Editorial
El Papa a los sacerdotes los nuevos sacerdotes ordenados en la Basílica romana en la fiesta del Buen Pastor de este año y en el marco de la oración por las vocaciones sacerdotales y religiosas en la Iglesia, el papa Francisco recomendó a los sacerdotes no negar el Bautismo a quien lo pide, no cansarse nunca de ser misericordiosos en el confesionario, no hacer homilías aburridas que no llegan al corazón de las gentes y no ser como los pavos reales. Son palabras sencillas, pero contundentes, que aportan a la reflexión de quienes son o piensan llegar a ser los pastores del rebaño de Dios.
A
Homilías que lleguen al corazón de la gente Los sacerdotes, dijo, ejercitando el ministerio de la Sagrada doctrina serán partícipes de la misión de Jesús, único maestro dando a todos la Palabra de Dios recibida con alegría, a través de la lectura y la meditación. Y agregó: “Que sus homilías no sean aburridas, que éstas lleguen al corazón de las gentes porque salen de su corazón, porque aquello que ustedes les dicen es lo que ustedes tienen en el corazón. Así se da la Palabra de Dios y así su doctrina será gozosa y sostendrá a los fieles en Cristo. El perfume de su vida será el testimonio, porque el ejemplo edifica, pero las palabras sin ejemplos son palabras vacías, son ideas y no llegan nunca al corazón e incluso hacen daño”. Sean misericordiosos y no nieguen el Bautismo Los sacerdotes continúan la obra santificadora del Señor. La misa no es un ritual artificial. De ahí la invitación a no celebrarla a toda prisa, e imitar aque-
llo que se celebra, participando en el misterio de la muerte y resurrección del Señor. Los sacramentos adminístrenlos con misericordia, pues “con el Bautismo ustedes agregarán nuevos fieles al Pueblo de Dios. ¡Nunca nieguen el Bautismo a quien lo pida! Con la Penitencia perdonarán los pecados en nombre de Cristo y de la Iglesia a quien lo pida”. Yo, “en nombre de Jesucristo, el Señor, y de su esposa, la santa Iglesia, les pido que no se cansen de ser misericordiosos”. En el confesionario “ustedes están para perdonar, no para condenar. Imiten al Padre que nunca se cansa de perdonar”. “Agrademos a Dios, no a nosotros mismos” “Con el óleo santo”, afirma, “los nuevos sacerdotes darán alivio a los enfermos” y, celebrando “los sagrados ritos y elevando en las varias horas del día la oración de alabanza y de súplica”, se harán “voz del pueblo de Dios y de la entera humanidad”. Exhorta, entonces, a “ejercitar en alegría y caridad sincera la obra sacerdotal de Cristo, con el único propósito de agradar a Dios y no a nosotros mismos”, pues “se ve muy mal un sacerdote que vive para agradarse a sí mismo… parece un pavo real”. Finalmente, el Papa los ha invitado a “tener siempre delante de los ojos el ejemplo del Buen Pastor, que no vino para ser servido sino para servir”; no para permanecer “en sus comodidades, sino para salir a buscar y a salvar aquello que estaba perdido”. El Director.
Revista trimestral de la Sociedad de San Pablo —PAULINOS— de Colombia, Ecuador y Panamá al servicio de la Iglesia. Carrera 46 Nº 22A–90 – A.A.: 080152 / Tel.: 3 68 20 99 – FAX: 2 44 43 83 / BOGOTÁ, D.C. — COLOMBIA
vidapastoral@sanpablo.com.co
Con aprobación eclesiástica. Las opiniones expuestas en los artículos publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores.
La Voz del Papa Iglesia de mártires a Iglesia hoy es de mártires”. Entre ellos están los hermanos degollados en la playa de Libia; el joven quemado vivo por sus compañeros por ser cristiano; los emigrantes que fueron arrojados en alta mar por ser cristianos; los etíopes asesinados por ser cristianos. También están los numerosos mártires anónimos, que sufren en las cárceles, los que son calumniados y perseguidos en los sanedrines modernos...
"L
Mártires son los que en la historia de la Iglesia dieron testimonio de Jesús, porque tenían fe en Él. Es la historia del primer mártir cristiano, san Esteban. Hechos (7, 51–8, 1) narra que algunos de la sinagoga, los “libertos”, se pusieron de pie para discutir con Esteban, pero no lograban resistir a la sabiduría y al espíritu con que él hablaba. En efecto, él estaba lleno del Espíritu Santo y hablaba con su sabiduría: era fuerte. Para justificarse instigaron a algunas personas para que dijeran que lo habían escuchado pronunciar palabras contra Moisés y contra Dios, dando un falso testimonio y levantando al pueblo, a los ancianos y escribas, quienes se abalanzaron sobre él, lo capturaron y lo llevaron ante el sanedrín. La historia de Esteban sigue los mismos pasos de la historia de Jesús, es decir, el esquema del falso testimonio para levantar al pueblo y llevarlo a juicio. Esto ocurre precisamente porque él en el sanedrín
contenido EDITORIAL
El Papa a los sacerdotes
PREGUNTA AL TEÓLOGO
La pedagogía del Reino: las parábolas
BEATO ALBERIONE
Exigencias del apostolado de la edición
VIDA CONSAGRADA Itinerario teológico de la vida consagrada
03
explica la doctrina de Jesús. Aun cuando sus acusadores no querían escuchar, porque tenían el corazón cerrado, Esteban, con la fuerza del Espíritu, les dijo la verdad: “Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos –es decir paganos– no tienen el corazón y los oídos de la fe en Dios (…) Ustedes siempre resisten al Espíritu Santo”. Luego, cuando confiesa su visión de Jesús, lo que Dios le hace ver en ese momento, estando lleno del Espíritu Santo, ellos se escandalizan y, dando un fuerte grito, se tapan los oídos, se abalanzan sobre él, lo empujan fuera de la ciudad y lo apedrean. Una de las características de la terquedad ante la Palabra de Dios es, precisamente, la resistencia al Espíritu Santo. Esta resistencia se hace efectiva en la persecución y asesinato de los profetas por ser fieles a la Palabra de Dios. Y ésta es siempre “la historia de los mártires”. La Palabra de Dios no siempre cae bien a algunos corazones; y molesta cuando se tiene el corazón duro, cuando el corazón es pagano, porque la Palabra interpela a seguir adelante, por el camino que sigue Jesús. En la historia de la salvación hay muchos mártires que fueron asesinados por ser fieles a la Palabra de Dios, a la verdad de Dios. El martirio de Esteban se asemeja al sacrificio de Jesús, pues mientras lo lapidan, ora diciendo: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. Tal como Jesús había dicho en la cruz: “Padre, en tus
PASTORAL JUVENIL
El Evangelio contado a los niños
06 08
PASTORAL LITÚRGICA
10
ACTUALIDAD
El culto a los mártires y a los santos
PASTORAL DE LA CATEQUESIS ¿Quién es el catequista?
Monseñor Óscar Romero, un mártir para los nuevos tiempos
14 18 22 25
manos encomiendo mi espíritu”. Esteban “cayó de rodillas y gritó a gran voz: ‘Señor, no le tengas en cuenta este pecado’”. Y Jesús había dicho: “Perdónales Señor, porque no saben lo que hacen”. Aquí está toda la magnanimidad cristiana del perdón, de la oración por los enemigos. Los que persiguieron a los profetas, que persiguen y matan a Esteban y a muchos mártires –Jesús lo había dicho–, creían que daban gloria a Dios, y que haciendo así, eran fieles a la doctrina de Dios. La verdadera historia de la Iglesia es la historia de los santos y los mártires: perseguidos y también asesinados por los que creían dar gloria a Dios y poseer la verdad: corazones corruptos, pero la verdad. También en estos días ¡cuántos “Esteban” existen en el mundo! Ellos sufren, dan la vida y nosotros recibimos la bendición de Dios por su testimonio. Son los mártires ocultos, hombres y mujeres fieles a la fuerza y voz del Espíritu Santo, que abren y buscan caminos nuevos para ayudar a los hermanos y amar mejor a Dios. Por esta razón son vistos con sospecha, calumniados, perseguidos por los que se creen dueños de la verdad. “Mártires” fieles en su familia que sufren mucho por fidelidad.
159 julio
septiembre
2015
Dirección: P. Martín Sepúlveda, ssp Coordinación: P. Martín Sepúlveda, ssp; P. Danilo Medina, ssp; Jr. Leopoldo Zapata, ssp Redacción: Polo Zapata A. AUTORES: Editorial: El director; Pregunta al teólogo: Pbro. Sebastián Toapanta; Vida Consagrada: P. Danilo Medina, ssp; Pastoral juvenil: Jorge Forero y Jr. Gerzon Medina, ssp; Pastoral litúrgica: P. Augusto Bergamini, sj; Pastoral de la catequesis: P. Martín Sepúlveda, ssp; Actualidad: Gregorio Rosa Chávez, obispo auxiliar de San Salvador; Guías homiléticas: P. William Segura; Biblia: P. Polo Zapata A.; Testigos de la fe: Fray. Oswaldo Escobar; Cultura y En librería: Constanza Moya; Especial Centenario: Hna. Sandra María Restrepo, fsp; Eclesiología: P. Danilo Medina, ssp; Novedad: Jr. Gerzon Medina, ssp Publicidad: Ximena Bonilla Valencia / e–mail: publicidad@sanpablo.com.co
Unámonos a Jesús en la Eucaristía, y unámonos a los numerosos hermanos que sufren el martirio de la persecución, de la calumnia y del asesinato por ser fieles al único Pan que sacia, es decir, a Jesús.
Diseño & diagramación: Luis Gabriel Niño Devia / e–mail: ninoluis@sanpablo.com.co Suscripciones: periodicos@sanpablo.com.co
Papa Francisco, Roma, 21 de abril de 2015.
GUÍAS HOMILÉTICAS
P. William Gerardo Segura S.
BIBLIA
Contexto geopolítico de los evangelios
TESTIGOS DE LA FE
Santa Teresa de Jesús: 500 años de amor fecundo
CULTURA
La piedad popular, gran patrimonio de la Iglesia
Impresión: Taller San Pablo, Calle 170 Nº 8G–31, Bogotá, D.C. - Colombia
29 42 48 52
EN LIBRERÍA Especial Centenario
Paulinas: 100 años al servicio de la vida
ECLESIOLOGÍA
Pablo, modelo de evangelizador y catequeta
NOVEDAD
“El Domingo”: acercar a las personas a Dios
54 56 62 66
p
Pregunta al teólogo
La
edagogía
p
del Reino:
las
arábolas Pbro. Sebastián Toapanta
En Mateo 13, 10 los discípulos le preguntan a Jesús "¿por qué enseña contando parábolas?". Él responde que no ha todos les está permitido entender los "secretos del Reino". Así, pues, ¿qué papel juegan, entonces, las parábolas en la enseñanza de Jesús acerca del Reino?
E
teraria que consiste en una narración breve y simbólica que encierra una enseñanza moral, revelando una verdad.
Jesús cuenta parábolas que sorprenden a todos por su frescura y su carácter sencillo, vivo y penetrante. Pero, ¿qué es una parábola? Significa "comparación, semejanza", y designa un forma li-
¿Para qué cuenta Jesús sus parábolas? Ciertamente, aunque es un maestro en componer bellos relatos, no lo hace para recrear los oídos y el corazón de sus oyentes. Tampoco pretende ilustrar su doctrina para que la gente sencilla pueda captar elevadas enseñanzas que, de lo contrario, nunca lograrían comprender. En realidad, sus parábolas no tienen una finalidad propiamente didáctica. Lo que Jesús busca no es transmitir nuevas ideas, sino
n las fuentes cristianas (Evangelios) se han conservado cerca de cuarenta parábolas con un relato más o menos desarrollado; son sólo una muestra reducida de todas las que pronunció Jesús. Como es natural, se conservaron los relatos que más repitió o los que con más fuerza se grabaron en el corazón y el recuerdo de los discípulos.
6
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
poner a la gente en sintonía con experiencias que conocen en su propia vida y que les pueden ayudar a abrirse al Reino de Dios: "¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo explicaremos?" (Mc 4, 30). Con sus parábolas, Jesús trata de acercar el Reino de Dios a cada aldea, cada familia, cada persona. Por medio de estos relatos cautivadores va removiendo obstáculos y eliminando resistencias para que la gente que lo "escucha" se abra a la experiencia de un Dios que está llegando a su vida. Cada parábola es una invitación apremiante a pasar de un mundo
viejo, convencional y con estrecho horizonte, a un "país nuevo", lleno de vida, que Jesús está ya experimentando y que Él llama "Reino de Dios" (cf. Mt 9, 16-17). Sus afortunados oyentes escuchan sus relatos como una llamada a entender y experimentar la vida de una manera completamente diferente, la de Jesús que, siguiendo al salmista, dice: "Voy a abrir la boca pronunciando parábolas, profiriendo cosas ocultas desde la creación (del mundo)" (Mt 13, 35). Con las parábolas de Jesús "sucede" algo que no se produce en las minuciosas explicaciones de los maestros de la ley. Jesús "hace presente" a Dios irrumpiendo en la vida de sus oyentes. Sus parábolas conmueven y hacen pensar; tocan el corazón e
invitan a abrirse a Dios; sacuden su vida convencional y crean un nuevo horizonte para acogerlo y vivirlo de manera diferente (cf. Lc 15, 1-31). La gente las escucha como una "buena noticia", la mejor que pueden oír de boca de un profeta: "No temas, pequeño rebaño, que el Padre de ustedes ha decidido darles el Reino" (Lc 12, 32). Al parecer, Jesús no explica el significado de sus parábolas ni antes ni después de su relato; no recapitula su contenido ni lo aclara recurriendo a otro lenguaje. Es la misma parábola la que ha de penetrar con fuerza en quien lo escucha. Jesús tiene la costumbre de repetir: "Quien tenga oídos para oír, que oiga". Su mensaje está ahí, abierto a todo el que lo quiera escuchar. No es algo misterioso, esotérico o enigmático. Es una "buena noticia" que pide ser escuchada. Quien lo oye como espectador no capta nada, sus oídos, sobre todo los del corazón, están cerrados; quien se resiste a su mensaje, se queda fuera; por el contrario, el que entra en la parábola, capta su mensaje, su novedad; se deja transformar por su fuerza, "entrando" ya, hace parte, en el Reino de Dios. La irrupción del Reino de Dios es, entonces, el objetivo primordial de las parábolas narradas por Jesús, tal como Él mismo lo afirma: "Mi enseñanza no es mía, sino del que me envió" (Jn 7, 16).
julio / Septiembre - 2015 - Vida pastoral no 159
7
beato
ALBERIONE a los comunicadores Por: BEATO SANTIAGO ALBERIONE
Exigencias del apostolado de la edición
L
a universalidad del apostolado de la edición exige, en quien lo ejerce, aspiraciones y características particulares que se pueden condensar en tres aspectos:
1. Sentir con Jesucristo Significa tener el corazón del divino Maestro para los hombres, como se manifiesta en el “vengan a mí todos” (Mt 11, 28). Por eso no hay que ocuparse sólo de las misiones o de la escuela, de la oración, de la frecuencia de los sacramentos o de la Palabra de Dios, ni dirigirse sólo a la masa de los necesitados, a la mujer o a una determinada clase de personas. Para estos apostolados particulares hay personas especializadas que lo hacen de forma extraordinaria. El apostolado de la edición, de
8
suyo, se ocupa de todo: de todas las necesidades, de todas las obras e iniciativas: obras de instrucción religiosa, formación moral, vida espiritual, obras de beneficencia, a las cuales puede aportar eficazmente con la edición de libros, periódicos y ediciones convenientes. 2. Sentir con la Iglesia El apostolado de la edición no sólo debe considerar a la Iglesia como santa, católica, depositaria de la fe, guardiana de la revelación, propagadora del magisterio, instituida por Cristo para la salvación de todos los hombres, sino que también exige, en quien lo ejerce, que, abandonando sus sentimientos privados, incline siempre la mente, la voluntad y el corazón a pensar, obrar y sentir, y por tanto a escribir de conformidad con el magisterio de la Iglesia. En una palabra, que tenga corazón de hijo con ella, que tiene corazón de madre para con los hombres.
Fue el apóstol incansable que, haciéndose todo para todos (1Co 9, 22), estaba siempre y en todas partes con todos y con todos los medios. El apóstol audaz que, a pesar de las distancias, de la indiferencia de los intelectuales, de la fuerza de los poderosos, de la ironía de los satisfechos, de las cadenas y del martirio, recorrió el mundo para renovarlo en una luz nueva: Jesucristo. Así y no de otro modo debe ser el apóstol de la edición. Siguiendo las huellas de su modelo y protector, debe tener un corazón grande que abrace a todo el mundo, una actividad incansable, heroica para guiar los fieles a Dios y dar Dios a los fieles. Y dado que no todos se a cercan a Dios de la misma manera, el paulino debe aprender de su modelo el arte de “hacerse todo para todos”, en su modo diferente de tratar a los hombres según las condiciones físicas, intelectuales, morales, religiosas y civiles. El apóstol de la edición no hallará gran dificultad en esto si sabe encontrar el secreto de la adaptación de san Pablo: la caridad. 3. Sentir con san Pablo por los fieles “Por encima de todo tengan amor, que es el San Pablo es al apóstol tipo. Amalgamó e hizo lazo de la perfección” (Col 3, 14). propios los elementos más dispares al serviTomado de: El apostolado de la edición. cio de una idea, de una Vida, de un Ser.
Si desea recibir información acerca del Instituto puede comunicarse con : P. Martín Sepúlveda – Superior Provincial - provincial@sanpablo.co
Carrera 46 No. 22A-90 - Barrio Quinta Paredes / Bogotá D.C - Tel.: 3682099
beato Alberione
Por eso se debe formar, además de las materias académicas requeridas, con la lectura y meditación de los Santos Padres, los doctores de la Iglesia, las Actas del Papa, de las Congregaciones romanas y del episcopado. Tiene también la obligación de acercarse a la lectura de textos de cultura, historia y ciencia. En fin, debe poseer un amplio bagaje cultural, teológico e intelectual. Corresponde, luego, al apostolado de la edición iluminar, alabar y publicar lo que afecta a la Iglesia, el Papa, el Episcopado, los Concilios, las disposiciones canónicas, litúrgicas y disciplinares, las enseñanzas doctrinales y tradicionales; defenderlas y aplicarlas a la vida práctica. En pocas palabras: el apostolado de la edición se convierte en la voz de la Iglesia, del Papa, del Episcopado, del párroco, del sacerdote, en la misma voz que se multiplica y se refuerza como en un altavoz para llegar a todos y llevarles los beneficios de la verdad, de la santidad y de la vida de la Iglesia.
Vida Consagrada
Itinerario teológico de la vida consagrada Por: P. Danilo Medina, ssp
En la coyuntura del Año de la Vida Consagrada, quien pertenece a un Instituto, Congregación u Orden religiosa, debe volver la mirada a aquellos valores esenciales que dan identidad y sentido a la consagración. En el espíritu de fidelidad creativa, ya sugerido por Pablo a Timoteo cuando lo invitaba a renovar el carisma que había sido infundido en él (cf. 2Tm 1, 6), se ha de asumir el desafío de retornar a las fuentes límpidas del ser y quehacer en la Iglesia y para el mundo.
10
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
n el libro Esquema teológico de la Vida religiosa”, Xabier Pikaza propone un esquema que recoge y expresa los valores representativos de la vida consagrada, como clave de lectura e interpretación de las dimensiones, los consejos evangélicos y los aspectos constitutivos del estilo de vida propio de los religiosos, a saber: consagración, comunión y misión; a estos se pueden agregar otros como vocación y conversión.
E
1. Vocación La vida consagrada es posible entenderla en referencia al misterio de la vocación; pues nadie llega a ser discípulo de Cristo si no es porque ha recibido previamente la llamada a ser su seguidor y amigo: “Fui yo quien los he elegido y los he destinado para que vayan y den fruto y que su fruto sea duradero” (Jn 15, 16). Benedicto XVI, en Deus caritas est, 2006, afirma que “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (n. 1). A la vida consagrada se llega únicamente por la gratuidad: se trata de un don que viene de Dios, no de una conquista humana, aunque también requiera del empeño de la parte humana para corresponder a dicha gracia. Al repasar los nombres y las características de los Doce llamados por Jesús a ser sus discípulos (cf. Lc 6, 12-16), se descubre entre ellos la gran variedad de procedencias, formas de ser y de pensar, niveles culturales y temperamentos (pescadores, nacionalista zelote, recaudador de impuestos, precipitados y radicales hermanos). Y si nos fijamos en otros discípulos, la variedad se hace más grande, pasando por magistrados judíos, fariseos, militares romanos, etc. Queda claro, entonces, que la vida cristiana, y en especial la vida consagrada, no se recibe como premio a méritos adquiridos, ni depende de las capacidades o virtudes humanas, no es monopolio de una élite
cultural o religiosa, ni presupone niveles especiales de santidad: viene del Señor como un don y se ofrece gratuitamente a todos los que deseen recibirla. Esta gratuidad inicial desencadena procesos de respuesta que lleva al llamado a hacerse cada vez más digno de ese regalo de la vocación.
