. Aquí tienen otra figura del Reino de los Cielos: un comerciante que busca perlas finas. Si llega a sus manos una perla de gran valor, se va, vende cuanto tiene, y la compra”. 3. Momento de silencio 4. Canto 5. Oración Señor Jesús, hoy nos hemos descubierto llamados por tu amor a una vida feliz. Nos hemos encontrado contigo, nuestro más grande tesoro. Queremos responderte postrándonos ante ti y reconociendo en tu amor que nos llamas, algo mucho más valioso que cualquier cosa. No deseamos nada más que ser felices dando una respuesta a la vocación que ya nos has regalado. 135
6. Momento de silencio 7. Reflexión El Señor Jesús nos invita hoy a hacernos muy conscientes de que su amor nos llama a cada uno. Desde la eternidad, Dios nos pensó y nos llamó a la vida. Nada se asemeja al amor de Dios (su amor es esa perla preciosa por la cual vale la pena vender todo), Él nos está buscando y llamando constantemente. Nos ama así como somos, incondicionalmente. No desconoce nada de nosotros, y precisamente porque conoce cada momento de nuestra historia desde antes de nacer, nos invita a seguirlo y vivir felices en su amor. Ese llamado que Dios nos hace a vivir plenamente en su amor incondicional, se manifiesta de manera concreta en cada persona, en el día a día. Una vez encontrado ese tesoro escondido, esa perla preciosa, los jóvenes, especialmente, somos invitados a descubrir la forma concreta de vida como hemos de responder a la vocación que Dios ya nos regaló. Cada quien debe entablar un diálogo amoroso con el Señor y escuchar su voz que nos invita a emprender un proyecto de vida tomado de su mano. Algunos son invitados por Él cariñosamente a una vida laical (construyendo su Reino en el mundo, como solteros o formando una familia); otros a abrazar felizmente la vida consagrada (siendo testigos ante el mundo de que es posible seguir más de cerca al Señor, dedicando la vida entera a Él, en busca de la perfección en la caridad); y algunos otros (varones), a vivir plenamente participando del sacerdocio eterno de Cristo. 8. Momento de agradecimiento Demos gracias a Dios que nos llama. Agradécele desde tu corazón el tesoro del amor que hoy descubres ahí. Pídele la fuerza y el valor para responderle todos los días de tu vida. 9. Canto 136
10. Peticiones: Ahora, hagamos oración juntos pidiéndole al Señor que envíe más trabajadores a su Iglesia. - Para que en nuestras comunidades seamos capaces de acoger a los jóvenes, acompañarlos y hacerles propuestas concretas de vida. Oremos. Roguemos al Señor - Para que el Señor derrame su gracia en las familias cristianas, de manera que germinen en ellas abundantes vocaciones al servicio de la Iglesia. Roguemos al Señor - Para que los laicos redescubran su vocación en el seno de la Iglesia y se sientan enviados a ser sal y luz del mundo. Roguemos al Señor - Por los sacerdotes de nuestra diócesis para que llenos de la gracia del Espíritu Santo cumplan dignamente el ministerio que han recibido. Roguemos al Señor 11. Oración por las vocaciones Padre bueno, dueño de la mies, escucha la oración de tus hijos. Concédenos muchas y muy santas vocaciones, sacerdotales, consagradas y laicales, garantía de vitalidad para el porvenir de tu Iglesia. Haz que los sacerdotes, consagrados y los laicos seamos testimonio de caridad por nuestra total entrega a ti y a nuestro prójimo. Danos a todos sabiduría para descubrir tu llamado y generosidad para responder con prontitud. 137
Que María, Madre de la Iglesia, modelo de toda vocación, interceda por nosotros y nos ayude a decir “Sí” a Ti, que nos llamas a colaborar en tu designio divino de salvación. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. 12. Canto 13. Bendición y Reserva del Santísimo 14. Canto final:
Maestro Bueno Autor: Orlando Torres
Maestro bueno yo quiero alcanzar la vida eterna y la felicidad. Ya he cumplido todo cuanto pediste pero mi alma se inquieta mucho más. Mi vida entera no deja de entender que yo he nacido para la eternidad. En Dios descansa mi débil corazón Maestro bueno dime que debo hacer. Ven (ven) y sígueme (y sígueme) Ven (ven) Yo soy el Camino Yo soy la Verdad, Yo soy la Vida He vencido a la muerte Ya no puedes temer. Ven (ven) levántate (levántate) Ven (ven) a ti te lo digo: Busca en tu interior una gracia infinita un tesoro divino que podrás repartir. https://www.youtube.com/watch?v=S9zlVTRLcX8 138
MISA VOCACIONAL
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IV DOMINGO DE PASCUA DEL BUEN PASTOR Ciclo A SALUDO INICIAL: Sacerdote: En el nombre del Padre y del Hijo del Espíritu Santo Todos:
Amén.
