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Germinación y selección

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Agenda cannábica

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José T. Gállego

GERMINACIÓN Y SELECCIÓN DE PLANTAS

CÓMO ESCOGER LA MEJOR DE CADA VEINTE

Con la llegada de la primavera, los cultivadores se impacientan por germinar las primeras plantas. La mayoría escoge sus genéticas en los catálogos de los bancos de semillas, pero algunos prefieren sembrar sus propios cruces, de los que disponen gran cantidad de semillas, y aplicar la selección artificial de plantas para quedarse con las más prometedoras.

GERMINACIÓN

La germinación es el proceso por el que una semilla se transforma en una nueva planta. En el cannabis silvestre sucede naturalmente en primavera, cuando el calor y las lluvias primaverales activan

las semillas que cayeron al suelo en otoño. Los cultivadores de exterior suelen germinar las semillas entre marzo y junio. Por lo general, los cultivadores que plantan en el suelo y quieren que las matas se hagan muy grandes germinan en marzo y abril, mientras que quienes cultivan en macetas y/o quieren plantas de tamaño más contenido suelen hacerlo en mayo o junio. Para germinar, las semillas sólo necesitan agua y calor. La luz y los abonos no son necesarios hasta después de la germinación, cuando las plantas salen a la superficie y empiezan a crecer. La forma más sencilla de germinar las semillas es sembrándolas directamente en el sustrato a poca profundidad, aproximadamente 0,5 centímetros. Basta con hacer un pequeño hoyo en la tierra e introducir en él la semilla y cubrirlo delicadamente con tierra, sin apelmazarla. A continuación, hay que regar con mucho cuidado para que el chorro de agua no desentierre la semilla, y sólo queda esperar a que nazca la plántula, lo que ocurre entre tres y siete días después si hace calor y las semillas son frescas. En tiempo fresco o con semillas viejas, la germinación puede tardar hasta dos semanas. Las semillas comerciales de cannabis son muy caras, es habitual pagar varios euros por cada semilla, una auténtica barbaridad si tenemos en cuenta que una sola planta puede producir miles de semillas. No existe ninguna otra especie cultivada cuyas semillas se paguen a un precio similar. Comprándolas a ese precio y

por unidades es comprensible que los cultivadores quieran aprovecharlas todas y asegurarse de que realmente germinan antes de sembrarlas. Para ello, se desarrolló una segunda técnica de germinación que consiste en colocar las semillas entre servilletas de papel húmedas dentro de un tupper de cocina. El papel debe estar húmedo, pero no chorreando, y las semillas se deben revisar cada día para trasplantarlas al sustrato en cuanto se abran.

SELECCIÓN DE PLANTAS

Los tomates silvestres no se parecen en nada a los que nos comemos cada día. A lo largo de los siglos, los agricultores han ido seleccionando semillas de los mejores frutos para sembrar al año siguiente, y así desde mucho antes de saber nada sobre la herencia genética, han ido creando y modificando las características de las plantas hasta lograr frutos más grandes, más dulces y, en definitiva, mejores. El mismo proceso se ha producido en el resto de las plantas cultivadas, desde los cereales a las frutas, las hortalizas o el cannabis. Ésta es la labor que hacen actualmente los criadores de variedades, seleccionan plantas con características determinadas y las van cruzando para reforzar los rasgos que les interesan y eliminar los que no. Por ejemplo, si buscan una variedad que

huela a piña, seleccionan de entre todas las plantas aquellas que huelen a piña y las cruzan entre ellas. Luego siembran las semillas que recogen y repiten el proceso. En cada generación habrá más plantas que huelan a piña y el olor será más intenso hasta que todas nazcan con esa característica. Este proceso se puede llevar a cabo con cualquier rasgo (olor, altura, producción, época de cosecha, cantidad de THC...) y permite ir moldeando las variedades según la voluntad del criador. Los cultivadores de cannabis actuales se han acostumbrado a los bancos de semillas que les venden un producto de alta calidad garantizada, pero a un alto precio, lo que les lleva a querer aprovechar y cosechar cada planta, por lo que la selección que ejercen es mínima. Al fin y al cabo, casi nadie está dispuesto

