Vida Pastoral - Edición 149

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editorial

Por: p. WILSON ZULoAGA N. ssp l wilsonzuloaga@sanpablo.com.co

La paz no se negocia: ¡se vive! n el Año de la fe, iniciando además este 2013, es importante tratar un tema que a todos nos atañe, seamos católicos, no católicos, creyentes o no creyentes, pero que a todos nos toca: el tema de la paz. Y es que en Colombia, principalmente en estos últimos meses, se ha hablado mucho acerca del tema. El inicio del año civil siempre nos invita a orar y trabajar por la paz, y como cristianos católicos estamos llamados más que cualquiera a hacerlo.

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Voy a atreverme a hacer una afirmación que quizá a muchos le suene escandalosa, pero, sin embargo, mi obligación moral me invita a expresarlo, y es la siguiente: la paz, no se negocia. Sí, así como se lee: la paz, no se negocia. Y voy a aclarar el porqué de esta afirmación que me atrevo a dar sin ánimo de ofender a nadie: la paz, en principio, es un don de Dios, un regalo divino, un obsequio que no nos pertenece por derecho adquirido, sino por gracia de Dios. Y nadie negocia con lo ajeno. Cuando escuché por primera vez en nuestro país la expresión: “Vamos a adelantar las negociaciones de paz”, me pregunté: “¿Y quién les ha autorizado a ‘negociar’ con mi paz? La paz que yo tengo me la dio Dios; por lo tanto, ¿por qué se atreven a negociar con lo mío sin haberme preguntado primero?”. Señores, una cosa es hablar de negociaciones de paz, y otra muy distinta de adelantar diálogos de paz, eso es diferente. Cualquiera podría preguntar: “Bueno, y acaso ¿no es lo mismo?”. Les digo que no. Y no es igual por varias razones: negociar con la paz implica que si se negocia es porque hay una parte que ofrece y otra parte que demanda; al menos, cualquier economista podría darme la razón en este sentido. Negociar implica ofrecer algo a cambio de otra cosa.Y si se ofrece paz, ¿qué se da a cambio? ¿Acaso la paz tiene una contra oferta para dar? Que yo sepa, la paz sólo se da a cambio de paz,

nada más. Jesús fue muy claro cuando dijo: “Mi paz les dejo, mi paz les doy”, no dijo en ningún momento: “Mi paz les dejo, ¿qué me dan a cambio?”. Dialogar de paz sí es diferente. Porque el diálogo implica un intercambio de opiniones que no necesariamente sugieren una contraoferta, simplemente genera puntos de vista acerca del tema que pueden ser acordes o no, pero siempre deben ser respetables. Ello no significa, por ende, que si mi opinión acerca de la paz no está de acuerdo con el otro, yo tenga que ofender al otro o negarme a hacer la paz con mi adversario; al contrario, implica ser consecuente en el diálogo y brindar mi paz, si es el caso de resolver un conflicto, para que exista armonía, tolerancia, convivencia y respeto. Un regalo de Dios no puede ser negociado, exige una postura de concordancia entre el don recibido y mi manera de asumirlo para el beneficio de la sociedad. No puedo utilizar lo que Dios me ha regalado para colocarle a la otra parte condiciones particulares que me beneficien egoístamente sin pensar en el bienestar común. Dios nos invita a hacer comunión, y eso significa hacerse uno con el otro y con los otros, al ejemplo del Dios Uno y Trino que nos da lo mejor de sí, sin buscar un intercambio. La paz de Dios es la paz que los hombres debemos soñar y vivir, asumirla como Él la da y no como nosotros nos imaginamos. La armonía, la convivencia, la tolerancia, el respeto, la práctica de la justicia, la paz, se ven truncados por nuestro egoísmo que siempre está al acecho de conseguir beneficios personales, olvidándose que somos hijos de Dios y que como tal debemos comportarnos. La invitación, para este año que comienza, es aprender a vivir en paz con los demás, sin buscar un beneficio particular, sino el bien común. Sólo así lograremos vivir en la paz de Cristo con todo y lo que ello implica. Feliz año para todos.

www.sanpablo.co Revista trimestral de la Sociedad de San Pablo —PAULINOS— de Colombia, Ecuador y Panamá al servicio de la Iglesia. Carrera 46 Nº 22A–90 – A.A.: 080152 / Tel.: 3 68 20 99 – FAX: 2 44 43 83 / BOGOTÁ, D.C. — COLOMBIA

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Con aprobación eclesiástica. Las opiniones expuestas en los artículos publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores.


El cardenal Rubén Salazar

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a Iglesia colombiana goza desde el pasado mes de noviembre de un nuevo purpurado: monseñor Rubén Salazar Gómez, arzobispo de la Arquidiócesis de Bogotá.

Por tratarse de ser una sede cardenalicia, Bogotá tiene el privilegio de que su Arzobispo cuente con la potestad del cardenalato, un nombramiento eclesiástico propio del colegio Episcopal. La celebración se llevó a cabo al concluir el Año Litúrgico anterior, en 2012, en las vísperas de la solemnidad de Cristo Rey, ceremonia que llenó de orgullo a la Iglesia colombiana. En la ceremonia que se ofició el pasado 24 de noviembre en Ciudad del Vaticano, Benedicto XVI pidió la intercesión de la Virgen y de la monja María Troncatti, beatificada en Ecuador, para que Jesucristo “ilumine y fortalezca con su gracia” al nuevo cardenal de Colombia, Rubén Salazar Gómez, uno de los seis nuevos purpurados nombrados. “Por intercesión de la Virgen María, Madre de la Iglesia, y de la nueva beata María Troncatti, que ayer en Ecuador fue elevada a la gloria de los altares, pidamos a Jesucristo, Rey del universo, que ilumine y fortalezca con su gra-

contenido EDITORIAL

La paz no se negocia: ¡se vive!?

PREGUNTA AL TEÓLOGO La Iglesia atenta a resolver denuncias sobre pedofilialia

BEATO ALBERIONE Uso y abuso de los medios de comunicación

INTROSPECCIÓN Casa por casa

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ACTUALIDAD

XIII Asamblea General Ordinaria MENSAJE AL PUEBLO DE DIOS

religión

Mutaciones en el fenómeno religioso

CATEQUESIS

La identidad del catequista

GUÍAS HOMILÉTICAS P. William Gerardo Segura S.

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cia al nuevo purpurado, y que a todos nosotros nos aumente la fe y nos conceda perseverar en su amor hasta el final de nuestra vida”, dijo el Papa en español.

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Sus palabras fueron escuchadas por todos los feligreses en la celebración de la Eucaristía solemne oficiada con los nuevos seis purpurados nombrados en la basílica de San Pedro del Vaticano, a quienes recordó que “tienen la ardua responsabilidad de resaltar siempre la prioridad de Dios y su voluntad frente a los intereses del mundo y sus potencias”. Los cardenales nombrados por Benedicto XVI en la celebración fueron el colombiano Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá; el estadounidense James Harvey, exprefecto de la Casa Pontificia; el libanés Bechara Boutros Rai, patriarca de Antioquía de los Maronitas; el nigeriano John Olorunfemi Onaiyekan, arzobispo de Abuja; el filipino Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila, y el indio Baselios Cleemis Thottunkal, arzobispo de Trivandrum de la iglesia Siro Malankarese. El cardenal Rubén Salazar es el tercer purpurado con el que cuenta la Iglesia colombiana, siendo él el único con la posibilidad de ser elector en el Vaticano, ya que cuenta con 70 años de edad, a diferencia de los otros dos cardenales colombianos que ya superan el límite de edad para ser electores que es el de 80 años; ellos son monseñor Darío cardenal Castrillón y Pedro cardenal Rubiano Sáenz.

marzo

2013 Dirección Y COORDINACIÓN: P. Wilson Zuloaga, ssp Consejo de redacción: P. Martín Sepúlveda, ssp / P. Arnoby Álvarez, ssp P. Favio Marín, ssp / Constanza Moya OTROS Colaboradores: P. Jorge Melo, ssp / P. Jorge Cortés, ssp William Gerardo Segura, pbro. / Ariel Álvarez Valdés. AUTORES: EDITORIAL: P. Wilson Zuloaga, ssp. / LA VOZ DEL PAPA / PREGUNTA AL TEÓLOGO: Luis Lorenzetti / EL PODER DE NUESTRA MENTE: Beato Santiago Alberione / INTROSPECCIÓN: Rafael de Brigard, Pbro. / ACTUALIDAD: XIII Asamblea General Ordinaria. / RELIGIÓN: P. Henry Hueso, ssp. / CATEQUESIS: P. Martín Sepúlveda, ssp. / LITURGIA: P. Wilson Zuloaga, ssp. / GUÍAS HOMILÉTICAS: William Gerardo Segura, Pbro. / PARROQUIA: P. Andres Monroy Ruiz, ssp. / TESTIGOS DE LA FE: P. Danilo Medina, ssp. y P. Agustin Petroselli, csj. / CULTURA: Constanza Moya / BIBLIA: Ariel Álvarez Valdés Publicidad: María José Molina Trujillo. e–mail: publicidad@sanpablo.com.co Diseño & diagramación: Luis Gabriel Niño Devia. / e–mail: estudiografico@sanpablo.com.co

Monseñor Rubén Salazar Gómez puede participar en un cónclave para elegir papa, como establece la normativa vaticana.

LITURGIA

El año litúrgico (3 parte)

TESTIGOS DE LA FE San pablo: vida y obra de un coloso cristiano

PARROQUIA

La secretaria de la parroquia: Mujer estrella o simplemente colaboradora

EN LIBRERÍA

46 52 57 58

Suscripciones: periodicos@sanpablo.com.co Impresión: Taller San Pablo, Calle 170 Nº 8G–31, Bogotá, D.C. - Colombia

CULTURA

El salmo responsorial: poesia y música

BIBLIA

La estrella de belén ¿era una estrella?

PIDO LA PALABRA CORREO DEL LECTOR

59 61 65 66


pregunta al teólogo

Por: Luis Lorenzetti

La

Iglesia

atenta a resolver denuncias sobre pedofilia En las recientes líneas que la Iglesia ha dado para los casos de pedofilia de los sacerdotes está escrito que los obispos no tienen la obligación de denunciar. Pero de esta forma ¿no se encubre una vez más a quien se mancha con estos pecados? CARTA FIRMADA.

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E

n días pasados, la Iglesia presentó el documento Líneas-guía para los casos de abuso sexual a menores por parte de algunos clérigos. Este importante documento hace referencia a la legislación de la Iglesia (derecho canónico) donde se obliga al obispo a transmitir los presuntos casos de abuso sexual por parte de clérigos al Tribunal eclesiástico de Roma. Con base en el nuevo decreto de la Congregación para la doctrina de la fe (2010), el Tribunal tiene competencias más amplias respecto al precedente reglamento (2001); los procedimientos son más rápidos y prevé la vía extrajudicial o, en casos particulares, la sumisión directa al Papa. Las Líneas-guía exponen sucesivamente las relaciones de la jerarquía eclesial “con la autoridad civil”. Se garantiza hacer efectiva la colaboración con las instituciones civiles y penales. En el caso en que “estén en proceso investigaciones, o sea en que esté abierto un procedimiento penal según el derecho del Estado, será importante la cooperación del obispo con las autoridades civiles, en el ámbito de las respectivas competencias y en el respeto de la normativa concordataria y civil”. Se trata de una colaboración que no prevé la obligación de la denuncia por parte del obispo. La denuncia compete a la víctima del abuso, sostenida y avalada por la autoridad eclesiástica al iniciar el íter judicial en sede civil y penal.

Diccionario mínimo [CLÉRIGOs] Del latín clericus, derivado de clerus, indica a quien ha recibido uno de los tres grados del sacramento del Orden (el de los obispos, de los presbíteros, es decir, de los sacerdotes y diáconos).

[EXCELENCIA] Del latín excellere, elevarse, distinguirse. Título que se daba antiguamente a los emperadores, reyes, pontífices, a los altos oficiales de la corona y a los grandes feudatarios, a los nobles y a los obispos.

[CONFERENCIA EPISCOPAL] La asamblea de los obispos de una nación o de un determinado territorio, en la que ellos ejercen juntos algunas funciones pastorales.

cumento. Además, han presentado el documento como funcional e instrumental con la voluntad de esconder y silenciar acerca del clérigo pedófilo. Las Líneas-guía, en cambio, manifiestan el empeño y la preocupación de la Iglesia

por estar de parte de las víctimas, de obrar eficientemente en la prevención y asegurar la colaboración con las instituciones civiles y penales.

Los periódicos han enfatizado la no obligación de la denuncia por parte del obispo dando lugar a la confusión y al malentendido de la carta y del espíritu del doenero / marzo - 2013 - Vida pastoral no 149

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beato

ALBERIONE

a los sacerdotes

Por: BEATO SANTIAGO ALBERIONE

Uso y abuso de los medios de comunicación

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rensa, cine, radio, televisión, internet, etc., constituyen los más rápidos y eficaces medios de comunicación y de apostolado católico. Es posible que los tiempos nos reserven otros medios mejores, pero en la actualidad parece que el corazón del comunicador creyente no puede desear nada mejor, para llevar mensajes de esperanza y salvación al hombre de hoy tan vacío y tan necesitado de alimento espiritual, en que se proponga como único fin el programa de la redención: “Gloria a Dios y paz a los hombres”. El don de la palabra, regalo de Dios al hombre, es algo muy importante para las comunicaciones entre los hombres y con Dios. Si se lo usa además para llevar el mensaje evangélico de la salvación y de la paz, constituye el apostolado de la comunicación: “A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje” (Sal 19). Los medios de comunicación confieren a la palabra un apoyo de inmenso valor en amplitud y rapidez, de grande potencia. A través de ellos, la palabra del

Papa puede escucharse en todo el mundo; él puede dar una instrucción a toda la humanidad, y de esta manera el orbe se convierte en una inmensa parroquia. Esto equivale a obedecer y a realizar en sentido pleno el divino mandato: “Enseñen a todas las gentes” (Mt 28, 19). Estas técnicas modernas, del mismo modo que pueden ocasionar mucho daño si no se usan con ánimo recto, sirven muchísimo para promover y consolidar la unión fraterna entre los hombres, para cultivar los valores humanos y cristianos, exaltar la nobleza, la verdad y la justicia, propagar las artes y disciplinas nobles, impartir y comunicar al mundo el mensaje y la enseñanza del Evangelio y para elevar a Dios súplicas por la unidad de ánimos en todo el mundo. Por eso, la Iglesia no sólo no se ha opuesto a este progreso de los pueblos, sino que se preocupa por alimentarlo, promoverlo y protegerlo. Todo lo verdadero, lo noble, lo justo son valores que debe promover la comunicación.

beato alberione 8

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Pero, con frecuencia, la verdad es sustituida por la mentira. Muchos descuidan la religión y la consideran como algo que no tiene importancia, o como resto de viejas supersticiones, mientras se exalta el ateísmo privado y público, de tal modo que, eliminando a Dios y su ley, las sanas costumbres y la moral dejan de tener fundamento. Y hay lugares donde ésta se prohíbe en el ambiente familiar y social. La prensa ofende vulgarmente el sentimiento religioso y no duda en divulgar las obscenidades más torpes, excitando al vicio y arrastrando hacia él, con daño incalculable a la niñez tierna y a la juventud traicionada. Los verdaderos comunicadores tienen una vocación gloriosa de alcance vital en la sociedad. Viviendo según la dignidad y las exigencias de la misma, están en situación de ejercer una influencia benéfica en la solución de los problemas complicados y trágicos del mundo.

El abuso de los medios técnicos causa innumerables males a la sociedad y ocasiona verdaderos estragos sobre todo en los niños y en los jóvenes, haciendo daño a la vida espiritual de la persona y sembrando discordia e inmoralidad. Son pecados premeditados que requieren una preparación y por tanto constituyen un daño grave y a veces irreparable. Estas personas inescrupulosas dedican días

Es necesario utilizar los medios de comunicación con sensatez y responsabilidad. Hay que evitar las lecturas peligrosas o nocivas. Evitar películas escandalosas y contrarias a la moral, a las verdades cristianas, al decoro y a la dignidad de la persona. Son responsables de este daño todos los que, a través de estos medios, van sembrando el mal, la mentira, los antivalores, las mentalidades divorcistas, abortivas, permisivas, inmorales y todo lo que contribuye al mal. La Iglesia ha intervenido con disposiciones y documentos solemnes para recordar a productores, lectores, espectadores y oyentes que estos medios deben ser usados para la elevación del hombre y nunca para su degradación y su ruina. Es necesario contraponer prensa buena a prensa mala, cine bueno a cine malo, televisión buena a televisión mala, internet bueno a internet malo. Es necesario que con nuestra actitud y ejemplo ayudemos a reparar las muchas blasfemias, errores y pecados que se difunden a través de los medios de comunicación y conocer que sólo Jesús es el Maestro perfecto, la Verdad que ilumina, el Camino y modelo de toda santidad, la Vida verdadera del alma y que constituyen las aspiraciones más nobles y profundas del ser humano.

beato alberione

Cuando estos medios del progreso sirven para la evangelización, reciben una consagración y quedan elevados a la máxima dignidad. La oficina del escritor, el taller de la técnica, la librería, se vuelven iglesia y púlpito.

y años, ingenio y dinero al servicio del error, del mal y de la impiedad. Sus motivos secretos son la ganancia, la ambición, el odio y la destrucción moral.

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introspección Por: Rafael de Brigard Merchán, Pbro.

