2014 UN AÑO DE GRACIA Agradecimiento. Este año fue una continua efusión de dones divinos. El año fue por parte del Señor una serie continuada de beneficios a la humanidad y a cada uno de los hombres. Dios, que quiere que el hombre se salve, quiere el Reino de Jesucristo sobre la tierra y vivir en cada uno. Conservó la existencia, dirigió los acontecimientos, hizo converger todo hacia Jesucristo y hacia la Iglesia. Beneficios espirituales a cada uno; muchos conocidos, muchos desconocidos. Del beneficio surge la obligación del agradecimiento.
Reparación. De parte mía: ¿Cómo he correspondido a los beneficios del Señor? El Señor quería comunicarse a sí mismo a mí. En Él todo bien y toda riqueza de vida eterna. ¿Tal vez con frecuencia no le di lugar a su verdad, manteniendo mis ideas, mis puntos de vista y manteniéndome en una culpable ignorancia? ¿Seguí siempre la divina voluntad? y ¿acogí su gracia? Por el bien hecho, un vivo GRACIAS! De las ingratitudes, una profunda humillación. Beato Santiago Alberione Fundador de la Familia Paulina
Disponible en Librerías San Pablo
Editorial
Por: P. Martín Sepúlveda, ssp l Superior Provincial
La pastoral del “Encuentro” ara nosotros, discípulos de Jesús, ¿qué significa encontrar una persona según el Evangelio? ¿Cómo ser, pese a los límites y pecados, verdaderamente cercanos los unos a los otros? Son preguntas que el papa Francisco nos hace en el mensaje para las comunicaciones sociales cuando habla sobre la “auténtica cultura del encuentro”.
P
El “encuentro” y la “proximidad” son las características relevantes de este pontificado. Y para realizar una auténtica “pastoral del encuentro” es importante destacar e imitar los gestos y palabras del Papa, como por ejemplo: su informalidad, los discursos y las homilías sencillas, pero con mensaje profundo, la manera familiar como se presenta en las audiencias y en el ángelus dominical, entre otros. Que esta breve introducción nos sirva para abordar un tema importante: el de la Nueva Evangelización. Es indudable que la Nueva Evangelización debe tener como finalidad continuar con la misión de la Iglesia, pero con nuevas actitudes. El papa Francisco destaca, defiende y continúa la tradición de la Iglesia, pero su actitud es diferente… y eso llama la atención. Para realizar mejor nuestra “pastoral del encuentro” compartimos algunas ideas, sin orden de prioridad, que pueden ayudar a efectuar un “cambio de actitud”. La acogida se vuelve algo central en la Evangelización. Incluye la capacidad de escucha, la gratuidad y la disponibilidad para recibir a las personas. Sin esto, estamos cerrando las puertas a muchos.
El kerygma y primer anuncio deben estar en el corazón de la pastoral. Normalmente nosotros y nuestros laicos echamos “cantaleta”, pero no anunciamos a Cristo. Regañamos a la gente porque no va a misa o no se confiesa, pero no aprovechamos la ocasión para presentar a un Cristo vivo. La escucha de los fieles. Las personas quieren sentirse escuchadas: algunos vienen pidiendo misas, otros exequias, otros catequesis para sus niños, algunos por cuestiones materiales o para bendecir objetos de piedad… otros simplemente a que se les escuche. Hay qué ver cómo se pueden evangelizar todas esas expresiones sin rechazar ningún acercamiento. Buscar itinerarios más personalizados. Hay métodos ya probados que dan resultados: los cursos Alpha, con una comida, y testimonios y lenguaje accesible, no recitando el catecismo. Son 8 o 10 sesiones. También funcionan las células de evangelización parroquial, abiertas a la gente que no iría a la Iglesia, pero que son invitadas a reunirse en casas. Otra iniciativa son los círculos bíblicos o las casitas bíblicas. No basta con decir: “¿Quieres ser cristiano?, pues vaya a misa”. Mucha gente no lo hará sin antes haber vivido otros procesos de fraternidad. La vida social. Buscar explorar otros campos en donde está presente la persona y que no pueden ser ajenos a la evangelización: el deporte, el trabajo, la vida asociativa, los momentos de recreación. La evangelización puede humanizar y transformar estas realidades. El Evangelio no va en contra de la cultura, la impregna desde dentro y la limpia de enfermedades que la afligen. Estos son algunos elementos que pueden ayudarnos a reflexionar sobre la Nueva Evangelización.
100 AÑOS
SOCIEDAD DE SAN PABLO
Revista trimestral de la Sociedad de San Pablo —PAULINOS— de Colombia, Ecuador y Panamá al servicio de la Iglesia.
Carrera 46 Nº 22A–90 – A.A.: 080152 / Tel.: 3 68 20 99 – FAX: 2 44 43 83 / BOGOTÁ, D.C. — COLOMBIA
vidapastoral@sanpablo.com.co
Con aprobación eclesiástica. Las opiniones expuestas en los artículos publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores.
La Voz del Papa Año de la vida consagrada 2015 El segundo objetivo es que los consagrados y consagradas abracen “al futuro con esperanza”, conscientes de que el momento actual “es ‘delicado y fatigoso’ y que la crisis que atraviesa la sociedad y la misma Iglesia toca plenamente a la vida consagrada”.
L
os responsables de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica anunciaron oficialmente el 2015 como el Año de la Vida Consagrada, convocado por el papa Francisco. En una nota difundida por la oficina de prensa de la Santa Sede se comunicó que el papa Francisco convocó este año al concluir el encuentro con 120 superiores generales de los institutos masculinos y luego de haber escuchado a muchos consagrados. El primer objetivo del Año de la Vida Consagrada, según el cardenal Braz de Aviz, es que “este Año está pensado en el contexto de los 50 años del concilio Vaticano II y de la publicación del decreto conciliar Perfectae caritatis sobre la renovación de la vida consagrada” (…). Es, pues, una ocasión para recordar “con memoria grata” este pasado reciente.
contenido EDITORIAL
La pastoral del “encuentro”
PREGUNTA AL TEÓLOGO La salvación acontece siempre
BEATO ALBERIONE
La necesidad de estar actualizados
INSTROSPECCIÓN
Teología de y para laicos
03 06 08 10
“Vivir el presente con pasión” –éste es el tercer objetivo del Año– “que será un momento importante para ‘evangelizar’ la vocación propia y dar testimonio de la belleza de la sequela Christi en las múltiples formas en que se desarrolla nuestra vida. Los consagrados recogen el testigo que les dejaron sus fundadores y quieren despertar al mundo con su testimonio profético y con su presencia en las periferias existenciales de la pobreza y el pensamiento”, como pide el Papa. Monseñor Rodríguez Carballo señaló que se piensa en una inauguración oficial con una celebración solemne en la Basílica de San Pedro, posiblemente presidida por el Papa, que podría ser el 21 de noviembre de 2014, Jornada Mundial “Pro orantibus”. Ese mismo mes habría una asamblea plenaria de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, cuyo tema será “El novum en la vida consagrada a partir del Vaticano II”; para concluir el 21 de noviembre de 2015, a cincuenta años del decreto Perfectae caritatis.
PASTORAL JUVENIL El reto de la Navidad
PASTORAL LITÚRGICA El año litúrgico
PASTORAL DE LA CATEQUESIS La biblia en la catequesis parroquial
ACTUALIDAD
El impacto del clero con la cultura actual
12 16 20 24
Durante el Año, el dicasterio publicará cada cuatro meses una circular sobre temas relativos a la vida consagrada. La primera saldrá el 2 de febrero y estará dedicada al Magisterio del Santo Padre sobre la vida consagrada con el título Alegraos. Los días 8 y 9 de marzo, el Antonianum de Roma será sede del simposio sobre gestión de bienes patrimoniales y económicos por parte de los religiosos. Para las religiosas contemplativas habrá iniciativas acordes con su forma de vida, como la “Cadena mundial de oración entre los monasterios”. Entre otras actividades –y en estrecha colaboración con la Congregación para los Obispos–, siguiendo el mandato del Santo Padre, se revisará el documento Mutuae relationes sobre las relaciones entre los obispos y los religiosos en la Iglesia; se procederá a la actualización de la instrucción Verbi sponsa que trata de la autonomía y de la clausura de las religiosas enteramente contemplativas. Otro documento en preparación tratará de la vida y la misión de los religiosos, mientras que un cuarto abordará la cuestión de la gestión de bienes por parte de los consagrados, para ofrecer líneas y orientaciones en las complejas situaciones que se presentan en este ámbito.
156
octubre diciembre
2014 Dirección: P. Martín Sepúlveda, ssp Coordinación: P. Martín Sepúlveda, ssp; P. Danilo Medina, ssp; Jr. Leopoldo Zapata, ssp Redacción: Polo Zapata A. AUTORES: Editorial: P. Martín Sepúlveda, ssp; Pregunta al teólogo: P. Adolfo Galeano, ofm; Introspección: Mg. Paula García; Pastoral juvenil: P. Alejandro Londoño, sj; Pastoral litúrgica: Augusto Bergamini; Pastoral de la catequesis: P. Martín Sepúlveda, ssp; Actualidad: Giandomenico Mucci, sj; Guías homiléticas: P. William Segura; Biblia: José Luis Sicre; Testigos de la fe: Dr. U. Parente y Mons. A. Fandiño; En Librería y Cultura: Constanza Moya; Mariología: Polo Zapata A., ssp; Novedad: Jr. Farud Bríñez, ssp Publicidad: María José Molina Trujillo / e–mail: publicidad@sanpablo.com.co
También durante este Año de la Vida Consagrada se espera que el Papa publique una nueva constitución apostólica sobre la vida contemplativa en lugar de la actual Sponsa Christi, promulgada por Pío XII en 1950.
Diseño & diagramación: Luis Gabriel Niño Devia / e–mail: ninoluis@sanpablo.com.co Suscripciones: periodicos@sanpablo.com.co Impresión: Taller San Pablo, Calle 170 Nº 8G–31, Bogotá, D.C. - Colombia
Tomado de: Aciprensa/EWT noticias. Vaticano, 2014.
GUÍAS HOMILÉTICAS
P. William Gerardo Segura S.
BIBLIA
El profetismo en el nuevo testamento
TESTIGOS DE LA FE “El padre Almansa”
CULTURA
La música por la paz
29 42 48 52
EN LIBRERÍA
54
MARIOLOGÍA
56
El dogma mariano en la iglesia
NOVEDAD
El impacto del clero con la cultura actual
66
Pregunta al teólogo
salvación acontece La
Por: P. Adolfo Galeano, ofm
siempre
Si la salvación acontecerá al final de los tiempos, ¿por qué en Juan 3, 18 se dice que quien no cree ya está condenado? a idea común de la salvación está ordinariamente sesgada, como si fuera sólo del alma y al final de los tiempos. Pero la obra salvadora de Dios comienza cuando Él pronuncia su Palabra sobre la nada y crea todo. Dios es salvador creando, y está creando continuamente en la historia un nuevo futuro para el bien del hombre. La salvación y la creación son realidades históricas íntimamente ligadas.
L
6
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
Viene luego otra etapa, cuando Dios libera a su pueblo del dominio de otro pueblo y de la adoración de los ídolos, que era adoración de la muerte. Así lo hizo con Moisés, liberando a Israel, rescatándolo de la esclavitud o sometimiento a la naturaleza y, por lo tanto, a la fatalidad y el destino. Hasta que llegó Jesús y la salvación alcanzó su plenitud. Con Él llegó la liberación del pecado, del mal y de la muerte. Todo cristiano, por su adhesión a Él, comienza ese proceso de salvación que ha de culminar
en la resurrección universal que se llama Reino de Dios. Las mirabilia Dei hacen parte de la economía de salvación y constituyen una sucesión ordenada de acontecimientos que se consumarán en la plenitud de todas las cosas en Cristo, en la Parusía. Al aceptar Israel la Ley del Señor empieza a caminar en la historia y se somete al Dios que orienta los acontecimientos y los dirige según su providencia salvadora. El hombre antiguo, que estaba sujeto al orden natural y al capricho de la voluntad de los dioses, al supeditarse a las leyes naturales-cósmicas busca en éstas la salvación y, por medio de los mitos cósmicos, la respuesta a sus angustias e incertidumbres. Con Moisés se da una nueva etapa en la obra salvadora. Pues al pueblo que se hallaba sometido a una cultura de muerte, se le da unas leyes para que empiece a construir una cultura de la defensa de la vida. Con él comienza la lucha contra los ídolos y el culto al único Dios verdadero. La Ley enseña al hombre a vivir como ser humano en sociedad.
La liberación se convierte en el arquetipo y paradigma de la obra salvadora. Así, la salvación en el Antiguo Testamento no es metafísica sino histórica, y no sólo del alma sino del hombre en sus condiciones sociales. Dios se revela salvando a su pueblo de los males históricos: la esclavitud en Egipto, en Babilonia y Asiria, etc. La acción de Dios en la historia es una obra salvadora. Del culto a los ídolos, que eran la encarnación de la muerte, se pasa a adorar al único Dios, Señor de la vida. Se trata, pues, de liberar al hombre del poder del hombre. Esa obra es un proceso largo e implica pasar por miles de dificultades, atravesar el desierto y estar constantemente hostilizado por las fuerzas del mal. Pero el hombre le tiene miedo a la libertad y siente la seducción de volver a la esclavitud. Y en esa tentación Dios está siempre presente, siempre actuando y acompañando a los suyos en ese difícil camino hacia la patria de la libertad, que, en definitiva, es el encuentro con Él: “El Señor les dijo: ‘Ustedes fueron oprimidos por los egipcios, los amorreos, los amonitas, (…); pero cuando ustedes clamaron a mí, yo los salvé. A pesar de eso, ustedes me han abandonado por ir a adorar a otros dioses…’. Entonces los israelitas le respondieron al Señor: ‘Hemos pecado. Haz con nosotros lo que mejor te parezca, pero, por favor, ¡sálvanos ahora!’. Y quitaron de en medio a los dioses extranjeros y sirvieron al Señor. Y el Señor ya no pudo soportar que los israelitas siguieran sufriendo” (Jc 10, 11-16). El juicio de Dios se realiza en la historia por medios humanos en un proceso largo. La salvación de Dios se reconoce sólo en ese proceso; en el corto camino los seres humanos luchan sin saber y sus vidas están llenas de incertidumbres y vacilaciones. La última gran etapa de esa historia, culminación y nuevo punto de partida es cuando, caminando por los pueblos y aldeas de Galilea, aparece Él, Jesús. Se manifestó como aparece la luz de la alborada, suave, silenciosa, fuerte. “Jesús recorría todos los pueblos y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia… y expulsando los demonios” (Mt 9, 35; Mc 1, 39).
La obra de Jesús está en continuidad y es la culminación de la salvación que comienza en el Antiguo Testamento. De hecho, fue a partir del Antiguo que los autores del Nuevo comprendieron los acontecimientos de la vida de Jesús: resurrección, ascensión, venida del Espíritu Santo y la realidad de la Iglesia. Además, la salvación que anunció la Iglesia desde el principio tiene su tipo y antecedente propio en el Antiguo Testamento. Más aún, la salvación aportada por Jesús se explica y se entiende mejor a partir de las Escrituras, porque Jesús es el Mesías en el que se cumplen las promesas de salvación hechas por Dios a Israel. La salvación de Noé de las aguas del diluvio es una imagen de la salvación que ahora Dios realiza en su Iglesia, y así lo proclama la Primera carta de Pedro (3, 20-21): “En los días en los que Noé construía el arca, en la que unos pocos – ocho personas en total–, fueron salvadas a través del agua. A esta corresponde ahora el bautismo que los salva”. Sin embargo, algo nuevo sumamente asombroso ocurre con Jesús. Él no entiende ya la salvación como liberación de la opresión o esclavitud ocasionadas por pueblos o potencias enemigas (Egipto, Asiria, Babilonia…), tampoco como mera liberación política del Imperio Romano, tal como lo querían los zelotes y otros grupos en Israel en relación con el Mesías. La salvación de Jesús adquiere un nuevo sentido, de la que todos esos anhelos de liberación no eran más que un pre-anuncio. Él le da un sentido nuevo al concepto de Mesías y al concepto de salvación. Su salvación es universal y escatológica y se extenderá a través de toda la historia para llegar a su plenitud en la manifestación completa del Reino de Dios. Toda la historia de la salvación tiene su culminación y recapitulación en la vida, muerte y resurrección de Jesús. Lo que está por venir es el desarrollo y la consumación de lo que ya está en Jesucristo. La salvación recorre toda la historia humana y va adquiriendo más y más amplitud y profundidad hasta la cruz y a partir de ella hasta el coronamiento en la Parusía. Pero también es preciso destacar que la salvación no es sólo para el final de la historia personal o de la humanidad toda. La salvación empieza en la vida individual de la persona desde el bautismo y la vida entera de la Iglesia está impulsada por la obra de la salvación.
octubre / diciembre - 2014 - Vida pastoral no 156
7
beato
ALBERIONE a los sacerdotes Por: BEATO SANTIAGO ALBERIONE
La necesidad
de estar actualizados l beato Santiago Alberione, consideraba de especial importancia que los consagrados, tanto sacerdotes como religiosos, fueran siempre coherentes con su anuncio. Según él, esto es posible con la “actualización” permanente de la vocación y de la misión. Sólo así, dice, se plenificará el espíritu de consagrado. Y tener espíritu de consagrado es “tender a la perfección de la vida cristiana, que consiste en ‘revestirse de Cristo’ (Ga 3, 27). Y no es simplemente revestirse (ponerse un vestido), sino sumergirse, asumir la personali-
E
8
dad, el modo de pensar, de razonar y actuar de Cristo” (cf. Catequesis paulina, p. 197). La consagración es una propuesta de vida cristiana integral y profunda, que el sacerdote y el religioso ofrecen al mundo sediento de totalidad y autenticidad. No se trata de una alternativa opcional, sino de una auténtica llamada, ya que Dios quiere servirse de los consagrados para testimoniar ante los hombres que únicamente mirando a Cristo comprenderán lo que significa ser “personas maduras”, pues sólo Cristo –en quien Pablo vivió de forma integral hasta decir “vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí” (Ga 2, 20)– es la plenitud del ser humano.
pero se es apóstol, sobre todo, cuando se construye a sí mismo. Es necesario que el consagrado posea aquello que quiere dar a los otros. Las “técnicas” apostólicas, incluso las más modernas y audaces, nunca lograrán comunicar algo que el apóstol no posea en sí mismo. No se llega a las personas sino cuando se está lleno de la gracia de Dios. “Por donde quiera que pasen los santos, dejan algo de Dios”, decía el Cura de Ars. En cualquier parte donde viva o pase un sacerdote o un religioso santo, Dios Vale recordar que el surco trazado por el Di- hace sentir su presencia. vino Maestro es conocido y alcanzable por Para esto es necesario “enamorarse de Cristodos: es la oración. Jesucristo, “después de to, tender habitualmente hacia Cristo con un sus extenuantes jornadas, muy a menudo dinamismo que compromete cada vez más, pasaba las noches en vigilante oración en hasta el momento de la muerte, entendida la presencia del Padre”. Y éste es el camino como el encuentro definitivo con Él (2Tm 4, seguido por sus discípulos: “Asiduos en la 6-8)” (Catequesis paulina, p. 198). oración, en la fracción del pan y en el minis- Es necesario, también, orar a la Santísiterio de la Palabra” (Hch 2, 42). ma Virgen con más insistencia esta inDe ahí que la actividad pastoral exige el necesario “ponerse al día” en relación con las cambiantes condiciones de la sociedad, las nuevas fuerzas hostiles, las múltiples insidias que hoy atacan la fe y las costumbres. Sin embargo, debe quedar muy claro que evangelizar un mundo que parece haber perdido la noción y el hábito de lo sagrado es una empresa vana si los apóstoles, depositarios de esta consigna, no trabajan en el surco trazado por el Divino Maestro y fecundado por su gracia.
beato Alberione
El sacerdote y el religioso, ciertamente, de- vocación: “Virgen María, Madre de Jesús, ben aprender las técnicas del apostolado; santifícanos”.
