“La misericordia permite a los discípulos de Cristo ser reconocidos en el mundo porque han acogido para sí el estilo de vida del Señor Jesucristo” Rino Fisichella
Disponibles en:
Editorial
Mirar con misericordia niciamos este nuevo año llenos de ilusiones, sueños, proyectos y, sobre todo, esperanza en el Dios de la vida; es la dinámica de una Iglesia siempre en camino, que vivió con intensidad el Sínodo de la Familia que abordó temas que despiertan la sensibilidad, como por ejemplo, el de los divorciados vueltos a casar, la familia, la educación, etc. Para este año tenemos el Jubileo de la Misericordia, donde somos invitados a ver la vida desde la mirada misericordiosa de Dios que no se cansa de amarnos.
I
Como lo recuerda el Santo Padre: la misericordia no es una palabra abstracta, sino un rostro para reconocer, contemplar y servir. Misericordia es el “camino que une a Dios y al hombre, ya que abre el corazón a la esperanza de ser amado para siempre, a pesar de los límites de nuestro pecado; ley fundamental que vive en el corazón de cada persona; dintel que apoya la vida de la Iglesia; ideal de la vida y criterio de credibilidad para nuestra fe”, son las numerosas definiciones que Francisco da de misericordia, haciendo hincapié en que no es “un signo de debilidad, sino más bien la calidad de la omnipotencia de Dios”. Y en el contexto del año de la Misericordia podemos ver las propuestas del Sínodo de la Familia como el resultado de una Iglesia que es Madre y que es misericordiosa. No hay condenas sino un mensaje de Esperanza para quienes se deciden a formar una familia, y quienes están afrontando las
dificultades de ese camino. Resulta pues importante resaltar cómo la Iglesia aborda los problemas y dificultades de las familias, y lo hace sin miedo, es por eso que los obispos piden a los cristianos cultivar esa mirada de compresión y esperanza ante problemas tan dolorosos como la soledad y el fracaso matrimonial. Pero ¿qué significará para la Iglesia concluir este sínodo dedicado a la familia? A nuestro modo de ver no significa que se hayan encontrado soluciones a las dificultades de las parejas, sino que nos lleva a entender y comprender cómo la Iglesia está abordando todos estos problemas siempre a la luz del Evangelio, que es para nosotros una fuente viva de esperanza y misericordia. Como lo explicó el papa Francisco al finalizar esta importante reunión de obispos, que la palabra “sínodo” significa “caminar juntos”. Y esto es aquello “que hemos vivido” y “la experiencia de la Iglesia en camino, en camino especialmente con las familias del Pueblo santo de Dios disperso en todo el mundo”. Dios nos dice que es el primero en querer caminar junto a nosotros, en querer hacer “sínodo” con nosotros. Desde siempre y por siempre, su “sueño” es el de formar un pueblo, reunirlo, guiarlo hacia la tierra de la libertad y de la paz. Dispongamos nuestros corazones para vivir en plenitud este Año de la Misericordia. El Director.
Revista trimestral de la Sociedad de San Pablo —PAULINOS— de Colombia, Ecuador y Panamá al servicio de la Iglesia. Carrera 46 Nº 22A–90 – A.A.: 080152 / Tel.: 3 68 20 99 – FAX: 2 44 43 83 / BOGOTÁ, D.C. — COLOMBIA
vidapastoral@sanpablo.com.co
Con aprobación eclesiástica. Las opiniones expuestas en los artículos publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores.
La Voz del Papa "Necesitamos una robusta inyección de espíritu familiar" l Sínodo de los obispos que reflexionó sobre “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”, destacó que la familia que camina por la vía del Señor es fundamental en el testimonio del amor de Dios y merece por ello toda la dedicación de la que la Iglesia es capaz. Al interpretar con atención y cuidado algunos aspectos de la relación –que bien podemos decir indisoluble– entre la Iglesia y la familia, con el horizonte abierto al bien de la entera comunidad humana, con la mirada atenta a la vida cotidiana de hombres y mujeres de hoy, recalca la necesidad que hay por todos lados de una robusta inyección de espíritu familiar. De hecho, el estilo de las relaciones –civiles, económicas, jurídicas, profesionales, de ciudadanía– aparece muy racional, formal, organizado, pero también muy “deshidratado”, árido, anónimo. A veces se vuelve insoportable. Aún queriendo ser inclusivo en sus formas, en la realidad abandona a la soledad y al descarte un número cada vez mayor de personas.
E
Por esto, la familia abre para toda la sociedad una perspectiva mucho más humana: abre los ojos de los hijos sobre la vida –y no solo la mirada, sino también los demás sentidos– representando una visión de la relación humana edificada sobre la libre alianza de amor. La familia introduce a la necesidad de las uniones de fidelidad, sinceridad, confianza, cooperación, respeto; anima a proyectar un mundo
contenido EDITORIAL
Mirar con Misericordia
PREGUNTA AL TEÓLOGO Los reyes de toda la tierra adorarán al Señor
BEATO ALBERIONE
Los religiosos en el apostolado de la comunicación
ACTUALIDAD
Francisco, una revolución de la Misericordia
03 06 08 10
habitable y a creer en las relaciones de confianza, también en condiciones difíciles; enseña a honrar la palabra dada, el respeto por las personas (...). Y todos somos conscientes de lo insustituible de la preocupación familiar por los miembros más pequeños, vulnerables, heridos, incluso los más desastrosos en las conductas de su vida. Quién practica estas actitudes, las ha asimilado del espíritu familiar, no de la competición y el deseo de autorrealización. Sin embargo, no se da a la familia el peso debido –reconocimiento y apoyo– en la organización política y económica de la sociedad contemporánea. La familia no solo no tiene el reconocimiento adecuado, ¡sino que no genera más aprendizaje! A veces se podría decir que, con toda su ciencia y su técnica, la sociedad moderna no es capaz todavía de traducir estos conocimientos en formas mejores de convivencia civil. No solo la organización de la vida común se topa cada vez más con una burocracia del todo extraña a las uniones humanas fundamentales, sino, incluso, las costumbres sociales y políticas muestran a menudo signos de degradación –agresividad, vulgaridad, desprecio…–, que están por debajo del umbral de una educación familiar también mínima. En esta coyuntura, los extremos opuestos de este afeamiento de las relaciones –la obtusa tecnocracia y el “familismo” amoral– se conjugan y se alimentan recíprocamente. Esto es una paradoja. La Iglesia individua hoy, en este punto
CRÓNICA POR LA PAZ
14
PASTORAL LITURGICA
18
LITURGIA DE LA CATEQUESIS
24
GUÍAS HOMILÉTICAS
29
La utopía, ¿puede dejar de ser utopía?
La Cuaresma, camino hacia la Pascua
Formación de los Catequistas
Equipo Paulino
exacto, el sentido histórico de su misión sobre la familia y sobre el auténtico espíritu familiar: comenzando por una atenta revisión de vida, que se refiere a sí misma. Se podría decir que el “espíritu familiar” es una carta constitucional para la Iglesia: así el cristianismo debe aparecer, y así debe ser. Está escrito en letras claras: “Ustedes que un tiempo estaban lejos –dice san Pablo– […] ya no son extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios” (Ef 2, 19). La Iglesia es y debe ser la familia de Dios. Jesús, al llamar a Pedro para seguirlo, le dijo que le haría “pescador de hombres”; y por esto es necesario un nuevo tipo de redes. Se puede decir que hoy las familias son una de las redes más importantes para la misión de Pedro y de la Iglesia. ¡No una red que aprisiona! Sino que libera de las malas aguas del abandono y la indiferencia, que ahogan a muchos seres humanos en el mar de la soledad y de la indiferencia. Las familias saben bien qué es la dignidad de sentirse hijos y no esclavos, o extraños. Desde aquí, desde la familia, Jesús comienza de nuevo su paso entre los seres humanos para persuadirlos que Dios no les ha olvidado. De aquí, Pedro toma fuerzas para su ministerio. De aquí la Iglesia, obedeciendo a la palabra del Maestro, sale a pescar al lago, segura que, si esto sucede, la pesca será milagrosa.
161
enero marzo
2015 Dirección: P. Alexander Gamboa Coordinación: Equipo Paulino Redacción: Polo Zapata A. AUTORES: Editorial: El Director; Pregunta al teólogo: P. Adolfo Galeano, ofm; Actualidad: P. Víctor Codina, sj; Crónica por la paz: P. Saúl A. Londoño M, ssp.; Pastoral litúrgica: P. Santiago Jaramillo Uribe, sj; Pastoral de la catequesis: P. Martín Sepúlveda, ssp; Guías homiléticas: Equipo Paulino; Biblia: Mg. Paula Andrea García; Laudato si’: P. Antonio Spadaro, sj; Cultura y En Librería: Constanza Moya; Mariología: P. Carlos Guillermo Vásquez; Eclesiología: P. Danilo Medina; Novedad: P. Aristelio Monroy, ssp
Cristo lo prometió y nos tranquiliza: si incluso los malos padres no niegan el pan a los hijos hambrientos, ¡imaginémonos si Dios no dará el Espíritu a quienes lo piden con apasionada insistencia (cf. Lc 11, 9-13)!
Publicidad: Ximena Bonilla Valencia / e–mail: publicidad@sanpablo.com.co Diseño & diagramación: Luis Gabriel Niño Devia / e–mail: publicaciones@sanpablo.com.co Suscripciones: periodicos@sanpablo.com.co
Papa Francisco. Audiencia general sobre el Sínodo de los obispos.
BIBLIA
“La Misericordia de Dios en el Evangelio de Lucas”
LAUDATO SI´
Guía para la lectura de la Carta encíclica Laudato si´
CULTURA
La voz del drama humano
EN LIBRERÍA
42 48 52 54
Impresión: Taller San Pablo, Calle 170 Nº 8G–31, Bogotá, D.C. - Colombia
MARIOLOGÍa
56
Eclesiología
62
NOVEDAD
66
El Magnificat: canto de la Misericordia
La fraternidad en san Pablo
“Yo sé en quien he creído”
Pregunta al teólogo P. Adolfo Galeano, ofm
Los reyes
toda la de
tierra adorarán al señor
6
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
A propósito de la solemnidad de la Epifanía, quisiera saber si los "magos venidos de Oriente" ¿son personajes reales o figuras teológicas? Dra. Nacira Landeta, Panamá. ara entender el relato sobre los “reyes magos” que aparece en el Evangelio según san Mateo (2, 1-12), es preciso tener en cuenta el estilo literario utilizado por el evangelista. Se trata de un género literario muy usado por los rabinos, llamado Midrash, que investiga la Biblia en sentido práctico-exegético con el fin de interpretar textos antiguos; es decir, la interpretación midráshica toma elementos actuales para ejemplificar de modo comprensible textos antiguos. En ese sentido, Mateo no está contando una historia en sentido científico u objetivo, está narrando el nacimiento del Señor utilizando el género literario del Midrash. En otras palabras, está interpretando el hecho del nacimiento del Señor y proclamándolo, pero a partir de profecías antiguas, como, por ejemplo: Sal 86, 9; 72, 10-11; Za 14, 16; Nm 24, 17, etc.
P
¿Y qué interpretación le da, ya que la narración que utiliza es para referirse el nacimiento de Jesús? Todo el relato acerca de la presencia de los “magos de Oriente” es una interpretación midráshica para contar que ese niño que nace en Belén, profetizado por Miqueas (5, 1), Jesús, es el Mesías esperado desde antiguo. Por lo mismo, no podemos tomar ese relato como un dato histórico, sino como una interpretación de un dato histórico: el nacimiento de Jesús y la interpretación de que ese niño es el Mesías.
Para empezar, es necesario clarificar las palabras usadas por el autor. El término magos hace referencia a una clase de personajes del mundo antiguo que se dedicaban a la interpretación de los sueños, a la astrología y a la magia; y al decir de Oriente, posiblemente se esté refiriendo a los territorios de Persia, Babilonia o el sur de Arabia, región por excelencia de los sabios astrólogos de la antigüedad. Mateo habla de “magos”, por lo tanto, no eran reyes; tampoco eran tres, ni se llamaban Gaspar, Baltasar y Melchor, así como tampoco se puede decir que Gaspar era negro, estos elementos son añadidos por la tradición. Se dice que eran tres por el número de los regalos, pero incluso esto está en relación con lo anunciado en el Antiguo Testamento (cf. Is 60, 5-6). Mateo muestra que ese niño llamado Jesús y nacido en tiempos del rey Herodes es el Mesías, al cual los reyes de Oriente y todo el mundo adorarán y le ofrecerán los bienes de la tierra, simbolizados en el oro, el incienso y la mirra. Se trata pues de un anuncio profético y no de un relato histórico del pasado. La estrella también es simbólica, pues con ella se quiere indicar que ese niño es el Mesías esperado por Israel. Ahora bien, esto no excluye que en el tiempo en que nacía Jesús se hayan presentado fenómenos cósmicos muy llamativos: un meteorito, un cometa o la aparición de una estrella muy brillante. El mundo antiguo era muy dependiente de los fenómenos astrales, se fijaba mucho en ellos para interpretar los hechos. El hecho histórico real es que ese niño, Jesús, es el Mesías esperado, nacido en tiempos del rey Herodes, que será adorado por todos los reyes y señores de este mundo. Y para contar este hecho extraordinario –no a la manera científico-objetiva de hoy, sino a la manera simbólica-profética de la Escritura– el autor se vale de símbolos tomados del Antiguo Testamento, que confluyen en el nacimiento de ese Niño.
enero / marzo - 2016 - Vida pastoral no 161
7
beato ALBERIONE a los comunicadores Por: BEATO SANTIAGO ALBERIONE
Los religiosos en el apostolado de la comunicación Mayor amplitud De predicación: no se limitan a una parroquia o a una diócesis particular sino que extienden su obra a la Iglesia universal. De influencia: estando al servicio particular de la Santa Sede, pueden tener mayor ascendiente sobre los fieles de los diversos estados sociales y de las distintas condiciones. os religiosos en el apostolado de la comunicación tienen oficios comunes con el clero secular y posibilidades especiales que dependen de su estado particular. Posibilidades y oficios que pueden reducirse a los siguientes: mayor amplitud, mayor continuidad y mayor intensidad.
L
8
De gracia: estando destinados a muchos, por vocación, son muchas las gracias de oficio que se les otorgan. En efecto, Dios otorga a cada uno las gracias según las tareas que desempeña.
Mayor continuidad La congregación religiosa tiene una vida más larga que el sacerdote aislado. En efecto, cuando un religioso no puede seguir ejercitando su apostolado, le suplirá otro. Y cuando un religioso entre en el descanso y la posesión de la corona, la congregación procurará que otros continúen las mismas iniciativas.
Cuando una iniciativa promete buenos frutos y el trabajo multiplicado o nuevas dificultades lo requieran, la congregación proporcionará personal y ayudas.
Mayor intensidad En el apostolado los religiosos ponen, por fin, mayor intensidad, sea porque el que se dedica a él, al no tener que atender a las necesidades personales, tiene más tiempo a su disposición, sea porque los votos religiosos comportan y producen mayor concentración de fuerzas naturales y sobrenaturales en el apostolado.
Las necesidades de los tiempos Si en otro tiempo el apostolado de la comunicación podía ser ejercitado fructuosamente mediante iniciativas privadas, hoy estas iniciativas, aun teniendo gran mérito, no serían suficientes para hacer frente al adversario. En efecto, es sabido que nuestros tiempos se caracterizan por una organización inmensa de edicio-
Un apostolado así concebido requiere amplitud de doctrina, de influencia y de gracia, continuidad de trabajo, intensidad de celo y de sacrificio y espíritu de oración ferviente. Requiere, pues, un ejército de personas que tengan una vocación, una formación especial, que actúen en dependencia de la Iglesia y que pongan toda su confianza en la fuerza divina (…) un ejército de religiosos que se propongan como fin especial ejercer el apostolado de la comunicación. La idea no es nueva, sino más bien completamente conforme a la economía divina y a la tradición de la iglesia. En efecto, Dios suscita en todos los tiempos personas e instituciones según las necesidades, y la Iglesia, fiel intérprete de los designios de Dios, a lo largo de los siglos confió a los religiosos las obras generales de evangelización y humanización de la sociedad y la cultura. Por tal motivo, también hoy debe haber familias religiosas para las necesidades actuales. Dios y la Iglesia no cambian de estilo.
Tomado de: El apostolado de la edición.
INSTITUTO
JESÚS SACERDOTE Somos sacerdotes diocesanos unidos al carisma y a la misión de los Paulinos, a través de la consagración religiosa. “Es para el clero diocesano. Tantos sacerdotes sienten intensamente la necesidad de una espiritualidad más profunda, de una familia espiritual a la cual pertenecer, de una vida más comprometida en la perfección, profesando los consejos evangélicos aún ejerciendo su propio misterio. A ellos se les ofrece el Instituto Jesús Sacerdote”. Beato Santiago Alberione Si desea recibir información acerca del Instituto puede comunicarse con : P. Martín Sepúlveda – Superior Provincial - provincial@sanpablo.co
Carrera 46 No. 22A-90 - Barrio Quinta Paredes / Bogotá D.C - Tel.: 3682099
beato Alberione
Los mismos fieles reponen una confianza particular en el religioso y lo secundan, pues saben que no tiene ningún interés en la tierra. La congregación, por fin, puede convertirse en una escuela de especialización en materia y forma, por así decir, para la formación de los especialistas, prácticos en todas las ramas del apostolado.
nes contrarias a la Iglesia (…) por eso, es necesario contraponer una organización amplia, poderosa, de espíritu antiguo y de formas modernas, esto es, el apostolado de la comunicación realizado con iniciativas de carácter universal que disponga de un ejército de personas preparadas, que multipliquen sus frutos en el tiempo y en el espacio, adaptándolo a las necesidades de las personas.
Actualidad
Francisco, Por: P. Víctor Codina, sj
una
revolución de la
misericordia
Como jesuita, Bergoglio estaba familiarizado con el coloquio de misericordia ante Cristo crucificado que “de Creador es venido a hacerse hombre y de vida eterna a muerte temporal y así morir por mis pecados”, que Ignacio de Loyola propone al final de la meditación de los pecados en los Ejercicios Espirituales (53). Al ser nombrado obispo, Bergoglio eligió como lema en su escudo la frase Miserando et eligendo, Mirándome con misericordia me eligió, una paráfrasis de Beda el Venerable al Evangelio de Mateo (9, 9-13) sobre la vocación de Mateo-Leví, el recaudador de impuestos (cf. Hom 21, CCL 189-151). El 11 de abril de 2015, con la bula Misericordiae vultus, Francisco convocó el Jubileo extraordinario de la Misericordia que comenzará el 8 de diciembre del 2015, a los 50 años de las clausura de Vaticano II.
10
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
¿Qué podemos deducir de esta convergencia de datos? Que existe ciertamente una especial sensibilidad de Francisco hacia el tema de la misericordia. Una novedad revolucionaria Juan XXIII en la inauguración del concilio Vaticano II dijo que la Iglesia prefería usar la medicina de la misericordia más que la severidad y la condena. Pablo VI en la clausura del concilio afirmó que la espiritualidad del Vaticano II era la del buen samaritano. Juan Pablo II en 1980 escribió una bella encíclica sobre la misericordia (Dives in misericordia), inspirado en parte por la mística polaca Faustina Walewska. Benedicto XVI en Dios es amor (2005) también profundizó este tema. El tema no es nuevo, la novedad está en que Francisco lo ha convertido en la clave de su pontificado, en el punto álgido de la jerarquía de las verdades cristianas, en el centro del anuncio evangélico. Francisco no parte de un método deductivo, sino de una realidad que es superior a la idea (EG 231-233), una realidad dolorosa, cargada de pecado e injusticia, de víctimas y pobres que claman. Frente a esta realidad Francisco no responde con dogmas y doctrinas teológicas abstractas sino con ternura y misericordia, con la pastoral del abrazo. Es el anuncio del pastor que va en busca de la oveja descarriada, el pastor que huele a oveja. Sus gestos de abrazar a niños, enfermos, discapacitados, ancianos, personas privadas de libertad, a emigrantes africanos, su viaje a Lampedusa, su afirmación de que el sacramento de la reconciliación debe ser una experiencia de la misericordia del Padre y no un tormento, la petición de que los sacramentos no puede convertirse en una aduana… su exhortación Evangelii gaudium, su encíclica Laudato si’, la proclamación del Jubilo de la Misericordia (Misericodiae vultus), son manifestaciones de esta revolución de la misericordia, de su ternura y compasión ante el sufrimiento del pueblo y ante las amenazas a nuestra casa común.
De la revolución a la revelación La revolución de Francisco no es una innovación o invención suya, sino que nace de la revelación bíblica. El Dios del Antiguo Testamento no es un Dios iracundo y vengativo sino que se revela como un Dios que escucha el clamor del pueblo y baja para liberarlo (Ex 3, 7), un Dios clemente y misericordioso (Ex 34, 6), que camina y está junto al pueblo (Ex 3, 14), que perdona culpas, libera a los cautivos y sana a los corazones afligidos. A Dios se le da un vuelco el corazón ante el sufrimiento (Os 11, 8)1, se le conmueven las entrañas ante el sufrimiento del pueblo. Es una misericordia que, como aparece sobre todo en los profetas, está ligada a la opción por los pobres y por la vida. No es una gracia barata, es la expresión de la justicia divina que condena el pecado pero salva al pecador, es una justicia creadora, que va más allá del castigo. Los salmos expresan la confianza de Israel en este Dios clemente y misericordioso (Sal 103, 8; 111, 4; 145, 8; 86, 15). Este Yahvé del Antiguo Testamento es el Padre que nuestro Señor Jesucristo, nos revela con su vida y enseñanza. Jesús es el rostro misericordioso del Padre: come con los pecadores (Mc 2, 13-17), siente que se le conmueven las entrañas ante los enfermos (Mt 14, 14; Mc 1, 41), la viuda de Naim (Lc 7, 13), el pueblo con hambre (Mt 25, 32), que vaga errante como ovejas sin pastor (Mc 6, 34). Sus parábolas del buen samaritano (Lc 10, 25-31) y del hijo pródigo (Lc 15, 11-32) muestran la centralidad de la misericordia en el Evangelio del Reino. Hay que ser compasivos y misericordiosos como el Padre (Lc 6, 36). Jesús se identifica con los marginados y los últimos, y los constituye en jueces escatológicos de la historia (Mt 25, 31-46). Esta teología narrativa de la misericordia, propia de los sinópticos, se profundiza en los escritos paulinos y joánicos. La misericordia es el mayor atributo divino (Ef 2, 4; 2Co 1, 3; 1Jn 4, 8), que se manifiesta en relación
En hebreo misericordia es rahamin, que tiene que ver con rehem, el seno y entrañas maternas. En este sentido la compasión y misericordia de Dios tiene mucho de amor materno.