a pagar cien semillas para cosechar sólo diez plantas. De todos modos, hay ocasiones en las que se ponen a germinar semillas de sobra por si acaso alguna no nace, y si al final germinan todas, el cultivador tiene que eliminar algunas y debe saber en qué rasgos fijarse para quedarse con las mejores. No necesariamente hay que cultivar a partir de semillas de bancos para cosechar la mejor marihuana. Hacer unas semillas nosotros mismos es fácil, podemos obtener cientos de ellas simplemente polinizando un cogollo de cada planta con un pincel y quedando el resto de los cogollos de las plantas libres de semillas. La clave está en sembrar cada año algunas semillas regulares de un buena variedad, para obtener un

Lo mejor es esperar a la floración para seleccionar, pero se necesita demasiado espacio.

Desde el momento en que sale a la superficie, la plántula empieza a realizar la fotosíntesis. En un metro cuadrado, donde cabría una sola planta adulta, caben quince pequeñas.

macho con el que polinizar las hembras. Una de las mejores formas de obtener nuevas y fantásticas plantas de cannabis es hacer nuestros propios cruces y luego aplicar intensamente una selección artificial de rasgos generales. Básicamente consiste en sembrar un montón de semillas y escoger las mejores plantas, fijándonos en aquellos rasgos generalmente asociados a la calidad, la producción y la potencia. Por ejemplo el grosor del tallo, ya que normalmente las plantas de tallos gruesos son más productivas que las de tallos delgados.

Cuanto mayor sea el número de plantas con las que empecemos, mejores serán los resultados de la selección. Por simple probabilidad, la mejor de mil plantas es, casi con toda seguridad, superior a la mejor de diez. Por ejemplo, si nos fijamos en la planta con el tallo más grueso, ¿creéis que estaría entre el grupo de diez semillas, o entre el grupo de mil? Las matemáticas dicen que hay cien veces más probabilidades de que aparezca en el grupo de mil. El problema es que muy pocos

cultivadores de cannabis pueden cultivar un millar de plantas. Casi siempre el espacio y el numero de plantas adultas es limitado. En el caso del cannabis, por su situación legal, en el mejor de los casos no suele ser de más de unas decenas. Sin embargo, las plantas, cuando son pequeñas, ocupan mucho menos y aún no tienen THC, por lo que no son un problema legal. Una buena opción es germinar muchas semillas e ir eliminando las plántulas que menos nos gusten, hasta quedarnos con las mejores, que serán las que lleguen a adultas, florezcan y maduren.

La aparición de la radícula marca el momento en que se deben sembrar las semillas germinadas en el sustrato. Aunque ambas plantas están sanas, la de la derecha presenta más vigor, mejor estructura, mayor ramificación e internudos más cortos.

La distancia entre nudos corta es esencial para que la planta sea productiva.

VEINTE A UNO EN LA GERMINACIÓN

En una terraza en la que caben diez plantas podríamos germinar miles de semillas en bandejas de germinación. No es necesario llegar a números tan grandes sólo para cosechar buenas plantas, el trabajo de selección sería enorme y los trasplantes inacabables. Sí se puede empezar con un número más contenido, digamos veinte semillas por cada planta que queramos acabar cosechando. A lo largo de tres fases de selección iremos eliminando plántulas, hasta quedarnos con el número final deseado. En cada una de las etapas de selección, primero se desechan las plantas claramente inferiores, las mutantes, enfermas o con carencias. Es verdad que a veces alguna de estas puede dar algo interesante, pero no somos criadores en busca de genéticas extrañas, sino cultivadores con un claro objetivo, seleccionar las mejores plantas para cosechar. Entre las plantas restantes se escogen las que mejor combinen los distintos factores que nos interesan. Para empezar, en la citada terraza sembraríamos doscientas semillas para quedarnos con las diez superiores. Se pueden usar macetas pequeñas de menos de medio litro, vasitos de yogur o bandejas de alvéolos. Mi consejo es usar recipientes no demasiado pequeños, para que las plántulas puedan estar al menos una semana o dos en ellos.