INSTITUTO
JESÚS SACERDOTE Somos sacerdotes diocesanos unidos al carisma y a la misión de los Paulinos, a través de la consagración religiosa. “Es para el clero diocesano. Tantos sacerdotes sienten intensamente la necesidad de una espiritualidad más profunda, de una familia espiritual a la cual pertenecer, de una vida más comprometida en la perfección, profesando los consejos evangélicos aún ejerciendo su propio misterio. A ellos se les ofrece el Instituto Jesús Sacerdote”. Beato Santiago Alberione Si desea recibir información acerca del Instituto puede comunicarse con : P. Martín Sepúlveda – Superior Provincial - provincial@sanpablo.com.co
Carrera 46 No. 22A-90 - Barrio Quinta Paredes / Bogotá D.C - Tel.: 3682099
Introspección
Teología de y para
Laicos Por: Mg. Paula Andrea García, teóloga
La Constitución dogmática Lumen gentium (n. 31) entiende por laicos “todos los fieles cristianos, a excepción de los miembros del orden sagrado y los del estado religioso aprobado por la Iglesia. Es decir, los fieles que, en cuanto incorporados a Cristo por el bautismo, integrados al Pueblo de Dios y hechos partícipes, a su modo, de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, ejercen en la Iglesia y en el mundo la misión de todo el pueblo cristiano en la parte que a ellos corresponde”.
10
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
L
umen gentium (35) explica que “Cristo, el gran Profeta, que proclamó el Reino del Padre con el testimonio de la vida y con el poder de la palabra, cumple su misión profética hasta la plena manifestación de la gloria, no sólo a través de la jerarquía, que enseña en su nombre y con su poder, sino también por medio de los laicos, a quienes, consiguientemente, constituye en testigos y les dota del sentido de la fe y de la gracia de la palabra (cf. Hch 2, 1718; Ap 19, 10) (…). Por consiguiente, los laicos, incluso cuando están ocupados en los cuidados temporales, pueden y deben desplegar una actividad muy valiosa en orden a la evangelización del mundo.Ya que si algunos de ellos, cuando faltan los sagrados ministros o cuando éstos se ven impedidos por un régimen de persecución, les suplen en ciertas funciones sagradas, según sus posibilidades, y si otros muchos agotan todas sus energías en la acción apostólica, es necesario, sin embargo, que todos contribuyan a la dilatación y al crecimiento del Reino de Dios en el mundo.Por ello, dedíquense los laicos a un conocimiento más profundo de la verdad revelada y pidan a Dios con instancia el don de la sabiduría”.
En el Decreto Apostolicam actuositatem, sobre el apostolado de los laicos, encontramos que el concilio Vaticano II vuelve y retoma la importancia de la participación de los laicos en la misión de Cristo y de la Iglesia, esta vez resaltando un poco más la necesidad de la formación de los laicos para cumplir esta misión: “Ante todo, el seglar ha de aprender a cumplir la misión de Cristo y de la Iglesia, viviendo de la fe en el misterio divino de la creación y de la redención movido por el Espíritu Santo, que vivifica al Pueblo de Dios, que impulsa a todos los hombres a amar a Dios Padre, al mundo y a los hombres por Él. Esta formación debe considerarse como fundamento y condición de todo apostolado fructuoso. Y continúa: Además de la formación espiritual, se requiere una sólida instrucción doctrinal, incluso teológica, ético-social, filosófica, según la diversidad de edad, de condición y de ingenio. No se olvide tampoco la importancia de la cultura general, juntamente con la formación práctica y técnica” (n. 29). En otro apartado dice: “Establézcanse, además, centros de documentación y de estudios, no sólo teológicos, sino también antropológicos, psicológicos, sociológicos y metodológicos, para fomentar más y mejor las facultades intelectuales de los laicos, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, para todos los campos del apostolado” (32).
En el marco de la única misión del pueblo cristiano, es decir, de la Iglesia, la “teología de y para laicos” se inscribe en el orden de la evangelización. Pero, ¿cuál es esta misión?
Se han resaltado aquellos elementos que responden la pregunta. La misión de la Iglesia es la misma misión de Cristo, la que desde el Antiguo Testamento iniciaron hombres movidos por el Espíritu de Dios: la misión profética. Esta misión debe continuarse hasta el final de los tiempos, con la ayuda de hombres y mujeres que se consagran de modo especial al servicio del Reino, pero también, como se resalta, por medio de hombres y mujeres (laicos) dotados de fe y de la gracia de la Palabra, pues la evangelización no es otra cosa que el anuncio de la Palabra, a partir del encuentro con ella y del propio testimonio de vida. La exhortación que aparece al final es precisamente lo que da sentido al título de esta reflexión, pues la teología aparece como la disciplina que nos aporta un “conocimiento más profundo de la verdad revelada”, y aunque evidentemente es una ciencia y necesita del desarrollo de ciertas aptitudes, también es un don que debemos pedir a Dios, y que no está reservado ni es exclusivo de los ministros o consagrados. Así que ese Espíritu de sabiduría no es sólo para recibir la verdad revelada, sino también para enseñarla.
En la celebramos de los cincuenta años del concilio Vaticano II, estas palabras deben resonar en nosotros los laicos, hacerlas propias, empoderarnos de esta misión y vocación a la cual estamos llamados, formarnos en aquellas verdades que profesamos, no sólo para que otros las entiendan, sino para que las hagan vida y se realice el Reino de Dios proclamado por Cristo en el aquí y el ahora que nos ha tocado vivir. Una “teología de y para laicos” es y debe ser una teología encarnada en la realidad, que responda a los retos que el mundo de hoy nos presenta, no sólo con doctrinas o grandes tratados, que aunque necesarios, si no están en coherencia con el propio testimonio de vida, carecen de credibilidad y fundamento. Una “teología de y para laicos” debe ser una teología que se haga con la mirada puesto en el cielo, pero con los pies en la tierra y que contribuya a la única misión de Cristo y de su Iglesia que es lograr “que todos seamos Uno, como el Padre y el Hijo son Uno” (Jn 17, 22) y así “tener vida por medio de Él” (Jn 20, 31).
octubre / diciembre - 2014 - Vida pastoral no 156
11
Pastoral Juvenil
Por: P. Alejandro Londoño, sj
Si miramos la Navidad, desde el punto de vista de la Pastoral juvenil, encontraremos que es un momento privilegiado para poner a funcionar la creatividad de las parroquias, la catequesis y la evangelización. ¿Por qué? Porque es una época en la que los jóvenes disponen de un tiempo que o bien pueden derrocharlo inútilmente o lo aprovechan al máximo para su desarrollo humano y espiritual. Es el momento adecuado para invitarlos a vivir más plenamente su vida familiar, grupal y eclesial.
12
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
V
ale recordar que la Pastoral juvenil es la acción organizada de la Iglesia en favor de los adolescentes y jóvenes presentes en la comunidad parroquial, para propiciar que asuman los valores del Evangelio como fruto del encuentro con Jesucristo, e insertarlos en el dinamismo pastoral de la parroquia, con el fin de promover los valores cristianos que los lleve a la comunión, la solidaridad y el anuncio del Evangelio.
Tiempo de vacaciones, tiempo de Navidad… En general, para la mayoría de las familias, especialmente para los jóvenes, las vacaciones de diciembre es un tiempo añorado. Algunas lo aprovechan para ir a visitar a los parientes que viven en el campo o en otras ciudades. Otras para salir de “vacaciones”(a la playa, generalmente). Por desgracia, muchas regresan con las manos vacías. Han dejado pasar la oportunidad de acercarse al Señor y de vivir la Navidad en plenitud. Mientras los niños y los ancianos gozan en esta época, unos descubriendo aspectos nuevos de la vida y otros recordando momentos especiales, los jóvenes tienen la oportunidad de crecer en varios campos, como, por ejemplo: el cultural, practicando la música y el teatro; el deportivo, con los campeonatos y excursiones; el social, con el servicio a los necesitados; el apostólico, viviendo experiencias de retiros, campamentos, misión o novenas navideñas. En las navidades de los barrios, especialmente populares, los jóvenes se divierten participando en los coros, en obras teatrales, representando escenas navideñas. Muchos grupos se vuelven creativos animando novenas que tienen que ver con la paz, la alegría, la comunidad o con la ecología. Para muchas parroquias es el momento de ofrecer retiros y ejercicios espirituales o de invitarlos a convivencias. El secreto está en comenzar el trabajo varios meses antes. Por eso proponemos el siguiente plan.
1. Sembrar con tiempo Muchas parroquias se quejan de que los jóvenes participan muy poco en las actividades decembrinas. Y es que los párrocos no han aprendido de la experiencia y sabiduría de los campesinos que, cuando quieren recoger buenas y abundantes cosechas, labran primero la tierra y preparan la semilla. De la misma manera, para lograr una buena participación de los jóvenes y de las familias, con tres o cuatro meses de anticipación hay que invitarlos para que aprovechen esta oportunidad, a través de las homilías catequesis de confirmación o visitas a los colegios.
SAN PABLO
RADI
Pastoral Juvenil
Deben realizarse intervenciones frecuentes, pero que no pasen de un minuto. Si se hace esta labor con constancia, en poco tiempo se podrá constatar que comienzan a aparecer personas mayores y jóvenes dispuestas a colaborar, con iniciativas interesantes.
2. Preparación no “para”, sino “con”
para el 26 de diciembre): conformados tantos grupos, una convivencia de integración, un cursillo de Biblia, determinadas obras de teatro, visitas a las familias del barrio, etc. A la vez se piensa qué frutos o cambios se desea recoger: más unión, más creatividad, más alegría, mejor participación en las eucaristías, etc. Conviene confrontar si con esos hechos se van a lograr estos frutos y, al contrario, si faltan más. Por último se colocan las etapas:
El éxito de una Navidad juvenil consiste en prepararlas no para los jóvenes, sino con ellos para toda la comunidad. Este modo de prepararla hace que éstos se sientan “responsables” de la misma y la asuman como suya. Para esto es necesario escucharlos, poner cuidado a lo que proponen. Pueden aparecer iniciativas interesantes. Alguna vez, en un barrio, por ejemplo, propusieron realizar un concurso de pesebres ecológicos.
3. Planear con método Existe un instrumento de planeación de las Novenas muy útil. El punto de partida es enumerar con qué se cuenta en el momento: tales personas, tanto dinero, suficiente material, etc. El punto de llegada se denomina hechos finales cumplidos (en este caso, 14
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
- Primera: convocación. Los colaboradores, la gente y la forma de reuniones. - Segunda: preparación. Qué tipo de reuniones, qué cursillos o retiros organizar. - Tercera: realización. Cómo se vivirán los días de los encuentros, de la novena, etc. En cada atapa se distribuirán las actividades con los responsables, fechas, lugares, duración, materiales, etc. La propuesta no terminaría con las novenas, sino añadiendo una cuarta etapa con actividades juveniles, familiares, comunitarias… para vivir un tiempo de alegría y compromiso social en el resto de la temporada. La exhortación del papa Francisco Evangelii gaudium (La alegría del Evangelio), podría servir de inspiración para llevar a cabo estas actividades.
Pastoral Litúrgica
añ litúrgico El
Por: Augusto Bergamini
La Santa Madre Iglesia considera deber suyo celebrar, con un sagrado recuerdo en días determinados a través del año, la obra salvadora de su divino Esposo. Cada semana, en el día llamado “del Señor”, conmemora su resurrección, la cual, una vez al año, celebra también junto con su santa pasión en la máxima solemnidad de la Pascua. Además, en el curso del año desarrolla todo el misterio de Cristo y conmemora el natalicio de los santos.
16
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
E
n los diversos tiempos del año litúrgico, de acuerdo con las prácticas tradicionales, la Iglesia completa la formación de los fieles por medio de ejercicios de piedad, espirituales y corporales, de la instrucción, de la oración y de las obras de penitencia y de misericordia (cf. Sacrosanctum concilium, 102-105). Los principios que se exponen a continuación pueden y deben aplicarse tanto al rito romano como a todos los demás ritos, pero las normas prácticas afectan solamente al rito romano, a menos que se trate de normas que por su misma naturaleza afectan también a los demás ritos (cf. SC 1-2).
Los días litúrgicos
2. El domingo La Iglesia, por una tradición apostólica cuyo origen se remonta al mismo día de la resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días en el “día del Señor” o domingo. Por esto, el domingo debe ser considerado como el primer día de la semana (cf. SC 106). El domingo, a causa de su peculiar importancia tan sólo cede su celebración a las solemnidades y a las fiestas del Señor. Sin embargo, los domingos de Adviento, de Cuaresma y de Pascua, tienen precedencia sobre las fiestas del Señor y sobre todas las solemnidades. Pero las solemnidades que ocurren en estos domingos, se transfieren al lunes siguiente, excepto las solemnidades que coinciden con
el domingo de Ramos o el domingo de Resurrección (decreto de la Congregación para el Culto Divino y la disciplina de los sacramentos, 22 de abril de 1990, pp. 160-161). El domingo excluye de por sí la asignación perpetua de otra celebración. Sin embargo: a) El domingo dentro de la octava de Navidad se celebra la fiesta de la Sagrada Familia. b) El domingo después del 6 de enero se celebra la solemnidad de la Bautismo del Señor. c) El domingo después de Pentecostés se celebra la solemnidad de la Santísima Trinidad. d) El domingo último del tiempo ordinario se celebra la solemnidad de nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo.
1. El día litúrgico en general Cada uno de los días se santifica con las celebraciones litúrgicas del Pueblo de Dios, principalmente por medio del sacrificio eucarístico y de la Liturgia de las Horas. El día litúrgico transcurre de media noche a media noche. Con todo, la celebración del domingo y de las solemnidades comienza ya desde las Vísperas del día anterior (cf. SC 3).
octubre / diciembre - 2014 - Vida pastoral no 156
17
Pastoral Litúrgica Pero donde las solemnidades de la Epifanía, de la Ascensión y del Cuerpo y Sangre de Cristo no son días de precepto, asígneseles el domingo como su día propio, de la siguiente forma: a) A la Epifanía, el domingo que cae entre el 2 y el 8 de enero. b) A la Ascensión, el domingo VII de Pascua. c) A la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, el domingo siguiente a la Santísima Trinidad (cf. Ibíd., 106).
3. Solemnidades, fiestas y memorias Al celebrar el misterio de Cristo durante el curso del año, la Iglesia venera también con amor especial a la Santísima Virgen María, Madre de Dios, y propone a la piedad de los fieles las memorias de mártires y de otros santos (cf. Ibíd., 103-104). Los santos que tienen importancia universal se celebran obligatoriamente en toda la Iglesia. Los demás se inscriben en el calendario y se deja libre su celebración, o se permite a las Iglesias particulares, a las naciones o las familias religiosas (cf. Ibíd., 111). Las celebraciones se distinguen y se designan así: solemnidad, fiesta y memoria, de acuerdo con la importancia que tienen. Las solemnidades se cuentan entre los días más importantes y su celebración comienza desde las primeras Vísperas del día precedente. Algunas solemnidades se enriquecen también con una misa propia para la Vigilia, que se debe usar en la tarde del día precedente, si se celebra misa en las horas vespertinas. La Pascua y la Navidad –solemnidades principales– tienen una celebración que se prolonga ocho días continuos. Ambas octavas se rigen por leyes propias.
18
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
Las fiestas se celebran dentro de los límites del día natural. Por tanto, no tienen primeras Vísperas, a no ser que se trate de fiestas del Señor que caigan en los domingos del tiempo Ordinario y del tiempo de Navidad. Entonces el Oficio de esos domingos se sustituye por el de la respectiva fiesta. Las memorias son obligatorias o libres. Sin embargo, su celebración se armoniza con la celebración de la feria ocurrente, según las normas que se exponen en la Instrucción general del Misal Romano y de la Liturgia de las Horas. En cuanto a las memorias obligatorias, que caen en las ferias de Cuaresma, pueden celebrarse únicamente como memorias libres. Si en un mismo día se señalan en el calendario varias memorias libres, sólo puede celebrarse una, omitiendo las demás. En los sábados del tiempo Ordinario durante el año en los que no ocurre una memoria obligatoria, se puede hacer memoria libre de la Santísima Virgen María (cf. Ibíd., 8-15).
4. Las ferias Los días de la semana que transcurren después del domingo se llaman ferias. Sin embargo, se celebran de diverso modo, de acuerdo con la importancia propia de cada una de ellas: a) El miércoles de Ceniza y los días de la Semana Santa, desde el lunes hasta el jueves, incluso, se prefieren a todas las demás celebraciones. b) Las ferias de Adviento, desde el día 17 hasta el 24 de diciembre, y todas las ferias de Cuaresma, se prefieren a todas las demás memorias obligatorias. c) Las demás ferias ceden su celebración a todas las solemnidades y fiestas, y se armonizan con las memorias. Tomado de: Cristo, fiesta de la Iglesia.
1 2
Compra un juguete. Deposítalo en los cofres que estarán ubicados en todas nuestras librerías San Pablo. (Los regalos están estipulados para cada ciudad, ya que varían las edades y las fundaciones a quienes se les donará).
La fecha de entrega de regalos se estipula según el país, ciudad o fundación.
3
Si deseas ser parte de la entrega de juguetes, puedes inscribirte en la librería San Pablo de tu ciudad (cupos limitados por ciudad y por fundación). Kit sorpresa el día de la entrega.
Si quieres ser uno de nuestros patrocinadores o quieres hacer otro tipo de donación, escríbenos a publicidad@sanpablo.co
Catequesis Familia Pastoral de la catequesis
Biblia en la
La
Por: P. Martín Sepulveda, ssp
Catequesis
Parroquial
La Biblia ocupa un lugar especial en la catequesis. En efecto, ésta tiene como tarea importante la iniciación bíblica del catequizando, pues la catequesis debe poner en contacto al catequizando con la Palabra de Dios, para que encuentre en ella la fuerza que necesita en el camino de su vida, en el crecimiento de su fe.
M
uchas veces en la catequesis hay mayor preocupación por la doctrina que se ha de transmitir a los catequizandos que por la vivencia de la Palabra de Dios.
Se sabe que la Palabra de Dios llega con efectividad a los catequizandos cuando se descubre que ésta ayuda a iluminar el proyecto de Dios, pero aplicado al hoy de nuestra vida. ¿Cómo lograrlo?
1.
Buscando comparar la Palabra de Dios con la “realidad” en que vivimos. La situación de la vida de las personas y la sociedad en que viven es siempre el “terreno” de la lectura bíblica. Se acude a la Biblia para iluminar nuestro hoy. Se comparan las situaciones semejantes del Pueblo de Dios con la nuestra.
20
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
2.
Todo texto de la Biblia debe ser profundizado, teniendo en cuenta la situación del pueblo en el tiempo en que fue escrito, para iluminar nuestra situación hoy.
El estudio de la Sagrada Escritura supone tomar el libro en nuestras manos y manejarlo con mucho interés y dedicación. El gusto por la Biblia exige iniciación y práctica.
Al catequista le corresponde la tarea de:
Dar una introducción, llevando al catequizando a tener un conocimiento básico acerca de la Biblia, y enseñar a manejarla. En la Biblias que hoy encontramos, cada libro tiene una introducción que es bueno leerla por parte del catequista.
Procurar que los catequizandos tengan conocimiento de los puntos importantes de la historia de la salvación.
Ayudar a confrontar la vida, su comportamiento, con la Palabra de Dios.
Aclarar las dudas y las dificultades.
Despertar en los catequizandos el gusto por la Biblia.
3.
La Biblia se debe leer y reflexionar en un grupo de fe y de oración, porque la Biblia es el Libro de la “comunidad”. A partir de la comunidad el grupo se va volviendo un grupo de amistad, de oración y de acción catequética.
La Biblia en la catequesis se puede usar con diferentes métodos. Uno de los métodos es la lectura orante de la Biblia. Este método ayuda a encarnar el texto bíblico en una realidad concreta. Lo presentamos a continuación.
La Biblia: compañera de oración Desde el comienzo de la Iglesia, la Biblia fue el libro principal y el mejor manual de oración. Jesús y sus seguidores amaban ir a la sinagoga para estudiar la Palabra de Dios (Lc 4, 16). En el estudio de las Escrituras, las primeras comunidades (Hch 17, 10-11) profundizaban la fe en el Dios de la vida, la esperanza en el Reino y el amor al prójimo. octubre / diciembre - 2014 - Vida pastoral no 156
21
Pastoral de La catequesis
A lo largo de la historia muchos dedicaron la vida entera a la meditación de la Palabra del Señor. Ellos crearon un método de oración: la lectura orante de la Biblia, conocida también como Lectio Divina. Método quiere decir camino. La lectura orante es un camino asequible a todos, que nos ayuda con sencillez a rezar y a vivir la Palabra de Dios. Se puede hacer en grupo o individualmente, pero sin perder de vista el bien de la comunidad humana. La postura corporal es muy importante. Ella revela la intención íntima de cada uno y aumenta la concentración.
22
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
Saboreando la Biblia Ejercitarse en el método de lectura orante de la Biblia que se explica a continuación, con un texto elegido por el grupo. Sugerencia: Lc 9, 10-17.