1
enero / marzo - 2016 - Vida pastoral no 161
11
Actualidad con el mundo, es la palabra clave del actuar de Dios hacia nosotros2.
quiere misericordia y no sacrificios (Mt 9, 13; 12, 7; cf. Os 6, 6).
Al Dios trinitario se le conmueven las entrañas ante el dolor del pueblo, se compadece de su pecado, está siempre dispuesto a perdonar y sanar. Nos cansamos nosotros de pedir perdón antes que Dios de perdonar (EG 3). La justicia de Dios es su misericordia. La misericordia es el atributo fundamental de Dios, y la mayor de las virtudes, la razón de la alegría que el Evangelio suscita en nosotros (EG 37). Esta revelación existencial de la misericordia del Padre fue en última instancia lo que le llevó a Jesús a su muerte. Su corazón abierto nos revela su amor misericordioso hasta el final (Jn 13, 1; 19, 31-34).
También hoy hay quienes se escandalizan de esta clave pastoral de Francisco, por considerarla peligrosa, contraria a los dogmas, propensa a la relajación, a un laissez faire, a un cristianismo light… Y todo ello fruto de un Papa que no es teólogo profesional.
El tema de la misericordia hasta hace poco tiempo ha tenido un lugar marginal en la teología de los manuales, en el catecismo y en la predicación. En la misma liturgia se invoca ordinariamente al Dios omnipotente y eterno. Parecería que la mentalidad helénica, esencialista, metafísica y abstracta hubiera prevalecido sobre el realismo dinámico, histórico y existencial semítico, como si Atenas hubiera triunfado sobre Jerusalén. Afortunadamente ahora se comienza a revertir esta situación y se coloca a la misericordia como el núcleo fundamental de la esencia divina y de la revelación cristiana.
El escándalo de los fariseos Los fariseos se escandalizaron de que Jesús comiera con pecadores y perdonara pecados. Las parábolas de la misericordia (Lc 15) y la respuesta de Jesús muestran que Dios
2 Cf. Santo Tomás. Suma teológica, I, q 21 a 3s; q25 a 3 ad 3
12
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
Un ejemplo de esta actitud es la reacción de algunos sectores de la Iglesia que, encabezados por cardenales, obispos y teólogos, han pedido por escrito que en el Sínodo de la familia no se conceda la comunión a los divorciados vueltos a casar, pues ello atentaría contra el dogma de la indisolubilidad del matrimonio y de la santidad de la Iglesia. Frente a esta postura farisaica, otras voces teológicas deshacen estos falsos argumentos: la indisolubilidad del matrimonio no es un dogma sin excepciones sino el ideal utópico al que ha de tender gradualmente todo matrimonio cristiano; no se puede partir desde lo doctrinal sino desde la doloro-
sa realidad de matrimonios rotos irremediablemente y de personas que desean rehacer su vida y para ello necesitan el perdón de Dios y la fuerza de la Eucaristía. Dios no es el guardián de la ley, sino el Padre misericordioso que sale al encuentro del hijo pródigo, le abraza, y le prepara un banquete3. Ante la acusación de que Francisco no es teólogo profesional hay que responder que, como dice santo Tomás4, existen en la Iglesia dos formas de magisterio o de cátedra: la cátedra o el magisterio pastoral de los obispos (y por tanto también del Papa) y la cátedra o el magisterio teologal de los teólogos. Ambos magisterios convergen, pero son diferentes. El Papa no necesita ser un teólogo profesional sino el pastor, fiel testigo de la Palabra y de la Tradición, y dejar en libertad a los teólogos profesionales para
Cf. X. Alegre, J. González Faus, J. Martínez, A. Torres Queiruga. Rehacer la vida. Divorcio, acogida y comunión. Cuadernos Cristianismo y justicia, nº 192, Barcelona 2014 4 IV Sent d 19 q 2 a 2. J.H. Newman vuelve a repetir esta doctrina del doble magisterio en la Iglesia 3
que profundicen y discutan sobre la fe. Si el Papa es un teólogo profesional existe el riesgo de que quiera imponer su teología a toda la Iglesia y que descalifique a los teólogos que defienden puntos de vista diferentes de los suyos5. El actual restauracionismo preconciliar en el fondo sería una nueva forma de fariseísmo…
Una Iglesia misericordiosa Si la misericordia es la esencia de Dios revelada por Jesús, la Iglesia, que somos todos los bautizados, ha de seguir las huellas del Señor; ha de ser clemente y misericordiosa, perdonadora, que se conmueve entrañablemente ante el sufrimiento del pueblo, una Iglesia pobre y de los pobres, que sale a las periferias en busca de la oveja perdida, que se preocupa por nuestra casa común. El Espíritu del Señor que preparó y acompañó la vida y la obra de Jesús es el que ahora guía a la Iglesia hacia el Reino, un Espíritu que actúa desde abajo, desde el clamor de los últimos, (hambrientos, sedientos, desnudos, enfermos, encarcelados, marginados…) y nos impulsa a ser misericordiosos como Jesús y el Padre. Las consecuencias prácticas de esta revolución son inmensas: hemos de situar el amor y la misericordia como lo central de la vida cristiana, como el mandamiento que nos lleva a amar y perdonar a los demás, a optar por los pobres y por nuestra madre tierra, a luchar por la justicia, a cambiar el sistema actual que ya no da más de sí, que excluye a gran parte de la humanidad y destroza la naturaleza, a buscar estilos de vida alternativos al actual paradigma tecnocrático patriarcal y consumista, a cambiar la imagen del Dios juez policíaco y convertirnos a un Dios Padre-Madre lleno de ternura y misericordia, a abandonar la pastoral del miedo, a acercarnos al sacramento de la reconciliación como a un espacio de misericordia, no de tormento, a actualizar las obras de misericordia clásicas de Mt 25, 31-46 con reformas estructurales, a acercarnos a los espacios de sufrimiento y dolor: migrantes y refugiados, indígenas, campesinos, barrios periféricos, mujeres abandonadas, enfermos, ancianos, prostitutas, niños de la calle, drogadictos, minusválidos, hogares infantiles, cárceles…
María, Madre de misericordia Si María es tipo e icono de la Iglesia (LG VIII), si todo lo que se afirma bíblicamente de la Iglesia se puede afir5 A.Torres Queiruga. El Papa pastor frente al restauracionismo preconciliar. Selecciones de Teología nº 215, julio-septiembre 2015, 171-184.
mar de María (EG 285), entonces ella, arquetipo de la Iglesia, reina y madre de misericordia, como rezamos en la Salve regina, una madre cuyos ojos misericordiosos nos muestran a Jesús, fruto bendito de su vientre… Más aún, Evangelii gaudium nos habla de un estilo mariano de la evangelización, centrado en la revolución de la misericordia, la ternura y el cariño (EG 288). María, le dice a Juan Diego que no se turbe, que ella es su madre que está con él (EG 287), María es la madre que está junto a sus hijos y en las diversas advocaciones ligadas a los santuarios comparte la historia de cada pueblo, entra a formar parte de su identidad histórica, camina y lucha con nosotros, derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios (EG 286). En Laudato si´ María es la reina de la creación, la que cuidó a Jesús y la que ahora cuida con amor y afecto este mundo herido y se compadece del sufrimiento de los pobres crucificados y de las criaturas de este mundo arrasadas por el poder humano (LS 241). * * * En síntesis, la revolución de la misericordia del papa Francisco es fruto pastoral de la acción del Espíritu que actúa desde abajo y que nos revela en Jesús el rostro misericordioso del Padre y en María el rostro materno de Dios. De este modo se hace posible que la Iglesia no sea una simple institución o una ONG piadosa, sino que se convierta en un hogar, una casa para muchos, una madre para todos los pueblos, donde pueda nacer un mundo nuevo (EG 288). enero / marzo - 2016 - Vida pastoral no 161
13
Crónica por la Paz
Por: P. Saúl A. Londoño M, ssp
LA UTOPÍA,
¿PUEDE DEJAR
DE SER
UTOPÍA? allí lo mataron. La ráfaga se escuchó. El silencio ha sido violentado por los proyectiles que se niegan a la paz. Las piedras inertes de la vera del camino son testigos mudos de lo allí sucedido. Una tez oscura que abraza el polvo del que ha sido creado se apresta para que su líquido vital, aquel que contiene la vida, sea derramado en esas polvorientas regiones sin esperanzas y sin luz.
Y
14
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
Genaro García, líder afro, en un encuentro por la paz.
Una luz que se negaba a morir sin paz ve sobre sí que ese sueño se apaga como se desvanece una luz en medio de la noche esperando al alba. Ese era Genaro García. Un afro que llevaba enarbolada su bandera de la paz, esa de blanca pureza como del color de la nieve que cubre los nevados del Ruiz o del Everest, o aquella linda y densa nieve que cubre los polos Norte y Sur, esa blancura de paz es manchada por ese color rojo vivo, casi tirando a violeta de lo rojo del amor y de la pasión. Se cubre esa bandera de miles de puntos rojos que escriben la otra cara de la historia de los que creen que la paz es posible. Cada punto de líquido vital que cae sobre adama ( adama entiéndase como tierra, hebreo) forma una constelación infinita de estrellas que se encienden en medio de la oscuridad y de la tiniebla. Cada gota de líquido ha formado una galaxia y otra galaxia de esperanza en medio del dolor que ha dejado el estallido de la pólvora sobre pies y cabeza. Sus pasos ya no se oirán más por aquellas regiones, unas boscosas, otras áridas como el desierto del Sahara. Sus pies algunas veces ampollados por el fuego abrazador del camino ya no sentirán el dolor, sus pies que han quedado suspendidos en ese espacio sin límite ya no serán los pies que peregrinan tras la búsqueda del final de la utopía, se han detenido por causa de la injusticia y de la guerra que tanto daño han hecho a la humanidad.
Adama recibe con dolor y en medio de gritos que sólo la sima puede entender, los sesos esparcidos de una inteligencia luchadora y vivaz, que desde la mañana hasta la noche, y desde la noche hasta la aurora sólo pensaba en Irene1, la Irene utópica que se escapaba frente al frío del fusil que apuntaba sobre su sí. Adama con esta muerte ha recordado una vez los inicios de la humanidad dividida: la envidia; y por qué no la falta de amor que desde el principio se dio en la historia. Una vez más se repite un fratricidio, un hermano que asesina a otro, la figura de Caín se levanta airosa y victoriosa frente a un Abel que ve su rostro caer en tierra para ser asesinado (cf. Gn 4, 8), si no ya con la quijada de un burro, sí con la ametralladora que la inteligencia humana ha creado. Caín (la guerrilla) baña una vez más de sangre la Adama de la que ha sido formado; y Abel (Genaro García) es esa sangre que clama justicia, paz y reparación.
“En el recorrido, hombres armados hicieron a un lado a García y lo obligaron a tirarse al piso con las manos en la cabeza. Una vez cumplió la orden, dos sujetos llegaron y le dispararon en las piernas y en la cabeza” (ver: Muerte de Genaro Gracía, en www.eltiempo.com).
En griego antiguo Ειρήνη, puede traducirse como aquella que trae la paz, o simplemente paz.
1
enero / marzo - 2016 - Vida pastoral no 161
15
Crónica por la Paz Caín esta vez no niega el asesinato. Acepta la muerte de Abel y abre, a pesar del dolor de la muerte, una posibilidad de perdón. La guerrilla, aquella que abriera sus ojos al mundo en la década de los 60, bajo el lema de que “hay que entregarle la tierra al que la necesita y la quiere trabajar, por la vía que nos dejen la oligarquía”, y que preguntaba a sus oyentes: ¿Van a ver cuál es? ¿Si es la vía política o es la otra?, alentaba a sus primeros seguidores a dar la lucha por este proyecto (ver: Breve historia de la guerrilla).
Caín y Abel. Pintura de Tiziano Vecellio.
Ese día la tierra lloró. Ese día los pájaros cerraron sus picos para no cantar. Ese día los ríos, Cauca y Magdalena, se detuvieron, tal como se detuvo el Jordán, al paso de Josué cuando, junto al pueblo de Israel iban a pisar la tierra de la promisión, no para permitir un paso a la libertad como lo hizo el Jordán o el Mar Rojo en la huida de la esclavitud de Egipto, sino para pedir a su
16
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
Creador cambiar su cauce, pues ya ellos, ese mismo día, como si fueran videntes, pudieron ver que sus aguas en vez de contener peces, algas y lisas piedras, contendrían y dejarían ver sobre sus aguas algo así como unas lanchas que se han volcado en sus arroyos, pero no eran barcas, o barcos, o yates, eran nada más ni nada menos que hombres muertos a bala, torturados y abandonados en sus aguas. El Cauca y el Magdalena se detuvieron a llorar pero nada pudo hacer el Creador, pues creó al ser humano libre como el viento y con capacidad de decidir qué hacer o qué no. El cielo se puso oscuro ese día. En los años 60 y hasta nuestros días hemos vivido un gran eclipse que no ha dejado ver una luz que nos llene de esperanza.
El Cauca y el Magdalena, los gigantes que se detuvieron a llorar, en vez de contener vida contuvieron muerte día tras día. Sus aguas eran vistas por todos. Niños inocentes que veían cómo los gallinazos y toda ave de rapiña se transportaban sobre los cadáveres de sus padres o amigos o sobre un N.N., como si ése fuera un paseo para ellos gratuito en lancha. El Cauca y el Magdalena lloraron. Lloraron como lloraron las madres, aquellas viudas que veían que sus señores ya no regresarían. Lloraron los pescadores al saber que no podían hacer ya nada; ya que en el momento en el que interrumpieran el paseo en lancha de los buitres, gallinazos o
aves de rapiña, serían ajusticiados por algún Caín o en el peor de los casos, acusados por la misma justicia, ya que si ellos llamaban a las autoridades legítimamente constituidas eran vistos tantas veces como cómplices. Los pescadores preferían cerrar sus ojos y arrojar la atarraya al otro lado de su embarcación. “La historia del conflicto armado en Colombia está sujeto a las constantes mutaciones de grupos al margen de la Ley. Las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y el ELN (Ejército de Liberación Nacional) […] son el producto del contexto histórico con que el mundo vivía por ese entonces” (cf. Historia del conflicto en Colombia), es como lo definen algunos investigadores; no obstante, nada justifica la muerte de un ser humano.
por eso que no sólo los colombianos rechazamos la guerra de las Farc y del Eln (ver: Negociación prolongada de las Farc), sino todo el universo mismo se une en un mismo grito de “ya no más”, de que esto acabe, de que se vaya aproximando esa fecha esperada del fin de la Utopía. El fin de la quimera ya viene. El fin de este dolor se apaga. El 2010 fue un nuevo inicio (ver: Línea de tiempo de proceso de paz). ¿Este año será el año que dividirá la historia de Colombia? ¿La utopía conocerá su ocaso? No podemos darnos el lujo de un nuevo fracaso, como diría el papa Francisco. Un nuevo fracaso sería no hacer justicia a Genaro García y a tantos que han ofrecido su vida por un país que no quiere seguir bañándose en ríos de sangre. La noche llega y el sueño de la paz vuelve a cobrar un nuevo impulso en medio del silbido de los grillos, el Cauca y el Magdalena corren cristalinos portando vida; Caín y Abel se abrazan en el perdón, en la justicia y en la reconciliación.
El Otro es y merece ser respetado en su dignidad. Caín no ha negado esta vez su responsabilidad. Para ellos “no es política (…) atentar contra la vida de líderes y dirigentes sociales o políticos”. Caín ha empezado a volver a casa. Una luz empieza a verse al final del túnel, a pesar de la impopular negociación prolongada de la paz. Hace más de 50 años, cuando estos grupos inician su andanada de la muerte, de tortura, de violencia, según investigaciones, Colombia era un país 75% rural, con 18 millones de habitantes. Hoy es un país 76% urbano, con 48 millones de habitantes. Once presidentes han gobernado, el sistema de partidos ha entrado en crisis, han surgido otros grupos de izquierda. Es
enero / marzo - 2016 - Vida pastoral no 161
17
Pastoral litúrgica
La
cuaresma, camino hacia la pascua Por: P. Santiago Jaramillo Uribe, sj
l tiempo litúrgico de Cuaresma, como los demás, “re-crea” su contenido y su finalidad cada vez que el católico los vive con fe y con generosidad. Las “Normas universales sobre el año litúrgico y el nuevo calendario Romano general” precisan que “la razón de ser del tiempo de Cuaresma es la preparación para la Pascua: la liturgia cuaresmal prepara a celebrar el Misterio pascual, tanto a los catecúmenos, haciéndolos pasar por los diversos grados de la iniciación cristiana, como a los fieles que rememoran el bautismo y hacen penitencia” (Misal Romano, p. 106).
E
Así mismo, la Constitución sobre la Sagrada Liturgia da importantes directrices:
18
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
Puesto que el tiempo cuaresmal prepara a los fieles, entregados más intensamente a oír la Palabra de Dios y a la oración, para que celebren el misterio pascual, sobre todo mediante el recuerdo o la preparación del bautismo y la penitencia, dese particular relieve en la liturgia y en la catequesis litúrgica al doble carácter de dicho tiempo (n. 109).
La penitencia del tiempo cuaresmal no debe ser solo interna e individual, sino también externa y social. Foméntese la práctica penitencial de acuerdo con las posibilidades de nuestro tiempo y de los diversos países y condiciones de los fieles y recomiéndese por parte de las autoridades (…). Téngase como sagrado el ayuno pascual: ha de celebrarse en todas partes el Viernes de la Pasión y muerte del Señor (n. 110). El Prefacio de Cuaresma V deja ver en su oración a la Cuaresma como “el camino de un nuevo éxodo a través del desierto cuaresmal”, hacia la “montaña santa” de la Pascua “con el corazón contrito y humillado”, como “pueblo de la alianza” convocado para alabar a Dios y escuchar con más abundancia la Palabra. Por su parte, el Prefacio de Cuaresma I señala con claridad el significado espiritual de la Cuaresma e indica dos de sus pilares: la oración y las obras de caridad, el tercer pilar se encuentra en el Prefacio III: las privaciones voluntarias, y el cuarto: la penitencia espiritual y otras mortificaciones, en los Prefacios II y IV.
Disposiciones para vivir la Cuaresma Para poder recorrer en forma debida y eficaz este camino, que es un tiempo especial de conversión y de renovación cristiana, se necesita vivir ciertas disposiciones espirituales:
1. Para cumplir con verdadero y auténtico prove-
cho espiritual se necesita el auxilio de la gracia de Dios, por eso la importancia de la oración y de la confesión sacramental. El recorrido cuaresmal va enfocado a Cristo y su Misterio pascual. La Cuaresma hay que vivirla como una jornada espiritual eminentemente cristocéntrica.
2. El católico debe renovarse en su condición de
bautizado y de su incorporación a la Iglesia. De allí el énfasis pastoral en la vivencia personal de los sacramentos del bautismo, de la penitencia y de la Eucaristía. Por eso la Liturgia escoge lecturas que proporcionen elementos para la catequesis bautismal y su incorporación a la Iglesia.
3. Al entrar en la vivencia de la Cuaresma es nece-
sario permitir que el Espíritu Santo obre en el alma, que crezca en ella la vida del Espíritu.
4. Los católicos necesitan renovar el esfuerzo de
evitar todo pecado –mortal y venial–, ya que éste aleja de Dios e impide dar una respuesta más generosa a la vivencia bautismal. Es pues indispensable ir preparando durante la Cuaresma el compromiso solemne de evitar las tentaciones del pecado.
El trabajo pastoral de la Cuaresma debe caracterizarse por conducir a las personas al sincero arrepentimiento y detestación de los pecados, a llevar una vida más conforme con el Evangelio. De allí la insistencia a hacer una confesión orientada a la verdadera conversión.
5. La penitencia, muy olvidada, despreciada y estigmatizada por el ambiente “moderno”, debe impartirse acomodada a las circunstancias actuales.
Efectos de la Cuaresma La Cuaresma debe producir no solo una purificación espiritual personal, sino también comunitaria. La razón es muy sencilla: la purificación espiritual que Dios realiza en cada uno de los que la viven debería verse reflejada en toda la sociedad, porque hay una vida nueva, una visión renovada de la vida, y que cada persona debería hacerla visible con claridad meridiana en el modo personal de comportarse en todas partes. En la Cuaresma y a partir de ella, los fieles deberían sentirse renovados y nuevos, mostrando externamente que viven un período diverso de recogimiento, de oración personal y comunitaria, un tiempo de austeridad y de moderación.
enero / marzo - 2016 - Vida pastoral no 161
19
Pastoral litúrgica
Algunos efectos de la Cuaresma: Compartir generosamente con los desprotegidos y los más vulnerables por medio de la generosa participación en la “comunicación cristiana de bienes”. Esto debería convertirse en los católicos en una disposición permanente. “Compartir” no puede ser solo una actitud del tiempo de Cuaresma y de Adviento. Un compartir que nazca del sacrificio personal y familiar, por ejemplo, que el dinero que se entregue para la campaña de “comunicación cristiana de bienes” sea fruto de lo que la familia ahorre con la abstinencia de carne –y de no reemplazarla por otros alimentos permitidos los viernes de Cuaresma– y de otras privaciones, como postres, dulces, asistencia a espectáculos públicos… Otro efecto de la Cuaresma sería el ambiente de oración comunitaria en la familia por medio de lectura y meditación de textos apropiados al tiempo, y en la Parroquia con ejercicios piadosos de religiosidad popular, como Viacrucis, Rosario y otros que son de arraigo espiritual y que pueden contribuir a crear un ambiente de unión con Cristo doloroso, que se entrega por cada uno para ser el Salvador.
