Carta de Dios a los hombres La Biblia no nos enseña sólo a vivir bien individualmente, ni enseña sólo las virtudes familiares y las cosas concernientes a la religión, sino que nos enseña también las que conocemos bajo el nombre de virtudes sociales. La Biblia enseña el amor entre los pueblos, enseña el amor entre las varias clases sociales, enseña la justicia y la honestidad en el comercio y en los negocios, el amor al trabajo, las diversas formas de apostolado con los niños, los ancianos, los enfermos, las obras de misericordia corporales y espirituales. Cuando estés triste abre la Sagrada Escritura y encontrarás algo que te consuele. Beato Santiago Alberione
PARA LEER LA SAGRADA ESCRITURA tura la lec ritura e d s Ante rada Esc eres ag S , que , o r t de la s ida nue
la V tro Maes dad y Jesús, ino, la Ver os la m m el Ca e aprenda ncia de u c q u e ie haz inent n el espírit m e r e ú g e e sup d s íritu idad, stol y tu car Pablo apó nvía tu Esp os n E n de sa a católica. s enseñe y i s o . e n icado la Igl que para s pred Verdad a o t h n a e S u , mino a lo q s. sugier aestro, Ca de nosotro M Jesús ten piedad a, y Vid
Después d e de la Sagr la lectura ada Escrit ura Jesús, Div
ino Maestr o, tú ti palabras de vida eterna enes . Yo creo, Señor y Ve rdad, pero aumenta m fe. Te amo i , Señor y C a mino, con todas mis fu erzas, pues has mandado obse rvar con p e rfección tu mandamie s ntos. Te su p li co Señor y Vida, te ad oro, te alab o, te ruego y te agrade zco por el d on de la Sagrada Es critura. Con María , recordaré yg tus palabra s en mi me uardaré n te y las meditaré e n mi coraz ón. Jesús Maes tro, Camin o , Verdad y Vida, ten p iedad de n osotros.
Editorial
Por: P. Martín Sepúlveda, ssp l Superior Provincial
Centenario de fundación
Q
ueridos sacerdotes, agentes de pastoral, amigos lectores de Vida Pastoral.
Con alegría compartimos con ustedes el gozo por los 100 años de fundación de la Familia Paulina y su primera congregación, la Sociedad de San Pablo (padres y hermanos paulinos). El 20 de agosto de 1914 el P. Santiago Alberione, iluminado por el Señor, iniciaba un proyecto grande para la Iglesia con la fundación de la Sociedad de San Pablo, a la que después siguieron 5 congregaciones, 4 Institutos seculares y una Asociación. Hijas de San Pablo, Pías Discípulas del Divino Maestro, Hermanas Pastorcitas, Hermanas Apostolinas; los Institutos Agregados: San Gabriel Arcángel (para jóvenes que quieren consagrar su vida al Señor, pero sin dejar su ambiente familiar y de trabajo), Anunciatinas (para las jóvenes que quieren consagrar su vida al Señor, pero sin dejar su ambiente familiar y de trabajo), Instituto Jesús Sacerdote (para sacerdotes diocesanos que quieren abrazar la espiritualidad y el carisma paulino), Instituto Santa Familia (para las parejas de esposos que quieren consagrar su vida al Señor) y la Asociación Cooperadores Paulinos, constituyen el proyecto de evangelización que el P. Alberione quiso poner al servicio de la Iglesia. El beato Santiago Alberione, sacerdote diocesano con un gran espíritu de fe y de amor por la Iglesia, fue un pastor inquieto que, desde muy joven, pensó en nuevos métodos y expresiones de la pastoral. Algunos momentos en su vida re-
saltan este aspecto, por ejemplo: siendo el director espiritual del seminario diocesano de Alba, en 1912, a través de una encuesta hecha a los párrocos, escribió Apuntes de teología pastoral, libro que ofrece a los sacerdotes jóvenes herramientas prácticas que les sirven en el apostolado parroquial. Pero buscando nuevas alternativas para la misión escribió La mujer asociada al celo sacerdotal, publicado en 1915, que exploraba la oportunidad que tenía la Iglesia de ser enriquecida en el trabajo pastoral con el aporte de la mujer. El proyecto de Alberione nació ahí: en la parroquia, en el trabajo pastoral, y desde esta perspectiva se entiende claramente lo que él quiso hacer al recibir el don de Dios: fundar una nueva comunidad para la Iglesia y, de este modo, ampliar el trabajo del párroco usando los medios de comunicación social para que su mensaje llegara a más personas. Por eso nos dijo: “Su parroquia es el mundo”. Alberione vio en el sacerdote paulino a un párroco que predica a sus fieles, pero con los medios de comunicación –alrededor de los cuales hoy se encuentra la gente congregada: frente a un computador, una radio, un televisor… o leyendo un libro– llegando así a los lugares más recónditos del mundo. Este carisma, regalo de Dios a la Iglesia, llega ya a los 100 años de existencia, pero es necesario decir que todo es gracia de Dios. Por eso a Él la gloria y a ustedes las gracias por apoyar nuestra obra de apostolado con su oración.
100 AÑOS
SOCIEDAD DE SAN PABLO
Revista trimestral de la Sociedad de San Pablo —PAULINOS— de Colombia, Ecuador y Panamá al servicio de la Iglesia.
Carrera 46 Nº 22A–90 – A.A.: 080152 / Tel.: 3 68 20 99 – FAX: 2 44 43 83 / BOGOTÁ, D.C. — COLOMBIA
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Con aprobación eclesiástica. Las opiniones expuestas en los artículos publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores.
El papa francisco con los paulinos
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a presencia del papa Francisco en Ariccia fue un don divino en el año del Centenario de la Familia Paulina, fundada por el padre Alberione en 1914.
El domingo 9 de marzo de 2014, el papa Francisco y 74 de sus colaboradores más cercanos de la Curia Romana llegaron a la Casa “Divino Maestro” de Ariccia (a 30 km. de Roma), para vivir el curso anual de Ejercicios Espirituales, que este año, por primera vez en la historia, tuvo lugar fuera del Estado de la Ciudad del Vaticano. El Superior general, P. Silvio Sassi, y los miembros de la Comunidad paulina de Ariccia acogieron con gran emoción y alegría al Santo Padre y sus acompañantes en la entrada de la Casa “Divino Maestro”, propiedad de la Sociedad de San Pablo. El predicador de los Ejercicios Espirituales fue el padre Angelo de Donatis, párroco de la diócesis de Roma, quien desarrolló el tema: “La purificación del corazón”. Los Ejercicios Espirituales comenzaron el mismo domingo por la tarde, y concluyeron el día viernes 14, después de la meditación de la mañana. El programa de la semana estaba estructurado de la siguiente manera: la concelebración de la Eucaristía, para empezar el día (7:30 a.m.), la meditación de la mañana (9:30 a.m.), la meditación de la
contenido EDITORIAL
Centenario de fundación
PREGUNTA AL TEÓLOGO
Pasión por Dios, pasión por la humanidad
BEATO ALBERIONE
El misterio de la parroquia
ACTUALIDAD
El Evangelio de la familia
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tarde (4:00 p.m.), y para finalizar el día la Adoración Eucarística y las Vísperas (6:00 p.m.). Al término de la reflexión de la mañana del último día el papa Francisco agradeció al predicador, dirigiéndole las siguientes palabras: “Don Angelo, quiero darle las gracias en mi nombre y en nombre de todos nosotros por su ayuda en estos días, su acompañamiento, su escucha. Nosotros ahora volvemos a casa con una buena semilla: la semilla de la Palabra de Dios. Es una buena semilla. El Señor enviará la lluvia y esa semilla crecerá. Crecerá y dará fruto. Damos gracias al Señor por la semilla y por la lluvia que enviará, pero queremos agradecer también al sembrador. Porque usted ha sido el sembrador, y sabe hacerlo, sabe hacerlo. Porque usted, arroja por aquí, arroja por allá sin advertirlo –o haciendo como que no se da cuenta– pero acierta, va al centro, da en el blanco. Gracias por esto. Y le pido que siga rezando por este “sindicato de creyentes” –todos somos pecadores, pero todos tenemos ganas de seguir a Jesús más de cerca, sin perder la esperanza en la promesa, y también sin perder el sentido del humor– y a veces saludarlos de lejos. Gracias padre”. Poco antes, el predicador padre Angelo de Donatis, en el momento de la culminación de los Ejercicios, recordó a los ejercitantes la invitación que el papa Francisco, hace exactamente un año (14 de marzo
FAMILIA
La mujer: cien años al servicio de la misión paulina
CATEQUESIS
Nuevas tecnologías y evangelización: EL AULA VIRTUAL
ESPECIAL 100 AÑOS Año centenario de la Familia Paulina (1914-2014)
GUÍAS HOMILÉTICAS
P. William Gerardo Segura S.
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de 2013, un día después de la elección), dirigió a los cardenales electores durante la misa en la Capilla Sixtina: “Salgamos de esta experiencia llevando con nosotros la fuerza de ese amor que nos ayudará a seguir adelante, así como se nos pidió hace exactamente un año, para caminar, edificar, confesar”. Y al inicio de la meditación don Angelo había aconsejado también un método, experimentado por él, para salir aún más enriquecidos de la semana de espiritualidad: evaluar atentamente pensamientos y sentimientos surgidos en estas jornadas de oración y hacer con ellos un pequeño esquema escrito. Pensamientos y sentimientos suscitados tanto por el Espíritu Santo como por el enemigo, “seguramente antitéticos”. Al final, explicó, después de valorar pensamiento tras pensamiento y sentimiento tras sentimiento, que tendría que permanecer de ello sólo uno, el que se hizo presente con más frecuencia o más fuertemente. En la columna “inspirada por el Espíritu Santo” quedará lo que se debe custodiar y enriquecer; en la otra, suscitada por el mal, quedará lo que hay que combatir; pero en este caso, añadió, “es necesario pedir una gracia especial”, porque significa claramente “que debemos ser aún desarraigados completamente del mal”.
155 julio
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Dirección Y COORDINACIÓN: P. Wilson Zuloaga, ssp Consejo de redacción: P. Martín Sepúlveda, ssp; P. Favio Marín, ssp; P. Arnoby Álvarez, ssp; Constanza Moya OTROS Colaboradores: P. William Gerardo Segura Sánchez; Ariel Álvarez Valdés; Constanza Moya AUTORES: Editorial: P. Martín Sepúlveda, ssp; Pregunta al teólogo: Jr. Polo Zapata, ssp; Alberione: P. Santiago Alberione; Actualidad: Giovanni Cereti; Familia: Constanza Moya; Catequesis: Cristian Rojas; Especial 100 años: P. Silvio Sassi, ssp; Daniel Londoño; Guías homiléticas: P. William Segura; Testigos de la Fe: P. Stefano Lamera, ssp; En Librería y Cultura: Constanza Moya; Biblia: Ariel Álvarez Valdés
Todos los miembros de la Sociedad de San Pablo y de la Familia Paulina hacemos nuestros los deseos y las peticiones del Santo Padre dirigidos a los fieles que le escucharon en la Plaza de san Pedro: “Les pido a todos un recuerdo en la oración, por mí y por mis colaboradores de la Curia Romana”.
Publicidad: María José Molina Trujillo / e–mail: publicidad@sanpablo.com.co Diseño & diagramación: Luis Gabriel Niño Devia / e–mail: ninoluis@sanpablo.com.co Suscripciones: periodicos@sanpablo.com.co Impresión: Taller San Pablo, Calle 170 Nº 8G–31, Bogotá, D.C. - Colombia
Tomado de: http://www.sanpablo.es/noticia/el-papa-francisco-con-los-paulinos.
ESPECIAL 100 AÑOS Un siglo de historia
ESPECIAL 100 AÑOS
Reavivar el carisma Paulino con la misión
ESPECIAL 100 AÑOS
La fascinación de anunciar el Evangelio en la era de las comunicaciones
TESTIGOS DE LA FE
Un “patriarca” en la Familia Paulina
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EN LIBRERÍA
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CULTURA
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BIBLIA
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FESTIVAL DE LA CANCIÓN SAN PABLO
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La reconciliación sobre la base del perdón, la sanación de la memoria y la justicia restaurativa
¿La Virgen María murió o no murió?
Cien años cantándole a Dios
Pregunta al teólogo
Pa s i o n
por Dios,
pasión por la humanidad Después de ver las últimas beatificaciones y canonizaciones, me pregunto: ¿cómo pueden estos personajes (santos) de la Iglesia servirnos de ejemplo hoy en día para construir un mundo y una Iglesia mejor? Rosalba González, Palmira, Valle.
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n tiempos de fragmentación, de pérdida de los grandes relatos, de relativismo moral y de secularización en todos los sectores de la sociedad y de la Iglesia, se vuelve imperiosa la necesidad del surgimiento de personajes, figuras públicas, que se conviertan en iconos, paradigmas de verdad, honestidad, justicia, solidaridad... para las actuales y futuras generaciones que buscan dar sentido a su vida.
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Vida pastoral no 155 - julio / septiembre - 2014
A estos personajes la Iglesia católica los denomina como "santos", hombres y mujeres que, haciendo suyas las palabras del Evangelio, decidieron configurarse más perfectamente con Cristo, donando su vida para la construcción del Reino de Dios y para el servicio de los hermanos.
Es importante aclarar que los santos no son hombres y mujeres de "otro mundo", una raza privilegiada de "superhombres" que vivieron en otras épocas y que por gracia de Dios fueron llamados y elegidos para ser santos, sino que son personas comunes y corrientes, como usted o como yo, que nacieron, crecieron, se desarrollaron y convivieron con situaciones de injusticia, hambre, pobreza, desigualdad... y que a partir de esas circunstancias decidieron "hacer algo" para remediar la situación: donar libre y totalmente su vida y persona a Cristo, movidos por el amor a la humanidad y su deseo de salvación. El apóstol san Pablo –que en sus cartas deja entrever las condiciones personales y espirituales que debe cultivar una persona santa, que se llega no por el esfuerzo humano (que también es necesario), sino por pura gracia y misericordia de Dios–, en la Carta a los Colosenses describe cuáles son los factores y condiciones para llegar a la santidad, y que está al alcance de todos: "Como elegidos de Dios, consagrados y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión, de amabilidad, de humildad, de fidelidad, de paciencia; sopórtense mutuamente; perdónense unos a otros; el Señor los ha perdonado, hagan ustedes lo mismo. Y sobre todas las cosas revístanse de amor, que es el broche de la perfección. Que la paz de Cristo dirija sus corazones, esa paz a la que han sido llamados en un solo cuerpo [...]. Que la Palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza; instrúyanse y anímense unos a otros con toda sabiduría, con corazón agradecido" (Col 3, 12-15). "Como el que les llamó es santo, sean también ustedes santos en toda su conducta [...] porque Él no hace diferencia entre las personas y juzga a cada uno según sus obras, vivan santamente durante su permanencia en la Tierra" (1P 5, 48), dice la Escritura. Y esto fue precisamente lo que hicieron Juan XXIII, Juan Pablo II y el beato Santiago Alberione, grandes personajes del siglo XX que, teniendo como lema la frase "pasión por Dios, pasión por la humanidad", y desde su relación con Cristo vivo, se reconocen llamados por Dios y viven una serie de valores con un profundo sentido que lo penetra todo, desde el sentido de la existencia hasta los valores evangélicos: la justicia, la fraternidad, el perdón, la acogida de los pecadores y marginados, el servicio desinteresado, la propagación de la paz, la alegría del Evangelio...
¿Cómo no considerar, entonces, modelos de vida a estos hombres que en todo buscaron agradar a Dios en el servicio a los hermanos? Juan XXIII, por ejemplo, conocido como el Papa bueno, "fue grande no porque quiso ser un gran señor, sino porque quiso ser el siervo de todos". Durante su vida, y en sus casi cinco años de papado, buscó renovar la imagen de la Iglesia, adecuando su mensaje a los tiempos modernos, enmendando errores pasados y afrontando nuevos problemas humanos. Que en la Tierra reine la paz; que se dé la unión de todos los hombres; que en las relaciones personales prevalezcan la dulzura, la bondad, la paciencia, la comprensión, la justicia... fueron algunos de sus anhelos. Hombre de Dios, reconocido por sus obras materiales, éticas, morales y espirituales, Juan Pablo II, el Papa peregrino del Evangelio, supo escuchar la voz del Espíritu para dirigir y ubicar a la Iglesia como el faro y guía del mundo contemporáneo a través de cuatro líneas generales: una nueva evangelización, la vivencia y práctica del ecumenismo, la defensa de los derechos humanos y la lucha por la paz. Un hecho sorprendente, que puede servir de ejemplo para creyentes y no creyentes, es el gesto de perdón que tuvo con el hombre que intentó matarle en la Plaza de San Pedro en 1981, visitándolo en la celda de la cárcel. Con una vida que transcurría entre la asidua oración y un apostolado interminable y enriquecedor, el P. Santiago Alberione, hombre sencillo, de contextura pequeña y salud frágil, tuvo que enfrentar muchos problemas en su contexto para lograr cumplir la voluntad de Dios: "Hacer algo por los hombres del nuevo siglo [...]. Dar al mundo a Jesucristo Maestro Camino, Verdad y Vida [...] con los medios más rápidos y eficaces de la comunicación social". Con la fundación de un buen número de congregaciones (5) e institutos (4), conocidos como Familia Paulina, “mostró a la Iglesia otros caminos de evangelización, otros púlpitos para hablar de Jesucristo Maestro, según el ejemplo de san Pablo y la protección de María, Reina de los Apóstoles”. Teólogo Polo Zapata
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ALBERIONE a los sacerdotes Por: BEATO SANTIAGO ALBERIONE
El misterio
de la parroquia
educir la parroquia a beneficio, significa destruir la parroquia y la misión del párroco. Reducir la parroquia a un territorio más o menos vasto, sobre el cual el párroco ejercita una jurisdicción y tiene derechos, significa reducir la parroquia a un feudo, y el sacerdote párroco, a un señor feudal.
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Pensar y considerar la parroquia como un grupo de almas confiadas al sacerdote, para que él les asegure a ellas la vida eterna, no es todavía una visión completa. ¡El misterio de la parroquia es profundo, más íntimo! La parroquia vive el mismo misterio de la Iglesia, del Cuerpo místico de Jesús Maestro, Camino, Verdad y Vida. La Iglesia es Jesús Maestro que continúa difundiendo y extendiendo en el tiempo y en el espacio su redención.
misterio de Jesús “rico sobre todos”, “quien está en todos los tesoros”. Ellos deben donarse como lo hizo Jesús. Los estudiantes siguen en la parroquia a Jesús adolescente, Aquel que se sienta entre los doctores del templo para escuchar y para interrogar. Los esposos y padres de familia continúan en la parroquia el misterio del amor de Jesús, quien ama a todos los hombres hasta donarse en la Eucaristía, para que todos tengamos la vida. El principio de vida para cada célula, no es sólo vincularse con el cuerpo, sino la unidad orgánica con él. Para la parroquia su principio de vida es su unidad en Cristo. Esta unidad es garantía, asegurada solamente al vínculo de la caridad difundida en el corazón del Espíritu Santo.
En ella los que sufren completan la pasión de Jesucristo. En ella los niños y las almas vírgenes siguen la inocencia de Jesús. En ella los pobres viven la pobreza de Jesús. En ella los trabajadores siguen a Jesús obrero. En ella los ricos continúan en la parroquia el
beato Alberione
La parroquia, pequeña o grande, es célula viva y vivificante del Cuerpo místico; es Cristo viviente en todos sus misterios. En ella Jesucristo continúa dándose en la santa misa al Padre celestial en un acto de obediencia y de amor, uniendo así, en este acto, a todos los fieles.
En la parroquia, como en una verdadera familia, todos debemos sentirnos y amarnos activamente como “hermanos”, porque “uno” es el Espíritu que a todos vivifica: el amor. Es necesario reeducar la parroquia en el amor de Jesús Maestro, Camino, Verdad y Vida; sólo así la parroquia adquirirá y revelará a todos su verdadero rostro. Y cada fiel debe sentir que él no sólo vive in Christo et in Ecclesia, sino que debe tener la precisa conciencia de que él es la Iglesia, y por tanto continúa como trabajador, como padre, como madre, como niño, como pobre, en Jesús. Jesús Maestro dice en el Evangelio: “Cuanto hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron”. Tomado de: Don Alberione a los sacerdotes agosto - septiembre de 1950
INSTITUTO
JESÚS SACERDOTE Somos sacerdotes diocesanos unidos al carisma y a la misión de los Paulinos, a través de la consagración religiosa. “Es para el clero diocesano. Tantos sacerdotes sienten intensamente la necesidad de una espiritualidad más profunda, de una familia espiritual a la cual pertenecer, de una vida más comprometida en la perfección, profesando los consejos evangélicos aún ejerciendo su propio misterio. A ellos se les ofrece el Instituto Jesús Sacerdote”. Beato Santiago Alberione Si desea recibir información acerca del Instituto puede comunicarse con : P. Martín Sepúlveda – Superior Provincial - provincial@sanpablo.com.co
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Actualidad
El
Evangelio de la familia Por: Giovanni Cereti
La relación Kasper y el debate sobre la comunión de los divorciados vueltos a casar1
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n la maravillosa perspectiva de renovación general de la Iglesia católica, con el fin de hacerla cada vez más fiel a su misión, tal como está esbozada en la exhortación apostólica Evangelii gaudium del papa Francisco, se ha dado prioridad, además de un lugar de particular importancia, al problema del matrimonio y de la familia .