Lectura orante en cinco pasos
a. Invocar al Espíritu Santo Por medio de una oración, un canto, una alabanza, una adoración silenciosa... El Espíritu es la fuerza que nos ayuda a entender y vivenciar el sentido profundo de la Escritura. Postura sugerida: de pie, con los brazos levantados, tomados de las manos.
b. Leer para entender
el sentido del texto
Postura sugerida: sentados cómodamente en círculo. Escoger un texto con un comienzo, un intermedio y un final. ¡No leer sólo frases o versículos aislados! Leer el texto varias veces, buscando el sentido de las palabras desconocidas. Ver lo que el texto revela: De la realidad humana: económica, política, social e ideológica de esa época. De la realidad divina: el rostro de Dios que se ve a través del texto. Analizar: ¿cuál es el mensaje central del texto en sí mismo?
c. Reflexionar para actualizar el sentido del texto Postura sugerida: sentados cómodamente en círculo. Relacionar el texto con la realidad en diversos niveles: personal, familiar, comunitario, social y mundial. Analizar: ¿cuál es el mensaje central para nosotros, hoy? Preguntarse: ¿qué ideas y actitudes nuestras deben cambiar, de acuerdo con el texto?, ¿qué actitudes e ideas son confirmadas por el mensaje del texto?
d. Oración: conversar con Dios Postura individual sugerida: sentados o de rodillas, con los ojos cerrados y la cabeza ligeramente inclinada. A partir de los descubrimientos hechos, rezar en silencio, en lo íntimo del corazón, agradeciendo, alabando, pidiendo, ofreciendo... Postura grupal sugerida: de pie, tomados de las manos. Rezar en grupo, presentar intenciones personales y comunitarias, asumir compromisos concretos delante de Dios.
e. Contemplación:
saborear la amistad con Dios
Contemplar es mirar el mundo de una manera nueva, mirar más allá de las apariencias. Es un mirar silencioso y penetrante en dirección a la vida. La contemplación sobrepasa el momento propio de la oración. Es un don de Dios. Puede pedirse y ejercitarse a través de la lectura orante de la Biblia.
octubre / diciembre - 2014 - Vida pastoral no 156
23
Actualidad El
impacto del
clero en la
actual
cultur
Por: Giandomenico Mucci, sj
Es lugar común hablar de nuestro tiempo como de un tiempo de crisis. Ciertamente, es “una nueva época de la historia humana” (GS 54), con dos características definidas. La primera tiene que ver con el presente: “La caída de las culturas tradicionales”1; la otra está relacionada con el futuro y su carga de incógnitas: la posibilidad de una guerra termonuclear, la disminución de los recursos alimentarios en los países pobres, el estancamiento de la economía, la amenaza ecológica, la manipulación genética, la computarización de la vida íntima de los hombres en detrimento de la libertad de todos, la concentración del poder de decisión en una restringida élite tecnocrática. 1
24
Galli della Loggia, E. Il mondo contemporaneo (1945-1980). Il Mulino, Boloña, 1982, p. 406.
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
Una vez caídas las ideologías utópicas de los dos últimos siglos, el hombre occidental debe confrontarse “con la necesidad de reinventarlo todo” y con que “el
peso de la existencia se presenta muy difícil de llevar”. Y “cuando las contradicciones y los desvíos internos se vuelven insoportables, nos sentimos definitivamente tentados a dejar de cuestionarnos”2. Acostumbrado a vivir en un mundo determinado y ordenado por dichas ideologías, el hombre de hoy, a pesar de estar perdido y desorientado, aún espera que sea la sociedad, con sus instituciones y sus productos, la que le procure la seguridad y felicidad que él reclama como un derecho. Choca entonces con la realidad de las injusticias sociales y las interpreta como si fueran las únicas y verdaderas responsables de las desventuras individuales, como si el hombre pudiera ser realmente lo que es sólo cuando, provisto de lo necesario, puede expresar sin obstáculos su propia potencialidad3. Y el clero debe tratar con un hombre independiente y estructurado. 2 Delsol, Ch. Elogio della singolarità. Saggio sulla modernità tardiva. Liberilibri, Macerata, 2008 p. 120. 3 Cf. Ibíd., p. 159 s.
MAYORES INFORMES
S
on problemas complejos a los cuales, sin embargo, la Iglesia mira sin desanimarse, bien sea porque cree que también la cultura tecnológica puede ser impregnada por el Evangelio o porque “se puede pensar con toda razón que el porvenir de la humanidad está en manos de quienes sepan dar a las generaciones futuras razones para vivir y razones para esperar” (GS 31b). Con frecuencia, la cultura dominante ostenta una presunta irrelevancia de Dios y la reducción del hombre a simple epifenómeno de la naturaleza y de la materia. El Magisterio de la Iglesia propone continuamente su modelo de humanismo pleno fundado en Dios como valor absoluto y único fundamento seguro de la inviolabilidad de la persona. La Iglesia no deja de dar testimonio del carácter fundamental del orden ético, de la solidaridad entre todos los hombres, de la superación de una mentalidad que hace de la organización y racionalización de la vida el fin último de la existencia, sin apertura a la búsqueda de lo verdadero que está más allá.
COLOMBIA Bogotá - Calle 170 No. 8G-31 Tel.: (05/1) 671 12 21 centrovocacional@sanpablo.co Medellín - Calle 76 No. 89C-31 Urb. Robledales Tel.: (05/4) 264 22 22 centrovocacionalmedellin@sanpablo.co PANAMÁ Calle 75 No. 34 / Urb. Domingo Díaz - Club X - Betania Tel.: (507) 2619712 centrovocacionalpanama@sanpablo.pa ECUADOR EC Quito - Meneses N 24-16 y Av. La Gasca - Tel.: (0/2) 256 88 18 223 5423 centrovocacionalecuador@sanpablo.ec
Actualidad
La cultura de la autenticidad El valor de la autenticidad determina aspectos buenos o malos. Un efecto bueno es la oportunidad para descubrir maneras mejores y más profundas de conducir la vida y afrontar los problemas. Y un efecto negativo es la banalización, que hace a las personas insensibles y con poca seriedad con respecto a los problemas más importantes. La banalización afecta al problema de Dios y de la Revelación cristiana, al cual está ligada4. Con la caída del optimismo del positivismo, del idealismo y del marxismo, que establecía la omnipotencia del hombre, la razón ha vuelto a considerar sus límites y, por lo tanto, la posibilidad de gozar de un espacio superior. Pero se trata siempre de la razón formada con los criterios de la Ilustración, que ya no es capaz de sentir a Dios y pone el problema de su existencia en el campo del absurdo. La recuperada conciencia del límite, que infortunadamente tiende hacia la corriente nihilista, no significa el comienzo de una nueva primavera del espíritu religioso. Ésta sigue siendo solamente la esperanza de los creyentes. Hay que tener en cuenta que hoy, donde renace el interés por Dios y por la problemática teológica, se acepta discutirlo y verificarlo dentro de la tradición del racionalismo crítico. Esto explica por qué el interés por Dios va de la mano con el relativismo moral.
4 Cf. Mucci, G. “L’assenza di Dio nel postmoderno”. En: Civiltà Cattolica, 1997, II, pp. 543-551.
26
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
Lo que actualmente la razón crítica observa y constata es que la modernidad sigue siendo el horizonte en el cual tiene lugar la recomposición del campo religioso. Si existió una especie de religión posmoderna, en todo caso fue producto (y espejo) de la modernidad. (…) El renacimiento actual de la religión no es fruto de una crisis epocal de la modernidad, generadora a su vez de una nueva situación epocal como la posmodernidad, sino que hace parte de una serie de procesos a largo plazo a través de los cuales periódicamente el campo religioso se ha reorganizado en función de algunos, más o menos dramáticos y profundos, cambios siguientes a los procesos de modernización5. 5 Filoramo, G. Le vie del sacro. Modernità e religione. Einaudi, Turín, 1994, p. 30.
El fenómeno religiosa actual es evidentemente tangencial con respecto a la certeza que enseña y exige la doctrina cristiana. De hecho, el análisis del panorama religioso, fortalecido indudablemente por la crisis de la cultura dominante, por lo general no muestra la adhesión convencida a un preciso cuerpo de doctrinas y preceptos, y presenta o el regreso a la indiferencia o el descenso experimental a las creencias religiosas más extravagantes. El hombre contemporáneo “es tan inseguro, que en lugar de una sólida fe, tiene una esperanza, un cálculo pragmático o una exigencia íntima; en todo caso, nada parecido a la confianza de su antepasado verdaderamente creyente”6. En este caso, especialmente el clero debe tener muy presente que su interlocutor continúa, de algún modo, dependiendo de los postulados del humanismo ateo, aun cuando comprenda que de éstos no puede obtener un juicio definitivo sobre el valor o el antivalor del hombre, e intuya que la vida humana se desvanece sin un vínculo con la trascendencia. Aunque sea con la trascendencia que puede ser alcanzada tan sólo por la razón, siempre y cuando la fe no sea burlada a priori como “ficción inaceptable” y “cosa de niños, de tontos o, peor, de hipócritas”7.
Prandstraller, G. P. L’uomo senza certezze e le sue qualità. Laterza, Roma-Bari, 19923, p. 23. 7 Vannini, M. “Preghiere laiche”. En: La Repubblica, 15 de abril de 2013, p. 48. 6
Según el pensamiento actual, la vida es desorden, injusticia, dolor… Y una sola verdad: el convencimiento racional de que, más allá de la tumba, no hay más que la nada eterna. Hay una rebelión del pensamiento contra la historia y la vida que no se someten a la voluntad humana. Existe un destino que puede ser vencido sólo suicidándose y renegando. Pues los humildes, los vencidos, los traicionados por la vida, viven el drama de una infelicidad sin salida, ocasionada por la “inflexible necesidad”, que es la condición ineludible y perenne del vivir de cada hombre, y responde a la ley misma de la naturaleza que destruye para crear y así poder perpetuarse. Un don como la virtud puede ser vano porque está sujeto a la realidad social; vano es el amor, porque es aplastado por los deberes sociales. La solución lógica y desesperada sería el suicidio. Pero el impulso del hombre se dirige hacia el bien y hacia lo bello que no puede quedar sin un fin, desaparecer con la muerte. Pues el hombre quita la mirada de las disonancias de la vida y se refugia en la contemplación de la belleza transmitiendo con el arte las acciones virtuosas de los hombres, consolándolos por siempre. Estos problemas están penetrados por la cultura, los acontecimientos políticos, las situaciones sociales, la presencia y función de la Iglesia. Pero hay un problema que aflige la vida, y es el problema del hombre actual cuando se ocupa de pensar en sí mismo: la búsqueda de un sentido, de un horizonte de sentido que trascienda al hombre y le justifique su experiencia terrena: el destino, la naturaleza, la gracia de la fe, respuestas que, quizá bajo otro nombre, difieren en poco de las que circulan en el mercado contemporáneo. El clero tendrá que tenerlas en cuenta en el diálogo.
Actualidad
Tareas y riesgos En la encíclica Ad catholoci sacerdotii de 1935, Pío XI decía que la tarea sacerdotal y la obra pastoral sólo se pueden ejercer con eficacia si el sacerdote “posee aquel caudal de conocimientos, no precisamente sagrados, que es patrimonio común de las personas cultas de la época; es decir, que debe ser hombre moderno”8. El entonces monseñor Montini destacaba que los hombres cultos se volvieron ignorantes en materia religiosa, en su alma parece “atenuado el sentido de la trascendencia”; a duras penas conocen “un gemido que parece oración”. Y “mientras, por un lado, el espíritu moderno se ha convertido cada vez más en riguroso observante de los procedimientos científicos, por otra parte, se deja atormentar por un relativismo devorador, que, cuando se apega a las verdades religiosas, las carcome y las devasta, intentando resolverlas mediante nobles y nuevas expresiones carentes de un significado estable”9. Posteriormente, desde los documentos del Concilio hasta los del Magisterio de los Papas, son numerosas las exhortaciones dirigidas al clero invitándolo a dedicarse, no de una forma desprovista y ligera, al diálogo con el propio ambiente cultural. El clero debe estar abierto a la realidad, atento a emitir juicios sin prejuicios, a no usar esquemas previos de valoración, evitando transformar el diálogo en choque. Bien sea cuando converse con los niños y los jóvenes, o cuando discuta con ancianos, políticos, enfermos, profesionales. Debe saber confrontarse con la dominante concepción individualista y consumista de la vida. Debe conocer las dificultades más difundidas que el mundo de la cultura eleva contra la falsa imagen de la Iglesia como institución que ha sido construida por la misma cultura radical-chic10.
Cf. Suhard, E. Il prete e la società. La Scuola Cattolica, Venegono Inferiore (Va), 1949, p. 87. 9 Montini, G. B. “La figura ideale del vescovo”. En: www.chiesadimilano.it 10 Cf. CEI. Documenti della 56ª Assemblea Generale. Paoline, Milán, 2006, pp. 32-47. 8
28
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
De modo particular, es necesario saber dominar el espíritu crítico para difundir los rasgos de la cultura cristiana en la contraofensiva que, de muchas partes, tiende a exorcizar todo aquello que es impuesto como absoluto, a su vez, en la trivialización sostenida por la opulencia consumista. En el desempeño de este trabajo, que por cierto no es exclusivo del clero sino también del laicado católico, nunca se debe perder de vista la directriz sobre la cual se mueve toda la cultura que hoy predomina. Ésta se encuentra acostumbrada a separar la conciencia individual de la vida práctica, hasta el punto de crear o profundizar la distancia entre la fe y la manifestación, entre la fe y la historia corriente. La historia es comprendida como una realidad autosuficiente, con leyes propias, con desarrollo autónomo, en el cual no pueden entrar los valores evangélicos. La conciencia, en cambio, es el campo sellado en el cual se deben guardar las convicciones dictadas por la fe. El cristiano y el sacerdote no deben olvidar esta fractura secular del hombre occidental y de la horizontalidad derivada que ocasiona. El diálogo y la confrontación con la cultura dominante son algo bueno y necesario. Son el diálogo y la confrontación entre dos libertades. Pero cierto carácter de intersubjetividad no debe, en el clero, comportar, en el ejercicio del diálogo, la renuncia al principio fundamental del ser cristiano, que es la Revelación según la interpretación de la Iglesia. La caída de los grandes sistemas culturales del pasado y el declive de ciertas formas de cristianismo histórico pueden aconsejar una cierta flexibilidad en la propuesta de los valores cristianos y en su expresión conceptual, ascética y litúrgica. El mismo Magisterio de la Iglesia ha dado ejemplo en este campo. Sin embargo, sigue siendo injustificable, en quien se llame cristiano, la gestión personalista de los datos de la fe, haciéndolos depender de la simple razón crítica individual, como si la Iglesia fuera sólo genérico, y no vinculante, sistema de referencias teóricas. Los contenidos de la fe, incluso cuando son objeto y ocasión de debate, no dependen ni de la pura comprensión que de ella hace cada miembro del clero y del laicado católico, ni del consenso de la cultura corriente, que se declara abiertamente agnóstica.
Guías
Homiléticas P. William Gerardo
Segura Sánchez Del Evangelio según san Mateo
Octubre 5 XXVII DOMINGO ORDINARIO Is 5, 1-7 / Sal 79 / Flp 4, 6-9 / Mt 21, 33-43
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los escribas: “Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él (…) y luego lo alquiló a unos viñadores y se fue de viaje…” (cf. Mt 21, 33-43).
Palabra del Señor
LA HORA DE RECIBIR LOS FRUTOS LLEGARÁ
E
l Reino de Dios lo construyen los que producen frutos de justicia, amor, paz y solidaridad. No podemos, pues, los que hemos sido llamados a trabajar, producir frutos amargos de injusticia e infidelidad, porque tarde o temprano seremos alcanzados por la justicia de Dios.
El amor conoce de traición La Biblia, la Palabra de Dios, contiene también cánticos de despecho, de traición, ante el dolor o la desilusión de un amor no correspondido, como el del profeta Isaías que, en nombre del Señor, denuncia la traición, la infidelidad del pueblo elegido, contra el Dios amante que ha hecho de todo por su amada, su viña. Si el Señor ha hecho de todo para que la viña dé buenos frutos, ¿por qué ha producido sólo frutos agrios? ¿Qué más puede hacer el Señor por su viña? Pues bien, frente a la traición, Dios decide llamar a juicio al pueblo infiel. Su reclamo es concreto y está en relación con lo que Él esperaba de la viña: frutos que tengan que ver con un obrar en rectitud y la práctica de la justicia. La sentencia para el pueblo es determinante: ustedes son la viña que no ha dado frutos. Y así como las plantas que no producen deben ser podadas, para ser purificadas, de la misma forma, el pueblo debe ser castigado, para llamarlo a la corrección.
Esperar con amor los buenos frutos La traición de un acuerdo o pacto rompe, destruye la relación entre los pactantes, llegando, incluso, al resentimiento y deseo de venganza. Y eso es lo que quiere evitar Pablo en sus comunidades, por eso les pide que se dediquen a obrar el bien. Cuando habla el corazón del pastor, tocado por el amor de Dios, tiene
muchas cosas que comunicar y exigir a su pueblo, pero lo hace siempre movido por la caridad, esperando que “den frutos de vida cristiana”. Una comunidad que experimenta el amor de Dios, utiliza sus dones y capacidades para el servicio de la misma comunidad. Y los frutos que produzca serán siempre buenos. El papa Francisco dice que el ser humano ha de tener “la seguridad de que no se pierde ninguno de sus trabajos realizados con amor, no se pierde ninguna de sus preocupaciones sinceras por los demás, no se pierde ningún acto de amor a Dios, no se pierde ningún cansancio generoso, no se pierde ninguna dolorosa paciencia” (Evangelii gaudium 279).
El dueño de la viña recibirá su fruto tarde o temprano Cuando Jesús plantea la parábola de los viñadores malvados a las autoridades religiosas, debe constatar que, como en el cántico de Isaías, los viñadores no han cambiado su conducta. Dios, el viñador, sigue interesado en cuidar y cultivar su viña, el pueblo elegido, para dar a conocer su amor y su poder, esperando recibir frutos de bien. Y está decidido a invertir todo cuanto está a su alcance para lograrlo, incluso enviar a su Hijo amado. Pero ante la negativa de conversión de los primeros arrendatarios, el Señor toma la decisión de entregar la viña a otros que le den sus frutos a su tiempo. Y para los culpables la sentencia es contundente: “Dará muerte terrible a esos desalmados” y les arrebatará la viña. Aun así el dueño de la viña no se desanima fácilmente, sino que continúa esperando los frutos, que son para el beneficio del pueblo, especialmente de los que esperan con paciencia la bondad y la misericordia del Señor. octubre / diciembre - 2014- Vida pastoral no 156
29
Guías homiléticas Octubre 12 XXVIII DOMINGO ORDINARIO Is 25, 6-10a / Sal 22 / Flp 4, 12-14.19-20 / Mt 22, 1-14 Del Evangelio según san Mateo (…) “La boda está preparada; pero los que habían sido invitados no fueron dignos. Salgan, pues, a los cruces de los caminos y conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren” (cf. Mt 22, 1-14).
Palabra del Señor
OBEDECER A LA PALABRA PARA CREERLE
L
os signos e imágenes de fiesta y banquete invitan a abandonar las ocupaciones cotidianas para entrar en la experiencia de la alegría y del convite que hace Dios: compartir la vida y los bienes con corazón desprendido, puesto al servicio de los hermanos.
Las acciones de Dios revelan su poder La fiesta es signo de una realidad trascendente, de una promesa que asegura vida plena de significación y sentido. Con la participación en el banquete el pueblo celebra y reconoce la maravillosa intervención de Dios en la historia, y, a la vez, el despliegue de un poder que libera, sana, consuela, ilumina, alimenta la esperanza y genera vida para todos. Las acciones divinas apuntan siempre a cuidar y velar por la vida. Por eso, los que profesan la fe esperan con alegría la salvación que Dios da en plenitud. Estamos, pues, llamados a proclamar las acciones de Dios con alegría y carácter festivo.