Casa por casa

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l modo habitual como las diócesis de la Iglesia responden a la necesidad de evangelizar se traduce generalmente en la creación de estructuras que se encargan de la tarea. La fundación de parroquias suele ser la manera más visible de asumir la tarea evangelizadora en un sector determinado de una ciudad o de una zona rural. Esta respuesta, sin embargo, ha sido ya demostrada estadísticamente, apenas logra un alcance fragmentario sobre la masa poblacional que se le asigna. En Bogotá, por ejemplo, los estudios indican que los centros parroquiales suelen ser utilizados máximo por el 10 o 15 por ciento de la población, y aunque los templos suelen estar bastante llenos de personas, la cifra no supera ese bajo guarismo. Como por inercia, hay una tendencia a seguir respondiendo de esa misma manera a los retos pastorales, tal vez porque no ha habido la suficiente creatividad y entereza para intentar nuevas respuestas, más adecuadas y eficientes. Casa por casa es lo que se nos muestra como el modo más provocativo para realizar parte de la nueva evangelización. En las grandes urbes esto no es para nada fácil. Los habitantes de la gran ciudad son desconfiados y las puertas de sus casas abundan en rejas, chapas, alarmas, ojos espías, cámaras y hasta perros de mandíbulas poderosas y hambrientas. Sin embargo, estos límites tipo fortaleza, resultan invencibles si el evangelizador viene de afuera. No así si está dentro del lugar de habitación. Y es allí donde parece que puede haber una nueva oportunidad para la evangelización. Las barreras serán infranqueables si seguimos pensando que el sacerdote es el llamado a recorrer calle por calle, casa por casa. No. En las grandes urbes también el sacerdote es un extraño para mucha gente. La evangelización nueva tiene que hacerse con otras personas y con una administración de recursos muy diferente. La creación, fundación y sostenimiento de centros parroquiales tiene unos costos muy altos y si se piensa en los resultados que logra, pueden parecer aún más elevados. ¿Por qué no empezar a pensar las cosas de otra manera? ¿Por qué no remplazar este tipo de respuesta por otra más penetrante y viva? Por ejemplo, que los recursos económicos se dirijan a la formación y el envío de agentes misioneros en sus

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mismos lugares de habitación. Y también a su manutención mientras ejerzan la tarea del anuncio en sus comunidades. Porque aquí hay otro tema mal resuelto y es el de formar gente en un lugar para después enviarla a otro, despojando iglesias locales de sus escasos recursos humanos al servicio de la evangelización. Hay que retar a cada comunidad para que ofrezca las personas que se harán cargo de hacer presencia evangelizadora en su mismo entorno. Este esfuerzo por formar laicos y laicas evangelizadores debería producir otro efecto no menos importante. La transformación de las curias diocesanas en algo mucho más eclesial y mucho menos clerical. Han de ser las curias los centros de la formación de los evangelizadores, los lugares de su promoción del anuncio, las bases llenas de recursos de todo orden para hacer la única misión esencial y por la cual existe la Iglesia: evangelizar. Esto de tratar de transformar las curias y quizá las mismas parroquias, puede sonar a un exabrupto. Pero también puede ser una oportunidad para revitalizar obispos, sacerdotes y diáconos, todos con mucha frecuencia, aún contra su voluntad, tremendamente prisioneros de unas estructuras pesadas, lentas, costosas, a veces muy burocráticas, que terminan por ahogar el espíritu apostólico con que todos los consagrados nos presentamos un día a los seminarios en busca de herramientas para servir a Dios. Todo lo anterior no sucederá hasta que no estén sentados en las mesas de las decisiones de la Iglesia los laicos y las laicas. Confieso que me da cierto cargo de conciencia cada vez que hay reuniones de Iglesia en las cuales sólo aparecen obispos y sacerdotes. ¿Las mujeres? ¿Los otros hombres? ¿Los jóvenes? ¿Los adultos mayores? No es que los segreguemos. Nosotros mismos nos segregamos con esta estrechez de visión. Si la misión es evangelizar a todas las personas, hay que llamar a representantes de todos para que se unan a la misión. Anunciar casa por casa solo será posible con un laicado aceptado, reconocido, promovido y empoderado por la misma Iglesia y quizá después por ellos mismos, abandonando su actual estado espiritual, más bien infantil y sumiso. La pregunta más importante de todo ente vivo, y la Iglesia lo es, no es el qué, sino el cómo. Metiendo al laicado de lleno en la misión, por ejemplo, para que vaya de casa en casa.


“El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”

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actualidad Ciudad del Vaticano, 26 de octubre de 2012

Papa Benedicto XVI.

Compartimos con ustedes un fragmento del documento eclesial que nos exhorta, como cristianos católicos, en la misión de transmitir la fe cristiana en un proceso de Nueva evangelización, tras haber culminado el Sínodo de finales del año anterior.

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Hermanos y hermanas: “Gracia a ustedes de parte de Dios, nuestro Padre y del Señor Jesucristo” (Rm 1, 7). Obispos de todo el mundo, invitados por el obispo de Roma, el papa Benedicto XVI, nos hemos reunido para reflexionar juntos sobre “la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana” y, antes de volver a nuestras iglesias particulares, queremos dirigirnos a todos ustedes, para animar y orientar el servicio al Evangelio en los diversos contextos en los que estamos llamados a dar hoy testimonio.

1. Como la samaritana en el pozo Nos dejamos iluminar por una página del Evangelio: el encuentro de Jesús con la mujer samaritana (cf. Jn 4, 5-42). No hay hombre o mujer que en su vida, como la mujer de Samaria, no se encuentre junto a un pozo con una vasija vacía, con la esperanza de saciar el deseo más profundo del corazón, aquel que sólo puede dar significado pleno a la existencia. Hoy son muchos los pozos que se ofrecen a la sed del hombre, pero conviene hacer discernimiento para evitar aguas contaminadas. Es urgente orientar bien la búsqueda, para no caer en desilusiones que pueden ser ruinosas. Como Jesús, en el pozo de Sicar, también la Iglesia siente el deber de sentarse junto a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, para hacer presente al Señor en sus vidas, de modo que puedan encontrarlo, porque sólo Él es el agua que da la vida verdadera y eterna. Sólo Jesús es capaz de leer hasta lo más profundo del corazón y desvelarnos nuestra verdad: “Me ha dicho todo lo que he hecho”, cuenta la mujer a sus vecinos. Esta palabra de anuncio –a la que se une la pregunta que abre a la fe: “¿Será Él el Cristo?”– muestra que quien ha recibido la vida nueva del encuentro con Jesús, a su vez, no puede hacer menos que convertirse en anunciador de verdad y esperanza para con los demás. La pecadora convertida se convierte en mensajera de salvación y conduce a toda la ciudad hacia Jesús. De la acogida del testimonio la gente pasará después a la experiencia di-

recta del encuentro: “Ya no creemos por lo que tú has dicho; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que Él es verdaderamente el Salvador del mundo”.

2. Una nueva evangelización Conducir a los hombres y las mujeres de nuestro tiempo hacia Jesús, al encuentro con Él, es una urgencia que aparece en todas las regiones, tanto las de antigua como las de reciente evangelización. En todos los lugares se siente la necesidad de reavivar una fe que corre el riesgo de apagarse en contextos culturales que obstaculizan su enraizamiento personal, su presencia social, la claridad de sus contenidos y sus frutos coherentes. No se trata de comenzar todo de nuevo, sino –con el ánimo apostólico de Pablo, el cual afirma: “¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!” (1Co 9, 16)– de insertarse en el largo camino de proclamación del Evangelio que, desde los primeros siglos de la era cristiana hasta el presente, ha recorrido la historia y ha edificado comunidades de creyentes por toda la tierra. Por pequeñas o grandes que sean, éstas, con el fruto de la entrega de tantos misioneros y de no pocos mártires, de generaciones de testigos de Jesús, de los cuales guardamos una memoria agradecida, siguen llevando adelante el mensaje de salvación.

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actualidad Los cambios sociales y culturales nos llaman, sin embargo, a algo nuevo: a vivir de un modo renovado nuestra experiencia comunitaria de fe y el anuncio, mediante una evangelización “nueva en su ardor, en sus métodos, en sus expresiones” (Juan Pablo II. Discurso a la XIX Asamblea del CELAM. Port-au-Prince 9 marzo 1983, n. 3). Una evangelización dirigida, como nos ha recordado Benedicto XVI, “principalmente a las personas que, habiendo recibido el bautismo, se han alejado de la Iglesia y viven sin referencia alguna a la vida cristiana… para favorecer en estas personas un nuevo encuentro con el Señor, el único que llena de significado profundo y de paz nuestra existencia; para favorecer el redescubrimiento de la fe, fuente de gracia que lleva consigo alegría y esperanza para la vida personal, familiar y social” (Benedicto XVI. Homilía en la celebración eucarística para la solemne inauguración de la XIII Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos. Roma 7 octubre 2012).

encantada de la humanidad contemporánea. La belleza de la fe debe resplandecer, en particular, en la sagrada liturgia, sobre todo en la Eucaristía dominical. Justo en las celebraciones litúrgicas la Iglesia muestra su rostro de obra de Dios y hace visible, en las palabras y en los gestos, el significado del Evangelio…

3. El encuentro personal con Jesucristo en la Iglesia La obra de la nueva evangelización consiste en proponer de nuevo al corazón y a la mente, no pocas veces distraídos y confusos, de los hombres y mujeres de nuestro tiempo y, sobre todo a nosotros mismos, la belleza y la novedad perenne del encuentro con Cristo. Estamos invitados a contemplar el rostro del Señor Jesucristo, a entrar en el misterio de su existencia, entregada por nosotros hasta la cruz, derramada como don del Padre por su resurrección de entre los muertos y comunicada a nosotros mediante el Espíritu. En la persona de Jesús se revela el misterio de amor de Dios Padre por la entera familia humana. Él no ha querido dejarla a la deriva de su imposible autonomía, sino que la ha unido a sí mismo por medio de una renovada alianza de amor. La Iglesia es el espacio ofrecido por Cristo en la historia para poderlo encontrar, porque Él le ha entregado su Palabra, el bautismo que nos hace hijos de Dios, su Cuerpo y su Sangre, la gracia del perdón del pecado, sobre todo en el sacramento de la reconciliación, la experiencia de una comunión que es reflejo mismo del misterio de la Santísima Trinidad y la fuerza del Espíritu que nos mueve a la caridad hacia los demás. Hemos de constituir comunidades acogedoras, en las cuales todos los marginados se encuentren como en su casa, con experiencias concretas de comunión que, con la fuerza ardiente del amor –“Miren como se aman” (Tertuliano, Apologético, 39, 7)– atraigan la mirada des-

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4. Las ocasiones del encuentro con Jesús y la escucha de la Escritura Algunos preguntarán cómo llevar a cabo todo esto. No se trata de inventar nuevas estrategias, casi como si el Evangelio fuera un producto a poner en el mercado de las religiones, sino descubrir los modos mediante los cuales, ante el encuentro con Jesús, las personas se han acercado a Él y por Él se han sentido llamadas y adaptarlos a las condiciones de nuestro tiempo. Recordamos, por ejemplo, cómo Pedro, Andrés, Santiago y Juan han sido llamados por Jesús en el contexto de su trabajo, cómo Zaqueo ha podido pasar de la simple curiosidad al calor de la mesa compartida con el Maestro, cómo el centurión pide la intervención del Señor ante la enfermedad de una persona cercana, cómo el ciego de nacimiento lo ha invocado como liberador de su propia marginación, cómo Marta y María han visto recompensada su hospitalidad con su propia presencia. Podemos continuar aún recorriendo las páginas de los evangelios y encontrando tantos y tantos modos en los que la vida de las personas se ha abierto, desde diversas condiciones, a la presencia de Cristo.Y lo mismo podemos hacer con todo lo que la Escritura nos dice de la experiencia misionera de los apóstoles en la Iglesia naciente…


5. Evangelizarnos a nosotros mismos y disponernos a la conversión Queremos resaltar que la nueva evangelización se refiere, en primer lugar, a nosotros mismos… Sentimos sinceramente el deber de convertirnos a la potencia de Cristo, que es capaz de hacer todas las cosas nuevas, sobre todo nuestras pobres personas. Hemos de reconocer con humildad que la miseria, las debilidades de los discípulos de Jesús, especialmente de sus ministros, hacen mella en la credibilidad de la misión. Somos plenamente conscientes, primeros nosotros los obispos, de no poder estar nunca a la altura de la llamada del Señor y del Evangelio que nos ha entregado para su anuncio a las gentes. Sabemos que hemos de reconocer humildemente nuestra debilidad ante las heridas de la historia y no dejamos de reconocer nuestros pecados personales. Estamos, además, convencidos de que la fuerza del Espíritu del Señor puede renovar su Iglesia y hacerla de nuevo esplendorosa si nos dejamos transformar por Él… Si esta renovación fuera confiada a nuestras fuerzas, habría serios motivos de duda, pero en la Iglesia la conversión y la evangelización no tienen como primeros actores a nosotros, pobres hombres, sino al mismo Espíritu del Señor. Aquí está nuestra fuerza y nuestra certeza, que el mal no tendrá jamás la última palabra, ni en la Iglesia ni en la historia: “No se turbe su corazón y no tengan miedo” (Jn 14, 27), dice Jesús a sus discípulos. La tarea de la nueva evangelización descansa sobre esta serena certeza. Nosotros confiamos en la inspiración y en la fuerza del Espíritu, que nos enseñará lo que debemos decir y lo que debemos hacer, aún en las circunstancias más difíciles. Es nuestro deber, por eso, vencer el miedo con la fe, el cansancio con la esperanza, la indiferencia con el amor.

6. Reconocer en el mundo de hoy nuevas oportunidades de evangelización Nuestro mundo está lleno de contradicciones y de desafíos, pero sigue siendo creación de Dios, y aunque herido por el mal, siempre es objeto de su amor y terreno suyo, en el que puede ser resembrada la semilla de la Palabra para que vuelva a dar fruto… Sabemos que en el mundo debemos afrontar una dura lucha contra “los Principados y las Potencias” y “los espíritus del mal” (Ef 6, 12). No ocultamos los problemas que tales desafíos suponen, pero no nos atemorizan. Esto lo señalamos especialmente ante los fenómenos de globalización, que deben ser para nosotros oportunidad para extender la presencia del Evangelio. También las migraciones –aún con el peso del sufrimiento que conllevan, y con las que queremos estar sinceramente cercanos, con la acogida propia de los hermanos– son ocasiones, como ha sucedido en el pasado, de difusión de la fe y de comunión en todas sus formas… Frente a los interrogantes que las culturas dominantes plantean a la fe y a la Iglesia, renovamos nuestra fe en el Señor, ciertos de que también en estos contextos el Evangelio es portador de luz y capaz de sanar la debilidad del hombre. No somos nosotros quienes para con-

Textos litúrgicos para la celebración de la

Semana Santa Incluye cd con los cantos propios para estas celebraciones


actualidad ducir la obra de la evangelización, sino Dios. Como nos ha recordado el Papa: “La primera palabra, la iniciativa verdadera, la actividad verdadera viene de Dios y sólo introduciéndonos en esta iniciativa divina, sólo implorando esta iniciativa divina, podemos nosotros también llegar a ser –con Él y en Él– evangelizadores” (Benedicto XVI. Meditación de la primera congregación general de la XIII Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos. Roma 8 octubre 2012).

7. Evangelización, familia y vida consagrada Desde la primera evangelización la transmisión de la fe, en el transcurso de las generaciones, ha encontrado un lugar natural en la familia. En ella –con un rol muy significativo desarrollado por las mujeres, sin que con esto queramos disminuir la figura paterna y su responsabilidad– los signos de la fe, la comunicación de las primeras verdades, la educación en la oración, el testimonio de los frutos del amor, han sido infundidos en la vida de los niños y adolescentes en el contexto del cuidado que toda familia reserva al crecimiento de sus pequeños. A pesar de la diversidad de las situaciones geográficas, culturales y sociales, todos los obispos del Sínodo han confirmado este papel esencial de la familia en la transmisión de la fe. No se puede pensar en una nueva evangelización sin sentirnos responsables del anuncio del Evangelio a las familias y sin ayudarles en la tarea educativa. No escondemos el hecho de que hoy la familia, que se constituye con el matrimonio de un hombre y una mujer que los hace “una sola carne” (Mt 19, 6) abierta a la vida, está atravesada por todas partes por factores de crisis, rodeada de modelos de vida que la penalizan, olvidada de las políticas de la sociedad, de la cual es célula fundamental, no siempre respetada en sus ritmos ni sostenida en sus esfuerzos por las propias comunidades eclesiales…

Nuestra reflexión se ha dirigido también a las situaciones familiares y de convivencia en las que no se muestra la imagen de unidad y de amor para toda la vida que el Señor nos ha enseñado. Hay parejas que conviven sin el vínculo sacramental del matrimonio; se extienden situaciones familiares irregulares construidas sobre el fracaso de matrimonios anteriores: acontecimientos dolorosos que repercuten incluso sobre la educación en la fe de los hijos. A todos ellos les queremos decir que el amor de Dios no abandona a nadie, que la Iglesia los ama y es una casa acogedora con todos, que siguen siendo miembros de la Iglesia, aunque no pueden recibir la absolución sacramental ni la Eucaristía. Que las

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comunidades católicas estén abiertas a acompañar a cuantos viven estas situaciones y favorezcan caminos de conversión y de reconciliación…

8. La comunidad eclesial y los diversos agentes de la evangelización La obra de la evangelización no es labor exclusiva de alguien en la Iglesia, sino del conjunto de las comunidades eclesiales, donde se tiene acceso a la plenitud de los instrumentos del encuentro con Jesús: la Palabra, los sacramentos, la comunión fraterna, el servicio de la caridad, la misión. En esta perspectiva emerge sobre todo el papel de la parroquia como presencia de la Iglesia en el territorio en el que viven los hombres, “fuente de la villa”, como le gustaba llamarla a Juan XXIII, en la que todos pueden beber encontrando la frescura del Evangelio. Su función permanece imprescindible, aunque las condiciones particulares pueden requerir una articulación en pequeñas comunidades o vínculos de colaboración en contextos más amplios. Sentimos, ahora, el deber de exhortar a nuestras parroquias a unir a la tradicional cura pastoral del Pueblo de Dios las nuevas formas de misión que requiere la nueva evangelización. Éstas deben alcanzar también a las variadas formas de piedad popular. En la parroquia continúa siendo decisivo el ministerio del sacerdote, padre y pastor de su pueblo. A todos los presbíteros, los obispos de esta Asamblea sinodal expresan gratitud y cercanía fraterna por su no fácil tarea y les invitamos a unirse cada vez más al presbiterio diocesano, a una vida espiritual cada vez más intensa y a una formación permanente que los haga capaces de afrontar los cambios sociales.


