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Biotecnología
Un salmón transgénico AquAdvantage® (detrás) junto a uno de sus hermanos no transgénicos de aproximadamente la misma edad. El salmón AquAdvantage crece el doble de rápido que sus hermanos no transgénicos y llega en la mitad de tiempo al tamaño óptimo para ser comercializado. / Foto: Paul Darrow, para New York Times
LOS SALMONES TRANSGÉNICOS LLEGARÁN POR FIN A LA MESA… EN EEUU
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Se trata del salmón AquAdvantage, producido por la compañía AquaBounty, que tiene la patente.
Fuente: Lluís Montoliu, en The Conversation (versión de artículo publicado en blog Genética), 12/07/2020
En unos meses se venderán en EE. UU. los primeros salmones transgénicos para consumo, producidos en piscifactorías de la empresa AquaBounty en Indiana. Una noticia que pasará inadvertida, soterrada por toda la infodemia relacionada con la COVID-19. Sin embargo, es un anuncio que la comunidad biotecnológica lleva esperando 31 años.
Imagine que tiene una idea para aumentar el ritmo de crecimiento de los salmones en las piscifactorías. Estas producen anualmente 2,5 millones de toneladas de salmón y los principales productores son Noruega, Chile, Reino Unido y Canadá. En general, las piscifactorías son responsables de producir más del 50 % de todo el pescado que consumimos.
Imagine que se le ocurre esa idea genial para, mediante una sencilla modi cación genética, duplicar la tasa de crecimiento del salmón y conseguir que llegue al tamaño de comercialización en la mitad de tiempo (18 meses frente 36), consumiendo menos recursos. Imagine que hace todas las pruebas imaginables, durante más de 20 años, para demostrar que la única diferencia existente entre el salmón transgénico y el no transgénico es precisamente eso: su ritmo de crecimiento. No existen diferencias organolépticas (sabor, textura) ni variaciones en la composición de la carne, ni existe ningún problema a la hora de consumirlo.
Imagine que también realiza todas las pruebas en cuanto a bioseguridad. Que con rma que la producción es sostenible y segura para el medio ambiente, y garantiza más allá de lo razonable que es prácticamente imposible cualquier escape. Esto se logra mediante la introducción de múltiples barreras
geográ cas (piscifactorías en tierra, alejadas del mar y de cualquier río o lago), físicas (medidas redundantes de seguridad y múltiples barreras para acceder a las instalaciones), reproductivas (solo produces hembras, no produces machos) y genéticas (los animales son estériles).
Incluso en el supuesto de que hubiera algún escape, los estudios realizados y la propia FDA indican que no habría un impacto signi cativo en el medio ambiente. Imagine que nalmente consigue la autorización o cial para producir y vender estos salmones transgénicos. Ahora imagine que todo esto empezó en 1989 y que la empresa ha tenido que esperar 31 años para poder llevar su producto biotecnológico a la mesa del consumidor en Estados Unidos de América. ¿Qué empresa es capaz de esperar 30 años sin poder colocar su producto en el mercado? ¿Cuántas rondas de inversores tendrá que haber organizado para mantener viva la con anza y contener la impaciencia de los sucesivos consejos de administración? Esto ha sido lo que ha tenido que afrontar AquAbounty.
EUROPA TENDRÁ QUE ESPERAR
En Europa, con regulaciones y decisiones habitualmente contrarias a los avances biotecnologicos, todavía estamos mucho más lejos de lograrlo. Tendremos que contentarnos con leer estas noticias en los periódicos y esperar a poder realizar algún viaje a EEUU para degustar el primer animal transgénico autorizado por la FDA, apto y seguro para el consumo. Muy posiblemente el alimento más seguro y el que ha sido más analizado y supervisado de todos los que llegan a nuestras mesas.
Esto parece que va a ocurrir en EEUU este próximo otoño.
Esta es la historia de una idea que tardó 31 años en convertirse en realidad. La historia de los salmones transgénicos (que tienen ahora el nombre comercial de AquAdvantage) se remonta a 1989. Fue entonces cuando nacieron los primeros ejemplares mediante una construcción génica muy ingeniosa, all sh (todo pez). Esto quiere decir que todos sus elementos genéticos provenían de peces similares, sin la inclusión de segmentos de otros animales no relacionados.
La publicación de estos resultados no tendría lugar hasta 1992, hace 28 años. Los investigadores reportaron aumentos muy signi cativos en las tasas de crecimiento, entre 2 y 13 veces más de lo normal. La autorización para su producción para consumo no llegó hasta noviembre de 2015.