Contar en todo con la fuerza de Cristo Pablo, el gran evangelizador, ha experimentado de todo en su vida, que no duda en hacer un recuento de sus aventuras cuando así lo considera necesario. Él conoce bien las diversas formas de vivir la cotidianidad al servicio del anuncio de la Buena Noticia: abundancia y carencia, auxilio y abandono. Pero no duda, por eso, en decir que la fuerza y la voluntad para soportar los sufrimientos y no decaer en la misión le vienen del “Espíritu del Resucitado”. La capacidad misionera de Pablo (el anuncio del Evangelio) se fundamenta en la experiencia que hace de la gracia de Cristo que
30
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
actúa en él y de la certeza que tiene de la misericordia de Dios. Con esto Pablo demuestra al discípulo –y a todos los que hemos hecho opción por el Evangelio– que la fuerza que se necesita para anunciar el Reino está en Cristo. Liberarse de las cosas materiales así como de las pasiones que nos atan al mundo, nos hace libres para anunciar el Evangelio con la fe y la certeza de la generosidad que viene de la Providencia divina.
Capacitados para la obediencia de la fe La Palabra de Dios que se dirige al ser humano lo abre a la trascendencia, creando el espacio para que la acción de Dios, que espera la “obediencia de la fe”, promueva en los destinatarios la acogida. Jesús se vale de la comparación para hacer visible la realidad del Reino de Dios. En la historia de la salvación Dios ha buscado de diversas maneras comunicarse con las personas, pero ha chocado siempre con una serie de casos fallidos, de rechazo, de excusas para no aceptar la invitación. Sin embargo, el Señor no desiste de su intención original y busca otras formas de hacerlo, invitando a todos los que, sin contar con la vestimenta adecuada, quieren participar del banquete de la salvación. Una y otra vez el Señor ha querido reunir a los hombres en su casa, en torno a la mesa compartida; pero cada vez los destinatarios rechazan la invitación por estar muy ocupados en sus asuntos. Pero la Palabra vuelve a dirigir el llamado a cada persona que, por la obediencia de la fe, quiere llegar al conocimiento y comunión cada vez más profundos del misterio de Dios, revelado y comunicado por Cristo, Hijo único del Padre que se ha encarnado en la historia.
Octubre 19 XXIX DOMINGO ORDINARIO Is 45, 1.4-6 / Sal 95 / 1Ts 1, 1-5 / Mt 22, 15-21 Del Evangelio según san Mateo Conociendo Jesús la malicia de sus intenciones, les contestó: “(…) Enséñenme la moneda del tributo”. Ellos le presentaron una moneda. Jesús les preguntó: “¿De quién es esta imagen y esta inscripción?”. Le respondieron: “Del césar”. Y Jesús concluyó: “Den al césar lo que es del césar, y a Dios lo que es de Dios” (cf. Mt 22, 15-21).
Palabra del Señor
LA PERSONA ES EL CENTRO DEL PLAN DE DIOS
L
as acciones que Dios ha realizado y sigue realizando en favor del ser humano, hecho a su imagen y semejanza, nos muestran que Él se vale de personas que perseveran en la fe y en la esperanza de la novedad del Reino, dando a Dios lo que le corresponde.
Amados con un amor fidelísimo Para un israelita puede sonar extraño que Dios se valga de una persona pagana, que no lo conoce ni le da culto ni sigue sus leyes, para que libere al pueblo que sufre la amarga experiencia del destierro. Pero sabemos bien que los caminos del Señor son inescrutables, y Él es capaz de hacer maravillas memorables con aquellos que se dejan guiar por su mano. Lo que hace el rey pagano a favor de los israelitas, demuestra que no hay Dios fuera de Él, y que es Él quien guía los hilos de la historia. Es valioso notar que la motivación que mueve a actuar a Dios es “por amor a Israel”. Dios llama siempre a las personas por su nombre y las dota de capacidades especiales (dones, carismas) para que lleven adelante su plan de liberación. En el proyecto de salvación cada persona juega un papel protagónico, de acuerdo con su misión específica; pero hay unas que son “ungidas” por el Señor para que den a conocer su deseo de paz y de libertad a la que han sido destinados todos los pueblos de la tierra.
Hay frutos si se siembra con amor Hacer memoria de los hechos del pasado es una acción positiva de la persona de fe que lleva su vida de acuerdo con las enseñanzas de Jesucristo. Pablo y sus colaboradores realizan esta acción, y con eso dan gracias a Dios por la acogida que ha hecho la comunidad de Tesalónica del Evangelio y los frutos que han producido por la “fuerza del Espíritu Santo”.
Tres cosas resalta el apóstol: 1) La obra de la fe traducida en la acción dinámica y efectiva que realiza el Espíritu Santo en el corazón de los creyentes, que se expresa en el compromiso de vida llevado con alegría y perseverancia. 2) El trabajo del amor que supera la fatigosa actividad de las tareas realizadas en la comunidad. Son hechos concretos a favor de los demás. Por la fe somos justificados, pero son necesarias las obras. 3) La perseverancia, que se desprende de la esperanza y que dota a la comunidad de paciencia ante las tribulaciones y de constancia en la fe en Dios y en su Hijo, Jesucristo.
El ser humano es imagen solo de Dios Dios es celoso y no comparte la fe con los ídolos. Con autoridad y decisión pone las cosas en su lugar y reclama lo que le corresponde sólo a Él: la fidelidad. Si Dios es fiel, y ha hecho de todo por su pueblo, incluso hacerse hombre para estar en medio de los suyos y enseñarles el amor, el perdón, la misericordia, no puede esperar menos del hombre. Pero el corazón humano siempre está tentado a poner a prueba el amor fiel de Dios. De ahí que Jesús sea tajante en decir que no es posible hacer cohabitar a Dios con los ídolos, sino que hay que dar a cada uno lo que le corresponde. Sobre este tema de Dios y los ídolos, el papa Francisco dice que “la adoración del antiguo becerro de oro ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano” (Evangelii gaudium 55). Que la figura del césar (dinero) no nos deslumbre y se la ponga por encima del amor a Dios. octubre / diciembre - 2014 - Vida pastoral no 156
31
Guías homiléticas Octubre 26 XXX DOMINGO ORDINARIO Ex 22, 20-26 / Sal 17 / 1Ts 1, 5-10 / Mt 22, 34-40 Del Evangelio según san Mateo Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas” (cf. Mt 22, 34-40).
Palabra del Señor
AMAR AL PRÓJIMO DESDE EL AMOR DE DIOS
A
mar a Dios y al prójimo es hacer opción preferencial por aquellos que el sistema económico-comercial ha desfigurado su rostro, convirtiéndolos en seres desechables. Y los cristianos tienen la obligación de devolver su dignidad a los “desechables” por medio del amor y la ternura que provienen de Dios.
La ley de Dios protege a los marginados En el pueblo judío dos grupos sociales eran particularmente vulnerables: viudas y huérfanos. Junto a ellos estaban los forasteros, los jornaleros, los enfermos… que se encontraban en desventaja frente al poder dominante. La viudez era entendida incluso como un castigo divino (cf. Ex 22, 22s). Estas mujeres se veían sometidas a una serie de abusos como la pérdida de sus derechos y de su dignidad. Por su parte, ser huérfano era quedar relegado del beneficio social y económico. El niño no tenía derechos en la sociedad sino hasta que se hacía adulto y podía trabajar, vender su fuerza de trabajo, eso lo dejaba en desventaja. El Éxodo evidencia la clara y decisiva posición de Dios respecto a la persona en situación de sufrimiento, orfandad, necesidad, abandono, pobreza, marginación y discriminación social. Dios está de su lado y su ley los protege y asume su defensa.
La Palabra libera de los ídolos Pablo resalta la acogida fecunda de la Palabra de Dios por parte de la comunidad y su amplia difusión. Pero no sólo eso, sino que resalta sobre todo que ellos, abandonando los ídolos, se han convertido a Dios y ahora viven en la esperanza de la parusía del Señor resucitado. El Apóstol utiliza la palabra “ídolo” –que significa “retrato o copia”–
32
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
para indicar que éstos no poseen divinidad, sino que son el resultado o producto del pecado y de la insensatez humana. Liberarse del dominio de los ídolos es abrirse a la verdadera esperanza, con la mirada fija en la venida del Hijo de Dios. La parusía (manifestación gloriosa) de Cristo es la bienaventurada esperanza de la Iglesia, la gran culminación del Evangelio. La esperanza cristiana es Cristo resucitado, cualquier otra esperanza es ilusoria, basada en imágenes vacías (ídolos); pues, como dice el papa Francisco, “Jesucristo es el único salvador que actúa en la historia”.
El amor posee una doble dimensión El amor a Dios es total cuando, abandonando los ídolos, se deposita la fe y la confianza en el único Dios vivo y verdadero, devolviéndole a Él todo lo que le corresponde como Creador y Padre. El mandamiento del amor a Dios es inseparable del amor al prójimo, por eso Jesús los une como fundamento de toda la ley. El amor al prójimo es efectivo cuando se “hace opción” por el bienestar de las personas necesitadas, considerándolas “hermano” en la fe. Por tanto, no se trata de saber, a nivel teórico, cuál es el mandamiento más grande –que es importante–, sino de cómo éste se pone en práctica tanto en las relaciones con Dios como con el prójimo. Para Jesús estas dos dimensiones son inseparables: el cumplimiento del amor a Dios y al prójimo “como a sí mismo”. El ser personal tiene un elemento comparativo con el amor que yo tengo a mi propia persona y el que recibo de Dios. La combinación de ambos obliga a vivir la doble vertiente del único amor.
Noviembre 2 Conmemoración de los fieles difuntos Is 25, 6.7-9 / Sal 129 / 1Ts 4, 13-14.17-18 / Jn 6, 51-58 Del Evangelio según san Juan Jesús les dijo: “Yo les aseguro: si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día” (cf. Jn 6, 51-58).
Palabra del Señor
EL MISTERIO PASCUAL DE CRISTO DESTRUYE LA MUERTE
L
a celebración de hoy habla de eternidad, de vida que, por la fe en el misterio pascual de Cristo, alcanza su plenitud. Es tiempo para escuchar la Palabra y alimentarnos de la Eucaristía que nos capacita para superar la muerte y alegrarnos de la feliz resurrección.
La muerte no tiene la última palabra Cuando se piensa en la muerte no queda más que constatar que todo ser viviente tiene que pasar por esa realidad, tarde o temprano. Pero desde la iluminación que da la experiencia de fe a la experiencia humana, Isaías asegura que Dios destruirá la muerte para siempre, ésta ya no tendrá dominio sobre el hombre que pone toda su esperanza en el Señor. La muerte, cuando no es bien asumida, amarga la vida, volviéndola vulnerable, limitada… En Isaías, la destrucción de la muerte va acompañada de una experiencia sanadora, liberadora, consoladora; la tierra misma se verá beneficiada, pues ella será liberada de la muerte. La destrucción de la muerte será también la revelación del poder de Dios que salva y genera un estado de bienestar, de alegría y de gozo, que brota de descubrir el sentido pleno de la vida. Estamos llamados a descubrir el poder de Dios que se revela liberador de todo cuanto afecta o disminuye la vida del creyente.
La vida con Cristo para siempre en Dios La realidad de la muerte consterna, produce sensación de vacío y pérdida de la vida. Pero quien vive de la fe, sabe que Jesucristo tiene poder sobre la muerte, porque Él la ha destruido con su sacrificio. Por eso Pablo nos asegura y consuela al afirmar que los creyentes (todos los fieles, también los difuntos) estarán siempre con el Señor por haber muerto y resucitado con Él por el bautismo.
A partir del misterio pascual de Jesucristo la muerte y su poder le están sometidos, porque se ha convertido en Señor de la vida y de la resurrección. El creyente vive en la verdadera esperanza, mediante la cual supera la tristeza y obtiene la confianza de participar de la gloria del Señor. Él se hace partícipe del misterio pascual de Cristo por su inmersión en las aguas del bautismo. La unión con Cristo es fundamental para el consuelo y para consolar. A los que han muerto en Jesús, por la fe en su misterio pascual, Dios los llevará con Él para hacerlos partícipes de su misma vida divina e invitarlos a gozar de su intimidad.
Alimentados para la eternidad Muchos pasan la vida buscando fórmulas que garanticen la eternidad, la eterna juventud, la evasión de la muerte. Pues bien, las palabras de Jesús acaban con esas dudas, ya que Él afirma que el que come su carne (verdadera comida) y bebe su sangre (verdadera bebida), tiene vida eterna y Él lo resucitará el último día, es decir, lo hará partícipe de su vida resucitada. Jesús, por su sacrificio y donación total, es el único que puede ofrecerse a sí mismo como alimento de salvación que destruye la muerte para siempre. La suerte de los “fieles difuntos”, afirma la Escritura, está en las manos de Dios y ningún mal podrá desviar de esta realidad, pues su destino es la contemplación del Creador. Jesús, en cuanto Hijo del hombre, entregado a la muerte y resucitado por el poder de Dios, redime a los fieles de la muerte por el misterio pascual. La fe que profesamos, recibida en el bautismo, nos consuela ante lo dramático de la muerte. El alimento que Jesús ofrece por medio de la Palabra y la Eucaristía provee de la fuerza necesaria para caminar seguros a la morada eterna. octubre / diciembre - 2014 - Vida pastoral no 156
33
Guías homiléticas Noviembre 9 Dedicación de la basílica de letrán Ez 47, 1-2.8-9 / Sal 45 / 1Co 3, 9c-11.16-17 / Jn 2, 13-22 Del Evangelio según san Juan Intervinieron los judíos para preguntarle: “¿Qué señal nos das de que tienes autoridad para actuar así?”. Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré”. (…) Pero Él hablaba del templo de su cuerpo (cf. Jn 2, 13-22).
Palabra del Señor
EL NUEVO TEMPLO ES CRISTO Y LA IGLESIA
L
a fiesta dominical celebrada en comunidad nos exhorta a dirigir la mirada hacia el Resucitado, templo vivo y verdadero, donde el ser humano, por la fe y la esperanza, puede descubrir el lugar de la presencia y revelación del Dios encarnado en la historia y en los acontecimientos de la Iglesia.
El agua viva triunfa sobre la tierra de muerte Resulta utópico pensar que la tierra desértica pueda convertirse en fértil, sin embargo, si se cuenta con la bendición de Dios, que puede trasformar la muerte en vida, esto se convierte en realidad. Precisamente el profeta Ezequiel hace experiencia, por medio de una visión, del poder sanador, fecundo y bendito del agua que mana del templo de Jerusalén, lugar de la presencia de Dios. De los cuatro ángulos, que representan los cuatro puntos cardinales (=totalidad del mundo), brota sana y próspera la vida, por acción del agua que vuelve fértil incluso el desierto y las aguas salobres del Mar Muerto. Las imágenes narradas por Ezequiel tienen como finalidad animar a los israelitas en el destierro, con el hermoso mensaje de que la vida volverá a manar para todos y por todos lados. El templo es el lugar donde Dios habita y de él brota la vida para todo creyente que se acoge a su protección. El agua en el templo simboliza el sacramento del bautismo que, realizado con fe, comunica la misma vida de Dios.
Piedras vivas del templo de Dios Pablo especifica que el templo no es tanto la obra material, sino la construcción espiritual que hace cada miembro de la comunidad en cuanto piedra viva, “templo de Dios”. En dicha construcción Cristo es el fundamento, por eso todos sin excepción 34
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
deben participar. De ahí que cada comunidad, por el hecho de que se fundamenta en Cristo y de que en ella habita el Espíritu Santo, ejerce la función de templo. El Apóstol insiste en que cada miembro de la comunidad debe participar activamente en la construcción y unidad de la edificación de Dios, y debe hacerlo de manera consciente sobre lo que significa ser “piedra viva en el templo de Dios”. Edificar la comunidad cristiana, insertándose como piedra viva, es poner al servicio de todos los dones recibidos del Espíritu Santo en el bautismo. Quien no se siente parte viva de esa construcción (Reino de Dios) termina separándose de ella, dejando de lado su pertenencia y buscando otras fuentes de vida que no salvan ni edifican.
Templos vivos en el cuerpo del Resucitado El templo de Jerusalén representaba el lugar de la presencia de Dios en medio del pueblo, y, sin embargo, a pesar de su grandeza, el culto ahí celebrado era vacío e incoherente. Por eso Jesús, viendo la profanación que se hace del lugar, anuncia la destrucción del templo material, para dar cabida a uno nuevo, que será su cuerpo glorificado, donde se adore a Dios en espíritu y en verdad. El lugar del encuentro con Dios, es el templo, pero lo trascendente es la vida e historia de las personas reunidas en torno a su Dios, quien las convoca para comunicar vida como agua que hace fecundo todo a su paso. En la Iglesia estamos llamados a ver en cada persona, en cada bautizado, el templo de Dios. Si Cristo es el nuevo templo de la revelación y cercanía de Dios, es nuestra misión hacerlo accesible a todos por medio de su palabra, los sacramentos y las acciones concretas en favor de los “templos” desfigurados por la injusticia y la maldad.
Noviembre 16 XXXIII DOMINGO ORDINARIO Pr 31, 10-13.19-20.30-31 / Sal 127 / 1Ts 5, 1-6 / Mt 25, 14-30 Del Evangelio según san Mateo El Reino de los Cielos se parece a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco millones; a otro, dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue (cf. Mt 25, 14-30).
Palabra del Señor
LA COTIDIANIDAD DE LA FE SE VIVE EN ALEGRÍA
L
a liturgia dominical invita a romper el círculo de la rutina, de lo cansino, para abrirse a la vida y sus nuevas perspectivas. Cuando el creyente comprende que toda su actividad está marcada por la acción divina, dispone la mente, el corazón y la voluntad para llevar adelante la obra reveladora del amor de Dios.
La habilidad de la mujer y su valor El texto de Proverbios describe una imagen de mujer que sabe descubrir el sentido y significado de la vida en los diferentes ámbitos en que se desarrolla: es hábil y eficaz, busca el bien de todos, es creativa en los momentos de ocio, diestra con sus manos, pero, además, es temerosa de Dios. Ofrece, pues, una imagen positiva y creativa de la mujer como modelo del creyente, como luz en medio de confusiones ideológicas y de búsqueda de intereses dudosos. La mujer no es sólo el complemento del varón, sino su compañera de camino. El papa Francisco nos recuerda que “la Iglesia reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los varones. Por ejemplo, la especial atención femenina hacia los otros, que se expresa de un modo particular, aunque no exclusivo, en la maternidad” (Evangelii gaudium 103). La mujer no es sólo el complemento del varón, sino la ayuda y compañera para su perfección y desarrollo.
La vida y la luz son motivo de espera La vida está marcada por experiencias de luz y de tiniebla, que ayudan, en cierta medida, a darle equilibrio. Sin embargo, la luz es el elemento dominante en la vida del cristiano a partir del misterio pascual de Jesucristo. Por eso, hay que estar
vigilantes para no caer en la oscuridad de una vida carente de sentido. Precisamente Pablo hace un llamado a la vigilancia en todo momento, no sólo en los de oscuridad, sino también en los de luz. El creyente debe estar atento, en todo momento y con todo su ser, a la llegada de su Señor al final de los tiempos. Por eso quien espera en la manifestación del Resucitado no se deja sorprender por la oscuridad de la noche, sino que hace de la vigilancia su itinerario de vida y encuentro con Dios por medio del servicio y la oración. El creyente, que no desprecia el sano disfrute de las bondades de este mundo, sabe, sin embargo, que la vida divina es mucho más valiosa, y se ejercita para alcanzarla.
La fidelidad es respuesta al don de Dios La vida de fe no puede estar marcada por una experiencia de temor. Al contrario, ha de estar llena de sentido, de acuerdo con sus posibilidades humanas y espirituales. Como cristianos, sabemos que no creemos en Dios por temor, sino por el gran amor que nos ha mostrado en todo momento. La fidelidad de Dios hacia la criatura se hace manifiesta con el envío del Hijo. Corresponde al creyente responder a esa fidelidad en lo cotidiano, haciendo de lo ordinario algo extraordinario. Quien actúa con fidelidad se hace digno de que le confíen cosas mayores, tanto en el ámbito de las responsabilidades laborales y pastorales. Eso sí, hay que reconocer que la auténtica fidelidad, sobre todo la que tiene que ver con el misterio de la fe, está en íntima relación con la experiencia y vivencia de la alegría, pues se es fiel en lo mucho o en lo poco pero con un espíritu alegre, bien dispuesto, que manifieste que hay un motivo mayor que lo mueve a actuar de esa forma, aun cuando la sociedad promueva lo contrario. octubre / diciembre - 2014 - Vida pastoral no 156
35
Guías homiléticas Noviembre 23 JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO Ez 34, 11-12.15-17 / Sal 22 / 1Co 15, 20-26.28 / Mt 25, 31-46 Del Evangelio según san Mateo Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas en Él todas las naciones, y Él apartará a los unos de los otros (…) pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda (cf. Mt 25, 31-46).