Junto a los sacerdotes reconocemos la presencia de los diáconos así como la acción pastoral de los catequistas y de tantas figuras ministeriales y de animación en el campo del anuncio y de la catequesis, de la vida litúrgica, del servicio caritativo, así como las diversas formas de participación y de corresponsabilidad de parte de los fieles, hombres y mujeres, cuya dedicación en los diversos servicios de nuestras comunidades no será nunca suficientemente reconocida. También a todos ellos les pedimos que orienten su presencia y su servicio en la Iglesia en la óptica de la nueva evangelización, cuidando su propia formación humana y cristiana, el conocimiento de la fe y la sensibilidad a los fenómenos culturales actuales. Mirando a los laicos, una palabra específica se dirige a las varias formas de asociación, antiguas y nuevas, junto con los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades. Todas ellas son expresiones de la riqueza de los dones que el Espíritu entrega a la Iglesia. También a estas formas de vida y compromiso en la Iglesia expresamos nuestra gratitud, exhortándoles a la fidelidad al propio carisma y a la plena comunión eclesial, de modo especial en el ámbito de las Iglesias particulares…

9. Para que los jóvenes puedan encontrarse con Cristo Nos sentimos cercanos a los jóvenes de un modo muy especial, porque son parte relevante del presente y del futuro de la humanidad y de la Iglesia. La mirada de los obispos hacia ellos es todo menos pesimista. Preocupada, sí, pero no pesimista. Preocupada, porque justo sobre ellos vienen a confluir los embates más agresivos de estos tiempos; no pesimista, sobre todo porque, lo resaltamos, el amor de Cristo es quien mueve los profundo de la historia y, además, porque descubrimos en nuestros jóvenes aspiraciones profundas de autenticidad, de verdad, de libertad, de generosidad, de las cuales estamos convencidos que sólo Cristo puede ser respuesta capaz de saciarlos. Queremos ayudarles en su búsqueda e invitamos a nuestras comunidades a que, sin reservas, entren en una dinámica de escucha, de diálogo y de propuestas valientes an-

te la difícil condición juvenil. Para aprovechar y no apagar la potencia de su entusiasmo, y para sostener en su favor la justa batalla contra los lugares comunes y las especulaciones interesadas de las fuerzas de este mundo, esforzadas en disipar sus energías y a agotarlas en su propio interés, suprimiendo en ellos cualquier memoria agradecida por el pasado y cualquier planteamiento serio por el futuro. La nueva evangelización tiene un campo particularmente arduo pero al mismo tiempo apasionante en el mundo de los jóvenes, como muestran no pocas experiencias, desde las más multitudinarias como las Jornadas Mundiales de la Juventud, a aquellas más escondidas pero no menos importantes, como las numerosas y diversas experiencias de espiritualidad, servicio y misión. A los jóvenes les reconocemos un rol activo en la obra de la evangelización, sobre todo en sus ambientes.

10. El Evangelio en diálogo con la cultura y la experiencia humana y con las religiones La nueva evangelización tiene su centro en Cristo y en la atención a la persona, para hacer posible el encuentro con Él. Pero su horizonte es más ancho en cuanto al mundo y no se cierra a ninguna experiencia del hombre. Eso significa que ella cultiva, con particular atención, el diálogo con las culturas, con la confianza de poder encontrar en todas ellas las “semillas del Verbo” de las que hablaban los Santos Padres. En

particular, la nueva evangelización tiene necesidad de una renovada alianza entre fe y razón, con la convicción de que la fe tiene recursos suficientes para acoger los frutos de una sana razón abierta a la trascendencia y tiene, al mismo tiempo, la fuerza de sanar los límites y las contradicciones en las que la razón puede tropezar. La fe no deja de contemplar los lacerantes interrogantes que supone la presencia del mal en la vida y la historia de los hombres, encontrando la luz de su esperanza en la Pascua de Cristo…

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actualidad El Evangelio ilumina también las situaciones de sufrimiento en la enfermedad. En ellas, los cristianos están llamados a mostrar la cercanía de la Iglesia para con los enfermos y discapacitados y con los que con profesionalidad y humanidad trabajan por su salud. Un ámbito en el que la luz de Evangelio puede y debe iluminar los pasos de la humanidad es el de la vida política, a la cual se le pide un compromiso de cuidado desinteresado y transparente por el bien común, desde el respeto total a la dignidad de la persona, desde su concepción hasta su fin natural, de la familia fundada sobre el matrimonio de un hombre y una mujer, de la libertad educativa, en la promoción de la libertad religiosa, en la eliminación de las injusticias, las desigualdades, las discriminaciones, la violencia, el racismo, el hambre y la guerra. A los políticos cristianos que viven el precepto de la caridad se les pide un testimonio claro y transparente en el ejercicio de sus responsabilidades (…).

Agradecemos al Santo Padre por el don del Año de la fe, preciosa entrada en el itinerario de la nueva evangelización…

12. Contemplando el misterio y cercanos a los pobres Sólo desde una mirada adorante al misterio de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo; sólo desde la profundidad de un silencio que se pone como seno que acoge la única Palabra que salva, puede desarrollarse un testimonio creíble para el mundo. Sólo este silencio orante puede impedir que la Palabra de la salvación se confunda en el mundo con los ruidos que lo invaden. Vuelve de nuevo a nuestros labios la palabra de agradecimiento, ahora dirigida a cuantos, hombres y mujeres, dedican su vida, en los monasterios y conventos, a la oración contemplativa… Otro símbolo de autenticidad de la nueva evangelización tiene el rostro del pobre. Estar cercano a quien está al borde del camino de la vida no es sólo ejercicio de solidaridad, sino ante todo un hecho espiritual. Porque en el rostro del pobre resplandece el mismo rostro de Cristo: “Todo aquello que han hecho por uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicieron” (Mt 25, 40).

11. En el Año de la fe, la memoria del concilio Vaticano II y la referencia al Catecismo de la Iglesia Católica En el camino abierto por la nueva evangelización podremos sentirnos a veces como en un desierto, en medio de peligros y privados de referencias. El santo padre Benedicto XVI, en la homilía de la Misa de apertura del Año de la fe, ha hablado de una “«desertificación» espiritual” que ha avanzado en estos últimos decenios, pero él mismo nos ha dado fuerza afirmando que “a partir de esta experiencia de desierto, de este vacío, podemos nuevamente descubrir la alegría del creer, su importancia vital para nosotros, hombres y mujeres. En el desierto se descubre el valor de aquello que es esencial para vivir” (Benedicto XVI. Homilía en la celebración eucarística para la apertura del Año de la fe. Roma 11 octubre 2012). En el desierto, como la mujer samaritana, que va en busca de agua y de un pozo del que sacarla: ¡dichoso el que en él encuentra a Cristo! 18

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A los pobres les reconocemos un lugar privilegiado en nuestras comunidades, un puesto que no excluye a nadie, pero que quiere ser un reflejo de como Jesús se ha unido a ellos. La presencia de los pobres en nuestras comunidades es misteriosamente potente: cambia a las personas más que un discurso, enseña fidelidad, hace entender la fragilidad de la vida, exige oración; en definitiva, conduce a Cristo…

13. Una palabra a las Iglesias de las diversas regiones del mundo La mirada de los obispos reunidos en Asamblea sinodal abraza a todas las comunidades eclesiales presentes en todo el mundo. Una mirada de unidad, porque única es la llamada al encuentro con Cristo, pero sin olvidar la diversidad. Una consideración particular, llena de afecto y gratitud, reservamos los obispos reunidos en el Sínodo a ustedes,


cristianos de las Iglesias orientales católicas, herederos de la primera difusión del Evangelio, experiencia custodiada por ustedes con amor y fidelidad y a ustedes, cristianos presentes en el Este de Europa… Nos dirigimos a ustedes, hombres y mujeres, que viven en los países de África y resaltamos nuestra gratitud por el testimonio que ofrecen del Evangelio muchas veces en situaciones humanas muy difíciles. Les exhortamos a relanzar la evangelización recibida en tiempos aún recientes, a edificarse como Iglesia “familia de Dios”, a reforzar la identidad de la familia y a sostener la labor de los sacerdotes y catequistas, especialmente en las pequeñas comunidades cristianas…

14. La estrella de María ilumina el desierto A punto de finalizar esta experiencia de comunión entre los obispos de todo el mundo y de colaboración con el ministerio del sucesor de Pedro, sentimos resonar en nosotros el mandato de Jesús a sus discípulos: “Vayan y hagan discípulos de todos los pueblos… Sepan que yo estoy con ustedes, todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28, 19-20). La misión esta vez no se dirige a un territorio en concreto, sino que sale al encuentro de las llagas más oscuras

del corazón de nuestros contemporáneos, para llevarlos al encuentro con Jesús, el Viviente que se hace presente en nuestras comunidades. Esta presencia llena de gozo nuestros corazones. Agradecidos por el don recibido de Él en estos días le dirigimos nuestro canto de alabanza: “Proclama mi alma la grandeza del Señor… Ha hecho obras grandes por mí” (Lc 1, 46.49). Las palabras de María son también las nuestras: el Señor ha hecho realmente grandes cosas a través de los siglos por su Iglesia en los diversos rincones del mundo y nosotros lo alabamos, con la certeza de que no dejará de mirar nuestra pobreza para desplegar la potencia de su brazo incluso en nuestros días y sostenernos en el camino de la nueva evangelización. La figura de María nos orienta en el camino. Este camino, como nos ha dicho Benedicto XVI, podrá parecer una ruta en el desierto; sabemos que tenemos que recorrerlo llevando con nosotros lo esencial: la cercanía de Jesús, la verdad de su Palabra, el pan eucarístico que nos alimenta, la fraternidad de la comunión eclesial y el impulso de la caridad. Es el agua del pozo la que hace florecer el desierto y como en la noche en el desierto las estrellas se hacen más brillantes, así en el cielo de nuestro camino resplandece con vigor la luz de María, estrella de la nueva evangelización a quien, confiados, nos encomendamos.

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JESÚS MANSO Y HUMILDE DE CORAZÓN Un llamado a recibir la humildad del corazón de Jesús y a proyectarlo en nuestra vida.


religión

Por: P. Henry Lurbey Hueso, ssp

Mutaciones en el fenómeno religioso Al estudio histórico de las religiones se le unen otras ciencias como la fenomenología, la psicología, la sociología. La fenomenología es la orientación filosófica que nos encamina hacia lo esencial de las religiones y, en particular, al hecho religioso en general. La psicología, ciencia que ayuda a ver los diversos comportamientos de las personas en medio de la significación religiosa en la cual está imbuida cada una. La sociología hace estudios sobre las estructuras de la sociedad en la cual se producen cambios debido a las presiones y control de unos grupos humanos sobre otros. 20

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especto del carácter social de las religiones, afirma Martín Pindado: “Es indudable que las religiones tienen, la mayoría de ellas, una dimensión social más o menos acentuada. Ya ellas mismas están interiormente organizadas como comunidades o iglesias que son hacia afuera verdaderas fuerzas sociales”1. La historia de las religiones no es considerada aún de manera suficiente por las facultades de teología, pero sí por las facultades de filosofía. Y cuando se hace, se acude a ciencias como las que acabamos de nombrar, pues sus investigaciones se ocupan del aspecto humano de la vida religiosa, sin embargo, éstas no dan cuenta del significado subyacente al hecho religioso. Ahora bien, para considerar el estudio de las religiones dentro de la teología, “la ciencia general de las religiones podría adquirir la relevancia de una teología fundamental sólo con una condición, todavía no garantizada por el estado de su desarrollo: la ciencia general de las religiones no debería limitarse a describir la experiencia religiosa humana, sus conexiones con las restantes experiencias y su institucionalización en el contexto de la vida social, sino que tendría que investigar también la realidad que se experimenta en la vida religiosa y su historia”2. Y desde ese faro es donde se halla la importancia de una teología de las religiones para lograr evidenciar las pretensiones salvíficas de cada tradición religiosa, es decir, examinar la realidad divina que acontece en ellas.

Acercamiento a la historia del fenómeno religioso “Las distintas ciencias de la religión parecen constatar que el fenómeno religioso es tan antiguo como la aparición del hombre”3. Más allá de la historia de cada religión, el hecho religioso se puede rastrear hasta el

MARTÍN PINDADO, V.; HERNANDEZ-SONSECA, A.; MUNTANER GELABERT, G.; RODRÍGUEZ PANIZO, P. El hecho religioso. CCS, Madrid, 1996. 2 PANNENBERG, Wolfhart. Teoría de la ciencia y la teología. Cristiandad, Madrid, 1981, p. 370. 3 MARTÍN PINDADO, Vicente. “Tipología de la religión”. En: El hecho religioso. CCS, Madrid, 1996, p. 65. 1

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BIBILIA Y MORAL Documento estructurado en dos partes: *Tratados principales de la moral bíblica. *Principios fundados en la Biblia, que ayudan a solucionar problemas morales.


religión paleolítico; por lo cual podemos afirmar que la experiencia de lo sagrado está ligada al hombre en su esfuerzo por construir un mundo con significado desde tiempos antiguos. Desde el punto de vista estructural, el desarrollo del fenómeno religioso vive tres grandes etapas: la teogonía o nacimiento de los dioses, la cosmogonía como emancipación del mundo y el periodo cosmológico. En este último aparece el paradigma telúrico, en el cual la expresión significativa de lo sagrado está en la tierra: la Magna mater. Y también nos encontramos con el paradigma celeste, en el cual se da el paso de lo telúrico a la significación uránica4. En la etapa cosmológica, con sus dos acepciones, es en el cual “se

Cf. MARTÍN PINDADO, Vicente. Op. cit., p. 56.

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configura un corpus de revelación y un periodo histórico con múltiples paradigmas hermenéuticos (místico, profético, sapiencial, ético, etc.) y también se conforma un corpus de reflexión que marca el principio de las grandes religiones mundiales. La conjunción entre estos dos corpus es lo que ha llegado a nosotros como las ‘Escrituras’ que llamamos sagradas de las distintas tradiciones religiosas, establecidas ya como religiones”5. Es decir, que con la fusión de estas dos acepciones o corpus, se forman los libros sagrados.

De acuerdo con lo anterior, podemos inferir que la religión es un sistema de creencias, convicciones y prácticas que el hombre religioso construye posteriormente a una experiencia de lo sagrado, de aquello que es distinto de él y que lo supera. “En esa experiencia de lo sagrado estaría la matriz universal de los leguajes básicos de cualquier religión ya configurada –los conjuntos simbólicos de ritualidades, mitos, místicas, sentido del tiempo y del espacio, de la comunidad y del individuo–”6 como canales de comunicación con lo divino.

MARTÍN PINDADO, Vicente. Op. cit., p. 66.

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Íbid.


Dos símbolos que van configurando la dimensión religiosa primitiva del hombre: la Magna mater, figura femenina, y el Gran animal, figura masculina, representada con un toro. Aunque haya una cara masculina, la femenina domina y tiene mayor realce, hasta este momento.

Desde el punto de vista histórico, y para hacernos un panorama general, podemos afirmar que en la era del paleolítico, etapa de la prehistoria caracterizada por el uso de utensilios de piedra, el hombre habita en cuevas y para sobrevivir recurre a la caza. En ese momento se gesta la presencia del Gran animal como figura de un poder providente. En el mesolítico, etapa fijada entre el 10.000 y el 5.000 a.C., se da la representación de la Magna Mater como personificación de lo telúrico y como fecundidad de la tierra. En el neolítico o nueva edad de piedra, datado entre el 7.000 y el 4.000 a.C., caracterizado por el conocimiento, el uso de la agricultura y la ganadería, se fusionan estas dos figuras.

En el mismo neolítico se dirige la mirada al cielo, lo uránico, por tanto, la dimensión trascendente amplía el horizonte con la distinción de los lugares sagrados. “Con la creación del templo (el lugar acotado) y la fijación de la fiesta (el tiempo como calendario) empieza propiamente la creación: el orden del cosmos retenido y dominando el caos”7. Ahora la centralidad radica en el templo, el que convoca tanto a los habitantes de la urbe como a los del sector rural en alabanza al Dios del cielo. Pero sobre el templo está el Dominus o Señor que, como verdadero creador, ordena y jerarquiza los mundos al convertir el caos en orden. De esta manera, la representación femenina da paso a una figura mayor que supera las dos anteriores. Ahora, el paradigma celeste o Dominus es la figura dominante por la civilización urbana y pueblos nómadas, mientras que el sector agrícola y sedentario se queda con la Magna mater.

MARTÍN PINDADO, Vicente. Op. cit., p. 69.