2. Conversión La primera y fundamental respuesta humana al don gratuito de la vocación, que no se limita a un momento puntual, sino que abarca el resto de la vida, es la conversión, que es un proceso que no se agota en actitudes y comportamientos de índole moral, sino en un cambio radical a nivel del ser de la persona; es, pues, ante todo una realidad ontológica, que luego sí se demuestra auténtica en compromisos y actitudes morales. La conversión es tema importante en la historia de la salvación. Los reclamos y exhortaciones de los profetas insisten en la necesidad de “volver” permanentemente al Señor y a su proyecto, porque la realidad del pecado extravía y saca del sendero de Dios, que es el camino del bien por el cual se llega a la plenitud, a la felicidad verdadera y a la salvación. La primera llamada que Jesús dirige a sus oyentes al dar inicio a su ministerio mesiánico es: “Conviértanse porque el Reino de los cielos está cerca” (Mt 4, 17). Jesús manifiesta así que Él ha venido a llamar a los pecadores a la conversión, porque son los enfermos los que necesitan del médico (cf. Mc 2, 17), y hace parte fundamental de la misión que Jesús confía a sus discípulos antes de ser llevado al cielo (cf. Lc 24, 47). Toda la vida, la obra y la enseñanza de Jesús se constituyen, entonces, como una propuesta de conversión. La misión de los consagrados y consagradas en la Iglesia y en el mundo, tanto en su dimensión profética como en la mística, sólo es posible llevarla a cabo si la consagración se sustenta en procesos de conversión continua.
julio / Septiembre - 2015 - Vida pastoral no 159
11
Vida consagrada
3. Consagración El discipulado, que se entiende como el proceso en el cual “la persona, por el conocimiento, amor y seguimiento de Jesús maestro, profundiza en el misterio de su persona, de su ejemplo y de su doctrina” (DAp 278 § c), puede expresarse también en términos de consagración, que es la total dedicación al Señor y su Reino, mediante la puesta en práctica de las promesas bautismales y la vivencia continua de la dignidad de hijos de Dios (cf. Ga 4, 4-7; Rm 8, 14-17). En la teología de la Vida religiosa, a partir del Vaticano II, se insiste en que la consagración del religioso no es ni distinta, ni superior, ni marginal respecto de la consagración bautismal, todo lo contrario: “El cristiano (…) ya por el bautismo estaba consagrado a Dios, pero para sacar ubérrimos frutos de la gracia bautismal, por la profesión de los consejos evangélicos se consagra más íntimamente al servicio de Dios” (LG 44). En términos similares, Perfectae caritatis subraya: “La profesión religiosa realiza una total consagración a Dios, único en verdad digno de un don tan radical de la persona… es una peculiar consagración con la que uno se entrega totalmente a Dios” (PC 2).
En la vida religiosa, entonces, la consagración se expresa y se realiza mediante la vivencia de los consejos evangélicos. Ellos, en efecto, son medios privilegiados a través de los cuales se realiza en lo concreto la donación de la vida entera a Dios y al servicio del prójimo. La pobreza, la castidad y la obediencia se entienden y se justifican sólo como caminos de liberación que facilitan la entrega.
4. Comunión El discipulado cristiano implica no sólo estar con Cristo, sino también compartir la vida con los hermanos que siguen las mismas huellas del Señor. Pues “no puede haber vida cristiana sino en comunidad: en las familias, las parroquias, las comunidades de vida consagrada (…) Como los primeros cristianos, que se reunían en comunidad, el discípulo participa en la vida de la Iglesia y en el encuentro con los hermanos, viviendo el amor de Cristo en la vida fraterna solidaria” (DAp 278 § d). La vida fraterna es un valor constitutivo e irrenunciable de la vida religiosa. Quien escoge la vida consagrada decide vivir con otros en comunidad. No se puede olvidar que el amor fraterno es el núcleo central de la enseñanza de Jesús: “En esto reconocerán todos que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros” (Jn 13, 35). Por eso el magisterio de la Iglesia nos enseña que “la comunión fraterna en sí ya es apostolado y contribuye directamente a la evangelización. La señal por excelencia que el Señor nos dejó es efectivamente la de la fraternidad vivida. (…) Juntamente con la misión de predicar el evangelio, el Señor dio a sus discípulos el mandamiento de vivir unidos, ‘para que el mundo crea’. (…) La vida fraterna no constituye el todo de la misión de la comunidad religiosa, pero es un elemento esencial, tan importante cuanto la acción apostólica” (Juan Pablo II. La vida fraterna en comunidad, 54-55). En la medida en que se vive la comunión, el testimonio de los religiosos resulta eficaz en medio de un mundo egoísta, con sistemas sociales, políticos y económicos que siguen criterios de consumismo, ambición e individualismo que provocan tantas injusticias y falta de solidaridad. Las comunidades religiosas son gritos de denuncia de dichos sistemas y signos escatológicos de los valores y bienes del Reino de Dios, que encuentran en el carisma del amor “el camino más excelente” (1Co 12, 31).
12
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
5. Misión Cuando el Señor llamó a los discípulos, no sólo quiso que estuvieran con Él, sino que también deseaba “enviarlos a predicar” (cf. Mc 3, 13). Sería estéril un proceso de discipulado cristiano que no se proyectara en la misión, ya que es parte imprescindible del proceso, justamente porque “el discípulo, a medida que conoce y ama a su Señor, experimenta la necesidad de compartir con otros su alegría de ser enviado, de ir al mundo a anunciar a Jesucristo, muerto y resucitado, a hacer realidad el amor y el servicio en la persona de los más necesitados…” (DAp 278 § e). El compromiso apostólico de los consagrados, en la medida en que brota de claras y profundas motivaciones y convicciones vocacionales, y es respaldado por la vivencia de una comunidad cálida, alegre, serena y fraterna, será realmente creíble y eficaz como servicio a la promoción humana y la evangelización de nuestros pueblos. De hecho, la misión de los cristianos se inscribe en la misma dinámica y parámetros de la misión del propio Jesús, quien, antes de regresar al Padre, envió a sus apóstoles a predicar el Evangelio, para hacer discípulos de todos los pueblos, acompañando dicho anuncio con signos concretos de la verdad de las palabras, en la curación de los enfermos y la defensa de la vida (cf. Mt 28, 19-20). Como cristianos y como religiosos asumimos con entusiasmo y denuedo nuestra misión, pues nos sentimos enviados a predicar el Evangelio para que las palabras de vida de Jesús lleguen al corazón de la personas y de los pueblos. Vivida como propuesta integral, el religioso puede realmente llegar a llamarse apóstol, según palabras del Beato Santiago Alberione, cuando “lleva a Dios en su alma y lo irradia a su alrededor. Apóstol es un santo que acumula tesoros y los comunica a los hombres; tiene un corazón encendido de amor por Dios y por los hombres; es un vaso de elección que se desborda y las almas corren a él para saciar su sed; es un templo de la Santísima Trinidad, que en él es sumamente operante. El apóstol respira a Dios por todos los poros: con las palabras, las obras, las oraciones, los gestos, el comportamiento; en público y en privado; con todo su ser. ¡Hay que vivir de Dios y dar a Dios!” (Ut perfectus sit home Dei, 277).
Pastoral Juvenil
El Evangelio
Por: Jr. Jorge Forero y Jr. Gerzon Medina, ssp
contado a los
niños
Contexto En la Vigésima octava Feria del Libro de Bogotá, 2015, la Editorial San Pablo hizo su presencia en el stand N° 423 –Gran Salón– con el tema “Una familia de película” como homenaje al Sínodo de la familia convocado por el papa Francisco y que concluye en octubre de este año.
14
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
n ese ambiente familiar, y como una de las varias actividades llevadas a cabo en la Feria, la Editorial presentó una función de títeres, como una forma divertida y práctica de presentar a los niños y niñas, acompañados de sus padres, las enseñanzas de Jesús. La temática, esta vez, fue la multiplicación de los panes (cf. Jn 6, 1-15), donde, después de Jesús, un niño juega un papel importante para que se lleve a cabo el milagro. También para dar a conocer a los asistentes el subsidio litúrgico editado por San Pablo Pan de la Palabra para niños.
las familias a reflexionar sobre la vida de Jesús, el Hijo de Dios, que calma el ansia de nuestras angustias y necesidades.
E
La actividad estuvo a cargo de los religiosos paulinos, estudiantes de teología, Jr. Jorge Forero Maldonado, quien interpretó el papel del “hermano George”, en su función de presentador, y el Jr. Gerzon Medina Ariza, encargado de dar vida al “títere Santiaguito”, personaje principal del Pan de la Palabra para niños. Además,
Jr. Jorge Forero en el papel del hermano George.
contó también con la colaboración de los miembros de la comunidad religiosa Sociedad de San Pablo –Paulinos– y colaboradores laicos de la Editorial.
Objetivo La función de los títeres se presentó en dos sábados en el stand señalado arriba. A la misma asistieron varias familias que compartieron la alegría y la dinamicidad de los personajes. Pero, más allá de la forma lúdica de presentar el Evangelio, la actividad tenía como objetivo invitar a
Como decía Santiaguito: “Jesús nos invita a multiplicar el amor, el amor que nos da Dios, con los demás por medio del compartir. Seamos, pues, niños y niñas, líderes en compartir el amor en la familia, en el colegio, en el barrio… Sólo así se podrá vencer al monstruo del egoísmo”. Después de terminada la reflexión del texto bíblico, el hermano George y Santiaguito interactuaron con los niños, invitándolos a cantar, expresar sus impresiones, tomarse fotos en la pantalla de “Realidad aumentada”, siempre en compañía de sus padres, dando así el toque familiar y dejando relucir el lema del stand, “Una familia de película”.
julio / Septiembre - 2015 - Vida pastoral no 159
15
Pastoral Juvenil
Actualidad en la catequesis Hay que tener en cuenta que la CATEQUESIS no es un relleno o una práctica dé y para laicos, sino tarea también de sacerdotes y seminaristas, pues todos, en conjunto, deben caer en la cuenta de que las dinámicas y las acciones que ilustran la vida de Jesús pueden y deben ser transmitidas de una forma agradable y práctica. Entre los retos para catequistas, párrocos y agentes de pastoral es la falta de ideas para realizar una catequesis atrayente para los catequizandos. Las estrategias a utilizar en la presentación del Evangelio, sobre todo para los niños, deben ser más creativas y versátiles, utilizando los medios como la tecnología, la música, las manualidades y por supuesto el teatro. Es urgente que en las parroquias se vivan espacios en donde la lúdica, la recreación, el baile y la creatividad congreguen a toda la familia.
16
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
Se debe fomentar la unidad familiar en la Iglesia desde las cosas sencillas, con la puesta en práctica de actividades como el teatro o la música para integrar a los niños y a los jóvenes a la parroquia. Las celebraciones litúrgicas deben despertar el interés de toda la familia, dando así la impresión de ser verdaderos cristianos.
La catequesis debe presentarse desde la realidad, con palabras, pensamientos y acciones que transmitan la fe y que lleven al encuentro con Jesús. Proporcionar un estado de familiaridad en cada una de las parroquias conlleva a vivir plenamente el amor de Dios. La experiencia de cantar, jugar y compartir con los niños es gratificante cuando el mensaje transmitido de forma sencilla, pero ilustrada, llega y toca el corazón de los mismos, llevando, incluso, desde sus condiciones, a un compromiso. Pues no hay que olvidar, ya lo dice Jesús, que los niños son los preferidos del Padre, pues en ellos se hace visible la bondad, la alegría y la misericordia de Dios. Por tanto, la catequesis debe propender a reflejar el rostro amoroso de Dios de forma creíble y accesible a los niños. Es necesario también recordar que la catequesis es un ámbito importante para la evangelización, ya que ella es la pedagoga que ilustra y fortalece la fe a las personas; una fe que, entendida desde el amor, lleve al compromiso de conocer y seguir a Jesucristo y su proyecto de salvación: el Reino. Por eso el catequista debe tener y vivir una
experiencia profunda de encuentro con Él, desde la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, enriqueciendo así su vida de fe y la experiencia que quiere comunicar a los catequizandos. Otro elemento importante a tener en cuenta es el testimonio de vida que, por medio de la coherencia y la acción, transparenta al Cristo resucitado. San Pablo exhorta a proclamar la Palabra de Dios con insistencia, a tiempo y destiempo, debatiendo y reprendiendo, si es necesario, pero con toda paciencia y pedagogía (cf. 2Tm 4, 2), y, a la vez, pide hacernos “todo a todos”, es decir, rebajarse al nivel del catequizando, para darles el mensaje según su capacidad y condición, llevándolos así al encuentro con Dios, con Jesús y con los hermanos, en unidad con la Iglesia; y todo esto por
amor a la Buena Noticia –Evangelio– (cf. 1Co 9, 1923). Y ésta es precisamente la labor del catequista, pero también de los párrocos, religiosos y agentes de pastoral, que trabajan en la formación y propagación de la fe, buscar de mil formas, sin desanimarse cuando las cosas no salen como se espera, anunciar el mensaje de salvación con un lenguaje sencillo y claro, adaptable a las situaciones concretas de las personas. Como religiosos paulinos, que comunicamos la gracia y la paz de Jesucristo, animamos a los catequistas a fomentar, desde el Evangelio, la integridad familiar y eclesial, dando a conocer al Dios de amor que, por medio de su Hijo y con la asistencia del Espíritu Santo, reparte al mundo gracia y consuelo.
Pastoral litúrgica
El
culto a los mártires y a los santos Por: P. Augusto Bergamini, sj
En el año 155 fue martirizado san Policarpo, obispo de Esmirna, en el Asia Menor. Con una carta fue informada la comunidad cristiana de la gloriosa muerte de su pastor. Como fue sepultado su cuerpo en un lugar conveniente, se manifestó la decisión de encontrarse cada año junto a su sepulcro con todos los fieles “para celebrar el día aniversario de su martirio”. Este es el primer testimonio cierto del culto a un mártir. A un siglo de distancia se encuentran algunos testimonios del martirio del papa san Sixto con sus siete diáconos y de san Cipriano, todos martirizados en el año 258. A mediados del siglo III en Roma hay testimonios directos de la veneración y de las invocaciones a los santos Pedro y Pablo.
18
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
l culto a los mártires fue el primero que surgió junto a la celebración de la Pascua. El hecho es muy significativo. Este culto no es sino un aspecto del Misterio Pascual. Si los mártires con sus sufrimientos dieron testimonio de Cristo, con mayor razón es Cristo quien en ellos dio testimonio al Padre.
E
El día aniversario del martirio se hacía memoria del testimonio heroico dado a favor del Evangelio por estos hermanos y es cierto que inicialmente un momento central de esta conmemoración consiste en la celebración de la Eucaristía, durante la cual era pronunciado el nombre del mártir. En tiempos posteriores el obispo hacía también el elogio del heroico testigo de la fe, o se hacía la lectura de las actas auténticas de su martirio.
El culto a los mártires en los primeros tiempos era estrictamente local; estaba ligado a los elementos cuidadosamente señalados: el día de la muerte y el lugar donde había sido depositado el cuerpo del mártir; allí se congregaba la comunidad cristiana en cada aniversario para celebrar su memoria. Otro elemento que hay que tener presente y que demuestra la naturaleza con que nació el culto a los mártires es proporcionado por las costumbres con que entonces se hacían las honras fúnebres a los difuntos. En efecto, el mundo pagano antiguo, el día del cumpleaños del difunto todos los parientes se congregaban junto a su tumba; los cristianos, a diferencia de los paganos, se reunían junto a la tumba para celebrar no el diez natalis a la vida terrena, sino el diez natalis como nacimiento a la verdadera vida del cielo. Además, la conmemoración cristiana, a diferencia de la pagana, estaba marcada por el sentido de la alegría, de la victoria y de la esperanza, la participación no está restringida al círculo de los parientes sino extendida a toda la Iglesia de Dios (la familia Dei) que se encuentra en aquel lugar.
Finalmente, otra característica del culto cristiano a los mártires, contrario al culto pagano de los difuntos, es la de no limitarse a la primera generación de aquellos que los habían conocido, sino que se prolongaba a las generaciones posteriores. La comunidad cristiana guardaba celosamente como su gloria y su precioso patrimonio la memoria de los mártires, por los cuales alababa a Dios que todo lo ve, y celebraba el sacrificio eucarístico “del cual está excluida la sangre y la violencia”. El culto a los mártires, que en un primer momento fue sólo local, progresivamente se extendió a otras Iglesias, vecinas y lejanas, hasta llegar a ser universal. La reforma litúrgica ha querido recordar de modo particular a los antiguos mártires romanos de cuya existencia y veneración se tiene noticia por la Depositio martyrum romana del 354, por los Sacramentarios y por otros documentos del Medioevo. Ellos deben considerarse como el núcleo venerable de las filas de los santos que la Iglesia romana tuvo en veneración. Después de la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, el 30 de junio, se colocó una nueva memoria libre de los santos protomártires de la Iglesia de Roma, es decir, de los hombres y mujeres que fueron muertos en el circo de Nerón en el año 64. Así el nuevo calendario puede ser considerado verdaderamente un calendario romano, fiel a la tradición.
El culto a los santos Del culto tributado por la Iglesia a los mártires que habían derramado su sangre por Cristo, bien pronto se pasó al culto de aquellos que habían confesado su fe públicamente sufriendo torturas, cárcel, destierro. Tertuliano los llama martyres designati. De los mártires y confesores en sentido estricto de la fe, se tuvo una ulterior prolongación al considerar a los santos con su respectivo culto cuando entró la idea del martirio espiritual; san Cipriano afirma que hay cristianos que “no llegaron al martirio porque le vino a faltar la ocasión del martirio”.
julio / Septiembre - 2015 - Vida pastoral no 159
19
Pastoral Litúrgica
El número de los santos se amplió todavía más cuando fueron tomadas en consideración las grandes figuras de obispos que ilustraron la fe cristiana de modo eminente con su doctrina y su ejemplo de vida (por ejemplo san Atanasio, obispo de Alejandría). La otra categoría, fundada siempre en la intuición del martirio espiritual, abarca a los ascetas, las vírgenes, los monjes, hasta llegar a cualquier fiel que haya dado un testimonio heroico de vida cristiana en cualquier situación.
20
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
Para comprender y valorar bien este progresivo ensanchamiento, es importante no perder de vista la idea clave de la santidad cristiana, que se amplió ciertamente, pero siempre hundió sus raíces y su auténtica justificación en el martirio, como perfecta asimilación a Cristo muerto y resucitado. Así, si el misterio pascual fue el objeto único y primitivo de la celebración cristiana del año litúrgico, el culto de los mártires no se desvía de este centro, en cuanto ellos son los perfectos imitadores de Cristo, que da su vida hasta el derramamiento de la sangre, y si se admiten otros
santos es porque también ellos siguieron a Cristo con fortaleza y heroísmo análogos. El concepto de santidad cristiana conserva así una relación radical e íntima con el martirio y con el misterio pascual de Cristo, como autorizadamente fue reconocido y confirmado por el Vaticano II en la SC 104, cuando se declara que la Iglesia en las fiestas de sus santos celebra siempre, en el fondo, el único misterio pascual de Cristo en cuanto revivido en sus miembros. Por consiguiente, el grupo de los mártires constituye no sólo el núcleo central y más primitivo del santoral, sino también el necesario punto de referencia para un estudio de la auténtica santidad cristiana.
La fisonomía completa y auténtica del año litúrgico se puede sintetizar en los siguientes puntos fundamentales:
1. Celebración esencial y primaria, celebración me-
morial pero real del misterio pascual de Cristo: es el objeto del Propio del tiempo y de toda misa.
2. Celebración, a través del santoral, del mismo
misterio de Cristo visto en sus frutos, realizado en sus miembros más configurados a Cristo muerto y resucitado.
3. Celebración del mismo misterio salvífico en cuanto
Cristo asocia aún hoy a su obra también el amor, la intercesión y el ejemplo de sus santos y sobre todo de su Madre santísima.
Los criterios adoptados para la revisión del santoral en la reforma decretada por el concilio Vaticano II fueron los de la verdad histórica de cada santo; de la celebración de su memoria el día aniversario de su muerte o, en caso de estar impedido, el más cercano, o también el día de la traslación de sus reliquias; la universalización del calendario. Las leyes que regulan las celebraciones de las fiestas de los santos son las de la preeminencia del ciclo litúrgico del misterio de la salvación sobre el santoral (cf. SC 108). El 1 de noviembre la Iglesia celebra, desde el siglo IX la Solemnidad de todos los santos. En una única fiesta se recuerdan junto a los santos canonizados, todos los justos de toda lengua, raza y nación, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida (cf. Ap 20, 12). El significado de esta solemnidad está bien expresado en el embolismo del prefacio: “Hoy nos concedes el gozo de contemplar la ciudad del cielo, la santa Jerusalén que es nuestra madre, donde la asamblea festiva de nuestros hermanos glorifica eternamente tu nombre. Hacia la patria común nosotros, peregrinos en la tierra, recorremos en la esperanza nuestro camino, alegres por la suerte gloriosa de estos miembros elegidos de la Iglesia, que nos has dado como amigos y modelos de vida”. Tomado de: Cristo, fiesta de la Iglesia, pp. 307-312.
Pastoral de la catequesis
¿Quién es el Por: P. Martín Sepúlveda, ssp
catequista? Es importante en la Pastoral de la catequesis, que está insertada en la Pastoral profética, preguntarse por la persona del catequista y sus características, de manera que se pueda ir elaborando un perfil de quien desea prestar este servicio tan importante en la Iglesia. Del Directorio General para la Catequesis tomaremos las siguientes notas que pueden ayudarnos en este ejercicio.