Palabra del Señor
EL AMOR DECIDE CADA MOMENTO
L
a Eucaristía es una verdadera fiesta donde los creyentes se reúnen para celebrar el amor que se hace efectivo en los necesitados, que son atendidos sin discriminación. El amor practicado en el prójimo revela la presencia de Dios en la comunidad y en el mundo.
Dios juzga con sabiduría La palabra “juicio” tiene que ver con impartir justicia, discernir conductas correctas e incorrectas, elegir, separar, decidir, seleccionar y hasta imponer castigos. Ezequiel describe a Dios con la imagen viva del juez que “diferencia a las ovejas de los carneros y machos cabríos”. El profeta muestra que el Señor se ve obligado a entablar un juicio, una nueva selección para establecer el auténtico rebaño. Si el pueblo se revela, significa que ha roto la alianza y se hace merecedor de “la ira del Señor”. En el trasfondo del texto se encuentra la imagen del pastor ante un momento crítico de su rebaño. El pastor se ve obligado a extirpar del rebaño la maldad, el abuso y la injusticia, con el fin de instaurar la justicia. Al hacer esto, emite un juicio crítico contra algunos miembros del pueblo. Dios juzga. Él se resiste al mal que habita en medio de su pueblo, para ponerse del lado del cumplimiento de su Ley, que protege a los más débiles, a los que confían en su bondad y en su justicia.
La hora definitiva del Reino ha llegado Dios ha prometido al pueblo, a lo largo de los siglos, su protección permanente, ofreciéndole una salvación estable. Esta salvación estable se hace realidad en el misterio pascual de Jesucristo, especialmente con su resurrección. Pablo, sin usar la imagen directamente, presenta a Cristo como el Rey que “entregará el Reino a su Padre” para que Él sea todo en todas las co36
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
sas. Él lo hace en calidad de primer resucitado de entre los muertos, es decir, como primicia de los vivientes. Y los que Él entregue en manos del Padre poseerán la vida eterna. En el Reino la muerte y todo poder del mal serán vencidos, y la Vida gloriosa comenzará a reinar, y con ella todos los que le pertenecen a Cristo. La imagen paulina es hermosa, porque nos permite imaginar a Cristo poniendo en las manos del Padre eterno la humanidad nueva y los cielos nuevos, rescatados para siempre de la muerte y del pecado. Entonces Dios reinará por los siglos de los siglos, y la misión del Hijo de eternizar la vida será una realidad.
Solo una cosa es necesaria: el amor Sin desconocer la idea que cada uno tiene sobre el juicio final, la imagen que presenta el Evangelio es consoladora. Jesús, como juez universal, separa las ovejas (“benditos del Padre”) de los cabritos (“malditos del Padre”), con un juicio irrevocable, donde ya no hay posibilidad alguna de volver atrás, porque la sentencia está dictada. La clave de ingreso en el Reino de los Cielos no es tanto la práctica escrupulosa de la ley (culto sin obras), pues ésta ni siquiera se menciona en el texto. Lo que realmente cuenta es la “práctica efectiva” del amor hacia las personas, sin distinción de clase, raza, lengua, orientación política o identidad religiosa. Lo que vale para alcanzar la salvación es actuar siempre en nombre de Cristo, especialmente donde Dios “parece estar ausente”: la pobreza social. La sentencia que hace el Hijo del hombre es la ayuda o no hecha a los pobres, donde se manifiesta el auténtico rostro de Dios. La solemnidad de Jesucristo, Rey del universo, es la celebración del amor que se extiende a todos los hombres por igual.
Noviembre 30 I DOMINGO DE ADVIENTO Is 63, 16-17.19; 64, 2-7 / Sal 79 / 1Co 1, 3-9 / Mc 13, 33-37 Del Evangelio según san Marcos Jesús dijo a sus discípulos “Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento (…). No vaya a suceder que llegue de repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta” (cf. Mc 13, 33-37).
Palabra del Señor
ESPERANZADOS EN LA REVELACIÓN DEL SEÑOR
E
l Adviento es tiempo de preparación para la venida del Señor al final de los tiempos, y la liturgia nos invita a permanecer vigilantes, con espíritu de conversión, bajo el signo de la vida en el amor, el servicio, la fe y la esperanza de la redención.
Dios no es el culpable Un nuevo tiempo litúrgico comienza y con él la Palabra de Dios anima el corazón de los creyentes a esperar con alegría la irrupción del Señor que, como Padre y redentor, desciende de lo alto por amor a sus siervos. El profeta Isaías invita a levantar la mirada al cielo y suplicar al Señor que aplaque su ira y perdone las culpas. Pues Él conoce nuestras debilidades, ya que somos hechos del barro que moldearon sus manos, por eso actúa como Padre y “rasga los cielos” para manifestar el rostro del amor que sana y libera. El Señor “rompe” la relación con el ser humano por causa del pecado, la dureza del corazón o por el culto ofrecido a otros dioses. Por eso, resulta atrevido juzgar de forma ligera a Dios, culpabilizándolo de las desgracias que azotan a los pueblos. Dios no es el culpable de nada, pues Él “sale al encuentro del que practica alegremente la justicia”. Es la infidelidad del hombre la causante de los males y sufrimientos que tiene que soportar la humanidad entera. Así lo reconoce el profeta, cuando dice: “Estabas airado porque nosotros pecábamos y te éramos siempre rebeldes”.
A la espera de la manifestación de Jesucristo Pablo alaba a Dios por la gracia concedida a las comunidades por medio de Jesucristo. Pues por pura gracia y misericordia de Dios él se convirtió en el mediador de todos los bienes que el Padre deseaba comunicar. En efecto, en Cristo los cristianos
fueron enriquecidos en toda “palabra” y en todo “conocimiento”. El testimonio de Cristo hace posible que el Evangelio eche raíces profundas en las comunidades. La Palabra recuerda las intervenciones espontáneas de las personas en los encuentros litúrgicos. Esas intervenciones eran suscitadas por el Espíritu Santo. El conocimiento, por su parte, es un don que el Espíritu concede a ciertas personas. Por medio de ese don las comunidades van descubriendo el proyecto de Dios en su camino. Pero los dones del Espíritu son instrumentos que llevan a las comunidades a esperar la revelación definitiva del Señor Jesucristo. Es necesario que las comunidades, con la fuerza del Espíritu, se dejen modelar por el proyecto de Dios, como el barro en las manos del alfarero.
Atentos a la revelación del rostro de Dios Jesús insiste de varias formas y con verbos diferentes sobre la actitud de la vigilancia que debe tener el creyente ante la inminencia de los hechos del final de los tiempos. Él mismo es testimonio de lo que significa estar atento a la manifestación de la voluntad del Padre. Con la frase “velen y estén preparados” Jesús insiste en que no es posible saber cuándo llegará ese momento, y lo único y lo más sensato que se puede hacer es estar vigilantes, “permanecer alertas”. Es necesario tomar conciencia de que la actitud de preparación y vigilia no es algo pasivo, sino que requiere de dinamismo, de movimiento, de acción continua. A eso nos invita la liturgia de hoy, a permanecer atentos, despiertos, preparados, buscando en los acontecimientos cotidianos que nos circundan la revelación del rostro de Dios que se acerca a nuestra realidad, que se hace carne para solidarizarse con nuestra fragilidad, y así hacernos partícipes de su amistad, de su divinidad y de su amor. octubre / diciembre - 2014 - Vida pastoral no 156
37
Guías homiléticas Diciembre 7 II DOMINGO DE ADVIENTO Is 40, 1-5.9-11 / Sal 84 / 2P 3, 8-14 / Mc 1, 1-8 Del Evangelio según san Marcos Juan proclamaba: “Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero Él los bautizará con el Espíritu Santo” (cf. Mc 1, 1-8).
Palabra del Señor
POR EL CAMINO LLEGARÁ EL SEÑOR
H
oy aparece la imagen del camino: de liberación y de regreso a la tierra prometida; de conversión para el encuentro con el Mesías, el Hijo de Dios, y de esperanza activa en el “día del Señor”, que hará posible “nuevos cielos y nueva tierra”, donde habitará la justicia.
Preparen el camino del Señor Bajo el signo de la consolación, que es propio de “nuestro Dios”, el profeta Isaías exhorta al pueblo a que “prepare el camino del Señor”. Pues ha pasado ya el tiempo de la “ira divina” y el pueblo, purificado de su pecado, es llamado a vivir en la compañía “de su Dios”. Isaías exhorta a “preparar” el camino del Señor que libre de todo obstáculo, atraviesa por desiertos y páramos hasta llegar al monte (casa) de la gloria del Señor; pero no se trata, sin embargo, de una preparación en el sentido material, sino en el sentido espiritual, que abarca las dimensiones de la fe y de la esperanza. Pero esta preparación implica una cierta dosis de dolor, de sufrimiento, pues es necesario abandonar los hábitos y actitudes que se oponen a la llegada del Señor; es liberarse de todo obstáculo que se encuentre a lo largo del camino y de la propia vida. Así, entonces, el dolor se vuelve fecundo y de él brota, como fruto agradable, la experiencia maravillosa del amor, del retorno, del reencuentro.
La maravillosa experiencia de la espera El tiempo presente, marcado por la espera, es parte del proyecto de Dios, que no se apresura en juzgar, sino que, recurriendo a la paciencia, anhela que todos se conviertan y se vuelven de corazón hacia su Creador y Padre. Ahora bien, la “espera” se transforma en un acontecimiento maravilloso cuando el “esperado” es “mensajero de buenas nuevas”. Eso
38
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
acontece con la venida del Señor; y el encuentro con Él transforma nuestra vida en júbilo, en gozo, en canto, en anuncio, en proclamación. Los cielos nuevos y la tierra nueva que se esperan están en estrecha relación con el restablecimiento y la práctica de la justicia. Por eso la relación con Dios debe estar cimentada en la paz y en la aniquilación de todo aquello que se opone al proyecto de salvación. Además, la palabra que el heraldo dirige a la comunidad no es de miedo o temor, sino de esperanza por lo nuevo. Es un mensaje que levanta el ánimo y nos dispone para la venida del Señor, que llega a renovar definitivamente la faz de la tierra.
Preparar el camino al Señor Jesús El principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios, tiene su fundamento en el oráculo del profeta Isaías, que invita, por un lado, a escuchar al mensajero que clama en el desierto la conversión, y, por otro lado, a preparar el camino de la vida para recibir al Salvador. La conversión que habla el texto está relacionada con “un bautismo de arrepentimiento, para el perdón de los pecados”. El sacramento del bautismo “cancela” en los cristianos católicos los efectos del primer pecado (“original”), nos devuelve la condición de hijos de Dios y nos hace miembros de su pueblo santo (la Iglesia). Para la Iglesia primitiva el bautismo es el signo primero y fundamental, porque es la puerta de entrada a la vida cristiana. Así lo entiende también la comunidad de Marcos, por eso subraya la fuerza del bautismo, que es capaz de borrar los pecados. Poniendo en labios del Bautista, destaca la poderosa figura de Jesucristo, “el que viene”, porque tiene el poder de bautizar, ya no sólo con agua, sino con el Espíritu Santo, sellando así la pertenencia a la comunidad trinitaria.
Diciembre 14 III DOMINGO DE ADVIENTO Is 61, 1-2.10-11 / Sal: Lc 1 / 1Ts 5, 16-24 / Jn 1, 6-8.19-28 Del Evangelio según san Juan Le preguntaron: “Entonces ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?”. Juan les respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias” (cf. Jn 1, 6-8.19-28).
Palabra del Señor
TODA LA VIDA SE VERÁ COLMADA DE ALEGRÍA
L
a comunidad es el lugar ideal para entrar en comunión con el Dios fiel. Al participar de ella descubrimos que hay esperanza de vida nueva para todos. En comunidad damos testimonio del Mesías que viene a inaugurar el nuevo y definitivo éxodo de libertad y vida para los que fueron privados de ella.
La alegría que brota desde dentro Uno de los temas recurrentes de la Escritura es el de la alegría, y a lo largo de la historia de la Iglesia y del camino de fe del creyente está siempre presente. El profeta Isaías habla del júbilo que causa la presencia del Señor. Este júbilo no es otra cosa que la alegría desbordante que afecta a la parte más sensible del alma del ser humano. No es una simple alegría pasajera, sino la alegría que brota desde lo más íntimo de la persona. La alegría que comunica la presencia del “ungido” del Señor, que viene a restaurar la vida en plenitud, expresa salvación y justicia. Los profetas, por lo general, usaban la alegría para expresar el gozo de los tiempos finales, el tiempo mesiánico de la salvación y el perdón de los pecados. Isaías compara la alegría mesiánica con la imagen, muy evocativa, de los novios que se preparan para entregarse el uno al otro. La alegría es plena porque ha terminado todo cuanto la disminuía: la tribulación, el pecado y la muerte. Vivamos el gozo del anuncio del profeta hoy.
La alegría purifica todo el ser La alegría cristiana no puede ser meramente externa, ni algo pasajero, sino que debe producir en la persona un estado de ánimo que la capacite para hacer frente a los problemas y contrariedades de la vida. Es un don que abre las puertas al misterio de Dios escondido en la cotidianidad. Pablo nos exhor-
ta a conservar la alegría que viene de Cristo. Pero no una alegría de labios para afuera, sino la que brota de lo más íntimo de una vida llevada con pureza de mente y de cuerpo, es decir, de todo el ser. El motivo es sencillo: quien ha experimentado la salvación que Dios ofrece en su Hijo, no puede sino llevar una vida nueva, en coherencia con esa experiencia existencial profunda. El papa Francisco reitera la idea de Pablo de que “la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (Evangelii gaudium 1).
La alegría será colmada pronto La alegría de la espera alcanza su recompensa con la presencia de la Luz, que llega para poner al descubierto la maldad de los opresores y hacer visible el amor de Dios que se hace “uno de nosotros”. Es una experiencia de expectación, de tensión, porque el esperado ya está en medio del pueblo. Es uno que se revela cercano, hecho carne, Jesús, el Hijo de Dios. La voz de Juan Bautista, que llama a la vigilancia, provoca la expectación mesiánica y la incertidumbre en sus oyentes, que llegan, incluso, al paroxismo de una respuesta inminente: “¿Quién eres, pues? ¿Qué dices de ti mismo?”. Las palabras de Juan despiertan un sentimiento de ansiedad en el pueblo, incluido las autoridades políticas y religiosas que, ante la aparición de un profeta o de un caudillo, quieren ver la figura del descendiente de David. Sin embargo, llegado el momento preciso, por su incorrecta interpretación de la presencia del “enviado de Dios”, no serán capaces de reconocer al verdadero Mesías. Incluso hoy, muchos de nosotros podemos caer en la misma ceguera de los interlocutores de Juan. octubre / diciembre - 2014 - Vida pastoral no 156
39
Guías homiléticas Diciembre 21 IV DOMINGO DE ADVIENTO 2S 7, 1-5.8-12.14.16 / Sal 88 / Rm 16, 25-27 / Lc 1, 26-38 Del Evangelio según san Lucas El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo (…) Él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin” (cf. Lc 1, 26-38).
Palabra del Señor
DIOS CUMPLE SU PROMESA DE SALVACIÓN
L
as promesas de Dios, desde antiguo, encuentran su cumplimiento en Jesucristo, pues Él se encarna en nuestra historia, asumiendo la condición humana, naciendo pobre en medio de los pobres. La liturgia nos invita a alegrarnos, como María, porque el Señor está con nosotros, revelándonos los secretos de su proyecto de amor.
La promesa de una dinastía El proyecto de una persona que vive la experiencia de fe no se limita a cosechar triunfos pasajeros, carentes de compromiso. No. La persona de fe sabe que todo el proceso de su vida está impregnado del amor y el poder de Dios, y desea llegar hasta el final haciendo obras que revelen el misterio que ha dado sentido a su existencia. El texto de Samuel es consolador y desvela esa realidad de fe. Ante la idea del rey de construir un templo como morada del Señor, Él se manifiesta de otra forma, porque tiene otros planes, relacionados con la descendencia real y la promesa de un Reino que permanecerá para siempre. Cuando el ser humano piensa que puede servirse e incluso organizar la vida de Dios, aprisionándolo en un templo, el Señor se adelanta para comunicar que es Él quien se preocupa y organiza la vida del hombre. Para Dios la permanencia de la descendencia davídica es mucho más importante, pues de eso dependerá que, en el transcurso de la historia, su promesa se cumpla y el “Hijo de David” se “encarne” en medio de su pueblo.
Atentos a contemplar el misterio revelado Por lo general, una buena noticia produce un gran gozo y un sano orgullo. Pues bien, Pablo tiene el gozo de comunicar a todos que el Dios eterno, según su plan salvífico, ha decidido revelar el misterio guardado durante siglos. Es la gran novedad 40
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
del “Evangelio de Dios” (Jesucristo) que se manifiesta no sólo a los judíos, sino a todos los que acepten la predicación por la fe. De esta buena noticia Pablo es heraldo privilegiado, y por eso se siente orgulloso, pero lo ve como una necesidad. Pues la revelación no es un invento de él ni de los seres humanos, sino don y gracia del Altísimo. Lo que había prometido a los profetas se ha cumplido. Sí, Pablo es testigo cualificado de que la Palabra de Dios se ha cumplido en la persona del Mesías, el Hijo de Dios encarnado en María. Al acercarse la noche de Navidad la palabra nos invita a estar atentos a la revelación del misterio, que será maravilloso, del Dios cercano y fiel.
Por la fe Dios hace que todo sea posible En el texto del evangelio María es la destinataria de la Buena Noticia de Dios por parte del ángel Gabriel. La comunicación del proyecto divino y su misterio causan temor en aquella joven de Nazaret, pero el mensaje es claro: concebirá y dará a luz un hijo, de nombre Jesús. La reacción de María es a todas luces normal, sus preguntas son lógicas desde el plano humano. El evangelista Lucas detalla las características del que ha de nacer y cómo será el evento de la encarnación. María, en medio de la incertidumbre, pero en total apertura al querer divino, acepta la voluntad de Dios. En esta mujer de la Navidad la Palabra de Dios encuentra un terreno fértil. Ella cree que para el Dios de Israel, el que ella conoce por experiencia, no hay nada imposible. Su vida de fe y de oración le preparó para la acogida de la Palabra que se hace carne en su seno virginal. Vivamos de la fe como la Madre de Dios.
Diciembre 28 SAGRADA FAMILIA Si 3, 2-6.12-14 / Sal 127 / Col 3, 12-21 / Lc 2, 22-40 Del Evangelio según san Lucas Movido por el Espíritu, Simeón fue al templo (…) lo tomó en brazos y bendijo a Dios: “Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador (…) luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel” (cf. Lc 2, 22-40).
Palabra del Señor
LA FAMILIA, DON DE DIOS A LA IGLESIA
E
l mundo es la familia de Dios, pues Jesús se encarnó en nuestra realidad, experimentando el drama de la familia humana y conduciéndola a la vida en plenitud. Por eso, con la fiesta de la Sagrada Familia celebramos la certeza de que somos guiados por Dios por el camino que conduce a la vida y a la libertad.
La familia y sus grandes beneficios La celebración de la Navidad por lo general es de carácter familiar. El mundo cristiano se prepara para vivir de muchas formas el gran acontecimiento de la salvación en familia, en el calor del hogar. En lo más profundo del ser humano hay un sentimiento compartido entre Dios y la familia, a veces de manera muy intensa y sana. El Eclesiástico une ambas realidades en uno y proclama que el que teme al Señor honra a sus padres. El texto es significativo en cuanto resalta los muchos beneficios que obtiene el que honra a sus padres: limpio de pecado, alegría, escuchado en la oración, larga vida. No podemos dejar pasar estas enseñanzas dirigidas a aquellos que nos han dado la vida y nos han acogido en el seno familiar. La familia, pese a todas sus dificultades, sigue siendo el lugar donde se construye el presente con visión de futuro, donde se reciben la mayoría de beneficios humanos y espirituales. Por eso, más allá de las críticas que se han generado alrededor del tema de la familia, cuidemos de ella y de todos sus miembros.
La familia tiene su fundamento en el Señor Pablo expone una gran lista de beneficios para los miembros de la familia, especialmente aquellos que ayudan a sostener las relaciones no sólo familiares, sino también sociales, en un nivel saludable, con la certeza de haber sido elegidos por Dios en Cristo. Vale la pena hacer un recuento y análisis de todas esas características paulinas de la vida fami-
liar. Esto dará una nueva perspectiva a la vida del creyente, pues todos los vínculos se explican y fortalecen, la propia persona se beneficia con el don de la paz y la comunidad se engrandece y encuentra sentido a toda su acción litúrgica. El objetivo del texto de Colosenses es presentar la familia desde la visión y perspectiva fundacional de Dios. Podrá haber muchas formas de entender y vivir la familia, pero para el creyente hay sólo una, la fundada en el Evangelio y en la persona de Jesucristo. La Familiaris consortio, de Juan Pablo II, recuerda que “con el anuncio de la Palabra de Dios, la Iglesia revela a la familia cristiana su verdadera identidad, lo que es y debe ser según el plan del Señor”.