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religión Este Dominus es el que llega hasta la mentalidad israelita y evoluciona hasta configurarse en el yahvismo. En el seno de éste, hacia los siglos VI-V a.C., se da la creación de la ley y nace el judaísmo como sistema cerrado y desde una religión profética. Su objetivo es presentar cómo Yahvé guía la historia con el hombre como protagonista. De esta manera, vamos evidenciando cambios en el sistema religioso desde los comienzos y cómo cada vez va pasando de un paradigma a otro de manera continuada. Lo mismo le sucede a Israel, del yahvismo, con su concepción de la historia como signo de salvación, pasa al judaísmo en su máxima cristalización de su sistema religioso: la ley. De éste nace el cristianismo que continúa con la hierofanía histórica, pero concretizada en la existencia de Jesús de Nazaret. “Con esta hierofanía definitiva de lo divino en Jesús de Nazaret, el mismo misterio de lo sagrado se hace ‘biografía’ en cada existencia humana. Y no por una disolución de lo sagrado en la profanidad del mundo, sino por la asunción de esa profanidad en la existencia humana del Cristo y de todos cuantos personalizan en sí la trayectoria de esta existencia”8.

Pero todo no concluye con el establecimiento del cristianismo como religión supranacional, pues en el año 622 nace el Islam con el profeta Muhammad, a quien los musulmanes aceptan como único enviado de Alá. Islam9 , cuyo significad lingüístico remite a la sumisión a Dios10 : “Es la más reciente de las religiones monoteístas, abrahámica; es una síntesis de la antigua religión popular de La Meca, del judaísmo y del cristianismo”11, que se extiende después de la muerte del profeta hasta España y las fronteras de China. Aunque el influjo musulmán es fuerte en los distintos territorios a los que llegaron, no se puede pensar “que el Islam se difundió únicamente por la fuerza de las armas, ya que los mercaderes que viajaban a lejanas tierras desarrollaban también una intensa labor misionera”12, ajena a los conflictos bélicos. Según el Corán, el Dios supremo de las religiones monoteístas es Alá y es el “creador, protector, mantenedor y señor del mundo. La grandeza, omnipotencia y sublimidad de Dios se ponen de manifiesto por doquier. Por lo que sólo Él es digno de adoración y de obediencia”13. Por ello, para esta tradición religiosa Adán, Noé, Abrahán, Moisés, Salomón y Jesús son profetas que se someten al único Dios. Por demás, en el Islam se da nuevamente la fuerte vinculación entre creencias religiosas y ordenamientos sociojurídicos. Los trazos históricos que hemos esbozado nos enseñan, entre otras cosas, que el hecho religioso no es estático y nos autorizan a preguntar sobre las tradiciones de una religión de resistirse al cambio y los fundamentos de dicha resistencia.

Está relacionada con la raiz Salam que significa paz, pero esta deducción resulta difícil de justificar desde el punto de vista lingüístico. Mientras que muslim (pariticipio activo) significa el que se somete a Dios. Según BRANDON, S. Diccionario de religiones comparadas. T. II. Cristiandad, Madrid, 1975, p. 825. 10 BRANDON, S. Diccionario de religiones comparadas. T. II. Cristiandad, Madrid, 1975, p. 824. 11 KÖNIG, Franz. Diccionario de las religiones. Herder, Barcelona, 1964, p. 736. 12 BRANDON, S. Op. cit., p. 826. 13 BRANDON, S. Op. cit., 1975, p. 826. 9

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MARTÍN PINDADO, Vicente. Op. cit., p. 112.

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¿Le tememos al cambio de nuestro sistema religioso? Hemos visto cómo a través de los siglos, las distintas imágenes de lo sagrado van teniendo una metamorfosis a medida que el horizonte de existencia y de significado del hombre se va ampliando. Como también sucede al interior del cristianismo con la reforma protestante a partir del siglo XVI d.C.

¿Es posible que el avance acelerado, en todos sus niveles, de la humanidad haga desaparecer nuestros dogmas de fe al no actualizarlos y no comprender los contextos y las diversas preguntas que ella nos manifiesta respondiendo de manera existencialsignificativa entre lo que se cree y lo que se está dando en lo que podríamos llamar “mundo”?

Es de pensar que cada paso tuvo que generar una crisis en las distintas culturas, pues muchas veces las visiones religiosas eran impuestas debido a las variadas conquistas; además, por un proceso de comunicación tribal se iban gestando, también, cambios en el mundo simbólico de cada pueblo.

Considero que la teología, y más la católica, sí tiene cierto miedo a que nuestro lenguaje de significación tenga un cambio, señal de ello es que frecuentemente nos encontramos repitiendo lo que se construyó en la Edad Media y no respondemos adecuadamente a las dificultades que se nos presentan en nuestro contexto colombiano actual. No se toman en serio las preguntas y respuestas sobre temas fundamentales de nuestra fe que orientan las vidas de los creyentes, y si se toman en serio es sólo para condenarlas.

En la manifestación histórica del hecho religioso, evidenciamos unas transformaciones desde antes de la concepción bíblica. Esto nos ayuda a orientar nuestra pregunta: ¿Teniendo en cuenta los antecedentes, hoy le tememos a un cambio en el estilo como se ha venido manifestando nuestra creencia religiosa? ¿Nos hemos cuestionado si la expresión religiosa que concebimos en la actualidad, es ya caduca? ¿Habrá que dar paso a otro sistema distinto al nuestro, sin perder su principio fundante?

Teniendo en cuenta el recorrido histórico hecho, me permito decir que la visión cerrada sobre nuestras creencias religiosas puede marchitar y perder significación, al no permitirnos ampliar el horizonte de sentido y sólo quedarnos con una mirada miope sobre las diversas expresiones de fe que hasta ahora concebimos.

Además, en la historia contemporánea de la humanidad, se están dando avances tecnológicos continuos, un pluralismo religioso progresivo14, una secularización que anda veloz, un resurgir de lo religioso. Factores que han llevado a que muchas culturas y orientaciones religiosas se desarrollen o desaparezcan.

¿Será que se hace urgente la manifestación simbólica de lo que creemos partiendo de nuestra experiencia de lo sagrado? ¿Será que nos estamos aferrando demasiado a la estructura de nuestra religión y no permitimos que el Espíritu Santo, que sopla donde quiere, nos lleve por caminos inéditos?

14 Cf. TAMAYO, Juan José. Fundamentalismos y diálogo entre religiones. Trotta, Madrid, 2004.

BIBLIOGRAFÍA PANNENBERG, Wolfhart. Teoría de la ciencia y la teología. Cristiandad, Madrid, 1981. MARTÍN PINDADO, V.; HERNANDEZ-SONSECA, A.; MUNTANER GELABERT, G.; RODRÍGUEZ PANIZO, P. El hecho religioso. CCS, Madrid, 1996. VON RAD, Gerhard. Teología del AntiguoTestamento. Vol. I. Sígueme, Salamanca, 1982. TAMAYO, Juan José. Fundamentalismos y diálogo entre religiones. Trotta, Madrid, 2004. MALO GARIZABAL, Mario. Diccionario básico de la religión católica. San Pablo, Bogotá, 2007. BRANDON, S. Diccionario de religiones comparadas. T. II. Cristiandad, Madrid, 1975. KÖNIG, Franz. Diccionario de las religiones. Herder, Barcelona, 1964.

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catequesis

La identidad

del catequista Continuando con nuestra reflexión sobre el quehacer catequético, preguntemos esta vez por la identidad del catequista. ¿Quién es el catequista? Ante todo, debemos saber que cuando aceptamos ser servidores en la parroquia, tomamos conciencia de que nuestra opción es una respuesta a la llamada de Jesucristo. Como los apóstoles, podemos continuar el proyecto de Jesús: “Llevar la buena nueva a los pobres y liberar a los oprimidos...” (Lc 4, 18). Los ministerios parroquiales nos comprometen a ayudar a nuestros hermanos en los caminos de la fraternidad, de la justicia, de la libertad y de la paz. Así podemos decir que nuestra opción es por Cristo y por los hermanos. En la parroquia nuestra opción no es por el amiguito o amiguita que están colaborando allí… ¡sino por Jesús, el Salvador! Y esto debe quedar bien claro. 26

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C

uando evaluamos nuestra catequesis y nuestros servicios parroquiales, debemos preguntarnos si estamos buscando esos caminos que llevan a crear una nueva sociedad según el proyecto de Dios. Si nuestra catequesis no camina en ese sentido y si nos contentamos apenas con sembrar algunas buenas ideas, algunas palabras bonitas en nuestros catequizandos, no cumplimos lo que Dios espera de nosotros.

Ser catequista: un llamado de Dios La identidad del catequista nace de la conciencia de haber sido llamado por Dios para este servicio, es una auténtica vocación. No se trata de un privilegio que nos llena de orgullo, sino un servicio al Reino de Dios, para que éste llegue hasta el corazón de los catequizandos. Por eso, reflexionemos sobre esta realidad preguntándonos: ¿Cómo nos llama Dios? ¿Cómo sabemos que Él es quien nos llama? ¿Cuáles fueron las situaciones humanas que nos motivaron para que seamos catequistas o servidores en la parroquia? Dios manifiesta su voluntad a través de diversas circunstancias. En cualquier situación el Señor nos dice: “Ven y sígueme” (Mc 2, 14). La vocación es un llamado de Dios, quien espera de la persona una respuesta para que ésta pueda realizarse. La vocación es, por consiguiente, la realización del plan de Dios en la vida de cada uno. La vocación se manifiesta en dos sentidos:

La catequesis es:

› ›

el descubrimiento de la propia vocación y el compromiso de vivirla con toda intensidad.

Según la premisa anterior, entonces, podemos decir que la identidad del catequista se manifiesta:

› ›

en la llamada de Dios,

› ›

en la madurez humana y cristiana,

en la vida de fe que vive y transmite,

en la participación en la misión de la Iglesia al servicio de las personas.

Conversando y respondiendo: Después de reflexionar las dimensiones anteriores, ahora es importante hacer una pausa y preguntarnos: › ¿Para qué me hice catequista? › ¿Cuáles son mis mayores dificultades? › ¿Participo en las reuniones de formación puntualmente y con ánimo? › ¿Preparo los encuentros de catequesis o improviso? › Señalar tres cualidades de un buen catequista.

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catequesis

Las grandes vocaciones de la Biblia: En la Biblia el llamado o vocación de una persona por parte de Dios, corresponde al compromiso de reunir y formar a su pueblo: el Pueblo de Dios. Éste es el elemento central de la vocación en la Biblia. Dios sigue llamando a las personas para reunirlas y formar su Pueblo. Cuando alguno es llamado por Dios, siempre lo es para servir al Pueblo en su nombre, revelando su amor y su Alianza. Es un servicio que exige fidelidad. Si reflexionamos sobre nuestra vocación, vemos que también ella tiene las mismas señales bíblicas. (Leer y reflexionar: Ex 3, 4; Is 6, 8; Jr 1, 1-10; Mt 10, 1-4; Jn 1, 34-38; Rm 1, 1).

la confirmación hemos recibido el compromiso de colaborar en el anuncio de la Palabra de Dios, según nuestras condiciones. Tener confianza en Dios. Pensamos, muchas veces, que no somos capaces de realizar nuestra misión. Esto puede llevarnos incluso al desaliento. Por eso, es importante que confiemos en Dios, seguros de que es un servicio de Dios y para Dios. El ser catequistas se renueva cada día. Los catequistas, a través de su misión, experimentan momentos de alegría, de paz, de entusiasmo, a pesar del cansancio, de las renuncias y de los sacrificios. El recuerdo, renovado cada día, de la primera llamada de Dios, ayuda para que seamos perseverantes y fieles. ¿Cómo se manifiesta en la vida de cada día nuestra vocación de catequistas? Hay señales evidentes que aparecen en nuestra vocación, tales como: el gusto por lo que hacemos; la búsqueda de creatividad para mejorar los encuentros catequéticos, la esperanza de mejorar nuestra sociedad; la comunicación en el grupo de catequistas; la alegría al sentir los buenos resultados; la motivación para obtener una creciente formación y la conciencia de ser enviado en nombre de la Iglesia.

¿Cómo nos llama Dios? Él nos llama en una situación concreta. Como por ejemplo: por una invitación del párroco y/o de la coordinación de la catequesis; otras veces cuando sentimos que hay necesidad de catequistas, ministros de la Palabra, acólitos, etc., en la comunidad y en otras situaciones. Si esto nos preocupa es señal de que estamos descubriendo el llamado de Dios. Los personajes bíblicos también fueron llamados para una determinada misión. ¿Para qué nos llama Dios? Él nos llama para anunciar su Palabra, ser testigos de los valores de su Reino y para que seamos los portavoces de su mensaje. Nuestra vocación es un regalo de Dios. Somos llamados porque Dios nos ama. Este amor exige una respuesta. Nuestra vocación de servidores en la Iglesia se inserta y tiene su raíz en la vocación cristiana. En el bautismo y en 28

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La vocación del catequista es comunitaria. Ella abarca toda la acción de la comunidad. Cuando el catequista tiene conciencia de que su llamado viene de Dios y que ha sido enviado por la comunidad, desempeña en ella un servicio eficaz y efectivo. Colabora también en la transformación de la sociedad, mediante el testimonio comunitario y el anuncio de la Palabra de Dios.

Conversando y respondiendo ›

¿Cuáles son las motivaciones que tenemos para realizar nuestra vocación en la parroquia?

¿Cómo surgió nuestra vocación de catequistas o de servidores en otras pastorales de la parroquia?

Recordar los buenos momentos de la misión y analizar las señales de nuestra vocación.


“No hay cosa tan eficaz para curar las llagas de nuestra conciencia y purgar nuestra alma, como la frecuente y continua meditación de las llagas de Cristo y de su pasión y muerte”.

San Bernardo

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Guías

Homiléticas P. William Gerardo

Segura Sánchez

(Lc 2, 16-21)

Martes 1 de enero de 2013 SOLEMNIDAD DE SANTA MARIA, MADRE DE DIOS Nm 6, 22-27/Sal 66/Ga 4, 4 -7/Lc 2, 16-21

CONTEMPLEMOS EL ROSTRO DIVINO EN EL ROSTRO HUMANO DEL NIÑO

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a liturgia de la Palabra del primer día del año nos hace cercana la identidad del rostro de Dios, ese que es contemplado en el rostro del ser humano bendecido, liberado y convertido en Hijo de Dios, ese que se inserta en el misterio trinitario y en el misterio de la humanidad salvada por Él.

Iniciamos un nuevo año bajo el signo de la bendición divina

guías homiléticas

Todo verdadero y fiel creyente en el Dios de la vida y de la historia, desea contar con la bendición de Dios, con su favor y su benevolencia, así como también con su misericordia infinita. Desear a alguien esa acción divina es un verdadero don, que se acepta con gozo y gratitud. Recibir la bendición de los seres queridos es algo que no tiene precio, tanto más el recibir la bendición del Bendito por excelencia: Dios. Precisamente, en el libro de los Números, Dios, por boca de Moisés, ofrece a la tribu sacerdotal de Israel la certeza de su cercanía y de su bendición, cada vez que Él sea invocado sobre los hijos de Israel. Es decir, según el texto, la continua invocación del nombre de Dios sobre una persona o comunidad atrae la eficacia y el poder de esa bendición divina.

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Liberados del pecado por uno nacido de mujer La protección y bendición generosa de Dios, ofrecida en la primera lectura, se concretiza de manera admirable en la encarnación del Hijo de Dios; la bendición no es sólo un buen deseo, sino más bien una Persona que la ofrece bajo el signo de la comunicación, de la entrega de la vida, del rescate del pecado, de la donación de sí mismo, de la filiación divina, del don del Espíritu, de la esclavitud liberada, de la herencia recibida. San Pablo, en Gálatas, profundiza el misterio de la revelación de Dios, el cual en el tiempo establecido envía a su Hijo, nacido de una mujer, con la fiVida pastoral no 149 - enero / marzo - 2013

“En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción”.

nalidad de rescatar a los nacidos bajo la ley y hacerlos hijos suyos y herederos de sus promesas. Dios ha decidido bendecir a los suyos con el envío de su Hijo encarnado; Él la da, y con Él el misterio trinitario imparte su bendición a la creación, en especial al ser humano. El Padre envío a su Hijo, éste nos rescata del peso de la ley, y el Espíritu nos hace gritar lo que Dios anhelaba escuchar de su creatura amada: Abbá, es decir, Padre.

Una bendición que ofrece la salvación La bendición divina es ofrecida a todos, pero con frecuencia son los más sencillos y humildes los que la acogen con corazón bien dispuesto y se convierten en personas que alaban y glorifican a Dios. La solemnidad de santa María, Madre de Dios, nos permite contemplar que Dios, a lo largo de la historia, busca y encuentra formas de comunicación cada vez más en sintonía con su destinatario: el ser humano. Pero la forma más maravillosa de dicha comunicación es la de un niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre. El rostro de Dios se asemeja más y más a su creatura, al punto que el niño, que María y José ofrecen para contemplar, es el mismo Hijo de Dios encarnado. En Él se condensa toda la historia de búsqueda de Dios hacia el ser humano, como la de éste hacia Dios. Los caminos finalmente se encontraron, los rostros en definitiva se identificaron. La cercanía de Dios se hace palpable en la persona de un niño recién nacido, de un silencio meditativo, de un rito que inserta en el seno de un pueblo y su historia, de un nombre que no sólo da identidad sino que indica una misión: Dios es Salvador. El rostro de Dios es el rostro de un niño, el rostro humano, rostro que más tarde será desfigurado.


Domingo 6 de enero de 2013 EPIFANÍA DEL SEÑOR Is 60, 1-6/Sal 71/Ef 3, 2-3a.5-6/Mt 2, 1-12 (Cf. Mt 2, 1 – 12) “(…) Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino”.

