Editorial
Una conversión pastoral en sentido misionero
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La reciente “Instrucción” de la Congregación para el clero, “La conversión pastoral de la comunidad parroquial al servicio de la misión evangelizadora de la Iglesia”, se sitúa en la perspectiva misionera señalada por el Papa Francisco, quien en Evangelii Gaudium afirma: “Si algo debe santamente inquietarnos y preocupar nuestra conciencia es que muchos de nuestros hermanos viven sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los acoja, sin un horizonte de sentido y de vida”. Al mismo tiempo se presenta en continuidad con las indicaciones dadas anteriormente por la Congregación para el Clero, primero con la Instrucción interdicasterial de 1997 Ecclesia de mysterio, sobre “algunas cuestiones relativas a la colaboración de los fieles laicos en el ministerio de los sacerdotes”, y luego con la Instrucción de 2002 El presbítero pastor y guía de la comunidad. Por un lado, el documento tiene el propósito de concretar y determinar algunas prácticas pastorales que se han implementado en las últimas décadas en las distintas diócesis. De hecho, en el lenguaje pastoral ya no se habla solo de “parroquia” y “vicariatos foráneos” sino también de “unidad pastoral” y “zona pastoral”. Por otro lado, anima a las personas a buscar nuevas perspectivas para la acción pastoral, teniendo en cuenta los cambios históricos, y a adaptar su servicio a las necesidades de los fieles. En la base de esta Instrucción hay una indicación de la necesidad de una conversión pastoral en sentido misionero. En particular, se dice que los párrocos
“deben sentir urgentemente la necesidad de una reforma misionera de la pastoral”. La reforma misionera debe traducirse ante todo en la cooperación entre las distintas comunidades parroquiales. Esto es requerido, ante todo, por la constatación del cambio en la relación entre parroquia y territorio, por la nueva cultura digital, que caracteriza especialmente a las nuevas generaciones, y por la mayor movilidad de las personas. Hoy el territorio ya no está compuesto únicamente por un espacio geográfico delimitado, sino que está dado por un “territorio existencial”, donde los lugares de pertenencia se multiplican y las relaciones interpersonales, con el mundo virtual, se expanden. Desde el punto de vista canónico, cuando así lo requiera la ley, el principio territorial permanece plenamente vigente. Sin embargo, es necesario afrontar esta peculiar característica del mundo contemporáneo. La conversión pastoral en sentido misionero también debe traducirse en las diversas formas de corresponsabilidad dentro de las parroquias entre párroco, vicario parroquial, diáconos, consagrados, laicos. La comunidad parroquial está llamada a ser signo vivo de la presencia y cercanía de Cristo, a través de una fraternidad de personas, o una red de relaciones fraternales, que es el signo más eficaz de evangelización y testimonio de fe en la caridad hacia los pobres. En este contexto, habríamos esperado del documento un mayor espacio para la participación de los laicos y las mujeres en la tarea de administración y evangelización de la parroquia, pues aún todo se centra en la figura del párroco; ojalá haya más apertura de la Iglesia al respecto. El Director Revista trimestral de la Sociedad de San Pablo —PAULINOS— Colombia, Ecuador, Panamá, Centroamérica y El Caribe al servicio de la Iglesia.
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La Voz del Papa
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o ignoro que hoy los documentos no despiertan el mismo interés que en otras épocas, y son rápidamente olvidados. No obstante, destaco que lo que trataré de expresar aquí tiene un sentido programático y consecuencias importantes. Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están. Ya no nos sirve una “simple administración”. Constituyámonos en todas las regiones de la tierra en un “estado permanente de misión”. Pablo VI invitó a ampliar el llamado a la renovación, para expresar con fuerza que no se dirige solo a los individuos aislados, sino a la Iglesia entera. Recordemos este memorable texto que no ha perdido su fuerza interpelante: «La Iglesia debe profundizar en la conciencia de sí misma, debe meditar sobre el misterio que le es propio […] De esta iluminada y operante conciencia brota un espontáneo deseo de comparar la imagen ideal de la Iglesia —tal como Cristo la vio, la quiso y la amó como Esposa suya santa e inmaculada (cf. Ef 5, 27)— y el rostro real que hoy la Iglesia presenta […] Brota, por lo tanto, un anhelo generoso y casi impaciente de renovación, es decir, de enmienda de los defectos que denuncia y refleja la conciencia, a modo de examen interior, frente al espejo del modelo que Cristo nos dejó de sí» Hay estructuras eclesiales que pueden llegar a condicionar un dinamismo evangelizador; igualmente las buenas estructuras sirven cuando hay una vida que las anima, las sostiene y las juzga. Sin vida nueva y
auténtico espíritu evangélico, sin «fidelidad de la Iglesia a la propia vocación», cualquier estructura nueva se corrompe en poco tiempo. Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral solo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad. Como decía Juan Pablo II a los Obispos de Oceanía, “toda renovación en el seno de la Iglesia debe tender a la misión como objetivo para no caer presa de una especie de introversión eclesial”. La pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del “siempre se ha hecho así”. Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades. Una postulación de los fines sin una adecuada búsqueda comunitaria de los medios para alcanzarlos está condenada a convertirse en mera fantasía. Exhorto a todos a aplicar con generosidad y valentía las orientaciones de este documento, sin prohibiciones ni miedos. Lo importante es no caminar solos,
contenido EDITORIAL
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ACTUALIDAD
LA VOZ DEL PAPA
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ACTUALIDAD
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BEATO ALBERIONE
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ACTUALIDAD
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Una conversión pastoral en sentido misionero
El apostolado parroquial
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Vida pastoral no 180 - octubre / diciembre - 2020
En la iglesia hay puesto para todos
Es hora de las parroquias renovadas
¿Qué dicen los párrocos?
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contar siempre con los hermanos y especialmente con la guía de los obispos, en un sabio y realista discernimiento pastoral.
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La parroquia no es una estructura caduca; precisamente porque tiene una gran plasticidad, puede tomar formas muy diversas que requieren la docilidad y la creatividad misionera del Pastor y de la comunidad. Aunque ciertamente no es la única institución evangelizadora, si es capaz de reformarse y adaptarse continuamente, seguirá siendo «la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas»[26]. Esto supone que realmente esté en contacto con los hogares y con la vida del pueblo, y no se convierta en una prolija estructura separada de la gente o en un grupo de selectos que se miran a sí mismos. La parroquia es presencia eclesial en el territorio, ámbito de la escucha de la Palabra, del crecimiento de la vida cristiana, del diálogo, del anuncio, de la caridad generosa, de la adoración y la celebración[27]. A través de todas sus actividades, la parroquia alienta y forma a sus miembros para que sean agentes de evangelización[28]. Es comunidad de comunidades, santuario donde los sedientos van a beber para seguir caminando, y centro de constante envío misionero. Pero tenemos que reconocer que el llamado a la revisión y renovación de las parroquias todavía no ha dado suficientes frutos en orden a que estén todavía más cerca de la gente, que sean ámbitos de viva comunión y participación, y se orienten completamente a la misión.
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2020 DIRECTOR: P. Martín Alberto Sepúlveda Mora, ssp EDITOR: Jr. Hernando Parada, ssp CONSEJO DE REDACCIÓN: P. Martín Alberto Sepúlveda Mora, ssp; P. Danilo Antonio Medina Leguizamón, ssp; Segundo José Pacabaque Bautista AUTORES: Editorial: El Director; A los comunicadores: Equipo Paulino; Actualidad: William E. Simon Jr., P. Saúl Nicolás Duque García, P. Danilo Medina L.; Guías homiléticas: Pbro. Wilson Javier Sossa López, cjm; Biblia: P. Danilo Medina L., ssp; Pastoral Litúrgica: Mons. Lorenzo voltolini FOTOGRAFÍA: Shutterstock PUBLICIDAD: Jennyfer Gregory Velásquez / e-mail: publicidad@sanpablo.com.co Daniela González / creativopublicidad2@sanpablo.com.co DISEÑO & DIAGRAMACIÓN: Paola Amaguaña Vega / e-mail: diagramacion@sanpablo.com.co
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san pablo 1914
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ACTUALIDAD
¿Qué habría que hacer en las parroquias para seguir siendo evangelizadoras en la sociedad actual?
ACTUALIDAD
Reavivar el don de Dios en tiempos de pandemia
GUÍAS HOMILÉTICAS
Pbro. Wilson Javier Sossa López
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ACTUALIDAD
La comunión espiritual
BIBLIA
"La palabra no está encadenada"
BIBLIA
Job y los dramas humanos
PASTORAL DE LA CATEQUESIS Nuevo directorio para la catequesis
48 51 57 65
A los comunicadores El beato Alberione a los párrocos
El apostolado parroquial
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ompartimos algunos pensamientos del Beato Santiago Alberione sobre la actividad pastoral en las comunidades parroquiales:
* Un sacerdote no puede sentirse satisfecho porque en la Iglesia se tengan espléndidas funciones, se entonen los cantos a la perfección, se practiquen miles de devociones, etc.; no puede sentirse a gusto por ciertas iniciativas como peregrinaciones, procesiones; o que el pueblo admire en una predicación su elocuencia; que algunas personas se extiendan en conceptos muy espirituales; tampoco se puede contentar de que se haga por parte de todos o casi todos la Comunión pascual, el matrimonio en la Iglesia, la sepultura eclesiástica, etc. Todos esos son medios, pero el fin principal es cambiar los pensamientos humanos en cristianos, los afectos humanos en afectos cristianos, las obras humanas en obras dignas del cristiano. Es necesario que el hombre sea cristiano no solo por el bautismo, no solo en la Iglesia, sino en la casa, en la familia, en la sociedad, en todas partes.
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* El sacerdote es enviado como pescador de almas en el mundo. Él debe, por tanto, vivir en el mundo e iluminar la sociedad con la luz del Evangelio, un mundo al que tiene que sanar con el sol de la gracia de su sagrado ministerio. Él será un gran apóstol en la medida en que sabrá vivir con altura su relación con las personas. Sus relaciones deben ser santas para santificar. Es inútil decir que las relaciones del sacerdote con las personas son difíciles. Conocemos muy bien las palabras de Cristo: “Los envío como corderos en medio de lobos” (Cf. Lc 10, 3; Mt 10, 16), y estas palabras no están privadas de sentido ni fueron dichas por acaso. Nos hará muy bien, entonces, estudiarlas en cuanto que, asumiendo actitudes de prudencia y sencillez, logremos ganarlos a todos para Cristo.
Un sacerdote párroco si es muy sabio será estimado, si es poderoso será temido, si predica bien será escuchado, pero solo el sacerdote lleno de caridad será amado por sus feligreses. Un sacerdote que está en una parroquia debe tener cuidado de evitar aquella vida solitaria y apartada que se consume casi toda entre las paredes de la casa parroquial, haciéndole insensible y desconociendo lo que está sucediendo con la población: sus peligros, sus alegrías, sus dolores y similares. El padre piensa siempre en los hijos y el pastor conoce bien sus ovejas.
Los principios de la mentalidad sacerdotal son dados por el Evangelio. El sacerdote debe tener una recta mentalidad humana, cristiana, religiosa y, por supuesto, sacerdotal. Esta mentalidad está constituida por tres elementos: profunda convicción de la verdad, de la moral y de la liturgia; un gran amor por las almas, fortaleza de voluntad. El sacerdote en su amor a Dios y a la humanidad, todo aquello que es y tiene, lo quiere ofrecer por ellos: ciencia, salud, oración, fuerzas y la vida misma. Es
El sacerdote debe formarse una conciencia sensible y realista de los tiempos y de nuestros deberes hacia las personas. Hoy el gran mundo, la juventud, la clase dirigente, reciben cada día otras doctrinas, escuchan otras teorías en la radio, asisten a muchos espectáculos a través del cine, están siempre pendientes del televisor… a menudo con contenidos que atentan contra la moral. El sacerdote, en cambio, predica a un pequeño y casi desaparecido rebaño, con iglesias casi vacías en muchas regiones. ¡Nos dejan solo los templos cuando nos los dejan y se llevan las almas! Será, entonces, muy útil considerar las palabras del Cardenal Elia Dalla Costa: “O nosotros miramos con valentía la realidad, más allá del pequeño mundo que está a nuestro alrededor, y entonces veremos urgente la necesidad de un cambio radical de mentalidad y de método; o de todas maneras en el espacio de pocos años encontraremos un desierto alrededor del Maestro de la vida; y la vida justamente nos eliminará como ramos muertos, inútiles, que solo hacen estorbo.
Beato Alberione
San Pablo decía que había llorado con quien lloraba, se había gozado con quien estaba contento y había pasado de casa en casa dando avisos y predicando; los santos Sacerdotes eran hombres de retiro y de oración, pero al mismo tiempo de una caridad expansiva, de un celo creativo y con una íntima relación con su pueblo.
la mayor caridad que puede vivir “Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos” (Jn 15, 13). Los discursos del sacerdote eterno Jesucristo a los Apóstoles, si se ponen todos juntos, forman toda la mentalidad sacerdotal.
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Actualidad
EN LA IGLESIA HAY PUESTO PARA TODOS Por: Congregaciรณn para el Clero
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Estos son algunos apartes del documento sobre la Instrucciรณn La conversiรณn pastoral de la comunidad parroquial al servicio de la misiรณn evangelizadora de la Iglesia a cargo de la Congregaciรณn para el Clero.
La parroquia, “una casa entre las casas”
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n la Iglesia hay un lugar para todos y todos pueden encontrar en ella su lugar, respetando la vocación de cada uno: ese es básicamente el resumen de la Instrucción sobre la parroquia publicada por la Congregación para el clero. El documento no contiene novedades de carácter legislativo, pero propone algunas modalidades para una mejor aplicación de las normativas vigentes y de esa manera favorecer la corresponsabilidad de los bautizados y promover una pastoral de cercanía y de cooperación entre las parroquias. Lo que emerge, sobre todo, es la urgencia de una renovación misionera, de una conversión pastoral de la parroquia, para que vuelva a descubrir ese dinamismo y aquella creatividad que la llevan a estar siempre “en salida”, con el aporte de todos los bautizados. Compuesta por once capítulos, la Instrucción podría dividirse en dos macro-áreas: la primera (cap. 1-6) ofrece una amplia reflexión sobre la conversión pastoral, el sentido misionero y el valor de la parroquia en el contexto contemporáneo; la segunda (cap. 7-11), por otro lado, se centra en la conformación de las comunidades parroquiales, los diferentes roles presentes en ellas y los métodos de aplicación de las relativas normas.
La parroquia es un signo permanente del Resucitado en medio del pueblo, por tanto, ella es “una casa entre las casas” – como leemos en la primera parte del documento - y su sentido misionero es fundamental para la evangelización. La globalización y el mundo digital han cambiado su relación específica con el territorio que ya no es solo un espacio geográfico, sino ante todo un espacio existencial. Pero es precisamente en este contexto donde surge la “flexibilidad” de la parroquia, capaz de captar las exigencias de los tiempos actuales y adaptar su servicio a los fieles y a la historia. Por ello, la Instrucción enfatiza sobre la importancia de una renovación, en clave misionera, de las estructuras parroquiales: que estando lejos de la autorreferencialidad y la esclerotización, sean capaces de centrarse en el dinamismo espiritual y en una conversión pastoral basada en el anuncio de la Palabra de Dios, la vida sacramental y el testimonio de la caridad. La “cultura del encuentro” deberá ser, entonces, el contexto
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Actualidad
El párroco, “pastor propio” de la comunidad que se le ha confiado.
necesario para promover el diálogo, la solidaridad y la apertura a todos; así, las comunidades parroquiales podrán desarrollar el verdadero “arte de la cercanía”. En particular, la Instrucción recomienda el testimonio de fe expresado en la caridad y la importancia de la atención a los pobres que la parroquia evangeliza, pero por quienes también se deja evangelizar. Todo bautizado debe ser protagonista activo de la evangelización - reitera la Congregación para el Clero - y por tanto es esencial un cambio de mentalidad y una renovación interior que produzca una reforma misionera de la pastoral. Por supuesto, estos procesos de cambio deben ser flexibles y paulatinos, porque cada proyecto debe situarse en la vida real de una comunidad, sin imponerse desde arriba y sin “clericalizar” la pastoral.
Conformación de las comunidades parroquiales La segunda parte de la Instrucción se abre con un análisis de la conformación de las comunidades parroquiales: en primer lugar, se explica, que esta debe seguir el factor clave de la proximidad, teniendo en cuenta la homogeneidad de la población y las características del territorio. El documento, por tanto, se centra en los procedimientos específicos relativos a la incorporación, fusión o división de las parroquias, y en auqellos que tienen que ver con los Vicariatos foráneos que agrupan varias unidades parroquiales, y las zonas pastorales que reagrupan varias Vicarias foraneas.
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Trata el tema de la encomienda de la pastoral de las comunidades parroquiales, tanto de forma ordinaria como extraordinaria: en primer lugar, se enfatiza el papel del párroco como “pastor propio” de la comunidad. Él está al servicio de la parroquia, y no al revés - recuerda la Instrucción - y tiene el cuidado pleno de las almas. En consecuencia, el párroco debe haber recibido el Orden del presbiterado y se excluye cualquier otra posibilidad. Como administrador de los bienes parroquiales y representante legal de la parroquia, el párroco debe ser designado por tiempo indefinido, ya que el bien de las almas requiere estabilidad e implica el conocimiento de la comunidad y cercanía. Sin embargo, la Instrucción recuerda que, allí donde una Conferencia Episcopal lo establezca por decreto, un Obispo puede nombrar un párroco por un período fijo, siempre y cuando no sea menos de cinco años. Además, una vez que el párroco haya cumplido 75 años de edad, tiene el “deber moral” de presentar su dimisión, pero no perderá el cargo hasta que el Obispo la haya aceptado y comunicado por escrito. En todo caso, la aceptación se producirá siempre por una “causa justa y proporcionada”, para evitar una concepción “funcionalista” del ministerio.
Los diáconos: ministros ordenados, no “mitad sacerdotes y mitad laicos” Una parte del capítulo octavo está dedicada a los diáconos: colaboradores de los Obispos y de los presbíteros en la única misión evangelizadora, ellos son ministros ordenados y participan, aunque de manera diferente, en el Sacramento del Orden, especialmente en el ámbito de la evangelización y de la caridad, incluida la administración de los bienes, la proclamación del Evangelio y el servicio en la mesa eucarística. No deben ser considerados, por tanto “mitad sacerdotes y mitad laicos”, afirma la Instrucción, citando al Papa Francisco, ni deben verse en la perspectiva del clericalismo y el funcionalismo.
El testimonio de los consagrados y el compromiso generoso de los laicos La Congregación para el Clero también reflexiona sobre los consagrados y los laicos en las comunidades parroquiales: de los primeros, no se recuerda tanto el “hacer” sino el “ser testigos de un seguimiento radical de Cristo”, mientras se enfatiza la participación de los laicos en la acción evangelizadora de la Iglesia y se requiere de ellos “un compromiso generoso” para un testimonio de vida conforme al Evangelio y al servicio de la comunidad parroquial. Además, los fieles laicos pueden ser instituídos como lectores y acólitos (es decir, para el servicio del altar) de forma estable, con un rito especial para estos ministerios, garantizando ante todo su plena comunión con la Iglesia católica, una formación adecuada y una conducta personal y pastoral ejemplar. Además de esto, en circunstancias excepcionales, ellos podrán recibir otras encargos del Obispo, “en su prudente juicio”: celebrar la Liturgia de la Palabra y el rito de las exequias, administrar el Bautismo, presenciar los matrimonios, previa licencia de la Santa Sede, y predicar en la iglesia o en un oratorio en caso de necesidad. En cualquier caso, no podrán pronunciar la homilía durante la Misa.
Los órganos de corresponsabilidad eclesial La Instrucción también reflexiona sobre los órganos parroquiales de corresponsabilidad eclesial, entre los cuales, el Consejo de Economía: de carácter consultivo, presidido por el párroco y compuesto por al menos tres miembros. Este es necesario ya que la gestión de los bienes de una parroquia es “un ámbito importante de evangelización y testimonio evangélico para la Iglesia y la sociedad civil”. Los bienes pertenecen a la parroquia y no al párroco, reitera la Congregación para el Clero. La tarea del Consejo de Economía será, por tanto, fomentar una «cultura de corresponsabilidad, transparencia administrativa y subvención de las necesidades de la Iglesia». También es consultivo el consejo de pastoral parroquial, cuya institución es “muy recomendable”: lejos de ser un mero organismo burocrático, este consejo debe generar una espiritualidad de comunión, destacando la centralidad del Pueblo de Dios como sujeto activo de evangelización. Su función principal es la investigación y el estudio de propuestas prácticas para iniciativas pastorales y caritativas de la parroquia, en armonía con el camino de la diócesis. Para ser operativas, estas propuestas deben ser aceptadas por el párroco.
No a la “tarifa” de los sacramentos, la ofrenda es libre El último capítulo se centra en las ofrendas para la celebración de los sacramentos: estas deben ser “un acto libre” del oferente y no deben ser reclamadas como si fueran una tarifa o un impuesto. La vida sacramental no debe ser “negociada” - recomienda la Instrucción - y la celebración de la Misa, así como otras acciones ministeriales, no puede estar sujeta a aranceles, negociación o comercio. Más bien, se exhorta a los sacerdotes a ofrecer un ejemplo virtuoso en el uso del dinero, mediante un estilo de vida sobrio y una administración transparente de los bienes parroquiales. De esta forma, será posible sensibilizar a los fieles para que contribuyan con gusto a las necesidades de la parroquia pues también son “suyas propias”.
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Actualidad
HORA PARROQUIAS RENOVADAS
DE LAS
ES LA
Por: William E. Simon Jr. Título: Grandes parroquias católicas. Editorial: Biblioteca de Autores Cristianos (BAC). Fuente: Alfa y Omega. Juan Luis Vázquez DíazMayordomo
¿Por qué hay parroquias que crecen en número de fieles y en vivencia de la fe, que atraen a los alejados, y otras que no? Esta sencilla pregunta llevó a Bill Simon Jr. a realizar una macroencuesta a diócesis, líderes en el campo de la evangelización y agentes de pastoral
de Estados Unidos que dio como resultado un elenco con las 244 parroquias más vibrantes de todo el país. Estas son sus conclusiones: En un contexto que tiende a la concentración de diócesis y de parroquias, en el que las vocaciones disminuyen de manera paulatina, con economías apretadas e inercias pastorales cada vez menos sostenibles, el cambio de paradigma se hace más que
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necesario. Hace diez años, una encuesta del Pew Research Center atestiguaba que el 71 % de los protestantes procedentes del catolicismo en Estados Unidos reconocían que su transición se debía a que su antigua fe no satisfacía sus necesidades espirituales. Trasladando esta dinámica a nuestro entorno cabe preguntarse:
¿Qué parroquia estamos ofreciendo a los futuros evangélicos? ¿Qué vida espiritual ofrecemos hoy a los jóvenes que mañana dejarán la Iglesia, quizá para siempre? ¿Cuántas misas tiene que presidir un sacerdote semana tras semana antes de quemarse? ¿Solamente la Misa del domingo sirve
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para hacer crecer el amor a Dios y a Jesucristo? ¿Cómo pasar de un creyente sonámbulo a formar un discípulo misionero, audaz y feliz? Simon ha identificado cuatro características comunes a las parroquias más pujantes: un liderazgo compartido, un discipulado maduro, una excelente experiencia del domingo, y una evangelización explícita e intencional. En cuanto a la primera de estas notas, las parroquias excelentes tienen al frente no a un llanero solitario, sino a una persona que comparte su liderazgo con un equipo de laicos, en un modelo de gestión que tiene que ver con la corresponsabilidad y la delegación. Por eso, la conversión pastoral exige
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pasar de la clericalización al liderazgo compartido.
Un crecimiento espiritual programado Si liderazgo es uno de los conceptos a asimilar para entender por dónde debe ir la nueva evangelización, con la palabra discipulado ocurre lo mismo. Es algo más que mera formación intelectual, un curso especializado o una serie de charlas. Es pasión por lo que uno vive y cree, y cómo lo hace crecer en sí mismo y en su entorno más cercano. Este crecimiento espiritual en la parroquia, que se manifiesta en un mayor amor a Jesucristo y a la Iglesia, es la característica principal que observan todos los párrocos y agentes de pastoral consultados
para este estudio. El discipulado tiene como objetivo la madurez espiritual de los parroquianos y exige un programa estratégico definido, con recursos adecuados al nivel de cada cual. Esto no significa acumular actividades que al final se quedan solo en un mero entretenimiento para católicos; o, como se quejaba un párroco con humor: «hacemos cosas para SLM. ¡Siempre los mismos!». Hay multitud de herramientas de primer anuncio al alcance de las parroquias, así como otros recursos para quienes están más avanzados que refuerzan su sentido de pertenencia. Algo clave para la parroquia es la formación de pequeños grupos, sobre todo en las casas, fuera del edificio parroquial, para compartir la fe y la vida en un ambiente más íntimo y personal.
Sobre el domingo, ha de existir «un plan determinado y estratégico que comienza mucho antes de que salga el sol por la mañana.
Además, el pulso del discipulado de una parroquia se percibe en el clima de oración que se respira. Si hay sed de conocer más a Jesús y la propia fe es porque la gente reza. Son dos elementos que se retroalimentan. En muchas ocasiones esto pasa por reservar ratos para la Adoración eucarística, una práctica que va en aumento cada vez en más parroquias. Como dice uno de los párrocos encuestados: «La Adoración en cuanto tal no es necesaria. Pero, amigo, si no la tienes, ¡lo que te estás perdiendo! Si tienes gente que quiere venir a pasar un rato con Jesús, van a pasar cosas buenas». También alimenta el discipulado la cultura de acogida de la parroquia, «que tiene que ver menos con ofrecer café y galletas que con preparar a los que están en los bancos para que salgan de sus zonas de confort y se conviertan en una presencia acogedora para los demás», escribe Simon.
Las grandes parroquias brillan los domingos Sobre el domingo, ha de existir «un plan determinado y estratégico que comienza mucho antes de que salga el sol por la mañana. Hay que tomarse en serio el domingo». Uno de los párrocos lo resume en las tres H: hospitalidad, homilía e himnos (o cantos), y muchos han organizado un grupo de voluntarios encargado de saludar y acoger a los que llegan. Aquí entra todo: la persona que coge el teléfono, el cuidado de la web y de las redes sociales, integrar a octubre / diciembre - 2020 - Vida pastoral no 180
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Actualidad los niños en la vida parroquial sin hipotecar la experiencia dominical de sus padres, planificar una liturgia acogedora, con una homilía esmerada y buena música, cuidar la iluminación y el sonido…, y hasta organizar un piscolabis al acabar la celebración.
Evangelizar, la asignatura pendiente Un estudio reciente del Catholic Leadership Institute afirma que solo el 0,04 % de católicos estadounidenses son formadores de discípulos. Más que la asignatura pendiente es el desafío principal, y es preciso un cambio. “No se trata de llenar los bancos de la iglesia, sino de hacer saber a los demás el impacto positivo de Dios en nuestras vidas”, escribe el autor de Grandes parroquias católicas. Muchos párrocos manifiestan su propósito de haber pasado de la sola caridad a la motivación espiritual subyacente al servicio social; otros han aprovechado las celebraciones sacramentales para iniciar el anuncio; otros han organizado eventos y celebraciones de manera segmentada para cada perfil; y los hay que se valen de la tecnología para evangelizar. Se trata de crear una cultura pa-
rroquial atractiva que sea activa a la hora de invitar a próximos y alejados. Simon destaca en este libro que el principal hándicap que tienen los líderes católicos es conformarse con que todavía hay gente viniendo a misa y que, por tanto, “no tienen que salir a buscar gente. La gente que ya está ahí es el fruto fácil de recoger”. Pero este panorama es engañoso y tiene fecha de caducidad. En cambio, propone “empezar a hacer discípulos de los que ya son nuestros”, porque “la nueva evangelización no comienza necesariamente fuera de la parroquia”. Grandes parroquias católicas no es un libro solo para párrocos, es para todos aquellos laicos o sacerdotes que no se resignan a la inercia actual que aleja a muchos fieles de la Iglesia. Se trata de un catálogo de las mejores prácticas que supone un buen complemento para otros libros difundidos en español como La reconstrucción de un parroquia, de Michael White y Tom Corcoran, y Una renovación divina, de James Mallon. El Espíritu Santo sigue soplando, lleva 2.000 años haciéndolo, y siempre lleva a la Iglesia a un terreno en el que uno no sabe a dónde va, pero es preciso dejarse llevar para que los odres viejos no estropeen el vino nuevo que nos ofrece Cristo en cada generación. Es precisamente la parroquia el lugar donde se da en el siglo XXI la nueva evangelización. Es un bastión que ya está ganado, pero debe salir de sí misma y renovarse para seguir conquistando almas para Cristo. El Papa Francisco afirma en Evangelii gaudium: “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual, más que para la autopreservación”. Es la hora de que la parroquia abandone sus prejuicios sobre sí misma para transformarse en este cauce adecuado. Es la hora de la parroquia, y solo las que se renueven podrán no solo sobrevivir, sino cumplir el mandato del Señor: “Id al fin del mundo y haced discípulos”.
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Actualidad
¿QUÉ DICEN LOS
PÁRROCOS? Ideas sobre la conversión pastoral de las parroquias a partir de la instrucción pastoral La conversión pastoral de la comunidad parroquial al servicio de la misión evangelizadora de la Iglesia. Nos ha parecido importante escuchar y compartir ideas con algunos párrocos de distintas diócesis, en diferentes países, acerca del documento último de la Congregación para el clero sobre la renovación de las parroquias.
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a nuestra manera de hacer las cosas. De otra parte, las personas que viven en sí una verdadera pasión por Cristo y por la evangelización saben cómo liberarse de su propia forma de hacer las cosas y sus costumbres. Sería muy bueno si nosotros, como comunidad, nunca envejecemos en este sentido y siempre estamos abiertos a un discernimiento en el Espíritu Santo, para continuar enfocados solamente en Jesucristo.