La familia protege a los suyos Todos hemos nacido en el seno de una familia, pequeña o grande, y por experiencia sabemos que la vida en familia no tiene por qué ser idílica, así como no lo fue la de Jesús, aunque muchos quieran presentarla de esa forma. La realidad familiar engloba todas las circunstancias y situaciones del ser, y se convierte en escuela de vida mientras dura la existencia. Ésta es también la realidad de los padres de Jesús que desde el principio tuvieron que enfrentar contrariedades y sufrimientos. Jesús, el Hijo del Altísimo, el Dios-con-nosotros, no estuvo exento de la opresión política y social de su tiempo, y tendrá que experimentar en su propia carne, desde el instante de su nacimiento, el desprecio, la persecución, el destierro, la muerte... El hecho de nacer en un ambiente marginal lo llevará a ser solidario con los marginados. El tener que vivir y formarse en el seno de un hogar que pasó por varias peripecias, pero que siempre confió en la voluntad de Dios y protegió la vida por encima de toda, le capacitará para hablar con valentía sobre el valor del matrimonio y defender la vida por encima de todo. octubre / diciembre - 2014 - Vida pastoral no 156
41
Profetismo en el El
Biblia
Nuevo
Testamento Por: José Luis Sicre Díaz
Un primer dato de interés: en el Nuevo Testamento no encontramos ningún profeta comparable a los del Antiguo Testamento, al menos en ciertos rasgos esenciales. A lo sumo se podría comparar al autor del Apocalipsis con el del Libro de Daniel. Pero de ningún personaje, ni siquiera de Juan Bautista o Jesús, se cuenta una vocación profética como la de Amós, Isaías, Jeremías o Ezequiel.
1. Las fuentes Pablo nos da a conocer los problemas: desprecio de la profecía y conflicto con el don de lenguas. Lucas, en Hechos, ofrece una teología y práctica del profetismo en la Iglesia. El Apocalipsis de Juan se orienta en la línea de la corriente apocalíptica, intentando consolar y animar a una comunidad perseguida. El carácter profético de la obra queda claro desde su comienzo: “Revelación que Dios confió a Jesucristo para que mostrara a sus siervos lo que va a suceder pronto; y Él la manifestó enviando su ángel a Juan, el cual atestigua que cuanto vio es Palabra de Dios y testimonio de Jesucristo. Dichoso el que lea y los que escuchen las palabras de esta profecía y observen lo escrito en ella,
42
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
pues su plazo está próximo” (Ap 1, 1-3). Los evangelios ofrecen datos muy diversos sobre Juan Bautista, Jesús y las ideas del pueblo en aquel tiempo a propósito de los profetas. Como ocurre siempre en el estudio de un tema bíblico, puede haber pasajes donde no se hable de un profeta ni se use el término “profetizar”, pero que correspondan perfectamente a lo que haría un profeta del AT. Por citar dos ejemplos, la Carta de Santiago, cuando habla de la forma en que se trata a los pobres en la comunidad, y Pablo cuando aborda la celebración de la Eucaristía en Corinto, con enormes desigualdades económicas y sociales. Ambos pasajes empalman con la literatura profética más clásica (Amós, Isaías, Miqueas).
2. El vocabulario
el autor del Apocalipsis (10, 11). Pablo no usa el verbo en este sentido.
2.1 προφητης 144 veces, 37 en Mateo, 29 en Lucas, 30 en Hechos, 14 en Juan, 6 in Marcos y sólo 10 en Pablo. En general, el Nuevo Testamento entiende por profeta al que proclama un mensaje divino, inspirado. Ya que la revelación se la concede el Espíritu, tiene un conocimiento especial del futuro (Hch 11, 28) y conoce el pasado de una persona sin información previa (Jn 4, 19: la samaritana, “veo que eres un profeta”) y es capaz de penetrar en los corazones de las personas que encuentra (Lc 7, 39: “Si éste fuera un profeta…”). Pero no es un mago ni un adivino, es esencialmente quien proclama la Palabra de Dios.
c. προφητευω puede significar también “dar a
2.2 προφητις sólo 2 en el Nuevo Testamento. Aun-
que otras mujeres tienen el don de profecía (Hch 2, 17 f.; 21:9; 1 C. 11:5), no se les da el título.
2.3 προφητευω es mucho más frecuente en Pablo. De las 28, 11 están en las cartas paulinas. Igual que προφητης, προφητευω tiene diversos sentidos: a. “Proclamar la revelación del mensaje de Dios, im-
partido por el profeta” (1 C. 11:4 f.; 13:9; 14:1, 4 f., 39).
b. “Predecir”. Esta es la visión que el NT tiene de
los profetas del AT, los que predicen y proclaman el futuro de antemano (Mc 7, 6 par.; Mt 15, 7; 11, 13; 1P 1, 10; Judas 14). Así también Zacarías (Lc 1, 67), el sumo sacerdote Caifás (Jn 11, 51) y Juan,
conocer algo oculto”, conceder a otros lo que está fuera del alcance del conocimiento natural (Mc 14, 65 par.; Mt 26, 68 y Lc 22, 64).
d. En Pablo el término tiene un carácter eminentemente ético y exhortativo. Hace referencia a la enseñanza, exhortación y consuelo (1Co 14, 3.31). El que profetiza recuerda el juicio divino y llama a la conversión. e. En Hechos 19, 6 la combinación con λαλειν
γλωσσαις muestra que προφητευω hace referencia a dar gloria a Dios de manera inspirada y extática (cf. Hch 10, 46).
3. Profecía y profetas en las comunidades paulinas: Tesalónica, Corinto y Roma 3.1. Tesalónica y el peligro de despreciar la profecía “No apaguen el Espíritu, no desprecien la profecía, pero examínenlo todo y retengan lo bueno, eviten toda especie de mal” (1Ts 5, 19-20). Prescindiendo que estas palabras sean de Pablo o una instrucción eclesial previa, de ellas se deducen cuatro datos de gran interés:
octubre / diciembre - 2014 - Vida pastoral no 156
43
Biblia
3.1.1 La estrecha relación entre el Espíritu y la pro-
fecía, cosa que distingue totalmente a la profecía bíblica de la griega. Pero también distingue a la del NT de la del AT. Aunque es cierto que el Espíritu desempeña un puesto capital en el mundo profético del AT (basta recordar a Ezequiel), el Espíritu Santo supone una profundización en esa idea.
3.1.2 La profecía aparece como un don estrechamente relacionado con la comunidad. Es en sus celebraciones donde tienen lugar las manifestaciones proféticas y donde cabe la posibilidad de despreciarlas. Este dato es de sumo interés porque supone un cambio radical con respecto a la profecía clásica. Los antiguos profetas, tras pasar por una etapa de cercanía al rey y a la corte, terminaron dirigiéndose al pueblo. La profecía de los siglos VIII-VII a.C. tiene un carácter marcadamente público. Por eso, forman parte de su mensaje los temas más variados de política nacional e internacional, justicia social, organización del culto, etc. En la comunidad cristiana de Tesalónica, igual que en las otras de la época, la profecía se mueve en el estrecho espacio de unos pocos cristianos. Son sus problemas los que se abordan, al parecer de tipo muy distinto y sin gran incidencia en la vida pública del Imperio Romano. Esto no impide que el Apocalipsis aborde el gran problema del imperialismo, aunque de forma más literaria y simbólica que lo hicieron Isaías, Habacuc, Nahún o Jeremías. 3.1.3 La profecía aparece como posible fuente de conflicto en la comunidad. Esto no debe extrañarnos porque así ocurrió a lo largo de toda la historia de Israel. En este caso concreto, ignoramos qué aspecto de la profecía provocaba rechazo en ciertos
44
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
sectores de Tesalónica. Algunos han pensado en que los que se presentaban como profetas vestían de forma extraña o se comportaban de forma extravagante (cosa que hemos visto en los textos de Zacarías y que conocemos aún mejor por la obrita de Luciano de Samosata sobre Alejandro o el falso profeta). Sin embargo, es más probable que el rechazo lo provoque el contenido de las afirmaciones de los profetas, quizá de corte milenarista y con insistencia en la próxima venida del Señor.
3.1.4 Pablo, que defiende a los profetas, no les concede, sin embargo, un cheque en blanco. La comunidad debe examinar lo que dicen y quedarse con lo bueno. Este tema reaparecerá en la Primera carta a los Corintios.
3.2. Los carismas, la profecía y el don de lenguas
El tratamiento más detallado del NT sobre la profecía lo encontramos en 1Corintios 12-14. El problema de fondo es el conflicto que había surgido en la comunidad entre los entusiastas de hablar en lenguas y los partidarios de la profecía. La expresión que usa Pablo, “hablar en lenguas”, resulta bastante enigmática y se ha prestado a diversas interpretaciones. Forbes recoge las siguientes: a) Capacidad milagrosa de hablar lenguas extranjeras, igual que piensa Lucas; b) capacidad milagrosa de hablar las lenguas de los ángeles; c) combinación de las dos anteriores; d) una forma de lenguaje sublingüístico o prelingüístico (inarticulado, pero con capacidad de transmitir un mensaje), o una especie de afirmación codificada, análogo al lenguaje pero no idéntico (articulada); e) una forma peculiar de lenguaje, una especie de dialecto para la oración, en el que predominaban términos arcaicos o extranjeros.
Del vivir apático al vivir simpático Con fervor teológico, esta obra busca ofrecer luces en el Misterio pascual del Señor que iluminen la noche casi desesperada del dolor humano.
En la Iglesia antigua estaba difundida la primera interpretación. Ireneo (Adversus hereses 5.6.1) y Crisóstomo (Homilía 29) creían que la glosolalia, todavía presente en sus Iglesias, era el don milagroso de lenguas extranjeras. También Orígenes en comentario a Romanos 1, 13.
Eso puede encajar muy bien con lo que cuenta Lucas en Pentecostés. Sin embargo, leyendo 1Corintios 12-14 tenemos la impresión de que Pablo se refiere a algo distinto. Por eso usaré la expresión “lenguas arcanas”, que me parece más correcta que la de “lenguas extranjeras”. En cualquier hipótesis, estos capítulos son importantísimos para ver la idea que tiene Pablo de la profecía y los profetas en la comunidad cristiana. Lo primero que hace es situar el problema en el contexto de la pluralidad de carismas dentro de la Iglesia. El Espíritu es uno, pero inspira cosas muy distintas. Uno por el Espíritu tiene el don de hablar con sabiduría, otro según el mismo Espíritu el hablar con penetración, otro por el mismo Espíritu la fe, otro por el único Espíritu carismas de curaciones, otro realizar milagros, otro profecía, otro discreción de espíritus,
Otras obras de la misma colección:
Biblia
otro hablar lenguas diversas, otro interpretar lenguas arcanas. Pero todo lo ejecuta el mismo y único Espíritu repartiendo a cada uno como quiere (1Co 12, 8-11).
siguiente: “Quien profetiza edifica a la Iglesia” (1Co 14, 4). La metáfora la ha usado ya al comienzo de la carta, cuando dice que la comunidad es “construcción/edificio de Dios”. Pero ese edificio tienen que seguir construyéndolo los cristianos. Y, aunque muchas cosas sean aceptables, “no todo edifica” (1Co 10, 23). Lo que realmente edifica es el amor (1Co 8, 1). Y, dentro de los carismas, los profetas.
Esto le lleva a ofrecer un catálogo ordenado de los carismas en la comunidad:
Dios los dispuso en la Iglesia: primero apóstoles, segundo profetas, tercero maestros, después milagros, después carismas de curaciones, de asistencia, de gobierno, de lenguas diversas (1Co 12, 28). Tras recordar que cada cual tiene su carisma (y nadie tiene todos), recomienda buscar el mejor de los carismas: el amor. En ese contexto, el don de profecía equivale a “conocer los misterios todos y la ciencia entera”. Indirectamente, Pablo ve la profecía como revelación de una ciencia misteriosa y oculta para el común de los mortales. [Por poner un ejemplo de una carta deuteropaulina, cuando Pablo expone el misterio oculto desde el comienzo de los tiempos: que los gentiles son coherederos con los judíos de las promesas de Dios, estaría llevando a cabo una función profética, aunque no se use el término].
46
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
Pasa luego a comparar la profecía con el don de lenguas, y se inclina claramente por la primera. “Busquen el amor; aspiren también a los dones espirituales, sobre todo la profecía” (1Co 14, 1). El motivo es que el don de lenguas sólo beneficia al interesado, en un diálogo privado con Dios. “En cambio, quien profetiza habla a hombres edificando, exhortando y animando” (1Co 14, 3). Estos tres términos que usa Pablo son capitales para comprender su visión de la profecía: edifica, exhorta, anima/consuela. De estos tres términos, el más importante para Pablo es el primero, que se repite cuatro veces en el capítulo y que reaparece en el versículo
Pero los otros términos que usa Pablo, exhortación y consuelo, también son importantes. Orientan la profecía no en la línea de la denuncia y la condena, sino en la de la profecía exílica y posexílica. Por desgracia, Pablo no informa de manera más detallada cómo ejercían los profetas esta tarea de edificación, exhortación y consuelo. Más adelante, comparando el efecto que pueden producir ambos carismas en un pagano, aporta Pablo otros datos de interés sobre la profecía:
Supongamos que se reúne la Iglesia entera y todos se ponen a hablar lenguas arcanas: si entran algunos particulares o no creyentes, ¿no dirán que están locos? En cambio, si todos profetizan, cuando entre un no creyente o un particular, se siente interpelado por todos, juzgado por todos, se revelan los secretos de su corazón, cae de bruces adorando a Dios y declara: “Realmente con ustedes está Dios” (1Co 14, 23-25).
Aquí la profecía cumple una función crítica, pero positiva: interpela, juzga, revela los secretos más íntimos de la persona y provoca su conversión (un ejemplo es la escena de Jesús y Zaqueo). Finalmente, también instruye la carta sobre el modo en que ejercían su misión. No era en el espacio público, sino en el interior de la comunidad, durante la celebración de las asambleas litúrgicas. Y Pablo sugiere ciertas normas de conducta para que no reine la anarquía, sino la paz:
Tratándose de profetas, hablen dos o tres, y los demás deben discernir. Si uno de los asistentes recibe una revelación, el de antes cállese. Todos podéis profetizar por turno, para que todos aprendan y se animen. Pero la inspiración profética está vinculada a los profetas (1Co 14, 29-32).
De estas palabras se deduce que algunos miembros de la comunidad gozan del carisma profético (como ya sabemos), pero que todos los miembros de la comunidad pueden profetizar en algún momento, si reciben una revelación. En el caso de los profetas, se repite la idea propuesta en Tesalónica de que el profeta no tiene la palabra definitiva: los demás deben discernir.
3.3. La profecía regulada por la fe Y esto mismo volvemos a encontrarlo en la Carta a los Romanos, dicho también casi de pasada. Hablando de los carismas y funciones en la Iglesia escribe Pablo: “Usemos los dones diversos que poseemos según la gracia que nos han concedido: por ejemplo, la profecía regulada por la fe, el servicio, para administrar; la enseñanza, para enseñar; el que exhorta, exhortando; el que reparte, con generosidad; el que preside, con diligencia; el que alivia, de buen humor” (Rm 12, 6-8). Este párrafo indica cómo debe ejercerse cada carisma. El primero, la profecía, debe atenerse a la fe recibida (ειτε προφητειαν κατα την αναλογιαν της πιστεως). ¿Qué significa esto? Según Aune, “se esperaba que los profetas profetizaran de acuerdo con la tradición aceptada” (Prophecy, p. 204). Por consiguiente, del profeta no cabe esperar novedades sorprendentes. Cuando hablemos de los falsos profetas quedará más claro este punto.
octubre / diciembre - 2014 - Vida pastoral no 156
47
Testigos de la Fe
El padre Almansa Hacia el honor de los altares Tomado de: Parente, Ulderico y Fandiño, Álvaro. El padre Almansa. Hacia el honor de los altares. Bogotá, 2014.
“Eran tiempos tranquilos, apacibles, provincianos, los que vivía la ciudad de Bogotá cuando el ‘padre Almansa’ ejercía su ministerio como párroco de San Diego”, dice Mons. Rubén Salazar. Sin embargo, continúa, “el santo párroco de la tradicional parroquia bogotana sentía la misma urgencia de predicar el Evangelio que sentimos hoy en épocas tan complejas, urgencia que lo movía a evangelizar sin cansarse y a dar con su vida, su ministerio y su servicio el auténtico testimonio del amor de Dios para con los seres humanos”.
48
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
P
ara llegar a Dios, dice Benedicto XVI, “necesitamos de luces cercanas, personas que den luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía” (Spe salvi 49). Y el padre Almansa fue una de esas luces de esperanza que nos indicó con claridad que el amor de Dios –hecho presente definitivamente por medio de Jesucristo– es accesible para cada uno de los que creemos en Él y que lo podemos vivir en nuestra cotidianidad, cumpliendo la misión, la tarea que el Señor nos ha encomendado de ser luces de esperanza para los demás y contribuir así con nuestra vida a construir un mundo de justicia, de solidaridad y de paz, haciendo realidad la llamada que el Señor nos hace en el Evangelio a ser “luz del mundo y sal de la tierra” (Mt 5, 13-16).
Perfil cronológico-espiritual El siervo de Dios Rafael Almansa Riaño nació en Bogotá el 2 de agosto de 1840. De padres muy católicos y pobres –Ambrosio y María del Rosario– fue bautizado al día siguiente de su nacimiento en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Las Nieves. Su niñez transcurrió en el clima sereno y religioso de su familia. El contacto con la Iglesia local, en la cual su padre trabajaba como carpintero y sacristán, le ayudó a madurar la vocación a la vida sacerdotal. A los trece años hace su ingreso en la Orden de los Frailes Menores, en el convento que se encontraba adosado a la casa en la cual nació y transcurrió su infancia y primera adolescencia. Su progresivo y sereno proceso de formación en el ámbito de la vida religiosa se verá interrumpido en 1861, cuando cursaba los estudios de teología, por la violenta revolución política generada por el régimen liberal, que desencadenará una agresiva persecución contra la Iglesia y el clero colombiano, bajo pretexto de la libertad, pero que terminó en brutal y sangrienta represión. En este contexto, el joven religioso se ve constreñido a poner de manifiesto al superior franciscano –reducido éste también al anonimato y al exilio, lo mismo que al arzobispo de Bogotá–, su partida, a expensas del poco dinero de su madre, para la zona nororiental del país y pedir al obispo de Nueva Pamplona ser acogido en su diócesis para terminar los estudios de teología y recibir la ordenación sacerdotal.
El obispo de Nueva Pamplona, Mons. Bonifacio Tozcano, lo acogió y lo ordenó sacerdote el 27 de mayo de 1866. Ya sacerdote, el siervo de Dios fue enviado por el obispo a la ciudad de Bucaramanga con el encargo de vicario parroquial de la parroquia de San Laureano. El párroco, padre Francisco Romero, era muy apreciado por las diversas iniciativas adelantadas no sólo en el terreno espiritual, sino también en el desarrollo socioeconómico y cultural de Colombia.