De hecho, no se pueden enfrentar todos los problemas juntos, parece que hubiera dicho este Papa reformador. Ya habrá tiempo, por ejemplo, para abordar el problema de la ordenación de hombres casados o el de la apertura del ministerio al mundo femenino. Pero lo que parece hoy más urgente, junto al asunto de la reforma de la curia, es el problema de la familia y del matrimonio, como tema que atañe absolutamente a todos y que encuentra en el mundo de hoy una dificultad particular.
1 Cortesía de la revista Il Regno LIX, No.1163, del 15 de marzo de 2014, de la Editorial Dehoniana. Título original: “Il Vangelo della familia. La relazione Kasper e il dibattito sulla comunione ai divorziati risposati”, pp. 148-150 (Trad. Carolina Salamanca).
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Actualidad
Para reflexionar sobre esta temática, el Papa decidió convocar todo un sínodo, que se inaugurará de manera extraordinaria en octubre de este año y concluirá en octubre de 2015, cuando –se prevé– se tomarán decisiones que en la perspectiva de la colegialidad y de la comunión deberían obtener la mayoría de las aprobaciones antes de ser avaladas por el propio papa Francisco. Para llegar a algunos resultados fueron necesarios un debate y una reflexión que involucraran a toda la comunidad cristiana. Así, para evitar que este debate se desarrollara en estancias secretas y excluyera al conjunto del pueblo cristiano, se decidió proceder con un amplio cuestionario al cual respondieron con gran participación obispos, comunidades cristianas y fieles de todas las regiones del mundo. Al mismo tiempo, consciente de todas las resistencias que encontrarían
las propuestas de cambio y de la necesidad de un largo tiempo de maduración para lograr una verdadera metánoia sobre tales cuestiones, el Papa dispuso que el debate se abriera en el Consistorio en el cual participó un gran número de cardenales, el 20 y 21 de febrero pasados. Para introducir el debate, el Papa encargó al cardenal Walter Kasper, a quien eligió por su larga y compleja experiencia como teólogo, docente, obispo y miembro de la curia romana, la relación introductoria, que ya se había dado a conocer con anticipación en los periódicos, y que fue publicada en la forma más completa y oficial de un opúsculo editado por la Queriniana. Contiene dos apéndices sobre la “Fe implícita” y sobre la “Praxis de la Iglesia en los primeros siglos”, la respuesta del cardenal Kasper a las intervenciones de los cardenales y un epílogo sobre “¿Qué podemos hacer?” 2.
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KASPER, W. Il Vangelo della famiglia. Queriniana, Brescia, 2014.
La relación Kasper “El redescubrimiento del evangelio de la familia”, es decir, del alegre anuncio de Jesús con respecto a la familia, se hace particularmente importante −afirma el cardenal Kasper− en la crisis cultural y antropológica que estamos atravesando actualmente, en la cual, junto a un gran número de familias cristianas óptimas, hay muchos “que tienen miedo de fundar una familia o que fracasan en la realización de su proyecto de vida”. Después de esta premisa, en el primer capítulo de su disertación, Kasper reflexiona sobre “La familia en el orden de lo creado”. Remitiéndose a la experiencia extendida desde la Antigüedad entre todos los pueblos, considera que la familia es de derecho natural (cf. Rm 2, 14s), un derecho natural que hace posible el diálogo con todas las personas de buena voluntad sobre el respeto de la dignidad de toda persona incluso en el ámbito de la familia. Lo que se reconoce desde el punto de vista del llamado derecho natural es generalmente interpretado de un modo concreto en la Revelación, gracias a los mandamientos de la segunda ley que dan indicaciones sobre el camino para una vida feliz y realizada, y sobre todo gracias a los dos recuentos de la creación (Gn 1 y 2), que revelan el designio de Dios sobre el hombre y la mujer, creados a imagen de Dios y “donados por Él el uno al otro”.
La Biblia conoce la situación de pecado del hombre (Gn 3) que afecta incluso las relaciones entre el hombre y la mujer y, por tanto, la familia misma (cap. II). Jesús, sin embargo, asume el matrimonio y la familia “en el orden cristiano de la redención”, por lo cual la alianza íntima entre los cónyuges se convierte en signo y sacramento de la alianza de Dios con su pueblo que se ha cumplido en Jesucristo (cap. III). “Como sacramento, el matrimonio es tanto instrumento de sanación para las consecuencias del pecado como instrumento de la gracia santificante”. Hace parte de la dignidad de la persona el poder tomar decisiones definitivas que acompañarán de modo permanente la historia de la misma, aunque sean fallidas. A pesar de esto, “gracias a la misericordia de Dios, quien se convierte puede obtener el perdón, la sanación y un nuevo inicio”.
El cuarto capítulo, “La familia como Iglesia doméstica”, es el más original y sorprendente. En efecto, Jesús “nos dice que todo cristiano, casado o no, abandonado por su pareja o criado desde niño o joven sin contacto con su familia, nunca está solo ni perdido, encuentra su hogar en una nueva familia de hermanos y hermanas (Mt 12, 48-50; 19, 27-29). El Evangelio de la familia se concreta en la Iglesia doméstica”. La Iglesia, familia de Dios, se encarnó en los primeros siglos precisamente en las Iglesias domésticas, las cuales han seguido existiendo de formas diversas en todas las épocas hasta hoy. En ellas, los esposos se sostienen mutuamente en la fe y educan a sus hijos en la fe. Aquí se desarrolla un amplio discurso sobre las comunidades eclesiales de base y sobre todas las formas similares, Ecclesiolae in Ecclesia, en las cuales se nutre
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Actualidad con la Palabra de Dios, se puede orar juntos, celebrar juntos el domingo y las demás fiestas, permaneciendo siempre en la comunión de la gran Iglesia y practicando la acogida de los pobres y de los que sufren. Estas son páginas muy interesantes que parecen reflejar la experiencia de América Latina y que señalan la vía para el futuro de una comunidad eclesial en un mundo en el que los cristianos pueden llegar a ser una minoría.
Finalmente, en el quinto capítulo se encara “el problema de los divorciados vueltos a casar”. Se trata de un problema relativamente nuevo, que existe desde la introducción del matrimonio civil en las legislaciones de los estados modernos, a partir de la época napoleónica. Debe ser enfrentado en el contexto de una pastoral matrimonial y familiar considerada a nivel global. Sin embargo, el cardenal Kasper usa expresiones fuertes.
matrimonio civil al cual no pueden renunciar sin incurrir en nuevas culpas. A menudo, después de las experiencias amargas del pasado, estas relaciones les permiten sentir una nueva alegría y quizá pueden ser percibidas como un don del cielo (p. 42). Ante esta situación, no se puede hacer caso omiso a las palabras del Señor sobre el matrimonio y a la tradición viva de la Iglesia. Sin embargo, “gracias a la fidelidad misericordiosa de Dios, no hay ninguna situación humana que esté absolutamente privada de esperanza y de solución”. La Iglesia se encuentra hoy “en una situación similar a la del último concilio. También en ese momento había encíclicas y decisiones del Santo Oficio que parecían obstaculizar otras vías, por ejemplo, con respecto a cuestiones del ecumenismo o de la libertad religiosa. El concilio Vaticano II, sin violentar la tradición dogmática vinculante, ha abierto las puertas”. De allí la pregunta de si el asunto de los divorciados vueltos a casar puede encontrar nuevas formas de solución al problema, sin perjuicio de la tradición de fe apostólica.
Las dos propuestas Todos saben que hay situaciones en las cuales todo intento racional de salvar el matrimonio resulta vano. El heroísmo de los esposos abandonados que se quedan solos y salen adelante por sí mismos merece toda nuestra admiración y apoyo. Pero muchos esposos abandonados dependen, por el bien de los hijos, de una nueva relación y de un
A partir de este punto, Kasper, partiendo de la premisa de que no puede haber una solución idéntica para todos los casos, pues éstos son muy diferentes entre sí, propone dos soluciones. Una se refiere a los tribunales eclesiásticos y a la posibilidad de reconocer que no puede existir el sacramento del matrimonio si se contrae sin fe y sin la aceptación plena de las características esenciales del matrimonio: fidelidad e indisolubilidad. La segunda se remite a la praxis de la Iglesia primitiva que, mediante la penitencia pública, ofrecía una segunda tabla de salvación después del bautismo incluso a los responsables de los pecados más graves, como los apóstatas en las persecuciones (los lapsi) y los adúlteros, y éstos son aquellos que después de haber abandonado a su cónyuge iniciaron un segundo matrimonio. Esta práctica es testimoniada por diversos Padres de la Iglesia, en particular, en la controversia con los novacianos que excluían de la comunión hasta en el lecho de muerte a los responsables de pecados de apostasía, homicidio y adulterio. “Había, pues, una pastoral de la tolerancia, de la clemencia y de la indulgencia, y había buenos motivos para que esta práctica contra el rigorismo de los novacianos fuera confirmada por el concilio de Nicea del 325” (p. 49).
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Vida pastoral no 155 - julio / septiembre - 2014
PRÓXIMAMENTE Este tema es retomado y desarrollado en el segundo apéndice, “La práctica de la Iglesia de los inicios”, en la cual se hace referencia nuevamente al canon 8 de Nicea que exigía que los novacianos que querían ser readmitidos en la Iglesia católica y apostólica se comprometieran por escrito a estar en comunión (eclesial y eucarística, según nuestro lenguaje actual) con aquellos que vivían en un segundo matrimonio y con los que habían caído en la persecución, una vez que éstos hubieran observado el tiempo de la penitencia y hubieran sido reconciliados.
LA GRAN DE
BIBLIA
AMÉRICA
Este canon siempre ha sido conocido, pero ha sido interpretado en la Iglesia latina como si la praxis de la gran Iglesia (que el canon 8 supone como bien conocida para todos) concediese la reintegración en la comunidad y la comunión a los apóstatas en la persecución y a los viudos vueltos a casar una vez concluido el tiempo de penitencia. En efecto, a los ojos de personas que se encontraban en régimen de cristiandad y en una época en la cual el único matrimonio era el celebrado en la Iglesia (que evidentemente no se celebraba para un divorciado), los únicos que podían vivir en segundas nupcias podían ser solamente los viudos vueltos a casar, por lo cual en todos los manuales se repetía siempre que los novacianos excluían de la comunión a los apóstatas y a los viudos vueltos a casar.
Los nuevos novacianos En realidad, la situación del primer milenio era bien distinta, la celebración eclesial no se conocía, al menos no en las formas actuales, los cristianos vivían no sólo entre de los paganos sino también en estrecha relación con los hebreos que aceptaban el divorcio y un nuevo matrimonio. Sobre todo, los documentos que poseemos con respecto a la controversia novaciana nos dicen que éstos excluían de la reconciliación a los responsables de los pecados más graves, es decir, a los apóstatas en la persecución y a los adúlteros (además de los homicidas, citados muy rara vez porque, afortunadamente, era un crimen casi desconocido en las antiguas comunidades cristianas). Sin embargo, por adúlteros, los novacianos entendían a aquellos que son definidos como tales en el Evangelio (“Aquel que repudia a su cónyuge y se casa con otro es adúltero”; “la persona repudiada o divorciada que se vuelve a casar es adúltera”; “el que se casa con una persona repudiada o divorciada es adúltero”, cf. Mt 5, 32; 19, 9; Mc 10, 11; Lc 16, 18); entre tanto, no hay testimonios que nos digan que los novacianos definían como tales a los viudos vueltos a casar.
Primera Biblia
hecha pensando en el pueblo latinoamericano con base en la traducción de la Biblia para el Pueblo de Dios. Texto apto para la Lectio Divina. Notas explicativas útiles para leer en familia. Aprobada por las Conferencias Episcopales de Colombia y de la República Dominicana.
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Actualidad Por esto, el canon 8 de Nicea es completamente claro al confirmar, como práctica de la Iglesia católica y apostólica, bien conocida a todos, el hecho de que readmitía en la comunidad después del período de penitencia a los apóstatas en la persecución y a aquellos que viven en un segundo matrimonio (y, en líneas generales, éstos son sobre todo, aunque quizá no exclusivamente, los divorciados vueltos a casar). Esto significa reconocer a la Iglesia el poder de perdonar todos los pecados, incluso el gravísimo pecado definido como adulterio en el Evangelio. Jesús recordó que la monogamia absoluta es conforme al designio del Creador, pero nunca declaró que este pecado de adulterio tuviera que ser considerado un pecado contra el Espíritu
Dios para aquel que se convierte”. Y se debe considerar toda la tradición de la Iglesia. “En nuestro caso, esta tradición no es, de hecho, tan unidireccional como a menudo se ha afirmado”.
Santo no remisible por quien en la Iglesia ha recibido el poder de atar y desatar, por lo cual este poder era reivindicado, con razón, por la Iglesia de los primeros siglos. En una época en la cual, por razones ecuménicas, se nos remite a la praxis del primer milenio, esta aclaración es esencial.
¿Acaso la Iglesia no ha recibido de Dios el poder de absolver todos los pecados? “Ante todo, acá debemos preguntarnos seriamente si en verdad creemos realmente en el perdón de los pecados, como profesamos en el Credo, y si creemos realmente que alguien que ha cometido un error y, arrepentido de ello pero no pudiéndolo eliminar sin nueva culpa, hace todo lo que le es posible, puede obtener el perdón de Dios. Entonces, ¿podemos nosotros negarle la absolución?” (p. 68).
Es bien sabido que en el Consistorio el debate que siguió a la introducción de Kasper fue bastante encendido y que ante la solución propuesta se levantó una voraz cortina de fuego que perduró en los días siguientes en la prensa y en muchos otros lugares. Por esto, en las “Consideraciones conclusivas sobre el debate” Kasper se pronunció con mucha fuerza: “Nadie está poniendo en discusión la indisolubilidad de un matrimonio sacramental consumado y rato”. Sin embargo, esta enseñanza debe ser entendida “en relación con el mensaje de Jesús de la infinita misericordia de
Le agradezco al cardenal Kasper, quien –creo que conforme al deseo del Papa– quiso citar precisamente a propósito de esta práctica de la Iglesia primitiva y del canon 8 de Nicea, mi investigación al respecto3, haciéndome el honor de ponerla en diálogo con los estudios de Crouzel y de Ratzinger4.
Cereti, G. Divorzio, nuove nozze e penitenza nella Chiesa primitiva. EDB, Boloña, 1977 (segunda edición com nuevo epílogo: EDB, Boloña, 1998; tercera edición: Aracne, Roma, 2013). 3
Cereti, G. Matrimonio e indissolubilità: nuove prospettive. EDB, Boloña, 1971. Remito a este trabajo porque allí se pueden encontrar ya las respuestas a casi todas las objeciones que se presentan hoy con respecto al cambio pastoral pedido por el papa Francisco.
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Personalmente le doy gracias al Señor por haberme concedido ver que se está tomando en seria consideración el fruto de investigaciones en las cuales he puesto en juego toda mi vida5 y que, si se reconocen como válidas, deberían permitir, por una parte, el acercamiento a las prácticas de otras Iglesias cristianas y, por otra, el regreso a la Iglesia y a la vida sacramental de un sinnúmero de personas en todo el mundo. El esplendor del matrimonio monogámico que la Iglesia siempre ha reconocido y exaltado brilla mucho más si no se defienden uniones que con su fracaso evidencian el hecho de que muy probablemente no fueron unidas por Dios. Entre tanto, el sacramento de la reconciliación, descuidado sin razón en el transcurso de estos últimos años, podrá reencontrar su significado más profundo. Por último, me acompaña la esperanza de que ninguno de los que se oponen hoy al cambio querido por el papa Francisco pase de una posición sólo materialmente novaciana, a una posición también formalmente novaciana negando el poder de la Iglesia de perdonar todos los pecados y corriendo así el riesgo de quedar por fuera de la comunión eclesial. En el momento en el que, después de decenios de desconfianza y marginación, el buen fundamento de esta investigación es reconocido, me surge espontáneamente la necesidad de atestiguar mi deuda de reconocimiento a quienes me precedieron y me inspiraron en esta búsqueda. El padre Edward Schillebeeckx, con su escrito sobre el matrimonio, en el cual afirmaba precisamente que la Iglesia antigua predicaba la monogamia y practicaba la misericordia hacia quien había fracasado en su matrimonio. Don Oliver Rousseau, quien me indujo a reflexionar sobre el problema cuando escribió que la más grande dificultad el día de la reconciliación entre católicos y ortodoxos surgiría precisamente por la diferencia en la práctica seguida en ambas Iglesias respecto a los divorciados vueltos a casar. Y el mismo padre Henri Couzel, por el gran mérito de haber recogido en un solo volumen todos los testimonios referentes al divorcio y al nuevo matrimonio en la Iglesia antigua. Por años se opuso con fuerza a mis conclusiones; pero al final de su vida me encontré con él y se apenaba de que no hubiera continuado con mis investigaciones, con lo cual me dio a entender que también él había cambiado de opinión al respecto. También recuerdo un diálogo con el jesuita padre Maurizio Flick y el padre Zoltan Alszeghy, en agosto de 1970, cuando los llevaba en el auto de regreso a Roma después de haber participado en el mes ignaciano que se había predicado en Galloro. Aproveché la oportunidad para confrontarme con ellos con respecto a la posición que yo había asumido en un escrito que estaba pronto a ser publicado, en el cual expresaba mis críticas al sistema de los tribunales eclesiásticos (que no preveía ningún itinerario de conversión) y pedía pasar a un sistema penitencial que pudiera llegar a absolver a los divorciados vueltos a casar convertidos sinceramente y deseosos de realizar en la nueva unión lo que no había logrado realizar en la primera. Uno de ellos, después de haberme escuchado, me embistió con violencia por haber hecho afirmaciones insostenibles en el ámbito católico. El otro se quedó un largo tiempo en silencio y luego intervino diciéndole a su cohermano que tal vez yo tenía razón y me alentó a seguir adelante en mis investigaciones. 5
Familia
La mujer:
Cien años
al servicio de la
misión paulina El beato Santiago Alberione supo comprender el rol insustituible de la mujer al servicio de la Iglesia y como agente esencial del progreso de la sociedad. En su obra La mujer asociada al celo sacerdotal, Alberione reconoce la inmensa necesidad que tiene su siglo del aporte femenino. Según el fundador de la Familia Paulina, ella ha sido llamada a ser apóstol. Esta convicción le inspiró la fundación de cuatro congregaciones religiosas femeninas y, así mismo, lo llevó a pensar la misión de la mujer laica en la sociedad. A propósito del centenario de la Familia Paulina hemos querido recordar algunos apartes de la obra de Santiago Alberione acerca de la misión de la mujer tanto en la vida religiosa como en la vida laical. Veamos primero cómo concibió las distintas congregaciones religiosas, para luego ahondar en la misión o el llamado de la mujer laica dentro de la sociedad.
Hijas de San Pablo: Fue la primera congregación femenina de la naciente Familia Paulina, fundada el 15 de junio de 1915. Para llevarla adelante el padre Alberione eligió a la joven Teresa Merlo, más conocida como Tecla, en memoria de la primera discípula del apóstol Pablo. De esta forma se comienza a escribir un capítulo novedoso en la historia de la evangelización: un grupo de mujeres consagradas a Dios que incursionan en el apostolado de las ediciones, el cual, según el Fundador, “se acerca mucho al ministerio de la enseñanza que es
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propio del sacerdote y se acerca mucho a la misión realizada por el mismo Jesús”. Así les hablaba el P. Alberione a sus queridas hijas: “Jesús, predicó, usó frecuentemente la Escritura; ustedes tienen en las manos la Sagrada Escritura y por tanto participan del misterio de Jesucristo mismo. En segundo lugar, participan del ministerio de la Iglesia que es depositaria de la palabra divina. Ustedes reciben esta divina palabra de la Iglesia y la difunden entre los hombres. Por tanto, sirven directamente a la Iglesia” (Haec meditare III). Consideradas como “las mensajeras de Dios”, las Hijas de San Pablo deben llevar a los hombres la carta escrita por Dios, la Sagrada Escritura: “¡Qué cosas tan hermosas tienen que hacer! Dios ha escrito y los hombres no reciben la carta, pero ustedes se la llevarán, para que todos la reciban, y si ustedes realizan el ser mensajeras de Dios, pueden estar seguras que han encontrado el camino del cielo” (Haec meditare II).