Un necesario discernimiento El P. Rubén Darío Hernández en Bogotá nos invita, ante todo, a preguntarnos en un primer momento ¿Qué implica la conversión? en verdad significa estar atentos a buscar nuevos caminos en donde se ayude a la comunidad a atreverse a recorrerlos, sobretodo en clave misionera. Esto es un reto muy fuerte dado que estamos demasiado centrados en el culto y en las prácticas habituales. A este respecto el P. Campo Elías Robayo también añade que es necesario una labor parroquial más preocupada por las personas y menos ritualista, en ese sentido debe ser una parroquia Samaritana con todo lo que significa e implica este servicio y eso conlleva que esté siempre abierta al diálogo y a la acogida de todos y más aún de quienes vienen lastimados por las crisis del mundo actual. Hay una invitación a ¿hacer discernimiento? Pero es importante decir que hacer discernimiento con otros solo se podrá si sentimos el discernimiento como necesidad. La inseguridad y el querer avanzar de una manera más afinada con el Espíritu Santo es lo que permite entrar en espíritu de discernimiento. Cuando estamos demasiado seguros y habituados a hacer lo que hacemos entonces no se hace discernimiento, es decir, no nos dejamos cuestionar por la realidad ni tampoco hacemos auto crítica. A este punto el P. Michel Remery desde Holanda nos dice que a menudo estamos muy concentrados en la vida diaria de la parroquia y eso es grandioso, pero también es un peligro. Es importante el discernimiento
porque no estamos aquí para sentirnos cómodos y completamente instalados. Estamos en un viaje, un viaje con Cristo y si estamos viajando juntos y nos necesitamos unos a otros es importante involucrar a la comunidad.
Sin embargo, la forma de ser comunidad hoy no tiene porque ser la de mañana. A menudo nos volvemos rígidos en nuestra forma de ser y eso dificulta la llegada de quienes apenas se integran pues tendrán que adaptarse a nuestra forma específica de hacer las cosas. Lo mismo ocurre con las personas: cuando envejecemos nos apegamos
¿Por qué no somos signo hoy ante el mundo? Porque nos cuesta aceptar con humildad que hemos perdido y seguimos perdiendo protagonismo en la sociedad, sobre todo entre las nuevas generaciones, que además hemos perdido profetismo y por ello somos más signo religioso que otra cosa y ver que el Señor Jesús nos denuncia el no saber leer los signos de los tiempos y el no ser signo de luz y sal para cada tiempo. Si miras nuestro horario parroquial semanal, a menudo ves muchas misas. Eso es grandioso, porque es un encuentro maravilloso con el Señor y es el punto culminante de nuestra vida cristiana. Pero ¿qué hacemos después de ese maravilloso encuentro? ¿Cómo hacemos realidad esa presencia de Jesús en nosotros? No solo el sacerdote sino todos los miembros de la comunidad deben participar en la toma de iniciativas y
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Actualidad “El Evangelio es fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree” pero aún no hemos descubierto la potencialidad de esa fuerza, todo el poder que esta Palabra tienen si la escucháramos con mayor atención y nos dejáramos moldear por ella.
en hacer realidad una verdadera vida cristiana. Así que en nuestro horario parroquial semanal sería importante ver otros muchos eventos, todos fluyendo del encuentro con el Señor en la Eucaristía. Es importante usar pequeños trampolines que nos ayuden a salir de una situación y lanzarnos a otra como usar las redes sociales, lanzar cursos presenciales y virtuales sobre cómo crecer en la fe, la Eucaristía, la oración, etc. En cuanto a lo anterior, agrega el P. Bernardo desde Rionegro-Antioquia, es importante, como afirma el documento, superar el concepto de parroquia territorial geográficamente y fomentar la cercanía y proximidad de los presbíteros en su labor pastoral con los fieles, tanto física como virtualmente. Igualmente se debe destacar la importancia de la Palabra de Dios en la vida de cada creyente. Es verdad que en este aspecto se ha ganado, pero aún falta mucho para que los fieles tengan la Palabra de Dios como fuente principal de su espiritualidad. Pablo dice que “el Evangelio es fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree”, pero aún no hemos 20
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descubierto la potencialidad de esa fuerza, todo el poder que esta Palabra tienen si la escucháramos con mayor atención y nos dejáramos moldear por ella. Así mismo, convencernos que la catequesis pre-sacramental, especialmente la de iniciación cristiana, no tiene la incidencia esperada en la vida concreta de las personas. Parece que ni las edades en que se imparte, ni los tiempos que se dedican a ellas son acertados. Es importante volver a itinerarios mistagógicos que influyan en las personas y transformen con la gracia santificante la vida de las personas. Según el P. Dimas Acuña de Barranquilla es importante que los párrocos miren más la cultura que es el espacio donde se debe seguir anunciando la presencia de Cristo (Cf. Documento de Puebla 386). Y como consecuencia de ello es importante el aprovechamiento de las redes sociales y, a través de ellas, permear la cultura pues esta se va formando y transformando en la experiencia histórica y vital de los pueblos. Allí en el diálogo con la cultura se debe proponer la experiencia del Evangelio como encuentro con el Señor que transforma la vida y la realidad de los pueblos.
El P. José Antonio Díaz de Santa Marta, comentando el nuevo documento nos dice: El documento aborda el tema de la pastoral de las comunidades parroquiales, de los diferentes ministerios clericales y laicales, con la intención de lograr una mayor corresponsabilidad de todos los bautizados. El texto recuerda, fundamentalmente, que “en la Iglesia hay lugar para todos y cada uno puede encontrar su lugar en la única familia de Dios, que es la Iglesia, desde la vocación de cada uno”. Considero que el documento nos plantea el siguiente desafío: ¿Qué habría que hacer en las parroquias para seguir siendo evangelizadores en la sociedad actual?
1.
Urge una renovación misionera, una conversión pastoral de la parroquia, un cambio de mentalidad, donde se descubra el dinamismo y la creatividad que lleva a ser una iglesia “en salida”, como dice el Papa, con la cooperación de todos los miembros parroquiales.
2. 3.
Esa conversión pastoral debe estar animada por el anuncio de la Palabra de Dios, la vida sacramental y el testimonio de la caridad.
Por tanto, la parroquia debe ser evangelizada y evangelizadora. Toda la vida parroquial debe estar alimentada de la Palabra de Dios y tiene como misión anunciar esa Palabra. Una frase del Papa Francisco ayuda a subrayar lo dicho: “En cualquier forma de evangelización el primado es siempre de Dios, que quiso llamarnos a colaborar con Él e impulsarnos con la fuerza de su Espíritu. La verdadera novedad es la que Dios mismo misteriosamente quiere producir, la que Él inspira, la que Él provoca, la que Él orienta y acompaña de mil maneras. En toda la vida de la Iglesia debe manifestarse siempre que la iniciativa es de Dios, que “Él nos amó primero” (1 Jn 4, 19) y que “es Dios quien hace crecer” (1 Co 3, 7). Esta convicción nos permite conservar la alegría en medio de una tarea tan exigente y desafiante que toma nuestra vida por entero” (EG 12). El mismo Papa Francisco cita unas palabras del Papa Benedicto, porque apuntan al centro del Evangelio: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (DCE 1).
4.
La parroquia debe estar abierta para promover el diálogo, la solidaridad y la apertura a todos. Se trata de que sea una parroquia cercana, con su testimonio en la fe y en la caridad, especialmente, en atención a los pobres que la parroquia evangeliza y por aquellos que están alejados.
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5.
Comprender que el párroco está al servicio de la parroquia, y no al revés, puesto que él es el pastor. La imagen bíblica del pastor perfila el quehacer del sacerdote, y determina su identidad como “ministro”, “guía” y “servidor” del pueblo. De ahí que “sólo al presbítero, después del Obispo, y en virtud del ministerio sacerdotal recibido con la ordenación, se puede atribuir de manera propia y unívoca el término “pastor” (DMVP 28). Potenciar la labor que prestan nuestros laicos en las comunidades parroquiales. Como dice la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium del Papa Francisco: “Hoy más que nunca se necesita un dinamismo misionero que lleve sal y luz al mundo” (EG 81); es el momento en el que el laico desde la madurez de su fe, asuma plenamente su condición laical y redescubra la belleza de ser cristiano y la alegría de dar testimonio. La vocación laical no solo implica un cristiano maduro, sino también que esté formado y que su participación no se limite solo a las tareas intraeclesiales, su labor fundamental va mucho más allá, se trata de llevar los valores cristianos al corazón de la sociedad (cf. LG 31). Su misión está en comprometerse en el mundo y desde el mundo: en la cultura, la ciencia, las artes, la economía, la política, los medios de comunicación, el trabajo, la familia, los hijos.
La importancia de la formación espiritual permanente Por su parte el P. Laureano Barón de la Arquidiócesis de Bogotá invita los párrocos a tener un renovado dinamismo en la pastoral que acerque el evangelio a la comunidad sin miedo a la renovación de estructuras y viendo la realidad con la mirada de Cristo. Además, los sacerdotes deben tener una constante revisión de vida a la luz de la Palabra de Dios la cual ha de ser presentada con audacia y pasión, la constante súplica de la unción del Espíritu Santo es necesaria para que, buscando el rostro de Cristo, especialmente entre los más pobres y excluidos, estos sean atendidos, escuchados y amados. Un sacerdote pastor no puede olvidar la llamada permanente a la santidad de vida, haciéndola creíble por el testimonio personal y manifestando sin vacilación su búsqueda que llevará sin duda al encuentro con Cristo en la cultura y en la realidad de la vida. El centro de toda acción pastoral debe ser la gratitud y aún más reconocer la gratuidad del amor de Dios hacia la humanidad. Y esto será posible solo cuando se apela al Espíritu Santo pidiendo discernimiento y sabiduría, mediante la llamada continua a la oración
Es el momento en el que el laico desde la madurez de su fe, asuma plenamente su condición laical y redescubra la belleza de ser cristiano y la alegría de dar testimonio.
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y a la intimidad con Dios para seguir conociendo, amando y encarnando a Jesucristo en nuestra vida.
Los nuevos medios El P. Ricardo Cortés de la diócesis de Zipaquirá invita a formarse y prepararse para habitar los nuevos medios que permiten nuevas formas de evangelización: “Está naciendo una nueva forma de hacer pastoral en el que la prioridad es subir contenido con un énfasis en la evangelización y con una pedagogía agradable que entre en libre competencia con la multitud de ofertas y contenidos que se encuentra en las redes sociales, en donde sabemos que hay muchos riesgos pero también muchos beneficios pues se puede llegar a personas que no frecuentan las parroquias no solo por la cuarentena sino porque no formaba parte de su ámbito cultural”. Esto necesariamente hace saltar las estructuras pastorales conocidas pues “ya no se llega a los fieles de un territorio parroquial sino
a todo aquel que es usuario de una aplicación, ya no se tiene un horario específico, sino que el contenido queda disponible para cuando lo quieran ver, escuchar o interactuar con él. Es una pastoral que ya empieza a medirse por la cantidad de seguidores, de los ´me gusta´, de las veces que el contenido es compartido, de quienes lo comentan e incluso atacan lo expuesto en dichos contenidos”. Todo esto nos invita a conocer estas nuevas tecnologías que son brazos que se alargan para llegar a más personas en nuestra tarea de evangelización.
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¿Qué habría que hacer en las parroquias para seguir siendo evangelizadoras
en la sociedad actual? Por: P. Saúl Nicolás Duque García
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a cuestión sobre el “quehacer pastoral” es una pregunta siempre presente en la vida y el camino de las comunidades parroquiales, sobre todo si estas son conscientes que algunas veces no consiguen responder adecuadamente a las exigencias de la sociedad actual.
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Interpelados por la instrucción de la Congregación para el Clero del 20 de julio de 2020: “La conversión pastoral en la comunidad parroquial al servicio de la misión evangelizadora de la Iglesia”, dejémonos provocar. Es un hecho que las situaciones que se viven actualmente representan una preciosa ocasión para la conversión pastoral en sentido misionero. Luego, ¿qué se le pide a la comunidad parroquial? A esta se le pide que:
1. Atienda el llamado a la conversión. En esta
ocasión la comunidad parroquial es vista como un “sujeto” a la que la experiencia del Evangelio la llama a una decidida acción misionera orientándose a un estilo de vida caracterizada por: la comunión y la colaboración, el encuentro y la cercanía, la misericordia y la solicitud. La conversión le pide “salir constantemente”, así como lo hizo el Pueblo de Israel, Jesús y la Iglesia en sus inicios. Una comunidad parroquial en salida se hace cercana a las alegrías y a los sufrimientos de las personas: una llamada telefónica, una visita espontánea, un café con los que se quieren esposar, una visita familiar a quienes tocan las puertas de la Iglesia en orden a recibir los sacramentos, una oración con los divorciados vueltos a casar…
2. Sea “CASA” en medio de las “casas”.
Lejos de reducirse a un mero complejo físico, la parroquia debe tener presente siempre su “origen”: el Evangelio, desde sus inicios, echó raíces en medio de las familias que acogieron la semilla de la Buena Nueva y que pronto se convirtieron en iglesias domésticas. Los personas no buscan estructuras frías sino “casa” y todo lo que esta realidad representa antropológicamente. La casa está estrechamente ligada al pan; las personas no solo tienen hambre de conocimiento sino de experiencia; ellas buscan la experiencia de la Palabra de Dios que hace “arder” los corazones que caminan (lectio divina, formación a través de itinerarios mistagógicos que afecten la existencia) y la experiencia del “pan” que se comparte y nos hace hermanos (un café con el grupo de profesionales, un bingo con el grupo de jubilados, una cena con los padres de familia, un ágape con los grupos parroquiales, una jornada de trekking con el grupo juvenil y la acción caritativa con los más pobres… acciones que ayudarán a valorar la cotidianidad.
3. Celebre siempre la vida. La alegría del Evangelio capacita para descubrir el rostro de las personas y leer con delicadeza cada una de sus historias. La comunidad parroquial celebra la vida desde la concepción hasta la muerte: una tarjeta de cumpleaños, un mensaje de felicitación, la celebración de los cumpleaños, compartir una copa de vino con quienes celebran aniversario de su fidelidad matrimonial, una visita o llamada de pésame, la visita a los enfermos y ancianos… ¿acaso estos sencillos gestos no hablan de una comunidad que custodia y celebra la vida?
4. Ayude a redescubrir la vocación de cada bautizado
a ser discípulo de Jesús y misionero del Evangelio que se traduzca en un testimonio coherente de vida evangélica. Cada bautizado es protagonista activo de la Evangelización. La vida cristiana no es un “cúmulo de normas a “seguir” ni mucho menos una ideología a aprender, es un permanente seguimiento de Jesucristo que va transformando la vida y le da sentido a la existencia. La promoción humana debe ser siempre vista como un territorio que Dios habita porque el servicio al hombre es servicio al Reino.
5. Camine hacia una nueva experiencia de parroquia. Por mucho tiempo el concepto de territorio
se reducía a unos límites geográficos. Hoy se le exige ir más allá de esta concepción. Hoy el territorio debe ser entendido como “contexto” ya que el fenómeno de la movilidad y la cultura digital han dilatado los confines de la existencia. Si la comunidad parroquial quiere evangelizar en la sociedad actual debe ir al territorio “existencial” de las personas. Por esto, si la evangelización está vinculada a la calidad de las relaciones humanas, la comunidad parroquial debe favorecer la “cultura del encuentro” (contexto que promueve el
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diálogo, la solidaridad y la apertura a todos, exaltando la centralidad de la persona) y desarrollar el “arte de la cercanía”, que favorezca siempre “el estar juntos”.
6. Sea capaz de leer los signos de los tiempos.
Asistimos a una “época de cambios” en la que se lleva a cabo la transformación en la percepción del espacio y del tiempo; el vertiginoso desarrollo de la tecnología nos advierte de la modificación en el modo de pensar y la comprensión que el ser humano tendrá de sí mismo y de la vida social. A la modificación de la concepción del hombre debe sumársele la modificación de la concepción de la comunidad.
7. Sea capaz de hablar el lenguaje digital. La pan-
demia que vivimos en el mundo ha dado la oportunidad de realizar un grande laboratorio eclesial. Gracias a los medios de comunicación digital se pudo mantener una comunicación, poco habitual, al interior de las comunidades parroquiales; en otras palabras, los medios digitales se convirtieron en la única forma de comunicación posible facilitando la interacción y asegurando el mínimo de la relación comunitaria y vida eclesial: celebraciones, oraciones virtuales, formación.
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Esta enfermedad, que golpea a todos los continentes y que ha dejado claro la prevalencia del discurso científico sobre el religioso, ha obligado a la Iglesia a medirse con las tecnologías y los lenguajes de la comunicación, tomando conciencia de la posibilidad que ofrece para la evangelización. Los medios digitales no deben ser vistos como antagonista sino complemento en su quehacer misionero. Hay sectores que todavía ven los medios digitales como algo inútil o pernicioso. La televisión, la radio, el sitio web, la página de Facebook, los canales sociales y diversos chat no son algo superfluo; el confinamiento nos ha dicho que los “frikis” son personas valiosas dentro de la comunidad parroquial. ¿Por qué no lanzarnos a pensar que estos son los nuevos ministerios dentro de la comunidad parroquial que quiere dialogar con la sociedad actual? (cfr. Nuevas formas de ministerialidad, de anuncio de la fe y del testimonio de la caridad, 39). La interacción digital no ha desvanecido sino incrementado el deseo de participar en primera persona a la vida de la comunidad con el fin de suscitar y fortalecer las relaciones interpersonales. Ahora bien, surge otro interrogante, ¿una Iglesia que habla el lenguaje digital concibe su quehacer evangelizador como la reproducción virtual de las modalidades usuales de su actual eclesial? ¿Cómo hacer que
quien se encuentre en casa no sea mero espectador sino que tome parte en la celebración? ¿Cómo hacer eficaz –claro, creativo, interactivo, sintético- un encuentro de catequesis realizado vía web? Urge, entonces, una pastoral digital. Es necesario imaginar y experimentar modalidad de oración, de compartir y de asociación; hay que valorizar la potencialidad interactiva que hoy resulta técnicamente posible. Hay necesidad de discernir otros ministerios dentro de la comunidad parroquial. En una sociedad que se impone cada día más todo los que es “e” (e-commerce, e-learning, e-banking), la comunidad parroquial debe hacerse la pregunta por la e-praying y la e-community. Una respuesta hecha acción será signo de la renovación de nuestra praxis pastoral.
Si la comunidad parroquial quiere evangelizar en la sociedad actual debe ir al territorio “existencial” de las personas. Por esto, si la evangelización está vinculada a la calidad de las relaciones humanas, la comunidad parroquial debe favorecer la “cultura del encuentro”
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Por: P. Danilo A. Medina L., ssp
REAVIVAR EL DON DE DIOS EN TIEMPOS DE PANDEMIA
Premisa: El título de la presente reflexión se inspira en una exhortación que el apóstol Pablo dirige a su fiel amigo, discípulo y colaborador Timoteo en las dos cartas que lo tienen como destinatario y que se atribuyen al Apóstol (cf. 1 Tm 4, 14; 2 Tm 1, 6). Si aceptamos el auténtico origen paulino de estas cartas, tendríamos que ubicarnos en los últimos años de la vida de san Pablo (entre los años 6567, poco antes de su martirio). Concretamente la
segunda carta a Timoteo sería, en práctica, el testamento espiritual del Apóstol. Este carácter testamentario le atribuye un significado y matiz muy especial a las exhortaciones y recomendaciones que Pablo hace a su hijo espiritual, que será también su sucesor y recibirá su legado en la tarea de la animación pastoral de las comunidades paulinas, sobre todo en el contexto de Asia Menor. octubre / diciembre - 2020 - Vida pastoral no 180
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de su vida, de su obra y de sus escritos inspirados, pueden arrojar una luz de esperanza en medio de las actuales circunstancias que padece la humanidad entera.
La invitación a “reavivar el don de Dios” que había sido comunicado a Timoteo mediante la imposición de manos por parte de san Pablo, trae consigo el reconocimiento de dos realidades estrechamente relacionadas e inseparables: por una parte, un don o carisma, que es aquel valor permanente que se debe guardar y cultivar, y por otra parte también la tarea de “reavivarlo”, es decir, un compromiso de actualizarlo dinámicamente según los nuevos y distintos contextos de lugar o de tiempo. El carisma es perdurable, mientras que el modo de vivirlo y de ponerlo al servicio de la comunidad cristiana
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debe cambiar, debe reavivarse y renovarse continuamente, para que responda efectivamente a las urgencias y necesidades pastorales de los cristianos de todos los tiempos, y en los diversos escenarios geográficos y culturales en los cuales están llamados a vivir su fe y su vocación cristiana.
La espiritualidad paulina en las circunstancias actuales: Las anteriores precisiones nos permiten adentrarnos en el tema, que básicamente pretende descubrir cómo la espiritualidad que nos dejó el apóstol Pablo en el testimonio
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La masiva difusión y contagio del Covid-19 ha provocado en muchas personas, incluidos los creyentes, naturales sentimientos de angustia y preocupación ante el presente y serios temores ante un futuro incierto cargado de crisis en los más variados ámbitos de la existencia, desde los más materiales y físicos, como la situación económica, la salud y el bienestar, hasta los más trascendentales y espirituales como el sentido mismo de la vida, del sufrimiento y de la muerte. Frente a esta situación, la fe cristiana no nos exime de afrontar estas crisis y tribulaciones, pero sí nos ofrece algunas certezas y seguridades que nos pueden infundir paz y serenidad, para afrontar con optimismo y esperanza lo más difícil de esta prueba. Las enseñanzas del apóstol Pablo contienen riquezas maravillosas, que son como aquel carisma o don perdurable que viene con la fe y la vocación cristiana; y que pueden hoy ser reavivadas, aun en tiempos de zozobra e incertidumbre
Hablar de la espiritualidad paulina es hablar de una fe esforzada, de una caridad laboriosa y de una esperanza perseverante y paciente en medio del sufrimiento (cf. 1 Tes 1, 3). Cuando la existencia es animada por estas virtudes teologales que señalan el camino de la santidad cristiana, no hay lugar al temor ni la desesperación, justamente porque sabemos que la esperanza cristiana “no nos defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que hemos recibido” (Rm 5, 5).
como las causadas por la actual pandemia que azota a todos nuestros pueblos y naciones. Hablar de espiritualidad paulina, que es equivalente a decir espiritualidad cristiana, significa hablar de vida en el Espíritu; es decir, aquella actitud habitual de docilidad a las mociones e inspiraciones del Espíritu Santo en nosotros, a través de las cuales nos quiere orientar por el camino de la voluntad de Dios. En efecto, “si ustedes se dejan conducir por el Espíritu, ya no están bajo la ley… Y el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza…” (Gál 5, 18-23). Esta vida nueva del creyente, guiada por la luz del Espíritu Santo, vence los temores y obstáculos que se presentan, pues es una vida colmada de paz y presencia de Dios: “el Espíritu es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes, Aquel que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos les dará también la vida a ustedes, por su Espíritu que habita en ustedes.” (Rm 8, 10b-11).
Hablar de espiritualidad paulina es hablar de la firme convicción de que “la ley del espíritu que da la vida en Cristo Jesús te liberó de la ley del pecado y de la muerte.” (Rm 8, 2). Y el misterio pascual de Cristo, al que somos injertados los creyentes mediante el bautismo, nos permite sentirnos más que vencedores, frente a todo aquello que pudiera poner en riesgo nuestra salvación eterna y nuestra paz verdadera. La firme convicción del Apóstol acerca de la verdad de la resurrección del Señor (cf. 1 Cor 15, 3-4.12-20), aporta a la vida del creyente la plena confianza de saber que nada ni nadie nos puede separar de ese amor de Dios manifestado en Cristo: “¿Acaso la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?... En todo eso salimos victoriosos gracias a aquel que nos amó.” (Rm 8, 35-37). La experiencia del amor de Dios, que es sinónimo de gratuidad, es una de las notas más representativas y típicas de la espiritualidad cristiana en la enseñanza paulina. Y el Apóstol fue el primero que se sintió profunda y tiernamente amado por Dios, desde el momento mismo en que Cristo Resucitado salió a su encuentro en el camino hacia Damasco, sin mérito alguno de su parte (cf. 1 Tm 1, 12-17), y en esa certeza del amor divino encontró la fortaleza necesaria para afrontar todas las tribulaciones y persecuciones que le trajo consigo su ministerio apostólico: “El amor de Cristo nos apremia, al considerar que, si uno murió por todos, todos por tanto murieron. Y murió por todos, para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” (2 Cor 5, 14-15). “La vida que vivo al presente en la carne, la
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Actualidad vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gal 2, 20b). Por eso, hablar de espiritualidad paulina es también hablar de una configuración con Cristo que hace posible llegar a exclamar: “Vivo, pero no yo, sino que es Cristo quien vive en mí…” (Gál 2, 20a), y también: “Para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia.” (Filp 1, 21). Cuando se sabe a ciencia cierta que nuestra existencia sólo alcanza sentido en la plena e íntima comunión con Cristo (cf. Gal 4, 19), entonces no se cede ante el fracaso o la angustia de las pruebas de esta vida, y más bien se les puede considerar como motivo de gloria y de honor: “Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en
mí la fuerza de Cristo. Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte.” (2 Cor 12, 9b-10).
Pablo supo hacer experiencia de Dios, precisamente en medio de las más adversas y difíciles circunstancias que a cualquiera otro hubieran desanimado y hecho perder la fe.
En los momentos de las más duras pruebas, persecuciones, tribulaciones, privaciones, penurias, oposiciones y dificultades, fue cuando mejor supo experimentar las cumbres de la mística, de la contemplación y de la unión con Dios, en visiones y revelaciones celestiales que le daban las fuerzas y energías para no claudicar: “Sé de un hombre en Cristo [dice Pablo, hablando de sí mismo en tercera persona] el cual hace catorce años -si en el cuerpo o fuera del cuerpo no lo sé, Dios lo sabe- fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y sé que este hombre -en el cuerpo o fuera del cuerpo no lo sé, Dios lo sabe- fue arrebatado al paraíso y oyó palabras inefables que el hombre no puede pronunciar. De ese tal me gloriaré; pero en cuanto a mí, sólo me gloriaré en mis debilidades.” (2 Cor 12, 2-5). Hablar de la espiritualidad del apóstol Pablo es hablar de la firme convicción de que Dios tiene un
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plan, un proyecto, especialmente diseñado para la salvación de todos, no sólo de un grupo selecto de élite, pues el Dios que desea que podamos llevar una vida tranquila y apacible, es el mismo Dios “que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad.” (1 Tm 2, 4). Esta visión tan positiva, universal y entusiasta acerca de la salvación que Dios quiere para todos sus hijos e hijas, nació también de su propia experiencia personal, compartida luego por sus hermanos de las comunidades animadas por él, por eso podía afirmar: “Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo -por gracia ustedes han sido salvados- y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús, a fin de mostrar en los siglos venideros la sobreabundante riqueza de su gracia, por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Pues ustedes han sido salvados por gracia mediante la fe; y esto no viene de ustedes, sino que es don de Dios…” (Ef 2, 4-8). Hablar de la espiritualidad que animó al apóstol Pablo y que a su vez enseñó como proyecto de vida para todo discípulo de Jesús, significa hablar de un celo apostólico que impulsa a salir en misión, que nos saca de nuestras comodidades y adormecimientos para inundar de la Buena Nueva de Cristo el corazón de toda persona y de todos los pueblos. Precisamente porque se trata de un Evangelio que anuncia salvación y vida en plenitud, y por eso renueva la esperanza del mundo entero, es una proclamación que no puede quedarse encerrada ni escondida, no puede ser aprisionada por el miedo, como decía el Apóstol: “Por Cristo estoy sufriendo hasta llevar cadenas como un malhechor, pero la Palabra de Dios no está encadenada.” (2 Tm 2, 9). Y también: “Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio.” (1 Cor 9, 16).
a obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos juntos con Él.” (1 Tes 5, 9).
Conclusión: Las certezas y las convicciones profundas que animaron la vida y obra del apóstol Pablo, y que señalan el paradigma de la auténtica espiritualidad cristiana, pueden ser para todos nosotros hoy, un buen punto de referencia e inspiración ante el desafío que nos plantea la dura prueba de pandemia universal que estamos afrontando. Si las condiciones de vida que nos rodean hacen tambalear el ánimo y la paz de nuestros corazones, podemos acudir a la fuente de la espiritualidad cristiana y paulina para encontrar en ella motivaciones y razones para la esperanza. De esta prueba todos podemos salir mejores, de esta prueba podemos aprender lecciones valiosas para el futuro; esta prueba trae oportunidades para hacernos mejores personas y más auténticos cristianos. Esta prueba, de ninguna manera es castigo de Dios ni desgracia sin sentido; puede ser, más bien, ocasión providencial para crecer y madurar humana y espiritualmente, convencidos como san Pablo de que “en todas las cosas interviene Dios para el bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio.” (Rm 8, 28).