Palabra del Señor

LA SALVACIÓN Y LA GLORIA DE DIOS SE HACEN VISIBLES

La salvación brilla con la luz de la esperanza Dice la sabiduría popular que hay mayor oscuridad cuando está próximo el nuevo día, que con la grandiosidad de la luz pinta la vida de alegría y esperanza. Todo queda invadido de calor y de vida. Así es la luz que resplandece de la gloria del Señor, que disipa las tinieblas del pecado que cubre a la humanidad entera, llenándola de tristeza y de muerte. Esta buena noticia tiene que ser comunicada con un lenguaje de júbilo, de esperanza, sin economizar palabras y expresiones gozosas para animar al pueblo que, por sus actos, se siente alejado de Dios. Si la llegada del nuevo día es signo de alegría, la presencia del Señor es mucho más. Por eso el profeta invita a levantar la mirada y contemplar como las caravanas de todos los rincones de la tierra llegan a dar gloria al Dios de la vida, con sus corazones radiantes de alegría, porque el tiempo de la tristeza ha pasado, ahora es el tiempo del encuentro y de la comunión de los dispersos que se reúnen para aclamar y dar gloria al Señor.

Los paganos forman parte del nuevo pueblo de Dios La salvación de Dios no tiene tiempo ni espacio, sino que abarca toda la historia; no se ofrece a un solo pueblo, sino que se extiende a todos los lugares de la tierra, gracias al sacrificio de Cristo, que por la voluntad del Padre, dio su vida por todos, para que todos alcancen la gracia de Dios y su promesa de redención. El apóstol Pablo es conciente de esta realidad, por eso anima con vehemencia

a los miembros de la comunidad de Éfeso, paganos todos –que, según la mentalidad judía, no hacían parte del pueblo de Dios–, a acoger el anuncio de la proclamación del Evangelio que a él se le ha concedido como don; pues también ellos, los paganos, participan de la misma herencia de la promesa de Jesús. La proclamación del misterio de Dios, oculto a los pueblos paganos, ahora conduce al júbilo, al gozo y a la alegría, porque la salvación de Dios, realizado en la persona de Jesús, alcanza a todos por igual, tanto judíos como paganos, que con fe acogen al Hijo de Dios.

Todos los pueblos adoran al Señor Mateo ubica el nacimiento de Jesús en un contexto histórico, el reinado de Herodes, que da validez de su historicidad. Luego relata el pasaje de los llamados magos de Oriente, como representantes de los pueblos lejanos, es decir, la totalidad de la humanidad. Estos magos representan a los paganos que, curiosamente, son los que reconocen la señal del nacimiento del Hijo de Dios, y llegan a adorar al “rey de los judíos”, que es Dios y Señor de todos los pueblos, como había sido pensado en el principio. La encarnación es el misterio que Dios da al ser humano para que reconozca en Cristo Jesús la revelación o manifestación de la acción salvadora del Padre a favor de todos los pueblos de la tierra. La mirada levantada de cada discípulo de Jesús, indica a los fieles que el tiempo de la tristeza ha terminado, porque ahora se abre la esperanza del que viene y que es el cumplimiento de la promesa de Dios. Con los que desde todos los rincones de la tierra acogen al Señor, vivamos intensamente este tiempo favorable de gracia, de presencia divina hecha carne en los más necesitados.

enero / marzo - 2013- Vida pastoral no 149

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a celebración de la solemnidad de la Epifanía es, ante todo, celebración de la revelación del Señor. Los signos visibles que acompañan esta celebración manifiestan con esplendor que la salvación de Dios, presente en el nacimiento del Niño Jesús en Belén, se ofrece a todos los pueblos de la tierra, sin distinción de raza, lengua o cultura; porque la vida ha recobrado su dignidad perdida con el pecado.

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guías homiléticas Domingo 13 de enero de 2013 BAUTISMO DEL SEÑOR Is 42, 1-4.67/Sal 28/Hch 10, 34-38/Lc 3, 15-16.21-22 (Cf. Lc 3, 15-16.21-22) En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: "Yo les bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él les bautizará con Espíritu Santo y fuego". En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre Él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto"

Palabra del Señor

HOY SE PRESENTA A JESÚS COMO EL UNGIDO CON EL ESPÍRITU

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a fiesta litúrgica, con la que termina el tiempo de Navidad y se inicia el Ordinario, está marcada por el gozo y por una profunda invitación a conocer el misterio de Jesús de Nazaret. Si dejamos al Espíritu conducir los caminos de la Iglesia, viviremos en ella el poder de Dios y de su palabra.

El profeta orgulloso de presentar al siervo del Señor El profeta Isaías utiliza un lenguaje lleno de gozo, y podríamos decir que impregnado de un sano orgullo, para presentar al siervo del Señor, a ese que el Señor sostiene, elige y en el cual se complace. No se escatiman palabras, expresiones, imágenes y gestos para comunicar la gran acción y salvación que Dios va a realizar por medio de su elegido y amado en cumplimiento de su fidelidad. Nosotros, los que hemos conocido el mensaje de la salvación que la Navidad porta, estamos llamados a ser guías que orientan la mirada de los que buscan al Señor. Sin embargo, hay que reconocer que sólo aquellos discípulos que se ha encontrado personalmente con Él, podrán orientar en la dirección correcta, pues el Señor sale al encuentro de personas en continuo proceso de búsqueda; Él satisface los corazones anhelantes.

El anuncio gozoso de la acción del espíritu en Jesús Si el profeta se sentía orgulloso de presentar al siervo del Señor; Pedro realiza la misma experiencia al presentar al que ha sido acreditado por Dios con el Espíritu Santo, a uno que él mismo ha conocido, Aquel con quien vivió los momentos duros de la cruz, pero también los de Pascua después de la resurrección. Por eso Pedro, en Hechos de los Apóstoles, también con lenguaje elocuente, expone la acción de Dios realizada por medio de Jesucristo. Pedro, en 32

Vida pastoral no 149 - enero / marzo - 2013

su catequesis, recuerda lo que sus oyentes ya saben, lo que aconteció a Jesús de Nazaret en el bautismo de Juan, cómo Dios lo ungió con el Espíritu Santo, y cómo Él pasó por el mundo haciendo el bien y liberando a todos para Dios. Él testifica que Dios está presente en Jesús, el Señor.

Una vida bajo la acción poderosa del Espíritu Santo Desearíamos que los que nos dan testimonio de alguna “verdad” tuviera elementos a su favor que los hicieran completamente creíbles, pero no siempre es así. En el caso de Juan, en san Lucas, él da testimonio de que Aquel sobre quien se posa el Espíritu Santo es el esperado Mesías. Su testimonio es veraz y parte de una experiencia, él lo vio, él le conoció, él fue abordado por el Mesías; sus palabras son testimonio respaldado por una profunda experiencia. Por otro lado, lo acontecido a Jesús en el bautismo, confirma que sobre Él y no otro, reposa el Espíritu Santo, aquel que le conducirá a lo largo de toda su vida con poder; la voz proveniente del cielo abierto le proclama como Hijo predilecto de Dios y de sus complacencias. Dios mismo nos da testimonio de la persona del Hijo, Él lo ha entregado para que sea el Mesías, es decir, el que nos libera del pecado y de la muerte, precisamente porque gracias al Espíritu, Él es el más poderoso, el del bautismo verdadero, es Jesús. El tiempo Ordinario nos conducirá, bajo la acción del mismo Espíritu, a conocer el poder de las palabras, obras y acciones que Dios realiza en favor nuestro por medio de su Ungido. Abramos todo nuestro ser a la acción poderosa del Espíritu Santo en Jesús.


Domingo 20 de enero de 2013 II DOMINGO ORDINARIO Is 62, 1-5/Sal 95/1Co 12, 4-11/Jn 2, 1-11 (Cf. Jn 2, 1-11) En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: "No les queda vino". Jesús le contestó: "Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora". Su madre dijo a los sirvientes: "Hagan lo que Él diga". (…) Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en Él”.

Palabra del Señor

VIVIR MARAVILLADOS DESDE LA FE Y EN LA IGLESIA

La alegría del encuentro con el Señor de la alianza nupcial La fiesta es una actividad que llena de vida, que devuelve el gusto por lo gratuito y generoso, por el compartir juntos la comida, la bebida, el tiempo, la alegría, la donación. La Biblia usa con frecuencia la imagen de una fiesta de bodas o un banquete, signos de la alegría del ser humano, del compartir generoso, del alegrarse con el otro, olvidarse, al menos temporalmente, de las dificultades, abrirse al misterio del amor, celebrar la vida compartida. El profeta Isaías en el texto de hoy, expresa, con lenguaje poético, la alegría del desposorio del Señor con Jerusalén, la cual es descrita con toda clase de atributos maravillosos. Esta alegría se compara a la que experimenta el esposo con su esposa, así se alegra el Señor con Jerusalén, la rescatada, la que tiene marido, su complacencia. Los cristianos celebramos la fiesta del desposorio de la Iglesia con el Señor, no sólo en el sentido de nupcias, sino sobre todo de alianza sellada con la sangre del cordero. Nuestras celebraciones están llamadas a ser signo anticipado de la boda final del Señor con sus elegidos.

Que cada uno asuma su misión en la vida de la comunidad San Pablo, en Primera Corintios, utiliza todo tipo de expresiones para describir la acción del Espíritu Santo en la vida de la comunidad. Esto es necesario, pues cada bautizado tiene una misión que cumplir, algún servicio que ofrecer, algún don que compartir. Todo en la Iglesia está bajo el poder del Espíritu, el cual siendo uno solo y el mis-

mo genera en ella una gran diversidad de dones, servicios y ministerios. Pero para que toda esa acción del Espíritu sea verdaderamente eficaz, hace falta que cada quien aporte lo suyo para el crecimiento de la vida, la fe, el bien de todos, la salud y la gracia de Dios. En la Iglesia no hay lugares libres, no, cada uno tiene el suyo, y si algunos no lo asumen, todos sufren las consecuencias de esa acción irresponsable. Hay un vacío que nadie puede llenar, aun cuando algunos se esfuerzan por suplir lo que otros abandonan al no cumplir con su misión específica.

Los signos de Jesús nos abren al misterio de Dios Los primeros signos de la acción poderosa de Jesús, en el Evangelio de san Juan, no tienen que ver con curaciones o expulsiones de demonios, por el contrario, Él ha reclutado a sus discípulos y se los lleva a una fiesta de bodas, a una fiesta gozosa. Todo comienza en medio del canto, el baile y la alegría. No hay un inicio devastador, sino fiesta que abre paso a la vida, a la alegría, a la sorpresa y la maravilla. La primera señal milagrosa de Jesús, en la boda de Caná de Galilea, convirtiendo el agua en vino, manifiesta su poder, el sentido de la obediencia a sus palabras, la revelación de la gloria de Dios y la fe de sus discípulos en Él. Su primer signo habla de abundancia y generosidad, de fiesta que amenaza con fracasar pero que termina siendo una delicia en bebidas. El texto habla de signo, y, según san Juan, es necesario pasar a lo que quiere significar, es decir, la superación del mero cumplimiento de la ley con el amor y la alegría desbordantes. Abandonémonos al querer de Dios en Jesús; será una fiesta que desembocará en el Reino. enero / marzo - 2013- Vida pastoral no 149

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a liturgia festiva de este domingo se describe con el signo de la boda, invita a la alegría, a la celebración gozosa, a la escucha de la Palabra bajo el signo de la bendición, pero para ello hemos de descubrir la acción de Dios en la propia vida y en la comunidad creyente, en el amor y la vida.

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guías homiléticas Domingo 27 de enero de 2013 III DOMINGO ORDINARIO Ne 8, 2-4a.5-6.8-10/Sal 18/1Co 12, 12-30/Lc 1, 1-4; 4, 14-21 (Cf. Lc 1, 1-4; 4, 14-21) “(…) El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor (…)”.

Palabra del Señor

LA PALABRA ANIMA LA VIDA Y EL COMPROMISO CON LA COMUNIDAD

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a liturgia de la Palabra de este día consagrado al Señor invita a estar atentos a la escucha de la voz de Dios que se actualiza en el hoy de la historia, en la celebración misma y en cada creyente que se abre a la acción del Espíritu Santo; invita, asimismo, a comprometernos con los débiles.

Una palabra explicada a un pueblo que la comprende En el texto de Nehemías leemos la hermosa ceremonia de la lectura del libro de la Ley ante la asamblea, como Palabra de Dios, Palabra que se dirige a cada uno en particular, pero al interno de la comunidad creyente reunida en torno a ella. El pueblo escucha con atención, gracias a que la lectura que hacían los levitas era clara y explicaba el sentido de la Palabra, de tal modo que el pueblo comprendía el mensaje. Otro aspecto en el cual la Iglesia nos educa constantemente, la lectura digna y clara de la Palabra, junto con una explicación en sintonía con el querer de Dios en ella expresado y el sentir de la comunidad creyente, es decir, de la Iglesia. Aquel día no era, para la asamblea reunida, un día de tristeza, sino de gozo, pues la celebración del Señor es nuestra fuerza, su presencia y su Palabra en medio del pueblo es motivo para convocar al júbilo y la comunión.

Formamos un solo cuerpo en torno a la Palabra de Dios La Palabra de Dios, por naturaleza, tiene el poder de convocar a los llamados, para que, reunidos en torno a ella, escuchen el querer de Dios, la buena noticia de que Él está de nuestro lado, que Él sigue entablando un diálogo efectivo con sus hijos. Es la Palabra divina la que mantiene la comunión, la solidaridad, la vida de todos en la unidad, a pesar de la gran diversidad. San Pablo, en Primera a Corintios, expone el símil del cuerpo, el cual es uno aunque tiene muchos miembros, y cada uno de ellos es 34

Vida pastoral no 149 - enero / marzo - 2013

indispensable para el buen funcionamiento de todo el organismo. El símil está en relación con la vida de la Iglesia, pues en ella todos juntos formamos el cuerpo de Cristo, todos los que hemos sido bautizados en un mismo Espíritu. Aunque somos muchos y muy diversos en la forma de ver y valorar las cosas, el cuerpo es uno, y tiene cuidado de los miembros más débiles, pues todos y cada uno de ellos le dan unidad al único cuerpo de Cristo.

Hoy como ayer la Palabra de Dios se cumple en la Iglesia La escucha de la Palabra de Dios convoca al pueblo creyente, tanto más si la Palabra que escuchamos proviene del mismo Dios que en la persona de Jesús no sólo dice las palabras sino que las actualiza para sus oyentes en el hoy de Dios. El texto de Lucas se refiere a la lectura de la Palabra de Dios, tomada del Antiguo Testamento, en este caso leída por Jesús mismo en la sinagoga de Nazaret. El texto de Isaías proclamado por Jesús habla del Espíritu del Señor que está sobre el enviado a anunciar la Buena Nueva y todo lo que conlleva de liberación. Esta palabra leída por Jesús, se hace vida en Él “hoy”, no sólo de los creyentes reunidos en Nazaret, sino también de los que participamos de la escucha de la Palabra “hoy”. El Sínodo de los Obispos del 2008 nos dejó claro cómo la Palabra de Dios ilumina todos los ámbitos de la vida del creyente, y de la vida y misión de la Iglesia, a la cual se le ha confiado para que la comunique a las personas de todos los tiempos como buena nueva que transforma la vida de los fieles. Es nuestra tarea no sólo conocer, leer, estudiar, meditar y orar la Palabra, sino también hacerla vida y comunicarla con acento kerigmático a los hombres y mujeres de hoy que esperan buenas noticias.


Domingo 3 de febrero de 2013 IV DOMINGO ORDINARIO Jr 1, 4-5.17-19/Sal 70/1Co 12, 31-13, 13/Lc 4, 21-30 (Cf. Lc 4, 21-30) (…) ”Les aseguro ningún profeta es bien mirado en su tierra. Les garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Elíseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio (…)".

Palabra del Señor

LA SALVACIÓN DE DIOS EN JESÚS ABARCA A TODOS LOS PUEBLOS

Llamados y enviados por el Señor para ser profetas de las naciones La vida de toda persona tiene un sentido y una misión específica, dada por el mismo Dios creador. En ciertos momentos de la vida desearíamos tener claro ese sentido y esa misión, pero no siempre está a nuestro alcance, lo importante es estar en continua búsqueda. El profeta Jeremías, llegado un cierto momento de su vida, toma conciencia de sí mismo, de su identidad y misión, se experimenta conocido, consagrado, preparado y enviado por el Señor desde antes de su nacimiento como profeta para las naciones. En el caso de este profeta, la Palabra del Señor le permite asumir la misión con valentía y decisión, aun cuando no es fácil, por eso las imágenes que usa para describirlo, son las de una ciudad amurallada, que será atacada pero no vencida, pues el Señor estará de su lado para salvarle. La cercanía que se le promete al profeta es impresionante, sin embargo, éste debe asumir su misión con una firmeza tal que el miedo no encuentre lugar en él.

Una vida centrada en la mejor de las virtudes: el amor San Pablo, en Primera a Corintios, expresa a una comunidad que vive su fe en Cristo en medio de una sociedad marcada por el paganismo, que el camino mejor de todos es el amor, y si falta éste todo lo que se haga, incluso actos heroicos, carece de sentido y significado, por más grande que sea la acción. Él habla de las tres virtudes llamadas teologales, la fe, la esperanza y el amor, y afirma que la mayor es el amor,

que es descrito con toda clase de calificativos, diciendo de diversos modos lo que es y lo que no es. Es el amor lo único que permanecerá y tendrá plenitud. Una existencia para Dios y para el prójimo, pero centrada en el amor. Solo así los actos humanos se convierten en expresión concreta de la fe en Jesucristo, cuando la motivación no es simplemente el altruismo o la filantropía, sino el amor de Dios derramado en nuestros corazones. Estamos llamados a testimoniar un gran amor entre las personas que nos rodean y se reconocen como seguidores del Señor.