Ambiente penitencial Fomentar un ambiente de penitencia es fundamental en la Cuaresma, para ello es necesario: Conseguir que el ambiente penitencial propio de la Cuaresma lo viva cada fiel y la Parroquia. Es un reto para el pastor. Éste –con celo discreto y prudente– instruirá a sus
20
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
fieles sobre el aprecio que se debe tener por la penitencia, valorarla en su contenido y guiar a que cada uno busque y encuentre la forma real de practicarla en su vida personal. El Párroco encontrará para ello un medio inmejorable en las celebraciones penitenciales de Cuaresma. Ellas constituyen el Apéndice II del Nuevo Rito de la Penitencia (cf. Actas y Documentos Pontificios 68, 1974, p. 48ss). Es necesario promover la celebración del sacramento de la Reconciliación ya desde el inicio del tiempo cuaresmal para que los fieles se preparen con tranquilidad a recibirlo e insistirles que dejen la confesión para la última hora. El acto de la confesión debe ser un verdadero encuentro del penitente con Cristo misericordioso. En ello el oficio del confesor y el ambiente de paz del penitente son fundamentales. Algunas de las confesiones cuaresmales pueden ser de muchos años, quizás de personas alejadas de Dios, que vuelven movidas por la gracia, personas necesitadas de
consejo y de ayuda espiritual. En esas circunstancias el confesor necesita tiempo para escuchar al penitente con calma, con cariño y con misericordia, y ejercer su oficio de médico espiritual, aspecto que nunca puede faltar en una confesión.
a) Para que el confesor pueda desempeñar su oficio recta y fielmente, debe conocer las dolencias espirituales, aplicarles los remedios convenientes y ejercer con sabiduría su oficio de juez, debe adquirir la ciencia y la prudencia necesarias, con estudio asiduo guiado por el Magisterio de la Iglesia, y sobre todo por medio de la oración; porque el discernimiento de los espíritus es un conocimiento íntimo de la acción de Dios en el corazón de los hombres, don del Espíritu Santo y fruto del amor (cf. Fil 1, 9-10).
c) Cuando el confesor recibe al pecador penitente y lo conduce a la luz de la verdad, cumple una función paterna, revela a los hombres el corazón de Dios Padre y reviste la imagen de Cristo, Buen Pastor. (…) el sacerdote impone al penitente una satisfacción, la cual no será solamente expiación de los pecados pasados, sino también ayuda para la vida nueva y remedio de su debilidad y por eso debe corresponder, en cuanto posible, a la gravedad y naturaleza de los pecados (…)1. El sacrificio espiritual Cuando se habla de “sacrificio” generalmente se entiende la privación de algo material, como no comer alimentos que causa especial satisfacción, desprenderse de algo… El sacrificio espiritual es una práctica tal vez desconocida por muchas personas, que puede convertirse en una fuente de vivir con intensidad la Cuaresma. Quizás los fieles –después de haberla practicado en Cuaresma– conviertan toda la vida en un auténtico sacrificio agradable al Padre. La Sagrada Escritura –al hablar del sacerdocio del pueblo de Dios– dice: “Acérquense a Él, la piedra viva (…) también ustedes cual piedras vivas, entren en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de Jesucristo (…)” (1P 2, 4-5). El católico debe ser consciente de que está llamado a ser él mismo un sacrificio espiritual y a realizarlo –con actos concretos– en su vida cotidiana. Por consiguiente, guiar a los fieles a que hagan en su vida realidad la enseñanza de san Pedro, es una misión pastoral de gran importancia. Quizá instruirlos en el significado de lo que es el sacrificio espiritual y sus formas de practicarlo, les resulte una catequesis importante y novedosa: Sacrificio, tomado en una acepción muy amplia, es un acto de abnegación inspirado por la vehemencia del
1
r e v i s t a
PASTORAL
Revista trimestral que ayuda al enriquecimiento espiritual, a la formación litúrgica y al trabajo pastoral.
Pan
de lA
Palabra MISAL DIARIO PARA EL PUEBLO DE DIOS
Lecturas y reflexiones para cada día del mes.
Lecturas ilustradas y reflexiones diarias para
Hoja dominical para niños.
Hoja dominical de adultos. Reflexión general de la liturgia
Ejercicio pastoral de la confesión, nn. 10. 18
Disponibles en:
Pastoral litúrgica amor. Es importante resaltar aquí que el amor es el motor del sacrificio. Cristo por amor a nosotros entregó su vida en sacrificio: “Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15, 13). El sacrificio como acción religiosa –en una acepción amplia–, “es todo acto interno de entrega de sí mismo a Dios y toda manifestación externa de ese sentido interno de donación” (cf. Ludwig. Manual de teología dogmática, p. 291). Puede ser útil examinar algunas formas concretas de “sacrificio espiritual” para explicarlas en la catequesis a los fieles.
1. Es de capital importancia saber que el concepto de
sacrificio espiritual no excluye al sacrificio eucarístico. A este respecto la enseñanza de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, habla de la participación en la Eucaristía, y cómo los participantes en ella deben ofrecerse a sí mismos:
Los cristianos (…) a través de los ritos y oraciones, participen consciente, piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruidos con la Palabra de Dios, fortalecidos en la mesa del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos con la hostia inmaculada no solo por
22
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
manos del sacerdote, sino que juntamente con él, se perfeccionen día a día por Cristo mediador en la unión con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios sea todo en todos (n. 48). En la Plegaria eucarística III se lee: (…) fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu. Que Él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de su heredad (…). El común de la santísima Virgen María I, Oración sobre las ofrendas, dice: “Al venerar la memoria de la Madre de tu Hijo, te rogamos, Señor, que la oblación de este sacrificio, por la abundancia de tu gracia, nos transforme en ofrenda permanente, Por Jesucristo…” (Misal Romano, p. 729). ¿Qué concluimos de estos textos? Que existe una clara enseñanza de la Iglesia: cada persona necesita convertirse en “culto espiritual”, y puede obtenerlo si en su vida guarda una recta relación con Dios.
2. Culto espiritual. San Pablo escribe: “Los exhorto,
pues, hermanos, por la misericordia de Dios, a que se ofrezcan a ustedes mismo como un sacrificio vivo, santo, agradable a Dios; tal será su culto espiritual” (Rm 12, 1).
Un comentario de la Biblia de Jerusalen al texto antes citado, dice que “san Pablo con la expresión culto espiritual, quiere decir que la ofrenda de sí mismo es verdadera y responde adecuadamente al don de Dios”. La enseñanza es clara: cada persona es un sacrificio espiritual, ella debe ofrecerse conscientemente como real sacrificio, como “víctima viva” a Dios Padre.
3. En la Sagrada Escritura la oración es equiparada
al sacrificio. El mejor sacrificio es el del corazón: “Sacrifica a Dios dándole gracias”, dice el Sal 50, 14. Y el Sal 141, 2 compara la oración con el humo del incienso y el alzar de las manos como la ofrenda de la tarde (Ex 29, 39). Cuando oramos en verdad estamos también ofreciendo al Padre un sacrificio espiritual, ¿las personas se han percatado de esta realidad?
4. Hebreos (13, 15-16) muestra a los fieles como una
comunidad cultual presidida por Cristo, que “por medio de Él (Cristo) ofrece sin cesar a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre”. Se trata, pues, de la acción de gracias por tantos beneficios recibido de Él y también para reconocer y alabar a Dios por su inmensa gloria. Este sacrificio de acción de gracias se convierte en un sacrificio continuo en la medida en que la persona se hace consciente en cada momento de lo que está recibiendo de Dios, como la vida, la salud, el alimento...
5. También son sacrificios espirituales, siempre y
cuando se hagan con referencia a Dios, las obras de caridad, el servicio a las personas necesitadas, la paciencia ejercitada al servir al otro, la tolerancia que es necesario tener con las personas, el compartir los bienes temporales con los necesitados (cf. Hch 2, 44). Esto último podría ser una manera concreta para motivar la campaña cuaresmal de participación cristiana de bienes.
6. Por último, la oración de la Iglesia exhorta tam-
bién a “Que todo el día sepamos dar buen testimonio del nombre cristiano y que ofrezcamos nuestra jornada como un culto espiritual agradable al Padre” (Preces de Laudes del sábado de la II semana del tiempo Ordinario).
Este libro ayuda a conocer la historia, la pedagogía y la espiritualidad de este santo que trabajo mucho por los jóvenes.
Pastoral de la catequesis
Formación de los catequistas Por: P. Martín Sepúlveda, ssp
24
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
¿Por qué tantas solicitudes para encuentros de formación? Si muchos catequistas piden “formación” es porque se sienten bien preparados para vivir la fe cristiana en el mundo y para asumir la misión catequética hoy. Muchos catequistas de base sienten esta necesidad, aunque tengan buena voluntad, apertura y generosidad. La sola buena voluntad no los califica como educadores en la fe, para responder a las exigencias del mundo actual.
uchos catequistas han recibido la primera formación en la familia, donde han aprendido el amor, la fraternidad, creciendo en el conocimiento de Dios Amor.
M
También en la vida de cada día el catequista continúa su formación, aprendiendo con los sufrimientos y necesidades de las personas de la parroquia, y en las experiencias personales que unen la fe y vida en la comunidad.
Necesidad de la formación de los catequistas La formación de los catequistas y/o agentes de pastoral es hoy una de las tareas más importantes y urgentes de las comunidades, parroquias y Diócesis. Ninguno nace catequista. Los que son llamados a esta misión llegan a ser buenos catequistas a través de la práctica, de la reflexión, de la preparación adecuada, de la concientización de su importancia como educadores de la fe. La formación no debe ser excesivamente técnica, ni desligada de la comunidad, ni se debe dar individualmente.
F
Cualquier actividad pastoral que no cuente para su realización con personas verdaderamente formados y preparadas, pone en peligro su calidad.
Como la catequesis es un proceso permanente de educación en la fe, también la formación del catequista debe ser permanente. El catequista tendrá siempre cosas por aprender en toda su vida. El contenido de la formación es extenso y profundo. Para asimilar el contenido de la formacíón es necesario acompañar el progreso de las ciencias humanas, de la metodología y de la teología.
Medios necesarios para la formación de catequistas # Participar en cursos de actualización, entrenamientos, retiros, escuelas catequéticas y seminarios de estudio.
# Intensificar
el compromiso de la catequesis, de padres, religiosos(as) y catequistas a nivel comunitario, parroquial y diocesano.
# Participar activamente en las reuniones, asambleas y otras actividades de la comunidad.
# Reservar
tiempo para la lectura de libros, periódicos y revistas que ayuden a entender mejor el Proyecto de Dios en la sociedad.
# Buscar nuevos medios didácticos, pedagógicos, en cuanto al lenguaje, a la comunicación y a la forma de celebrar la fe.
# Discernir
los hechos nuevos, los acontecimientos sociales, procurando descubrir las señales del Reino de Dios.
# Tener contacto con las perso-
nas y su historia, como ayuda permanente a la conversión y a la santificación.
Es necesario elaborar una programación para la formación religiosa, bíblica, didáctica, pedagógica y humana, principlamente para el gran número de jóvenes que están asumiendo la catequesis con “buena voluntad”. Los instrumentos de trabajo no pueden ser eficaces si no son utilizados por catequistas bien formados.
enero / marzo - 2016 - Vida pastoral no 161
25
Pastoral de la catequesis
Realidad humana de los catequistas Podemos decir que los catequistas más comprometidos con la eduación de la fe de nuestro pueblo suman el 67% de jóvenes y el 80% de mujeres, y así se revela fuertemente la presencia femenina en este ministerio eclesial.
¿De dónde viene la formación humana de los catequistas?
1. Viene de la familia.
Muchos catequistas ya han tenido una iniciación catequética en la propia familia. La familia es el lugar privilegiado de la experiencia de vida fraterna y humana. La convivencia, la amistad fraterna y la confianza en los miembros de la familia crean, ciertamente, la posibilidad de creer en un Dios-Amor. La formación recibida en casa tiene una fuerte influencia en la vida adulta.
2. Viene de la propia vida.
26
La propia vida, la inserción en medio del pueblo y las experiencias de la vida diaria contribuyen en la formación del catequista. Esta formación humana ayuda al catequista para que no sea un educador de la fe en la línea intelectual y teórica, fuera de la historia de su pueblo. Por medio de estas experiencias el catequista adquiere las condiciones básicas para una catequesis que integra la fe y la vida.
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
3. Viene de la vivencia del Evangelio.
La familiaridad con el Evangelio, la reflexión cotidiana de la práctica de Jesús hace que el catequista aprenda a escuchar el clamor de los pequeños y a llenarse de compasión y de sentimientos de humanidad. Su gran inspirador es Jesús, quien se insertó radicalmente en la vida y en los problemas de las gentes de su tiempo.
4. Viene del grupo de catequistas.
En el grupo o en el equipo de catequesis el catequista continúa su formación y la vive plenamente. Cuando el grupo está bien organizado, se convierte en fuente de vida, de esperanza y de alegría. El grupo es capaz de deshacer el miedo, la inseguridad, los vacíos de los catequistas, para que ellos adquieran la necesaria confianza en sí mismos y el valor para enfrentar los desafíos existentes.
5. Viene de la comunidad.
La participación de la comunidad cristiana es indispensable para que el catequista ame y se sienta amado. Al participar en la vida, en las luchas y en los problemas, las alegrías y las esperanzas, en las celebraciones y en las oraciones de la comunidad, el catequista va realizando y entrelazando las experiencias de la vida humana a la luz de la fe.
P. Vicente Miotto (Foto archivo)
PROPUESTAS DE TRABAJO EN LA PARROQUIA Investigación catequética Obejetivo de la investigación: descubir los motivos de la renuncia de los catequistas y tratar de superar esta falta de perseverancia.
1. 2.
Buscar a los catequistas que han dejado la catequesis y, en una entrevista, anotar los motivos de su renuncia (¿poca edad? ¿falta de encuentros motivadores? ¿poca formación? ¿falta de tiempo?...). Revisar, en la comunidad, las posibles fallas que han motivado a los catequistas a dejar la catequesis, procurando una formación que pueda suplir esta falta de perseverancia.
Libros para que los niños pinten y vivan las historias Bíblicas.
Colección Libros para pintar
Conversando y respondiendo: • ¿Cómo motivar a los catequistas que no tiene disposición para asumir la formación programada por la comunidad? • ¿Qué catequistas están surgiendo? ¿Qué medios de formación necesitan nuestros catequistas? Enumerar estos medios presentados arriba en el orden en que debemos asumirlos.
enero / marzo - 2016 - Vida pastoral no 161
27
Jesús te dice:
necesito de ti para seguir anunciando el Evangelio. Acoge mi llamado y decídete a ser
RELIGIOSO PAULINO
(Sacerdote o hermano) en la Sociedad de San Pablo.
Mayores informes:
P. Danilo Medina
Promotor vocacional Bogotá, D.C. Calle 170 No. 8G-31 • Cel.: 313 224 4901 • Tel.: 671 1221 • Fax: 671 1278 Email: vocacionescolombia@sanpablo.com.co sanpablovocaciones.blogspot.com
Guías
Homiléticas Equipo
PAULINO
Del Evangelio según san Mateo
3 de enero EPIFANÍA DEL SEÑOR Is 60, 1-6 / Sal 71 / Ef 3, 2-3a.5-6 / Mt 2, 1-12
Al ver la estrella, se pusieron muy felices. Y una vez en la casa, vieron al Niño con María su madre, cayeron de rodillas y le rindieron homenaje. Luego abrieron sus cofres y le ofrecieron como regalo oro, incienso y mirra (cf. Mt 2, 1-12).
Palabra del Señor
EL DIOS VERDADERO SE REVELA EN LA HISTORIA
E
l Dios desconocido, el Dios que creó y que liberó es un Dios que en la plenitud de los tiempos ha enviado a su Hijo al mundo, nacido de mujer, nacido bajo la condición humana y la Ley para rescatarnos de la esclavitud y manifestar por medio de su Hijo Jesús, su mismo ser, es decir: su amor.
Levanta los ojos y contempla a tu Dios El llamado Tercer Isaías hace referencia a un momento grande de la historia de Israel: la salida del cautiverio de Babilonia (hacia el 538 a.C.) y el inicio de una nueva vida dada por Yahvé. El profeta se enfrenta a cuatro grandes problemas: 1) decepción y desaliento, porque la liberación no parece plena; 2) el culto a los ídolos; 3) división y enfrentamientos entre grupos; 4) rechazo y desprecio hacia los extranjeros. Sin embargo, los versículos 1-6 que se nos proponen son de aliento y de esperanza. El profeta invita a Jerusalén a contemplar la gloria de Dios. La luz (el Mesías) ha llegado, la gloria del Señor llena la tierra, y se les manifiesta a sus ojos, es hora de que vean de que todas las naciones confluirán allí y verán la gloria de Dios. Yahvé se ha manifestado liberando y rompiendo aquellas barreras divisorias, invitando a la unidad y a tenerlo a Él como único Dios Creador y liberador.
El Evangelio es la manifestación gloriosa de Dios La Carta a los Efesios, escrita hacia el año 62 ó 63 d.C. ya sea por el Apóstol o por uno de sus discípulos, es considerada como una de las cartas de la cautividad. Tiene como objetivo ser una disertación no sólo para los efesios sino para toda la comunidad cristiana, y es uno de los escritos más ricos en materia de eclesiología. Pues aboga por la unidad de la Iglesia en el cuerpo de Cristo. Es como si leyéramos entre líneas que el plan de Dios en la historia tiene precisamente como objeto central la
unión de toda la humanidad en Cristo, con Cristo y por Cristo. Es así como Pablo en estos versículos es claro en decir que Dios ha distribuido la gracia, una gracia que la hemos adquirido gratuitamente, pero con el gran sacrificio del Hijo de Dios. Un misterio, la gracia que ha sido dada a Pablo, para que revelara a las naciones la gran manifestación de Dios: Cristo, el sí de Dios a la humanidad caída y ahora rescatada por la sangre del Cordero.
¿Aceptamos la oferta de Dios o la rechazamos? El Evangelio de Mateo, según tradiciones antiguas, fue escrito por el mismo Mateo, uno de los Doce discípulos de Jesús. La crítica más reciente sin embargo atribuye su autoría a un cristiano de origen judío perteneciente a la segunda generación, muy conocedor del griego y estudioso del primer Testamento. Podemos decir que es un escrito que data entre el 70 y el 100 d.C. El relato de los magos o astrólogos de Oriente podrían representar un “tipo teológico” que, a decir de algunos estudiosos, representaría en la Biblia un proyecto de oferta de salvación universal por parte de Dios, y de la aceptación o del rechazo por parte de la humanidad. Se trata de la historia de un Mesías que nace, un restaurador de Israel, un niño Rey que debe ser adorado por los reyes de toda la tierra; las envidias y el poder que se centran en Herodes con el ánimo engañoso de acabar con la oferta de Dios y el amor y la fe de los magos que dan el sí a la gratuidad de Yahvé; así como la intervención de Dios para que su plan continúe. La epifanía es un llamado de atención a nosotros tantas veces incrédulos a diferencia de los magos, o como la de los pastores de Belén que con su fe han salido al encuentro de la Promesa: Jesús el Salvador, el Rey. enero / marzo - 2016 - Vida pastoral no 161
29
Guías homiléticas 10 de enero XXVIII DOMINGO ORDINARIO Is 42, 1-4.6-7 / Sal 28 / Hch 10, 34-38 / Lc 3, 15-16.21-22 Del Evangelio según san Lucas Cuando todo el pueblo se hizo bautizar, Jesús también fue bautizado. Y estando en oración, se abrió el cielo y el Espíritu Santo descendió en figura corporal como paloma sobre Él, y una voz desde el cielo dijo: “Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo mi complacencia” (cf. Lc 3, 15-16.21-22).
Palabra del Señor
EL BAUTISMO DE JESÚS ES SIGNO DE SALVACIÓN
E
l Autor del bautismo es bautizado para hacer justicia. Nuestro bautismo es la participación en la Pascua de Jesús. Significa vivir la pasión, muerte y resurrección del Señor. Somos sepultados con Cristo y resucitados con Él. En el bautismo el Padre nos dice: también tú eres mi hijo amado y mi predilecto.
Mirar y escuchar al siervo de Yahvé Isaías nos presenta una hermosa síntesis del primer canto del Siervo sufriente. Nos hallamos con un personaje enigmático. No sabemos a ciencia cierta quién es este siervo sufriente: si el mismo profeta, o si es el pueblo de Israel. Lo que sí sabemos es que nos encontramos con un escrito que nos remonta a la época del exilio (586-539 a.C.), y es allí en medio de ese doloroso suceso que está viviendo el pueblo que Yahvé suscita a un siervo, a un Mesías, a un elegido en quien tendrá sus complacencias. Será luz de las naciones, uno que hará que la justicia de Dios sea conocida en toda la faz de la tierra. Es un mesianismo diverso al esperado por el pueblo de Israel (el guerrero, el fuerte, el héroe…) es de paz, es de opción por los pobres, por los ciegos y lisiados que saldrán victoriosos de la esclavitud vivida en Babilonia, pues el destierro los hizo ciegos (ahora saldrán conociendo al verdadero Dios), los hizo pobres (ahora saldrán ricos de experiencia). Los hizo un pueblo pequeño y humillado para hacer de ellos el pueblo al que todos deben mirar.