Hablar de la espiritualidad paulina significa, en último término, hablar de la profunda convicción que sostiene la fe del creyente en que la muerte no es el final, sino un paso necesario para el encuentro definitivo con Dios; que el destino final que nos aguarda es de vida eterna y estar para siempre con el Señor (cf. 1 Tes 4, 17). Por eso, para quien sigue las huellas de Cristo, al estilo de Pablo, la muerte nos es desgracia ni tragedia, es la oportunidad de cumplir la voluntad de Dios que nos ha predestinado a la salvación, pues “Dios no nos ha destinado a la cólera, sino
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GUÍAS
HOMILÉTICAS Pbro. WILSON JAVIER SOSSA LÓPEZ, EUDISTA Del Evangelio según san Mateo
4 de octubre de 2020 XXVII Domingo Ordinario Is 5, 1-7 / Sal 79 / Flp 4, 6-9 / Mt 21, 33-43
BUENOS ADMINISTRADORES DE LOS BIENES DE DIOS En el día de hoy, tenemos un hilo conductor en las lecturas, el profeta Isaias le habla a su pueblo, con voz angelical, canta un canto de amor. El pueblo de Israel es un pueblo de origen pastoril, errante y esclavo. Esta viña tiene un problema: no produce fruto. La raíz o la causa es la busqueda de otros dioses, en la naturaleza, en la fertilidad... en una palabra Israel se ha olvidado de Dios. Por eso como no vive la justicia, el profeta canta y le habla al corazón del pueblo. Pablo, hace una invitación a vivir en la comunidad, según el corazón de Dios. Es la identificación del fruto de la viña con la comunidad en el mundo. En últimas, la limpieza del corazón del hombre es alegría, comprensión y paz interior. Ser verdadero cristiano es hacer las cosas bien en el mundo y ser verdadero discípulo en todo lo que se hace. La comunidad destinataria parece conocer las costumbres judías, a las que Mateo alude sin explicaciones; las perífrasis se adecúan con la piedad de círculos judíos, y muchos de los modismos y artificios literarios sugieren un auditorio de origen judío. Una comunidad de judeocristianos, llamados a la misión universal. La parábola la cuentan los tres sinópticos con variantes muy pequeñas, lo que prueba que hirió vivamente la imaginación de las primeras comunidades cristianas, que la transmitieron con toda fidelidad. La imagen está tomada de la agricultura, concretamente del cultivo de las viñas tal como se estilaba en Palestina. Parecida descripción tenemos en Isaías (5,1.2). La figura de la viña se toma para representar al pueblo de Israel, vemos que era frecuente en los escritores del Antiguo Testamento (cfr. Is 27, 2-6; Jer
Jesús entonces les dijo: “¿No han leído nunca lo que está en las Escrituras?: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Por eso les digo: Dios les va a quitar su Reino para confiárselo a un pueblo que produzca frutos”. Palabra del Señor
2, 21; 12, 10; Ex 15, 17; 19, 10-14; Joel 1, 7; Os 10, 1; Sal 80, 9s, etc.). La viña representa al reino de Dios o bienes del reino mesiánico prometido a los judíos. Los frutos que Dios esperaba eran las buenas obras conformes a los preceptos de la ley (cf. Heb 1, 36ss). Los labradores que tienen arrendada la viña y los labradores que la arriendan son los israelitas, son sus guías, maestros. Los judíos manifiestan su dureza y perfidia negándose a escucharles y maltratándoles a los labradores. Un ciego no puede guiar a otro ciego. Son aquellos homicidas que esperan la muerte del hijo, para hacerse dueños de su herencia. Muerto Jesús, las promesas mesiánicas habían de corresponderles a ellos solos, con exclusión de todos los demás hombres. Los criados enviados por Dios fueron los profetas, a quienes el pueblo judío no sólo rechazó, sino que les despreció, les injurió y mató a algunos de ellos. Dios muestra su benignidad y mansedumbre mandando una y otra vez a sus profetas, la viña de la parábola, pasará a manos del pueblo gentil. Finalmente, el señor de la viña se decide a mandar a su hijo, y ciertamente, como observa San Marcos, al único y muy querido (12, 6), suponiendo que le respetarían. El proceder del padre, humanamente incomprensible, pero es su forma de ser. El señor de la viña, padre de familia, es Dios. Jesús, el Hijo, aparece de una dignidad superior a la de todos los profetas enviados antes que él. Sus derechos son universales y se equiparan a los de Dios, su Padre. Su venida al mundo a padecer una muerte violenta y afrentosa para salvar a todos e incorporarles a su reino es una prueba manifiesta de su inmenso amor a los hombres la paciencia de Dios:Dios tiene paciencia con las
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Guías homiléticas 4 de octubre de 2020 XXVII DOMINGO ORDINARIO Is 5, 1-7 / Sal 79 / Flp 4, 6-9 / Mt 21, 33-43 Del Evangelio según san Mateo Jesús entonces les dijo: “¿No han leído nunca lo que está en las Escrituras?: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Por eso les digo: Dios les va a quitar su Reino para confiárselo a un pueblo que produzca frutos”. Palabra del Señor
BUENOS ADMINISTRADORES DE LOS BIENES DE DIOS personas a pesar de sus pecados y no quiere descartarlas. Juicio de Dios. Por último, el propietario de la viña se la quitó a los agricultores y se la entregó a otros. El juicio severo de Dios tiene lugar cuando nos quita la tarea que nos había encomendado. Una persona ha llegado a su más bajo nivel cuando ha dejado de serle útil a Dios.
Aporte pastoral El amor y el servicio a la Iglesia “Esos hombres no se pertenecían: sólo existían para la Iglesia”. Adora a la Santa Trinidad por todo lo que ella es en la Iglesia. Adora el amor incomprensible y los altos y eternos designios que tiene sobre ella. Adórala y bendícela por todo lo que en ella realiza sin cesar. Entrégate al amor y al celo que por la Iglesia tienen el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Para despertar en ti el amor y el servicio a la Iglesia piensa que ella es la hija predilecta del Padre eterno, que la ama hasta el punto de entregarle a su Hijo único por esposo y a su Espíritu Santo como su espíritu y su corazón. La Iglesia es la hermana, la madre, la esposa de Jesús, su cuerpo y su plenitud, como dice san Pablo, es
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decir, su coronamiento y perfección. Ella es su herencia, su reino, su casa, su tesoro, su corona, su gloria y sus delicias. Recuerda el amor encendido que los Apóstoles y santos sacerdotes han tenido a la Iglesia. Considera su celo devorador, los cuidados vigilantes y el grandísimo interés que tuvieron por la santificación y dilatación de la Iglesia, por la observancia de sus leyes, por la fiel y santa administración de sus sacramentos; por la dispensación sincera y cuidadosa de la divina palabra, por el digno comportamiento en todas sus funciones y sobre todo para procurar en todas las formas la salvación de sus hijos. Considera lo que han hecho los santos para alcanzar estos fines: cómo vivieron, sufrieron y se comportaron esos hombres que no se pertenecían y sólo existían para la Iglesia a la cual dedicaban sus desvelos, sus afectos, sus pensamientos y palabras, sus acciones, bienes y fuerzas, su tiempo, su espíritu, su cuerpo, su alma, su vida y todo lo que poseían, sabían y podían. Cada uno de ellos podía apropiarse la palabra de san Pablo: por mi parte, gustoso me consumiré todo entero por el bien de sus almas (2Co 12, 15). Ruega a los Apóstoles y a los santos sacerdotes que te hagan participar de su celo y de su amor a la Iglesia y esmérate por seguirlos por este camino. (San Juan Eudes, Memorial de la vida eclesiástica, 5, 28; O.C.III, 218-222.).
11 de octubre de 2020 XXVIII DOMINGO ORDINARIO Is 25, 6-10a / Sal 22 / Flp 4, 12-14.19-20 / Mt 22, 1-14 Del Evangelio según san Mateo Al entrar el rey a saludar a los comensales, vio a uno que no llevaba vestido de fiesta. El rey le preguntó: ‘Amigo, ¿cómo entraste aquí sin el vestido de fiesta?’. Y el otro se quedó mudo. Entonces el rey mandó a los servidores: ‘Átenlo de pies y manos y échenlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y la desesperación’. Porque muchos son los llamados, pero pocos los escogidos”.
Palabra del Señor
VENID, BENDITOS DE MI PADRE, A MI REINO Este primera lectura nos conecta con el conjunto de huellas y teología de Isaías, a través de un banquete, de un festín escatológico se vislumbra la muerte como una realidad ante la cual nadie puede escapar: pareciera que hablara del mal de todos los tiempos; incluso, hoy ante tantas muertes en el mundo por la pandemia y otras causas como la violencia, pareciera que nadie se pudiera escapar de la catastrofe, pero la esperanza escatológica, está en la confianza en el Señor, quien salva de la muerte y vence el mal. San Pablo vivió de acuerdo a los valores del Reino, encarnado en su amor a Cristo. Vivió también en la esperanza de la plenitud de esos valores. De ahí su libertad y pobreza interior con respecto a las contingencias de la vida: escasez y abundancia, satisfacción y hambre... La parábola expresa la relación entre el Señor y sus invitados. Entre éstos hay dos categorías. En primer lugar, unos, que eran dueños de campos y negocios, además de asesinos; éstos no son dignos de entrar en el Reino de Dios, se autoexcluyeron de la propuesta de Reino que nos ofrece Dios. El segundo tipo de invitados estaban en los cruces de los caminos, y eran gente de la calle, malos y buenos de todo lo que hay en la viña del Señor. La sala, que había sido preparada con toda etiqueta para el primer tipo de invitados, se llenó de este segundo tipo de comensales, en los que no se había pensado inicialmente. Para ellos es ahora el banquete. Llegó el momento, es su oportunidad: el Kayrós, el tiempo de participar activamente en la realización del proyecto de Dios, la boda de Dios con la Humanidad. Jesús explicó el Reino de Dios de muchas maneras: usando un gran número de parábolas y comparaciones, para ayudarnos a entender su naturaleza misteriosa, más allá de las categorías mundanas.
En este Evangelio compara el Reino a un banquete. Las lecturas de hoy giran en torno al banquete nupcial. a. El banquete está listo: nosotros estaremos listos para participar de ese banquete, mi vida estará cansada de los mismos o cada vez que celebro la eucaristía, soy capaz de vivirla como si fuera la primera y última vez de nuestra vida, ahí está el secreto de nuestra preparación. b. El banquete está preparado: a veces, tenemos excusas para ir, pero está preparado el banquete, no me puedo esconder ni negar, porque así mismo el Señor me negará en su banquete definitivo. c. Vamos a la fiesta: todos somos invitados (buenos y malos), personalmente por elSeñor, pero debo convertirme. d. El vestido debe ser apropiado: el traje debe ser de gala, de acuerdo a la ocasión, con el traje nupcial. Es una ofensa para quien te ha invitado, ir a la fiesta con un traje ordinario de trabajo. Es señal de que no tienes en la debida consideración la ocasión a la que has sido invitado. Esta imagen, utilizada en la parábola del banquete del reino, quiere significar que no se entra en el Reino sin estar preparado; el único modo de preparase a ello es la conversión. En efecto, cambiar vestido en lenguaje bíblico indica cambiar el estilo de vida o sea convertirse (ver por ejemplo, Rm 13, 14; Gal 3, 27; Ef 4, 20.24).
Aporte pastoral ¿qué es un cristiano? Por lo cual pertenecemos a Jesucristo, estamos sometidos a su dependencia y dirección y somos una sola cosa con Él, como los miembros con su cabeza.
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Guías homiléticas 11 de octubre de 2020 XXVIII DOMINGO ORDINARIO Is 25, 6-10a / Sal 22 / Flp 4, 12-14.19-20 / Mt 22, 1-14 Del Evangelio según san Mateo Al entrar el rey a saludar a los comensales, vio a uno que no llevaba vestido de fiesta. El rey le preguntó: ‘Amigo, ¿cómo entraste aquí sin el vestido de fiesta?’. Y el otro se quedó mudo. Entonces el rey mandó a los servidores: ‘Átenlo de pies y manos y échenlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y la desesperación’. Porque muchos son los llamados, pero pocos los escogidos”.
Palabra del Señor
VENID, BENDITOS DE MI PADRE, A MI REINO
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Entreguémonos, pues, a Jesucristo y propongámonos vivir de su vida. Porque sería monstruoso que en el cuerpo un miembro llevara una vida distinta de la de su cabeza. Por eso san Gregorio de Nisa afirma que el cristianismo es hacer profesión de vivir de la vida de Jesucristo. Un cristiano es un templo del Espíritu Santo. ¿No saben, acaso, que su cuerpo es templo del Espíritu Santo?, dice san Pablo (1Co 6, 19), y la prueba de que somos hijos de Dios es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo (Ga 4, 6).
digna de la perfección de nuestro Padre, de la santidad de nuestra Cabeza y de la pureza del Espíritu cuyo templo somos. (San Juan Eudes, Coloquios interiores, 9; O.C. II, 168-173).
El Espíritu Santo nos ha sido dado como espíritu de nuestro espíritu, corazón de nuestro corazón, alma de nuestra alma, y para que esté siempre con nosotros y en nosotros como en su templo. Consideremos atentamente estas verdades y grabémoslas en nuestro corazón para despertar en nosotros la alabanza y el amor a Dios porque nos ha hecho cristianos. Repudiemos nuestras ingratitudes y pecados, y llevemos en adelante una vida
La voz celestial.
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Es un honor participar en el banquete del reino, debe uno vivir las tres eternidades que propone san Juan Eudes para vivir la Eucaristía: “…para ofrecer bien una Eucaristía se necesitarían tres eternidades: una para prepararla, otra para celebrarla y una tercera para dar gracias”.
Para realizar su obra, se apoyó en los medios de comunicación; convocó a los colombianos a la solidaridad, a través de campañas como “El centavo de Dios” y eventos como el “Banquete del Millón”, y supo comunicar sus ideales a sacerdotes y laicos que se comprometieron junto con él en los distintos proyectos. Llevó a cabo numerosas innovaciones sociales que abrieron, en Colombia.
18 de octubre de 2020 XXIX DOMINGO ORDINARIO Is 45, 1.4-6 / Sal 95 / 1Ts 1, 1-5b / Mt 22, 15-21 Del Evangelio según san Juan Ellos le entregaron un denario. Él entonces les preguntó: “¿De quién son esta imagen y esta inscripción?”. Ellos le contestaron: “Del emperador”. Entonces les replicó Jesús: “Pues devuelvan al emperador lo que es del emperador, pero devuelvan también a Dios lo que es de Dios”.
Palabra del Señor
TODO DE DIOS PARA BIEN DE TODOS La primera lectura en el contexto de los Persas, Ciro aparece como una persona providencial, que incluso el Señor utiliza para que permanezca su identidad de pueblo (liberarlo de la esclavitud y deportación –en el destierro en tierras extranjeras-), ahí es donde Dios actúa en la historia de todos los seres humanos. El salmo 96 (95), nos invita a aclamar la gloria y el poder de Dios; es un salmo de alabanza a Dios, donde quiere manifestar su amor desde toda la creación, su naturaleza... todo sirve para arrancar del corazón del hombre una alabanza, una aclamación, donde el hombre solo le queda reconocer su grandeza y admirarse en su silencio de su corazón tanta belleza y al mismo tiempo decidirse a amar al señor con todo su corazón y con toda su alma.
La expresión: “lo que es del César es del César”, se pregunta sobre la legalidad o no del tributo imperial que le había sido impuesto a la provincia de Judea, desde cuando, en el año 6 dC, se había puesto al frente de ella a un procurador romano. ¿Cuánto se pagaba? Se sabe del “Tributum capitis” (un impuesto por cabeza, o sea, por persona), que los romanos le exigían a todos, incluso las mujeres y esclavos, mayores de 12/14 años hasta los 65. No se sabe cuánto se pagaba en ese entonces, lo cierto es que después de la caída de Jerusalén en el año 70, el emperador Vespasiano los obligó a pagar dos denarios (era el “fiscos Iudaicus”), lo cual correspondía a lo que ellos pagaban antes como tributo al Templo (ver Mt 17, 24-25); lo cual puede ser una buena pista para saberlo.
La lectura de san Pablo, de la carta a los Tesalonicenses, nos anima a reconocer los buenos frutos desde la fe sembrada, a pesar de dificultades y persecuciones, esto nos representa una actitud vital en la comunidad: los valores que se viven en la comunidad cristiana. Una pregunta que podríamos hacernos hoy: ¿Cómo vivimos en nuestra comunidad la armonía?
Por otra parte, “lo que es de Dios..”. Dios creó al hombre a su imagen, “Cristo es el nuevo Adán... En Cristo redentor y salvador la imagen divina, alterada en el hombre por el poder del pecado, ha sido restaurada en su belleza original y ennoblecía con la gracia del Señor... Jesús vino y viene para restaurarnos... Jesús vino para vincularnos con nuestro origen, Jesús vino para decirnos son lo que son porque llevan y son imagen de Dios... den a Dios lo que es de Él... ¿Qué le puedo dar a Dios? Nada y todo. Al emperador le pertenece las monedas del imperio que lleva su imagen... esta imagen que está grabada en el corazón y no en una moneda” (CIC 1702). Jesús nos recuerda que somos obra suya y destinados a la gloria suya.
En Jerusalén se dan cita todos los poderes. Allí Jesús se mueve en un campo de tensiones fuertes entre el poder de las autoridades judías, el estado de ánimo del pueblo judío, los intereses del dominador romano y las opiniones de los diversos grupos judíos. Veamos dos planos en contraste y complementariedad, enJesús (en su época no podía separarse lo político de lo religioso, pero en función de claridad, este cuadro nos demuestra que Jesús y el plano de su proyecto supera el plano del hombre, porque somos creados a su imagen... den a Dios lo que es de Él: ¿de Dios no es todo?).
La respuesta de Jesús es denunciar su incoherencia, es decirles hipócritas, porque se sirven de esa moneda en términos religiosos y les dice: “Lo del César, devolvédselo al César”. Pero hay cuestiones
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Guías homiléticas 18 de octubre de 2020 XXIX DOMINGO ORDINARIO Is 45, 1.4-6 / Sal 95 / 1Ts 1, 1-5b / Mt 22, 15-21 Del Evangelio según san Juan Ellos le entregaron un denario. Él entonces les preguntó: “¿De quién son esta imagen y esta inscripción?”. Ellos le contestaron: “Del emperador”. Entonces les replicó Jesús: “Pues devuelvan al emperador lo que es del emperador, pero devuelvan también a Dios lo que es de Dios”.
Palabra del Señor
TODO DE DIOS PARA BIEN DE TODOS que son competencia de la autoridad terrena. Debe quedar claro que Dios y quien detenta la autoridad terrena no están en el mismo plano. Dios tiene exigencias que superan las del emperador y éste no tiene autoridad para atribuirse competencias que solo le pertenecen a Dios, porque “lo de Dios es de Dios” y de nadie más. El hombre nació para ser “libre”, en un mundo donde primero debe cumplir las normas y leyes, como el caso de los impuestos, porque no está exento de pagar impuestos y debe conjugar eso con la obediencia al Evangelio. En últimas, la libertad consiste en ser libre ante todo sistema reinante. Si Jesús dice que sí, iría en contra del pueblo de Israel que solo acepta la soberanía de Dios y no del César, mientras que si dice que no, se le acusaría de sedicioso contra el poder de roma. Ante esta dificultad, la respuesta de Jesús es inteligente, pues acepta el poder de Roma, porque se aceptan sus leyes y sus exigencias, cómo no aceptarlas a la hora de pagar sus impuestos. Sería ilógico e incoherente no hacerlo, puesto que debe ser responsable, pero la salida es saber conjugar las dos: el pago al impuesto y el servicio a Dios que es integral y completo porque Él es el Señor de la historia.
Aporte pastoral Recordemos un gran santo: “Como Tú eres para mí, sea yo para Ti; que mi corazón descanse en Ti como en su tesoro; que mi vida sea empleada y consagrada a tu gloria; y que mi alegría sea desempeñar santamente, por amor tuyo, las funciones sacerdotales y seguir siempre tu adorable
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Voluntad. Hablamos en Cristo, es decir, que los sacerdotes deben renunciarse a sí mismos para entregarse a Jesucristo, para hablar en Él, predicar en su espíritu y proclamar la verdad con las disposiciones e intenciones con que Él predicó en la tierra a través de sus labios. (San Juan Eudes, El predicador apostólico, 2: O.C. IV, 12-16).
25 de octubre de 2020 XXX DOMINGO ORDINARIO Ex 22, 20-26 / Sal 17 / 1Ts 1, 5c-10 / Mt 22, 34-40 Del Evangelio según san Mateo “‘Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu’. Este es el más importante y el primero de los mandamientos. Pero hay un segundo mandamiento, que tiene la misma importancia: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. En estos dos mandamientos se basan toda la Ley y los Profetas”.
Palabra del Señor
AMAR A DIOS Y A LOS DEMÁS, CON TODAS LAS FUERZAS Las leyes siempre han de regular la ética y el comportamiento de los hombres, por eso el denominador comun es ayudar a los huérfanos, viudas y pobres. El mundo de las leyes es complejo, pero debe existir una manera de convivencia, no es facil actuar conforme a la ley de Dios, pero el contexto de alianza, siempre nos hará volver la mirada a lo más profundo de nuestro ser: la alianza de Dios con su pueblo representa una comunión con Él y su expresión será siempre de misericordia con los más necesitados. La carta a los Tesalonicenses muestra una seguridad asombrosa en la fe de esta comunidad nueva, ejemplo para las provincias romanas de Macedonia y Acaya, donde se especifica que los cristianos no fabricaron un ídolo como un culto vacío, sino que dieron un salto a la vida nueva en ese crucificado que es el Señor. Esta es la verdadera fe cristiana en su esencia que hace crecer la palabra de Dios como lo que es, nada de palabras vacías, sino palabra de vida, de esperanza, de luz, que tiene su tono más alto en aceptar la resurrección de Jesucristo y la nuestra. El evangelio de Mateo de este domingo nos ofrece la disputa sobre el mandamiento más importante (Dt 6, 5 y Lv 19, 18 que eran citados frecuentemente en discusiones éticas rabínicas), pero la idea de unirlos tan estrechamente a manera de resumen de toda la Ley y los Profetas fue una idea creativa no solamente brillante, sino, de nuevo, profética, como sucede en todas estas disputas concluyentes en Jerusalén. Si somos capaces de tener a Jesús como amigo, esto quiere decir que podemos tener como amigos
a nuestros hermanos. “Hay que tener amigos; es necesario poseer un corazón ejercitado en la amistad a nuestros hermanos para ser capaces de la soledad que nos conduce a Dios” (R. Voillaume, 1905-2003). Muchas personas se sienten solas, será porque definitivamente les falta la confianza en el Señor y la experiencia del amor a sí mismos. A veces queremos satisfacer y agradar a los demás, dejando atrás nuestro amor propio y el amor del prójimo tiene un componente fuerte en el equilibrio del amor a Dios y al projimo, como a sí mismo, como resultado de una auténtica confianza. Nadie tiene más amor que aquél que da la vida por los demás: Jesús explícitamente afirma que el amor total a Dios y el amor al prójimo son el resumen de la voluntad de Dios. Quiere decir que el amor a Dios es la fuente del amor al prójimo, y el amor al prójimo es la expresión del amor a Dios, el amor del Hijo de Dios por la humanidad consiste en que entregó, se donó, no guardó nada para sí, sino que se sacrificó por nuestra salvación, en la cruz, culmen de todo amor. “Felices los amigos que se quieren lo suficiente para ser capaces de callar juntos” (Ch. Péguy, 1873-1914). Se trata entonces de un silencio que tiene un contenido, cuyo valor depende de las palabras que le han precedido. Se reconocen distintos, pero cercanos. No es el cara a cara; la mirada se dirige al horizonte que es al mismo tiempo común y libre para cada uno. La amistad es comunión y libertad (X. Lacroix). Esta unidad de los dos amores es lo típico del cristianismo. Unifica la oración y el servicio a los demás; la contemplación y el compromiso; la práctica religiosa y la acción social, etc.
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Guías homiléticas 25 de octubre de 2020 XXX DOMINGO ORDINARIO Ex 22, 20-26 / Sal 17 / 1Ts 1, 5c-10 / Mt 22, 34-40 Del Evangelio según san Mateo “‘Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu’. Este es el más importante y el primero de los mandamientos. Pero hay un segundo mandamiento, que tiene la misma importancia: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. En estos dos mandamientos se basan toda la Ley y los Profetas”.
Palabra del Señor
AMAR A DIOS Y A LOS DEMÁS, CON TODAS LAS FUERZAS Aporte pastoral “Amarás al Señor, tu Dios, y a tu hermano, el hombre”, son palabras de Jesús, en el evangelio, que resumen la vida y la obra del Siervo de Dios Rafael García Herreros. Un sacerdote católico colombiano (1909-1992), miembro de la Comunidad Eudista, que se caracterizó en el siglo XX por trabajar por la dignidad de las personas, la justicia social, el desarrollo integral, la paz y la renovación espi-
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ritual, a través de su obra: “El Minuto de Dios”, con programas de vivienda, educación, organización comunitaria, capacitación para el trabajo, atención a población vulnerable y atención a personas y familias afectadas por desastres naturales. Hoy en día, atiende a través de las campañas Minuto a Minuto con los pobres y tras las rejas, con kit de aseo en tiempo de pandemia, ha atendido a más de 70.000 familias colombianas con mercados y ayudas a los pobres en todas las regiones.
1 de noviembre de 2020 TODOS LOS SANTOS Ap 7, 2-4.9-14 / Sal 23 / 1Jn 3, 1-3 / Mt 5, 1-12ª Del Evangelio según san Juan Dichosos los que trabajan por la paz, porque se llamarán hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por practicar la justicia, porque el Reino de los Cielos es para ellos. Dichosos ustedes cuando los insulten, persigan y calumnien de cualquier modo por mi causa. Alégrense y regocíjense, porque tendrán una gran recompensa en el cielo”.
Palabra del Señor
SER SANTOS COMO DIOS ES SANTO Cuando celebramos en la Iglesia la fiesta de todos los santos, ellos nos invitan a volver nuestra mirada sobre las cosas fundamentales de la vida: el presente con sabor a eternidad, la síntesis de la vida y de la muerte. El programa de santidad implica en saber se hijos de Dios. Saber interpretar los símbolos es muy importante, al hacer una lectura atenta del libro del apocalipsis, no confundir simbolismo con realidad. Esta clave de lectura se da en relación a la alianza del A.T. y el N.T.: si en la primera visión se habla de 144.000, era para hablar del pueblo de la Antigua Alianza, mientras que el “número incontable” representa al nuevo pueblo de Dios que ha ganado Cristo, el Cordero sacrificado, con su sangre. La muerte y la resurrección de Cristo son el punto clave de la teología del bautismo y de la eucaristía. Donde Cristo, el Cordero, será el que apaciente a su pueblo, será pastor siendo Cordero, para llevarlos a las fuentes de agua viva. La imagen de ser hijos de Dios, se da en una relación desde la concepción de la teología joánica. La expresión “veremos a Dios tal cual es”, viene a ser una de las afirmaciones más teológicas. El misterio de Dios se hará luz y como “hijos de Dios”, no tendremos miedo de contemplar el “rostro” de Dios, la intimidad de Dios, la misericordia de Dios.
Las opciones del Reino El evangelio nos exhorta a que aprovechemos con diligencia y solicitud las gracias y beneficios que a cada uno concede para prepararse a la venida del juez, que será inesperada. Un talento equivalía a 60 minas o 6.000 denarios; en nuestra moneda, a unas 6.000 pesetas oro.
Consiguientemente, los ocho talentos venían a ser cerca de 50.000 pesetas oro, capital muy notable en aquellos tiempos. El significado es tan claro que ya desde el principio la palabra talentum, que era una moneda y un póndere, empezó a significar para el pueblo los dones espirituales que el hombre recibe de natura, hasta eliminar este sentido metafórico al otro sentido literal del término en el latín; como hoy persiste en castellano, francés e inglés; en que decimos “hombre de talento”, sin acordamos siquiera del significado primitivo: intrusión del evangelio en el lenguaje común y corriente, en especial en su uso de todos los pueblos. Para los exégetas alemanes, una “enna” de oro moneda, eran 87 dólares y por ende un talento 5.220; una “enna” de oro póndere eran 2.250 dólares y un talento 135.000. Los siervos son todos los hombres, y los talentos son los dones, tanto de orden natural como, sobre todo, sobrenatural, que reparte a cada uno para conseguir la salvación eterna. En la diligencia y laboriosidad de los dos primeros y en la desidia y pereza del tercero, está representada la historia de la humanidad entera y de cada uno de los hombres; unos, por corresponder a las gracias recibidas, merecerán la gloria eterna; otros, en cambio, por resistir a ellas y descuidar el cumplimiento de la voluntad de Dios, merecerán el castigo del infierno. El “repartir talentos,” cantidad excesiva, acaso pueda indicar la generosidad de los dones celestiales. El hombre ha de rendir cuenta de todos sus valores a Dios. El que obra bien y merece, se hace siempre digno de una mayor donación de gracias “y que los poderes otorgados a los discípulos
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Guías homiléticas 1 de noviembre de 2020 TODOS LOS SANTOS Ap 7, 2-4.9-14 / Sal 23 / 1Jn 3, 1-3 / Mt 5, 1-12ª Del Evangelio según san Juan Dichosos los que trabajan por la paz, porque se llamarán hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por practicar la justicia, porque el Reino de los Cielos es para ellos. Dichosos ustedes cuando los insulten, persigan y calumnien de cualquier modo por mi causa. Alégrense y regocíjense, porque tendrán una gran recompensa en el cielo”.
Palabra del Señor
SER SANTOS COMO DIOS ES SANTO crecen con el uso y disminuyen con el desuso” (J. L. Mckenzie).
dice: “hay cosas que el dinero (intereses) no puede comprar”.
El fruto de la predicación, es el reino y el interés no es lo que conocemos como intereses de capital (si prestas plata recoges intereses, como ganancia por prestar esa plata –el fruto–), ahora los intereses de la ganancia no son en sentido económico –limitado– de este mundo, sino que se llama aquí a las obras en sentido del reino, como fruto de la predicación de tantos ministros por todo el mundo. Uno escucha a diario a las personas que acumularon cuentas y se fueron sin disfrutarlas, y las quejas de muchos otros que no cotizan, porque no tienen trabajo. Hablemos en el campo humano, del aprovechar los dones, los talentos que el Señor nos dio, ya no cotizamos para el futuro poder disfrutar, sino que cotizamos para tener la vida eterna, la vida en la plenitud, esta es la verdadera ganancia no material, sino espiritual. Aprovechar no lo ganado en sentido de cifras, sino aprovechar los talentos como dones y gracias de bendición para nuestras vidas (generaciones futuras y ganar nuestra salvación, el cielo como estado de vida y no lugar).
Aporte pastoral
En fin, a lo largo de toda la historia tenemos muchos ejemplos; para señalar algunos que entregaron sus vidas perdidas, como Camilo de Lellis: del juego a ser un jugador consumido por el reino; Mateo Talbot: del trago a una vida sana; Eva Lavalière: de la vanidad a ser modesta; María Magdalena: de una mujer pecadora pública a ser discípula de Cristo y acompañarlo en la cruz como mujer fiel; esa es la ganancia del reino, no tiene precio, como la propaganda de la tarjeta, que
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Vida pastoral no 180 - octubre / diciembre - 2020
“Caminaban a pie por una carretera, en pleno agosto, dos padres capuchinos. Se cruzaron con ellos dos jóvenes que venían a caballo de la próxima ciudad. Al ver a los frailes sudando, fatigados y polvorientos dijo uno de los jóvenes a su compañero de viaje: - Vaya, amigo, que desgracia la de ese par de frailuchos; si no hay cielo y el infierno es una mentira, poco les habrá servido darse en este mundo tan mala vida. Lo oyó uno de los dos religiosos, el más anciano, y acercándosele a él con rapidez, y deteniendo por unos momentos al caballo de la brida, le dijo de modo risueño y austero: - Si yo me equivoco poco habré perdido en la vida que llevo; algo menos divertida, es verdad, que la vuestra, aunque no tan enojosa como se os figura. Pero si no me equivoco yo, sino que os equivocáis vosotros; si hay infierno, como creo yo y vosotros no creéis, ¿quién os parece que arriesga más en la partida, vosotros con vuestras diversiones o yo con mi mortificación? Pensadlo bien un poco en el camino. Y prosiguió el fraile su camino sin añadir ninguna palabra más. Y los dos jóvenes continuaron su camino, menos alegres que antes, y diciendo uno al otro. - El padre creo que tiene razón. Decimos que no hay infierno, pero si nos equivocamos tenemos todas las de perder, porque no estamos preparados para el cielo. - ¡Tienes razón amigo, no perdamos más el tiempo, y vamos a prepararnos…!” (ROMERO, F., Recursos Oratorios, página 451-452. Editorial Sal Terrae, Santander).
