Editorial
LA VIDA DESPUÉS DE LA PANDEMIA
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n el tiempo de Pascua resonará varias veces esta frase: “Alégrense” (Mt 28, 9). Y añade el Papa Francisco en el libro La vida después de la pandemia: “Resulta conmovedor destacar la actitud de las mujeres del Evangelio. Frente a las dudas, al sufrimiento, a la perplejidad ante la situación e incluso el miedo a la persecución y a todo lo que les podría pasar, fueron capaces de ponerse en movimiento y no dejarse paralizar por lo que estaba aconteciendo… fueron capaces de asumir la vida como venía, sortear astutamente los obstáculos para estar cerca de su Señor”. Ante situaciones como las que seguimos viviendo por causa de la pandemia, pero también de otras pandemias como las guerras, la inseguridad en las calles, la muerte de líderes sociales, las nuevas ideologías que atentan contra los valores fundamentales de la vida, las dictaduras comunistas en muchos países latinoamericanos, tenemos dos opciones: sentarnos a llorar o ponernos en camino. Muchos hermanos y hermanas no se conforman con quedarse sentados en la casa esperando a ver qué pasa, sino que se ponen “en camino” como las mujeres de Jerusalén; en acción, para tratar de hacer algo por la humanidad y sobre todo, por servir a muchos hermanos que necesitaban de nuestra esperanza. La esperanza hay que construirla, así como los sueños hay que ponerle alas: las alas de la disciplina, de la constancia, del saber proyectar…tener esperanza no es sentarse en una poltrona a desear que todo se re-
suelva mágicamente. Tener esperanza es “ponerse en camino”, empezar a actuar, no dejarse derrotar por los obstáculos. En el libro La vida después de la pandemia dice el papa Francisco: “Este no es el tiempo del egoísmo, porque el desafío que enfrentamos nos une a todos… Las palabras que realmente queremos escuchar en este tiempo no son indiferencia, egoísmo, división y olvido”. Por tanto, esta nueva era de solidaridad no se puede perder y cada uno debe asumir su responsabilidad dentro de la nación que le correspondió vivir y poner su máximo esfuerzo porque aún quedan muchos retos por delante y quizá nos tomemos todo este año para tratar de mitigar en parte el impacto que esta crisis humanitaria está dejando. Como dice el Papa en el texto ya citado: “este es otro tipo de contagio, que se transmite de corazón a corazón, porque todo corazón humano espera esta Buena Noticia”. Todo corazón humano espera su sonrisa, su buena actitud, su atento saludo… sólo eso ya transforma. Después de lo que hemos vivido no deberíamos tener miedo de aventurarnos por nuevos caminos y proponer soluciones innovativas en la Iglesia. El Beato Alberione nos decía: “Usen los medios más rápidos y eficaces para hacer llegar a la humanidad la Palabra de Dios”. Es el tiempo de la esperanza, de la creatividad, de la innovación que se puede vivir a a partir de esta frase: orar, actuar y transformar.
Revista trimestral de la Sociedad de San Pablo —PAULINOS— Colombia, Ecuador, Panamá, Centroamérica y El Caribe al servicio de la Iglesia. Carrera 46 Nº 22A-90 / Tel.: 3 68 20 99 – FAX: 2 44 43 83 / BOGOTÁ, D.C. — COLOMBIA
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La Voz del Papa Los cinco consejos que el Papa les dio a los confesores Francisco habló con los participantes del XXXI Curso sobre el Foro Interno, promovido por la Penitenciaría Apostólica, sobre el sacramento de la Reconciliación y les dio consejos a los confesores. l papa Francisco recibió en audiencia a los participantes del XXXI Curso sobre el Foro Interno, promovido por la Penitenciaría Apostólica, ante quienes dirigió un mensaje en el que reflexionó sobre el significado del sacramento de la Reconciliación y dio cinco consejos a los confesores al explicarles cuál debe ser la actitud religiosa que deben tener ante el pecador perdonado.
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“Me gustaría detenerme con ustedes en tres expresiones, que explican bien el sentido del sacramento de la Reconciliación, porque confesarse no es ir a la tintorería a quitarse una mancha. No. Es otra cosa. Pensemos bien lo que es”, les pidió el pontífice, al citarlas: "Abandonarse al Amor", "dejarse transformar por el Amor" y "corresponder al Amor". Luego ofreció cinco consejos.
contenido La vida después de la pandemia
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ACTUALIDAD
LA VOZ DEL PAPA
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ACTUALIDAD
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GUÍAS HOMILÉTICAS
EDITORIAL
Los cinco consejos que el Papa les dio a los confesores
BEATO ALBERIONE Poema al Beato Santiago Alberione Un hombre, una idea
Mensaje del santo padre Francisco para la 55 jornada mundial de las Comunicaciones Sociales Consejos para una mejor salud psíquica Pbro. Wilson Javier Sossa López
PASTORAL LITÚRGICA 4
Vida pastoral no 182 - abril / junio - 2021
La resurrección del Señor
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Asombrarse de los hermanos que piden el perdón de Dios
182 abril
Para Francisco, abandonarse al Amor significa “hacer un verdadero acto de fe”, pero la fe –advierte– “nunca puede reducirse a una lista de conceptos o a una serie de afirmaciones que hay que creer. La fe se expresa y se entiende dentro de una relación: la relación entre Dios y el hombre y entre el hombre y Dios”, pues la fe “es el encuentro con Dios mismo que es Misericordia y es el abandono en los brazos de este amor misterioso y generoso, que tanto necesitamos, pero al que, a veces, tenemos miedo de abandonarnos”.
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2021 DIRECTOR: P. Martín Alberto Sepúlveda Mora, ssp EDITOR: P. Vicente Miotto, ssp
El pontífice después señala que “quien no se abandona al amor de Dios acaba, tarde o temprano, abandonándose a otra cosa, terminando "en brazos" de la mentalidad mundana, que al final trae amargura, tristeza y soledad y no se cura”. Por tanto, el primer paso que Francisco considera para una buena confesión es “el acto de fe, de abandono, con el que el penitente se acerca a la Misericordia”.
CONSEJO DE REDACCIÓN: P. Martín Alberto Sepúlveda Mora, ssp; P. Danilo Antonio Medina Leguizamón, ssp; Segundo José Pacabaque Bautista
Su consejo para los confesores es que “deben ser capaces de asombrarse siempre de los hermanos que, por fe, piden el perdón de Dios y, todavía sólo por fe, se abandonan a Él, entregándose en la Confesión”.
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AUTORES: Editorial: El Director; A los comunicadores: Equipo Paulino; Actualidad: P. Danilo Medina L., ssp; Jean-Claude Guillebaud., Timothy Radcliffe., P. Henry Hueso, spp., Guías homiléticas: Pbro. Wilson Javier Sossa López, cjm; FOTOGRAFÍA: Shutterstock
DISEÑO & DIAGRAMACIÓN: Paola Amaguaña Vega / e-mail: diagramacion@sanpablo.com.co SUSCRIPCIONES: periodicos@sanpablo.com.co / 3103415620
Percibir el milagro del cambio
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Dejarse transformar por el amor: Esta es la segunda expresión sobre la que ha reflexionado Francisco.
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PASTORAL LITÚRGICA La Pascua y el tiempo pascual
CATEQUESIS La Trinidad: un tema catequético
MARIOLOGÍA María, modelo de amor y esperanza
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TEOLOGÍA
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DOCTRINA SOCIAL
Misericordiosos como el padre y si hijo
PASTORAL La parroquía, hoy
La fraternidad humana
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La Voz del Papa Sabemos muy bien que no son las leyes las que salvan: “el individuo no cambia por una árida serie de preceptos, sino por la fascinación del amor percibido y libremente ofrecido” dice Francisco. Por tanto, cuando el penitente que encuentra en la conversación sacramental un rayo de este amor acogedor, “se deja transformar por el amor, por la gracia, empezando a experimentar esa transformación de un corazón de piedra en un corazón de carne”. Ante esta situación, el buen confesor – afirma– “está siempre llamado a percibir el milagro del cambio, a advertir la obra de la Gracia en el corazón de los penitentes, favoreciendo en lo posible la acción transformadora”.
Señalar siempre el amor al prójimo Después, el Papa explica que el abandono y el dejarse transformar por el amor tienen como consecuencia necesaria una correspondencia con el amor recibido. Francisco declara que es una correspondencia “que se manifiesta en el cambio de vida y en las obras de misericordia que le siguen”, pues, quien ha sido acogido por el amor “no puede dejar de acoger a su hermano”, quien se ha abandonado al amor, “no puede sino consolar al afligido” y quien ha sido perdonado por Dios, “no puede dejar de perdonar de corazón a sus hermanos”. En este sentido, el Santo Padre asegura que “Dios nos muestra un amor posible, en el que vivir esa correspondencia imposible” y que no es otra que “el amor al hermano”: “Amando a nuestros hermanos nos mostramos a nosotros mismos, al mundo y a Dios que le amamos de verdad”. Su tercer consejo para los confesores es que el buen confesor “señala siempre el imprescindible amor al prójimo como gimnasio diario en el que entrenar el amor a Dios”.
No hacer preguntas impertinentes Al final de su discurso, les ha pedido que recuerden siempre “que cada uno de nosotros es un pecador perdonado, puesto al servicio de los demás, para que también ellos, a través del encuentro sacramental, puedan encontrar ese Amor que ha fascinado y cambiado nuestras vidas”. Teniendo esto en
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cuenta, el Papa quiso subrayar algo que considera fundamental: cuál debe ser la actitud religiosa que debe tener el confesor ante el pecador perdonado. Francisco invita a los confesores a “acoger en paz, acoger con paternidad”, “todo el mundo sabrá cómo es la expresión de la paternidad –dice el Papa– una sonrisa, los ojos en paz... acoger ofreciendo tranquilidad, y luego dejar hablar”.
También pide estar atentos cuando el penitente tiene cierta dificultad para seguir adelante con un [determinado] pecado. “Si lo entiende, no hace preguntas indiscretas” dice Francisco e insiste: “No les haga más dolor, más tortura en esto. Por favor, no hagas preguntas. A veces me pregunto: esos confesores que empiezan: "Y así, así, así [dice: tai, tai, tai]...", pero dime, ¿qué estás haciendo, tú? ¿Estás haciendo la película en tu mente? Por favor, ¿eh?”.
Ser padres y no el tribunal de examen académico Por último, el Papa explica a los confesores que ser “misericordioso” no significa tener la mano larga: “Significa ser hermano, padre, consolador”. "Eh, padre, no puedo hacerlo, no sé cómo lo haré..." - "Reza, y vuelve cuando lo necesites, porque aquí encontrarás un padre, un hermano: encontrarás esto": Esa es la actitud, dice Francisco. Y por favor –concluye– “no hagas el tribunal de examen académico. No te metas en el alma de los demás”.
A los comunicadores 4 de abril: nacimiento del Beato Santiago Alberione Poema al Beato Santiago Alberione
Un hombre, una idea Por P. Jorge Enrique Cortés
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ubo un hombre que se llamó Santiago, tan frágil que lo quebraba el viento, tan fuerte como una roca de los Alpes. Su austeridad espartana competía con la ternura exquisita de su inmenso corazón porque amaba, comprendía todas las inquietudes de los hombres. Ante el mundo desolado y triste abrió su corazón, derramó su ternura: proclamar la verdad, defender la justicia, promover la paz... Vivió ochenta y siete años y sin embargo no lo conocimos. Pasó por la vida como de puntillas, siempre en profunda meditación o en tierna plegaria. Fue seguido y admirado hasta por los mismos pontífices. Juan XXIII decía de él: “¡Ese sí que fue un gran hombre!". Esquivo y silencioso tuvo que ser un hombre solo, pero en su mística soledad ensanchó su espíritu para forjar los proyectos que transforman el mundo. Siempre vigilante escrutando los signos de los tiempos, vagando con la mente en el futuro, diseñando paso a paso su misión. Al calor del verano y a la sombra de los olmos tuvo la intuición genial: hablar a cada siglo en su lenguaje con los medios modernos, instrumentos poderosos por los cuales el evangelio se hace imagen, ritmo, acción, sonido… lanzándose siempre hacia el futuro con los mejores medios, con los mejores hombres, con corazón indomable y audaz. Genial intérprete de los tiempos nuevos, descubre 8
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o adivina que si la gente no va a la Iglesia la Iglesia debe ir a la gente. Todos deben anunciar la Palabra de Dios a nuestro mundo: el redactor se martiriza el alma, el actor da fuerza al pensamiento, el cantante expresa su dolor y su alegría. La parroquia es el mundo; el púlpito, la máquina. ¿Y la mujer? También ella es apóstol y es virgen y es santa. Se necesita un ejército de santas, de religiosas modernas, audaces, desenvueltas, que lleven de casa en casa y de pueblo en pueblo la “presencia" que salva, el Cristo que redime. Negras nubes se ven en el horizonte, la guerra amenaza a Europa. Hay un joven sacerdote que se inmola y no puede hacer milagros si está solo. Hay que multiplicarse. Cuenta solo con Dios pero ¿qué importa? Un día no lejano, tal vez mañana, habrá una gran familia. Era una noche importante: moría el siglo pasado, nacía el presente. En la fría catedral un joven denodado exhala la angustia de su época: ¿Cómo salvar a los hombres del siglo XX? Su corazón desmaya... Allí esta él, muy joven aún, pero dispuesto a todo. Un amor ardiente, inmenso como el mundo, se apodera de su alma: Ya no es él quien vive, Cristo vive en él. Se corre el velo del misterio, descubre su misión: "Hacer algo por el Señor y por las hombres del nuevo siglo". Pero ¿cómo? ¿Con qué medios? Con la prensa y la radio, con la televisión y el cine… con la misma pasión de Pablo, con entrega total para llevar a los hombres
la atracción a la verdad, el fulgor de la belleza, la novedad del Evangelio. Pero estos nuevos instrumentos piden nuevos apóstoles que lleven todo el hombre a Dios porque no pueden hacerlo cristiano solo en las palabras o en las obras. Es necesario que viva en Cristo con todo su ser.
Dilató su corazón a las dimensiones del mundo: "Mi palabra será predicada en el universo entero". Ante un negrito africano, un mestizo de América o un mandarín de China su corazón se incendiaba. Lo devoraba la urgencia de llegar
Pequeño y frágil, sentía en su alma el ansia de la Iglesia, la angustia de la humanidad. Viajó por todo el mundo para llevar a sus hijos su presencia y encontró por todas partes que el mundo, que los hombres, tienen necesidad de Cristo. El padre Alberione se ha ido. Regresó a su verdadera casa. Allá nos espera. Su vida se apagó en un lento y profundo holocausto. Se fue en silencio como vino. Vivió en un abismo de contemplación forjando nuestra eterna misión: traducir las verdades divinas en letras, en imágenes, en ondas y en sonidos… Fue su inmortal herencia. Esquivo de confidencias, solo una vez dejó escapar el torrente de su alegría, con el canto del cisne: "Me muero… Paraíso". Cerró los ojos y se durmió tranquilo. Nuestro Padre ha muerto pero su muerte es un triunfo, su ausencia una gloria: los paulinos perdieron a un padre pero conquistaron un intercesor en el cielo. El padre Alberione ya no está en Roma... Dondequiera que hay un paulino, un paulino auténtico, allí está él, allí está su espíritu. El padre Alberione ha muerto "Viva el Padre Alberione".
Beato Alberione
El paulino, el paulino auténtico sabe caminar siempre al paso de los tempos: detrás de un escritorio, hay un paulino; ante un micrófono se desgrana su voz; en la pantalla grande o chica entre torrentes de luces y colores, de música y quejas de voces y de rostros, allí… allí está el paulino. Al angustioso grito del Apóstol: “Ay de mí si no evangelizo", envió a sus hijos por todo lo tierra: “Predicad el Evangelio a toda criatura", sin ninguna reserva: a todos los pueblos de la tierra, a todas las razas, a todas las clases sociales, a todos los niveles culturales; en las ciudades luminosas, a los áridos campos, en las oficinas lujosas, en las chozas miserables… A todos los hombres para amarlos a todos, para comprenderlos, para llevarles la luz que descubran el Cristo.
primero, de abrir a la Palabra de Dios todos los caminos del mundo: “La Palabra de Dios no está atada".
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Actualidad Por: P. DANILO A. MEDINA., SSP.
Mensaje del
santo padre Francisco para la
55 jornada mundial de las Comunicaciones Sociales “Ven y lo verás” (Jn1, 46). Comunicar encontrando a las personas donde están y como son
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prenderá en cualquier aspecto. “Abre pasmosamente tus ojos a lo que veas y deja que se te llene de sabia y frescura el cuenco de las manos, para que los otros puedan tocar ese milagro de la vida palpitante cuando te lean”, aconsejaba el beato Manuel Lozano Garrido[1] a sus compañeros periodistas. Deseo, por lo tanto, dedicar el Mensaje de este año a la llamada a “ir y ver”, como sugerencia para toda expresión comunicativa que quiera ser límpida y honesta: en la redacción de un periódico como en el mundo de la web, en la predicación ordinaria de la Iglesia como en la comunicación política o social. “Ven y lo verás” es el modo con el que se ha comunicado la fe cristiana, a partir de los primeros encuentros en las orillas del río Jordán y del lago de Galilea.
Desgastar las suelas de los zapatos Pensemos en el gran tema de la información. Opiniones atentas se lamentan desde hace tiempo del riesgo de un aplanamiento en los “periódicos fotocopia” o en los noticieros de radio y televisión y páginas web que son sustancialmente iguales, donde el género de la investigación y del reportaje pierden espacio y calidad en beneficio de una información preconfeccionada, “de palacio”, autorreferencial, que es cada vez menos capaz de interceptar la verdad de las cosas y la vida concreta de las personas, y ya no sabe recoger ni los fenómenos sociales más graves ni las energías positivas que emanan de las bases de la sociedad.
Queridos hermanos y hermanas: La invitación a “ir y ver” que acompaña los primeros y emocionantes encuentros de Jesús con los discípulos, es también el método de toda comunicación humana auténtica. Para poder relatar la verdad de la vida que se hace historia (cf. Mensaje para la 54.ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 enero 2020) es necesario salir de la cómoda presunción del “como es ya sabido” y ponerse en marcha, ir a ver, estar con las personas, escucharlas, recoger las sugestiones de la realidad, que siempre nos sor-
La crisis del sector editorial puede llevar a una información construida en las redacciones, frente al ordenador, en los terminales de las agencias, en las redes sociales, sin salir nunca a la calle, sin “desgastar las suelas de los zapatos”, sin encontrar a las personas para buscar historias o verificar de visu ciertas situaciones. Si no nos abrimos al encuentro, permaneceremos como espectadores externos, a pesar de las innovaciones tecnológicas que tienen la capacidad de ponernos frente a una realidad aumentada en la que nos parece estar inmersos. Cada instrumento es útil y valioso solo si nos empuja a ir y a ver la realidad
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Actualidad
que de otra manera no sabríamos, si pone en red conocimientos que de otro modo no circularían, si permite encuentros que de otra forma no se producirían.
trar, permitir que aquel que tengo de frente me hable, dejar que su testimonio me alcance.
Esos detalles de crónica en el Evangelio
También el periodismo, como relato de la realidad, requiere la capacidad de ir allá donde nadie va: un movimiento y un deseo de ver. Una curiosidad, una apertura, una pasión. Gracias a la valentía y al compromiso de tantos profesionales —periodistas, camarógrafos, utileros, directores que a menudo trabajan corriendo grandes riesgos— hoy conocemos, por ejemplo, las difíciles condiciones de las minorías perseguidas en varias partes del mundo; los innumerables abusos e injusticias contra los pobres y contra la creación que se han denunciado; las muchas guerras olvidadas que se han contado. Sería una pérdida no solo para la información, sino para toda la sociedad y para la democracia si estas voces desaparecieran: un empobrecimiento para nuestra humanidad.
A los primeros discípulos que quieren conocerlo, después del bautismo en el río Jordán, Jesús les responde: “Vengan y lo verán” (Jn 1,39), invitándolos a vivir su relación con Él. Más de medio siglo después, cuando Juan, muy anciano, escribe su Evangelio, recuerda algunos detalles “de crónica” que revelan su presencia en el lugar y el impacto que aquella experiencia tuvo en su vida: “Era como la hora décima”, anota, es decir, las cuatro de la tarde (cf. v. 39). El día después —relata de nuevo Juan— Felipe comunica a Natanael el encuentro con el Mesías. Su amigo es escéptico: “¿Acaso de Nazaret puede salir algo bueno?”. Felipe no trata de convencerlo con razonamientos: “Ven y lo verás”, le dice (cf. vv. 45-46). Natanael va y ve, y desde aquel momento su vida cambia. La fe cristiana inicia así. Y se comunica así: como un conocimiento directo, nacido de la experiencia, no de oídas. “Ya no creemos por lo que tú nos dijiste, sino porque nosotros mismos lo hemos oído”, dice la gente a la Samaritana, después de que Jesús se detuvo en su pueblo (cf. Jn 4, 39-42). El “ven y lo verás” es el método más sencillo para conocer una realidad. Es la verificación más honesta de todo anuncio, porque para conocer es necesario encon-
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Gracias a la valentía de tantos periodistas
Numerosas realidades del planeta, más aún en este tiempo de pandemia, dirigen al mundo de la comunicación la invitación a “ir y ver”. Existe el riesgo de contar la pandemia, y cada crisis, solo desde los ojos del mundo más rico, de tener una “doble contabilidad”. Pensemos en la cuestión de las vacunas, como en los cuidados médicos en general, en el riesgo de exclusión de las poblaciones más indigentes. ¿Quién nos hablará de la espera de curación en los pueblos más pobres de Asia, de América Latina y de África?
Así, las diferencias sociales y económicas a nivel planetario corren el riesgo de marcar el orden de la distribución de las vacunas contra el COVID. Con los pobres siempre como los últimos y el derecho a la salud para todos, afirmado como un principio, vaciado de su valor real. Pero también en el mundo de los más afortunados el drama social de las familias que han caído rápidamente en la pobreza queda en gran parte escondido: hieren y no son noticia las personas que, venciendo a la vergüenza, hacen cola delante de los centros de Cáritas para recibir un paquete de alimentos.
Oportunidades e insidias en la web La red, con sus innumerables expresiones sociales, puede multiplicar la capacidad de contar y de compartir: tantos ojos más abiertos sobre el mundo, un flujo continuo de imágenes y testimonios. La tecnología digital nos da la posibilidad de una información de primera mano y oportuna, a veces muy útil: pensemos en ciertas emergencias con ocasión de las cuales las primeras noticias y también las primeras comunicaciones de servicio a las poblaciones viajan precisamente en la web. Es un instrumento formidable, que nos responsabiliza a todos como usuarios y como consumidores. Potencialmente todos podemos convertirnos en testigos de eventos que de otra forma los medios tradicionales pasarían por alto, dar nuestra contribución civil, hacer que emerjan más historias, también positivas. Gracias a la red tenemos la posibilidad de relatar lo que vemos, lo que sucede frente a nuestros ojos, de compartir testimonios.
Pero ya se han vuelto evidentes para todos también los riesgos de una comunicación social carente de controles. Hemos descubierto, ya desde hace tiempo, cómo las noticias y las imágenes son fáciles de manipular, por miles de motivos, a veces solo por un banal narcisismo. Esta conciencia crítica empuja no a demonizar el instrumento, sino a una mayor capacidad de discernimiento y a un sentido de la responsabilidad más maduro, tanto cuando se difunden, como cuando se reciben los contenidos. Todos somos responsables de la comunicación que hacemos, de las informaciones que damos, del control que juntos podemos ejercer sobre las noticias falsas, desenmascarándolas. Todos estamos llamados a ser testigos de la verdad: a ir, ver y compartir.
Nada reemplaza el hecho de ver en persona En la comunicación, nada puede sustituir completamente el hecho de ver en persona. Algunas cosas se pueden aprender solo con la experiencia. No se comunica, de hecho, solamente con las palabras, sino con los ojos, con el tono de la voz, con los gestos. La fuerte atracción que ejercía Jesús en quienes lo encontraban dependía de la verdad de su predicación, pero la eficacia de lo que decía era inseparable de su mirada, de sus actitudes y también de sus silencios. Los discípulos no escuchaban solo sus palabras, lo miraban hablar. De hecho, en Él —el Logos encarnado— la Palabra se hizo Rostro, el Dios invisible se dejó ver, oír y tocar, como escribe el propio Juan (cf. 1 Jn 1, 1-3). La palabra es eficaz solamente si se “ve”, solo si te involucra en una experiencia, en un diálogo. Por este motivo el “ven y lo verás” era y es esencial. Pensemos en cuánta elocuencia vacía abunda también en nuestro tiempo, en cualquier ámbito de la vida pública, tanto en el comercio como en la política. “Sabe hablar sin cesar y no decir nada. Sus razones son dos granos de trigo en dos fanegas de paja. Se debe buscar todo el día para encontrarlos y cuando se encuentran, no valen la pena de la búsqueda”[2]. Las palabras mordaces del dramaturgo inglés también valen para nuestros comunicadores cristianos. La buena nueva del Evangelio se difundió en el mun-
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Actualidad do gracias a los encuentros de persona a persona, de corazón a corazón. Hombres y mujeres que aceptaron la misma invitación: “Ven y lo verás”, y quedaron impresionados por el “plus” de humanidad que se transparentaba en su mirada, en la palabra y en los gestos de personas que daban testimonio de Jesucristo. Todos los instrumentos son importantes y aquel gran comunicador que se llamaba Pablo de Tarso hubiera utilizado el correo electrónico y los mensajes de las redes sociales; pero fue su fe, su esperanza y su caridad lo que impresionó a los contemporáneos que lo escucharon predicar y tuvieron la fortuna de pasar tiempo con él, de verlo durante una asamblea o en una charla individual. Verificaban, viéndolo en acción en los lugares en los que se encontraba, lo verdadero y fructuoso que era para la
vida el anuncio de salvación del que era portador por la gracia de Dios. Y también allá donde este colaborador de Dios no podía ser encontrado en persona, su modo de vivir en Cristo fue atestiguado por los discípulos que enviaba (cf. 1 Co 4, 17). “En nuestras manos hay libros, en nuestros ojos hechos», afirmaba san Agustín[3] exhortando a encontrar en la realidad el cumplimiento de las profecías presentes en las Sagradas Escrituras. Así, el Evangelio se repite hoy cada vez que recibimos el testimonio límpido de personas cuya vida ha cambiado por el encuentro con Jesús. Desde hace más de dos mil años es una cadena de encuentros la que comunica la fascinación de la aventura cristiana. El desafío que nos espera es, por lo tanto, el de comunicar encontrando a las personas donde están y como son.
Señor, enséñanos a salir de nosotros mismos, y a encaminarnos hacia la búsqueda de la verdad. Enséñanos a ir y ver, enséñanos a escuchar, a no cultivar prejuicios, a no sacar conclusiones apresuradas. Enséñanos a ir allá donde nadie quiere ir, a tomarnos el tiempo para entender, a prestar atención a lo esencial, a no dejarnos distraer por lo superfluo, a distinguir la apariencia engañosa de la verdad. Danos la gracia de reconocer tus moradas en el mundo y la honestidad de contar lo que hemos visto. Roma, San Juan de Letrán, 23 de enero de 2021, Vigilia de la Memoria de San Francisco de Sales.
