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Colombia - ISNN 01221-8581 / Ecuador - ISNN 1390 2598 / Panamá - ISNN 01221 8581
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julio septiembre
Revista trimestral de la SOCIEDAD DE SAN PABLO
¿PARROQUÍAS
DIGITALES?
Editorial
¿Parroquias digitales?
¿
Después del COVID-19 nuestra Iglesia seguirá siendo la misma o los actuales desafíos han estimulado la creatividad y concientizado a párrocos y agentes de pastoral de la necesidad de tener como aliados de la evangelización los medios de comunicación?
más inmediatas, esto es, de algunos feligreses que, en alguna medida, les podían ayudar a hacer una transmisión en streamimg, una Eucaristía on-line, etc., con el propósito de estar en contacto con sus fieles, aunque no contaran con la última tecnología ni manejaran correctamente este tipo de lenguajes.
En muchos ambientes parroquiales ha habido una activa resistencia a hacer del mundo de las comunicaciones un aliado de la pastoral. Las escasas iniciativas que se presentan en este campo son poco respaldadas por los pastores que miran con sospecha todo lo que se refiere a las redes sociales y otros medios que la tecnología va poniendo en nuestras manos. Qué difícil ha sido, por ejemplo, concientizar a los párrocos para que formen agentes de pastoral de la comunicación en sus parroquias, para que den espacios a los jóvenes que les permitan llevar la pastoral a las redes sociales y realizar acciones tan sencillas como arreglar la cartelera de la parroquia en donde siempre aparecen afiches viejos e informaciones que permanecen allí por meses. Recuerdo, por ejemplo, que la invitación que hacía la Arquidiócesis de Bogotá para que en las parroquias se formaran agentes de pastoral de la comunicación no era bien recibida por muchos párrocos quienes, incluso, la consideraban innecesaria. De haberlo hecho, quizás hoy tendrían personas formadas que les ayudaran a desarrollar toda una pastoral de la comunicación que los acercara más a los fieles.
Por primera vez las parroquias fueron obligadas a confrontarse con el mundo digital como nunca antes. Y en primera línea estuvieron algunos jóvenes que les ayudaron en esta tarea. ¿Aún no vemos la necesidad de dar una formación a estas personas para que lleven adelante una pastoral de la comunicación en la parroquia? ¿Qué tal intentar dar a los jóvenes, que conocen muy bien las plataformas on-line, la oportunidad de organizar un vía crucis, un concierto desde la parroquia, crear un perfil en Instagram para que desde allí se haga una transmisión especial con canciones, concursos, compartir un mensaje del Papa, etc.? ¿Cuántas preguntas pueden tener los jóvenes de un barrio y que pueden ser respondidas por el párroco a través de las redes sociales?
Pero hoy, teniendo como excusa una cuarentena necesaria para sobrevivir a la pandemia del coronavirus, muchos párrocos debieron echar mano de las soluciones
Queridos párrocos y agentes de pastoral, esperamos que este momento histórico tan particular, nos haya permitido, al menos, darnos cuenta de que sin la ayuda de los medios de comunicación habría sido imposible hablar a nuestras comunidades durante este confinamiento. De esa manera se ha verificado lo que el papa Francisco había afirmado con anticipación en la Exhortación apostólica Christus vivit: “Es el momento para que en toda la Iglesia se abra un serio debate con respecto a las nuevas vías de evangelización”. El Director Revista trimestral de la Sociedad de San Pablo —PAULINOS— Colombia, Ecuador, Panamá, Centroamérica y El Caribe al servicio de la Iglesia.
Carrera 46 Nº 22A-90 / Tel.: 3 68 20 99 – FAX: 2 44 43 83 / BOGOTÁ, D.C. — COLOMBIA
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Con aprobación eclesiástica. Las opiniones expuestas en los artículos publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores.
La Voz del Papa CAMINAR JUNTOS En una Plaza de San Pedro vacía y solitaria, pero más que nunca acompañada por millones de corazones en el mundo, el papa Francisco decía estas palabras de esperanza al mundo entero en cuarentena por el peligro de contagio del Covid-19: “Al atardecer” (Mc 4, 35). Así comienza el Evangelio que hemos escuchado. Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas. Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos. Como esos discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: “perecemos” (cf. v. 38), también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino solo juntos. Es fácil identificarnos con esta historia, lo difícil es entender la actitud de Jesús. Mientras los discípulos, lógicamente, estaban alarmados y desesperados, Él permanecía en popa, en la parte de la barca que primero se hunde. Y, ¿qué hace? A pesar del ajetreo y el bullicio, dormía tranquilo, confiado en el Padre –es la única vez en el Evangelio que Jesús aparece durmiendo–. Después de que lo despertaran y que calmara el viento y las aguas, se dirigió a los discípulos con un tono de reproche: “¿Por qué tienen miedo? ¿Aún no tienen fe?” (v. 40).
Tratemos de entenderlo. ¿En qué consiste la falta de fe de los discípulos que se contrapone a la confianza de Jesús? Ellos no habían dejado de creer en Él; de hecho, lo invocaron. Pero veamos cómo lo invocan: “Maestro, ¿no te importa que perezcamos?” (v. 38). No te importa: pensaron que Jesús se desinteresaba de ellos, que no les prestaba atención. Entre nosotros, en nuestras familias, lo que más duele es cuando escuchamos decir: “¿Es que no te importo?”. Es una frase que lastima y desata tormentas en el corazón. También habrá sacudido a Jesús, porque a Él le importamos más que a nadie. De hecho, una vez invocado, salva a sus discípulos desconfiados. La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Nos muestra cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad. Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos. “¿Por qué tienen miedo? ¿Aún no tienen fe?”. Señor, esta tarde tu Palabra nos interpela se dirige a todos. En nuestro mundo, que tú amas más que nosotros, hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo. Codiciosos de ganancias, nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa. No nos hemos detenido ante tus llamadas, no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de
contenido EDITORIAL
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LA VOZ DEL PAPA
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¿Parroquias digitales?
Caminar juntos
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Vida pastoral no 179 - julio / septiembre - 2020
BEATO ALBERIONE
Los maestros ejemplares de la misión
ACTUALIDAD
¿Puede ser la web un espacio litúrgico?
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nuestro planeta gravemente enfermo. Hemos continuado imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo. Ahora, mientras estamos en mares agitados, te suplicamos: “Despierta, Señor”.
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Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás. Y podemos mirar a tantos compañeros de viaje que son ejemplares, pues, ante el miedo, han reaccionado dando la propia vida. Es la fuerza operante del Espíritu derramada y plasmada en valientes y generosas entregas. Es la vida del Espíritu capaz de rescatar, valorar y mostrar cómo nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes –corrientemente olvidadas– que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo. Frente al sufrimiento, donde se mide el verdadero desarrollo de nuestros pueblos, descubrimos y experimentamos la oración sacerdotal de Jesús: “Que todos sean uno” (Jn 17, 21). Cuánta gente cada día demuestra paciencia e infunde esperanza, cuidándose de no sembrar pánico sino corresponsabilidad. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos.
2020 DIRECTOR: P. Martín Alberto Sepúlveda Mora, ssp EDITOR: Jr. Hernando Parada, ssp CONSEJO DE REDACCIÓN: P. Martín Alberto Sepúlveda Mora, ssp; P. Danilo Antonio Medina Leguizamón, ssp; Segundo José Pacabaque Bautista AUTORES: Editorial: El Director; A los comunicadores: Equipo Paulino; Actualidad: Luigi Mariano Guzzo, P. Hernando Jaramillo, P. Wilson Sossa, Eudista; Guías homiléticas: Pbro. Wilson Javier Sossa López, cjm; Biblia: P. Danilo Medina L., ssp; Pastoral Litúrgica: P. José Aldazábal FOTOGRAFÍA: Shutterstock PUBLICIDAD: Jennyfer Gregory Velásquez / e-mail: publicidad@sanpablo.com.co Daniela González / creativopublicidad2@sanpablo.com.co DISEÑO & DIAGRAMACIÓN: Paola Amaguaña Vega / e-mail: diagramacion@sanpablo.com.co SUSCRIPCIONES: periodicos@sanpablo.com.co / 3103415620 IMPRESIÓN: Taller San Pablo, Calle 170 Nº 8G-31, Bogotá, D. C. – Colombia CONTACTO: vidapastoral@sanpablo.co
Papa Francisco
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ACTUALIDAD
El carisma paulino para el mundo de hoy
ACTUALIDAD
El crecimiento espiritual y humano en tiempos de confinamiento
GUÍAS HOMILÉTICAS
Pbro. Wilson Javier Sossa López
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BIBLIA
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PASTORAL LITÚRGICA
Palabra y silencio a la luz de la Biblia
BIBLIA
La Palabra de Dios en mi familia
Notas litúrgicas
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A los comunicadores El beato Alberione a los sacerdotes
Los maestros ejemplares de la misión
E
l auténtico espíritu misionero se ha caracterizado siempre por una cierta urgencia y ansia; ha sido siempre una síntesis de pasión y acción.
Pensemos en Cristo que tiene compasión de las muchedumbres, que se deja como “devorar” por el gentío, en un crescendo de entrega de sí a la predicación y a la curación de los enfermos, hasta su rendición incondicional cuando se abandona a la muerte por amor. Pensemos en san Pablo, enérgicamente retratado en aquella expresión lapidaria: “¡Pobre de mí si no anunciara el evangelio!” (1Co 9, 16). “Predicar el evangelio no es para mí motivo de orgullo: ¡es mi deber!” (ibid). Una necesidad derivada del encuentro con Cristo resucitado, que lo atrapó en el camino de Damasco y con el que se siente plenamente identificado, viviendo en unión mística con él y con su cuerpo que es la Iglesia. Pensemos también en nuestro P. Alberione, fundador de la Sociedad de San Pablo y de la Familia Paulina, iniciador de esta revista Vida Pastoral en el mundo. Su afán de salvación para todos lo llevaba a hacer afirmaciones como la siguiente: “No importa el usar un medio u otro; importa que haya corazones ardientes y almas que quieran volcar toda
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su plenitud en el corazón de los hombres”. Y prosigue “¿Cuántas veces se plantean el gran problema: pero… a dónde camina, cómo camina, hacia qué meta va esta humanidad, que se renueva cada siglo por lo menos, incluso más, sobre la faz de la tierra? Y la humanidad es como un inmenso río que se desemboca en la eternidad. ¿Se salvarán? ¿Se perderán para siempre?
Beato Alberione
Vale la pena citar del beato Alberione un texto que se refiere al sacerdote escritor y que bien podría aplicarse al sacerdote que hoy busca todos los medios para acompañar a su feligresía confinada por la pandemia del COVID-19: “Oh sacerdotes escritores, escribamos después de la Misa y convirtámonos en canales por los que la Sangre de Cristo pase desde su Corazón, llene el nuestro y rebose en los lectores. Comprendamos todos los deseos, suspiros, espíritu y sed de Jesús a favor de los hombres y convirtámonos en su voz ardiente que llame, que insista, que grite, que increpe con la mayor comprensión y competencia (ver 2Tm 4, 2). Oh escritor sacerdote, el fruto depende más de tus rodillas que de tu pluma, más de tu Misa que de tu técnica, más de tu examen de conciencia que de tu ciencia”. Se podría preguntar de qué depende esta urgencia, esta ansia apasionada; y es fácil responder: procede de la urgencia apasionada del amor. Es el amor preferencial a Cristo lo que engendra la misión. “Le preguntó Jesús a Pedro: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? Contestó Pedro: —Señor, sí, tú sabes que te quiero: Jesús le dijo: —Lleva mis corderos a pastar” (Jn 21, 15). Remontándonos hasta la última fuente del amor, al Dios que es amor, podríamos decir con santo Tomás: “Estamos enviados por el mismo amor, con la misma fuerza, con la misma potencia que envió al Hijo”. Un amor que adquiere urgencia dramática al conectarse directamente con el problema de la salvación de la humanidad, cuestión a tratar “escrupulosamente” (Flp 2, 12), ya que “angosta es la puerta y estrecho el callejón que llevan a la vida, y pocos dan con ellos” (Mt 7, 14).
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Actualidad En tiempos de confinamiento… muchas preguntas por hacer
¿PUEDE SER LA Por: Luigi Mariano Guzzo*
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WEB UN ESPACIO
LITÚRGICO?
o soy liturgista, pero me ocupo del derecho, en particular del derecho en las religiones, es decir, de las reglas que rigen el funcionamiento de las distintas confesiones religiosas.
N
Con respecto a los derechos estatales, los derechos en las religiones tienen sus características propias y específicas, entre las cuales, a menudo, hay un conjunto de reglas que rigen la dinámica comunicativa entre los fieles y Dios: las reglas litúrgicas. Estas reglas también responden a una función fundacional de toda experiencia legal: resolver problemas prácticos. Me parece, entonces, que, en este período de emergencia sanitaria por el coronavirus, las reglas litúrgicas de la Iglesia católica no logran dar una respuesta eficaz a una cuestión inmediata: el acceso a la celebración comunitaria en tiempo de cuarentena. Precisamente en el período en que la Iglesia está viviendo una verdadera revolución digital, cada vez más dispuesta a ofrecer servicios religiosos en la web, la Congregación para el Culto Divino establece normas como para un rito tridentino. Para el jurista que analiza la función práctica del derecho esto puede sonar por lo menos extraño. Podríamos decir que en el momento perfecto para avanzar… es la ortodoxia la que prevalece sobre la ortopraxis. Sin embargo, es la Congregación misma, junto a las Conferencias Episcopales, la que recomienda a obispos y sacerdotes el uso de nuevas tecnologías para transmitir en vivo celebraciones litúrgicas, momentos de oración y de catequesis. Pero, y esta es la pregunta que nos hacemos: Como Iglesia, ¿podemos de la noche a la mañana cambiar –si bien forzados por la situación– los modos, hábitos y costumbres litúrgicas, sin pensar en comenzar una reflexión teológica sobre la presencia en el mundo digital?
La web: del espacio comunicativo al espacio litúrgico Ante esto, muchos se inclinarían a responder que ya ha habido un debate y que todavía está teniendo * Luigi Mariano Guzzo es canonista, colabora con la cátedra de Derecho eclesiástico y derecho canónico, y enseña Bienes eclesiásticos y patrimonio cultural en la Universidad Magna Grecia de Catanzaro.
lugar en la Iglesia. Se recordará, por ejemplo, un interesante documento del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales de 2002 sobre la Iglesia e internet. El punto es que, para la Iglesia, internet es generalmente un problema de “comunicación”. Con el Concilio Vaticano II, la Iglesia buscaba nuevas formas y nuevos caminos para anunciar el Evangelio en el mundo contemporáneo a través de los medios de comunicación social. La “nueva” evangelización de Juan Pablo II responde a esta necesidad y se refiere a la “novedad” de los instrumentos. También el testimonio profético del Padre Santiago Alberione, quien fundó la Familia Paulina, tiene como objetivo el anuncio de la Palabra de Dios a través del papel impreso, de la radio o de la televisión. Con las nuevas tecnologías, internet simplemente se suma a estos medios como un vehículo eficaz para transmitir el mensaje cristiano. Eso es todo. Pero no se lidia con esa revolución digital que caracteriza la transición de la realidad virtual a la realidad aumentada. La web ya no es un espacio paralelo a nosotros, del cual somos espectadores (como frente a un televisor), sino que nos permite “aumentar” la realidad que nos rodea, ampliar nuestras relaciones sociales. Internet
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Actualidad
se convierte en un espacio para habitar; la realidad ya no coincide con la dimensión material, se expande hasta incluir también la dimensión inmaterial. Todo esto lleva a una pregunta que todavía hoy se elude en la Iglesia: además de ser un medio de evangelización, ¿la web también puede ser un espacio en el que se difunde la gracia sacramental? En otras palabras: ¿Es posible un cambio de paradigma para la web: de ser un lugar que da una cierta idea de comunidad a ser un lugar que también crea comunidad, es decir, de ser un espacio comunicativo a ser un espacio litúrgico?