8 de noviembre de 2020 XXXII DOMINGO ORDINARIO Sb 6, 12-16 / Sal 62 / 1Ts 4, 13-18 / Mt 25, 1-13 Del Evangelio según san Mateo Y mientras iban a comprarlo, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Después llegaron las otras doncellas y dijeron: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’. Pero él respondió: ‘Les aseguro que no las conozco’. Permanezcan, pues, en vela, porque no saben el día ni la hora”.
Palabra del Señor
UNA ACTIVA Y GOZOSA ESPERA El autor de este libro sapiencial personifica a la Sabiduría y la hace aparecer como una mujer radiante, hermosa, inmarcesible. La sabiduría que transmitía Dios a Israel para llevarlo a su plenitud, a la verdadera Felicidad, y expresada de un modo sintético y sublime en los mandamientos. ¿Dónde está esa sabiduría? El autor de este libro lo tiene claro: en Dios, el autor de la vida y de lo que somos. Les hará mucho bien a todos, sobre todo a los gobernantes de los países, contar con ella. Esto pasa como con los sentimientos, que son muy difíciles de eliminar o provocar; cuantas veces personas apáticas desean actuar de forma espontanea o lo contrario, cuantas personas excitables desean actuar de forma serena; aquí lo importante es equilibrar los sentimientos con la sabiduría, por eso la sabiduría debe velar por un sano equilibrio. Hoy la neurobiología, distingue entre emociones y sentimientos, que están relacionadas por una compleja interacción de las reacciones químicas y neuronales. Ahí es donde sigue vigente que los hombres busquen la sabiduría como la fuerza que debe gobernar y guiar nuestro espíritu sabiendo guiar nuestros sentimientos por el camino del Señor. Los que la aman y la buscan la encuentran. Pero es ella misma, la Sabiduría personificada, la que se da a conocer a los que la desean, la que está sentada a la puerta, ya de madrugada, esperando que alguien la encuentre, la que sale al paso de los que desean meditar y dejarse conducir por ella. Los que quedemos vivos hasta la venida del Señor no tendremos ventaja sobre los que han muerto. Pues Él mismo, el Señor, cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos
en la nube, al encuentro del Señor, en el aire. Y así estaremos siempre con el Señor. Consuélense, pues, mutuamente con estas palabras. San Pablo nos presenta la visión de la muerte, y cómo se comporta el cristiano ante la muerte: todos vamos hacia allá, si la muerte no tiene sentido, la vida tampoco tiene sentido. San Pablo aquí nos recuerda la esencia de la sabiduría cristiana ante la muerte: inconmovible esperanza en la vida eterna y la resurrección. Es decir, si los muertos resucitan para gozar de esta felicidad, es inevitable afirmar la esperanza y la luz después de la muerte Cercanos al final de nuestra lectura del evangelio según san Mateo y llegando al final del ciclo litúrgico, máxime cuando estamos próximos a la celebración de la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo. La lectura del evangelio viene como anillo al dedo, para recordamos que debemos estar vigilantes, preparados, con las pilas puestas y en continua oración para estar atentos a su venida. Siguiendo el ritmo del evangelio entramos en la etapa de las últimas instrucciones de Jesús a sus discípulos, justo aquellas que son más importantes para sostener la fidelidad en el seguimiento. Será que nuestra vigilancia es... ¿Gozosa o temerosa? ¿Alegre o triste? Si respondemos que nuestra vigilancia es gozosa, vamos encaminándonos por el camino de la alegría, en cambio si decimos que es temerosa, pensamos que vendrá el Señor a juzgarnos, a castigarnos y entonces nosotros actuaremos por temor no por amor. El capítulo 24 de Mateo tiene como tema central la vigilancia: el discípulo que espera la venida del Señor no se echa a dormir, no deja que la rutina
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Guías homiléticas 8 de noviembre de 2020 XXXII DOMINGO ORDINARIO Sb 6, 12-16 / Sal 62 / 1Ts 4, 13-18 / Mt 25, 1-13 Del Evangelio según san Mateo Y mientras iban a comprarlo, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Después llegaron las otras doncellas y dijeron: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’. Pero él respondió: ‘Les aseguro que no las conozco’. Permanezcan, pues, en vela, porque no saben el día ni la hora”.
Palabra del Señor
UNA ACTIVA Y GOZOSA ESPERA lo adormite, sino que está siempre atento a lo que ocurre a su alrededor, con una gran capacidad de discernimiento. En el comienzo del capítulo 25, con la parábola de las 10 vírgenes, Jesús educa en esta actitud que debe ser característica de todo discípulo suyo, de todo aquel que vive una relación estrecha, de abandono total a Jesús (expresado en la imagen de las vírgenes). El Vigilar, significa propiamente abstenerse del sueño. Esto es lo que precisamente se ilustra en el comportamiento de las vírgenes. Podemos sacar las siguientes lecciones: La pertenencia al Reino de Dios no se da por sí misma sino que presupone el comportamiento intencional, las decisiones. Así como las vírgenes que se preparan activamente para la venida del novio, es necesario actuar sabiamente, con prudente previsión y coherencia. El Reino de Dios se gana con la sabiduría y se pierde con la necedad. Las 10 vírgenes comienzan iguales, en las mismas condiciones, pero luego 5 le toman ventaja a las otras cinco. Jesús enseña que personas que ha comenzado juntas y han tenido muchas cosas en común pueden llegar al fin de manera distinta, según su comportamiento. El ritmo de la vida ocurre normal, el tiempo pasa y caemos en la rutina. Jesús enseña a vivir intensamente cada día, no debemos esperar hasta el fin, hay que estar siempre preparados. En nuestra mente y en nuestro corazón debe estar siempre presente el Señor y su voluntad, viviendo la vida como un entrar continuamente en el Reino.
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Solo si estamos preparados podremos entrar en el Reino de los cielos, en el señorío pleno y bienaventurado de Dios y acogidos en la comunión definitiva con Él. Quien no está preparado se encuentra con una puerta cerrada debido a su irresponsabilidad. El futuro se gana en el presente. Hay que tomar en serio el tiempo presente. El cielo comienza en la tierra. No esperemos a estar más allá o ante un riesgo presente (crisis, problemas, enfermedades, pandemia… postpandemia) para así acordarnos de Dios en nuestra vida; recordemos que nosotros como comunidad de seguidores del Señor, debemos estar preparados, no sólo ante la visita del Señor, sino ante todo tipo de situaciones adversas que nos puede suceder y quitar la paz. Porque la muerte -o el fin del mundo- no va a ser la última palabra, pues Dios nos tiene destinados a la vida, con su Hijo Jesús. La última palabra la tiene el Señor, de acuerdo como vivimos en el presente será el futuro como ya se dijo en los dos primeros puntos de esta lectio, pero ahora viene el enfrentarnos con la muerte, como lo diría san Francisco de Asís, hermana muerte, no estamos ajenos e este momento, la muerte nos limita, nos hace recordar de que estamos creados, que somos nada y sin Dios no somos nada, pero con Dios lo tengo todo. Ese solo bien es lo que nos relata hoy Jesús es sumamente aleccionadora. Todas las jóvenes estaban esperando al novio para entrar a la fiesta en cuanto llegara. Pero unas están preparadas para acogerle y las otras, aunque le están esperando no están preparadas. De esta manera, unas (las preparadas) entrarán a la fiesta, y las otras, las descuidadas, no podrán participar en ella, aun-
8 de noviembre de 2020 XXXII DOMINGO ORDINARIO Sb 6, 12-16 / Sal 62 / 1Ts 4, 13-18 / Mt 25, 1-13 Del Evangelio según san Mateo Y mientras iban a comprarlo, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Después llegaron las otras doncellas y dijeron: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’. Pero él respondió: ‘Les aseguro que no las conozco’. Permanezcan, pues, en vela, porque no saben el día ni la hora”.
Palabra del Señor
UNA ACTIVA Y GOZOSA ESPERA que todas han estado sin dormir y esperándole. Hay cosas que no se improvisan a última hora. Los discípulos del Señor han de ser previsores y estar preparados porque el Señor puede llegar en cualquier momento. No sabemos el día y la hora, pero la venida del Señor se acerca cada vez más, de acuerdo como vivo el presente vivo el futuro, de acuerdo como me preparo para el futuro, de acuerdo como vivo la vida así mismo será la vida eterna, que triunfa sobre todo lo terrenal.
El signo del aceite El aceite tiene muchos usos prácticos en la vida: para cocinar, para suavizar, para curar, para alimentar lámparas. Por eso es también símbolo de realidades más profundas: luz –las lámparas encendidas como signo de espera–, paz y suavidad (poner un poco de aceite en las relaciones de una comunidad), amor, alegría, salud. En el uso religioso, ya en el AT se empleaba la unción (el masaje con aceite) como signo de la elección y consagración de reyes, profetas o sacerdotes de parte de Dios.
Aporte pastoral La sabiduría es saber vivir de acuerdo a lo que el Señor quiere de nosotros, que en últimas nos presenta saber estar preparados para el tema del juicio final; en san Mateo, nos compara las diez doncellas esperando al esposo, de ellas diez (10), cinco sensatas, y cinco imprudentes. Las primeras son las personas que están preparadas, el estudiante que está preparado no sólo para un examen sino para la vida futura, la novia que vigila que llegue el novio (el Señor), porque no sabe ni el día ni la hora, pero está preparada para su encuentro con el aceite necesario, las personas que trabajan no por un sueldo, sino por un servicio todos los días de su vida. octubre / diciembre - 2020 - Vida pastoral no 180
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Guías homiléticas 15 de noviembre de 2020 XXXIII DOMINGO ORDINARIO Pr 31, 10-13.19-20.30-31 / Sal 127 / 1Ts 5, 1-6 / Mt 25, 14-30 Del Evangelio según san Juan Pues debías haber puesto mi plata en el banco, para que al regresar me la devolvieras con la ganancia. Quítenle, pues, las cien libras y dénselas al que tienen mil’. Porque al que tiene, le darán más y tendrá de sobra; pero al que no tiene, le quitarán hasta lo que tiene. Y a ese servidor inútil échenlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y la desesperación”.
Palabra del Señor
LOS TALENTOS AL SERVICIO DE LOS DEMÁS Este “penúltimo” domingo del año litúrgico nos mete de lleno en la esfera religiosa escatológica; nos instruye y nos motiva a pensar en las últimas cosas de la vida, esas sobre las que no queremos hablar casi nunca, porque nos parece que no forman parte de nosotros mismos; como si fueran de otro mundo. Sin embargo, la liturgia nos recuerda que son del nuestro, de nuestra intimidad más profunda a la que debemos asomarnos con fe y esperanza. El ejemplo del libro de los Proverbios nos presenta precisamente a una mujer, la “mujer fuerte”, hija, hermana o madre en la que se puede confiar. Es una invitación a ver a la mujer como más abierta a lo escatológico, a lo espiritual, al amor por los pobres. La mujer judía, encargada de mantener el fuego en el hogar, y de encender las luces del shabat, es el rostro humano del pensamiento divino y por lo tanto es a la madre a quien corresponde la iniciación de sus hijos en la prudencia. La segunda lectura, se refiere a la venida del Señor. Los primeros cristianos estuvieron obsesionados con ello. Se quiere liberar la tensión que pesa sobre el momento y la hora de la venida e incidir en la actitud que hay que tener, como lo más importante: ese debe ser un instante de luz porque es evento de salvación, para lo cual se debe estar preparado. Lo importante es entender y aceptar que la parusía ha comenzado en la Resurrección de Jesús y no terminará hasta que todos los hombres que existen y existirán serán resucitados como Jesús, así será el signo definitivo, el día por excelencia, en el cual la historia, es decir, la creación de Dios habrá llegado a su plenitud. Los hombres que han recibido los talentos deben prepararse para esa venida, no enterrarlos, no
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guardarlos, no esconderlos. Dos de los personajes los han invertido y han recibido recompensa, pero el tercero los ha cegado y la reacción del señor es muy fuerte. El siervo último había recibido menos que los otros y obró así por miedo, según su propia justificación. ¿Cómo entendieron estas palabras los oyentes de Jesús? ¿Pensaron en los dirigentes judíos, en los saduceos, en los fariseos que no respondieron al proyecto que Dios les había confiado? ¿Qué sentido tiene esta parábola hoy para nosotros? Es claro que el señor de esta parábola no quiere que lo entierren, ni a él, ni lo que ha dado a los siervos. El siervo que “entierra” los talentos, pues, es el que interesa. Parece que la recompensa divina, tal como la Iglesia primitiva pudo entender esta parábola, es injusta: al que tiene se le dará, y al que tiene poco se le quitará. Pero se le quitará si no ha dado de sí lo que tiene. Y es que no vale pensar que en el planteamiento de la salvación, que es el fondo de la cuestión, se tiene más o menos; se es rico o pobre; sino que la respuesta a la gracia es algo personal que no permite excusas. La diferencia de talentos no es una diferencia de oportunidades. Cada uno, desde lo que es, debe esperar la salvación como la mujer fuerte de los Proverbios que se ha leído en primer lugar. Tampoco el señor de la parábola es una imagen de Dios, ni de Cristo, porque Dios no es así con sus hijos y Cristo es el salvador de todos. Es una parábola, pues, sobre la espera y la esperanza de nuestra propia salvación. No basta asegurarse que Dios nos va a salvar; o aunque fuera suficiente: ¿es que no tiene sentido estar comprometido con ese proyecto? La salvación llega de verdad si la esperamos y si estamos abiertos a ella.
15 de noviembre de 2020 XXXIII DOMINGO ORDINARIO Pr 31, 10-13.19-20.30-31 / Sal 127 / 1Ts 5, 1-6 / Mt 25, 14-30 Del Evangelio según san Juan Pues debías haber puesto mi plata en el banco, para que al regresar me la devolvieras con la ganancia. Quítenle, pues, las cien libras y dénselas al que tienen mil’. Porque al que tiene, le darán más y tendrá de sobra; pero al que no tiene, le quitarán hasta lo que tiene. Y a ese servidor inútil échenlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y la desesperación”.
Palabra del Señor
LOS TALENTOS AL SERVICIO DE LOS DEMÁS Aporte pastoral Todos tenemso talentos que aprovechar, quiero recordar una última frase de San Juan Eudes, que nos interpela en relación a nuestra vida, aprovechar los talentos y entregar generosamente la vida a la causa del Reino es el mayor motivo para agradar a Dios: “Que se entreguen a Jesús y María
en todas sus acciones y ejercicios para realizarlos con el amor, la humildad y demás disposiciones de su sagrado Corazón... Quiero que mi último suspiro sea un acto de puro amor a él y le suplico que acepte todos estos sentimientos míos y los conserve para la hora de mi muerte” (San Juan Eudes, Testamento, O.C.XII, 169-175).
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Guías homiléticas 22 de noviembre de 2020 XXXII DOMINGO ORDINARIO JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO Ez 34, 1-12.15-17 / Sal 22 / 1Co 15, 20-26.28 / Mt 25, 31-46 Del Evangelio según san Mateo Y también ellos le preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, fuera de tu patria o desnudo, o enfermo o preso, y no te servimos?’. Y Él les responderá: ‘Yo les aseguro que cada vez que dejaron de hacerlo con el más pequeño, dejaron de hacerlo conmigo’. Y estos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”.
Palabra del Señor
UN BUEN EXAMEN DE CONCIENCIA El tema del gran juicio final termina con el discurso escatológico y se cierra la enseñanza de Jesús. La solemnidad de este día fue instituida por el papa Pío XI con la finalidad de afirmar la autoridad de Cristo sobre los hombres y las instituciones. La Iglesia anuncia hoy con gozo que Jesús, reconquistó con su sangre toda la creación y se la entregó a su Padre, aunque sólo al final de los tiempos esa entrega será plena y definitiva. La fiesta de Cristo Rey del Universo antes se celebraba el último domingo de octubre, desde el año 1925, en que la instituyó el papa Pío XI. Pero en la reforma de Pablo VI, el 1969, se trasladó, de muy buen acuerdo, al último domingo del año cristiano, el domingo 34 del Tiempo Ordinario. Las lecturas nos dan un sentido de comprensión, en la medida en que nos presentan en general al buen pastor como prototipo o paradigma del deber ser, en cambio los malos pastores que son funcionarios no se preocupan por los demás. Esa relación tiene que ver con la realeza de Cristo. No entendió su Reino como privilegio, no buscó poder político, ni prestigio social, ni fuerza militar, ni riquezas. Sus “credenciales” las proclamamos en el prefacio: “el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz”. Nuestro Rey se entregó por todos en la cruz, mostrándonos que sólo el amor y la entrega solidaria pueden salvar al mundo. Con solicitud de Pastor, el Señor, busca a los hombres dispersos y alejados por el pecado. El Señor es mi pastor. Me guía y me conduce, repara mis fuerzas, me acompaña siempre, incluso en mi caminar por cañadas oscuras, por situaciones difíciles y por épocas oscuras de nuestra vida. El rey es el Señor dueño de la vida, es un escenario grandioso del juicio final, con una clara intención teológica entre la historia y su meta final: la glo-
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ria. El rey ante el cual se reunirán todas las gentes, declara haberse presentado como un pobre, un forastero, un enfermo, y nadie le ha reconocido. El cielo es, ante todo, una gracia, es también una herencia que se nos da como a hijos adoptivos, coherederos con Cristo (Rm 8, 17), y es también un premio o recompensa de nuestras buenas obras. Dios, desde toda la eternidad, ha previsto los méritos o deméritos de cada uno de los hombres a nuestro modo de entender, y, en consecuencia, a esta previsión ha decretado el premio o castigo debido a cada uno. El juicio final. Los hombres en el juicio final habrán de dar cuenta de todos y cada uno de los actos de su vida (12,36; 16,27). El fuego eterno. El fuego eterno, significa la pena de sentido o frustración total –donde el hombre pierde su horizonte, sus metas, sus proyectos– que consistirá en un tormento positivo físico producido por un fuego verdadero (allí será el rechinar de dientes), no metafórico, que durará eternamente. Este fuego había sido preparado por Dios primariamente para los ángeles rebeldes, pero después de la caída de Adán, está también reservado para los hombres que imiten con sus pecados la rebeldía de Satanás y mueran en ese estado de enemistad con Dios. El premio y el castigo. El criterio de su decisión es la práctica del amor fraterno. Aquellos que compartieron amor, comparten el reino; aquellos que no compartieron amor, no comparten el reino. Jesús lo describe en positivo y en negativo, con el premio y el castigo correspondientes, terminando siempre con la misma clave: “conmigo lo hicieron”, “tampoco lo hicieron conmigo”. - Su reino es de amor: Su reino no es violencia, ni maltrato, ni opresión; sino de amor, el juicio final será sobre el amor, sobre las acciones de solidaridad, de nece-
22 de noviembre de 2020 XXXII DOMINGO ORDINARIO JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO Ez 34, 1-12.15-17 / Sal 22 / 1Co 15, 20-26.28 / Mt 25, 31-46 Del Evangelio según san Mateo Y también ellos le preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, fuera de tu patria o desnudo, o enfermo o preso, y no te servimos?’. Y Él les responderá: ‘Yo les aseguro que cada vez que dejaron de hacerlo con el más pequeño, dejaron de hacerlo conmigo’. Y estos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”.
Palabra del Señor
UN BUEN EXAMEN DE CONCIENCIA sidades para no morir: acciones normales o mejor aún vitales, como comida…, pero también existen acciones existenciales: hospedaje al peregrino, y acciones de cercanía: victimas de injusticia: los presos o enfermos terminales. - Su reino es de perdón: La voz sigue siendo juicio definitivo, mientras tanto no podemos dejarnos llevar por los prejuicios en los más pobres, sin acercarnos a la realidad de los que más sufren y reduciendo a los elegidos del Señor, a datos estadísticos. ¿qué acciones concretas tenemos nosotros para con estas personas, tenemos estrategias para atenderlos sin ser paternalistas?
no lo bueno? Por eso, los exámenes ya no son por una nota, un titulo o carrera, ahora la cuestión es vaciarnos de nosotros mismos, ante la cruz del Señor, Él mismo en la cruz dijo: ”Padre perdónalos porque no saben”..., ¿Qué es lo que no sabemos? Cómo cristianos, ante el juicio final, ¿qué sabemos o por qué sabemos, en qué vamos a ser juzgados? Este domingo como culmen del año litúrgico, debemos hacer un serio examen de conciencia ante Dios por lo que hemos hecho o dejado de hacer (pecados de omisión).
Aporte pastoral Ante un examen se pregunta ¿Cómo será el examen profesor?, se está con las expectativas frente a esta realidad, pero la oración nos acerca a Dios y esta cercanía nos va dando un ambiente de paz espiritual, como cuando vamos a un grupo de la Iglesia, tenemos que orar para no caer en tentación, no caer en la esclavitud del pecado, dejémonos examinar por el Señor en este Domingo. La soberanía de Cristo sobre toda la creación alcanzará su plenitud definitiva tras el juicio universal. “Está atento a llevar el buen olor de Jesucristo en todo lugar, en especial en los lugares santos. Allí debes mostrar a los cristianos, por tu ejemplo, con qué piedad, silencio y respeto hay que comportarse en la casa de Dios, y con qué devoción y reverencia, tanto interior como exterior, hay que hablar a la divina Majestad” (San Juan Eudes). - ¿Hablamos del Señor o somos groseros? - ¿Si no tengo amor de qué me sirve hablar tantos idiomas? - ¿Si hablo de Dios, por qué me cuesta vivirlo? - ¿Me creo más que los demás? - ¿Me paso la vida recordando lo malo que me han hecho y
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Guías homiléticas 29 de noviembre de 2020 I DOMINGO DE ADVIENTO CICLO B Is 63, 16b-17.19b; 64, 2b-7 / Sal 79 / 1Co 1, 3-9 / Mc 13, 33-37 Del Evangelio según san Juan Permanezcan, pues, en vela, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa, si al oscurecer, o a la medianoche, al alba, o al amanecer. Que no llegue de repente y los encuentre dormidos. Lo que les digo a ustedes, lo digo a todos: permanezcan en vela.
Palabra del Señor
¡VEN, SIERVO FIEL Y PRUDENTE! “El Tiempo de Adviento tiene dos aspectos: preparación de la solemnidad de Navidad, en la que se conmemora el primer Adviento del Hijo de Dios a los hombres, y a la vez, con este recuerdo, orientar y disponer los corazones en la expectación de su segunda venida al fin de los tiempos; por esto es tiempo de piadosa y gozosa expectación” (Missale-Normae 39). Dios es llamado Padre y “redentor”; pero si Dios es Padre, más que nuestros patriarcas y es redentor más que nuestros parientes, ¿por qué permite circunstancias tan penosas? Se trata del eterno problema de la libertad humana en relación con el origen del mal. “¡Ojalá rasgases el cielo y bajases!”. La Comunidad hace una humilde confesión de los pecados. La “Redención”, por tanto, se orienta a su verdadero sentido. El Redentor que necesitamos es el que nos rescata de la servidumbre del pecado. Todos somos esclavos. Todos estamos sumidos en pecado. San Pablo exhorta a los fieles a que se dispongan al Adviento de Jesucristo. Este Adviento es doble: Epifanía de Jesucristo por la fe y el amor; Epifanía de Jesús-Juez. Felicita a los cristianos de Corinto, ricos en carismas de palabra y de ciencia; no olviden, empero, lo que es más valioso: la fidelidad valiente y generosa a los compromisos bautismales. Consérvense fieles y firmes, puros e irreprensibles hasta el “Día” de nuestro Señor Jesucristo.
El siervo fiel y prudente No es cosa común hallar la fidelidad y la prudencia hermanadas en quienes han recibido de Dios la misión de gobernar y administrar al pueblo, sean eclesiásticos o seculares, pues también de éstos se ha dicho esta parábola, según el Crisóstomo.
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La fidelidad dice relación al Señor, que ha puesto en nuestras manos los tesoros de su doctrina y de su ley para que los administremos tales cuales son y tal como Él quiere; la prudencia se refiere especialmente a la utilización de estos mismos tesoros en orden al bien de nuestros subordinados. Ello reclama unión de pensamiento, de voluntad, de intención, de acción, con Jesús: sin esto sería imposible la fidelidad; y exige atención, conocimiento, sagacidad, oportunismo y, sobre todo, caridad con nuestros administrados, sin lo cual faltaría la prudencia. Situado el ministro de Dios entre Jesús y sus administrados, debe estar unido, con toda su vida, al Maestro y a las ovejas, para que en Él y por Él se junten Dios y los hombres, cuanto más mejor, en virtud de estas dos grandes leyes de su vida ministerial: la fidelidad y la prudencia. La responsabilidad es tremenda. El servicio es lo más importante, diría el Siervo de Dios Rafael Garcia Herreros: “que nadie se quede sin servir”, sólo así estaremos unidos a Él por una vocación y un ministerio que cobra el sentido verdadero, somos obreros de la evangelización en el mundo, en la medida que servimos a los más necesitados y las personas que carecen de recursos; ahora con el desempleo en nuestro tiempo de pospandemia, existe la esperanza en la medida en que no perdamos esta vocación al servicio. Muchas otras cosas podrían decirse. Hemos dicho concretamente esto sobre el Evangelio, para que nadie se escandalice en su interior de que ignorase algo aquel en quien ha de creer. (San Jerónimo, Comentario al Evangelio de San Marcos, Ed. Ciudad Nueva, Madrid, 1988, Pág. 98-99). Todos nos formamos la ilusión de que retrasa el Señor su venida para pedirnos cuenta de nuestra vida. Tan aferrados estamos a ella, que se nos antoja a veces que somos inmortales. Se necesita
29 de noviembre de 2020 I DOMINGO DE ADVIENTO CICLO B Is 63, 16b-17.19b; 64, 2b-7 / Sal 79 / 1Co 1, 3-9 / Mc 13, 33-37 Del Evangelio según san Juan Permanezcan, pues, en vela, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa, si al oscurecer, o a la medianoche, al alba, o al amanecer. Que no llegue de repente y los encuentre dormidos. Lo que les digo a ustedes, lo digo a todos: permanezcan en vela.
Palabra del Señor
¡VEN, SIERVO FIEL Y PRUDENTE! la experiencia de cada día para convencernos de que será un hecho fatal nuestra muerte. Aun así, ¿quién no piensa vivir un año más? Miramos a los que viven siendo más viejos que nosotros, y no vemos a los miles que han sucumbido sin llegar a nuestra edad. Como dice el refrán, no pasaremos de viejos; y para ser viejos no necesitamos esperar largos años, aunque sean largos, la espera es corta, porque pasan fugaces, y nunca son muchos en número, aunque sean cien. No tardará el Señor en venir… Hipócrita, dice San Jerónimo, es ser una cosa y aparentar otra, ser malo y parecer bueno, ejercer un ministerio sagrado y ser indigno de él. A este tal le sucederá lo que a aquellos dos que estaban en un mismo campo, o lo que a aquellas dos que movían una misma muela: aparentaban ser y hacer lo mismo, y uno fue tomado por los ángeles buenos, y otro dejado, es decir, condenado. ¡Qué pena para dos que han ejercido un mismo ministerio, quizás unidos por lazos de amistad, que uno se salve, y otro tenga su porción con los hipócritas! Lo mismo puede decirse de todos los cristianos. Hagamos nuestra vida digna de nuestro nombre y de nuestro estado. ¡Triste condición la del hombre! Nace como una flor, y como una flor es tronchado por el tiempo: su vida es efímera, aunque dure cien años. Pero su brevedad está llena de la zozobra de la muerte: puede ésta venir a la mañana de la niñez, al canto del gallo de la juventud florida, a la tarde de la edad madura, a la noche de la senectud. ¡Bienvenida la muerte, si viene a buena hora! “¡Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor!” (Ap 14, 13). La muerte en este caso no es más que un tránsito, un paso a otra vida mejor. Pero sólo logran vida
mejor aquellos a quienes la muerte coge en vela. ¡Ay de los dormidos cuando venga el Señor! Velad.
Aporte pastoral ¿Qué puede significar “Adviento” para la sociedad actual? ¿para una sociedad tan comercializada como la nuestra? Como nombre de un tiempo litúrgico significa bien poco, y no habría que lamentarse mucho ni gastar pólvora inútilmente, gastarse la plata de navidad o la prima de navidad en cosas superfluas que no llenan su vida ni su espacio en el corazón, o algunos en trago para todos, pues muchas veces nos dejamos enredar por el comercio y la comercialización de la fe. Lo que importa no es el tiempo litúrgico, sino el Adviento mismo, el “Advenimiento” -que eso significa la palabra-, el “noch nicht Sein” que diría Ernst Bloch, aquello cuya forma de ser consiste en “no ser todavía pero tratando de llegar a ser”… Ateo como era, Bloch construyó todo su poderoso edificio filosófico sobre la base de la utopía y la esperanza, y presentó en bellas páginas inolvidables la grandeza heroica del santo y del mártir ateo, capaz de dar la vida en aras de su esperanza… Ebeling, en la misma línea decía: “lo más real de lo real, no es la realidad misma, sino sus posibilidades”. En este tiempo de Adviento, es bueno mirar cuáles han sido mis prioridades, mis objetivos, mis intereses, aquello que me ayudó, lo que me dificultó, lo que me pudo haber lastimado o aquello en lo que yo lastimé a otros; de ahí, ¿cómo he vivido este año?, ¿he crecido?, ¿estoy mejor que al comienzo del año?, ¿cómo estoy?, ¿por qué? ¿Puedo decir que estoy más cerca de Dios y que mi vida refleja y manifiesta el proyecto de amor del Padre?, ¿en qué sí y en qué no?
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Guías homiléticas 6 de diciembre de 2020 XXXII DOMINGO ORDINARIO II Domingo de Adviento Is 40, 1-5.9-11 / Sal 84 / 2P 3, 8-14 / Mc 1, 1-8 Del Evangelio según san Mateo En su predicación decía: “Detrás de mí viene el que es más poderoso que yo. Yo ni siquiera merezco agacharme a desatarle la correa de las sandalias. Yo los he bautizado con agua, pero Él los va a bautizar con Espíritu Santo”.