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Vida pastoral no 182 - abril / junio - 2021
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Actualidad Por: P. JOSÉ RAFAEL PRADA RAMÍREZ, CSSR, DOCTOR EN PSICOLOGÍA CLÍNICA.
CONSEJOS PARA UNA MEJOR
SALUD PSÍQUICA
En esta época de pandemia del Coronavirus hemos visto publicados muchos artículos que se interesan por nuestra salud psíquica. Nuestra salud psíquica es fundamental para la vida. La Organización Mundial de la Salud (OMS) utiliza la expresión “salud mental”. En nuestro caso, sin entrar en polémica, identificamos las dos expresiones (psíquica y mental) para facilidad del lector.
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lgunos nos preocupamos por la salud física, pero no por la psíquica, y eso es causa de que, a la hora de la verdad, llevemos una vida llena de temores, angustias, traumas, peleas con los demás y nos quejemos de que somos infelices y de que en la vida nos va mal. No lo dudemos: así como nos preocupamos por la salud del cuerpo, también tenemos que preocuparnos por la salud del espíritu, de nuestra mente, y los que creemos en Dios, por la salud espiritual. Este artículo es un compendio organizado de recomendaciones dadas por expertos en salud psíquica.
A
en momentos como éste de pandemia, pero si los hacemos un hábito de vida nos van a perjudicar. El especialista aconseja fijar rutinas diarias y fomentar la creatividad para sobreponerse al confinamiento durante la crisis del coronavirus. El psicólogo recomienda también compaginar la vida familiar con el teletrabajo; para las personas que viven solas, procurar estar conectadas a fuentes veraces, y explicar tranquila y serenamente la situación a los niños.
Para los niños
Tony Crespo, psicólogo del servicio de Psiquiatría del “Hospital La Salud” de Valencia, cree que es necesario no ocultar la gravedad de la crisis sanitaria generada por el covid-19 a los niños, porque la ambigüedad puede despertarles incertidumbre y ansiedad. Por el contrario, se les debe tratar con confianza y seguridad. “Hay una delgada línea entre asustarlos innecesariamente y armarlos con los detalles, no solo de la enfermedad, sino también de cómo puede afectar tanto a los adultos como a ellos mismos”, sostiene el recomendación clave experto.
En referencia a la salud psíquica El Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid lanzó hace poco un documento-decálogo con sus orientaciones para la gestión psicológica de periodos como éstos que estamos pasando iniciados por el coronavirus en el 2020. Dentro de estas recomendaciones se destacan tres generales: “Tener pensamientos positivos”, “Trasladar sentimientos de amabilidad y afecto” y “Planificar actividades para que nuestro día a día sea razonable y sensato”.
Otra
Sin embargo, lo esencial, según explica José Antonio Luen- de los psicólogos es acudir a go, secretario de este colegio fuentes confiables de informade psicólogos, es confiar en las ción, pero evitar la sobreinmedidas de las autoridades y ser formación que puede llevar conscientes de que la vida va a a saturaciones emocionales. cambiar drásticamente por este evento pandémico, y así “tenemos que extremar todas las emociones, amabilidad y empatía ante los que nos rodean”.
Eso sí, los padres, como con otros temas, deben tener anticipadamente las respuestas para las preguntas más obvias, responder
Otra recomendación clave de los psicólogos es acudir a fuentes confiables de información, pero evitar la sobreinformación que puede llevar a saturaciones emocionales. Tenemos que ser críticos con las noticias y los estudios estadísticos sesgados. Pululan las “fake news” (noticias falsas) que nos confunden, nos infunden miedos irracionales o nos hacen distorsionar la realidad. Ojalá hagamos seguimiento a las fuentes de donde provienen las noticias, y comparemos críticamente lo que dicen, cómo lo dicen y cómo lo sustentan. ¡No hay que tragar entero! El psicólogo Jaume Descarrega, profesor de Psicología en la Universitat Rovira i Virgili (URV) de España, afirma que es clave reconocer que las dudas, los miedos y la tristeza son emociones válidas
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Actualidad con confianza y sin dudar, y cerciorarse de que el niño sepa de qué se está hablando. Aconseja, entonces, que la conversación con ellos sea sin interrupciones, y establecerla durante la cena o momentos de ocio, en calma y con palabras entendibles. Y no olvidar que el primero y principal aprendizaje infantil es el “aprendizaje por observación de modelos”: el niño aprende inmediatamente lo que ve y oye, de manera particular de sus padres. Recordemos al experimentado psicólogo Walter Bandura y su “aprendizaje por exposición a modelos”: se aprende con sólo ver y oír un modelo, aún sin reforzamiento. El aprendizaje infantil permanece generalmente para toda la vida. Aquí sugerimos algunos puntos que nos ayudarán durante la pandemia Covid 19, pero también nos serán útiles en todos los momentos de nuestra vida diaria. Leámoslos, discutámoslos y pongámoslos en práctica.
Sugerencias para una buena salud psíquica 1. Entiende que cuidar la salud no es un castigo, un aburrimiento, una obligación penosa: todo lo contrario, cuidar tu cuerpo y tu mente es “lubricar” toda tu persona para vivir mejor, con más energía, con más alegría, con más amor, con mejores resultados en tu vida. No olvides que el cerebro está organizado para aceptar lo placentero y rechazar lo que produzca dolor o fastidio. El cerebro es un maravilloso solucionador de problemas y debes tratarlo con delicadeza y energía, porque no hay ningún órgano en la naturaleza que te pueda ayudar, tanto y tan bien, en la tarea de supervivencia en este mundo. 2. Define rutinas: cualquier actividad, así sea casera, debe tener orden, objetivos, metas y plazos. Dicho de otra forma, debes evitar al máximo el sedentarismo extremo (sentados en un sillón dejando pasar el tiempo) y no permitas que tu mente vague sin sentido y aperezada. Es importante que destines tiempos específicos para cada tarea con los consecuentes descansos y lapsos para divertirte, dormir y descansar. Muchos
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alteran los horarios y se someten a jornadas exageradas o poco ajustadas a la realidad, para obtener más dinero o más prestigio. ¡Lo que obtienen es mala salud! 3. Duerme bien: descansar adecuadamente es fundamental para recuperar energías y permitir que el cerebro realice correctamente sus funciones. Es nuestro principal alimento, por eso gastamos tanto tiempo de nuestra vida en dormir y descansar. Los expertos sugieren dormir entre 6 y 8 horas diarias. Tomar una pequeña siesta de 20 o 30 minutos también es beneficioso para la salud. Cuida, pues, la temperatura de tu habitación, que haya oscuridad, que no molesten los ruidos. Sugiérete, antes de dormir, que lo vas a hacer “como un lirón”, “a pierna suelta”. Si eres creyente, haz una oración de confianza en Dios antes de dormir: la confianza arrulla tu sueño. 4. Sé positivo: sonreír y afrontar cada día con una actitud positiva, es el primer paso para recibir algo bueno. El pesimismo, el mal genio, el estrés, la angustia son enemigos de tu felicidad y tu buena salud. Desde que despiertes por la mañana, date mensajes positivos física y espiritualmente, sin pena, sin exagerar, pero con entusiasmo pues eres una creatura maravillosa y con un potencial increíble. El ser positivo hace crecer tu “barrera inmunológica” y te defiende de virus, bacterias y enfermedades de toda clase. Y por el principio de la “profecía del autocumplimiento”, lo que te propones y deseas alcanzar, fácilmente lo logras si eres positivo en tu existencia. Pero… ¡ojo! No niegues tus sentimientos negativos, no los reprimas, acéptalos como son, pero no te dejes dominar por ellos ya que tienes “libre albedrío” y puedes centrar tu atención y dar importancia a lo que tú decides que es bueno para ti. ¡Y ser positivo es inmensamente mejor que ser negativo! 5. Evita la monotonía: procura que tus actividades sean variadas y, por encima de todo, reconfortantes y gustosas, de tal forma que al realizarlas te generen gusto o placer. La monotonía se puede convertir en
un foso de desespero e irritabilidad y vuelve a la persona amodorrada, sin iniciativas, repetitiva y aburridora. Haz algo nuevo que te guste: aprende una nueva lengua, haz un crucigrama, aprende a cocinar…intenta cualquier cosa que te cause placer. Lo que te agrada, te proyecta; lo que te fastidia, te frena. 6. Sé tolerante: a no ser que tú vivas solo, la convivencia con otros, por lo general cercanos, te puede generar roces que, incrementados por la ansiedad del disgusto, llegan a convertirse en conflictos que te harán insufribles los días, especialmente estos días de coronavirus. Por eso, evita los temas que generen discusiones mayores (políticos, religiosos, deportivos), no traigas a la mente situaciones desagradables o reclamos atrasados. Discutir y enfurecerse no sirve para nada; sé proactivo y tolerante, te irá mucho mejor. Quien vence a los demás en sus disputas es fuerte, pero quien se vence a sí mismo en su irascibilidad es invencible. 7. Haz ejercicio: dedica un tiempo fijo para realizar una actividad física de manera regular: caminar,
trotar, nadar, fútbol, ciclismo ir al gimnasio, etc. Si no estás acostumbrado a hacer ejercicio, inicia este proceso de manera ascendente. Y si ya lo haces, no pierdas tus rutinas. No olvides el adagio latino “Vita est in Motu”: ¡la Vida está en el Movimiento! Existen muchos tutoriales en Internet para hacer ejercicios en casa. El movimiento pone en marcha gran producción de endorfinas y serotonina, neurotransmisores que producen estupendos estados de bienestar. El cuerpo produce estas endorfinas como respuesta a múltiples sensaciones, entre las que se encuentran el dolor y el estrés; también influyen en la modulación del apetito, en la liberación de hormonas sexuales y en el fortalecimiento del sistema inmunitario. Cuando sentimos placer estas sustancias químicas se multiplican. 8. Ojo con la alimentación: ¡somos lo que comemos, no hay duda! Sé estricto con los horarios de alimentación, evita la comida chatarra y los excesos de harinas y grasas, sal y azúcar, y prefiere siempre las frutas y las verduras, idealmente en cinco porciones
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Actualidad por día. Toma 6 vasos de agua pura al día. Y el consejo tradicional: desayunar muy bien, almorzar bien y cenar poco. Eso de sentarse a ver T.V. por horas, mientras comemos comida chatarra, sirve únicamente para “agrandar la barriga” y propiciarnos enfermedades futuras. 9. Sé empático y solidario: la convivencia entre los seres humanos exige unos grados de relación tan íntima que terminan por requerir cuidado mutuo entre los integrantes del grupo que se comparte. Revisa tus síntomas y los de los que te rodean, ayuda a sobrellevarlos y estés pendiente del bienestar de los demás. No te des por derrotado: “de músico, poeta y loco, todos tenemos un poco”, dice el adagio popular. Comprender a todos, ayudar a los desvalidos y sencillos, compartir con los pobres y necesitados, perdonar a los que nos ofenden, dar la mano al que lo necesita, es esencial para ser profundamente humanos y sentir felicidad. Pon en práctica pequeños gestos de amor: cada paso pequeño construye, poco a poco, una actitud positiva más poderosa y duradera. 10. Mantén tus contactos: no pierdas la relación con tus familiares, tus amigos, tus compañeros cercanos y otras personas para ti importantes. Habla con ellos de manera regular. No te encierres en ti mismo. Hoy la tecnología permite la comunicación, pero también el encerramiento. ¡Nunca hemos tenido tantos medios de comunicación y, sin embargo, nunca nos hemos sentido tan incomunicados! Si en algunos momentos debemos estar aislados por nuestros trabajos, eso no significa que estemos solitarios e incomunicados. No le tengas miedo a las TIC (tecnologías de información y comunicación), intenta comprenderlas y comienza a dominarlas, aunque tengas ya algunos años encima. ¡Las TIC dominadas son una maravilla, las TIC descontroladas son una pesadilla! 11. Descansa, respira profundamente, relájate y conéctate con la naturaleza. Hay que aprender a decir ¡basta! y detenerte. Si nos dejamos llevar del activismo pronto tendremos ansiedad y, a la larga,
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nos abatirá el “surmenage” (agotamiento) del cual es muy difícil salir. Es importante aprender a relajarse, para que lo puedas hacer en pocos segundos frente a una situación estresante. En internet o en libros de autoayuda puedes encontrar métodos de relajación. Date un paseo por el bosque, por el parque, por la montaña, por un jardín de flores, por la orilla de un río o el mar, pues tu contacto con la naturaleza te tranquiliza y te hace sentir parte del cosmos. Caminar por zonas verdes (trata de hacerlo descalzo), con riachuelos y arboledas, te facilita el entrar en ti mismo, aplacarte y conocerte. 12. Cambia de ambiente y aprende a desconectarte: lo puedes hacer yendo a un pueblito, al mar, a una zona campestre que te recuerde tu niñez feliz. Pero también lo puedes lograr dentro de casa, combinando el trabajo con la música, con el ejercicio, con la canción, con un programa de T.V. que te agrade, con una llamada telefónica positiva, o entrando en tu interior y agradeciendo lo maravilloso que eres física y espiritualmente. Tal vez en época de pandemias no puedes movilizarte como quisieras al exterior, pero lo puedes hacer con tu imaginación y con tu recorrido en tu vida interior. Agustín de Hipona dijo una frase extraordinaria: “Dios es más íntimo que tu propio íntimo”. Vete a tu interior: allí está tu fuerza y tu energía. Aprende a no ser esclavo del trabajo porque eso te agobia y te hace explotar tarde o temprano. Aprende a distanciarte de las pantallas del celular o del computador, de lo contrario serás su esclavo y dejarás tu esencia humana para convertirte en máquina de estímulo/respuesta. 13. Infórmate sin saturación: el mundo de hoy es complejo. Basta mirar alrededor: coronavirus, crisis climática, trancones automovilísticos, complejidad en las comunicaciones, violencia extendida, marchas y huelgas, pluralismo y minorías que protestan, crisis en las religiones y en todas las estructuras sociales, nuevas formas de vivir, etc. Y en medio de la ansiedad, muchos de nosotros somos dados a recoger información constantemente, aunque no siempre sea
veraz. El consejo es acudir a fuentes confiables, pero con moderación, y ante las dudas… ¡consulta! No difundas noticias sin verificar, y no te dejes sugestionar. Si eres creyente, piensa y siente que en lo más íntimo de tu ser Dios te ayuda a discernir. 14. Haz oración, meditación, yoga o “mindfulness” (vivir el momento presente). Procura ser una persona “profundamente humana” para que puedas entrar dentro de ti, conocer tus “sombras” y dialogar con ellas (tus defectos, tus complejos, tus traumas, tus aprendizajes tempranos incorrectos …). Aprende a respirar profundamente con respiración diafragmática o abdominal; ésta te ayuda a respirar usando el diafragma que es un músculo grande que cumple una función importante en la respiración y está ubicado debajo de los pulmones, separando el pecho del abdomen. Inhala y exhala en profundidad y rítmicamente. Si eres creyente puedes hacer la conocida “oración de amor” u “oración del Peregrino Ruso”:
al inhalar el aire dices “Jesús, hijo de Dios vivo”, y al exhalar añades “Ten misericordia de mí”. Así, puedes pedir brevemente en la exhalación, por cualquier persona o acontecimiento. Inténtalo, es una oración maravillosa. 15. Agradece y no te enfades. Si agradeces, las demás personas te seguirán ayudando y gustosos estarán a tu lado. Si te enfadas, enmudeces, humillas o desprecias a alguien, pierdes tu paz interior, te conviertes en repulsivo para los demás, y confundes en tu cabeza las soluciones y te enredas en los problemas. ¡Qué hermoso es tratar con una persona agradecida! ¡Hasta Jesús de Nazareth agradeció que el leproso samaritano regresara a darle gracias por su curación y echó de menos los otros nueve que nunca lo hicieron! ¡Cómo todos crecen cuando el diálogo existe entre los seres humanos! La verdadera autoridad significa “hacer crecer a los demás”, nunca imponer tus ideas o tu fuerza. Eres autoridad ante los demás porque dialogas, com-
partes, buscas soluciones comunitarias, no te empecinas en tus ideas. 16. No seas procrastinador, es decir, no pospongas lo que debes hacer. Aplazar constantemente, nos hace sentir abrumados por los eventos y sin el control de nuestras vidas. Recuerda que la sabiduría popular nos dice: “no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”. Si haces lo que tienes que hacer en este momento, siempre tendrás tiempo para dedicarte a muchas actividades y “nunca te sentirás comprimido en el segundo actual”, pues eres siempre libre de elegir lo que más te convenga, lo que más te guste, lo que te produzca alegría y bondad. Por eso, ¡comienza desde ya a poner en práctica estos consejos o sugerencias para tener una muy buena salud psíquica! De esta manera serás “profundamente humano” y estarás, al mismo tiempo, por el camino del Evangelio de Jesús.
Comprender a todos, ayudar a los desvalidos y sencillos, compartir con los pobres y necesitados, perdonar a los que nos ofenden, dar la mano al que lo necesita, es esencial para ser profundamente humanos y sentir felicidad.
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HOMILÉTICAS HOMILÉTICAS
GUÍAS GUÍAS
P. WILLIAM GERARDO Pbro. WILSON JAVIER SOSSA LÓPEZ, EUDISTA SEGURA SÁNCHEZ Del Evangelio según san Juan
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Hch 10, 34a.37-43 / Sal 117 / Col 3, 1-4 / Jn 20, 1-9
Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte; vio y creyó, pues no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor
EL ENCUENTRO CON EL RESUCITADO Jesús pasó haciendo el bien. Estas son pocas palabras, pero serán importantes en su vida y en el inicio de su ministerio. El poder es la fuerza que viene de lo alto, es el Espíritu Santo. Es la gracia del Señor que respalda su acción porque está vivo. Nosotros somos testigos, no directos, pero sí indirectos de este acontecimiento central de nuestra fe. "Ha sido inmolado Cristo, nuestra Pascua" (1Co 5, 7). La primera Carta a los Corintios es un texto que se remonta veinte años después de la muerte y resurrección de Jesús. No obstante, contiene en síntesis la plena conciencia de la novedad cristiana: el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Quiero realizar una breve Lectio Divina: tras las huellas del resucitado. Creo que lo más apropiado es rescatar los diferentes matices del discipulado desde los tres protagonistas que hoy dejan ver sus
propias experiencias. La espiritualidad del cristiano es un encuentro personal con el resucitado y a cada uno nos aporta elementos fundamentales para nuestra vida.
María Magdalena Y en la madrugada de Pascua encomienda a María Magdalena llevar a los apóstoles el mensaje más grande de la historia, la Buena Nueva Pascual: La vida ha vencido a la muerte, Él ha resucitado. María tiene un corazón dócil, abierto al Señor. Es la certeza de aquella discípula que ama sin condicionamientos. Sólo se entrega con generosidad porque está enamorada, no de un hombre cualquiera, sino del Señor que ha llenado su corazón de alegría. Ella representa a las mujeres que van delante de la comunidad llevando las buenas nuevas, en este caso, la resurrección. Aún sin saber el cuándo, el cómo ni el dónde, pero en fe lo anuncian porque las mueve algo más que la simple racionalidad; tal vez, las mueve su profunda fe, su experiencia de cercanía y fidelidad a la hora que el Señor está ausente; pero presente en medio de la comunidad y en sus corazones. Ellas lo sienten, lo viven y esa experiencia es anunciada a los demás. Pedro y el otro discípulo van juntos.
Pedro Él se queda atrás. Quiere comprobar, pero no cree. Pedro es respetado como autoridad. Pedro es aquel que guía a su Iglesia, como aquel que “ve” en sintonía con su profunda experiencia de sanación. Él mismo había negado al maestro tres veces, y el maestro se le apareció y le dijo tres veces: “Pedro, me amas” y a
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Guías homiléticas 4 de abril de 2021 DOMINGO DE PASCUA
Hch 10, 34a.37-43 / Sal 117 / Col 3, 1-4 / Jn 20, 1-9 Del Evangelio según san Juan Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte; vio y creyó, pues no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor
VENID, BENDITOSCON DEELMIRESUCITADO PADRE, A MI REINO EL ENCUENTRO la tercera vez comenzó a llorar como respuesta de un hombre que, ante la verdad del Señor, se reconoce como opacado, pero no derrotado. Sanado en su pasado de negatividad del maestro, pero restaurado; es renovado para adelantarse y entrar antes del discípulo amado (el discípulo le ganó, pero él mismo se queda a la puerta por respeto, tres cosas él respeta: orden, dignidad y gobierno).
El discípulo amado Es el autor del evangelio. Es el otro que se adelanta después de esperar que Pedro entre. Él llega a lo más profundo. Él ve y cree. Parece que el amor, la confianza y la intimidad abren los ojos de la fe más que la autoridad y el poder. Ir al encuentro de Jesús, buscarlo, nos cambiará la vida tanto como les cambió la vida a sus discípulos. Él continúa cambiando la vida de quienes optamos por vivir el Evangelio.
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Aporte pastoral Scimus Christum surrexisse / a mortuis vere, sabemos que estás resucitado, la muerte en ti no manda. Sí, éste es precisamente el núcleo fundamental de nuestra profesión de fe; éste es hoy el grito de victoria que nos une a todos. Y si Jesús ha resucitado, y por tanto está vivo, ¿quién podrá jamás separarnos de Él? ¿Quién podrá privarnos de su amor que ha vencido al odio y ha derrotado la muerte? Que el anuncio de la Pascua se propague por el mundo con el jubiloso canto del aleluya. Cantémoslo con la boca, cantémoslo, sobre todo, con el corazón y con la vida, con un estilo de vida "ázimo", simple, humilde, y fecundo de buenas obras. Surrexit Christus spes mea: / precedet suos in Galileam. ¡Resucitó de veras mi esperanza! Venid a Galilea, el Señor allí aguarda. El Resucitado nos precede y nos acompaña por las vías del mundo. Él es nuestra esperanza, Él es la verdadera paz del mundo. Amén.” (papa Benedicto XVI "El Resucitado nos precede y nos acompaña por las vías del mundo").
11 de abril de 2021 II DOMINGO DE PASCUA Hch 4, 32-35 / Sal 117 / 1Jn 5, 1-6 / Jn 20, 19-31 Del Evangelio según san Juan Estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: La paz sea con ustedes. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Jesús les dijo otra vez: La paz sea con ustedes. Como el Padre me envió, así también los envío. Palabra del Señor
En las lecturas de este segundo domingo de pascua podemos identificar dos mensajes. El primer signo es el Espíritu Santo como don que nos renueva y que sella una nueva alianza en la economía de la salvación. El segundo mensaje es la fe. La fe como fuente de inspiración para la santidad. La fe como creencia en el Señor resucitado que nos da vida y dignidad. La lectura de los Hechos de los Apóstoles es una síntesis de una comunidad ideal. Seguramente tendrían problemas, pero las características que se evidencian en el relato bíblico permiten deducir que eran un “modelo” para todos nosotros: un solo corazón y una sola alma. Los apóstoles al ser partícipes de la acción del Espíritu Santo se constituyen como conocedores de la Verdad. Esta verdad es que Cristo padeció la pasión, muerte y resurrección. Este mensaje debe transmitirse a todas las personas de buena voluntad. Ese acto no es otra cosa que fundar la Iglesia y constituirla como la prolongadora de la vida de Cristo. La Iglesia es la imagen y semejanza de Cristo. Es por la acción del Espíritu Santo que nos congregamos los domingos para alabar el santo nombre de Dios y así, dar testimonio a través de nuestra vida a la humanidad. La segunda enseñanza que nos proporciona las lecturas de este domingo es la fe. Tener fe es saber, con certeza, que nuestro Señor ha resucitado y con su resurrección nos da vida en abundancia. Esta fe es dada por la acción del Espíritu Santo que revela el mensaje de Dios para los hombres. Tener fe es tener la capacidad de ver más allá de las adversidades que la vida nos presenta para configurar nuestra existencia con otra posibilidad de vivir en felicidad. Entonces, la resurrección de Cristo es la esperanza que tenemos nosotros los
humanos como esa nueva vida, esa nueva posibilidad de existencia. La historia de Tomás quiere enseñarnos que no era más fácil creer en Jesús por haber sido contemporáneo suyo y que, los que crean sin haber visto serán dichosos. Tomás es cada uno de nosotros que dudamos e incluso queremos probar o tener la experiencia de la fe. ¿Quién no ha tenido dudas en su interior? Dudamos de la fe, dudamos del hermano(a) porque los prejuzgamos desde nuestras comprensiones siempre limitadas. Muchas veces no tenemos tolerancia con los demás porque nos hace falta apostar y creer más en lo nuestro. ¿Será que las figuras importantes en nuestro tiempo son únicamente los futbolistas? Mientras estaban cerradas las puertas: una anotación para indicar que el cuerpo de Cristo Resucitado, aun siendo reconocible, no está sujeto a las leyes ordinarias de la vida humana. En nuestra vida tenemos tradiciones, la sociedad nos programa para no ser felices e incluso para no disfrutar la plenitud de vida en Jesús. Por eso, tenemos las puertas cerradas de nuestro corazón con temores y miedos. ¿Quién no tiene miedo a salir a media noche en un barrio peligroso donde existen pandillas armadas y con mala fama? Paz a vosotros: la paz mesiánica, el cumplimiento de las promesas de Dios, la liberación de todo miedo, la victoria sobre el pecado y sobre la muerte, la reconciliación con Dios, fruto de su pasión, don gratuito de Dios. La paz no es ausencia de violencia y conflictos, eso es pensar en las coordenadas de lo humano. La paz es don. Es reconocer que somos itinerantes en este mundo y vamos hacia la paz verdadera que desde acá saboreamos en algo la eterna. ¿Quién no ha sentido la experiencia del resucitado alguna vez en su vida? ¿Quién
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Guías homiléticas 11 de abril de 2021 II DOMINGO DE PASCUA
Hch 4, 32-35 / Sal 117 / 1Jn 5, 1-6 / Jn 20, 19-31 Del Evangelio según san Juan Estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: La paz sea con ustedes. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Jesús les dijo otra vez: La paz sea con ustedes. Como el Padre me envió, así también los envío. Palabra del Señor
no ha tenido algún accidente dónde se ha salvado? ¿A quién no le han robado con un arma y a quién no ha sentido que Dios le ayudaba con la paciencia y la paz espiritual? Con las personas que hablo a diario, me dicen que han tenido experiencias del resucitado ante situaciones dolorosas, de sufrimiento y he observado como las personas salen con otro resplandor y un mensaje de esperanza. Les mostró las manos y el costado: Jesús refuerza las pruebas evidentes y tangibles de que es Él el que ha sido crucificado. Este es el reconocimiento de Jesús inserto en nuestra historia. Él está vivo y resucitado. Él es realmente y les muestra que no es un fantasma. Esto se convierte en un punto de partida de la nueva certeza y sanación de toda desesperanza. Jesús les está mostrando sus manos y costado para que no solo crean, sino que sanen sus heridas más profundas de su vida: la tristeza de quedarse atado a la cruz dolorosa. Después del dolor viene la alegría del resucitado en medio de ellos como mensaje de paz. -Sopló sobre ellos: el gesto recuerda el soplo de Dios que da la vida al hombre (Gn 2,7); no se encuentra otro en el Nuevo Testamento. Señala el principio de una creación nueva. Recibid el Espíritu Santo: después que Jesús ha sido glorificado viene dado el Espíritu Santo (Jn 7, 39). Aquí se trata de la transmisión del Espíritu para una misión particular. Mientras en Pentecostés (Hch 2) es la bajada del Espíritu Santo sobre todo el pueblo de Dios. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos: el poder de perdonar o no perdonar (remitir) los pecados. Se indica el poder de perdonar los pecados en la Iglesia como comunidad de salvación de la que están especialmente dotados aquéllos que participan por sucesión y misión del carisma apostólico.