La persona del catequista y su identidad 1. El catequista es una persona de fe 1
Él profundiza su experiencia personal con Dios. Esta vivencia de espiritualidad no se da solamente en los momentos de oración y de retiro espiritual, sino en cada momento de su vida. A veces, en la catequesis, nos preocupamos por preparar muchas cosas: materiales, actividades, locales… Todo eso es importante. Sin embargo, debemos preparar nuestra persona como catequistas: desarrollar un modo de ser, una personalidad que nos capacite para que seamos buenos catequistas.
1
22
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO. Directorio General para la Catequesis, n. 239.
2. El catequista es una persona que da testimonio de su fe
Él se esfuerza por ser luz y sal en medio de las personas. El catequista es un educador de la fe y formador de comunidad, más por lo que él es que por lo que él dice. Para eso es necesario crecer en madurez humana y cristiana. El catequista, quiera o no, es el “modelo”, referencia para los que reciben la catequesis. Cuanto más rica y profunda es su vida, los valores que vive, sus actitudes y opciones personales, tanto más se convierte para los catequizandos en un continuo llamado a un nuevo modo de ser. Lamentablemente en muchos ambientes el catequista no tiene una seguridad en la doctrina y termina defendiendo causas que van en contra de la misma enseñanza de la Iglesia, o, lo que es peor, su vida no es un testimonio de los valores cristianos en la comunidad. Hoy, ante la escasez de catequistas en las parroquias, se acude a personas que no están preparadas para este servicio, de ahí la necesidad de formación, recordándoles que, ante todo, “el testimonio es fundamental. La Palabra de Dios es eficaz en sí misma, pero adquiere sentido concreto cuando se vuelve realidad en la persona que anuncia” (Juan Pablo II).
3. El catequista es una persona
comprometida con la comunidad y enviado por ella
con sus valores, sus desafíos y sus sombras. Para responder a él se necesitan catequistas dotados de una fe profunda, de una clara identidad cristiana y eclesial y de una honda sensibilidad social”3.
5. El catequista se esfuerza por ser una persona: Auténtica, sincera, dialogante, capaz de comprender y perdonar, digna de confianza, alegre, responsable y equilibrada en sus sentimientos y afectos. Para esto, busca formación en la comunidad, junto con otros catequistas y agentes de pastoral.
6. El catequista es una persona que participa en las celebraciones comunitarias
El aspecto celebrativo es vital en el proceso catequístico para que el catequista pueda expresar su fe y, al mismo tiempo, transmitir a los catequizandos, junto con las enseñanzas, la vivencia de la fe en la oración y en la celebración4.
3 4
Ibíd., n. 237. Cf. Ibíd., n. 238.
Por eso, el catequista tiene conciencia de que es Iglesia y actúa en nombre de la Iglesia. “La comunidad cristiana es el origen, lugar y meta de la catequesis. De la comunidad cristiana nace siempre el anuncio del Evangelio, invitando a los hombres y mujeres a convertirse y a seguir a Jesucristo”2.
4. El catequista es una persona
sensible y abierta a los problemas de la humanidad en el hoy de nuestra sociedad
Se esfuerza por percibir las alegrías, las esperanzas, las angustias y los sufrimientos y anhelos de las gentes: “Se trata, ante todo, de formar catequistas para las necesidades evangelizadoras de este momento histórico 2
Ibíd., n. 254.
julio / Septiembre - 2015 - Vida pastoral no 159
23
Pastoral de la catequesis
Sugerencia para la lectura
7. El catequista es una persona con actitud de amor “La misión evangelizadora supone en el evangelizador un amor fraterno, siempre creciente, hacia aquellos a quienes evangeliza”5. El hilo conductor que se propone a un catequista es la interacción fe y vida:
› La evangelización ilumina la vida con la luz de la fe.
Ayuda a las personas a conocer la Palabra de Dios, a descubrir los valores del Reino y a vivir mejor. › La evangelización profundiza la fe a la luz de la
vida. A la vista de los acontecimientos de la vida diaria, las personas descubren y maduran la certeza de la llegada del Reino. Por consiguiente, la interacción fe y vida es, al mismo tiempo, camino y punto de llegada. Es el método de la catequesis, pero también es el mensaje.
5
24
Pablo VI. Evangelii nuntiandi, n. 79.
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
En la formación del catequista es fundamental te-
ner en cuenta los documentos oficiales de la Iglesia. Ellos se convierten en una herramienta importante para entender la catequesis. No hay que tener pereza de leerlos y de formarse si en realidad amamos a nuestra Iglesia y queremos prestarle un verdadero servicio. Les proponemos que lean al menos dos: El Directorio General para la Catequesis y la encíclica del papa Pablo VI, Evangelii nuntiandi. Recordemos que los documentos de la Iglesia son editados con párrafos numerados, para facilitar la localización de los trozos. Cuando usted lee “n. 125”, por ejemplo, entiéndase: se trata del párrafo número 125 del documento citado (¡y no de la página 125!).
Conversando y respondiendo ›
Puede leer los números 233-252 del documento Directorio General para la Catequesis, varias veces aquí citado y agregar otras características de un catequista que busca vivir con autenticidad su misión.
›
¿Cuáles son las exigencias para vivir mejor nuestra misión de catequistas?
›
¿Después de algunos años de catequesis, cómo podríamos renovar nuestra identidad de catequistas?
Actualidad
Por: Gregorio Rosa Chávez, obispo auxiliar de San Salvador
Monseñor Óscar Romero,
un mártir
mártir para losnuevos tiempos
En su alocución dominical del 19 de abril, a la hora del Regina Coeli, el papa Francisco invitó a los cristianos a ser testigos de la resurrección. “Pero, ¿quién es el testigo?”, preguntó. “El testigo es uno que ha visto, que recuerda y cuenta. Ver, recordar y contar son los tres verbos que describen la identidad y la misión”. Eso quisiera hacer en este artículo: compartir con los lectores de Vida Pastoral algunos aspectos de mi experiencia junto a monseñor Romero.
onocí a Óscar Romero cuando era sacerdote encargado de la catedral en la ciudad de San Miguel, al oriente de El Salvador. No sólo tuve la suerte de conocerlo personalmente, sino que el Señor me concedió la gracia de gozar de su amistad, como él mismo en su Diario habla de mi persona “como amigo que lo ha sido desde tanto tiempo y muy de fondo” (Diario, 18-V-1979). Esta amistad nació cuando, después de mis estudios de filosofía, colaboro con él durante un año, en 1965, en el seminario menor de San Miguel.
C
julio / Septiembre - 2015 - Vida pastoral no 159
25
Actualidad Estuve a su lado en los momentos más difíciles de su ministerio como pastor de la arquidiócesis de San Salvador. Recuerdo bien como, al conocerse la noticia de su asesinato: en muchas casas hubo fiesta y quema de pólvora porque “por fin mataron al comunista”. Ahora vísperas de su beatificación, asistimos a un silencioso terremoto espiritual en muchos corazones que reconocen humildemente su culpa y visitan la capilla donde fue martirizado o su tumba en la cripta de la catedral para pedirle perdón. El camino hacia los altares no ha sido fácil, pero la verdad de su santidad poco convencional se fue imponiendo. Prueba de ello es lo que pasó con Benedicto XVI cuando volaba hacia Brasil, en 2007, para inaugurar la IV Conferencia General de los obispos de América La-
de los obispos de El Salvador, presentó a monseñor Romero como “un modelo de pastor”.
Monseñor Óscar Romero, obispo de San Salvador.
tina y el Caribe. En su diálogo con los periodistas sobre el tema Romero, el Santo Padre respondió en forma categórica: “Romero es un gran testigo de la fe y merece ser beatificado. No me cabe la menor duda”. Luego añadió que su figura y su mensaje fueron manipulados, pero que en eso él no tuvo nada que ver. Al año siguiente, Benedicto XVI, durante la visita Ad Limina
El 3 de febrero del 2015 el papa Francisco firmó el decreto de su martirio “in odium fidei”, noticia que llenó de júbilo a todo el planeta. Al mes siguiente, monseñor Vincenzo Paglia, postulador de la causa de su canonización, viajó a San Salvador para anunciar la fecha de su beatificación. “¿Por qué este proceso ha tardado tanto?”, le preguntaron. Respondió que “Dios Padre quiso esperar que hubiera un Papa latinoamericano para que Romero fuera beatificado”. Es obvio que el papa Francisco se siente muy a gusto con Romero. Pienso que es porque nuestro beato es un ícono del “pastor con olor a oveja” y porque encarna maravillosamente la utopía de “una Iglesia pobre y para los pobres”.
Como Jesús, nuestro pastor y mártir fue signo de contradicción. Así lo decía ante un grupo de alumnas de un colegio católico: “Para muchos soy el causante de todos los males del país, una especie de monstruo de maldad; pero para otros, gracias a Dios, el pastor que está en medio de su pueblo”. IIustración del Monseñor Romero, en su nombramiento como obispo.
26
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
Existe un sorprendente paralelismo entre el Santo Padre “venido casi del fin del mundo” y monseñor Romero. Estos son algunos rasgos comunes: ambos son pastores de profunda devoción mariana; pastores con “olor a oveja” y “con un oído puesto en el pueblo”; pastores que evangelizan con lo que son, con lo que hacen y con lo que dicen; pastores con el don de la palabra que llega al corazón; pastores que sueñan con “una Iglesia pobre y para los pobres”; pastores con un profundo amor y admiración a Pablo VI; pastores que sueñan con “una Iglesia en salida”, “la Iglesia de la Pascua”. Pablo VI fue el hombre providencial que dio a Romero, en la exhortación Evangelii nuntiandi, el marco doctrinal seguro y sólido de lo que es la liberación cristiana. No es extraño, entonces, que para el retiro preparatorio a su ordenación episcopal, en 1970, el tema central de su meditación y de su oración sea la encíclica inaugural del papa Montini, Ecclesiam suam. En su cuaderno de ejercicios, el futuro obispo analiza uno a uno los tres puntos de la encíclica: tomar conciencia de sí, renovación y diálogo. Fruto de ese cara a cara con Dios es su compromiso: “Por María, mi Madre, al Corazón de Jesús, sumo y eterno sacerdote, Pastor y obispo de nuestras almas. Es mi consagración, sintetizada en esta palabra: Sentir con la Iglesia. Haré míos los tres caminos de la Iglesia según la encíclica Ecclesiam suam y después de examinar mi realidad personal según los criterios de la gloria de Dios y salud eterna de mi alma” [DELGADO, Jesús. (1986). Óscar A. Romero. Biografía. UCA Editores, p. 45]. Monseñor Romero se encontró en dos ocasiones con Pablo VI. La primera vez cuando era obispo de Santiago de María, pasó casi inadvertida. Pero la audiencia privada de junio de 1978 lo marcó a fuego. En su Diario escribe lo que el Papa le dijo: “Comprendo su difícil trabajo. Es un trabajo que puede ser no comprendido. Necesita tener mucha paciencia y mucha fortaleza… Luego se refirió al pueblo… Me dijo que había que ayudarlo, trabajar por él, pero jamás con odio, fomentando las violencias, sino a base de un gran amor”. La reacción del obispo salvadoreño es conmovedora: “Le repetí que era precisamente la manera como yo trataba de predicar, anunciando el amor, llamando a la conversión. Le dije que muchas veces habíamos repetido su mensaje del Día de la Paz: ‘No a la violencia, sí a la paz’. Le expresé mi adhesión inquebrantable al magisterio de la Iglesia. Y que en mis denuncias a la situación violenta del país, siempre llamaba a la conversión” (Diario, 21 -VI- 1978).
Actualidad Después vinieron las visitas de
monseñor Romero al papa Juan Pablo II. En el primer encuentro, monseñor se sintió incomprendido porque el Papa le habló con palabras duras, previniéndole contra el peligro del comunismo. Esto cambió pronto, como lo señala Don Stanislao Dziwisz, actual arzobispo de Cracovia. En su libro-entrevista Una vida con Karol, al hablar de los nuevos mártires, encontramos este impresionante testimonio de lo que sucedió en vísperas de la celebración del Jubileo de los Mártires, en mayo del 2000: “En la oración que cerraba la séptima categoría, la de los cristianos que han dado su vida por Cristo y por los hermanos de América Latina, se recordó también a monseñor Óscar Romero, arzobispo de El Salvador, asesinado mientras celebraba la Eucaristía. El Santo Padre lo había querido así. La víspera se habían producido polémicas, falsas ilaciones. Pero el Papa lo cortó todo de raíz. Cuando los organizadores se reunieron con él, les pidió expresamente que se incluyera el nombre –fueron sus palabras precisas– de ‘aquel gran testigo del Evangelio’” (p. 214). Don Estanislao añade a renglón seguido: “Eran las mismas palabras, más o menos, con las que Juan Pablo II, con gran firmeza, había rechazado en 1983 la sugerencia de algunos obispos latinoamericanos de que no acudiera a la tumba de monseñor Romero porque estaba considerado un personaje demasiado comprometido políticamente: ‘No, el Papa tiene que ir, se trata de un obispo que ha sido asesinado justo cuando se encontraba en el corazón de su ministerio pastoral, durante la celebración de la Santa Misa’” (Ibídem). Fui testigo de lo que pasó cuando el Papa llegó a El Salvador el 6 de 28
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
Monseñor Óscar Romero, en el encuentro que sostuvo con el papa Juan Pablo II.
marzo de ese año: el papamóvil se desvió sorpresivamente de su ruta y se dirigió a la catedral, que estaba cerrada. Entró al templo y, después de unos momentos de adoración ante el sagrario, pasó a la tumba de monseñor Romero y se arrodilló recogiéndose en profunda oración. Y pensé: “Para él monseñor Romero es un santo”.
En el año 2001 tuve la gracia de participar en la X Asamblea ordinaria del Sínodo de obispos, que reflexionó sobre el tema “El obispo, servidor del Evangelio para la esperanza del mundo”. Cuando leí en la exhortación postsinodal Pastores gregis, cómo se describe el perfil del obispo, sentí de pronto que estaba describiendo a monseñor Romero. Quisiera terminar mi testimonio citando algunas ideas de los números 66 y 67: “La labor del obispo se ha de caracterizar, pues, por la parresía, que es fruto de la acción del Espíritu (cf. Hch 4, 31). De este modo, saliendo de sí mismo para anunciar a Jesucristo, el obispo asume
con confianza y valentía su misión, factus pontifex, convertido realmente en ‘puente’ tendido a todo ser humano” (n. 66).
En el número siguiente, añade: “El obispo debe ser también ‘profeta de justicia’, porque ‘hoy más que ayer, la guerra de los poderosos contra los débiles ha abierto profundas divisiones entre ricos y pobres. ¡Los pobres son legión! (…). Ante estas situaciones de injusticia, y muchas veces sumidos en ellas, que abren inevitablemente la puerta a conflictos y a la muerte, el obispo es defensor de los derechos del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios. Predica la doctrina moral de la Iglesia, defiende el derecho a la vida desde la concepción hasta su término natural; predica la doctrina social de la Iglesia, fundada en el Evangelio, y asume la defensa de los débiles, haciéndose la voz de quien no tiene voz para hacer valer sus derechos” (n. 67). Éste es el perfil del beato que los obispos de El Salvador describimos con tres frases: hombre de Dios, hombre de Iglesia, servidor de los pobres. O con palabras más conocidas: profeta, pastor y mártir.
Guías
Homiléticas P. William Gerardo
Segura Sánchez Del Evangelio según san Marcos
5 de julio XIV DOMINGO ORDINARIO
Jesús fue a Nazaret, su tierra, acompañado de sus discípulos. Y cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. Muchos, al oírlo, quedaron asombrados y decían: “¿De dónde habrá sacado este hombre todo eso? ¿Quién le habrá dado tanta sabiduría y semejante poder?” (…) Y no podían creer en Él (cf. Mc 6, 1-6).
Ez 2, 2-5 / Sal 122 / 2Co 12, 7b-10 / Mc 6, 1-6
Palabra del Señor
ESCUCHAR LA PALABRA QUE EL ENVIADO PROCLAMA
L
a liturgia cuestiona la capacidad de acogida que los oyentes hacen de la Palabra e invita a no quedarse en lo exterior, sino a abrir los oídos a la escucha de la Palabra proclamada por boca de sus enviados, aun cuando ellos aparenten debilidad y sean demasiado conocidos.
La rebeldía no tiene la última palabra Es dura tarea tener que tratar con personas que se obstinan en sus puntos de vista, en sus experiencias, en la búsqueda de su comodidad, que ya no quieren escuchar sino lo que se acomode a sus intereses. En el texto de Ezequiel se encuentra una caracterización del pueblo de Israel: rebelde, sublevado contra Dios y en permanente traición; generación testaruda y obstinada; raza rebelde que no quiere escuchar. La buena noticia es que Dios no desiste de su pueblo, sino que les envía profetas para que anuncien su palabra y se den cuenta que hay un profeta en medio de ellos. Para rescatar a un pueblo con semejantes características se requiere de un hombre que haya sido doblegado por la contemplación de la gloria de Dios, que sepa qué es caer rostro en tierra, capaz de escuchar la voz de Dios que se comunica con el ser humano no para condenarlo, sino para ofrecer la salvación. La rebeldía expresada en el texto significa que el pueblo tiene un corazón obstinado, es decir, con una clara tendencia hacia el egoísmo. Entre Dios y el pueblo se busca la comunicación.
La debilidad del enviado resalta la gloria de Dios Para la fe, contrario a la concepción de la sociedad de bienestar, la debilidad no es necesariamente un signo negativo, de lo cual haya que deshacerse; al contrario, en ella se encierra no sólo el misterio de la grandeza del ser humano, sino la de Dios. Pablo, después del
encuentro personal con Cristo, que cambió todas sus concepciones de grandeza, ya no se gloría ni de sí ni de lo que ha sido objeto por parte de Dios: comunicar a los pueblos paganos el misterio de la redención obtenida por Cristo. Para él lo importante es que también en él, en su vida e historia, se revele la gloria y el poder de Dios. Pero es necesario que esa gloria se deba al deseo de que Cristo y su Dios Padre sean conocidos. Pablo, como Ezequiel, está llamado a conducir a otros al misterio del Dios que comunica su Palabra para que todo el que la escuche y la acoja en su vida descubra el poder de Dios en la debilidad, tanto de quien evangeliza como del que es evangelizado. El misterio de Dios no necesita recipientes de oro, sino oídos atentos a la escucha, ojos capaces de ver lo grande en lo pequeño.
La obstinación está en no querer escuchar La aceptación plena de una persona sólo es posible cuando el que escucha es capaz de liberarse de sus propios prejuicios, salir de sí y abrirse a la experiencia del encuentro con el otro –o el totalmente Otro–, más allá de su condición. Jesús, en su tierra, no logra aprobación, y no porque actuara diferente de cómo lo hacía en otros lugares, sino porque los suyos no quisieron ver más que al hijo de sus paisanos (José y María), alguien demasiado conocido. Se cuestionan sobre su sabiduría y modo de actuar con poder, pero no son capaces de acogerlo ni de aceptar su mensaje liberador. Se palpa en las palabras de Jesús un tono de desaliento, Él mismo no lo puede creer, cómo es posible tanta ceguera, tanta obstinación, cómo es posible que no se descubra el actuar de Dios cuando viste el traje de la cotidianidad. Ezequiel, Pablo y Jesús se han dejado doblegar por el misterio de la gloria de Dios, mientras que el pueblo, aunque no todo, tampoco todo el de Nazaret, prefiere permanecer en la indiferencia y la obstinación. julio / Septiembre - 2015 - Vida pastoral no 159
29
Guías homiléticas 12 de julio XV DOMINGO ORDINARIO Am 7, 12-15 / Sal 84 / Ef 1, 3-14 / Mc 6, 7-13 Del Evangelio según san Marcos Llamó Jesús a los Doce y empezó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus malignos. Les encargó que no llevaran nada para el camino (…) Los discípulos se fueron, y con su predicación llamaron a todos a volver a Dios; expulsaban muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban (cf. Mc 6, 7-13).
Palabra del Señor
LA PALABRA COMPROMETE CON EL BIEN DE TODOS
L
a Palabra divina celebrada y meditada habla al oído y exhorta al oyente salir a proclamarla al aire libre, justo donde menos quiere ser escuchada. Por eso, será el poder de la Palabra misma la que impulse a la misión y a combatir todo tipo de injusticias sociales.
El querer y misión de Dios y el de las autoridades El profeta no tiene una tarea y misión fáciles en tiempos de injusticia social. Así lo deja ver el profeta Amós, quien es enviado a un pueblo que no quiere escuchar la voz de Dios, sino sólo aquellas voces y profecías que estén en consonancia con el querer de la clase dirigente de Israel, que ha caído en la corrupción y el goce de todos los placeres a expensas del pueblo que debe pagar impuestos insoportables al rey. El sacerdote del templo de Betel (Casa de Dios) se ha apoderado del templo, lo ha puesto al servicio de los intereses del reino y su rey y rechaza toda predicación que se oponga a esos intereses. Amós se ve obligado a defenderse y dejar en claro que no es él quien decidió ser profeta y profetizar en Betel, sino que, llamado por el Señor, cuenta con el respaldo y la autoridad del que lo ha enviado. La palabra que él anuncia no es suya, y aunque no es experto, asume como su responsabilidad anunciar la misma. Es Dios quien lo envía y por su medio comunica su querer y condena la injusticia que padece la clase más pobre de Israel.