¿En la realidad aumentada podemos reunirnos en el nombre del Señor? A la teología le corresponde ofrecer una respuesta a esta pregunta. Y tal vez los tiempos no sean cortos, pues ha sido necesario un concilio para habitar el mundo contemporáneo, se necesitará al menos una reunión sinodal para vivir el mundo digital (es más: ¿Por qué no dedicar el próximo Sínodo ordinario a este tema?). El pensamiento jurídico, entendido como ortopraxis, probablemente pueda ofrecer algunas coordenadas esenciales. En primer lugar, es necesario partir de algunas distinciones que es difícil reconocer en la comunidad
eclesial y lo vemos en estos días: ¿Hay diferencia entre la transmisión en diferido de una celebración y una transmisión directa en tiempo real (como los live en Facebook o YouTube) y una videollamada grupal digital (como en Skype, Google Meet, Zoom)? Para responder a esto, entra en juego la dicotomía que presenté antes, entre espacio de comunicación y espacio litúrgico. Si la web es simplemente un espacio comunicativo: no, no hay diferencia, en la medida en que el anuncio del Evangelio está, en todo caso, a salvo. Tanto es así que hoy en las diversas disposiciones de las Conferencias Episcopales no encontramos este problema, y los diversos instrumentos se proponen y utilizan indistintamente. Pero si internet se entiende como espacio litúrgico, entonces la situación cambia. Teniendo en cuenta Mateo 18, 20: “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, yo estoy entre ellos”, parece que hay dos elementos esenciales para la celebración eucarística: 1) la actualidad de la celebración, como momento presente de gracia; 2) el pueblo de Dios como asamblea que se reúne para “partir” el pan. En la celebración en diferido faltan estos dos elementos; en la transmisión en vivo solo está la actualidad; en la videollamada están tanto la presencia actual como la asamblea que se reúne. O más bien, podrían
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estar… si admitimos que hoy dos o más personas pueden reunirse en la realidad aumentada, es decir, digitalmente. En los tiempos de Jesús de Nazaret no existía tal posibilidad, ¿por qué negarla hoy? En una videollamada podemos compartir sentimientos, emociones, llorar y reír juntos, también podemos celebrar contratos que conllevan exigencias y obligaciones legales, ¿por qué, entonces, no podríamos reunirnos en el nombre del Señor y vivir su presencia? ¿Acaso no es esto ya una presencia eucarística? Habiendo asumido esta dimensión, el sacerdote que preside en una videollamada digital solo puede hacerlo con la participación del pueblo. Porque efectivamente el pueblo asiste, aunque en una realidad aumentada. Y en todo esto, por supuesto, se debe tomar en serio el tema de la comunión espiritual, interpretada hoy solo en términos “paliativos”. Si no logramos llegar a una discusión de este tipo en nuestras comunidades eclesiales, seguiremos viviendo en la contradicción de obispos y sacerdotes, que recomiendan al pueblo seguir las celebraciones que formalmente son consideradas “sin pueblo”, mientras al mismo tiempo piden que no las tomen como meras formas de entretenimiento. Pero si no
hay participación litúrgica en sentido pleno, ¿qué debería distinguir estas celebraciones en línea de otras transmisiones de la programación, es decir, de un entretenimiento? Que quede claro: no se quiere afirmar que con internet se haya vuelto superfluo el edificio físico de la iglesia, sino simplemente que la iglesia física puede ser aumentada a un espacio virtual consagrado (a propósito: ¿se pueden pensar formas de consagración del espacio digital?) en el que se pueda vivir cristianamente el ser asamblea litúrgica, y donde el campanario pueda ser reemplazado por el sonido de una notificación…
que la web nos hace a todos más distantes, rompe las relaciones sociales, nos hace más solitarios, y que la Iglesia no debe correr el riesgo de desmaterializarse. En una palabra: que los tiempos pasados eran mejores que los presentes. Profetas de la fatalidad, los llamaría el papa Roncalli. ¿Qué queda de ese mensaje de liberación que se encarna en la historia del hombre y, por lo tanto, también en la historia digital, etapa fundamental del camino de la humanidad? Gaudet mater Ecclesia… también en línea.
A algunos un discurso de este tipo les hará fruncir el entrecejo. Sin embargo, ahora más que nunca en la Iglesia católica debemos tener la audacia de hacernos preguntas arriesgadas que esperan respuestas valientes. Otros dirán
Artículo publicado en la edición digital de Il Regno 08/04/2020. http://www.ilregno. it/moralia/blog/il-web-puo-essere-unospazio-liturgico-luigi-mariano-guzzo
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Actualidad
EL CARISMA
PAULINO PARA
EL MUNDO DE
HOY Por: P. Hernando Jaramillo, ssp
Desde hace ya algunos años, el internet irrumpió casi sin quererlo hasta en los más recónditos lugares, cambiando por completo, y para siempre, la forma de comunicarse. Se dejó de escribir cartas a mano para enviar emails, se comenzó a interactuar en tiempo real con amigos y familiares rompiendo las distancias y poco a poco se fue venciendo el miedo a sumergirse en ese desconocido universo tecnológico. julio / septiembre - 2020 - Vida pastoral no 179
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Actualidad
Hoy, muy buena parte de las fuentes de información se encuentra en el ciberespacio, modificando no solo los modos de relacionarse, sino también las formas de acceder al conocimiento. Al mismo tiempo se han venido afinando las estrategias de los medios para mantener la conectividad con los usuarios, generando relaciones más directas, identificando perfiles y detectando formas eficientes de responder a sus necesidades. La inmediatez se fue convirtiendo en uno de los más grandes desafíos de los productores online, reduciendo la información a una imagen o a muy pocas palabras. El mundo digital estaba cambiando todo el proceso de la comunicación.
La pandemia aceleró el cambio Pero hace solo algunas semanas, frente al tsunami provocado por las actuales condiciones sanitarias del planeta, los Estados se han visto en la obligación de imponer restricciones estrictas al libre movimiento de las personas, limitando la vida social y suspendiendo de paso sine die las Misas y celebraciones en público. Este confinamiento ha propulsado de manera exponencial un sinnúmero de posibilidades que el internet venía ofreciendo a niveles muy limitados: teletrabajo, clases online a todos los niveles, transmisiones in streaming que distribuyen contenidos multimediales de manera continua, explosión de las plataformas de televisión a la carta, etc.
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El carisma de don Alberione tiene una enorme oportunidad de poner en evidencia su actualidad. Hoy más que nunca se cumple la palabra de Jesús: “Lo que les susurro al oído proclámenlo desde las azoteas” (Mt 10, 27). Y es desde azoteas cargadas de antenas repetidoras que se está abriendo un nuevo y prometedor areópago, como el que usó san Pablo en Atenas.
La Iglesia ha sabido captar esta amplitud de posibilidades para comunicar y ha dado pasos encaminados a conectar con muchas más personas, saliendo del círculo limitado de la feligresía parroquial. Con estos nuevos medios se ha hecho más cercana la invitación de Jesús de “ir por todo el mundo a predicar el Evangelio a toda creatura” (cf. Mc 16, 15). En esta transformación han jugado un rol preponderante el carisma y la personalidad del beato Santiago Alberione. Él entendió con amplia claridad la legitimidad de la pastoral massmediática, la necesidad de ir al encuentro de las personas, especialmente a los alejados de la Iglesia. Su intuición lo llevó, desde inicios del siglo XX, a darse cuenta de que los templos iban a estar cada vez más vacíos y de que a todas esas personas que dejaban de frecuentar una comunidad orante era necesario seguir acompañando, con el apostolado que la comunicación moderna ofrecía. Antes de que el papa Francisco hablara de ir las periferias, don Alberione enviaba a sus seguidores de casa en casa, al encuentro de todos, reavivando el interés por la Palabra, alimentando la fe contribuyendo al progreso humano.
Es hoy el momento oportuno, hoy es el día de la salvación (2Co 6, 2) Frente a las mutaciones históricas que está provocando de manera acelerada la pandemia, el carisma de don Alberione tiene una enorme oportunidad de poner en evidencia su actualidad. Hoy más que nunca se cumple la palabra de Jesús: “lo que les susurro al oído proclámenlo desde las azoteas” (Mt 10, 27). Y es desde azoteas cargadas de antenas repetidoras
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Actualidad en zonas remotas, miembros de otras comunidades religiosas– a los que de otra manera difícilmente podría llegar”1. Desde muchos lugares, buscando paliar a la prohibición de reunirse para celebrar en comunidad, han surgido diversas iniciativas que valorizarían las redes sociales, los canales de YouTube, las radios digitales, con el fin de proponer a los fieles un acompañamiento espiritual. Son muy valiosos los esfuerzos consentidos por párrocos y líderes de comunidades por crear espacios de conectividad, tratando de alcanzar no solo a su feligresía tradicional, sino también a los que yacen al borde del camino o se sienten interpelados en su fe frente a los acontecimientos que vive el mundo. También, muchas veces por iniciativa de los fieles, se han creado grupos y se han establecido momentos para “encontrarse” en oración, dando nacimiento a cibercomunidades con sus normas, sus animadores y hasta sus plegarias.
Tomar en cuenta algunos retos que se está abriendo un nuevo y prometedor areópago, como el que usó san Pablo en Atenas (cf. Hch 17, 22-31), desde donde la Iglesia puede hacer ver y oír a muchas personas de muy distintos horizontes el anuncio evangélico. Ante el drama de los templos vacíos y la imposibilidad de congregarse, es el momento de facilitar otros encuentros, de estimular la participación activa en celebraciones y eventos de formación cristiana que propone la red. En el documento pontificio Iglesia e Internet se señala: “Internet es importante para muchas actividades y programas de la iglesia: la evangelización, (...) tradicional labor misionera ad gentes; la catequesis y otros tipos de educación; las noticias y la información; la apologética, el gobierno y la administración; y algunas formas de asesoría pastoral y dirección espiritual. Aunque la realidad virtual del ciberespacio no puede sustituir a la comunidad real e interpersonal (...) puede desempeñar tareas, complementarlas, atraer a la gente hacia una experiencia más plena de la vida de fe y enriquecer la vida religiosa de los usuarios, a la vez que les brinda sus experiencias religiosas. También proporciona a la Iglesia medios para comunicarse con grupos particulares –jóvenes y adultos, ancianos e impedidos, personas que viven
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Toda esta eclosión de iniciativas pone a la Iglesia frente a algunos desafíos. Uno de ellos, cada vez más recurrente, es que la religión en línea se construya de manera personalizada, postulando una espiritualidad autónoma, individual, que suele rechazar la vida de comunidad. Ello repercute en las iglesias y las religiones más tradicionales, quienes reactivamente han incursionado también en la red, compitiendo frente a otros tantos productos más o menos religiosos que ahí se ofertan. Otro reto se deriva de la muy variada gama de productos que circula en el ciberespacio, generando nuevas formas de consumismo virtual, que entre contradicciones, manipulaciones y fake news vulneran la credibilidad no solo de quien emite un mensaje, sino del mensaje mismo. Además, en un terreno tan inmediato como el de internet, muchos interrogantes e inquietudes de los usuarios pueden quedarse frustrados frente a la brevedad de un trino o la sequedad de una respuesta privada de reflexión. Si el internet supone la muerte de las distancias, también quiere la celeridad en los intercambios, con el riesgo 1 Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales (s/f), La iglesia e internet, Ciudad de El Vaticano, disponible en http:// www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/pccs/documents/rc_pc_pccs_doc_20020
de empobrecer el mensaje o volverlo caricatural. Y, muy probablemente, la oferta religiosa en la red no sea siempre lo que los cibernautas necesiten para crecer en su fe, para consolidarse en el seno de una comunidad y para asumir el compromiso misionero de evangelizar. Pero también urge plantearse el reto de lo que será la pastoral después de la pandemia. Obviamente, es de esperar que todos los esfuerzos no se encaminen a restablecer todo “como antes”, privilegiando la sacramentalidad y percibiendo de la actual cultura de la comunicación solamente su valor instrumental. En la hora de las comunicaciones se abre un cada vez más amplio abanico de agentes evangelizadores, cada una con sus valores y con sus carismas, según la descripción del cuerpo de la Iglesia que ofrece san Pablo (cf. 1Co 12, 12). Por lo tanto, la estrategia más inmediata será de aprender a trabajar en equipo, juntando ideas y recursos, para poder entrar sin complejos en un contexto de agresiva competitividad, con un mensaje tan antiguo y tan actual. Será también de crucial importancia, para pastores y fieles, la necesidad de mejor conocer el contexto de la comunicación, con sus riesgos y exigencias. De hecho, no han sido pocos los tentativos fallidos por personalizar demasiado la imagen de un presentador, por sucumbir ante el solo objetivo de obtener ganancias económicas o, simplemente, por no considerar suficientemente lo que incursionar en estas plataformas supone como tiempo o medios requeridos. Sería además de gran actualidad acompañar
pastoralmente a las personas en el uso de estas técnicas, para que con criterios acertados puedan hacer un sano discernimiento entre toda la gama de propuestas disponibles, en el espíritu de la exhortación de san Pablo (cf. 1Ts 5, 21). Pero seguirá siendo prioritario el cuidado de la comunicación interpersonal, en la familia, las comunidades y los demás grupos humanos, para no verse expuestos a una hiperconexión con amigos virtuales, a detrimento del diálogo directo y la amistad real. En este sentido cae muy bien el mensaje que el Papa sacó para la 54 Jornada mundial de las comunicaciones sociales, donde pone de relieve el tema de la narración, “una narración humana, que nos hable de nosotros y de la belleza que poseemos. Una narración que sepa mirar al mundo y a los acontecimientos con ternura; que cuente que somos parte de un tejido vivo; que revele el entretejido de los hilos con los que estamos unidos unos con otros” (Francisco).
Conclusión En el ámbito pastoral, la interacción en esta actual cultura de la comunicación pasa por las motivaciones de fondo que inspiran su aceptación más que por los conocimientos técnicos o la buena voluntad del agente evangelizador. El beato Santiago Alberione podrá estar feliz de ver cumplido su sueño de alcanzar a muchas más personas, pero quiere que sea en un camino de santidad, personal y comunitaria, y no un modo de promover individualidades.
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Actualidad
Actualidad
Por: P. Wilson Sossa*
EL CRECIMIENTO
espiritual y humano
en tiempos de confinamiento “Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir. ¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia?”. Papa Francisco * P. Wilson Sossa, eudista. Formador de la casa de formación “La misión”, asesor social y capellán de la Corporación Minuto de Dios, vicario parroquial de San Juan Eudes.
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En el tiempo de la cultura de la comunicación, del auge de las redes sociales y de los medios que tenemos a disposición, podemos decir que todos estamos informados aunque superficialmente y eso significa que, al mismo tiempo, estamos desinformados y en medio de una saturación de mensajes que no generan esperanza. La crisis que vive nuestra humanidad tiene un principio y un fin, sabemos que no será para siempre, aunque a veces pensamos negativamente que no habrá una luz al final del túnel. Pero cuando escuchamos al papa Francisco, sus palabras nos dan una dosis de esperanza, en medio de la saturación y sobrecarga de diferentes medios. Sus mensajes nos recuerdan que nacimos y vivimos una vida efímera, y debemos reconocernos como seres humanos que experimentan fragilidad ante las tempestades. Al hombre de hoy le cuesta aceptar su realidad finita y corre siempre el peligro de creerse omnipotente como nos lo recuerda el pasaje del Génesis: “La serpiente replicó a la mujer: no morirán. Bien sabe Dios que cuando coman de él se les abrirán los ojos y serán como Dios en el conocimiento del bien y el mal” (Gn 3, 5). Esta pandemia ha permitido abrir las ojos de las personas ante esa tentación: “…de forma inesperada e inminente, irrumpió la crisis del dichoso coronavirus… que puso patas arriba nuestras vidas y nuestras agendas“… Enseguida detecté que, debajo de tanta avidez de noticias, inusitada excitación, crítica amarga, memes y vídeos ingeniosos, se escondían, tal vez como mecanismo de defensa, el miedo, el sentimiento de fragilidad y la inseguridad que la grave situación de crisis estaba provocando en nosotros… Porque una crisis siempre desafía la esperanza” (Fernando Prado Ayuso, Tejer historias, Publicaciones Claretianas).
Nacimos y vivimos una vida efímera, y debemos reconocernos como seres humanos que experimentan fragilidad ante las tempestades.
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Actualidad ¿Cuáles son los desafíos en este tiempo de pandemia? ¿Cómo mantener la esperanza que está presente en cada corazón por la fe que profesamos en Cristo Jesús? Tal vez sean motivadoras o inspiradoras estas ideas:
1. Una espiritualidad a la carta y al gusto del recep-
tor. Por este tiempo se ha hecho énfasis en las videoconferencias, los mensajes a través de redes sociales, los grupos y cadenas de WhatsApp, las misas en streaming, y de esa manera mantener el espíritu vital de todas las personas en casa, desde el niño hasta el adulto. La Iglesia virtual esta en cada cena, en el balcón, en el patio y en la sala ya sea durante el ejercicio, el aseo o incluso en la comida; todo está en la familiaridad del discurso que llega al corazón, como los discípulos de Emaús, que lo reconocieron al partir el pan, ahora nosotros lo reconocemos en la casa-hogar como hoguera de amor e Iglesia doméstica.
2. Del encuentro social al encuentro virtual. Natu-
ralmente por esta emergencia muchos tienen que pasar más tiempo frente al computador y las relaciones son más virtuales. ¿Son las nuevas y únicas maneras de relacionarnos de ahora en adelante? Debemos estar atentos a no perder nuestra identidad y que esto nos ayude, en cambio, a valorar más nuestros encuentros y saber que jamás pueden ser reemplazados por gestos virtuales. Hasta hoy algo que preocupaba es que cada vez el hombre estaba más solo y se habían perdido muchos espacios de convivencia, diálogo, encuentro con la otra persona. Este tiempo nos ayuda a comprender que no podemos acostumbrarnos al aislamiento y que un medio jamás puede reemplazar ese contacto directo y el calor humano. El contacto humano es importantísimo, somos una cultura de continuo contacto, celebramos siempre la vida: un cumpleaños, una reunión familiar, una oración en comunidad, etc. En este tiempo de la telemedicina, el teletrabajo, la videollamada, la teleconferencia, se pueden valorar y añorar las celebraciones con una gran
Este tiempo nos ayuda a comprender que no podemos acostumbrarnos al aislamiento y que un medio jamás puede reemplazar ese contacto directo y el calor humano.