En aquella diócesis el siervo de Dios permaneció por espacio de trece años, hasta 1879. Su actividad fue muy apreciada por la comunidad local, sobre todo por el sentido espiritual y apostólico que logró instaurar con aquella porción del pueblo de Dios. Por la evolución positiva de las relaciones entre la Iglesia y el Estado en el país, el padre Almansa presenta al obispo de Pamplona la petición de regresar a su ciudad de origen, para ponerse nuevamente a disposición de su orden religiosa.
octubre / diciembre - 2014 - Vida pastoral no 156
49
TambiĂŠn en:
Testigos de la fe
De retorno a Bogotá, se encargó, junto con sus cohermanos, de la restauración y reorganización de la provincia, así como de la consolidación estructural del convento de San Francisco. Su personalidad humana y espiritual le sirvió para que sus cohermanos lo escogieran como representante de la provincia franciscana de Santa fe de Bogotá, en el capítulo general convocado en Roma en 1895. En este viaje visitará la ciudad de Madrid, el santuario de la Virgen de Lourdes, la ciudad de París. En Roma tendrá la posibilidad de encontrase con el papa León XIII. Estuvo en Asís y visitó también Valencia, donde conoció al Patriarca, monseñor José Sarto, quien en 1903 llegó a ser Papa, con el nombre de Pío X. De regreso a Colombia, el siervo de Dios debió enfrentar algunas dificultades surgidas dentro de la orden franciscana por las ásperas relaciones entre los frailes, producto del exilio forzado y de las prolongadas separaciones en las que muchos de ellos habían permanecido en tiempo de las persecuciones. Las dificultades surgidas al interno de la orden provocaron la intervención del Arzobispo de Bogotá, Mons. Bernardo Herrera, quien nombra capellán de la iglesia de San Diego al padre Almansa, con la certeza de que su presencia garantizaría a la comunidad local un sacerdote de grande autoridad moral, de indiscutible santidad de vida y de fidelidad al espíritu franciscano. Luego, ante las apremiantes necesidades de sostenimiento de sus familiares, el siervo de Dios pidió y obtuvo la secularización. De ahí en adelante la iglesia de San Diego se convirtió en el centro del apostolado espiritual y material del siervo de Dios, quien se convirtió en punto de referencia de la comunidad local. A su iglesia acudían también fieles de la ciudad entera: hombres,
mujeres, niños, sacerdotes y religiosos encontraron en él un sincero consejero, un auxiliar discreto, un hombre de Dios caritativo, disponible y generoso. La estima y amistad del arzobispo, así como la buena acogida que tuvo en lo íntimo de la sociedad bogotana, hicieron que el nombre del siervo de Dios fuera conocido en toda la capital, como lo demuestran los festejos de mayo de 1916, con motivo de los 50 años de su ordenación sacerdotal, donde participaron grandes personalidades religiosas y civiles. Ya envejecido, su físico comenzó, progresivamente, a tornarse débil. La muerte le salió al paso en la serena espera del encuentro con el Señor el 28 de junio de 1927, a los 87 años. Según los testigos, sus últimas palabras fueron una exhortación a continuar celebrando la práctica de las Cuarenta Horas en honor de la Virgen del Campo, cuya imagen amaba con gran ternura y fervor. La muerte del siervo de Dios confirmó la gran raigambre que tenía en la ciudad de Bogotá. Fotografías y testimonios dan fe de que los funerales fueron un verdadero e innegable plebiscito: decenas de miles de ciudadanos tomaron parte en ellos, queriendo testimoniar con su sola presencia la convicción de encontrarse al frente de un hombre que entregó su vida íntegramente al Señor, al servicio de la Iglesia y del prójimo. El padre Almansa manifestó en su vida una profunda radicalidad en las verdades de la fe católica y dio testimonio de ellas en un tiempo difícil, con gran heroísmo, sacrificio y determinación. A través de su figura es posible leer la historia de una Iglesia perseguida, que, silenciosa, pero altiva y humilde, con dignidad y fortaleza, se levanta en su pura esencia, fundándose únicamente en Cristo y en su promesa de amor por la humanidad.
octubre / diciembre - 2014 - Vida pastoral no 156
51
Cultura
La
mĂşsica por la
Por: coNStanza MOYA
paz Duo Amal Yaron Kohlberg y Bishara Haroni.
52
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
Dos pianistas, uno israelí, Yaron Kohlberg, y otro palestino, Bishara Haroni, representan la posibilidad de que dos mundos tan diferentes puedan comunicarse, convivir pacíficamente y, además, ofrecer felicidad a otros. Con motivo del acuerdo de paz de 2008, en Oslo, los dos pianistas presentaron un concierto para la paz. El éxito contundente que tuvo la presentación dio como resultado el trabajo permanente del dúo Amal (que en árabe significa esperanza).
E
l dúo Amal ha realizado presentaciones en diversos e importantes teatros y salas musicales del mundo. Entre ellos, el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, el Festival Beethoven de Bonn, el Festival de las Artes de Melbourne, la Sala de Conciertos de Beijing, el Centro Musashino de Tokio y el Centro de las Artes de Goyang de Corea. Igualmente, han interpretado piezas musicales con algunas de las mejores orquestas, como la Orquesta Filarmónica de Israel.
Hace poco, en el mes de julio, el dúo Amal estuvo en Colombia, mostrando, a través de su música, una iniciativa de reconciliación. Un israelí y un palestino rompieron las fronteras y, respetando las diferencias culturales, religiosas y políticas, se unieron para llevar un mensaje de paz alrededor del mundo; el trabajo a dos manos de los pianistas demuestra que, a pesar de las diferencias, se puede trabajar en armonía por una causa común.
Haroni es de Nazaret, Kohlberg de Jerusalén, y ambos nacieron en el mismo año, 1983. Sin embargo, tuvieron vidas muy distintas. En la casa de Haroni, la música clásica ocupaba un lugar secundario. El joven sólo tocaba un órgano casero, pues no había dinero para comprar un piano. Kohlberg, por el contrario, escuchó este tipo de música toda la vida. Sus padres tocan piano. Los músicos consideran que el conflicto palestino-israelí es una realidad compleja y que ambos frentes tienen sus razones, así como sus equivocaciones. Aunque los pianistas tienen claras sus posiciones al respecto, no toman partido por ningún bando. A pesar de que viven en Berlín, no han permanecido ajenos al conflicto. Por ejemplo, en una ocasión, cuando se presentaban en un Festival Cultural Palestino en Londres, activistas palestinos intentaron boicotear el concierto. Sin embargo, los músicos piensan que la música es un lenguaje universal que puede acercar a las naciones. Dos personas provenientes de dos mundos tan diferentes han logrado sincronizar perfectamente a través de la música. Han aprendido el uno del otro, se han adaptado al pensamiento y a la cultura del otro, han realizado largos e inciertos viajes para encontrarse y, no obstante las dificultades, han mostrado al mundo que las diferencias ideológicas, culturales, religiosas o políticas no son obstáculo para trabajar en conjunto, en armonía y dar frutos extraordinarios. En este momento, después de que miles de palestinos han muerto y otro tanto se encuentran heridos, el dúo Amal sigue sembrando la esperanza de paz para todas las naciones.
octubre / diciembre - 2014 - Vida pastoral no 156
53
En librería DE Octubre A Diciembre LEEMOS
EL RECOMENDADO ES...
EL DIARIO DE UNA FAMILIA Guadalupe Batista Pitti El Diario de una familia muestra, de forma clara y sencilla, que, en la familia, la cercanía a Dios conduce a una vida plena en la cual cada uno de sus miembros se siente valorado.
GULA Adalberto Piovano Gula, hace parte de la colección “Vicios capitales”, escrita por Adalberto Piovano, quien, siguiendo la doctrina de Evagrio Póntico, Padre griego del desierto (335399), ahonda sobre los “ocho vicios malvados”: gula, lujuria, avaricia, tristeza, ira, acedia, vanagloria y orgullo, que el hombre debe combatir en su camino espiritual para llegar a la santidad. En un contexto en el que los excesos parecen ganar cada día mayor terreno, el autor de este libro propone una reflexión sobre la pasión de la gula, con el propósito de plantear una justa relación con el alimento y el acto de comer, el cual está relacionado, de algún modo, con el afán de consumo del mundo actual. El libro hace énfasis en el egoísmo excesivo del hombre que lo conduce a caer en pecados como la gula. Se come “para sí” y no se está atento al otro, quien, incluso, puede convertirse en un obstáculo para el goloso, pues le puede arrebatar su manjar. Señala el autor que ésta es la actitud típica del niño, quien no quiere que le controlen su alimento, aun cuando comerlo en exceso sea perjudicial para su salud. Así, como el niño que esconde la golosina que le han prohibido, la persona que sufre de gula se esconde para no ser sorprendida en su pecado.
54
Este vicio se remonta al pecado del primer hombre y la primera mujer, quienes, aceptando el consejo de la serpiente, gustan el fruto prohibido a escondidas de Dios. La primera reacción después del pecado es, entonces, esconderse del rostro de Dios. Se trata entonces de egoísmo y de una idolatría del placer. La psicología evidencia una estrecha relación entre una desarreglada asunción del alimento y los desequilibrios afectivos y sensuales. El autor también habla de la voracidad de las palabras y recuerda lo que dice Jesús: “No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre... Lo que sale de la boca viene de dentro del corazón, y eso es lo que contamina al hombre” (Mt 15, 11.18). Por eso, es necesario disciplinar la boca también en relación con la palabra: “La sobriedad de la palabra da fuerza a lo que se quiere comunicar, prepara a la escucha y al diálogo, respetando al otro”. Finalmente, el autor plantea una propuesta para enfrentar el pecado de la gula, la cual se centra en hacer del momento de la comida una oportunidad para compartir, para entrar en comunión. El alimento se convierte en el símbolo de la Palabra que sostiene la vida y el lugar en donde se experimenta el amor providente de Dios.
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
No es un tratado que busca ponerle fin a la problemática familiar, tampoco es una obra de arte literaria con elegantes conceptos, definiciones y gran elocuencia. Es, por el contrario, una sencilla obra obtenida de diversas experiencias: algunas del autor y otras de familias que compartieron sus vivencias. Incluye también aportes obtenidos en talleres de grupos que trabajan con familias y tiene un fundamento importante en las Sagradas Escrituras. Se busca, ante todo, despertar el interés de cada familia para que desarrolle nuevas estrategias en el manejo de diferentes situaciones. De igual forma, se pretende que sea una luz en el camino de quien lo requiera, ya sea a nivel personal o familiar. El libro está estructurado en seis capítulos: la familia, los hijos, la autoridad, la comunicación, el perdón y la solidaridad familiar. Todos ellos desarrollados de tal manera que nos podamos identificar con las experiencias, anécdotas y analogías, para que sean una luz en nuestro caminar.
PRESENCIA DE LA MUJER EN EL CARISMA PAULINO p. Ciro Quintero Un homenaje a las mujeres que entregaron su vida al carisma paulino y a aquellas que aún siguen contribuyendo con la misión que se propusiera Santiago Alberione al fundar la Familia Paulina. El P. Ciro Quintero, sacerdote paulino, hace un recorrido por la vida del beato Alberione y muestra el papel que ocupó la mujer a lo largo de ella. Empezando por la señora Teresa Alloco, madre del beato, el autor va explicando cómo la presencia femenina fue pieza clave tanto en la formación inicial de Alberione, como en la consolidación de su tarea evangelizadora. Entre las mujeres destacadas a lo largo de estas páginas, el autor se detiene en Tecla Merlo y Úrsula Rivata, las primeras mujeres que el beato llamó para ser las continuadoras de la misión paulina. Igualmente, realiza una interesante entrevista a religiosas que han dedicado su vida al carisma paulino. Es un libro para recordar a todos los lectores que el papel de la mujer es vital en la transformación de una sociedad y, desde luego, en la difusión del mensaje cristiano.
APRENDE A VIVIR TU SEXUALIDAD Éric de Beukelaer Este libro está dirigido a los jóvenes entre 15 y 20 años, sin embargo, constituye una ayuda para quienes tienen inquietudes acerca de su sexualidad y quieren relacionarse con ésta de una manera sana y tranquila. La aceptación y un saludable reconocimiento del propio cuerpo son elementos claves para vivir adecuadamente la sexualidad. Esto permite que se entablen relaciones afectivas positivas basadas en el respeto y en la valoración tanto personal como de los demás. Con un lenguaje muy ameno, pero a la vez contundente y claro, Éric de Beukelaer aborda ciertos temas que, en materia de sexualidad, siempre han hecho parte de las inquietudes de la mayoría
de las personas: relaciones prematrimoniales, uso de anticonceptivos, embarazo, castidad, entre otros. Estos asuntos se abordan desde el punto de vista de la Iglesia católica, pero de forma comprensiva, tolerante y actual. Se explican los porqués de la Iglesia frente a las orientaciones que formula respecto a temas candentes como el celibato, las relaciones prematrimoniales, el uso de anticonceptivos y el aborto. Adentrándose en la mentalidad del joven de hoy, trata de dar respuestas a sus interrogantes, a su inconformismo y, a la vez, brindar orientaciones para que viva su sexualidad de una manera positiva y alegre, basada en el respeto y amor hacia el propio cuerpo y el de los demás.
octubre / diciembre - 2014 - Vida pastoral no 156
55
Mariología
El Dogma Mariano en la Iglesia Por: Polo Zapata A., ssp
El desarrollo de la devoción a la Santísima Virgen, insertada en el cauce del único culto que “justa y merecidamente” se llama “cristiano” –porque en Cristo tiene su origen y eficacia, en Cristo halla plena expresión y por medio de Cristo conduce en el Espíritu al Padre– es un elemento cualificador de la genuina piedad de la Iglesia (Pablo VI. Marialis cultus. Intr.).
56
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
S
egún el concilio Vaticano I, los dogmas son “verdades de fe divina y católica” que “por fe divina y católica hay que creer todo lo que está contenido en la Palabra de Dios escrita o transmitida y que es propuesta por la Iglesia para creer como revelado por Dios o con una decisión solemne o mediante el magisterio ordinario y universal” (Diccionario Teológico Interdisciplinar, 1982, 280).
PAUTA Tu anuncio puede estar en nuestras publicaciones periódicas
El fundamento del dogma es la revelación divina y sus fuentes son la Sagrada Escritura y la Tradición. Los dogmas son inmutables, lo cual no impide ciertos cambios en la expresión. Implica, además, el fundamento de la moral y la unión de un principio divino con una expresión humana.
r e v i s t a
PASTORAL Revista trimestral que promueve el enriquecimiento espiritual y formación litúrgica y pastoral
Por eso, una definición dogmática sobre María será siempre un intento de procurar entender la riqueza de los contenidos de nuestra fe, pero siempre desde el misterio de Cristo y de la Iglesia. En efecto, “la Virgen María, que al anuncio del ángel recibió al Verbo de Dios en su alma y en su cuerpo y dio la Vida al mundo, es reconocida y venerada como verdadera Madre de Dios y del Redentor (…). Pero a la vez está unida, en la estirpe de Adán, con todos los hombres que necesitan de la salvación…” (LG 53). Cuatro son los dogmas marianos, según el orden de su formulación:
Maternidad divina (theotokos) Frente a la concepción nestoriana según la cual Dios, que existe desde la eternidad, no pudo ser engendrado por María, ni deberle a ella la existencia, y, por lo tanto se puede llamar a María madre de Cristo, pero no Madre de Dios, el concilio de Éfeso (431 d.C.), siendo papa Celestino I (422-432), definió solemnemente: “Si alguno no confiesa que el Emmanuel (Cristo) es verdaderamente Dios, y que por tanto, la Santísima Virgen María es Madre de Dios, porque parió según la carne al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema” (Denzinger, n. 113).
Reflexión general de la liturgia dominical
Hoja dominical para niños
Comunícate al
4114011 Ext 105 o escríbenos a
publicidad@sanpablo.co
Mariología
¿Qué significa? La persuasión de fe del pueblo (y de la Iglesia) acerca de la asociación de María en la obra salvadora de Cristo, desde la más remota antigüedad (siglo IV), lo llevó a expresar con el título de “Madre de Dios”, plasmado incluso en fórmulas de plegaria: “Bajo tu misericordia nos refugiamos, ¡oh Madre de Dios!; no desprecies nuestras súplicas en la necesidad...” (Papyrus n. 470). Por esta razón, la definición del concilio de Éfeso sobre María como Theotokos, que en griego quiere decir Madre de Dios, no era una invención ar-
bitraria, sino fruto espontáneo y lógico de las más fundamentales afirmaciones de la fe cristiana sobre la encarnación de la segunda persona de la Santísima Trinidad: el Verbo de Dios. Decir que el Verbo se ha hecho carne, quiere decir que Él participa, como nosotros, de la carne y de la sangre, que hace suyo nuestro cuerpo y entra en el mundo como un hombre nacido de mujer. No abandona su ser divino, ni su generación de Dios, sino que, tomando carne, permanece tal como es, como Hijo de Dios. El título de Theotokos no fue pensado primeramente en orden a honrar a María, sino para pro-
teger la “unidad” de su Hijo. Lo que está en juego, entonces, es la unión de las dos naturalezas en Cristo, la divina y la humana (unión hipostática), en la unidad de la sola persona del Verbo. No es que la naturaleza del Verbo o su divinidad haya tomado de María el principio de su existencia, sino que, al encarnar en sus entrañas y nacer de ella, adquiere un cuerpo animado de una alma racional, a la que el Hijo eterno se ha unido hipostáticamente, por eso se dice que el Verbo ha sido engendrado según la carne (cf. Ga 4, 4).
En Lucas 1, 35 se lee: “El Poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por eso el santo que nazca de ti, será llamado Hijo de Dios”. Dios mismo va a estar en el seno de María tomando carne de sus entrañas. Por eso, porque Dios va a estar dentro de ella, lo que nacerá de ella es el Hijo eterno del Padre, la segunda persona de la Trinidad. Dios nace de María; entonces, María es la Madre de Dios (Theotokos). En la profesión de fe se dice: “Creo en un solo Señor, Jesucristo”, el cual es “Hijo único de Dios, nacido del Padre”, es decir, “de la misma naturaleza del Padre”, que “por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre…”. Así pues, la divina maternidad, que marca la especial relación de María con Cristo, constituye el fundamento principal de la economía de la salvación operada por Cristo, desde una doble relación: como Madre de Aquel que desde el primer instante de su encarnación en su seno virginal se constituyó en cabeza de su cuerpo místico, que es la Iglesia; y como Madre de los fieles, porque fue y es Madre de Cristo, el Dios hecho hombre por nuestra salvación. Por eso los cristianos debemos acudir a María con confianza filial, invocándola como Madre de Dios; pues en ese título se encuentra el fundamento de su maternidad con respecto a nosotros y de nuestra filiación con respecto a ella.
58
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
de la
San Pablo
Virginidad perpetua La profesión de fe de que María fue siempre virgen aparece en todos los credos, desde los más antiguos. Recogiendo toda esta tradición, el papa Martín I, en un concilio reunido en Letrán, en el año 649, definía solemnemente: “Si alguno no confiesa, de acuerdo con los Santos Padres, propiamente y según verdad por Madre de Dios a la santa y siempre Virgen María, como quiera que concibió en los últimos tiempos sin semilla por obra del Espíritu Santo al mismo Dios Verbo propia y verdaderamente, que antes de todos los siglos nació de Dios Padre, e incorruptiblemente lo engendró, permaneciendo ella, aun después del parto, en su virginidad indisoluble, sea condenado” (Denzinger, n. 256).
¿Qué significa? La fe de la Iglesia, desde sus inicios, ha afirmado la concepción virginal del Señor, es decir, que Jesús fue concebido en una virgen por obra del Espíritu Santo, desde dos perspectivas: virginidad en la concepción de Jesús (“fue concebido por obra del Espíritu Santo”) y parto virginal o virginidad de María también en el parto (“y nació de María Virgen”). Así, pues, la virginidad de María tiene que ver en su triple acepción: virginidad antes del parto, en el parto y después del parto.
ENTRADA LIBRE
EVANGELIO Y MISAL 2015
Evangelio, reflexión y propósito diario
ra o pa c i t c rá ual p liturgia n a M la . vivir ía a día d del
Para todos los domingos y fiestas del año.
Mariología
Antes del parto, tiene su fun-
damento en el anuncio del ángel Gabriel que fue enviado a una virgen (Lc 1, 26); María es, por tanto, virgen en el momento de recibir el anuncio del ángel. En Mateo 1, 18 se lee que María quedó embarazada por obra del Espíritu Santo, y remata que sin haber mantenido relaciones (carnales) dio a luz un hijo, al cual llamó Jesús (v. 25). Con ello queda completa la noción de virginidad antes del parto.
En el parto, se entiende a partir de la interpretación del texto de Isaías 7, 14: “He aquí que la virgen está concibiendo [harah] y dando a luz [yoledet] un hijo”. Estos términos expresan que el hecho de ser virgen no es sólo con la acción de concebir [harah], sino con la acción de dar a luz [yoledet]. La Madre del Mesías será virgen al concebir y virgen al dar a luz, es decir, virgen en la concepción y virgen en el parto. Así mismo el pasaje: “Aquel que no nació de sangres, ni de apetito carnal, ni de deseo de varón, sino de Dios” (Jn 1, 13), se puede releer como una afirmación de la virginidad de María en el parto, entendiendo que Jesús fue dado a luz sin la presencia de “sangres” que acompañan a todo parto normal; fue un parto milagroso y signo
de la maravillosa intervención de Dios, que no destruye, sino que conserva al actuar.