El querer salvífico, libre y eterno de Dios en Cristo La elección de Dios es libre y autónoma. Él decide a quién y cuándo elige. Pablo hace una hermosa presentación del querer de Dios, incluso antes de que todo fuera creado. Desde entonces la elección de Dios, que si bien se dirige inicialmente a un pueblo en concreto, Israel, no se limita a un único grupo sino que quiere la salvación de to-
30
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
dos. Pues bien, el autor del texto hace ver cómo en la Iglesia hay lugar para todos desde antes de la creación. No es la Iglesia la que dice quién pertenece a ella y quién no, sino el querer salvífico de Dios que quiere que todos los pueblos alcancen la salvación y lleguen al conocimiento de la verdad. Eso sí, la comunidad que escucha la Palabra está dispuesta a acoger a todos ofreciendo los medios para que por la profesión de fe en Jesucristo y la recepción de los sacramentos entren a formar parte de la única fe de la Iglesia. La elección divina no es arbitraria, sino que por Cristo, el obediente a la Palabra, Dios ofrece todos los medios para que los pueblos vivan la fraternidad, la comunión, la fe y la esperanza en comunidad.
Misión: tomar parte en la obra de Jesús que llama Jesús llama a los Doce para que estén con Él y para enviarlos a predicar. Cuando los envía lo hace en parejas, de dos en dos, tal como fue el llamado de los cuatro primeros. Saberse enviado por Jesús es saberse inmerso en su mismo misterio, en su vida y obra, nada de lo suyo queda sin ser compartido con los Doce; es, además, ser capaces de dar un testimonio común (dos en dos) de lo que se ha vivido al interno de la comunidad. No se está con Jesús y en su compañía de forma aislada, sino formando parte de su comunidad discipular. El envío de ellos se da con la autoridad de Jesús y con su mismo poder. Quien es enviado lo es con la misión del que lo envía. Por eso no es extraño que ellos vayan con la misma autoridad de Jesús, el fuerte de Dios, que anuncia la Buena Nueva que exige conversión y arrepentimiento, que sana la enfermedad y expulsa los espíritus inmundos. Precisamente, los Doce en su lugar de misión, en testimonio vivo de a dos, y con la fuerza de Él, realizan los mismos signos que Él: predican, expulsan, ungen y sanan.
19 de julio XVI DOMINGO ORDINARIO Jr 23, 1-6 / Sal 22 / Ef 2, 13-18 / Mc 6, 30-34 Del Evangelio según san Marcos Cuando los apóstoles regresaron de su misión y se reunieron con Jesús, le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces les dijo: “Vengan a un lugar solitario y descansen un poco”. Muchos lo vieron irse y se fueron corriendo de todos los pueblos (…) Y Jesús sintió compasión por ellos (cf. Mc 6, 30-34).
Palabra del Señor
DIOS INTERVIENE CON ACCIONES CONCRETAS
L
a Palabra celebrada en la liturgia no sólo debe comprometer y mover a todos a estar disponibles, como Cristo, a acoger, hacer accesible a toda persona el Dios que habla, que no es indiferente a las búsquedas de sentido, de alimento, de una enseñanza sólida de la fe…
La intervención de Dios en la historia del pueblo Cuando Dios decide arreglar cuentas, dice las cosas con claridad, llama todo por su nombre y realiza acciones concretas que recomponen el orden injustamente alterado. El texto de Jeremías está estructurado de tal manera, que los que son actores de la historia de Israel y de la salvación, aparecen en orden y el profeta les pide cuentas. En primer lugar están las autoridades (“ellos”) que actúan injustamente, los pastores (dirigentes políticos), que dispersan y hacen perecer al pueblo. Luego los otros que practican injusticias (ustedes) que dispersan y rechazan las ovejas, sigue a estos Dios (Yo) que las reúne y las da pastores, y finalmente hay una promesa que se está cumpliendo (Él). La intervención del Señor en la historia será lo que ofrezca al pueblo seguridad y esperanza, vida, futuro y fecundidad. El pueblo tendrá un lugar seguro donde pastar bajo la guía de pastores según el corazón de Dios. La intervención de Dios es buena noticia para los que son oprimidos injustamente, pero es, a la vez, amenaza para los obradores de injusticia.
En Cristo, la intervención de Dios es definitiva La meta de todo creyente en Jesús es llegar a vivir, ya de antemano, y pese a las limitaciones de la vida presente, la experiencia de una comunidad que, moldeada por la Palabra, los sacramentos y la justicia, experimente la unidad y la paz. El texto de Efesios presenta la obra de Jesucristo que da al pueblo, formado por judíos y gentiles, una nueva
constitución: unidad, paz, superación del odio, un hombre nuevo, reconciliación, cercanía al Padre y vida en el Espíritu. La comunidad eclesial sabe que no se trata de una utopía sino de una realidad que ha sido adquirida al precio de la sangre del Hijo de Dios derramada en la cruz. Esta acción tuvo el dinamismo y el poder de destruir toda injusticia, todo odio y hacer partícipes, por pura determinación de Dios, en la unidad de la Iglesia. Cristo es para la comunidad: quien une, reconcilia, derriba todo tipo de barreras, hace cercanos a todos los pueblos, supera el abismo de los “lejanos”, inutiliza todo cuanto impide la realización de la unidad. Por eso la única norma será el amor que brota del sacrificio de la cruz y lleva al servicio.
Intervenir en la vida de los otros estando disponibles Cuando el sacerdote se siente interpelado por los fieles: “Usted, padre se la pasa muy ocupado”, como pastor se siente mal. La expresión hace evidente un malestar: estar tan ocupado, incluso haciendo cosas buenas para su provecho, pero no está con el pueblo. Y lo que esperan del pastor es que sepa estar con ellos, que camine a su ritmo, que conozca su mundo real. Jesús se vio obligado a cambiar su “día de retiro” con sus discípulos cansados, agobiados y sin tiempo para comer, debido a que la multitud estaba peor, pues andaban como ovejas sin pastor. Él se compadeció, es decir, se conmovió entrañablemente ante esa situación, dejó lo planeado, lo previsto, para enseñarles, hablarles del Reino, comunicarles la Buena Noticia, y, sin duda, para hacerles experimentar la cercanía de Dios frente al dolor y el sufrimiento, la desorientación y la búsqueda. Ser pastores al estilo de Jesús, es ser capaces de renunciar a la tentación de querer siempre disponer de las personas, para, por el contrario, ponerse él a disposición de quienes necesitan de su cercanía. julio / Septiembre - 2015 - Vida pastoral no 159
31
Guías homiléticas 26 de julio XVII DOMINGO ORDINARIO 2R 4, 42-44 / Sal 144 / Ef 4, 1-6 / Jn 6, 1-15 Del Evangelio según san Juan Alzando la vista y viendo el gentío que había venido, le dijo a Felipe: “¿Con qué vamos a comprar pan para que esta gente coma?”. Uno de los discípulos, Andrés, le dijo: “Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados”. Jesús tomó los panes, dio gracias a Dios y les repartió pan y pescado cuanto quisieron (cf. Jn 6, 1-15).
Palabra del Señor
SER CRISTIANO ES SER CAPAZ DE DAR Y DE DARSE
A
cercarse a la liturgia es más que solo recibir, acoger el alimento de la Palabra y de la Eucaristía; se trata de darse a los demás, dar de lo que se posee y no solo de lo que sobra, poner confiadamente en las manos de Jesús la propia vida para el servicio de la comunidad.
Todo lo que se comparte crea comunidad La comida tiene algo de fascinante cuando se trata de alimentar a muchos con poco. Las cuentas nunca salen, los que comen podrán ser muchos, pero quedan satisfechos, incluso saciados, y se observa que sobra parte de lo compartido. En la Escritura se encuentran algunos episodios donde esa realidad se repite. Uno de ellos es el texto donde el profeta Eliseo, por la fuerza de su palabra profética, realiza una especie de milagro de multiplicación de los panes. La intención del autor ha de ser la de confirmar la autoridad del profeta, hacer visible lo fiable que es su palabra. Por otro lado está el trasfondo religioso del texto, según el cual se ofrecían a Dios las primicias de la cosecha, destinadas a alimentar a los sacerdotes, pero Dios no retiene la ofrenda para sí, sino que, por boca del profeta, la destina a ser compartida con quienes lo necesitan. Una reflexión podría ir en relación con nuestra sociedad, más bien dada a la posesión de todo cuanto le cae en las manos. Dios no retiene, Él reparte y comparte, el hambre saciada es lo agradable a Dios.
Vida de Iglesia: proclamar, vivir y compartir la fe Quizá no siempre pensamos en el valor de la fe que profesamos, lo que ella contiene y las concretas exigencias de vida que conlleva. La fe de la Iglesia es el resultado de una serie de duras y dolorosas confrontaciones que dieron como resultado una fórmula de profesión de la misma fe. En Efesios hay una de estas profesiones de fe en la unidad que brota de la expe-
32
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
riencia del bautismo. Ahora bien, no es suficiente con conocer y recitar públicamente una fórmula de fe, es necesario que la totalidad de la vida del creyente esté marcada por lo que profesa. El autor del texto lo ve y exhorta a vivir según la vocación a la que se es “llamado” y enumera algunos elementos concretos. El contenido de la profesión es la unidad en diversos aspectos: cuerpo, Señor, fe y bautismo. Esta unidad alentará, en un mundo de origen pagano, una mayor adhesión a Cristo y será el testimonio que aumentará los hijos de la Iglesia. Trabajar por la unidad de la Iglesia desde presupuestos bien sólidos y desde una vivencia en conciencia de la fe en Jesucristo será el mayor testimonio dado.
Comunidad que parte el pan y se comparte Cuando se ayuda, sea lo que sea, para remediar alguna necesidad de una persona o grupo, se tiende a medir lo que se da. Sin embargo, podríamos concluir a partir de la lectura del texto de Juan, que el pan no se debe dar con medida. Aquí se habla de “repartir” y “quedar saciado” cuyo verbo en griego significa saciedad física, quitar toda carencia. Cuando Jesús reparte el pan y los pescados, lo hace de forma generosa: les repartió cuanto querían y hasta que quedaron saciados. Es decir, el pan, también material, que Jesús da a la multitud tiene esa capacidad se llenar o satisfacer las necesidades físicas del ser humano, pero más allá, de suscitar un hambre que supere el deseo de la sola satisfacción de las necesidades materiales, como se verá en los próximos domingos. Ya lo conocemos del Antiguo Testamento, “no solo de pan vive el hombre”. Compartir el pan con los otros hace que nadie quede con hambre, pero además que sobre pan, el cual puede alcanzar para la totalidad del pueblo de Dios cuando se pone confiadamente en manos de Jesús, Él sabe lo que hace.
2 de agosto XVIII DOMINGO ORDINARIO Ex 16, 2-4.12-15 / Sal 77 / Ef 4, 17.20-24 / Jn 6, 24-35 Del Evangelio según san Juan Jesús dijo: “Yo les aseguro: ustedes me buscan por haber comido pan hasta quedar llenos, y no porque hayan creído (…) trabajen no por el alimento que se acaba, sino por el alimento que dura hasta la vida eterna (…) Yo soy el pan que da la vida: quien viene a mí no pasará hambre; quien cree en mí nunca tendrá sed” (cf. Jn 6, 24-35).
Palabra del Señor
NO SE TRATA SOLO DE PAN, SINO DE UNA NUEVA VIDA
S
er alimentados con el pan del cielo implica hacer experiencia de la cercanía y presencia de Dios en la vida de la comunidad. Es abrirse a una nueva dimensión de la fe y reconocer que Jesús sacia no sólo el hambre material, sino también el hambre que lleva a lo eterno.
Estrecha relación entre el pan del cielo y la Ley Cómo cuesta complacer y hacer sentir agradecido al ser humano. Tan pronto como se instala en la comodidad de la vida, exige y murmura. Israel ha salido de Egipto gracias a la acción poderosa de Dios, pero, una vez allí, comienzan las murmuraciones contra Él. En el texto del Éxodo se narran estas murmuraciones, algunas de ellas tienen que ver con el alimento y el agua. Ellas indican que el pueblo interpreta que Dios es incapaz de conservar la vida en el desierto, a tal punto que la vida en Egipto parece mucho más atractiva y plena, pese a tener que padecer la esclavitud. El texto de hoy, además, relaciona la murmuración con el tema del sábado y de la Ley, pues como dice el texto, Dios hará llover pan del cielo, y agrega, para probar si guardan mi ley. No se trata sólo de saciar el hambre material, sino de tener hambre de la Ley del Señor, de su Palabra, de sus preceptos que son vida para el pueblo. El pan bajado o llovido del cielo sólo saciará, si junto a él se desea y procura el pan de la vida, la Palabra de Dios y su presencia viva.
Vivir según la nueva vida del bautismo Cuando se es convocado para una actividad especial, que requiere una compostura diversa, se hace todo un esfuerzo por vestirse con lo mejor y más adecuado para la ocasión. Pablo usa esa imagen para resaltar una nueva condición, invita a vestirse del hombre nuevo que, gracias al bautismo, fue creado en justicia y santidad, a imagen de Dios.
Desde el texto mismo eso significa no vivir o andar como paganos centrados en la vanidad de la mente, sino conforme a la verdad enseñada por Jesús; abandonar la búsqueda de placeres engañosos, es decir, renunciar a una vida sumida en la superficialidad, el consumo, el goce, y que sólo produce una mente vacía. Esto implica necesariamente acudir a la fuente de la justicia y santidad, Jesucristo, y dejarse conducir por Él en todo momento. De hecho la imagen que está al principio del texto griego es la de “andar”. Por tanto, el renacido de las aguas del bautismo es uno que “anda” en vida nueva (Rm 6, 4), que sigue los pasos del que padeció la muerte y resucitó para que los suyos “anden” en justicia y santidad.
Venir a Jesús para conocer al Padre y ser saciado A Jesús se le puede buscar por motivos muy diversos, unos correctos y otros equivocados. Uno de los errados es buscarlo porque Él sacia el hambre material, como lo hizo aquella multitud que fue alimentada con el pan que Él multiplicó. Pero a Jesús no se le puede engañar, Él mismo reprocha esa actitud y se decide a hacer la verdadera catequesis sobre el sentido del pan que los sació. En el texto de Juan de hoy, hay dos verbos claves que caracterizan al verdadero discípulo: venir a Él y creer en Él. No son los signos externos, no es el milagrismo, ni siquiera el sólo pan material, lo que sostiene la vida del creyente, sino un “venir” a Jesús, buscar su cercanía, su enseñanza, su estilo de vida, su lugar de permanencia, estar unido a Él y descubrir en Él el alimento de la vida. Junto a ello es igualmente importante el “creer” que Él es el enviado del Padre y quien en su persona sacia el hambre, que da el alimento que dura para la vida eterna. Es Jesús el que ofrece el pan que sacia, y quien lo encuentra no puede más que decir: “Danos siempre de ese pan”. julio / Septiembre - 2015 - Vida pastoral no 159
33
Guías homiléticas 9 de agosto XIX DOMINGO ORDINARIO 1R 19, 4-8 / Sal 33 / Ef 4, 30–5, 2 / Jn 6, 41-51 Del Evangelio según san Juan Jesús dijo: “Yo les aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan que da la vida (...) El pan que baja del cielo es el que no deja morir al que lo come. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente. Y el pan que yo voy a dar es mi carne, para la vida del mundo” (cf. Jn 6, 41-51).
Palabra del Señor
EN TORNO A LA PALABRA Y EL PAN DE VIDA
L
a comunidad cristiana que se reúne en torno a la mesa de la Palabra y la Eucaristía para alimentarse del pan de vida, sabe que su verdadero testimonio depende de las fuerzas que ese alimento le otorga para proseguir el camino de la vida y testimoniar su fe.
El alimento está en función de la revelación de Dios En la vida de las personas van de la mano experiencias de éxito y fracaso, incluso hay momentos en los cuales parece que es mejor tirarlo todo y hasta desear la muerte. Sin embargo, el texto de Reyes, sobre una de esas experiencias vivida por el profeta Elías, hace ver que Dios, el Dios de la vida, no abandona a los suyos, que Él los levanta del polvo, del desánimo, de los deseos de muerte; Él protege la vida de los suyos, de sus siervos. El profeta lleno de miedo huye de Jezabel que lo ha amenazado con quitarle la vida por lo que él hizo a los profetas de Baal. En cierto momento sintió deseos de morir y se lo pide al Señor, pero Él le envía alimento, pan y agua, para que recupere las fuerzas y siga su camino. Él le asegura la vida y lo mantiene en el camino. Aquel alimento se convirtió para Elías en “fuerza” que levanta, que devuelve el ánimo, da coraje, valor. La continuación de la historia revelará que él tuvo la fuerza para llegar al lugar de la revelación de Dios donde se realizó la alianza. No es el pan y el agua en sí, sino signos de algo mayor, la revelación de Dios.
La revelación se hace visible en la vida del creyente La vida de quien ha sido sumergido en el agua del bautismo no puede seguir siendo como la del que no conoce a Dios ni pertenece a la Iglesia; eso hace mucho daño a la predicación del Evangelio y al testimonio de la fe en Cristo. Por el contrario, en el creyente se han de hacer visibles los gestos, acciones, comportamientos y actitudes de Jesucristo y 34
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
del Espíritu que se ha recibido y por el cual se vive. El texto de Efesios presenta en tono negativo, lo que el creyente no debe hacer, lo que debe evitar. Por otro lado, en tono positivo, se refiere a lo que él debe vivir para manifestar a todos el amor que ha experimentado por parte de Dios. El centro lo conforma no el creyente sino el misterio redentor de Cristo, quien es a la vez la motivación primera para vivir como lo pide la experiencia bautismal. El motor que impulsa la vida cristiana es la imitación del amor hasta la muerte en cruz de Jesucristo, que permite vivir amando, esperando y dando testimonio de la fe. De ese modo no solo la comunidad se beneficia sino que se agrada a Dios como perfume.
Reconocer a Dios en el Hijo, pan de vida Reconocer la presencia de Dios en la vida de la comunidad está relacionado con la capacidad del compartir el alimento que da vida, y de descubrir que hay un pan de vida eterna, que es el mismo Jesús, pan vivo bajado del cielo que se da y se recibe en la asamblea de la comunidad. Jesús se enfrenta a los judíos que se mantienen en la idea de que ese Jesús, a quien ellos conocen muy bien, al conocer a su familia, no puede ser ni darles el pan vivo bajado del cielo. Jesús responde a la murmuración indicando la estrecha relación y conocimiento mutuo que hay entre Él y su Padre, y la necesidad de “creer” (verbo central en Juan) en Él para tener vida eterna. Los términos en el texto de Juan insisten en resurrección, pan que da vida eterna, tener vida, cosa que sólo Jesús, conocedor del Padre, puede dar. Los padres comieron el pan en el desierto, pero como no era bajado del cielo, ni verdadero, ni daba la vida eterna, murieron todos. La comunidad que celebra su fe, sabe que la participación en la Eucaristía es fuente de vida y testimonio para el mundo.
16 de agosto XX DOMINGO ORDINARIO Pr 9, 1-6 / Sal 33 / Ef 5, 15-20 / Jn 6, 51-58 Del Evangelio según san Juan Jesús dijo: “Yo les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida” (cf. Jn 6, 51-58).
Palabra del Señor
COMER ES PARTICIPAR EN UN MISTERIO DE INTIMIDAD
E
l banquete de la Palabra y la Eucaristía abren nuestra mente a la comprensión profunda del misterio del compartir el pan y el vino, la palabra, la víctima y sus frutos de eternidad. Lo verdadero es aquello que sacia más allá de lo puramente biológico hasta la eternidad.
Invitados a entrar en la riqueza de la sabiduría ¿Quién se fija en la gente valorada socialmente como débil, sencilla e ignorante, incluso falta de juicio? ¿Quién se atreve a construir para esta gente una mansión y prepararle un banquete que más bien sería para gente exclusiva, esa que ahora se denomina VIP? El texto de Proverbios presenta a la Sabiduría personificada. Ella edifica una casa lujosa, prepara un banquete con carnes y mezcla de vinos exquisitos, y envía a sus pregoneros (doncellas) con un anuncio-invitación para los sencillos y faltos de juicio, para los simples y los que no tienen sentido. Los invitados son esa gente que “no cuenta”, que quizá ni reparará en lo lujosa que es la casa, en la exquisitez de la comida y bebida, que incluso vendrá comerá y beberá y luego se marchará sin más. Curioso es que el texto termina invitando a los dos grupos de personas a abandonar la simpleza y a andar por el camino de la inteligencia. El texto remarca la riqueza y abundancia de la sabiduría, que ofreciendo los dones del pan y del vino a todos, significa la instrucción que enseña para aprender el arte de ser feliz.
Entender que se es creatura nueva en Cristo Reza el dicho que “al buen entendedor pocas palabras”, y de eso habla el texto de Efesios. Para Pablo se trata simple y sencillamente de entender que el creyente en Jesucristo es una creatura nueva en el seno de la comunidad cristiana. Por eso, como en Proverbios, invita a seguir el camino de la inteligencia que
ha de traducirse en una conducta y vida pura y transformada. Él argumenta con una comparación entre la conducta de los paganos, marcada por la realización de toda clase de impurezas, y la conducta de los creyentes en Cristo, que viven en la santidad. Para Pablo todo tiene su origen en la forma de pensar, por eso invita a “entender” cuál es la voluntad de Dios. El verbo entender en su expresión griega indica “percibir”, “llegar a un acuerdo”, “tomar conciencia de sí”, es decir, está cargado de un cierto tinte moral. Los creyentes han experimentado, gracias a las aguas del bautismo, una transformación en su mente y en su manera de pensar. Jesús les ha enseñado la verdad por mediación de los apóstoles y su predicación.