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asamblea, las conferencias en salones, el saludo, el abrazo… eso que nunca podrá pasar. Ojalá esta realidad virtual no nos haga menos humanos, porque siempre necesitaremos de la comunidad pues todos estamos en la misma barca, parafraseando al papa Francisco. En definitiva, somos seres humanos de contacto, que por el momento añoramos volver a sentir el abrigo del “otro” que nos hace sentir el amor de la cercanía, volver la mirada a lo que nos hace más humanos y menos insensibles frente al dolor y el sufrimiento.
3. El servicio y la solidaridad en época de la espe-
ranza. Hoy la esperanza se sigue comunicando de manera sencilla y por la gente sencilla. Nada contagia más que el testimonio de vida. “La vida que no sirva, no sirve”, acaba de decir el papa Francisco en el Domingo de Ramos, que ha sido el más raro de nuestras vidas. “Y esta sociedad, prepotente y presuntuosa, que es capaz de emocionarse con el testimonio de quienes combaten la pandemia en hospitales, calles, residencias y supermercados, no es inmune al contagio del amor. A veces, desde nuestras trincheras, no nos lo parece, pero es así” (Fernando Prado Ayuso, Tejer historias). Es la espiritualidad del servicio y la solidaridad que propone la obra del Minuto de Dios, es el testimonio de personas que quieren
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Actualidad Actualidad
Generar la cultura del encuentro, escucharnos mutuamente y dejar que el otro narre su propia historia debe ser la próxima conquista del ser humano.
ayudar a otros que poseen menos recursos. Por eso, se han entregado en todo Colombia más de diez mil mercados en un mes, en diferentes ciudades y apoyados por otras empresas, que con transparencia han llegado al corazón de muchos necesitados. Al igual que la universidad que donó novecientos computadores, gracias a la ayuda solidaria de sus colaboradores, para que los estudiantes pudieran seguir sus trabajos por internet. Además, la Iglesia en Colombia a través de la Fundaciones de los Bancos de Alimentos ha llegado a muchas personas necesitadas con su ayuda y cada comunidad religiosa, a su manera, se ha mostrado solidaria para paliar las necesidades de nuestro pueblo. Esto nos hace pensar que todavía existe gente entregada y solidaria que trabaja desinteresadamente por los pobres.
4. La sanación “interior” a través de la consejería y
acompañamiento espiritual. Por estos tiempos de pandemia, la necesidad de ser escuchados se hace más urgente y por eso se ha llegado, a través de diferentes medios, a la escucha espiritual. Las personas llaman a las líneas aló Jesucristo, a las líneas de escucha o a sus consejeros espirituales, porque necesitan, ante todo, sentirse “personas”, quieren comentar sus problemas, y, aunque estén rodeados de su familia, a veces se sienten solos, por eso acudir a una mano amiga no está de más. Y esto es muy importante, especialmente para los pastores de nuestra iglesia o para quienes acompañan espiritualmente a las personas, a veces por medio de una conversación sencilla o un pequeño
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consejo, el Señor está sanado el corazón de sus hijos y aliviando las cargas. Es increíble el bien que se hace cuando también se acude a este tipo de acompañamientos. El apoyo en momentos de dificultad es clave. Citando y recordando a Jorge Bucay, en su libro Empieza hoy el resto de tu vida nos dice que: “No se trata solo de reconocer alguna frustración o hecho doloroso, pues la vida de todos la incluye y la incluirá; se trata, más bien, de la represión –consciente o no; por mandato o por imitación– de los sentimientos ligados a esos episodios”. En el fondo todos necesitamos sentirnos amados y escuchados para superar momentos de la historia que crean angustia e incertidumbre.
5. Saborear la vida, como se saborea una café. Por
estos lados del Continente todos conocemos lo que es el tiempo libre para salir a caminar, leer, escuchar música, hacer deporte, compartir un café, etc. Recuerdo un amigo de Guatemala al que invité a degustar un café y para mi sorpresa se lo tomó de un sorbo; yo quedé perplejo, sin palabras, entonces me senté y le expliqué lo que significaba en Colombia invitar a un café y el sentido que tiene compartir un “tinto” con los amigos. No es el café en sí mismo sino aprovechar el momento para el diálogo, para compartir la vida, para reírse de una anécdota. Son momentos de la vida que en esta época de confinamiento se empiezan a valorar aún más, especialmente porque responden a una cultura del encuentro. Y ese “encuentro” es el espacio que se volvió a conquistar en muchas familias, teniendo un ambiente propicio para narrar las propias historias. Si una enseñanza nos deja este tiempo de pandemia es el haber aprendido a valorar el tiempo que se pasa con la familia, incluso para los religiosos con los hermanos de comunidad. Generar la cultura del encuentro, escucharnos mutuamente y dejar que el otro narre su propia historia debe ser la próxima conquista del ser humano. El papa Francisco dedicó el Mensaje para las Comunicaciones de este año 2020 al tema de la narración y decía algo interesante para meditar: “ Quiero dedicar el Mensaje de este año al tema de la narración, porque creo que para no perdernos necesitamos respirar la verdad de las buenas historias: historias que construyan, no que destruyan; historias que ayuden a reencontrar las raíces y la fuerza para avanzar juntos. En medio de la confusión de las voces y de los mensajes que nos rodean, necesitamos una narración humana, que nos hable de
nosotros y de la belleza que poseemos. Una narración que sepa mirar al mundo y a los acontecimientos con ternura; que cuente que somos parte de un tejido vivo; que revele el entretejido de los hilos con los que estamos unidos unos con otros”.
En definitiva “No solo hay hambre de cosas materiales (las necesidades básicas del alimento, el vestido, la casa, el status profesional, etc.), también hay otras “hambres”, como por ejemplo: hay hambre de la verdad (y no olvidemos que sólo en Jesús se encuentra la verdad de Dios); hay hambre de vida (y no olvidemos que solo en Jesús encontramos vida en abundancia); hay hambre de amor (solo en Jesús se encuentra el amor de supera las heridas del pecado y la separación final de la muerte). Solo Jesús puede satisfacer esa hambre más profunda que nos mantiene constantemente insatisfechos” (Fidel Oñoro, cjm). Estos desafíos, puestos en la mesa por la situación que hoy vive el mundo entero, no son más que una ocasión para dar una respuesta pastoral y orientar a las personas hacia los auténticos valores de la vida. Esta vida que hoy nos ha puesto de frente a nuestra realidad, a nuestra fragilidad y a distinguir lo que es relativo de lo absoluto. En el camino de la esperanza seguimos, paso a paso, a Jesús, escuchando su Palabra, y apropiándonos de su mensaje que nos genera nueva vida e ilumina el tiempo que vivimos.
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GUÍAS
HOMILÉTICAS Pbro. WILSON JAVIER SOSSA LÓPEZ, EUDISTA Del Evangelio según san Mateo
5 de julio de 2020 Za 9, 9-10 / Sal 144 / Rm 8, 9.11-13 / Mt 11, 25-30
LA HUMILDAD NACE DEL CORAZÓN Jesús se revela a sí mismo Todos los textos de hoy van hacia la búsqueda de la voluntad de Dios, para no rechazarlo en nuestra vida, sino para creer como los pequeños. San Agustín decía: “Donde está la humildad, allí está la caridad y la convivencia fraterna”. Es importante cuestionarnos sobre la raíz del ser cristiano y su mismo llamado; el texto de hoy nos presenta la diferencia entre dos tipos de personas: los niños frente a los sabios y entendidos. Los primeros son los pobres de espíritu, quienes quieren recibir la sabiduría de Dios, ser como niños, no tanto por su inocencia, sino porque están abiertos a recibir Reino de Dios. Mientras que los sabios y entendidos son los fariseos que se cierran a su reino. Este texto se ha definido como el magníficat de Jesús, es decir, un himno de júbilo que manifiesta como la revelación de Dios ha enaltecido a los humildes y derriba del trono a los poderosos. El te doy gracias de Jesús brota de la profundidad del corazón, y está presente en su oración. Para conocer el misterio profundo de la Trinidad es necesario acercarse al misterio con humildad y gozar al sentir que no estamos orando a Dios sino orando en Dios. Por el Espíritu Santo nos unimos a la oración de Jesús para dirigirnos al Padre. Solo en ese momento sentiremos la misma alegría de Jesús y también nosotros pronunciaremos un te doy gracias. Los sabios, en cambio, representan un antimodelo de vida, mientras que los humildes y pobres –representan el modelo o paradigma de la vida–. De este modo, la humildad es signo de Cristo, que se humilló hasta la muerte y una muerte de cruz. En este caso los sabios, es decir, los escribas, doctos de la ley, están frente a
“Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera” (cf. Mt 11, 25-30). Palabra del Señor
los pequeños, frente a quienes tienen apertura en su corazón; Dios mismo les revela su plan a aquellos que viven aprendiendo y escuchando atentos la enseñanza de su Maestro. El interrogante que podemos plantearnos es: ¿Somos escribas o pequeños ante Dios? El escriba hoy es el que se cree mejor que el otro. El pequeño hoy es el que sabe que solo en Dios puede esperar y abandonarse. El fariseo hoy es el que no se esfuerza, critica todo y no está de acuerdo ni le gusta nada. El pequeño es el que sabe vivir cada circunstancia com optimismo, alegría y esperanza.
Aporte pastoral El texto nos dice que debemos aprender de Él, que es manso y humilde. Jesús habla de la humildad de corazón; entonces podríamos preguntarnos: ¿Es que no poseía la humildad de espíritu? Debemos recordar que la humildad de espíritu, fundada en el pecado, es negativa en Él, es decir, que Jesús no la podía tener. Si practicó las obras de esta virtud fue para darnos ejemplo. ¡Señor dame la sabiduría que solo adquiero por ti y en ti! Las situaciones humanas se convierten en mi vida en yugo pesado, carga difícil de aceptar; pero en ti, Señor encuentro que el yugo es suave y la carga ligera porque me das la fortaleza para sobrellevar penas, angustias y tristezas, lejos de toda soberbia y lejanía de ti. Qué sería de mí si tú no me dieras esas fuerzas y esa gracia que nunca el intelecto ni la ciencia pueden dar; por eso mi conciencia está en paz, teniéndote a ti como mi único bien y cuidando el entorno, y todo lo que nos regalas en la naturaleza como obra de la creación tuya.
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Comunicación Guías homiléticas 12 de julio de 2020 Is 55, 10-11 / Sal 64 / Rm 8, 18-23 / Mt 13, 1-23 Del Evangelio según san Mateo “Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron...Otros granos cayeron en tierra buena dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, setenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga” (cf. Mt 13, 1-23).
Palabra del Señor
PREPARAR NUESTRO CORAZÓN La Palabra de Dios, en el profeta Isaías, se asemeja a la lluvia y a la nieve que caen de los cielos y no vuelven a lo alto sin antes dar fruto, igual debe suceder con la Palabra de Dios que se siembra en el corazón de cada oyente, debe dar un fruto que se percibe en la conversión de su mente, su voluntad y su corazón. El pecado de la humanidad no queda solamente en el ámbito de lo interior, sino que lo exterior, la naturaleza, se resiente si el hombre no sabe llevar a cabo la misión que Dios le ha encomendado; por eso, la Palabra de Dios busca actuar en el interior de cada persona para que las obras exteriores sean su mejor manifestación, tal y como sucede con todas la semillas. Las enfermedades, en muchas ocasiones, son el resultado de una vida interior que está enferma como consecuencia del alejamiento de Dios. Lo exterior es simplemente la manifestación de lo que está dentro de nosotros. Así el mundo vive momentos de emergencia sanitaria, y de alguna manera hemos entendido que todo es producto del vacío interior que existe en las personas. Por eso, para muchos, este tiempo de pandemia ha sido la ocasión para recuperar lo que realmente es importante. En el Evangelio, el comportamiento del sembrador, que es un profesional en la materia, ciertamente parece extraño cuando deja caer algunas semillas en terreno inapropiado para el cultivo. Sin embargo, esto corresponde a la realidad del Evangelio: antes que la calidad de la tierra, lo que vale es la calidad de la semilla. Y así obraba Jesús quien arrojaba su semilla en corazones sobre los cuales los fariseos ya habían dado su dictamen negativo.
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Esta imagen del sembrador, arrojando las semillas en los diferentes terrenos, es un retrato de la obra de Jesús quien no ha venido “a llamar a justos, sino a pecadores”. Ante todo se proclama la bondad de Dios, quien no tiene límites para ofrecer sus bendiciones (ver 6, 45), pero esto implica el hacerse a sí mismo “buena tierra” para que la semilla de la Palabra pueda crecer. De esa manera la Palabra de Dios está disponible para todo aquel que quiera recibirla, sanar su vida interior y, como consecuencia, dar frutos abundantes.
Aporte pastoral “...Procuren que no caiga la semilla cerca del camino, no sea que venga el espíritu maligno y arrebate de su memoria la Palabra. Procuren que no caiga la semilla en tierra pedregosa, y produzca el fruto de las buenas obras sin las raíces de la perseverancia. A muchos les agrada lo que escuchan, y se proponen obrar bien; pero inmediatamente que empiezan a ser molestados por las adversidades abandonan las buenas obras que habían comenzado. La tierra pedregosa no tuvo suficiente jugo, porque lo que había germinado no lo llevó hasta el fruto de la perseverancia. Hay muchos que cuando oyen hablar contra la avaricia, la detestan, y ensalzan el menosprecio de las cosas de este mundo...” (San Gregorio Magno). Señor, libera nuestro corazón de todas las indiferencias que nos aplastan en el camino: el indiferentismo religioso, la falta de fe, amor y esperanza. Tú conoces nuestro corazón, nuestra tierra, prepárala para poder vivir una experiencia fuerte de encuentro contigo, renunciando a las distracciones que nos esclavizan.
19 de julio de 2020 Sb 12, 13.16-19 / Sal 85 / Rm 8, 26-27 / Mt 13, 24-43 Del Evangelio según san Mateo Pero Él les contestó: ‘No. No sea que al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha y, cuando llegue la cosecha, diré a los segadores: arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla’ (cf. Mt 13, 24-43).
Palabra del Señor
PACIENCIA Y AMOR DE DIOS La primera lectura nos presenta a un Dios justo e indulgente, en un contexto donde se afirma la fe monoteísta, es decir, en un solo Dios, el Dios de Israel, que supera otros dioses de los cananeos y los egipcios. En la Carta a los Romanos, san Pablo nos invita a reconocer nuestras debilidades; es el Espíritu que sabe hasta dónde podemos llegar y hasta dónde no, porque conoce nuestras debilidades y habita en cada uno de nosotros. Es el Espíritu que conoce hasta lo más profundo de nuestro ser, gime dentro de nosotros, anhelando la liberación de todo lo que se opone al plan maravilloso del Señor. Todos aprendemos de situaciones adversas como las que estamos viviendo (pandemia, violencia, egoísmo...), no podemos dejarnos llevar por la desesperanza, debemos aprender a ser pacientes, reconociendo nuestra realidad y nuestros límites, siendo fortalecidos en el Señor. En el evangelio de hoy, una de las tres parábolas de la “semilla”, nos muestra una debilidad que llevamos dentro: la impaciencia. La verdadera intención o finalidad de esta parábola no es otra que mostrar cómo se da en la vida concreta la realidad del Reino de Dios. Todos tenemos metas, personales y comunitarias, que ojalá estén inspiradas por la presencia de Dios en nuestra vida: cuando nuestro proyecto y el proyecto de Dios coinciden, ahí estamos viviendo el Reino de Dios, que no es otra cosa diferente a la presencia y el actuar de Dios en nosotros. Pero esto exige de nuestras vidas que haya disciplina, amor, desgaste y no dejarnos vencer por el mal. Vemos que aunque la semilla sea de
buena calidad hay cosas a su alrededor que la ahogan y quizás el rendimiento no sea igual. Por eso, la invitación es a permanecer en el Señor pues es Él quien ha hecho triunfar el bien sobre el mal, la vida sobre la muerte, la gracia sobre el pecado. En la vida se deben hacer sacrificios (sacri: sagrado; ficios: hacer, es decir, “hacer sagrado” o “consagrar a Dios” todo lo que hacemos), porque no existe gloria sin cruz, no existe éxito sin el paso doloroso de luchas incansables y esperanzas lejanas.