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Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo: Tomás es uno de los protagonistas del IV evangelio, pone en evidencia su carácter dudoso y fácil al desánimo (11, 16; 14, 5). Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré: Tomás no consigue creer a través de los testigos oculares. Quiere hacer su experiencia: Jesús no ve en Tomás a un escéptico indiferente sino a un hombre en busca de la verdad y lo satisface plenamente. Es por tanto la ocasión para lanzar una apreciación hacia los futuros creyentes. Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente: Jesús repite las palabras de Tomás, entra en diálogo con él, entiende sus dudas y quiere ayudarlo. Jesús sabe que Tomás lo ama y le tiene compasión, porque todavía no goza de la paz que viene de la fe. Lo ayuda a progresar en la fe.
Aporte pastoral ¡Señor mío y Dios mío!: Es la profesión de fe en el Resucitado y en su divinidad como está proclamado también al comienzo del evangelio de Juan (1, 1). En el Antiguo Testamento “Señor” y “Dios” corresponden respectivamente a “Jahvé” y a “Elohim” (Sal 35, 23-24; Ap 4, 11). Es la profesión de fe pascual en la divinidad de Jesús. ¿Por qué no cree en la resurrección? Porque la resurrección de Jesús no es un hecho «histórico”, con lo cual se quiere decir no que sea un hecho irreal, sino que su realidad está más allá de lo físico. La resurrección de Jesús no es un hecho realmente registrable en la historia; nadie hubiera podido fotografiar aquella resurrección. Meditando sobre algunas reflexiones de un célebre biblista y conferencista, el padre Fidel Oñoro (Eudista), quiero parafrasear algunas
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Hch 4, 32-35 / Sal 117 / 1Jn 5, 1-6 / Jn 20, 19-31 Del Evangelio según san Juan Estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: La paz sea con ustedes. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Jesús les dijo otra vez: La paz sea con ustedes. Como el Padre me envió, así también los envío. Palabra del Señor
frases que me han impactado en mi vida: hablar de la resurrección de Jesús, es meditar sobre el objeto central de nuestra fe, porque es más que un fenómeno físico (trasciende, esto es, Jesús resucitado es el ausente-presente). De hecho, los evangelios no nos narran la resurrección: nadie la vio. Los testimonios que nos aportan son experiencias de creyentes que, después de la muerte de Jesús, “sienten vivo” al resucitado; no son testimonios del hecho mismo de la resurrección. La resurrección de Jesús no tiene parecido alguno con la “reviviscencia” de Lázaro. La de Jesús no consistió en la vuelta a esta vida, ni en la reanimación de un cadáver (de hecho, en teoría, no repugnaría creer en la resurrección de Jesús, aunque hubiera quedado su cadáver entre nosotros porque el cuerpo resucitado no es, sin más, el cadáver). La resurrección (tanto la de Jesús como la nuestra) no es una vuelta hacia atrás sino un paso adelante, un paso hacia otra forma de vida, la de Dios. El Resucitado es el Crucificado: El Padre resucita a un crucificado, a una persona que fue descalificada y expulsada de este mundo. Dios saca la cara por él, frente a los que lo descalificaron. La Resurrección es un acto de justicia. Una rehabilitación del ajusticiado crucificado, un ponerse Dios de parte del ajusticiado, de parte de los valores por los que dio la vida. ¿Qué relación existe pues entre la Resurrección de Jesús por obra del Padre y la opción por los pobres? ¿De verdad siento yo en mi vida la alegría de creer? ¿Vivo mi fe como fuente de gozo, o la veo a veces como una carga más o menos pesada?
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Guías homiléticas 18 de abril III DOMINGO DE PASCUA Hch 3, 13-15.17-19 / Sal 4 / 1Jn 2, 1-5a / Lc 24, 35-48 Del Evangelio según san Lucas Miren mis manos y mis pies; soy yo mismo. Tóquenme y vean que un espíritu no tiene carne y huesos como ven que yo tengo. Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos. Ustedes son testigos de estas cosas. Palabra del Señor
En el discurso de Pedro, resuena el eco del profeta Isaías consignado en Is 52, 13-53, cuando prefiguraba a Cristo en el siervo de Yhavé. Pedro afirma que en Cristo se ha cumplido los vaticinios de los profetas. Cristo que es rechazado por los judíos, es el autor de la vida y el vencedor de la muerte. Disculpa a los judíos: no sabían lo que hacían, pero les exhorta a la conversión. La muerte de Jesús se convierte para el creyente en sacrificio expiatorio. No hay asomo de resentimiento ni de venganza, sino invitación al arrepentimiento para recibir la plenitud del amor y de la misericordia del Padre que se concreta en la confianza y en la seguridad de haber recuperado aquella filiación rota por la desobediencia. En la lectura se presentan dos pensamientos básicos: Jesucristo es nuestro vencedor, es decir, nuestro valedor ante el padre. Es sacrificio expiatorio por los pecados. El otro es una norma de oro: si cumplo lo que Dios tiene preparado es porque lo conozco. El texto nos da a entender la vinculación que existe entre fe-conocimiento-obras. Juan establece un paralelo entre conocer a Dios y permanecer en él. Ya en el AT la morada de Dios con relación a: el arca, el templo, el tabernáculo, era considerada como la fuente de la acción de Dios a favor de su pueblo. Juan añade a la idea de la morada de Dios, el conocimiento de él. Conocemos a Dios en la medida en que adquiramos conciencia de su presencia – experiencia – que nos impulsa a guardar su palabra e irradiar su amor. San Juan nos da hoy en su Primera Carta el anuncio gozoso del perdón y de la reconciliación consigo mismo y con Dios. El cristiano está invitado por vocación a vivir la santidad; sin embargo, las infidelidades a esta vocación no son motivo de rechazo definitivo por parte de Dios, más bien son
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motivo de su amor y su misericordia. Al tiempo que son un motivo esperanzador para el cristiano, para mantener una actitud de sincera conversión. La aceptación de Cristo resucitado brota de la fe, la cual es el comienzo del encuentro con Dios. Es un intercambio vital, el comienzo y participación de su misma vida y de su gracia. La fe es el primer rayo de luz de Cristo en nuestra vida. Lo que nos alcanza la victoria sobre el mundo es nuestra fe: es un regalo, don, gracia que el Señor nos da para que se abra nuestro entendimiento y comprendiendo podamos nosotros afirmar nuestra fe. Ahí es donde la fe va acompañada por las obras, como dice la carta a los Gálatas en el capítulo 5, versículo 6: la fe brota por la caridad.
18 de abril III DOMINGO DE PASCUA Hch 3, 13-15.17-19 / Sal 4 / 1Jn 2, 1-5a / Lc 24, 35-48 Del Evangelio según san Lucas Miren mis manos y mis pies; soy yo mismo. Tóquenme y vean que un espíritu no tiene carne y huesos como ven que yo tengo. Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos. Ustedes son testigos de estas cosas. Palabra del Señor
Pasar de imágenes de Jesús a comprender al verdadero Jesús: en nuestro contexto actual hay tantas y tan diversas imágenes de Jesús, que no deja de estar siempre latente el riesgo de confundirlo con un fantasma. Pensemos en nuestra cultura. Por ejemplo, muchos piensan que Jesús es un sentimiento, un pasar el tiempo, un amigo cuando lo necesito y acudo a él o lo recuerdo, etc... Los discípulos, que nos describe hoy Lucas, sólo tenían en su mente la imagen del Jesús con quien hasta un poco antes habían compartido. Es verdad que tenían diversas expectativas sobre él y por eso él los tiene que seguir instruyéndolos, pero no tantas ni tan completamente confusas como las que la sociedad de consumo religioso de hoy nos está presentando mayor intensidad. Nuestro desafío para evangelizar hoy es: clarificar la imagen de Jesús a fuerza de dejarse penetrar cada vez más por su palabra. Por otra parte, está el compromiso de ayudar a los hermanos a aclarar esas imágenes de Jesús. En últimas, el verdadero discípulo ha pasado por varias etapas, entre esas, ser el testigo de la obra del Padre. Pero a partir de la transformación de su propia existencia, todo volcado hacia el Señor.
Aporte pastoral “Un teólogo a un mendigo cubierto de úlceras: buenos días, hermano. -Todavía no he tenido día malo. -Pues que Dios te los dé mejores. -Mi suerte ha sido siempre la mejor. - ¿Cómo es posible, si estás cubierto de pústulas y heridas? -Es la bondad de Dios quien me las da: cuando luce el sol, me alegro con el sol; cuando hay tormenta,
me regocijo con la tormenta, porque es Dios quien la envía. - ¿Quién eres tú? -Yo soy rey. - ¿Dónde está tu reino? -Mi reino es mi alma. En él no hay jamás rebeliones.” (Mauricio Rufino, Vademécum de Ejemplos Predicables, Editorial Herder, Barcelona, 1962, pg. 31 y 150) Las apariciones del resucitado, siguiendo el cuento anterior, son siempre encuentros personales que llenan de alegría. Lo importante es la actitud con que tomemos la vida. Es difícil reconocer a Jesús resucitado si no contemplamos y tocamos sus llagas en las manos, pies y corazón de las personas que viven crucificadas en nuestro continente latinoamericano… ¿será por crisis de fe? ¿Crisis de identidad? ¿La crisis económica de la pandemia afecta la fe, la confianza en el Señor? Jesús nos dice que no descuidemos algo aparentemente muy sencillo: Dar de comer, ser generosos. Son propuestas de generosidad complejas, pero no son imposibles. Es fácil cuando bajamos nuestras fortalezas impenetrables y empezamos a reconocer que lo poco que tenemos o mucho que tenemos es una posibilidad de crecer espiritualmente en la vida. Será que me he acomodado a mi vida y por ende me cuesta renunciar ¿a qué debo renunciar?, ¿a qué seguridad debo morir?, ¿a qué imagen de Jesús no acertada debo morir para reconocerlo vivo y resucitado en mi vida y en la vida de mi comunidad parroquial, grupal…? abril / junio - 2021 - Vida pastoral no 182
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Guías homiléticas 25 de abril IV DOMINGO DE PASCUA Hch 4, 8-12 / Sal 117 / 1Jn 3, 1-2 / Jn 10, 11-18 Del Evangelio según san Juan Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Palabra del Señor
En la lectura de los Hechos de los Apóstoles nos presenta Pedro un signo de curación en el nombre de Jesús resucitado, recordando que fue crucificado, muerto y resucitado. La lectura de la primera carta de san Juan, siguiendo la línea de las lecturas en este tiempo pascual, quiere hacernos énfasis en el amor del Padre por toda la humanidad, llamándonos hijos de Dios por su gracia y por su bendición.
El buen pastor “Yo soy el buen pastor” dice Jesús y conozco a las mías y las mías me conocen a mí, como el Padre me conoce y yo conozco a mi Padre” (Jn 10, 1415). ¡Qué maravilloso es este conocimiento! ¡Qué conocimiento! ¡Llega hasta la verdad y el amor eterno cuyo nombre es el “Padre”! Precisamente de esta fuente proviene ese conocimiento particular que hace nacer la auténtica confianza. El conocimiento recíproco: “Yo conozco... y ellas conocen”. Porque me conocen me aman. Es una relación abierta de amor y el amado, es un conocer profundo y reciproco, el buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el mal pastor es un ladrón. El auténtico Buen Pastor (en abierta contraposición no solo con los asalariados, que no son verdaderos pastores, sino con la sinagoga como tal, de la que se sienten oficialmente expulsados). En este sentido se puede afirmar que el evangelio de Juan es una respuesta a la situación que vive su comunidad. A la polémica sobre la divinidad y humanidad de Jesús, el evangelista responde profundizando en el misterio de su encarnación y de su muerte. Y ante la tentación de huir del mundo, exhorta a los discípulos para que afiancen su fe en Jesús, y, unidos a él, salgan al mundo para dar testimonio de la verdad.
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Este Evangelio es exponente de la lucha que tuvo que afrontar la comunidad cristiana por parte del llamado frente judío. Cuando en el Evangelio de Juan se habla de los judíos se alude siempre a los dirigentes del pueblo que no solo fueron hostiles a la persona de Jesús que, desde el principio, vieron al cristianismo como una herejía dentro del judaísmo. Efectivamente, los judeocristianos, que hasta entonces habían sido considerados como un grupo judío ligado a la sinagoga y antes del año 70 al templo, tuvieron que enfrentarse con la dramática alternativa de abandonar su fe en Jesús adhiriéndose a Moisés (9,28-29) o de mantenerse fieles a Jesús aceptando su exclusión de la sinagoga. (G. Segalla, Juan (Evangelio de), en AA.VV., Nuevo Diccionario de Teología Bíblica, Madrid 1990, p.927). En todo proceso de formación y enseñanza, necesita un proceso de cultivar y labrar (en el caso de la tierra), este proceso necesita de buenos formadores con criterios y experiencia, por esto es necesario conseguir buenos destinatarios para prepararlos, para que sean fructíferos y esos frutos sean fuente de Vida. Esta analogía propone la idea de trato directo, de interacción mano a mano con la tierra y la semilla. Untarse de tierra o semilla, esto viene siendo en últimas la misma cosa. Desde la barriada de los necesitados, los pobres y marginados. Pero, es importante tener cuidado del lobo pastor o de la cizaña, esto necesita en el caso del pastor de cuidar el rebaño, y en el caso de la cizaña cuidar que no ahogue la buena semilla sin necesidad de cortar su esencia por la maleza. Pero también, puede estar sujeto a los avatares del clima o la tormenta, el viento y el granizo, esto es, problemas que se dan en cualquier grupo humano, por tanto, tienen que estar cimentados en la piedra angular que es Cristo-Jesús.
25 de abril IV DOMINGO DE PASCUA Hch 4, 8-12 / Sal 117 / 1Jn 3, 1-2 / Jn 10, 11-18 Del Evangelio según san Juan Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Palabra del Señor
El pastor según la espiritualidad de san Juan Eudes, es un servidor, grande apóstol para el pueblo, mensajero de la paz… Es el pastor que cuida del rebaño, de los grupos, lo protege y logra conducir por el buen camino a la oveja descarriada. Es el pastor que forma a Jesús en el corazón de las personas, de las familias y de la sociedad. Lo que hace, lo hace con amor porque lo hace con vocación como un don de Dios en beneficio y al servicio del mismo pueblo de Dios. Ser pastor según el corazón de Dios es un reto para todos nosotros hoy. Ser lámpara que arde incesante, mensajero de la paz, que inflama en caridad: son frases muy bellas de san Juan Eudes. La idea es que el corazón de Jesús sea una hoguera de amor que arde incesantemente por todas las ovejas.
Aporte pastoral Recordemos que en teología el texto de la tradición es el texto santo de la Palabra de Dios: la tradición y los documentos eclesiales. Esta analogía tiene su fundamento en el poeta Elías Canetti que pensaba que el poeta era el guardián de la metamorfosis. Esto sería, algo así, como el pastor guardián de la tradición. El pastor asume el legado como herencia espiritual y cultural, no para santificar la tradición, como tampoco rechazarla sin conocerla, sino para ver los valores en ese legado y rescatarlos como valores en la comunidad (memoria de nuestros pueblos) para no encarcelar la tradición por falta de su conocimiento. Ya que por tradición hemos permitido considerarnos hermanos e hijos de una
nación, pueblo raza y cultura. La figura grandiosa de San Juan Nepomuceno encierra ejemplos y gracias para todos. La historia nos lo presenta primero como dedicado al estudio y a la preparación para el sacerdocio: consciente como era de que, según la expresión de San Pablo, habría de ser transformado en otro Cristo, él encarna en sí ya el ideal del conocedor de los misterios de Dios, en tensión como estaba a la perfección de las virtudes; ya el ideal de párroco, que santifica a sus fieles con el ejemplo de su vida y con el celo por las almas; ya el de vicario general, ejecutor escrupuloso de sus deberes en el espíritu de la obediencia eclesial. En este ministerio encontró su martirio por la defensa de los derechos y de la legítima libertad de la Iglesia, frente a los caprichos del Rey Wenceslao IV. Este participó personalmente en su tortura, después lo hizo arrojar desde el puente al río Moldava. Algún decenio después de la muerte del hombre de Dios, se difundió la voz de que el Rey lo había hecho matar por no haber querido violar el secreto de la confesión. Y así el mártir de la libertad eclesiástica fue venerado también como testigo del sigilo sacramental. “Sus ovejas hallan pastos porque todo el que le sigue con un corazón sencillo es alimentado con el pasto de la eterna verdura. ¿Qué significan los pastos de estas ovejas, sino los interiores gozos del paraíso? Los pastos de los elegidos son el semblante de Dios presente, el cual, visto sin defecto, el alma se sacia sin fin con el alimento de la vida.” (San Gregorio Magno) abril / junio - 2021 - Vida pastoral no 182
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Guías homiléticas 2 de mayo de 2021 V DOMINGO DE PASCUA Hch 9, 26-31 / Sal 21 / 1Jn 3, 18-24 / Jn 15, 1-8 Del Evangelio según san Juan Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Permanezcan en mí, como yo en ustedes. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco ustedes si no permanecen en mí .Yo soy la vid; ustedes los sarmientos. Palabra del Señor
La primera lectura nos comenta la conversión de san Pablo como un camino, tanto que se asemeja a los apóstoles. La resurrección en el camino de Damasco sigue siendo un motivo más que suficiente para transformar su corazón y pasar de perseguidor a integrarse con los apóstoles, para anunciar la resurrección. El criterio de verdad en san Juan pasa por amar al hermano (a) porque debe ser el filtro de toda relación con Dios. Este amar a mi hermano, implica amar a Dios. Porque si no amo al que “veo”, que habita a mi lado, no puedo amar a Dios y así mismo nos lleva a creer y crecer en el camino del Señor.
La relación de la verdadera vid y los sarmientos. La viña es el pueblo de Dios. La viña está compuesta por varias cepas, cada una nos representa a todos nosotros, por eso esta relación se repite a lo largo de la historia, pero es Jesús la afirmación primera. Ahora, en relación no con el Padre sino con los discípulos (yo soy la vid, Ustedes los sarmientos, cada uno ocupa el lugar que le corresponde). Entre él y los suyos existe una unión íntima; la misma vida circula en él y en ellos, gracias a la asimilación a él (6,56: comer su carne y beber su sangre). El fruto de que se hablaba antes se especifica ahora como mucho fruto (cf. 12,24). Éste está en función de la unión con él, de quien fluye la vida. Sin estar unido a Jesús, el discípulo no puede comunicarla (sin mí no podéis hacer nada). Pasa Jesús a considerar el caso contrario, la falta de respuesta. El porvenir del que sale de la comunidad por falta de amor es “secarse”, es decir, carecer de vida. El final es la destrucción (los echan al fuego y se queman). La muerte en vida acaba en la muerte definitiva.
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El fruto que Dios esperaba de Israel era el cumplimiento de las dos exigencias fundamentales de la Ley: el amor a Dios y el amor al prójimo como a sí mismo (12,28-31). Practicar ese amor, encarnado, según Is 5,7 (cf. Mc 12,1-2), en la justicia y el derecho, era la tarea preparatoria de la antigua alianza en relación con el reinado de Dios prometido. Sin embargo, este pueblo no ha dado los frutos deseados a lo largo de la historia. Así Jeremías (8,4- 13), después de constatar la corrupción de Jerusalén, que, a pesar de todo, se gloría de la Ley, termina descorazonado diciendo: “Si intento cosecharlos, oráculo del Señor, no hay racimos en la vid ni higos en la higuera”.
Aporte pastoral ¿Por qué es importante permanecer? Porque el que permanece vive en su vida. Si pensamos que es lo que da sentido a nuestras vidas: el Señor. Pero debemos vivir su palabra, estar en su luz, en su gracia. Por eso el Evangelio se convierte en la sabia que nutre toda la viña, permanecer en la viña es vivir convencido que todos los días de nuestra vida vivimos el Evangelio, podemos tomar un texto que nos habla de la permanencia en la fe: “Durante nuestro tránsito por la tierra Dios nos ha señalado la misma vocación que infundió en los santos patriarcas, los santos profetas, los apóstoles y los mártires, los santos pastores y sacerdotes y todos los otros santos... Eran hombres como nosotros, hechos de carne y hueso, frágiles como nosotros, expuestos a los mismos peligros y tentaciones que nosotros... El que los hizo santos tiene un deseo infinito de santificarnos... Propongámonos caminar por la senda de los santos, leer y estudiar su vida, en especial los que tuvieron la misma profesión que nosotros, e imitémoslos” (San Juan Eudes, OC 11, 14.31.44).
9 de mayo de 2021 VI DOMINGO DE PASCUA Hch 10, 25-26.34-35.44-48 / Sal 97 / 1Jn 4, 7-10 / Jn 15, 9-17 Del Evangelio según san Juan Como el Padre me amó, yo también los he amado a ustedes; permanezcan en mi amor. Les he dicho esto, para que mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea colmado. Este es el mandamiento mío: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Palabra del Señor
Amor de Jesús El amor cristiano no es el mismo del orden de lo comercial o del novelero ni de lo sensual. El amor en sentido cristiano no es sinónimo de un amor “rosado”, sensual, placentero, dulzón y sensiblero del lenguaje cotidiano o posmoderno. El amor de Jesús no es el que busca su placer, su “sentir”, o su felicidad sino el que busca la vida, la felicidad de aquellos a quienes amamos. Nada es más liberador que el amor; nada hace crecer tanto a los demás como el amor, nada es más fuerte que el amor. Y ese amor lo aprendemos del mismo Jesús que con su ejemplo nos enseña que “la medida del amor es amar sin medida”, a darnos y desgastarnos sin condiciones como el amor interesado, el amor que busca su satisfacción. El criterio objetivo que permite verificar la unión del discípulo con Jesús y con el Padre es el amor de obra (cf. 1 Jn 3,14); este amor demuestra la autenticidad de la experiencia interior. Es decir, la praxis de los discípulos asegurará la unión con Jesús, la permanencia en el ámbito de su amor. No existe amor a Jesús sin compromiso con los demás. El amor es una experiencia y nace y se llena de la alegría que es objetiva por el fruto que nace (15, 8). Es subjetiva porque el amor practicado renueva en el discípulo la experiencia del amor del Padre. Los discípulos, por entregarse como Jesús, viven circundados por su amor. Pero, además, Jesús comparte con Él su propia alegría, la que procede del fruto de su muerte y de su experiencia del Padre. Así lleva a su culmen la de los discípulos. Éstos, por tanto, deben integrar su experiencia de alegría en otra más amplia, la de Jesús, pues el fruto que producen ellos es parte del que produce en el mundo entero el amor de Jesús demostrado en su
muerte, y la experiencia del Padre que tienen ellos es una participación de la plena comunión con el Padre que posee Jesús. Como se ve, la relación de los discípulos con Jesús no tiene un carácter adusto, sino alegre; a continuación, va a formularse en términos de amistad.
“El Abismo de mi miseria atrajo el abismo de tus misericordias” (San Juan Eudes). Para San Juan Eudes: “Sólo el Espíritu y el Corazón de Dios son dignos y capaces de amar, bendecir y alabar a Dios como él lo merece. Por eso, Señor mío, nos diste tu Corazón, que es el de tu Hijo Jesús, como también el de su divina madre y los corazones de todos tus ángeles y santos que reunidos forman un solo corazón. Y tú́, que lees estas cosas, comprende bien que este corazón se te ha dado para que sirvas y honres a Dios, y cumplas su voluntad con un gran corazón y amor (2M 1, 3), es decir, con un corazón y un amor dignos de su infinita grandeza. Para ello renuncia a tu corazón, es decir, a tu espíritu personal, a tu voluntad y amor propios; y entrégate a Jesús para entrar en la inmensidad de su gran Corazón, que encierra el Corazón de su santa madre y, de todos sus santos, y para sumergirte en ese abismo de amor, de caridad, de misericordia, de humildad, de pureza, de paciencia, de sumisión y de santidad. No te contentes con amar a Dios con tu pequeño corazón humano: eso es bien poco, por no decir nada. Ámalo corde magno et animo volenti, con todo el amor de tu gran Corazón. Cuando te pregunten si lo amas, contestarás: Sí, quiero amarlo con todo mi gran corazón y me entrego a él para este fin. Si amas a tu
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Guías homiléticas 9 de mayo de 2021 VI DOMINGO DE PASCUA Hch 10, 25-26.34-35.44-48 / Sal 97 / 1Jn 4, 7-10 / Jn 15, 9-17 Del Evangelio según san Juan Como el Padre me amó, yo también los he amado a ustedes; permanezcan en mi amor. Les he dicho esto, para que mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea colmado. Este es el mandamiento mío: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Palabra del Señor
prójimo y quieres ejercitar con él una obra de caridad, ámalo y haz por él todo lo que debes con la caridad de tu gran Corazón. Si es necesario sufrir algo, hazlo en unión de su espíritu de humildad, de paciencia, de sumisión y de amor. Si vas a cumplir alguna promesa, donación o sacrificio a Dios, de ti mismo o de alguna cosa, que sea en el espíritu de amor y de celo de tu gran Corazón. Cuando digas estas palabras – Doy gracias al Señor de todo corazón (Sal 110, 1) tendrás la intención de referirte a su gran Corazón. Finalmente, en todas tus acciones renuncia a ti mismo y entrégate a Jesús para realizarlas en el espíritu y disposiciones de su gran Corazón. (San Juan Eudes, El Corazón admirable de Jesús, 3, 2: O.C. VI, 261 -265.)
La herencia del amor radica en que, “Nosotros somos los herederos de Dios y coherederos con su Hijo. Tenemos con él una alianza y unión mucho más noble, estrecha y perfecta que la de los miembros con su cabeza en un cuerpo humano. Por lo cual pertenecemos a Jesucristo, estamos sometidos a su dependencia y dirección y somos una sola cosa con él, como los miembros con su cabeza. Entreguémonos, pues, a Jesucristo y propongámonos vivir de su vida. Porque sería monstruoso que en el cuerpo un miembro llevara una vida distinta de la de su cabeza. Por eso san Gregorio de Nisa afirma que el cristianismo es hacer profesión de vivir de la vida de Jesucristo. Un cristiano es un templo del Espíritu Santo. ¿No saben, acaso, que su cuerpo es templo del Espíritu Santo?, dice san Pablo (1Co 6, 19), y la prueba de que somos hijos de Dios es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo (Ga 4, 6). El Espíritu Santo nos ha sido dado como espíritu de nuestro espíritu, corazón de nuestro corazón, alma de nuestra alma, y para que esté siempre con nosotros y en nosotros como en su templo. Consideremos atentamente estas verdades y grabémoslas en nuestro corazón para despertar en nosotros la alabanza y el amor a Dios porque nos ha hecho cristianos. Repudiemos nuestras ingratitudes y pecados y llevemos en adelante una vida digna de la perfección de nuestro Padre, de la santidad de nuestra Cabeza y de la pureza del Espíritu cuyo templo somos”. (San Juan Eudes, Coloquios interiores, 9; O.C. II, 168-173) “En una de sus intervenciones por televisión, el padre Rafael cuenta de una clase dada al aire libre, en un lugar rodeado de árboles, en donde les habló de los tres amores que debían alentar
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9 de mayo de 2021 VI DOMINGO DE PASCUA Hch 10, 25-26.34-35.44-48 / Sal 97 / 1Jn 4, 7-10 / Jn 15, 9-17 Del Evangelio según san Juan Como el Padre me amó, yo también los he amado a ustedes; permanezcan en mi amor. Les he dicho esto, para que mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea colmado. Este es el mandamiento mío: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Palabra del Señor
cinco años que no me reconoce. Entonces le pregunté extrañado: -Y si ya no sabe quién es usted, ¿por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas? Me sonrió y dándome una palmadita en la mano me dijo: -Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella”. (“Peregrinos del Espíritu”, M. Menapache, Ed. Patria Grande).
en la vida: el amor a Dios, o teofilía; el amor y servicio al hombre, o filantropía; y el amor universal a todas las cosas, desde las arenas hasta las estrellas, desde las gotas de agua hasta el inmenso mar, o Panfilia” (Jaramillo D. (2009) Rafael García Herreros, Una vida y una obra p. 143).