Sacerdote: El Señor esté con ustedes Todos:
Y con tu espíritu.
MONICIÓN INICIAL: Queridos hermanos en Cristo y María, nos encontramos en el IV domingo de Pascua y este es el domingo del Buen Pastor. Cristo se autodefine como Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, para que éstas tengan vida y vida en abundancia. Hoy, siendo la 57° Jornada mundial de oración por las vocaciones, oremos al Buen Pastor por las vocaciones, por las que hay y para que surjan santas y numerosas vocaciones del seno de nuestras familias. Con el gozo de sabernos acompañados por Jesús, nos ponemos de pie para empezar nuestra celebración. ACTO PENITENCIAL: GLORIA: ORACIÓN COLECTA: Dios todopoderoso y eterno, condúcenos a la asamblea gozosa del cielo, para que la debilidad del rebaño llegue hasta donde le ha precedido la fortaleza del Pastor. Él, que y reina contigo. 141
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA: El apóstol Pedro en su exhortación manifiesta que Dios constituyó a Jesús “Señor y Mesías”. Reconocerlo así nos lleva a la conversión de fe en Él y al bautismo en su nombre. Escuchemos atentamente. Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 2,14a.36-41 El día de Pentecostés, Pedro, de pie junto con los otros once apóstoles, pidió atención y les dirigió la palabra: -“Sepan con plena seguridad todos los israelitas que al mismo Jesús, a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha constituido Señor y Mesías”. Estas palabras le traspasaron el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: - “¿Qué tenemos que hacer, hermanos?”. Pedro les contestó: -“Conviértanse y bautícense todos en nombre de Jesucristo para que se les perdonen los pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para ustedes y para sus hijos y, además, para todos los que llame el Señor, Dios nuestro, aunque estén lejos”. Con estas y otras muchas razones les animaba, y los exhortaba diciendo: -“Pónganse a salvo de esta generación perversa”. Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unas tres mil personas. Palabra de Dios. SALMO RESPONSORIAL: Sal 22 R/. El Señor es mi pastor, nada me falta. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. R/. 142
Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. R/. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R/. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R/. MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA: San Pedro nos recuerda que hemos sido salvados por Cristo Jesús. Como ovejas de su rebaño caminemos tras sus huellas, aunque a veces, sean de sufrimiento y dolor. Escuchemos. Lectura de la primera carta del apóstol San Pedro 2,20b-25 Queridos hermanos: Si, obrando el bien, soportan ustedes el sufrimiento, esto es cosa bella ante Dios. Pues para esto han sido llamados, ya que también Cristo padeció por ustedes, dejándoles un ejemplo para que sigan sus huellas. Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando lo insultaban, no devolvía el insulto; en su pasión no profería amenazas; al contrario, se ponía en manos del que juzga justamente. Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas los han curado. 143
Pues ustedes andaban antes como ovejas descarriadas, pero ahora han vuelto al pastor y guardián de sus vidas. Palabra de Dios. MONICIÓN AL EVANGELIO En el evangelio según san Juan se denuncia a los pastores que no entran por la puerta del corral llamándolos ladrones y falsos pastores. Se destaca la generosidad del buen pastor que conoce y llama a sus ovejas por su nombre y va caminando delante de ellas. Se ponen de pie y entonamos el canto del aleluya. Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 1-10 En aquel tiempo, dijo Jesús: -“Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guardián, y las ovejas escuchan su voz, y él va llamando por su nombre a las ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.” Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: - “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entra por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. Palabra del Señor.