CINCO A UNO EN LA PRIMERA SELECCIÓN

La primera selección, la que se lleva a cabo entre las plantitas recién germinadas, es la que debe ser más radical, puesto que el siguiente paso ya implica trasplantar a una maceta mayor, con el consiguiente gasto de tierra y de tiempo. Mi propuesta sería escoger una de cada cuatro, hasta quedarnos con cincuenta

y trasplantarlas a macetas de uno o dos litros de capacidad, donde podrán permanecer dos o tres semanas. Escoger las mejores entre plantas tan pequeñas no es fácil, puesto que no hay mucho en lo que fijarse. Los rasgos visibles más útiles para seleccionar son el vigor general de la planta, el grosor del tallo y el número y tamaño de las hojas. Lógicamente escogeremos las plantas más vigorosas, con tallos más gruesos y hojas más grandes y numerosas. El vigor general de la planta indica su estado de salud y su fuerza, es probablemente el rasgo más importante en plántulas recién germinadas. El grosor del tallo suele estar relacionado con producciones más elevadas, puesto que un tronco resistente puede aguantar un cogollo más pesado. El número y el tamaño de las hojas es un indicador de la capacidad y velocidad de crecimiento de la planta, ya que todas han germinado a la vez.

LA FORMA MÁS SENCILLA DE GERMINAR LAS SEMILLAS ES SEMBRÁNDOLAS DIRECTAMENTE EN EL SUSTRATO A POCA PROFUNDIDAD

DOS A UNO EN LA SEGUNDA SELECCIÓN

En las nuevas macetas, las plántulas crecerán hasta convertirse en plantas de 30/40 centímetros de altura, momento en el que habrá que seleccionar de nuevo antes de trasplantarlas al siguiente tamaño de maceta. De las cincuenta plantas habría que seleccionar las veinte mejores. Ahora sí que empiezan a tenerse en cuenta otros rasgos de las plantas, como la distancia internodal, ya que cuanto más juntos crezcan los distintos pisos o niveles de la planta, más densos serán los cogollos y mayor su productividad. El aroma, si está ya presente, es un gran indicador de la cantidad de resina y la potencia, en general las plantas que más huelen suelen ser mejores, aunque hay excepciones. La mejor forma de evaluar el aroma en una planta joven es frotar el tallo entre los dedos. La altura es un buen indicador de la velocidad de crecimiento, por lo que también es un buen rasgo siempre que se combine con internudos cortos. Las plantas con un buen sistema de raíces se alimentan mejor, por eso conviene dar la vuelta a cada planta y sacar el pan de tierra de la maceta para observar el color y la densidad de las raíces. Las raíces gruesas, blancas y muy abundantes son las mejores. Las veinte plantas que mejor combinen altura, internudos cortos, buen aroma y raíces abundantes pasan el filtro y se trasplantan a macetas de seis a diez litros de capacidad, donde se pueden desarrollar al menos durante un mes más y alcanzar el metro de altura.

LA ÚLTIMA DECISIÓN

Llega el momento definitivo, la mitad de las veinte plantas deben descartarse. En este momento, no es nada fácil hacer la selección, pues todas tienen buena pinta, al fin y al cabo son el diez por ciento mejor de las doscientas plántulas originales. Ahora hay que ponderar todos los rasgos que hemos ido viendo junto al aspecto y vigor general de la planta y nuestra intuición de cultivadores/consumidores. Algunos rasgos extra que se pueden mirar es la ramificación, ya que cuantas más ramas y brotes tengan, mayor

debería ser la producción, y la aparición de las preflores, que son las primeras flores que nacen y nos pueden dar una idea más clara del aroma, el tamaño de los cálices y la cantidad de resina.

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