Aporte pastoral Quisiera comenzar este aporte con una historia de un “verdadero amor”: “Un hombre de cierta edad vino a la clínica donde trabajo para hacerse curar una herida en la mano. Tenía bastante prisa, y mientras se curaba le pregunté qué era eso tan urgente que tenía que hacer. Me dijo que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí. Me contó que llevaba algún tiempo en ese lugar y que tenía un Alzheimer muy avanzado. Mientras acababa de vendar la herida, le pregunté si ella se alarmaría en caso de que él llegara tarde esa mañana. -No, me dijo. Ella ya no sabe quién soy. Hace ya casi
Hemos perdido el verdadero sentido de la palabra “amor”. La palabra amor pierde su significado, no porque ella no tenga importancia en el día a día, sino porque la utilizamos tanto que nuestras palabras afectivas ya nos son efectivas, sino más sentimentales, ahora es fácil escuchar a todos, en especial a los jóvenes: mi amor… mi vida… mi lindura…, antes era muy difícil decirle así a cualquier aparecido y máxime si era la persona que nos atendía en el servicio o el del periódico a la señora de los tintos o cualquier persona, que sigue siendo importante porque nos presta un servicio, pero no por eso deben convertirse en nuestros amores cotidianos que en sí mismo pierden significado más por su abuso que por su uso. La palabra amor la escuchamos en la canción de moda, en la conductora superficial de un programa de televisión (tan superficial como su animadora), en el lenguaje político, en referencia al sexo, en las telenovelas con el nombre sin tetas (sexo, visto como amor y convertido a su mínima expresión…) no hay paraíso, en animadores de programas, comediantes de la noche, en un programa que vi, Azcárate se burlaba del vestido de matrimonio -que ella lucía- y hacía una crítica negativa al matrimonio como un momento esperado y menos disfrutado, porque ella hablaba más del amor en el matrimonio como amor romántico e ideal en contraste con la cruda realidad. En fin, la palabra AMOR sigue siendo utilizada en todos los ámbitos, y en cada uno de ellos significa algo diferente. ¡Pero, sin embargo, la palabra es la misma! abril / junio - 2021 - Vida pastoral no 182
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Guías homiléticas 16 de mayo de 2021 ASCENSIÓN DEL SEÑOR Hch 1, 1-11 / Sal 46 / Ef 4, 1-13 / Mc 16, 15-20 Del Evangelio según san Marcos Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. El Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban. Palabra del Señor
Jesús se despide de los discípulos definitivamente con un encargo: “Vayan por el mundo entero a proclamar el mensaje por todas partes”. De ahora en adelante no deberán limitarse al pueblo judío, pues el mensaje de Jesús es universal y mira a la humanidad entera. Ya no hay un pueblo elegido, sino que es toda la humanidad la elegida y destinada a experimentar la salvación de Dios. Además, no habrá lugar donde no se deba anunciar este mensaje de resurrección y vida de Jesús: hay que proclamarlo “por todas partes”. Ningún rincón de la tierra, ningún país, ningún grupo de personas estará excluido en principio del Reino, pues Jesús ha venido para que no haya excluidos del pueblo ni pueblos excluidos. Pero la tarea iniciada por Jesús de hacer del mundo una fraternidad que confiese a un solo Dios como Padre y considere que todos somos hermanos queda aún por completar. Seremos sus discípulos quienes anunciemos que hay que cambiar de y sumergir en las aguas de la muerte nuestra vida de pecado -bautizarsepara llegar a la orilla de una comunidad donde todos entienden a Dios como Padre y se consideran hermanos unos de otros, o lo que es igual, libres para amar, iguales sin perder la propia identidad, siempre abiertos y dispuestos a acoger al otro, aunque no sea de los nuestros, y solidarios. Para ello contamos con la ayuda de Jesús, cuyos signos de poder nos acompañarán: podremos arrojar los demonios de las falsas ideologías que no conducen a la felicidad, seremos capaces de comunicar el mensaje de amor a todos, hablando lenguas nuevas, el maligno no tendrá poder sobre nosotros -ni las serpientes ni el ve36
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neno nos harán daño- y pasaremos por la vida remediando tanto dolor humano. Este es el legado que nos dejó Jesús antes de irse con Dios, con un Dios que, desde que Jesús se bautizó en el Jordán, no habita ya en lo alto del cielo, sino que anida en lo profundo del ser humano, convertido desde el bautismo de Jesús en el nido y templo de un Dios, antes llamado “altísimo”, pero a quien Jesús nos enseñó a llamar “Padre” con lo que evoca esta palabra de entrega, amor y comunicación de vida. Las palabras de Jesús se dirigen a fortalecer la fe comunitaria desde un encargo en que están implicados tres personajes: Jesús, el círculo de los discípulos y todos los pueblos. Respecto a sí mismo, Jesús afirma que ha recibido plena autoridad en el cielo y en la tierra (v. 18). Para el evangelista, la autoridad ocupa un puesto importante en la presentación de Jesús. Este, al inicio de su actividad, había rechazado la última propuesta del diablo en orden recibir “todos los reinos del mundo” (cf Mt 4,8-10), los discípulos habían visto actuante en Jesús el significado del poder divino, pero debían mantenerlo en secreto (cf Mt 16,28-17,9). Ahora es el momento de la proclamación de ese señorío, recibido por Jesús del Padre. Este señorío universal es el fundamento para la existencia de la realidad eclesial. El encuentro con Jesús Resucitado establece la Iglesia en el momento de la irrupción gratuita y definitiva de Aquel que ha sido entronizado a la derecha del Padre. De esta forma se inicia una nueva era con la presencia definitiva del Enmanuel, el Dios con nosotros. Este relato de vocación de la comunidad eclesial describe la transmisión que le hace Jesús de “todo su poder”.
16 de mayo de 2021 ASCENSIÓN DEL SEÑOR Hch 1, 1-11 / Sal 46 / Ef 4, 1-13 / Mc 16, 15-20 Del Evangelio según san Marcos Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. El Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban. Palabra del Señor
Aporte pastoral. Gracias a él pueden convocar a nuevos discípulos mediante el bautismo y la enseñanza. Por el bautismo, Jesús había iniciado el cumplimiento definitivo de la justicia del Reino (Mt 3,15). “Un
cristiano es un hijo de Dios que tiene un mismo Padre con Jesucristo, su Hijo único: A cuantos le acogieron, creyendo en él, les dio el poder llegar a ser hijos de Dios (Jn 1, 12). Subo a mi Padre y a su Padre, dice el Salvador resucitado (Jn 20, 17). Miren qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!, dice san Juan (1Jn 3, 1). Por habernos creado, Dios es nuestro principio, nuestro rey y soberano, y nosotros sus creaturas, súbditos y servidores. Pero por la regeneración bautismal que nos ha dado un nuevo ser y una vida divina, Dios es nuestro Padre y nosotros sus hijos y podemos decirle: Padre nuestro que estás en los cielos. Por lo tanto: Así́ como hemos renacido por el bautismo del regazo de nuestro Padre Dios, también debemos permanecer, siempre y necesariamente en Él. Si por un solo instante dejara de llevarnos en sus brazos perderíamos al instante nuestro nuevo ser y la vida nueva que de él recibimos en el bautismo. Somos los hermanos de Jesucristo, de su sangre y de su estirpe real y divina, y formamos parte de su genealogía. El cristiano, como hombre nuevo y nueva creatura, nacida de Dios, no conoce otra genealogía que la de Jesucristo, ni otro Padre fuera de Dios: No llamen a nadie padre de ustedes en la tierra (Mt 23, 9). Desde ahora nosotros no conocemos a nadie con criterios puramente humanos, dice san Pablo (2 Co 5, 1 6). Y nuestro Señor dice: Lo que nace del espíritu, espíritu es (3, 6). (San Juan Eudes, Coloquios interiores, 9; O.C. II, 168-173), porque parafraseando a san Pablo a los Romanos al final del capítulo ocho (8), nada ni nadie nos separará del amor del Señor, ni la muerte, ni la enfermedad como quien dice ningún obstáculo nos separará del amor del Señor o en otras palabras nada nos separará de la fidelidad al Señor manifestada desde el principio. Nosotros hacemos parte de la Iglesia por la ascensión y somos participes de sus frutos, como la alegría en la realización y plenitud de la vida según Dios. abril / junio - 2021 - Vida pastoral no 182
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Guías homiléticas 23 de mayo de 2021 PENTECOSTÉS Hch 2, 1-11 / Sal 103 / 1Co 12, 3b-7.12-13 / Jn 20, 19-23 Del Evangelio según san Juan Se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: La paz este con ustedes. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Como el Padre me envió, también yo los envío. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos. Palabra del Señor
Los frutos del Espíritu Santo Cuando el alma corresponde dócilmente a la moción interior del Espíritu Santo, produce actos exquisitos de virtud que pueden compararse a los frutos sazonados de un árbol. No todos los actos que proceden de la gracia tienen razón de frutos, sino únicamente los más sazonados y exquisitos, que llevan consigo gran suavidad y dulzura. Son sencillamente los actos procedentes de los dones del Espíritu Santo. Se distinguen de los dones como el fruto se distingue de la rama y el efecto de la causa. Y se distinguen también de las bienaventuranzas evangélicas en el grado de perfección; estas últimas son más perfectas y acabadas que los frutos. Para discernir un carisma debemos estar atentos a la Palabra de Dios: En la medida en que un carisma dirija mejor su mirada al corazón del Evangelio, más eclesial será su ejercicio. Al igual que la comunión: En la comunión, aunque duela, es donde
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un carisma se vuelve auténtica y misteriosamente fecundo. Y tener en cuenta la realidad del hoy: Si vive este desafío, la Iglesia puede ser un modelo para la paz del mundo. (Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium No. 130.) Por eso todas las bienaventuranzas son frutos, pero no todos los frutos son bienaventuranzas. Los frutos son completamente contrarios a las obras de la carne, ya que ésta tiende a los bienes sensibles, que son inferiores al hombre, mientras que el Espíritu Santo nos mueve a lo que está por encima de nosotros. a) la paz: Él nos trae la paz y nos llena de su paz. Es una bendición tener paz, recibir la paz y tener frutos de paz, a ejemplo de san Francisco, instrumentos de su paz, no como el mundo la da sino como Dios nos da su paz. La paz que no es una ausencia de conflictos o de problemas, no es que si tenemos a Dios en nuestro corazón no existan problemas, lo que importa es la forma en que vemos
23 de mayo de 2021 PENTECOSTÉS Hch 2, 1-11 / Sal 103 / 1Co 12, 3b-7.12-13 / Jn 20, 19-23 Del Evangelio según san Juan Se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: La paz este con ustedes. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Como el Padre me envió, también yo los envío. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos. Palabra del Señor
los problemas y la serenidad que nos da el Señor para afrontarlos incluso superar los problemas. b) la alegría: la dinámica saludo – alegría se completa con la de saludo – envío. c) El Espíritu Santo y el perdón de los pecados. La potestad del Espíritu Santo es de perdonar pecador. En cuanto al número de los frutos, la Vulgata enumera doce: caridad, gozo espiritual, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre, fe, modestia, continencia y castidad (Gal 5, 22-23). Pero, en el texto paulino original, sólo se citan nueve: caridad, gozo, paz, longanimidad, afabilidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Es por que -como dice muy bien Santo Tomás, de acuerdo con San Agustín- el Apóstol no tuvo intención de enumerarlos todos, sino que se limitó a citar algunos por vía de ejemplo; pero en realidad son o pueden ser muchos más, ya que se trata de actos, no de hábitos, como los dones recibidos gratuitamente por el Señor.
glorificado. Sin embargo, el día de Pentecostés descendió sobre los discípulos para permanecer con ellos para siempre; la Iglesia se manifestó públicamente ante la multitud; comenzó la difusión del Evangelio por la predicación entre los paganos”. Siguiendo esta línea para San Juan Eudes los criterios para llegar a la santidad son: “Primero: separación y alejamiento del pecado. Segundo: renuncia de sí mismo y de todo lo que no es Dios. Tercero: Unión muy estrecha con Dios, mediante la gracia santificante, la fe, el amor y la práctica de las demás virtudes” (SJE, OC V, 379).
Aporte pastoral El Concilio Vaticano II habla del nacimiento de la Iglesia el día de Pentecostés. Tal acontecimiento constituye la manifestación definitiva de lo que se había realizado en el mismo cenáculo el domingo de Pascua. Cristo resucitado vino y “trajo” a los apóstoles el Espíritu Santo. Se lo dio diciendo: “Recibid el Espíritu Santo”. Lo que había sucedido entonces en el interior del cenáculo, “estando las puertas cerradas”, más tarde, el día de Pentecostés es manifestado también al exterior, ante los hombres. Se abren las puertas del cenáculo y los apóstoles se dirigen a los habitantes y a los peregrinos venidos a Jerusalén con ocasión de la fiesta, para dar testimonio de Cristo por el poder del Espíritu Santo. “El Espíritu Santo obraba ya, sin duda, en el mundo antes de que Cristo fuera abril / junio - 2021 - Vida pastoral no 182
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Guías homiléticas 30 de mayo de 2021 LA SANTÍSIMA TRINIDAD Dt 4, 32-34.39-40 / Sal 32 / Rm 8, 14-17 / Mt 28, 16-20 Del Evangelio según san Mateo Jesús se acercó a ellos y les habló así: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado. Palabra del Señor
La pedagogía de la Revelación consiste en el lento proceso de Revelación de Dios o también de un hallazgo paulatino de un pueblo que va descubriendo a Dios en su historia. Desde el Dios de Noé; de Abraham, Isaac, Jacob… formularon las antiguas comprensiones de Dios. Hemos pasado por esta misma evolución de una concepción de un monoteísmo cerrado a la Trinidad como la mejor comunidad o la trinidad como ejemplo vivencial de familia, en palabras de Karl Rahner, esencialmente monoteísta y vivencialmente trinitaria. Algunas líneas para la preparar la homilía - Escuchar la voz del Señor: eso lleva a la confesión de fe, el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, como acá abajo en la tierra no hay otro Dios. La Trinidad, nos hace una aclaración sobre este misterio de Dios Padre, creador y presente en la historia, a través de Jesús el Hijo de Dios, que nos hace salir hacia los demás y que está actuando interiormente en el interior del hombre por el Espíritu Santo para invitar a la comunidad a una confesión en la fe y en la obediencia al Señor. El tema central de Pablo es el de la filiación divina, donde se conecta con la Trinidad. Ya que somos Hijos de Dios, según Cristo que nos ha conseguido la salvación de ser hijos libres en la libertad de los verdaderos hijos de Dios por adopción. Recordemos que la adopción es auténtica y verdadera, no es una segunda categoría, incluso se da por encima de la biológica La misión en Israel la han hecho Jesús (15, 24) y los discípulos (10, 6). Ahora que Israel ha rechazado al Mesías, la misión se dirigirá a los paganos. La
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presencia de Jesús en Galilea conecta al resucitado con el Jesús histórico, es decir, los discípulos comprenden que el resucitado es él mismo crucificado que ejerció su actividad en esa región y la ejercerá en la Iglesia. Los discípulos se postran ante Jesús, mostrando su fe en él como Hijo de Dios (cf. 14, 33), pero al mismo tiempo dudan. El verbo “dudar/vacilar” se encuentra en el Evangelio solamente aquí y en 14, 31, donde delataba la falta de fe de Pedro, que lo llevó a hundirse en el agua. La escena está también en relación con la transfiguración: la realidad de Jesús ahora es la misma que se manifestó allí; la transfiguración anticipaba la resurrección. Teniendo en cuenta estos datos, la duda significa que los discípulos no tienen fe suficiente para asumir el destino de Jesús. Según Mt, es la primera vez que tienen experiencia del resucitado, el vencedor de la muerte; saben que han de afrontar la muerte para llegar a este estado. Como Pedro en 14, 31, no se sienten capaces de realizar en sí mismos la condición divina que ven en Jesús. La espiritualidad de la comunión: significa ante todo una mirada del corazón sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado. La primera página de los Coloquios interiores es contemplación de la Trinidad, de Dios en sí mismo, de los favores con que desde toda la eternidad nos ha colmado. “Me pensó, me miró con ojos de misericordia, me amó con ternura, creó el mundo y lo conserva por amor de mí” (SJE, OC 11, 135).
30 de mayo de 2021 LA SANTÍSIMA TRINIDAD Dt 4, 32-34.39-40 / Sal 32 / Rm 8, 14-17 / Mt 28, 16-20 Del Evangelio según san Mateo Jesús se acercó a ellos y les habló así: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado. Palabra del Señor
Al fundar la Congregación de Jesús y María, pensó Juan Eudes en la Trinidad Divina. “Esta Congregación está dedicada y consagrada en primer lugar a la Trinidad santa. Ella es el origen y el fin de toda la dignidad y santidad del orden sacerdotal, así como de todas sus funciones”. Luego le dio el carácter cálido de un hogar: “Está dedicada también a la más digna y santa de cuantas comunidades han existido y existirán: la sagrada comunidad de Jesús, María y José. Ella la contempla y venera como su regla, su ejemplar y su modelo. Se propone expresar en sí la imagen y semejanza de esta sagrada familia” (SJE, OC IX, 143).
Aporte pastoral “Cristo ha escogido a los que permanecen en pie. Por tanto, levántate, acude presuroso a la Iglesia; en ella está el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Aquél, que se da perfecta cuenta de cómo tratas de convertirte en lo más íntimo de tu alma, corre a tu encuentro. Y, cuando estás todavía lejos, te ve y se dirige rápido hacia ti. Él ve dentro de tu corazón y sale a tu encuentro para que nadie se le ponga de obstáculo y, tan pronto ha llegado a ti, te abraza. En ese salir a tu encuentro se muestra su presciencia; en el abrazo, su clemencia y la demostración de su amor paternal. Se te arroja al cuello para levantarte porque estás caído, y para hacerte volver hacia el cielo, con el fin de que allí tú, que estás cargado de pecados e inclinado hacia todo lo terreno, busques a tu Creador. Cristo se lanza a tu cuello para quitar de él el yugo de la esclavitud y poner sobre él su yugo suave” (Ambrosio de Milán).
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6 de junio de 2021 CUERPO Y SANGRE DE CRISTO Ex 24, 3-8 / Sal 115 / Hb 9, 11-15 / Mc 14, 12-16.22-26 Del Evangelio según san Marcos Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos. Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: El lugar está deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida. Mas Jesús les dijo: No tienen por qué marcharse; denles ustedes de comer. Palabra del Señor
“La Eucaristía no solo es fuente y cumbre de toda la vida cristiana (LG 11) sino también es síntesis de la vida de fe… en ella se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, a saber, Cristo mismo Nuestra Pascua” (PO 5). El pueblo ratifica lo que de primeras había aceptado y Moisés es el intermediario entre Dios y su pueblo, constituye en aquel que sella su alianza de fidelidad con Dios. Pero la alianza definitiva es la de Jesús. Alianza, sacrificio, obediencia. Toda nuestra vida tiene compromisos, desde que nacemos hasta que morimos, no acaba nunca el compromiso de ser padre o madre, hijo, sacerdote, esposo, esposa… son compromisos que duran toda la vida. La sangre de los novillos derramada sobre el altar y sobre el pueblo, para ratificar la alianza del Sinaí, como nos cuenta el libro del Éxodo. Como sello del pacto suscrito se erige un altar a los doce pies del monte, símbolo de las doce tribus de Israel. Se asperja al pueblo con la sangre de las víctimas, que en la mentalidad judía, era considerada como la
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sede de la vida: con ello, el pueblo, purificado, adquiriría la fuerza vital que eliminaba el pecado y el mal, y podía contraer una alianza con el puro// por excelencia. Existe una profunda relación entre la Antigua alianza y la Nueva y definitiva alianza: oferta de salvación, escuchar la palabra, sumisión a su mensaje, ratificación en la historia a través de su Hijo, por medio de la sangre del cordero… y un nuevo pueblo de Dios. Esta alianza, infringida muchas veces y hecha ineficaz por Israel, será superada por la nueva alianza, no escrita ya en tablas de piedra, sino en el corazón del hombre. El sacrifico de Cristo, por el cual ha conseguido la unión definitiva entre Dios y los seres humanos. En el ritual judío, concretamente en la fiesta de la expiación//, el sumo sacerdote entraba solo en el santo de los santos y ofrecía a Dios el sacrificio, expiando las culpas de sus hermanos y permaneciendo al servicio del pueblo. Las alusiones a la muerte del Señor son suficientemente claras, así como sus efectos salvadores. A diferencia de Pa-
6 de junio de 2021 CUERPO Y SANGRE DE CRISTO Ex 24, 3-8 / Sal 115 / Hb 9, 11-15 / Mc 14, 12-16.22-26 Del Evangelio según san Marcos Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos. Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: El lugar está deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida. Mas Jesús les dijo: No tienen por qué marcharse; denles ustedes de comer. Palabra del Señor
blo, el autor presenta la muerte de Cristo como un sacrificio, forma de hablar que en nuestra lectura hoy, nos muestra un trasfondo cultural de aquella época. Ha entrado en la esfera divina y, permaneciendo solidario con nosotros, nos ha vuelto a dar la vida, nos ha regenerado como humanidad nueva haciéndonos dignos de ofrecer al Padre un culto espiritual muy superior al sacrifico de expiación, con la ofrenda de su sangre, no derramado sobre las partes de la víctima, sino que es ofrecido como alimento y bebida en el banquete eucarístico. Hoy el significado de su muerte sigue siendo el mismo, su solidaridad con nosotros, con el género humano, con la raza humana, con el hombre pecador, asume la condición humana, el pecado, e incluso los aspectos menos positivos del ser humano, los defectos, su humanidad, tal vez hoy resulte un poco complicado comprender el verdadero sacrifico, en un mundo materialista e incluso de lucro y bienestar, estar bien sin importar el otro, mientras que para Jesús, su verdadera solidaridad llega al culmen de su entrega en la muerte de cruz. Solo quienes acceden a entrar en esta comunión acceden a entrar en esta perfecta unión con él Nosotros los cristianos que leemos este texto desde su implicación y confrontación para nuestra vida, debemos valorar el verdadero significado y sentido de la Eucaristía, como sacramento de vida, el pan se pone en la mesa para partirlo y repartirlo e incluso compartirlo en comunidad. Por eso, no se puede separar la Eucaristía del compromiso personal (vida espiritual) y comunitario (vida pastoral). Comulgamos para convertirnos en pan para los demás.
¿Qué nos hace decir el texto? Una buena comunión, no se califica como tal por la fuerza emocional que provoca en nuestro interior,
sino por el grado de compromiso que se deriva; como una buena celebración, no se mide ni por la gente que asiste (podemos llenar los templos), no por los cantos (podemos tener los mejores instrumentos y cantores bien afinados cosa que sería excelente tenerlo), o la calidad de la homilía (tenemos buenos predicadores en nuestros países latinos), sino por el grado de implicación que adquieren los participantes a favor de los más débiles y necesitados. Ahí está el verdadero y autentico significado que el texto nos hace hablar con la vida, diríamos hoy el don del misterio es para vivirlo, comprenderlo y darlo, no guardarlo ni esconderlo.
Aporte pastoral ¿Con qué respeto, con qué devoción y religioso silencio no debemos asistir a la celebración de la Santa Misa, en que el Cordero sin mancha, el Verbo Divino se inmola por nosotros? (San Ambrosio). Cuando celebraba el Santo Sacrificio, según refiere Cesáreo, y concluido el Evangelio, se volvía al pueblo, y después de haber exhortado a los fieles a un recogimiento profundo, les ordenaba que guardasen el más riguroso silencio, y así consiguió que no solamente pusiesen un freno a su lengua, no pronunciando la menor palabra, sino, lo que aún es más admirable, que se abstuviesen de toser y de moverse con ruido. Estas prescripciones se cumplían con exactitud, y por eso todos los que asistían a la Santa Misa sentíase como embargados de un santo temor y profundamente conmovidos, de manera que conseguían muchos frutos y aumento de gracia. “…para ofrecer bien una Eucaristía se necesitarían tres eternidades: una para prepararla, otra para celebrarla y una tercera para dar gracias” (San Juan Eudes). abril / junio - 2021 - Vida pastoral no 182
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Guías homiléticas 13 de junio de 2021 XI DOMINGO ORDINARIO Ez 17, 22-24 / Sal 91 / 2Co 5, 6-10 / Mc 4, 26-34 Del Evangelio según san Marcos El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra, duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra, pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas. Palabra del Señor
El profeta Ezequiel, nos quiere mostrar por medio de la metáfora de la rama de cedro, como es Dios quien hace crecer. El futuro está en sus manos. Las graves dificultades, como la caída de Jerusalén, no son motivo para dudar de que Dios cumple su promesa. Nos invita a tener una firme confianza en la Palabra de Dios y en poder ver su presencia entre los más pequeños y humildes. El apóstol San Pablo invita a la comunidad de Corinto a dejar a un lado las cosas que los distrae de su principal vocación, en reconocer que aquel que está en Cristo es una nueva creación. De que Dios los ha liberado del pecado por Cristo y les ha dado un ministerio de reconciliación para renovar todas las cosas en Él. Y nos invita a cada uno de nosotros a sentirnos capacitados para participar en la renovación de toda la creación en Cristo, en ser capaces de mirar más allá de sí mismos para ser apóstoles de Jesucristo y permitir que Dios se manifieste en nuestras vidas. El evangelista Marcos, nos muestra como Jesús predicaba con parábolas y nos presenta dos de ellas; la parábola de la vitalidad de la semilla y la parábola de la semilla de mostaza. Es así como vemos que en el anuncio del Evangelio siempre habrá buena cosecha, aun cuando muchas semillas no lleguen a dar fruto. El Reino de Dios crece en silencio, pero con mucha fuerza. Esta palabra de Dios del día de hoy nos invita a preguntarnos qué tantos frutos de amor hemos dado a los demás, a dar gracias a Dios, a pedir perdón, y a que sea el Espíritu Santo el que nos ayude en ello.