Hermanas de Jesús Buen Pastor: “Pastorcitas”: fundadas por el beato Santiago Alberione, el 7 de octubre de 1938, como parte de la Familia Paulina, tienen como único proyecto apostólico “comunicar a Jesucristo Camino, Verdad y Vida al mundo”. Así describe el beato su misión en Abundantes Divitiæ Gratiæ Suæ.
Las Pastorcitas cumplen, junto al sacerdote pastor, una misma misión; han de tener los mismos cuidados, la misma finalidad, los mismos medios. Cada cual en su propia posición. Las Pastorcitas son: 1) personas que han profundizado la doctrina de Jesús, han adquirido el amor de Jesús, viven abrazadas a Jesús, son total y solamente de Jesús; 2) luego se dividen en pequeños grupos, que se establecen en una parroquia, donde consideran a las personas como propias por adopción; se sienten ligadas a ellas durante la vida, en la muerte y para la eternidad, con la única aspiración de salvarlas a todas; y colaboran con el párroco respecto al apostolado en instruir y custodiar; en destruir el mal e implantar el bien; en convertir y santificar; en llevar a la vida cristiana y a la buena muerte; comenzando por los niños, las jovencitas, las mujeres... con el programa del párroco y del amor; [dispuestas a] morir cada día para salvar todos los días; sin contentarse ante la buena muerte, sino incluso aportando sufragios por los fallecidos. Ellas serán las hermanas, las madres, las maestras, las catequistas, las consoladoras de todo dolor, un rayo de luz y de sol benéfico y continuo en la parroquia (AD 323).
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Familia
Pías Discípulas del Divino Maestro:
Es el apostolado más eficaz, pues la conversión y la santificación de las almas es obra de gracia más que de razonamientos y de industria humana; lo dicen bien alto la Escritura, la tradición constante, la teología, la práctica de los santos. No puede fallar la promesa jurada por Jesucristo: Sí, se lo aseguro: si le piden algo al Padre en unión conmigo, se lo dará. Apoyado en esta divina promesa, san Pablo inculcaba a todos este nobilísimo apostolado de la oración: Lo primero que recomiendo es que se tengan súplicas y oraciones... por la humanidad entera. Nada escapa a este poder: ni la conversión de los pecadores, ni el enfervorizarse de los tibios, ni la vuelta de los herejes y cismáticos, ni la perseverancia de los justos, ni la predicación a los infieles, ni la buena muerte de los agonizantes, ni el incremento y prosperidad de la Iglesia, ni el triunfo de la Santa Sede, ni el perfeccionamiento del clero, ni la santificación de las órdenes religiosas, ni el alivio de las almas del purgatorio. Son auténticas bienhechoras ocultas de la humanidad las almas apóstoles con la oración, pues participan de la vida divina que Jesús lleva desde siempre en los sagrarios (La mujer asociada al celo sacerdotal 72).
La Congregación de las Pías Discípulas del Divino Maestro, fue fundada por el padre Santiago Alberione, el 10 de febrero de 1924, en Alba, Italia, bajo la dirección de Madre Escolástica y la protección de María, Reina de los Apóstoles, con la misión específica del servicio a la Eucaristía, el sacerdocio y la liturgia, tanto en la Familia Paulina como en la Iglesia. Alberione dice de su apostolado: En 1908 comencé a rezar y a pedir oraciones para que naciera una familia religiosa de vida retirada, dedicada a la adoración y al apostolado sacerdotal y litúrgico: toda de Jesús Divino Maestro, presente en el misterio eucarístico. ¿Para qué? Para que fuera fuente de gracia, de donde la recabarían otras familias religiosas dedicadas más especialmente a la vida apostólica (AD 251-278).
Y a ellas, las Pías discípulas, les dice: [En fuerza] de su oración, «envía buenos obreros a tu mies», deberán venir muchos sacerdotes a la Sociedad de San Pablo y a la Iglesia. Realicen, pues, un apostolado de vida interior, de deseos, oración y sufrimiento, como María. Con su trabajo, la búsqueda de ofertas, el servicio a los aspirantes al sacerdocio, el celo ejercido según su condición, dan gran ayuda a las vocaciones.
Como es bien sabido, Alberione ponía en oración cada una de sus obras y consideraba invaluable lo que la oración podía ofrecer al apostolado y a quienes trabajaban en la misión.
Apostolinas: El fin general del Instituto «Regina Apostolorum» para las vocaciones es la gloria de Dios y la santificación de los miembros mediante la práctica fiel de los tres votos de obediencia, castidad y pobreza. Según se dice en Abundantes Divitiæ Gratiæ Suæ:
El fin especial de la Congregación es vocacional; y consiste en cumplir, con los medios tradicionales y con los modernos (prensa, cine, radio, televisión, fotografía, etc.) tres especies de obras en orden a las vocaciones, búsqueda, formación y acompañamiento: a) Instrucción a todos los fieles acerca de la necesidad mayor que hay en la Iglesia, es decir, las vocaciones, según el ejemplo de Jesucristo. b) Acción: organizar y constituir centros de ayuda para los aspirantes al sacerdocio o a la vida de perfección; exposiciones en las parroquias, institutos, etc.; promover congresos, semanas, triduos, retiros espirituales, jornadas por las vocaciones; preparar ediciones de folletos, libros, revistas, películas, transmisiones de radio o de televisión; dar conferencias y organizar entretenimientos; dirigir talleres para confeccionar hábitos, etc., etc.; y todo lo que pueda ser necesario para las vocaciones pobres. c) Oración: devoción a Jesús Maestro, a la Reina de los Apóstoles, a san Pablo apóstol; adoración a Jesús-Hostia; promover oraciones por los muchachitos, por los padres y los institutos; tener jornadas de sacrificios, etc., siempre con vista a la búsqueda, ayuda y acompañamiento de las vocaciones. Por tanto, en su amor a Jesucristo, a la Iglesia y a las personas, [las Apostolinas] traducen toda su vida en apostolado vocacional (AD 326-327).
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Ahora bien, para terminar, vale decir que Alberione no sólo pensó en el papel de la mujer como religiosa, sino que también llamó la atención sobre la misión de las mujeres laicas y les hizo un llamado a ser apóstoles no sólo dentro del seno de la familia sino frente a la
sociedad en la redacción y propagación de la “buena prensa”. Con una mentalidad avanzada para la época, reconoce la necesidad de que las mujeres participen activamente en la difusión de la verdad:
¿Cómo puede escribir la mujer? Siendo corresponsal de un periódico católico en el propio pueblo o ciudad; encargándose del apartado que en casi todas las publicaciones se llama Sección femenina; participando en la redacción de revistas femeninas; o tal vez ocupándose de boletines religiosos o también escribiendo libros, novelas morales, opúsculos de propaganda, etc. Más aún, la mujer puede cooperar en la difusión de la buena prensa. Y en esto no hay mujer que no pueda participar. Existe un gran número de periódicos buenos que llevan una vida arrastrada por no tener suficiente difusión; así como hay tantos libros óptimos a los que sólo les falta ser conocidos. ¡Cuánto bien no haría una mujer que buscara, entre parientes, conocidos y paisanos, suscripciones para esos boletines, semanarios o diarios que considerara útiles! (La mujer asociada al celo sacerdotal 102-103).
Seamos de nuestro tiempo, y hagamos que la mujer sea de nuestro tiempo. Le haremos entender que hoy el pueblo tiene sed de verdad: por eso, más meritoria que la limosna del pan es la oferta que la buena prensa espera de la mujer. Le haremos entender que no es suficiente formar bien la propia familia, mientras los enemigos, fuertemente organizados, destruyen las bases queriendo introducir el divorcio, abolir el catecismo, etc. (DA 250).
Quisimos hablar sobre el papel de la mujer en la Sociedad de San Pablo en palabras del mismo Alberione, porque es fundamental volver al origen y preguntarse por el sentido de nuestras metas, de nuestra tarea y de nuestra misión, cualquiera que sea nuestro lugar, para saber hacia dónde vamos y cómo debemos hacerlo.
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Catequesis
El aula virtual Nuevas tecnologías y evangelización: Por: Cristian Rojas – Dir. Departamento Multimedia cristianrojas@sanpablo.co
ntre los maravillosos inventos de la técnica que, sobre todo en nuestros tiempos, ha logrado el ingenio humano… la Iglesia acoge y fomenta con peculiar solicitud aquellos que miran principalmente al espíritu humano y han abierto nuevos caminos para comunicar con extraordinaria facilidad noticias, ideas y doctrinas” (Inter mirífica 1).
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En la mente del beato Santiago Alberione, fundador de la Familia Paulina, palpitaba la dominante idea de emplear para la evangelización todos los medios que la tecnología y el progreso humano fueran suscitando con el paso del tiempo. Siguiendo las huellas del apóstol san Pablo, manifestaba a sus religiosos que había que “hacerse todo para todos, para ganar al menos a algunos” (1Co 9, 22). El beato Alberione vibraba con la idea de que si san Pablo viviera hoy, para que pudieran escucharle, se subiría a los púlpitos más elevados y multiplicaría su palabra con los medios del progreso actual.
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Se responde con fidelidad al pensamiento del Fundador cuando se ponen las nuevas tecnologías al servicio de la evangelización y de la formación integral de la persona. En este sentido surge el “aula virtual” como una nueva herramienta precisamente al servicio de la evangelización, la formación cristiana y la comunicación de valores. La Sociedad de San Pablo, con la responsabilidad que le otorga el hecho de ser pionera en la evangelización con los medios, no podía quedarse atrás en la implementación de plataformas virtuales al servicio de la formación y de la promoción humana y cristiana. En esta línea –y pensando en la importancia de la formación de los catequistas y en las dificultades que muchos de ellos encuentran, como la falta de tiempo para desplazarse hasta una institución–, en el año 2010, con la coordinación del P. Arnoby Álvarez y el aval de la Pontificia Universidad Bolivariana, desde el Departamento de Multimedia se creó el Diplomado en Catequesis, cuyo plan curricular virtual ofrece fundamentos
bíblico-teológicos, así como litúrgicos y pastorales, que capacitan a los catequistas en el ejercicio de su labor evangelizadora.
tran en diferentes lugares del mundo, para ser formadas y de este modo difundir los conocimientos adquiridos en las diferentes disciplinas.
El diplomado cuenta actualmente con el respaldo académico de la Conferencia Episcopal de Colombia y de la Fundación Universitaria Cervantina San Agustín, Unicervantina. Cerca de 180 catequistas lo han realizado, obteniendo excelentes frutos para ellos y, sobre todo, para la Iglesia. Además de formar al catequista para la misión, el diplomado ofrece la posibilidad de acrecentar la experiencia de Dios, de tal forma que el catequista pueda transmitirla también a sus destinatarios.
Actualmente se cuenta con el apoyo del director del Centro de Estudios San Pablo, el P. Edgar Arcesio Guerrero; en la dirección del Departamento Multimedia el laico Cristian Rojas y su equipo de trabajo, quienes hacen un seguimiento constante de los procesos formativos que adelantan los estudiantes en el Aula Virtual. Por parte de la Conferencia Episcopal de Colombia seguimos con el apoyo del P. Francisco Mejía Montoya, y en este año tenemos la certificación académica con la Fundación Universitaria Cervantina San Agustín (Unicervantina), con la representación de Fray Gregorio Tomás Román, rector, y del vicerrector general, Julio Enrique Duarte García.
En el campo de la formación bíblica, se ofrecen los diplomados virtuales de Antiguo Testamento: “Ustedes serán mi pueblo” y Nuevo Testamento: “Ustedes son mis discípulos”. El plan curricular del primero pretende adentrarnos en la comprensión de la Primera Alianza y reconocer cómo Dios guió y dirigió a su pueblo: el pueblo de Israel. A través de la historia de este pequeño pueblo, el Señor quiere llevar a los hombres a una vida de comunión con Él. Por su parte, el Diplomado en Nuevo Testamento se propone acercarnos a Cristo Jesús y su mensaje, centro de la historia y centro de nuestra fe. Ambos programas se encuentran respaldados por el Centro de Estudios San Pablo, por la Conferencia Episcopal de Colombia, y a partir del presente año, por la Unicervantina.
Confiamos y estamos seguros de nuestra misión evangelizadora gracias a la respuesta de nuestros estudiantes, quienes al terminar sus estudios agradecen la oportunidad de contar con espacios educativos como los que ofrecemos desde San Pablo. También es importante reconocer la labor de nuestros docentes: P. Martín Alberto Sepúlveda Mora, ssp, P. Danilo Medina, ssp, P. Francisco Mejía, CEC, P. Carlos Restrepo, P. Saúl Duque, Decano de Teología y Humanidades de la Universidad Católica de Oriente, P. John Vásquez, Cl. Joardin Martínez, ssp, Hernán Vera, Lic. Gloria Rocío Gallego. Un agradecimiento cordial también a todas aquellas personas que han hecho posible este proyecto para difundir la palabra de nuestro Señor Jesús.
Se han realizado otros Diplomados tales como “Suicidio”, “Ética Organizacional”, “Vida de san Pablo”, los cuales respondieron a diferentes necesidades y brindaron la oportunidad de formar a laicos, agentes de pastoral, entre otros, que son parte esencial de la Iglesia, tal como lo menciona el Documento conclusivo de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano, en Aparecida. El principal aporte que ha dado reconocimiento a los programas que se ofertan en nuestra Aula Virtual San Pablo es permitirnos llegar a muchas personas que se encuen-
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centenario
Especial
Año
de la
familia paulina (1914-2014)
El 20 de agosto celebramos el centenario del nacimiento de la Sociedad de San Pablo, célula madre de cuatro Congregaciones femeninas (Hijas de San Pablo, Pías Discípulas del Divino Maestro, Hermanas Pastorcitas y Hermanas Apostolinas), de cuatro Institutos “agregados” de vida secular (San Gabriel Arcángel, Anunciatinas, Jesús Sacerdote, Santa Familia) y del movimiento laical “Asociación de Cooperadores Paulinos”, que juntos forman la Familia Paulina y tienen como fundador al beato Santiago Alberione (1884-1971).
Por: Silvio Sassi, ssp Superior general Sociedad de San Pablo
Esta celebración fue presidida por un trienio de preparación que vivimos juntos desde las diversas naciones de los cinco continentes en los cuales están presentes y trabajan las diez instituciones de la Familia Paulina, y se concluirá el 26 de noviembre de 2014, en la fiesta litúrgica del beato Santiago Alberione. 24
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Thomas Römer
L
a personalidad del padre Alberione, como sacerdote diocesano y como fundador de la Familia Paulina, justifica nuestro deseo de compartir con toda la comunidad eclesial un aniversario que no puede ser sólo un conjunto de celebraciones religiosas, investigaciones históricas, conferencias, iniciativas editoriales multimediales y en red, entendidas como recuerdos documentados o emotivos de un pasado de cien años. El P. Alberione y la Familia Paulina, requerida por Dios y aprobada por la Iglesia, tienen una estrecha relación con la pastoral, dirigida como gran empeño de evangelización hacia quienes se benefician del don de la fe y a todos aquellos que no creen, con una sensibilidad por los continuos cambios que se producen en la vida de las personas y de la sociedad, sobre todo en relación con la comunicación.
La llamada
Guía completa de la historia deuteronomista
Por su testimonio directo, escrito en tercera persona, la experiencia espiritual que marca la vida del P. Alberione como sacerdote diocesano y fundador de la Familia Paulina sucedió cuando él todavía era seminarista, entre el 31 de diciembre de 1900 y el 1 de enero de 1901, noche que pasó en adoración eucarística en la Catedral meditando sobre la evangelización que se necesitaba en el siglo que estaba comenzando: “Se sintió profundamente obligado a prepararse para hacer algo por el Señor y los hombres del nuevo siglo con los cuales viviría”, escribe. Su futuro era la evangelización. Ordenado sacerdote en 1907 y enviado como vicepárroco de marzo a octubre de 1908, en la parroquia de San Bernardo (Narzole, Alba), fue rápidamente llamado por el obispo para ser el director espiritual de los jóvenes y de los clérigos seminaristas, profesor de liturgia, historia eclesiástica y civil, arte y pastoral, responsable de la biblioteca y ceremoniero de la Catedral. Estaba comprometido, además, con el ministerio sacerdotal, la obra diocesana de la buena prensa, de la catequesis y de la animación social, realizaba también conferencias sobre el compromiso político. Como fruto de su curso de pastoral y para ayudar a los jóvenes sacerdotes que asumían la gestión de la parroquia, el P. Alberione, uniendo sus conocimientos teóricos en pastoral y la experiencia directa de muchos párrocos consultados por él, escribió Apuntes de teología pastoral, publicado en 1912 en forma anastática y después editado en 1915. Al mismo tiempo él preparaba el texto La mujer asociada al celo sacerdotal, publicado en 1915, para explicarle al clero
Un enfoque sociológico, histórico y literario de los libros desde el Deuteronomio hasta Reyes.
Especial y a las mujeres la gran importancia de la contribución femenina en la vida de la parroquia y del apostolado. En 1912 da inicio a la revista Vida Pastoral con el deseo de ayudar a los sacerdotes en la parroquia, ofreciéndoles un instrumento de constante formación. Aplicando concretamente las directrices del papa Pío X al ministerio sacerdotal, el P. Alberione presenta, en los libros citados, el perfil del sacerdote diocesano completamente dedicado a la “salvación de las almas”: “El sacerdote es el hombre para los otros”. El encargo que recibió el 8 de septiembre de 1913 por parte del obispo de dirigir el semanario diocesano Gazzetta d´Alba, constituyó para el P. Alberione el “signo” de la Providencia necesario para dar comienzo a otra forma de pastoral que estuviera al lado de la parroquial: la predicación con la prensa. El 20 de agosto de 1914 reunió el primer núcleo de la Sociedad de San Pablo con la idea de que fueran sacerdotes escritores que predicaban con la prensa; una evangelización que necesita, para ser plenamente realizada, la cooperación activa de religiosas y religiosos consagrados, es decir, el empeño de toda una familia.
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Por algún tiempo el P. Alberione siguió cumpliendo sus tareas en el seminario y seguía los primeros pasos de la obra por él iniciada, pero muy pronto el obispo se dio cuenta de que debía privarse de él y permitirle dedicarse, de tiempo completo, al apostolado de la prensa. De la parroquia “territorial”, él pasó a la parroquia de “papel”; escribió en las Constituciones de la Sociedad de San Pablo que la aceptación de parroquias se constituía en una excepción, porque la parroquia paulina es “el mundo”. Sin pretender sacar al P. Alberione del contexto histórico y eclesial de su tiempo, hoy merecen una actualización al menos dos preocupaciones que él teorizó y puso en práctica tanto en la pastoral parroquial como en la pastoral de la prensa y los otros medios de comunicación social. Ante todo, la propuesta de la fe para que pueda ser una experiencia de vida completa, debe ser integral en sus elementos constitutivos,
dirigida a todas las dimensiones de la persona y capaz de entrar en comunicación con todos. Dicho con las categorías que usaba el P. Alberione, la propuesta de la fe debe ser una unidad consecuente de dogma, moral y culto dirigida a la mente, al corazón y a la voluntad de la persona y adaptada a la capacidad receptiva de los creyentes y de los no creyentes. Este programa integral de pastoral puede parecer una evidencia descontada después de 50 años del concilio Vaticano II, pero observando el período posconciliar hasta hoy no son necesarias investigaciones particulares para constatar acentuaciones, olvidos y desproporciones que no siempre producen una evangelización armónica como estilo de vida integral tanto en el modelo pedagógico como en el público privilegiado. La segunda preocupación es la manera original como el P. Alberione ha pensado en valorar la prensa y los otros medios de comunicación para la evangelización. Es claro que el P. Alberione no fue el primero ni el único que pensó en utilizar la prensa y los otros medios para la fe. Pero sí original y pionera, porque fue pensada desde 1914 y permanece su descripción de la equivalencia entre la “predicación oral”
de la actividad del sacerdote en la parroquia y la “predicación escrita” del sacerdote escritor paulino.