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HOMILÍA: (Se propone esta homilía del Santo Padre Juan Pablo II donde resalta puntos importantes del buen pastor y las vocaciones) HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II Visita Pastoral a la Parroquia Romana de San Tomás De Aquino IV Domingo de Pascua, 10 de mayo de 1981 1. “Yo soy el Buen Pastor, conozco a mis ovejas y las mías me conocen” (Jn 10, 14). Estas palabras de Cristo resuenan hoy en el centro de la liturgia del IV domingo de Pascua, en el canto del Aleluya. Con estas palabras quiero honrar con ustedes, queridos hermanos y hermanas, a Cristo resucitado. Él, mediante su pasión y muerte, se ha revelado como Pastor que da la vida por sus ovejas, y en su resurrección nos ha dado la certeza de que vive por los siglos, y conduce a su rebaño a la vida eterna. He aquí lo que escribe a este propósito San Pedro, en su primera Carta: “El no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando lo insultaban, no devolvía el insulto; en su pasión no profería amenazas; al contrario, se ponía en manos del que juzga justamente. Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas los han curado..., pero ahora han vuelto al pastor y guardián de sus almas” (1 Pe 2, 23-25). 3. [...] Ciertamente nos resultan muy familiares las palabras del Salmo 22, que en el Antiguo Testamento constituye como una preparación para la alegoría evangélica del Buen Pastor. Lo acabamos de oír, en forma responsorial, después de la primera lectura bíblica. Es rico de imágenes, que pertenecen a dos ámbitos diversos. Ante todo, se habla de “pastos”, que significan el seguro alimento espiritual que nos proporciona el Señor; de “agua”, que apaga nuestra sed ardiente; de “camino”, que hace ver cómo nuestra vida está moviéndose hacia una meta; y de “valle oscuro”, que representa las diversas dificultades que encontramos. Estas imágenes se derivan del ámbito de la relación entre pastor y grey. Pero hay luego imágenes que evocan una gozosa situación de banquete: por 145
esto, se habla de “mesa” preparada, que significa la abundancia que nos ofrece la comunión con el Señor; de “óleo”, refiriéndose a su acogedora hospitalidad; y de “cáliz” rebosante, porque el Señor es siempre magnánimo y generoso con nosotros. Todo el Salmo y, sobre todo, el último versículo, “Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término”, manifiesta la felicidad ilimitada que suscita Cristo, Buen Pastor, el cual guía al hombre por los caminos de la “felicidad y gracia” durante la vida terrena, para hacerlo llegar definitivamente “a la casa del Señor”. Cristo resucitado, después de su pasión, suscitó esta confianza ilimitada en los Apóstoles y en los discípulos, así como en aquellos a quienes, a través de los Apóstoles, llegó el testimonio del Evangelio. También en los tiempos difíciles de hoy, cuando frecuentemente tenemos que pasar por “un valle oscuro”, y más de una vez podemos sentir incluso “el temor del mal”, oramos con la misma confianza. 4. Cristo en la liturgia de hoy se llama a Sí mismo no sólo “el pastor”, sino también “la puerta de las ovejas” (Jn 10, 7). De este modo Jesús combina dos metáforas diversas, particularmente expresivas. La imagen del “pastor” se contrapone a la de “mercenario”, y sirve para subrayar toda la profunda solicitud de Jesús por su grey, que somos nosotros, hasta el punto de darse totalmente a Sí mismo por nuestra salvación: “El buen pastor da la vida por las ovejas” (Jn 10, 11). En esta línea se expresará también la Carta a los Efesios: “Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella” (Ef 5, 25). Nos corresponde a nosotros reconocer en El al único Señor nuestro y seguir “su voz” (Jn 10, 4), evitando atribuir estas características a cualquier mercenario humano, al cual, en definitiva, “no le importan las ovejas” (Jn 10, 13), sino sólo el propio interés. Y esta reflexión nos prepara para entender también la otra imagen de la “puerta”. Dice Jesús: “Quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos” (Jn 10, 9). Con estas palabras afirma lo que después anunciarán los Apóstoles: “Ningún otro nombre nos ha sido dado... entre los hombres por el cual podamos ser salvos” (Hch 4, 12). Él es nuestro único acceso al Padre (cf. Ef 2, 18; 1 Pe 3, 18). Y en El toda nuestra vida encuentra su más auténtica 146
libertad de movimiento: “Todo cuanto hacen de palabra o de obra, háganlo todo en el nombre del Señor Jesús” (Col 3, 17). 5. La liturgia del domingo de hoy presenta ante nuestros ojos este cuadro tan rico de la verdad pascual. ¿Basta sólo mirar este cuadro? ¿Y acaso dejarse encantar por él? Es necesario además sacar de él esa llamada de Dios, que está inscrita profundamente en este espléndido cuadro bíblico. Es necesario sentir esta llamada. Es necesario acogerla como dirigida a cada uno de nosotros. Aceptarla con el corazón y con la vida. Todo esto tiene implicaciones concretas para nuestra existencia cristiana. Ante todo, es necesario reforzar continuamente nuestra unión con Cristo Buen Pastor, y hacerlo en cada circunstancia de nuestra vida: tanto cuando nos hallamos junto a las “aguas tranquilas”, como cuando nos encontramos “en un valle oscuro”; efectivamente, Él es siempre nuestro Pastor, y nosotros debemos ser también siempre ovejas de su propiedad. En segundo lugar, es preciso orar por aquellos que en la Iglesia desarrollan el servicio pastoral; en efecto, éste es, a la vez, su gran honor y su gran carga: participar en el ministerio de Pastor de Cristo es una tarea que necesita absolutamente de la colaboración y de la ayuda de toda la comunidad eclesial. En tercer lugar, es necesario orar de modo particular por las vocaciones al sacerdocio ministerial, a fin de que no falten Pastores a la Iglesia. “La mies es mucha” (Lc 10, 2) y hacen falta operarios en el campo del Señor positivos.