Aporte pastoral La historia de la semilla es lo que nosotros vivimos a diario, todos queremos dar frutos, el agricultor
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conoce le proceso, algo importante es que sabe esperar, tiene paciencia. El grano crece por sí mismo, es autónomo, a veces no es hacer muchas cosas, sino dejar que Dios actúe en nuestra historia y su actuar a veces es silencioso. El Reino de Dios va creciendo cada día, desde lo más pequeño, hasta lo más grande. La parábola es una forma de llegar al corazón de cada oyente, es una manera de comparar con el Reino de Dios, que crece en secreto o en el silencio, es un misterio, pero esta la esperanza que en su tiempo dará el fruto.
20 de junio de 2021 XII DOMINGO ORDINARIO Jb 38, 1.8-11 / Sal 106 / 2Co 5, 14-17 / Mc 4, 35-41 Del Evangelio según san Marcos Le despiertan y le dicen: Maestro, ¿no te importa que perezcamos? Él, despertándose increpó al viento y dijo al mar: ¡Calla, enmudece! El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Y les dijo: ¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo no tienen fe? Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: Pues, ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen? Palabra del Señor
El capítulo 38 del libro de Job, nos presenta el primer discurso del Señor. Finalmente, Dios se deja oír. Sus palabras no son un juicio a Job, sino una interpelación para que recapacite sobre la grandeza divina y, al mismo tiempo, sobre su pequeñez e ignorancia. Por eso le pregunta si es capaz de comprender las maravillas del mundo y controlar las fuerzas de la naturaleza. La segunda carta del apóstol san Pablo a los corintios, es una continuación de la lectura del domingo pasado donde deja un mensaje de reconciliación y donde se nos pide que nuestros actos sean verdaderamente propios de una creatura nueva en Cristo; y que este don de ser una nueva creatura nueva nos lleve a compartir los frutos con los demás. El evangelista Marcos termina el cap.4 mostrando a Jesús que calma una tempestad. Es así como revela su poder sobre el mal y manifiesta el reino de Dios. Qué bueno reflexionar en este día, cómo estamos contemplando la manifestación del poder de Jesús y cómo estamos siendo continuadores de Jesús en manifestar el poder de su reinado en el mundo.
Aporte pastoral El Papa Francisco, nos ha comentado sobre la vida después de la pandemia, todavía deberemos tener paciencia, pero lo interesante es que tiene dos objetivos claros y contundentes para todos los hombres. El primero es sugerir una dirección, algunas claves y directrices para reconstruir un mundo mejor que podría nacer de esta crisis de la humanidad. El segundo objetivo es sembrar esperanza en medio de tanto sufrimiento y desconcierto. El Papa basa claramente esta es-
peranza en la fe, “porque con Dios la vida nunca muere” (¿Por qué tenéis miedo? Mensaje Urbi et orbi del Momento Extraordinario de Oración en tiempos de epidemia; Atrio de la Basílica de San Pedro, 27 de marzo de 2020.). Dios es vida, no muerte, comprender la lógica de la vida es descubrir que la humanidad siempre ha tenido que afrontar sus perores momentos y crisis, donde siempre ha salido de situaciones complejas e inciertas. El meditar sobre un texto de los padres de la Iglesia en los primeros siglos, nos hace pensar que nacimos para afrontar las crisis y siempre dar respuestas oportunas: “Cristo lo es todo para nosotros. Si quieres curar una herida, él es médico; si tienes sed, es fuente; si estás oprimido por la iniquidad, es justicia; si necesitas ayuda, es fuerza; si temes la muerte, es vida; si deseas el cielo, es camino; si huyes de las tinieblas, es luz; si buscas alimento, es comida” (San Ambrosio, El Gran Arzobispo De Milán, La Virginidad, 99: Saemo, Xiv, 2, Milán-Roma 1989, P. 81.) Estas situaciones nos hacen observar que lo que sacia el corazón del hombre no son nuestros discursos bonitos y elocuentes, lo que realmente sacia el corazón frágil del hombre es Jesús para los creyentes con fe y que se repite en la historia, tanto en los inicios del cristianismo cuando los judíos se convertían al cristianismo, como para nosotros hoy en día; algo está cambiando, pero sigue siendo vigente y actual, dar respuestas esperanzadoras… aún en medio de tantos adelantos científicos y elaboraciones elocuentes de grandes discursos, volver sobre lo fundamental: la fe ante la incertidumbre o recuperar la esperanza ante la mayor crisis de la humanidad de nuestro tiempo. “No podemos manejar la azarosa distribución de algunas desgracias, ni la indeseada aparición de abril / junio - 2021 - Vida pastoral no 182
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Guías homiléticas 20 de junio de 2021 XII DOMINGO ORDINARIO Jb 38, 1.8-11 / Sal 106 / 2Co 5, 14-17 / Mc 4, 35-41 Del Evangelio según san Marcos Le despiertan y le dicen: Maestro, ¿no te importa que perezcamos? Él, despertándose increpó al viento y dijo al mar: ¡Calla, enmudece! El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Y les dijo: ¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo no tienen fe? Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: Pues, ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen? Palabra del Señor
una enfermedad, ni la dolorosa partida de lo que queremos. No podemos, y nos cuesta aceptarlo, controlar la conducta, el pensamiento o el sentimiento de los demás… la humanidad va acercándose, poco a poco, a la sabiduría de la aceptación: la aceptación de la realidad (tiempos de crisis), no como resignación, sino pérdida de la urgencia (Bucay, Jorge, empieza hoy el resto de tu vida, ed Océano, 2017, P. 48), como polarizarnos sobre un aspecto de las necesidades del hombre como por ejemplo, el económico sobre la vida o el materialismo sobre la humanidad.
Nacimiento de Juan Bautista Hoy vemos cómo con el nacimiento de Juan Bautista se cumple la profecía del Ángel Gabriel a Zacarías. Si seguimos el hilo de la narración nos encontramos una serie, bastante apretada, de acontecimientos que se dan en torno a esta primera natividad, donde el punto central del relato está en el nombre Juan. El hecho mismo del nacimiento del nacimiento de Juan, la circuncisión e imposición de su nombre, “Juan” (que quiere decir “Yahvé es misericordioso, es compasivo”); el coro de los vecinos que aclama la acción de Dios en Isabel; La reacción del papá, Zacarías, que recupera el lenguaje y se une a la alabanza del pueblo. (Mostrarse fiel) Juan es el anticipo del salvador, el único mediador entre Dios y los hombres. El poder de Dios demuestra que Él es fiel y el Ángel les demuestra su fidelidad cuando le da el nombre. Zacarías queda mudo por dudar del designio de Dios, ¿Cuál es su actitud? ¿Qué le sucede? ¿Qué interpretan todos?
Aporte pastoral La vida es un creciendo, todo se va preparando, es como una película de cine o una obra de teatro, donde el nacimiento de Juan va a ser la antesala para que luego ya Juan Bautista presente a Jesús. El Padre y el Espíritu, en la teofanía del bautismo, hacen lo propio. El desierto: encuentro con el adversario, el demonio, y a salir las primeras palabras de Jesús. El Reino llega: convertirse y creer. Lucas las cuenta luego de las primeras acciones maravillosas de Jesús que van a influir en todo el ministerio de Jesús.
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27 de junio de 2021 XIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Sb 1, 13-15; 2, 23-24 / Sal 29 / 2Co 8, 7.9.13-15 / Mc 5, 21-43 Del Evangelio según san Marcos Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él, se volvió entre la gente y decía: ¿Quién me ha tocado los vestidos? Sus discípulos le contestaron: Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: “¿Quién me ha tocado? Pero él miraba a su alrededor para descubrir al que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y le contó toda la verdad. Palabra del Señor
En el libro de la Sabiduría vemos en un primer momento una exhortación a la justicia, que es inmortal. Los que buscan la justicia de Dios encontrarán la sabiduría y la vida. Esa justicia pasa por evitar el daño, tanto con obras como con palabras. En un segundo momento, las fuerzas del mal, manifestadas en los impíos, quieren ahogar la fuerza de Dios, encarnada en la vida de los justos. Quien quiere aprovechar así la vida, como un momento fugaz, olvida que el fin de nuestra existencia es la inmortalidad. Es una invitación a transmitir la esperanza en ese Dios que sostiene para siempre nuestras vidas, especialmente de quienes están desanimados o pasan por momentos de enfermedad o muerte. En la segunda carta a los corintios, Pablo hace referencia a una carta anterior. La comunidad se había portado mal con él, y él les respondió. Ahora la comunidad ha rectificado. Tito es testigo de ello y comparte esta alegría con Pablo. Cada relación, familia y comunidad se encuentra a veces con conflictos y debe buscar un camino de reconciliación. El equipo de Pablo trabajó con los corintios para encontrar ese camino. También nosotros podemos necesitar a veces la ayuda de otros para reparar las relaciones dañadas. El evangelista Marcos presenta a Jesús sanando a los enfermos. Se entremezclan dos milagros: la sanación de una mujer con hemorragia y la resurrección de una niña. Cada uno de nosotros está invitado a continuar la misión de Jesús de luchar contra el mal promoviendo en nuestras familias el respeto, la justicia, la solidaridad y el amor entre todos.
Aporte Pastoral El numeral 22 de la encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco expone la injusticia en nuestro tiempo: 22. Muchas veces se percibe que, de hecho, los derechos humanos no son iguales para todos. El respeto de estos derechos “es condición previa para el mismo desarrollo social y económico de un país. Cuando se respeta la dignidad del hombre, y sus derechos son reconocidos y tutelados, florece también la creatividad y el ingenio, y la personalidad humana puede desplegar sus múltiples iniciativas en favor del bien común”. Pero “observando con atención nuestras sociedades contemporáneas, encontramos numerosas contradicciones que nos llevan a preguntarnos si verdaderamente la igual dignidad de todos los seres humanos, proclamada 6solemnemente hace 70 años, es reconocida, respetada, protegida y promovida en todas las circunstancias. En el mundo de hoy persisten numerosas formas de injusticia, nutridas por visiones antropológicas reductivas y por un modelo económico basado en las ganancias, que no duda en explotar, descartar e incluso matar al hombre. Mientras una parte de la humanidad vive en opulencia, otra parte ve su propia dignidad desconocida, despreciada o pisoteada y sus derechos fundamentales ignorados o violados”. (FRANCISCO. 2020. Fratelli Tutti Nº 22) El Papa denuncia que no hay igualdad en el reconocimiento de los derechos para todas las personas. Este mensaje es un llamado para que nosotros los cristianos defendamos los derechos de las personas más vulnerables porque en ellos está el rostro de nuestro señor que clama misericordia.
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Guías homiléticas 27 de junio de 2021 XIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Sb 1, 13-15; 2, 23-24 / Sal 29 / 2Co 8, 7.9.13-15 / Mc 5, 21-43 Del Evangelio según san Marcos Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él, se volvió entre la gente y decía: ¿Quién me ha tocado los vestidos? Sus discípulos le contestaron: Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: “¿Quién me ha tocado? Pero él miraba a su alrededor para descubrir al que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y le contó toda la verdad. Palabra del Señor
PEDRO Y PABLO
Aporte Pastoral
“Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16, 16). ¡Cuántas veces hemos repetido esta profesión de fe, que un día pronunció Simón, hijo de Jonás, en Cesarea de Filipo! ¡Cuántas veces yo mismo he encontrado en estas palabras una fuerza interior para proseguir la misión que la providencia me ha confiado! Tú eres el Cristo.
El nacimiento de la Iglesia radica en la acción portentosa del Espíritu Santo sobre las mujeres y los hombres de buena voluntad que construyen comunidad y dignifica al ser humano. En nuestros tiempos, es importante que el Espíritu Santo nos sus dones para tener el impulso que movió a la iglesia primitiva hacia la evangelización y el testimonio. En los viajes apostólicos del Papa Francisco podemos verlo como un hombre comprometido por la evangelización y la reconciliación entre los pueblos. Es mensajero de la paz. Es mensajero del amor y de la misericordia. Nosotros como cristianos católicos sigamos su ejemplo y construyamos mejor nuestra Iglesia: como mensajera de paz de nuestro Dios. Hagamos posible el milagro del amor en nuestras comunidades y testigos de la misericordia para nuestro prójimo.
“¡Bienaventurado tú, Simón, ¡hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo” (Mt 16, 17). Después de dos milenios, la “roca” sobre la que está fundada la Iglesia sigue siendo la misma: es la fe de Pedro. “Sobre esta piedra” (Mt 16, 18) Cristo construyó su Iglesia, edificio espiritual que ha resistido al embate de los siglos. Desde luego, sólo sobre bases humanas e históricas no hubiera podido resistir el asalto de tantos enemigos. A lo largo de los siglos, el Espíritu Santo ha iluminado a hombres y mujeres, de todas las edades, vocaciones y condiciones sociales, para que se convirtieran en “piedras vivas” (1 P 2, 5) de esta construcción. Son los santos, que Dios suscita con inagotable creatividad, mucho más numerosos que los que señala solemnemente la Iglesia como ejemplo para todos. Esta es la enseñanza del apóstol san Pablo. Es lo que ha acontecido desde que los discípulos, el día de Pentecostés, al salir del Cenáculo y bajo el impulso del Espíritu Santo, se dispersaron en todas las direcciones. Esta misión evangelizadora prosigue en el tiempo y es la manera normal como la Iglesia administra el tesoro de la fe. Todos debemos participar activamente en su dinamismo. Con estos sentimientos os dirijo mi más cordial saludo a vosotros, queridos y venerados hermanos, que estáis en torno a mí. 48
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Pastoral litúrgica
La resurrección del Señor
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Pastoral litúrgica
La Vigilia Pascual Pocas celebraciones litúrgicas son tan ricas de contenido y de simbolismo como la Vigilia Pascual, que cada día está teniendo mayor participación de nuestros fieles. Este día de la Resurrección del Señor es, sencillamente, el corazón de todo el camino espiritual del año. Todas las demás celebraciones nacen aquí o encuentran su finalidad en este gran día. La Vigilia Pascual es de verdad una “noche iluminada” y por eso es muy importante vivir cada uno de sus momentos, sabiendo lo que estamos celebrando.
¿Por qué la Vigilia Pascual es tan importante? Porque es la noche en que esperamos la Resurrección de Cristo. Algo así como lo que leemos en el libro del Éxodo cuando los israelitas esperaban su liberación de la esclavitud de Egipto: “Esta será una noche de vigilia en honor del Señor, de generación en generación” (12, 42). En esa vigilia ellos “hacían memoria” de la salvación obrada por Dios al rescatarlos de la esclavitud. Pues también nosotros en esa vigilia hacemos memoria de la salvación obrada por Dios en nuestro favor al morir su Hijo en la cruz y esperamos toda la noche su resurrección y el amanecer de un nuevo día. Por eso es una noche de gozo y de fiesta: “Ese día será para ustedes un memorial; lo celebrarán como fiesta del Señor; de generación en generación, lo celebrarán como rito perenne” (Ex 12, 14). La Vigilia Pascual es la celebración más importante del año, la culminación de la Semana Santa y el eje de toda la vida cristiana, hasta el punto de haber sido denominada “madre de todas las vigilias”. Sin embargo, todavía está lejos de significar algo importante para nuestro pueblo, que se
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hace presente, sobre todo, en las procesiones del viernes. Para muchos de nuestros fieles sigue siendo el Viernes Santo el día decisivo. Con todo, la resurrección de Jesús es dato básico de la confesión de fe, comunicación de nueva vida e inauguración de nuevas relaciones con Dios. Según la actual liturgia, el sábado es día de meditación y de reposo, de paz y de descanso, sin misa ni comunión, con el altar desnudo. La Vigilia Pascual más antigua que se conoce es del siglo III. Hacia el año 215, según la Tradición de Hipólito, el bautismo era celebrado, con la Eucaristía, en la Vigilia Pascual. Esto se generalizó en el siglo IV. A finales de este siglo algunas Iglesias introdujeron el lucernario pascual, que finalmente se extendió a todas partes. A partir del siglo XII se comenzó a bendecir el fuego. Con la noche del sábado se inicia el tercer día del triduo. Según el misal es noche de vela. Está constituida por una larga celebración de la Palabra que acaba con la Eucaristía. Se inicia el acto con una hoguera. En un primer momento, puede prenderse un
“fuego de campamento”, con cantos jubilosos, danza de niños y mayores alrededor del fuego, y quema de cosas que rechazamos: juguetes bélicos, prensa mentirosa, jeringuillas de droga, etc., y empieza la celebración con una monición para dar sentido a todo el acto, que tiene cuatro partes:
1. Comienzo de la Vigilia, liturgia de la luz Es la celebración de Cristo como “luz del mundo”. Aquí el cirio pascual es el símbolo central y las candelas que se encienden del cirio son el símbolo de la vida nueva que el Señor nos comunica mediante el Espíritu Santo en su Resurrección. En medio de las tinieblas surge una luz: la de Cristo resucitado y la del cristiano comprometido.
para todos, porque el bautismo, según san Pablo, es sumergirse en la muerte de Cristo para resucitar con Él a una vida nueva (Rm 6, 3-4). En este momento se bendice también el agua que llevamos a la Iglesia, y se bendice precisamente porque la gracia no brota del agua como elemento material, sino del Espíritu Santo que la santifica. También el sacerdote asperja al pueblo con el agua bendecida en la noche pascual, ¿qué significa esto? En realidad, toda la Cuaresma nos ha preparado para este momento, pues recibir el agua bendita nos recuerda nuestro bautismo y esto será eficaz en la medida en que cada uno haya tomado conciencia de su compromiso cristiano.
4. Liturgia de la Eucaristía: celebración de Cristo, nuestra Pascua
En este cuarto momento se prepara el altar con los dones del pan y del vino para celebrar la Eucaristía. Aquí estamos en el corazón de esEn esta noche la Palabra de Dios La Vigilia Pascual es ta gran noche, pues son las primese escucha de una manera esras luces de este gran día esperapecial: nueve lecturas, siete del la celebración más imdo: el alba del día que vio a Cristo Antiguo Testamento y dos del portante del año, la culresucitado. Todo lo que la Iglesia Nuevo. ¿Por qué tantas lecturas? minación de la Semana realiza durante el año parte de esPorque la Iglesia medita en esta Santa y el eje de toda ta misa y converge hacia ella. La noche las maravillas que el Señor Eucaristía de esta noche es la “acha realizado por nosotros desde la vida cristiana, hasta el punto de haber sido ción de gracias” más grande rendila creación hasta la redención en da por la Iglesia al Padre, por haCristo, confiando en sus palabras denominada “madre de bernos dado a su Hijo resucitado. y en sus promesas. Cada lectura todas las vigilias”. Aquí ya no tenemos dudas: Cristo tiene su respectivo salmo y termies el verdadero Cordero que quitó na con una oración del celebrante. el pecado del mundo, muriendo En muchas parroquias ya se cantan los destruyó nuestra muerte y resucitansalmos, lo que agrega un espíritu de do nos dio la vida. Y Felices Pascuas, solemnidad y alegría a esta gran es decir, feliz paso de la muerte a la noche. vida, de la tristeza a la alegría, del pesimismo al optimismo… ¡porque 3. Liturgia bautismal Cristo ha resucitado!
2. Celebración de la Palabra
Otro momento especialísimo en esta Vigilia es la liturgia bautismal, en donde celebramos a Cristo, fuente de agua viva. Por eso el signo que aquí se resalta es el agua. La Iglesia, desde los primeros siglos, ligó a la noche pascual la celebración del bautismo. Por esta razón, sería siempre muy oportuno bautizar a algunos niños o incluso personas mayores en esta celebración. Es un signo que dice mucho
Por el Bautismo, renacer a una vida nueva Las lecturas bíblicas de la Vigilia Pascual nos invitan a reavivar nuestra experiencia bautismal. Las oraciones que el sacerdote proclama después de cada lectura, nos permiten seguir esta reflexión sobre el Bautismo.
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Pastoral litúrgica
“Oh Dios, que maravillosamente creaste al hombre y más admirablemente aun lo redimiste, concédenos perseverar en tal disposición de Espíritu”.
La primera lectura, tomada del Génesis, nos indica cómo se llega a una nueva creación a través del Bautismo. Y la oración dice: “Oh Dios, que maravillosamente creaste al hombre y más admirablemente aun lo redimiste, concédenos perseverar en tal disposición de Espíritu”. La segunda lectura narra el sacrificio de Isaac y representa el mismo tipo de ofrenda sacrificial de Jesús para hacernos Hijos de Dios. Y nos hacemos Hijos de Dios por el Bautismo, como dice la oración: “Oh Dios que extendiendo a todos los hombres el don de la adopción filial, y en el sacramento pascual del Bautismo cumples la promesa hecha a Abrahán de hacerlo padre de todas las naciones, concede a tu pueblo responder dignamente a la gracia de tu llamada”. La tercera lectura, del libro del Éxodo, relata el paso del mar Rojo, símbolo del paso de la esclavitud a la libertad y prefiguración del Bautismo. Por eso dice la oración: “Oh Dios, que nos has hecho comprender el sentido profundo de los prodigios realizados en los primeros tiempos, dejándonos ver en el paso del mar Rojo una imagen del Bautismo, haz que to-
dos los hombres mediante la fe, renazcan a una vida nueva”. La cuarta lectura, del profeta Isaías, exalta la nueva y perfecta unión que hay entre el Señor y su pueblo. Nace una nueva Jerusalén que albergará a muchos hijos de Dios, símbolo de la Iglesia que recibe amorosamente a todos los bautizados. Dice la oración: “Dios todopoderoso, multiplica, por el honor de tu nombre, lo que prometiste a la fe de nuestros padres y aumenta, por la adopción sagrada, los hijos de la promesa”. En la quinta lectura, también de Isaías, tenemos la imagen del banquete al que nos invita el Señor. Allí encontramos la unión del pan (Eucaristía) y el agua (Bautismo), junto a la invitación a escuchar la Palabra de Dios, fuente de vida y de luz. Dice la oración: “Oh Dios, única esperanza del mundo, reaviva nuestra sed de salvación, porque solamente por la acción de tu Espíritu podemos progresar en el camino de la justicia”. La sexta lectura, del profeta Baruc, insiste sobre la importancia de la Palabra de Dios. En efecto, quien se bautizaba había hecho un acercamiento muy especial a esa fuente inagotable de vida y
sabiduría. La oración pide la protección para el bautizado: “Oh Dios, concede siempre la seguridad de tu protección a quienes purificaste por las aguas del Bautismo”. La séptima lectura, de Ezequiel, habla de la aspersión del agua pura y de un corazón nuevo que se da por el don del Espíritu Santo. La oración deja ver el efecto del Bautismo: “Oh Dios, lleva a término la obra de la salvación humana, que todo el mundo experimente y vea cómo lo abatido se levanta y lo viejo se renueva, volviendo todo a su integridad primera”. La Carta a los Romanos refuerza todo el tema bautismal que se vive en la Vigilia Pascual: “Fuimos con Él sepultados por el Bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado, también nosotros vivamos una vida nueva”. El evangelio que narra el encuentro de las mujeres y los discípulos con el misterio de la Pascua es una invitación para que renovemos nuestro compromiso bautismal y reavivemos nuestro compromiso con el Señor viviendo en justicia y santidad.
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Pastoral litúrgica Por: SANTIAGO JARAMILLO URIBE, S.J.
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a Pascua y el tiempo pascual deben ser una época del año litúrgico muy relevante para todos los católicos. La Cuaresma fue un tiempo de intensa preparación para que mediante la penitencia, la oración, la participación cristiana de bienes, las obras de caridad, la purificación espiritual personal…, los fieles lleguen purificados, renovados a este periodo —véase el Prefacio de Cuaresma I—, pero tal vez podría ocurrir que la acción pastoral sintiera un gran cansancio, ¿“desgaste”?, después del intenso trabajo cuaresmal. A lo mejor los pastores de almas sintieran una especie de agotamiento de las fuerzas pastorales y entonces podrían llegar animosos hasta celebrar gozosa y festivamente el Día de Pascua, pero ya el tiempo pascual podría pasar a ser “un tiempo más” durante el resto del año litúrgico.
L
En una hipótesis como la anterior, la intensa acción pastoral desplegada en la Cuaresma perdería por lo menos parte importante de sus logros, y la Pascua, la cincuentena pascual —que es el período más relevante de todo el año litúrgico— pasaría a un segundo plano, con consecuencias deplorables para la vivencia litúrgica de los fieles, puesto que la preparación cuaresmal se encamina a que el fiel cristiano llegue con renovadas fuerzas espirituales a vivir la Pascua en todo su esplendor, y con todas las exigencias espirituales y transformantes que ella puede producir en la vida espiritual de las personas que la vivan a plenitud. “Bajar la guardia” sería truncar el esfuerzo que los pastores de almas hicieron en la preparación de los fieles, porque ellos se quedarían sin la ayuda necesaria para recorrer el camino del tiempo pascual y para seguir progresando en la vida del Espíritu, propia de la Pascua. Si a los fieles no se les sostiene con el ambiente litúrgico apropiado, la Pascua y el tiempo pascual se convertirán para ellos en un “tiempo ordinario” de su vida de relación con Dios. Se perderían al tiempo dos fines importantes: el de la Cuaresma y las gra-
cias propias que produce la Pascua (cf. Constitución sobre la sagrada Liturgia, número 102, párrafo 3).
Proyección del tiempo pascual “El fruto espiritual de esta fiesta (Pascua) no queda limitado a un tiempo determinado, ya que sus rayos esplendorosos no conocen ocaso, sino que está siempre a punto de iluminar las mentes que así lo desean. Goza de una virtualidad ininterrumpida para con aquellos cuya mente está iluminada y que día y noche están atentos al libro sagrado como aquel hombre a quien el salmo proclama dichoso, cuando dice: Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita la ley día y noche” (de las Cartas pascuales de san Atanasio, obispo. Liturgia de las Horas, tomo II, pp. 300-301).
El tiempo pascual debería constituirse en un período en el cual la Iglesia —cada fiel cristiano en particular, con ayuda de la gracia— se sumergiera en una contemplación reflexiva especialmente el contenido del Sacramento de la Pascua, el cual —con las gracias especiales que contiene— ayuda a los fieles a crecer en el conocimiento del amor y de la donación dolorosa del Hijo de Dios para salvarnos, a apreciar mejor el amor del Padre, quien nos entrega a su Hijo amado para que sea nuestro salvador y redentor, y a valorar la acción del Espíritu Santo en el desarrollo y extensión de la Iglesia a partir de la Resurrección del Señor y de la transformación profunda que experimentan los apóstoles con su valentía para afrontar las persecuciones a causa de la predicación y defensa de la vida y del triunfo del Maestro. La Pascua y el tiempo pascual, además, son propicios para considerar la acción del Espíritu Santo en
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Pastoral litúrgica la vida de cada persona, para hacer una revisión del esfuerzo personal con miras al crecimiento en la vida espiritual, para que cada uno se esfuerce en asemejarse a Cristo, en cada instante de su vida y llegar a ser de verdad “otro cristo”.