Reflexionando sobre la descripción que los Papas, una parte atenta del clero y algunos sociólogos creyentes ofrecen sobre el influjo de la prensa en formar la mentalidad de las masas y alejarlas de la Iglesia, el P. Alberione se convence de que la parroquia no es la forma de evangelización más adecuada para llegar a un público que lee. Desde esta perspectiva, la prensa y los sucesivos medios de comunicación no son “medios” al servicio del otro, “subsidios” que simplemente apoyan, sino una “forma diferente y completa” de evangelización, una “nueva evangelización”. El júbilo con el cual el P. Alberione, miembro del concilio Vaticano II, acogió la aprobación del decreto Inter mirifica (4-12-1963), expresó la importancia que él le atribuyó: “Nuestro apostolado ha sido por tanto aprobado, ensalzado y establecido como un deber para toda la Iglesia, según las diversas condi-
ciones. La actividad paulina es declarada apostolado junto a la predicación oral, circundada por una alta estima a la Iglesia y al mundo”. Las ediciones de Vida Pastoral publicadas durante la existencia del P. Alberione, particularmente en los decenios precedentes al Vaticano II, dejan ver su diseño de crear una sinergia entre la pastoral parroquial y la pastoral con los medios de comunicación: difusión de la Biblia en todas las familias, preparación de misales bilingües, redacción con propósitos de catecismos, subsidios para una ética social, ediciones de patrología, mariología, espiritualidad, biografía de santos… Editorial San Pablo promueve ediciones y revistas para que todo lo humano sea presentado con valores cristianos. Sobre el ejemplo del Fundador, la Sociedad de San Pablo se compromete a dar continuidad, dentro de la comunidad eclesial, del “carisma” recibido: ofrecer una evangelización inspirada en la experiencia de fe y de predicación de san Pablo, vivir y proponer un estilo de vida consagrada totalmente dedicada a la evangelización en la comunicación, recordar constantemente a la comunidad eclesial por qué también en el mundo de la comunicación “el Señor tiene un pueblo numeroso” (cf. Hch 18, 10).
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TambiĂŠn en:
Guías
Homiléticas P. William Gerardo
Segura Sánchez Del Evangelio según san Mateo
Julio 6 XIV DOMINGO ORDINARIO
(...) El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar (…) (cf. Mt 11, 25-30).
Palabra del Señor
Za 9, 9-10 / Sal 114 / Rm 8, 9.11-13 / Mt 11, 25-30
LA PAZ SE CONSTRUYE DESDE EL CORAZÓN
L
a liturgia de hoy, por la riqueza de la Palabra, convoca a todos a una nueva actitud creyente: tener el coraje de deponer las acciones violentas contra la sociedad (guerra), contra sí mismo (cuerpo) y contra la revelación divina, para pasar a ser auténticos constructores de la paz en el mundo.
Pueblo y Señor en actitud de humildad La comunidad humana sabe que hay tiempos de lucha, de paz y de justicia. La Palabra de Dios se abre camino en ese mundo conflictivo, queriendo ser instrumento de paz para todos los pueblos, superando las actitudes de división y conflicto innecesarios. El profeta Zacarías anuncia la venida del rey, pero se trata del retorno a Jerusalén, una vez terminada la campaña y obtenida la victoria sobre el enemigo, al tener en su mano la justicia. Su entrada no es triunfal, sino que está marcada por la sencillez y la humildad, que serán las consignas de su reinado. El uso de la cría de burro pone al rey en relación con los jueces y está en sintonía con la esperanza mesiánica en una nueva era de justicia (hará desaparecer los instrumentos de guerra y combate) y paz (anunciará la paz a las naciones). Por eso el profeta, lleno de gozo, dirige la mirada de sus oyentes hacia el rey escatológico que viene con la justicia y la victoria, con mansedumbre y humildad, montado sobre un burro.
Liberados del poder de la muerte ¿Cómo puede el creyente liberarse de las fuerzas del mal que anidan en su cuerpo? La tarea no es fácil, y más difícil aún lograrlo sólo con las fuerzas humanas, cuando es necesario acudir a la acción del Espíritu Santo y su poder regenerativo, sanador y liberador. Pablo habla de dar muerte con el Espíritu a las “prácticas del cuerpo”, es decir, a las acciones y actitudes
puramente materiales (carnales). El verbo usado por el Apóstol significa, en efecto, “entregar a la muerte, condenar a muerte”, siendo este último el propio de nuestro texto, “entregar a la muerte”. El término está relacionado con las obras y sus consecuencias para la vida cristiana. Dado que ese tipo de “prácticas” conduce inevitablemente a la “muerte”, es necesario “hacerlas morir” con la fuerza y acción del Espíritu, para obtener la vida, sólo así ya el creyente no morirá sino que vivirá por la gracia del Espíritu de Dios.
La humildad como retorno al Señor A pesar de las controversias, las virtudes de la fidelidad y la humildad no están fuera de moda, y necesariamente se mantendrán presentes en el mundo, gracias a la vivencia de ellas en la práctica religiosa y social de los seguidores de Jesús. El ser manso y humilde es una designación de Jesús sobre sí mismo, y está dirigida a quienes viven agobiados bajo el peso de sus fatigas y cargas, incluidas aquellas que le llegan desde la Ley interpretada por las tradiciones humanas, que han ocultado su verdadero espíritu. “Humilde” significa que Jesús asume esa condición no por necesidad sino por libre voluntad y entrega al amor de Dios y al servicio de los hombres. En ambos casos está involucrado el corazón como centro de las actividades vitales del creyente, lugar de donde brotan sus verdaderas motivaciones cristianas. Jesús ofrece a los que le quieran imitar en esas virtudes, lo que el Padre ha puesto en sus manos, la revelación del misterio de Dios, su intimidad, su corazón. Es una fuerte invitación a los discípulos a retornar a los orígenes, al gran día de la creación, donde el ser humano puede hallar el verdadero descanso, volver al día del reposo, a la gracia original, a la paz, a la cercanía de la amistad con su Creador. julio / septiembre - 2014- Vida pastoral no 155
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Guías homiléticas Julio 13 XV DOMINGO ORDINARIO Is 55, 10-11 / Sal 64 / Rm 8, 18-23 / Mt 13, 1-23 Del Evangelio según san Mateo (...) “A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Al que tiene, se le dará más y nadará en abundancia; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará” (…) (cf. Mt 13, 1-23).
Palabra del Señor
ABIERTOS A LA FECUNDIDAD DE LA PALABRA
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n este domingo, las lecturas dirigen nuestra atención a la importancia de la escucha, la acogida y la comprensión de la Palabra de Dios. Ella, como semilla que se siembra para que dé fruto en mayor o menor abundancia, es proclamada en la Iglesia para que haga germinar la voluntad divina en el corazón de los fieles.
La Palabra fecunda la tierra El poder creador de la Palabra de Dios, su fecundidad, se manifiesta desde las primeras páginas de la Escritura. Ella se erige con una fuerza creadora, poderosa, que engendra la vida en todas sus dimensiones. Por eso el profeta compara la Palabra divina con la lluvia que empapa la tierra y hace germinar la semilla, para que dé fruto y alimento. Para Isaías es importante la escucha y la acogida de la Palabra, porque ella es el verdadero camino que lleva a una vida fecunda, según el querer de Dios y el servicio de su misión salvadora. Antes fue presentada la Palabra bajo la imagen de semilla (aparece en el evangelio de hoy) y ahora de la lluvia, ambas se necesitan. Esa palabra que antes purificó la vida del profeta y lo envió a predicar, ahora produce frutos de buena semilla. El dinamismo de la Palabra queda evidente, pero no por su mucho ruido o escándalo, sino más bien por la escucha y la paciencia propia del sembrador, que necesita de la lluvia que fecunda; a ella no se le puede violentar.
La gloriosa condición de hijos de Dios Sabemos que en el bautismo, por la fe de nuestros padres y padrinos así como de la comunidad celebrante, nos convertimos en hijos de Dios, pero no siempre tenemos claro lo que eso significa en la vida de cada día y su implicación en la fe. Pablo se goza exponiendo la alegría expectante de la crea30
Vida pastoral no 155 - julio / septiembre - 2014
ción a la espera de la revelación de la gloria de los hijos de Dios. La expresión “hijos de Dios” aparece tres veces, precedida cada una de un importante calificativo: “gloria, libertad, condición”, que han de revelarse para darle la liberación a la creación sometida al desorden. La Palabra divina tiene ese poder, y es capaz de devolver a la creación entera su estado original, bueno, bendito, pero requiere de la ayuda de todos, especialmente de los cristianos, que deben manifestarse como auténticos hijos de Dios, revelando su pertenencia real y efectiva a Él, realizando en medio del mundo su santa voluntad de salvación para todos y para todo, cumpliendo su misión como verdaderos y gloriosos hijos de Dios.
La semilla espera dar su fruto Por la migración cada vez mayor del campo a la ciudad, muchos no saben o tienen la experiencia de lo que es sembrar una semilla, pero todos tenemos alguna idea de ello por imágenes o por formación académica. Jesús utiliza una imagen típica campesina para comunicar la fuerza y el dinamismo de la Palabra, con la parábola del sembrador. Por medio de ella explica cómo actúa la Palabra divina según los diversos campos donde es esparcida por el obrero. La semilla, ciertamente, es la Palabra divina esparcida por Jesús, los apóstoles y la Iglesia, y es acogida de diversas formas, según la atención que se le preste, comparable con cuatro terrenos diversos. En todos los casos la Palabra llegó al ser humano, pero no en todos fue bien acogida. Primero llegó al corazón pero fue arrebatada, luego fue aceptada con alegría pero inmediatamente sofocada, un tercer caso es el de la Palabra escuchada pero sin llegar a dar frutos, y, finalmente, quienes la escuchan, la aceptan y la comprenden. Estos últimos se ubican en diversos niveles, todos buenos y según su propia condición.
Julio 20 XVI DOMINGO ORDINARIO Sb 12, 13.16-19/ Sal 85 / Rm 8, 26-27/ Mt 3, 24-43 Del Evangelio según san Mateo (...) así sucederá al final del mundo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados, y los arrojen en el horno encendido (…) (cf. Mt 3, 24-43).
Palabra del Señor
EL TIEMPO DE DIOS ES DE ESPERA
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a liturgia dominical pretende hacer tomar conciencia de la comprensión del tiempo como algo que le pertenece sólo a Dios, e invita a superar las mezquindades de pensamiento, abriendo el espíritu a la grandeza del Padre siempre paciente que ofrece continuamente la salvación a todos.
El tiempo es de Dios y Él es paciente Para Dios todos los momentos del tiempo están presentes en su actualidad. Por lo mismo, Él establece su designio eterno de predestinación, incluyendo la respuesta libre de cada ser humano a su gracia por la fe. A Él, en cuanto Señor de la historia, le pertenece el tiempo y dispone de él según su proyecto salvífico. La enseñanza del Señor a los suyos se realiza en el tiempo y bajo sus coordenadas, pues la salvación solo se puede dar en la historia. Dado que Él dispone del tiempo con sabiduría, paciencia y sin violentar al ser humano, llena a los suyos de una dulce esperanza, al hacer saber que da tiempo al pecador para que se arrepienta y cambie su conducta en relación con Él y, sin duda, también en relación con el prójimo. El rostro de Dios que el texto comunica o revela, está lleno de fuerza, levanta al caído, da ánimos a quien se encuentra en una situación contraria al querer divino. Dios no tiene prisa, sabe de qué material está hecho el ser humano, sabe que lo mejor es esperar y contagiar de la dulzura de su casa mientras se da el paso a la conversión.
Bajo el signo de la oración en el espíritu El espacio privilegiado y valioso de la oración en la vida del creyente, del encuentro con Él, está marcado por el tiempo de Dios. Reconocer que Jesús es el Señor, que Dios es nuestro Padre (Abbá), entrar en contacto con Él, solo es posible por la acción de su Espíritu. Él es quien nos precede y despierta en nosotros la fe por el conocimiento de la revelación, de la cual también es autor. Es Él quien a su debido tiem-
po intercede por nosotros que no sabemos orar, es decir, comunicar en lenguaje apropiado lo que nos conviene. Su lenguaje indescriptible o inenarrable para el ser humano es conforme al querer divino, por eso en el tiempo de la oración solo Él puede expresar los más íntimos sentimientos y pensamientos humanos que la palabra y el lenguaje no alcanzan a proferir ni orar. El Espíritu Santo, artífice de las obras de Dios, es el Maestro de la oración, y ésta es una gran necesidad en la vida de la Iglesia. Dice el papa Francisco: “La Iglesia necesita imperiosamente el pulmón de la oración, y me alegra enormemente que se multipliquen en todas las instituciones eclesiales los grupos de oración, de intercesión, de lectura orante de la Palabra, las adoraciones perpetuas de la Eucaristía” (Evangelii gaudium 262).
El tiempo de la cosecha lo decide solo Dios ¡Cómo nos gustaría que el tiempo estuviera a nuestra disposición, para hacer cosas con él, cambiar situaciones, agilizar procesos, eliminar situaciones y hasta personas! Pero no está en nuestras manos hacer esas cosas, mucho menos si se trata de decidir quién se salva o quién no. En Mateo escuchamos a Jesús decir que el tiempo está en relación con la siembra en el hoy y la cosecha al final del mundo. Jesús es consciente de que en la siembra del Reino han de crecer juntos la buena semilla y la cizaña. Los trabajadores quisieran arrancar la cizaña, hacer el trabajo que está reservado únicamente a los ángeles. Pero ellos no toman conciencia de que el mal entró en el campo “mientras ellos dormían”, es decir, cuando dejaron de estar en vela para impedir la infiltración del mal en el campo. El texto indica que el tiempo, al ser de Dios, depende sólo de su decisión y no de nuestros esfuerzos o deseos, por lo tanto, no hay motivos para adelantar la siega, sin correr el riesgo de perder a alguno destinado al Reino. julio / septiembre - 2014 - Vida pastoral no 155
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Guías homiléticas Julio 27 XVII DOMINGO ORDINARIO 1R 3, 5.7-12/ Sal 118 / Rm 8, 28-30/ Mt 13, 44-52 Del Evangelio según san Mateo (...) El Reino de los Cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra (…) (cf. Mt 13, 44-52).
Palabra del Señor
MOMENTO DE LA GRAN DECISIÓN DEL REINO
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a liturgia confronta la radicalidad de nuestras opciones en la vida y en la fe, y pone el énfasis en el abandono de las seguridades humanas, invitando a deshacernos de todo lo que posee un valor secundario en relación con el valor del Reino, para alcanzar los tesoros de la fe, la esperanza y el amor.
La sabiduría trae consigo todos los dones Una de las cosas que más ha buscado el ser humano a lo largo de la historia es la sabiduría. El tema de la sabiduría remite a Dios, porque viene de Él, y se halla en sus obras, en sus actos, y el ser humano no puede oponerse a tal conocimiento divino. El rey Salomón pide al Señor sabiduría de corazón y de mente, para gobernar a su pueblo y distinguir el bien del mal. Esto muestra que para el rey la sabiduría vive en Dios, y conocerla es alcanzarla y compartir su naturaleza. La palabra “sabiduría” significa mucho más que el solo ser sabio. Es algo así como un dominio experimentado y competente de la vida y los problemas propios de ella, se trata de una acción más que de un pensamiento. Unirse a la sabiduría es unirse a Dios, poseerla es entrar en el mundo divino. La sabiduría penetra los secretos de la creación. Implica honradez y liberación para con los más necesitados, los pobres, y una actitud correcta hacia los demás. De ella brota un conocimiento que es revelación de Dios y otorga la salvación.
Reproducir la imagen del Hijo en la propia vida Con el tema de las imágenes en la Iglesia tenemos la dificultad de que algunos no lo entienden, quizá influenciados por la posición que ante ellas asumen cristianos de otras denominaciones. Pablo ve la gran finalidad de la vida cristiana en el ser hechos conforme a la imagen (icono) del Hijo de Dios. Cristo es imagen de Dios invisible, su existencia es en forma
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Vida pastoral no 155 - julio / septiembre - 2014
de Dios, por eso contemplarle a Él es contemplar al Padre. En Él se revela el Dios a quien nadie ha visto jamás, dice san Juan. Para Pablo, Cristo es dado al género humano como imagen de Dios para la comprensión de lo que Dios quiere y hace, pero a la vez para revelar la identidad misma de Jesús. La imagen es aquello que le da manifestación visible a algo, y en el caso de los cristianos, el ser imagen del Hijo es hacerle manifiesto en la propia vida y conducta cristianas, la participación en su semejanza divina. Este “conforme” tiene que ver con la participación en la semejanza divina del Hijo, en ser imagen de Dios en sentido verdadero.
El incalculable valor del Reino de los Cielos ¿Qué sucede en la vida ante el descubrimiento de algo más valioso que lo que se posee? ¿Qué acciones emprendemos para apropiarnos de ese bien? Mirando el texto evangélico encontramos dos verbos que determinan una acción concreta en busca de algo de gran valor, “vender y comprar”. Ciertamente el primer verbo “vender” obliga a sopesar las cosas, a tomar una decisión, a deshacerse de algo que se aprecia o estima. Vender es dar una cosa para obtener a cambio una suma de dinero y adquirir (comprar) otro bien. Jesús propone deshacerse de aquello que impida adquirir el tesoro valioso (¡el Reino de los Cielos!) que se ha encontrado y apropiarse de él, no perderlo bajo ninguna circunstancia. Se trata de una buena inversión para obtener un bien superior. El papa Francisco (Evangelii gaudium 278) dice algo que puede ayudar a comprender la urgencia de la búsqueda: “…el Reino de Dios ya está presente en el mundo, y está desarrollándose aquí y allá, de diversas maneras: como la semilla pequeña que puede llegar a convertirse en un gran árbol, como el puñado de levadura, que fermenta una gran masa, y como la buena semilla que crece en medio de la cizaña, y siempre puede sorprendernos gratamente”.
Agosto 3 XVIII DOMINGO ORDINARIO Is 55, 1-3 / Sal 144 / Rm 8, 35.37-39 / Mt 14, 13-21 Del Evangelio según san Mateo (...) Tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, pronunció una bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran a la gente (…) (cf. Mt 14, 13-21).
Palabra del Señor
INVITADOS AL BANQUETE DE LA FRATERNIDAD
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a liturgia dominical es ya de por sí y por definición un gran banquete, el de la Palabra y de la Eucaristía, por lo mismo, los textos motivan a los discípulos a vivirlo con intensidad en medio de la comunidad que se alimenta de vida eterna, pero que también requiere del pan material para vivir.
Invitación a la escucha en torno a la cena Una forma de mostrarle a alguien el aprecio o agradecimiento es invitándole a comer. Por lo mismo, invitar a comer es signo de hospitalidad y cortesía, en ese ámbito se estrechan los lazos, las relaciones fraternas, la amistad, e incluso, es posible el perdón. En la historia de la salvación vemos que los grandes momentos están acompañados de una comida o cena, por ejemplo, la alianza del Sinaí y la nueva alianza de Jesucristo, ambas se sellan en el ámbito de una cena. Isaías invita a todos los sedientos y hambrientos a participar en un banquete o comida principal. Pero su invitación es más amplia, pues aceptar la comida que se ofrece de balde, es además hacerle caso al Señor, escucharle, entrar en alianza, buscarlo, invocarlo. Aún más, comer es también llegar a acuerdos, sellar pactos, lo que incluye abandonar la mala conducta y pensamientos inicuos, adquirir los pensamientos de Dios, seguir sus caminos, aceptar sus normas. En definitiva, la comida está en relación con la escucha obediente de su Palabra, que invita a ponerla por obra a lo largo de la vida.
Un amor que trasciende y abarca todo Una de las cosas que atormentan la vida del creyente es la posibilidad de ser de alguna manera apartado del amor del Dios que se ha revelado misericordioso en Jesucristo. Pablo llega a la convicción de que aquel que se mantiene en ese amor no será separado del amor de Dios y se luce enumerando las posibles situaciones que pueden apartar al creyente del Señor, y llega a la
conclusión de que nada ni nadie lo podrá hacer. Llegar a esa convicción sólo es posible después de una vida completamente abandonada en las manos del Padre por mediación del Hijo, y Pablo lo ha hecho. Primero enumera siete situaciones que van de lo menor a lo mayor, de lo más cotidiano hasta la posibilidad de la pérdida de la vida, la espada. Afirmando que nada de ello le puede separar del gran amor. Luego enumera diez situaciones más, con las cuales abarca todo lo que podría ser pensado que nos hiciera daño, es decir, no hay nada que nos pueda separar, ¡nada! Si partimos del hecho de que el amor genera vida entre aquellos que se aman, cuando es Dios quien ama y a quien se le ama, la vida que se genera es eterna.