La Palabra de Dios es un sí a todos La lectura de los Hechos de los Apóstoles hace parte del discurso que Pedro realiza en casa de un pagano, de Cornelio. Este hecho es muy significativo, ya que por medio de la escucha de Cornelio de la predicación apostólica, que re-
30
Vida pastoral no 160 - enero / marzo - 2016
presentada la universalidad de la predicación, se abre a los gentiles el anuncio de la salvación. El kerigma no tiene frontera, se nota al siervo de Isaías anunciando a las islas más lejanas la acción victoriosa de Dios en la persona de su Hijo, Jesús. La predicación de Pedro es viva y eficaz, es una predicación contextual y sumergida en la realidad. Anuncia a un Dios que no hace distinción alguna, sino que acepta a todo aquel que práctica la justicia y hace el bien. El Siervo que Isaías portaba una palabra, ahora la única palabra es la de su Hijo, esa que debe ser escuchada y que nos hace hijos por adopción.
El mesianismo es síntesis de filiación divina Lucas es el Evangelio de la misericordia de Dios. Un Dios que por amor nos ha dado a su único Hijo. Tanto Isaías, el Salmo y la predicación de Pedro en los Hechos de los Apóstoles, así como los evangelios sinópticos, se encargan de presentar a Jesús como el Verbo encarnado, el sí de Dios, el amor total del Padre que se hace humano, que nace, muere y resucita por amor. La espera ha llegado a su fin. El Prometido de todos los siglos ha aparecido en la historia, salvando y liberando, perdonando pecados. La espera del pueblo ha conocido la Promesa. La voz del Padre se ha dejado escuchar. Ya el prólogo del Evangelio de Juan era claro en afirmar que Juan el Bautista era el testigo de la luz, pues la Palabra era la luz verdadera. El bautismo de Juan era con agua, el bautismo de Jesús es con Espíritu. Juan sabe que él no es mayor que el Verbo, por eso ni soltar las sandalias se siente capaz de hacerlo. Y el Autor del Bautismo es bautizado en las aguas del Jordán, aquellas que sellaran el paso a la libertad, y que ahora son testigos de la voz del Padre que lo presenta como Hijo, a quien hay que escuchar, ya que en Él se complace.
17 de enero II DOMINGO ORDINARIO Is 62, 1-5 / Sal 95 / 1Co 12, 4-11 / Jn 2, 1-11 Del Evangelio según san Juan Su madre dijo a los sirvientes: “Hagan lo que Él les diga”. Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos (…) Jesús dijo a los sirvientes: “Llenen de agua esas tinajas”. Y las llenaron de agua hasta el borde. “Ahora saquen –añadió Jesús – y llévenle al jefe de servicio” (cf. Jn 2, 1-12).
Palabra del Señor
JESÚS ES EL VINO NUEVO Y ÚNICO DE DIOS
L
as maravillas que narran las lecturas del día de hoy nos permiten ver la acción liberadora y salvadora de Dios en la historia. La revelación como núcleo central de nuestra fe es la misma que se ha manifestado en los inicios y que en el momento más oportuno de la historia nos ha dado lo más preciado, su mejor vino, su Hijo. La libertad triunfa sobre la esclavitud y en ella se manifiesta la gloria de Dios. La Iglesia, que tiene como objeto la evangelización, ha de cantar las maravillas que Dios ha realizado en Cristo.
Yahvé es un Dios que cumple las promesas El profeta Isaías exalta la alegría que experimenta la Jerusalén libre. Aquella que ha salido de la esclavitud de Babilonia. La lectura está permeada por la victoria de Dios, porque el pueblo, en la esclavitud, se dio cuenta de que todo el sufrimiento vivido fue por causa propia, por su infedilidad, y no por castigo de Dios. En este contexto, Ciro, rey de Persia, por medio de un edicto, les permitió reconstruir el templo. Y es esta la alegría que nos hace entender al profeta y sus palabras de aliento. Jerusalén no será más la abandonada, ni la castigada, ni la última de las naciones, es ahora la más grande, porque Dios está con ellos. Cuando nos alejamos de Dios podemos vivir momentos de esclavitud, pero cuando volvemos nuestra mirada a Dios, Él nos reconstruye y nos da la victoria y la libertad duraderas.
Los dones de Dios son para la edificación de su Iglesia En el año 56 d.C. el Apóstol dirige una carta magna a los corintios, escrita seguramente desde la ciudad de Éfeso. Corinto, inserta en la capital del conocimiento, del comercio y del placer, era una comunidad dividida, llena de tensiones, celos, envidias… Noticias de desorden sexual y de tergiversación de la Eucaristía, entre otras, llegan a
oídos del Apóstol, y es este el motivo de la carta. Pablo se dirige a esta comunidad amada por él, para decirles que Dios, el Dios de Jesucristo, por la fuerza del Espíritu, les ha dado a ellos dones diversos para construir la comunidad querida por Dios. No todos pueden tener los mismos dones, es en la diversidad de tareas y funciones que la comunidad crece. La Iglesia hoy necesita volver su mirada a esta lectura y dejar que cada miembro de la Comunidad haga de la Iglesia de Cristo un solo cuerpo, una sola unidad donde los dones de cada uno construyan el Reino.
Quien tiene a Jesús tiene el mejor vino que alegra la vida Las dificultades de la inserción del cristianismo en la sociedad de la época, las disputas teológicas con el gnosticismo, que vive la comunidad cristiana y experimenta el autor, hacen del Evangelio de Juan un rico manantial del cual debe beber la Iglesia. El texto de hoy, que narra el primer signo, presenta el inicio de la actividad misionera-salvadora de Jesús. Este signo recoge en sí mismo la antigüedad y la novedad. El vino, dicen los salmos, alegra al ser humano, y alegra la boda de aquellos novios que iban a quedar en ridículo por la falta de bebida para los invitados. Es María, la madre, la que intercede por ellos; y es Jesús, la Novedad, quien realiza la señal, pues Él es el vino, es el novio que invita a participar de la boda mesiánica, y que realiza este signo para que sus discípulos crean, lleguen a la fe, y participen de su alegría. La Iglesia debe volcar su mirada otra vez a Cristo, y pedir a María, su madre, que nos ayude a entender que, cuando parece que Jesús se acaba, porque queremos aparecer nosotros y no dejar que sea Él quien alegre la vida, el vino nuevo, la novedad del Reino sólo lo hace posible Cristo. Señor Jesús, ven y embriáganos de tu amor. enero / marzo - 2016 - Vida pastoral no 161
31
Guías homiléticas 24 de enero III DOMINGO ORDINARIO Ne 8, 2-4a.5-6.8-10 / Sal 18 / 1Co 12, 12-30 / Lc 1, 1-4; 4, 14-21 Del Evangelio según san Lucas Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura (…) Cerró el libro, le devolvió al ayudante y se sentó (…) Entonces comenzó a decirles: “Este pasaje de la Escritura se ha cumplido al escucharlos hoy ustedes” (cf. Lc 4, 14-21).
Palabra del Señor
LA PALABRA DE DIOS: FORTALEZA PARA LA MISIÓN
L
a escucha de la Palabra, que alegra el corazón del ser humano, nos permite renovar la alianza con Dios. Esta escucha atenta y meditada de la Palabra lleva a superar divisiones y a sentirnos parte importante y necesaria para la construcción del cuerpo de Cristo que es la Iglesia.
Renovar la alianza depende de una escucha activa Ha quedado atrás el pasado: el destierro de Babilonia y la muerte que el pueblo vivió allí, porque les era prohibido tener hijos, tener sitios de adoración. Han salido de aquella pesadilla, y ahora los repatriados, dirigidos por el gobernador Nehemías, reconstruyen las murallas como señal de protección. Ellos, ahora desean ir a la plaza pública a escuchar la lectura de la Ley. Están limpiando ladrillos del Templo, y allí uno ha encontrado un rollo, lo desenvuelve en presencia del pueblo e inicia la lectura, oh maravilla, la lectura que escuchan les recuerda la Ley y la alianza. Muchos años sin leer y escuchar la Palabra de Dios les devuelve la identidad de pueblo monoteísta, un solo Dios, una sola alianza. El Dios de Israel es un Dios de alianzas. Esa Palabra escuchada cada día, cada domingo debería llevarnos a renovar la alianza bautismal, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre.
Cada miembro es parte del cuerpo: Cristo es la cabeza La carta del Apóstol Pablo dirigida a los corintios fue escrita hacia el 56 d.C. para responder a las dificultades que se vivía allí. Sabemos que cada carta del Apóstol es una respuesta a diferentes dificultades que vivían las comunidades cristianas. El símil usado por el Apóstol de las gentes, para hablar de la unidad nos permite pensar en divisiones vividas al interior de esta comunidad. Cada parte del cuerpo cumple una función espe-
32
Vida pastoral no 160 - enero / marzo - 2016
cífica, cada órgano tiene su tarea que realizar; y ningún miembro del cuerpo puede decirle al otro que no le necesita. Así mismo funciona la Iglesia. Cada uno construye el cuerpo de Cristo: unos son laicos comprometidos, otros son sacerdotes, o padres de familia… pero cada uno hace parte esencial de la Iglesia. Nadie sobra, todos somos llamados a levantar en alto la Iglesia misionera y evangelizadora para que la cabeza del cuerpo, Cristo sea todo sobre todo.
La misión de Jesús hace opción por los pobres de Yahvé El escenario en que Lucas nos inserta con su narración tiene un objetivo único: el inicio del ministerio de Jesús. El Dios que se ha hecho humano por nosotros se ha llenado del Espíritu de Dios. Es sábado, día sagrado para el judío, está dedicado enteramente para la escucha atenta de la Palabra. Invitado a proclamar el texto sagrado, Jesús lee la segunda lectura –pues la primera siempre era tomada del pentateuco–, que estaba destinada al que estuviera de turno. Esta lectura era tomada siempre de un profeta. Jesús toma el rollo de los profetas y lo lee, con sigilo, con voz temblorosa de la emoción; es un pasaje del profeta Isaías, quien por la fuerza del Espíritu le está señalando su misión: “Hoy se ha cumplido esta Palabra”. El Señor lo ha enviado para que escuche la Palabra, y en esa escucha discierna su vocación, su ministerio. Jesús asume su misión: ser ungido por el Espíritu del Señor para llevar a los pobres la Buena Noticia de liberación para los cautivos y oprimidos, la curación de los ciegos y proclamar el año de gracia del Señor. Esta es y debe ser la misión de la Iglesia: la opción preferencial por los pobres, a quienes debe anunciar la misericordia y la justicia; sólo así puede llamarse Iglesia de Cristo.
31 de enero IV DOMINGO ORDINARIO Jr 1, 4-5.17-19 / Sal 70 / 1Co 12, 31—13, 13 / Lc 4, 21-30 Del Evangelio según san Lucas Después de leer el pasaje del profeta Isaías, Jesús comenzó a decir en la sinagoga de Nazaret: “Este pasaje de la Escritura se ha cumplido al escuchar hoy ustedes”. Y todos le manifestaban su aprobación y estaban llenos de admiración por el lenguaje de misericordia que empleaba, y comentaban: “¿No es éste el hijo de José?” (cf. Lc 4, 21-30).
Palabra del Señor
PROFETAS AYER, HOY Y SIEMPRE
E
n el Salmo responsorial expresamos: Yo proclamaré siempre tu justicia y a todas horas, tu misericordia. De alguna manera, cada uno de nosotros debe sentirse partícipe del ministerio profético de Jeremías y de Jesús, cuyo ejemplo de trabajo y compromiso por la verdad y la justicia meditamos hoy en la Palabra de Dios.
“Ponte en pie y diles lo que yo te mando” La primera lectura nos propone la vocación del profeta Jeremías, quien sufre el rechazo de sus oyentes. Jeremías provenía de un ambiente religioso en el cual tradicionalmente se escuchaba la narración de la fe y se conservaban las prácticas religiosas; sin embargo, estaba excluido del culto del templo, marginado de la alta sociedad. Pero el Señor le afirma que desde el seno materno lo ha consagrado su profeta y lo ha hecho su portavoz. El Señor sabe que el profeta tendrá dificultades, por eso le advierte: “Cíñete y prepárate”, así podrá anunciar con coraje lo que Él le manda a decir. Una característica del profeta es ir contracorriente de los intereses mezquinos y egoístas de la gente y, por eso mismo, es incomprendido. Es Dios quien, con su gracia, habilita a Jeremías y a los profetas de todos los tiempos para hablar en su nombre a las naciones.
El elogio de la caridad El amor de Dios vence todo, nos dice la segunda lectura. Que cada uno de nosotros, acogiendo el don del amor de Dios y como profetas del tiempo que vivimos, vayamos en contra del pensamiento de la sociedad actual y con nuestro estilo de vida digamos al mundo que es posible otro camino: el camino del amor, de la verdad y de la justicia, incluso cuando esto implica algo de sufrimiento, como les sucedió a Jeremías y a Jesús. Tratar de
ser diferentes viviendo la “cultura del amor” nos traerá algunos contratiempos, pero no “hay que temer”, pues el Señor está con nosotros siempre y nos defiende contra toda adversidad. Confiemos en el amor de Dios, que no abandona nunca a los que lo buscan con fe, el amor de Dios que es lo único que permanece para siempre.
“Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que ustedes acaban de oír” Para los habitantes de Jerusalén no es fácil aceptar las palabras de Jesús y por eso se oponen a Él. Sería más conveniente que Jesús hiciera lo que a ellos les interesa, pero Él les dice claramente que no ha venido para hacerles favores a sus paisanos. Jesús no busca un consenso público, una buena imagen de sí mismo ni ofrece favores para obtener este resultado. La proclamación de la Palabra de Dios por parte de Jesús ofende a sus paisanos, quienes llegan incluso hasta echarlo fuera de la sinagoga; pero Él, pasando en medio de ellos, se puso en camino, es decir, comenzó su propio camino, continuó con su proyecto de vida. Jesús inicia su ministerio de manera difícil, afrontando muchos obstáculos, pero logrará vencerlos precisamente en la perspectiva del profeta Jeremías, es decir, convencido de que el Señor está a su lado para salvarlo. Hoy, como en los tiempos de Jeremías, se necesitan profetas que con su vida y sus palabras sepan mostrar al mundo que hay alternativas y proyectos diferentes para defender la vida y la dignidad de las personas, el medio ambiente, los valores familiares, el trabajo honrado, la buena educación, en fin, mostrar que otro mundo y otra humanidad son posibles de construir. enero / marzo - 2016 - Vida pastoral no 161
33
Guías homiléticas 7 de febrero V DOMINGO ORDINARIO Is 6, 1-2a.3-8 / Sal 137 / 1Co 15, 1-11 / Lc 5, 1-11 Del Evangelio según san Lucas Al terminar de hablar, Jesús le dijo a Pedro: “Rema hacia la parte honda y echen las redes para pescar”. Simón le contestó: “Maestro, toda la noche estuvimos bregando y no pudimos pescar nada. Pero ya que tú lo ordenas, voy a echar las redes”. Las echaron y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estuvieron a punto de romperse (cf. Lc 5, 1-11).
Palabra del Señor
AQUÍ ESTAMOS, SEÑOR, ENVÍANOS
L
a experiencia del encuentro con Dios, especialmente a través de la oración y la Eucaristía, debe ser decisiva para cada uno de nosotros, hasta el punto de decir: “Aquí estoy, Señor, tú colmas mis límites, mándame, quiero ser tu profeta para el mundo de hoy”.
Aquí estoy, Señor, envíame La primera lectura narra el momento de la vocación del profeta Isaías, y lo hace de manera precisa, mencionando el año en el cual murió el rey Ozías. Pero ese trono no está vacante, porque, según Isaías, el Señor, el verdadero rey, está allí sentado y es tres veces santo; con esto nos quiere decir que el Señor es absolutamente distinto de la realidad que nos rodea, pero guía toda la creación y la historia del hombre. Ante esta escena celeste, el profeta siente miedo y pone en evidencia la impureza de los labios, porque serán el instrumento de su ministerio para anunciar la Palabra del Señor. Isaías, que ha visto la santidad en persona, no se siente santo como Dios. Pero aquel carbón ardiente purifica el pecado y es el gesto con el cual la misericordia de Dios interviene en la vida del hombre y le permite superar sus límites, lo hace capaz de hacer aquello que le pide. Por eso Isaías dice que desde el mismo momento en que el Señor ha colmado sus límites y le ha dado la capacidad, los dones y la fuerza para anunciarlo, se siente listo para colaborarle. Si cada persona dijera de corazón: “Aquí estoy, Señor, envíame”, empezaría a cambiar su historia y también la historia del mundo.
El Credo fundamental de la Iglesia El apóstol Pablo transmite a sus lectores aquello que él ha recibido de la tradición apostólica, que es el “credo fundamental de la Iglesia” basado en la resurrección de Cristo. Éste es el núcleo del 34
Vida pastoral no 160 - enero / marzo - 2016
kerygma, el anuncio fundamental de lo que creemos. Si a un cristiano bautizado le preguntan en qué cree, debe decir sin dudar: creo en que “Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día”. La fuerza de este anuncio conquistó el corazón de Pablo y por eso se adhirió al Señor. Cada uno de nosotros está llamado a ser colaborador del Señor, como lo fueron Pedro, Pablo e Isaías, y anunciar que Él padeció, murió y resucitó para salvarnos.
Desde ahora serás pescador de hombres Jesús encontró en Nazaret un primer obstáculo para su misión, no obstante ello se puso en camino y llegó a Cafarnaúm, cerca del mar, y allí comenzó su ministerio. El Evangelio de hoy narra la llamada de los primeros discípulos, la cual se da en medio de una predicación de Jesús y de un milagro, el de la pesca abundante. Los discípulos, fatigados por no haber pescado nada, en la oscuridad de la noche, aceptan la Palabra de Jesús y vuelven a echar las redes, pero está vez a plena luz, recogiendo una cantidad impresionante de peces. Con esta señal (milagro) el Señor cambia la vida de Simón Pedro: le asigna nombre y trabajo. Ya no será pescador de peces, es decir, dejará de ser instrumento de la muerte, para convertirse en “pescador de hombres”, en dador de vida, capaz de salvar personas, instrumento de salvación para quienes se están ahogando en el sin sentido de la vida. En la cultura de la muerte que la sociedad actual quiere imponer, Cristo necesita hombres y mujeres que generen vida a su alrededor. Todo bautizado ha sido habilitado por Dios para ser su profeta, portavoz de la misericordia del Padre, discípulo y misionero del Reino de Dios.
14 de febrero I DOMINGO DE CUARESMA Dt 26, 4-10 / Sal 90 / Rm 10, 8-13 / Lc 4, 1-13 Del Evangelio según san Lucas Una vez bautizado, Jesús volvió del Jordán lleno del Espíritu Santo, y el Espíritu lo llevó por el desierto. Allí permaneció cuarenta días, y fue tentado por el diablo. Todo ese tiempo estuvo sin comer (…) Y después que el diablo propuso a Jesús toda clase de tentaciones, lo dejó hasta que llegara el momento propicio (cf. Lc 4, 1-13).
Palabra del Señor
RENOVAR NUESTRA FE
E
l tiempo de Cuaresma nos invita a recorrer un camino de mayor reflexión, a ir al desierto como espacio de recogimiento, de prueba y de evaluación, para acompañar al Señor en su decisión trascendental. Que sea para nosotros también un camino que motive y oriente nuestra decisión radical: seguir al Maestro.
El credo histórico de Israel La selección de las lecturas para el tiempo de Cuaresma sigue un criterio diverso. Por eso, la primera lectura no está directamente relacionada con el Evangelio, como casi siempre sucede para cada domingo. Durante este tiempo, las primeras lecturas nos proponen un recorrido, en cinco etapas, por el camino de la historia de la salvación del pueblo de Israel. El texto de este domingo propone recordar los orígenes de la historia de la salvación. Por eso reflexionamos un episodio que los estudiosos han llamado “el credo histórico de Israel”. El contexto es una liturgia agrícola, donde se reconoce que los dones de la tierra son gracias del Señor, haciendo así memoria del don fundamental recibido por Israel. El campesino no tendría su cesta de frutas si el Señor no le hubiese dado esta tierra. Allí el oferente narra la historia fundamental de Israel: “Mi padre fue un arameo errante…”. Es interesante destacar que cada fiel narraba esa historia poniéndose en primera persona, es decir, era su propia historia, no algo ajeno a su vida. Él nunca vivió en Egipto, pero hace memoria de cuanto sucedió antes; para estar allí ofreciendo ese cesto de frutas hubo alguien que trabajo para él: el Señor.
Síntesis del Credo cristiano El credo cristiano lleva a su plenitud al credo histórico de Israel: “Porque basta que cada uno
declare con su boca que Jesús es el Señor y que crea en su corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, para que pueda salvarse…”. En nuestra profesión de fe también está el recuerdo de un acontecimiento que ya se hizo: Jesús ha sido resucitado de entre los muertos. En nuestra historia está presente este evento de gracia que garantiza nuestra salvación; reconocerlo y agradecer es la primera etapa del camino de Cuaresma. La tentación es olvidar que tenemos una historia que nos hace hijos de Dios. Recordemos con agradecimiento que alguien pagó nuestra deuda para liberarnos del pecado y no lo vivamos como algo ajeno a nosotros porque Jesús también murió por mí.