[...] y su oración puede contribuir a sus resultados
6. Sin embargo, además de estas importantes conclusiones prácticas, se deben deducir de la liturgia de hoy también otras conclusiones importantes, que se refieren a todos los cristianos. Efectivamente, cada uno participa, de algún modo, en la misión y en la solicitud de Cristo Buen Pastor. 147
En efecto, cada uno de los bautizados tiene su parte de responsabilidad en la Iglesia, la cual se reconoce y se ejercita tanto más, cuanto mayor conciencia se tiene de la propia conformación con Cristo y se la vive. Como escribe San Pablo, “a cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad... Pues ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno en parte” (1 Cor 12, 7. 27). Y es posible realizar esta función a nivel muy práctico. Por ejemplo, los padres tienen una misión pastoral en relación con los hijos, ya que están encargados de su educación no sólo humana, sino también cristiana; por otra parte, también los hijos deben tener una solicitud especial para con sus padres, sobre todo cuando éstos son ancianos y son atendidos cariñosamente, pero también de ordinario para corresponder a los cuidados y al afecto de que han sido rodeados. Además, también entre marido y mujer es necesaria una atención mutua, que no se expresa sólo mediante el amor conyugal, sino también con actitudes de ayuda en las dificultades, de crecimiento común en la fe y de recíproca exhortación a la vida cristiana. Una solicitud muy particular debe caracterizar al mundo de los enfermos; aquí, ante todo, son los sanos, esto es, los médicos y los enfermeros, además de los parientes, quienes deben tener cuidado del paciente de manera no sólo profesional, sino también humana. Pero además, a los mismos enfermos corresponde una original función ministerial en relación con la comunidad cristiana, como escribe San Pablo: “Cuando parezco débil, entonces es cuando soy fuerte” (2 Cor 12, 10), es decir, están en disposición de hacer servir los propios sufrimientos para el bien de todos. Y debo decir que yo mismo, muchas veces, experimento los buenos efectos de esta “solicitud”, ejercitada hacia mí por personas diversas, en particular por los que sufren y por los enfermos. Y doy gracias por ello al Señor. 7. Y en este sentido, al terminar la homilía, dirijo mi sincero deseo a su parroquia con las palabras de San Pedro. Queridísimos: “Si obrando el bien soportan el sufrimiento, hacen una cosa hermosa ante Dios, pues para esto han sido llamados, ya que también Cristo padeció su pasión por ustedes, dejándoles un ejemplo para que sigan sus huellas” (1 Pe 2, 20-21). 148
[...]¡Te deseo que el Espíritu de Cristo, Buen Pastor, penetre en ti cada vez más profundamente! ¡Te deseo que vivas su “felicidad y gracia”! ¡Amén! CREDO: PRECES VOCACIONALES: A cada invocación, respondan, por favor: “Jesús Buen Pastor, bendícenos con abundantes vocaciones” 1.- Por la Iglesia, para que siempre sea orante y trabaje en el servicio de las vocaciones. Roguemos al Señor. 2.- Por el Papa, los obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y todos los que tienen alguna misión pastoral para que sigan las huellas de Cristo, Buen Pastor, que está en medio de nosotros como el que sirve. Roguemos al Señor. 3.- Por los gobernantes, especialmente los nuestros, para que en sus deliberaciones y decisiones, estén siempre atentos a las necesidades de sus pueblos, recogiendo sus justas aspiraciones. Roguemos al Señor. 4.- Por nosotros para que no nos cansemos nunca de orar por las vocaciones, por las que están y las que vendrán, para que sean puertas que abran el paso a Dios y para que sean buenos pastores para su pueblo. Roguemos al Señor. 5.- Por los jóvenes, para que desde un buen discernimiento sepan responder con valentía a la misión que Jesús les encomienda para anunciar el Evangelio desde las distintas vocaciones. Roguemos al Señor. 6.- Por todos los seminarios y casas de formación, para que el Espíritu Santo ilumine a todos los responsables de la formación de los futuros sacerdotes, religiosos y religiosas. Roguemos al Señor. 149