Capacitados por el Señor para llevar la salvación a todos El texto de Lucas muestra que la misión de Jesús, como la de los profetas del Antiguo Testamento: Elías y Eliseo, no es sólo el pueblo judío, sino que ella está llamada a ser luz para los que habitan en tinieblas, anuncio de salvación para todas las naciones, incluidas las paganas. La acción salvadora y redentora de Dios en Cristo no se limita a los confines de una región o de un pueblo en particular, sino a todos los que sean capaces de reconocer la acción de Dios en Jesús. También la Iglesia está llamada a abrir cada vez más sus horizontes y misterios a todos los seres humanos, sin distinción alguna. La única condición, si así se le puede llamar, es que ellos estén abiertos a la acción salvífica de Dios y a reconocer que en Jesús todos podemos ser hermanos e hijos de Dios. La Palabra de Dios entonces nos convoca, nos hace hermanos, nos abre perspectivas y adelanta, ya en la tierra, la realidad que un día alcanzaremos en plenitud en el Reino de Dios. enero / marzo - 2013- Vida pastoral no 149

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a liturgia dominical nos abre maravillosamente a la inmensidad de los confines de la tierra, a comunicar el ofrecimiento de Dios a todas las naciones, y a una vida bajo el signo de la entrega y el testimonio en el amor por encima de todo, que la participación en ella nos haga discípulos.

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guías homiléticas Domingo 10 de febrero de 2013 V DOMINGO ORDINARIO Is 6, 1-2a.3-8/Sal 137/1Co 15, 1-11/Lc 5, 1-11 (Cf. Lc 5, 1-11) “En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la Palabra de Dios. Estando Él a orillas del lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: –Rema mar adentro, y echa las redes para pescar (…)”.

Palabra del Señor

DIOS QUIERE QUE LA VIDA DE TODOS SEA CUSTODIADA

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a liturgia dominical nos pone en contacto con el ámbito de la vocación, de la llamada divina. El Señor vuelve a lanzar las redes, sigue buscando, también hoy, hombres y mujeres para capacitarlos y hacerlos comunicadores de la salvación y purificar a su pueblo por medio de ellos.

Enviados por el Señor a purificar y bendecir a su pueblo En un mundo que parece estar cada vez más confundido en relación a su propósito, el ser humano se interroga sobre su misión en medio de esta sociedad. Encontrar la misión correcta no es tarea fácil y a veces pasan varios años antes de que la hayamos definido con certeza. El profeta Isaías expone la magnífica visión que ha tenido, hace la extraña experiencia personal de sentirse perdido delante de la santidad de Dios, al experimentar que sus labios y el pueblo mismo son impuros. Pero él no se queda en medio de la confusión, mira, busca, se deja tocar por la fuerza divina. Es una persona en búsqueda de purificación, quiere realizar una tarea, y una vez purificado por la acción de Dios, se dispone para ser enviado por el Señor diciendo: "Aquí estoy, Señor, envíame". La misión se ha clarificado, la acción de Dios le ha tocado y ahora no puede más que estar al servicio de Dios y de su pueblo necesitado de purificación.

Comunicadores de una palabra que es Evangelio de Dios Cómo creerle a alguien que habla en nombre de Dios; cómo saber que sus palabras están respaldadas por la acción del Espíritu. Ser discípulos del Señor es, entre otras cosas, ser enviado como portador de una palabra de vida, una buena noticia que transforma la vida de las personas y les da un fundamento sólido para su fe. San Pablo comunica a la comunidad de Corinto la experiencia que él, como llamado y enviado por el Señor, ha recibido, ha transmiti36

Vida pastoral no 149 - enero / marzo - 2013

do y ellos han creído. La predicación que ha realizado es el anuncio del Evangelio, que tanto él como los otros apóstoles han proclamado con el poder del Espíritu Santo. Pablo al igual que Isaías, se experimenta llamado por el Señor y enviado con su autoridad. Él, con su apostolado misionero, ha correspondido a esa gracia de forma fecunda, ha ganado para Cristo personas y comunidades de fe, por eso ellos pueden creer con firmeza en la Palabra por él transmitida.

Pescadores de una multitud necesitada de vida divina Dios no se ha cansado de su proyecto salvífico, Él sigue hoy buscando hombres y mujeres dispuestos a comunicar el mensaje de la salvación, a anunciar la buena noticia, a proclamar el Evangelio de Jesucristo. Dios sigue de parte del ser humano, ofreciéndole medios para que sea lo que él debe ser, un ser religioso, para Dios y al servicio del prójimo. San Lucas muestra que todo el que es llamado por el Señor, aun cuando se reconozca y experimente pecador e indigno para el seguimiento, es llamado y capacitado por Jesús para dejarlo todo. Pero la nueva misión no es, en todos los casos, una ruptura radical con lo que se sabe hacer, pues como en este caso, aunque sigue realizando aquello que ya sabe hacer, ahora lo hará de forma novedosa y en un campo muy basto, la humanidad necesitada del amor de Dios. Los cuatro discípulos seguirán siendo pescadores, pero ahora de hombres para Dios. La misión no se agota en un simple cambio de actividad, implica una actividad que se centra en la “vida” de los hijos de Dios dispersos y a la espera de operarios que les conduzcan a su centro vital: Jesucristo. Vivir la vocación cristiana, es asumir un compromiso con la vida de los demás, anunciar que Dios quiere la santidad de su pueblo.


Domingo 17 de febrero de 2013 I DOMINGO DE CUARESMA Dt 26, 4-10/Sal 90/Rm 10, 8-13/Lc 4, 1-13 (Cf. Lc 4, 1-13) “Jesús, lleno de Espíritu Santo, se volvió del Jordán, y era conducido por el Espíritu en el desierto, durante cuarenta días, tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días y, al cabo de ellos, sintió hambre. (…) Acabada toda tentación, el diablo se alejó de Él hasta un tiempo oportuno” .

Palabra del Señor

COMO COMUNIDAD PROFESAMOS QUE JESÚS ES EL HIJO DE DIOS

Hacemos profesión de fe en dios, sus obras y su elección En la historia de fe de las religiones hay momentos que han marcado de forma impresionante la vida del pueblo, Dios ha mostrado su amor benevolente, su elección y su protección especial. Cuando eso sucede la fe del pueblo se fortalece y las acciones cobran un profundo sentido religioso. Así sucedió con el pueblo de Israel, de cuya profesión de fe en Dios, se narra en el libro del Deuteronomio. La celebración de ese acto de elección de Dios va acompañada de una profesión pública de fe y de la presentación de las primicias al altar del Señor. Sin embargo, esa celebración y actualización no es algo abstracto, ni el resultado de sus razonamientos, sino la toma de conciencia de su historia, quizá humilde e insignificante, de sufrimiento y opresión, historia de liberación y salvación. Al presentarse al sacerdote, el judío profesa y reconoce que Dios le ha elegido, y hace acto público de su obra liberadora y salvadora.

La fe es una experiencia que debe ser proclamada Los creyentes en la obra redentora de Dios en la persona de Jesucristo, también hacemos nuestra profesión de fe, no sólo por la elección como su nuevo pueblo, sino también por su obra liberadora y salvadora en Cristo. Por lo mismo, la profesión de fe del cristiano tampoco es algo abstracto, sino más bien la declaración y proclamación, con la boca y desde el corazón, de que Dios resucitó a Jesús de entre los muertos para nuestra sal-

vación. Ése es el núcleo central del misterio de nuestra fe, la resurrección del Señor. Esta profesión de fe brota de una profunda experiencia de aquello que se ha creído con el corazón y ha otorgado la salvación, la cual no está limitada a un grupo selecto, sino que se ofrece a todo el que invoque al Señor como a su Dios. Quienes hemos realizado esta experiencia, estamos llamados a ser los nuevos proclamadores de la buena noticia de la salvación. Es nuestra responsabilidad continuar proclamando a todos y por todos los medios, el misterio central de nuestra fe cristiana.

Salir victorioso de la tentación con la Escritura en la mano Como cristianos, el objeto de nuestra fe es la persona de Jesucristo, de quien hemos admitido como verdaderas las declaraciones sobre su persona en cuanto Hijo de Dios, y el testimonio de los apóstoles que confirma que Él es Señor y salvador. Al ser conscientes de la responsabilidad que esto implica, la profesión de fe hoy nos compromete, pues nos une a la suerte de Aquel a quien profesamos con nuestros labios. La alegría de la salvación obtenida no se puede quedar encerrada en nuestro interior, ni siquiera al interno de nuestra Iglesia, pues si profesamos que Jesús es el Señor, nuestra vida ha de ser una vida coherente con ello, una vida en la novedad de Dios, una vida que cuestione y anima la existencia, a veces sin sentido, de los que nos rodean. San Lucas hace partícipes a todos de la profesión de fe de Jesús en Dios. Él es conducido por el Espíritu al desierto donde es tentado. El diablo le hace tres propuestas que tienen como fondo la expresión "si eres el Hijo de Dios…". Ése es el motor de la tentación, que Jesús demuestre que procede de Dios y es su Hijo. Sin embargo, Él en vez de hacerlo, recurre a la Escritura para demostrar su verdadera fe en Dios, que no consiste en acciones maravillosas, sino en hacer su voluntad. enero / marzo - 2013- Vida pastoral no 149

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a Palabra de Dios, contenida en la Escritura, nos hace partícipes de la historia de la vida de un pueblo y de una comunidad, al escucharla y meditarla atentamente en el ámbito de la liturgia de la Iglesia, hagamos renovación de las promesas bautismales y de la fe profesada en Cristo, Señor.

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guías homiléticas Domingo 24 de febrero de 2013 II DOMINGO DE CUARESMA Gn 15, 5-12.17-18/Sal 26/Flp 3, 17-4, 1/Lc 9, 28b-36 (Cf. Lc 9, 28b-36) “En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con Él: eran Moisés y Elías, que aparecieron con gloria, hablaban de su muerte que iba a consumar en Jerusalén (…)”.

Palabra del Señor

DIOS INTERVIENE EN NUESTRA VIDA PARA TRANSFORMARLA

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a Palabra de este segundo domingo de Cuaresma invita a una experiencia de Dios que sea capaz de transformar los diversos aspectos de nuestra vida, nuestro rostro, nuestra conducta, nuestra Iglesia, en la espera de la vida resucitada que el Señor nos ha adquirido por medio de su cruz.

La fe en Dios va acompañada de una alianza de salvación Cuando en la vida de una persona otro ser humano interviene de forma vivencial, la vida no puede seguir siendo lo mismo, alguien ha intervenido, alguien ha realizado una serie de acciones que ponen en movimiento una serie de actitudes, comportamientos y la transformación de valores importantes. Lo mismo sucede cuando Dios interviene en la vida de una persona, lo hace de forma tan radical, aunque respetuosa, que para ésta las cosas y su existencia misma ya jamás serán igual. De igual modo sucedió cuando Dios hizo alianza con Abrán, ya nunca más fue el mismo, a partir de aquel momento se convirtió en padre de la fe de un pueblo, y al haber creído lo que el Señor le decía, será un hombre tenido por justo. Dios no sólo interviene para ofrecer una nueva identidad y misión, sino que ofrece una promesa, que, en el caso de Abrán, será el convertirse en padre de una descendencia incontable como las estrellas del cielo. Las intervenciones de Dios en la historia de las personas y de los pueblos, van acompañadas de signos visibles y de carácter permanente.

Nuestros cuerpos redimidos serán glorificados por Cristo Para Pablo, la intervención de Dios en su vida fue el motivo que dio un giro incomparable a toda su vida, misión y existir; pues la vida de los que siguen al Señor bajo el signo de la cruz, es una vida transformada en la esperanza de la fidelidad a Dios, quien no abandonó a su 38

Vida pastoral no 149 - enero / marzo - 2013

Hijo en la muerte, ni abandonará a los suyos. Es, además, la transformación definitiva de nuestro cuerpo en uno glorioso como el suyo, es decir, poseedores de un cuerpo glorificado y capacitado para la eternidad. Esto implica la aceptación de una realidad que aunque se presenta “dura” (conlleva cargar la cruz), es algo maravilloso por el final que se le anuncia, la eternidad de Dios, gracias a la resurrección del Señor. Así pues, quien ha participado del bautismo no puede ser el mismo, ahora su vida está sumergida en la vida de Cristo.

El encuentro con el Señor en la oración transforma nuestro rostro De lo reflexionado hasta ahora, a partir de los textos bíblicos, podemos preguntarnos cómo se logra una transformación de ese calibre. La respuesta de la Palabra de Dios es, en el caso de Jesús, el encuentro íntimo y profundo con su Padre en la oración, la cual es misterio revelador y transformante, pues su rostro cambió de aspecto mientras oraba. En la oración profunda y llena de sentido con Dios, la vida del orante entra de tal manera en contacto con el misterio divino, que ésta se transforma. Sin embargo, esa transformación no anula el misterio de la cruz, de lo contrario no sería verdadera oración de intimidad, de encuentro, de diálogo... la oración permite asumir con valentía y decisión la cruz. Jesús junto con Moisés y Elías hablan de la muerte que le espera en Jerusalén, no sólo de la gloria que a Él le corresponde en cuanto Hijo de Dios. La mejor actitud ante este misterio es hacer lo que la voz dice, escuchar al Hijo de Dios, que nos señala el camino. Si nos acercamos al misterio fascinante de la oración, no vivamos este tiempo como enemigos de la cruz, antes bien, asumámosla como Jesús lo hizo. Ese será el mejor termómetro para medir qué tan profunda y llena de sentido es nuestra oración.


Domingo 3 de marzo de 2013 III DOMINGO DE CUARESMA Éx 3, 1-8a.13-15/Sal 102/1Co 10, 1-6.10-12/Lc 13, 1-9 (Cf. Lc 13, 1-9) "(…) Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde? Pero el viñador contestó: Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas".

Palabra del Señor

INVITADOS A LA CONVERSIÓN PARA VIVIR EN LA GRACIA de DIOS

La identidad de Dios es fundamento de la liberación En la Sagrada Escritura, la identidad y la autoridad de una persona viene dada en su nombre, por eso una persona puede ser reconocida al pronunciar su nombre. Pero no sólo eso, sino que también la misión de la persona se encuentra en su nombre, ésa es su esencia. Cuando Dios sale al encuentro de Moisés para enviarlo a realizar la obra de la liberación de la esclavitud, Dios le revela su nombre. El Dios que interviene en la vida e historia de Moisés es "Yo soy", ése es su nombre por siempre, ésa será la forma como le llamarán y ese nombre les recordará su acción poderosa. Pero no sólo eso, Yo soy es el Dios de la historia, el Dios de los patriarcas, el que se ha decidido a liberar a su pueblo. Su identidad tiene que ver con la historia de los grandes hombres con los que el pueblo de Israel se identificaba: Abrahán, Isaac y Jacob. Para el pueblo en la esclavitud egipcia no es demasiado tarde, sus súplicas y gritos han llegado hasta el Señor.

Advertidos por la Palabra de Dios sobre los peligros de la fe Pablo hace una advertencia a los cristianos de Corinto, con el ejemplo de Israel en el camino del desierto, pues aunque habían experimentado la liberación y la salvación de Dios, murmuraron, perecieron y murieron. Ser personas y pueblo libres, es una experiencia que requiere un aprendizaje, una paciencia, un lanzarse decididamente a la tarea de construir la libertad. Según

Pablo, la lección es clara, no porque Dios haya liberado, la vida y la condición de liberado están aseguradas, siempre hace falta que el nuevo status de vida y la fe sean coherentes con el espíritu de la liberación y el querer de Dios. Ni de manera personal ni comunitariamente podemos sentirnos firmes y descuidar las responsabilidades propias de quien ha sido liberado para no caer en una nueva esclavitud.

Responder al Señor con actitudes de clara conversión Los cristianos podemos estar confiados de que Dios nos ha salvado, pero no podemos por ello pensar que todo está resuelto. La salvación revela la paciencia de Dios; Él no olvida a su pueblo, Él da ejemplos para actuar en coherencia, Él da tiempo a la conversión. Ese es nuestro tiempo para responder a su Palabra, a su voz y a su voluntad. Los motivos son muchos, pues Dios no está dispuesto a abandonar lo suyo, antes bien prefiere esperar a que las lecciones de la vida y de la historia nos hagan volver a Él con todo el corazón. Es así como Jesús, en Lucas, vuelve sobre otra advertencia, a partir de unos ejemplos dolorosos, con la conclusión, si no se arrepienten, perecerán de la misma manera. Hay una respuesta que dar, arrepentirse de las malas acciones para no perecer, para gozar de la plenitud de la salvación. Generosamente el texto termina con palabras de bondad y benevolencia, de esperanza y confianza en la capacidad del ser humano para responder al Dios que habla y se comunica. enero / marzo - 2013- Vida pastoral no 149

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a liturgia dominical, por medio de la Palabra de Dios, abre horizontes y perspectivas, invita a todos a aprovechar este tiempo especial de gracia, conversión y salvación, pues Dios está dispuesto a otorgar la plenitud de la salvación, sólo falta que nos abramos a su acción y su Palabra.