Aporte pastoral “Y cuando el creyente deja de esperar, o no sabe a ciencia cierta lo que espera, acaba reduciendo su fe a un código de buena conducta, a pura moralidad inmanentista; y para el viaje de la buena conducta no hacen falta las alforjas de la fe” (Léon Bloy). Léon, novelista francés, nos deja en estas frases memorables un ejemplo para nuestra vida espiritual; decía que cuando quería estar al tanto de las últimas noticias, leía el Apocalipsis. Hoy casi nadie sigue este ejemplo, ni siquiera entre los creyentes. Debemos tener la Palabra de Dios a la mano y las noticias diarias para saber dejarnos iluminar por el Espíritu y así saber hacia dónde nos dirigimos en nuestra vida. Hoy el hombre se ve afectado por una pandemia, el COVID-19, pero no puede olvidarse que somos seres integrales y que no es la única preocupación que afrontamos, pueden venir otras catástrofes naturales porque hemos herido el planeta tierra, debemos ser consecuentes a la voz del Señor y empezar a vivir en Él ya aquí en la tierra, y eso será el reino de Dios.
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Comunicación Guías homiléticas 26 de julio de 2020 1R 3, 5.7-12 / Sal 118 / Rm 8, 28-30 / Mt 13, 44-52 Del Evangelio según san Mateo En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo” (cf. Mt 13, 44-52).
Palabra del Señor
¿DÓNDE ESTÁ MI CORAZÓN? Continuamos reflexionando con el Evangelio de Mateo y en este pasaje, así como en el de los anteriores domingos, encontramos a Jesús enseñando por medio de parábolas. La parábola que nos ocupa hoy, la del tesoro escondido en el campo, está muy relacionada con la de la joya fina, y en ambas, Jesús compara las cosas valiosas con el Reino de Cielos. Es así como la razón de ser de este evangelio, está en el discernimiento y la elección a la que están llamados los discípulos, es decir, discernir entre los valores verdaderos o falsos. Debemos entender que el tesoro es un regalo gratuito de Dios, por eso el texto hace referencia a un tesoro encontrado en el campo, cuyo requisito para acceder a él, está en vender todo. Así pues, la dinámica de esta parábola se basa en tres verbos: ir, vender y comprar. La renuncia a todas las cosas del mundo es el desafío para aquellos que desean gozar de las maravillas del Reino de Dios. Además, descubrir el tesoro en el campo significa también experimentar lo bello que es descubrir una vida en Dios y apostar todo por mantenerla. Así, el que encuentra el tesoro está llamado a convertirse, pero esta conversión debe llevarnos a dejar las cosas viejas, para llenarnos de cosas buenas. Lo nuevo es el símbolo de la Buena Nueva, la Palabra de Dios que se da gratuitamente al mundo; y lo viejo es el signo de las costumbres erradas que están en contra de las enseñanzas de Jesús. Así pues, para que el tesoro, es decir, la Palabra de Dios nos transforme, es necesario tener una actitud de desprendimiento de las riquezas superfluas que hay en nuestro corazón. Finalmente, cuando el Evangelio habla de ser una sola red para toda clase de peces, indica la hora del
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juicio final, donde se juzgará a todos, separando a buenos y malos. Allí, nos recuerda Jesús, no se harán distinciones de ninguna clase. Y aquí está la diferencia entre los buenos y los malos, en elegir vender todos los bienes para comprar el tesoro o, en poseer todo tipo de riquezas sin dar importancia al tesoro encontrado. Esta elección será la clave para formar parte en el Reino de los Cielos o, para ser echado al fuego del infierno. De esta forma el juicio de Dios se convierte en una purificación, por el cual, somos separados de nuestros apegos para unirnos definitivamente con el Reino de los Cielos, el reino del amor.
Aporte pastoral Oh Jesús, ¿cuántas veces me he alejado de ti? ¿Cuántas veces he valorado más mis propias riquezas, que las cosas que tú me regalas? ¿Cuántas veces, Señor, no he podido desprenderme de mí mismo para poder seguirte? Te doy las gracias Jesús, porque me has regalado el tesoro de tu Palabra. Te doy gracias porque me enseñas cuáles son las riquezas verdaderas. Quiero olvidarme, Señor, de las cosas que yo creía que eran mis tesoros, para poder dejar en mi corazón el único y verdadero tesoro, que es tu Palabra. Hazme parte de tu Reino eterno, Señor, no quiero ser echado al fuego eterno, quiero poder contemplar tu rostro cuando llegue el fin de los tiempos. Por eso dame un corazón que se olvide de todas las riquezas, para que así, apegado a tus mandatos, dé frutos buenos y pueda compartir con los demás el tesoro que he recibido gratuitamente de ti. ¿Qué utilidad tendrán las personas malas, llegado el fin del mundo? ¿He dejado las cosas viejas para recibir las cosas que vienen de Dios?
2 de agosto de 2020 Is 55, 1-3 / Sal 144 / Rm 8, 35.37-39 / Mt 14, 13-21 Del Evangelio según san Mateo “Estamos en despoblado y empieza a oscurecer. Despide a la gente para que vayan a los caseríos y compren algo de comer”. Pero Jesús les replicó: “No hace falta que vayan. Denles ustedes de comer”. Ellos le contestaron: “No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados” (cf. Mt 14, 13-21).
Palabra del Señor
SOLO TENEMOS CINCO PANES Y DOS PECES La lectura de Isaías evidencia una propuesta necesaria y urgente de volver la mirada a Dios. Es la propuesta profética de recomponer la historia del hombre desde su libertad, pero sin olvidar que la fuente principal es el Señor. Cuando en la oración del Padrenuestro decimos: “Danos hoy nuestro pan de cada día”, estamos pidiendo que nunca nos falte el alimento material y espiritual. Así pues, la necesidad de alimentarnos de los frutos de la naturaleza, es ante todo, un signo de nuestra necesidad y dependencia en Dios. Muchas veces los seres humanos nos creemos o nos sentimos autosuficientes, pero en realidad, vivimos recibiendo y nutriéndonos de un Dios que atraviesa el cosmos y que se nos da cada día gratuitamente. Por eso, es un gesto profundamente humano el agradecer antes de consumir los alimentos, que si bien son fruto del esfuerzo y del trabajo del hombre, son al mismo tiempo, regalo originario del Dios creador que sustenta la vida. Por eso cuando Jesús toma los cinco panes y los dos pescados, da gracias por estos al Padre. Lo hace para demostrar que Él ha salido del Padre y que es igual al Padre en todo. También para enseñar a otros que no deben sentarse en la mesa, sin haber dado gracias a Dios por los alimentos. Después de dar gracias, Jesús da instrucciones a sus discípulos de repartir la comida a la gente, con esto nuevamente los envía para que enseñen la bondad de Dios y se hagan partícipes de su poder. Además con esto Jesús recuerda a sus discípulos que en el momento de su partida serán ellos los encargados de continuar con el pastoreo de su rebaño. El texto dice también que las personas
comieron hasta quedar satisfechas. Esta es la recompensa de aquellos que decidieron seguir a Jesús, la misma fue tan grande que han quedado satisfechos. Por eso vemos cómo el texto enseña que el único alimento que puede saciar las necesidades de los hombres es el que proviene de Dios. El signo de los doce canastos que sobraron, es la representación de las doce tribus de Israel, representadas por los doce apóstoles. También podríamos entenderlo como un símbolo de cómo el alimento es para todos, aun para aquellos que no se sientan en nuestras mesas, y que a diario luchan por conseguir el pan de cada día.
Aporte pastoral Señor, sabemos que tú te has manifestado primero por medio de tu Palabra, pues en ella encontramos el alimento para nuestras almas. Te presentamos el alimento diario, que con esfuerzo conseguimos y pedimos que nos ayudes a multiplicarlo porque queremos compartir con los demás. En el compromiso que tenemos de ayudar a otros, meditemos y reflexionemos a partir de algunas preguntas: ¿Qué hizo Jesús al darse cuenta de la muerte de Juan el Bautista? ¿Cuándo la gente se dio cuenta que Jesús se alejaba en una barca, cuál fue la acción que realizaron? ¿Qué hace Jesús cuando baja de la barca y observa a toda la gente que lo ha seguido? ¿Por qué los discípulos piden a Jesús que mande a sus casas a la multitud? ¿A qué manda Jesús a sus discípulos? ¿Cuál es la respuesta de los discípulos cuando Jesús los manda a dar de comer a la multitud? ¿Qué es lo primero que hace Jesús antes de dar de comer a la gente? ¿Cuántos fueron los que comieron hasta quedar satisfechos? Reflexionemos.
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Comunicación Guías homiléticas 9 de agosto de 2020 1R 19, 9a.11-13a / Sal 84 / Rm 9, 1-5 / Mt 14, 22-33 Del Evangelio según san Mateo “Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua”. Jesús le contestó: “Ven”. Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: “¡Sálvame, Señor!” (cf. Mt 14, 22-33).
Palabra del Señor
MÁNDAME IR A TI La primera lectura nos presenta a Elías en el Horeb. Allí se nos muestra una “historia” religiosa llena de contenidos simbólicos. Elías, que teme a la reina Jezabel porque quiere reemplazar a Yahvé por Baal, no le quedará más remedio que el destierro del reino de Israel. Por su parte, Pablo en su misión apostólica, nos presenta la ley como un reflejo de la aceptación de la voluntad de Dios, que quiere salvarnos. El pueblo judío está llamado a no “exigirle” a Dios que lo salve, sino a dejarse salvar por Él. El evangelista Mateo nos presenta a Pedro caminando sobre las aguas, es decir, sobre las fuerzas del mal, pero su fe es insuficiente y pide la ayuda de Jesús. Esto nos enseña que nuestras fuerzas son insuficientes para llegar a Él, es decir, para alcanzar la salvación. También Mateo nos presenta a los discípulos afectados por los fuertes vientos del mar. Ellos, expertos en navegación se ven sorprendidos por la tempestad. El viento sacude las aguas formando tormentas; esta es una constante en la vida de todos los seres humanos, de todos los tiempos. La Iglesia símbolo de la barca donde está la comunidad reunida, debe pasar por duras pruebas. Jesús nos recuerda que ante las fuertes tormentas, Él estará ahí, junto a nosotros, diciéndonos: “¡ánimo! Soy yo, no teman”. Y entonces vienen las acciones de Jesús: Tender la mano: Jesús reconoce en Pedro, las debilidades del ser humano, reconoce en el ser humano su incapacidad para valerse por sí mismo. Ante la incertidumbre, las personas volubles son aquellas que se dejan tumbar por los vientos y se dejan llevar o incluso hundir por el mal, símbolo de los fuertes vientos que hacen hundir al hombre.
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Lo agarró: Jesús asume el dolor, la frustración, el desánimo y nos sostiene en momentos de tempestad, cuando más lo necesitamos aparece la iluminación. ¿A quién no le ha pasado que ante un camino sin salida en la vida, Dios aparece? Así, aunque la fe de Pedro es insuficiente y necesita la ayuda de Jesús, nos toca el corazón, porque es reconocer nuestras pocas fuerzas, en palabras más cercanas a nosotros: nuestras fuerzas humanas son insuficientes, si no están acompañadas de Jesús, si nuestra vida no está cimentada en una fe sólida la barca en la que zarpamos también se hundirá.
Aporte pastoral El papa Francisco, en la bendición Urbi et Orbi del pasado 27 de marzo, en la que imploraba de Dios la salud para el mundo entero por la pandemia del COVID-19, nos recordó que “nos encontramos asustados y perdidos” pero en esta barca –recuerda– “estamos todos”, continúa el Papa, “Como esos discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: “perecemos” (v. 38), también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino solo juntos”. Francisco nos recuerda cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad. Pide al ser humano que vuelva su mirada a Dios, que es el fundamento de nuestra vida. Tal vez es el momento de mirar al que nos da la vida, porque el Señor no da la muerte, sino que da la vida, y vida en abundancia. Es la resurrección de Jesús la que genera vida en otros y para otros. La tempestad, recuerda el Papa, pone al descubierto nuestras inseguridades.
16 de agosto de 2020 Is 56, 1.6-7 / Sal 66 / Rm 11, 13-15.29-32 / Mt 15, 21-28 Del Evangelio según san Mateo “No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos”. Pero ella replicó: “Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Entonces Jesús le respondió: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas” (cf. Mt 15, 21-28).
Palabra del Señor
PERSEVERANCIA EN LA FE La lectura de Isaías nos presenta el proyecto de Dios en medio de una serie de enfermedades y vicisitudes, como las que tenemos hoy en día. Por su parte, la lectura a los Romanos, está dirigida a aquellos que han aceptado la salvación por la fe y no por las obras. Así pues, la condición requerida para entrar en el Reino de los Cielos, es la fe que no desfallece ante ninguna dificultad, que es sólida, como la fe de Abrahán (cf. Rm 4, 9-25). De esta manera, la mujer cananea, al igual que el centurión (Mt 8, 10), dejan sorprendido a Jesús, precisamente por su confianza total, su fe. Es importante saber, que los cananeos habían sido expulsados por los judíos, porque según ellos, pervertían al pueblo, de ahí que los llamarán y trataran como perros. Ante esta realidad, Jesús, a través del texto evangélico quiere romper esquemas, estereotipos y toda serie de división existente entre el judíocreyente y el extranjero-pagano y ateo. Por eso Jesús, no queriendo prescindir de la realidad que el pueblo judío vive, se muestra compasivo y generoso. Y aunque como judío tenía motivos para no atender a las suplicas presentadas por la cananea, en medio de su silencio pareciera cuestionar su fe, pero finalmente responde a su plegaria. También debemos recordar que en tiempos de Jesús la mujer era marginada de la vida pública, de ahí que cobre importancia el relato de Mateo al presentar una mujer abandonada, que no tiene marido que vele por sus derechos, es gentil y no pertenece al pueblo de Israel. Finalmente ante la respuesta de Jesús: “No está bien echar a los perros el pan de los hijos”. Presenta una distinción de lo bueno y lo malo, diferencia
lo conveniente de lo no conveniente. La dureza inicial de las respuestas de Jesús constituye una prueba de fe para la mujer, que siendo extranjera acepta con humildad y sin discusión el designio divino de Dios que ha elegido a Israel para llevar a cabo su proyecto de salvación. Sin embargo, gracias a su fe, continúa esperando a que no se le niegue la salvación. A pesar de ser despreciadas sus súplicas, es paciente y sigue a la espera de la misericordia de Dios. Nosotros debemos aceptar que a veces la falta de fe, en los demás, depende de nuestra falta de testimonio y confianza en Dios.
Aporte pastoral Señor, ayúdame a ser humilde para no despreciar los pequeños gestos de amor y servicio que proceden de ti. Esas pequeñas migas fueron suficientes para alimentar y llenar las necesidades de la mujer cananea, también serán suficientes para saciar nuestra necesidad espiritual y material, necesitados de ti, Señor. Muéstranos el camino y danos tu paz verdadera. Que al igual que la mujer cananea podamos reconocer a Jesús como Dios. Ella creía que Jesús podía sanar a su hija y por eso acude a Él y se arrodilla delante de Él para adorarle. Que podamos aceptar, como la cananea, que muchas de las carencias de los demás, se deben a nuestra falta de compromiso con ellos. Sobre todo en el ambiente familiar, una relación inadecuada padres-hijos e hijos-padres, es la causa, en la mayoría de los casos, del mal comportamiento del otro. Muchas veces, la culpa de lo que son los hijos la tienen los padres por no intentar comprender sus puntos de vista. El acoger al otro con cariño, es más práctico que lamentarse o reprochar todo.
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Guías homiléticas 23 de agosto de 2020 Is 22, 19-23 / Sal 137 / Rm 11, 33-36 / Mt 16, 13-20 Del Evangelio según san Mateo “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella” (cf. Mt 16, 13-20).
Palabra del Señor
RECONOCER A JESÚS El profeta Isaías nos presenta un oráculo bajo el simbolismo de las llaves. Su acción profética se desarrolla bajo el reinado de Ezequías, un rey reformador, administrador de justicia para el pueblo abatido por la desigualdad, donde los pobres son más pobres y los ricos son más ricos. Esta situación según las profecías de Isaías pronto cambiará. Por eso quien tiene las llaves, debe saber que es el administrador de Dios, de ahí que no tiene derecho a coartar la libertad ni a permitir la miseria. Del mismo modo, san Pablo nos habla de un cielo nuevo, una tierra nueva, un pueblo nuevo, una nueva familia, una comunidad renovada a la luz del Espíritu Santo, cuyo fundamento principal es la fe en Cristo, Jesús. Así pues, reconocer que el destino del pueblo proviene del misterio de Dios, es saber que Él quiere salvar a todos los hombres, sin faltar por ello a la alianza con Israel, porque su proyecto de salvación no se reduce a un solo pueblo sino que es para todos los hombres, razas y culturas. ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? La humanidad en general conoce lo que la gente dice de Jesús, pero esto es poco o casi nada de lo que realmente es Él. “Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?”. Es la pregunta que Jesús dirige a sus discípulos, de la cual espera una respuesta desde la experiencia de fe y de encuentro con Él, desde el caminar con Él y no solo como una definición teórica que es lo que hacemos la mayoria de las veces. Es una pregunta personal que exige una respuesta particular. Pedro, responde: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”. Su confesión de fe expresa el sentir de la Iglesia entera; su fe es clara e inequívoca. Esta es una confesión de fe en medio de la comunidad apostólica, donde Pedro está mostrándose capacitado para recibir una misión,
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guiar a la Iglesia. De esta manera él se convierte en el modelo de todo creyente, porque no sustituye ni suplanta la piedra angular que es Cristo. Así pues, la Iglesia desde su fundamento que es Cristo, está constituida por hombres frágiles, pero permanecerá firme e inmortal en virtud de la persona de Cristo. Es por esto que Cristo cree en Pedro, a pesar de que lo va a negar, aunque muchas veces se interponga entre los planes de Dios, él ha sido constituido roca, y posee las llaves para atar y desatar.