ORACIÓN DESPUÉS DE LAS OFRENDAS Concédenos Señor, alegrarnos siempre por estos misterios pascuales y que la actualización continua de tu obra redentora sea para nosotros fuente de gozo incesante. por Jesucristo, nuestro Señor. ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Pastor bueno, vela compasivo sobre tu rebaño y conduce a los pastos eternos a las ovejas que has redimido con la sangre preciosa de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. TESTIMONIO: Puede ser del mismo sacerdote, un seminarista, una religiosa, un joven, etc. ORACIÓN POR LAS VOCACIONES: Señor Jesús, Tú que invitaste a tus discípulos a subir a la barca y los protegiste en medio de la tormenta, cuida y anima a nuestros jóvenes a no renunciar cruzar a la otra orilla e ir tras tus huellas. Que su vocación, que nace de tu mirada amorosa, provoque una respuesta gratuita por lo que has obrado en sus vidas. Señor Jesús, Tú que nos invitas a tomar 150
las riendas de nuestra vida para ponerla al servicio del Evangelio, en las distintas vocaciones: laical, presbiteral y de vida consagrada; y nos dices “Ánimo, ¡no tengan miedo!”, danos el impulso necesario para vivir nuestra vocación con alegría y entusiasmo. Ayúdanos a cultivar la actitud interior de la Bienaventurada Virgen María, quien abrazó su llamado con valentía e hizo de su vida un eterno canto de alabanza. Amén. BENDICIÓN FINAL CANTO VOCACIONAL ARRIÉSGATE
Autor: Carmelo Erdozain
Todos unidos en la vida. Vamos buscando un horizonte, arriésgate, arriésgate, arriésgate, hay algo más, arriésgate, arriésgate, arriésgate sin vacilar. Ningún camino es largo para el que cree, ningún esfuerzo es grande para el que ama, ninguna cruz vacía para el que lucha. 151
Cambiemos las promesas en realidades, luchemos como hermanos por la justicia, sembremos hoy la aurora de un nuevo día. El pan que trabajamos con nuestras manos, el cáliz que llevamos con alegría, traerán la primavera a nuestros días. https://www.youtube.com/watch?v=WebzAzR0AF0
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PROPUESTAS DE ITINERARIO DE LA PASTORAL VOCACIONAL
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PROPUESTAS DE ITINERARIO DE LA PASTORAL VOCACIONAL
(I Curso Nacional de Animación de la Pastoral Vocacional – 2019)
CULTIVAR
DISCERNIR
DESPERTAR
I. PROFESORES ODEC: DESTINATARIOS
OBJETIVOS
ESTUDIANTES DEL NIVEL SECUNDARIO
Sensibilizar en los estudiantes el llamado de Dios para desarrollar su identidad personal y cristiana.
-Módulos sobre identidad ¿Quién soy? -Video fórum.
DOCENTES DEL NIVEL SECUNDARIO
Concientizar en los docentes la importancia de desarrollar en los estudiantes la capacidad de escucha y obediencia a Dios.
-Encuentro de experiencia vocacional.
Presentar a los padres de familia las vocaciones de la Iglesia.
-Encuentro de padres e hijos. -Expo-Carisma.
PADRES DE FAMILIA
ACTIVIDADES
II. PROMOTORAS VOCACIONALES:
DESPERTAR
DESTINATARIOS
FAMILIAS
OBJETIVOS
Suscitar la toma de conciencia en la vocación tanto a nivel humano como cristiano
ACTIVIDADES
-Favorecer encuentros de familia. -Testimonios de vida.