Asumir el proyecto salvífico de Cristo ¿De qué manera se manifiesta en nuestro ser la conmoción ante el dolor y sufrimiento humanos? Las imágenes bíblicas utilizan para ilustrar esos casos un lenguaje tomado del mundo de la mujer, la conmoción entrañable. Eso pasa con Jesús, que ante la multitud hambrienta de la Palabra, pero también del pan material, lo que hace es “estremecerse entrañablemente” o se le “enternecieron las entrañas”, sintió una “conmoción entrañable”, como se debería traducir el verbo griego usado por Mateo y que se ha traducido por “compadecerse”. Solo quien experimenta esa extraña pero maravillosa sensación se ve movido a “hacer” algo por la gente, a ocuparse de ella, a asumir la propia responsabilidad ante las necesidades vitales del otro. Él realiza esencialmente dos cosas: les cura y les alimenta hasta que quedan saciados, no solo de pan material, sino del pan de la Palabra. Pero, si miramos la actitud de los discípulos, la situación es muy diferente, ellos prefieren desentenderse de la gente, aconsejar a Jesús que la despida, que cada quien se las arregle como pueda, que la predicación ha terminado y ahora pueden ir en paz, aunque con el estómago vacío. julio / septiembre - 2014 - Vida pastoral no 155
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Guías homiléticas Agosto 10 XIX DOMINGO ORDINARIO 1R 19, 9.11-13 / Sal 84 / Rm 9, 1-5 / Mt 14, 22-33 Del Evangelio según san Mateo (...) A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua, se espantaron y decían: “¡Es un fantasma!” (...). Jesús dijo: “Tranquilícense y no teman. Soy yo” (…) (cf. Mt 14, 22-33).
Palabra del Señor
ABIERTOS A NUEVOS ROSTROS DE DIOS
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a liturgia ofrece a la comunidad la experiencia de abandonarse, desde la Palabra leída, escuchada y meditada, al descubrimiento de nuevos rostros de Dios, que, en su frescura, se revelan en las diversas circunstancias, y que vienen a darle sentido al caminar en la fe de la comunidad.
Dios revela un nuevo rostro al profeta Dios no ha dejado que una sola imagen fija de sí quede plasmada en la mente del ser humano, por eso ha prohibido las imágenes. Su rostro es nuevo tras cada nueva experiencia de encuentro con Él. El profeta Elías, el profeta de fuego, cuya imagen de Dios es la de uno poderoso que arrasa con todo, huye de Jezabel que le ha amenazado de muerte. Dios le mantiene con vida y llega al monte Horeb, donde había estado Moisés. El monte de la revelación de Dios. Ahora debe quedarse ahí porque Él va a pasar, y deberá hacer una nueva experiencia de Dios, ya no con grandes signos, prodigios y fuego abrazador, sino uno que se revela y comunica mediante la voz del silencio que habla. Dios destruye las viejas imágenes que dan seguridad al ser humano, que determinan a Dios en su manera de actuar.
Deseos que llevan a la locura por Cristo El deseo de que los destinatarios de una promesa logren descubrirla y aceptarla puede llevar a una persona, envuelta en la experiencia de Dios, a pensamientos y decisiones insospechadas. Es el caso de Pablo, el Apóstol de las Gentes, el enamorado de Cristo hasta la locura, en el centro de la cual está la cruz. Él está en el punto de desear ser un “anatema”, es decir, un hombre maldito, un proscrito, un separado de Cristo, privado de la comunión con Él. El motivo es grande y revela el celo de Pablo por la salvación del pueblo judío, pues quiere que los hermanos de su raza, los judíos, acepten a Jesús como 34
Vida pastoral no 155 - julio / septiembre - 2014
cumplimiento de las promesas de Dios. Este deseo contrasta con la falsa acusación de que él es enemigo del pueblo judío. Aquí con su deseo expresa todo lo contrario, su gran amor a los de su raza llega al punto de ser comparado con el de Cristo, dar la vida por ellos (a lo que estaba bien dispuesto) y ser considerado un maldito (anatema) según la ley. La experiencia de haberse encontrado con Cristo como salvador personal, enviado por Dios al mundo, convierte al creyente en una persona dispuesta a todo.
Hacer camino desde la propia experiencia El rostro de Dios en Jesús se hace muy cercano a nuestra realidad, porque acepta nuestros codiciosos retos y nos extiende la mano en el momento preciso para evitar la caída. Pedro, nuestra roca firme, tiene dos maneras de ir hacia el Señor Jesús. Una presuntuosa, “si eres tú, ordena que…”, y la roca firme termina hundiéndose en el agua; otra más bien creyente, con el grito de la fe, “¡sálvame, Señor!”, que conduce a una profesión de fe. No es la presunción sino sólo la fe lo que salva la vida del ser humano en todas sus dimensiones. Precisamente, la salvación comienza con la apertura a alguien que nos precede siempre, a un don originario que afirma la vida que se hunde y protege la existencia. El obispo, sucesor de los apóstoles, “a veces estará delante para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo, otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados” (Evangelii gaudium 31). Quien como Pedro, discípulo y apóstol, sabe por experiencia que hay momentos de caída, de hundimiento en la fe, es capaz de fortalecer a otros que hacen experiencias similares.
Agosto 17 XX DOMINGO ORDINARIO Is 56, 1.6-7 / Sal 66 / Rm 11, 13-15.29-32 / Mt 15, 21-28 Del Evangelio según san Mateo (...) “No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perros”. Pero ella replicó: “Es cierto, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos (…)” (cf. Mt 15, 21-28).
Palabra del Señor
LA FE POSEE UNA DIMENSIÓN UNIVERSAL
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a liturgia de la Palabra invita a la apertura de mentalidad, a superar cualquier posición exclusivista que niegue la salvación a algún grupo humano, y más bien nos envía a los más alejados, para comunicarles la Buena Noticia de la salvación obrada en Jesús, el Mesías.
Dios acoge a todos en su casa de oración La aceptación del otro, del diferente, del que profesa otra fe, ha sido problemática a lo largo de la historia de la salvación. No es sencillo integrar plenamente a los que son ajenos a la cultura religiosa. Sin embargo, el profeta Isaías, muchos siglos antes de Cristo, ve la superación del círculo racial que tendía a encerrarse en sí mismo. Su visión profética abre al pueblo de Israel a la universalidad de la salvación, a la inclusión de los extranjeros, de los que se adhieren al Señor con fidelidad. La acción no será un acto puramente humano, sino que será el mismo Señor quien conduzca a los extranjeros –es decir, a los no pertenecientes al pueblo judío–, al monte santo, llenándolos de alegría y siendo partícipes de la oración litúrgica de la comunidad, que es a la vez enriquecida con su manera de celebrar la fe. La comunidad entera se enriquece y es de esperar que los ya creyentes alaben al Señor porque su Palabra se difunde y alcanza a todos.
Todos son objeto de la misericordia Ya sabemos que el plan de salvación de Dios puede verse sometido a diversas etapas, respetuosas del proceso de comprensión del ser humano sobre el misterio del Dios que se revela. Ahora bien, gracias a la pedagogía divina y a la decisión irrevocable de Dios en sus dones y elección, Él no se echa atrás. En el texto que se ofrece se pone en relación la conversión de los gentiles con el destino de Israel. Pablo habla de que los dones de Dios son irrevocables. La palabra griega usada para “irrevocable” significa literalmente "sentirse dolido después" (2Co 7, 10), e indica que Dios no se duele por sus dones (caris-
mas que fueron mencionados en el texto del domingo pasado) y el llamamiento de los judíos (cf. 9, 4ss). Dios demuestra que su fidelidad es inquebrantable según lo prometió a sus elegidos. Israel ha rechazado el Evangelio, lo cual lo convierte en enemigo de Dios en función, eso sí, de la conversión de los gentiles, pero nos indica claramente que Israel sigue siendo amado por Dios en razón de los dones, o carismas, y el llamamiento.
Por la fe se alcanza el milagro Los textos de los evangelios narran los diversos milagros realizados por Jesús. Recordemos que el milagro es un acto debido a la intervención de Dios y realizado al margen, o contra las leyes naturales. Dios tiene dominio supremo sobre todas las cosas. Los milagros de Jesús son fuerzas y signos que manifiestan el poder y la gloria de Dios, y su finalidad es la de anunciar o hacer evidente la llegada del Reino mesiánico. En el texto de hoy una mujer no perteneciente al pueblo de la promesa, le arranca un milagro a Jesús. Su hija está poseída por un demonio. Ahora bien, no hay milagro si no hay fe, y esta mujer lo consigue en virtud de su fe, capaz de superar los obstáculos, el racismo étnico (es una cananea), la inflexibilidad y casi insensibilidad de Jesús. Pero ella lo logra precisamente al demostrar a Jesús en una verdadera batalla verbal, que también los gentiles son herederos, al menos de las migajas, de las promesas divinas. Jesús se deja arrancar una acción por la fe admirable de esta mujer. Ella sabe escuchar el rechazo primero, pero busca una palabra adecuada para moverlo a actuar, y lo consigue cuando está de acuerdo en que el pan es para los hijos, pero las migajas para los perros. Eso bastó para revelar su fe. julio / septiembre - 2014 - Vida pastoral no 155
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Guías homiléticas Agosto 24 XXI DOMINGO ORDINARIO Is 22, 19-23 / Sal 137 / Rm 11, 33-36 / Mt 16, 13-20 Del Evangelio según san Mateo (...) Luego les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (cf. Mt 16, 13-20).
Palabra del Señor
CON AUTORIDAD PARA HACER EL BIEN
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a liturgia de la Palabra invita a reconocer que todo don para el servicio en la Iglesia procede de Dios: la sabiduría, la ciencia y la autoridad. Como don Él da a quienes elige para el bien de la comunidad. Sus dones son para el servicio a la caridad y para fortalecer la fe.
El Señor confiere autoridad a los discipulos Tal vez para nuestra cultura ciertos signos no son tan significativos, pero sí lo son para la literatura bíblica y la cultura oriental en la que ella se originó. En la Antigüedad las llaves eran el símbolo de autoridad dada a una persona, tanto así que al entregar las llaves de la ciudad se le otorgaba autoridad suprema de gobierno sobre ella. En el texto de Isaías se dice que el Señor pondrá la llave del palacio de David sobre el hombro de Eleacín. En el Nuevo Testamento se dice que Jesucristo tiene la llave de David que abre y nadie cierra, cierra y nadie abre, con lo cual se cumpliría la profecía de Isaías en Él. Las malas noticias son para Sebná, al cual se le quitará la llave, y, al entregársela a Eleacín, se abre el camino a un tiempo mejor de promesa. A Eleacín se le describe con títulos de gran cercanía y confianza: “Padre” en cuanto oficia en la corte, tal vez como referencia a alguien que imparte bien la justicia. Al entregársele la “llave” se le da autoridad suprema y, en este caso, se le otorga poder para abrir y cerrar con carácter perpetuo.
Todo es pura iniciativa de Dios Los dones y actos salvíficos de Dios son siempre anteriores a nuestros impulsos e iniciativas, pero nos abren un gran paso a la esperanza, pues Dios no tiene que recibir para poder dar, de modo que su dar es por pura gracia y misericordia sin condición previa ni por retribución, es gracia, pura gracia. En Gálatas 2, 20 dice Pablo: La vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí. El amor de Dios y de Jesús se anticipó, y por 36
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amar primero e incondicionalmente, Jesús se entregó por la humanidad. No es el amor del ser humano el que viene antes, sino el de Dios, manifestado en Jesús. El amor humano siempre es respuesta al amor primero de Dios. Pablo, mediante un himno, alaba la justicia de Dios, su sabiduría y ciencia, con la convicción sacada a la luz mediante preguntas retóricas, de que el pensamiento de Dios y su bondad nadie los conoce y nadie se los ha dado. “Todo” está en íntima relación con Él. La gloria en la eternidad le corresponde sólo a Él.
Investidos de autoridad para servir a la Iglesia Cuando llegamos al tema de la autoridad en la Iglesia, más de uno se siente incómodo, pues ella no reposa sobre todos, sino sobre los que Él ha designado con tal autoridad en el gobierno y servicio de su Iglesia. El tema de la autoridad para atar y desatar, cerrar y abrir, bajo el signo de las llaves, reaparece en el Evangelio, esta vez en relación con la persona de Pedro, piedra sobre la que se edifica la Iglesia de Jesucristo. La entrega de las llaves en el lenguaje bíblico conlleva la idea de plena autoridad. Ahora Jesús les quita la llave, signo de la comprensión de las Escrituras, a los escribas y, en un gesto supremo, se las entrega a uno de sus discípulos con plena autoridad para gobernar la Iglesia. El Catecismo de la Iglesia Católica 553 dice: “El poder de las llaves designa la autoridad para gobernar la casa de Dios, que es la Iglesia. (…) El poder de 'atar y desatar' significa la autoridad para absolver los pecados, pronunciar sentencias doctrinales y tomar decisiones disciplinares en la Iglesia. Jesús confió esta autoridad a la Iglesia por el ministerio de los apóstoles (cf. Mt 18, 18) y particularmente por el de Pedro, el único a quien Él confió explícitamente las llaves del Reino”.
Agosto 31 XXII DOMINGO ORDINARIO Jr 20, 7-9/ Sal 62 / Rm 12, 1-2 / Mt 16, 21-27 Del Evangelio según san Mateo (...) “Señor. Esto no te puede suceder a ti”. Pero Jesús se volvió a Pedro y le dijo: “¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino porque tu modo de pensar no es el de Dios (…)” (cf. Mt 16, 21-27).
Palabra del Señor
LA PALABRA CONVOCA Y ENVÍA A ANUNCIAR
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a liturgia dominical comunica que hay que estar dispuestos a dejarse seducir por la Palabra, haciendo de ella el signo cotidiano de renuncia y servicio, de acogida y respuesta al que envía con el poder del fuego y con valor para superar los obstáculos que surgen a lo largo del camino.
El llamado es más fuerte que la burla La vocación es una elección agraciada de parte de Dios a quien es llamado. Dios recurre al ser humano y transforma su vida, y por ella, la de los demás. Para transformarla antes la trastorna. La vocación es la concretización realizada en el tiempo del llamado de Dios realizado antes de todos los tiempos. El ser humano que vive el llamado gratuito, amoroso e inmerecido de Dios, al narrar, vivir y celebrar su experiencia, permite que otros participen de su elección divina en el tiempo. La relación entre Dios que crea, ama, elige y envía, y el hombre creatura amada, elegida y enviada es profundamente personal. Dios es un Dios dialogal, el Dios de la autocomunicación, el que se revela, y al hacerlo nos revela la esencia de su ser, el amor; y el que a su vez revela la esencia del hombre amado y para el amor. Dios, el amante, cuando crea y cuando elige, cuando ama y cuando envía, lo hace personalmente, así nos lo constatan las vocaciones bíblicas y en particular las de los profetas.
El nuevo culto ofrecido a Dios es a sí mismo Para Pablo el nuevo culto que los cristianos ofrecen a Dios no consiste en sacrificio de animales, sino en la entrega de la propia vida al servicio (liturgia) de Dios. “Cuerpo” indica que el cristiano en su ser (toda su existencia corporal) en medio de la realidad del mundo se pone a disposición de Dios como auténtico culto. Podemos expresarlo así: el cuerpo del creyente en Cristo es lugar de encuentro y
comunión con Dios. En cierto sentido es la consecuencia de haber recibido el bautismo, mediante el cual el cristiano pone toda su existencia al servicio de la causa de Dios. En la Primera carta a los Corintios, Pablo amplía esta expresión cuando indica que nuestro cuerpo liberado del pecado y rescatado gracias a la muerte de Cristo ya no es posesión mía, sino que pertenece totalmente al Señor y es instrumento para alabar a Dios. “Sacrificio” indica que la nueva vida está bajo el signo de la ofrenda. “Sacrificio vivo” indica que se trata de un cuerpo vivo, pero además de la nueva vida transmitida por el Espíritu.
El llamado de Jesús desinstala todo Si la vocación del profeta está marcada por el fuego del Dios que llama y la posible oposición de los destinatarios, cuando Jesús llama, llega a la radicalidad. Él llama al discipulado, pero exige la renuncia total, pues hay que dejar de ser el centro de sí mismo y cargar con la cruz, es decir, convertirse, según la mentalidad de entonces, en un condenado a muerte ignominiosa, cosa que Jesús vive en su totalidad. La renuncia y el padecimiento forman parte esencial del servicio a la Palabra, la cual da la dirección y orientación de la vida del seguidor. Y todo eso en el seno de una comunidad que exige disponibilidad y la liturgia del amor. Por eso, una vez recibido el llamado del Maestro ya no se sigue el propio camino, el de la facilidad y la renuncia al padecimiento, sino el camino del Señor. “Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio”, dice el papa Francisco. Es, pues, salir de sí mismo para encontrarse en el otro en la medida en que se le sirve con toda generosidad y bajo la guía del Espíritu y del Evangelio.
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Guías homiléticas Septiembre 7 XXIII DOMINGO ORDINARIO Ez 33, 7-9 / Sal 94 / Rm 13, 8-10 / Mt 18, 15-20 Del Evangelio según san Mateo (...) Yo les aseguro que todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo (…) (cf. Mt 18, 15-20).
Palabra del Señor
EL HERMANO Y LA RESPONSABILIDAD DE SU SALVACIÓN
L
a liturgia de hoy centra la atención en las actitudes erróneas de los hermanos, no para condenarlos, sino para impedir que algún motivo o descuido ponga en peligro su salvación, por eso invita a asumir al otro como responsabilidad de toda la comunidad.
Conducir al equivocado hacia la verdad Cuando se escucha la palabra “amonestar”, de inmediato se piensa en castigo, con una fuerte carga negativa. La palabra puede significar “poner en el corazón, impartir entendimiento”, entendida más como una forma o medio de educación y no de castigo, sino de súplica moral. La palabra dirigida al profeta habla de “amonestar” al que yerra, buscando que éste no se aparte del buen camino y muera. Por lo tanto, aquí tiene ese sentido moral de conducir al otro al camino del bien y al seguimiento de los mandatos del Señor, para que no se aparte de Él y no muera. Si el profeta no realiza esa acción correctiva al hermano en nombre de Dios, será responsable de la vida del malvado, se le pedirán cuentas de él. La amonestación del Señor no busca el castigo ni el temor, sino salvar la vida de todos, en especial de quien se equivoca al andar. Dicho de otro modo, el plan de Dios busca animar, refrescar, resolver, expiar las acciones que permitan a quien se equivoca salvar su vida y volver al camino del Señor, cumpliendo su ley.
Cumplir la ley amando al prójimo El texto de Romanos es el punto máximo de la exhortación de Pablo. La ley tiene para él un significado permanente, pero no sirve para ganar la salvación, sino que ayuda a responder al don de Dios y su misericordia. A través de la ley se le concede al amor una alta vinculación. El amor al prójimo no es algo fácil ni algo que se supone, sino que es
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ley de Dios que mide la dignidad de cada persona y que manda amar al otro como a sí mismo. La vinculación del amor al prójimo se fundamenta en la manifestación del amor de Dios dado a nosotros. La verdadera puesta en práctica del amor al prójimo está unida a la transformación y renovación del ser humano y es concreción de la voluntad de Dios como práctica del bien. Pablo sintetiza toda acción que identifique la conducta cristiana en un solo mandamiento, el amor al prójimo. Jesús posibilita al creyente cumplir las prescripciones de la ley en cuanto que su contenido es el mandamiento del amor, que es comprendido como respuesta al amor de Dios manifestado en Cristo.
Amonestar al hermano por caridad y fe No es fácil asumir la responsabilidad del otro cuando se trata de corregirlo ante una mala decisión o un mal camino. Jesús propone hacer todo lo posible por salvar al hermano que se ha apartado del camino cometiendo algún pecado. Él usa la palabra “amonestar”, que aquí tiene el sentido de “mostrarle a alguien su pecado y llamarlo al arrepentimiento”. Pero no es algo que se hace de mala gana o para hundir al otro, sino un servicio en la caridad, corrigiendo como Dios mismo lo hace. Hay que buscar los medios para hacer que el hermano “escuche” a uno, dos o todos los miembros de la comunidad. El otro verbo importante es “escuchar” a la comunidad que tiene la autoridad para evitar, a toda costa, la pérdida de uno de los suyos. La caridad, el perdón, la corrección, la amonestación, no admiten dejar que un hermano se quede fuera de la salvación que Dios ofrece por mediación de la comunidad discipular. Corregir es una tarea que, aunque difícil y comprometedora, asume la imagen de servicio a la evangelización, a la Iglesia y al Evangelio.
Septiembre 14 FIESTA DE LA SANTA CRUZ Nm 21, 4-9 / Sal 77 / Flp 2, 6-11 / Jn 3, 13-17 Del Evangelio según san Juan (...) Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna (…) (cf. Jn 3, 13-17).
Palabra del Señor
CONTEMPLANDO AL CRUCIFICADO
L
a liturgia de este domingo eleva nuestra mirada hacia el misterio salvífico de la cruz; en ella contemplamos al Hijo único de Dios, que humillado, condenado y clavado en ella ofrece la salvación a quienes se identifican con Él y creen en Él como el enviado del Padre para salvarnos.