Aporte pastoral El Dios que revela Jesús es calificado como “Dios viviente”. Esta expresión nos está mostrando y revelando al Dios único, verdadero y real, que es vida en sí mismo, que ha creado todo, y que en su inmenso poder es capaz de vencer la muerte. Así pues, la misión de Pedro, debe ser entendida claramente desde su propósito misionero de pastor y guía de la Iglesia, y desde la declaración hecha por Jesús como: roca, sobre la que Jesús edificará su Iglesia. De esta manera, la Iglesia se presenta como la comunidad de los que expresan la misma confesión de fe de Pedro. Del mismo modo, tras recibir las llaves del Reino, recibe el título de administrador, que representa al dueño de la casa ante los demás, el cual, actúa por mediación de Cristo. Así pues, el atar y desatar en Pedro, es una imagen que indica la autoridad de su enseñanza (ver lo contrario en Mt 16, 12). Él debe decir qué se permite y qué no en la comunidad, tiene la tarea de acoger o excluir de ella.
30 de agosto de 2020 Jr 20, 7-9 / Sal 62 / Rm 12, 1-2 / Mt 16, 21-27 Del Evangelio según san Mateo “No lo permita Dios, Señor. Esto no te puede suceder a ti”. Pero Jesús se volvió a Pedro y le dijo: “¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres!” (cf. Mt 16, 21-27).
Palabra del Señor
MI IMAGEN DE DIOS La lectura del profeta Jeremías nos permite comprender que aceptar la llamada de Dios implica una confesión de amor. Dejarse seducir por Él, es apasionarse, enamorarse y fascinarse de Él, es no poner resistencia a su voz que llama. De esta manera, el silencio adquiere un valor único porque nos permite atender al llamado de no resistirnos a la invitación que Dios dirige en su Palabra, la de seguir su camino. Así pues, en medio de las diversas enfermedades que agobian la vida del hombre, como virus, pandemias, o sentimientos de prepotencia, o en el afán desmedido por lo económico, Dios nos dirige su voz y nos llama a la conversión. Es así como el profeta Jeremías se convierte en ejemplo de escucha, porque se deja llamar por Dios y Él lo hace consciente del dolor y la confusión que causa el pecado, y en acto de amor por su pueblo, Dios, a través de Jeremías, los invita y ayuda a volver la mirada al amor divino que esta sobre todas las cosas y personas. Por su parte la lectura a los Romanos nos presenta el verdadero discernimiento del cristiano, que no es otro que encontrar el camino a la conversión, es volver la mirada al Señor. Este es el verdadero culto, por eso no se trata de cantidad de personas, sino de pocas personas viviendo un verdadero compromiso con Dios, viviendo en el mundo pero discerniendo la voluntad de Dios. Por eso, citando al papa Benedicto XVI, la Iglesia “no crece por proselitismo, sino por atracción”. En el Evangelio de Mateo se nos presenta a Jesús consciente de que se acerca su muerte, su hora ya es cada vez más inminente. Se nos muestra también la figura de Pedro presentando una objeción a Jesús que dice: “¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!”. Pedro, como la mayoría
de nosotros, queremos hacer nuestra voluntad, queremos interponernos entre el plan de Dios y el de Jesús, porque pensamos más desde nuestros intereses y pareceres. Pero la respuesta de Jesús a Pedro y a todos nosotros es: “¡Quítate de mí vista, Satanás!”. Es fuerte la expresión de Jesús, porque Él ha desenmascarado el interés de Pedro. Por eso, la gloria sin la pasión, sin la muerte, es el camino fácil en la vida, que tiene valor solo a los ojos del hombre. No podemos destruir nuestra vida, creyendo que lo importante es “tener”, “placer”, “poder”, si perdemos el horizonte, lo perderemos todo.
Aporte pastoral Debemos quitar de nuestra vida las imágenes falsas de Dios, pero debemos tener presente que estas solo pueden ser purificadas por la cruz, por el verdadero seguimiento de Cristo presentado y propuesto en el Evangelio de hoy, donde se nos recuerda: “Quien ame su vida la perderá”. Es la invitación a dejar de lado los intereses personales, el egoísmo, la vanidad, etc., que nos conducen a perder la vida eterna que nos tiene preparada el Creador, y que para ganarla nos ofrece un camino muy claro y seguro cuando nos dice: “Quien pierda su vida por mí la encontrara”. La vida es para ser entregada, donada. Hoy el mundo nos exige entrega desinteresada en una sociedad interesada. Benedicto XVI nos recuerda: “Puede que los menosprecien, como se suele hacer con quienes evocan metas más altas o desenmascaran los ídolos ante los que hoy muchos se postran. Será entonces cuando una vida hondamente enraizada en Cristo se muestre realmente como una novedad y atraiga con fuerza a quienes de veras buscan a Dios, la verdad y la justicia”.
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Guías homiléticas 6 de septiembre de 2020 Ez 33, 7-9 / Sal 94 / Rm 13, 8-10 / Mt 18, 15-20 Del Evangelio según san Mateo “Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas, para que todo lo que se diga conste por boca de dos o tres testigos. Pero si ni así te hace caso, díselo a la comunidad” (cf. Mt 18, 15-20).
Palabra del Señor
LA VERDADERA CORRECCIÓN FRATERNA Ezequiel nos presenta el asedio de Jerusalén y su destrucción por los babilonios. El profeta promete para la ciudad un futuro mejor. De esta manera, la imagen del centinela que guarda la ciudad es una figura que nos invita a estar preparados, porque nadie sabe ni el día ni la hora en que debemos estar listos a la voz del centinela que vigila la ciudad. Dios es el guardián de Israel (Salmo 121), pero necesita hablar por medio de los profetas para acercar al hombre a su fidelidad. Por su parte, la lectura a los Romanos nos enseña que el deber más importante de todos los cristianos es amar a Dios y al prójimo. El amor es la única virtud que une a la humanidad. No obstante, el Evangelio de Mateo, nos presenta a la comunidad como un lugar adecuado para la experiencia del perdón y la oración, que manifiesta la comprensión y la solidaridad como normas de la verdadera corrección fraterna de un cristiano. Mateo nos presenta así, el modo en que deberíamos corregir a los otros. Con ello nos demuestra que la verdadera dimensión del perdón pasa por el valor de la oración comunitaria que se da en varios momentos.
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sea expulsado de la comunidad sin garantías de ser comprendido y perdonado por esta. La oración común: esta enriquece sobremanera a nuestra oración personal. Eso no excluye la necesidad de que tengamos experiencias de perdón y de oración personales. Jesús es un pedagogo y pone en práctica la oportunidad de ganarse al pecador, en vez de perderlo; esta es una mirada misericordiosa del buen Pastor con profundo amor por la oveja pérdida. Jesús pone de manifiesto la opción primera por la persona, por el pecador.
Aporte pastoral
Si tu hermano te ofende: nadie está exento de ofender o ser ofendido. En Mateo, es claro que la comunidad cristiana no es una sociedad absolutamente libre de pecados y conflictos. Eso es lo que está en el contexto del Evangelio de Mateo donde se nos narra la manera adecuada de sanar nuestras diferencias.
Esta es la otra epidemia, la real, la de carne y hueso, que afecta a millones de hombres de nuestro tiempo. Al respecto, Fernando Prado nos dice: “Enseguida detecté que, debajo de tanta avidez de noticias, inusitada excitación, crítica amarga, memes y vídeos ingeniosos, se escondían, tal vez como mecanismo de defensa, el miedo, el sentimiento de fragilidad y la inseguridad que la grave situación de crisis estaba provocando en nosotros... Sin alejarnos de la crudeza y del realismo de la situación, quizá unas historias bien tejidas pudieran ayudarnos a encontrar motivaciones para afrontar la letal amenaza de la desesperanza que, como siempre, asoma en situaciones de crisis. Porque una crisis siempre desafía la esperanza”.
La corrección fraterna: es muy importante reconocer nuestras faltas, esto deja ver nuestra naturaleza de pecadores. Solo en este sentido podemos ser corregidos por otros. Se trata, en muchos de los casos, de pecados graves que afectan a la comunión, y para ello se debe seguir una praxis de admonición, con necesidad de testigos, para que nadie
La realidad nos reta a todos, no somos inmortales, desde que nacemos hasta que morimos queda lo que hiciste para bien o para mal en el corazón del Padre o en el libro de la vida y en cada uno queda ese sabor a eternidad de saber haber vivido. El valor agregado de la vida, es saber saborear lo que nos tocó vivir.
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13 de septiembre de 2020 Si 27, 30–28, 7 / Sal 102 / Rm 14, 7-9 / Mt 18, 21-35 Del Evangelio según san Mateo El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’. El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda (cf. Mt 18, 21-35).
Palabra del Señor
SABER PERDONAR Este domingo, el libro del Eclesiástico nos dice que si nos dejamos llevar por la venganza, nos lo van a tener en cuenta mirando con lupa nuestros no pocos errores. Si, por el contrario, brindamos de forma continua el perdón a los demás, a nosotros se nos dará de igual forma, siempre y cuando lo pidamos. El texto es toda una invitación a la misericordia para con el prójimo, desterrando de nuestras vidas todo lo que nos lleve al rencor, a la venganza. Ese es, el punto central de lo que se nos quiere trasmitir la liturgia de la Palabra este día.
esposa e hijos, esto es, podía dejarlo sin nada. Jesús da a través de esta parábola indicaciones sobre el verdadero sentido del perdón, puesto que este siervo sintiéndose perdonado por su rey, no hizo lo mismo con aquel a quien también a él le debía.
El hombre tiene la voluntad de hacer las cosas cada vez mejor, pero siempre le hará falta Dios, para perfeccionarlas. El perdón es una gracia divina, no es solo humana, y nos lleva a la sanación interior; no solo a identificar la raíz del mal, de la ofensa, sino la raíz del pecado que nos conduce a la muerte de la vida espiritual. Todos necesitamos ejercitarnos en algo de lo cual no fuimos instruidos, porque hace unas décadas el perdón consistía en humillarnos ante los fuertes, como quien reclama indulgencias, pero desde la Palabra de Dios y con la experiencia de un Dios que nos ha perdonado primero, encontramos las reales motivaciones para ser capaces de perdonarnos y de perdonar.
Necesito perdonarme a mí mismo; solo tú, Señor, puedes sanar mi corazón enfermo por las veces en que no me he reconciliado, porque me cuesta creer en ti, y en mí mismo. También debo perdonar al ofensor y/o agresor, aquel que me ofende, mi enemigo, que me ofende con sus actitudes, palabras y gestos. También hoy necesito perdonar la imagen falsa que tengo de Dios, si he pensado o creído que Él debía hacer mi voluntad, si he pensado que las cosas que me pasan han sido su culpa, o peor aún, he abandonado mis responsabilidades como persona.
Mateo nos presenta la parábola de un rey que desea ajustar las cuentas con sus empleados, y en ese instante se da cuenta de que uno de ellos le debe setenta millones de monedas de plata y por eso lo manda a llamar. El rey representa a Dios, el momento del ajuste de cuentas es el final de los tiempos, los empleados representan a toda la humanidad y el momento en que el siervo se encuentra con el rey, es el juicio final. Aquí podemos ver cómo el juicio es también personal. La parábola continúa con el rey, que al ver la enorme deuda que tenía este siervo, estaba en todo su derecho de enviarlo a la cárcel y además, vender a su
Nuestra actitud entonces, debiera ser la de aquel rey misericordioso, que aunque estando en su derecho abandona su poder para favorecer al deudor, así, le dice: “Vete tranquilo; te perdono todo lo que me debes”.
Aporte pastoral En la petición del Padrenuestro: perdónanos como nosotros perdonamos, y en el gesto de paz que nos damos con los más próximos, encontramos los gestos del compartir cristiano. No esperemos estar mal para reconocer a los demás, no esperemos que suceda algo difícil en nuestra vida para reconocer nuestro pecado, y tener la humildad de pedirle perdón al Señor. Por eso al hacer un examen de conciencia, reflexionemos sobre cuán grande es la deuda que tenemos con el Señor; luego, busquemos el momento adecuado para implorar su misericordia a través del sacramento de la reconciliación. Busquemos una persona a la cual no hayamos podido perdonar nunca, y reconcíliate con ella o con él. julio / septiembre - 2020 - Vida pastoral no 179
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Guías homiléticas 20 de septiembre de 2020 Is 55, 6-9 / Sal 144 / Flp 1, 20c-24.27a / Mt 20, 1-16 Del Evangelio según san Mateo Por último, salió también al caer la tarde y encontró todavía otros que estaban en la plaza y les dijo: ‘¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar?’. Ellos respondieron: ‘Porque nadie nos ha contratado’. Él les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’ (cf. Mt 20, 1-16).
Palabra del Señor
VENGAN TODOS A MI VIÑA En la primera lectura el profeta Isaías nos recuerda una palabra del Señor que siempre nos desconcierta, dice Dios: “Mis planes no son sus planes, mis caminos no son sus caminos”. En efecto, los planes y caminos de Dios son altos, es decir, son más dignos y humanizadores. Por eso, una vez más, una parábola evangélica nos puede resultar desconcertante: su mensaje desbarata nuestras ideas, rompe nuestros moldes, deja enana la justicia social y a todos nos deja la cara hecha un cuadro. ¿Es raro nuestro Dios? Lo llamativo es que en la parábola no hay ninguna injusticia. Entonces, amigo, ¿por qué tienes envidia de que yo sea bueno?, pregunta Dios.
haciendo de su apostolado un modo de encontrar a Cristo en los otros.
¿Qué es lo mío?: –Jesús responde– “Toma lo tuyo y vete”. Ante la preocupación de los trabajadores que asisten a la viña en distintos horarios y que reciben la misma paga, se suscita para nosotros una pregunta que podemos hacernos a diario ¿qué sentido tiene luchar si la paga es la misma? Ante esto el creyente debe tener claro que todo pertenece a Dios, no solo todo lo que tiene, sino también todo lo que es. Otro interrogante que con frecuencia podemos evocar es ¿quiénes somos nosotros ante el dueño de la viña?
Así, el amor al prójimo excluye la envidia: “¿Cómo es que han estado todo el día sin trabajar?... Nadie nos ha contratado”. Hay muy buenos católicos, evangelizadores, que no han sido invitados a participar ni se les ha dado responsabilidad. ¿Por qué aparentemente todos los trabajadores, no importando cuánto tiempo hayan trabajado, reciben el mismo salario? La clave de la parábola está en la viña del Señor –que es el transcurso de nuestra vida– trabajar, entonces, nos hace merecedores de un premio más valioso que el salario. Del privilegio de sentirnos parte del Reino de Dios.
Ante esto el profeta Isaías nos invita a buscar a Dios mientras pueda ser encontrado. Después de la venida de Cristo, Dios puede siempre ser encontrado, principalmente en su Iglesia. Dios tiene modos sorprendentes de revelar su presencia, aún más allá de la Iglesia visible, puesto que su voluntad sobrepasa nuestra naturaleza humana. San Pablo dividido entre su deseo de dejar esta vida para estar con Cristo, y su misión apostólica, siente la tensión entre el amor de Cristo y el amor a los demás y resuelve este conflicto interior expresando su amor a Dios en el servicio a los demás, y
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Hoy se replantea nuestra forma habitual de pensar: todo va hacia la decisión y la gratuidad de Dios para con todos, los últimos serán los primeros. El dueño de la viña, que anuncia la justicia del Reino de Dios, hace del trabajo una fuente para dignificar al hombre, Dios Padre es generoso con todos. Nos ama a todos y nos manda sus talentos, gracias, carismas o dones. El patrón, en la persona de Jesús, y los administradores en la de los profetas y apóstoles, representan la unión de las fuerzas para trabajar en el Reino.
Aporte pastoral Si se nos pidiera cuentas del mal real que hicimos, del que aun pudiéndolo evitar no evitamos o de no haber hecho todo el bien que pudimos hacer, seriamos deudores ante la misericordia de Dios, que espera que cada uno haga bien y con confianza su trabajo y que reciba con gratitud lo que se le da. Hay que respetar la bondad y la generosidad de Dios y, sobre todo, alegrarse por cada signo de su cariño, aun cuando no lo recibamos nosotros directamente sino nuestro prójimo.