Purificación pascual Tal vez no se piensa en que la Pascua y el tiempo pascual también son una etapa de purificación espiritual. Por lo general se considera que la purificación espiritual está reservada para la Cuaresma. Sin embargo, esto no es así: la vivencia del Sacramento de la Pascua es una fuente de continua purificación, puesto que Jesucristo con su Misterio pascual da nueva vida a quienes se disponen a recibirla. Vivir de forma auténtica la Pascua exige de la persona una actitud renovada para que con la acción del Espíritu Santo cada día avance en la perfección espiritual, por la vivencia de los compromisos bautismales, que debieron haber sido asumidos nueva y más conscientemente en la Vigilia pascual. Quien asuma de manera responsable la Pascua y el tiempo pascual, sin duda alguna agradecerá en este tiempo el perdón recibido y renovado en la Cuaresma por medio del sacramento de la confesión y se sentirá comprometido en la conservación y en el aumento de la santidad. Es importante considerar que la reconciliación de las personas con Dios, también tiene efectos en la naturaleza, porque cuando ellas se liberan del pecado, entonces, asimismo la naturaleza se renueva, según la enseña san Pablo: “La creación, en efecto, fue sometida a la caducidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la es-
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peranza de ser liberada de la esclavitud de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto” (Rom 8, 20-22).
las parroquias. Oración de agradecimiento a Dios por la Pascua gloriosa del Señor, cuyas gracias especiales siguen estando presentes en la Iglesia por medio la celebración de la Eucaristía. La oración en este periodo debe caracterizarse por ser exultante de alabanza, de glorificación a Dios por el triunfo de Cristo, el Señor, y por la obra de la la vivencia del Sacra- salvación. Exultar de alabanza, de mento de la Pascua es intenso gozo y de agradecimienuna fuente de continua to durante el tiempo pascual, sin sí, pero sin olvidarse de la purificación, puesto que duda, Pasión del Señor. Así lo vive la IgleJesucristo con su Mis- sia y lo manifiesta en los diversos terio pascual da nueva textos litúrgicos, en especial de los vida a quienes se dispo- viernes del tiempo pascual.
Es probable que el texto se refiera a que esta situación se deba al pecado del hombre. En un momento determinado la creación entera fue sometida a una potencia extraña, escapando a la sumisión que debía a Dios. La creación fue reducida a esta condición deplorable, muy a pesar suyo, cuando a causa del primer hombre, fue sometido nen a las fuerzas del mal, porque el hombre mismo aceptó ciegamente esa sujeción y arrastró consigo a toda la creación. Sin embargo, a pesar de esto, la creación conserva una cierta esperanza de ser también ella liberada de la corrupción para entrar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios y será llamada a participar de su gloria, a convertirse en la nueva creación en Cristo.
a recibirla.
La historia de la salvación se encuentra en la Biblia como la realización de un plan único de amor, que se realiza progresivamente, como alianza, término que subraya ante todo la iniciativa divina. En la Alianza con Noé el signo de ella es el arco iris, para significar que la alianza con Noé abraza la totalidad del mundo. La redención del universo es consecuencia de la redención del hombre, el hombre salvado, arrastra en pos de sí a todo el universo. El universo no está destinado al aniquilamientos, sino a la transformación, que desconocemos cómo será (la anterior explicación está basada en una nota de la Biblia de Jerusalén y en la explicación contenida en el libro titulado La Sagrada Escritura. Texto y comentario por Profesores de la Compañía de Jesús. Nuevo Testamento II. BAC Madrid. MCMLXV, pp. 255-256).
Tiempo pascual y oración El tiempo pascual debería caracterizarse por ser un período de intensa oración personal, en familia y en
Tarea muy importante del Pastor de almas será ir llevando a sus feligreses a que adquieran espíritu de oración, no solo como plegaria de petición, sino de alabanza agradecida, de acción de gracias y que sea un real trato con Dios. Cada etapa del año litúrgico —sin duda— tiene su temática singular. En el tiempo pascual esta es la contemplación del Misterio pascual del Señor, del valor que representa para cada persona haber sido redimida por Cristo, el gozo y el agradecimiento de poder disfrutar de una vida nueva por la efusión pascual del Espíritu Santo.
Tiempo pascual y acción misionera Cristo al entregar a los apóstoles sus últimas instrucciones les abrió su inteligencia para que comprendieran todo lo escrito sobre los últimos acontecimientos de su vida en la tierra (cf. Lc 24, 44-48), pero, además, les da una misión universal: ir a todo el mundo a hacer discípulos, a bautizar y a enseñar todo lo que Él les mandó (cf. Mt 28, 18-20). Esto significa que la cincuentena pascual es una invitación especial para que cada fiel reflexione sobre el carácter de “enviado” —que recibió desde el bautismo— para extender el Reino de Dios. La misión comienza por cada persona revisando si su vida y sus palabras dan testimonio de Cristo resucitado, si los demás pueden descubrir en ella sin mayores dificultades que es fiel seguidor de su Maestro, Jesús. Cada católico tiene un campo de misión en su hogar, en la comunidad, en el entorno de los vecinos, en el tra-
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Liturgia Pastoral litúrgica bajo…. Su vida —obras y palabras— debe ser por sí misma una predicación viva del Evangelio, cada católico deberá ser un evangelio viviente. El tiempo pascual invita a los pastores de almas y los fieles a una revisión del comportamiento de su vida, de mirar si con su proceder atraen o alejan de la Iglesia a las personas. Lo anterior cobra mayor importancia en estos momentos en los que vemos con preocupación la “desbandada” tan notoria hacia las diversas propuestas por las denominadas “iglesias cristianas o evangélicas”. ¿Hasta dónde llega mi responsabilidad en este fenómeno?
Papel de consolador que ejerce Cristo en la Pascua En este mundo agobiado por tantos acontecimientos adversos y tristes en lo personal y lo social, el oficio que Cristo ejerció entre sus discípulos cobra un valor y una actualidad particulares. La meditación de los evangelios que refieren los acontecimientos de las apariciones — “ver” al Señor, triunfante—, muestra la transformación tan profunda que experimentaron los discípulos, después de que lo ven, lo escuchan, lo palpan... Con meridiana claridad aparece cómo Cristo transforma esos corazones vacilantes y desalentados. Los ánimos apocados, vacilantes, incrédulos, pasan a ser decididos. No pueden guardarse los efectos interiores que han experimentado. Se sienten impulsados inmediatamente a comunicar el gozo y la experiencia recibida. Un ejemplo típico puede ser el comportamiento de la Magdalena (Jn 20, 11-18) y de los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35).
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Cristo es el primero y el gran consolador de todos, el Buen Samaritano que acompaña a las personas en su viaje por esta tierra. Pero cada uno en la Iglesia —según las circunstancias, unos más otros menos— debe ejercitar el oficio de ser “consolador” de sus hermanos, sobre todo de los más vulnerables. ¿Se piensa en esta misión propia del cristiano? ¿Cómo se ejerce este oficio en la Iglesia?
Pastoral El tiempo pascual es un período litúrgico que exige cada año una renovada e intensa acción pastoral. Demanda un redimensionamiento pastoral para que produzca todo el “impacto” espiritual propio del sacramento de la Pascua. Para implementar este tiempo importante del año litúrgico, tal vez se puedan señalar —entre otras acciones— las siguiente: (a) Mantener una especial labor para que la conversión cuaresmal no se diluya, sino que por el contrario se fortalezca. (b) Motivar siempre a los fieles para que conserven una vida purificada y alejada de todo pecado y afecto pecaminoso. (c) Trabajar con el fin de obtener de los fieles una participación más consciente y más activa en la Eucaristía y que comulguen en ella. (d) Motivar a todos los fieles para que especialmente en este tiempo se acerquen más a Jesús y a tener una vivencia más fuerte de la presencia de Él en su vida. Este fortalecimiento espiritual se hará externamente perceptible por la manera de observar los mandamientos, la forma de vivir el Evangelio y el modo de asumir con toda responsabilidad los deberes y las obligaciones personales en el trabajo y en toda su
vida. (e) Exhortar a los fieles a que la cercanía que tienen con Jesús se manifieste en el trato delicado y caritativo con el prójimo, fundamentalmente con los hermanos más vulnerables y necesitados.
En síntesis: ¡Buscar por todos los medios que la Pascua de verdad tenga todo su esplendor en el corazón de las personas y se cuente con símbolos que la recuerden!
El sitio pascual: en cada parroquia y en cada hogar
un arreglo realizado con espigas de trigo, una copa, como símbolos de la institución de la Eucaristía y un pequeño Crucifijo como recuerdo de la Pasión del Señor. Es posible que esta propuesta ayude a redimensionar la vivencia de la Pascua, de lo que ya hablamos antes. Si Adviento y Navidad tienen su ambiente singular —que contribuye en gran manera a vivir el misterio propio de este tiempo— con mayor razón debería existir durante la Pascua y su cincuentena —en cada parroquia y en cada hogar— un hogar que recuerde con claridad a todos los fieles que están viviendo el período litúrgico más importante: la Pascua, la solemnidad de las solemnidades.
Adecuar en un lugar destacado de la iglesia un “sitio pascual” que se convierta en modelo para promover una réplica en cada hogar, de tal manera que en un sitio relevante de la casa haya también un “sitio pascual”. Así como en Adviento y Navidad en la Parroquia y en las casas se prepara un lugar especial que recuerde el misterio de la Encarnación y de Nacimiento de Cristo —por medio del pesebre bellamente iluminado, de las luces que llenan de colorido, esplendor y alegría otras partes de la iglesia y del hogar, del árbol de navidad con los vivos resplandores de las bombillitas y los adornos propios de Navidad, de la decoración la iglesia y de toda la casa—, así también desde el día de Pascua hasta su finalización —con la solemnidad de Pentecostés— debería existir en la iglesia un lugar destacado que ayude a mantener vivo el Misterio de la Pascua. En la decoración de este lugar se emplearían diversos signos pascuales como la luz que llene de alegría y resplandor el sitio, las espigas de trigo y una copa para recordar la Eucaristía, un signo del Resucitado… Asimismo adecuar en las casas un espacio lleno de luz, con signos propios de la Pascua para fomentar un ambiente especial de alegría pascual. En este lugar pascual de las familias no debería faltar el pequeño cirio que la familia llevó en la Noche santa La Pascua debe convertirse en de la Vigilia Pascual para encenderlo centro de la espiritualidad durante la liturgia de la luz y la renovade todas las personas. ción de los compromisos bautismales,
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Catequesis
LA TRINIDAD: UN TEMA CATEQUÉTICO Para muchos catequistas, la Trinidad es un concepto difícil, creado por los estudiosos, que poco le interesa al pueblo. A pesar de que hablan de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, no siempre los catequizandos perciben la unidad total que existe entre las tres personas divinas.
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lgunos catequistas incluso tienen miedo de hablar de la Trinidad. Como se trata del gran Misterio de la fe, que no puede ser plenamente traducido en palabras, ¡piensan que incluso está prohibido hablar de este tema!
A
Es bueno recordar que misterio no es lo mismo que misterioso… Con eso, algunos catequistas no comprenden la divinidad de Jesús y del Espíritu Santo. Para muchas personas, Jesús no pasa de ser un “santo fuerte”, como san Antonio o santa Marta…
LA TRINIDAD ES UN MISTERIO DE AMOR Por consiguiente, más importante que hablar de la Trinidad, es vivirla en las relaciones diarias: en la alegría, en el amor, en la búsqueda de la justicia y de la paz. SUGERIMOS TRES PASOS PARA ABORDAR EN LA CATEQUESIS EL TEMA DE LA TRINIDAD: • 1. El primer paso es ayudar al catequizando a hacer la experiencia del amor de Dios. Sentimos ese amor al contemplar la creación, obra de las manos de Él; al experimentar la ternura del padre, de la madre, de los amigos; al sentir sed de justicia y de paz. • 2. El segundo paso es mostrar señales de la presencia de la Trinidad en la realidad en la que los catequizandos viven. ¿Dónde es recordada y vivida hoy la Palabra de Jesús? ¿Dónde está actuando el Espíritu Santo? ¿En qué momentos sentimos la fuerte presencia del Padre en nuestras vidas? Así, el catequizando descubre, en su realidad social, las señales del paso de la Trinidad. • 3. El tercer paso es mirar la Historia de la Salvación. ¿Cuál es la misión de Jesús entre nosotros? ¿Quién es el Padre de Jesús? ¿Cómo continuar hoy la misión de Jesús?
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Catequesis AFECTIVIDAD DE LOS CATEQUISTAS También los catequistas pueden vivir la dimensión del amor de la Trinidad en sus relaciones personales. Ellos, además, necesitan amar y ser amados. Las personas desean ser conocidas, comprendidas y amadas. Este deseo está en los catequizandos y en los catequistas. Todos quieren sentirse aceptados dentro de un grupo, lugar en el cual puedan tener fraternidad, cariño, protección, seguridad, solidaridad y valoración de cada uno. En este ambiente de afecto, alegría, solidaridad y receptividad se desarrolla la dimensión afectiva de la persona. Muchas veces deseamos renovar nuestra catequesis con nuevos métodos y nuevo lenguaje, sin tener en cuenta esta exigencia de la persona.
La catequesis afectiva no es sólo para los niños y adolescentes que son los que más carecen de afectividad. Es necesario también desarrollarla en todas las otras edades en un ambiente de amor y afecto y esto permite hablar mejor de la Trinidad: comunidad de amor.
¿CÓMO REALIZAR UNA CATEQUESIS AFECTIVA? La catequesis afectiva sólo se realiza en pequeños
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En este grupo pequeño se usa el lenguaje del corazón. Los contenidos de la catequesis se transmiten a partir de la sintonía provocada por la amistad, la comprensión, la comunicación y el afecto. Cuando la dimensión afectiva se valora, los encuentros catequéticos se vuelven más agradables, incluso en el caso de que no se utilicen recursos pedagó-
El catequista, buscando crecer en la experiencia de Dios, contempla la naturaleza, la creación maravillosa de Dios y lleva a sus catequizandos a admirar también esta naturaleza en el silencio, en la reflexión y en la oración.
La catequesis afectiva es aquella que, motivada por el amor, conoce siempre mejor a cada catequizando, y lleva la catequesis hasta su familia por el camino del afecto, de la comunicación, de la compresión y de la paciencia. En esta forma el catequista revela el mensaje de Jesús a los catequizandos, que son amados por el mismo Jesús.
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grupos, donde todos se conocen por su nombre, descubren el modo de ser de cada uno, sus dones y sus limitaciones. Tratan de conocer las familias de los catequistas y de los catequizandos, y forman un grupo familiar de evangelización.
gicos, pues la mejor pedagogía es la pedagogía del corazón. Existe siempre la preocupación de hacer feliz a la persona, estimulando su realización personal y comunitaria, en la vivencia cristiana. Todo esto nos lleva a creer en el amor de Dios, nuestro Padre, que ha sido revelado en Jesucristo. Dios es amor. Si hemos sido creados a su imagen y semejanza, fuimos también hechos para el amor. A través del catequista, el catequizando podrá conocer a ese Dios que nos ama, lleno de bondad y afecto; un Dios misericordioso que nos perdona siempre. El catequista, buscando crecer en la experiencia de Dios, contempla la naturaleza, la creación maravillosa de Dios y lleva a sus catequizandos a admirar también esta naturaleza en el silencio, en la reflexión y en la oración. Esta contemplación lleva al catequista a mirarlo todo lo que lo rodea con los ojos de Dios. En todo acontecimiento él siente la presencia de Dios amor.
Para encontrar a Dios en los acontecimientos se hace necesario encontrarlo dentro de nosotros mismos, para sentir su presencia amorosa que nos hace felices. Como recursos el catequista puede usar la expresión corporal, el canto, el juego, el arte, las entrevistas, la narración de las experiencias en familia, etc. Es de gran importancia en la catequesis la experiencia de oración y no solamente la repetición de algunas oraciones conocidas. La oración puede ser silenciosa o expresada en cantos, símbolos, dibujos, gestos. Lo que vale es nuestro contacto con Dios que conversa con nosotros y nos ama.
CONVERSANDO Y RESPONDIENDO: • Como catequistas, ¿hacemos la experiencia del amor de Dios, tratando de descubrir su presencia en lo más íntimo de nuestro ser? • ¿Cómo transmitimos a nuestros catequizandos la imagen de Dios amor? • Observen a sus catequizandos (niños, adolescentes, jóvenes y adultos) y descubran sus necesidades, sentimientos y deseos.
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Mariología
María, MODELO DE AMOR Y DE ESPERANZA Por: P. DANILO A. MEDINA L., SSP
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Cuando decimos que María es modelo de amor y de esperanza, en realidad estamos afirmando que María es el mejor modelo que tenemos de vida cristiana. En efecto, la santidad propia de nuestra vocación cristiana se concretiza en la vivencia de las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Precisamente es al apóstol Pablo a quien le debemos haber empezado a hablar de las virtudes teologales (desde sus primeras cartas: cf. 1Ts 1, 3; 2Ts 1, 3-4), como síntesis de vida cristiana. Ellas son como las líneas programáticas de nuestro proyecto de vida cristiana. 1. María, modelo de fe (“Dichosa tú, que has creído”: Lc 1, 45) Texto bíblico de referencia: Hb 11, 1-10: El autor de la Carta a los Hebreos nos da una especie de descripción (más que definición) de la fe, que pone el acento sobre la confianza y que la acerca bastante al sentido de la esperanza; sin embargo, en la exposición que sigue, al presentar a los patriarcas y los grandes personajes bíblicos como modelos de fe, deja entrever el valor práctico de la fe. No es ella un simple ejercicio académico de la razón, es una actitud de vida; no se reduce a la aceptación intelectual de una serie de verdades y principios doctrinales religiosos, la fe compromete a la persona integralmente y desencadena procesos dinámicos, que se viven en la práctica de los valores y en el ejercicio de las actitudes coherentes con aquello que se cree.
Desde el primer momento de su actividad pública como Mesías, Jesús exige la fe: “¡Crean en el Evangelio!” (Mc 1, 15). Esta fe puede entenderse como una especie de fuerza que invita a la confianza y el abandono en Dios. La fe es entrega total a Dios y aceptación de su voluntad. En este sentido, son muchos los ejemplos prácticos de la fe, desde Abrahán, que creyó y obedeció al querer de Dios, hasta María Santísima, que con su “fiat” respondió afirmativamente al proyecto de Dios revelado a través del ángel: “¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!” (Lc 1, 45). Jesús exige que se crea en Él como se cree en Dios, con la misma fe: “¿Creen en Dios? ¡Crean también en mí!” (Jn 14, 1); “Si no hago las obras de mi Padre, no me crean; pero si las hago, aunque a mí no me crean, crean por las obras, y así ustedes sabrán y conocerán que el Padre está en mí y yo en el Padre” (Jn 10, 37-38). Creer en Jesús es abrirle la puerta y recibirlo, sabiendo que: “A todos los que lo recibieron, les dio poder de llegar a ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre” (Jn 1, 12; cf. 5, 43; Ap 3, 20). Creer en Jesús es reconocerlo como el Hijo único de Dios, enviado por el Padre a salvar a la humanidad y ofrecerle vida eterna: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que dio al Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvado por medio de Él” (Jn 3, 16-17; cf. 17, 21-25). Creer en Jesús es ir a su encuentro, o mejor aún, dejarse encontrar por Él, que siempre viene a buscarnos. “El que venga a mí no tendrá hambre, y el que crea en mí no tendrá nunca sed” (Jn 6, 34; cf. 6, 36.30; 7, 37-38). Sin embargo, creer –la fe– es ante todo un don de Dios; lo que podemos hacer como personas humanas es corresponder a ese don, pero nunca ganarlo ni merecerlo, solo acogerlo y hacerlo producir frutos de santidad en nosotros: “Nadie puede venir a mí si el Padre que me ha enviado no lo atrae” (Jn 6, 44; cf. 6, 65). Y quien se acerque a Jesús y crea en Él, no será rechazado, ni se perderá jamás, pues Jesús mismo le dará vida eterna y lo resucitará en el último día (cf. Jn 6, 37-40). Por eso es que la fe, desde la perspectiva humana, debe ser humilde y sencilla, como la confianza del niño que se abandona en los
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Mariología “Porque de tal manera amó Dios al mundo que dio al Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvado por medio de Él” (Jn 3, 16-17; cf. 17, 21-25).
brazos de su papá o su mamá (cf. Mt 18, 6; Mc 9, 42). La fe es confianza ilimitada: “¡No temas!, solamente ¡cree!” (Mc 5, 36; Lc 8, 50). “¡Todo es posible para el que cree!” (Mc 9, 23). La fe debe ser firme y profunda para que pueda desarrollar todas sus virtualidades: “Si tuvieran fe como un grano de mostaza…” (Lc 17, 6). La fe es condición para la salvación: “El que crea y se bautice se salvará, el que no crea se condenará” (cf. Mc 16, 16). “La puerta de la fe” (cf. Hch 14, 27) que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida. Empieza con el Bautismo (cf. Rm 6, 4), con el que podemos llamar a Dios con el nombre de Padre, y se concluye con el paso de la muerte a la vida eterna, fruto de la resurrección del Señor Jesús que, con el don del Espíritu Santo, ha querido unir en su misma gloria a cuantos creen en Él (cf. Jn 17, 22). Profesar la fe en la Trinidad –Padre, Hijo y Espíritu Santo– equivale a creer en un solo Dios que es Amor (cf. 1Jn 4, 8): el Padre que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que en el misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo; el Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de los siglos en la espera del retorno glorioso del Señor”1. Con estas palabras el papa Benedicto XVI iniciaba su carta apostólica Porta Fidei, del 11 de octubre del año 2011, con la cual convocaba a toda la Iglesia a 1 Benedicto XVI, Carta Apostólica Porta Fidei, 1.
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vivir el año de la fe, que se celebró del 11 de octubre de 2012, en el cincuenta aniversario de la apertura del concilio Vaticano II al 24 de noviembre de este año 2013. Ya en ese carta apostólica, Benedicto XVI presentaba a María como modelo de fe, encabezando una especie de lista actualizada de personajes del Nuevo Testamento que vivieron la fe en lo concreto, así como aquellos personajes del AT que son propuestos como modelo de fe por la Carta a los Hebreos en el capítulo 11, con estas palabras: “Por la fe, María acogió la palabra del Ángel y creyó en el anuncio de que sería la Madre de Dios en la obediencia de su entrega (cf. Lc 1, 38). En la visita a Isabel entonó su canto de alabanza al Omnipotente por las maravillas que hace en quienes se encomiendan a Él (cf. Lc 1, 46-55). Con gozo y temblor dio a luz a su único hijo, manteniendo intacta su virginidad (cf. Lc 2, 6-7). Confiada en su esposo José, llevó a Jesús a Egipto para salvarlo de la persecución de Herodes (cf. Mt 2, 13-15). Con la misma fe siguió al Señor en su predicación y permaneció con Él hasta el Calvario (cf. Jn 19, 25-27). Con fe, María saboreó los frutos de la resurrección de Jesús y, guardando todos los recuerdos en su corazón (cf. Lc 2, 19.51), los transmitió a los Doce, reunidos con ella en el Cenáculo para recibir el Espíritu Santo (cf. Hch 1, 14; 2, 1-4)”2. La encíclica del mismo papa Benedicto XVI acerca de la fe (Lumen Fidei), exalta la figura de María bajo esta perspectiva de la fe, y por eso, en sus últimos numerales, antes de finalizar, el Santo Padre, a manera de conclusión, ofrece una breve reflexión acerca de la figura de María, la “Bienaventurada porque ha creído (Lc 1, 45)”. En ella “se cumple la larga historia de fe del Antiguo Testamento, que incluye la historia de tantas mujeres fieles, comenzando por Sara, mujeres que, junto a los patriarcas, fueron testigos del cumplimiento de las promesas de Dios y del surgimiento de la vida nueva”3. Ella ocupa un lugar privilegiado y realiza una misión singular en la llegada de la plenitud de los tiempos. Con su generosa respuesta a la llamada de Dios, participó en los acontecimientos cruciales de la historia de la salvación que encuentra en su Hijo Jesucristo el centro y sentido verdadero4. Se entiende por qué el Papa concluye su encíclica elevando a nuestra Madre, 2 Benedicto XVI, Carta Apostólica Porta Fidei, 13c. 3 Benedicto XVI, Lumen Fidei, 58. 4 Cf. Ídem.
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Mariología una oración tan breve como elocuente: “¡Madre, ayuda nuestra fe!...”.
2. María, modelo de esperanza (“Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”: Lc 1, 38)
Como modelo de fe, María es también prototipo de discipulado, en la medida en que el verdadero discípulo, que además es llamado por Jesús “dichoso”, es aquel que Texto bíblico de referencia: 2Ts 2, acoge la Palabra de Dios y la pone 13-17: La segunda venida del Seen práctica (cf. Lc 11, 28). “Desde ñor, o parusía, es la causa última el principio, María aparece de nuestra esperanza, pues ella marcada por la bienaventucoincidirá con la resurrecranza de quien escucha la ción como plenitud de Palabra de Dios. La primera nuestra vida, y con la bienaventuranza del Evangeparticipación definitilio, como escribe Lucas, es la va en el Reino eterno que dirige Isabel a María: Feliz la de Dios. Sin embargo, que ha creído que se cumplirían nuestra perspectiva crislas cosas que le fueron dichas de tiana de la esperanza tieparte del Señor. La felicitad de ne un claro trasfondo en esta joven, la primera discípula las promesas de Dios en el del Evangelio, se expresa en el Antiguo Testamento. Así canto del Magníficat. María, como la promesa de la Tieuna pobre muchacha de una rra fue motivo de esperanaldea perdida en la periferia za para los judíos del primer del Imperio, canta su alegría testamento, para nosotros las porque el Señor del cielo y de promesas de trascendencia e la tierra se ha fijado en ella. No inmortalidad en esa nueva Tierra se estima digna de consideraPrometida –el cielo– son las que sirción, ni reclama nada para sí ven de aliciente y motivación de nuesmisma. Sabe que todo procede tra fe y de nuestra esperanza. de Dios y que su fuerza y grandeEn este sentido, si bien es eminentemenza dependen de Él, de ese mismo Dios te escatológica, la esperanza cristiana que ha librado a Israel, ha protegi“Por la fe, no deja de ser también profundado a los pobres, humillado a los María acogió la mente histórica, pues ella tiende soberbios y colmado de bienes a un puente entre el pasado de las palabra del Ángel y los hambrientos, se ha fijado en promesas, el presente del comcreyó en el anuncio de ella y la ha amado. Ella, por su promiso con Dios y el futuro de que sería la Madre de parte, lo ha acogido en su corala gloria venidera. De este modo, zón. Y desde aquel día, a través Dios en la obediencia la esperanza acompaña y anima de ella, Dios ha puesto su morade su entrega (cf. el camino histórico de la humanida entre los hombres. María no se dad, infundiéndole un sentido de Lc 1, 38). olvida de cantar la misericordia de plenitud. Mientras para el pueblo de Dios que se difunde de generación en Israel en buena parte de su historia, y para generación”5. muchas culturas antiguas y contemporáneas, la muerte es el final de toda esperanza, para nosotros es la puerta que se abre hacia un futuro ilimitado de felicidad, porque, a decir de san Pablo, al morir “esta5 PAGLIA, Vicenzo, Una casa rica en misericordia. El evangelio de Lucas en familia, Ed. San Pablo, Bogotá, 2015, p. 23. remos para siempre con el Señor” (1Ts 4, 17).