Palabra del Señor
PREPAREMOS LA VENIDA DEL SEÑOR En los tiempos que escribe el profeta Isaías, el pueblo de Israel se encuentra en el exilio de Babilonia y es inminente un posible retorno a la tierra de Israel. Isaías da aliento a su pueblo diciéndoles que ya han satisfecho la pena que tenía estipulada por sus culpas, satisfacción lograda por medio de la esclavitud y los trabajos forzosos que han vivido en Babilonia. Ahora vendrá un mensajero, que el escritor no le da nombre, proclamando que todo monte sea rebajado, allanado, aplanado, para hacer una senda a nuestro Dios que regresa triunfante a Jerusalén, conduciendo a su pueblo como en otro tiempo lo hizo con los israelitas, saliendo de Egipto. El escritor ha tomado una costumbre de su época, según la cual, cuando un rey ganaba una guerra o una batalla, se hacían caminos ceremoniales en los cuales se celebraba el triunfo del rey sobre sus enemigos. Asimismo, Yahvé es el Señor, el Dios de Israel que retorna glorioso triunfante a Jerusalén por un camino preparado por Él. El mensajero anuncia a todo el pueblo esta noticia, de esperanza y de alegría para una comunidad que vivía la marginación y la explotación. La lectura de la segunda Carta de Pedro, nos sitúa dentro del debate sobre el día de la segunda venida del Señor. La comunidad para la que está dirigida esta carta de Pedro, se preguntaba cuándo sería ese día en que Jesucristo resucitado volvería. En un principio se les había dicho que pronto pero pasaba el tiempo y no retornaba. El apóstol le responde diciéndole que el Señor no se retrasa en el cumplimiento de la promesa como ellos suponen, sino que usa de la paciencia de los hombres, queriendo que todos lleguen a la salvación; porque para el Señor un día es como mil años y mil años como un día. En ese día se inaugurará un nuevo cielo y una nueva tierra. Lo que nosotros tenemos que hacer es esforzarnos para ser hallados en paz ante Él, y ésta debe ser una actitud permanente, 54
Vida pastoral no 180 - octubre / diciembre - 2020
pues no sabemos el día en que vendrá. Pedro anima a la espera a una comunidad impaciente, y más que a una espera a vivir esperanzadamente en un futuro mejor. No niega que haya problemas en la comunidad (divisiones, persecuciones), pero lo que nos debe identificar como cristianos es la confianza en un futuro mejor. Evangelio significa buena noticia y, más aún, que Jesús mismo es esa buena noticia para el mundo. Juan Bautista, el gran profeta bisagra entre el Antiguo Testamento y el Nuevo, anuncia a ese Jesús que ya viene y que es “más fuerte que él”. El camino en el desierto debe ser trazado y abierto para apresurar la venida del Señor al mundo. Una palabra, que es evangelio; un personaje, Juan Bautista: él es como lluvia que cae del cielo y fecunda la tierra. Cuando apareció en el desierto de Judá, Jesús lo identificó con el gran profeta Elías: aquél que hizo bajar fuego del cielo para demostrar que su Dios era el verdadero y acabar con el clero de Baal; y que más tarde prometió la lluvia que pondría fin a una trágica sequía de tres años. Elías se fue con Dios, arrebatado por un carro de fuego; y un símbolo: el camino en el desierto. El adviento en sí mismo es un tiempo de expectativa, de preparación, de disposición, de esperanza, de búsqueda, porque está marcado por la espera del Señor. Es buscar disponer nuestro corazón para que el Señor pueda nacer en cada uno de nosotros, para que Él tenga un lugar en nuestras vidas. De ahí, que todas las exhortaciones que los textos nos hacen tiene una única finalidad, como es experimentar la presencia viva y transformadora del Señor en nuestra vida. La intención última y fundamental, y el espíritu de este tiempo es que encontremos el sentido de nuestra vida en el Señor, vivir de acuerdo a su voluntad, realizar en nosotros su proyecto de amor, dar testimonio de lo que
6 de diciembre de 2020 XXXII DOMINGO ORDINARIO II Domingo de Adviento Is 40, 1-5.9-11 / Sal 84 / 2P 3, 8-14 / Mc 1, 1-8 Del Evangelio según san Mateo En su predicación decía: “Detrás de mí viene el que es más poderoso que yo. Yo ni siquiera merezco agacharme a desatarle la correa de las sandalias. Yo los he bautizado con agua, pero Él los va a bautizar con Espíritu Santo”.
Palabra del Señor
PREPAREMOS LA VENIDA DEL SEÑOR creemos, anunciando con nuestra vida el amor total e incondicional del Señor hacia nosotros. En sí el adviento, es un tiempo donde la Iglesia nos invita a buscar aquello que es esencial y vital para nosotros, como es el encuentro vivo con el Señor. Es darle a Dios el lugar que le corresponde viviendo nosotros como hijos en el Hijo. En esta perspectiva las exhortaciones de Juan el Bautista son elocuentes y significativas, porque nos coloca en la justa perspectiva de la búsqueda del Señor y de la disposición que debemos tener ante Aquel, que nos bautizará en el Espíritu Santo… (Mc 1, 8). El evangelio nos llama a vivir una aventura con Jesús. Un amor. En ese amor están todos los demás: al Padre, a nuestros hermanos, a la vida… Nuestra aventura empieza de verdad cuando encontramos al Dios-con-nosotros, a ese Jesús humano y divino, crucificado y resucitado, amigo, que se convierte en el centro de la historia y salvador del mundo. Un Jesús en el que no basta ver su debilidad de hombre y su abajamiento sino “la fuerza misma de Dios” (1Cor 1, 25). En las palabras del profeta Isaías que nos cita Marcos, encontramos la actitud y la disposición que debemos tener en estos días de preparación hacia la Navidad, ya que nos dice: “…preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos…”. Es una invitación que sigue teniendo total vigencia, para nosotros que reconocemos a Jesús como el Señor, como Aquel que nos da vida y salvación, y que nació de María Virgen. Marcos compendia, en la figura de Juan Bautista, la expectación y el anhelo del AT por una liberación definitiva de Israel, para la que se requiere, según la predicación profética, un cambio de vida.
En la misión de Juan se resume la función de todo el AT, preparar el camino del Señor, exhortando a un cambio de vida. Al citar conjuntamente los dos textos del AT (Ex 23, 20; Is 40, 3) Mc identifica el camino de Jesús (2) con el de Dios (3). Esto indica que la actividad de Jesús será la de Dios mismo, y, como lo sugieren los dos textos citados, su obra consistirá en realizar un éxodo, liberando de un estado de opresión y conduciendo a una tierra prometida, figura de una sociedad humana justa y fraterna.
La figura de Juan el Bautista Juan se sitúa en el desierto, mostrando su ruptura con la sociedad existente y recordando los orígenes de Israel. No se enfrenta a las instituciones, se dirige a los individuos: les hace tomar conciencia de que todos, por sus injusticias personales (confesaban sus pecados), son responsables de la situación social injusta; todos han de rectificar su conducta si aspiran a un cambio en la sociedad. El bautismo o inmersión en el río simboliza para cada uno la muerte a su pasado de injusticia; el cambio de vida cancelará ese pasado pecador (“perdón de los pecados”). Así prepara Juan el camino del Señor, siguiendo la línea de la predicación profética. La respuesta masiva al pregón de Juan es prueba y manifestación del descontento general con la situación. Fue saliendo, como en el éxodo de Egipto (Ex 13, 4.8; Dt 11.10, etc.): el país judío es ahora tierra de opresión. El río Jordán era en tiempo de Josué la frontera de la tierra prometida (Nm 13, 29; Jos 4, 5; 5, 1) y anunciaba el final del éxodo; su mención hace esperar una nueva tierra, pero fuera de los limites del país judío. El texto marca una oposición entre el desierto y Jerusalén (incluidos los vecinos de Jerusalén): el pueblo no va a buscar el perdón en el templo, sino en el lugar donde está el profeta.
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Guías homiléticas 6 de diciembre de 2020 XXXII DOMINGO ORDINARIO II Domingo de Adviento Is 40, 1-5.9-11 / Sal 84 / 2P 3, 8-14 / Mc 1, 1-8 Del Evangelio según san Mateo En su predicación decía: “Detrás de mí viene el que es más poderoso que yo. Yo ni siquiera merezco agacharme a desatarle la correa de las sandalias. Yo los he bautizado con agua, pero Él los va a bautizar con Espíritu Santo”.
Palabra del Señor
PREPAREMOS LA VENIDA DEL SEÑOR ¿Por qué Juan iba vestido de pelo de camello, con una correa de cuero a la cintura, y comía saltamontes y miel silvestre? Marcos describe a Juan con rasgos de profeta, en particular con los de Elías (2/4 Re 1, 8: correa de cuero), al que se tenía por precursor del Mesías (Mal 3, 23). Su comida es la de un nómada, la de uno que vive alejado de la sociedad. ¿Por qué llega detrás de mí el que es mas fuerte que yo, y yo no soy quién para agacharme y desatarle la correa de las sandalias? Juan no se considera protagonista, anuncia la llegada de otro superior a él, que el lector identifica con Jesús. Será superior a él en fuerza, pues poseerá la plenitud del Espíritu; también en su misión, que consistirá en fundar un nuevo pueblo, una sociedad nueva (nueva alianza), pues el papel de Esposo, propio de Dios en el AT (Os 2, 4ss; Is 54, 62; Jr 2; Ez 10), corresponde ahora a Jesús; así lo supone la frase: “no soy quién para… desatarle la correa de las sandalias”, que alude a la ley judía del levirato: quitar la sandalia significaba apropiarse del derecho de esposo (cf. Rut 3, 5-11). La actividad del Mesías consiste en infundir el Espíritu, que potencia y consagra al hombre (Santo / santificador): el hombre nuevo será el fundamento y el artífice de la nueva sociedad, etapa terrena del reino de Dios.
Mientras que Juan el Bautista presenta y define al que llega, como el Ungido por Dios con el Espíritu. Donde se resalta su obra, porque será liberadora: quitar el pecado del mundo, es decir, desterrar la aceptación de ideologías y valores contrarios al bien del hombre, que llevan a cometer la injusticia. Jesús no eliminará ese pecado oponiendo otra ideología, sino comunicando la experiencia del amor de Dios al hombre. Esta es la presencia del Espiritu en Jesús. Ésta lo hará libre, le hará comprender su propio valor y el de los demás y orientará su vida hacia el bien de todos en el servicio. En nuestros contextos y realidades, nos encontramos con una crisis de fe (mucho se ha hablado ya sobre la crisis de valores, pero cualquier humanismo que no tenga como punto de partida la fe no sirve de nada), por eso estamos en una sociedad que se ha desorientado en su rumbo de humanidad, en la que se ha pretendido buscar soluciones más humanas en movimientos ideológicos (filosofías, políticas e incluso económicas) o técnicas o científicas, pero no tenemos en cuenta a Dios.
“Yo os he bautizado en agua, él os bautizará con Espíritu Santo”: como señal de conversión interior, el bautista nos ofrece un preámbulo de lo que será el verdadero y auténtico bautizo del Mesías. Como diría san Agustín: la Palabra vino en su propio vehículo.
Así, se plantea la búsqueda de satisfacción a nuestras respuestas a la existencia, porque en la práctica vivimos sin Dios, esta mentalidad nos hace alejarnos de Dios, por eso mas adelante se planteará en el aporte espiritual y pastoral que tenemos para este domingo, la necesidad de volver los ojos al Señor y no distraernos en las comodidades o luces de este mundo.
Mientras tanto vino en muchas voces, pensemos en el Antiguo Testamento, pensemos en los patriarcas,
La esperanza es la virtud por excelencia de adviento. Nos hace mirar al mañana con confianza
Una promesa
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profetas, hasta llegar a Jesucristo. Me parece que cuando nos preguntan sobre nuestra esperanza cristiana, nosotros debemos hacer énfasis en lo que nos libera, en lo que nos salva, que ya vino, está viniendo y volverá en la plenitud de su gloria.
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6 de diciembre de 2020 XXXII DOMINGO ORDINARIO II Domingo de Adviento Is 40, 1-5.9-11 / Sal 84 / 2P 3, 8-14 / Mc 1, 1-8 Del Evangelio según san Mateo En su predicación decía: “Detrás de mí viene el que es más poderoso que yo. Yo ni siquiera merezco agacharme a desatarle la correa de las sandalias. Yo los he bautizado con agua, pero Él los va a bautizar con Espíritu Santo”.
Palabra del Señor
PREPAREMOS LA VENIDA DEL SEÑOR y valentía. Sin embargo, correría el riesgo de ser una esperanza ilusoria, vana, que se disiparía en la nebulosa de nuestra fantasía si no fuese capaz de mirar con realismo la situación presente y si no estuviese arraigada en el recuerdo de las cosas buenas conocidas y vividas. Ésta es la temática común de las lecturas de hoy. En particular, la primera se fija en los beneficios realizados por Dios como base para esperar de nuevo su venida. La lectura comienza hablando de Dios, no del hombre: “Tú eres nuestro Padre, nuestro redentor” (Is 63, 16); parte de la certeza de que Dios se ha vinculado a nosotros y que no puede quedarse lejos. Por lo demás, en la historia de toda relación (bien sea dentro de una pareja, entre amigos, en el seno de una comunidad…), el recuerdo de los momentos felices vividos juntos y de las dificultades afrontadas en armonía y solidaridad, puede ser fuente de fortaleza para afrontar nuevas dificultades. Lo mismo ocurre en la relación con Dios, donde nunca podemos renunciar a la memoria. Pero además la esperanza debe ser una palabra que sea verdadera y creíble en el presente. Por esta razón se conjuga con la vigilancia y la laboriosidad. En la “casa” que es la Iglesia, todos los criados tienen su tarea, y todos se llaman “siervos”. Siervo es una persona que pertenece a otro, que no tiene dominio ni sobre su propia vida. En la casa de este Señor, todos tienen esta condición de no pertenecerse a sí mismos, sino sólo a Él y a los demás. El ejemplo de los discípulos que se durmieron en vez de velar con Jesús en el huerto de Getsemaní muestra a las claras que esta vigilancia no es una actitud más, sino que coincide sustancialmente con la capacidad de dar la vida, como fue la actitud de Jesús.
Aporte pastoral Pero ante el bullicio de éstos días previos a la Navidad, ante la vorágine de propagandas, de anuncios, de músicas, de luces, de preparativos, nosotros somos testigos del adorno de nuestros centros comerciales, ciudades, casas, pero una vez más surge el cuestionamiento, ante la pregunta de Juan el Bautista: …prepararse…, ¿para qué?…, ¿cómo?…, ¿en qué?… De ahí que el Adviento no es un tiempo automático, el encuentro con el Señor no viene de manera espontánea, sino que nos debemos disponer y preparar, darle un lugar en nuestras vidas, es decir: hacer un alto en el camino y arrodillarnos, para encontrarnos a nosotros mismos y así darnos cuenta de nuestra situación personal, y ahí rever y repensar nuestras actitudes, para que sea el Señor el que ocupe el centro de nuestras vidas y así Él pueda nacer en nosotros cuando celebremos su Navidad. Por eso, la Navidad, es tiempo de encuentro con uno mismo y de ese encuentro con uno mismo viene la disposición para que el Señor pueda hacer su obra en nosotros como lo hizo con su Madre. Que al comenzar este tiempo de gracia como es el Adviento, que nos demos tiempo para ver lo que ha sido este año y así agradecer al Señor por todos sus beneficios y pedirle que sea Él el que nos ayude a superar nuestras debilidades y limitaciones y así nos transforme en su amor y en su misericordia, llenándonos de alegría, gozo y paz. Tu palabra nos invita a ir más allá de las luces y de los arreglos, pues nos insta a prepararnos, a disponernos, a esperarte, no exteriormente sino interiormente, con actitudes y disposiciones diferentes, pues nos dices: “…preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos…”. Sabes Señor, como que a veces entre el cansancio de fin de
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Guías homiléticas 6 de diciembre de 2020 XXXII DOMINGO ORDINARIO II Domingo de Adviento Is 40, 1-5.9-11 / Sal 84 / 2P 3, 8-14 / Mc 1, 1-8 Del Evangelio según san Mateo En su predicación decía: “Detrás de mí viene el que es más poderoso que yo. Yo ni siquiera merezco agacharme a desatarle la correa de las sandalias. Yo los he bautizado con agua, pero Él los va a bautizar con Espíritu Santo”.
Palabra del Señor
PREPAREMOS LA VENIDA DEL SEÑOR año, entre el bullicio de Diciembre, entre las luces y los regalos que se deben conseguir, descuidamos esto que Tú nos haces ver, que tu Navidad, es mucho más que todo esto, que Navidad es encuentro contigo, pues es reconocerte como nuestro Dios y Señor, es un acto de fe celebrativo, pues buscamos manifestar con nuestra vida y nuestras celebraciones que Tú, el Dios vivo y verdadero, has nacido de una Virgen y te has hecho hombre.
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Que pasaría si nuestra vida no tuviera objetivos, que pasaría si nosotros no tuviéramos una historia de salvación, que pasaría si nosotros entramos en desesperación, en pánico, en terror… pero no, ahí está la Palabra, que nos anima a salir a su encuentro, esta esperanza es de un pastor para preparar el camino, apacentar, dar comida y bebida, toma en brazos a los cordero: los necesitados, y cuida de sus madres con afecto, esto es a los responsables de la comunidad.
13 de diciembre de 2020 III DOMINGO DE ADVIENTO Is 61, 1-2a.10-11 / Sal: Lc 1, 46-54 / 1Ts 5, 16-24 / Jn 1, 6-8.19-28 Del Evangelio según san Juan También habían sido enviados algunos del grupo de los fariseos, los cuales le preguntaron: “Si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta anunciado, ¿por qué bautizas?”. Juan les respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes está otro a quien no conocen. Aunque viene después de mí, yo no merezco ni siquiera desatarle la correa de las sandalias”. Esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
Palabra del Señor
ESTAR ATENTOS Y VIGILANTES El profeta Isaías invita a todo el pueblo que retorna del destierro, y que ha visto que las promesas con que esperaban encontrar su tierra no son tan ciertas; lo invita a la esperanza. La acción de Dios es efectiva y eficaz. La Jerusalén que ahora ven arruinada, será en un futuro centro de peregrinaciones y a la que acudirán todas las naciones de la tierra. Es una realidad muy dura de pobreza, de tristeza y de cautiverio. Por eso, la vocación del profeta está dirigida hacia esas personas. Se siente capacitado por Dios para el anuncio de “buenas noticias” de esperanza a los marginados del país. Las cosas están difíciles pero podemos salir adelante, Dios no nos abandona, parece decir el profeta. Aunque haya dificultades, al regreso el Señor ha revestido al pueblo de ropas de salvación, le ha retornado el don de la tierra, y así como está hace germinar los frutos, quien hace germinar la justicia y la alabanza, es el Señor. En la segunda lectura vemos cómo el apóstol Pablo invita a la comunidad de Tesalónica a la fidelidad. La vida de la comunidad tenía algunas dificultades: problemas con los animadores de la comunidad, peleas, desánimo, falta de fe, fornicación. Es una comunidad que se ha convertido del paganismo al cristianismo (1, 9), y que ha dejado los ídolos, sus dioses, para seguir al Dios verdadero, pero que le cuesta desprenderse del todo de sus tradiciones antiguas, de su legado cultural. Parece que la exigencia de la vida de comunidad no le era satisfactoria a muchos que se sentían desilusionados. Es por esto que Pablo les llama la atención; reconoce que ha sido una comunidad que se ha esforzado por seguir a Jesús, que posee el Espíritu del Resucitado, pero que aún puede dar más. Les llama a estar alegres, a orar constantemente, a no dejarse desanimar. No se trata de rechazar todo lo que les viene de fuera y que les impide la vida de comunidad, se trata de examinar todo y quedarse
con lo bueno. Les llama a la fidelidad y a continuar en el camino que han emprendido. No hay que dejarse desanimar por los problemas, que siempre habrán; se trata de ser fieles al camino emprendido y vivirlo con alegría, pues estamos convencidos que es el mejor camino a la felicidad. En el cuarto evangelio, “los judíos” tienen varias acepciones. 1) El pueblo judío en general (Jn 2, 6.13; 4, 9; 5, 1, etc.).-En este sentido, los judíos no son hostiles a Cristo, sino que incluso, cuando pueden obrar libremente, le son favorables y le tienen por una persona excelente (Jn 10, 19), están dispuestos a reconocerle por Mesías (Jn 7, 41), y muchos creen en Él (Jn 1 2,1 I; 8,31). 2) Una fracción determinada del pueblo, que forma casta aparte (Jn 7, -13).-A los judíos, considerados así, se les presenta también con caracteres más determinados: Se levantan contra las pretensiones de Cristo al purificar el templo (Jn 2, 17-18). Se escandalizan de que cure en sábado, y por ello le persiguen con odio (Jn 5, 16). A pesar de los milagros que hace, no los aceptan, y cierran los ojos a la luz, y no le quieren reconocer por Mesías (Jn 10, 24-25). Son los que le quieren hacer morir porque Cristo se hace igual a Dios (Jn 5, 18; 7, 1; 8, 59; 10, 31; 11, 8). 3) Se los presenta también como gentes de Jerusalén.-Cristo tiene que permanecer en Galilea, pues no puede moverse en Judea, porque los judíos de aquí quieren matarle (Jn 7, 1); lo mismo que unas semanas antes de la pasión tiene que, por los mismos motivos, retirarse a Efraím, cerca del desierto (Jn 11, 54). Estos “judíos” aparecen revestidos de una autoridad religiosa especial (Jn 9, 22); su presencia inspira temor al pueblo (Jn 7, 13; 9, 22; 19, 38; 20, 19). octubre / diciembre - 2020 - Vida pastoral no 180
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Guías homiléticas 13 de diciembre de 2020 III DOMINGO DE ADVIENTO Is 61, 1-2a.10-11 / Sal: Lc 1, 46-54 / 1Ts 5, 16-24 / Jn 1, 6-8.19-28 Del Evangelio según san Juan También habían sido enviados algunos del grupo de los fariseos, los cuales le preguntaron: “Si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta anunciado, ¿por qué bautizas?”. Juan les respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes está otro a quien no conocen. Aunque viene después de mí, yo no merezco ni siquiera desatarle la correa de las sandalias”. Esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
Palabra del Señor
ESTAR ATENTOS Y VIGILANTES 4) Son los jefes del pueblo: sacerdotes y fariseos.Es fácil identificarlos en los relatos de la pasión. Abiertamente se habla de los que toman la iniciativa, que son los grandes sacerdotes y fariseos. En su calidad de autoridades, envían la guardia para detener a Cristo (Jn 18, 3.12; cf. 7, 32); se reúnen en consejo bajo la presidencia de Caifás (Jn 18, 14; 11, 47ss), y deciden oficialmente la muerte de Cristo, e intrigan con Pilato para que le crucifique (Jn 18, 28-32; 19, 12-16; cf. Mc 15, 3). Para Juan, Jesús es el único que posee y comunica el Espíritu (1, 32), y en Él se integran las tres figuras mencionadas. Juan Bautista es sólo una voz; su mensaje va dirigido a las autoridades, acusándolas de haber torcido el camino del Señor (22-23). Esta acusación indica la postura de Juan y el sentido que imprime a su actividad. El grupo fariseo acusa a Juan de usurpador (25). El bautismo o inmersión en el agua era símbolo de muerte a un pasado para comenzar una vida diferente; en el caso de Juan, simbolizaba la ruptura con la institución judía y la ideología propuesta por ella (1, 5-8 la tiniebla) Suscitando en el pueblo el deseo de vida. Juan quiere emanciparlo de la sumisión a las instituciones que cierran el camino a Dios (23). Promueve, por tanto, un movimiento popular que muestra su desacuerdo con el sistema religioso. Su bautismo no es el definitivo. El salvador está presente y él no puede tomar su puesto (1, 27 desatarle la correa de las sandalias). La imagen alude a una costumbre matrimonial judía: Jesús tiene derecho preferente a ser el Esposo. Se alude a la antigua alianza donde Dios se llamaba el Esposo del pueblo (Is 54; 62; Jr 2; Ez 16; Os 2, 4ss). Se establece, por tanto, una alianza nueva, una nueva relación entre Dios y los hombres; en ella, la figura
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que requiere la adhesión y la fidelidad de los hombres (el Esposo) es Jesús, el Hombre Dios (cf 2, 1-11) (24-27). Betania, al otro lado del Jordán (28), fuera del territorio de Israel será el lugar de la comunidad de Jesús (10, 40-42).
Una voz que clama en el desierto Es la “voz que clama en el desierto…”.-Ante estas reiteradas negativas, le preguntan autoritativamente, ya que al sanedrín le incumbía esta investigación, quién sea. Que lo diga positivamente, pues ellos han de llevar una información precisa sobre él a Jerusalén. “¿Quién eres?”. Y el Bautista, ante aquella delegación oficiosa del sanedrín, va a dar “testimonio de la Luz” (Jn 1, 7). Y va a dar el testimonio oficialmente, para que lo transmitan a la autoridad de la nación, máxime cuando ya el bautismo de Cristo había tenido lugar. El Bautista se define, aplicándose en sentido “acomodado”, unas palabras de Isaías. Éste dice: “Yo soy la voz del que clama en el desierto: preparad el camino del Señor” (Is 40, 3). La cita del Bautista está hecha de modo más libre y matizada. El profeta anuncia la vuelta del pueblo de la cautividad de Babilonia. Es Dios que viene en medio de su pueblo. Y se figura un heraldo que clama: “Abrid camino a Yahvé en el desierto” por donde ha de pasar. El Bautista se figura que él es el heraldo que, estando en el “desierto”, desde él pide a todos que se preparen para la inminente venida del Mesías. Este pasaje de Isaías, que también relatan los tres sinópticos, está ligeramente retocado para destacar con él el sentido espiritual de esta “preparación” que pide. En lugar de la “preparación”, literariamente material, de Isaías, de “allanad”,
13 de diciembre de 2020 III DOMINGO DE ADVIENTO Is 61, 1-2a.10-11 / Sal: Lc 1, 46-54 / 1Ts 5, 16-24 / Jn 1, 6-8.19-28 Del Evangelio según san Juan También habían sido enviados algunos del grupo de los fariseos, los cuales le preguntaron: “Si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta anunciado, ¿por qué bautizas?”. Juan les respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes está otro a quien no conocen. Aunque viene después de mí, yo no merezco ni siquiera desatarle la correa de las sandalias”. Esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
Palabra del Señor
ESTAR ATENTOS Y VIGILANTES el pasaje de Juan pone: “enderezad el camino del Señor”. Al tono poético-material de Isaías, el evangelista sustituye ahora la preparación espiritual, el “camino” espiritual por el que el Señor, el Mesías, al que ahora aplica el nombre y el concepto divino de Yahvé, ha de venir y ser recibido por el pueblo. Estos “enviados” fariseos, especialistas en todo lo de la Ley, al ver que él negaba ser El Mesías, o Elías, o el Profeta, le preguntan por qué, entonces “bautiza”. Que éstos instituyesen ritos nuevos, nada tenía de particular; como enviados de Dios, podían obrar conforme a sus órdenes. Pero un simple asceta, ¿podría arrogarse este derecho? Es lo que le preguntaba la delegación de la autoridad religiosa. En la época de Cristo, los judíos practicaban numerosos ritos de purificación. Pero no eran verdaderos bautismos. El verdadero bautismo para ellos era el de los prosélitos, que se administraba a los paganos que se incorporaban al judaísmo. Pero los demás ritos de ablución, entre los judíos, no tenían carácter bautismal y ninguno estaba en función de la venida del reino. Pero el Bautista había introducido un rito nuevo, pues estaba en función de la purificación del corazón: “conversión” (metánoia), y en relación con la inminencia de la venida del reino de Dios. ¿Qué potestad tenía él para esto? Era lo que le exigía la autoridad religiosa, encargada de velar por las tradiciones de Israel. En efecto, a la primera parte de la respuesta del Bautista: “Yo bautizo en agua” (v. 26), se esperaría la contraposición que Cristo bautizaría en fuego o en Espíritu Santo. Esta respuesta, esta formulación completa, perteneció sin duda a la tradición cristiana de primera hora, como se ve por los sinópticos (Mt 3, 11; Mc 1, 8; Lc 3, 16), por los Hechos de los Apóstoles (Hch 1, 5; 1, 16) y por el mismo Juan, versículos después (Jn 1, 31.33).
