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ENCUENTRAN LA PLANTA MÁS GRANDE DEL MUNDO
Según la revista 'Proceedings of the Royal Society B', posee una extensión de 180 kilómetros y se ubica en Bahía Shark, en la costa oeste de Australia.
Fuente: Web de diario As, España, 02/06/2021
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La planta más grande de la Tierra se encuentra en Australia, concretamente en la Bahía de los Tiburones, al oeste del país. Así lo recoge un estudio realizado por un grupo de científicos de universidades de Western Australia (UWA) y Flinders, y que ha sido publicado en la revista 'Proceedings of the Royal Society B'.
Se trata de la pradera marina conocida como 'Posidonia australis'. Según afirman los investigadores, su extensión aproximada es de unos 200 kilometros cuadrados, es decir, posee un tamaño tres veces superior al de la isla de Manhattan (Nueva York). A través de pruebas genéticas, los científicos determinaron que es una única planta y se ha propagado a partir de una única semilla.
Precisamente este es el factor que hace de esta planta marina la más grande del mundo, tal y como explicó Jane Edgeloe, autora principal del estudio. "Es una sola planta se ha expandido a lo largo de 180 kilometros en la Bahía de los Tiburones (Shark Bay), lo que la convierte en la mayor planta conocida en la Tierra". Por su parte la bióloga y coautora del estudio, Elizabeth Sinclair, mencionó cuáles eran los objetivos de la investigación.
Después de tomar muestras de los brotes de pastos marinos de los entornos variables de la Bahía, los objetivos eran, en primer lugar, comprobar la diversidad genética de los pastos marinos, y posteriormente, una vez realizado el análisis de las muestras, comprender qué tipo de plantas debían recolectarse para llevar a cabo la restauración de los pastos marinos. "La respuesta nos dejó boquiabiertos: solo había una", dijo la investigadora Jane Edgeloe.
Por su parte el doctor Martin Breed, de la facultad de Ciencias de la Universidad de Flinders, detalló que puede tratarse de una planta estéril. "Cómo sobrevivió y prosperó durante tanto tiempo es realmente desconcertante. Las plantas que no tienen sexo tienden a tener también una diversidad genética reducida".
Tamaño reducido en 18 kilómetros en un sólo año Esta planta, que se encuentra en las aguas poco profundas de Australia Occidental, ha tardado 4.500 años en alcanzar su tamaño actual, según los investigadores. A pesar de su longitud, se trata de una pradera marina vulnerable. El pasado año su tamaño se redujo unos 18 kilómetros como consecuencia de los cinclones y del incremento de la temperatura del Océano a causa del cambio climático.
Por último, los autores destacaron este aspecto de la evolución de la especie. "Los clones individuales de pastos marinos pueden persistir casi indefinidamente, ya que dependen de la expansión vegetativa del rizoma horizontal".
Foto: Vecteezy
Una Barbacoa De Mamut De Un Mill N De A Os
Las primeras huellas de la presencia humana en Catalunya se detectan en un barranco en Tarragona.
Fuente: Ignacio Orovio, en diario La Vanguardia, España, 31/07/2022
Podría ser Atapuerca pero de momento es el gran supermercado del pleistoceno. El yacimiento con la cronología hasta ahora más antigua en Cataluña: cerca del millón de años de antigüedad. Estamos en la Canonja, en Tarragona, en el Barranc de la Boella, donde se sabe desde 1933 que existen restos paleontológicos, pero donde en 1970 Ramón Capdevila documenta científicamente la presencia de restos de grandes herbívoros. Se identifican como Mammuthus Elephas (Archidiskodon) meridionalis, esto es, de mamuts, y junto a ellos se descubren fragmentos de sílex que ya en aquel momento se describen como herramientas.