Bajo el signo de la salvación Dios ha dado a su pueblo, a lo largo de la historia, diversos medios para alcanzar la salvación, para mantenerse en pie, para recuperar la salud. La serpiente en el Antiguo Testamento tiene diversos significados. De ella se resalta su ataque repentino, su mordisco peligroso y su veneno, como en nuestro texto. Como animal es astuto, bajo el signo de la maldición de Dios, según el Génesis, e incluso al servicio de Dios cuando castiga a su pueblo, según el texto de hoy. La serpiente de bronce de Números 21, 4-9 se ubica en el relato de la historia de la murmuración del pueblo contra Dios. Lo que llama la atención es que la ayuda de Dios se dirige no a todos, sino sólo a los que miran el símbolo de la serpiente levantada en lo alto. Por lo mismo, levantada en lo alto, la serpiente es un signo de curación y liberación, y anticipo de lo que será el Hijo levantado sobre la cruz, no sólo para sanar, sino para alcanzar la vida eterna. Dios ha puesto una señal de salvación que todos pueden ver y que auxilia a cuantos estén dispuestos a volverse a Él.
Humillado, obediente y elevado No es fácil reconocerse en una situación inferior a la aceptada como normal por la sociedad. Cada quien quisiera mantener su puesto de superioridad y hasta de dominio sobre otros. Pablo, escribiendo a los filipenses, les hace ver la condición asumida por Jesús la cual lo condujo a la peor de las muertes decretadas, la de cruz. Cuando se
dice que Él “se humilló a sí mismo”, se indica una humillación voluntaria de parte de Cristo, nadie se la impone. Por su parte, la dimensión indicada con “obediente” expresa "prestar oído", y su obediencia se refiere a la sumisión de esclavo, más que a la voluntad de Dios, a aparecer como esclavo (dependiente) y no como Señor (independiente). Por esa actitud fundamental Él ha sido elevado, o más exactamente, “elevado al cielo” por el Padre. Por el acto libre y voluntario de Jesús, Dios lo exalta por encima y más allá del estado de gloria que tenía antes de la encarnación llevada hasta el extremo, hasta la muerte.
Elevar la mirada y contemplar la salvación Lo que fue una imagen simbólica en el Antiguo Testamento, se convierte en signo de una realidad en el Nuevo. En Juan se dice que Jesús tiene que “ser levantado”, expresión que está en sintonía con el “creer en Él” por parte del que mire. El verbo traducido por “ser levantado” indica en su original griego "elevar, exaltar". En Juan 3, 14; 8, 28; 12, 32.34 se trata de la exaltación de Jesús tanto en la cruz como al ser elevado al cielo. El verbo denota también el tipo de muerte, pues los que levantan a Jesús en la cruz, lo exaltan como juez y jefe, y esto lleva a su perfeccionamiento. Finalmente, su Reino no es de este mundo, sino que se llega a él por el camino de la cruz, la resurrección y la ascensión a la morada celestial. Quien crea en Él, que clavado en la cruz ofrece la salvación, no quedará defraudado, sino que alcanzará la vida eterna, la de su Reino. Los caminos de Dios son superiores y distintos a los seguidos por el ser humano. Dios, para salvar al ser humano, no lo humilla, sino que lo enaltece. Según su proyecto de salvación, que roza la locura, Él prefiere someter a la peor humillación a su único Hijo y dar al ser humano, a cambio, el gozo de la eternidad junto a Él.
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Guías homiléticas Septiembre 21 XXV DOMINGO ORDINARIO Is 55, 6-9 / Sal 144 / Flp 1, 20c-24.27a / Mt 20, 1-16a Del Evangelio según san Mateo (...) Si a mí me parece bien dar a este que entró a trabajar al final lo mismo que te doy a ti, es porque tengo el derecho de hacer lo que quiera con mi dinero. ¿O quizá te da envidia el que yo sea bondadoso? (…) (cf. Mt 20, 1-16a).
Palabra del Señor
ABIERTOS A UN NUEVO ROSTRO DE DIOS
L
a liturgia revela el rostro de un Dios que se presenta como diferente a lo que podríamos desear, esperar o pensar según nuestra mentalidad envidiosa y egoísta. Él es diferente en sus pensamientos, sus gustos y preferencias, así como en sus decisiones en relación con lo que da.
Pese a las diferencias, Él es fiel Hay cierta dificultad en coincidir con la manera de pensar de las personas, entre más se unan al diálogo, más variedad de ideas y pensamientos se presentan, haciendo difícil la toma de decisiones. El profeta Isaías dice que los pensamientos del pueblo de Israel no son los pensamientos de Dios, y lo mismo indica respecto a los caminos de ambos. La palabra usada para “pensamiento” indica “preferir, tener voluntad para, proponerse, querer, estar inclinado a”. Se trata entonces del propósito de intención, que en nuestro caso no es el mismo el de Dios que el del pueblo. Sin embargo, Isaías contagia de la experiencia de un Dios que en su capacidad misericordiosa supera nuestros limitados pensamientos. La diferencia de conceptos no es un impedimento para que Dios lleve adelante su proyecto de salvación. Él es rico en perdón, su misericordia aventaja en mucho lo que podamos imaginar, pensar o deliberar.
En Cristo y con Él todo se ha alcanzado ¿Qué es lo más valioso en la vida del creyente en Cristo, revelador del amor de Dios y del destino final del ser humano? Pablo profundiza en la comprensión del misterio de Dios y descubre que conocerlo y seguirlo a Él es más valioso incluso que su propia vida. Pablo nos expresa lo que para él es la vida y su existencia antes y después de la muerte: el vivir es Cristo, lo cual sería algo así como una coexistencia con Cristo, un vivir co-extensivo con 40
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Cristo, un vivir como estar en compañía de Cristo: Cristo es el motivo de todas sus acciones y de todo cuanto él pueda hacer y aspirar. Pablo ha superado el temor a la muerte y ésta se ha convertido en ganancia. “Ganancia” expresa el interés sobre un bien o capital. El “morir” para Pablo implica recibirlo todo y tener a Cristo más en plenitud que si siguiera viviendo. Morir es ganancia en el sentido de que así se puede disfrutar de forma plena de la compañía de Cristo.
La generosidad es propia de Dios La forma como se miren las cosas puede obligar a mirar más en profundidad y descubrir la verdadera intención de una acción y de su sujeto. Por eso es importante una mirada en sintonía con la bondad y magnificencia de Dios, como nos lo indica la parábola de hoy. En el texto griego de Mateo, el propietario pregunta a uno de sus trabajadores “¿O es tu ojo malo porque yo soy bueno?”. La palabra “malo” podemos traducirla por “envidioso”, mientras que “bueno” por “generoso”. Desde esta perspectiva bíblica, la justicia tiene otras dimensiones, adquiere otros matices dependiendo del lugar o prisma desde el que se le mire, en especial desde la revelación de la misericordia de Dios en su Hijo encarnado. Siendo así, todo cambia de perspectiva y adquiere un nuevo valor: las relaciones son de igualdad y se deben acoger en libertad; los últimos son los primeros, todos los jornaleros ganan el mismo jornal habiendo trabajado en total desproporción, tienen los mismos derechos, y nadie ha de atreverse a reclamarle al propietario por qué Él es bueno, la envidia cede su lugar a la bondad y generosidad del que ha decidido dar sin medida. Basta con aceptar en libertad que esa es su decisión: beneficiar y tratar a todos por igual.
Septiembre 28 XXVI DOMINGO ORDINARIO Ez 18, 25-28 / Sal 24 / Flp 2, 1-11 / Mt 21, 28-32 Del Evangelio según san Mateo (...) Entonces Jesús les dijo: “Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios (…)” (cf. Mt 21, 28-32).
Palabra del Señor
IMPORTANTE ES SABER PONERSE EN CAMINO
L
os textos litúrgicos convocan a la comunidad a un tipo de escucha que desemboque en acciones concretas que evidencien que lo que el oído escuchó, el corazón lo acogió, las manos lo ponen en práctica, de modo que todo el ser se disponga a practicar la justicia según lo solicita el Padre en su voluntad.
Arrepentirse para salvar la vida Es experiencia humana cotidiana el errar, equivocarse, sumirse en el pecado, pero lo es también el arrepentirse, buscar la salvación, ponerse a salvo. El texto de Ezequiel habla de que “cuando el pecador se arrepiente, salva su vida”. El profeta presenta los rasgos del rostro misericordioso de Dios. Partiendo de esta experiencia Él es uno dispuesto a perdonar cuando ve una acción que revela conversión, arrepentimiento, rectitud, justicia y disposición a la vida. El proceder de Dios es justo en cuanto que Él espera “ver” actitudes que correspondan a su revelación como misericordioso. Además, la conversión no es sólo un volverse a Dios, cosa que puede ser muy subjetiva y sin repercusión en las acciones cotidianas, sino la manifestación de signos concretos que evidencien un cambio de conducta también en relación con los otros, en el campo de la justicia, la bondad, la superación de todo acto de maldad. Es salvar la propia vida y al hacerlo se salva incluso la vida de los otros.
Vacíos de todo, a ejemplo de Cristo La comunidad de Filipo, fundada por Pablo, enfrenta algunos problemas de comunión, de tensiones entre comunidades domésticas, a las cuales Pablo da respuesta desde el ejemplo de Cristo, el cual tuvo una existencia de servicio a favor de los demás. Pablo explica cómo han de ser las actitudes y comportamientos de quien ha decidido volverse al Señor y sus repercusiones en la vida de la comunidad. El principio fundamental lo da el versículo 5: tener los mismos sentimientos que
tuvo Cristo Jesús. Éstos se especifican en los siguientes términos: anonadarse, humillarse, entregarse, tocar fondo abandonándose sólo en el poder de Dios que salva. Desde Jesús y la verdadera confesión de fe en su soberanía, adquirida al precio del anonadamiento hasta la muerte de cruz, se puede descubrir el comportamiento conveniente de los creyentes. Son tres aspectos: preexistencia eterna en igualdad con Dios; encarnación como anonadamiento y humillación hasta la muerte en cruz; exaltación y adoración por parte de todo el universo. “En Cristo” indica que todo a lo que Pablo exhorta se determina en Él.
Buscando el camino del arrepentimiento La palabra griega utilizada por Mateo para indicar el “arrepentimiento” del segundo hijo del padre, que a pesar de su negativa, terminó yendo a trabajar a la viña, significa “experimentar remordimiento”. Sin embargo, cabe notar que este tipo de arrepentimiento normalmente no es tan fuerte como aquel que llega a un cambio de corazón efectuado por Dios y que conduce a la salvación. El sentir remordimiento todavía no es lo mismo que dejar a Dios actuar en el corazón. En todo caso, para Jesús el signo decisivo no es lo que sale de la boca ante un requerimiento, sea esto un sí o un no, sino la obra que se realiza aun después de haberse negado a hacerla, y aun cuando ese actuar no sea todavía signo de una conversión de corazón, pero ya se está en camino hacia ella. En la parábola, uno de los hijos finalmente se arrepintió y fue a hacer la voluntad de su padre. En este sentido, convertirse implica realizar acciones que sintonicen con el querer de un Dios que posee los rasgos de un papá y su paciencia, uno que no obliga, que acepta la decisión de sus hijos, pero que a la vez espera paciente a que cambie de opinión, recapacite y se decida por su querer salvífico. El rostro de Dios del texto de Mateo anima a crecer en la fe y la comprensión de Dios. julio / septiembre - 2014 - Vida pastoral no 155
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Especial
Un siglo de historia
El 20 de agosto de 1914, en la ciudad de Alba, abre la escuela tipográfica “Pequeño Obrero”, que se convertiría en la primera de sus fundaciones religiosas: la “Sociedad de San Pablo”.
1914
En el santuario Reina de los Apóstoles con la visita del Primer Ministro de Italia, Giuseppe Pella, 1954.
1954 42
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El P. Alberione junto al P. Timoteo Giaccardo, primer sacerdote paulino (1917) y el primer vicario general de la Sociedad de San Pablo.
Con las Pías Discípulas del Divino Maestro. Congregación fundada en 1924 en Alba, Italia.
1917
1924
Santiago Alberione con un grupo de jóvenes delante del santuario de la Reina de los Apóstoles, en Roma, inaugurado en 1954.
1954
Junto al papa Pablo VI, su entrañable amigo, que lo visitará horas antes de su muerte, en 1971.
1971
Al interior de una librería de la Sociedad de San Pablo, España, comunidad fundada en 1934.
1934
Muerte del P. Santiago Alberione en Roma, acaecido en 1971, a la edad de 87 años.
La primera superiora de las Hijas de San Pablo, maestra Tecla Merlo, y el cardenal Giovanni Battista Montini, arzobispo de Milán, 1954.
El P. Alberione visitando un taller de impresión en la Congregación de la India, junto al P. Juan Bautista Ferrero.
1954
P. Alberione 1914 - 1971
1971 julio / septiembre - 2014 - Vida pastoral no 155
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Especial
Reavivar el
carisma paulino con la misión Por: P. Silvio Sassi, ssp
Durante estos tres años de preparación para el centenario del año 2014, cada uno de los miembros de las diez instituciones que forman la Familia Paulina se ha sentido personalmente incluido en el número de aquellos que el Primer Maestro imaginaba como colaboradores y continuadores de su intuición sugerida por el Espíritu: “Vagando con la mente en el futuro, le parecía que en el nuevo siglo personas generosas sentirían cuanto él sentía” (AD 17) y que, asociándose en organizaciones serían capaces de “hacer penetrar el Evangelio en las masas” (AD 14).
A
quello que el joven Alberione “sintió” durante la adoración en la noche del paso del 31 de diciembre de 1900 al 1 de enero de 1901 surgió de la convergencia de muchas fuentes de inspiración que concentraban la atención sobre dos polos: la invitación de Jesús, “vengan todos a mí” (Mt 11, 28), y la constatación de que la gente se estaba alejando de la Iglesia y de la vida de fe, sobre todo a causa de la prensa antirreligiosa. Para pensar y realizar un proyecto que pudiera hacer llegar la invitación de Cristo a las masa alejadas de la fe, el seminarista Alberione “se sintió profundamente obligado a prepararse para hacer algo por el Señor y por los hombres del nuevo siglo, con quienes habría de vivir” (AD 15), esto es, “se sintió obligado a servir a la Iglesia, a los hombres del nuevo siglo y a trabajar con otros” (AD 20).
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Una vez ordenado sacerdote, don Alberione, inspirándose en la reforma pastoral del papa Pío X, en libros y revistas de pastoral, y valorizando la experiencia directa de algunos párrocos, se esforzará en pensar y enseñar a los jóvenes sacerdotes de la diócesis de Alba “una nueva evangelización” en la parroquia, concentrada en una renovada comprensión de la identidad del párroco y de su ministerio sacerdotal.
dios proporcionales y almas ardientes de fe. No existe otro medio más adecuado que la prensa y los apóstoles ardientes no pueden provenir sino de la juventud”. Para reavivar el carisma paulino, a cien años de su nacimiento, la Sociedad de San Pablo y toda la Familia Paulina tienen el deber de conocer bien y de actualizar algunos de sus elementos inmutables.
Con las dos publicaciones: Apuntes de teología pastoral (1912 y 1915) y La mujer asociada al celo sacerdotal (1915), don Alberione tiene la intención de formar un párroco dedicado al “cuidado de las almas”, que vive en medio de su gente, que conoce bien a su pueblo, que quiere llegar a todos y, por lo tanto, sabe valorar también a los laicos, en particular, la colaboración femenina, que vive y propone una vida de fe integral porque se basa en verdades de fe que dan sentido a la oración y a los sacramentos, y motivan las opciones prácticas de la vida individual y social. Cuando, a principios de septiembre de 1913, el obispo le confía la dirección del semanario diocesano Gazzeta d´Alba, don Alberione lee el signo de la voluntad divina para dar inicio a un proyecto nuevo de evangelización de las masas que complementara la actividad pastoral de la parroquia, imposibilitada, para llegar a aquellos que no frecuentaban la iglesia. Como complemento de la evangelización de la parroquia, don Alberione pone en igualdad de dignidad y autonomía la evangelización con la prensa, elaborando un proyecto completo de “nueva evangelización”: “El mundo tiene necesidad de una nueva, larga y profunda evangelización… se necesitan me-
El carisma paulino es pastoral, misionero y todo dirigido a la evangelización. Debemos elevar esta dimensión inmutable con el Vaticano II, Ecclesiam suam (1964) y Evangelii nuntiandi (1975) de Pablo VI, Redemptoris missio (1990) de Juan Pablo II, Verbum Domini (2010) de Benedicto XVI y Evangelii gaudium (2013) del papa Francisco. El carisma paulino es la comunicación. Para testimoniar a Cristo son válidas todas las formas y lenguajes de la comunicación. Parte integrante de la actividad apostólica son la investigación y la docencia científica de la comunicación, pues permiten conocerla más y hacer un mejor uso de ella. Las indicaciones
sobre la comunicación ofrecidas por el Vaticano II y por el sucesivo Magisterio universal de los Papas deben estimularnos a tener una actualización consciente. Cuando cambia la comunicación, todos los componentes del carisma paulino están en movimiento para una reformulación adecuada. El carisma paulino debe ser “san Pablo vivo hoy”. El Primer Maestro, considerando al Apóstol como el intérprete más completo de Cristo, nos pensó como una continuación de la experiencia espiritual y apostólica de san Pablo en la Iglesia de hoy. Sin orar, profundizar, asimilar y proponer a san Pablo, la Familia Paulina no merecería su nombre. El carisma paulino puede ser vivido en todo estado de vida eclesial y como familia. Las cinco congregaciones religiosas, los cuatro institutos paulinos de vida consagrada secular agregados a la Sociedad de San Pablo y las asociaciones de cooperadores paulinos por voluntad del Primer Maestro constituyen una familia que vive una idéntica espiritualidad y evangelizan con apostolados diversos pero convergentes. Cuanto más se profundiza la posibilidad de que el carisma paulino sea vivido como familia, tanto más se aprecia cada modo particular relacionado con el estado de la vida eclesial. El carisma paulino se “proyecta hacia adelante” (cf. Flp 3, 13) porque ha recibido como consigna del Primer Maestro “evangelizar a los hombres de hoy con los medios de hoy” en toda época. El carisma paulino se parece más a una vela que a un ancla, pero, para avanzar, el Espíritu que sopla la vela requiere nuestra colaboración, no sólo para usar “los medios de hoy”, sino para conocer bien a “los hombres de hoy”.
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Especial
LA
Fascinación DE ANUNCIAR el Evangelio ERA DE las comunicaciones EN LA
Por: Luis Daniel Londoño
Celebrar cien años es, sin duda, un momento especial de gracia, de fiesta y de inmensas bendiciones, no sólo para la Familia Paulina, sino también para la Iglesia y la sociedad. Las congregaciones religiosas, con su carisma, representan una enorme riqueza en esa tarea, cada vez más apremiante, de anunciar el Evangelio a todos los pueblos, y en este caso, tal como lo propuso a la Iglesia Santiago Alberione, inspirado en la figura del apóstol san Pablo, con los “medios e instrumentos de la comunicación”.
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E
ntre los aspectos relevantes que caracterizan la tarea evangelizadora vanguardista que la Familia Paulina realiza, desde su rica experiencia espiritual y de formación humana integral, en el corazón de la Iglesia y la sociedad, tal como se describe en los elementos constitutivos de su identidad, se pueden destacar los siguientes: “Hablar a las personas de hoy con los lenguajes de hoy; vivir y dar a Jesús Maestro, Camino, Verdad y Vida al mundo; ser san Pablo vivo hoy, el apóstol por vocación de la comunicación…”. Todos estos aspectos que dinamizan la vida paulina están en función de la misión, la cual consiste en “evangelizar la cultura multimedial que estamos viviendo”. Esta misión significa ser capaces de vivir y traducir en los lenguajes actuales, la íntima experiencia personal y comunitaria de Cristo.
Con
Jesús
hacia el Para una espiritualidad del seguimiento
El cristiano que elige y vuelve a elegir a Cristo como el absoluto de su vida, descubrirá en sí mismo una aanidad creciente con Él.
El aporte decisivo de la Congregación a través de la Editorial San Pablo en la tarea evangelizadora de la Iglesia, en su centenario de fundación (19142014) en el mundo, y los 66 años de presencia en Colombia, ha estado matizado por una mirada global de los problemas y necesidades que aquejan a la sociedad, y desde esa perspectiva trata de dar una respuesta utilizando “los medios más rápidos y eficaces de la comunicación”. En esta mirada global, la expresión adecuada para describir la “pasión evangelizadora” del carisma paulino es la “fascinación” (que se presentará más adelante en tres momentos). ¿Por qué? Porque quedar fascinado es mucho más que admirar o reconocer el trabajo de alguien; es sentirse tocado y seducido en las propias fibras, y eso es lo que ha experimentado el apostolado carismático que el Espíritu Santo ha provocado en la tarea misionera de la Familia Paulina. Es una real fascinación y un desafío de grandes proporciones anunciar el Evangelio en la era de la revolución de las comunicaciones, porque, si bien es cierto, la Familia Paulina tiene una rica tradición en el manejo de los diversos medios de comunicación y en la riqueza de sus publicaciones. El mundo ha cambiado, ahora es más pequeño. Es “una aldea global” y, en palabras de Juan Pablo II, un escenario donde existen “nuevos areópagos, donde es urgente anunciar el Evangelio con un lenguaje comprensible y convincente, así como san Pablo un día lo hizo en la capital de Grecia, al presentar ante los atenienses el ‘Dios desconocido’”.