27 de septiembre de 2020 Ez 18, 25-28 / Sal 24 / Flp 2, 1-11 / Mt 21, 28-32 Del Evangelio según san Mateo Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: ‘Hijo, ve a trabajar hoy en la viña’. Él le contestó: ‘Ya voy, señor’, pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Este le respondió: ‘No quiero ir’, pero se arrepintió y fue (cf. Mt 21, 28-32).
Palabra del Señor
ÉL SE ARREPINTIÓ Y FUE La creencia bíblica más tradicional, de fuerte arraigo popular, consideraba que el pecado implicaba una responsabilidad colectiva, y que la culpa pasaba de padres a hijos. Ese es el sentido del refrán que Ezequiel cita al principio de este capítulo 18: “los padres comieron agraces y los hijos tuvieron dentera”. El profeta se opone a esta mentalidad e insiste en la responsabilidad personal del hombre, tanto en la justicia como en el pecado, en sus consecuencias de vida y de muerte. Pero no siempre es tan fácil identificar con claridad a los justos y a los pecadores, pues con frecuencia las apariencias engañan. En el texto del evangelista Mateo encontramos dos tipos de personas de acuerdo a la parábola de hoy: el primero, el hijo que dijo que sí, pero no fue; de acuerdo a la cultura judía, un hijo no podía negarse a obedecer a su padre, esto nos muestra que obedecer a la Palabra de Dios no es cuestión de buenos deseos o propósitos. Hay personas que parecen ser buenos y dóciles cristianos, pero cuando viene el tiempo de crisis y de prueba, no responden de acuerdo a los valores cristianos. En segundo lugar, el hijo que dijo que no pero que luego fue, este causa un profundo dolor a su padre –en el corazón emocional– pero fue a trabajar en la viña sanando así este dolor. Aparentemente este segundo prototipo de personas es más independiente, menos cumplidores de normas y leyes, pero responden bien o mejor que aquellos que se consideran rectos a los ojos del mundo. Esta parábola, escrita en un momento crítico de la historia de Israel, en la que el pueblo escogido, le había dicho sí a Dios a través de su historia, no reconoce a plenitud al Mesías. Por otra parte, los pecadores, los que vivían fuera de la ley mosaica, eran los que estaban reformando sus vidas en respuesta a la prédica de Jesús. El hijo que finalmente obedeció a su padre era como los cobradores de
impuestos y las prostitutas que aparecían constantemente en el ministerio de Jesús. De este modo, la parábola presenta un fuerte desafío a los judíos: quienes eran considerados pecadores ahora se han adelantado al Reino. Mateo nos recuerda que la conversión de los pecadores ya había comenzado con Juan el Bautista a quien las autoridades religiosas también rechazaron y finalmente asesinaron. Las palabras, si no van acompañadas de acciones, no tienen valor alguno. Lo importante no son los discursos y las frases hermosas, sino hacer la voluntad de Dios. Una vez más, Jesús resalta que no importa quién fue el primero y quién vino después, sino quién es fiel a Dios, y que además traduce su fe en actos de bondad con los hermanos.
Aporte pastoral Existe un Dios que nos llama, pero nos cerramos a su voz, jamás hemos visto su rostro, y nunca sus ojos y manos. Dios siempre se acuerda de nosotros, y por ello cada mañana al levantarnos y ver la vida, nos muestra oportunidades sin importar nuestra condición, o si estamos o no confiados, encerrados o no en nuestras preocupaciones y preguntándonos por nuestro futuro; a veces por la tarde, el atardecer de nuestra vida, cuando se acerca el ocaso, pensamos qué hemos hecho bien y qué dejamos de hacer. A veces por la noche, al final de nuestra vida y durante el día entero, nuestra vida se torna en preocupaciones vacías, que luego se esfuman y terminan en el pasado. De pronto Él regresa para animarnos, darnos esperanza. Sentimos su presencia en el llamado que nos hace, diciéndonos que todo va a estar bien. Es así, como debemos acoger en nuestra vida a todos, haciéndoles el bien y demostrando con nuestras obras que el amor Dios ha germinado en nosotros y que ha llegado para quedarse. julio / septiembre - 2020 - Vida pastoral no 179
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Biblia
En tiempos de confinamiento…
y silencio A la luz de la Biblia
Por: P. Danilo A. Medina L., ssp
Palabra y silencio son dos realidades inseparables que constituyen la base misma de todo proceso de comunicación. En las Sagradas Escrituras tienen tanta importancia y significación, que se convierten prácticamente en un eje transversal que atraviesa toda la revelación bíblica, lo cual es un hecho más que lógico si tenemos en cuenta que la Biblia es fundamentalmente comunicación.
El papa Benedicto XVI, en su Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales del año 2012, magistralmente puso de relieve la estrecha relación entre estas dos realidades en el contexto de la tarea que le corresponde a la Iglesia en el anuncio del Evangelio. El elocuente título de su mensaje era: “Palabra y Silencio: camino de evangelización”.
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Biblia
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esde el primer párrafo de su Mensaje, el Papa advierte que la relación entre palabra y silencio constituye un aspecto fundamental en todo proceso humano de comunicación, pues son “dos momentos de la comunicación que deben equilibrarse, alternarse e integrarse para obtener un auténtico diálogo y una profunda cercanía entre las personas. Cuando palabra y silencio se excluyen mutuamente, la comunicación se deteriora, ya sea porque provoca un cierto aturdimiento o porque, por el contrario, crea un clima de frialdad; sin embargo, cuando se integran recíprocamente, la comunicación adquiere valor y significado.”
Esta premisa nos motiva a adentrarnos brevemente en el sentido que estas realidades tienen a lo largo de la historia de la salvación como nos la presenta la Sagrada Escritura:
Palabra: Desde las primeras páginas de la Biblia, en los preciosos y poéticos relatos de la creación, se nos presenta el protagonismo de la Palabra creadora de Dios. Ella es la que pone orden en el caos y la soledad de los orígenes, y resuena en los abismos para dar existencia y vida al mundo y a cuanto contiene, incluido el ser humano. Aquel “Dijo Dios” se vuelve una especia de estribillo con el que inicia cada día de la creación (cf. Gn 1, 1–2, 4a). Y de allí en adelante, esa Palara se va haciendo cada vez más presente y activa en ese diálogo entre Dios y la humanidad, testimoniado por los textos inspirados, cuya riqueza es inagotable (cf. Papa Francisco, Aperuit illis, n. 2).
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Los patriarcas son interlocutores privilegiados de Yahvé Dios. Con ellos el Señor dialoga de manera directa y personal (Dijo el Señor a Abrán: “sal de tu tierra…”: Gn 12, 1), y ellos supieron escuchar esa Palabra y transformarla en programa de vida al obedecerla (Abrán partió, como le había dicho el Señor: Gn 12, 4). Abraham fue el primer modelo de este proceso de comunicación, y por eso su actitud fue propuesta como el gran ejemplo de la fe. Después de él, sus descendientes y sucesores se esforzarán por seguir ese mismo sendero. Moisés es otro caso paradigmático; de él se dice en el libro del Éxodo que “El Señor hablaba a Moisés cara a cara, como se habla entre amigos” (Ex 33, 11). Y en efecto, desde que recibió la llamada del Señor en el episodio de la zarza que ardía sin consumirse (cf. Ex 3, 4-12)1, Moisés empeñó todo el resto de su vida en obedecer esa Palabra divina, prestando su servicio en el diseño liberador de Dios a favor de su pueblo. En este proceso hubo un momento de particular protagonismo de la Palabra del Señor, en el 1 Este relato vocacional, como el de Abraham, ya citado en Gn
12, y los demás relatos bíblicos de vocación, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, son textos preciosos que ponen en evidencia la fuerza y el valor de la Palabra del Señor que llama y compromete. Y frente a dicha Palabra, los llamados no pueden ser indiferentes, se impone una respuesta, ya sea positiva, como en la mayoría de los casos, o negativa, como también aconteció (cf. Lc 18, 18-27).
contexto de la Alianza en el Sinaí, cuando Él comunicó en el código legal (Torah) sus mandatos y recomendaciones, que más que ser una imposición esclavizadora, eran un “camino de sabiduría” para el bien de todos, para que fueran fuertes y felices, para que tuvieran identidad como pueblo de Dios en medio de las otras naciones (cf. Ex 20, 1-21: “Dios pronunció estas palabras”; Dt 10, 12–11, 25). Desde entonces, y a pesar de sus dramáticas y recurrentes infidelidades, el pueblo elegido trató de guiar sus pasos por esa Palabra de Yahvé contenida en la Torah. Cuando el pueblo extraviaba sus pasos tras los falsos dioses, venía la Palabra del Señor sobre los profetas o a través de ellos, para interpelar, sacudir e invitar a la conversión (cf. 1R 21, 28; Jr 7, 1-2ss; 33,
1; Ez 1, 3; 3, 1-42; 6, 1; 7, 1; 21, 1; 28, 11; 33, 1; Jon 1, 1; Ag 1, 3; etc.). Los oráculos que el Señor transmitía a través de los profetas, recordaban la esencia de aquella Ley originaria, que muchas veces el pueblo olvidaba o desatendía, y por eso los reclamos y admoniciones de los profetas eran tan enérgicos y contundentes: “¿A quién he de hablar? ¿A quién conjurar para que escuche? Vean, su oído está incircunciso, no puede escuchar. Vean,
2 La vocación de Ezequiel es un caso especial en el contexto del tema que venimos tratando, pues él no solo recibió frecuentemente la Palabra del Señor, sino que tuvo que engullir el rollo que contenía las palabras de Yahvé, para luego poderlas comunicar a sus destinatarios, como le sucederá también al vidente-Juan en el Apocalipsis del Nuevo Testamento (cf. Ap 10, 8-11).
“El Señor hablaba a Moisés cara a cara, como se habla entre amigos” (Ex 33, 11)
la palabra del Señor es para ellos objeto de irrisión; han perdido su gusto” (Jr 6, 10). Y se anuncia que llegarán días en los que el pueblo no tendrá hambre del pan, sino de la Palabra de Yahvé que han despreciado (cf. Am 8, 11). También la literatura sapiencial de la Biblia pone en evidencia la centralidad de la Palabra del Señor en la vida del creyente. Desde tiempos antiguos, los sabios de Israel recomendaban no olvidar,
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Biblia guardar en el corazón la Palabra de Yahvé, conservarla como un tesoro (cf. Pr 3, 1; 7, 1-3). En efecto, en las palabras del Señor, el creyente encuentra su alimento y mayor riqueza (cf. Sb 16, 26; Sal 12, 7; 19, 11; Job 22, 22-25). En medio de las pruebas y aflicciones, la Palabra del Señor se vuelve motivo de esperanza y seguridad, pues ella es la luz que ilumina el camino de la fe y da vida a quien siente desfallecer (cf. Sal 119, 37.77.81.105). Escuchar, atender y obedecer las palabras que el Señor comunica es garantía de felicidad y sabiduría (cf. Sal 78, 1; Pr 4, 20; Eclo 32, 15). En los albores del Nuevo Testamento, esa palabra del Señor se sigue comunicando de diversas maneras, sea mediante sus mensajeros (cf. Lc 1, 26ss), sea mediante sueños revelatorios (cf. Mt 1, 18-25), para anunciar y preparar la plenitud de los tiempos con la llegada de su Hijo, que asume nuestra condición humana para redimirla; y ese acontecimiento central de la historia es interpretado, precisamente, como el
Toda la vida de Jesús, representa la más clara y perfecta comunicación de Dios a la humanidad. momento en el que “la Palabra se hizo carne” (Jn 1, 14). De hecho, la encarnación del Hijo de Dios señala el cumplimiento de todas las palabras y promesas anunciadas por el Señor en el Antiguo Testamento, es la muestra por excelencia de la fidelidad de Dios, es su “amén” (cf. 2Co 1, 1920; Ap 3, 14). Cristo es el Hijo de Dios que nos ha venido a revelar y hacer conocer al Padre, Él nos lo ha contado (cf. Jn 1, 18)3. Toda la vida de Jesús, representa la más clara y perfecta comunicación de Dios a la humanidad. 3 El Mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales del 2020 insiste precisamente en la importancia del grabar en la memoria y recordar, para poder luego contar, narrar, pues la vida se hace historia; el testimonio de fe es un relato, así como las Sagradas Escrituras narran la experiencia de Dios de un pueblo. El Hijo nos ha contado al Padre, y ahora nosotros debemos contar al Hijo a todos los pueblos.
Así es como el autor de la Carta a los Hebreos interpreta en clave de comunicación toda la historia de la salvación: “Dios, después de haber hablado muchas veces y en diversas formas a nuestros padres por medio de los profetas, en estos días, que son los últimos, nos ha hablado por el Hijo, a quien ha constituido heredero de todas las cosas, por quien hizo también el universo. Él es el resplandor de su gloria y la impronta de su ser, sostiene todas las cosas con su palabra poderosa…” (Hb 1, 1-3). El apóstol Juan, en la primera carta que se le atribuye, expresa algo muy similar, pero a partir de su propia experiencia de vida junto al Maestro: “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado, lo que han tocado nuestras manos acerca de la palabra de la vida, pues la vida se ha manifestado, la hemos visto, damos testimonio de ella y les
En medio de las pruebas y aflicciones, la Palabra del Señor se vuelve motivo de esperanza y seguridad, pues ella es la luz que ilumina el camino de la fe y da vida a quien siente desfallecer.
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anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos ha manifestado; eso que hemos visto y oído lo anunciamos a ustedes…” (1Jn 1, 1-3; cf. Jn 1, 1-18).
había anunciado que la Palabra de Dios era como aquella agua que llueve del cielo para fecundar la tierra y permitirle dar fruto (cf. Is 55, 10-11). También en los evangelios se compara el poder de la Palabra de Dios con el de la semilla que cae en tierra y germina, dando fruto en abundancia, dependiendo de la calidad del terreno que la reciba (cf. Mt 13, 13ss).
El evangelio de Juan pone de relieve el carácter revelador de las obras de Jesús; de manera que no solo con sus palabras Él habla y comunica: los signos que realiza son también manifestación de su gloria que Después de su infatigable labor, y previendo su cerbusca conducir a la vida eterna a quienes deseen cana muerte redentora, el Señor envió a su apóstocreer en Él (cf. Jn 2, 11; 20, 30-31). De manera que en les a comunicar y retransmitir su Palabra hasta los Jesús todo es comunicación: su vida, sus acciones, confines de la tierra (cf. Mt 10, 14; 28, 19-20; Lc 9, sus enseñanzas. Obviamente, referirnos a todas las 1-6; 10, 9; Mc 16, 15-20). Obeenseñanzas que el Maestro deciendo la orden de Jesús que comunicó, implicaría un tralos enviaba, los apóstoles fueGuardar la Palabra de Jesús bajo que supera nuestra pretensión en este momento, sin en el corazón y llevarla a la ron a cumplir el encargo, empezando por Jerusalén, y luego embargo sí queremos insistir práctica es anticipo toda Judea, Samaría y hasta en que siendo Él la Palabra y garantía de tener los confines del mundo (cf. misma de Dios, todo cuanto Hch 1, 8; 3, 6). Especialmente vida eterna. dijo fue revelación del Padre con la actividad apostólica de y de su proyecto de salvación San Pablo y su equipo evangelizador, la Palabra de para la humanidad. Él se nutría de “toda palabra que Jesús, su mensaje de salvación, rompió las frontesale de la boca de Dios” (Mt 4, 3), y por eso su aliras y se abrió caminos entre las naciones paganas. mento era hacer la voluntad del Padre que lo había La conversión del mundo grecorromano fue posible enviado y llevar a cabo su obra (cf. Jn 4, 34; 6, 38-40). por la acción del Espíritu Santo, y gracias a que ellos Guardar la Palabra de Jesús en el corazón y llevarla a supieron acoger la palabra de la predicación de los la práctica es anticipo y garantía de tener vida eterapóstoles no como una teoría filosófica más, sino cona (cf. Jn 5, 25; 6, 63.68; 8, 52); precisamente porque mo Palabra de Dios viva y operante en ellos (cf. 1Ts las palabras que comunica Jesús vienen del Padre 2, 13). Y a lo largo de los siglos, en la acción evangeDios, son Palabra de Dios (cf. Jn 3, 34; 8, 28; 12, 49lizadora de la Iglesia, ha seguido resonando esa Pa50; 14, 24; 17, 8.14). Esa palabra de Jesús tiene poder labra como anuncio de vida y de salvación, y seguirá para realizar prodigios, para sanar, para devolver la llegando a cada persona, a cada pueblo y cultura, vida (cf. Jn 2, 1-11; 11, 43; Mt 8, 3; 15, 28; etc.), es viva gracias a la acción misionera de la Iglesia que está y eficaz, como espada de doble filo que lo discierne firmemente convencida de las palabras del mismo todo y escruta los sentimientos y propósitos más seJesús: “el cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras cretos del corazón humano (cf. Hb 4, 12). Isaías ya no pasarán” (Mc 13, 31; Mt 24, 35; Lc 21, 33).