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guías homiléticas Domingo 10 de marzo de 2013 IV DOMINGO DE CUARESMA Jos 5, 9a.10-12/Sal 33/2Co 5, 17-21/ Lc 15,1-3.11-32 (Cf. Lc 15, 1-3.11-32) “(…) ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco Ilamarme hijo tuyo’. Pero el padre dijo a sus criados: ‘Saquen en seguida el mejor traje y vistanlo; pónganle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traigan el ternero cebado y mátenlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado’. Y empezaron el banquete (…)”.

Palabra del Señor

EL QUE VIVE EN CRISTO NECESITA QUE LA VIDA SEA CELEBRADA

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a Pascua se acerca cada vez más, por eso celebremos con gozo el día del Señor que nos adelanta la gran celebración de la Iglesia nacida del costado abierto de Cristo, de la fuente bautismal y de la Palabra, muy pronto todos los cristianos, en torno a Cristo, cantaremos la victoria de nuestro Dios.

La acción de Dios a favor de su pueblo debe ser celebrada El libro de Josué narra la celebración de la Pascua del pueblo de Israel en Guilgal, la tierra prometida. La liberación y la entrada en la tierra prometida eran dos grandes eventos en la vida del pueblo, ambos merecían una gran celebración. Liberado del oprobio de la esclavitud el pueblo celebra la liberación, hace fiesta y come de los frutos de la tierra. La celebración es un acto convival, una experiencia en torno a la cual se realizan actos que hacen olvidar las penalidades y celebrar la meta alcanzada. La liberación es un acto para celebrar, y dicha celebración está marcada por el comienzo de una nueva vida, bajo el signo de la gratitud, de la bendición y la alabanza a Dios. Ahora el pueblo se alimenta con los frutos que la tierra produce por la bendición de Dios, y con sus mismos dones le alaba por sus obras. Aprendamos de la historia de Israel a vivir en un continuo acto de alabanza a Dios, celebrando sus obras salvíficas.

Reconciliados con Dios en Cristo el Señor Los textos bíblicos invitan a la fiesta que se celebra como comunidad creyente, con la motivación de que lo viejo ha pasado, el pecado ha sido perdonado, un futuro prometedor se ha abierto a todos, la reconciliación ha sido alcanzada; todos estos son motivos de la acción de Dios en medio de la comunidad. Pero hay otros motivos trascendentes, que, igualmente, invitan a la fiesta; la muerte ha sido derrotada, la misericor-

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Vida pastoral no 149 - enero / marzo - 2013

dia ha triunfado sobre la justicia, la celebración festiva se ha convertido en el elemento dominante de la vida cristiana. Pablo anima a ver que por todos lados se ha manifestado la vida nueva que ha comenzado para el cristiano a partir del misterio de la reconciliación realizado en Cristo Jesús, pues por medio de Él Dios nos reconcilió consigo. La acción de Dios se ha realizado en una persona, que entregando su vida, nos ha alcanzado un nuevo estado, que consiste en vivir en novedad de vida, pues lo viejo ha pasado.

El hijo siempre vuelve al Padre Con frecuencia escuchamos a personas que dicen que no tienen motivos para celebrar, que su vida se ha vuelto algo insoportable, en fin, ya el mundo perdió la belleza y el color. Pero a pesar de las nubes, que se extienden sobre el azul del cielo, hay muchos motivos para celebrar, pues la Pascua, la gran fiesta de los cristianos y de la reconciliación, del perdón, de la vida nueva, la noche de la renovación de las promesas bautismales, está cada vez más cerca. Ciertamente, no hay tiempo para lamentos, sino para dejar que la luz del resucitado y la fuerza del Espíritu Santo dispongan nuestro corazón a la fiesta. La hermosa y profunda parábola del padre misericordioso de san Lucas también está, a pesar de la actitud de los dos hijos, dentro del ambiente festivo. El padre, feliz y rejuvenecido al haber recuperado vivo a su hijo que daba por muerto, no lo esconde, ni siquiera le da un tiempo para que recupere su salud y cambie su aspecto. Él lo quiere con aspecto festivo, le viste para la celebración del encuentro de la vida, por eso organiza de inmediato una fiesta, pues conviene celebrar la vuelta a la vida del que estaba perdido. Pero la fiesta está abierta para todos, por eso sale también a convencer al hijo mayor de que se alegre y celebre en familia.


Domingo 17 de marzo de 2013 V DOMINGO DE CUARESMA Is 43, 16-21/Sal 125/Flp 3, 7-14/Jn 8, 1-11 (Cf. Jn 8, 1-11) (…) Jesús se incorporó y le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?". Ella contestó: "Ninguno, Señor". Jesús dijo: "Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más".

Palabra del Señor

DIOS EN JESÚS ESTÁ RENOVANDO EL VALOR DE LA VIDA

Levantemos la mirada hacia la novedad de la acción de Dios El tiempo de la Cuaresma, tiempo de purificación, preparación y disposición a la acción de Dios se está acabando. Pero, ¿ha sido suficiente para, a esta altura del camino, estar bien dispuestos a recibir su salvación? El profeta Isaías tiene buenas noticias para su pueblo y para nosotros. El poder de Dios se presenta con su poder creador que realiza cosas nuevas. La invitación es contundente a no recordar el pasado, a no quedarse en él. Se trata de orientar la mirada hacia lo nuevo que ya está brotando y que anima a un futuro prometedor. Hay que dirigir la mirada al presente y al futuro de la acción de Dios. Él abre caminos, el agua corre y calma la sed, el pueblo vuelve a proclamar las alabanzas del Señor. La novedad es el talante de la acción de Dios. Con el profeta, lancémonos hacia la novedad de Dios, Él está a punto de volver a hacer que la vida y el futuro sean eternos, que la esperanza sea cierta, que la vida ya no pueda ser derrotada.

Cristo Jesús es lo único valioso para el creyente en el poder de Dios San Pablo, en Filipenses, presenta con toda fuerza la novedad creadora y creativa que significó para su vida el encuentro vital con la persona de Jesús. Es sólo desde esa experiencia fundante que para él todo pasó a otro nivel, todo lo que le fue valioso en otro momento ahora ya no lo es. Ha llegado al punto de considerar aque-

llas cosas sin valor, con tal de conocer a Cristo. Cuando Cristo ya no es una idea sino una persona, la vida se transforma, adquiere trascendencia y una significación tal que todo lo demás pierde su brillo. Lo único valioso y central es la persona de Jesús, el hombre que acercó a los seres humanos la presencia de Dios. Para Pablo todo se ha vuelto basura ante la fe en Cristo, la fuerza de su resurrección y el asemejarse a Él en su muerte y esperanza de resurrección; el mismo camino estamos llamados a hacer en nuestra experiencia cristiana de fe.

La forma de juzgar de Dios es diferente de la nuestra, es misericordiosa La presencia de Dios en la persona de Jesús y en nuestra vida se vuelve novedad en la medida en que nos encontramos con su persona de forma decisiva, después de haber puesto todas las demás cosas en un lugar secundario respecto a su querer y su acción poderosa. Es dejar a Dios ocupar el lugar que le corresponde en nuestra vida en cuanto renacidos a la vida por el bautismo. Entonces los valores que considerábamos absolutos, esos que el mundo nos ofrece con la promesa de satisfacer nuestras verdaderas necesidades, se convierten en basura, en signos de un vacío que no logra llenar nuestra ansia de eternidad y de amor pleno. El texto de san Juan presenta admirablemente la novedad de la forma como ahora Dios valora las cosas en la persona de Jesús. Los hombres acusadores y con el dedo dirigido a la mujer pecadora, de repente pasan de ser los valientes acusadores a experimentarse seriamente acusados y sin autoridad moral para lanzar piedras a la sorprendida en adulterio. Dios, en Jesús, mira las cosas de otra manera. De ese modo nos da una profunda lección: acusar al otro, aun cuando realmente sea culpable, pero sin mirar para dentro de sí mismo, es una grave falta delante de la misericordia y perdón de Dios. enero / marzo - 2013- Vida pastoral no 149

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a Palabra de nuestra liturgia dominical invita a tomar conciencia de la novedad traída por Cristo, a recomenzar sin importar lo oscuro de nuestro pasado, a dejar que su presencia que hace nuevas todas las cosas, renueve nuestra vida y dé un giro sobrenatural a nuestra manera de ver la realidad.

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guías homiléticas Domingo 24 de marzo de 2013 DOMINGO DE RAMOS Lc 19, 28-40/Is 50, 4-17/Sal 21 Flp 2, 6-11/Lc 22, 14-23, 56 (Cf. Lc 19, 28-40) (…) Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos. Y, cuando se acercaba ya la bajada del monte de los Olivos, la masa de los discípulos, entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos, por todos los milagros que habían visto, diciendo: "¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto".

Palabra del Señor

ANTES DE LA MUERTE EL SEÑOR HABLA DE SU RESURRECCIÓN

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a solemnidad de este Domingo de Ramos nos convoca a la alegría, pero nos hace tomar conciencia de que la llegada de Jesús a Jerusalén no es un momento de triunfo, sino de entrega, incomprensión y de vida para quienes permanecen fieles al lado de Él y comparten su alimento.

Con el rostro en alto contemplemos la fidelidad de Dios Ante la humillación recibida injustamente, es difícil mantener el rostro en alto; la humillación ofende en lo profundo tanto al ser personal, como también en el ser comunitario. Un país humillado por otro tiene dificultades para levantarse y demostrar su valía y autenticidad, un pobre humillado por un “poderoso” ve ofendido su ser íntimo. El profeta Isaías, aun cuando reciba tirones de barba, insultos y salivazos, ha decidido mantener su rostro en alto, guardar silencio, abandonarse a otro. Él sabe en quién ha puesto su confianza, sabe que el Señor no le defraudará, por eso está seguro de que no quedará avergonzado y humillado ante sus enemigos. Quien confía en el Señor, es capaz de soportar las más profundas humillaciones, algo en su interior le asegura que las cosas terminarán a su favor. Isaías es modelo de lo que sucederá a Jesús, quien ahora entra en la ciudad de Jerusalén vitoreado por las multitudes, pero muy pronto, incluso los suyos, le abandonarán.

Humillarse a sí mismo para ser por Dios exaltado Hay quien se siente poderoso por el puesto que ocupa en el mundo de los negocios o la política, quien en el campo de la pastoral, y en otras muchas funciones al servicio de la comunidad civil o de fe. Sin embargo, entre cristianos esto no debería suceder, el modelo que Pablo en Filipenses presenta a quienes se creen mejores que los demás, expresa la realidad de la experiencia 42

Vida pastoral no 149 - enero / marzo - 2013

de humillación sufrida por Cristo, quien sin dejar de ser Dios, ha asumido la realidad humana con todas sus consecuencias, hasta padecer en su propia carne el final trágico de la humanidad, la muerte. Pero su muerte no fue una muerte más, sino la peor de aquel tiempo, y ello es signo de lo que significa una vida confiada a las manos de Dios, una vida bajo la guía y protección del único que no abandona, aun cuando permita la muerte del justo. Jesús es el modelo de una vida cuyo centro vital no es su propia suerte o majestad, sino la gloria de Dios.

La Cena de Pascua vence al sufrimiento y la muerte Cuando escuchamos la narración del sufrimiento de una persona, conocida o no, o de la vida de un santo, nos sentimos sobrecogidos, algo en nuestro interior se conmueve. Hay muchas personas en nuestros pueblos y caseríos, que cada día sufren la crueldad de los que se consideran mejores que ellos, de los que creen que unos son más que otros. Al escuchar hoy la narración de la pasión de Jesucristo según san Lucas, nos sorprende que se anote el detalle del cumplimiento de un deseo de Jesús, comer la Pascua con los suyos. Para san Lucas la pasión “era necesaria”, y condición para que el Mesías realizara la obra de la redención. La cena de fraternidad que Jesús inaugura y que anticipa su entrega, está marcada por la incomprensión de los discípulos, cosa que Lucas ha recalcado una y otra vez a lo largo del Evangelio. Jesús habla de entrega y ellos están discutiendo quién es el más importante, sin darse cuenta de qué es lo más importante. Ésa misma noche la confusión de todos llegará a su punto máximo y ninguno estará preparado para ello. El domingo de ramos y la semana santa han de ser para nosotros una oportunidad para acercarnos a la Cena del Señor y celebrar el misterio de nuestra redención, hagámoslo con un corazón purificado de todo deseo de superioridad y dominio.


Jueves 28 – Viernes 29 de marzo de 2013 SANTO TRIDUO PASCUAL (cf. Jn 13, 1-15) “Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo (…) Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les dijo: ¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? (…) Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan” .

Palabra del Señor

EL MISTERIO PASCUAL ES VIDA PARA TODOS LOS CREYENTES EN EL SEÑOR

Jueves santo Éx 12, 1-8.11-14/Sal 115/1Co 11, 23-26/Jn 13, 1-15

Hagamos memoria del misterio de la redención y del amor El jueves santo es el preludio de la pasión del Señor. La liturgia de este día nos hace partícipes de la vivencia de tres elementos importantes de nuestra experiencia cristiana, que brotan de la misma Palabra de Dios: la Cena del Señor, la institución del sacerdocio ministerial y de la Eucaristía. La primera lectura pone de manifiesto la celebración de la pascua judía, que simboliza la liberación del pueblo de la esclavitud por medio del sacrificio del cordero, cuya sangre libra a los hijos de Israel de la ira de Dios. Esta celebración prefigura el sacrificio de Cristo, el cordero de Dios, que nos libra de la esclavitud del pecado y de las ataduras de la muerte. San Pablo nos participa del memorial perpetuo de la Cena del Señor, que anticipa su Pascua, poniendo especial énfasis en el cáliz de la Nueva Alianza que contiene la sangre del sacrificio con la que sella el pacto de la redención. La celebración continua y permanente de esta alianza actualiza el sacrificio del Señor. En ese mismo contexto de la Cena, san Juan narra el acto humilde de Jesús que, en actitud de servicio, lava los pies a sus discípulos, poniendo de manifiesto lo que ellos deben realizar luego como continuadores del Reino; este acto da cumplimiento al gran mandamiento del amor, que los discípulos y los cristianos deben vivir unos a otros.

Viernes santo Is 52, 13-53, 12/Sal 30/Hb 4, 14-16; 5, 7-9/Jn 18, 1–19, 42

La cruz de Cristo es el misterio de nuestra redención La celebración de este día de la pasión del Señor no es de tristeza, ni tiene nada que ver con una celebración de la muerte; todo lo contrario, hoy celebramos el gran misterio del amor, el sacrificio total del Hijo, que se entrega a la muerte para renacer a la vida nueva. En la pasión de Jesús, que nos obtiene la salvación con el perdón de los pecados, el centro de la celebración lo ocupa el mensaje de la cruz, así como la muerte y la sepultura; pero eso no es el final del Salvador. Todo este acontecimiento es necesario para llevar adelante el plan de salvación, pues, como dice el profeta, el castigo del inocente nos trae la paz, por sus llagas somos curados. Nuestra mejor disposición en este día es acompañar con fe el camino de dolor que sigue Jesús como acto obediente de la voluntad del Padre, como ese sacrificio de intercesión por el cual somos justificados de nuestros pecados. El día de hoy, entonces, nos debe anticipar la Pascua, encendiendo en nuestros corazones un deseo intenso de vivir el misterio pascual con el Señor y en comunidad con la Iglesia. Contemplemos el misterio de la cruz, hagamos silencio, levantemos la vista para mirar al traspasado por nuestros crímenes y pecados; alabemos al que se mantuvo fiel a la voluntad del Padre, incluso en la prueba más dura, la muerte. enero / marzo - 2013- Vida pastoral no 149

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a celebración del triduo pascual nos inserta en el corazón del misterio de nuestra fe, entremos en él y salgamos con Cristo victoriosos sobre la muerte y el pecado, redimidos y salvados por el amor.

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guías homiléticas Sábado 30 de marzo de 2013 SANTO TRIDUO PASCUAL Gn 1,1-31 ó 2,1-2/Gn 22,1-18/Ex 14-15,30/Is 54,5-14/Is 55, 1-11/ Ba 3,9-15.32-4,4/Ez 36.16-28/Rm 6,3-11/Lc 24.1-12 (Cf. Lc 24, 1-12) “El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. Y hallaron removida la piedra del sepulcro; y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. (…) ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día (…)” .

Palabra del Señor

LA VIDA ALCANZA EL TRIUNFO ETERNO SOBRE LA MUERTE

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oy, con la vigilia y la renovación bautismal, llegamos a la meta de nuestro camino, al signo que da sentido al misterio cristiano: el triunfo de la vida sobre la muerte.

El camino de salvación trazado desde antiguo Las siete lecturas del Antiguo Testamento ponen de manifiesto la acción de Dios por su pueblo: el camino de salvación; es, además, el tiempo de preparación para la gran manifestación del Altísimo, que en el mayor acto de amor se hace uno de nosotros. Desde la creación, el Padre toma la iniciativa de comunicarse con sus criaturas, ofreciéndoles cosas imposibles para el hombre, pero posibles para Dios. Quien se acoge a esta iniciativa, puede ser considerado como “hombre de fe” y justo, y habitar en la tierra prometida, ver la gloria del Señor. “Con amor eterno se ha apiadado de ti tu Redentor”, nos dice Isaías, un amor que supera la infidelidad y la dureza de corazón del ser humano. Sólo el amor de Dios es capaz de decir: “Vengan a mí y vivirán. Sellaré con ustedes una alianza eterna”, una alianza que se perpetúa en la eternidad con el sacrificio del Cordero; Cordero que nos pide seguir el camino que nos conduce a la luz, a la salvación, pero que, además, nos da un corazón nuevo y nos infunde un espíritu nuevo.