En el año 2006, una gran crecida fluvial perjudica gravemente el lugar. Durante una clase práctica en el lugar, el profesor del master de arqueología del Cuaternario Josep Vallverdú se dio cuenta de que allí había restos óseos y pidió permiso para una excavación preventiva, pero eso sobre todo impele a las autoridades culturales a tomar medidas. En 2007 se empieza a excavar. Lo que apareció fue gasolina y excusa para quince años continuados de trabajos.
Hoy, el Barranc de la Boella se explica como un lugar de gran abundancia de recursos naturales hace un millón de años. Es el estuario del río Francolí, con agua dulce y márgenes repletos de vegetación que atraen a toda clase de fauna. El tres estrellas michelín de la zona. Mamuts, hipopótamos, ciervos, caballos, uros, rinocerontes, hienas…
En aquel momento, la línea de costa estaba apenas a un kilómetro –hoy está a seis–, y el yacimiento, una avalancha de sedimentos fluviales, tiene un grosor de nueve metros de altura. Se sabe –se infiere– que los cursos fluviales servían para el tránsito por el territorio.
El clima no es parecido al de hoy, y en consecuencia la fauna es otra. Ningún resto humano por ahora, sin embargo. “Todavía no”, viene a anunciar o desea o espera Palmira Saladié, que junto a Josep Vallverdú, ambos arqueólogos del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES), dirigen las excavaciones en este lugar. “Antes o después creo que aparecerán, y sería muy importante porque los restos humanos de esta época son muy escasos en todo el viejo mundo”.
¿La aparición de restos humanos convertiría a la Boella en algo así como un Atapuerca? “Podemos decir que eso sería muy importante, pero no me atrevería decir que sería comparable, porque Atapuerca es un yacimiento excepcional, es un lugar único, un epifenómeno”, añade la científica.
Los homínidos del momento viven posiblemente no lejos de allí, en cuevas, abrigos rocosos o dentro del bosque, protegidos de los carnívoros. Desde 2007, quien más explicaciones da de la vida en el lugar son los restos de un mamut descuartizado. Un animal descomunal, que puede tener hasta 10 metros de altura en la cruz entre extremidades y cuello, una bestia formidable que aquellos homínidos han derribado de algún modo, para luego devorarlo. Los restos de huesos están salpicados de restos de hachas de esquisto, con las que probablemente han troceado al bicho. Un descomunal empacho de carne. En estas cronologías carecen de la tecnología del fuego, no pueden ahumar –y por tanto conservar–aquel tesoro de proteína.
Estamos en los albores de la llamada cultura de las hachas de mano, que da nombre al periodo cultural del Achelense.
No son unas hachas cualquiera, son hachas de una cronología excepcional, tienen un millón de años, realizadas con una tecnología que en África, kilómetro cero de nuestra evolución, se fechan en 1.700.000 años. En Europa han aparecido en cronologías de 500.000 o 600.000, pero ninguna de un millón como en Tarragona.
En la Boella aparecen cientos de herramientas de sílex, cuarcita, cuarzo y esquisto. Hachas, pero también picos y hendidores. “Por todo eso sostenemos que es un yacimiento potencialmente muy importante, porque nos podría explicar los inicios de las dispersiones humanas en esa época en Europa”, dice Saladié.
En esta zona, los homínidos anteponen la abundancia de recursos al riesgo de que está repleta de amenazas, de otros animales que están deseando llevárselos al plato. Curiosamente, aparecen cientos de restos de hienas, pero no huesos o colmillos, sino coprolitos… sus excrementos. Una inmensa letrina de más de 100 metros cuadrados, el lugar donde las depositaban y que de alguna manera marcaba su territorio. Por eso sabemos que estaba repleto de hienas, aunque no haya aparecido ninguna evidencia ósea.
La institución responsable de la excavación celebra tener tan cerca de casa un yacimiento de esta importancia. “Es una manera de reivindicar el trabajo en la zona, de reivindicar la tierra propia, cercana, de devolver socialmente el trabajo de instituciones como la nuestra y el conocimiento que genera”.