Después del parto, tiene su ba-
se en la pregunta y objeción de María al ángel: “¿Cómo será eso, pues no conozco varón?”. Acudiendo a una traducción más objetiva se entiende no puedo (o no quiero) conocer varón. Hay en María una propósito de conservar su virginidad, por lo tanto no es posible imaginar un cambio de esta mentalidad después de la concepción y el nacimiento de Jesús, tampoco por parte de Dios sería inteligible el que hubiera habido motivo alguno para hacer un milagro que conservará la virginidad de María en la concepción de Jesús, si tal virginidad no se iba a conservar después.
Inmaculada concepción El 8 de diciembre de 1854, el papa Pío IX definía solemnemente como dogma la inmaculada concepción de María con la bula Ineffabilis Deus, en los siguientes términos: “Declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús, salvador del género humano, es doctrina revelada por Dios, que como tal debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles”.
¿Qué significa? El objetivo propio de esta definición consiste en que María desde el primer instante de su concepción, es decir, desde el instante mismo de su existencia como persona humana, fue preservada inmune de toda mancha de culpa original, es decir, del pecado que todos los descendientes de Adán por natural generación contraen como una herencia, que a todos se transmite junto con la misma naturaleza humana. El pecado o
octubre / diciembre - 2014 - Vida pastoral no 156
61
Mariología culpa original con que todos nacemos consiste en la privación de la santidad y justicia originales con que Dios había creado al primer hombre para que las transmitiera al género humano; pues al pecar, el primer hombre se privó, y con él a toda la descendencia, de la vida sobrenatural que consiste fundamentalmente en la “participación de la naturaleza divina” por el don de la gracia santificante (cf. 2P 1, 4); es pues, la pérdida de la condición de amigos de Dios, herederos de su gloria y bienaventuranza en el cielo. Mientras que en el resto de los hombres los efectos del pecado original no cesan, sino que, según el orden establecido por Dios, se da una regeneración espiritual al “volver a nacer del agua y del Es-
C O
L
E
píritu Santo” en el bautismo; a la Virgen María, por singular gracia y privilegio, Dios omnipotente la preservó de contraerlo, manteniéndola desde el primer instante de su ser natural inmune de toda mancha de pecado original y de
C C
I
Ó
N
Encuentra
t u
c a m i n o
Obras que orientan a los lectores para que encuentren una luz en su camino después de una pérdida. Encuentra también:
todos sus efectos esenciales. Esta excepción única a la ley general y universal, según la cual también ella, por cuanto procedía de Adán por natural generación, debía haber contraído esa mancha, lo mismo que el resto de la humanidad, se da por la divina omnipotencia de Dios, que detuvo todo efecto de pecado y de iniquidad, y, en cambio, desde el primer momento de su existencia, la embelleció con todos los dones divinos de santidad y de gracia, haciéndola templo del Espíritu Santo, para que fuera luego, con inmaculada pureza, digna mansión del Verbo, que en sus entrañas virginales se encarnó y se hizo hombre. La concepción inmaculada constituye, por gracia de Dios, el glorioso triunfo sobre el demonio y
el pecado, que aunque es exclusivo de la Madre de Dios, de alguna manera, le corresponde también a todo el género humano, ya que no le fue concedido a María en beneficio propio, sino en favor y provecho de la humanidad entera, porque está ligada al designio divino en la realización de la obra de nuestra redención, con la encarnación del Salvador del mundo. De manera más profunda, con este singular misterio Dios nos concede las primicias de nuestra propia redención y de nuestra liberación de la esclavitud del pecado, gracias a la presencia humana de Dios, que dignifica al ser humano, devolviéndole la condición de hijo de Dios, y dotándole de los medios necesarios para vencer el mal. Comprender este misterio hace que nos llenemos de esperanza. Pues, la inmaculada concepción sirve para que, como dice san Pablo, “lo corruptible se vista de incorruptibilidad, y lo mortal se revista de inmortalidad” (Rm 8, 11).
Asunción de María En el año santo de 1950, el papa Pío XII, con la bula Munificentissimus Deus, definía como dogma de fe la asunción corporal de María, en los siguientes términos: “Para gloria de Dios todopoderosos (…) proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que la inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asumida en cuerpo y alma a la gloria celestial” (Denzinger, n. 2333).
¿Qué significa? El objeto primario de la definición es la glorificación corporal de María –y no sólo glorificación de su alma– una vez cumplido el curso de su vida terrestre. En el fondo de todo está la muerte como realidad de todo ser humano, que en el caso de María no sería
distinto, pues el mismo Jesús, el Hijo de Dios, pasó por esta dimensión; lo que se quiere afirmar aquí es que María se encuentra anticipadamente en la situación propia de los gloriosamente resucitados, hecha semejante a su Hijo, que resucitó de los muertos, situación a la que los demás justos sólo llegarán en el día de la parusía del Señor (cf. 1Co 15, 23s). La situación de María no consiste solamente en el estado en el que las almas de los justos, gozando de la bienaventuranza eterna, verán a Dios como Él es, sino del gozo de esos bienes en una situación de plenitud existencial humana, es decir, en toda su realidad de cuerpo y alma, en su unidad humana de cuerpo vivificado por el alma.
La asunción no puede ser entendida sin que responda a un plan divino de Dios sobre María, y que tiene que ver en la especial unión de María, la nueva Eva, con Cristo, el nuevo Adán, en la lucha y el triunfo definitivo sobre el maldiablo (pecado-muerte).
octubre / diciembre - 2014 - Vida pastoral no 156
63
Mariología En efecto, este dogma está estrechamente relacionado con el misterio de Cristo y su misión salvadora y redentora del género humano. Una vez introducido el pecado (muerte) en el mundo, el Creador anuncia que el descendiente de la mujer, el Mesías, aplastará la cabeza de la serpiente (Gn 3, 15). La lucha de Jesús contra el diablo, que es la victoria sobre el pecado y la muerte (cf. Rm 5–6; 1Co 15, 21-26), es el triunfo de Cristo y de la humanidad entera con la resurrección. Aquí María tiene una especial participación, por cuanto dota a Jesús de una humanidad y una voluntad que, en el pleno ejercicio de su libertad, rechaza la tentación del pecado y cumple hasta el extremo la “voluntad del Padre”. Esta participación coloca a María en un nivel superior, ha-
64
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
ciéndola digna de la asunción de su cuerpo y alma al cielo por parte del Padre. Entonces, la asunción de María, para la Iglesia y la fe del pueblo, tiene que ver con la esperanza de la resurrección y la vida plena otorgados por Cristo y su misterio pascual.
¿Cuáles serían, entonces, los elementos particulares que los dogmas y la devoción mariana aporten a la riqueza pastoral y misional de la Iglesia? Estos misterios aportan necesariamente elementos teológicos, pero también socio-culturales y antropológicos, porque están relacionados con el plan
redentor de Dios en Cristo y dirigidos al hombre, bajo la guía del Espíritu Santo y la maternal protección de María. El misterio de la maternidad más arraigada en la cultura, por ejemplo, está en relación con la “madre tierra” y su fertilidad; la Virgen Madre es protectora y mediadora; la Inmaculada concepción eleva a la trascendencia y a la novedad cristiana; la Asunción mariana es esperanza y modelo de la obra dignificadora del género humano por parte de Dios. La devoción mariana tiene un sentido especial de identidad cultural que se centra en la protección y restauración integral de la dignidad humana estropeada por el pecado y el dominio opresor.
Evangelio Reeexi贸n Oraci贸n Tarea del d铆a
Una forma ilustrada y divertida de vivir la Eucarist铆a
Evangelizar
Novedad
Por: FarUD BrÍñez, ssp
Virtual desde lo
“Lo viejo ha pasado, llegó lo nuevo. Y todo proviene de Dios” (2Co 5, 17-18).
religiosos, religiosas, sacerdotes y laicos –el gran pueblo de Dios–, sea “utilizar” estos medios para el servicio de la promoción del ser humano.
Como imagen del Creador, la actividad del ser humano tiende siempre a la creación, la invención, así como a la búsqueda de lo que es verdadero, que se puede plantear incluso como un dogma, entendiendo dogma, según el diccionario, como “principio básico e innegable de una ciencia” y, en perspectiva cristiana, como “la verdad cierta que debemos creer porque viene de Dios”.
Es el ser humano quien da sentido a cada cosa que lo circunda y es él mismo quien se afecta y afecta a los demás cuando hace mal uso de las cosas que Dios ha puesto en sus manos, especialmente de los medios e instrumentos de la comunicación que, como dice el papa Francisco, deberían ser utilizados para promover “una auténtica cultura del encuentro”.
Ahora bien, habría que preguntarse primero, ¿qué podemos plantear como ‘verdadero’ en una realidad en la que parece que todo se ha relativizado? ¿Cómo hablar de valores cuando todo parece ‘efímero’ por causa de la tecnología, la era digital y la virtualidad? Vale aclarar que la “virtualidad” no es algo que esté en discusión con lo real. A la virtualidad “antes que temerla, condenarla o dedicarse a ella en cuerpo y alma, hay que aprehenderla, pensarla y comprenderla en toda su amplitud”1. Lo virtual-digital no es ni positivo ni negativo, es más, ni siquiera es neutro. La ciencia y la tecnología son inventos del hombre para el servicio del hombre. De ahí que la gran apuesta de la Iglesia católica, en su conjunto: seminaristas, http://ifdc.edu.ar/informatica/virtualidad.pdf
1
66
Vida pastoral no 156 - octubre / diciembre - 2014
Evangelizar en y desde lo “digital” nos permite comprender que “lo virtual no es, en modo alguno, lo opuesto a lo real, sino una forma fecunda y potente de favorecer los procesos de creación, abriendo horizontes que den sentido a la superficialidad de la presencia física inmediata”2. Lo virtual es el mundo en el que somos y nos movemos hoy, entonces ¿por qué no evangelizar desde ese mismo mundo? Como dice el beato Alberione, fundador de la Familia Paulina, “en nuestro siglo, marcado por la tecnología y los instrumentos de comunicación social, el primer anuncio, la catequesis y el ulterior ahondamiento en la fe no pueden prescindir de estos medios… la Iglesia se sentiría culpable ante Dios si no empleara esos poderosos medios… Con ellos la Iglesia ‘comunica en los areópagos modernos’ no sólo la realidad del mundo, sus angustias y necesidades, sino especialmente el mensaje de esperanza y salvación”.
2
Ibíd.
Nuestra parroquia es el mundo entero. Beato Santiago Alberione Fundador
L
I
B
R
EN COLOMBIA BOGOTÁ • Centro Comercial Calima Calle 19 con carrera 30 - 2do. piso - Local B 122 - Tel.: 7443323 libreriacalima@sanpablo.com.co • Dirección Comercial y Departamento de ventas Calle 17A No. 69-67 - Tels.: 4114011 - Fax: 4114000 direccioncomercial@sanpablo.co - ventas@sanpablo.co • Quintaparedes Carrera 46 No. 22A- 74 - PBX: 3682099 Ext. 6 Telefax: 2444957 libreriaquintaparedes@sanpablo.co • Centro Carrera 9a. No. 15-01 - Tel.: 2433653 - Fax: 3345036 libreriacentro@sanpablo.co • Chapinero Carrera 13 No 51-34 - Tel.: 3454014 - Fax: 3454059 libreriachapinero@sanpablo.co • Calle 170 Calle 170 No. 8G-31 - Tel.: 6783656 - 6711221 libreria170@sanpablo.co • Niza Av. Suba No. 118 - 93 - Telefax: 2537700 librerianiza@sanpablo.co • Montevideo Calle 17A No. 69-67 - Tel.: 4114011 - Fax: 4114000 libreriademontevideo@sanpablo.co • 20 de Julio Diag. 27Bis Sur No. 5-79 - 1 Cuadra arriba del Santuario Divino Niño Tels.: 5690551 / 2787337 - libreria20dejulio@sanpablo.co • Seminario Carrera 6 No. 10-47 - Tels.: 5624472 / 5624473 / 3429881 libreriadelseminario@sanpablo.co
COSTA RICA • San José - Calle 2 Av. 6 y 8 - Tels.: 22565005 / 22222064 Telefax: 22562857 - libreriacostarica@sanpablo.cr
EVA
NU
EVA
NU
Í
NEIVA • Calle 7 No. 6-26 / Tel.: (05/8) 8710212 librerianeiva@sanpablo.co
BUCARAMANGA • Centro Comercial Cabecera IV etapa-Local 201 G Tels.: 6430750 / 6573719 - Fax: 6850696 libreriabucaramanga@sanpablo.co • Centro Calle 36 No. 19-72 - Contiguo Catedral Sagrada Familia Tel.: 6301364 - libreriabucaramangacentro@sanpablo.co
PALMIRA • Calle 29 No. 29-59 - Telefax: 2724321 libreriapalmira@sanpablo.co PASTO • Calle 11 No. 34-78 - Centro Comercial Unicentro Local 1-65 Telefax: 7224403 - Cel.: 320 449 4588 libreriapasto@sanpablo.co
CALI • Carrera 8 No. 9-60 - Tel.: 8806167 - Fax: 8844810 libreriacali@sanpablo.co CARTAGENA • Ronda Real Centro Comercial Ronda Real 123 - Tel.: 6613004 - Fax: 6613070 libreriarondareal@sanpablo. co • C. Histórico Calle del Arzobispado No. 34-55 - Teléfono: 6645334 – Fax: 6645901 libreriacentrohistorico@sanpablo.co CÚCUTA • Centro Comercial Unicentro - Local 1-43 - Tel.: 5818484 libreriacucuta@sanpablo.co
EVA
NU
PEREIRA • Calle 21 No. 8-38 - Tels.: 3352876 / 3244729 - Fax: 3244730 libreriapereira@sanpablo.co POPAYÁN • Calle 4 No. 4-20 - Local 2 - Edificio Altozano Tel.: 8392848 - Fax: 8221654 libreriapopayan@sanpablo.co VILLAVICENCIO • Centro Comercial Unicentro - Locales 1-28 y 1-29 Tels.: 6715214 / 6715246 - libreriavillavicencio@sanpablo.co
MEDELLÍN • Diagonal Diagonal 50 No. 49-45 - Tel.: 5134085 – Fax: 5112486 libreriadiagonal@sanpablo.co • San Salvador - Centro Comercial Galerías Escalón - Local 358 Tercer Nivel - Tel.: 22450869 - libreriagalerias@sanpablo.com.sv
GUATEMALA • Ciudad de Guatemala - 11 calle 0-49 Zona 10 Local A Tels.:(502) 2360 - 2735 / 2715 libreriaguatemala@sanpablo.com.gt
• San Miguel - Centro Comercial Metro Centro - Local 46B Tel.: 26680306 - libreriasanmiguel@sanpablo.com.sv
EVA
NU
• Centra Norte - Local U 15 - Segundo nivel - Tel.: 50190519 administracionguatemala@sanpablo.com.gt
• Quito - García Moreno No. 3-56 y Sucre (Pasaje Amador) Tel. 02-2289529 - Fax: 2287456 - Cel.: 0994659083 libreriaalberione@sanpablo.ec
S
• Centro Comercial Villanueva L. 220 - Calle 57 No. 49-44 Tels.: 2519392 / 2517392 - Fax: 5111887 libreriavillanueva@sanpablo.co
• Guatemala - Vaticanito Kilómetro 15 carretera Roosvelt 4-54 - Zona 3 Mixco (Interior Seminario Mayor) Telefax: (502) 2 4315926 - libreriaelvaticanito@sanpablo.com.gt
• Quito - Av América OE3-188 y Pascual de Andagoya Tel.: 02-2541650 - Fax: 2331444 - Cel.: 0994658259 libreriaamerica@sanpablo.ec
HONDURAS • Oficina Principal y Distribuidora Tegucigalpa - Plaza Real - Col. Lomas de Mayab - Boulevard San Juan Bosco (frente a Mall Multiplaza) Tels.: (+504) 2232-4672 2235-5923 - libreriahonduras@sanpablo.hn
• Urdesa - Victor Emilio Estrada 613 entre las Monjas y Ficus Tel.: 04-2381379 - Fax.: 2381300 - Cel.: 0993316533 libreriaurdesa@sanpablo.ec
• Tegucigalpa - Avenida Cervantes - Bajo Palacio Arzobispal 3ra. Calle No. 1113 - Tels.: (+504) 2222-6782 - 2238-7905 libreriacentro@sanpablo.hn
• Portoviejo - Chile 521 entre 10 de Agosto y Córdoba Tel.: 05-2636568 - Cel.: 0994658879 libreriaportoviejo@sanpablo.ec
• San Pedro Sula - Mall Galerías del Valle Locales 216 - 217 2do nivel - Tel.: (+504) 2544-0553 libreriamallgalerias@sanpablo.hn
• Machala - Guayas entre Rocafuerte y 25 de Junio Local 1201 - Tel.: 07-2960430 - Cel.: 0994658548 libreriamachala@sanpablo.ec
• Tegucigalpa - City Mall - Local 201 Tel.: (+504) 2262-3215 - libreriacitymall@sanpablo.hn
• Ambato - Calle Bolívar y Mera esquina Tel.: 03-2422026 - Cel.: 0994659275 libreriaambato@sanpablo.ec
A
BARRANQUILLA • Calle 84 Calle 84 No. 50-45 - Local 3 - Tel.: 3456475 - Telefax: 3586373 libreriabarranquilla@sanpablo.co • Arzobispado Calle 75B Nº 42F-83 Local 1 - Curia Arzobispal Telefax: 3566213 - libreriaarzobispado@sanpablo.co
• Ciudad de Guatemala - 18 Calle 20 - 71 Zona 10 Boulevard de los Próceres - Tels.: 50190519 - 2 3602695 administracionguatemala@sanpablo.com.gt
• Quito - Centro Comercial Quicentro Sur - Planta 2 - Local 065 Tel.: 02-4000140 - Cel.: 0994658841 libreriaquicentrosur@sanpablo.ec
• Guayaquil - Aguirre 813 entre Rumichaca y García Aviles Tel. 04-2516420 - Fax: 2512391- Cel.: 0997263727 libreriaaguirre@sanpablo.ec
R
• Cuenca - Benigno Malo 5-08 y Calle Larga Tel.: 07-2839746 - Cel.: 0994659440 libreriacuenca@sanpablo.ec
EN EL EXTERIOR
ECUADOR • Quito - Centro Comercial Iñaquito - Local A10 libreriainaquito@sanpablo.ec
E
EL SALVADOR • San Salvador - 1a. Calle Poniente y 59 Av. Norte No. 3103 Colonia Escalón - Tels.: 22605646 - 22605647 libreriaelsalvador@sanpablo.com.sv libreriaescalon@sanpablo.com.sv
NICARAGUA • Managua - Rotonda Rubén Darío 1C. al oeste, 1/2 C. al sur lomas de Guadalupe - Antiguo Edificio Hispamer - Tel.: (505) 2278 2103 2270 2412 - Cel.: 89007359 - librerianicaragua@sanpablo.com.ni • Managua - Centro Comercial Güegüense - Plaza España Tel.: 22660996 - libreriaplazaespana@sanpablo.com.ni PANAMÁ • Westland Mall - Arraiján - Local PB-B6 - Pasillo N. 3 - Planta baja Tels.: 2515307 - 2515306 libreriawestlandmall@sanpablo.com.pa • El Dorado - Boulevard El Dorado Av. 17B Norte. Apartado 0819-02969 - Tels.: 2603738 - 2604309 - 2605861 libreriapanama@sanpablo.com.pa • Centro - Iglesia de Guadalupe - Calle 50 - Tel.: 2264794 libreriacalle50@sanpablo.com.pa • David - Calle 3 - Edificio Hotel Castilla - Local 2 - Telefax: 7754655 libreriachiriqui@sanpablo.com.pa PUERTO RICO • San Juan - Calle Bori 1606 Urb. Caribe - San Juan P.R. 00926 Marginal carret #1 - Tels.: (787) 9461868 - (787)9985072 libreriapuertorico@sanpablo.pr REPÚBLICA DOMINICANA • Santo Domingo - Av. 27 de febrero No. 414 - Sector Bella Vista Tel.: (809) 5631148 - Fax: (809) 6833587 Cel.: (809) 481 5960 - 683 3587 libreriasantodomingo@sanpablo.do
T E M P O R A D A
2 0 1 5
CALENDARIO ESCRITORIO
CALENDARIO CATÓLICO
*Para personalización del calendario católico, escribir a ventas@sanpablo.com.co
CALENDARIO PROMESAS PLANEADORES
CALENDARIO TACO
Disponibles en todas nuestras Librerías San Pablo
CALENDARIO ÁNGELES