La Palabra de Dios sea nuestra principal arma contra el enemigo El primer domingo de Cuaresma nos trae, como siempre, el relato de las tentaciones por las que pasa Jesús después del bautismo, esta vez tomado del Evangelio de Lucas. Es una narración didáctica no sólo para presentar las tentaciones que tiene el ser humano, sino, sobre todo, para mostrar la manera como Jesús vence las sugerencias diabólicas y decide llevar adelante su misión de Mesías, según el proyecto y la voluntad de Dios y no según los gustos del pueblo. Notemos cómo Jesús, fortalecido por la Palabra de Dios que Él recordaba, logra vencer las insidias del enemigo. Cuántas veces la Sagrada Escritura, leída, reflexionada y orada, es consuelo, fortaleza, luz, sabiduría para saber sobreponerse a las tentaciones de abandonar el camino de Dios por seguir la vía fácil del mundo. Que la Palabra de Dios puesta en nuestras manos sea la espada y el escudo del Espíritu para resistir a las fuerzas espirituales del mal (cf. Efesios 6, 10-17). enero / marzo - 2016 - Vida pastoral no 161
35
Guías homiléticas 21 de febrero II DOMINGO DE CUARESMA Gn 15, 5-12.17-18 / Sal 26 / Flp 3, 17—4, 1 / Lc 9, 28b-36 Del Evangelio según san Lucas Jesús llamó a Pedro, Juan y Santiago, y subió con ellos a orar. Y mientras estaba orando, el aspecto de su rostro se transformó, y su vestidura quedó blanca y deslumbrante (…) dos personajes comenzaron a hablar con Él: eran Moisés y Elías, que aparecieron rodeados de gloria y hablaban de la partida de Jesús de este mundo (cf. Lc 9, 28b-36).
Palabra del Señor
¿CÓMO QUEREMOS SEGUIR A JESÚS? En el segundo domingo de Cuaresma podemos reflexionar sobre las promesas de Dios representadas no sólo en bendiciones terrenales, sino sobre todo en ser transfigurados como Él, en la gloria del Padre.
Creer en las promesas de Dios La primera lectura del tiempo de Cuaresma nos propone cinco grandes cuadros de la historia de la Salvación del pueblo de Israel. Nos encontramos con el personaje de Abrahán, nuestro padre en la fe, y el tema de la Alianza, es decir, el momento en el cual el Señor, y no Abrahán, se compromete a mantener la promesa. El Señor llamó a Abrahán, le prometió la tierra y una descendencia y éste obedeció. Aunque el cumplimiento de la promesa toma su tiempo, Abrahán confía: creyó al Señor y Él le atribuyó la justicia por la fe. Es decir, Dios lo consideró justo porque confió en Él. Sin embargo, ante la espera, Abrahán pide un signo y el Señor se lo concede a través de un ritual de Alianza, una práctica extraña para nosotros pero no en la antigüedad, pues era normal hacer este tipo de ritos cuyo incumplimiento llevaba consigo la maldición: que me suceda a mí aquello que sucede al animal descuartizado si no cumplo las palabras que he comprometido. Subrayemos un detalle: quien se compromete y pasa en medio de los animales no es Abrahán sino el Señor, diciendo: “A tus descendientes doy esta tierra…”. Es el Señor el que se ha comprometido dando su palabra. Abrahán lo acepta y confía. Ahí está el núcleo de nuestra fe: adherirse al Señor que está realmente comprometido conmigo y con mi salvación.
Somos ciudadanos del cielo En la segunda lectura, de la Carta a los Filipenses, el tema está orientado al Evangelio de la Transfi36
Vida pastoral no 160 - enero / marzo - 2016
guración; sin embargo, también podemos hacer eco de la promesa del Señor, mencionada en la primera lectura. El Señor mantendrá la palabra que nos dio y nos sigue dando en los sacramentos y en la Eucaristía y transformará nuestros cuerpos para hacernos semejantes a la gloria de Cristo. Ahora nosotros estamos en una situación terrena, con fatigas, con los problemas y desafíos de la vida diaria, pero nuestra ciudadanía está en el cielo, nuestras raíces están allá y estamos seguros de que Aquel que ha prometido mantendrá su palabra, confiamos en Él.
¿Cuál estilo de vida queremos escoger? El segundo domingo de Cuaresma nos lleva al monte de la Transfiguración. Después de pasar por el desierto y vencer las tentaciones, Jesús toma la decisión de vivir como el Mesías, según el corazón de Dios, renunciando a optar por lo fácil, lo placentero y la acumulación de riquezas. Ahora son los discípulos quienes en la montaña deben escoger su estilo de vida: ¿el de Jesús o el del mundo? Con ellos también nosotros debemos escoger si seguimos o no el estilo de Jesús. La Transfiguración narrada en el Evangelio según san Lucas nos propone precisamente el momento decisivo en el cual los apóstoles son invitados por el Señor a escuchar a Cristo, el Hijo amado. Tiene razón el Señor cuando propone el lado débil de quien enfrenta la cruz y la condena, la humillación y la muerte antes de llegar a la gloria. Los discípulos deben decidir si lo siguen tanto en los momentos dolorosos como en los gozosos.
28 de febrero III DOMINGO DE CUARESMA Ex 3, 1-8a.13-15 / Sal 102 / 1Co 10, 1-6.10-12 / Lc 13, 1-9 Del Evangelio según san Lucas Ante la noticia, Jesús les dijo: “¿Piensan que porque ellos sufrieron esa muerte eran más pecadores que los demás galileos? Les aseguro que no. Y si ustedes no se arrepienten todos por igual van a perecer…” (cf. Lc 13, 1-9).
Palabra del Señor
DIOS Y COMPROMISO: DOS REALIDADES SIEMPRE PRESENTES
E
n este tercer domingo de Cuaresma deseamos que el fuego siempre presente del amor de Dios purifique nuestras vidas, haga arder nuestro corazón y nos comprometa a trabajar, junto con la comunidad, por la construcción de un mundo más justo y humano.
El Dios que está siempre presente La primera lectura, continuando con la presentación de las grandes figuras de la historia de salvación del pueblo de Israel, propone el modelo de Moisés. En el libro del Éxodo leemos una parte de la vocación de Moisés, quien es llamado casi al final de su vida, como Abrahán, pues tenía 80 años. Sin embargo, no todo estaba hecho, todo volvió a comenzar a los 80 años; cuando todo parecía terminado, en realidad comenzó su gran empresa. Al pie del Horeb (en otros textos Sinaí), asiste a una extraña escena: una hoguera seca que aparece y mantiene su fuego. Al acercarse, escucha una voz que lo llama por su nombre, Moisés respondió y se dio cuenta de que era la presencia divina. El símbolo del fuego que no se consumía es una manera de presentar el encuentro con el Señor. Ese fuego que arde, calienta, ilumina y no destruye, es la imagen de la Palabra de Dios que entra en la vida de una persona para transformarla. Moisés tiene una inquietud: Pero tú, ¿quién eres para mandarme? Y el Señor se revela como el Dios de los padres Abrahán, Isaac, Jacob, Aquel que es. Es la revelación del gran nombre de Dios: “Yo soy”. Es decir, Yo estoy presente en tu vida, contigo, soy tu compañía, tu apoyo, tu amigo. Para nosotros es también el Dios presente, cercano, que actúa cada día.
Fe y compromiso En la segunda lectura, el apóstol Pablo nos dice que todo aquello que ha sucedido en el Antiguo Testamento, en particular la narración del éxodo y lo sucedido a Moisés, ha sido escrito para nuestra salvación. Cada uno debe aprender a sacar enseñanzas de lo que se lee en el Antiguo Testamento, especialmente el llamado a Moisés de ser representante de Dios ante el pueblo. Esto debe llevarnos a un itinerario formativo para asumir el compromiso de fe. Creemos en el Señor y por eso nos sentimos comprometidos a ser portadores del fuego de su amor, un fuego que quema pero no destruye, sino que transforma nuestra vida y nos convierte en misioneros del Padre.
Penitencia y conversión Anteriormente, a partir del tercer domingo de Cuaresma, la antigua catequesis bautismal de la liturgia romana proponía los grandes relatos de la samaritana, del ciego de nacimiento y de Lázaro, según el Evangelio de Juan. Con la reforma litúrgica, se proponen otras lecturas para los años B y C, como veremos en los siguientes tres domingos de Cuaresma. Son algunos textos sacados del Evangelio de Lucas, que proponen un itinerario de penitencia y conversión. El capítulo 13 de este Evangelio narra una especie de crónica que habla de la muerte de unos galileos por mano de Pilato. Jesús reacciona en contra de la opinión común diciendo que el suceso no es castigo de Dios y que “si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante”. El riesgo verdaderamente es aquel de arruinar la vida si no hay conversión, si no hay una reorientación de la vida al Señor. La misericordia paciente del Señor espera también buenos frutos en quienes la reciben.
enero / marzo - 2016 - Vida pastoral no 161
37
Guías homiléticas 6 de marzo IV DOMINGO DE CUARESMA Jos 5, 9a.10-12 / Sal 33 / 2Co 5, 17-21 / Lc 15, 1-3.11-32 Del Evangelio según san Lucas El padre le dijo: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo. Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y resucitó, estaba perdido y lo encontramos” (cf. Lc 15, 1-3.11-32).
Palabra del Señor
LO ANTIGUO QUEDÓ SUPERADO; TODO ES AHORA NUEVO
L
a liturgia de hoy está marcada por el tema de la misericordia de Dios. Si bien es cierto que ya en el Antiguo Testamento se había manifestado la compasión amorosa de Dios a favor del pueblo, es con Cristo que esa revelación llega a su plenitud: en su vida, en su enseñanza y en su misterio pascual.
La Providencia divina en la tierra prometida La primera lectura nos ubica en un momento de capital importancia en la historia del pueblo elegido: después de la dura peregrinación por el desierto, finalmente llegan a disfrutar de la bendición anunciada por Dios. Entran a la Tierra de promisión y comienzan a gozar de sus frutos. Dios ha mostrado su fidelidad cumpliendo la promesa, y ahora su providencia, que es signo de su misericordia, se manifiesta en alimentos más nutritivos que aquel pan transitorio del desierto. La historia del pueblo elegido, como maestra de vida, nos enseña a reconocer y apreciar las múltiples manifestaciones de la bondad y providencia de Dios, que acompaña y asiste nuestro caminar, adaptándose a las circunstancias cambiantes que vamos experimentando. Y del reconocimiento de la misericordia divina debe brotar libre y espontánea en nosotros la acción de gracias, y la correspondencia a través de actitudes de amor y servicio a nuestro prójimo.
Renovados y reconciliados en Cristo El apóstol san Pablo, en la segunda lectura de hoy, extrae del Bautismo cristiano las consecuencias e implicaciones concretas en la existencia del creyente. Entendido como inserción en el misterio pascual de Cristo, el Bautismo produce en nosotros la vida nueva de la gracia, y nos permite sabernos y sentirnos reconciliados, restaurados, transformados por el amor infinito de Dios expresado en la muerte y resurrección de su Hijo por
38
Vida pastoral no 160 - enero / marzo - 2016
nosotros. Pero no basta con vivir esta experiencia de vida nueva reconciliada, debemos asumir también el compromiso de hacernos signos de la reconciliación que Dios quiere hacer llegar a todas las personas. En una sociedad herida por conflictos, divisiones e injusticias, es más urgente que nunca que los creyentes demos testimonio de reconciliación y seamos agentes, promotores y defensores de la paz y la armonía, de la unidad y la fraternidad.
Hijos de un Padre misericordioso Una clave de lectura que debe tenerse en cuenta para entender bien el mensaje de la parábola que se proclama hoy en el Evangelio de Lucas es la de los destinatarios de esta enseñanza. Jesús dijo esto por los publicanos y pecadores que se acercaban a escucharlo con gusto, pero también por los fariseos y escribas que lo criticaban por su actitud misericordiosa. De hecho, en los dos hijos de la parábola están representados los pecadores que reconocen su error y que quieren ser sanados por el amor de Dios, como el hijo menor que se levanta y regresa; así como los fariseos que se creían justos y salvados por cumplir la Ley, y despreciaban a los demás, como el hermano mayor que se sentía servidor, pero no hijo amado, y por eso se creía con derecho de reclamar y exigir al Padre, en lugar de dejarse amar por Él. Sea que nos identifiquemos con el hijo menor, necesitado de conversión para ser perdonado; sea que nos veamos reflejados en el hijo mayor soberbio y egoísta, la propuesta de la Palabra de hoy es la misma para todos: abrir el corazón a la infinita misericordia de Dios. Experimentar el amor del Padre Dios que está siempre dispuesto a perdonar.
13 de marzo V DOMINGO DE CUARESMA Is 43, 16-21 / Sal 125 / Flp 3, 8-14 / Jn 8, 1-11 Del Evangelio según san Juan Los fariseos le dijeron a Jesús: “Maestro, a esta mujer la sorprendimos en el momento mismo de cometer adulterio. Y en la Ley nos mandó Moisés que a esas personas hay que darles muerte apedreándolas. ¿Tú qué dices?”. Él les dijo: “¡El que no tenga pecado, que tire la primera piedra!” (cf. Jn 8, 1-11).
Palabra del Señor
DIOS PERDONA SIEMPRE
E
l poder del misterio pascual de Cristo inaugura una nueva creación: lo antiguo era esclavitud y pecado, lo nuevo es gracia y santidad. La preparación que estamos viviendo en este tiempo cuaresmal, debe disponer nuestra mente, nuestra voluntad y nuestro corazón, todo nuestro ser, para acoger esa novedad de vida en Cristo.
En Cristo se cumplen las profecías de la nueva creación El profeta Isaías anuncia los tiempos mesiánicos como tiempos de radical renovación. Aquello que era escenario de muerte, de esterilidad y amenaza, se transformará en fiesta de vida, en signo de esperanza. Con el Mesías llegarán nuevos tiempos, se inaugurará una nueva humanidad. La aridez del desierto se verá convertida en jardín y vergel. Llegará el Señor a instaurar tiempos de paz y bendición, de fecundidad y bienestar, y el pueblo que contemple esta acción de Dios, proclamará por doquier las maravillas del amor y del poder de Dios. La profecía de Isaías se cumple y realiza plenamente en Cristo, especialmente en su misterio pascual. En efecto, la muerte y resurrección del Señor traen consigo la victoria de la vida sobre la muerte; la historia humana se convierte en escenario del Reinado de Dios, todo se renueva para que también nosotros podamos anunciar a los cuatro vientos las maravillas de Dios.
Cómo experimentar la fuerza de su Resurrección San Pablo, en la Carta a los Filipenses, da un testimonio de cómo él fue transformado por el misterio pascual de Cristo. Su sistema de valores cambió radicalmente, su modo de juzgar el mundo y la historia ahora son nuevos. Quedó en el pasado y superado el viejo modo de pensar, centrado en la ley y en tradiciones humanas, ahora Cristo mismo es su valor fundamental que da sentido a cualquier otra realidad. Lo que im-
porta, en la enseñanza del Apóstol, es continuar la marcha hasta alcanzar la meta, y experimentar día tras día la fuerza de la resurrección de Cristo. Ésta es también nuestra tarea y debe ser nuestro propósito prioritario, nuestra opción fundamental: hacer experiencia del poder recreador de la resurrección del Señor. Y a la luz de este principio pensar, juzgar y decidir aun los mínimos detalles de nuestra existencia y de nuestro compromiso cristiano.
Nadie nos condena… ¡no pequemos más! El episodio que nos relata hoy el Evangelio de Juan es una nueva manifestación de la infinita misericordia de Dios encarnada en Cristo y en su modo de acercarse y tratar a cada persona. El Señor rescata a la pecadora pública no sólo de la muerte física, sino también de la muerte eterna, al devolverla restaurada, perdonada, pero también con la vehemente invitación a no pecar más. El Señor no condena, sino que quiere la salvación de todas las personas, por eso mismo señala el camino nuevo de la santidad, que debe ser seguido con fidelidad y así encontrar la vida verdadera y eterna. Mientras nos acercamos más y más a la renovación del misterio pascual, crece en nosotros la conciencia y el deseo de corresponder a la infinita bondad de Dios. Aún teniendo tantos motivos para condenarnos por nuestros pecados, Dios Padre ha preferido perdonarnos, liberarnos de la esclavitud del pecado, devolvernos la vida y la esperanza en la muerte y resurrección de su Hijo Jesucristo. Pero todo ello debe desencadenar en nosotros un dinamismo de vida nueva, de gracia y de santidad que nos mantenga orientados por el camino correcto que Dios mismo nos ha señalado en su Hijo, nuestro Señor. La Pascua debe confirmar en nosotros esta opción fundamental.
enero / marzo - 2016 - Vida pastoral no 161
39
Guías homiléticas 20 de Marzo DOMINGO DE RAMOS Lc 19 28-40 / Is 50, 4-7 / Sal 21 / Flp 2, 6-11 / Lc 22, 14—23, 56 Del Evangelio según san Lucas Jesús se dirigía a Jerusalén (…) donde empieza la bajada del Monte de los Olivos, todos sus discípulos, una gran cantidad, llenos de alegría, empezaron a alabar a Dios por todos los prodigios que habían visto, y decían: “¡Bienvenido el rey en el nombre del Señor! ¡Gloria a Dios, que nos da la paz desde el cielo!” (cf. Lc 19, 28-40).
Palabra del Señor
LA PASIÓN: UN ACTO DE AMOR VERDADERO
E
l ingreso triunfal de Jesús en Jerusalén señala el comienzo de una semana en la cual se hará cada vez más intenso el drama del Hijo de Dios que ahora es saludado como el Hijo de David que viene en nombre del Señor, pero que terminará rechazado, dando su vida y resucitando para salvarnos.
Un Siervo sufriente que viene a dar vida En este tercer cántico del Siervo sufriente, el profeta Isaías anuncia algunos rasgos de la identidad del Mesías anunciado por Dios como salvador universal. Él viene como el perfecto discípulo del Señor, con capacidad de escucha y facilidad de palabra para confortar a todo aquel que sufre, viene a mostrar su solidaridad hasta el colmo de sufrir en carne propia el desprecio y el dolor. Infortunadamente a nosotros, como al pueblo judío antiguo, nos resulta difícil aceptar la idea de un Mesías humillado, que sufre, que es víctima de desprecio y ultraje. Preferimos un Mesías según nuestras mezquinas expectativas, de poder y espectacularidad. Debemos despojarnos de ciertas pretensiones para aceptar la identidad de Jesús, nuestro Mesías, y participar de su misión redentora siendo también signo y palabra de consuelo para todo aquel que sufre.
Humillado en la cruz, pero exaltado en la resurrección El himno cristológico que nos presenta la Carta a los Filipenses en la segunda lectura de hoy, presenta una síntesis maravillosa del misterio de nuestra salvación realizado en Cristo: Él se humilló, no sólo en la encarnación, asumiendo nuestra frágil condición humana, sino sobre todo al aceptar la cruz y la muerte, en el servicio por amor y la obediencia a la voluntad de Dios. Por eso fue exaltado por el Padre, mediante su resurrección y glorificación como Hijo de Dios. 40
Vida pastoral no 160 - enero / marzo - 2016
Aunque no aparezca en el texto, Pablo introduce el himno exhortándonos a tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo, el Señor: obediencia y servicio. De modo que el modelo de obediencia y servicio, de entrega de la vida por amor, debe ser el camino de nuestra santificación cristiana, para poder participar también en el triunfo de su resurrección, y para ser exaltados en el Hijo a la presencia de Dios.
Relato de la pasión: una historia de amor verdadero En la versión de san Lucas del relato de la pasión se manifiesta la sensibilidad profundamente humana y espiritual de este evangelista, que se detiene en detalles particulares acerca de los sentimientos y actitudes de las personas que intervienen en el drama sagrado de la salvación. En la narración se van alternando las intervenciones de tantas personas que positiva o negativamente hacen avanzar la historia hacia su trágico desenlace, que finalmente se revelará providencial y causa de salvación para toda la humanidad: es la historia del amor verdadero de quien da la vida por todos los que lo acogen con fe. Los creyentes de hoy, que participamos en estos días santos, no como simples espectadores sino como activos, seguidores de Jesús, debemos preguntarnos acerca de cuál o cuáles de los personajes del relato de la pasión nos representan mejor. Ya sea en las actitudes negativas que debemos cambiar, ya sea en aquellas positivas que debemos reforzar, para actualizar el misterio de nuestra salvación en nuestra propia vida, y en la vida de nuestras familias y sociedades a través de un sincero y eficaz compromiso por la justicia, la solidaridad y la paz.
27 de Marzo DOMINGO DE PASCUA Hch 10, 34a.37-43 / Sal 117 / Col 3, 1-4 / Jn 20, 1-9 Del Evangelio según san Juan El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio que la piedra la habían retirado del sepulcro. Entonces se fue corriendo a donde Simón Pedro y a donde el otro discípulo, al que Jesús tanto amaba, y les dijo: “¡Se llevaron del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le pusieron!” (cf. Jn 20, 1-9).
Palabra del Señor
CRISTO: REY DE LA VIDA EN PLENITUD
L
a alegría pascual invade nuestro corazón y se irradia en comportamientos y actitudes que dan prueba de la victoria definitiva del amor sobre el odio, de la vida sobre la muerte, de la gracia sobre el pecado. La resurrección del Señor es ocasión providencial para renovar nuestro compromiso de testimoniar el poder del amor de Dios.
Ser testigos del Resucitado en el mundo La lectura de los Hechos de los Apóstoles recoge parte de un discurso de Pedro en el cual comunica la buena noticia de la resurrección del Señor Jesús, al mismo tiempo que expresa su firme convicción de que hace parte de los elegidos para ser testigos en el mundo de la acción poderosa de Dios que en Cristo Jesús hizo el bien y devolvió salud, esperanza y vida tantas personas, y selló su misión dando la vida y resucitando por nuestra salvación. Celebrar la Pascua de resurrección no significa simplemente conmemorar un acontecimiento importante para la historia; implica asumir con renovado entusiasmo el compromiso implícito en nuestro bautismo cristiano: ser testigos de Jesús en el mundo, de su poder y de su amor, pero sobre todo, de su presencia resucitada que sigue siendo fuente de vida, alegría y esperanza para todo aquel que lo acepta por la fe.