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DISCERNIR CULTIVAR
FAMILIAS
Promover la madurez humana en los padres de familia.
-Talleres de diálogo: Padres-hijos Esposos
FAMILIAS
Informar y presentar las diferentes vocaciones de la Iglesia.
-Representación teatral. -Ferias vocacionales.
III. PROMOTORAS VOCACIONALES:
CULTIVAR
DISCERNIR
DESPERTAR
DESTINATARIOS
ADOLESCENTES 14-18 AÑOS
ADOLESCENTES 14-18 AÑOS
ADOLESCENTES 14-18 AÑOS
OBJETIVOS
Reconocer y celebrar el don de la vida que nos viene de Dios.
Tomar conciencia de su contexto histórico – Social.
Confrontar las experiencias vitales con el proyecto de Jesús.
ACTIVIDADES
-Talleres creativos para la historia personal (Salmo 139) -Festival de la vida. (Mc. 5,21-43). -Misiones a lugares vulnerables (Mc. 6,30-34) - Voluntariados. -Crear espacios de desierto (Os 2, 1420) - Convivencia juvenil -Testimonios de vida.
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IV. PROMOTORES VOCACIONALES:
DESPERTA R
DESTINATARIOS -GRUPOS JUVENILES
CULTIVAR
DISCERNIR
-CONFIRMACIÓN 16-17 AÑOS
PROMOCIÓN VOCACIONAL EN COLEGIOS Y UNIVERSIDADES
CATEQUISTAS Y PROFESORES
OBJETIVOS
Valorar la vida como un don de Dios.
Despertar la iniciativa por su quehacer en la vida, en las diferentes vocaciones de la Iglesia.
Promover su inserción a un grupo parroquial como docente o evangelizador para crecer y madurar en la fe
ACTIVIDADES
-Cine fórum. -Charlas formativas. -Jornadas deportivas. -Ferias vocacionales. -Testimonio de vida de los diferentes estados de vida. -Lecturas y videos de vidas de santos. -Participar en círculos vocacionales. -Visitas a Seminarios y Casas de formación. -Visitas a hospitales y puestos de misión. -Ferias vocacionales. -Hogares y asilos. -Curso de Lectio Divina. -Jornadas de integración. -Capacitación en cursos, talleres, congresos, etc., a nivel diocesano y nacional.
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V. PROMOTORES VOCACIONALES: DESTINATARIOS
JÓVENES DE
DESPERTAR
14 - 30 AÑOS
PROFESORES Y PÁRROCOS
DISCERNIR
JÓVENES DE 14-30 AÑOS QUE HAN DESPERTADO VOCACIONALMENTE
CULTIVAR
(Muestran interés)
JÓVENES VOCACIONADOS
OBJETIVOS
ACTIVIDADES
- Despertar la conciencia de SER LLAMADOS por Dios para una Misión en la Iglesia al servicio del pueblo de Dios.
-Jóvenes: Jornadas desde la Diócesis, Parroquias, Congregaciones y en los mismos colegios. -Integrar contenidos de promoción vocacional en los programas de Confirmación. -Presentar motivaciones para una pastoral vocacional articulada en la Diócesis, Decanatos, ODEC, etc.
- Despertar el deseo y compromiso por una Cultura Vocacional.
Ayudar a descubrir la vocación específica para responder al llamado de Dios en la construcción y compromiso por el Reino.
Ayudar al joven a clarificar y tomar una opción vocacional específica.
-Formación de círculos vocacionales. -Lectio Divina en grupos juveniles. -Invitar a participar en grupos juveniles y compromiso social. -Llevar a jóvenes donde es necesario practicar las obras de misericordia. -Ofrecer espacios de convivencia vocacional con los diferentes Seminarios y Congregaciones religiosas. 158
VI. PROMOTORES VOCACIONALES:
DESPERTAR
DESTINATARIOS
OBJETIVOS
-Ayudar a los jóvenes a descubrir el sentido de la vida desde el autoconocimiento. JÓVENES
-Lograr que los jóvenes despierten el sentido del servicio en la Iglesia.
ACTIVIDADES
-Jornadas recreativas y de reflexión. -Encuentros de Adoración al Santísimo. -Prácticas de obras de misericordia. -Actividades lúdicas.
-Descubrir la trascendencia.