Alimento que otorga intimidad con Dios La alimentación no se limita sólo al sostenimiento de la vida biológica, sino que tiene otras connotaciones en la totalidad e integralidad de la persona y sus relaciones con la comunidad humana. En el texto de Juan, capítulo 6, que ha acompañado los últimos domingos, llegamos ahora a un punto clave, en el cual la carne y la sangre que Jesús da son presentados como verdadero alimento y verdadera bebida. Pero precisamente al destacar la sangre junto a la carne como alimento, se abre una nueva perspectiva: la comida que Jesús ofrece es participación en un banquete sacrificial, de por medio hay una víctima. El alimento ofrece la participación en el misterio de Dios y la vida eterna. Se expresa así la forma en que la vida divina habita en el creyente, trasmitiéndole la inmutabilidad y eternidad, de una manera similar a la permanencia de Cristo en el Padre y del Padre en Cristo. El misterio llamado en el lenguaje teológico como “inhabitación recíproca del Padre y del Hijo”, es decir, la permanencia del uno en el otro, se extiende también a los creyentes. julio / Septiembre - 2015 - Vida pastoral no 159
35
Guías homiléticas 23 de agosto XXI DOMINGO ORDINARIO Jos 24, 1-2a.15-17.18b / Sal 33 / Ef 5, 21-32 / Jn 6, 60-69 Del Evangelio según san Juan Jesús dijo a sus discípulos: “El Espíritu es el que da vida; la sola carne no sirve para nada. Las palabras que yo les he hablado son espíritu y vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen (…) Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí si mi Padre no se lo concede” (cf. Jn 6, 60-69).
Palabra del Señor
A LO LARGO DE LA HISTORIA DIOS ACTÚA DANDO VIDA
L
a liturgia no es sólo un acto de culto presente, sino que actualiza en el hoy de la asamblea celebrativa las acciones de Dios realizadas en el pasado, dándole nuevo sentido a las palabras y acciones reveladoras de fidelidad, elección y promesa de eternidad.
Servir a Dios que ha actuado con fidelidad La historia de un pueblo es de memoria perpetua y ha de servir de inspiración a la hora de tomar nuevas decisiones en el presente y futuro. Así mismo, la acción desplegada por Dios en la historia ha de ser motivo para mantenerse en fidelidad a Él que ha actuado a lo largo de ella mostrando su poder y pertenencia al pueblo. Josué está despidiéndose del pueblo de Israel y lo hace en Siquem, lugar del compromiso con la fe en Dios (Yahvé). Allí Josué hace un repaso de la historia del pueblo de Dios, recuerda a los patriarcas, la travesía del Jordán, la toma de Jericó, la conquista de la tierra. Es un resumen desde el Génesis hasta Josué, que hace visible la actuación soberana de Dios. Ahora Josué se presenta como uno que, a partir de una lectura atenta de la actuación Dios en la historia de su pueblo, ha decidido servir en fidelidad a Dios, y pone al pueblo a decidir a quién quiere servir. La opción está entre los dioses de los antepasados, los de las tierras conquistadas o Yahvé. El ejemplo de Josué y su familia mueve al resto del pueblo a optar por servir al Señor.
Misterio grande de un amor indisoluble La lectura de textos como el de hoy: “Éste es un gran misterio, y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia” (v. 32) generan sus dificultades a la hora de interpretar su sentido. La palabra “misterio” aquí no está en relación con el misterio del pasaje del Génesis que Pablo ha citado, ni tampoco con el 36
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
misterio que encierra la realidad del matrimonio, eso podría llevar a errores de comprensión. Se trata más bien del acontecimiento indicado en el texto bíblico de Génesis 2, 24, que revela y esconde a la vez su significado. Lo que sucede en la entrega-unión de un hombre y una mujer para toda la vida es semejante a la entrega-unión de Cristo a su Iglesia gracias al misterio pascual de su muerte y resurrección, ambos han quedado indisolublemente unidos. La Iglesia tiene su origen en el misterio del cuerpo crucificado de Cristo, de cuya cabeza recibe los dones que comunica al mundo y a los cristianos para su crecimiento. Ella se encuentra ante Cristo, como cuerpo suyo, con una personalidad propia: esposa y cónyuge, así lo están la mujer y el marido.
El poder vivificador de la palabra de Jesús Las palabras, cuando están llenas de vida, del Espíritu que hace vivir, tienen el poder de dar vida a las personas aun cuando a veces puedan parecer palabras duras. Llegando al final del discurso del “pan de vida”, se encuentran dos grupos de discípulos: unos que no aceptan sus palabras sobre el alimento y la bebida verdaderos que Él da, mientras que el otro grupo sí lo acepta. Sin embargo, en el texto encontramos dos veces la referencia a las palabras de vida que brotan de los labios de Jesús. En el primer caso están en relación con el poder del Espíritu, pues es Él quien permite recibir las palabras del Señor resucitado (Hijo del hombre) con fe para que produzcan la vida eterna en el creyente. En el otro caso están en boca de Pedro, quien reconoce la vida eterna en las palabras del Señor, incluso hasta hacerlo capaz de profesar que creen en Él y que saben que Él es el santo de Dios. Sólo quien posee el Espíritu de Jesús puede reconocerlo y aceptarlo como Dios, puede acoger sus duras palabras como alimento que da vida eterna y promete la resurrección y la vida.
30 de agosto XXII DOMINGO ORDINARIO Dt 4, 1-2.6-8 / Sal 14 / St 1, 17-18.21b-22.27 / Mc 7, 1-8.14-15.21-23 Del Evangelio según san Marcos Los escribas y fariseos dijeron a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no guardan la tradición recibida de los antiguos?”. Él les respondió: “¡Hipócritas! ¡Qué bien dijo de ustedes el profeta Isaías: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan es vacío, las leyes que enseñan son invenciones humanas’!” (cf. Mc 7, 1-8.14-15.21-23).
Palabra del Señor
LA ESCUCHA DE LA PALABRA HA DE HACERSE VIDA
L
a liturgia centra la atención en la Palabra y exige que su escucha se convierta en motor de acción para el creyente en su comunidad. Se alerta sobre el peligro de frustrar la Palabra y hacerla infecunda, mientras que se anima a una escucha atenta personal y comunitaria.
A la escucha de una Palabra que convierte La escucha de las normas y preceptos genera, en quien lo hace, una actitud de apertura y conversión. El texto del Deuteronomio quiere ser comprendido como expresión de la voluntad de Dios en la época posterior al exilio babilónico, por eso exige que la Ley se mantenga intocable: “No añadirán nada ni quitarán nada a lo que les mando”. La Ley, expresada en mandamientos, llega al pueblo como la palabra o la voz misma de Dios, sólo se le pide que la escuche, que la aprenda como enseñanza y que pueda vivir fiel a ella en la tierra. Estos mandamientos son sabiduría y prudencia del pueblo de Israel ante los ojos de los pueblos vecinos, con lo que Israel demostrará, si los sabe vivir, que es una gran nación, que posee un Dios fiel y cercano que actúa con justicia en la historia. Además, se hace notar que si los israelitas viven, en la cotidianidad de cada individuo, la fidelidad a la Ley que Dios les da, serán testigos de la sabiduría de Dios. La actitud de “escucha” de los mandatos del Señor es lo que se pide al israelita, esa escucha lo conducirá a la conversión.
Acoger y practicar la Palabra en lo cotidiano La Palabra de Dios no es palabra muerta y del pasado, sino una palabra viva y actuante en la vida de las personas y de la comunidad creyente. Santiago exhorta a poner en práctica la palabra que ha sido sembrada en la comunidad. Un buen comentario de esto es lo que dice Benedicto XVI
en la exhortación sobre “la Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia” respecto de la acogida que a ella le da María: “La Palabra de Dios es verdaderamente su propia casa, de la cual sale y entra con toda naturalidad. Habla y piensa con la Palabra de Dios; la Palabra de Dios se convierte en palabra suya, y su palabra nace de la Palabra de Dios. Así se pone de manifiesto, además, que sus pensamientos están en sintonía con el pensamiento de Dios, que su querer es un querer con Dios”. Todo ello se ha de reflejar en acciones bien concretas: “Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y en guardarse de este mundo corrompido”. La Palabra acogida en la vida se vuelve palabra vivida, llevada hoy en especial a los más débiles.
La Palabra de Dios no puede ser anulada Parece imposible pensar que se pueda frustrar el plan de Dios precisamente al querer cumplir con prescripciones humanas hechas en su nombre. Pero pasa, y así lo afirma categóricamente Jesús cuando dice que se deja de lado el mandamiento de Dios por aferrarse a las tradiciones de los hombres. Todo se limita al cumplimiento de actos externos, de carácter cultual y ritual. Para Jesús el asunto es mucho más serio que la impureza de las manos o de los alimentos. Él va directo al corazón humano para desenmascarar toda la hipocresía que se esconde detrás de una fachada de limpieza y pureza ritual. Con la cita de Isaías, Jesús hace ver a sus interlocutores que su religión es un invento, una falsedad, que es un autoengaño, que no es más que el resultado de preceptos humanos no divinos, que sólo buscan realizar sus propios propósitos egoístas en nombre de Dios. El juicio de Jesús en este momento es muy duro al poner sobre el tapete la Palabra de Dios y asegurar que ellos la anulan por la tradición que se transmiten.
julio / Septiembre - 2015 - Vida pastoral no 159
37
Guías homiléticas 6 de septiembre XXIII DOMINGO ORDINARIO Is 35, 4-7a / Sal 145 / St 2, 1-5 / Mc 7, 31-37 Del Evangelio según san Marcos En Galilea le presentaron un sordo y tartamudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús (…) le metió los dedos en los oídos, y con el dedo untado en saliva le tocó la lengua; y mirando al cielo le dijo: “Effetá”. E inmediatamente se le abrieron los oídos y se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad (cf. Mc 7, 31-37).
Palabra del Señor
LA PALABRA TIENE PODER TRANSFORMADOR
E
l culto a Dios no deja por fuera la acción humana que hace de la Palabra escuchada y celebrada un motivo para actuar en el mundo transformando, liberando, haciendo accesible al ser humano un Dios que no abandona, que cumple su promesa y que da la vida plena.
La Palabra creadora e innovadora de Dios La Palabra de Dios posee un poder transformador, que renueva todo. El himno a la alegría de Isaías coloca la Palabra en posición de despertar el ánimo, de renovar a un cuerpo sometido a la debilidad: ojos, oídos, piernas, lengua; capaz de transformar la naturaleza: desierto, estepa, páramo, terreno seco. Todo es tocado por la Palabra y vuelve a ser como en los inicios de la creación. El motivo central del texto en su contexto es la cercanía de la gloria de Dios, que sale de Jerusalén al encuentro de los desterrados que marchan por el desierto de regreso a su patria. Para nosotros hoy este poder de la Palabra mantiene toda su vigencia y vitalidad. La Palabra no es sólo una voz, ahora es una persona. El papa Francisco exhorta a tomar conciencia del poder de la Palabra, cuando dice: “La Palabra tiene en sí una potencialidad que no podemos predecir… La Iglesia debe aceptar esa libertad inaferrable de la Palabra, que es eficaz a su manera, y de formas muy diversas que suelen superar nuestras previsiones y romper nuestros esquemas” (EG 22).
Estar del lado de los elegidos de Dios La vida de la comunidad cristiana debe caracterizarse por la acogida sin excepción ni exclusión. Santiago habla de un mal dentro de la comunidad cristiana: los favoritismos. Miremos un poco de cerca que significa eso en su contexto. La palabra griega puede traducirse por “discriminación,
38
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
acepción de personas”, pero según el texto eso es contrario a la fe cristiana. La palabra se deriva de dos vocablos griegos: “rostro” y “levantar”, con lo que se significa que se trata de un favoritismo relacionado con la apariencia externa de la persona, pues se levanta el rostro o la mirada para emitir un juicio y éste se basa en lo que, como dice el texto, la persona lleva puesto o su posición social. El texto pide no ver el rostro de la persona para favorecerla, para darle algún privilegio aun al interno de la comunidad creyente. El ejemplo es el del anillo que porta el hombre rico y lo andrajoso de la apariencia del pobre. Al introducir al pobre en el texto se hace más grave la acusación, pues se le desprecia en favor del rico lujosamente vestido.
Las obras revelan la identidad oculta de Jesús La identidad de una persona radica también en lo que hace y dice, así como en la forma como lo dice y hace. La identidad de Jesús no es accesible a los que lo rodean, ni siquiera a los que le están más cercanos. La multitud se admira ante las obras y la enseñanza con autoridad de Jesús. Se hace preguntas sobre la procedencia de esa autoridad, llega incluso a la afirmación: “¡Qué bien lo hace todo!”. Pero no logra hacerse la pregunta por la identidad personal de ese que lo hace todo bien. La actividad de Jesús está muy concentrada en la enseñanza, la sanación y los exorcismos. En el texto de hoy se le ve sanando, de forma directa, en el contacto personal, a uno que es sordo y tartamudo. El rito de sanación es privado, muy cercano, hasta llegar a tocar oídos y lengua del enfermo, junto con la mirada dirigida al cielo y la palabra. En la persona de Jesús se hace cercano el Dios que ya en el Antiguo Testamento era anunciado como aquel que a su llegada daría la salud a quienes la tienen deteriorada y por ello eran excluidos.
13 de septiembre XXIV DOMINGO ORDINARIO Is 50, 5-9a / Sal 114 / St 2, 14-18 / Mc 8, 27-35 Del Evangelio según san Marcos Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista, otros dicen que Elías y otros que alguno de los profetas”. Él les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Pedro le contestó: “Tú eres el Mesías” (cf. Mc 8, 27-35).
Palabra del Señor
CREER EN DIOS IMPLICA VIVIR LO PROFESADO
L
a asamblea celebrativa se introduce en el misterio de la redención que pasa por el sufrimiento, el dolor y la muerte en cruz, pero que en todo el proceso Dios está del lado del discípulo para capacitarlo y así dé razón de su fe con hechos concretos de amor.
Todo se puede cuando Dios es cercano El ser humano necesita saberse “llevado”, protegido, defendido, valorado, dignificado. Pero esas necesidades no se limitan sólo a lo puramente humano, pues hay el deseo de más en cada persona, deseo que sólo se sacia en la experiencia de infinitud, en el contacto con la divinidad. El profeta Isaías se sabe cercano a Dios. Del texto se puede dibujar el rostro del Dios en el que cree Isaías y en nombre del cual es enviado y habla: Él le ha dirigido su palabra, no le dejará avergonzado, está cercano, le hace justicia, es su ayuda, le libera de cualquier condena, sale en su defensa. Por eso el profeta puede asumir algunas actitudes y comportamientos que van más allá de lo simplemente humano, es un hombre de la palabra y vive a la escucha de ella, se deja modelar por el Señor: lengua, oído, todo su ser, espalda, mejilla, barba, rostro, voluntad, personalidad, dignidad, justicia. Quien se encuentra en la cercanía de Dios, sabe que puede aceptar con serenidad el sufrimiento, el maltrato, el abandono y cosas parecidas. Aun en el sufrimiento Dios es cercano.
Cuando la fe llega a estar muerta La sociedad tecnificada ha relegado la fe al ámbito de lo privado, de lo individual, sin resonancia en lo comunitario. La fe no exige ya una conducta coherente con las realidades que viven miles de hermanos en lo cotidiano. Ya en Aparecida se afirmaba que “nuestra mayor amenaza ‘es el gris pragmatismo’ de la vida cotidiana de la Iglesia en
el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad”. Si ampliamos lo anterior con las palabras de Santiago, podríamos decir que la fe termina por estar ¡muerta! Santiago denuncia las incoherencias entre fe y vida, entre escucha de la palabra y la práctica de ella, entre la palabra y la acción concreta. Desde el texto se puede dilucidar que la fe es algo que se hace “visible”, se “ve”, se “muestra” en el actuar del que se dice creyente en Jesucristo. Para eso la fe ha de pasar por la experiencia de “ser probada” en las obras concretas de amor o caridad hacia los desposeídos y necesitados de compañía y amor.
Mesías, pero desde el padecimiento y la muerte A lo largo de la primera parte del Evangelio de Marcos ha habido preguntas sobre la actuación y las palabras con autoridad de Jesús, pero sin llegar a reconocerlo verdaderamente. Ahora es Él mismo quien pregunta por su identidad. Y será Pedro, la piedra (fundamento de la nueva comunidad), quien identifique a Jesús como “Mesías”, es decir, “Cristo”. Jesús pide a sus discípulos que no digan nada acerca de Él, esto con la finalidad de evitar que la gente se formara falsas ideas sobre Él y su forma de ser Mesías liberador. Jesús supo darse un lugar que no admitirá confusiones ni alimentará falsas esperanzas en el pueblo, como por ejemplo de liberación política, como podía ser la liberación del dominio de los romanos que en ese momento histórico dominaban políticamente a los judíos. Cuando Marcos presenta a Jesús como el Mesías de Israel pretende mostrar la verdad de esa fe y, concretamente, la forma en que se manifestó definitivamente esa condición mesiánica de Jesús; es decir, Él es Mesías a través del sufrimiento y de la muerte.
julio / Septiembre - 2015 - Vida pastoral no 159
39
Guías homiléticas 20 de septiembre XXV DOMINGO ORDINARIO Sb 2, 12.17-20 / Sal 53 / St 3, 16–4, 3 / Mc 9, 30-37 Del Evangelio según san Marcos Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: “Quien quiera ser el primero, deberá ser el último de todos y el servidor de todos”. Luego llamó un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: “El que recibe a un niño como este por amor a mí, me recibe a mí. Y el que me recibe a mí, no me recibe a mí sino al que me envió” (cf. Mc 9, 30-37).
Palabra del Señor
EN EL SERVICIO AL OTRO SE SUPERA EL EGOÍSMO
L
a liturgia es un servicio divino que no dispensa del servicio desinteresado a los hermanos en la fe y en la caridad. Los textos bíblicos tocan el corazón de la vida comunitaria al poner el servicio en el amor de la mano con la profesión pública de la fe.
Los malvados que no encuentran a Dios La Sabiduría describe los razonamientos de los malvados en tres ámbitos: la vida presente, los placeres y la conducta del justo. El texto de hoy se ocupa de la conducta del justo. Primero se da el motivo de la trampa de los malvados al justo: les molesta su conducta, es un reproche frente a su modo impío de vivir, y a su educación perversa. Luego se describe su intención: ante su presencia incómoda, lo mejor es deshacerse del justo, someterlo a toda clase de prueba y humillación y al final condenarlo a muerte ignominiosa. En la mentalidad de los malvados hay una extraña justificación para obrar el mal contra el justo: ver si es hijo de Dios, si Él sale en su ayuda y lo libra. El papa Francisco habla de responder a la sed de este tipo de personas, que “si no encuentran en la Iglesia una espiritualidad que los sane, los libere, los llene de vida y de paz al mismo tiempo que los convoque a la comunión solidaria y a la fecundidad misionera, terminarán engañados por propuestas que no humanizan ni dan gloria a Dios” (EG 89).
A pesar de todo ser personas de paz y justicia En un mundo tan convencido de la lucha por los derechos individuales por encima de los de la comunidad, en medio del egoísmo y la maldad, no es fácil que los justos y pacíficos encuentren su debido lugar. En la segunda parte del texto de Santiago de hoy se hace un duro diagnóstico de la realidad de la comunidad cristiana. En la primera parte, por el contrario se destaca la importancia 40
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
de aquellos que trabajan por la paz, y se resalta el hecho de que cosechan frutos de justicia. De una manera similar a la de la primera lectura de hoy, el autor describe los frutos de los que tienen la sabiduría de Dios en contraposición a los que se dejan guiar por las pasiones y sus consecuencias y frutos de maldad. Dejarse guiar por la sabiduría tiene como consecuencia una vida comunitaria de fe capaz de construir relaciones personales profundas, justas y pacíficas en todos los ámbitos de la sociedad. Ya en la primera lectura vimos también como la maldad envenena todos los ámbitos de la vida, así también la justicia y la paz engloban todos los ámbitos de la vida humana.
Servir a todos es la meta del discipulado ¿Qué hace uno cuando no quiere asumir una realidad que se presenta escandalosa, dolorosa, insoportable e insufrible? Por lo general se evade y se ocupa en discusiones inútiles de grandeza, que terminan dividiendo a la comunidad. La incomprensión de la obra mesiánica de Jesús daña las relaciones entre los discípulos. Jesús enseña abiertamente a los suyos, les habla con claridad sobre su destino de muerte y cruz así como de su resurrección, pero ellos no entienden y temen pedir explicaciones. Antes bien, prefieren discutir sobre quién es el más importante. Jesús habla de entregar la vida como servicio y resucitar, mientras ellos se ocupan de los títulos de grandeza. Marcos revela su conciencia al decir que se quedaron callados antes de contar de qué discutían. La pregunta de Jesús los pone con los pies sobre la tierra. No es el puesto lo que importa en el discipulado de Jesús, sino la actitud de un servicio a todos hasta las últimas consecuencias, incluso la muerte en cruz, hasta dar la vida, o como decía la Madre Teresa de Calcuta, hasta que duela.
27 de septiembre XXVI DOMINGO ORDINARIO Nm 11, 25-29 / Sal 18 / St 5, 1-6 / Mc 9, 38-43.45.47-48 Del Evangelio según san Marcos Juan dijo a Jesús: “Maestro, vimos a uno expulsando demonios en tu nombre, y se lo prohibimos, porque no es de nuestro grupo”. Pero Jesús contestó: “¡No se lo prohíban! Porque uno que hace un milagro usando mi nombre no puede a continuación hablar mal de mí. Quien no está contra nosotros, está a favor nuestro” (cf. Mc 9, 38-43.45.47-48).