Llamados a ascender y trascender La segunda lectura, tomada de la Carta a los Colosenses, nos recuerda las implicaciones prácticas de celebrar la Pascua y participar de la resurrección gloriosa del Señor: no podemos seguir aferrados a los bienes materiales que nos esclavizan y bloquean; debemos ascender hacia los bienes del Reino de Dios, trascender lo temporal y contingente, para darle sentido sobrenatu-
ral a nuestras decisiones y opciones, a nuestra vida en general. La sociedad de consumo que nos invade y bombardea constantemente, nos trae propuestas de realización muy superficiales y frívolas. Los creyentes que hemos resucitado con Cristo en nuestro bautismo, aspiramos a valores superiores y trascendentes. Queremos vivir la libertad propia de los hijos de Dios, para infundir espiritualidad y mística a cada situación que vivimos o cada proyecto que emprendemos.
No buscar entre los muertos al Señor de la Vida La versión de san Juan del episodio conocido como “la tumba vacía”, es el equivalente a la proclamación de la resurrección del Señor Jesús. En efecto, dicho acontecimiento que divide en dos la historia de la humanidad, no podía ser objeto de comprobación por los sentidos, ni de descripción literaria; debía ser ante todo objeto de fe. La tumba vacía es la mejor prueba, y la única necesaria para el creyente, de la victoria de la vida sobre la muerte en Cristo Jesús. No hay que buscar en el reino de los muertos a quien es el rey de la vida en plenitud. Como la Magdalena, como Juan y Pedro, la actitud que se espera de nosotros los creyentes, es la de la fe. Mediante la fe, que trasciende aun el terreno aparentemente seguro de la comprobación científica, es como podemos aceptar al Maestro resucitado como sentido último de nuestra existencia, y como llegamos a transformarnos en testigos del Resucitado y de la alegría de su Evangelio en el mundo entero, empezando por los de casa, por los más cercanos y los más necesitados con quienes compartimos la vida. ¡Asumir este compromiso es celebrar en verdad la Pascua de Resurrección! enero / marzo - 2016 - Vida pastoral no 161
41
“
Biblia
La
misericordia evangelio Por: Mg. Paula Andrea García
Dios
La misericordia es un tema de vital importancia en la Biblia, pues además de ser un atributo de Dios, lo diferencia radicalmente de otros dioses. En esta reflexión nos centraremos en el Evangelio de Lucas. Para ello haremos dos preámbulos. El primero es ver la misericordia de Dios que presenta el Antiguo Testamento, y el segundo la misericordia de Dios en Jesús presentada por los evangelios.
a Palabra “misericordia” viene del latín miserere, sentir compasión, y cordare, corazón. El término hebreo rahămîm expresa el apego instintivo de un ser a otro. Según los semitas, este sentimiento tiene su asiento en el seno materno (réhem: Ex 13, 2), en las entrañas de un padre (rahēm: Jr 31, 20; Sal 103, 13) o de un hermano (Gn 43, 30). Es el cariño o la ternura, pero no se queda sólo en el sentimiento sino que se traduce en actos: en com-
L
42
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
de
“
lucas
en el
de
pasión (Sal 106, 45), o en perdón de las ofensas (Dn 9, 9).
Lo primero que Israel experimenta de Dios es su misericordia. En Ex 3, 7-16 vemos la liberación de Egipto descrita como un acto de la misericordia divina. Las tradiciones sobre el llamado de Moisés así lo sugieren: “He visto la miseria de mi pueblo. He prestado oído a su clamor... conozco sus angustias. Estoy resuelto a liberarlo”. Aunque no aparece explícita la palabra “misericordia”, los verbos que se atribuyen a Dios como “ver” la miseria (aflicción), “oír” el clamor y “resolver” liberarlo, así lo expresan. Es una misericordia activa que, más allá del sentimiento, se traduce en actos. Más adelante, en Ex 33, 19 aparece de manera explícita esta actitud de Dios por su pueblo: “Toda mi bondad va a pasar delante de ti, y yo mismo pronunciaré ante ti el Nombre de Yahvé. Pues tengo misericordia de quien quiero, y doy mi preferencia a quien la quiero dar”. Y en Ex 34, 6-7: “Yahvé es un Dios de ternura y de gracia, lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad, que conserva la mise-
ricordia hasta la milésima generación, soportando falta, transgresión y pecado, pero sin disculparla, castigando la falta... hasta la tercera y cuarta generación”. El autor sagrado recoge no sólo su propio sentir, es decir, que él mismo se ha sentido perdonado, sino el sentir del pueblo que ha experimentado tal bondad y misericordia de Dios. Otro verbo que expresa compasión es hānan, y se refiere a identificación con el otro, o “simpatía” (afinidad, mutua inclinación, incluso padecer por igual con el otro). El que desprecia a su amigo comete un pecado, pero ¡feliz aquel que se compadece del pobre! (Pr 14, 21). En sentido equivalente Pr 14, 31: Ofende a su Creador quien oprime al pobre, pero lo honra quien le tiene compasión. El sentido de hōnēn como compasión es el que aparece en Ex 33, 19, primero misericordia (rahămîm) como don que sólo Dios puede conceder, y luego compasión (hōnēn) como identificación con el beneficiario de la acción (“simpatía”). En los profetas también encontramos gestos de la misericordia de Dios, así Jr 31, 20 (ver también Is 49, 14s; 54, 7): “¿Es, pues, Efraín para mí un hijo tan querido, un niño tan mimado, para que cuantas veces trato de amenazarle, me enternezca su memoria, se conmuevan mis entrañas y no pueda menos de desbordarse mi ternura?”; Mi 7, 18: “¿Qué Dios hay como tú, que quite la culpa y pase por alto el delito del resto de tu heredad? No mantendrá su cólera por siempre pues se complace en el amor”.
Y en el salterio es a la cualidad de Dios que más se apela. Por ejemplo el Sal 51, 3: “¡Ten piedad de mí, oh Dios, por tu bondad, por tu inmensa compasión, borra mis faltas!”. O por lo que más agradecido se siente el hombre que alcanza su favor: “Den gracias al Señor, pues es eterno su amor” (Sal 107, 1); Sal 136, 1: porque “eterna es su misericordia”.
Para vivir la fe Mariana de la mano de un hermoso libro.
Biblia
Es claro para el Antiguo Testamento que el único capaz de misericordia es Dios. El hombre está llamado a serlo con su prójimo como Dios lo es con él. Pero es en el Nuevo Testamento donde vemos que este atributo de Dios para con su pueblo se hace carne, se personifica en Jesús, su Hijo. Las acciones que encarna Jesús son las que ha aprendido de Dios, es Dios mismo actuando. El término que se usa comúnmente en griego para designar la misericordia es σπλαγχνίζομαι. Hay otros términos que se usan como sinónimos, sobre todo los que se refieren a la compasión como έλεος (también οικτίρω).
En Mt 9, 36; 14, 14; 15, 32, por ejemplo, la misericordia que manifestaba Jesús en forma general a las multitudes se transforma en hechos concretos, y en Mc 10, 47 (con paralelos en Mt 20, 31; Lc 18, 38) la gente clama por compasión o misericordia, porque saben que Jesús puede darla: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!”.
La misericordia que Jesús exige, según Mt 5, 7, nos ayudará a alcanzar la que viene de Dios, y además es una condición esencial para entrar en el Reino de los cielos (Mt 9, 13–12, 7). Debemos llenarnos de compasión para con el que nos ha ofendido porque Dios ha tenido compasión con nosotros. Así seremos nosotros juzgados según la misericordia que hayamos practicado (Mt 25, 31-46).
44
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
En el Evangelio de Lucas, encontramos un uso preferencial por términos de “misericordia”. El evangelista comienza su Evangelio con el llamado relato de la infancia. Allí, a partir de un cántico puesto en boca de María, se presenta y reconoce la misericordia que Dios ha desplegado a lo largo de la historia. En Lc 1, 50 se dice que esta misericordia llega a sus fieles. En 1, 58, los parientes de Isabel, mujer estéril, reconocen la actuación misericordiosa de Dios en ella al concederle un hijo, y en 1, 72 el cántico que pronuncia Zacarías, reconoce que la misericordia que tuvo con los antepasados de Israel (la antigua Alianza) la seguirá ejerciendo en esta nueva Alianza que comienza con el nacimiento de Juan como precursor y de Jesús como salvador. En Lc 7, 11-17, en un hermoso relato que tiene ecos del relato de 1R 17, 8-24, Lucas ha insertado actitudes propias de Jesús que reflejan su profunda misericordia. El relato presenta a una mujer viuda que ha perdido a su hijo único, es decir, su sustento en la vida. La escena la componen dos “procesiones”: la de la mujer que sale de la ciudad con el féretro de su hijo y la multitud que la acompaña; y la de Jesús, que entra en la ciudad, acompañado de sus discípulos y de la multitud que le sigue. Ambas “procesiones” se encuentran en la puerta de la ciudad (Lc 7, 11-12). En Lc 7, 13 se ve de manera explícita la compasión: “Al verla el Señor, tuvo compasión de ella, y le dijo: ‘No llores’”. Para Jesús el funeral no pasa desapercibido, mucho menos la madre que va detrás del féretro llorando. En el Evangelio, el verbo ver aparece con frecuencia en la misión de Jesús, y aquí es el primer paso en el ejercicio de la misericordia. Este “sentir compasión” describe la conmoción interior que provoca lo visto. Jesús entra en sintonía profunda con el dolor de la madre, siente como si fuera ella.
Del sentir se pasa a la acción concreta. Curiosamente Jesús habla con un imperativo que
podía sonar extraño para el resto de los asistentes. ¿A quién se le ocurre pedirle a una madre que no llore en el funeral de su único hijo? Pero si leemos en retrospectiva el Evangelio de Lucas, veremos que se está haciendo una referencia al “poder generador de vida” que es propio de la Palabra de Dios. Pero, a quien Jesús se dirigió primero no fue al joven, sino a la madre. Jesús comenzó por la parte sufriente, pero también aquella que todavía estaba viva, de la cual pueden venir fuerzas para rescatar lo perdido. En el v. 14 encontramos la acción restauradora de Jesús: “Y, acercándose, tocó el féretro. Los que lo llevaban se pararon, y Él dijo: ‘Joven, a ti te digo: Levántate’”. Así como el ver genera contacto con la realidad, con las necesidades del prójimo, igualmente el “acercarse”. Jesús no observa la situación de lejos, como los sacerdotes y levitas del relato del buen samaritano, quienes “ven” y “dan un rodeo” (Lc 10, 31-32). Más bien, como el buen samaritano “llegó junto a él” (Lc 10, 33) y “se acercó” (Lc 10, 34). Aquí aparece un término que es tremendo para el contexto: “tocar”. Sabemos que tocar a un muerto implica contaminarse y perder la pureza legal. Fue esto lo que evitaron el sacerdote y el levita de la parábola del buen samaritano (no tocar sangre de un herido, mucho menos de uno que quizás podría estar ya muerto). Jesús no teme tocar al joven difunto, Él rompe los esquemas de la mentalidad cultural y religiosa para salvar al joven. Jesús, como lo presentan una y otra vez los evangelios, es el libre que da libertad y opta por la persona. El último paso en este ejercicio de la misericordia de Jesús es el “poder de la Palabra”. La expresión, en imperativo, contiene el término “levantarse”, el cual forma parte de los términos técnicos que los textos del Nuevo Testamento usan para referirse a la resurrección de Jesús. Aquí hay una obra de
“Ustedes son mis discípulos”
INFORMES: diplomadobiblia@sanpablo.co
“Ustedes serán mi pueblo”
INFORMES: diplomadobiblia@sanpablo.co
Biblia
fondo, una obra del Dios de la vida, una obra pascual, cuyo paradigma será el mismo Jesús en su muerte y resurrección. En el relato del buen Samaritano (Lc 10, 30-37), Lucas, a partir de algunos personajes reconocidos en el contexto propio de sus oyentes, presenta el ejercicio de la misericordia más allá de los preceptos sociales o religiosos, pues prima la persona sobre cualquier tipo de impureza que se pueda contraer al salir a su encuentro. Según Lucas, el prójimo es precisamente ese necesitado que encontramos en el camino. De hecho, la narración da un significado distinto al término “prójimo”; en el sentido más exacto, “prójimo” es el que muestra benevolencia y cordialidad con respecto a otros en condiciones de igualdad y “simpatía”, por eso baja de su caballo y gasta su dinero con un desconocido, “como si lo estuviera gastando en una necesidad propia”. El mensaje de la narración queda sintetizado en la respuesta que da el jurista. “Prójimo” es todo necesitado que encontremos en nuestro camino, todo aquel que pueda ser objeto de nuestra compasión y de nuestros desvelos, por encima incluso de nuestros vínculos étnicos o de nuestras convicciones religiosas. El rostro de la misericordia divina que mostraba Jesús a través de sus actos, Lucas quiso dejarlo retratado para siempre en el relato del Padre que está acechando el regreso de su hijo pródigo y cuando lo descubre de lejos “siente compasión” y corre a su encuentro (Lc 15, 20). Además, Lucas propo46
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
ne tener presente esta actitud en la oración que Jesús enseña a sus discípulos: el Padrenuestro (Lc 11, 4): “Perdónanos como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden”. Esta debe ser la actitud propia del discípulo. Son muchas otras las referencias que podemos encontrar en el Evangelio de Lucas respecto a la misericordia. Es por eso que mu-
chos autores lo consideran como el Evangelio de la misericordia. Al contemplar los milagros inspirados por la compasión que Jesús siente sobre los enfermos, poseídos o necesitados, el perdón de los pecados que no responde a ninguna clase de condescendencia, sino que nace de un don divino; al detallar lo que una joven madre o una anciana estéril sienten al dar a luz, o lo que el propio Hijo de Dios sufre, incluso hasta la muerte, para reconciliar al hombre con el Padre; ante esa experiencia, Teófilo (y en él los lectores del Evangelio) comprende las causas de la transformación moral que se producía a su alrededor y que, indudablemente, tendría que experimentar en su propia vida personal, reconociéndolas como enseñanzas sólidas y fidedignas que fundamentan su fe y por ende su actuar (Lc 1, 4). Podemos decir que esta es la pretensión de Lucas al presentar un Jesús más “humano” (hijo de Adán en Lc 3, 38), y a la vez más cercano al mismo hombre que necesita de su misericordia. Para finalizar, quedémonos con la invitación que nos hace Jesús en la obra de Lucas: “Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso” (Lc 6, 36).
Laudato si´ Por: P. Antonio Spadaro, sj
Guía para la lectura de la encíclica Laudato si’ Segunda parte ¿Qué le está pasando a nuestra casa común?
El primer capítulo de la encíclica asume las más recientes adquisiciones científicas en materia ambiental para escuchar el grito de la creación: “Atrevernos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar” (LS 19). Es necesario ver y reconocer los síntomas.
Contaminación, basura y cultura del descarte. “La tierra, nuestra casa, pa-
rece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería” (LS 21). En la raíz de estas dinámicas encontramos la “cultura del desecho”, que deberíamos contrastar adoptando modelos de producción basados en la reutilización y en el reciclaje, limitando el uso de recursos no renovables. En cambio, “la falta de reacciones ante estos dramas de nuestros hermanos es un signo de la pérdida de aquel sentido de responsabilidad por nuestros semejantes sobre el cual se funda toda sociedad civil” (LS 25). Y, lamentablemente, “los avances en este sentido son todavía muy escasos” (LS 22).
Los cambios climáticos son “un pro-
blema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos para la humanidad” (LS 25). Si “el clima es un bien común, de todos y para todos”
48
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
(LS 23), el impacto más fuerte de su alteración recae sobre los más pobres, pues “los que tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas” (LS 26).
La cuestión del agua. Poblicaciones enteras, es-
pecialmente los niños, se enferman y mueren por el consumo de agua no potable, mientras continúa la contaminación de las capas acuíferas a causa de los desagües de fábricas y ciudades. Para Francisco “el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos” (LS 30). Privar a los pobres del acceso al agua significa negar “el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable” (ídem).
La pérdida de biodiversidad en la conexión global del cosmos. “Porque todas las criaturas están conectadas, cada una debe ser valorada con afecto y admiración, y todos los seres nos necesitamos unos a otros” (LS 42), escribe el Pontífice mostrando una imagen desoladora del cosmos, y apuntando a una visión armónica e interconectada de la creación. Las diversas especies no son sólo eventuales “recursos” disfrutables: tienen un valor en sí mismas y no en función del ser humano. Y en cambio “cada año desaparecen miles de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver, perdidas para siempre. La inmensa mayoría se extinguen por razones que tienen que ver con alguna acción humana” (LS 33). A menudo los intereses económicos transnacionales obstaculizan esta tutela de la armonía cósmica (cf. LS 38).
Deterioro de la cualidad de la vida humana, decadencia social. El modelo de desarrollo que co-
nocemos condiciona directamente la calidad de vida de la mayor parte de la humanidad, mostrando que “el crecimiento de los últimos dos siglos no ha significado en todos sus aspectos un verdadero progreso integral” (LS 46). “Muchas ciudades son grandes estructuras ineficientes que gastan energía y agua en exceso” (LS 44), volviéndose insoportables desde el punto de vista de la salud, mientras el contacto con la naturaleza es limitado, excepto para los espacios reservados a pocos privilegiados (cf. LS 45).
Inequidad planetaria. Son los más débiles, los ex-
cluidos, quienes son golpeados por el deterioro del ambiente y de la sociedad (cf. LS 48). Ellos no son “un mero daño colateral” (LS 49). El grito de la tierra es el mismo grito de los pobres (ídem). La solución no es la reducción de la natalidad, sino contrastar “el consumismo extremo y selectivo” de una minoría de la población mundial (LS 50). De aquí surge la exigencia de la disponibilidad para cambiar estilos de vida, producción y consumo (cf. LS 59).
La luz ofrecida por la fe Después de haber “visto” los síntomas de la crisis ecológica, el Pontífice se propone meditar y reflexionar en la perspectiva de fe y a la luz de las narraciones de la Biblia. Está convencido de que la complejidad de la crisis ecológica supone un diálogo multicultural y multidisciplinario que incluya la espiritualidad y la religión. La fe ofrece “grandes motivaciones para el cuidado de la naturaleza y de los hermanos y hermanas más frágiles” (LS 64). Los deberes para con la naturaleza son, pues, parte integrante de la fe cristiana.
El universo, lenguaje del amor de Dios. En la Biblia, “el Dios que libera y salva es el mismo que creó el universo” (LS 73). La narración de la creación nos ayuda a reflexionar sobre la relación entre el ser humano y las otras criaturas, pero también sobre el valor en sí de toda criatura: “Todo el universo material es un lenguaje del amor de Dios, de su desmesurado cariño hacia nosotros. El suelo, el agua, las montañas, todo es caricia de Dios” (LS 84). “Junto a la Revelación propiamente dicha, contenida en la Sagrada Escritura, se da una manifestación divina cuando brilla el sol y cuando cae la noche’” (LS 85). En el conjunto del universo y en su complementariedad se expresa la inagotable riqueza
enero / marzo - 2016 - Vida pastoral no 161
49
Laudato si´ de Dios; es lugar de su presencia, que nos invita a la adoración.
El mundo y el encuentro con Dios. El mundo es el lugar de nues-
tro encuentro con Dios, en donde Él trabaja, dice el Papa. Incluso nos ayuda a realizar, según los Ejercicios Espirituales ignacianos, una especie de “composición viendo el lugar” de nuestro encuentro con Dios: “La historia de la propia amistad con Dios siempre se desarrolla en un espacio geográfico que se convierte en un signo personalísimo, y cada uno de nosotros guarda en la memoria lugares cuyo recuerdo le hace mucho bien. Quien ha crecido entre los montes, o quien de niño se sentaba junto al arroyo a beber, o quien jugaba en una plaza de su barrio, cuando vuelve a esos lugares, se siente llamado a recuperar su propia identidad” (LS 84).
El pecado rompe el equilibrio de toda la creación en su conjunto. Las narraciones bíblicas su-
gieren que la existencia humana se basa en tres relaciones fundamentales estrechamente unidas: la relación con Dios, la relación con el prójimo y la relación con la tierra. “Según la Biblia, las tres relaciones vitales se han roto, no sólo externamente, sino también dentro de nosotros. Esta ruptura es el pecado” (LS 66).
50
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
La creación: don para custodiar, no posesión para dominar.
El Papa lamenta el hecho de que “los cristianos hemos interpretado incorrectamente las Escrituras” (LS 67), presentando al hombre como un señor absoluto, un dominador despótico del mundo. Hoy, en cambio, debemos rechazar con fuerza que, del hecho de ser creados a imagen de Dios y del mandato de dominar la tierra, se deduzca un dominio absoluto sobre las demás criaturas” (LS 67). “Nosotros no somos Dios. La tierra nos precede y nos ha sido dada”, y al ser humano le corresponde la responsabilidad de “cultivar y custodiar” el jardín del mundo (cf. Gn 2, 15)” (ídem). La creación no es una posesión que “surge de la mano abierta del Padre de todos” (LS 76). “De las obras creadas se asciende ‘hasta su misericordia amorosa’” (LS 77). “El universo no surgió como resultado de una omnipotencia arbitraria, de una demostración de fuerza o de un deseo de autoafirmación. La creación es del orden del amor” (cf. LS 77). Y el creado en Cristo resucitado camina hasta la plenitud de
Dios (cf. LS 83). En esta comunión universal el ser humano, dotado de inteligencia e identidad personal, representa “una novedad no explicable plenamente por la evolución de otros sistemas abiertos” (LS 81). Es responsable de la creación confiada a sus cuidados, y su libertad es un misterio que puede promover su desarrollo o causar su degradación.