En efecto, el bautismo de Juan no sólo no tenía valor “legal”, pero, de suyo, ni incluso “moral”, sino que tenía, valor en cuanto, siendo un símbolo externo de purificación, excitaba y protestaba la “confesión de los pecados” (Mt 3, 6; Mc 1, 5). Hasta el historiador judío Flavio Josefo destaca esto: este bautismo “no era usado para expiación de crímenes, sino para la purificación del cuerpo, una vez que ya las mentes estaban purificadas por la justicia”. En lugar de contraponer a su bautismo el de Cristo, hace el elogio de éste en contraposición consigo mismo. a) “En medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis, b) que viene después de mí, c) a quien no soy digno de desatar la correa de la sandalia”. Esta frase (b c), con pequeñas modificaciones literarias, la traen los tres sinópticos (Mt 3, 11; par.), y con ello, de forma enigmática del gusto oriental, anuncia que él sólo es el “precursor” de una persona cuya dignidad anuncia, porque él, que goza de un prestigio excepcional, no es digno de “desatarle” (Mt = “llevarle”) las correas de la sandalia. Era este oficio propio de esclavos. Éste a quien él precede “está en medio de vosotros”, y vosotros “no le conocéis”. Es ello una alusión al tema mesiánico conocido en Israel. Según creencia popular, el Mesías, antes de su aparición, estaría oculto en algún lugar desconocido. Llama así la atención mesiánica sobre Cristo, conforme a la creencia ambiental. Luego dirá el Bautista cómo supo él que Cristo era el Mesías (Jn 1, 31-34). Por eso, si Cristo está oculto, el que los judíos no le conozcan no es reproche. Precisa-
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Guías homiléticas 13 de diciembre de 2020 III DOMINGO DE ADVIENTO Is 61, 1-2a.10-11 / Sal: Lc 1, 46-54 / 1Ts 5, 16-24 / Jn 1, 6-8.19-28 Del Evangelio según san Juan También habían sido enviados algunos del grupo de los fariseos, los cuales le preguntaron: “Si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta anunciado, ¿por qué bautizas?”. Juan les respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes está otro a quien no conocen. Aunque viene después de mí, yo no merezco ni siquiera desatarle la correa de las sandalias”. Esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
Palabra del Señor
ESTAR ATENTOS Y VIGILANTES mente la misión del Bautista es presentarlo a Israel (Jn 1, 31). Así evocaba la creencia ambiental en el Mesías oculto, Cristo, y en Elías “precursor”, cuya función realizaba el Bautista (Mt 11, 14; Lc 7, 27). Este Mesías así presentado, aún lo califica más al decir que “viene después de mí”. Es la alusión al pasaje de Malaquías (Mal 3, 1), que la tradición judía interpretó del Mesías y de Elías, el “precursor”. Si aquí el Bautista no usa el nombre del que “viene” como sinónimo de Mesías, fácilmente se piensa en él, y no sólo por exigencia del contexto. Pues el Bautista, cuando manda a sus discípulos preguntar a Cristo si Él es el Mesías, les hará preguntar: Si eres tú “el que viene” (Mt 11, 3). El evangelista localiza esta escena “en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba”. Sin embargo, el nombre de la localidad en la que Juan bautizaba no es dado uniformemente por los códices, que se dividen entre Betania (casa de la barca) y Betabara (casa del paso). Ya Orígenes atestiguaba que la mayor parte de los códices leían así. Aunque él aceptaba la lección de Betabara, porque en la onomástica de esta región no se encontraban huellas del primer nombre. Sin embargo, a favor de esta segunda lectura hay también fuertes testimonios. El P. Abel escribe: “Estaríamos muy inclinados a creer que, para los israelitas de los primeros siglos, este lugar era conocido bajo el nombre de Beth Abarah, es decir, “lugar del Pasaje”, en recuerdo del paso del Jordán por los hebreos”. Y para confirmar esto remite a un pasaje del Talmud. Topográficamente es discutido su emplazamiento exacto. El P. Féderlin, de los Padres Blancos, localiza esta Betania en el actual Tell-el-Medesh, situado a unos 300 metros del Jordán, sobre la orilla derecha del estuario del Wuadi Nimrín, de 62
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aguas abundantes en invierno, a unos 15 kilómetros al norte del mar Muerto. Dalman y Buzy la localizan en Sapsas, en el Wuadi el-Kharrar, a unos 7 kilómetros del mar Muerto, enfrente del lugar tradicional del bautismo de Cristo. Lo que acaso pudiese orientar algo la elección de esta lectura es el valor simbolista del evangelio de Juan. Se pensaría que el evangelista citaba precisamente este nombre, Betabara, por razón del simbolismo que encerraba. “El Bautista ejercía su actividad, no en la Tierra Santa, sino en la otra parte del Jordán, porque su ministerio no era más que una preparación al Misterio. Cristo fue bautizado allí, en el lugar mismo por donde los hebreos pasaron el Jordán y entraron en la Tierra Santa. Toda una tipología bautismal fue muy pronto vinculada a este paso del Jordán por los hebreos, evocándoles, él mismo, el paso del mar Rojo. ¿No podría esta tipología llegar a la tradición yoannea? ¿No sería el mismo evangelista el que habría querido subrayar el vínculo tipológico que existía entre el bautismo de Cristo, primicia de todo bautismo cristiano, y Betabara, el lugar por el que los hebreos habrían antes pasado el Jordán para entrar en la tierra prometida?”. A pesar del esfuerzo por extinguirla, la vida/luz sirve de orientación y de meta a la humanidad. El hombre puede comprender qué significa una vida plenamente humana y a ella ha aspirado siempre, aun cuando por culpa de otros hombres tuviera que vivir sometido a una condición inhumana. Los dominados por la tiniebla son muertos en vida. En medio de la antigua humanidad y de la dialéctica luz/tiniebla se presenta Juan (6-8), mensajero enviado por Dios para dar testimonio a los hombres acerca de la luz/vida, avivando la percepción de su existencia y el deseo de alcanzarla; de rechazo, denuncia la tiniebla y su actividad. Su bautismo simbolizará la ruptura con la tiniebla. Ante esta
13 de diciembre de 2020 III DOMINGO DE ADVIENTO Is 61, 1-2a.10-11 / Sal: Lc 1, 46-54 / 1Ts 5, 16-24 / Jn 1, 6-8.19-28 Del Evangelio según san Juan También habían sido enviados algunos del grupo de los fariseos, los cuales le preguntaron: “Si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta anunciado, ¿por qué bautizas?”. Juan les respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes está otro a quien no conocen. Aunque viene después de mí, yo no merezco ni siquiera desatarle la correa de las sandalias”. Esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
Palabra del Señor
ESTAR ATENTOS Y VIGILANTES propuesta meditemos en nuestra vida sobre el sentido de seguir la luz, del bautizo en nuestra Iglesia. Y éste es el testimonio de Juan… - De los testimonios que el Bautista dio a Jesús, éste es el más solemne y explícito: corresponde a la solemnidad de la legación que se le envía, que tiene un carácter público, jurídico, de orden religioso. Como el Sinedrio, y al frente de él el Sumo Sacerdote, tenía el derecho y la obligación de velar por la pureza de la doctrina y de las prácticas religiosas, así también la Iglesia, y en nombre de ella sus legítimos Pastores. Y como Juan reconoció prácticamente estos derechos, así debemos hacerlo nosotros. Todas las indicaciones, direcciones y mandatos de la Santa Iglesia, en sentido positivo de prescripción o negativo de prohibición, sobre libros, maestros, reproducciones artísticas, predicaciones, etc., debemos seguirlas escrupulosamente; nada hay más intangible que el depósito de la doctrina que confió Jesucristo a su Iglesia. Es la luz que debe dirigir, sin cambios ni oscilaciones, toda la vida del pueblo cristiano. Éste no tiene más que seguir la ruta de luz que sus Pastores le señalen. Los judíos enviaron a Juan… sacerdotes y levitas a preguntarle. Sacerdotes, fariseos y levitas, enviados a Juan, no se aprovechan de su testimonio, antes les sirve para su mayor obstinación y obcecación. Con el movimiento general y profundo que en la Palestina había producido la predicación de Juan, hubiese bastado que los directores espirituales del pueblo lo hubiesen consagrado como legítimo. No lo hicieron, y perecieron espiritualmente todos, altos y bajos. Las tinieblas rechazaron la luz. ¡Tremenda responsabilidad la de los que tienen una alta misión ante el pueblo que Dios les ha confiado, y no saben o no quieren cumplirla! ¡Y tremenda sanción la que deja Dios
caer sobre los pueblos que se fían en sus directores, cuando son éstos evidentemente enemigos de Dios y de la luz de Dios!
¿Qué dices de ti mismo? Con notoria impaciencia le preguntan a Juan los legados del Sanedrín quién es él, cuando se han convencido que no es el Mesías, por su propia declaración: “¿Qué dices de ti mismo?”. Y Juan, imperturbable, mirándose a sí mismo y a la Verdad, responde: “Yo soy la voz del que clama en el desierto”; y, con la misma serenidad, da lecciones de bien vivir a aquellos hombres soberbios: “Preparad los caminos del Señor…”. Nos enseña, el Bautista, en este pasaje a tener de nosotros el justo aprecio, ni más ni menos; y a obrar justamente según lo que somos. Para ello no hay mejor camino que conocernos bien a nosotros mismos, así como el alcance de las atribuciones y obligaciónes de nuestros oficios o Ministerios. Es ésta una posición inexpugnable en todas las contingencias de nuestra vida. Ni caeremos en vanidad ni en pusilanimidad, ni dejaremos de cumplir nuestros deberes y exigir nuestros derechos, cualquiera que sea el que en nuestro camino se atraviese.
Aporte pastoral Señor quisiéramos que en este adviento sigamos alimentando nuestra esperanza, profundizándola y compartiéndola, para que en estos días cercanos a la Navidad, los que se sienten tristes o nostálgicos, lejos de sus familias, en soledad… para que la potencia de su amor supere todas esas distancias y les haga sentirse en comunión universal… y a nosotros permítenos que nos preparemos a la celebración de la Navidad con realismo tratando de hacer que “efectivamente nazca Jesús” a nuestro
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Guías homiléticas 13 de diciembre de 2020 III DOMINGO DE ADVIENTO Is 61, 1-2a.10-11 / Sal: Lc 1, 46-54 / 1Ts 5, 16-24 / Jn 1, 6-8.19-28 Del Evangelio según san Juan También habían sido enviados algunos del grupo de los fariseos, los cuales le preguntaron: “Si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta anunciado, ¿por qué bautizas?”. Juan les respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes está otro a quien no conocen. Aunque viene después de mí, yo no merezco ni siquiera desatarle la correa de las sandalias”. Esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
Palabra del Señor
ESTAR ATENTOS Y VIGILANTES alrededor… en medio de cincunstancias adversas como en nuestro país: violencia, secuestro, engaños… Para que la lejanía en que hoy día se ubica la utopía que todos los soñadores buscamos, no nos conduzca a la resignación o al fatalismo, sino que quede superada en la constancia, en la fe sin claudicaciones, en la resistencia y el esfuerzo por acercar una y otra vez la utopía del Reino…
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Para que en estas vísperas de Navidad, la austeridad de Juan Bautista, el precursor, nos recuerde que la sobriedad en el gasto, está motivada por el deseo de compartir con los más necesitados… Para que en Navidad y en todos los tiempos, la Iglesia sea, como Jesús, Buena Noticia para los pobres, para todos los hombres y mujeres necesitados de amor y de justicia…
20 de diciembre de 2020 IV DOMINGO DE ADVIENTO 2S 7, 1-5.8b-12.14a.16 / Sal 88 / Rm 16, 25-27 / Lc 1, 26-38 Del Evangelio según san Mateo Por eso, a tu hijo lo llamarán Santo e Hijo de Dios. Además, debes saber que tu parienta Isabel también ha concebido un hijo, a pesar de su vejez. Y ella, que decían que era estéril, está ya de seis meses, porque para Dios no hay nada imposible”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor. ¡Que se cumplan en mí tus palabras!”. Y el ángel se retiró. Palabra del Señor
JESÚS, MESÍAS, SALVADOR Esta profecía Mesiánica, sobre el origen davídico del Mesías, es de las más insignes y de las que han dejado huella más honda en la Biblia. De ella nos hablan el Libro 2º de Samuel y el 1º de las Crónicas (c 17): El núcleo Mesiánico de la profecía es: Yo seré para él Padre. Él será para Mí hijo. No apartaré jamás mi Gracia de tu Casa. El destierro y sucesivos castigos, van purificando cuanto de falsa seguridad, de orgullo y de autosuficiencia puso en estas Promesas la Casa de David y el Pueblo judío. Por la venida del Espíritu Santo a María Virgen, de la Casa de David, se realiza el don prometido: El Señor está con Ella y Dios está con nosotros. Un Hijo de David, el Hijo de María, es de verdad Hijo del Altísimo. Y por Él Dios está presente, en la Nueva Alianza, en el Israel de Dios; en todos los corazones de quienes creen y aman (Is 57, 15; Ez 37, 21; Jn 14, 23). Con una doxología solemnísima, San Pablo cierra su Carta a los Romanos. ¡Al Dios único, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos! Y como resumen y síntesis de la Carta nos presenta el Evangelio o Misterio de Cristo en sus tres etapas: - Misterio-Secreto: Es el plan eterno concebido por Dios desde antes de crear el mundo. Nos piensa, nos elige, nos ama en Cristo (Rm 8, 29; Ef 1, 4). - Misterio-Revelado: Las Escrituras han ido descubriendo este Secreto de Dios. Y la Encarnación y la predicación de Jesucristo; su Muerte y su Resurrección lo han puesto a plena luz. - Misterio-Predicado: Ahora los Apóstoles lo predican; y llaman a todas las naciones a la Obediencia de la Fe. San Pablo siente la urgencia de esta predicación, ya que tiene clara vocación al apostolado. Ahora pesa sobre nosotros, los sacerdotes, de un modo especial el deber urgente de dar a conocer a todos el Misterio o Evangelio de Cristo.
En este sentido el pasaje de la Anunciación es programático y emblemático. Pues por un lado, vemos la actitud de nuestro Dios, su delicadeza, su manera de relacionarse con nosotros, que no nos impone ni obliga, sino que siempre deja un espacio para que cada uno acepte o no su propuesta de amor. Esto lo vemos de manera clara en el planteo que le hace a María, donde le propone ser Madre de Dios, pero espera su respuesta y su aceptación; le da espacio para su respuesta. De ahí que la actitud de María, es para nosotros un modelo que nos muestra cómo nos debemos relacionar con Él para corresponder a su amor. En este tiempo de Adviento la actitud y la disposición de María, son para nosotros un proyecto y una disposición a tener en nuestra vida y en nuestra relación con Dios, pues debemos aprender de ella, la manera de ser discípulos siendo dóciles a la acción y a la voluntad de Dios en nuestra vida. Es el Misterio de la Encarnación: El Hijo de Dios, Hijo de María Virgen. En la Anunciación del Angel, notemos: - Ave (Xaire) “Alégrate”. Es el Gozo Mesiánico tantas veces prometido por los Profetas (Is 51, 3; Jer 31, 12; Zac 2, 14; Jl 2, 21). Nos llega por María. - “Llena de Gracia”. El Ángel recoge en esta expresión todas las profecías que presentaban la Alianza de Dios con la Hija de Sión. En el momento en que esta Hija de Sión fuera toda pura, santa, perfecta, el Desposorio o Alianza de Dios con nosotros, tantas veces prometido en las Escrituras, se haría realidad. María era “virgen” (parthénos). La palabra significa una joven núbil, como se ve en la parábola de las vírgenes necias.
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Guías homiléticas 20 de diciembre de 2020 IV DOMINGO DE ADVIENTO 2S 7, 1-5.8b-12.14a.16 / Sal 88 / Rm 16, 25-27 / Lc 1, 26-38 Del Evangelio según san Mateo Por eso, a tu hijo lo llamarán Santo e Hijo de Dios. Además, debes saber que tu parienta Isabel también ha concebido un hijo, a pesar de su vejez. Y ella, que decían que era estéril, está ya de seis meses, porque para Dios no hay nada imposible”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor. ¡Que se cumplan en mí tus palabras!”. Y el ángel se retiró. Palabra del Señor
JESÚS, MESÍAS, SALVADOR Pero aquí el contexto hace ver que se trata de una virginidad en sentido estricto. Pero estaba “desposada” (emnestheuménen) con José. El verbo usado lo mismo puede significar desposorio que matrimonio (Lc 2, 5). Algunos autores sostienen que aquí se trata ya del matrimonio, pero lo ordinario es entenderlo como desposorio. El desposorio en Israel se realizaba para las jóvenes entre los doce y los trece años, y para los jóvenes entre los dieciocho y los veinticuatro, y el matrimonio al año del desposorio. Pero el desposorio tenía características especiales: si la desposada en el intervalo de su desposorio era infiel, se la consideraba adúltera; si el prometido moría, se la consideraba viuda, con los derechos del “evirato”; el prometido no podía anular los esponsales sino con el “libelo de repudio”; y el hijo concebido después de los esponsales era considerado legítimo. El nombre de José significa “añadir” (yasaf). Se lee en el Génesis: “Le llamó José, pues dijo: Añádame Yahvé otro hijo” (Gn 30, 24). Posiblemente esté abreviado y en su forma plena fuese “Josef-El” o “Josef-Iah”, añádame Dios o Yahvé. Para la interpretación del nombre de María se han propuesto cerca de sesenta etimologías. Pero científicamente en hebreo solamente se podrían admitir las procedentes de la raíz marah, ser rebelde; mara, ser bella, o miryam, como el nombre de la hermana de Moisés (Ex 15, 20), que se la llama profetisa, de la raíz ra’ah, ver, ser vidente. Pero el Evangelio da la transcripción aramea del nombre: Maryam. Su etimología responde a la raíz mar y mari, señora. Maryam es abreviatura de Mariame o Mariamme, nombre muy usual en la época, desde los días de los asmoneos. El Talmud da como equivalente del nombre de Maryam, hija del que fue sumo sacerdote, Boethos, los nombres de Martha
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(maestra, señora) y Sará (señora). Es la etimología que sin duda le corresponde: Señora.
San José El evangelista destaca que José era “de la casa de David”. Esto es porque legalmente los derechos dinásticos venían al hijo por el padre. Pero que María era de la casa de David es una enseñanza de la tradición cristiana. Y parece insinuado en los versículos 32 y 69 del capítulo primero de San Lucas.
La figura de la Virgen María En aquel momento, Maria es la personificación de Israel, la Hija de Sión, toda hermosa, “Agraciada”. Ella ha ganado el corazón de Dios. Es la Toda pulchra de los Cantares, la hija de Sión, predilecta. - Contigo el Señor. Cuenta para su misión de Madre del Mesías con el poder y asistencia de Dios. Contigo y en Ti. Será la verdadera Arca de la Nueva Alianza. Ella guardará, no como la antigua, signos y sombras. Ella es el Arca de Dios. - Bendita entre todas las mujeres: Es la Mujer prometida por el Protoevangelio. - Elegida para Madre del Mesías; el Hijo de David que hereda todas las Promesas Davídicas. Y elegida para Madre del Hijo del Altísimo. En su Hijo se va a cumplir de verdad y plenamente lo que se prometió al hijo de David: “Yo le seré Padre y él me será hijo”. Y en razón de ser el hijo de María hijo de Dios, va a nacer de su virginidad. El Precursor está ya para nacer, hijo milagroso; hijo de madre estéril. - La Virgen entra de lleno en el plan de Dios: Ecce ancilla… Fiat. Y pone en marcha la economía de nuestra Salvación: “A quien todos los Profetas
20 de diciembre de 2020 IV DOMINGO DE ADVIENTO 2S 7, 1-5.8b-12.14a.16 / Sal 88 / Rm 16, 25-27 / Lc 1, 26-38 Del Evangelio según san Mateo Por eso, a tu hijo lo llamarán Santo e Hijo de Dios. Además, debes saber que tu parienta Isabel también ha concebido un hijo, a pesar de su vejez. Y ella, que decían que era estéril, está ya de seis meses, porque para Dios no hay nada imposible”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor. ¡Que se cumplan en mí tus palabras!”. Y el ángel se retiró. Palabra del Señor
JESÚS, MESÍAS, SALVADOR anunciaron, la virgen esperó con inefable amor de Madre…” (Pref. II Adv.). - Esta escena de la Anunciación concentra y califica el ser, la función, la actuación y destino de María. Ella es la: “Madre del Señor” (Lc 1, 43); la Madre-Virgen del “Emmanuel” (Is 7, 14). - María es la: Colaboradora del Espíritu Santo en la obra de la Encarnación y de la Redención. Colaboradora en pura humildad, en absoluta disponibilidad, en abrasada caridad. Toda Ella y toda su vida es un: “Fiat", un “Sí” al amor y al querer de Dios.
con esta fe debéis llevar los párvulos a Cristo. Sin ella, en efecto, sin esta fe en el corazón, causaríais la muerte a esos niños cuando respondéis por ellos. Fuera simulación manifiesta ir con estos párvulos -al bautismo- sin esta fe. ¡Pero si está sano…, no tiene mal, no tiene defecto alguno!; con todo, le llevaré al médico. ¿Por qué? La costumbre. Y ¿no temes te diga el médico: Llévate contigo a ése, pues no son los sanos quienes han menester de médico, sino los enfermos?” (San Agustín, Obras, VII, 3ª Edición, BAC, Madrid, p. 90-100).
Aporte pastoral “Acaso parecerá a algunos enorme (o indecente) que Dios habite un cuerpo. ¿Mas por ventura el sol, cuyo cuerpo es sensible, mancha su propia pureza a cualquier parte que envíe sus rayos? Pues con mucha más razón el Sol de justicia, tomando un cuerpo purísimo de las entrañas de la Virgen, no sólo no se manchó, sino que antes, por el contrario, santificó más a la Madre”. (San Juan Crisóstomo, Cat. graec. Patrum). “Palabra humana es, y digna de toda aceptación, que Cristo Jesús vino al mundo. ¿A qué vino? A salvar -sanar- a los pecadores. No fue otra la causa de haber venido al mundo; no le guiaron del cielo a la tierra nuestros méritos, sino los pecados. Esta es la causa de haber venido: Salvar a los pecadores. Y le llamarás Jesús. ¿Por qué has de llamarle Jesús? Porque él sanará a su pueblo de los pecados de ellos. Le llamarás de nombre Jesús. ¿Por qué Jesús? ¿Qué razón hay para ese nombre? Escúchala: Él sanará a su pueblo. ¿De qué? De los pecados de ellos… A su pueblo: de los pecados de ellos. ¿No pertenecen los infantes a este pueblo, cuyos pecados sanará Jesús? Sí, evidentemente, hermanos míos. Estad bien persuadidos de ello, creedlo así; octubre / diciembre - 2020 - Vida pastoral no 180
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Guías homiléticas 27 de diciembre de 2020 LA SAGRADA FAMILIA Si 3, 2-6.12-14 / Sal 127 / Col 3, 12-21/ Lc 2, 22-40 Del Evangelio según san Juan Él se levantó y con el niño y su madre regresó al país de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao había sucedido a su padre Herodes en el gobierno de Judea, no se atrevió a ir allá. Y advertido por Dios en un sueño, se fue a la región de Galilea y allí se estableció en una población llamada Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.
Palabra del Señor
LA FAMILIA, CUNA Y MODELO DEL AMOR Y DE LA PAZ Cada lectura de hoy refleja el contexto cultural y religioso de su época. La familia hoy, cuestionada por la cultura individualista, incluso muchas familias se dividen por odios terribles, unos miedos mayúsculos y una inseguridad grande. Celebrar la Sagrada Familia de Nazaret, es darnos cuenta como el Señor que ha hecho al hombre y a la mujer, y que los ha bendecido con la gracia de los hijos para ser familia, para ser presencia y manifestación suya. Si el hecho de que Dios haya querido tener una Madre, llama la atención y sorprende, ya que el Hijo de Dios ha nacido de mujer y ha nacido bajo la ley, es algo que sorprende y que deslumbra; en la misma proporción es fascinante que el Hijo de Dios, hecho hombre, haya querido tener unos padres para ayudarlo a crecer en gracia y santidad (Lc 2, 40). San Mateo nos presenta a Cristo integrado en la vida de familia. La Encamación, al Hijo de Dios le acerca y asemeja a los hombres. En su vida de familia es modelo adecuado para todos. Jesús vive su infancia perseguido y expatriado. Es lección para nosotros. En clima de persecuciones y en espiritualidad de “éxodo”, caminará siempre la Iglesia. La Providencia del Padre la guarda; pero no destruyendo a los enemigos (Herodes), sino inspirándole humildad y paciencia. El texto que aquí aduce san Mateo: “De Egipto llamé a mi hijo” (15), se aplica a la vez al antiguo Israel liberado de Egipto, al Mesías, y a nosotros. En la tierra siempre somos desterrados. Llegaremos a la Patria, Casa del Padre, liberados por el Redentor que ha querido compartir nuestra triste suerte de esclavos; y, nuevo Moisés, se ha puesto a nuestro frente. Siguiéndole llegamos a la Patria. Con el Hijo, hijos de Dios, pasamos del destierro y esclavitud a la Salvación eterna; desterrados y perseguidos, viadores y peregrinos, tenemos ya al verdadero Libertador, al nuevo Moisés, Jesús.
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En otro cuadro, nos presenta Mateo a Cristo en su vida de familia de Nazaret. Y le aplica la profecía: “Será llamado Nazareno” (23). La intención de Mateo parece ser dar a esta frase sentido biforme: a) Nazaret era una aldea mísera y difamada (Jn 1, 46). Y dado que los Profetas hablan del origen humilde y vida oculta del Mesías (Is 11, 1; 49, 2), Jesús llevará la humillación de los apelativos “Nazareno” (Jn 19, 20; Hch 24, 5) y “Galileo” (Jn 7, 52). b) “Nazareno” (de Nazir) significaba también “consagrado”. Y es claro que los Profetas preanuncian al Mesías como “consagrado” a Dios y “Ungido” de Dios. Este cuadro de Jesús en su vida de familia de Nazaret debemos completarlo con lo que nos dice san Lucas, Evangelista, documentado en las mejores fuentes: …. “Se volvieron a Galilea, a Nazaret, su ciudad. Y el Niño iba creciendo; y se vigorizaba colmado de sabiduría; y sobre Él permanecía la complacencia de Dios” (Lc 2, 40). Y otra vez: “Y descendió con ellos a Nazaret. Y siguió sujeto a su obediencia. Su Madre guardaba todos estos hechos en su corazón. Mientras, Jesús progresaba a una con la edad, en sabiduría y gracia delante de Dios y de los hombres” (Lc 2, 51). Jesús se nos ofrece a todos como el modelo más amable e imitable en ese ambiente sencillo de su casita de Nazaret. Modelo de humildad sincera y sin artificio, de obediencia respetuosa y filial. En desarrollo armónico de todas sus facultades. En irradiación creciente de gracia y santidad. La Virgen no debía sujetarse a purificación alguna. Jesús se había desprendido de su seno como el fruto del árbol, como el rayo de luz se desprende del sol; y como el rayo luminoso atraviesa el cristal sin mancillarlo, así nació Jesús de María sin detrimento de su inmaculada pureza. Con todo, se sujeta a la ley de la purificación para dar público ejemplo de su obediencia y humildad. Nosotros,
27 de diciembre de 2020 LA SAGRADA FAMILIA Si 3, 2-6.12-14 / Sal 127 / Col 3, 12-21/ Lc 2, 22-40 Del Evangelio según san Juan Él se levantó y con el niño y su madre regresó al país de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao había sucedido a su padre Herodes en el gobierno de Judea, no se atrevió a ir allá. Y advertido por Dios en un sueño, se fue a la región de Galilea y allí se estableció en una población llamada Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.
Palabra del Señor
LA FAMILIA, CUNA Y MODELO DEL AMOR Y DE LA PAZ en cambio, buscamos todo recurso para sacudir el yugo de las leyes; y, siendo pecadores, nos place ocultar nuestras miserias y revestirnos con las externas apariencias de la virtud. Jesús, desde su entrada en el mundo, se ofrece a Dios para el rescate de los hombres, con espíritu pronto y generoso. Su oblación será continua durante su vida, se consumará en la Cruz. Ello importa, para sus discípulos y seguidores, la obligación de ofrecerse a Dios desde la juventud, y de recortar de la vida todo aquello que puede no ser grato a Dios.
La paz os dejo De Simeón, debemos aprender la gratitud por el gran beneficio de la salvación. Como él, nosotros tenemos a nuestra disposición al divino Salvador. Él le tuvo en sus brazos; nosotros podemos albergarlo en nuestro pecho. A nosotros viene por la Comunión, para individualizar en cada uno de nosotros los frutos de su redención. El gozo exultante del santo anciano es un reproche a nuestra indiferencia con respecto a Jesús y a los bienes inefables que, en todo orden, por Él nos han venido. San Cipriano dice de la palabra en paz como si estuviera en acusativo de fin o destino, no en el sentido de morir en paz o contento, sino ser soltado de la cárcel de este cuerpo para ir a la paz de la vida eterna. Lo mismo dice Teofilacto. Otros, como Orígenes, San Ambrosio y San Gregorio Niseno, en el sentido de que ya se había renovado la paz entre Dios y los hombres, por medio de Cristo. Eutimio propone tres explicaciones: 1) En paz, en cuanto al pensamiento; como si dijera que los pensamientos que lo inquietaban acerca de la encarnación están ya tranquilos.
2) En paz de seguridad, porque “no temeré ya a la muerte a causa de mi extrema vejez”. 3) En la paz del gozo, porque “ya no me turbaré en adelante por la libertad de Israel, habiendo visto ya al Libertador”. Jesús es el signo de contradicción de todos los siglos. Los hombres se dividen respecto a Él en dos bandos, de amigos y enemigos. Nosotros nos preciamos de amigos suyos; nos gloriamos de nuestra fe, de nuestra religión. Pero a veces, no pocas, nos avergonzamos de ella y de Él, su autor. Nuestras reservas y nuestro silencio culpable son una resta al campo favorable a Jesús. Ni es sólo la abstención de nuestra profesión de fe; es a veces la colaboración con los elementos del campo contrario: lecturas, espectáculos, conversaciones, escándalos, nos hacen colaboradores de los ejércitos del mal. Quien no está con Jesús está contra Él. La historia no nos dice que muriera, la Virgen María, al filo de una espada, dice San Beda; ni es el alma, sino el cuerpo el que puede ser traspasado por una daga. Se trata, pues, aquí de la espada del dolor de la pasión del Señor. Porque si bien durante ella veía la Virgen al Hijo ofrecerse espontáneamente a la muerte, de la cual sabía que debía, a la postre, triunfar; pero, carne de su propia carne, como era, no podía dejar de sufrir dolores acerbos. Agradezcamos a la Virgen, haberlos aceptado ya en la infancia de su hijo y haber llevado clavada en su pecho la espada de la memoria de la tremenda profecía, por toda la vida, uniendo sus sacrificios a los de Jesús, para nuestra redención. Un hecho de esta dimensión y perspectiva nos lleva naturalmente a valorar y agradecer el don inestimable de cada una de nuestras familias, así espontáneamente esta fiesta se vuelve una acción de gracias y un canto de alabanza al Señor octubre / diciembre - 2020 - Vida pastoral no 180
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Guías homiléticas 27 de diciembre de 2020 LA SAGRADA FAMILIA Si 3, 2-6.12-14 / Sal 127 / Col 3, 12-21/ Lc 2, 22-40 Del Evangelio según san Juan Él se levantó y con el niño y su madre regresó al país de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao había sucedido a su padre Herodes en el gobierno de Judea, no se atrevió a ir allá. Y advertido por Dios en un sueño, se fue a la región de Galilea y allí se estableció en una población llamada Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.
Palabra del Señor
LA FAMILIA, CUNA Y MODELO DEL AMOR Y DE LA PAZ por todos sus beneficios y por todas las gracias que Él nos ha dado por medio de nuestras familias. De ahí que esta fiesta es una oportunidad única para reconocer y agradecer, para valorar y bendecir por la familia que tenemos. Y a su vez es la oportunidad de mirar a la Sagrada Familia, para aprender de ellos el estilo y las actitudes que debemos tener para vivir de acuerdo a su voluntad.
Aporte pastoral De la Sagrada Familia, el evangelio nos dice muy poco, casi nada. Algunos evangelistas ni siquiera se refieren al período de tiempo en el que Jesús vivió en Nazaret con María y José. Lo que sí sabemos es que el conflicto que provocó Jesús al romper con todo lo que impedía la transformación del mundo de los hombres en un mundo de hermanos; ese conflicto afectó en primer lugar a su familia de Nazaret. Recordemos lo que pasó cuando Jesús se quedó en el templo: cuando lo encontraron, su madre le regañó y Jesús respondió: “¿No sabíais que yo tengo que estar en lo que es de mi Padre?” (Lc 2, 49). Y así, tanto José como María se vieron en la necesidad de romper con su tierra y su pasado para defender a Jesús y ponerse de su parte. De José sabemos poco. Mateo nos dice que tuvo que abandonar su tierra para defender a Jesús, recién nacido, de la crueldad de Herodes (Mt 2, 13-14); de María sabemos algo más, aunque no mucho. Desde que aceptó el anuncio del ángel (Lc 1, 26-38) hasta que se integró en la comunidad cristiana, después de la resurrección de su hijo (Hch 1, 14), debió sentir cómo aquella espada, de la que le habló el anciano Simeón, cortaba y separaba, una y otra vez, todo lo que podría haberle impedido colaborar con su hijo en la lucha
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por convertir el mundo entero en una gran familia. Así, la importancia de la Sagrada Familia de Jesús, José y María consiste, sobre todo, en haber sido el comienzo de la gran familia de Jesús. Por eso es la primera y el modelo de las familias cristianas.