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El Día del Señor, día glorioso y terrible cantado por los profetas bíblicos, se hizo realidad para nosotros en la venida del Mesías. La encarnación y nacimiento del Hijo de Dios entre nosotros, vino a dar cumplimiento a los anuncios del Día de salvación, pero no agotó su significado, pues desde Cristo, ese Día sigue abierto al futuro, es el Día de su retorno, cuando venga como juez misericordioso a formularnos la feliz invitación: “Vengan, benditos de mi Padre a heredar el Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo…” (Mt 25, 31ss). La esperanza cristiana es la que da valor y sentido a todas las realidades y actividades humanas de la historia, pues ella infunde en cada momento ese soplo de trascendencia e inmortalidad que nos permite caminar con serenidad, aun en medio de las pruebas y tribulaciones de la vida, “porque sabemos que la tribulación produce paciencia, de la paciencia sale la fe firme y de la fe firme brota la esperanza. Y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el don del Espíritu Santo” (Rm 5, 3-5). A partir de estas certezas de nuestra fe, si ya en la dimensión puramente antropológica, una mujer encinta es símbolo de vida, de espera y de esperanza; cuánto más si esa mujer es la “bendita entre las mujeres” y “llena de gracia”; la mujer elegida para que en ella se cumplan las promesas y se haga carne el Verbo eterno de Dios (cf. Jn 1, 14). La Virgen María, embarazada del Hijo de Dios encarnado, representa las actitudes típicas de la esperanza cristiana. En efecto, para los cristianos, la esperanza verdadera es necesariamente escatológica. No hay esperanza sin un más allá de eternidad. Por eso mismo,
nuestra esperanza está colmada de alegría y felicidad, pues no se sustenta en realidades transitorias de este mundo, sino en los valores eternos del Reino de Dios. La esperanza cristiana está estrechamente unida al destino de salvación que nos aguarda más allá de la muerte. Sin embargo, de ninguna manera nos distrae ni nos exime de nuestros compromisos históricos con la realidad presente, pues aquello que se espera disfrutar en plenitud después de esta vida, se comienza a vivir ya en esta vida temporal, gracias a la intervención activa y generosa de la Virgen María, que participa en la llegada “del fruto bendito de su vientre” (Lc 1, 42). La primera venida del Hijo de Dios, aquella de la historia que se concretiza en el nacimiento de Jesús de Nazaret, solo se entiende y encuentra sentido, en la perspectiva de la segunda venida del Señor, o parusía. La encarnación y nacimiento de Jesús, marcó un hito en el cumplimiento de las promesas divinas, pero no agotó su sentido; al contrario, lo proyectó aún más en perspectiva del futuro escatológico, en el cual se alcanzará la plenitud de la salvación. María de Nazaret, con su fiat, cooperó eficazmente en ese proceso que llamamos historia de salvación que da sentido último a nuestra historia humana. Con su maternal presencia a los pies de la cruz donde yacía su Hijo, enseñó el valor de la fidelidad y la perseverancia en medio del dolor (cf. Jn 19, 25-27). Y con su presencia al lado de los apóstoles que aguardaban la venida del Espíritu, “la promesa del Padre” (cf. Lc 24, 49; Hch 1, 8), mostró a la Iglesia cuáles son las implicaciones prácticas de la esperanza cristiana: confianza plena en el cumplimiento de la Palabra de Dios, oración constante para que ello ocurra, y participación activa en su realización.
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Mariología En este sentido, el concilio Vaticano II afirma con precisión que: “(…) Enriquecida desde el primer instante de su concepción con el resplandor de una santidad enteramente singular, la Virgen Nazarena, por orden de Dios, es saludada por el ángel de la Anunciación como llena de gracia (cf. Lc 1, 28), a la vez que ella responde al mensajero celestial: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra (Lc 1, 38). Así María, hija de Adán, al aceptar el mensaje divino, se convirtió en Madre de Jesús, y al abrazar de todo corazón y sin entorpecimiento de pecado alguno la voluntad salvífica de Dios, se consagró totalmente como esclava del Señor a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo con diligencia al misterio de la redención con Él y bajo Él, con la gracia de Dios omnipotente. Con razón, pues, piensan los Santos Padres que María no fue un instrumento puramente pasivo en las manos de Dios, sino que cooperó a la salvación de los hombres con fe y con obediencia libres (…)” (LG, 56). Gracias al protagónico rol de María en el proyecto salvífico de Dios, los cristianos de todos los tiempos podemos encontrar en ella un modelo e incentivo para realizar nuestra vocación en este mundo, con la mirada puesta en la meta definitiva del cielo, como afirmaba el Beato Papa Juan Pablo II, en su carta encíclica Redemptoris Mater: “Merced a este vínculo especial, que une a la Madre de Cristo con la Iglesia, se aclara mejor el misterio de aquella “mujer” que, desde los primeros capítulos del libro del Génesis hasta el Apocalipsis, acompaña la revelación del designio salvífico de Dios respecto a la humanidad. Pues María, presente en la Iglesia como Madre del Redentor, participa maternalmente en aquella “dura batalla contra el poder de las tinieblas”, que se desarrolla a lo largo de toda la historia humana. Y por esta identificación suya eclesial con la “mujer vestida de sol” (Ap 12, 1), se puede afirmar que “la
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Iglesia en la beatísima Virgen ya llegó a la perfección, por la que se presenta sin mancha ni arruga”; por esto, los cristianos, alzando con fe los ojos hacia María a lo largo de su peregrinación terrena, “aún se esfuerzan en crecer en la santidad”. María, la excelsa hija de Sión, ayuda a todos los hijos –donde y como quiera que vivan– a encontrar en Cristo el camino hacia la casa del Padre” (RM, 47). La figura de María como modelo de esperanza cristiana, motiva a los creyentes a “creer y esperar contra toda esperanza” (Rm 4, 18), al estilo de Abrahán y según lo que aprendemos de la misma Virgen de Nazaret, con la feliz certeza de que Dios cumple siempre sus promesas y realiza su plan divino de la salvación, como ya lo demostró en el misterio de su Hijo encarnado, y como sigue haciéndolo evidente en Aquella que “brilla ante el Pueblo de Dios en marcha, como señal de esperanza cierta y de consuelo” (CCE, 972). La actitud de María, que “conservaba y meditaba todo en su corazón” (cf. Lc 2, 19.51), nos invita a “mantener firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la promesa” (Hb 10, 23).
3. María, modelo de caridad (“María se dirigió a toda prisa a la montaña…”: Lc 1, 39) Texto bíblico de referencia: Rm 12, 9-21: “Dios es amor” (1Jn 4, 8); así se ha manifestado a lo largo de toda la historia de la salvación, desde la creación, y pasando por la redención en su Hijo, hasta la consumación escatológica final, donde todo será experiencia eterna y plenificante del amor de Dios. “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que quien crea en Él no muera, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16). Y si los humanos fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, significa que para ser felices y realizarnos verdaderamente como personas, necesitamos amar y ser amados.
Solo cuando se experimenta el amor de Dios, se puede amar sincera y generosamente a sus criaturas, empezando por nosotros mismos (cf. Mc 12, 30).
viene de Dios y que se ha experimentado a lo largo de la historia como providencia, misericordia, perdón, liberación, redención y santificación. En Jesús tenemos nosotros la más palpable demostración del amor de Dios: no solo del amor del Padre hacia su creación, sino también del amor del mismo Hijo de Dios hacia sus hermanos los humanos; por eso puede decirnos con toda seguridad que “nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los amigos” (Jn 15, 13).
El amor es la esencia misma de la vida: nace de Dios y debe regresar a Él a través de los hermanos. Es imposible amar a Dios si no amamos a los hermanos. El apóstol Juan lo ha expresado con suficiente claridad: “Si alguno dice: ‘Amo a Dios’, pero aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano a quien ve no puede amar a Dios, a quien En definitiva, afirma san Pablo: “Nos quedan tres cono ve” (1Jn 4, 20). Por eso el distintivo mejor y más sas: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más grande de auténtico de la vida cristiana radica en el amor. Potodas es el amor” (1Co 13,13), sin la impronta del amor dríamos recordar en este sentido páginas preciosas no existe vida cristiana auténtica, y mucho menos sercomo aquella con la cual Mateo cierra el ministerio vicio y amor fraterno eficaz y verdadero. público de Jesús proclamando bienaventurados y Precisamente, en cuanto que salvados a quienes practican la María supo acoger y dar generocaridad y la misericordia con los Así María, hija de Adán, al samente al mundo la Palabra enhermanos, especialmente con aceptar el mensaje divino, carnada, como causa y garantía los más pobres (cf. Mt 25, 31-46). se convirtió en Madre de de salvación y de vida verdadera, O también la hermosa parábola Jesús, y al abrazar de todo podemos reconocer en ella un del buen samaritano, con la cual modelo de caridad, de amor oblacorazón y sin entorpeci- tivo, de entrega que no escatima. Lucas ilustra la enseñanza fundamiento de pecado alguno El papa Francisco, en su Mensaje mental de Jesús sobre cuál es la voluntad de Dios (cf. Lc 10, 25-37). para la Cuaresma del año pasala voluntad salvífica de No por casualidad el señor Jesús, do, año jubilar de la misericordia, Dios, se consagró totalcon singular nitidez, proclamó lo expresa abiertamente, y nos mente como esclava del el amor como mandamiento sumuestra a María no solo como Señor a la persona y a la ejemplo de misericordia, sino premo y síntesis de toda la ley (cf. Jn 13, 34-35; 15, 12-13.17). Sin obra de su Hijo, sirviendo como “icono de una Iglesia que embargo, no deja de ser lícito y con diligencia al misterio evangeliza porque es evangelizaconveniente dirigir la reflexión ya da”, y acerca de María no duda en de la redención con Él y sea sobre el amor de Dios, o sobre afirmar: “María, después de habajo Él, con la gracia de el amor al prójimo. La razón de ber acogido la Buena Noticia que Dios omnipotente. ello es que el precepto del amor al le dirige el arcángel Gabriel, María prójimo de ninguna manera cancanta proféticamente en el Magcela el precepto máximo de la ley: “Amarás al Señor, tu níficat la misericordia con la que Dios la ha elegido. La Dios…”, al contrario, lo presupone y es su fruto maduVirgen de Nazaret, prometida con José, se convierte ro, en cuanto que el amor a los hermanos demuestra así en el icono perfecto de la Iglesia que evangeliza, en lo concreto la veracidad del amor a Dios. porque fue y sigue siendo evangelizada por obra del Espíritu Santo, que hizo fecundo su vientre virginal. En El amor fraterno, como exigencia fundamental del la tradición profética, en su etimología, la misericorevangelio cristiano, no brota espontáneamente, es dia está estrechamente vinculada, precisamente con consecuencia necesaria de la caridad divina. Por eso las entrañas maternas (rahamim) y con una bondad también ella es virtud teologal, porque viene de Dios generosa, fiel y compasiva (hesed) que se tiene en el como un don que espera una respuesta. Dios ama y seno de las relaciones conyugales y parentales”6. Y al siempre es fiel a su amor. Más aún, la fidelidad es una concluir el mensaje insiste: “La Virgen María, fue la de las principales características del amor de Dios. Infortunadamente, el ser humano no siempre corresponde con la misma lealtad y fidelidad a ese amor que 6 Papa Francisco, Mensaje para la Cuaresma 2016, 4 de octubre de 2015.
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Mariología primera que, frente a la grandeza de la misericordia divina que recibió gratuitamente, confesó su propia pequeñez (cf. Lc 1, 48), reconociéndose como la humilde esclava del Señor (cf. Lc 1, 38)”7. También en ocasión de la jornada de oración por las vocaciones del 2016, que coincidía con la Fiesta litúrgica del Buen Pastor en el IV Domingo de Pascua, el papa Francisco volvió a referirse a María en clave de misericordia, recordando que: “Todos los fieles están llamados a tomar conciencia del dinamismo eclesial de la vocación, para que las comunidades de fe lleguen a ser, a ejemplo de la Virgen María, seno materno que acoge el don del Espíritu Santo (cf. Lc 1, 35-38)”8. Y estas referencias del papa Francisco a María Santísima como modelo de misericordia en sus diversos mensajes y catequesis, no hacen más que confirmar cuanto ya había expresado acerca de Ella en la bula de convocatoria al Jubileo Extraordinario de la Misericordia en estos términos: “El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios. Ninguno como María ha conocido la profundidad el misterio de Dios hecho hombre. Todo
en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del Crucificado Resucitado entró en el santuario de la misericordia divina porque participó íntimamente en el misterio de su amor. Elegida para ser la Madre del Hijo de Dios, María estuvo preparada desde siempre para ser Arca de la Alianza entre Dios y los hombres. Custodió en su corazón la divina misericordia en perfecta sintonía con su Hijo Jesús. Su canto de alabanza, en el umbral de la casa de Isabel, estuvo dedicado a la misericordia que se extiende ‘de generación en generación’ (Lc 1,50). También nosotros estábamos presentes en aquellas palabras proféticas de la Virgen María. Esto nos servirá de consolación y de apoyo mientras atravesaremos la Puerta Santa para experimentar los frutos de la misericordia divina. Al pie de la cruz, María junto con Juan, el discípulo del amor, es testigo de las palabras de perdón que salen de la boca de Jesús. El perdón supremo ofrecido a quien lo ha crucificado nos muestra hasta dónde puede llegar la misericordia de Dios. María atestigua que la misericordia del Hijo de Dios no conoce límites y alcanza a todos sin excluir ninguno. Dirijamos a ella la antigua y siempre nueva oración del Salve Regina, para que nunca se canse de volver a nosotros sus ojos misericordiosos y nos haga dignos de contemplar el rostro de la misericordia, su Hijo Jesús”9.
7 Ídem. 8 Papa Francisco, Mensaje para la Jornada de Oración por las Vocaciones 2016, 29 de noviembre de 2015.
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9 Papa Francisco, Misericordiae Vultus, 24.
Actualidad Un texto muy elocuente, que ilustra bastante bien la caridad y la solidaridad de María, es el que nos narra el episodio de la Visita a su prima Isabel (cf. Lc 1, 39-45). En Isabel están representados todos los necesitados de ayuda y de solidaridad, y María acude presurosa a ofrecer su generoso servicio: “Al enterarse por el ángel de que Isabel está encinta, corre de inmediato a visitarla. Va de prisa, dice Lucas. El Evangelio siempre mete prisa, empuja a abandonar las costumbres, preocupaciones y pensamientos propios. Y ¡cuántos pensamientos tenía María en aquellos momentos, después de que la Palabra de Dios alterara completamente su vida! El Evangelio nos hace superarnos y nos impulsa a dejar nuestras casas y salir de nuestras preocupaciones para ir al encuentro de quien sufre o nos necesita, como la anciana Isabel, que está afrontando una maternidad difícil. Podríamos decir que una joven muchacha sale al encuentro de una anciana señora. Es un ejemplo que deberíamos imitar muchos jóvenes. Isabel apenas ve que la joven María se acerca a su casa, se alegra profundamente en sus entrañas… Es la alegría de los débiles y de los pobres cuando son ayudados por los “siervos” del Señor, es decir, por aquellos que han creído en el cumplimiento de las palabras del Señor. La Palabra de Dios crea una alianza inusitada, la alianza entre los discípulos del Evangelio y los pobres, entre los jóvenes y los ancianos”10. Si quisiéramos recurrir a otro texto elocuente donde se muestra la
10 Paglia, Vincenzo, Una casa rica en misericordia. El evangelio de Lucas en familia, p. 22.
solidaridad de María y sus entrañas misericordiosas, podríamos también referirnos a Jn 2, 1-11. En este episodio de las Bodas de Caná, es evidente que María sabía ponerse en el lugar de la otra persona, sentía las necesidades y sufrimientos ajenos como propios. Gracias a esa sensibilidad caritativa de María aquella familia de Caná pudo superar un momento de gran preocupación y angustia; pero más que ese hecho puntual, allí se muestra la bondad del corazón de María, siempre cercana de quien sufre o pasa necesidades y dificultades. Su intercesión ante su Hijo, a favor de los atribulados, sigue obteniendo la más generosa respuesta de Jesús, que así como adelantó su “Hora” en las Bodas de Caná, sigue mostrando su misericordia hacia todos aquellos que sufren, ante la maternal intercesión de María. Y de paso, allí nos dejó la más grande, profunda y sencilla lección que constituye el verdadero discipulado cristiano: “Hagan lo que Él les diga”.
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Teología
MISERICORDIOSOS COMO EL PADRE Y SU HIJO La misericordia en Lc 15, 11-32 y 24, 13-35
Por: P. DANILO A. MEDINA., SSP.
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ara entender el mensaje de los evangelios acerca de la misericordia, necesariamente debemos partir de Jesús mismo, como Aquel que mejor supo encarnar la misericordia del Padre Dios, y por eso mismo es el modelo supremo de misericordia. Antes que sus enseñanzas, posteriormente recogidas en los relatos evangélicos, son las actitudes de Jesús los mejores signos de la misericordia divina. Y todos conocemos bien cómo era el modo de tratar de Jesús a todas las personas, especialmente a quienes eran despreciados o marginados de la sociedad judía de su tiempo: los enfermos, los pecadores públicos, las mujeres, los niños, los pobres, etc. Las más grandes manifestaciones de su poder y santidad, a través de los signos o milagros que realizó, tuvieron como destinatarios privilegiados precisamente a los más necesitados, los que estaban oprimidos por enfermedades, miseria, exclusión.
P
Los evangelios nos dicen abiertamente que Jesús era muy sensible al sufrimiento ajeno, a las situaciones de necesidad u opresión que debían soportar las personas: por ejemplo, al ver la muchedumbre desorientada y extraviada “como oveja sin pastor” (cf. Mc 6, 34; 8, 2; Mt 9, 36; 14, 14; 15, 32). Pero era también el mismo sentimiento que experimentaba antes de realizar algún milagro a favor de gente necesitada como los enfermos –especialmente leprosos–, o las viudas (cf. Mc 1, 41; Mt 20, 34; Lc 7, 13). Para estas circunstancias, los evangelistas reservan el uso de un verbo que tiene mucha elocuencia (siguiendo la tradición del AT), pues indica la conmoción de las entrañas (splanchnízomai), un amor entrañable y visceral; expresa una verdadera solidaridad, pues es la verdadera com-pasión (padecer con), sufrir con el otro; experimentar el dolor del otro conmoviéndose interiormente. Esto indica que la verdadera Misericordia, como la de Jesús, implica sentirse partícipe del sufrimiento o la necesidad del otro.
das “parábolas de la misericordia”, y entre esas tres, la más detallada y rica de enseñanzas la del Hijo Pródigo-Padre Misericordioso; pero también se debe tener en cuenta la parábola del siervo despiadado (Mt 18, 23-35), y la del Buen Samaritano (Lc 10, 30-37). A estas parábolas, bien podríamos agregar el relato de Juan 8, 1-11, el de la Mujer sorprendida en adulterio, que precisamente por su especial modo de evidenciar la misericordia de Jesús que salva la vida de la mujer, hay varios autores que consideran que se trata de un texto escrito por Lucas, pero luego asignado a Juan.
El Padre Misericordioso: Lucas es el Evangelio de la misericordia; en sus textos queda claro que la santidad a que somos llamados, según nuestra imagen y semejanza de Dios, se concreta en la misericordia: “Sean misericordiosos como su Padre del cielo es misericordioso” (Lc 6, 36)1. Los primeros versículos del capítulo 15 de Lucas son una clave de lectura y de interpretación del mensaje de todo el capítulo (las parábolas de la misericor-
1 Este imperativo que representa la identidad de los discípulos de Jesús, equivale a aquella exhortación del Levítico (19, 2): “Sean santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo”, entendiendo allí la santidad en términos de pureza ritual y legal, y que Mateo, por ejemplo, recoge desde la clave de la perfección (cf. Mt 5, 48).
Además de sus actitudes, las enseñanzas de Jesús en sus discursos fueron también muy claras en cuanto a la misericordia. Su insistente exhortación a encontrar en el amor la plenitud de la Ley nos sirve de contexto para entender muchas de sus enseñanzas, particularmente las contenidas en las parábolas. Precisamente en este contexto de las parábolas, no se puede dejar de mencionar el capítulo 15 de Lucas, que contiene tres parábolas, acertadamente llama-
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Teología dia); de hecho, el evangelista advierte que Jesús dijo estas parábolas tanto para los publicanos y pecadores que acudían a escucharlo con gusto, como para los escribas y fariseos que también lo oían, pero con una actitud muy distinta: murmuraban y criticaban al Señor por acoger y compartir el alimento con los pecadores. Precisamente esos dos grupos están representados en la parábola del Padre misericordioso: en el hermano menor descubrimos a los publicanos y pecadores que se reconocían necesitados del perdón y la misericordia de Dios, mientras que los escribas y fariseos eran como aquel hermano mayor que se creía fiel cumplidor de la Ley, un diligente servidor, mas no un hijo amado. Por eso tampoco reconocerá a su hermano como tal, sino como “ese hijo tuyo”.
y “justicia divina”, según el criterio legalista de los judíos. De hecho, el Padre de la parábola sí le permite el hijo expresar su arrepentimiento y reconocimiento de su pecado, pero no lo deja terminar el discurso preparado, donde pediría ser tratado como un jornalero: eso el Padre no lo permite, pues para él, el hijo menor, aun habiéndose portado mal, jamás ha perdido su condición y dignidad de hijo amado, no es esclavo2.
Y en el colmo del exceso de su amor, el Padre sin siquiera expresar el mínimo reproche, ordena de inmediato a sus criados que revistan al hijo que regresa con los signos de una dignidad prácticamente mayor a la que tenía antes de irse de casa: el mejor vestido, anillo, sandalias… y el becerro más gordo para un banquete en su honor, con el derroche de música y de cantos. Esta actitud del Padre nos recuerLos evangelios nos dicen da el Dios enamorado del abiertamente que Jesús libro del profeta Oseas; o la osadía de la serie de peticioera muy sensible al sunes de Pablo a Filemón a fafrimiento ajeno, a las vor del esclavo Onésimo. Essituaciones de necesidad tas son las características de u opresión que debían la gratuidad de la misericorsoportar las personas: por dia divina: ilimitada, desbordante, revolucionaria… Un ejemplo, al ver la muchenuevo concepto de justicia dumbre desorientada y divina se abre camino, muy extraviada “como oveja distante y distinto del esquesin pastor” (cf. Mc 6, 34; 8, ma retribucionista fariseo.
En el trasfondo del mensaje de la parábola encontramos en definitiva la confrontación de dos perspectivas radicalmente opuestas: la gratuidad de la fe cristiana, y la vieja doctrina de la retribución conservada por los judíos, especialmente de corte farisaico, que da todo el valor y mérito al cumplimiento de la Ley de Moisés. El hijo mayor es símbolo de esta última doctrina retribucionista farisea; mientras que el Padre misericordioso y el hijo pródigo encarnan lo mejor de la nue2; Mt 9, 36; 14, 14; 15, 32). De la actitud del hijo menor va perspectiva cristiana que aprendemos el sentido de la pone todo el acento no en el verdadera conversión crisriguroso cumplimiento de la tiana: entrar en sí mismo, Ley, sino en la gratuidad del amor de Dios que salva. reconocer el pecado, volver a los brazos del Padre, confesar la culpa, y dejarse amar y perdonar por La actitud del Padre cuando regresa su hijo menor, Dios. En definitiva, aquello que hace posible todo transgrede revolucionariamente la mentalidad proceso de conversión es la certeza de que (a decir y las costumbres judías de su tiempo. De hecho, del papa Francisco): Dios jamás se cansa de perdoese hijo menor ya había recibido y despilfarrado la nar, y más bien somos nosotros quienes nos canparte de su herencia (cf. Dt 21, 17), por lo tanto, no samos de recurrir a su perdón. Como sucedió en la podía esperar nada distinto de aquello que él misexperiencia vocacional de Pablo, la gratuidad del mo pensaba: ser tratado como un jornalero de la amor de Dios es siempre la fuente que da sentido hacienda. Ya era demasiado plantear la posibilidad del perdón de la grave ofensa de aquel hijo (desprecio, abandono, etc.), pero como siempre, el Se2 Cf. CONSEJO PONTIFICIO PARA LA PROMOCIÓN DE LA NUEVA ñor nos sorprende, superando y trascendiendo con EVANGELIZACIÓN, Las parábolas de la Misericordia, Ed. San Pablo, mucho la mentalidad mezquina de una retribución Bogotá, 2015, pp.33-53.
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y hace posible todo proceso de conversión. Mientras no nos sintamos amados y perdonados gratuitamente por Dios, no seremos capaces de tener actitudes de misericordia y perdón hacia nuestros semejantes. La actitud del hermano mayor de la parábola constituye para nosotros una continua advertencia a no caer en la mezquindad de quien sirve como un empleado más, pero esperando recibir recompensa. Y con frecuencia los servidores de Dios corremos el riesgo de entender y vivir nuestra fe en clave de retribución, aparentemente fieles cumplidores de la voluntad de Dios, pero no sintiéndonos hijos amados de un Padre bueno, sino como funcionarios de su Casa. Y peor aún, sintiéndonos mejores y superiores a los demás, a quienes podemos incluso llegar a considerar pecadores indignos del amor de Dios, experimentando la envidia del hermano mayor, al constatar la infinita misericordia de Dios para con ellos. Nosotros seríamos los fieles, porque nunca nos apartamos de la casa paterna, y ellos los infieles que al alejarse han perdido todo derecho en la casa paterna, y al regresar amenazan nuestros intereses. Y en lugar de ser padres y hermanos, terminamos erigiéndonos en jueces inclementes de nuestros hermanos. Y, sin embargo, la actitud compasiva del Padre se dirige no sólo hacia el hijo perdido que regresa arrepentido, sino también hacia el hijo mayor que no ha sabido experimentar el amor del Padre por estar encasillado en los reducidos límites de la retribución, y por eso mismo tampoco ha sabido experimentar la riqueza y profundidad de la fraternidad. También para él hay misericordia y compasión, por eso insiste el evangelista en que el Padre salió a su encuentro y le rogaba que entrara a participar de la alegría de la fiesta por el regreso a la vida de su hermano menor. Lo triste es que, mientras Lucas nos dice que el hijo menor sí se dejó amar y perdonar, no sabemos si finalmente el hermano mayor aceptó la invitación del Padre y acogió su ruego a entrar y gozar de la fiesta del reencuentro. Ahí está precisamente el gran desafío: ¡la conversión del hermano mayor! Muchas veces es más difícil la conversión de quien se ha considerado siempre fiel y obediente, cumplidor y con derechos de retribución, que la de aquel que es consciente de su condición pecadora, y confía no es sus méritos, sino en la bondad del Padre Dios.