Todas las criaturas avanzan hacia Dios. “El fin último de las
demás criaturas no somos nosotros. Pero todas avanzan, junto con nosotros y a través de nosotros, hacia el término común, que es Dios” (LS 83). En estas palabras hay un trastorno de perspectiva. No se ve el universo como convergente hacia el hombre y entendido en su función, sino el hombre dentro de la red de relaciones globales entre todas las criaturas. En efecto, en el mundo todo está íntimamente unido. El hombre, si a caso, tiene un valor peculiar y tiene una responsabilidad fundamental para “proteger su fragilidad” (LS 90). En esta perspectiva, todo maltrato contra cualquier criatura “es contrario a la dignidad humana” (LS 92). Si en el corazón no hay “ternura, compasión y preocupación por los seres humanos” (LS 91), el compromiso ecológico se vuelve manco, ideológico, esquizofrénico. Sirve la conciencia de una comunión universal: “Creados por
el mismo Padre, todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde” (LS 89). El valor social de esta visión bíblica es claro: “La tierra es esencialmente una herencia común, cuyos frutos deben beneficiar a todos”, y el que posee una parte de ella está llamado a administrarla teniendo presente la “hipoteca social” que pesa sobre cualquier forma de propiedad (LS 93).
El destino de toda la creación pasa a través del misterio de Cristo. “Jesús terreno” con “su
relación tan concreta y amable con todo el mundo”, está “resuci-
tado y glorioso, presente en toda la creación con su señorío universal” (LS 100). “Jesús vivía en armonía plena con la creación” (LS 98). Por tanto, el destino de la creación “pasa por el misterio de
Cristo, que está presente desde el origen de todas las cosas” (LS 99) y que al final de los tiempos entregará al Padre todas las cosas. “De ese modo, las criaturas de este mundo ya no se nos presentan como una realidad meramente natural, porque el Resucitado las envuelve misteriosamente y las orienta a un destino de plenitud” (LS 100). Impresiona el énfasis que el papa Francisco pone sobre el misterio de la paternidad de Dios que se expresa en su relación con la creación. Jesús mismo invitaba a “reconocer la relación paterna que Dios tiene con todas las criaturas” (LS 96). “El poder infinito de Dios no nos lleva a escapar de su ternura paterna, porque en él se conjugan el cariño y el vigor” (LS 73).
SAN PABLO
RADI NAVEGA CONTIGO
www.sanpabloradio.co
Cultura
LA
VOZ
Por: Constanza Moya
DEL
DRAMA
HUMANO
Svetlana Alexievich, periodista de 67 años, de origen bielorruso, fue la ganadora del premio Nobel de Literatura 2015. Es la decimocuarta mujer que recibe este galardón. Gracias a los importantes reportajes que sustentan su obra, se hizo merecedora de este reconocimiento.
E 52
n sus escritos apela al recurso de la polifonía y logra hacer confluir las voces sufrientes por la caída de la URSS, el desastre de Chernóbil, la guerra de Afganistán y los conflictos actuales en esa región del mundo.
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
Svetlana Alexievich es una gran crítica del Gobierno bielorruso. “Respeto el mundo ruso de la literatura y la ciencia, pero no el mundo ruso de Stalin y Putin”, expresó en una rueda de prensa en Minsk, tras el anuncio del Premio. Su obra indaga sobre el do-
lor y la angustia de una civilización, de una cultura, que vio llegar su fin. La escritora señala que su pueblo no estaba preparado para el cambio, por eso, después de la caída del socialismo en la Unión Soviética se generó una aguda crisis existencial entre los pobladores, desencadenando oleadas de suicidios e intensos dramas que no han sido escuchados y que Alexievich retrata y reivindica fielmente en su obra. La publicación que la dio a conocer fue La guerra no tiene rostro de mujer, en 1983, la cual, debido a los cuestionamientos que hace al sistema soviético y a todas sus implicaciones culturales y demás, se publicó sólo hasta después de la perestroika. En 2006 publicó Voces de Chernóbil, libro que ha sido traducido al español por Siglo XXI y reeditada por Penguin Random House. En este libro presenta descarnadamente uno de los episodios más trágicos e impactantes del siglo XX. Su último libro, El fin del hombre rojo o la época del desencanto, ha tenido gran acogida en Europa y recibió el Premio de la Paz de la Feria de Frankfurt en 2013. En éste, la escritora pone sobre la mesa el impacto humano que tuvieron las grandes conmociones que sufrió la URSS y penetra en espacios psi-
cológicos inexplorados. Se trata de una excelente obra literaria según la crítica, documentada con un exhaustivo trabajo periodístico, en la cual la autora logra que emerjan las distintas voces del derrumbamiento de la URSS y de lo que siguió después. Ver caer el proyecto que significaba la Unión Soviética provocó intensos dramas que han sido ignorados por Occidente. Esta parte del mundo se está occidentalizando y, mientras tanto, hay quienes aún no se adaptan a esta violenta transformación y sufren lo indecible y en silencio frente a la indiferencia de la otra parte. Vale la pena, entonces, voltear la mirada hacia el otro lado y leer a Svetlana Alexievich. Escuchar en sus escritos las voces que han callado su tragedia y que esta escritora bielorrusa, a través de su obra, ha rescatado y reivindicado. Resulta interesante conocer la perspectiva de una mujer periodista, que ha pasado su vida indagando y escuchando a las víctimas de distintas tragedias que pueden ser similares a las nuestras. Finalmente el ser humano es uno solo. Svetlana da voz a los que no tienen voz, a los que no tienen otra salida que resignarse y callar el dolor de su tragedia.
enero / marzo - 2016 - Vida pastoral no 161
53
En librería DE Enero A Marzo LEEMOS
EL RECOMENDADO ES...
EL ABRAZO Madre Elvira El abrazo más grande y verdadero que podemos recibir es el que proviene de la misericordia de Dios. De ahí la importancia de abrazar la propia vida con sus aciertos y fracasos, y abrazar al otro en su imperfección. Esta historia se basa en una fe constante en el amor y en la presencia de Dios que nos acoge y nos ama con todas nuestras debilidades. Proveniente de una familia pobre, sobreviviente de la posguerra, Rita Agnese se convierte en sor Elvira y decide unirse a su gran amor, Jesús, para estar siempre con Él. Desde pequeña se acostumbró a servir a los demás, a dar lo poco que tenía a los que necesitaban más que ella. Por eso pudo afrontar con fortaleza, valor y alegría, junto a
54
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
las hermanas que le ayudaban, las grandes dificultades, como dormir en el piso o aguantar hambre, en la naciente Comunidad Cenáculo. Al ver a los jóvenes vagar por las calles, perdidos, descubrió más de una vez la mirada suplicante de afecto, de orientación, y decidió que quería trabajar para ellos. Fue entonces cuando abrió su casa, donde albergó jóvenes que llegaban desesperados, adormecidos, drogados, con un inmenso vacío interior. Ellos mismos ayudaron a levantar la realidad del Cenáculo. En su libro, sor Elvira nos muestra las vicisitudes de este proceso, los fracasos, las dificultades, pero también la victoria de Jesús, que transformó y sigue transformando tantas vidas.
DAME TU MANO, TOMA LA MÍA Humberto Díaz Isabel Botía Los autores, miembros del Pontificio Consejo para la Familia, analizan los momentos de crisis en la pareja y proporcionan elementos fundamentales para salir de ellos. Aplicados a la vida personal, de pareja y de familia, los principios aquí escritos, de forma amena y sencilla, producirán cambios tan grandes que rápidamente el lector deseará compartirlos con sus familiares y amigos. Los testimonios, tomados de la vida real, sirven como indicaciones para encontrar la manera de enfrentar el sufrimiento con un sentido esperanzador y lograr una relación basada en la fe y la confianza.
Una casa rica en misericordia Vincenzo Paglia SACERDOCIO Y CELIBATO Helena López de Mézerville Cada vez más nuestra sociedad secular considera la virginidad una aberración, reduciendo este estado a una simple condición imposible de vivir para cualquier ser humano, como si fuéramos sólo cuerpo físico manejado por los instintos, sin posibilidad de recibir la gracia divina y sin capacidad de ejercer autocontrol. Helena López de Mézerville rescata el valor del celibato como fruto de una noble y madura decisión que hacen quienes están enamorados de Dios. Frente al actual escepticismo de nuestra sociedad, este libro se dirige al pequeño porcentaje de personas que aún creen
que esta condición se puede vivir con fe y madurez. El libro aborda tanto los aspectos de fe como aquellos que están relacionados con la psicología y la biología del ser humano, pues es cierto que cualquier candidato a la vida consagrada estará siempre expuesto a las inquietudes, dudas y conflictos que pueden aparecer en sus relaciones interpersonales y en la vivencia de su propia sexualidad. Para vivir el celibato libremente y con convicción es necesario cultivar la afectividad promoviendo relaciones sanas en las que el dar y recibir afecto ocurra de forma madura y comprometida.
Con motivo del Año de la Misericordia, ofrecemos este libro para leer en familia, atendiendo a lo que dice Jesús: “Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (…) y cualquier cosa que pidan se les concederá” (Mt 18, 20.19). Este pequeño libro, donde se encuentran el pensamiento de Jesús, su corazón, su compasión, su mansedumbre y su fuerza, sirve para la meditación, la reflexión y la oración en el interior de los hogares. Se trata del Evangelio de Lucas dividido en 131 fragmentos, con una frase que
sirve de título, a la que sigue un pequeño comentario espiritual, con el propósito de que, escuchando día tras día las páginas evangélicas, los lectores crezcan en el conocimiento de Jesús. Su lectura requiere silencio y disposición para la oración cotidiana. Cualquier momento del día en que la familia se reúna es ideal para la lectura y la oración (antes de una comida, al final o comienzo del día). El libro es, pues, una invitación a vivir verdaderamente el Año de la Misericordia para así recibir en los hogares las gracias y las bendiciones esperadas.
enero / marzo - 2016 - Vida pastoral no 161
55
El
Mariología
magnificat: canto de la misericordia Por: P. Carlos Guillermo Vásquez
Breves anotaciones sobre el Magníficat, el canto de la Virgen María, de Lucas 1, 4656, en el Jubileo de la Misericordia.
l Magníficat es uno de los más bellos himnos del Nuevo Testamento, el himno de María, la “sierva del Señor”, como ella se llama a sí misma. Magníficat es la primera palabra de la traducción latina del himno griego en el original de Lucas 1, 46-56 y nos da idea de cuán arraigada está, en la vida de la Iglesia y en la cultura occidental cristiana, la traducción latina de la Biblia que llamamos Vulgata.
E
Es tan popular este canto, que hasta Johann Sebastian Bach, el gran músico alemán (1685-1750), compuso una magnífica cantata cuyo texto es el himno de María en su versión latina; recomendamos vivamente escucharla, porque la música inspirada –que acompaña a las palabras de la “sierva del Señor”– nos dice mucho más de la actitud de reverencia, confianza, ternura, infinita esperanza que alentaba y alienta en el corazón de María, que los largos y sesudos tratados escritos sobre el mismo. Pero existen también numerosas composiciones 56
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
musicales de diverso género: oratorios, cantatas, himnos de canto gregoriano, espirituales, canciones protesta, godspels, y hasta nuestros humildes cánticos parroquiales, inspiradas en el mismo texto, sea en su versión latina, sea en diversas lenguas actuales. El Magníficat es un himno, una alabanza, que no nos revela todo su sentido hasta que no lo cantamos también nosotros. Por supuesto que el Magníficat ha sido comentado desde diversas perspectivas, a lo largo de los siglos: algunos de los Padres de la Iglesia, los teólogos medievales, los exégetas modernos, las exégetas feministas contemporáneas, los teólogos de la liberación, los místicos, los santos y las santas, nos han legado maravillosos comentarios, a veces extensos, de este himno incomparable, baste mencionar, porque resultará sorprendente para muchos católicos, el comentario que le dedicó Martín Lutero, el padre de la Reforma protestante, comentario lleno de sabiduría interpretativa, de gran calidad espiritual y mística. Puede buscarse en la web: “Martin Lutero: comentario al Magníficat” y poder así disfrutar de este texto luminoso, sereno y laudatorio.
LA MISIÓN EVANGELIZADORA ESTÁ EN TUS MANOS
Es tan apreciado el cántico de la Virgen María que el pueblo de Dios, la Iglesia orante, lo recita o lo canta cada día en las Vísperas, la oración litúrgica de la tarde, antes de caer la noche. En el cántico de la Virgen María percibimos los rasgos de Dios que ella alaba con júbilo desbordante: su salvación, su cercanía cuando se inclina amoroso sobre sus siervos, su poder que hace maravillas, la santidad de su Nombre manifestada como fuerza misericordiosa, su preferencia por los humildes y los hambrientos.
Es el Dios de María, el Dios de Jesús: Padre amoroso, misericordioso, que supera con creces los rasgos primitivos de la revelación Divina, del Dios celoso y vengativo, que ordenaba violencias y que exigía matanzas, como creen todavía los fundamentalistas.
INFORMES: diplomadocatequesis@sanpablo.co
Mariología El Magníficat es un himno de alabanza personal, es María la que alaba al Señor (Lc 1, 46), sólo en ella se han realizado plenamente tales maravillas (Lc 1, 49), es “mi alma” la que canta, es “mi espíritu” el que se alegra, es “en mí” en quien el Poderoso ha hecho cosas grandes (Lc 1, 49). Hay aquí una concentrada experiencia de la mismidad, la identidad personal, la libertad y dignidad de María: virgen y madre, precisamente por ser mujer y por
acogerse libre y confiadamente a la voluntad del Señor. Pero la Virgen Madre sabe que “la misericordia del Señor se derrama de generación en generación” y que se realiza “en favor de Abrahán y su descendencia por los siglos” (Lc 1, 55). Por eso ella se identifica con los humildes y los hambrientos que su hijo Jesús, más adelante en el Evangelio, declarará “dichosos” o “bienaventurados”, porque para ellos realiza Dios su reinado de amor (Lc 6, 20-21).
Así, la alabanza personal de María alcanza dimensiones universales, “de generación en generación”, a toda la descendencia de Abrahán, es decir, a todos los que por la fe alcanzan la filiación del patriarca: judíos, musulmanes, paganos convertidos… Ya en el Antiguo Testamento encontramos los motivos de inspiración del evangelista para componer el cántico que pone en boca de María, se trata, en primer lugar, del cántico de Ana, la madre de Samuel, dando gracias a Dios por el hijo de su esterilidad: 1S 2, 1-10; y, en segundo lugar, de varios pasajes de los salmos, como por ejemplo: Salmo 103, 17; 107, 9; 113, 7-9. Es sabido que el evangelista Lucas, en los dos primeros capítulos de su evangelio, creó un bello paralelismo entre el nacimiento de Jesús y el de su precursor Juan el Bautista: ambos nacimientos son anunciados por el arcángel Gabriel con algún contraste significativo. El anuncio de Juan el Bautista se da en el marco de una solemne liturgia en el templo de Jerusalén, a su padre Zacarías, de estirpe sacerdotal (Lc 1, 5-25), el de Jesús, en cambio, en una aldea desconocida de Galilea, en Nazaret, a su madre, una humilde doncella (Lc 1, 26-38). El ángel Gabriel indica a María el embarazo, ya de seis meses, de su parienta Isabel (Lc 1, 36-37) como señal de que “para Dios no hay nada imposible”; María marcha “presurosa a las montañas de Judea” (1, 39-45) a visitar a la anciana
58
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
Conocemos hermosas representaciones de la escena de la “visitación”, el momento del encuentro de la joven madre encinta de Jesús y la anciana madre encinta del Bautista: las dos mujeres se abrazan, se saludan, y María acaricia el vientre pleno de Isabel y siente al Precursor saltar de alegría (Lc 1, 39-45). El Magníficat no es el único cántico en éstos dos capítulos: tenemos también el de Zacarías (Lc 1, 67-79), alabanza por el nacimiento de su hijo Juan el Bautista; el de la legión de ángeles que en el cielo acompañan al portador de la Buena Noticia para los pastores de las estepas de Belén (Lc 2, 14) y el del anciano Simeón, agradecido porque el Señor le ha realizado la promesa de no morir antes de haber visto con sus ojos de viejo al Mesías prometido y esperado (cf. Lc 2, 29-32).
Como el Magníficat de María, también estos tres cánticos han encontrado un lugar privilegiado en la Liturgia de las Horas, la oración pública de la Iglesia al amanecer, al atardecer y ya caída la noche. Como María, Zacarías, los ángeles del cielo y el anciano Simeón, la Iglesia canta la salvación que nos otorga Dios misericordioso en su Hijo Jesús, el Mesías.
Un encuentro con Jesús es el destello gracias al cual empieza un increíble historia de transformación
que al fin ha podido ser madre. Es ésta la circunstancia espacial y temporal del Magníficat: María lo proclama en Ain Karem, un pueblecito cercano a Jerusalén, en donde los arqueólogos piadosos han descubierto trazas de las iglesias sucesivas, construidas sobre el emplazamiento de la supuesta casa de Zacarías e Isabel. Un hermoso mosaico, en el interior de la iglesia actual, representa a la Virgen apresurando al borrico que le sirve de cabalgadura, escoltada y protegida por los ángeles. Y sobre las paredes de un idílico patio familiar, en torno al pozo, las palabras de María escritas en diversas lenguas, para que los peregrinos las puedan recitar uniéndose gozosos a la plegaria de la Virgen.
Mariología
En cambio hay otro cántico, si se quiere más famoso; es el que entona Isabel, ya no en honor y acción de gracias al Altísimo por el don de su misericordia salvadora, sino en alabanza que se ha hecho perpetua, de la Madre virginal: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!” (Lc 1, 42). Esta bienaventuranza, unida al saludo del arcángel: “¡Alégrate María, llena de gracia!” (Lc 1, 28), constituye la primera parte del “Ave María”, la oración que incesantemente elevan los fieles cristianos, de día y de noche, por todos los confines de la tierra. Para cumplir así el vaticinio de María, inspirado por el santo Espíritu, de que “¡me llamarán bienaventurada todas las generaciones!” (Lc 1, 48-49).
En el Magníficat María canta la “misericordia” de Dios, la proclama y anuncia: “Su misericordia alcanza de generación en generación a los que lo temen” (1, 50); “acordándose de su misericordia” (1, 54), es la revelación de los “verdaderos sentimientos de Dios”: su “compadecerse” de nosotros, tan necesitados de que alguien nos acompañe de corazón. La misericordia es compasión, es asumir los padecimientos de otros, de los que padecemos en mil formas, es cargar la propia cruz hasta el patíbulo de la pasión, como hizo Jesús, Mesías, Hijo de Dios, nacido de María.
60
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
Porque hay quienes son de corazón altanero, los potentados, los ricos, los que someten a los humildes, los que hacen a los hambrientos. A ésos la misericordia de Dios los dispersa, los derriba, los deja con las manos vacías. Cabría preguntarse: “¿Algún parecido con la realidad?”. Es cierto que necesitamos que Dios tenga misericordia de nosotros, que nos permita superar la violencia, las guerras, las abismales desigualdades entre los seres humanos, los malignos sentimientos que llevan a ejercer la esclavitud, la explotación, el maltrato, tantas formas del mal, que constituyen el dolor de las criaturas creadas y amadas por Dios, las que son dignas de su misericordia. Por eso para los cristianos creyentes “nada de lo humano les es ajeno”, según reza el filósofo latino y cita el Concilio Vaticano II (GS 1): compadecerse en éste aquí y ahora es preocuparse por la paz en el mundo y en todo lugar donde haya guerra, por la conservación del planeta, nuestra casa común; por promover la justicia y el respeto de los derechos de todo ser humano, ser misericordioso es cargar con la responsabilidad de la existencia que se nos ha dado para servir y amar, para amar sirviendo.
V O N
D A ED
Eclesiología
La
fraternidad en Por: P. Danilo Medina, ssp
san Pablo
Premisa Hablar de fraternidad en san Pablo implica referirnos a algo que va mucho más allá de una enseñanza teórica, fruto de la reflexión o de un ejercicio académico. En Pablo la fraternidad es ante todo una experiencia de vida, que encuentra pleno sentido en perspectiva cristiana a partir de su encuentro con el Resucitado en el camino hacia Damasco, que luego llegará a ser experiencia comunitaria en el seno de las Iglesias cristianas (fundadas por él o animadas por su servicio pastoral).
62
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
ólo a partir de esa experiencia vivida, el tema de la fraternidad se transformará también en uno de los temas típicos y fundamentales de su enseñanza a través de las cartas, como aplicación concreta y distintiva del Evangelio de Jesucristo.