Esquema del transgén «todo pez» opAFP-GHc2 que portan los salmones transgénicos AquAdvantage® producidos por la empresa AquaBounty. / Esquema realizado por Lluís Montoliu
CÓMO SE HACE UN SALMÓN TRANSGÉNICO
El transgén que se microinyectó en embriones de salmón atlántico (Salmo salar) en 1989 se denominó opAFP-GHc2 y estaba formado por tres fragmentos de ADN, todos derivados de otros peces.
En primer lugar, se obtuvo el promotor del gen que codi ca la proteína anticongelante (AFP) de un pez bentónico del océano Atlántico llamado Macrozoarces americanus. Este promotor dirigía la expresión de un cDNA (copia completa del ARN de un gen convertida a ADN gracias a la transcriptasa inversa) del gen que codi ca la horma del crecimiento del salmón del Pací co (Oncorhynchus tshawytscha). Finalmente, esta contrucción génica incluía un terminador transcripcional igualmente derivado del Macrozoarces americanus.
El gen de la proteína anticongelante AFP se activa con el frío y permite a estos peces sobrevivir en aguas gélidas, por debajo de la temperatura de congelación. Actúa como un anticongelante natural para estos animales. Aquí se aprovechan solo los elementos reguladores del gen AFP para que activen la expresión del gen de la hormona de crecimiento del salmón del pací co cuando hace frío.
La idea es aprovechar este truco genético para mantener un aporte constante de hormona del crecimiento durante todo el año. En general, el salmón atlántico solamente crece en los meses cálidos de primavera y verano, cuando activa su propio gen de la hormona del crecimiento. Pero en otoño e invierno este gen se desactiva y el animal deja de crecer. Con este transgén, se activa la producción de esta segunda fuente de hormona del crecimiento durante los meses fríos.
Así se consigue que, durante todo el año, exista su ciente hormona del crecimiento para permitir un aumento de tamaño sostenido. Esto reduce el tiempo necesario para alcanzar el tamaño comercial de 36 a 18 meses, la mitad del tiempo, con menos costes de alimentación (un 25 % de lo que costaría alimentar a los salmones no transgénicos).
Cardumen de salmón rojo silvestre subiendo por el río Adams en el Parque Provincial Roderick Haig-Brown, British Columbia, Canadá. / Justin Brown-Flickr
ACUSACIONES DE FRANKENFISH
Naturalmente, estos salmones han tenido que hacer frente a campañas difamatorias terribles que tildaban a estos animales de “franken sh”. La FDA recibió más de 1,8 millones de cartas oponiéndose a su aprobación, que nalmente ocurrió en noviembre de 2015.
Los políticos fueron in uidos, por ejemplo, por los productores de salmón en piscifactorías tradicionales de Alaska. Estos vieron amenazado su modelo de negocio por una empresa que sería capaz de poner en el mercado salmones en la mitad de tiempo y con un ahorro considerable de los costes de producción. También se han vertido muchas mentiras con la intención de in uir negativamente en la opinión de la sociedad americana, frente a iniciativas que desmienten tales temores y riesgos con evidencias cientí cas y datos que corroboran la seguridad, para los consumidores y para el medio ambiente, de la producción de estos salmones transgénicos. La FDA puso n a estos debates en noviembre de 2015, concluyendo que estos salmones transgénicos son totalmente seguros para ser consumidos.
Tras aprobarlo la FDA, Canadá también aprobó la comercialización de estos salmones y,ya en 2017, se anunció que la AquaBounty había vendido las primeras 4,5 toneladas de salmón en el país.
Estos primeros salmones provenían de la piscifactoría que la compañía situó en Panamá, que fue autorizada por la FDA tras producirse los huevos estériles (triploides) en una instalación de la compañía en la Isla del Príncipe Eduardo, en Canadá.
Para la producción en EE. UU. todavía tendrían que esperar los consumidores a que se habilitara y autorizara una nueva piscifactoría en Indiana. Esta fue aprobada por la FDA en 2018. Es desde esta piscifactoría desde donde provendrán los primeros salmones transgénicos que ahora podrán venderse en los supermercados de EEUU.
El salmón es un plato muy apreciado por la cocina gourmet mundial. / Trudy-Flickr
UN ALIMENTO MUY RENTABLE
El salmón es uno de los animales que ofrece el mejor factor de conversión de comida. Por cada kilogramo de alimento invertido en ellos se obtiene un kilogramo de salmón. En comparación, son necesarios dos kilogramos de comida por cada kilogramo de pollo, y nada menos que diez kilos de comida por cada kilo de carne de vaca, una de las especies animales con peor factor de conversión.