Liturgia
Actualidad
La
Comunión
espirituaL
En alguna transmisión por redes sociales, hace unas semanas, dirigimos unas palabras de aliento a quienes estaban pasando por un momento difícil no solo por problemas de salud, sino también por la situación del ayuno eucarístico forzado que estamos viviendo en estos momentos.
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n esa ocasión hablamos de la comunión espiritual, imaginándola como una práctica conocida y a la cual las personas acudían espontáneamente en este momento de confinamiento. Pero luego encontré un mensaje de una persona que agradeció el consejo porque era una novedad y un consuelo para ella. Entonces comprendí que la comunión espiritual no es una práctica tan extendida. Yo mismo confieso
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que, a pesar de haber leído varios textos en el pasado que hablan de ello, incluido el célebre libreto de San Alfonso María de ‘Ligorio, Visitas al Santísimo Sacramento y a la Santísima Virgen María, no lo practiqué ni hablé de ello. La razón es simple. No me había sucedido que fuera privado involuntariamente de la comunión eucarística y tampoco, por supuesto, lo habíamos vivido de manera masiva como en este momento. Ahora que la suspensión de la Misa se ha extendido por todo el país y por muchas naciones, siento que tengo que repasar esta práctica piadosa no solo por los demás, sino también por mí.
San Alfonso lo presenta así: “La comunión espiritual consiste en el deseo ardiente de recibir a Jesús Sacramentado y en un abrazo amoroso como si ya hubiera sido recibido”. En otras palabras, es una comunión de deseo que expresa el anhelo de acoger a Jesús en las especies eucarísticas, pero dada la imposibilidad objetiva, lo acoge espiritualmente, en el deseo, en la fe. Surge la pregunta: ¿Esta comunión reemplaza entonces a la comunión sacramental? La respuesta es no. La comunión espiritual se practica junto con la comunión sacramental y, cuando no se puede, como expresión del deseo de la comunión sacramental. De hecho, el Concilio de Trento, encontrándose con la práctica más extendida de la comunión espiritual que la comunión sacramental, exhortó a los fieles que participaban en la Misa a no conformarse con recibir la comunión espiritual y también con recibir la Eucaristía sacramentalmente.
La comunión espiritual es un acto de fe en la presencia espiritual del Señor y un acto de deseo de comunión sacramental con Él. En esta clave podemos practicarlo en este período en particular y quizás insertarlo en nuestras prácticas espirituales, sabiendo que los grandes santos de la era moderna recomendaban la comunión espiritual cada vez que entras a visitar el Santísimo en una Iglesia.
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Biblia
"LA
Palabra
NO ESTÁ
ENCADENADA" Por: P. Danilo A. Medina L., ssp
El anuncio de la Palabra en medio del confinamiento, a la luz de Hch 28, 30-31 “Durante dos años completos permaneció Pablo en la casa que tenía alquilada, y recibía a todos los que iban a verlo. Y predicaba el reino de Dios y enseñaba acerca del Señor Jesucristo con toda libertad y sin impedimento alguno.”
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aradójicamente, las actuales condiciones de aislamiento social y confinamiento impuestas por la pandemia del Covid-19, podría representar o bien un gran obstáculo a la tarea evangelizadora de la Iglesia, o bien una provi-
dencial oportunidad para incentivar la creatividad en la búsqueda de estrategias, recursos, modos, lenguajes y medios nuevos para la tarea prioritaria de la Iglesia al servicio de la Palabra de Dios, que debe ser proclamada desde las azoteas del mundo (cf. Mt 10, 27).
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Biblia
1. Contextos:
zón del mundo de entonces, para que, desde allí, se difundiera e irradiara esa Buena Nueva hasta los últimos rincones del mundo.
El texto que ilumina las presentes reflexiones, nos ubica en unos contextos muy importantes y significativos, que ayudan a interpretar y entender mejor el sentido de cuanto nos dice este texto, y sus enseñanzas en las circunstancias que vive hoy la humanidad entera.
b. En la vida de Pablo:
a. En la obra de Lucas: Hch 28, 30-31 no sólo es el final natural del libro de los Hechos de los Apóstoles y de la entera obra de Lucas (Lc + Hch); representa, sobre todo, el cumplimiento del programa y del propósito del libro, como había sido anunciado en 1,8: “Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que vendrá so-
bre ustedes, y serán mis testigos así en Jerusalén como en toda Judea, Samaria, y hasta los confines de la tierra”. De hecho, Roma, como capital del Imperio y megápolis por excelencia, equivalía al confín de la tierra. Además, que el Evangelio de Cristo muerto y resucitado llegara a Roma, no sólo era el propósito literario y teológico de Lucas en su obra, sino que era también el objetivo último del proyecto de evangelización de la Iglesia desde su nacimiento. La misión prioritaria de la Iglesia, guardiana y portadora del mensaje de Cristo, debía llevar esa Palabra a Roma, cora-
Cuanto nos dice Lucas en esos dos últimos versículos de los Hechos no es propiamente el final de la vida de Pablo, como tal vez muchos lectores de dicho libro lo esperarían1, pero sí es la realización y el cumplimiento del gran propósito misionero del Apóstol de los gentiles. En la carta a los Romanos, al final de su tercer viaje misionero, Pablo había manifestado su intención de llegar con el Evangelio de Cristo hasta el extremo occidental de la cuenca del Mediterráneo, pues toda la parte oriental ya la había llenado de ese mensaje de vida y de salvación, desde Jerusalén hasta el Ilírico (cf. Rm 15, 1924). Además, según el testimonio del mismo Lucas, el Señor en persona le hizo saber a Pablo que esa era su voluntad, mientras el Apóstol se encontraba como prisionero en el cuartel de los romanos en Jerusalén: “¡Ánimo!, pues como has dado testimonio de mí en Jerusalén, así debes darlo en Roma.” (Hch 23, 11). 1 Es muy importante recordar que Lucas no pretende hacer biografía de Pablo, por mucho que lo aprecie y lo admire. Su pretensión va más allá de exaltar la figura de Pablo, por significativa que sea. Él quiere mostrarnos como el Evangelio de Cristo se va abriendo caminos, por la acción del Espíritu Santo, hasta alcanzar el confín de la tierra. Y la presencia de Pablo es fundamental, sólo en la medida en que se pone al servicio de este plan de evangelización de la Iglesia, como efectivamente lo hizo. Por eso no debe sorprendernos que Lucas no nos cuente cuál fue el final de la vida de Pablo; él tiene claro que Pablo es instrumento de la acción de Dios, como lo son los demás apóstoles y misioneros, y como lo es la Iglesia misma. Lo verdaderamente imprescindible es Cristo y su Buena Nueva del Reino de Dios, que muestra el camino de la salvación a la humanidad entera.
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Por eso fue que Pablo, aun habiendo podido ser liberado de la prisión en Cesarea marítima, primero por parte del procurador Porcio Festo y luego por parte del rey Agripa, prefiere apelar al César, a lo cual tenía derecho por ser ciudadano romano, para tener que ser remitido a Roma a comparecer ante el Emperador (cf. Hch 25, 12.21; 26, 32). Y, efectivamente, después de dos años de prisión en Cesarea, es enviado cautivo a la Ciudad Eterna, a donde finalmente llegará, hacia el año 61, después de un accidentado viaje por mar, y un dramático naufragio que le dio la oportunidad de evangelizar a su paso varias poblaciones, especialmente la isla de Malta (cf. Hch 27, 1 – 28, 16). Y en Roma, por voluntad e intervención divina, puede finalmente poner el broche de oro a su tarea evangelizadora, y un poco más adelante, según la tradición de la Iglesia, también sellar definitivamente su testimonio de fidelidad a Cristo con el martirio, decretado por el emperador Nerón.
Acerca del aspecto formal y gramatical de los dos versículos que estamos comentando sólo deseo poner de relieve dos elementos, que me parecen significativos de acuerdo al propósito que nos ha llevado a acercarnos a este texto. Ante todo, el intencional uso que hace Lucas de una forma verbal en pretérito imperfecto y tres participios presentes, para referirse a las principales acciones de las frases (recibía, acudientes, anunciando, enseñando). El imperfecto se usa para indicar una acción no concluida, sino que continúa en el tiempo, se prolonga indefinidamente. Y algo similar sucede con los participios presentes, que en ocasiones corresponden en castellano al gerundio, con lo cual se expresan acciones dinámicas, prolongadas, habituales.
En cuanto al contenido de estos dos versículos, cabe resaltar la centralidad de la predicación del Reino de Dios, que fue también la tarea cumplida por el Señor Jesús, según el encargo recibido del Padre Dios, y que a su vez Él confió también a sus discípulos y apóstoles cuando los enviaba en misión (cf. Mt 10, 7; Lc 9, 2.6; 10, 9). Pablo, aun sintiéndose como un aborto entre los apóstoles por su “tardía vocación” (cf. 1 Cor 15, 8), tuvo clara la prioridad de su misión evangelizadora. Prácticamente en todas sus cartas, al saludar a los destinatarios, deja constancia de su firme convicción de haber sido llamado y destinado a predicar sin pausa ni tregua esa Palabra del Resucitado, que tiene poder de salvación y santificación (cf. 1 Tm 4, 5).
El otro elemento gramatical interesante en el texto tiene que ver con la redundancia que encontramos en cuanto a la predicación de la Palabra por parte de Pablo, aun estando en esa especie de prisión domiciliaria pareciera no existir ninguna clase de obstáculo para su misión: predicaba, enseñaba, con toda libertad (meta. Pa,shj parrhsi,aj, en griego), y sin impedimento alguno (con el adverbio avkwlu,twj en griego).
San Pablo está firmemente convencido de que el mensaje del cual es depositario, o en sus propias palabras “heraldo, apóstol y maestro” (cf. 1 Tm 2, 7; 2 Tm 1, 11), es una Palabra que contiene el camino de la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús (cf. 2 Tm 3, 15), y por eso es una Palabra “provechosa para la enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para la educación en
2. El texto:
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la justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado y dispuesto para toda obra buena.” (2 Tm 3, 16-17).
Y esta es la Buena Noticia que él se dedicó a proclamar y hacer conocer por todo el mundo, sin escatimar nada, porque era el ministerio apostólico que llevaba como un tesoro en vasijas de barro (2 Cor 4, 7) y que le daba las fuerzas para soportar y afrontar todo tipo de prueba y tribulación (cf. 2 Cor 4, 7-18; 11, 22-33). Los destinatarios de las cartas y de la animación pastoral de Pablo en sus comunidades, captaron esta convicción del Apóstol y le correspondieron con actitudes de sincera conversión cristiana y haciendo que desde dichas comunidades también se difundiera esa Palabra por doquier (cf. 1 Tes 1, 8-10), y por eso él no se cansa de dar gracias a Dios, porque “al recibir la palabra de Dios que les predicamos, la acogieron, no como palabra de hombre, sino cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece activa en ustedes, los creyentes.” (1 Tes 2, 13).” Y tampoco se cansa de insistir y recomendar a sus discípulos y colaboradores, como a Timoteo: “Te conjuro en presencia de Dios y de Cristo Jesús que ha de venir a juzgar a vivos y muertos, por su Manifestación y su Reino. Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina… realiza la
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función de evangelizador, desempeña a la perfección tu ministerio.” (2 Tm 4,1-5).” En último término, lo que hace Hch 28, 30-31 es constatar la certeza que tiene Pablo de que la razón de ser de su existencia y de su ministerio gira en torno a ese Evangelio “por cuya predicación -dice él- padezco trabajos hasta estar encadenado como un malhechor; pero la Palabra de Dios no está encadenada.” (2 Tm 2, 9; cf. Col 1, 25). Y esta fue una realidad no sólo en su prisión de Roma, a la que se refiere Lucas en los Hechos, sino en sus otras experiencias de encarcelamiento y privación de su libertad, como en Éfeso, Jerusalén o Cesarea marítima, antes de llegar a la Ciudad Eterna. Y, de hecho, varias de sus cartas él pudo haberlas escrito desde la prisión, y por eso reciben el nombre de cartas de la cautividad (cf. Filp 1, 14-17; Ef 3, 1; 2 Tm 1, 8; Film 1.9.13). Las cadenas o barrotes de las cárceles no impidieron que el Apóstol siguiera anunciando cabal y libremente el mensaje salvífico del Señor Jesús, pues el evangelizador puede ser tomado prisionero, pero la Palabra de Dios que anuncia no, pues ella es libre y causa de la verdadera libertad.
3. En la actual situación de la humanidad: A partir de cuanto venimos comentando de los versículos conclusivos de los Hechos de los Apóstoles, podemos proyectar desde la fe una luz de esperanza y de compromiso a la tarea irrenunciable e impostergable que tiene la Iglesia, y que todos nosotros tenemos como Iglesia, de anunciar íntegra la Palabra de Dios como mensaje de vida y de salvación, aun cuando las noticias actuales hablan de muerte y de sufrimiento. Esperanza, porque, de hecho, el mensaje de la evangelización encuentra su centro y fuente de sentido en Cristo mismo, muerto y resucitado por nuestra salvación. Si bien la actual pandemia va sembrando terror y angustia a su paso, la Palabra nos asegura y nos recuerda que Cristo vino al mundo para que tuviéramos vida, y vida en abundancia (cf. Jn 10, 10). La voluntad de Dios, que nos ama infinitamente, no es la perdición de nadie, sino “que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tm 2, 4). Esta certeza es la que puede infundirnos serenidad y paz en medio de las actuales circuns-
tancias que atravesamos, y permite que seamos renovados en aquella esperanza cristiana que “no defrauda” y más bien es capaz de “llenarnos de alegría” incluso en medio de las tribulaciones y adversidades (cf. Rm 5, 5; 12, 12).
cada medio2; pero lo que sí es admirable y digno de elogio es la pasión y fervor con los cuales los evangelizadores se han volcado a esta “toma pacífica” de la internet, las plataformas y las redes sociales de comunicación.
Y compromiso, porque “sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio” (Rm 8, 28). De modo que aun de estas circunstancias de confinamiento y cuarentenas que estamos viviendo en nuestros países y ciudades, podemos salir beneficiados y bendecidos, si es que estamos dispuestos a aprender las lecciones que nos traen, y si de verdad nos empeñamos en “reinventarnos” y renovarnos en todas las dimensiones de la existencia, incluidas aquellas de la fe y de nuestro compromiso misionero.
En este sentido, sería muy importante recordar las hermosas enseñanzas que el magisterio de la Iglesia nos ha regalado al respecto, por ejemplo, desde la Inter Mirífica3, la Communio et Progressio4, la Evangelii Nuntiandi5, la Catechesi Tradendae6, la Aetatis Novae7 y la misma Evangelii Gaudium del Papa Francisco8, que contiene muy precisas y actuales orientaciones para responder a los desafíos de la evangelización en el mundo contemporáneo. Y un capítulo especial, a este respecto, lo merecerían también los mensajes pontificios en ocasión de las 54 Jornadas Mundiales de las Comunicaciones Sociales que ya se han celebrado en la Iglesia, a partir del Concilio Vaticano II.
Así como Pablo supo vencer los obstáculos y superar las barreras para seguir anunciando la Palabra de Dios, también nosotros como Iglesia podemos encontrar caminos y canales nuevos de comunicación para la proclamación de esa Palabra. Y, de hecho, lo que hemos visto en estos últimos meses es una especie de “invasión” por parte de sacerdotes, misioneros y laicos comprometidos de los medios de comunicación y las redes sociales. Sobre el modo de hacer presencia en estos medios y “nuevos areópagos” de la comunicación, cabría hacer reflexiones más cuidadosas, y con actitud crítica, pues no siempre se respetan los códigos y lenguajes de los diversos formatos de
En efecto, los medios más rápidos y eficaces que la tecnología nos ha venido ofreciendo para la comunicación interpersonal, representan oportunidades privilegiadas para hacer que la Buena Nueva del Reino de Dios resuene en los oídos y corazones de todas las personas y todos los pueblos. Empleándolos sensata y prudentemente, respetando sus propias leyes y exigencias, sus propios lenguajes y contextos, haremos realidad la convicción de Pablo, según la cual “la Palabra de Dios no está encadenada”, como él mismo lo demostró en su cautiverio romano, “enseñando todo lo referente al Señor Jesucristo con toda libertad, sin impedimento alguno”.
2 Infortunadamente, con mucha frecuencia encontramos mucha “transmisión” de celebraciones o ritos religiosos, mas no una auténtica comunicación evangelizadora según los diversos formatos o géneros periodísticos. 3 Decreto del Concilio Vaticano II sobre los Medios de Comunicación Social, promulgado el 4 de diciembre de 1963 por el Papa Pablo VI. 4 Instrucción pastoral de la Pontificia Comisión para las Comunicaciones Sociales, sobre los medios de comunicación social, publicada el 23 de mayo de 1971, por disposición del Concilio Vaticano II. 5 Exhortación apostólica postsinodal del Papa Pablo VI, publicada el 8 de diciembre de 1975. 6 Exhortación apostólica postsinodal del Papa Juan Pablo II, publicada el 16 de octubre de 1979. 7 Instrucción pastoral del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, publicado en el vigésimo aniversario de la Communio et Progressio, el 22 de febrero de 1992. 8 Primera exhortación apostólica del papa Francisco, publicada el 26 de noviembre de 2013.
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Por: P. Danilo A. Medina L., ssp
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Y LOS DRAMAS
HUMANOS “¡Ojalá se pesara mi desgracia y se acumularan en la balanza mis penas!” (Job 6, 2)
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Premisas: as circunstancias que vive la humanidad entera por estos días, marcadas por los temores, las preocupaciones, las incertidumbres y las consecuencias dolorosas de la pandemia del Covid-19 que ha azotado en mayor o menor grado a todos nuestros pueblos y naciones, nos invitan a replantear todos los aspectos de nuestra vida, desde los más superficiales y materiales, hasta los más trascendentales y espirituales. El camino de la fe no es ajeno a las realidades contingentes que debe afrontar el creyente. Generalmente las crisis existenciales traen consigo también crisis de fe. Eso lo vivió el pueblo de Dios a lo largo de su historia (cf. deportación y exilio babilónico), y eso lo experimentó también el Job bíblico, como lo han vivido todos los “Job” en los diversos tiempos, lugares y culturas. Acercarnos al modo como Job vivió su proceso de maduración en la fe, en medio del dolor de la prueba, puede darnos luces que nos ayuden a vivir también hoy nuestras propias crisis, cuando nos vemos avocados a replantearnos el sentido de la vida, el sentido del dolor, del sufrimiento y de la misma muerte. El libro de Job, al cuestionar severamente el dogma de una teología retribucionista, no sólo se pone el problema de cómo entender el sufrimiento de los inocentes, sino, ante todo, cómo entender la justicia de Dios frente a
dicha realidad del sufrimiento injusto. Y esto plantea el tema de la calidad de la fe del creyente. En efecto, muchas veces nuestra fe es una fe interesada, es decir, que espera recompensas de Dios. Job tuvo que aprender a purificar su fe en el crisol de la prueba, hasta llegar a una fe de abandono y gratuidad. Y este es el más grande desafío: llegar como Job a reconocer que antes, cuando la vida le sonreía y todo marchaba bien, en realidad no conocía a Dios, o lo conocía sólo superficialmente (“de oídas”), pero una vez pasado por el tamiz del sufrimiento y del dolor fecundo, llegó a conocerlo de verdad (“ahora sí te han visto mis ojos”). Sin embargo, a lo largo de este proceso, Job tuvo que superar muchas pruebas, pasar muchos dramas, sin esconder ni atenuar sus fuertes reclamos a Dios, que llegaron a expresarse con irrespeto e irreverencia, lindando con lo blasfemo. De esta manera, Job reivindica para nosotros, si no el derecho, al menos la posibilidad de litigar con Dios, de quejarnos ante Él, aun sabiendo que no es el culpable de nuestros males, pero sí con la certeza de que Él es el único que está siempre dispuesto a escucharnos y atender nuestros reclamos1.
1. Breve comentario del texto propuesto: Job 6, 2 En la estructura literaria del libro de Job, después del prólogo (que se corresponde con el epílogo, con el cual forman el marco narrativo de la leyenda arcaica), encontramos una primera gran parte, constituida por los capítulos 3-27, compuesta por tres series de diálogos entre Job y sus tres supuestos amigos. El versículo 2 del capítulo sexto hace parte de la respuesta de Job a la primera intervención de Elifaz de Temán en la cual le reprocha no querer reconocer que si está sufriendo lo que sufre es porque ha pecado y está siendo “corregido” por Dios. La primera expresión en la respuesta de Job expresa la amargura de quien ha visto multiplicarse los males en su contra, sin haber dado motivo para ello. Si se pudiera pesar la desgracia de Job y poner en la balanza todas sus penas, quedaría demostrado que son demasiado grandes, exageradas, desproporcionadas: “pesarían más que la arena de los mares” (6, 3). Pero
1 Este aspecto contestatario (sapiencial y profético) del libro de Job, lo pone en evidencia en su breve comentario: MAGGIONI, B., Job y Cohélet. La contestación sapiencial en la Biblia, DDB, Bilbao, 1993. En esta misma perspectiva, puede también verse: BONORA A., Il contestatore di Dio, Torino, 1978, y MEDINA D. A., ¿Dios Tolera las injusticias? Aproximación exegética a Job 24, 1-12, San Pablo, Bogotá, 2016.
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este lamento de Job, no se queda sólo en evidenciar la magnitud de las penas que está sufriendo, sino que de inmediato deja en evidencia a quien él, al menos en ese momento, cree que de algún modo es el causante de las mismas: “Pues las flechas de Shadday están contra mí, mi espíritu bebe su veneno, y contra mí se alinean los terrores de Dios” (6, 4). De este modo, el autor sagrado pone en escena, en apenas tres versículos, los que serán temas de fondo de todo el libro: el sufrimiento injusto y desproporcionado que padece el inocente, y la actitud de un Dios que, en lugar de ser su defensor y protector, parece ser el causante de sus males.
serie de diálogos, soliloquios, poemas, debates, reclamos, diatribas, etc. que están en el contenido central del libro y donde se demuestra la invalidez de dicha doctrina de la retribución, no ha sido suficientemente estudiada ni apreciada en la tradición cristiana hasta nuestros días. Obviamente, también en esto hay meritorias excepciones.
2. Empleo del libro de Job en las tradiciones judía y cristiana: Antes de entrar en algunos detalles, podemos decir que, en general Job en la tradición judía ha sido uno de los libros más controvertidos, por obvias razones; mientras que en la tradición cristiana Job ha sido uno de los libros bíblicos menos conocidos y no bien comprendidos. En efecto, para los judíos más ortodoxos Job es un libro que desafía la sensibilidad de la piedad judía al cuestionar, con términos casi blasfemos, principios dogmáticos que ya tenían una larga tradición y peso de autoridad en el pueblo, sobre todo en temas como el del concepto de la justicia de Dios y la consiguiente doctrina de la Retribución. Además, para estos mismos judíos más conservadores, Job no representaría la pureza de la fe y de la moral judías, pues de hecho tuvo muchas influencias de literatura extrabíblica. Claro está que hay también judíos más liberales que han sabido apreciar las riquezas de profundidad teológica contenidas en este libro. En el ámbito cristiano, tristemente es muy conocido el personaje de Job como modelo de paciencia, muchas veces mal entendida como equivalente a “resignación” (que no es virtud cristiana, ya que muchas veces llega a ser sinónimo de complicidad con las injusticias); sin embargo, el contenido mismo del libro no se conoce. Nos hemos quedado muchas veces con “el forro” del libro, representado en la historieta de aquel hombre bueno que después de perderlo todo, y por no maldecir a Dios, es premiado con creces y termina en abundancia. Ahora bien, aunque ese marco narrativo (la narración popular del santo y paciente Job) es compatible con la doctrina retribucionista que explica la justicia de Dios en términos de premio-bendición para los buenos, y castigo-maldición para los malos; la
Hay que decir que, aunque Job es un libro de la Biblia, el personaje Job, en cambio, es patrimonio universal. Incluso antes de aparecer el libro bíblico de Job, existía en otras culturas y civilizaciones antiguas relatos literarios que planteaban cuestiones similares a las de Job. Alonso Schökel y Sicre Díaz, por ejemplo, en su ya clásico estudio sobre Job2, mencionan algunos precursores del Job bíblico, procedentes de diversos lugares como Egipto, Sumeria o Mesopotamia3. Gianfranco Ravasi4, por su parte, refiriéndose a este tema, menciona un Job egipcio, un Job mesopotámico, un
2 Cf. ALONSO SCHÖKEL, L.-SICRE DÍAZ, J.L., JOB, Comentario teológico y Literario, Cristiandad, Madrid 1983, pp. 23-35. 3 Se puede confrontar también el breve comentario a este respecto, bajo el título “paralelos extraisraelitas” de Job, en MORLA ASENSIO, V., Libros sapienciales y otros escritos, IEB, 5, Ed. Verbo Divino, EstellaNavarra, 2ª Ed., 1998, págs. 155-157. 4 Cf. RAVASI, G., Giobbe. Traduzione e commento di Gianfranco Ravasi, Ed. Borla, Roma 1991, pp. 130-160.
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Biblia Job ugarítico, un Job de Qumrán, un Job árabe y un Job griego, que pudieron haber servido de inspiración para que llegáramos a tener el Job bíblico con toda su riqueza y profundidad, como acertadamente afirman Alonso Schökel-Sicre Díaz: “El libro de Job es una cumbre de la literatura universal. Como Edipo, Hamlet, don Quijote o Fausto, su protagonista se ha convertido en punto de referencia, prototipo de una actitud ante la vida. Cuando se alcanzan estas alturas parece innecesario rastrear los orígenes del personaje o del tema. Sin embargo, solo comprendemos a fondo una obra literaria cuando la contemplamos en relación con sus predecesoras. El genio absoluto no existe. Hacen falta muchos héroes anónimos para que nazca Ulises, muchos caballeros para don Quijote, muchos amantes para don Juan, mucho encanto y desesperación para la aventura de Fausto. Job no constituye una excepción a esta regla.”5
Fijando la atención en la tradición judía, conviene tener presente que Job, como personaje que encarna el prototipo del justo sufriente, es mencionado incluso por el profeta Ezequiel (14, 14), que cita a Noé, Daniel y Job como personajes legendarios que ayudan a entender una novedad en la enseñanza moral del Antiguo Testamento: la responsabilidad personal del comportamiento ante Dios. También la versión hebrea de Eclesiástico 49, 9 menciona a Job, entre los profetas bíblicos6. Aunque sería demasiado dispendiosa y árida la tarea de repasar la presencia del libro de Job en las reflexiones y comentarios de la literatura judía antigua
5 ALONSO SCHÖKEL, L.-SICRE DÍAZ, J.L., JOB, Comentario teológico y Literario, p. 21. 6 Cf. MORLA ARSENSIO, V., O.C., pág. 168, y la notas a pie de página de la Biblia de Jerusalén.