Aportes bíblicos que reeejan el
seguimiento neotestamentario con conceptos para profundizar y personalizar.
Especial
1. La fascinación de “Llevar la Palabra de Dios a los hombres de hoy, con los medios de hoy” Éste es un concepto central en la perspectiva profética del fundador de la Familia Paulina, beato Santiago Alberione. Es una de las grandes inspiraciones que, de manera particular, acapara la atención y que ha desarrollado con fidelidad la Familia Paulina de generación en generación, de forma loable: anunciar el Evangelio a lo largo y ancho del ciberespacio, hacer que la Palabra de Dios resuene en los ciento cuarenta caracteres de Twitter, en los muros virtuales de Facebook, en los chats cotidianos, en las aplicaciones para los teléfonos inteligentes y las tablets, en los canales de Youtube, en el lenguaje web, en la radio y la televisión online, en la cadena de mensajes de los correos electrónicos, allí donde están los nuevos lugares de encuentro de los seres humanos. Ahí la misión de la Familia Paulina se hace más grande y valiente para impactar con el mensaje del Evangelio el corazón de los seres humanos.
2. La fascinación de “anunciar a Cristo Camino, Verdad y Vida” Si bien es cierto que el anterior concepto es de carácter misional, este otro concepto es el primero y fundamental, porque constituye el núcleo de la espiritualidad paulina y el que en definitiva moldea el contenido, tanto de la formación de hombres y mujeres de esta gran familia, como el que marca el norte en la elaboración de sus productos de difusión en sus librerías, medios de comunicación y nuevas tecnologías de la información.
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Es anunciar a Cristo Camino, en un mundo en el que conviven diversas formas de pensar, de creer y en el que “las semillas del Verbo” germinan en la multitud de culturas; anunciar a Cristo Verdad, en un mundo que busca espacios ecuménicos y de diálogo interreligioso, en el que, como proclamaba san Agustín de Hipona, se descubra que “la verdad no es mía ni tuya, para que pueda ser tuya y mía” (Comentario a los Salmos, 80); anunciar a Cristo Vida, en un mundo en que se evidencian tantos signos de muerte, para que, por el contrario, la “hermosura sea esa carta de recomendación escrita por Dios” (Santiago Alberione).
3. La fascinación de sentir con Alberione “un amor especial a la Iglesia y al Papa” Es admirable el sentido de pertenencia a la Iglesia y esa chispa común de unidad que proclama el beato Alberione. Sin duda alguna, hoy más que nunca y ante un mundo dividido, el uso de los medios de comunicación y de las nuevas tecnologías de la información requiere este sentido de unidad, no sólo de la Iglesia, sino de toda la comunidad humana. Probablemente, como buen admirador que era, el símil del cuerpo que utilizó el apóstol san Pablo para explicar y anunciar la unidad de Iglesia está en la base de los elementos constitutivos de la espiritualidad de la Familia Paulina y que sirvió de inspiración para que el Fundador sintiera este aprecio por el Cuerpo de Cristo y por su Vicario, el Papa. Las palabras del papa Francisco que hacen referencia a la internet, con seguridad, seguirán motivando la tarea de la Familia Paulina a forjar buenos “ciudadanos digitales”: “Los medios de comunicación ayudan a sentirnos más cercanos los unos a los otros; para superar las divisiones y las diferencias hay que escuchar y aprender los unos de los otros… Internet puede ofrecer mayores posibilidades de encuentro y solidaridad entre todos; y esto es algo bueno, es un don de Dios… el mensaje cristiano puede viajar hasta los confines de la tierra, al abrir las puertas de la Iglesia al mundo digital, el Evangelio puede cruzar el umbral del templo y salir al encuentro de todos” (Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 2013).
Al cumplirse los primeros cincuenta años del Concilio Ecuménico Vaticano II, el CELAM publica este volumen que contiene las orientaciones que han venido dando los Obispos de América Latina y El Caribe para aplicar sus Constituciones, Decretos y Declaraciones.
Río de Janeiro 1955
Medellín 1968
Puebla 1979
Santo Domingo Aparecida 2007 1992
Misión Continental
Testigos de la fe Un
Por: P. Stefano Lamera, ssp
“Patriarca” en la Familia Paulina1 Santiago Alberione era un hombre de baja estatura, flaco, con frecuentes dolores físicos y morales, pero de la estatura de un hombre-legión, con una actividad inmensa, surgida de su intensa y prolongada oración. Un gran admirador, enamorado e imitador de san Pablo, que hizo suya la expresión: “Vivo yo, pero no soy quien vive, es Cristo quien vive en mí” (Ga 2, 20).
Vivir a Jesucristo y darlo a los hombres de hoy con los medios de hoy
E
n obediencia a Dios y a la Iglesia, el 20 de agosto de 1914 daba inicio en Alba (Italia) a la Familia Paulina, con la fundación de la Sociedad de San Pablo. Seguidamente fue dando vida a las otras nueve ramas de la Familia Paulina, unidas entre ellas por el mismo ideal de santidad y de apostolado, “con un vínculo más fuerte que el de la sangre”: llevar a Cristo a los hombres y a la sociedad de hoy mediante los instrumentos de la comunicación social.
1 Del libro Ricordati, Signore, dei nostri padri (Acuérdate, Señor, de nuestros padres).
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El mapamundi está siempre sobre su escritorio; lo mira, lo contempla, calcula habitantes y distancias, y sueña con centenares de miles de sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos enamorados de Cristo y de la gente, para acercar las masas descristianizadas o todavía paganas.
Una vez obtenida la aprobación diocesana para su obra, en 1927, el P. Alberione comenzó a pensar en las futuras fundaciones en todo el mundo. Así como san Pablo, su inspirador, piensa en grande, aunque luego es sumamente concreto en la planificación de sus actividades y muy sobrio con el tiempo.
En la vida del P. Alberione hubo siempre una preocupación: llegar a todos, llegar pronto, y esto es posible solamente con los medios más rápidos y eficaces, los instrumentos de la comunicación social. Lo impulsaba el ansia pastoral, el deseo de hacer llegar el Evangelio a todos. Si el hombre ya no viene a las iglesias, la Iglesia tiene que llegar a él, con el Evangelio de la salvación dondequiera que esté, con el lenguaje que le sea comprensible hoy, repetía.
Con frecuencia se dejaba llevar por los sueños: hacer llegar la Biblia a todos en sus textos completos, en ediciones para las familias o ilustradas para los niños y analfabetos. Por la experiencia que tenía de sus viajes en muchas naciones, visitando sus numerosas fundaciones, afirmaba: “El mundo no comprende ya nuestro lenguaje; es que no nos hacemos entender; y cuando asumimos su lenguaje, ¡el mundo ya está un kilómetro más lejos que nosotros!”. El secreto de su multiforme e intensa actividad fue su vida interior, que hizo posible su adhesión total a la voluntad de Dios, realizando en sí la experiencia de san Pablo: “Para mí la vida es Cristo” (Flp 1, 21).
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Testigos de la fe El P. Alberione no se atribuyó nunca el título de padre respecto de la Familia Paulina, sino que dejó traslucir repetidas veces su firme convicción de que había sido elegido como Abrahán y como los profetas para llevar a cabo una obra que él debía comenzar en la Iglesia. Pero en realidad fue padre y modelo de fe. En un siglo marcado por la negación de Dios, por el ateísmo de masas y por la indiferencia religiosa, por la tecnología y el progreso contrapuestos a Dios, el P. Alberione se nos presenta como Abrahán, el hombre de la fe y testigo del Absoluto. Tuvo el coraje de partir hacia una tierra nueva, por “caminos todavía no abiertos”, hacia un territorio que necesita ser evangelizado y reevangelizado. Santiago Alberione tomó en serio el llamado de Dios y se confió totalmente a Él. Emprendió su camino como portador de un nuevo futuro para la Iglesia; sabiendo que se convertiría en padre de una descendencia incontable, con la certeza de que muchos se unirán a él a lo largo de los siglos, para dar al mundo “todo el Cristo a todo el hombre”; es decir: Jesús Maestro, Camino, Verdad y Vida, y así preparar para la humanidad una época nueva, en la cual Dios conducirá eficazmente hacia Cristo a los hombres por medio de “nuevos apóstoles”, los cuales tendrán por padre a san Pablo, Apóstol de las Gentes, y por Madre y Maestra a la Virgen María, Reina de los Apóstoles.
La fe del P. Alberione es su única seguridad, por encima de todo cálculo humano. Escribió: “Dios quería cuanto se ha hecho en la Sociedad de San Pablo; comenzaría de nuevo desde el principio, porque era su voluntad”. “Estamos fundamentados en Cristo y en la Iglesia”. Pero se veía a sí mismo pobre y desprovisto de todo, por eso firmó con Dios un cheque en blanco e hizo con Él un pacto de absoluta fidelidad. Él vivía a diario la palabra de Jesús: “Sin mí no pueden hacer nada”(Jn 15, 5), transformándola en oración: “Por mí solo nada puedo; con Dios lo puedo todo”.
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Aventajado discípulo de san Pablo, vivió para sí y comunicó a sus hijos e hijas la experiencia del Apóstol: “Para mí la vida es Cristo… Todo lo que hasta ahora consideraba una ganancia, lo tengo por pérdida, a causa de Cristo. Más aún, todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús. Por Él he sacrificado todas las cosas, pues las considero como desperdicio, con tal de ganar a Cristo y estar unido a Él. Olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia delante, hacia la meta, para alcanzar el premio al que Dios nos llama en Cristo Jesús” (Flp 1, 21; 3, 7-14). La experiencia total de Cristo, el P. Alberione la ha vivido “por medio de san Pablo”; es decir, recibiendo del mismo Apóstol el don de conocimiento vivencial de Cristo y su participación en la vida divina. De aquí deriva la insistente declaración del Fundador sobre el hecho de que sólo a través de san Pablo la Familia Paulina realiza su relación vital con Cristo, interpreta correctamente el Evangelio y vive la propia vocación. “Sea para san Pablo el reconocimiento más vivo… a san Pablo apóstol, que es el verdadero fundador de la Congregación. De hecho, él es su padre, su maestro, su modelo, su protector. Él ha formado para sí esta Familia… Todo es de san Pablo, que es el más completo intérprete del Divino Maestro. Él todo lo impulsó, todo lo iluminó, todo lo sustentó; él fue el guía, el administrador, el defensor, el sostén. No hemos elegido nosotros a san Pablo, sino que fue él quien nos eligió a nosotros. La Familia Paulina debe ser san Pablo vivo hoy, según la mente del Divino Maestro; y obrar bajo la mirada y con la gracia de María, Reina de los Apóstoles” (CISP 147). Por eso “la Familia Paulina aspira a vivir integralmente el Evangelio de Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, en el espíritu de san Pablo. El secreto de grandeza y de riqueza es modelarse según Dios, viviendo en Cristo… y alimentarse de cada frase del Evangelio según el espíritu de san Pablo”.
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Testigos de la fe
“El Apóstol de los Gentiles es el discípulo que conoce al Maestro Divino en su plenitud: él lo vive en todo, sondea los profundos misterios de su doctrina, de su corazón, de su santidad, de su humanidad y divinidad; lo ve como doctor, hostia, sacerdote; nos presenta al Cristo total, como Él mismo se había definido: Camino, Verdad y Vida” (AD 93). Así, a través de san Pablo, la Familia Paulina se remonta a Cristo, Hijo de Dios y Maestro del hombre. El P. Alberione es el eslabón que nos une a Pablo, y por él, a Cristo y al Padre. Por tanto, nuestra historia se enraíza en Dios, principio y fin de todas las cosas. Todo esto nos lo confirma el mismo Fundador en su autobiografía carismática Abundantes divitiae gratiae suae:
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“Si, para condescender a la petición de ustedes, quisiera él (se refiere a sí mismo) narrar algo de cuanto aún recuerda, debería contar una doble historia… De esta historia, considerada parte por parte, él medita cada día los diversos momentos en las conversaciones con Cristo Jesús… Esta historia ha producido en él una profunda persuasión y la convierte en oración viva: todos deben considerar sólo a san Pablo após-
tol como padre, maestro, modelo, fundador. De hecho, lo es. Por él ha nacido (la Familia Paulina), por él fue alimentada, él la hizo crecer y de él tomó el espíritu. En cuanto a él (sigue hablando de sí mismo), por ser el más anciano, tuvo que recibir del Señor y dar a los otros… Así pretendo pertenecer a esta admirable Familia Paulina: como servidor, ahora y en el cielo; donde me preocuparé de quienes empleen
los medios modernos y más eficaces para el bien: en santidad, en Cristo y en la Iglesia… Abundantes riquezas de gracia que, por su bondad, Dios ha otorgado a la Familia Paulina en Cristo Jesús; que se han de revelar en los futuros siglos por medio de los nuevos ángeles en la tierra, los religiosos… Todo esto se debe a Dios; todo nos lleva al Magníficat” (AD 1-4). En este texto fundamental encontramos descritas las líneas esenciales y el sentido carismático de nuestra genealogía. El P. Alberione, como auténtico patriarca, “recuerda”, “medita” la propia historia; hace “memoria”, en sentido bíblico y litúrgico, refiriendo la propia aventura a la Providencia de Dios y extrayendo una lección capital: la ascendencia paulina de la propia vocación y de la vocación de los suyos.
A través de esta ascendencia, él “recibe” y “transmite” las insondables riquezas recibidas por la mediación del Apóstol y destinadas a enriquecer a la Iglesia “a lo largo de los siglos futuros” mediante los “nuevos ángeles”; es decir, los religiosos y las religiosas de la Familia Paulina. El P. Alberione dio la vuelta al mundo varias veces para visitar y animar a sus numerosos hijos e hijas esparcidos rápidamente por los cinco continentes, en los cuales dejaba, a su muerte, alrededor de 250 comunidades. Pasó a recibir el premio eterno el 26 de noviembre de 1971, en Roma, a la edad de 87 años. Sus últimas palabras inteligibles fueron: “Muero... ¡El cielo!... ¡Ruego por todos!”. Mientras estaba en agonía, lo visitó el papa Pablo VI. Fue el homenaje del Pastor máximo a uno de los más preclaros hijos de la Iglesia contemporánea.
En librería DE julio A septiembre LEEMOS Con motivo del centenario de la Sociedad de San Pablo quisimos recomendar en esta edición, especialmente las publicaciones de algunos de sus miembros, con el propósito de hacer un reconocimiento a su aporte en el apostolado de las ediciones:
EL RECOMENDADO ES... BEATO SANTIAGO ALBERIONE, UNA LUZ PARA COMUNICAR EL EVANGELIO José Antonio Pérez La fuente de toda la actividad del beato Alberione y de su fecundidad como fundador de la gran Familia Paulina es una: su corazón de apóstol. En esta biografía, el padre José Antonio Pérez relata la vida del Beato Santiago Alberione sobre la metáfora de la luz, una luz que, como dice el Señor, no puede esconderse bajo el celemín. “Como fuego ardiente, la luz del Evangelio impregnó por completo su existencia, en perfecta
armonía con su carácter valiente y humilde, con su formidable capacidad de intuición, con su tenaz clarividencia, con su incansable espíritu práctico” (Card. José Saraiva Martins).
la propuesta espiritual del beato santiago alberione Guido Gandolfo El Donec Formetur se puede describir como el resultado de la actividad formativa, humano-espiritual-apostólica, que el Beato Santiago Alberione iba transmitiendo a sus hijos e hijas, desde los primeros años de fundación. En este documento se encuentra la clave para comprender toda la enseñanza que el Fundador consignó a la Familia Paulina de modo que, como afirma el autor, “todo hermano y hermana de la Familia Paulina, al tener contacto con la propuesta del
Padre común, sienta arder el corazón (cf. Lc 24, 32), y decida adentrarse prontamente en este itinerario, exigente pero unificador y liberador”.
101 CATEQUESIS SOBRE LA EUCARISTÍA Martín Sepúlveda Un libro que explica de manera sencilla cada momento de la Eucaristía y cada símbolo que ella nos presenta, en su respectivo orden, y de esa manera ayuda en la comprensión de esta celebración. Igualmente, ofrece varias reflexiones que servirán de formación para todos los fieles. Un libro breve y fácil de leer,
que hace alusión permanente a la Instrucción General del Misal Romano.
SANTOS EN OVEROL Aristelio Monroy Incluye sencillas biografías de dos beatos y cuatro venerables. Llamados santos por la historia de santidad que caracterizó sus vidas. “En overol” porque son presentados en el ejercicio de la profesión que el Padre celestial les confió como trabajadores de la viña del Señor. Es el traje que utilizan los religiosos paulinos mientras manejan las máquinas de la imprenta, de la cinematografía, etc. Un ameno e intere-
sante libro para quienes están en proceso de formación religiosa y para comprender mejor el carisma paulino.
¿DIOS TOLERA LAS INJUSTICIAS? Danilo Medina El sentimiento de rebeldía y de protesta ante el sufrimiento de los inocentes y ante el dolor de las víctimas de atropellos e injusticias no es nuevo: ya en la literatura bíblica se recogen angustiosos y hasta irreverentes gritos y reclamos dirigidos a Dios para pedir explicación, o simplemente para entregar a Él las frustraciones y desánimos que producen tales situaciones. El libro de Job es uno de los libros de la Sagrada Escritura que con mayor crudeza afronta, desde la fe y desde la experiencia concreta de la vida, el drama del sufrimiento del justo y la aparente indiferencia de Dios. En este estudio, el autor hace un análisis de un pasaje del libro de Job donde
se hace una denuncia de la injusticia de la realidad social de su tiempo. La coincidencia de las circunstancias de injusticia y pobreza de aquel tiempo con nuestra realidad latinoamericana puede ofrecer un aporte en la tarea de promoción humana y liberación cristiana en la que está empeñada la Iglesia de América Latina, en coherencia y comunión con los planteamientos de la Iglesia universal.
¡VADE RETRO SATANás! Gabriel Amorth ¿Quién es Satanás? ¿Cómo trabaja? ¿Cómo podemos reconocerlo y combatirlo? ¿Qué es un exorcismo? Del más famoso exorcista italiano, una sencilla y clara guía para luchar contra el Maligno. El libro comprende las más importantes cuestiones relacionadas con posesiones diabólicas y con la manera de evitar al demonio. Un libro que ayudará a quienes quieren entender la misteriosa presencia del Maligno en nuestras vidas.
Un texto fundado en la Palabra de Dios: “La Biblia nunca nos dice que debemos temer al demonio”.
Cultura La reconciliación sobre la base del perdón, la sanación de la memoria y la justicia restaurativa
M
ichael Lapsley es un sacerdote anglicano de Nueva Zelandia. Fue ordenado sacerdote en Australia y enviado como misionero a Sudáfrica en 1973. En 1990, durante su exilio en Zimbabue debido a su oposición al apartheid en Sudáfrica, fue víctima de un atentado, en el cual perdió las manos y un ojo. En su libro Reconciliarse con el pasado. Un camino desde la lucha por la libertad hacia la sanación, narra su experiencia y el viaje que emprendió desde allí para tomar conciencia de las implicaciones sociales del Evangelio, y para redescubrir su vocación como promotor de la sanación de las víctimas de la violencia con base en el mensaje de Cristo, de modo que seamos capaces de transformar el sufrimiento en una fuerza vital que conlleve el crecimiento como personas y como sociedad. A través de sus talleres de sanación de los recuerdos, Lapsley propone un camino para la reconciliación tanto personal como social, sobre la base de una concepción de justicia restaurativa que ha de sustituir a la justicia retributiva, en aras de la consolidación de todo proceso de pacificación. Como seres humanos siempre en crecimiento, tenemos que enfrentarnos a momentos cruciales y difíciles que dejan heridas y huellas dolorosas, que pueden agudizarse si vivimos en una sociedad en conflicto. Así nos encontramos ante preguntas como: ¿cómo pue-
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do sanar mi dolor?, ¿se reconocerá algún día el mal que se me ha hecho?, ¿cómo manejo los recuerdos desgarradores?, ¿tengo que perdonar?, ¿cuál es el papel de mi fe en todo ello?, ¿es posible conciliar el perdón con la lucha por la justicia? Lapsley entiende el perdón como un proceso interactivo entre un “yo” y un “tú”, en el cual el uno asume su dolor y su proceso de sanación, y el otro asume su responsabilidad y emprende una restitución tanto moral como material: “El perdón no está supeditado a la restitución, pero la restitución sí resulta necesaria para sanar plenamente la relación entre nosotros dos”. No se trata de hacer borrón y cuenta nueva, de olvidar para perdonar, sino de tomar conciencia de la realidad de cada uno, de las consecuencias de las acciones emprendidas, de la responsabilidad y de reconocer al otro en su dignidad como ser humano. Esta propuesta de Lapsley tiene dos pilares fundamentales: el Evangelio cristiano, que nos llama a obrar, siempre y ante todo, en pro de la dignidad y la justicia humana, y la justicia restaurativa, sobre todo en procesos de transición para la consolidación de una sociedad justa. A partir de su experiencia como víctima de un atentado con un paquete-bomba y de su participación en el proceso de reconciliación del pueblo sudafricano y de transición del régimen del apartheid hacia la democracia, Lapsley afirma:
Pasé a formular lo que a mi juicio constituía la cuestión moral primordial: ¿en quién recae la responsabilidad por lo que se me hizo a mí y a otras personas? Tras mi atentado había declarado a menudo: “En mi opinión, habría que encerrar a quienes envían paquetes-bomba”. Esto es lo que solía afirmar. El orden establecido despertaba en mí un deseo de justicia retributiva. Luego, sin embargo, había comenzado a asociar cada vez más las nociones de justicia restaurativa a mi propia situación. Ahora la rectificación del orden moral que representaban las audiencias me retaba a ser más generoso e indulgente. En consecuencia, declaré ante la comisión que no estaba amargado ni albergaba un afán de venganza, pero que esperaba que se identificara a la persona o las personas responsables de mi atentado.