La piscicultura del salmón también es respetuosa con el agua dulce utilizada. Se necesitan 900 litros de agua por kilo de salmón, pero son necesarios 3 500 litros para un kilo de arroz, o hasta 15 000 litros de agua por kilo de carne de vaca.
Finalmente, la huella de dióxido de carbono que deja el cultivo de salmón es diez veces inferior que el derivado de la producción de carne de vaca (2,9 kg de CO2 por kg de salmón producido frente a 30 kg de CO2 por kg de carne de vaca).
La necesidad de producir comida para una población mundial creciente se duplicará para 2050, cuando se
PERFIL DE LLUÍS MONTOLIU
(AUTOR DEL ARTÍCULO)
Soy biólogo e investigador del CSIC en el Centro Nacional de Biotecnología. Me interesa la genética y los aspectos éticos de la investigación cientí ca. Empecé en plantas para saltar luego a ratones y a humanos, donde sigo actualmente. Utilizo modelos animales para entender cómo se establecen las enfermedades raras y qué podemos hacer para curarlas. La edición genética con las herramientas CRISPR nos ha cambiado la vida. Todo lo que podemos hacer, ¿lo deberíamos hacer? Probablemente no. Existen límites éticos en toda investigación. En mi blog GENÉTICA combino todos estos temas junto a mi pasión divulgadora. Un poco de "gen" y un poco de "ética". Bienvenidos a mi blog sobre "Gen-ética". espera llegaremos a 9 000 millones de seres humanos sobre el planeta, según la FAO. La agricultura, la ganadería y la piscicultura tradicionales serán incapaces de producir toda la comida necesaria. Por eso es necesario contar con la biotecnología, tanto animal como vegetal.
Hubiera estado bien que los bene cios derivados de la explotación del salmón transgénico para la sociedad, los consumidores y la empresa productora no hubieran tenido que hacerse esperar tantos años. Esperemos que el siguiente producto transgénico (o editado) destinado al consumo no tenga que esperar tanto para llegar a las mesas norteamericanas.
Mientras tanto, en Europa seguiremos contentándonos leyendo las noticias que nos llegan desde el otro lado del Atlántico y viendo pasar, una vez más, los trenes de la innovación y del progreso.
Trenes que van a toda velocidad y que, de momento, siguen sin tener parada en Europa.
Foto: Diario El Mundo, España
Barco bananero de la United Fruit Company, 1903. / Foto coloreada por Frank Hellsten (foto original tomada por Oslo Anders B. Wilse)
ASÍ NACIERON LAS “REPÚBLICAS BANANERAS”
La estadounidense United Fruit fue la empresa que inventó las “repúblicas bananeras” de Iberoamérica. Impuso sus intereses en la política interna de casi una decena de países.
Fuente: Carlos Hernández-Echevarría, en la revista Historia y Vida, No. 163, España, 14/01/2021
Escribió Pablo Neruda que, cuando Dios creó el mundo y lo repartió entre las grandes multinacionales estadounidenses, “la Compañía Frutera se reservó lo más jugoso, la costa central de mi tierra, la dulce cintura de América”. Y es cierto que durante un siglo la United Fruit estadounidense trató a muchos países latinoamericanos como si el mismo Dios se los hubiera entregado para hacer con ellos lo que quisiera. Para cultivar su oro amarillo, la banana, la empresa no dudó en amenazar, maltratar y matar. Y si un gobierno se rebelaba ante esto, se cambiaba al gobierno. Ahora que es la fruta más popular del mundo y se consumen 100.000 millones de unidades cada año, es difícil recordar que hace no tanto era un manjar exótico y desconocido en la mayor parte del planeta, un producto que en Estados Unidos solo estaba al alcance de los más ricos. Es posible que hubiera seguido siendo así si no fuera por la visión de negocio de un joven neoyorquino llamado Minor Cooper Keith.
LA FORJA DE UN IMPERIO
En 1873, Keith estaba construyendo una línea de ferrocarril en Costa Rica y empezó a cultivar bananas junto a la vía del tren para alimentar a sus trabajadores. No tardó en darse cuenta de que aquellas frutas tropicales que a él le salían tan baratas multiplicaban su valor al llegar a los muelles de Nueva York o Nueva Orleans. Diez años después, ya había negociado con el gobierno costarricense la cesión de 325.000 hectáreas de tierras vírgenes y una exención de impuestos de 20 años. También se había casado con la sobrina del presidente del país. En 1899, Minor Keith fundó junto con otros empresarios la United Fruit.