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y contemporánea, e igualmente en ámbito de autores cristianos, lo que sí se puede y se debe constatar es que estamos ante un libro que ha sido abundantemente estudiado y comentado, a lo largo de todos los tiempos, precisamente por la perenne actualidad de su enseñanza y por la crudeza de sus quejas y reclamos, que representa a la humanidad entera que se cuestiona y busca explicaciones ante los “misterios” de su frágil existencia en este mundo. Los comentarios de los rabinos judíos recogidos en el Talmud acerca de Job, tanto como personaje que como libro, han sido abundantes pero muy polémicos y discutidos, pues para algunos de ellos, Job es un personaje ficticio y el libro sería una simple fábula; mientras que otros rabinos que aceptan la existencia de Job, no logran ponerse de acuerdo sobre su origen. Sin embargo, las más notables polémicas se suscitan por el mensaje del libro, pues para algunos rabinos sus expresiones son blasfemas, en tanto que otros llegan a considerarlo modelo de judío piadoso pero crítico de su propia religión, y llegan a atribuir la escritura del libro al mismo Moisés. Las implicaciones éticas del libro de Job son las que han despertado las más acaloradas controversias entre comentaristas judíos. El famoso Maimónides, por ejemplo, en la edad media (s. XII), en el Libro III de la Guía de los Perplejos, dedica dos capítulos (XXII y XXIII) a comentar a Job desde la perspectiva de la Providencia, como una de las características de Dios, y lo propone como modelo de perseverancia en la fe para el pueblo judío, para que evite la tentación de culpar a Dios por las desgracias que se padecen7. Uno de los más conocidos y estudiados comentarios exegéticos del libro de Job en la perspectiva hebrea, fue hecho por N. H., Tur-Sinaí a mediados del siglo XX, que hoy
7 Cf. https://filosofiapuntes.blogspot.com/2018/10/maimonides-guiade-los-perplejos-libro_43.html Consultado el 9 de julio de 2020.
sigue siendo citado y tenido como punto obligado de referencia bibliográfica entre los biblistas al estudiar este libro bíblico8. Y si es una empresa demasiado ambiciosa y amplia hacer un rastreo del uso del libro de Job en los escritores y pensadores judíos, lo es doblemente entre pensadores y escritores cristianos y de épocas contemporáneas. Basta con citar nombres como Tertuliano, Orígenes, Clemente de Alejandría, Cipriano, San Jerónimo, Juan Crisóstomo, San Agustín, Gregorio Magno9, Teodoro de Alejandría, Obispo de Mopsuestia, Santo Tomás de Aquino, Fray Luis de León, Víctor Hugo, Shakespeare, Dostoievski, Jung, Sören Kierkegaard, Karl Barth o Paul Ricoeur, sólo por mencionar algunos, pues sería demasiado grande el elenco de autores y personajes que de una u otra manera han citado o comentado el libro de Job10. De hecho, las perspectivas desde las cuales se han hecho aproximaciones a Job son tan variadas, que van desde lo estrictamente exegético, espiritual y teológico, hasta lo filosófico, lo psicológico y lo sociológico, pasando por la historia de las religiones, la literatura, el arte, y otras sensibilidades particulares
8 TUR-SINAÍ, N. H., The Book of Job. A New Commentary, 2ª Ed. Jerusalén, 1967. 9 Sobre la presencia de Job en los comentarios de los Santos Padres, cf. RAVASI, G., Op. Cit., págs. 170-180. 10 ALONSO SCHÖKEL, L. – SICRE DÍAZ, J.L., en su obra ya citada ofrecen una buena lista de obras y estudios sobre el libro de Job, incluso con una valoración especial de cada uno de esos escritos. Cf. Op. Cit., págs. 83-90. Y, por su parte, RAVASI, G., en su famoso y extenso comentario, dedica también un buen número de páginas a evidenciar la presencia de Job tanto en autores clásicos, como en los contemporáneos, no sólo en ámbitos de la teología y la exégesis, sino también en la filosofía, la psicología, las artes, etc. Cf. págs. 185-274.
modernas como el feminismo y la teología de la liberación11. De esta última perspectiva, amerita mención especial el precioso comentario sobre el libro de Job escrito por el padre de la Teología de la Liberación, el P. Gustavo Gutiérrez, O.P.12 Su relectura de Job en contexto latinoamericano, resulta particularmente importante en nuestras circunstancias de lugar y de tiempo. Gutiérrez inicia con una breve alusión a la tarea de la teología en general, considerada como el esfuerzo por pensar el misterio de Dios; un misterio que no puede quedar sólo en la intimidad de la persona, debe ser comunicado a través de un adecuado método que tenga en cuenta la estrecha relación entre la revelación divina y la gratuidad de dicha revelación. Ahora bien, la teología como inteligencia de la fe, ha de partir de la contemplación del misterio y de la práctica de sus implicaciones concretas. No se hace auténtica teología (momento del lenguaje, del hablar de Dios), sin haber 11 MORLA ASENSIO, V., Op. Cit., págs. 166-179. 12 GUTIÉRREZ, G., Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente, Ed. Sígueme, 5ª Ed., Salamanca, 2002.
hecho primero la experiencia del encuentro personal con Dios y del compromiso que ello comporta (momento del silencio contemplativo y del empeño práctico). A continuación, el autor aplica lo expresado al ámbito latinoamericano, específicamente al lenguaje y al método de la teología de la liberación, en cuanto que ésta se propone hablar de Dios desde el sufrimiento de tantos inocentes que no sólo deben padecer las injustas situaciones de pobreza, marginación y opresión, sino que además deben soportar el silencio de Dios, no obstante la profundidad y pureza de su fe. De este modo, se encuentra la pertinencia y riqueza del libro de Job, cuya consideración debe iluminar e interpelar, al mismo tiempo, la práctica y la teología cristiana latinoamericana. Job, efectivamente, aparece como un representante de tantos creyentes e inocentes que sufren injustamente y como prefiguración del mismo Cristo. Se justifica, pues, un ensayo de reflexión teológica sobre este libro de la Biblia, en perspectiva latinoamericana. Gutiérrez deja claro que lo que está en juego en la apuesta inicial del libro es el carácter desinteresado y
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Biblia gratuito de la fe de Job. La integridad de Job es la armonía de rectitud personal e inocencia ante Dios y justicia en su vida social; es un hombre íntegro que cree gratuitamente en el Señor y no a causa de lo que ha recibido de Él. El desafío de Satán consiste precisamente en poner en duda este aspecto, afirmando que la religión de Job es interesada, y por lo tanto sucumbirá ante la prueba y lo llevará a “maldecir” a Dios tan pronto como se vea privado de los bienes –no sólo materiales- que en la tradicional mentalidad judía constituían signo de la bendición divina. Se revela, pues, la cuestión central del libro: el sentido de la retribución y de la gratuidad de la fe en Dios, y la capacidad de “hablar-bien” de Dios aún en medio de la prueba y del sufrimiento injusto.
La auténtica religión es aquella que conduce a creer y obrar desinteresadamente. Es lo que demuestra Job no obstante la situación límite de cercanía a la muerte, aislamiento, marginación social. Job llega a maldecir el día de su nacimiento, pero no a Dios; se queja de Él y cuestiona su justicia, pero da muestra de profunda entrega y esperanza en Él. Y a pesar de su grito de protesta y de dolor, Job habló bien de Dios. En América Latina este hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente es una realidad masiva que ha dado lugar a una óptica teológica propia. 86
En Job, la fe verdadera implica compartir el padecimiento de los más desvalidos y evitar la tentación de encasillar a Dios en categorías humanas preconcebidas, partiendo, más bien, del amor gratuito de Dios. La teología que nace de esta auténtica fe debe expresarse básicamente en dos lenguajes complementarios: el lenguaje profético y el lenguaje de la contemplación, como encuentro vital con el Dios de la gratuidad. En el intento de comprender la acción de Dios en la historia, Job descubre que no es el único en vivir tal situación; se ensancha el horizonte ético de Job al constatar que comparte su sufrimiento con tantos otros inocentes en el mundo, y eleva su voz de denuncia, con tono no menos enérgico al de los más aguerridos profetas bíblicos. La miseria y opresión de muchos no es fruto del mero destino, es obra de la injusticia de unos cuantos malvados que despojan a los pobres e implantan situaciones de muerte, contrarias al diseño del Dios de la vida. No obstante todo, Job no habla mal de Dios, al contrario, acepta su voluntad, no como acto de resignación pasiva, sino como el
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fruto de una profunda intimidad y diálogo con Él, que, en todo caso, significó para Job momentos de tremenda rebeldía, queja y confrontación, un verdadero combate espiritual con Dios, a quien primero invoca como árbitro, luego reclama como testigo y finalmente lo reconoce como defensor y liberador. Por eso es una lucha que no elimina, sino que más bien demuestra la fe de Job, que se va acercando, cada vez más, al misterio de Dios y va viendo madurar paulatinamente su esperanza en Él13. Las últimas palabras de Job son una manifestación de silencio y aceptación; de reconocimiento humilde de su limitada condición humana, pero no como expresión de resignación sino de fe. Abandona su actitud de queja, confiesa el poder y la misericordia gratuita de Dios y reitera su total confianza en Aquel ante el cual ahora se rinde y se entrega. En definitiva, lo que Job ha percibido es que no se debe limitar 13 Para este tema específico, puede verse: MEDINA, D. A., ¿Dios Tolera las injusticias? Aproximación exegética a Job 24, 1-12, San Pablo, Bogotá, 2016.
el amor de Dios desde una estrecha concepción de la justicia; es la gracia que da sentido a la búsqueda de la justicia, por eso, para acercarse al misterio de Dios no basta la actitud profética, son fundamentales la fe y la gracia. Finalmente, la inocencia de Job quedó convalidada y él, aunque no resolvió todos sus interrogantes, descubrió el camino para encontrar al Señor y para hablar de Él desde el sufrimiento injusto, pero también desde el compromiso, la contemplación y la gratuidad14.
3. Conclusión: Job y los dramas humanos: A la luz que cuanto venimos diciendo, podemos empezar a extraer consecuencias y aplicaciones de este tema, a la luz de la fe, en respuesta a la realidad actual de pandemia universal. En efecto, si tanto para el pueblo de la antigua alianza, en cuanto pueblo elegido de Dios, como para el nuevo pueblo de Dios, que es la Iglesia, el libro de Job ha servido de desahogo e inspiración en momentos críticos, en los que la existencia se ve amenazada y puesta al límite, y también la fe tambalea y vacila, seguramente para nosotros hoy también será muy útil releer dicho texto inspirado a partir de cuanto hoy por hoy afronta y padece la humanidad. La crisis que el mundo entero afronta en estos momentos puede ser ocasión de alejamiento de Dios, a quien sería fácil culpar por permitir esta situación, e incluso habrá quien llegue a considerarla un castigo divino. Y cuando la fe de las personas no es suficientemente madura y profunda, es fácil sucumbir en el desánimo y hasta llegar al rechazo de todo discurso religioso. Por eso es que los creyentes debemos interpretar y asumir estos momentos más bien como oportunidad de crecimiento y maduración en la fe. Eso fue lo que hizo y enseñó Job. Renació desde el drama de su dolor y de su prueba injusta. Readquirió una nueva fe, hecha de gratuidad y abandono. Ese es el desafío para nosotros, hoy más que nunca: superar mentalidades retribucionistas, que muestran una miope comprensión de la justicia divina, y hacer procesos de purificación de la fe, hasta poder llegar a decir con Job: “Yo te conocía sólo de oídas, mas ahora sí te han visto mis ojos.” (Job 42, 5).
Antes de concluir, es inevitable hacer una referencia a Cristo. En efecto, el drama sufrido por Job es anticipo y prefiguración del misterio pascual del Señor. Y las luces de esperanza y de respuesta a sus profundos cuestionamientos que alcanza a percibir Job desde el crisol del dolor, preparan el camino para la luz verdadera que aporta Cristo muerto y resucitado a los dramas humanos en todo tiempo y lugar. Es por eso que hoy también, en medio de la prueba de la pandemia universal que padecemos, lo mejor que podemos hacer es volver la mirada a Cristo, y encontrar en su cruz, en su clamor y en su victoria sobre la muerte, la más grande motivación para renovar nuestra esperanza cristiana, que no falla ni defrauda (cf. Rm 5, 5). Y este es el feliz anuncio que debemos comunicar a nuestros hermanos, hoy más que nunca, pues “Como dice San Gregorio el Grande en su comentario de Job, el clamor de Jesús no será oído «si nuestra lengua calla lo que nuestra alma ha creído. Pero para que su grito no sea ahogado en nosotros, ¡que cada uno –según su capacidad– haga conocer a aquellos que tiene cerca el misterio que le hace vivir!». Ese misterio es el que proclama el Hijo de Dios muerto y resucitado, y que nosotros reconocemos cuando su Espíritu nos hace decir: «Abba, Padre» (Gal 4, 6).”15 15 GUTIÉRREZ, G., Op. Cit., pág. 225.
14 DUMOULIN, P., Job, un sufrimiento fecundo, Ed. San Pablo, Bogotá, 2001, ofrece unas claves breves y sencillas, pero al mismo tiempo muy profundas y pertinentes para interpretar el libro de Job en perspectiva de la espiritualidad cristiana.
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Pastoral de la catequesis
Nuevo
directorio para la catequesis “Una etapa más en la renovación dinámica que está llevando a cabo la catequesis” es el nuevo Directorio para la Catequesis, aprobado por el Papa Francisco el 23 de marzo y presentado en la sala de prensa del Vaticano, veintitrés años después del Directorio general para la catequesis y quince años después del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica. l objetivo es afrontar los “nuevos problemas que la Iglesia está llamada a vivir”, y en particular el fenómeno de la “cultura digital” y la “globalización de la cultura”. “La necesidad de una formación que atienda a la persona individual que a menudo parece oscurecida ante la imposición de modelos globales”; así leemos en la presentación del texto, firmada por monseñor Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la promoción de la nueva evangelización: “la tentación de adaptarse a formas de homologación internacional no es un riesgo que se debe subestimar, especialmente en el contexto de la formación en la vida de fe”.
E
La peculiaridad del nuevo Directorio es “el estrecho vínculo entre evangelización y catequesis”, a partir del primer anuncio. Entre las prioridades: el catecumenado de adultos, la formación de catequistas y la urgente necesidad de “identificar los nuevos lenguajes con los que comunicar la fe”.
Abuelos, mujeres y familias. “Ante la crisis familiar, los abuelos, que muchas veces tienen un mayor arraigo en la fe cristiana y un pasado rico en experiencias, se convierten en importantes referentes”. Esto es lo que leemos en el Directorio, que también espera una mayor implicación de los padres en el camino de la fe de sus hijos y destaca “la gran aportación de
las mujeres a la catequesis, como esposas, madres, catequistas, trabajadoras y profesionales”. “Las crisis conyugales y familiares van en aumento, y muchas veces se resuelven dando lugar a nuevas relaciones, nuevas parejas, nuevas uniones y nuevos matrimonios, creando situaciones familiares complejas y problemáticas para la elección cristiana”, el análisis está contenido en el texto, en el que se invita a mirar con realismo las heterogéneas realidades familiares, incluidas las “situaciones irregulares”, para ser acompañadas “con un estilo de proximidad, escucha y comprensión”, evitando “formas de soledad o discriminación”.
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Pastoral de la catequesis No al analfabetismo digital.
“La introducción y uso masivo de herramientas digitales ha provocado cambios profundos y complejos a muchos niveles con consecuencias culturales, sociales y psicológicas que aún no son del todo evidentes”, comenta el apartado relativo a la relación entre catequesis y “cultura digital”. “En una cultura a menudo marcada por la inmediatez, el instante y la debilidad de la memoria” y caracterizada por “la falta de perspectivas y una imagen general”, la educación en estos medios es, por tanto, urgente “ante una forma de analfabetismo digital”.
En la producción digital interminable que tenemos en esta época, “los analfabetos contemporáneos serán aquellos que no sepan percibir la diferencia cualitativa y veraz de los distintos contenidos digitales que se encuentran frente a ellos”, es la tesis del documento. Migrantes y “personas marginadas”. Promover “proyectos de
evangelización y acompañamiento de los migrantes a lo largo de su viaje, desde el país de origen a través de los países de tránsito hasta el país de acogida” es la parte del texto dedicada al tema de la migración que además insta “a combatir los prejuicios negativos y considerar los graves problemas que preceden y acompañan al fenómeno migratorio, como la cuestión demográfica, el trabajo y las condiciones del mismo, el cuidado de los muchos ancianos, el hampa, la explotación”. Incluso los emigrantes deben tener asegurada “la posibilidad de mantener la fe vivida en el país de origen”. Finalmente, el Directorio nos invita
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a pensar también en una catequesis con “personas marginales”, como “refugiados, nómadas, vagabundos, enfermos crónicos, drogadictos, prisioneros, esclavos de la prostitución”.
La bioética “católica”.
“En el contexto actual, se necesita urgentemente un compromiso concreto en la defensa de la vida y su dignidad frente a las diversas expresiones de la cultura de la muerte, cada vez más presente en vastos sectores de la sociedad mundial”. La relación entre catequesis y cuestiones bioéticas se declina así en el nuevo Directorio para la catequesis, partiendo de la defensa de la dignidad de la vida humana desde el primer instante de la concepción hasta la muerte natural. En esta perspectiva, de acuerdo con lo que afirmaron los últimos Papas, “la pena de muerte es una medida inhumana
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que humilla la dignidad personal en cualquier forma que se persiga”.
Ecología integral.
“Ayudar a los creyentes a tomar conciencia de que el compromiso con la cuestión ecológica es parte integral de la vida cristiana”. Esta es también una de las tareas de la catequesis, que debe “educar en la pobreza evangélica y un estilo de vida sobrio” y fomentar en los fieles “el respeto a la dignidad de la persona, el apoyo a su crecimiento, la promoción de la cultura de la fraternidad, el desprecio de situaciones de miseria e injusticia”. Además, la catequesis nos recuerda que “la pobreza es una virtud que nos permite utilizar correctamente los bienes materiales, ayudándonos a vivir lazos y afectos de forma libre y sana”. Y también, “la maduración de una visión social y política atenta a la eliminación de las injusticias, la construcción de la paz y la salvaguardia de la creación, la promoción de diversas formas de solidaridad y subsidiariedad” es parte integral del camino de profundización de la fe “, denunciando las “estructuras del pecado que tienen un impacto negativo en el tejido social y el medio ambiente”. “Actuar por el bien común, tanto en el ámbito de la vida cotidiana como, a mayor escala, en el compromiso social y político más directo”, es el otro imperativo, combinado con el compromiso por la humanización del trabajo.
Pastoral litúrgica
El
ciclode Navidad
Por: Mons. Lorenzo voltolini
1. El Año Litúrgico «El Año Litúrgico celebra el misterio Pascual de Jesucristo en el curso de un año solar. A lo largo del mismo tienen lugar todas las fiestas y acciones sacramentales dado que es como la estructura que sostiene todo el misterio del culto cristiano» (Rubén Leikman: Manual de liturgia para Seminarios de A.L.). El Año Litúrgico inicia con el primer domingo de Adviento y termina el sábado después del último domingo del Tiempo Ordinario (fiesta de Cristo Rey). El Año Litúrgico, tal como lo tenemos hoy, se fue desarrollando ‘ lentamente hasta madurar en el Medioevo.
Después de la celebración anual del Misterio Pascual, la Iglesia nada tiene más antiguo que la celebración del Nacimiento del Señor y de sus primeras manifestaciones.
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Pastoral litúrgica El Vaticano II, con la reforma que le siguió, le dio la conformación que tiene ahora, partiendo de principios y perspectivas teológicas, devolviendo a cada tiempo su característica propia y privilegiando en todo la centralidad de Cristo, Señor del tiempo y de la historia.
2. Perspectiva teológica El Año Litúrgico debe ser considerado como verdadera liturgia, esto es, el conjunto de los momentos salvíficos, celebrados ritualmente por la Iglesia sobre todo mediante la Eucaristía, como memorial de los acontecimientos con los cuales se realizó en la Historia el misterio de la salvación. El Año Litúrgico es la celebración y actualización del misterio de Cristo en el tiempo. Por lo tanto, no puede ser reducido a un simple calendario de días y meses a los cuales están ligadas las celebraciones religiosas, sino que es la presencia en modo sacramental y ritual del misterio de Cristo en el espacio humano.
Dicho de otra manera, el Año Litúrgico no es una idea sino una Persona, Cristo mismo y su Misterio Pascual actuado en el tiempo ofrecido y comunicado a los fieles mediante las acciones sacramentales y que hoy la Iglesia celebra como «memoria», «presencia» y «profecía». En esta celebración del misterio de Cristo en el Año Litúrgico, el elemento tiempo es relevante. Para el cristiano tiempo es la categoría en que se realiza la salvación. De ahí el motivo por el que la Iglesia «en el círculo del año desarrolla todo el misterio de Cristo, desde la Encarnación y la Navidad hasta la Ascensión, Pentecostés y la expectativa de la dichosa esperanza y venida del Señor. Conmemorando así los misterios de la redención, abre las riquezas del poder santificador y los méritos de su Señor, de tal manera que, en cierto modo, se hacen presentes en todo tiempo para que puedan los fieles ponerse en contacto con ellos y llenarse de la gracia de la salvación» (Sacrosanctum Concilium n. 102). Por lo tanto, en la fragilidad del tiempo que pasa, por la celebración litúrgica, nuestro tiempo adquiere el valor «espacio salvífico» (kairós): Después de la gloriosa ascensión de Cristo al cielo, la obra de la salvación continúa a través de
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la celebración de la liturgia, la cual, no sin motivo, es considerada momento último de la historia de la salvación (Santo Tomás de Aquino). Pero en cada liturgia, y de una manera especial en la Eucaristía, se manifiesta la presencia dinámica del Cristo. Un dinamismo de comunión y comunicación que espera la acogida de cada bautizado. Por eso el Año Litúrgico tiene una referencia esencial a la Iglesia, que camina en el tiempo. Podríamos decir que el misterio de Cristo celebrado se convierte en la vida de la Iglesia, y la Iglesia, a su vez, prolonga y completa el misterio de Cristo (Rubén Leik- man: Manual de liturgia para Seminarios de A.L.).
Esquema sinóptico de los 2 ciclos litúrgicos del año Características comunes
Ciclo de Navidad
Ciclo de Pascua
1. Preparación remota
1. Adviento hasta 16 de diciembre
1. Cuaresma, primeras 4 semanas
2. Preparación próxima
2. Novena de Navidad, del 16 al 24 de diciembre
2. Quinta semana de Cuaresma hasta el Jueves Santo en la Misa Crismal
3. Celebración plena, cumbre del Misterio
3. Natividad del Señor, con su octava
3. El Triduo Pascual, con su octava
4. Prolongación de la fiesta
4. Del 1 de enero hasta la fiesta del Bautismo del Señor
4. La cincuentena pascual
5. Fiesta Misionera Universal
5. Epifanía
5. Pentecostés
3. Los ciclos del Año Litúrgico Desde la Reforma del Calendario Litúrgico aparece con más claridad que antes la centralidad del Misterio Pascual de Jesucristo. El Ciclo Pascual está de alguna manera imitado por el otro ciclo: el de Navidad.
Si disponemos sinópticamente los dos ciclos encontraremos que en ambos se repiten las siguientes características: 1. Un tiempo de preparación remota; 2. Sigue un tiempo de preparación más próxima; 3. «Hay una celebración plena, cumbre del Misterio anunciado y esperado; 4. Sigue una prolongación de la fiesta, y 5. Todo termina con una fiesta de «maduración misionera» de alcance universal del misterio considerado.
4. El ciclo de Navidad En el siglo IV se afirma la tendencia a desarrollar el contenido de la única fiesta anual, la Pascua, representando el acontecimiento de la salvación en Cristo, de modo historizante e imitativo y así a celebrarlo en sus diversos momentos. De ahí que el inicio del acontecimiento de Cristo, como
son su encarnación y su nacimiento, se convierten en objeto de conmemoración festiva. Navidad y Epifanía son dos celebraciones que se consideran juntas ya que nacen contemporáneamente, y pasan de Occidente a Oriente y viceversa. Inicialmente ambas fiestas constituían una única fiesta con igual objeto: la Encarnación del Verbo, celebrada con diversas acentuaciones y con diverso nombre: en Occidente como fiesta del nacimiento o Navidad el 25 de diciembre, y en Oriente el 6 de enero como fiesta de la manifestación o Epifanía. La distinción de las dos fiestas diferentes por su contenido aparece entre fines del siglo IV e inicios del siglo V. Como hemos visto en el cuadro, el ciclo de Navidad se compone de cinco momentos:
1. El Adviento hasta el 16 de diciembre; 2. La Novena de Navidad, del 16 al 24 de diciembre; 3. La Natividad del Señor, con su octava; 4. Del 1° de enero hasta la fiesta del Bautismo del Señor, y 5. La Epifanía. Sobre estos momentos nos detenemos un poco.
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Pastoral litúrgica
4.1 Adviento (preparación remota) La imitación del ciclo pascual ha hecho que el Adviento se celebre con el color litúrgico «morado», como la Cuaresma. Pero en el caso del Adviento el morado, más que penitencia y lucha, significa y representa aquel período de espera, de oscuridad en la que ha tenido que vivir la humanidad, antes que apareciera Cristo, el sol de justicia. Los grandes predicadores de esta primera parte del Adviento son Isaías y el Precursor. La espera del Redentor se hace espera escatológica. La espera de Cristo que viene es presentada como inminente: «Ven pronto, Señor». Pero el Cristo que viene, el Cristo de la Historia es el mismo que vendrá al final de los tiempos. Por eso los evangelios de esta primera parte del Adviento nos invitan a no menguar nuestro vigilar,
porque el Señor puede venir a cualquier hora a pedirnos cuenta de los dones recibidos. El Adviento es el inicio de un tiempo, pero también de un año, por eso los caminos catecumenales de preparación a los sacramentos de la Iniciación cristiana tendrían que tomar su partida en este tiempo. Una de las maneras de hacerlo podría ser proponiendo el Rito de entrada en catecumenado para toda la comunidad, junto con la presentación de los candidatos a la Primera Comunión y a la Confirmación en una de las misas del Primer Domingo de Adviento. El Adviento ya no es tiempo prohibido para la celebración del Matrimonio, sin embargo, el párroco explique a los novios las características penitenciales de este tiempo e invite a que, al menos la celebración litúrgica, tenga una característica menos solemne que en otros tiempos litúrgicos. No se olvide, además, que en los domingos de Adviento, Navidad, primero de Enero y Epifanía no se puede celebrar la misa ritual del matrimonio, por eso la Misa (oraciones y lecturas) será del domingo o de la Solemnidad que ocurre. El rito del Sacramento y la Oración por la esposa y el esposo, después del Padrenuestro, serán según la costumbre. En los domingos de Adviento están prohibidas las Misas de Difuntos incluida la misa exequial. En las ferias de Adviento no se pueden celebrar las misas votivas u otras misas permitidas en las ferias «per annum», ni se puede celebrar la Misa «Cotidiana» para los difuntos. Estas normas de la Iglesia, más que ser restrictivas son orientativas y educativas. Un cristiano no puede vivir un camino de crecimiento espiritual en un clima continuamente fúnebre.
4.2. Novena, Ferias privilegiadas, (preparación próxima) La segunda parte del Adviento quiere ser una preparación próxima a la celebración del Misterio de la Encarnación, por eso la liturgia se hace más festiva, a la vez que las lecturas de estos días se refieren más directamente a todos aquellos acontecimientos que precedieron la venida del Salvador. Llamamos estos días también con el nombre de Novena, la novena más sentida y vivida por el mundo cristiano. 94
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Isaías y el Bautista, aunque presentes, pasan un poco en la sombra, frente a los nuevos pregoneros de la llegada del Mesías: María, José, Zacarías, Isabel y los ángeles de las numerosas teofanías. Pero, sobre todo, María es llamada en causa como la principal actriz del «drama» propuesto por la liturgia de estos días. Los fieles que viven, con la liturgia, el espíritu del Adviento, considerando el inefable amor con que la Virgen María esperó a su Hijo, son invitados a asumirla como modelo y a prepararse para ir al encuentro del Salvador que viene, «vigilantes en la oración y gozosos en su alabanza». La liturgia del Adviento, uniendo la espera mesiánica y la del retomo glorioso de Cristo con la admirable memoria de la Madre, presenta un feliz equilibrio cultual, que puede asumirse como norma para impedir toda tentación de alejar el culto a la Virgen de su necesario punto de referencia, que es Cristo; y hace que este período sea considerado como un tiempo particularmente indicado para el culto a la madre del Señor (cf. Marialis cultus, 4).
4.3 Navidad (celebración cumbre) Después de la celebración anual del Misterio Pascual, la Iglesia nada tiene más antiguo que la celebración del Nacimiento del Señor y de sus primeras manifestaciones: esto tiene lugar en el tiempo de Navidad (Normas universales sobre el Año Litúrgico y el calendario, n. 32). El Obispo cuide que se vivan con verdadero espíritu cristiano la solemnidad del Nacimiento del Señor, en la cual se celebra el Misterio de la Encamación por el cual el Verbo de Dios se dignó hacerse partícipe de nuestra naturaleza humana para concedemos ser partícipes de su divinidad (Ceremonial de los Obispos, n. 237). La costumbre de celebrar la Vigilia para iniciar la solemnidad del Nacimiento del Señor, debe conservarse y favorecerse, según el uso propio de cada Iglesia (Cer. de Obispos, n. 238). Según la antiquísima tradición romana, en la Navidad del Señor, la Misa puede celebrarse tres veces: en la noche, en la
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aurora y en el día, observando la correspondencia del tiempo (Cer. de Obispos, n. 239). Estas «sugerencias-normas», que hace el Ceremonial de los Obispos, nos ayudan a entender el gran aprecio que mantiene la Iglesia a la celebración del Misterio de la Encarnación. Al mostrar el paralelismo con el cual se celebran los dos ciclos litúrgicos «fuertes» del año, veíamos como la cumbre de estos ciclos son la Pascua y la Navidad. Navidad es el misterio pascual considerado en su momento inicial, «la Encarnación». Si es verdad que la Navidad ha tomado consistencia cuando se le ha encontrado teológicamente el nexo directo con la muerte y resurrección de Jesús, es igualmente cierto que la Navidad y la reflexión sobre el Misterio de la Encarnación ha enriquecido la comprensión teológica del Misterio Pascual de Jesucristo, de su vida, de su muerte y de su resurrección. También el tiempo de Navidad es un tiempo mariano, porque constituye una memoria prolongada de la maternidad divina, virginal, salvífica, de aquella cuya «intacta virginidad dio al mundo el Salvador». En efecto, en la Solemnidad de la Natividad del Señor, la Iglesia, mientras adora al Salvador, venera al mismo tiempo a su Madre gloriosa. Como los pastores, nosotros también nos acercamos al pesebre en estos días. Contemplamos el Plan de Salvación, que se manifiesta en el Verbo encarnado, y felicitamos a la Madre, que con su consentimiento ha hecho posible el admirable intercambio entre Dios y la humanidad.
4.4 Sagrada Familia, 1 de Enero y Bautismo del Señor (Prolongación de la fiesta). Y la celebración del misterio no se queda junto a la cuna del recién nacido, sino que lo acompaña en su crecer, lo contempla en el misterio de su vida escondida en Nazaret hasta la manifestación de Jesús en el comienzo de su misión pública. En la fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, la Iglesia mira con profunda reverencia la vida santa que conducen en la casa de Nazaret, Jesús, Hijo de Dios e Hijo del hombre, María, su madre, y José, hombre justo (cf. Mt 1,19). Obedeciendo a una antigua costumbre de la ciudad de Roma, el nuevo Calendario ha restaurado,
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el primero de enero, la Solemnidad de María Madre de Dios; esta fiesta está destinada a celebrar la participación de María en el Misterio de la Encarnación del Verbo y a exaltar la dignidad singular que distingue la «Madre santa..., por medio de la cual hemos recibido... al Autor de la vida», y es también una ocasión propicia para renovar la adoración al recién nacido, Príncipe de la paz, para volver a escuchar el gozoso mensaje de los ángeles (cf. Lc 2,14), para implorar de Dios el don supremo de la paz con la mediación de la Reina de la paz (Marialis cultus, 5).
4.5 Epifanía (Navidad Misionera o Pentecostés de Navidad) Pero en la Epifanía la Iglesia celebra la Navidad, no solo en su dimensión histórica, sino en su dimensión misionera, escatológica. El Cristo que ha nacido no es buena noticia solo para Israel, lo es también para todos los pueblos y no solo para un tiempo determinado, sino para todos los siglos y lo será de una manera determinante. Ya la historia del mundo no podrá ser ajena a Dios, porque Dios se ha manifestado en la Historia de la humanidad y la humanidad ha sido asumida por la divinidad. En los magos, junto a la casa de Belén, podemos descubrir en semilla la multitud de personas que en Pentecostés oirán el discurso de Pedro. Unos y otros son testigos del único gran acontecimiento: Dios ha morado entre los hombres y la fuerza de su Espíritu que llena el universo convoca a la humanidad a una campaña universal de evangelización. La Iglesia nace misionera en la Epifanía del Señor y tomará conciencia de esta misión en Pentecostés. La misma Iglesia, en este día, mientras celebra la vocación universal a la salvación, contempla a la Virgen como verdadera morada de la Sabiduría y verdadera Madre del Rey, en el acto de presentar a la adoración de los Reyes Magos al Redentor de todos los pueblos (cf. Mt 2,11).
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octubre / diciembre - 2020 - Vida pastoral no 180
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