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Teología El Hijo revela la misericordia del Padre: El papa Francisco, cuando convocó a toda la Iglesia a celebrar el Año de la Misericordia (2015-2016), iniciaba su bula con estas expresiones: “Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, «rico en misericordia» (Ef 2,4), después de haber revelado su nombre a Moisés como «Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad» (Ex 34,6) no ha cesado de dar a conocer en varios modos y en tantos momentos de la historia su naturaleza divina. En la «plenitud del tiempo» (Gal 4,4), cuando todo estaba dispuesto según su plan de salvación, Él envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a Él ve al Padre (cfr Jn 14,9). Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios.” Misericordiae Vultus, 1). Si bien podríamos encontrar en Lucas muchísimos pasajes y episodios que ilustran y evidencian la manera como Jesús encarna y revela la misericordia del Padre Dios, nos proponemos tratar de descubrir esta enseñanza en el pasaje de los Discípulos de Emaús (24, 13-35). Este precioso texto ha sido estudiado desde muchos puntos de vista, y ha ofrecido tantísimas enseñanzas de fe en muchas dimensiones y aspectos del discipulado cristiano, y seguramente también desde la perspectiva de la misericordia divina puede ser manantial de riquezas espirituales. Ante todo, nos ubicamos en un pasaje que podemos identificar como una “catequesis pascual eucarística”. Su contexto es el del día mismo de la Resurrección del Señor. Y esto ya es clave de interpretación, pues el misterio pascual es la expresión máxima de la misericordia del Padre que nos da a su Hijo (cf. Jn 3, 16), y de aquel Hijo que “habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo…” (Jn 13, 1). Cleofás y su compañero, haciendo camino de regreso a Emaús, están dando la espalda a Jerusalén, que no sólo representaba el escenario de los acontecimientos pascuales, sino también de la Comunidad cristiana que empezaba a reunirse nuevamente en torno a la noticia de que Cristo había resucitado, y que el sepulcro vacío era un testimonio de ello. Ellos pretenden regresar a su pasado, para superar, así lo creían al menos, pues sería imposible, el sentido de frustración y dolor que los embargaba. Se sentían
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burlados y engañados por aquel Maestro que parecía ser el Mesías que habría de liberar a Israel, pero que había terminado en el peor fracaso de un condenado a muerte en cruz como el peor de los malhechores, la condena más ignominiosa que podía recibir un judío (cf. Dt 21, 23). Por eso van tan abatidos y tristes, tanto que apenas perciben que alguien se les acerca a compartir el camino. Es Jesús, el maestro vivo y resucitado el que toma la iniciativa de acercarse a aquellos desanimados discípulos, para mostrarles la misericordia de Dios, permitiéndoles liberarse de sentimientos tan negativos y pesimistas que los atormentaban, y que incluso los llevaba al conflicto y la discusión entre ellos. Por eso, primero los escucha atentamente, y también les formula algunas preguntas que más que buscar respuestas puntuales, quieren dar la oportunidad a los discípulos para que se desahoguen y puedan luego abrir el corazón a su Palabra, para que sean interiormente restaurados y sanados de sus heridas. También los reprende y corrige, porque la corrección es signo de caridad y de amor: “¿Qué padre no corrige a sus hijos” porque los ama? (cf. Hb 12, 4-7.11-15). Después, comienza a explicarles todo lo referido al Mesías en los textos sagrados. Es una preciosa catequesis bíblica la que ofrece Jesús a tan afortunados discípulos. En ese sentido, como afirmaba el Papa Francisco: “En la proclamación de las lecturas bíblicas, se recorre la historia de nuestra salvación como una incesante obra de misericordia que se nos anuncia. Dios sigue hablando hoy con nosotros como sus amigos, se «entretiene» con nosotros, para ofrecernos su compañía y mostrarnos el sendero de la vida. Su Palabra se hace intérprete de nuestras peticiones y preocupaciones, y es también respuesta fecunda para que podamos experimentar concretamente su cercanía.” (Misericordia et Misera, 6). El fuego purificador de esa Palabra iba sanado y devolviendo la paz a los corazones de los discípulos. De hecho, “Para ser capaces de misericordia, entonces, debemos en primer lugar colocarnos a la escucha de la Palabra de Dios. Esto significa recuperar el valor del silencio para meditar la Palabra que se nos dirige. De este modo es posible contemplar la misericordia de Dios y asumirla como propio estilo de vida.” (Misericordiae Vultus, 13). Llegados a Emaús, se muestra la bondad de los discípulos que ofrecen hospitalidad a aquel “Forastero” que ha llegado a ser amigo, pero también queda
demostrada la misericordia del Maestro Resucitado que accede positivamente a la espontánea súplica de los Discípulos: “¡Quédate con nosotros!”. En efecto, ellos habían disfrutado tanto de la compañía de aquel singular Peregrino, que desean seguir escuchando su Palabra que hace arder sus corazones, y desean compartir con él el pan de la fraternidad. Y efectivamente, de manera inaudita, el aparente forastero desconocido entra a su casa y asume las veces de Padre de familia cuando preside la cena y les distribuye el pan. De esta manera, les está haciendo palpable a los discípulos la misericordia del Buen Dios que viene a nuestro encuentro, comparte con nosotros el camino, escucha nuestras quejas y lamentos, nos enseña el sentido último de la historia, restaura nuestros corazones con el fuego de su Palabra, y entra a quedarse a vivir con nosotros, nutriéndonos con el Pan de vida que es la eucaristía. “La misericordia es esta acción concreta del amor que, perdonando, transforma y cambia la vida. Así se manifiesta su misterio divino. Dios es misericordioso (cf. Ex 34,6), su misericordia dura por siempre (cf. Sal 136), de generación en generación abraza a cada persona que se confía a él y la transforma, dándole su misma vida” (Misericordia et Misera, 2). Su misericordia, sin embargo, no nos permite quedarnos impasibles y quietos contemplando el misterio de su amor; es una fuerza que nos impulsa a salir para volver a la Comunidad, nos lleva a la reconciliación con los hermanos, a ser confirmados en la fe pascual de la Iglesia, y a compartir nuestra propia experiencia de fe y de encuentro con el Resucitado. Esa es la misión, pues no basta con ser discípulos, ¡hay que ser también misioneros! Así lo entendieron y lo vivieron los discípulos de Emaús, quienes al momento de reconocer al Maestro que había vencido la
muerte, de inmediato se levantan sin hacer cálculos ni demasiadas consideraciones racionales, y salen corriendo a Jerusalén a reencontrarse con la Comunidad que ya celebra y confiesa su fe en Cristo Resucitado. Finalmente, los discípulos pueden tener experiencia personal de aquello que les había enseñado el Maestro: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (cf. Jn 15, 9-17). Desde su encarnación, el Hijo había expresado todo el amor misericordioso de Dios por la humanidad, no aferrándose a su condición divina, sino despojándose de todo, asumiendo la condición de esclavo y haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (cf. Filp 2, 6-11). Con sus palabras y obras “pasó haciendo el bien” (Hch 10, 38), hasta sellar su entrega por amor en su muerte y resurrección. En efecto, “Con la mirada fija en Jesús y en su rostro misericordioso podemos percibir el amor de la Santísima Trinidad. La misión que Jesús ha recibido del Padre ha sido la de revelar el misterio del amor divino en plenitud. «Dios es amor» (1 Jn 4,8.16), afirma por la primera y única vez en toda la Sagrada Escritura el evangelista Juan. Este amor se ha hecho ahora visible y tangible en toda la vida de Jesús. Su persona no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona gratuitamente. Sus relaciones con las personas que se le acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes llevan consigo el distintivo de la misericordia. En Él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión.” (Misericordiae Vultus, 8). Queda a nosotros la tarea: así como Jesús encarnó y manifestó el amor misericordioso de su Padre-Dios, también nosotros debemos mostrar, con nuestras palabras y actitudes, la misericordia del Hijo de Dios que murió y resucitó para darnos la vida eterna. Que se haga realidad el desafío que nos lanzó el Papa Francisco en ocasión del Año de la Misericordia: “La primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo. De este amor, que llega hasta el perdón y al don de sí, la Iglesia se hace sierva y mediadora ante los hombres. Por tanto, donde la Iglesia esté presente, allí debe ser evidente la misericordia del Padre. En nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y movimientos, en fin, dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia.” (Misericordiae Vultus, 12).
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Pastoral Por: MONS. RAÚL BERZOSA*
“SER-VIVIR-ACTUAR EN LA PARROQUIA DEL S. XXI”
LA PARROQUIA, HOY Estamos al inicio del nuevo curso pastoral. Es oportuno y necesario hablar de la comunidad parroquial.
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“La parroquia es la presencia de la Iglesia en medio del pueblo y de la ciudad”. (San Juan Pablo II)
1. Una pregunta, como punto de partida A la segunda pregunta, si la parroquia sigue teniendo vigencia hoy, respondemos con el papa Francisco: “La parroquia no es una estructura caduca… Aunque ciertamente no es la única institución evangelizadora, si es capaz de reformarse y adaptarse continuamente, seguirá siendo “la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas” (Evangelii Gaudium, n. 28). La parroquia es la imagen más pública de la Iglesia, su rostro más visible y cercano. Con palabras del papa Juan Pablo II, “la parroquia es la presencia de la Iglesia en medio del pueblo y de la ciudad”. Para la mayoría de los bautizados es el lugar y el ámbito en donde lo cristiano y eclesial se hace más accesible y más experimentable. Para la mayoría de los no creyentes es en gran medida la referencia concreta, y casi única, que pueden tener de la Iglesia. De ahí su importancia y relevancia.
2. Algunos retos concretos en la pastoral ordinaria de la parroquia Sin grandes teorías, me atrevo a subrayar algunos problemas cotidianos y concretos de nuestras parroquias:
a. Existe un número creciente de familias que, al no estar presionadas por el ambiente, no sienten ya la necesidad o se descuidan a la hora de pedir el sacramento del Bautismo para sus hijos. Habrá que poner en marcha nuevas iniciativas pastorales para llegar a dichas familias. En cuanto a la disminución de niños bautizados, tanto por baja natalidad como por “alejamiento de los padres”, viene compensado en cierta medida por la inmigración latinoamericana, mayoritariamente católica. Nos reta a una adecuada atención pastoral. b. La Primera Comunión para muchos niños, casi resulta la única. c. La Confirmación se encuentra en plena decadencia, ya no es el final del ciclo. Se interfiere con el reto permanente de la pastoral juvenil. d. Revalorizar el sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación, en varias dimensiones: recuperar el sentido del pecado, preparar comunitariamente a dicho sacramento –que no equivale a absolución colectiva– en tiempos litúrgicos fuertes (ej. Adviento y Cuaresma…) y tener una mayor disponibilidad por parte de los sacerdotes para atender de forma adecuada dicho sacramento.
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e. En el sacramento del matrimonio hacer posible una preparación no solo suficiente sino apropiada y personalizada. Además, no solo una pastoral inmediata, sino más remota. f. En el tema de la unción de enfermos, atención a los enfermos y personas mayores (tanto en casa como en las residencias y hospitales) y, llegado el momento, una verdadera pastoral de exequias. g. Urge, así mismo, la recuperación del Domingo como día del Señor y como día de la comunidad. Y, en este sentido, la atención adecuada a quienes, cada vez más, realizan el éxodo del fin de semana y durante diversas estaciones del año, a otras parroquias que no son las de su domicilio laboral y ordinario. h. En el horizonte, una pastoral familiar integral, con verdadero protagonismo de la tres familias y desarrollando los tres grandes momentos de toda acción pastoral: misionera, catecumenal y comunitaria. i. Sin descuidar una pastoral vocacional auténtica. En el catolicismo, el Sacramento de la Eucaristía es el culmen de la vida cristiana. Si no existen ministros que celebren nuestras comunidades se convertirán en “comunidades de la Palabra” y, a la larga, se “protestantizan”, como puede suceder en algunas tierras de misión o primera evangelización. j. Cada vez cobra más importancia la atención a los más necesitados, a los marginados y excluidos. En este sentido, hay que detectar con realismo y valentía las nuevas pobrezas de hoy. k. Y, en el horizonte, el reto del “planeta joven”, los tecno-líquidos, que son, como termómetros y esponjas, y forman parte del mundo de los alejados y de las periferias. Se ha hablado de la primera generación juvenil no cristiana. Según los datos aportados por la Fundación Santa María, referentes a los últimos estudios sobre los jóvenes –entre 15 y 24 años–, se deduce que es la primera generación de jóvenes que no han sido socializados religiosamente, y que no solo saben poco o casi nada de la fe o de la cultura religiosa, sino que tampoco sienten necesidad de acercarse a ella. Estamos en “tierra de misión”.
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3. ¿Qué tipologías de parroquias se han dado entre nosotros, en estos últimos años?... a. Parroquia “Preconciliar” o de “pastoral de cristiandad” •
Su misión principal era el culto, lo sagrado.
•
Importaba más el número y la masa que la comunidad.
•
No existía proyecto pastoral propiamente hablando.
•
La catequesis era principalmente para los sacramentos.
•
La responsabilidad recaía en el sacerdote.
•
Lo social se entendía solo como caridad.
•
No había consejos parroquiales.
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Los laicos eran sujetos más bien pasivos.
Cada vez cobra más importancia la atención a los más necesitados, a los marginados y excluidos.
b. Parroquia “conciliar” o de conservación renovada •
Se reconoce la necesidad de un cambio, de una renovación.
•
Se da predilección a la catequesis y al culto, pero con un lenguaje teológico renovado y más bíblico.
•
Se da mucha importancia a la formación para los jóvenes que se confirman.
•
•
Se tiene un mínimo proyecto pastoral.
•
Se toma al párroco como el responsable último, aunque se rodea de un grupo de laicos competentes.
•
Se inician en el seno de la parroquia un cierto número de grupos con diversos carismas y ministerios.
Se ofrecen servicios religiosos más dignos y cómodos.
•
Se da más de tipo caritativo que promocional el compromiso social.
•
Se preocupa por los pobres, principalmente de tipo caritativo.
•
Se tiene insuficiente conocimiento de la realidad y del compromiso a largo plazo.
•
Se viven eucaristías más participadas, con intervención de laicos.
c. Modelo “postconciliar” de parroquia •
De clara pastoral de misión y de nueva evangelización (“pastoral de la zapatilla, del éxodo, de la salida”).
•
Corresponsabilidad real de los laicos en todas sus dimensiones consejos, celebraciones, catequesis y anuncio, diaconal y de compromiso.
•
Insertada en el contexto social, compartiendo problemas sociales de su entorno.
•
Necesaria programación pastoral.
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Coexisten grupos diversos con sus carismas y espiritualidades, siendo comunidad de comunidades.
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Mucha importancia a la evangelización y catequesis de todos (también de los adultos).
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Pastoral •
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Clara conciencia diocesana; muy abierta y de colaboración estrecha con los arciprestazgos, y con otros organismos diocesanos de pastoral (delegaciones y secretariados). Parroquia como comunidad que comparte vida, dones, bienes, caminos y mesa (M. Legido). Lo más importante de la parroquia, como de la Iglesia misma es hacer presente el misterio integral de Cristo: Trinidad, Reino, cuatro munus u oficios (sacerdote, rey, profeta, sanador-salvador). La parroquia no tiene sentido, además, sin una sana eclesiología. “Misterio de comunión para la misión”. Se ha escrito con acierto que la parroquia es, al mismo tiempo, hogar (donde todos nos sentimos a gusto), escuela (donde todos aprendemos de todos); taller (donde una y otra vez experimentamos nuevos métodos de evangelización), y pórtico (diálogo con los gentiles). También se habla de la parroquia como familia (a imagen de la familia de la Trinidad), casa (donde se reúnen los Hijos de Dios y hermanos de Jesucristo), mesa (donde compartimos nuestra vida y celebramos los sacramentos) y calle (porque quiere anunciar
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lo mejor de lo que experimentamos y hacer realidad un compromiso samaritano). d. Necesitamos una nueva mentalidad parroquial… •
Parroquia diocesana, no feudal o autónoma.
•
Comunidad de seguidores de Jesús, en lugar de estación de servicios puntuales.
•
Conversión permanente, personal y comunitaria, en lugar de instalación.
•
Comunidad de comunidades vivas y responsables, en lugar de masa amorfa.
•
Corresponsabilidad de todos, en lugar de clericalismo.
•
Pastoral de misión y de evangelización, en lugar de mantenimiento e instalación.
•
Apertura a lo social, en lugar de ghetto cerrado.
•
Corresponsabilidad comunitaria, en lugar de religiosidad sociológica.
•
Confianza en el Espíritu, en lugar de miedo, resignación, inhibición e inercia.
•
Comunidad de Bienaventuranzas, en lugar de privilegios, poderes o prestigio.
e. Se necesitan, también, nuevas actitudes… ¡En todos! •
Del culto al “yo”, al sentido comunitario y fraterno.
•
De la incomunicación a la apertura, personal y comunitaria.
•
De la obsesión por la eficacia (el hacer cosas), a la preocupación por la pedagogía de iniciación cristiana (hacer personas y comunidades).
•
Del egoísmo (lo mío), a la generosidad de compartir.
•
De la enemistad, envidia, recelo y confrontación, a la estima, confianza y cercanía.
•
De la amargura de la crítica sistemática, negativa y destructiva, a la corrección fraterna y ayuda mutua.
•
Del miedo al futuro, a la confianza en el Espíritu.
•
Del protagonismo personal o de mi grupo, al servicio generoso. Todo ello con buena dosis de amor, humor y paciencia, y fuerte vida en el Espíritu.
•
Se hace necesaria la participación corresponsable de los laicos en la parroquia, con sus ministerios, carismas y funciones.
•
Necesitamos párrocos “servidores” y renovados; Servidores “del misterio”: “solo los hombres y mujeres tocados por Dios, son capaces de abrir la mente y el corazón de sus contemporáneos a las cosas de Dios” (Benedicto XVI). Servidores de “la comunión”: favorecedor de equipos apostólicos, corresponsable de la vida consagrada y de los nuevos movimientos y formas eclesiales, potenciador de ministerios laical. Servidores de “la misión”: parroquia de puertas abiertas, favorecedor del diálogo fe-cultura, opción preferencial por los más pobres, favorecedor de las nuevas tecnologías de comunicación.
•
mujeres nuevos para una comunidad parroquial moderna, en el siglo XXI: “Jesucristo en el corazón; la cabeza en la Vida Eterna; los pies, pisando tierra sin estancarte en el fango; las manos, una para recibir cada día al Señor en la Eucaristía y, la otra, para acariciar y abrazar a los más pobres; los ojos, uno para leer el Evangelio y la lectio divina cotidiana y, otro, para la lectura de Evangelii Gaudium del papa Francisco; los oídos, uno para escuchar las voces más cercanas y, otro, para la catolicidad; la nariz, bien limpia, para olfatear los nuevos signos de los tiempos; los pulmones, uno, para la oración personal y de alcoba y, otro, para la oración comunitaria y litúrgica; y, la boca, no para maldecir, criticar o ser ‘profeta de calamidades’, sino para bendecir (‘bien decir’), alabar, dar gracias y adorar”. •
Una brújula que orientará a todos y a todo: Norte: Hablar de “tú a tú con Jesucristo (creer en Alguien, no en algo). Sur: Conversión de vida en las pequeñas y grandes cosas. Este: comunidad, porque no se puede vivir el cristianismo “por libre y en solitario”. Oeste: convertirme en testigo-misionero y en comprometido con los más pobres. ¡Se lo pedimos al Espíritu Santo para que renueve testigos y comunidades en esta hora apasionante de la Iglesia! + MONS. RAÚL BERZOSA, OBISPO DE CIUDAD RODRIGO (SALAMANCA – ESPAÑA)
Necesitamos “cristianos convertidos”. Algunas claves para una “visión antropológica” actual, capaz de hacer posibles hombres y
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Doctrina social
Por: PBRO. WILSON JAVIER SOSSA LÓPEZ, EUDISTA
La Fraternidad
Humana
y los retos para el hombre de hoy
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oy, más que nunca se cuestiona sobre las maneras de vivir y ser en el mundo, y la enciclica quiere declarar en breves palabras lo que significa la verdadera fraternidad y amistad social, sus retos y grandes cuestionamientos para el hombre de hoy. Primero debemos señalar que es un “Documento
sobre la fraternidad humana para la paz mundial y la convivencia común”, un hito en el diálogo de las grandes religiones, firmado el 4 de febrero. 2019 en Abu Dhabi junto con Ahmed Al Tayyeb, Gran Imán de la Universidad Al-Azhar de El Cairo.
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Doctrina social Es el punto de partida de esta reflexión que contiene varios puntos importantes de comun acuerdo y que se convierten en un desafío de nuestra Iglesia y nuestras pastorales, el dialogo interreligioso y el mensaje universal siempre vigentes, incluso en el día de hoy, no podemos olvidar las minorias y en palabras del papa Francisco: “cuidar el mundo que nos rodea y contiene es cuidarnos a nosotros mismos. Pero necesitamos convertirnos en un “nosotros” que habita la casa común”. (No. 17 Fratelli Tutti, carta encíclica del santo padre Francisco sobre la fraternidad y la amistad social, ed. San Pablo, 1ª edición, 2020). Queriendo reflexionar de manera sencilla pero profunda sobre la realidad y sus problematicas, para ayudar a leer la historia desde la fe, la esperanza y la propuesta del papa hoy: sembrar paz, acorde a la propuesta del san Francisco de Asis, donde el hombre, lastimosamente ha sido esclavizado y privado de su libertad: “la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, queda privada de la libertad, mercantilizada, reducida a ser propiedad de otro...hasta el punto de que muchos dejan de ser considerados seres humanos con una dignidad inalienable y pasan a ser solo “ellos”. La soledad, los miedos y la inseguridad de tantas personas que se sienten abandonadas por el sistema hacen que se vaya creando un terreno fértil para las mafias”. (No. 24.27 y 28, Fratelli Tutti, Op cit).”
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Querer expresar la solidaridad y la buena voluntad de tantas personas, basta para empezar a pensar porque queremos realizar, desde esta mirada, no es sólo el buen samaritano, sino todos “nosotros” que vivimos y convivimos en una casa comun, expresión del papa Francisco, casa viene del gruego “Oikos”, que es espacio vital, porque no hablar de la casa comun: cosmos, mundo, sociedad, ciudad, hogar, Iglesia. Donde todos compartimos parte de ese espacio en fraternidad de hermanos y amigos. Por otra parte, las generaciones actuales, carecen de la capacidad de ser tolerantes ante el sufrimiento: voluntad, disciplina y autocontrol. Muchas personalidades complacientes no tienen esta base para superar pruebas y encontrar un sentido al sufrimiento y los fracasos. ¿Cuáles son las posibles salidas para superar las dificultades que el hombre vive hoy en relación a la fraternidad? 1. El desafío es romper con la violencia y/o los circulos de la violencia del hombre de hoy. “La Biblia plantea el desafío de las relaciones entre nosotros, Caín destruye a su hermano Abel (Gn 4,9). La respuesta es la misma que frecuentemente damos nosotros: “¿Acaso yo soy guardián de mi hermano? (ibid.)”. (No. 57, Fratelli Tutti, Op Cit). Debemos superar la lógica de la violencia del mundo de hoy, con el único camino que es el perdón y la reconciliación, para superar el odio de la indiferencia y la falta de acpetación y tolerar las diferencias sobre el pasado.
2. La respuesta del papa que le dijesen la verdad, y Cuidar la casa comun, porque Francisco, es la misma del éstos confesaron que sólo todos hacemos parte de la mis- le quedaban unas cuantas buen Samaritano del evangelio que va más allá, no se ma y todos estamos conectados semanas de vida. Bienvenilimita a exhortar a curar a da, hermana Muerte. Exclay hoy se muestra que lo que los heridos de hoy sino que mó el Santo y acto seguido, uno hace afecta al otro. propone un cambio global pidió que le trasportasen a de sociedad para evitar la Porciúncula. Por el camique estos hechos se vano, cuando la comitiva se yan reproduciendo: luhallaba en la cumbre de char contra las causas una colina, desde la que estructurales de la se dominaba el panopobreza y la desigualdad, la falta rama de Asís, pidió a de trabajo, tierra los que portaban la y vivienda, la priocamilla que se deturidad a la vida de viesen un momento todos por encima y entonces volvió sus de la apropiación ojos ciegos en direcde bienes de algución a la ciudad e imnos. Cuidar la casa ploró las bendiciones comun, porque tode Dios para ella y sus habitantes. dos hacemos parte de la misma y todos estamos conectados El testamento de san Juan Eudes y hoy se muestra que lo que uno hace afecta al otro. Pero la esperanza sigue intacta, celebrar la Existe un parecido con la espiritualidad de San navidad desde la esperanza de la buena noticia de Jesús que sigue siendo vida sobre la muerte, sigue Juan Eudes en el valor del testamento: “Entrego sanando las heridas de muchas personas que han este Corazón como algo que me pertenece. Me ensido lastimadas desde su niñez o durante su vida. trego de todo corazón a mi Salvador para unirme a La sociedad está herida por la injusticia y la desla fe perfectísima de su santa madre, de sus apósigualdad, y la paz que proclama san Francisco de toles, de sus santos y de toda la Iglesia. Y en unión Asis es de una paz con la casa comun. con esta fe declaro a la faz del cielo y de la tierra que quiero morir como hijo de la santa Iglesia católica, 3. Los dos testamentos de San Francisco y San Juan apostólica y romana, adherido a todas las verdades Eudes. cristianas que ella enseña. Me ofrezco a mi Dios, dispuesto a padecer, con la ayuda de su gracia, toda clase de tormentos y de muertes para permanecer El testamento de san Francisco de Asís fiel a ella… En unión de ese amor entrego ese Corazón, como algo que me pertenece y del que puedo En el testamento que san Francisco dictó para sus disponer para gloria de mi Dios, a la pequeña Confrailes, les recomendaba la caridad fraterna, los gregación de Jesús y María para que sea la herencia, exhortaba a amar y observar la santa pobreza, y a el tesoro, el patrono principal del corazón, la vida y amar y honrar a la Iglesia. Poco antes de su muerla norma de los verdaderos hijos de esta Congregate, dictó un nuevo testamento para recomendar a ción, la cual a su vez entrego y dedico a ese Corazón sus hermanos que observasen fielmente la regla y para que esté consagrada a su honor y su alabanza trabajasen manualmente, no por el deseo de lucro, en tiempo y eternidad. Quiero que mi último suspiro sino para evitar la ociosidad y dar buen ejemplo. “Si sea un acto de puro amor a él y le suplico que acepte no nos pagan nuestro trabajo, acudamos a la mesa todos estos sentimientos míos y los conserve para del Señor, pidiendo limosna de puerta en puerta”. la hora de mi muerte. (San Juan Eudes, Testamento, Cuando Francisco volvió a Asís, el Obispo le hospeO.C.XII, 169-175). dó en su propia casa. Francisco rogó a los médicos
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Ser iluminados por el Señor en nuestras realidades de tinieblas y sombras de muerte. Ser sanados por el Samaritano, implica: “que el Señor tiene el proyecto de consumar en nosotros el misterio de su Encarnación, de su nacimiento, de su vida oculta, formándose y como encarnándose dentro de nosotros y comenzar a vivir en nuestras almas, por los santos sacramentos del Bautismo y de la divina Eucaristía, y haciéndonos vivir una vida espiritual e interior, que esté escondida con Él en Dios. (Le Royaume.1.311-312).”
La nueva casa comun: el mundo nuevo Es el compromiso con la casa comun, un mundo nuevo, el gran reto del papa hoy, implica caminar hacia un mundo más fraterno y de paz. El papa sueña con un mundo como casa comun, que favorezca
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la unión de las naciones y se dan ejemplos de integración en diferentes contextos como el nuestro el Latinoamericano. “Soñemos como una única humanidad, como caminates dela misma carne humana, como hijos de una misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos… cuidar el mundo que nos rodea y contiene es cuidarnos a nosotros mismos. Pero necesitamos constituirnos en un “”nosotros” que habita la casa comun”. (No. 8 y 17, Fratelli Tutti, Op cit). La verdadera espiritualidad direcciona la vida, porque es entendida como un don que recibimos la vida, y la damos en servicio. la felicidad no es simplemente un estar bien consigo mismo, ser feliz consigo mismo, es optar por el otro, dar la vida, servir al otro y optar por el otro. La espiritualidad lleva a discernir los signos de los tiempos en la casa comun donde vivimos y actuamos, desde los acontecimientos globales hasta los existenciales de cada día.
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