En su libro, en sus conferencias, en sus talleres, Lapsley desarrolla el tema de la justicia restaurativa y el perdón. Como cristianos sabemos que, al final, el mal dará paso al bien y la muerte dará paso a la vida. Si esto se toma en serio, la fe inspira la actividad política. *** Michael Lapsley estará en Colombia del 24 al 31 de agosto y dictará conferencias sobre el tema del perdón, la reconciliación y la justicia, así como un taller de sanación de los recuerdos, dirigido especialmente a quienes están comprometidos con el acompañamiento a las víctimas del conflicto y el apoyo a los procesos de reinserción. La propuesta de la reconciliación sobre la base del perdón, la sanación de la memoria y la justicia restaurativa abre caminos para la reflexión en torno al tema de la justicia, un tema álgido y pertinente para la sociedad latinoamericana.
#lapsley
PRÓXIMAMENTE EN COLOMBIA PADRE
MICHAEL LAPSLEY
Sacerdote anglicano que sobrevivió a un atentado y utiliza su experiencia para ayudar a otros a través del perdón.
CONFERENCIA:
Perdón, memoria y justicia restaurativa
Autor del libro
Reconciliarse con el PASADO LUNES 25 DE AGOSTO:
Sanación de la memoria y crecimiento como persona,
MARTES 26 DE AGOSTO:
Justicia restaurativa y sanación de la memoria en los procesos de paz y resolución de conflictos,
MIÉRCOLES 27 DE AGOSTO:
La importancia de apoyar a las partes en los procesos de paz y resolución de conflictos.
Boleta por conferencia: $50.000 Con el apoyo de:
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Biblia
¿ Por: Ariel Álvarez Valdés
La muerte más dudosa Muchos católicos han creído durante siglos, y algunos todavía siguen creyendo, que la Virgen María no murió como las demás creaturas. Que al llegar la hora de su partida de este mundo, se quedó dormida como en un sueño profundo y así fue llevada en cuerpo y alma al cielo por Dios. Por lo tanto, su cuerpo no habría sufrido
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la corrupción que normalmente experimenta todo cadáver. Esta creencia se formó a partir de tres pasajes de la Biblia, en los que expresamente se dice que la muerte entró en el mundo por culpa del pecado. Estos pasajes se encuentran en el libro del Génesis (c.3), en el libro de la Sabiduría (2, 23-24), y en las cartas de Pablo (Rm 5, 12; 1Co 15, 21). Ahora bien, si aceptamos lo que dicen estos textos de la Escritura,
que la muerte entró en el mundo por culpa del pecado, como la Virgen María nunca cometió pecado, no le correspondía morir, y por lo tanto debió pasar directamente de la vida terrena a la vida eterna. Sin embargo, esta opinión nunca fue unánime en la Iglesia y dividió a los estudiosos católicos durante mucho tiempo, puesto que muchos otros sostenían expresamente que la Madre de Dios sí tuvo que haber muerto, ya que ésa es la condición normal de todo ser humano.
El silencio del Papa En 1950, el papa Pío XII decidió declarar como dogma de fe la Asunción de María. Según este dogma, la madre de Jesús, al final de su vida, fue llevada por Dios en cuerpo y alma a los cielos. Se generó entonces una enorme expectativa entre los teólogos, pues pensaron que, al hablar de la asunción, el Papa tendría que aludir inevitablemente a la cuestión de su muerte y aclararía así de manera definitiva el tema. Sin embargo, Pío XII prefirió no entrar en la controversia teológica. Por eso, en el momento de pronunciar su alocución dogmática, se expresó de esta manera: “Declaramos ser dogma divinamente revelado, que la inmaculada madre de Dios, ‘terminado el curso de su vida en la tierra’, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo”. Con esta expresión evasiva, el Pontífice esquivó el problema y dejó el conflicto sin resolver, ya que no explicó si María fue llevada al cielo después de morir, o sin que hubiera muerto. Será finalmente el papa, hoy san Juan Pablo II, en su catequesis del 27 de junio de 1997, quien se pronunciará sobre el controvertido debate de los teólogos, manifestando que la madre de Jesús sí murió y que, por lo tanto, debió “experimentar en su propia carne el drama de la muerte”, como toda criatura humana.
En contra de la tradición El Papa justificó su afirmación por tres motivos: Primero, porque toda la tradición de la Iglesia ha sostenido siempre que María fue llevada al cielo después de morir. En efecto, desde los primeros siglos encontramos a figuras de renombre como san Epifanio († 403), san Ambrosio († 397), san Jerónimo († 420), san Agustín († 430), san Juan Damasceno († 749), san An-
selmo (1109), santo Tomás de Aquino († 1274), san Alberto Magno († 1280), san Bernardino de Siena († 1444), y una larguísima lista de escritores eclesiásticos, que sostuvieron de una manera clara y terminante la muerte de la Virgen. Sólo a partir del siglo XVII comienza a aparecer la opinión de la inmortalidad corporal de María. Por eso, dice san Juan Pablo II, quienes sostienen que la Virgen no murió se oponen a la auténtica tradición de la Iglesia. En segundo lugar, continúa el Pontífice, porque pensar que María no murió es otorgarle a ella un privilegio que la colocaría por encima de su propio Hijo, ya que Jesús tampoco tuvo pecado y sin embargo murió. ¿Cómo, pues, no va a morir María? En tercer lugar, porque para poder resucitar es necesario antes morir. Sin la muerte previa es imposible la resurrección. Ahora bien, si María no hubiera muerto ¿cómo habría podido entrar en la vida eterna? ¿Cómo habría podido ir al encuentro de su Hijo, y de todos los santos que primero murieron y luego resucitaron? Por todo ello, concluye el Papa, María de Nazaret tuvo que morir, a pesar de no haber tenido pecado.
Una biología inalterable Pero si bien este punto queda aclarado, falta resolver la cuestión de los textos bíblicos arriba mencionados, que son los que generaron toda la controversia. ¿Por qué dicen que la muerte entró en el mundo por culpa del pecado? ¿Significa que si los primeros hombres no hubieran pecado, habrían sido inmortales? Ciertamente que no. Con pecado o sin él, la muerte habría existido de todos modos en la humanidad. La falta, que según la Biblia, cometieron los primeros hombres, no alteró para nada la biología del reino vegetal, animal ni humano. En realidad, toda esa creencia en la inmortalidad humana se debió a una interpretación errónea de los textos bíblicos mencionados anteriormente. En efecto, si los analizamos cuidadosamente veremos que en ningún momento afirman semejante idea.
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Biblia
El primero es el de Génesis 3. Allí se relata cómo, cuando Dios creó a Adán y Eva, los colocó en un Paraíso, y les hizo una prohibición: no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal que se hallaba plantado en medio del jardín. Sin embargo ellos, tentados por la serpiente, desoyeron las órdenes de Dios y tomaron el fruto. Entonces Dios, al comprobar la desobediencia, les asignó una serie de castigos empezando por la serpiente, siguiendo por la mujer y terminando con el hombre (Gn 3, 1-19).
Plazo para los castigos De acuerdo con la narración, todos los castigos impuestos por Dios aparecen enunciados de la misma manera, es decir, en forma imperativa, propia de quien imparte una orden. Así, a la serpiente Dios le dice: a) serás maldita entre los animales; b) caminarás sobre tu vientre; c) comerás polvo; d) serás enemiga de la mujer (Gn 3, 14-15). A la mujer le dice: a) aumentaré tu sufrimiento en tus embarazos; b) con dolor parirás los hijos; c) hacia tu marido irá tu apetencia; d) él te dominará (Gn 3, 16). Y al hombre le dice: a) maldita será la tierra por tu culpa; b) sacarás de ella tu alimento con gran trabajo; c) el suelo te producirá espinas y abrojos; d) comerás la hierba del campo; e) comerás el pan con el sudor de tu frente (Gn 3, 17-19). Terminada la sentencia punitiva, Dios añade al final: “Hasta que vuelvas al polvo de donde fuiste sacado, pues eres polvo y en polvo te convertirás” (Gn 3, 19). Como vemos, la frase “hasta que vuelvas al polvo” no forma parte de los castigos. Es una simple información que Dios le da a Adán, sobre cuánto tiempo ten62
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drá que sufrir esos males: hasta que vuelva al polvo, es decir, hasta que le llegue la muerte, que el autor sagrado sobreentiende como algo que naturalmente debe suceder. Por lo tanto, en Génesis 3 la muerte no es un castigo impuesto por Dios, como algunos interpretan, sino una realidad que se presupone anterior al pecado mismo. El escritor bíblico entiende que, antes de la falta cometida, la muerte ya era el fin del hombre, y que los castigos deberán sufrirse hasta que ésta sobrevenga.
El día que nunca llegó Si la frase “hasta que vuelvas al polvo” fuera una condena de muerte dirigida a Adán, como algunos piensan, llegaríamos a una conclusión verdaderamente absurda. Porque entonces sólo a Adán le correspondería morir, ya que a Eva no le dijo Dios que volvería al polvo. Lo cual resulta ridículo. Por lo tanto, en el relato, la muerte biológica se sobreentiende que existía para los dos, con o sin pecado. Un segundo detalle nos muestra que, en el Génesis, la muerte biológica no es un castigo provocado por el pecado. Cuando Dios coloca a Adán en el Paraíso y le prohíbe comer el fruto, le dice: “De cualquier árbol del jardín puedes comer, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comas de él morirás sin remedio” (Gn 2, 17). Ahora bien, Dios le advierte que “el día” que coma del fruto morirá. Pero Adán comió del fruto prohibido y no murió. Ni ese día, ni el siguiente, ni el posterior. Siguió viviendo. ¿Qué pasó? ¿Acaso Dios dejó de cumplir una promesa tan grave y seria como la que había hecho? Evidentemente que no. Lo que ocurre es que, para el autor del Génesis, la muerte que debía sobrevenirle a Adán en caso de comer el fruto no era la muerte biológica, que de hecho no vino. La muerte
NUEVA PRESENTACIÓN prometida era a la amistad con Dios, que efectivamente ocurrió poco después, cuando Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso (Gn 3, 23-24).
Por la envidia del Diablo El segundo texto bíblico que supuestamente menciona la muerte del hombre como consecuencia del pecado, se encuentra en el libro de la Sabiduría, y dice así: “Dios creó al hombre para la inmortalidad. Lo hizo a imagen de su propia naturaleza. Pero por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen” (Sb 2, 23-24). Se trata de un comentario a la narración de Adán y Eva, hecha por un judío de cultura griega, alrededor del año 50 a.C. Según éste, Dios creó al hombre para ser inmortal; y si bien ése era el proyecto divino inicial, cuando más tarde la muerte entró en el mundo por culpa del diablo, el hombre perdió su inmortalidad. ¿A cuál muerte se refiere el autor? No puede ser a la física, porque aclara que “la experimentan los que le pertenecen (al diablo)”, es decir, los pecadores.Y nosotros sabemos que la muerte física la experimenta todo el mundo: santos y pecadores, buenos y malos, justos e injustos. Por lo tanto, lo que quiso decir el autor es que Dios creó al hombre para la inmortalidad espiritual, es decir, para vivir por siempre como amigo de Dios; y que mientras no se aleje de Él por el pecado, podrá compartir eternamente esa amistad. Pero en ningún momento habla de la inmortalidad biológica.
Entre Adán y Jesús El tercer texto que habla de la muerte como consecuencia del pecado lo encontramos en las cartas de san Pablo. Escribiendo a los romanos, el apóstol les dice: “Por un solo hombre entró el pecado en el mundo. Y por el pecado entró la muerte. Y así, la muerte alcanzó a todos los hombres, porque todos pecaron” (Rm 5, 12). Más adelante reitera: “Y así como el pecado de uno solo (Adán) trajo sobre todos los hombres la condena, así también la justicia de uno solo (Jesucristo) trajo a todos los hombres la justificación que da la vida” (Rm 5, 18).
Biblia Como vemos, Pablo establece una comparación entre Adán (el primer hombre de la humanidad) y Cristo (el primer hombre de la nueva humanidad). Y afirma que si bien la muerte entró en el mundo a través del pecado de Adán, Cristo vino a reparar esa tragedia trayendo el perdón y la nueva vida. Ahora bien, ¿cuál es la nueva vida que trajo Jesucristo al mundo, para reparar la perdida por Adán? No es, por supuesto, una nueva vida biológica. Los hombres no tienen un mejor funcionamiento anatómico ni orgánico gracias a la llegada de Jesús al mundo. Por lo tanto, tampoco pudo haber sido una muerte corporal la provocada por el pecado de Adán.
Sin que nadie se queje Éstas son las únicas veces que la Biblia sostiene que la muerte entró en el mundo debido al pecado. Y como vimos, ninguna de ellas se refiere a la muerte biológica. Por eso hoy los biblistas ya no aceptan la idea de la inmortalidad corporal antes del pecado original. Más aún, a lo largo de toda la Biblia hallamos la idea de que la muerte existe como algo normal, que forma parte del ciclo natural del ser humano y que tarde o temprano todo individuo debe experimentarla, por el simple hecho de ser hombre. Nunca vemos a nadie lamentarse de que por culpa de una primera pareja haya aparecido tan horrenda realidad.
Así, leemos que “todos se irán de este mundo sin posibilidades de regresar” (2S 12, 23). Que estamos “formados de arcilla, y algún día regresaremos al polvo” (Job 10, 9). Que ningún hombre puede “vivir sin ver nunca la muerte” (Sal 89, 48). Que es inevitable tener que “irse por el camino de todos” (Jos 23, 14). Que “todos morimos, porque somos como agua derramada que ya no puede recogerse” (2S 14, 14). Que “todos tenemos el mismo fin, tanto el sabio como el necio” (Ecl 2, 14). Que “todos los hombres vuelven al polvo, igual que los animales” (Ecl 3, 18).
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Vida pastoral no 155 - julio / septiembre - 2014
Por lo tanto, para la Biblia, la muerte es un paso ineludible y forzoso. Vida y muerte forman parte del ciclo normal del destino humano. Por eso se la acepta siempre, sin discusión ni especulaciones posibles de lo que hubiera podido pasar en caso de que no hubiera existido el pecado.
Lo que verdaderamente entró En definitiva, ¿cuál es la muerte espiritual que apareció en el mundo, por culpa del pecado? ¿En qué consiste? Actualmente los teólogos se refieren a ella como la muerte “psicológica”. Si los hombres no hubieran pecado, la muerte física igualmente habría existido, pero no se la habría experimentado como algo terrorífico y agobiante. El hombre la habría afrontado con la paz y el gozo de los amigos de Dios. Habría sido un simple viaje, una partida feliz y placentera, un paso gozoso hacia el encuentro con el Señor, una despedida momentánea de parientes y conocidos, con la seguridad de que pronto volveríamos a encontrarlos de un modo más pleno y perfecto en la otra vida. Pero por culpa del pecado se nos nubló la vista. Y entonces la muerte dejó de ser un paso dichoso hacia el encuentro con Dios, para convertirse en algo pavoroso y traumático, que nos angustia y deprime, que nos acosa en cada momento de la vida, y en donde se estrellan todas las esperanzas y las ilusiones humanas, porque ya no sabemos bien qué nos espera del otro lado, ni cómo será el más allá. Esa es la muerte “psicológica”. Es la muer-
te que apareció, con el pecado. Y es lo que hoy llamamos “muerte” sin más. El poeta francés Charles Péguy lo dijo con una genial intuición: “Lo que fue la muerte a partir de ese día / antes era sólo un viaje natural y tranquilo”.
Con la venida de Cristo, la muerte “psicológica” fue vencida. Es decir, perdió su carácter horroroso y trágico y volvió a recuperar su rostro anterior. Con Cristo, el hombre recobró la posibilidad de verla como era en un principio: un sereno encuentro de amigos íntimos.
Nuevo rostro de la muerte La mala interpretación de estos pasajes bíblicos nos ha llevado a pensar que María de Nazaret fue preservada de la muerte corporal. Como si ésta en sí misma fuera un castigo, o un mal de fábrica, cuando en realidad el mal está en cómo se la experimenta.
Por eso San Pablo habla de ella como de un “dormirse en Cristo” (1Co 15, 18); dice que prefiere “salir de esta vida para vivir con el Señor” (2Co 5, 6); y que para él “la vida es Cristo, y la muerte una ganancia” (Flp 1, 21).
Desde entonces, miles y miles de cristianos a lo largo de la historia han afrontado la muerte con entereza y alegría. Y por eso cuanto más cerca está uno de Dios, menos temor experimenta ante la muerte. Porque sabe que ésta ya no es más “muerte”, sino una luminosa salida hacia el abrazo final y eterno con el Dios del amor. Como bien lo expresan unos versos de la liturgia: “Dichosa la muerte / que tal vida causa, / dichosa la suerte / final de quien ama”. Jesucristo ya le ha arrancado la máscara aterradora a la “muerte”. Y nosotros debemos volver a mirarla como era antes. Para que su futura llegada, que a todos nos aguarda, no amargue, ni angustie, ni entristezca el tiempo de la espera. Y para que se cumpla el deseo expresado por el libro del Apocalipsis: “Dichosos los que mueren en el Señor” (Ap 14, 13).
SAN PABLO
RADI Pablo Radius
Festival de la
Canción
San Pablo
Cien años cantándole a Dios
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a constitución pastoral Gaudium et spes, hablando sobre la relación del hombre y la cultura, dice:
“Las letras y el arte son, a su modo, de gran importancia para la vida de la Iglesia. En efecto, se proponen expresar la naturaleza propia del hombre, sus problemas y sus experiencias en el intento de conocerse mejor a sí mismo y al mundo, y de superarse; se esfuerzan por descubrir la situación del hombre en la historia y en el universo, por presentar claramente las miserias y las alegrías de los hombres, sus necesidades y sus recursos, y proyectar un mejor porvenir a la humanidad. Así tienen el poder de elevar la vida humana en las múltiples formas que ésta reviste según los tiempos y las regiones. Por tanto, hay que trabajar, para que los artistas se sientan reconocidos, en su propia actividad, por la Iglesia y entablen un mayor intercambio con la comunidad cristiana” (GS 62).
El Festival de la Canción San Pablo es un homenaje al Centenario de la Familia Paulina; por eso la Sociedad de San Pablo, presente en Colombia, Ecuador, Panamá, Centro América y El Caribe, brinda una oportunidad para que las personas que se identifican con la vida y obra de los paulinos plasmen esos sentimientos, en canciones de evangelización. La Sociedad de San Pablo quiere premiar y difundir el trabajo creativo de compositores y agrupaciones, o colectivos, que estén interesados en crear y producir nuevos proyectos artísticos desde una mirada netamente evangelizadora. ¿Amas la música? Pon tu talento a trabajar por ti. Existe la posibilidad que a muchos de los residentes de tu ciudad les gusten tus canciones. Recuerda, Dios también ama la música y Él quiere que expreses tus sentimientos a través de melodías y letras que lleven mensajes de esperanza y atraigan a personas de distintas edades.
En la primera semana del mes de noviembre de 2014 se realizará la final. Para mayor información debes llamar a los teléfonos: 368 20 99 o al 314 207 9373. También puedes visitar la página de San Pablo: www.sanpablo.co
Nuestra parroquia es el mundo entero. Beato Santiago Alberione
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