Palabra del Señor
TODOS RESPONSABLES DE LA FE DE LA COMUNIDAD
L
a liturgia abre perspectivas a la responsabilidad del creyente en la difusión de la Buna Noticia de la salvación que Dios ofrece en su Hijo Jesucristo. La Palabra ha de poner en movimiento, proclamando el misterio a todos para que la salvación los alcance.
La responsabilidad en la comunidad es de todos Tener dones es una gran responsabilidad, pues están al servicio de la comunidad y han de ser incluso compartidos con otros miembros llenos de fe y Espíritu para el crecimiento y la organización. La profecía es un don que no necesariamente se limita a uno solo, sino que puede ser transmitido, por querer de Dios, y gracias al Espíritu, a los que Él elija. En el caso de Moisés, éste había recibido ese don, pero en las nuevas circunstancias el don puede ser compartido, y con él las tareas, las cargas y las responsabilidades, con otros hombres para el bien de la comunidad de Israel. La intervención de Josué ante los dos, que sin estar en la reunión profetizan, despierta el celo y Moisés usa la palabra, pero en referencias a él mismo. Él no tiene celos de que otros también profeticen, más bien desearía que así fuera y que todo el pueblo ejerciera la profecía. Las responsabilidades no son de unos cuantos, sino de la comunidad creyente en su conjunto. Cada uno tiene su don y ha de ponerlo generosamente al servicio de la comunidad y asumir responsabilidad.
La riqueza puede llegar a extremos El Nuevo Testamento es testigo de que a los que estaban cargados de dolor, agobiados de pobreza, Dios les aseguró en Jesús que los tenía en el centro de su corazón, les llamó bienaventurados. El texto de Santiago presenta un problema de acumulación de riquezas, donde la razón y fundamento de la misma es la explotación de pobres trabajadores por parte de los ricos. Los oprimidos claman al cielo y la causa es
el salario injusto. Dios por su parte, justo juez, escucha el grito del pobre y las súplicas del oprimido que no puede defenderse. Las palabras acusan duramente a los ricos, ya que el lujo y la gran vida han traído consigo la condena y el asesinato del inocente. La expresión “para el día de la matanza” puede interpretarse en sentido escatológico como “el día del juicio”, teniendo en cuenta las tradiciones proféticas del Antiguo Testamento que hablan del día de la venganza de Dios; sin embargo, también puede entenderse, en sentido histórico, como “el día de la matanza”, aludiendo al día en que los pobres eran brutalmente maltratados. La riqueza puede llegar a corromper totalmente.
El creyente en Cristo llamado a la unidad de la fe ¿Quién es el centro de la acción misionera de la Iglesia? ¿Quién es el centro de la vida de los discípulos? La respuesta de Marcos es solo una: Jesús. Sólo a Él hay que escuchar, todo tiene a Él como centro y desde Él brota todo. El discipulado no es un asunto de clase o élite, sino de todo aquel que se encuentre de forma única y personal con la persona de Jesús y se dispone a seguirlo por el camino de la cruz. Los discípulos quieren absolutizar la condición de discipulado al grupo de ellos, cosa que Jesús rechaza. La tarea de sanar y liberar al mundo cargado de dolencias y espíritus que le impiden ser libres, es de todos. Como Moisés, también Jesús desearía que en la comunidad creyente todos fueran proclamadores de la Buena Noticia de Dios. Incluso, señala el texto, el simple hecho de dar un vaso de agua a uno de sus discípulos es motivo de recompensa celestial. Pero, por lo mismo, es necesario acabar con toda actitud que impida el ingreso en la vida. Estamos llamados a unir fuerzas a favor del anuncio de la Buena Noticia, de la salvación. julio / Septiembre - 2015 - Vida pastoral no 159
41
Biblia
Contexto geopolítico de los evangelios Por: Polo Zapata A.
Introducción Con la destrucción del Templo de Jerusalén por parte de la tropa romana capitaneada por Tito en el año 70 d.C., durante la revuelta de los zelotes, el pueblo judío reestructura su religión en torno a la Ley y las sinagogas, comandadas por los fariseos y maestros de la ley. Este hecho fue decisivo para la naciente comunidad cristiana, quien al verse expulsada de las sinagogas tiene que expandirse por el mundo y proclamar la Buena Nueva (Evangelio) a judíos de la diáspora y a las comunidades paganas del mundo conocido (cf. Mc 16, 15; Hch 1, 8). En este ambiente nacen los evangelios (Marcos, Mateo, Lucas y Juan), que fueron escritos en diversos puntos del Imperio Romano (Roma, Antioquía, Asia Menor, Siria) entre los años 65-100 d.C., con el propósito de mantener vivos los hechos y palabras de Jesús, el Cristo, Hijo de Dios (cf. Mt 28, 19; Jn 21, 24).
42
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
Situación social En la época de Jesús el pueblo judío –organizado en tres regiones: Judea, zona montañosa que vive del cultivo de la vid y el olivo, del comercio y la artesanía, especialmente del templo, centro de la religión oficial; Samaría, separada del culto de Jerusalén y residencia del gobernador romano (en la ciudad costera de Cesarea); Galilea, que vive del cultivo de cereales (en la llanura) y de la pesca (en el lago)– estaba sometido al poder romano que ejercía su dominio a través de su procurador o gobernador. La situación del pueblo era insufrible, pues las autoridades romanas exigían tributos personales y territoriales para el César, y aportes en especie para el mantenimiento de sus tropas de ocupación. Unido a esto está también la opresión que ejercían las autoridades religiosas, quienes, amparadas en la religión y la Ley, explotaban al pueblo de manera inmisericorde.
Situación política En el siglo I de la era cristiana Palestina, que hace parte de la Provincia romana de Siria, está gobernada por el rey Herodes el Grande, con quien alcanza esplendor y desarrollo. A la muerte de Herodes, el territorio de Palestina se divide entre sus tres hijos: • Arquelao, etnarca de Judea, Samaría e Idumea.
• Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y Perea. • Felipe, tetrarca de la Transjordanía. Sin embargo, Palestina dependía de un procurador romano, quien llevaba los asuntos militares, judiciales y económicos. Y aun cuando existía dependencia con respecto al legado de Siria, gozaba de gran autonomía política y religiosa.
Biblia Esta forma de gobierno llegó hasta el año 66 d.C. con la “guerra judía”, cuyo desenlace terminará con el sitio de Jerusalén y la destrucción del templo en el año 70. Después de estos acontecimientos, el pueblo judío se convirtió en Provincia imperial, con el nombre de Judea, sede de la X Legión.
Situación económica El poder económico estaba en manos de la aristocracia herodiana, la casta sacerdotal y los grandes terratenientes de la época. Los grupos sociales eran muy marcados:
1. Los grandes propietarios y el alto clero, era la clase dominante, establecida en torno al Templo.
2. Los trabajadores, dos clases: • los que tenían un oficio fijo y gozaban de cierta estabilidad. En este grupo estaba el bajo clero (servicio del templo) y los escribas y maestros de la Ley; • los que se alquilaban para cualquier trabajo, dependían de las circunstancias; algunos llegan incluso a la mendicidad.
3. Esclavos, mendigos, enfermos y desamparados,
que constituía la parte más baja de la población, despreciada por la clase dominante, desprovista de todo derecho.
44
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
Otro aspecto importante a tener en cuenta son los prestamistas y recaudadores de impuestos que contribuían a acrecentar la injusticia existente entre la minoría dominante y la mayoría explotada.
Situación cultural y religioso Cultura y religión están íntimamente vinculadas en el judaísmo de la época. El fundamento de la cultura judía es la Ley y las tradiciones religiosas. Al considerarse pueblo elegido, no permitían el influjo de ninguna corriente de pensamiento exterior, por considerarlo pagano, no revelado por Dios. Frente a acontecimientos como la invasión, el destierro, la persecución, la diáspora, surgirán nuevas instituciones (el Sanedrín, la sinagoga) y grupos religiosos (escribas o maestros de la ley) que darán una nueva configuración al pueblo; sin embargo, su centro religioso y cultural seguirá siendo la Ley, que gozaba del respeto de todos. La situación era compleja, pues la clase sacerdotal era quien gobernaba de una manera tirana, por lo que surgieron nuevos grupos sociales y movimientos religiosos que dieron una nueva estructura política y social al pueblo judío.
Instituciones religiosas El Templo reunía en sí el poder político, económico y religioso, era el centro de: • La vida judía. • El comercio e intercambio monetario (aquí se encontraba el tesoro público y se acuñaba la moneda). • El Sanedrín (además de la fortaleza Antonia, residencia del gobernador y de las tropas). • La vida religiosa (lugar único donde se podía realizar los sacrificios). Las fiestas, las más importantes son: • Pascua, recuerda la salida de Egipto. • Pentecostés, fiesta de las semanas (entrega de las tablas de la Ley a Moisés). • Los Tabernáculos, celebraba el fin de la cosecha y el recuerdo de la permanencia del pueblo en el desierto. • Dedicación y Purim, la expiación y el año nuevo. • El Sábado o Sabbat, día dedicado por excelencia al Señor. La sinagoga, nació como lugar de encuentro durante el exilio de Babilonia y se hizo muy común al punto que cada comunidad tenía su sinagoga como lugar de oración y estudio (lectura y explicación de la Ley y los profetas). El Sanedrín, institución que fluctuaba entre lo político y lo religioso. Estaba compuesta por miembros de la clase sacerdotal, su principal cometido era lo judicial en todo tipo de causas civiles y religiosas. Formado por 70 miembros, presidido por el Sumo Sacerdote.
Movimientos religiosos Los escribas, nacieron durante la época helenística en torno al estudio de la Ley y fueron ganando prestigio hasta convertirse en guías espirituales. Estaban ligados a los fariseos, a los que servían de soporte teórico. La corriente apocalíptica, poseía una dilatada tradición dentro del judaísmo. En el siglo I este movimiento gozaba de gran vitalidad, pues había acuñado un lenguaje y una interpretación de la historia que influía en aquella época de crisis.
Biblia La comunidad de Qumrán, ligada al movimiento esenio, decidió retirarse al desierto a cumplir la Ley en toda su pureza. Vivían en comunidad y se regían por sus prescripciones hasta en los más mínimos detalles. Manifestaba una abierta oposición al templo y al poder constituido.
Los fariseos, hombres amantes de la Ley. Se unieron a los escribas laicos para interpretar rectamente la Ley. Desempeñaban un importante papel en la vida social del pueblo judío en el siglo I. Representaban la tendencia abierta, opuesta a colaborar con los romanos.
El movimiento bautista, probablemente en el seno de este grupo fue donde Jesús comenzó su misión. Se trata de un movimiento de renovación religiosa que anunciaba la salvación escatológica como algo inminente.
Los samaritanos, formaban un grupo con sus propios libros y tradiciones. Los judíos los consideraban como herejes y evitaban el trato con ellos (Jn 4, 9). Sin embargo, Samaria desempeñó un rol importantísimo en la expansión del cristianismo.
Los grupos Los saduceos, formado por el alto claro, vivían a expensas del templo y encarnaban la teología tradicional. Eran colaboracionistas y estaban vinculados a los herodianos, es decir, a la aristocracia del país.
46
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
El judaísmo helenístico, grupo bastante elevado. Dotados para el comercio, habían prosperado, y en Alejandría y Roma tenían sus propios barrios. Mantenían
estrechas relaciones con Jerusalén para todo tipo de cuestiones y normativas religiosas e incluso sometían al Sanedrín los litigios relacionados con la Ley. Estos factores, que afectan, de una u otra manera, la vida social, política, económica y cultural del pueblo judío, lo experimentan también las comunidades cristianas en formación, quienes, teniendo como centro de referencia las enseñanzas de Jesucristo, ven en los acontecimientos la acción de Dios y le dan una lectura cristiana. Finalmente, la reflexión y meditación que las comunidades hacen en su interior, un redactor final, poniéndole el tinte teológico a la historia, lo plasma en los evangelios. Así, los evangelios, que no son narraciones históricas, sino vivencias de fe, contienen de forma implícita los acontecimientos históricos del pueblo judío del primer siglo.
Testigos de la fe
Por: Fray. Oswaldo Escobar
Santa teresa de Jesús:
500 años de amor fecundo
Teresa de Ahumada, conocida más bien como Teresa de Jesús o de Ávila, nació un miércoles santo, el 28 de marzo de 1515, a las cinco de la mañana, en la provincia de Ávila, la misma tierra de Isabel la Católica. Su vida se desarrollará en la España del siglo XVI, llamado siglo de oro, en donde convergen una innumerable cantidad de santos y literatos. Es también la hispania imperial que está logrando su expansión nunca jamás vista con Carlos I y, es también la que sueña con las conquistas en las nuevas tierras hasta ahora desconocidas del “Nuevo Mundo”.
48
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
mérica entró en el alma de la familia Cepeda y Ahumada (la familia de la santa). En efecto, todos los hermanos de Teresa emigrarán a las “nuevas indias”, algunos morirán aquí, uno de ellos en Panamá (Jerónimo) y al parecer todos ellos pasaron por Pasto, Colombia. Por lo tanto, los asuntos de estas tierras, fueron temas de frecuente atención y conversación familiar. En esta emigración indiana, el que mejor suerte tuvo fue Lorenzo, el hermano más entrañable de nuestra santa. Él, una vez establecido en Quito, la fortuna le comenzó a sonreír. Providencialmente, cuando su hermana está haciendo los trámites para fundar su primer monasterio, él le enviará dinero, con lo cual se pudo saldar deudas de la compra y adecuación de aquella desvencijada casa que se convierte en el convento de San José, por eso, para nosotros es hermoso reconocer cómo en el inicio fundacional teresiano estuvo también el aporte americano, además, que la fundadora pudo conocer y también formar su primera vocación americana, su sobrina “Teresita”.
A
Teresa pertenecía a aquel escaso diez por ciento de mujeres de su sociedad que sabían leer y escribir. La gran masa era analfabeta y por ende ignorante. La valoración de la persona y especialmente de la mujer era de márgenes reducidos, se le encomendaba la tarea de traer hijos al mundo y dedicarse a los quehaceres domésticos y le estaba vedada, según las rancias opiniones de muchos teólogos, la tarea de la oración mental. Y, será en este mundo marcadamente adverso a la mujer que Teresa tendrá que lidiar. Tenía todo en su contra: mujer, visionaria (a merced de su experiencias místicas) y además de raíces judías. Éste, a grandes rasgos, es el ambiente en que se desarrollará la vida de nuestra santa, su personalidad será fraguada en este ambiente y en el de una familia de mucha convicción cristiana. Es por ello que amó intensamente al Señor, desde la niñez: añorando el martirio como los primeros cristianos y al no poder hacerlo, soñó con la vida eremítica, como hicieron los cristianos de la era constantiniana. Esto explica que muchas veces durante su infancia meditara sobre temas de carácter escatológico: cielo, infierno, “para siempre, siempre, siempre”; se desgranaban así sus santos días de la infancia.
La Virgen María asomará en su tierna vida por medio del Rosario, devoción aprendida de su madre. Al morir ella, el amor mariano estaba instaurado en su corazón, pues se dirigió presurosa a los pies de la Virgen de la Caridad a pedirle que fuera su madre. Pero, una vez llegada la juventud todo cambió y aquellos primeros ideales se trastocaron. Se descubrió a sí misma “guapa” y llena de una serie de atributos interiores y exteriores que no permitían que pasara desapercibida.
julio / Septiembre - 2015 - Vida pastoral no 159
49
Testigos de la fe En el libro de Vida (autobiografía), no ocultará detalles íntimos de su vida, como por ejemplo “el temor de perder la honra” (la buena fama) de la cual estaba su padre muy celoso. El encierro en un convento de las agustinas de aquella ciudad como interna para reeducarse en sus costumbres. Su drama vocacional “enemiguísima de ser monja” (V 2,8) y, después, su huida de la casa paterna al monasterio carmelitano de la Encarnación, pues su padre era contrario a su vocación religiosa. Transmitirá la alegría con que tomó el hábito, pero de la misma forma expresa la superficialidad en que vivió muchos años como religiosa, esclava de sus amistades y afectos (cf. V 7). También está presente en su relato enfermedades raras, curas milagrosas, creencias en hechicerías, demonismo, etc. todo lo que podríamos llamar el inconsciente colectivo de su tiempo. Elementos todos trenzados en unos episodios apasionantes que seguramente dejarán fascinado al atento lector. Parte importante de su vida será su conversión. Después de muchas idas y venidas en su camino espiritual, llegará el día tan añorado, acaecido éste en la cuaresma del año 1554. Se trata del encuentro ante la imagen de un “Cristo muy llagado… representaba bien lo que pasó por nosotros” (V 9,1). A partir de aquel momento, su vida cambia, su alma buscará la oración asidua. Dios comenzó por este medio a integrar todas las piezas dispersas de su alma. El Señor, que no se deja ganar en bondad, la fue llevando por los caminos de la vía mística o sobrenatural, pero su alma no entendía lo que le estaba suce50
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
Señor más oposiciones se levantaban en su contra, y es que cuando Dios da un carisma, simultáneamente Él mismo hace surgir la oposición al mismo carisma, para que éste se vaya purificando así mismo y continúe siendo como lo que es, un don recibido en humildad.
Busto de la santa Teresa de Jesús, imagen tomada de internet.
diendo. Con desbordante gozo, se va descubriendo inmersa en Dios “bañada en divinidad” como diría san Juan de la Cruz, pero, ¿qué hacer y cómo discernir todo aquél cúmulo de experiencias? La respuesta es clara, hay que dejarse guiar, acude a los sacerdotes de su entorno, los cuales no supieron en un primer momento entender su espíritu. Le pidieron que les escribiera lo que acaecía en su alma, para analizar con mayor claridad, y así surgieron sus primeros escritos; estos llevan hoy el título de Relaciones o Cuentas de conciencia, que fueron las primeras unidades literarias teresianas y que después serán integrados en sus libros. Pero el discernimiento de sus gracias o “mercedes” como ella les llama no fue una tarea fácil, fue un doloroso período de incomprensiones por parte de aquellos clérigos, podríamos decir que a mayores gracias del
Dios que no abandona a nadie, envío una infinidad de ministros que le aprobaron su espíritu, muchos de ellos santos, por ejemplo: san Pedro de Alcántara, san Francisco de Borja, san Juan de Ávila, san Juan de la Cruz y otros muchos sacerdotes en especial jesuitas y dominicos. Para quien desee profundizar en el conocimiento de santa Teresa, le recomiendo tomar el libro de Vida (o autobiografía), allí Teresa nos abrirá el corazón, descubriremos cómo la existencia de ella es la de una mujer plenificada por Jesucristo; y la oración siempre será el medio para crecer en “ese trato de amistad con quien sabemos nos ama” como bellamente define la oración mental (cf. V 8,5). Todo lo que nos narrará en este libro lleva el hermosísimo hilo conductor de Jesucristo, de hecho, no es que Teresa de Jesús nos hable de oración, sino que más bien habla de su vivencia íntima con el Señor, y, en un segundo lugar, el medio de cómo es que ha conocido a este Dios amigo, la oración: “Sólo digo que, para estas mercedes tan grandes que me ha hecho a mí, es la puerta la oración; cerrada ésta, no sé cómo las hará” (V 8,9). Ella irá tomando conciencia cada día de esa maravillosa presencia del Señor en
su interior; de hecho, el libro se va cerrando con una cristofanía deliciosa, acaecida ésta en el rezo de la Liturgia de las Horas: “De repente se recogió mi alma y parecióme ser como un espejo claro toda, sin haber espaldas, ni lados, ni alto, ni bajo que no estuviera toda clara, y en el centro de ella se me representó Cristo nuestro Señor, como le suelo ver. Parecíame en todas las partes de mi alma le veía claro como un espejo…” (V 40,5). Teniendo siempre a Cristo como verdadero actor en su vida, nos enseñará qué es la oración, los grados de esa experiencia divina, la fundación de su monasterio, etc. Es santa Teresa la primera doctora de la Iglesia, proclamada por el papa Pablo VI el 27 de setiembre de 1970. Escribió sen-
clamaciones; Poesías; Cartas. En dichos escritos nos deja el testimonio de abundantes gracias que plenificaban su alma en su relación con Cristo. Cristo será el principio y fin de su existencia que termina el 4 de octubre de 1582. Sus últimas palabras fueron: “Muero hija de la iglesia”, pues su deseo era finalizar su vida como hija fiel de ella.
Pintura de la santa Teresa, por la Hna. Fermina de Jesús, tomada de internet.
dos libros de carácter espiritual como son: Vida (autobiografía), Camino de perfección; Moradas del castillo interior; Fundaciones; Modo de visitar conventos; Meditación sobre los Cantares; Ex-
Invito a todos los lectores a dar gracias a Dios en estos 500 años de su nacimiento, por esta excepcional santa que es maestra en muchas dimensiones: con santa Teresa de Jesús la Iglesia es más orante, más fraterna, más humana y por consiguiente más feminista; lee a santa Teresa y sobre ella ¡no quedaras decepcionado!
Cultura
La
piedad popular, gran patrimonio Por: Constanza Moya
de la
Iglesia
Imagen tomada de 123RF. Imagen de persona cargando la cruz, imagen tomada de 123RF.
Devoción Popular, imagen tomada de internet.