S
1. Experiencia vivida:
a) Como judío y fariseo El Saulo antes de Cristo sabía amar según la Torá (cf. Lv 19, 1-37), es decir, a los de su raza, a quienes pertenecían al pueblo de la Alianza. Fuera de esos mezquinos límites, no debía llegar el compromiso del amor. El amor fraterno judío no es cosmopolita y universal, sino particular y celoso, se da sólo entre los de la misma nación (cf. Dt 6, 5; Lv 9, 18). Al máximo se deberían practicar gestos de caridad con los pobres y los forasteros, según la Ley de Dios: “Cuando un forastero resida entre ustedes, en su tierra, no lo opriman (…) lo mirarán como a uno de su pueblo y lo amarán como a sí mismo; pues también ustedes fueron forasteros en la tierra de Egipto” (Lv 19, 34). Ésta, como otras prescripciones inspiradas por Dios, había llegado a olvidarse y dejarse de lado, generando más bien un creciente desprecio y rechazo por los extranjeros, hasta el punto de calificarlos con estas duras palabras por parte de los fariseos: “…esa gente que no conoce la Ley son unos malditos” (Jn 7, 49). Y precisamente a los fariseos era que pertenecía Saulo, por eso es fácil explicarnos por qué había en su corazón tanta rabia y desprecio contra los cristianos, hasta llegar a convertirse en uno de sus más aguerridos perseguidores (cf. Hch 9, 1ss; 22, 3ss; 26, 2ss).
c) Como cristiano en la Iglesia Después de un tiempo en Damasco Pablo va a Antioquía, por pedido de Bernabé (cf. Hch 11, 22-26; 13, 1-2), y desde allí emprende casi todos sus viajes misioneros. Por los Hechos de los Apóstoles sabemos que la comunidad cristiana de Antioquía de Siria fue una Iglesia muy dinámica, donde actuaba de manera evidente el Espíritu del Resucitado, a tal punto que se recuerda que fue allí donde por primera vez a los discípulos se les dio el nombre de “cristianos” (cf. Hch 11, 26). De esta comunidad cristiana podría decirse cuanto afirmaba Tertuliano de los primeros seguidores de Jesús: “…los paganos, admirados de la fraternidad que se entablaba entre los seguidores de Jesús, murmuraban envidiosos: ‘Miren cómo se aman’. Sin duda, esta concepción de Iglesia como comunidad fundada en el amor, donde todos tienen cabida fue el fermento que facilitó la expansión de la fe en el Galileo…”. Esta comunidad fue escuela de fraternidad para el Apóstol de los gentiles. Aquello que pudo experimentar en el seno de la Iglesia de Antioquía es decisivo para entender buena parte de su misión y de su enseñanza.
b) En el camino hacia Damasco El encuentro con el Resucitado, particularmente el hecho de que Él se identifique con los discípulos perseguidos y encarcelados por él (“Soy Jesús, a quien tú persigues” Hch 9, 5), debió golpear duramente la conciencia judía de Pablo, desencadenando en él un proceso que le irá permitiendo reconocer la profunda comunión de vida que se establece entre Cristo y sus discípulos, y entre los discípulos mismos en sus relaciones fraternas interpersonales. La experiencia del amor gratuito de Jesús, que salió a su encuentro para encomendarle una gran misión, tuvo que romper en la mentalidad farisea de Pablo muchos esquemas y prejuicios que llevaban a rechazar, odiar y perseguir a quien no perteneciera al pueblo seguidor de la Torá. De esta manera, su experiencia vocacional fue también el inicio de una nueva concepción del significado del amor al prójimo.
enero / marzo - 2016 - Vida pastoral no 161
63
Eclesiología La presencia y breve estadía de Pablo en la Iglesia madre de Jerusalén (cf. Ga 1, 18; 2, 1ss; Hch 15, 4ss), al inicio no fue de todo grato; sin embargo, superadas algunas resistencias y sin desconocer los conflictos y tensiones que se presentaron, también allí el Apóstol pudo experimentar la acogida de la Comunidad y la confirmación de su misión entre los paganos por parte de los apóstoles (cf. Ga 2, 9). Y su comunión plena con esta Iglesia la demostró luego liderando una campaña o colecta, que era una forma de demostrar la fraternidad en gestos concretos de solidaridad a favor de los hermanos pobres de Jerusalén (cf. Ga 2, 10; 1Co 16, 1-4; 2Co 8–9). En sus posteriores misiones apostólicas como fundador de comunidades, Pablo pudo infundir su sello propio pero absolutamente cristiano, al modelo de Iglesia que iba instaurando en cada ciudad, cuya nota distintiva del sentido comunitario cristiano fue la fraternidad. En efecto, el amor fraterno debe ser el sello de garantía y autenticidad de una comunidad que quiera llamarse y ser en verdad fiel al Evangelio de Cristo. Por eso Pablo se presenta como modelo de amor fraterno (cf. 1Co 4, 6), cuya fuente se encuentra en su profunda experiencia de amor de y a Cristo, que se llegó a convertir en su más grande tesoro y ganancia (cf. Flp 3, 7-8; 1Co 4, 10; Ga 2, 20; Rm 8, 35-39). De allí brota espontánea la caridad fraterna, incluso como amor maternal (cf. Ga 4, 9). A partir de sus escritos podemos percibir en el Apóstol un corazón rebosante de amor fraterno. Sus saludos y exhortaciones a los destinatarios de sus cartas están colmados de expresiones de cariño y ternura (cf. 2Co 2, 4; Ef 1, 7; Rm 16, 5). Por 64
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
Apóstol manifiesta una sorprendente claridad de ideas acerca de la importancia que tienen las virtudes teologales en la vida de los creyentes, como parámetros e indicadores de la santidad cristiana. Al saludo y augurio inicial va unida una alabanza o acción de gracias a Dios por la comunidad a la cual se dirige, y porque en esa comunidad se percibe dinamismo en cuanto a las virtudes teologales: “Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes, y los recordamos en nuestras oraciones. Continuamente recordamos la actividad de su fe, el arduo trabajo de su caridad y la tenacidad de su esperanza en nuestro Señor Jesucristo” (1Te 1, 2-3). eso es que predica insistentemente acerca de la necesidad de crecer en amor fraterno (cf. Flp 1, 9; 1Tm 6, 11; 2Tm 2, 22). El amor es lo que mejor define la vida y obra de Pablo, hasta el punto de que “el amor se hizo llama y fuego de su vida mística, fuerza motriz de su apostolado, la idea central, el corazón de su doctrina…” (Nieto, 1999, 182).
2. Enseñanza predicada:
a) En el contexto de las virtudes teologales El mejor marco de referencia para hablar de la enseñanza paulina acerca de la fraternidad, es el de las virtudes teologales, en la medida en que dicha fraternidad se entiende como amor fraterno, consecuencia necesaria y complemento del amor o caridad (agape). Desde sus primeras cartas el
En la Carta a los Colosenses (1, 3-5) se lee: “Damos gracias sin cesar a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, por ustedes en nuestras oraciones, al tener noticia de su fe en Cristo Jesús y de la caridad que tienen con todos los santos, a causa de la esperanza que les está reservada en los cielos”. Incluso al confrontar las demás cartas, de alguna manera se encuentra referencias a las virtudes teologales, o al menos a la fe y la caridad, pues a veces la esperanza aparece con otra denominación. En el cap. 13 de 1Co, como síntesis de los carismas espirituales del cap. 12, Pablo dice a sus destinatarios: “¡Aspiren a los carismas superiores! Y aun les voy a mostrar un camino más excelente” (1Co 12, 31), y de inmediato desarrolla el hermoso poema acerca del amor, donde, como broche de oro de ese himno, concluye afirmando: “Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad. Pero la mayor de todas ellas es la caridad” (1Co 13, 13).
b) Amor fraterno y comunidad El término “fraternidad” prácticamente no se encuentra en los diccionarios bíblicos o teológicos, o se refiere su presencia muy superficialmente, más como información de “concordancia” que para dar una explicación del mismo. Por eso hay que acudir al concepto de amor “agape”, bajo cuyo significado debemos ubicar también el sentido del amor fraterno, equivalente a la fraternidad. La atención debe recaer entonces en el término “agape”, aun sabiendo que no todas las veces se refiera necesariamente a la fraternidad. Es necesario, pues, discernir cuándo se refiere al amor que viene de Dios y tiene a Dios como destinatario, y cuándo se refiere al amor que viniendo de Dios, pasa por el corazón y se dirige a los hermanos, en cuyo caso se habla de amor fraterno. La palabra “agape”, en el NT, en su mayoría es paulina. De las 101 veces que aparece, 70 pertenecen al epistolario paulino, 17 veces la usa 1Jn, el Evangelio de Juan cinco, Jds tres, Ap dos, mientras: Mt, Lc, 2Jn, 3Jn, una sola vez cada uno. En Mc no se encuentra (Nieto, 1999, 170). “El amor a Dios se realiza en el amor al prójimo. No se trata de dos amores, sino de dos aspectos del mismo amor. Con el mismo amor se ama a Dios en el prójimo y al prójimo en Dios. Pero cuando el amor es operativo y se traduce en obras, el objeto del amor [ya] no es Dios, es el prójimo. Y este amor al prójimo tiene que ser activo y concreto, pues si no es así, no es amor, es pura fantasía” (Ibíd., 174). Hay que recordar que el amor fraterno tiene dos dimensiones complementarias e inseparables: la afectiva (benevolencia) y la efectiva (beneficencia). En esto insiste Jesús en toda su enseñanza (cf. Mt 22, 34-40). En esa misma línea es que Pablo lo recuerda más de una vez: “La ley se resume en un solo precepto: amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Gal 5, 14; Rm 13, 9). Una buena síntesis de cómo entiende Pablo el tema del amor en el contexto del plan salvífico de Dios, podría ser la siguiente: La meta de la acción amorosa de
Dios es una nueva humanidad, y Él se sirve de los actos de amor humano para lograr ese fin. Dios es la fuente de estos actos (cf. 1Co 8, 3). Él despierta la fe que entra en acción en el amor (Ga 5, 6). Él derrama el Espíritu que nos libera para una nueva actividad amorosa (Ga 5, 22). Para Pablo este nuevo amor es por encima de todo el amor fraterno (Ga 6, 10), en una comunión que se basa en la misericordia de Cristo. El amor edifica (1Co 8, 1); edifica la obra del futuro. Pablo parte de la certeza de que el amor de Dios es el fundamento de la gloria final que esperamos como plenitud y consumación de la historia (cf. Rm 5, 1-11). El amor de Dios tuvo concreción y manifestación suprema en un hecho histórico preciso: la muerte del Hijo de Dios. Un amor que no se dirige sólo a los justos, a los buenos, a los cumplidores de la Ley, sino especialmente a favor de los pecadores y enemigos (cf. Rm 5, 6-10). Ese amor divino llega a todos mediante el Espíritu Santo, que fue derramado en los corazones (cf. Rm 5, 5). De este misterio amoroso y trinitario de salvación brotan tanto el significado profundo como las implicaciones más prácticas del amor fraterno. El ideal de iglesia cristiana que Pablo ayuda a construir con su ejemplo y su enseñanza es el de una comunidad donde todos se amen con amor fraternal (Rm 12, 10), soportándose unos a otros (Ef 4, 2), sobresaliendo en obras de caridad para con los más pobres (2Co 8, 7), sabiendo que la única deuda pendiente debe ser la del amor mutuo (Rm 13, 8), teniendo todos un mismo pensar, un mismo amor, una sola alma y unos mismos sentimientos (Flp 2, 1-12), en el servicio recíproco (Ga 5, 13; Rm 15, 25).
c) Actualidad y urgencia La práctica y la enseñanza del apóstol Pablo acerca de la fraternidad entendida como sinónimo de amor fraterno, es una tarea y un desafío siempre actual y siempre urgente. Es la prioridad de cada creyente y de cada comunidad, para poder ser también significativos y eficaces en el testimonio y servicio que debemos ofrecer como Iglesia al mundo entero, sin discriminación.
enero / marzo - 2016 - Vida pastoral no 161
65
Novedad Por: P. Aristelio Monroy, ssp
SÉ
EN
“YO
QUIEN HE
CREÍDO” La Editorial San Pablo acaba de publicar un Catecismo para la familia. Pero no es sólo para la familia, sino también para todos los interesados en la materia religiosa. Qué tiene de nuevo este Catecismo? Algunas cosas: se dirige especialmente a la familia: padres, hijos y, especialmente, a los abuelos. Sí, quiere responder a los abuelos, porque en la actualidad son ellos los que generalmente enseñan la religión a sus nietos con mucho cariño, ya que la mayoría de padres trabajan.
¿
Este Catecismo ofrece un texto con preguntas y respuestas, que es lo mejor, así como las citas bíblicas transcritas, con el fin de unir el texto bíblico con las pa-
66
Vida pastoral no 161 - enero / marzo - 2016
explicado lo correspondiente a la Oración, trae una serie de oraciones que facilitan la práctica de la misma en la vida familiar.
labras del Señor, cosa preferida por los buenos catequistas. Tiene también, dentro del texto, notas, explicaciones y recomendaciones, que ayudarán a comprender mejor el texto y poder llevarlo a la práctica cotidiana. Sabemos que la santidad de vida es un hermoso ideal para todos los cristianos, por eso se añade dentro del texto la vida de algunos santos, especialmente de los que fueron beatificados por san Juan Pablo II. Al final, una vez
Con todos estos elementos quisimos ofrecer, siguiendo la línea de los catecismos tradicionales, una herramienta supremamente útil para las familias y para los que están encargados de la pastoral familiar. Se recomienda, pues, que este Catecismo para la familia se coloque en la mesita de noche, en la mesa que sirve de centro de la sala familiar; también puede ser llevado cómodamente en el bolsillo de saco de los señores o en el bolso de las damas. Es tan cómodo y saludable como el pan de cada día.
L I BRE RÍ A S COLOMBIA BOGOTÁ Dirección Comercial y Departamento de ventas Calle 17A No. 69-67 - Tel.: 4114011 - Fax: 4114000 direccioncomercial@sanpablo.co - ventas@sanpablo.co Centro Comercial Calima Calle 19 con carrera 30 - 2do. piso - Local B 122 Tel.: 7443323 libreriacalima@sanpablo.co Quinta Paredes Carrera 46 No. 22A - 74 Telefax: 2444957 - PBX: 3682099 Ext.: 6 libreriaquintaparedes@sanpablo.co Centro Carrera 9a. No. 15-01 - Tel.: 2433653 - Fax: 3345036 libreriacentro@sanpablo.co Chapinero Carrera 13 No 51-34 - Tel.: 3454014 - Fax: 3454059 libreriachapinero@sanpablo.co Calle 170 No. 8G-31 - Tel.: 6783656 - 6711221 libreria170@sanpablo.co Niza Av. Suba No. 118 - 93 - Telefax: 2537700 librerianiza@sanpablo.co Montevideo Calle 17A No. 69-67 - Tel.: 4114011 - Fax: 4114000 libreriademontevideo@sanpablo.co 20 de Julio Diag. 27Bis Sur No. 5-79 - Cuadra arriba del Santuario Divino Niño Tels.: 5690551 / 2787337 - libreria20dejulio@sanpablo.co Seminario Carrera 6 No. 10-47 - Tels.: 5624472 / 5624473 / 3429881 libreriadelseminario@sanpablo.co
BARRANQUILLA Calle 84 No. 50-45 - Local 3 Tel.: 3456475 - Telefax: 3586373 libreriabarranquilla@sanpablo.co Arzobispado Calle 75B No. 42F- 83 - Local 1 - Curia Arzobispal Telefax: 3566213 - libreriaarzobispado@sanpablo.co
MEDELLÍN Diagonal 50 No. 49-45 - Tel.: 5134085 - Fax: 5112486 libreriadiagonal@sanpablo.co
BUCARAMANGA Centro Comercial Cabecera IV etapa - Local 201 G Tels.: 6430750 / 6573719 - Fax: 6850696 libreriabucaramanga@sanpablo.co Centro Calle 36 No. 19-72 - Contiguo Catedral Sagrada Familia Tel.: 6301364 - libreriabucaramangacentro@sanpablo.co
NEIVA Calle 7 No. 6-26 - Tel.: (05/8) 8710212 librerianeiva@sanpablo.co
CALI Carrera 8 No. 9-60 - Tel.: 8806167 - 3965483 - Fax: 8844810 libreriacali@sanpablo.co
PASTO Centro Comercial Unicentro - Local 1- 65 Telefax: 7224403 - Cel.: 320 449 4588 libreriapasto@sanpablo.co
CARTAGENA Centro Comercial Ronda Real - Local - 123 Tel.: 6613004 - Fax: 6613070 libreriacartagena@sanpablo.co Centro Histórico Calle del Arzobispado No. 34-55 Teléfono: 6645334 - Fax: 6645901 libreriacentrohistorico@sanpablo.co CÚCUTA Centro Comercial Unicentro - Local 1-43 Tel.: 5818484 libreriacucuta@sanpablo.co
Centro Comercial Villanueva - L. 220 - Calle 57 No. 49-44 Tels.: 2519392 / 2517392- Fax: 5111887 libreriavillanueva@sanpablo.co
PALMIRA Calle 29 No. 29-59 - Telefax: 2724321 libreriapalmira@sanpablo.co
PEREIRA Calle 21 No. 8-38 - Tels.: 3352876 / 3244729 - Fax: 3244730 libreriapereira@sanpablo.co POPAYÁN Calle 4 No. 4-20 - Local 2 - Edificio Altozano Tel.: 8392848 - Fax: 8221654 libreriapopayan@sanpablo.co VILLAVICENCIO Centro Comercial Unicentro - Locales 1-28/29 Tels.: 6715214 / 6715246 - libreriavillavicencio@sanpablo.co
ECUADOR, CENTRO AMÉRICA Y EL CARIBE COSTA RICA San José - Calle 2 Av. 6 y 8 Tels.: 22565005 / 22222064 - Telefax: 22562857 libreriacostarica@sanpablo.cr ECUADOR Quito - Centro Comercial Iñaquito - Local A10 Tel.: 02-6021038 - libreriainaquito@sanpablo.ec Quito - C.C. Quicentro Sur - Planta 2 - Local 065 Tel.: 02-4000140 - Cel.: 0994658841 libreriaquicentrosur@sanpablo.ec Quito - Av América OE3-188 y Pascual de Andagoya Tel.: 02-2541650 - Fax: 2331444 - Cel.: 0994658259 libreriaamerica@sanpablo.ec Quito - García Moreno No. 3-56 y Sucre (Pasaje Amador) Tel. 02-2289529 - Fax: 2287456 - Cel.: 0994659083 libreriaalberione@sanpablo.ec Guayaquil - Aguirre 813 entre Rumichaca y García Aviles Tel. 04-2516420 - Fax: 2512391 - Cel.: 0997263727 libreriaaguirre@sanpablo.ec Urdesa - Victor Emilio Estrada 613 entre las Monjas y Ficus Tel.: 04-2381379 - Fax.: 2381300 - Cel.: 0993316533 libreriaurdesa@sanpablo.ec Portoviejo - Chile 521 entre 10 de Agosto y Córdoba Tel.: 05-2636568 - Cel.: 0994658879 libreriaportoviejo@sanpablo.ec Machala - Guayas entre Rocafuerte y 25 de Junio Local 1201 - Tel.: 07-2960430 - Cel.: 0994658548 libreriamachala@sanpablo.ec Ambato - Calle Bolívar y Mera esquina Tel.: 03-2422026 - Cel.: 0994659275 libreriaambato@sanpablo.ec Cuenca - Benigno Malo 5-08 y Calle Larga Tel.: 07-2839746 - Cel.: 0994659440 libreriacuenca@sanpablo.ec
GUATEMALA Ciudad de Guatemala 11 calle 0-49 Zona 10 Local A Tels.: (502) 2360 - 2735 libreriaoncecalle@sanpablo.com.gt Ciudad de Guatemala 18 Calle 20 - 71 Zona 10 Boulevard de los Próceres Tels.: (502) 2337 - 2963 / 2367 - 4031 libreriaboulevard@sanpablo.com.gt libreriaguatemala@sanpablo.com.gt Guatemala - Vaticanito Kilómetro 15 carretera Roosvelt 4-54 - Zona 3 Mixco (Interior Seminario Mayor) Tel.: (502) 2 4315926 libreriaelvaticanito@sanpablo.com.gt Centra Norte - Local U 15 - Segundo nivel Tel.: (502) 2338 - 0778 libreriacentranorte@sanpablo.com.gt HONDURAS Oficina Principal y Distribuidora Tegucigalpa - Plaza Real - Col. Lomas de Mayab Boulevard San Juan Bosco (frente a Mall Multiplaza) Tels.: (+504) 2232-4672 - 2235-5923 libreriahonduras@sanpablo.hn Tegucigalpa - Avenida Cervantes - Bajo Palacio Arzobispal 3ra. Calle No. 1113 - Tels.: (+504) 2222-6782 - 2238-7905 libreriacentro@sanpablo.hn San Pedro Sula - Mall Galerías del Valle Locales 216 - 217 2do nivel - Tel.: (+504) 2544-0553 libreriamallgalerias@sanpablo.hn Tegucigalpa - City Mall - Local 201 Tel.: (+504) 2262-3215 - libreriacitymall@sanpablo.hn EL SALVADOR San Salvador - 1a. Calle Poniente y 59 Av. Norte No. 3103 Colonia Escalón - Tels.: 22605646 - 22605647 libreriaelsalvador@sanpablo.com.sv libreriaescalon@sanpablo.com.sv San Salvador - Centro Comercial Galerías Escalón Local 358 Tercer Nivel - Tel.: 22450869 libreriagalerias@sanpablo.com.sv
San Miguel - Centro Comercial Metro Centro - Local 46B Tel.: 26680306 - libreriasanmiguel@sanpablo.com.sv NICARAGUA Managua - Rotonda Rubén Darío 1C.Sur 2 1/2 C. al Oeste (Antiguo Edificio Hispamer) Tel.: (505) 2278 2103 - 2270 2412 - Cel.: 89007359 librerianicaragua@sanpablo.com.ni Managua - Centro Comercial Güegüense Plaza España - Tel.: 22660996 libreriaplazaespana@sanpablo.com.ni PANAMÁ Westland Mall - Arraiján - Local PB-B6 - Pasillo N. 3 Planta baja - Tels.: 2515307 - 2515306 libreriawestlandmall@sanpablo.com.pa El Dorado - Boulevard El Dorado Av. 17B Norte. Apartado 0819-02969 Tels.: 2603738 - 2604309 - 2605861 - Fax: 2606107 libreriapanama@sanpablo.com.pa Centro - Iglesia de Guadalupe - Calle 50 - Tel.: 2264794 libreriacalle50@sanpablo.com.pa David - Calle 3 - Edificio Hotel Castilla - Local 2 Telefax: 7754655 libreriachiriqui@sanpablo.com.pa PUERTO RICO San Juan Calle Bori # 1606 - Urb. Caribe San Juan, Puerto Rico 00926 Tels.: 787 946-1868 y 787 781-3351 libreríapuertorico@sanpablo.com.co adiminstracionpuertorico@sanpablo.com.co REPÚBLICA DOMINICANA Santo Domingo - Av. 27 de febrero No. 414 Sector Bella Vista Tel.: (809) 5631148 - Fax: (809) 6833587 Cel.: (809) 481 5960 - 683 3587 libreriasantodomingo@sanpablo.do