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Biblia
Silencio: “El silencio es parte integrante de la comunicación y sin él no existen palabras con densidad de contenido. En el silencio escuchamos y nos conocemos mejor a nosotros mismos; nace y se profundiza el pensamiento, comprendemos con mayor claridad lo que queremos decir o lo que esperamos del otro; elegimos cómo expresarnos. Callando se permite hablar a la persona que tenemos delante, expresarse a sí misma; y a nosotros no permanecer aferrados solo a nuestras palabras o ideas, sin una oportuna ponderación. Se abre así un espacio de escucha recíproca y se hace posible una relación humana más plena” (Papa Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 2012). Con estas Palabras el papa Benedicto advertía acerca de la importancia fundamental del silencio en todo proceso de comunicación.
En la revelación bíblica el silencio está presente de muchas maneras, especialmente como condición imprescindible para la “escucha”4 del Señor. El concepto del “desierto” también está estrechamente ligado a la idea del silencio, entre tantos 4 Sabemos bien la importancia del tema de la “Escucha” en la tradición bíblica, al punto que podríamos decir que se trata del mandamiento primordial. En efecto, si no se escucha a Dios, no es posible recibir su voz que comunica su voluntad y su proyecto de salvación (cf. Dt 6, 4).
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vertido en el pueblo del Señor, tu Dios” (Dt 27, 9). Pero apenas habían recibido esa Palabra, muy rápidamente permitieron que se embotara el corazón para escuchar y seguir otras voces de idolatría (cf. Ex 32, 1ss). A lo largo de la historia, frecuentemente el Señor debía reconducir al desierto a su pueblo, para restaurarlo, perdonarlo, devolverle la capacidad de escucha y hablarle de nuevo al corazón (cf. Os 2, 14; Ez 20, 35).
otros matices de su rico significado. En efecto, el desierto se convierte en lugar y ambiente privilegiado para el silencio fecundo que abre el corazón a la Palabra del Señor, es su antesala y preparación (cf. Is 1, 2). El pueblo de Israel, durante su peregrinación por el desierto tuvo que aprender a escuchar la voz de Dios, y distinguirla en medio de las numerosas voces de falsos dioses que le llegaban con propuestas distintas. El Sinaí fue lugar privilegiado de silencio para escuchar la voluntad de Dios revelada en su Torah: “Guarda silencio y escucha, Israel. Hoy te has con-
Un episodio muy elocuente que ilustra la importancia del silencio como ambiente ideal para la escucha y el encuentro con Dios lo encontramos en la historia del profeta Elías (cf. 1R 19, 11-18). La presencia de Dios se manifiesta en el silencio y en la calma, no en el ruido estruendoso ni en los acontecimientos tormentosos o apabullantes. En este mismo sentido, el ejemplo y la enseñanza de Jesús llevan a privilegiar el silencio y la quietud. Son abundantes, sobre todo en Lucas, las referencias al retirarse de Jesús a lugares apartados para orar. La búsqueda del silencio y la soledad facilitaban el encuentro y el diálogo con el Padre Dios (cf. Lc 3,21; 4, 42; 6,12; 9, 10.28; 11,1; 22,41; Mc 6, 32; Mt 14, 23; Jn 6, 1.15). Esto nos permite recordar el valor de la interioridad en la práctica y la enseñanza de Jesús: hay que saber “entrar en sí mismo” (cf. Lc 15, 17), hay que hacer silencio para
Hay que saber “entrar en sí mismo”, hay que hacer silencio para encontrarse consigo mismo y con Dios en lo profundo del propio corazón. encontrarse consigo mismo y con Dios en lo profundo del propio corazón, pues es de lo profundo del corazón humano de donde brotan tanto los buenos y nobles sentimientos y propósitos, como aquellos no tan bueno (cf. Mc 7, 6-23; Mt 15, 1-20). Es cierto que existe en la tradición bíblica otro silencio, no tan positivo, y que es el que percibe el ser humano en el Creador, en determinados momentos; es aquel silencio de Dios que se experimenta como aparente abandono suyo en las situaciones difíciles. Algunas veces, Dios parece enmudecer o esconderse, no dejarse encontrar ni sentir. Sobre todo algunos Salmos, Habacuc y Job dan testimonio de aquel silencio indiferente de Dios, que incluso llega a ser experimentado como desprecio o indiferencia, como si Él ya no escuchara el clamor de quien sufre y lo invoca esperando su intervención (cf. Sal 10, 1; 35, 17-22; 83, 2; 109, 1; Ha 1, 2-3.13; Job 24, 12; 34, 27-30). Sin embargo, los mismos autores sagrados interpretan ese silencio de Dios como una especie de recurso pedagógico del Señor, para que el ser humano no deje de buscarlo y de quererlo encontrar y escuchar (cf. Sal 121, 1; Pr 1, 24-33; Os 5, 15). Hay que recordar que “El Dios de la revelación bíblica habla también sin palabras: “Como pone de manifiesto la cruz de Cristo, Dios habla por medio de su silencio. El silencio de Dios, la experiencia de la lejanía del Omnipotente y Padre, es una etapa decisiva en el camino terreno del Hijo de Dios, Palabra encarnada… El silencio de Dios prolonga sus palabras precedentes. En esos momentos de oscuridad, habla en el misterio de su silencio” (Verbum Domini, 21). En el silencio de la cruz habla la elocuencia del amor de Dios vivido hasta el don supremo” (Papa Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada de las Comunicaciones Sociales, 2012).
car aquello que hemos visto y oído”, para que todos estemos en comunión con Dios (cf. 1Jn 1, 3). La contemplación silenciosa nos sumerge en la fuente del Amor, que nos conduce hacia nuestro prójimo, para sentir su dolor y ofrecer la luz de Cristo, su Mensaje de vida, su don de amor total que salva” (Papa Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada de las Comunicaciones Sociales, 2012).
En definitiva, desde la perspectiva del creyente, el silencio es la actitud conveniente y necesaria, no solo como signo de sabiduría y prudencia humana (cf. Pr 12, 18; 13, 3; 17, 27), sino sobre todo, como valor espiritual que prepara y dispone a la escucha de la voz del Señor, pues “Si Dios habla al hombre también en el silencio, el hombre igualmente descubre en el silencio la posibilidad de hablar con Dios y de Dios […]. De esta contemplación nace con toda su fuerza interior la urgencia de la misión, la necesidad imperiosa de “comuni-
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Biblia
LA
PALABRA DE DIOS EN MI FAMILIA Círculo bíblico
“Es bueno que nunca falte en la vida de nuestro pueblo esta relación decisiva con la Palabra viva que el Señor nunca se cansa de dirigir a su Esposa, para que pueda crecer en el amor y en el testimonio de fe”. Papa Francisco, Aperuit illis, n. 2
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Liturgia Biblia
PRIMERA SEMANA
Como la lluvia y la nieve descienden de los cielos y no se regresan sin empapar y haber fecundado la tierra, así todas mis palabras no regresarán a mí, sin haber obrado cuanto deseo, sin haber cumplido aquello para lo cual yo la mandé. Esta es mi Palabra. (Isaías 55, 10)
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
2. Canto
1. Saludo de bienvenida
Tu Palabra me da vida, confío en ti, Señor. Tu Palabra es eterna, en ella esperaré.
Puede hacerlo el (la) dueño(a) de la casa, con estas u otras palabras semejantes. Al reunirnos para escuchar y meditar la Palabra de Dios, queremos reconocer en ella el instrumento privilegiado para el encuentro con el Señor, que nos renueva cada día. Gracias, Señor, por tu Palabra: luz y sentido en nuestra existencia, posibilidad inagotable de encuentro contigo. Gracias por darnos la oportunidad de escucharte y alabarte juntos mediante el don de tu Palabra.
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Tu Palabra me da vida
Dichoso el que con vida intachable, camina en la ley del Señor. Dichoso el que guardando sus preceptos lo busca de todo corazón.
3. Invocación del Espíritu Santo Recibe, ¡oh, Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que te hago en este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de
los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones: mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza y todo el Amor de mi corazón.Yo me abandono sin reservas a tus divinas manos y quiero ser siempre dócil a tus santas inspiraciones. ¡Oh, Espíritu Santo!, dígnate formarme con María y en María, según el modelo de nuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador, Gloria al Hijo Redentor, y Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.
4. Lectura bíblica
b) ¿Qué hace Jesús por esta persona sorda y muda? c) ¿Dónde te gustaría que Jesús impusiera sus manos para sanarte: en tu corazón, en tu mente, etc.? e) ¿Te gustaría empezar a ver mejor a Jesús y escucharlo a través de la Palabra de Dios?
6. Para conservar en la mente y en el corazón
Del santo Evangelio según san Marcos (7, 31-37)
De la Palabra de Dios que he reflexionado, ¿qué enseñanza voy a conservar en la mente y en el corazón?
Al volver Jesús de la región de Tiro, pasó por Sidón y se fue al lago de Galilea, en pleno territorio de la Decápolis. Allí le presentaron a un sordo y tartamudo y le pidieron que le impusiera las manos.
7. Gesto concreto
Jesús lo apartó de la gente. A solas con él, le metió los dedos en los oídos, y con el dedo untado en saliva le tocó la lengua; y mirando al cielo suspiró y le dijo: Effatá (que quiere decir: Ábrete). E inmediatamente se le abrieron los oídos y se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad. Entonces les mandó que no se lo dijeran a nadie. Pero mientras más les mandaba, más lo pregonaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: “¡Todo lo ha hecho bien! ¡Hasta hace oír a los sordos y hablar a los mudos!”. Lector: Palabra del Señor. Asamblea: Gloria a ti, Señor Jesús.
5. Preguntas y reflexión
¿Qué acción voy a llevar a cabo durante esta semana: orar por algún enfermo, visitar a alguien que está solo e impedido, o leer más la Biblia para ver y escuchar a Jesús? (Quien desee hacerlo, puede compartir su propósito con los demás miembros del grupo).
8. Oración final Cada uno, espontáneamente, haga una oración desde su corazón al Señor. Concluir con un Padrenuestro, una Avemaría y un Gloria.
9. Canto final Santa María del camino Mientras recorres la vida tú nunca solo estás: contigo por el camino santa María va. Ven con nosotros a caminar, santa María, ven (2).
Cada uno trate de responder a las preguntas sobre el texto bíblico que se ha leído y luego comparta su reflexión con los demás.
Aunque te digan algunos que nada puede cambiar, lucha por un mundo nuevo, lucha por la verdad.
a) Identifica cuáles son los personajes que aparecen en esa escena.
Ven con nosotros a caminar, santa María, ven (2).
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Biblia
SEGUNDA SEMANA
Lámpara es tu Palabra para mis pasos, luz en mi sendero; lo juro y lo cumpliré: guardaré tus justos mandamientos. (Salmo 118)
2. Canto En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
1. Saludo de bienvenida Puede hacerlo el (la) dueño(a) de la casa, con estas u otras palabras semejantes. Al reunirnos para escuchar y meditar la Palabra de Dios, queremos reconocer en ella el instrumento privilegiado para el encuentro con el Señor, que nos renueva cada día. Gracias, Señor, por tu Palabra: luz y sentido en nuestra existencia, posibilidad inagotable de encuentro contigo. Gracias por darnos la oportunidad de escucharte y alabarte juntos mediante el don de tu Palabra.
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Vienen con alegría Vienen con alegría, Señor, cantando, vienen con alegría, Señor: los que caminan por la vida, Señor, sembrando tu paz y amor. Vienen trayendo la esperanza, a un mundo cargado de ansiedad. A un mundo que busca y que no alcanza, caminos de amor y de amistad. Vienen con alegría, Señor…
3. Invocación del Espíritu Santo Recibe, ¡oh, Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que te hago en este día
para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones: mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza y todo el Amor de mi corazón. Yo me abandono sin reservas a tus divinas manos y quiero ser siempre dócil a tus santas inspiraciones. ¡Oh, Espíritu Santo!, dígnate formarme con María y en María, según el modelo de nuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador, Gloria al Hijo Redentor, y Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.
4. Lectura bíblica Del santo Evangelio según san Marcos (8, 27-35) Llegó el día en que Jesús, yendo de camino a los pueblos de la región de Cesarea de Filipo, les preguntó a los discípulos: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista, otros dicen que Elías y otros que alguno de los profetas”. Él entonces les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Pedro le contestó: “Tú eres el Mesías”. Él les prohibió que se lo dijeran a otros. Después empezó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho, ser condenado en el sanedrín por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, padecer la muerte y resucitar a los tres días. Esto se lo decía ya claramente.
b) ¿Cuál es la profesión de fe de Pedro? c) ¿Estarías dispuesto a hacer hoy una profesión de fe como la de Pedro, diciéndole al Señor: “Tú eres el Mesías, mi Salvador”?
6. Para conservar en la mente y en el corazón De la Palabra de Dios que he reflexionado, ¿qué enseñanza voy a conservar en la mente y en el corazón?
7. Gesto concreto
Pedro lo llamó aparte y empezó a ponerle reparos. Jesús se volvió y, delante de los demás discípulos, reprendió así a Pedro: “¡Déjame seguir mi camino, Satanás, que tus ideas no son las de Dios sino las de los hombres!”.
¿Qué acción voy a llevar a cabo durante esta semana? (Quien desee hacerlo, puede compartir su propósito con los demás miembros del grupo).
Entonces Jesús llamó a toda la gente, junto con sus discípulos, y les dijo: “Si alguien quiere venir conmigo, renuncie a sí mismo, cargue su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí y por el Evangelio, la salvará”.
Cada uno, espontáneamente, haga una oración desde su corazón al Señor. Concluir con un Padrenuestro, una Avemaría y un Gloria.
Lector: Palabra del Señor. Asamblea: Gloria a ti, Señor Jesús.
Dios está aquí
5. Preguntas y reflexión Cada uno trate de responder a las preguntas sobre el texto bíblico que se ha leído y luego comparta su reflexión con los demás. a.) Identifica cuáles son los personajes que aparecen en esa escena.
8. Oración final
9. Canto final Dios está aquí, está aquí, tan cierto como el aire que respiro, tan cierto como la mañana se levanta, tan cierto que cuando le hablo Él me puede oír. Dios está aquí, está aquí, se siente fuerte su presencia entre nosotros. Más fuerte y más brillante que la luz del sol. Nos manda su mensaje de amor. julio / septiembre - 2020 - Vida pastoral no 179
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Biblia
TERCERA SEMANA
Los de la tierra buena son los que escuchan, guardan la Palabra en un corazón noble y generoso y dan fruto con perseverancia. (Lucas 8, 11-15)
2. Canto En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
1. Saludo de bienvenida Puede hacerlo el (la) dueño(a) de la casa, con estas u otras palabras semejantes. Al reunirnos para escuchar y meditar la Palabra de Dios, queremos reconocer en ella el instrumento privilegiado para el encuentro con el Señor, que nos renueva cada día. Gracias, Señor, por tu Palabra: luz y sentido en nuestra existencia, posibilidad inagotable de encuentro contigo. Gracias por darnos la oportunidad de escucharte y alabarte juntos mediante el don de tu Palabra.
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Alabaré Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor (2). Todos unidos, alegres cantamos gloria y alabanzas al Señor. Gloria al Padre, gloria al Hijo, y gloria al Espíritu de amor. Somos tus hijos, Dios Padre eterno, tú nos has creado con amor. Te adoramos, te bendecimos, y todos cantamos en tu honor.
3. Invocación del Espíritu Santo Recibe, ¡oh, Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que te hago en este día
para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones: mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza y todo el Amor de mi corazón. Yo me abandono sin reservas a tus divinas manos y quiero ser siempre dócil a tus santas inspiraciones. ¡Oh, Espíritu Santo!, dígnate formarme con María y en María, según el modelo de nuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador, Gloria al Hijo Redentor, y Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.
4. Lectura bíblica Del santo Evangelio según san Marcos (9, 30-37) Jesús y sus discípulos empezaron a recorrer la Galilea, pero Él quería que nadie lo supiera, porque estaba instruyendo a sus discípulos, y les decía: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de sus enemigos, y lo van a matar, pero después de muerto, a los tres días, resucitará”. Ellos no entendían lo que les decía, pero no se atrevían a preguntarle.
6. Para conservar en la mente y en el corazón De la Palabra de Dios que he reflexionado, ¿qué enseñanza voy a conservar en la mente y en el corazón?
7. Gesto concreto ¿Qué acción voy a llevar a cabo durante esta semana? (Quien desee hacerlo, puede compartir su propósito con los demás miembros del grupo).
8. Oración final Cada uno, espontáneamente, haga una oración desde su corazón al Señor. Concluir con un Padrenuestro, una Avemaría y un Gloria.
9. Canto final Granito de mostaza
Llegaron entonces a Cafarnaún. Y, una vez en casa, les preguntó de qué venían discutiendo en el camino. Ellos no decían nada, porque por el camino habían estado discutiendo sobre cuál de ellos ocuparía el primer lugar.