52
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
Cuando iba a terminarse la Eucaristía de Navidad, el sacerdote tomó delicadamente la imagen del Divino Niño y la ofreció a los feligreses antes de la bendición diciendo: “Al finalizar la Eucaristía los que quieran pueden pasar a acariciar o besar al Divino Niño”. Pensé en cuántos labios se pondrían sobre la estatua y la idea me causó desagrado. Sin embargo, la devoción de la gente me impactó, el fervor con que se acercaban a la imagen me pareció una suerte de introspección, un abandono absoluto no en la imagen pero sí en Dios.
ientras cavilaba sobre todas estas cosas, quienes hacían la fila rezaban piadosamente. Las manos juntas, los ojos entrecerrados, y en los labios una oración silenciosa completaban el gesto de la devoción. Entonces pensé que mis elucubraciones me alejaban de aquella realidad que ellos estaban viviendo; sin embargo, debo reconocer que a veces esa realidad ha aflorado en mí cuando he apretado confiadamente una estampa de Nuestro Señor de los Milagros en ciertos momentos cruciales de mi vida. Y así es, irremediablemente este fervor hace parte de nuestra idiosincrasia latinoamericana. La religiosidad popular, manifestación de la manera como comprendemos y vivimos nuestra fe, también es expresión de nuestra cultura, de nuestro modo de relacionarnos con lo trascendente y con la realidad cotidiana.
M
En varios países de Latinoamérica, colonizados por los españoles y con raíces indígenas, el sincretismo religioso ha logrado penetrar la experiencia de fe de los creyentes. Desde la antropología se habla de una religión oficial y una popular, que en el cristianismo equivaldría a aquella establecida por la Iglesia y aquella que practica el pueblo a partir de las enseñanzas recibidas del Magisterio eclesial y de sus propias creencias. En las diversas regiones se practican distintas devociones que hablan, además, de la manera de ser de los pueblos. En México, por ejemplo, es muy marcado el culto a los muertos y, de hecho, artistas representativos de este país como Frida Kahlo, devota del arte popular, expresan una relación intensa y estrecha con la muerte. La religiosidad popular no puede menospreciarse desde la perspectiva de la transmisión y consideración de la fe. Sin embargo, es bastante común hablar de una “fe madura” en contraposición a la “fe de carbonero”, dando a esta última un tono despectivo. La primera, fundada en los grandes presupuestos teológicos, cultivada a partir del discernimiento, de la oración, pero también del conocimiento, crea un distanciamiento frente a la fe del
pueblo, cuya única fuente de sustento es la Misa de los domingos, quizá la práctica de alguna novena, la oración diaria y lo que se aprende por los comentarios y experiencias de la gente. Si bien es claro que muchas de las expresiones de la fe de los fieles dejan notar una relación mágica con lo trascendente, también es notable la confianza absoluta en Dios de aquellos que realizan novenas o que besan la imagen del Divino Niño o de algún santo en las celebraciones religiosas. Se trata de la fe de los sencillos, aquellos que están llamados a ser los primeros en el Reino de los cielos. Es claro también que el componente mágico que a veces se deposita en la fe de los fieles crea dificultad para abrazar verdaderamente la Palabra de Dios. Cuando la persona funda su fe en la inmediatez presupone que puede ser escuchada por su objeto de devoción y que éste tiene la capacidad de intervenir modificando a su favor el curso de los acontecimientos y casi que automáticamente. Se da entonces una comprensión del milagro que lo asemeja a una acción mágica y quien lo siente puede ser fácilmente engañado y vivir una relación confusa con Dios. Es entonces cuando la fe se queda en lo externo y se vuelve irracional. Sin embargo, como señala Benedicto XVI, la devoción popular no puede menospreciarse, antes bien hay que dirigirla hacia el centro, Cristo, y hacerla interiormente viva. Para terminar, cabe decir que vale la pena reflexionar sobre este tema abordado también en el Documento de Aparecida donde se reconoce su importancia −sobre todo de la devoción mariana− y su aporte significativo a la enseñanza de Cristo, de modo que las profundidades teológicas y la racionalización de la fe no nos lleven a distanciarnos o, peor aún, a ponernos por encima de aquella fe que sólo se sostiene por las propias creencias y experiencias cotidianas.
julio / Septiembre - 2015 - Vida pastoral no 159
53
En librería DE Julio A Septiembre LEEMOS
EL RECOMENDADO ES...
El camino del sol Francesco Lorenzi
F
rancesco narra una historia fascinante y difícil de creer en estos tiempos. Su pasión por la música lo llevó a saborear rápidamente el éxito en los escenarios musicales de Italia y del mundo. Empezó con algunos amigos una banda punk, Sun Eats Hours, que, gracias a la pasión de sus integrantes, al talento y trabajo incesante, se presentó en más de trescientos escenarios entre Europa y Japón, apoyando espectáculos de bandas como The Cure, The Offspring, Misfits, The Vandals, Sick of it all, Ok Go! entre otros. Sin embargo, Francesco, líder de la banda, cantante y compositor, no se hallaba a gusto; un descontento, un desasosiego permanente lo perseguía y no se sentía feliz. Los excesos con el alcohol y las drogas, la promiscuidad −todo esto, claro está, sólo al terminar los conciertos, porque siempre se presentaban sobrios ante el público−, hacían que Francesco se sintiera insatisfecho con todo el éxito alcanzado. Un vacío constante lo inquietaba. Había algo que no lo convencía, se sentía asfixiado, le faltaba el aire y sus
54
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
encuentros permanentes consigo mismo le permitieron darse cuenta de que quería algo más, algo mejor que todo el reconocimiento internacional y el éxito que había alcanzado con su banda, lo que cualquier grupo musical o artista habría envidiado. De repente vislumbró que los resultados musicales y la admiración del público habían terminado por hacerle olvidar lo que inicialmente era el sentido de su proyecto como músico: “Era un autor y un músico precisamente porque tenía la capacidad de soñar un mundo mejor”. La búsqueda insaciable de Francesco de algo que le diera asidero y que le permitiera encontrar el sentido de su vida se convirtió en una búsqueda espiritual que lo condujo al encuentro con Dios. El destino de los Sun Eats Hours desembocó en The Sun, una nueva banda, con un sentido claro y distinto de su proyecto musical, el cual coincidía ahora sí con aquello que antes hubiera soñado Francesco como la razón de ser de su talento: hacer un mundo mejor.
Sin lugar a dudas, en la historia de The Sun hay un llamado. Una invitación que es evadida muchas veces, hasta que, quizá por puro cansancio, es aceptada. La autobiografía de Francesco Lorenzi es la apasionada narración de la conversión de un joven músico que encuentra el sentido de su vida, de su arte y de sus amigos, en el servicio a Dios y a su proyecto. Vale la pena leer su libro porque responde las grandes preguntas que inquietan a los jóvenes. Se trata de una experiencia narrada con honestidad y transparencia, sin otra pretensión que la de contar una historia de vida que puede servir a otros a encontrar la razón de su existencia. ¿Cómo se desenlaza la historia?, ¿cómo es posible que un joven músico de una banda punk sumergido en el “gran mundo” y con un gran éxito profesional decida cambiar de rumbo tan abruptamente? Para saber esto hay que leer el libro. Una lectura amena, rápida, que puede hacerse en un par de sentadas, deja a los lectores, sobre todo a los más jóvenes, con las ganas de emprender un camino nuevo: el camino del Sol.
MANUAL DEL DISCERNIMIENTO TERESIANO Oswaldo Escobar Aguilar Con motivo de la celebración del Quinto centenario del nacimiento de Teresa de Ávila, Editorial San Pablo lanza, este Manual de discernimiento no sólo con el propósito de esta celebración, sino por su gran aporte a la espiritualidad de los creyentes.
La Leyenda Tus pasos son ligeros y me gusta tu sombra. Danzas en la arena, dejas huella en la tierra. Desde hace tiempo viajas, pero tu meta es cierta. Diriges con audacia y he visto cuanto cuenta. No sé cómo me has cambiado, me siento vivo como nunca antes. El Sol ilumina este camino, elegí mi destino. Toda mi vida es una loca historia y toda esta voz canta una victoria: ¡el mal se cambia en bien por el fuego en las venas! Ésta es mi Luz, destroza las cadenas. Es más que una leyenda, la gente aquí aún sueña. Resiste a quien la engaña, no se conforma con quien fuerza una vida ficticia.
El deseo de orar es una gran necesidad de los tiempos modernos. Son muchos los que, desconsolados del ateísmo o del indiferentismo, sienten una profunda sed de Dios que sólo la oración es capaz de saciar. Por eso, un libro como éste resulta pertinente para los lectores interesados en emprender un camino de oración serio y perseverante. Teresa plasmó en su obra la experiencia de su propia vida no sólo para sí sino para “provecho de otros”. Dado que el lector que se aproxima a las obras de Teresa en ocasiones se siente perdido por su lenguaje o por su amplia doctrina, surgió la idea de hacer un manual de discernimiento teresiano, un instrumento práctico que posibilita la comprensión de ciertos datos puntuales de la propuesta espiritual de esta santa (por ejemplo: tentaciones, mociones…) y que pueden servir de ayuda en el itinerario espiritual de los orantes.
El libro conduce al lector por cada una de las etapas de discernimiento configuradas por Teresa de Ávila. No se trata de reglas de discernimiento sino de principios espirituales que comprenden: tentaciones del mal espíritu, mociones del buen Espíritu y ciertas orientaciones para identificar cuando los pseudofenómenos oracionales no son más que resonancias psicológicas del orante. El autor analiza también las batallas y triunfos teresianos en contra del espíritu del mal y explica cómo, en muchas ocasiones, un orante puede estar instalado en la “falsa paz”, es decir, en una paz auspiciada por la mediocridad, las adulaciones, el dinero, etc. El libro da gran importancia al discernimiento en los distintos grados y experiencias oracionales de Teresa, con lo cual se pretende clarificar la fenomenología mística, que en todos los tiempos se presta para cierta confusión. Se concluye con un capítulo dedicado a la depresión y la dirección espiritual, en donde la santa aportará grandes luces para quien padece el mal melancólico.
¿Sientes el Sol que ilumina este camino? Es éste mi destino.
julio / Septiembre - 2015 - Vida pastoral no 159
55
Especial Centenario
Paulinas:
AÑOS 100al servicio de la vida Por: Hna. Sandra María Restrepo, fsp
El Centenario de fundación de nuestra Congregación Hijas de San Pablo –Paulinas– se inserta o confluye, por gracia de Dios, con el Año de la vida Consagrada, convocado por el papa Francisco quien, en la Carta apostólica a todos los consagrados (2015), insiste en que los “consagrados” hemos sido “llamados a seguir a Jesús en plena adhesión a su Evangelio y en el servicio de la Iglesia, y que ha derramado en nuestros corazones el Espíritu Santo que nos da alegría y nos hace testimoniar al mundo su amor y su misericordia” (Introducción), y al mismo tiempo nos lanza esta pregunta: ¿Sabrá la vida consagrada completa enfrentar el reto de las preguntas que provienen de la encrucijada del mundo? Madre Tecla hablando con el Primer Maestro.
56
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
l P. Santiago Alberione, Fundador de la Familia Paulina, y la Hna. Tecla Merlo, primera Superiora general de las Hijas de San Pablo, en Alba, Italia, supieron, con la luz del Espíritu Santo, dar respuesta a la inquietud del Papa; pues, guiados por el ideal de unirse a Cristo totalmente, hasta poder decir con san Pablo: “Para mí la vida es Cristo” (Flp 1, 21), le dieron un nuevo impulso misionero a la misión de la Iglesia en tiempos difíciles, dando así una nueva respuesta: ¡evangelizar con los medios modernos de la comunicación! Sin duda alguna esta nueva apuesta pastoral suscitó una alternativa diferente de anunciar el Evangelio y una nueva forma de predicación, equiparable, sin duda, como lo recalcaba el Fundador, a la predicación del párroco.
E
Un poco de historia En los albores del siglo XX, marcado por la esperanza del progreso técnico-científico, que entregaba a la humanidad asombrosos descubrimientos para el mejoramiento de la vida, y, a la vez, ensombrecido por el horror de la primera guerra mundial (1914-1917), una guerra que generará división social y familiar, no sólo en Europa, sino también en los demás continentes, el joven sacerdote Santiago Alberione, que contaba con 30 años de edad y 7 de sacerdocio, piensa en unidad y en familia; piensa en una “gran familia” con comunión de ideales que ayuden a reconstruir, con el anuncio del Evangelio, el sentido de la vida y de los valores cristianos destruidos por el odio y las ambiciones de poder. Por eso sueña con “casas religiosas apacibles, oasis de paz, en un pobre mundo, desgarrado sin cesar por las pasiones, los intereses y las intrigas humanas” (Catequesis Paulina, p. 74).
Especial centenario
La finalidad de las Hijas de San Pablo, según el pensamiento del Fundador y la misma intuición de Maestra Tecla, consistió, desde el primer momento, en “ponerse al servicio de la Palabra (...) para comunicar el misterio de Cristo a todos los hombres con todos los instrumentos de la comunicación social” (Constituciones FSP, 12), claro está, desde la escuela del Divino Maestro y bajo la protección de María, que luego será invocada con la advocación de “Reina de los Apóstoles”.
Génesis y desarrollo
Trabajando en el estudio de filmación en Roma.
En efecto, a casi un año de la fundación de la Pía Sociedad de San Pablo (20 de agosto de 2014), y tras escuchar las recomendaciones de seminaristas y otras personas, unidas ya como cooperadores espirituales (cf. AD 241), el padre Alberione, que lo ha venido meditando desde hace meses, hará realidad su deseo de dar inicio a la rama femenina de la Familia Paulina, las Hijas de San Pablo, hermana en carisma y misión de la primera, fundada el 15 de junio de 1915, con algunas jóvenes conocidas, que hacían parte del grupo de muchachas a las que daba cursos de catequesis, y que, además, trabajaban en un taller de costura en la plaza Cheresca de Alba, Italia. Este pequeño grupo, que aceptó la propuesta de ser “anunciadoras del Evangelio”, al estilo de las colaboradoras del Apóstol Pablo, será guiado después por Teresa Merlo (1894-1964), quien adoptará el nombre de “Tecla” con su primera profesión religiosa, al ser designada como primera Superiora general de las Hijas por el Fundador en 1922 y considerada desde ese mismo instante por sus "queridas hijas" como Primera Maestra (cf. AD 243).
58
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
“Nacidas sin nombre, sin casa, sin hábito especial, se dedicarán en un primer momento a conocer y asimilar el carisma alberoniano-paulino; y será sólo hasta 1916 cuando las Hijas de San Pablo tomen su propia fisonomía: ser apóstoles de la ‘buena prensa’, fisonomía que se definirá con claridad con la aprobación diocesana el 15 de marzo de 1929, y con la aprobación pontificia definitiva de sus Constituciones el 15 de marzo de 1953 por parte del papa Pío XII” (Catequesis Paulina, p. 77).
Con el ideal de infundir el amor al Señor y con la mística apostólica de dar a conocer a Jesús Maestro Camino, Verdad y Vida (cf. Jn 14, 6), la Congregación Hijas de San Pablo – Paulinas, asumiendo el ideal una misión de gran responsabilidad, con sus numerosos centros de apostolado, con el correr de los años crece y hace presencia en 54 países de los cinco continentes. A Colombia, Bogotá, llegan el 24 de abril de 1948 las hermanas Leticia Elena, Giovanna Vascheto, Imelda Toschi y Luigina Grandi, pero por la difícil situación que vivía la capital colombiana les aconsejan trasladarse a una ciudad más pequeña, fue así como dos de ellas llegaron a Manizales en 1949 y más tarde a Barranquilla, Medellín, Cali y Cúcuta, expandiendo en estas ciudades y en las regiones de Colombia y Ecuador (a donde llegan en 1980, Quito) la misión paulina.
Espiritualidad Los grandes amores de las Hijas de San Pablo son Jesús Maestro Eucaristía, María, Reina de los Apóstoles, el Evangelio, la Iglesia, la humanidad. Su carisma es el ardor y el ansia profunda de consagrar la vida a la evangelización con los medios de comunicación. Por medio del anuncio, la Congregación promueve el crecimiento espiritual y apostólico, no sólo de los fieles, sino también de la gran Familia Paulina, que con el correr de los años crece y se extiende por el mundo, dando nuevos frutos.
Especial centenario
Nuestra espiritualidad es integral, como dice el Fundador: “La Familia paulina tiene una sola espiritualidad: vivir integralmente el Evangelio; vivir del Divino Maestro… Aspira a vivir integralmente el Evangelio de Jesucristo Camino, Verdad y Vida, en el espíritu de san Pablo, bajo la mirada de la Reina de los Apóstoles” (AD 93).
Una nueva mirada “El Año de la Vida Consagrada, dice el Papa, nos interpela sobre la fidelidad a la misión que se nos ha confiado”. Y la pregunta para nosotras, en este año centenario, es saber si nuestras obras, nuestras presencias, ¿responde a lo que el Espíritu ha pedido a nuestros fundadores, y si son adecuados para abordar su finalidad en la sociedad y en la Iglesia de Hoy? El P. Beato Santiago Alberione exhortaba que: “La historia es maestra de la vida, y las experiencias pasadas nos sirven de escuela para el futuro”, y es así como las narrativas nacen desde el testimonio de vida de nuestras hermanas y hermanos mayores que hoy, en la celebración de este Centenario, nos recuerdan que debemos dejar hablar al carisma desde sus raíces carismáticas para aprender a resignificar en el hoy de la historia lo que significa: “Creemos y por eso hablamos” (2Co 4, 13).
Difundiendo la Biblia en un sector popular.
La mística apostólica de los inicios es hoy un desafío permanente en el redescubrir, desde la cotidianidad, que nuestra misión en el vivir y comunicar a Jesús Maestro Camino, Verdad y Vida, desde las múltiples expresiones de la comunicación, se proyecta solo y siempre si nuestro ser de mujeres consagradas ante un mundo frenético sabe ser “contemplativo en la acción y activo en la contemplación”. Sí, creer ahora, creer de nuevo con gratitud, una historia escrita con la gracia que nos viene de la vocación paulina, que imprime en la mente y el corazón de todas las personas a las cuales llegamos, la Palabra que se hace imagen, sonido e impresos desde la cultura de la comunicación digital.
Mirar hacia el horizonte que abre nuevas posibilidades a la misión Paulina en la Iglesia y el mundo de hoy, significa vivir una vida consagrada alegre, mística y profética que lee los signos de los tiempos y cree que las nuevas generaciones puedan decir como Tecla Merlo: “Quisiera tener mil vidas para dedicarlas al Evangelio”, porque en tiempos difíciles el mundo tiene más necesidad de Dios. En efecto, con los cambios en la comunicación, en la cultura, en la sociedad, en las personas, en la Iglesia, en la evangelización, en la Congregación y en la misma Familia Paulina, hay la necesidad de repensar el carisma, es decir, contemplar un carisma flexible, nómada, que sea siempre contemporáneo de los destinatarios de cada época, móvil y con mecanismos de autorregulación y con capacidad para una constante adaptación al ambiente.
Hna. Imelda Toschi, fundadora de las hijas de san Pablo en Colombia, junto a la Hna. Tarcisia Marchisio.
60
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
Eclesiología
Pablo, Por: P. Danilo Medina, ssp
modelo de evangelizador y catequeta
Después del encuentro definitivo con Cristo resucitado en el camino hacia Damasco, el anhelo profundo e incansable de Pablo fue el de llevar el Evangelio cristiano al corazón de todas las personas y de todos los pueblos: “¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!” (1Co 9, 16).
ero no quiere hacerlo al margen de la Iglesia, sino que, como miembro vivo, enviado y confirmado por ella en la tarea misionera que el Señor le ha encomendado como apóstol de los paganos, reconoce que tiene que subir a Jerusalén para exponer a los Apóstoles el contenido de su predicación, para “no correr en vano”; y allí fue reconocido y confirmado por la Iglesia Madre, para que pudiera continuar anunciando la Buena Nueva (cf. Ga 2, 1-10).
P
Y para realizar este encargo confiado por el Señor
resucitado (cf. Hch 9, 15), el Apóstol no escatimó esfuerzo alguno, recurriendo a una serie de interesantes y ricas estrategias, integradas en un proyecto unitario de evangelización, con el fin de sembrar en el corazón de las personas y de las culturas la semilla del Evangelio, sobre todo en los contextos urbanos, que fueron los contextos privilegiados de su misión. Por eso conserva tanta vigencia su mo-
62
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
delo evangelizador, porque fue el primer gran esfuerzo de inculturación del Evangelio en los ambientes de las grandes ciudades. De todos los recursos pedagógicos y catequéticos usados por el Apóstol, evidenciaremos los más sobresalientes, que puedan sugerir valiosas pistas en el desempeño de la misión evangelizadora de la Iglesia actual.