DISCERNIR
DESPERTAR
VII. FORMADORAS CONGREGACIONES/COMUNIDADES: DESTINATARIOS
OBJETIVOS
ACTIVIDADES
HERMANAS DE LA CONGREGACIÓN
Despertar la conciencia de nuestro llamado para asumir la responsabilidad de nuestra respuesta.
-Plasmar la línea cronológica de la propia historia vocacional. -Meditar y reflexionar textos bíblicos vocacionales.
HERMANAS DE LA CONGREGACIÓN
Fortalecer el testimonio para contribuir en la construcción del Reino.
-Lectio Divina. -Adoración al Santísimo.
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CULTIVAR
HERMANAS DE LA CONGREGACIÓN
Conocer los diferentes carismas dentro de la Iglesia para valorar la unidad en la diversidad eclesial.
-Encuentros intercongregacionalesDiocesanos. -Expo-Carismas.
VIII. FORMADORES SEMINARIOS:
DESPERTAR
OBJETIVOS
MONAGUILLOS
Iniciarlos en el amor a Jesucristo a través de la Palabra de Dios
DISCERNIR
DESTINATARIOS
UNIVERSITARIOS
Descubrir el proyecto que Dios tiene para cada joven
ACTIVIDADES
-Hacer “Lectio Divina” -Acercamiento y contacto con sus padres. -Jornada de Monaguillos a nivel diocesano. -Motivar a los sacerdotes para acompañarlos -Acompañamiento espiritual. -Ofrecer retiros para universitarios.
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BIBLIOGRAFĂ?A http://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/docu ments/papa-francesco_esortazione-ap_20190325_christus-vivit.html http://www.vatican.va/content/john-paulii/es/messages/vocations/documents/hf_jp-ii_mes_06011979_worldday-for-vocations.html http://www.vatican.va/content/john-paulii/es/messages/vocations/documents/hf_jp-ii_mes_02021982_worldday-for-vocations.html http://www.vatican.va/content/john-paulii/es/messages/vocations/documents/hf_jp-ii_mes_11021984_worldday-for-vocations.html http://www.vatican.va/content/john-paulii/es/messages/vocations/documents/hf_jp-ii_mes_04041985_worldday-for-vocations.html http://www.vatican.va/content/paulvi/es/messages/vocations/documents/hf_p-vi_mes_19780410_xvword-day-for-vocations.html http://sanagustin.org/word/wp-content/uploads/2017/02/subsidiomayo-vocacional-alta.pdf http://arquimendoza.org.ar/mailing/BOLSON-Vocacional-2015-123.pdf http://es.catholic.net/op/articulos/48842/cat/741/hora-santavocacional-ii.html#modal http://www.centrovocacional.org/horas-santas/#02 161
http://www.vatican.va/content/francesco/en/messages/vocations/docu ments/papa-francesco_20200308_57-messaggio-giornata-mondialevocazioni.html http://www.vatican.va/content/john-paul ii/es/homilies/1981/documents/hf_jp-ii_hom_19810510_visitapastorale.html Misal Romano. 3era. Ediciรณn, ed. BAC, 2017. Proyecto de vida personal. Instituto de Pastoral Vocacional. Sacerdotes operarios diocesanos.
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ÍNDICE 1. Presentación…………………………………………………
3
2. Introducción…………………………………………………
7
3. Mensaje del Santo Padre Francisco para la 57° Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones…………………….
9
4. Oración vocacional…………………………………………..
17
5. Cristo Vive. El llamado del Amigo…………………...……..
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6. Testimonios vocacionales…………………………………...
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Oración del llamado…………………………………………
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Pbro. Efrén Ary Alcántara Rojas…………………………….
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Hna. Rita María Regaña……………………………………..
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Sor Miriam Félix López……………………………………..
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Hno. Francisco Martín Castelo García O.J………………….
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Hna. Raquel Sarahí Núñez Gómez…………………………..
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Pbro. Braulio Alarcón Contreras…………………………….
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7. Oraciones vocacionales……………………………………...
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8. Rosario vocacional……………………..……………………
73
9. Encuentro vocacional para jóvenes………………………….
87
10. Proyecto de vida personal..………………………………….
97
11. Hora santa vocacional……………………………………….
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12. Misa vocacional………………………………………........... 139 13. Propuestas de itinerario de la pastoral vocacional (2019)…...
153
Bibliografía……...…………………………………………... 161 Índice……….……………………………………….……….
163 163