Si tuvieras fe, si tuvieras fe como un granito de mostaza, eso dice el Señor (2). Tú le dirías a las montañas: muévanse, muévanse, muévanse (2). Y las montañas se moverán, se moverán, se moverán (2).
Entonces se sentó, llamó a los Doce y les dijo: “Quien quiera ser el primero, deberá ser el último de todos y el servidor de todos”. Luego llamó a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: “El que reciba a un niño como este por amor a mí, me recibe a mí. Y el que me recibe a mí, no me recibe a mí, sino al que me envió”.
Si tuvieras fe, si tuvieras fe como un granito de mostaza, eso dice el Señor (2). Tú le dirías a los enfermos: sánense, sánense, sánense (2). Y los enfermos se sanarán, se sanarán, se sanarán (2).
Lector: Palabra del Señor. Asamblea: Gloria a ti, Señor Jesús.
5. Preguntas y reflexión Cada uno trate de responder a las preguntas sobre el texto bíblico que se ha leído y luego comparta su reflexión con los demás. a) Identifica cuáles son los personajes que aparecen en esa escena. b) ¿Qué quiere enseñarnos Jesús cuando dice: “Quien quiera ser el primero que sea el servidor de todos”? c) ¿Me gusta servir o ser servido?
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Biblia
CUARTA SEMANA
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Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. (2 Timoteo 3, 14-17)
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
2. Canto
1. Saludo de bienvenida
Vamos a bendecir al Señor, nosotros los hijos de Dios (2).
Puede hacerlo el (la) dueño(a) de la casa, con estas u otras palabras semejantes.
Alzad vuestras manos, batidlas a Él y decidle que solo Él es fiel.
Al reunirnos para escuchar y meditar la Palabra de Dios, queremos reconocer en ella el instrumento privilegiado para el encuentro con el Señor, que nos renueva cada día. Gracias, Señor, por tu Palabra: luz y sentido en nuestra existencia, posibilidad inagotable de encuentro contigo. Gracias por darnos la oportunidad de escucharte y alabarte juntos mediante el don de tu Palabra.
Abrid vuestra boca, cantad para Él y decidle que solo Él es fiel.
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Vamos a bendecir
3. Invocación del Espíritu Santo Recibe, ¡oh, Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que te hago en este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones: mi
Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza y todo el Amor de mi corazón. Yo me abandono sin reservas a tus divinas manos y quiero ser siempre dócil a tus santas inspiraciones. ¡Oh, Espíritu Santo!, dígnate formarme con María y en María, según el modelo de nuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador, Gloria al Hijo Redentor, y Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.
4. Lectura bíblica Del santo Evangelio según san Marcos (9, 38-43.45.47-48) Un día le dijo Juan a Jesús: “Maestro, vimos a uno expulsando demonios en tu nombre, y se lo prohibimos, porque no es de nuestro grupo”. Pero Jesús le contestó: “¡No se lo prohíban! Porque uno que hace un milagro usando mi nombre no puede a continuación hablar mal de mí. Quien no está contra nosotros, está a favor nuestro. Y así el que les dé un vaso de agua porque son mis discípulos, yo les aseguro que no perderá su recompensa. Si, al contrario, alguien hace pecar a uno de estos pequeños que creen en mí, más vale que le pongan al cuello una de esas ruedas de piedra que tienen los molinos, y lo echen al mar. Lo mismo, si tu mano te hace pecar, córtatela. Más vale entrar manco en la vida que con ambas manos ir a parar al infierno, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te hace pecar, córtatelo. Más vale entrar cojo en la vida que con los dos pies ser arrojado al infierno. Y si es tu ojo el que te hace pecar, sácatelo. Más vale entrar tuerto al Reino de Dios que con ambos ojos ser arrojado al infierno, donde los gusanos nunca mueren y el fuego no se apaga”. Lector: Palabra del Señor. Asamblea: Gloria a ti, Señor Jesús.
5. Preguntas y reflexión Cada uno trate de responder a las preguntas sobre el texto bíblico que se ha leído y luego comparta su reflexión con los demás. a) ¿Qué hago cuando mi comportamiento me aleja del Señor?
b) ¿Crees que a veces lo que hago con mi mano, los caminos que recorro, y lo que veo me distancian de Dios? c) ¿Mi comportamiento o mis palabras han llevado a alguna persona a alejarse de Jesús? d) ¿Tengo una mirada para consolar, una mano para ayudar y unos pies para acompañar?
6. Para conservar en la mente y en el corazón De la Palabra de Dios que he reflexionado, ¿qué enseñanza voy a conservar en la mente y en el corazón?
7. Gesto concreto ¿Qué acción voy a llevar a cabo durante esta semana? (Quien desee hacerlo, puede compartir su propósito con los demás miembros del grupo).
8. Oración final Cada uno, espontáneamente, haga una oración desde su corazón al Señor. Concluir con un Padrenuestro, una Avemaría y un Gloria.
9. Canto final Dios está aquí Dios está aquí, qué hermoso es Él lo prometió donde hay dos o tres. Quédate, Señor, quédate, Señor, Quédate, Señor, en cada corazón; Quédate, Señor, quédate Señor, Quédate, Señor, aquí, aquí, aquí. Oh, Cristo mío, haz de mi alma un altar, para adorarte con devoción, para beber el agua de la vida y así calmar mi pobre corazón. El Espíritu de Dios se mueve, se mueve, se mueve. El Espíritu de Dios se mueve dentro de mi corazón. Oh, hermano, deja que se mueva, se mueva, se mueva. Oh, hermano, deja que se mueva, dentro de tu corazón.
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Notas
Pastoral litúrgica
- itúrgicas Por: P. José Aldazábal
LOS COLORES ¿Por qué y para qué los diversos colores en la celebración litúrgica? El color como uno de los elementos visuales más sencillo y eficaces, quiere ayudarnos a celebrar mejor nuestra fe. Su lenguaje simbólico nos ayuda a penetrar mejor en los misterios celebrados: “La diversidad de colores en las vestiduras sagradas tiene como fin expresar con más eficacia, aún exteriormente tanto las características de los misterios de la fe que se celebran como el sentido progresivo de la vida cristiana a lo largo del año litúrgico” (Misal Romano - IGMR 307).
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Pastoral litúrgica
Los colores actuales de nuestra celebración: Actualmente el Misal (IGMR) ofrece este abanico de colores en su distribución del año litúrgico:
a) Blanco Es el color privilegiado de la fiesta cristiana y el color más adecuado para celebrar: – La Navidad y la Epifanía – La Pascua en toda su cincuentena – Las Fiestas de Cristo y de la Virgen, a no ser que por su cercanía al misterio de la Cruz se indique el uso del rojo. – Fiestas de ángeles y santos que no sean mártires. – Ritual de la Unción – Unción y el Viático b) Rojo Es el color elegido para: – La celebración del Domingo de Pasión (Ramos) y el Viernes Santo, porque remite simbólicamente a la muerte martirial de Cristo. – En la Fiesta de Pentecostés, porque el Espíritu es fuego y vida. – Otras celebraciones de la Pasión de Cristo, como la fiesta de la Exaltación de la Cruz. – Las fiestas de los Apóstoles, Evangelistas y Mártires, por su cercanía ejemplar y testimonial a la Pascua de Cristo.
El color como uno de los elementos visuales más sencillo y eficaces, quiere ayudarnos a celebrar mejor nuestra fe. Su lenguaje simbólico nos ayuda a penetrar mejor en los misterios celebrados.
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– La Confirmación (Ritual Nº 20) se puede celebrar con vestiduras rojas o blancas apuntando al misterio del espíritu o a la fiesta de una iniciación cristiana a la Nueva Vida. c) Verde El verde como color de paz, serenidad, esperanza se utiliza para celebrar el Tiempo Ordinario del año litúrgico. El Tiempo Ordinario son esas 34 semanas en las que no se celebra un misterio concreto de Cristo, sino el conjunto de la Historia de la salvación y sobre todo el misterio semanal del Domingo como Día del Señor.
d) Morado Este color que remite a la discreción, penitencia y a veces, dolor, es con el que se distingue la celebración del – Adviento y la Cuaresma – las celebraciones penitenciales y las exequias cristianas. e) Negro Que había sido durante los siglos de la Edad Media el color del Adviento y la Cuaresma, ha quedado ahora mucho más discretamente relegado: queda solo como facultativo en las exequias y demás celebraciones de difuntos. f) Rosa El color rosa, que no había cuajado en la historia para la liturgia, queda también como posible para dos domingos que marcan el centro del Adviento y la Cuaresma: el domingo “Gaudete” (3º de Adviento) y el domingo “Laetare” (4º de Cuaresma).
g) Azul Con sus resonancias de cielo y lejanía es desde el siglo pasado un color privilegiado para celebrar la solemnidad de la Inmaculada, aunque en el Misal Romano no aparezca.
EL FUEGO En nuestras celebraciones: – Aparece en forma de lámparas y cirios encendidos durante la celebración o delante del sagrario. Aparte del simbolismo de la luz entra aquí también esa misteriosa realidad que se llama fuego: la llama que se va consumiendo lentamente mientras alumbra, embellece, calienta, dando sentido familiar a la celebración. – Vigilia de Pascua: Es la celebración que queda enriquecida de modo más explícito con el simbolis-
mo del fuego. La hoguera que arde fuera de la Iglesia y de la que se va a encender el Cirio Pascual remite intensamente al triunfo de la luz sobre la tiniebla, del calor sobre el frío, de la vida sobre la muerte. De allí partirá la procesión con su festivo grito: “Luz de Cristo”, y la luz se irá comunicando progresivamente a cada uno de los participantes. El simbolismo de la luz está realmente muy aprovechado en el lenguaje festivo de la Noche Pascual. Pero en su raíz está el fuego que tiene sus direcciones propias y riquísimas.
Su simbolismo natural El lenguaje del fuego tiene en nuestra sensibilidad humana y social, una interesante serie de sentidos.
El fuego calienta, consume, quema, ilumina, purifica, es fuente de energía. Es origen de innumerables beneficios para la humani-
dad, pero también destruye, castiga, asusta y mata. Es un elemento bienhechor pero a la vez peligroso. Un rayo o un incendio pueden generar calamidades enormes. Sin el fuego no podemos vivir, pero puede causarnos también la muerte. No es nada extraño que en torno a este misterioso elemento natural se haya creado todo un simbolismo: – Para expresar la presencia misma de la divinidad, invisible pero fuerte, incontrolable, purificadora, castigadora, – o para designar los sentimientos humanos, como la pasión, que está escondida pero que puede alcanzar una fuerza inaudita, para bien o para mal: el amor, el odio, el entusiasmo, etc.
– El fuego es también la imagen del calor familiar, el crepitar de la llama en el hogar ilumina la vida, ahuyenta el frío, da alegría y sensación de bienestar.
En la Revelación Para saber toda la densidad de significado que el fuego puede llegar a tener y lo que puede expresar también en nuestras celebraciones, no hay mejor medio que repasar, lo que de él dicen el Antiguo y Nuevo Testamento. Ante todo, el fuego sirve para expresar de algún modo lo que es imposible de expresar: la presencia misteriosa de Dios mismo en la historia humana. Recordemos el misterioso episodio de la zarza que arde sin consumirse (Ex 3). Moisés se acerca a un lugar que en seguida reconoce como sagrado, y oye la voz “Yo soy el Dios de Abraham...”. También es con el fuego con el que se simboliza el juicio de
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Dios, como el fuego que penetra a todo ser existente, lo pone en evidencia, lo purifica o lo castiga. (Véase: Dn 7, 10 ; Gn 19; Is 66, 16).
EL INCIENSO ¿Qué quiere simbolizar el incienso? Lo que el incienso quiere significar en nuestra liturgia nos lo han ido explicando los varios documentos con sus explicaciones. – El incienso crea una atmósfera agradable y festiva en torno a lo que se inciensa, a la vez que crea un aire entre misterioso y sagrado por la sutil impalpabilidad de su perfume y de su humo. – Expresa elegantemente el respeto y la reverencia hacia una persona o hacia algún símbolo de Cristo. – Pero más en profundidad indica la actitud de oración y elevación de la mente hacia Dios. Ya el salmo 140 nos hace decir: “Suba mi oración como incienso en tu presencia”. – El incienso es símbolo, sobre todo, de la actitud de ofrenda y sacrificio de los creyentes hacia Dios. El incienso une de algún modo a las personas con el altar, con sus dones y sobre todo con Cristo Jesús que se ofrece en sacrificio.
¿A quiénes se inciensa? El Misal Romano sugiere con libertad el uso del incienso en estos momentos de la Misa: – Durante la procesión de entrada – Al comienzo de la Misa para incensar el altar – En la procesión y proclamación del evangelio – En el ofertorio, para incensar las ofrendas, el altar, el presidente y el pueblo cristiano – En la ostensión del Pan consagrado y del Cáliz después de la consagración (IGMR 235) a) Llevar incienso en la procesión de entrada e incensar el altar que va a ser el centro de la celebración eucarística, puede indicar el respeto al lugar, a las personas y al altar, o simplemente significar el tono festivo y sagrado de la acción que empieza.
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Pero el Misal no da demasiado relieve a este primer gesto: siempre se ha considerado más importante la incensación del altar en el ofertorio. b) La incensación del evangelio fue entrando a partir del siglo XI como signo de honor y respeto hacia Aquel cuyas palabras vamos a escuchar. El Misal (IGMR 33 y 35) explica por qué en el momento del evangelio se acumulan los signos de especial veneración: el lector ordenado, la postura de pie, el beso y otras muestras de honor entre las que hay que recordar el incienso. c) El uso del incienso en el ofertorio tiene especial interés. El altar y las ofrendas de pan y vino sobre él se inciensan “para significar de este modo que la oblación de la Iglesia y su oración suben ante el trono de Dios como el incienso” (IGMR 51). En este momento “también el sacerdote y el pueblo pueden ser incensados”. Junto con el pan y el vino ofrecidos sobre el altar, y que son incensados, también el presidente se ofrece a sí mismo, y con él toda la comunidad y así se convierten ellos mismos en ofrenda y sacrificio, unidos e incorporados
al sacrificio de Cristo. Son las personas, principalmente, las que vienen a ser simbolizadas como ofrenda y homenaje a Dios, con el gesto del incienso. Si nada más fuera un gesto de honor, se quedaría la asamblea sentada mientras la inciensan. En cambio, se pone de pie para indicar su actitud positiva, comprometida, de unión espiritual con las ofrendas eucarísticas. d) En la consagración el acto de la incensación manifiesta al Señor mismo. Todas las incensaciones se dirigen a los signos sacramentales de la presencia del Señor: el altar, la cruz, el libro del evangelio, el presidente, la asamblea. Ahora se inciensa el pan y el vino consagrados, el signo central y eficaz de la auto-donación de Cristo.
LA IMPOSICIÓN DE MANOS En el Nuevo Testamento la acción de imponer sobre la cabeza de uno las manos tiene significados distintos, según el contexto en el que se sitúe. Ante todo puede ser la bendición que uno transmite a otro, invocando sobre él la benevolencia de Dios.
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Pastoral litúrgica Así, Jesús imponía las manos sobre los niños, orando por ellos.
primera: “Hicieron oración y les impusieron las manos” (Hch 6, 6).
La despedida de Jesús en su Ascensión, se expresa también con el mismo gesto: “Alzando las manos los bendijo” (Lc 24, 50).
Hay dos momentos en la celebración de la Eucaristía en que el gesto simbólico tiene particular énfasis.
Es una expresión que muchas veces se relaciona a la curación. Jairo pide a Jesús: “Mi hija está a punto de morir; ven impón tus manos sobre ella para que se cure y viva” (Mc 5, 23). Imponer las manos sobre la cabeza de una persona, significa en muchos otros pasajes, invocar y transmitir sobre ella el don del Espíritu Santo para una misión determinada. Así pasa con los elegidos para el ministerio de diáconos en la comunidad
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Ante todo cuando el presidente, en la Plegaria Eucarística, invoca por primera vez al Espíritu (epíclesis), extendiendo sus manos sobre el pan y el vino: “Santifica estos dones con la efusión de tu Espíritu”. La Bendición Final es el segundo momento en el que el gesto de la imposición adquiere especial énfasis. Este gesto nos habla también del don de Dios y la mediación eclesial: Estupendo binomio: la mano y la palabra. Unas manos extendidas
hacia una persona o una cosa, y unas palabras que oran o declaran. Las manos elevadas apuntando al don divino, y a la vez mantenidas sobre esta persona o cosa, expresando la aplicación o atribución del mismo don divino a estas criaturas. La mano poderosa de Dios que bendice, que consagra, que inviste de autoridad, es representada sacramentalmente por la mano de un ministro de la Iglesia, extendida con humildad y confianza sobre las personas o los elementos materiales que Dios quiere santificar. Este material es cortesía de: Centro de Pastoral Litúrgica de Barcelonahttp:// www.cpl.es Extractos del Libro “ Gestos y Símbolos” del P. José Aldazábal.
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