1. Fundación de Comunidad y de comunidades Uno de los más notorios recursos de evangelización adoptados por Pablo fue la creación de pequeñas comunidades, animadas por las virtudes teologales de la fe, la esperanza y el amor (cf. 1Ts 1, 3), que una vez que recibían y se esforzaban por vivir el Evangelio cristiano, se sentían fuertemente impulsadas a salir en misión para constituir nuevas comunidades cristianas. En efecto, no todas las comunidades que consideramos paulinas fueron directamente fundadas por el Apóstol, sino por discípulos y colaboradores venidos de otras comunidades que ya vivían la fe cristiana. De esta manera, Pablo dio origen a un sistema de evangelización en red, que fue abarcando los territorios de Asia Menor y Europa, hasta llenar del mensaje de Jesús resucitado toda la cuenca del Mediterráneo (cf. Rm 15, 19-24). Pero hay que reconocer que Pablo no sólo fue fundador de comunidades, además y sobre todo, fue promotor del sentido comunitario, es decir, forjador de comunidad (en singular), porque en aquellas iglesias que iba fundando, consolidaba a la luz del Evangelio los vínculos de la caridad, de modo que se constituían comunidades dinámicas, fraternas, cálidas, misioneras. El Apóstol no se cansaba de insistir en la necesidad de edificar la unidad en la diversidad, de poner al servicio de todos los propios talentos y carismas recibidos del Espíritu Santo, para construir el cuerpo de Cristo bien unido por el amor (cf. Rm 12; 1Co 12; Ef 4; Col 3, etc.). Ésta era la más importante estrategia misionera, pues en la medida en que las comunidades cristianas vivían con entusiasmo y
fidelidad las virtudes comunitarias predicadas por Pablo a partir de la enseñanza de Jesús, se convertían en centros de irradiación de esa vida nueva, e iban contagiando a muchas otras personas con ese deseo de novedad de vida propio de la fe cristiana (cf. 1Ts 1, 6-8).
2. Los viajes y las visitas Eran otros recursos muy útiles para animar la fe del Evangelio que acababan de recibir en semilla, pero que requería acompañamiento para que siguiera consolidándose y germinando en frutos de santidad y vida nueva (cf. 1Co 3, 6-9). Y Pablo no ahorró esfuerzos ni fatigas para emprender esos viajes apostólicos que le permitían hacerse presente en sus comunidades, para explicar y profundizar en el mensaje anunciado, y para ello tuvo que enfrentar con valentía un sinnúmero de persecuciones, penurias, dificultades, peripecias y peligros (cf. 2Co 11, 23ss), que no lograron menguar su ansia apostólica y su denodado fervor por Cristo. No sabemos con exactitud cuántos caminos y distancias recorrió el Apóstol, con tal de llegar a fundar primero, y luego visitar como padre y maestro, a sus hermanos que apenas habían adherido a la fe cristiana. El núcleo esencial del Evangelio debía luego ampliarse y profundizarse a través de una catequesis que diera solidez y firmeza a los nuevos cristianos en sus procesos de fe creída, vivida y celebrada. Y por eso podía expresar su convicción de haber sido constituido: “Heraldo, apóstol y maestro en la fe y en la verdad” (1Tm 2, 7; cf. 2Tm 1, 11). Además de los grandes viajes misioneros, el Apóstol solía realizar rápidas visitas a sus comunidades, sobre todo cuando había que intervenir para ayudar a solucionar conflictos o dificultades que estuvieran atravesando sus hermanos, y sus visitas eran siempre motivo de animación y estímulo para sus hermanos en las diversas iglesias (cf. 2Co 13, 2).
julio / Septiembre - 2015 - Vida pastoral no 159
63
Eclesiología
3. El envío de delegados Cuando no podía hacerse presente en persona en sus comunidades, lo hacía a través de sus discípulos, que a la vez eran amigos y colaboradores en la tarea evangelizadora: sobre todo Timoteo y Tito. Originario de Listra, Timoteo, hijo de una judía y un griego (cf. Hch 16, 1-3), siendo todavía joven llega a ser compañero y discípulo de Pablo en su segundo viaje misionero, y después es enviado por el Apóstol a Atenas, Tesalónica y Corinto. Su nombre aparece en seis de las cartas paulinas en calidad de segundo remitente (cf. 2Co 1, 1; Flp 1, 1; Col 1, 1; 1Ts 1,1; 2Ts 1, 1; Flm 1, 1), lo cual demuestra la importancia de su presencia. No se trata sólo de un secretario, sino de un compañero de actividad apostólica, unida por un estrecho vínculo de amistad. El Apóstol elogia con frecuencia a Timoteo por su entera y generosa dedicación al servicio del Evangelio, y que lo hace merecedor de su plena confianza (cf. 1Ts 3, 2ss; 1Co 4, 17; 16, 10s). En los escritos paulinos encontramos varias referencias importantes sobre Tito, que revelan datos importantes de su vida y obra en la actividad y responsabilidad misionera y apostólica de la época paulina. Tito era un griego no circunciso, por eso Pablo lo había llevado en su viaje a Jerusalén, donde deseaba obtener la aprobación y reconocimiento de los apóstoles para la libertad de los gentiles respecto de la ley de Moisés, como conformación de su misión entre los paganos (cf. Ga 2, 1-5). Fue también compañero de Pablo en su segundo y tercer viaje misionero, y aceptó con entusiasmo y solicitud su envío apostólico a Corinto (cf. 2Co 8, 16-17). No fue sólo un fiel colaborador, sino un apreciado amigo del Apóstol, cuya presencia infundía alegría, serenidad y ánimo (cf. 2Co 2, 12s), y un especial sentimiento de consuelo en los momentos de aflicción provocados por la predicación del Evangelio (cf. 2Co 7, 5-6).
64
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
Este aspecto no sólo nos ayuda a entender la compleja y rica estrategia misionera de Pablo, sino también su gran corazón humano, sensible al don de la amistad, su admirable capacidad de trabajo en equipo, y su disposición a saber delegar y compartir los servicios y trabajos por el Evangelio, sabiendo que los apóstoles y misioneros solamente son colaboradores de Dios, pues la obra y la garantía de éxito de la misma dependen sólo de Él (cf. 1Co 3, 5-15). Los representantes de Pablo, enviados por él con encargos especiales, se proponen ante todo: afianzarlos en la fe del Evangelio y animarlos a seguir progresando en su vida cristiana (cf. 1Ts 3, 1-3).
4. Las cartas Eran los medios de comunicación más rápidos y eficaces de su tiempo. A través de ellas se comunicaban las más importantes noticias y mensajes. Pablo no duda en recurrir a ellas, incluyéndolas como parte de su proyecto evangelizador y catequístico, porque está convencido de que el mensaje que tiene por comunicar es la más gran noticia jamás pensada, aquella que la humanidad entera aguardaba con anhelo: que Dios, cumpliendo sus promesas, “al llegar la plenitud de los tiempos envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que se hallaban sometidos a ella y para que recibiéramos la condición de hijos…” (Ga 4, 4). A través de las cartas, el Apóstol anima a sus hermanos, respondiendo a sus interrogantes y cuestionamientos en temas de la fe cristiana (cf. 1Ts 4, 1ss; 5, 1ss), ofreciendo valiosas orientaciones prácticas sobre cómo organizar los diversos servicios, carismas y ministerios para la edificación de la Comunidad (cf. 1Co 12-14), corrigiendo con la firmeza de un padre y la ternura de una madre, cuando se están desviando del camino correcto que es la verdad del Evangelio que les ha predicado (cf. Ga 3, 1ss; 4, 19), exhortando a seguir progresando en la vivencia de los valores propios de la fe asumida (cf. 1Ts 2, 11-12).
También reserva espacios en sus cartas para temas humanos, como informar sobre su estado de salud, cómo avanza el proceso de evangelización que lidera, sobre los peligros de falsa doctrinas que pretenden desestabilizar su obra, advertir frente a personas que le han hecho daño, dar testimonio favorable de quienes han sido fieles y leales en la amistad, o simplemente para trasmitir saludos de otros hermanos y pedir que saluden en su nombre a los conocidos y amigos (cf. Col 4, 10-18; Rm 16, 1-23). Las cartas paulinas son fundamentalmente circunstanciales y prioritariamente pastorales; es decir, Pablo no las escribió con pretensión literaria ni teológica, aunque tengan un valor literario y teológico indiscutible. Escribe las cartas con la sensibilidad de un padre y de un pastor, para responder a situaciones y necesidades muy concretas que viven sus destinatarios. Es verdad que después se convertirán en los primeros tratados de teología cristiana, con autoridad en temas de fe y de moral (cf. Col 4, 16; 2Pe 3, 14-16), pero la intencionalidad y propósito original de dichas cartas es de índole eminentemente pastoral.
Conclusión Los contextos urbanos y cosmopolitas que siguen retando nuestros proyectos actuales de evangelización, son similares a los que el Apóstol Pablo enfrentó con tanta osadía y entusiasmo en su momento, hasta el punto de haber logrado llenar con la noticia del Evangelio toda la cuenca del Mediterráneo, incluida la capital del Imperio, Roma, que representaba los confines de la tierra (cf. Hch 1, 8). Las grandes ciudades hoy viven circunstancias y fenómenos de degradación que reclaman urgentemente retomar la tarea de crear sentido de comunidad, al mejor estilo paulino, infundiendo valores de solidaridad, unidad en la diversidad, amor fraterno, vida nueva en el Espíritu, que hagan auténtica, posible y fecunda la vivencia del Evangelio cristiano al interno de las comunidades, para que desde allí se irradie y alcance el corazón de las estructuras sociales, tan necesitadas de la luz de Cristo. Los viajes apostólicos, la creación de comunidades, las visitas fraternas, la delegación de funciones y tareas, el empleo de los medios más modernos y eficaces para comunicar la Buena Noticia y para consolidar la fe en procesos catequéticos de formación, son recursos y estrategias que desde Pablo hasta hoy, conser-
van toda su validez y eficacia. Por eso se hace urgente acercarnos a Pablo, a sus escritos, a su pedagogía evangelizadora, para inspirar y acompañar nuestros actuales sistemas y métodos de evangelización. Muchos de estos elementos se encuentran asumidos e integrados en la propuesta: “Para que nuestros pueblos tengan en Él la vida”, a partir de un encuentro vivo con Jesucristo. También el magisterio del papa Francisco, especialmente en su exhortación apostólica Evangelii gaudium, estimula e invita “a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indica caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años” (EG 1), proponiendo “algunas líneas que puedan alentar y orientar en toda la Iglesia una nueva etapa evangelizadora, llena de fervor y dinamismo” (EG 17).
Novedad
“El Domingo”: Acercar A Las Personas A Dios Por: Jr. Gerzon Medina, ssp
Señores de la editorial San Pablo, cordial y afectuoso saludo. e llamo Esteban y soy estudiante de comunicación social.
cal”, de repente se acerca el padre que había presidido la Eucaristía, y mirándome, me dice:
Por medio de este escrito quisiera compartir con ustedes una experiencia maravillosa que tuve con la hoja semanal “El Domingo” que la Editorial San Pablo publica. La mañana del domingo 12 abril, después de la Eucaristía, al releer el Evangelio, donde Juna dice que su “escrito” fue consignado para que “crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida en su nombre” (20, 31), comencé a preguntarme: ¿Por qué surgió este periódico? ¿Cuánto tiempo lleva de su primera publicación? ¿Cuánto bien hace a los fieles lectores?
-Veo que ora con el subsidio pastoral que mi comunidad, la Sociedad de San Pablo, publica.
M
Meditando estos interrogantes y otros que venían a mi mente, con la mirada fija en la “hoja domini66
Vida pastoral no 159 - julio / septiembre - 2015
Al escuchar esto, levanté la mirada y sin dilación le pregunté sobre los interrogantes que circulaban en mi mente con respeto a la hoja El Domingo. Él, amablemente me respondió: -El periódico litúrgico semanal “El Domingo” comenzó a circular en el año de 1958. Tiene como objetivo promover la Palabra de Dios, y motivar a las personas para que, después de la celebración eucarística, la lleven a sus casas, la mediten y confronten su vida a la luz de los textos proclamados.
De esta manera, dice, se enriquecerá y nutrirá la vida de fe; una fe vivida y compartida en el encuentro con los otros por medio de la caridad. Además, continúa, es una invitación a que el lector descubra, con la ayuda de la “hojita”, la orientación bíblica para la semana que le ayude a orar, si es posible con la Lectio divina. Y así hacer un encentro más profundo con Dios y su Hijo Jesucristo, en unidad con la Iglesia. Al despedirse, sonríe y me dice: -Amigo, ahora que conoce la finalidad de este subsidio, le invito a que en familia y con las personas más cercanas mediten la Palabra de Dios, que es la única que da luces para crecer espiritualmente y como personas. Agradezco su atención prestada y que Dios los bendiga en su misión evangelizadora.
L I BRE RÍ A S COLOMBIA BOGOTÁ Dirección Comercial y Departamento de ventas Calle 17A No. 69-67 - Tel.: 4114011 - Fax: 4114000 direccioncomercial@sanpablo.co - ventas@sanpablo.co Centro Comercial Calima Calle 19 con carrera 30 - 2do. piso - Local B 122 Tel.: 7443323 libreriacalima@sanpablo.co Quinta Paredes Carrera 46 No. 22A - 74 Telefax: 2444957 - PBX: 3682099 Ext.: 6 libreriaquintaparedes@sanpablo.co Centro Carrera 9a. No. 15-01 - Tel.: 2433653 - Fax: 3345036 libreriacentro@sanpablo.co Chapinero Carrera 13 No 51-34 - Tel.: 3454014 - Fax: 3454059 libreriachapinero@sanpablo.co Calle 170 No. 8G-31 - Tel.: 6783656 - 6711221 libreria170@sanpablo.co Niza Av. Suba No. 118 - 93 - Telefax: 2537700 librerianiza@sanpablo.co Montevideo Calle 17A No. 69-67 - Tel.: 4114011 - Fax: 4114000 libreriademontevideo@sanpablo.co 20 de Julio Diag. 27Bis Sur No. 5-79 - Cuadra arriba del Santuario Divino Niño Tels.: 5690551 / 2787337 - libreria20dejulio@sanpablo.co Seminario Carrera 6 No. 10-47 - Tels.: 5624472 / 5624473 / 3429881 libreriadelseminario@sanpablo.co
BARRANQUILLA Calle 84 No. 50-45 - Local 3 Tel.: 3456475 - Telefax: 3586373 libreriabarranquilla@sanpablo.co Arzobispado Calle 75B No. 42F- 83 - Local 1 - Curia Arzobispal Telefax: 3566213 - libreriaarzobispado@sanpablo.co
MEDELLÍN Diagonal 50 No. 49-45 - Tel.: 5134085 - Fax: 5112486 libreriadiagonal@sanpablo.co
BUCARAMANGA Centro Comercial Cabecera IV etapa - Local 201 G Tels.: 6430750 / 6573719 - Fax: 6850696 libreriabucaramanga@sanpablo.co Centro Calle 36 No. 19-72 - Contiguo Catedral Sagrada Familia Tel.: 6301364 - libreriabucaramangacentro@sanpablo.co
NEIVA Calle 7 No. 6-26 - Tel.: (05/8) 8710212 librerianeiva@sanpablo.co
CALI Carrera 8 No. 9-60 - Tel.: 8806167 - 3965483 - Fax: 8844810 libreriacali@sanpablo.co
PASTO Centro Comercial Unicentro - Local 1- 65 Telefax: 7224403 - Cel.: 320 449 4588 libreriapasto@sanpablo.co
CARTAGENA Centro Comercial Ronda Real - Local - 123 Tel.: 6613004 - Fax: 6613070 libreriacartagena@sanpablo.co Centro Histórico Calle del Arzobispado No. 34-55 Teléfono: 6645334 - Fax: 6645901 libreriacentrohistorico@sanpablo.co CÚCUTA Centro Comercial Unicentro - Local 1-43 Tel.: 5818484 libreriacucuta@sanpablo.co
Centro Comercial Villanueva - L. 220 - Calle 57 No. 49-44 Tels.: 2519392 / 2517392- Fax: 5111887 libreriavillanueva@sanpablo.co
PALMIRA Calle 29 No. 29-59 - Telefax: 2724321 libreriapalmira@sanpablo.co
PEREIRA Calle 21 No. 8-38 - Tels.: 3352876 / 3244729 - Fax: 3244730 libreriapereira@sanpablo.co POPAYÁN Calle 4 No. 4-20 - Local 2 - Edificio Altozano Tel.: 8392848 - Fax: 8221654 libreriapopayan@sanpablo.co VILLAVICENCIO Centro Comercial Unicentro - Locales 1-28/29 Tels.: 6715214 / 6715246 - libreriavillavicencio@sanpablo.co
ECUADOR, CENTRO AMÉRICA Y EL CARIBE COSTA RICA San José - Calle 2 Av. 6 y 8 Tels.: 22565005 / 22222064 - Telefax: 22562857 libreriacostarica@sanpablo.cr ECUADOR Quito - Centro Comercial Iñaquito - Local A10 Tel.: 02-6021038 - libreriainaquito@sanpablo.ec Quito - C.C. Quicentro Sur - Planta 2 - Local 065 Tel.: 02-4000140 - Cel.: 0994658841 libreriaquicentrosur@sanpablo.ec Quito - Av América OE3-188 y Pascual de Andagoya Tel.: 02-2541650 - Fax: 2331444 - Cel.: 0994658259 libreriaamerica@sanpablo.ec Quito - García Moreno No. 3-56 y Sucre (Pasaje Amador) Tel. 02-2289529 - Fax: 2287456 - Cel.: 0994659083 libreriaalberione@sanpablo.ec Guayaquil - Aguirre 813 entre Rumichaca y García Aviles Tel. 04-2516420 - Fax: 2512391 - Cel.: 0997263727 libreriaaguirre@sanpablo.ec Urdesa - Victor Emilio Estrada 613 entre las Monjas y Ficus Tel.: 04-2381379 - Fax.: 2381300 - Cel.: 0993316533 libreriaurdesa@sanpablo.ec Portoviejo - Chile 521 entre 10 de Agosto y Córdoba Tel.: 05-2636568 - Cel.: 0994658879 libreriaportoviejo@sanpablo.ec Machala - Guayas entre Rocafuerte y 25 de Junio Local 1201 - Tel.: 07-2960430 - Cel.: 0994658548 libreriamachala@sanpablo.ec Ambato - Calle Bolívar y Mera esquina Tel.: 03-2422026 - Cel.: 0994659275 libreriaambato@sanpablo.ec Cuenca - Benigno Malo 5-08 y Calle Larga Tel.: 07-2839746 - Cel.: 0994659440 libreriacuenca@sanpablo.ec
GUATEMALA Ciudad de Guatemala 11 calle 0-49 Zona 10 Local A Tels.: (502) 2360 - 2735 libreriaoncecalle@sanpablo.com.gt Ciudad de Guatemala 18 Calle 20 - 71 Zona 10 Boulevard de los Próceres Tels.: (502) 2337 - 2963 / 2367 - 4031 libreriaboulevard@sanpablo.com.gt libreriaguatemala@sanpablo.com.gt Guatemala - Vaticanito Kilómetro 15 carretera Roosvelt 4-54 - Zona 3 Mixco (Interior Seminario Mayor) Tel.: (502) 2 4315926 libreriaelvaticanito@sanpablo.com.gt Centra Norte - Local U 15 - Segundo nivel Tel.: (502) 2338 - 0778 libreriacentranorte@sanpablo.com.gt HONDURAS Oficina Principal y Distribuidora Tegucigalpa - Plaza Real - Col. Lomas de Mayab Boulevard San Juan Bosco (frente a Mall Multiplaza) Tels.: (+504) 2232-4672 - 2235-5923 libreriahonduras@sanpablo.hn Tegucigalpa - Avenida Cervantes - Bajo Palacio Arzobispal 3ra. Calle No. 1113 - Tels.: (+504) 2222-6782 - 2238-7905 libreriacentro@sanpablo.hn San Pedro Sula - Mall Galerías del Valle Locales 216 - 217 2do nivel - Tel.: (+504) 2544-0553 libreriamallgalerias@sanpablo.hn Tegucigalpa - City Mall - Local 201 Tel.: (+504) 2262-3215 - libreriacitymall@sanpablo.hn EL SALVADOR San Salvador - 1a. Calle Poniente y 59 Av. Norte No. 3103 Colonia Escalón - Tels.: 22605646 - 22605647 libreriaelsalvador@sanpablo.com.sv libreriaescalon@sanpablo.com.sv San Salvador - Centro Comercial Galerías Escalón Local 358 Tercer Nivel - Tel.: 22450869 libreriagalerias@sanpablo.com.sv
San Miguel - Centro Comercial Metro Centro - Local 46B Tel.: 26680306 - libreriasanmiguel@sanpablo.com.sv NICARAGUA Managua - Rotonda Rubén Darío 1C.Sur 2 1/2 C. al Oeste (Antiguo Edificio Hispamer) Tel.: (505) 2278 2103 - 2270 2412 - Cel.: 89007359 librerianicaragua@sanpablo.com.ni Managua - Centro Comercial Güegüense Plaza España - Tel.: 22660996 libreriaplazaespana@sanpablo.com.ni PANAMÁ Westland Mall - Arraiján - Local PB-B6 - Pasillo N. 3 Planta baja - Tels.: 2515307 - 2515306 libreriawestlandmall@sanpablo.com.pa El Dorado - Boulevard El Dorado Av. 17B Norte. Apartado 0819-02969 Tels.: 2603738 - 2604309 - 2605861 - Fax: 2606107 libreriapanama@sanpablo.com.pa Centro - Iglesia de Guadalupe - Calle 50 - Tel.: 2264794 libreriacalle50@sanpablo.com.pa David - Calle 3 - Edificio Hotel Castilla - Local 2 Telefax: 7754655 libreriachiriqui@sanpablo.com.pa PUERTO RICO San Juan Calle Bori # 1606 - Urb. Caribe San Juan, Puerto Rico 00926 Tels.: 787 946-1868 y 787 781-3351 libreríapuertorico@sanpablo.com.co adiminstracionpuertorico@sanpablo.com.co REPÚBLICA DOMINICANA Santo Domingo - Av. 27 de febrero No. 414 Sector Bella Vista Tel.: (809) 5631148 - Fax: (809) 6833587 Cel.: (809) 481 5960 - 683 3587 libreriasantodomingo@sanpablo.do