Minor Cooper Keith, fundador de United Fruit, entre 1915 y 1920. / Library of Congress
La empresa, que será conocida en Latinoamérica como “el pulpo” por sus numerosos y hábiles tentáculos, arrancó con presencia en Costa Rica, Jamaica y Panamá, pero pronto llegó también a Honduras y Guatemala, y más tarde a Colombia, Ecuador, Cuba y la República Dominicana. La United Fruit se hizo con miles y miles de hectáreas de plantaciones, en ocasiones, gratuitamente. A principios de los años treinta controlaba el 90% del mercado mundial de bananas. Dado que su producto estrella era perecedero, desde su fundación tenía a su servicio 50 barcos, la conocida como “gran ota blanca”, para transportarlo. En las siguientes décadas siguió haciéndose con nuevos buques.
UN HUÉSPED INCÓMODO
Desde el principio, una parte básica del negocio fue mantener a raya a los gobiernos de los países latinoamericanos donde crecían las bananas. Ya en 1911, Sam Zemurray, un treintañero recién llegado a Honduras y que acabará siendo presidente de la United Fruit, organizó una expedición de mercenarios para derrocar al presidente Miguel Dávila después de que este se negara a concederle ciertas ventajas. Cuando la United Fruit no lograba sobornar a los que mandaban o forzar un golpe de Estado que los sacara del poder, sabía que casi siempre podía contar con el apoyo del gobierno estadounidense.
Trabajador de la United Fruit Company, 1913. / Dominio público
En 1928, por ejemplo, sus 25.000 trabajadores colombianos se declararon en huelga pidiendo algunas mejoras básicas. Un mes después, Washington amenazó al gobierno de Bogotá con una invasión militar. Fue entonces cuando las autoridades colombianas ordenaron al Ejército disparar contra una concentración de huelguistas en la llamada “masacre de las bananeras”.
CHIQUITA BANANA
LA CARA AMABLE DE LA UNITED FRUIT EN EL NORTE
Aunque en Latinoamérica la United Fruit no tardó en ganarse una reputación siniestra, para el consumidor estadounidense la empresa presentaba una fachada muy diferente. Desde los años veinte, la compañía gasta una fortuna en publicidad y promete que sus bananas curan la celiaquía, la obesidad, son ideales para los bebés... La multinacional tiene incluso un “departamento de Educación” que prepara charlas en los colegios sobre las bondades de la banana y reparte pan etos a los niños.
En los últimos compases de la Segunda Guerra Mundial hasta crea su propio dibujo animado, la “Señorita Chiquita Banana”, a imagen y semejanza de la famosa cantante Carmen Miranda. En unas décadas, con el nombre de United Fruit ya muy manchado por los abusos de la compañía, esta se rebautizará como Chiquita.
Portada del ‘Libro de recetas de Chiquita Banana’ de 1950. / United Fruit - Flickr
DOMINAR EL RELATO
El gran esfuerzo de relaciones públicas de United Fruit en el mercado doméstico tiene facetas bastante oscuras. En los años cuarenta, la multinacional contrató a Edward Bernays, el conocido como “padre de las relaciones públicas”.
Bernays era un sobrino de Sigmund Freud que emigró de niño de Viena a Estados Unidos y utilizó las enseñanzas de su tío sobre la mente humana para perfeccionar las técnicas publicitarias. En su etapa en la United Fruit, el producto que promocionó con mayor éxito fue un golpe de Estado en Centroamérica.
En 1951, Jacobo Árbenz había sido elegido democráticamente como presidente de Guatemala. El manda-
Jacobo Árbenz con su esposa, en 1955. / Dominio público tario proyecta una reforma agraria. Su gobierno aprobó la expropiación de buena parte de las tierras que la multinacional tenía sin cultivar y se comprometió a indemnizarla según el valor que la empresa había dado a las ncas en sus declaraciones de impuestos. La United Fruit reclamaba mucho más, y contó con el apoyo del gobierno de Estados Unidos.
Bernays ideó una campaña para tildar a Árbenz de comunista y decir que su reforma agraria “la habían redactado en Moscú”. La United Fruit pagaba viajes a Guatemala a periodistas de grandes medios y les “organizaba” testimonios falsos de bombas, algaradas comunistas y asesores soviéticos. También distribuía por los centros del poder en Washington informes anónimos sobre “el peligro comunista en Guatemala”.
El golpe llegará en 1954. En una operación denominada PBSUCCESS, la recién nacida CIA nancia el entrenamiento en Nicaragua de un pequeño ejército golpista al mando del coronel Carlos Castillo Armas. Cuando el golpe triunfa y Árbenz sale hacia el exilio, el nuevo presidente Castillo anula todas las reformas que han perjudicado a la United Fruit. En Guatemala, la United Fruit probablemente hizo valer sus relaciones con la administración republicana del presidente Eisenhower. La CIA organizó el golpe mientras su director era Allen Dulles, y el ministro de Exteriores estadounidense que condenó la expropiación a la empresa era su hermano, John Foster Dulles. Ambos habían trabajado como asesores para la multinacional bananera.
UNA INFLUENCIA EN DECLIVE
Irónicamente, aquel gran éxito de United Fruit marcó el inicio de su declive. Apenas unos días después del golpe, el Departamento de Justicia estadounidense acusó formalmente a la compañía de violar las leyes antimonopolio.
Es el primer paso de un largo camino judicial que llevará a la empresa a trocearse y a abandonar algunas de sus plantaciones en América Latina, centrándose más en el negocio de la distribución. Sin embargo, no renunció a algunos antiguos vicios.
Fidel Castro durante su visita a Estados Unidos en 1959. / Dominio público En enero de 1959, Fidel Castro entra victorioso en La Habana. Un pequeño grupo de revolucionarios ha acabado con la dictadura de Batista, buen amigo del gobierno de Estados Unidos que había visitado varias veces las 8.000 hectáreas que la United Fruit tenía en Cuba.
El nuevo líder también conocía bien la empresa. Ángel Castro, el inmigrante gallego padre de Fidel, había trabajado para la United Fruit y le debía en buena parte su fortuna.
El gobierno comunista decidió nacionalizar todas las propiedades de la United. Dos años después, la compañía ponía al servicio de la CIA dos buques de su “gran ota blanca” para el intento de invasión de Cuba en el desembarco de la bahía de Cochinos. El acuerdo lo habían gestionado en secreto el scal general Robert Kennedy, hermano del presidente, y algunos directivos de la compañía.
United Fruit tenía problemas con los tribunales, con las huelgas y con las enfermedades que afectaban a sus bananas, y, para colmo, ya ni siquiera era capaz de organizar un golpe de Estado exitoso. La compañía empieza a perder dinero y estrena la década de los setenta con un nuevo nombre (United Brands) y perdiendo la primera posición en venta de bananas en Estados Unidos. La enorme crisis que vive queda trágicamente expuesta a la luz pública el 3 de febrero de 1975.
A las 8 de la mañana, el presidente de United Brands, Eli Black, revienta con su maletín la ventana de su
despacho en el mítico edi cio PanAm de Nueva York y se arroja al vacío desde el piso 44. Como suele pasar con United Fruit, había un secreto directamente relacionado con forzar la mano a un gobierno latinoamericano.
Solo dos meses después de la muerte de Black, las autoridades acusaron a United Brands de haber pagado un soborno millonario al presidente hondureño Oswaldo López Arellano para frenar una subida de impuestos a la compañía. El escándalo provocó un nuevo golpe militar en Honduras y United Brands acabó declarándose culpable de haber pagado a un ministro.
VIEJOS PECADOS
La United Fruit sigue viva, aunque desde nales de los ochenta se llama o cialmente Chiquita Brands, tomando el nombre del famoso dibujo animado que dio a conocer sus bananas. Desde que salió de una quiebra hace veinte años, la multinacional se ha esforzado en dar una imagen diferente. Sin embargo, siempre queda algún rastro del pasado.
Plantación de Chiquita Brands en Costa Rica. / Dominio público En 2007, Chiquita se declaró culpable de haber nanciado a un grupo paramilitar colombiano de extrema derecha, las Autodefensas Unidas de Colombia. La compañía reconoció haber dado a este grupo al menos 1,7 millones entre 1996 y 2004 para obtener “protección” para sus plantaciones y empleados.
Durante años, este tipo de trampas y abusos fueron el día a día de la United Fruit: violencia, sobornos, explotación, intervencionismo... Sus excesos convirtieron a la empresa en la personi cación del imperialismo para millones de latinoamericanos. La pegatina azul de Chiquita era sinónimo de dominación en un puñado de países a los que les tocó ser “repúblicas bananeras”. Todavía hoy se arrastra su doloroso legado.