Cristo resucita de una vez y para siempre San Pablo nos dice que “todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús por medio del bautismo, hemos sido incorporados a su muerte… para resucitar con Él”. Aquí el bautismo es el elemento por el cual el cristiano pasa de una vida a otra, es decir, con el bautismo morimos a la vida del pecado para resucitar a la vida nueva y gloriosa. El compromiso para el cristiano es vivir ese 44

Vida pastoral no 149 - enero / marzo - 2013

bautismo de una forma que transparente esa vida nueva. Aquí ya no hay espacio para el pecado, la envidia, el rencor, la violencia, la corrupción y otros hechos que me atan a mi viejo yo y van en contra de la vida cristiana que, por el contrario, debe orientarse por el amor, el perdón, la justicia, la honestidad, la paz… Sólo quien comienza a vivir de esta manera es que ha asumido de forma correcta el bautismo y la vida nueva que nos ofrece Cristo con su resurrección.

¡Cristo vive! El desconcierto de las mujeres que van a visitar la tumba al ver la piedra retirada y no encontrar el cuerpo del Señor, no puede ser menor a la alegría que sienten cuando los ángeles les comunican que Jesucristo ¡ha resucitado!, que vive, que no está entre los muertos. Así también debe ser el desconcierto y la alegría en nosotros cuando escuchamos este Evangelio y descubrimos que Dios Padre ha levantado a su Hijo de la muerte para, con este signo glorioso, darnos la vida eterna. Sin embargo, imbuidos como estamos del ruido de la sociedad, de la velocidad de las comunicaciones, del facilismo de vida que nos ofrecen los medios de comunicación en complicidad con la publicidad mercantilista y alienante, hacen que el asombro por la vida se desvanezca, que la noticia de la vida eterna se vea como algo inservible, para pasar a vivir el hoy, sin esperanza, sin compromiso, sin trascendencia. Pero los cristianos, que vemos en la resurrección el mayor don de Dios, no podemos dejar de celebrar y proclamar que Jesús es la vida y la resurrección.


Domingo 31 de marzo de 2013 DOMINGO DE PASCUA Hch 10, 34a.37-43/Sal 117/Col 3, 1-4/SECUENCIA/Jn 20, 1-9 (Jn 20, 1-9) “El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: -Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que Él había de resucitar de entre los muertos”.

Palabra del Señor

LOS QUE COMIERON Y BEBIERON CON ÉL DAN TESTIMONIO

Los testigos del Señor resucitado han comido y bebido con Él Hoy celebramos, como memorial, el paso del Señor de la muerte a la vida resucitada, y con Él, la de todos los que creemos en el testimonio de los Apóstoles. Pedro, el apóstol y testigo, describe la persona de Jesús como ungido por Dios con el Espíritu Santo, que durante su vida terrena pasó haciendo el bien y sanando. Pedro reconoce la humanidad de Jesús y proclama que Dios lo ha resucitado, él y los apóstoles son testigos de la suerte que le tocó al final de su vida por el camino de la cruz. Los apóstoles son testigos, han comido y bebido con el Resucitado, le han visto y oído, y dan testimonio solemne de su resurrección. Esta experiencia nos convierte, en cuanto discípulos misioneros, seguidores del Resucitado, en testigos que comunican a las nuevas generaciones el hecho de la resurrección, memorial que se actualiza en cada Eucaristía.

Los renacidos del agua y del Espíritu buscan las cosas de arriba, las eternas San Pablo, que ha vivido intensamente la experiencia de Cristo resucitado, con sus palabras exhortativas, quiere elevar al cristiano hacia los bienes de arriba, le dirige la mirada hacia otro lugar, el de la presencia de Dios, para que con todo el ser y el corazón busque los bienes verdaderos. Quien se ha revestido de Cristo resucitado por las aguas del bautismo, no puede permanecer con la mi-

rada puesta en las cosas de aquí abajo. La nueva vida en Cristo ya no es para agradar al mundo con sus ofertas de vida que tan sólo conducen a la muerte, sino para con nuevo estilo y conducta vivir a la espera de la manifestación de la gloria de Dios. La renovación de las promesas bautismales, la memoria hecha con el testimonio de la Escritura de la acción de Dios en la historia y en la vida de las personas, nos persuade de estar atentos a todo aquello que alimente el deseo y la búsqueda de la vida eterna.

La resurrección del Señor era necesaria y ahora debemos testimoniarla La resurrección no es una casualidad, no es un discurso intelectual, no es un invento de los discípulos del Señor, no. La resurrección de Jesús de Nazaret es una necesidad, tenía que ser así. San Juan expresa de manera concreta una de las dificultades que puede tener la comunidad a la hora de enfrentarse con el hecho de la resurrección de Cristo. No se puede tampoco asumir la resurrección con una actitud que no cuestiona los acontecimientos narrados, es necesario que ella sea asumida en nuestro ser con todas sus cualidades y capacidades, por eso ciertamente los diferentes signos y testimonios hacen difícil la comprensión del misterio. La comunidad de Juan llega a una convicción de la resurrección después de haber visto cómo estaban las vendas y el sudario, pues éstos estaban justo en el mismo lugar donde estaba Jesús, todo quedó como había sido dejado el viernes de la crucifixión y muerte, siendo claro testimonio de que Él está vivo; no lo han robado. Es tarea nuestra hacer partícipes a todos de la verdad de la resurrección del Señor. enero / marzo - 2013- Vida pastoral no 149

guías homiléticas

L

a solemne liturgia pascual de este domingo es no solo memorial sino también testimonio de la acción del Resucitado en la vida de sus testigos, de los que comieron y bebieron con Él, pero también de los que por el Espíritu se dejan conducir a la comprensión de tan admirable misterio.

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liturgia

Por: P. WILSON ZULOAGA, ssp

EL AÑO LITÚRGICO (III) Continuamos con el recorrido de la Catequesis litúrgica que responde a las necesidades pastorales de muchos lectores que lo han venido solicitando. Seguimos, pues, brindándoles esta enseñanza dirigida a los agentes de pastoral, sacerdotes, religiosos (as) y laicos (as) que, como fieles lectores, siguen las observaciones que compartimos con todos.

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La epifanía La solemnidad de la Epifanía se celebra el 6 de enero, litúrgicamente hablando. La palabra Epifanía tiene su origen en la lengua griega, lengua en la cual fueron escritos los textos del Nuevo Testamento y algunos del Antiguo Testamento conocidos como deutero-canónicos, es decir, del segundo canon bíblico veterotestamentario. El término como tal significa en griego: manifestación, revelación o aparición; y en realidad es lo que la Iglesia celebra en esta fecha especial: la manifestación de Dios, la revelación del Hijo de Dios, la aparición en el mundo del Dios encarnado, de Dios hecho hombre; una aparición o manifestación que se da para la humanidad entera, ello representan los Magos venidos de Oriente, es decir, para todos los puntos del globo terráqueo, Jesús vino a manifestar su presencia salvadora en medio de la humanidad.

Una initación al encuentro con el Señor. A realizar una experiencia de oración y meditación en la Palabra de Dios.

Mateo es el único evangelista que lo presenta, debido a que la intención del autor de este Evangelio es la de demostrar que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios vivo; su Evangelio estaba especialmente dirigido a los judíos de la diáspora, o sea, los judíos que estaban dispersos por el mundo en tierras extranjeras.

Herodes en el nacimiento de Jesús Una figura bastante polémica en nuestra historia sagrada, es la figura del rey Herodes “el Grande”. También llamado Herodes I, gobernaba Judea, Galilea, Samaria e Idumea en tiempos del nacimiento de Jesús. Murió hacia el año 4 a.C. por ello se establece que Jesús nació realmente hacia el año 6 a.C. debido a que Herodes mandó asesinar a los niños menores de 2 años cuando se enteró del nacimiento del Salvador. Una imprecisión matemática de Dionisio el Exiguo, quien fue el que desarrolló el primer calendario cristiano, alteró en 6 años la aproximación del año del nacimiento de Jesús. Cuenta el Evangelio de Mateo que Herodes se enteró del nacimiento del Mesías por los Magos venidos de Oriente que seguían una estrella que los iba guiando por el camino hacia donde encontrarían el lugar del nacimiento. Enterado que los Magos habían partido de regreso a sus tierras por otro camino, entró en cólera y dio la orden de eliminar a todos los niños menores de 2 años, según el cálculo hecho por él mismo tras haber recibido la noticia dada por los Magos, queriendo garantizar así la perpetuidad

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liturgia de su trono, pues tenía miedo de que le fuera arrebatado su lugar como rey, ya que los Magos le habían dicho que iban a adorar al “rey de Israel”, que acababa de nacer. La conmemoración de este acontecimiento es lo que conocemos con el nombre del “Día de los santos inocentes”, que celebramos el 28 de diciembre de cada año.

El bautismo del Señor Con la celebración de la solemnidad del Bautismo del Señor se da por cerrado el tiempo litúrgico de Navidad, de tal manera que al lunes siguiente comienza el denominado tiempo Ordinario, pero ¿por qué inicia desde aquí el tiempo Ordinario y se cierra el tiempo de Navidad? Muy sencillo: durante todo el tiempo de Navidad celebramos el gran miste-

rio de la Encarnación, un misterio que mantuvo la expectativa de “¿qué iba a pasar con este Niño que había nacido?”, “¿qué buenas nuevas traerá para la humanidad?”. Como fue un tiempo oculto, apenas mistérico, ahora se va a revelar a la humanidad la vida pública de Jesús, y su vida pública comienza desde el bautismo en el Jordán. Sabemos que la vida de Jesús, desde su nacimiento y sus primeros años de infancia datos mínimos nos presenta san Lucas, fue una vida privada; “Jesús iba creciendo en estatura, sabiduría y gracia, delante de Dios y de los hombres” (cf. Lc 2, 52). Es hasta el bautismo en el Jordán cuando Jesús va a comenzar su ministerio público, por tal razón, la liturgia nos trae hasta acá la Navidad, y desde acá nos inserta en el tiempo Ordinario.

El tiempo Ordinario Con el comienzo del tiempo Ordinario, no estamos dando comienzo a un tiempo sin importancia, como suele definirse la palabra “ordinario”, no. El término Ordinario en este contexto hace referencia al Ordo, es decir, al orden, a la organización del tiempo litúrgico, que diferencia esta etapa de los tiempos fuertes como Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua, es decir, mientras no nos encontremos en ninguno de estos tiempos llamados fuertes, estamos en tiempo Ordinario. Este tiempo consta de 33 o 34 semanas a lo largo del año, que complementan las 52 semanas del Año litúrgico, y que está distribuido en dos etapas a lo largo del año: una primera etapa que va desde el lunes siguiente al bautismo del Señor hasta el martes anterior al miércoles de ceniza, cuando comienza la Cuaresma; y una segunda etapa, que va desde el lunes posterior a Pentecostés, es decir, al concluir la Pascua, hasta la semana correspondiente a la solemnidad de Cristo Rey, o mejor aún, hasta el sábado anterior al I domingo de Adviento del Año litúrgico siguiente. 48

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¿Cómo se diferencia de los otros tiempos? La primera característica que debemos tener en cuenta es la forma como se celebra. El Adviento, la Navidad, la Cuaresma y la Pascua, tiene sus condiciones litúrgicas propias que se distinguen por sus signos y símbolos en las diferentes ceremonias. El principal signo con el que podemos distinguir que estamos en tiempo Ordinario es el color litúrgico, en este caso, es el color verde. El verde es el color de la esperanza, pero entonces surge una pregunta: ¿Y luego el tiempo de Adviento no era el de la espera? ¿Por qué entonces no se usó en Adviento el verde en vez del morado? Pues bien, la respuesta es esta: el color morado que ya vimos en el Adviento y volveremos a recalcar en Cuaresma, es color penitencial, preparatorio, es a ese tipo de espera que se refiere. No porque no tenga nada que ver con la esperanza, sino más bien, porque tiene que ver con la preparación interior de cada fiel para recibir al Mesías en su venida o en su regreso, a diferencia del verde en el tiempo Ordinario.


El tiempo del discipulado

Es la esperanza fiel de ser auténtico seguidor de Jesús, pero para ello debe comportarse como Él en todas sus manifestaciones: amar como Él, hablar como Él, actuar como Él. La esperanza es propia, es individual y es comunitaria: individual porque el compromiso es personal de hacerse auténtico discípulo del Maestro, y comunitaria porque el ejercicio de dicho discipulado al ejemplo del Maestro se realiza en la comunidad, con la comunidad, por la comunidad y para la comunidad.

¿En concreto qué conmemora el tiempo Ordinario?

La esperanza del tiempo Ordinario es una esperanza que tiene que ver con la actitud interior del fiel, es decir, con su característica propia de ser fiel, de ser discípulo de Jesús; en ese orden de ideas podemos decir que el tiempo Ordinario es el tiempo del discipulado, es decir, el tiempo en el cual el discípulo busca la configuración con su Maestro, Jesús, para ser sacramento vivo de Cristo.

En el tiempo Ordinario encontramos las acciones concretas de Jesús realizando aquello que el Padre le mandó: Jesús en este tiempo, tal como lo presenta la liturgia, desarrolla su obra dentro de la comunidad, se hace acompañar de sus Apóstoles y demás discípulos para realizar su acción conjuntamente con ellos, realiza los milagros y signos a favor de los más pobres y necesitados del pueblo de Dios, y compromete su vida para la salvación de la humanidad. Ésta es la acción que debe ejercer el discípulo de Jesús, y como dichas acciones se desarrollan litúrgicamente en este tiempo Ordinario, la invitación es a hacer nosotros lo mismo que Él hizo, por ello, el tiempo Ordinario es el tiempo del discipulado.

La Cuaresma

El significado del 40

El miércoles de ceniza marca en el Año litúrgico el inicio del tiempo de la Cuaresma. Como su nombre lo indica es el lapso de 40 días en los cuales el pueblo de Dios entra en etapa de penitencia, tras un proceso de conversión, examen de vida interior, limosna para los más pobres, desposeídos y necesitados, y ayuno como señal de solidaridad con los que no tienen que comer, para compartir con ellos algo de su alimento.

El número 40 nos indica un largo proceso que se va dando en un camino de conversión, de examen interior, de análisis de los propios actos. En el pueblo de Israel, los 40 años de su paso por el desierto rumbo a la Tierra Prometida nos invita a reflexionar sobre nuestro proceso en búsqueda del Reino de Dios, el cual es nuestra “Tierra Prometida” analógicamente hablando.

La Cuaresma nos invita a recordar los 40 años del pueblo de Israel en el desierto, luego de haber huido de Egipto rumbo a la Tierra Prometida; igualmente, nos invita a reflexionar los 40 días de Jesús en el desierto donde fue tentado por el demonio antes de iniciar su vida pública y después de su bautismo en el Jordán.

Este largo proceso de búsqueda y de encuentro, es un anticipo de la búsqueda del fiel cristiano en su proceso de encuentro con Dios hasta conseguirlo. El pueblo debió atravesar muchas dificultades en su caminar mientras se iba purificando para llegar al momento definitivo de su entrada en la Tierra Prometida.

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liturgia En el caso de Jesús y sus 40 días en el desierto, son una muestra anticipada también de lo que todo fiel cristiano tiene que enfrentar para cumplir con su misión; una vez que acepta la encomienda del Señor deberá afrontar múltiples tentaciones que la intentarán sacar del camino, pero Jesús enseña cómo pueden ser vencidas esas tentaciones en cuanto se esté cubierto por el Espíritu del Señor, pues fue Él quien llevó a Jesús al desierto para acompañarlo y confortarlo en los momentos más complicados.

Oración, limosna y ayuno Durante estos 40 días la Iglesia hace especial énfasis en estos tres aspectos: oración, limosna y ayuno. Si nos fijamos bien, cada uno de ellos tiene una dimensión y característica diferente: En primer lugar, la oración posee un carácter netamente relacional de yo – tú, donde el yo es individual y el tú es Dios. Es decir, con la oración como principal fuente de nuestro trabajo espiritual durante estos 40 días, el penitente entra en relación directa con Dios. Esta relación, que posee una dimensión orante vivencial y por ello le fortifica, le permitirá asumir los otros dos aspectos que se invitan a vivir en la Cuaresma: la limosna y el ayuno. En segundo lugar, encontramos la limosna, con un carácter relacional de un nosotros, es decir, el individuo que ha entrado en diálogo con Dios hará efectiva su relación en la medida en que se concientice de su labor comunitaria y ayude a sus co-hermanos a cubrir sus necesidades, principalmente aquellos que no tienen posibilidades económicas favorables para su subsistencia. Si la primera fue una dimensión orante vivencial, ésta es una dimensión orante comunitaria.

La invitación concreta de la Cuaresma Combinando estos dos acontecimientos históricoteológico-bíblicos, la Cuaresma nos invita a usar de este tiempo para: - Realizar un examen interno, un examen de conciencia, para verificar cómo está nuestra relación con Dios. - Acto seguido, ser conscientes de nuestra condición de bautizados, pues ello nos hace ser hijos de Dios y miembros de la Iglesia a la cual pertenecemos y dentro de la cual estamos llamados a ejercer una misión. - Tomar conciencia de la misión que nos ha sido encomendada para responder a dicha misión, aun a sabiendas que encontraremos obstáculos que debemos vencer y tentaciones que tenemos que enfrentar. - Por último, fortificar con la oración nuestra fe para pedir que el Espíritu del Señor sea el que nos guíe, nos conduzca, nos señale el camino más apropiado para ejercer nuestro ministerio, ya sea laical ya sea sacerdotal, pero siempre en aras del crecimiento del Reino de Dios.

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En tercer lugar, encontramos el ayuno, con un carácter relacional de intimidad, es decir, conmigo mismo. El ayuno, es la dimensión personal en la cual el individuo entra

Al vivir la Cuaresma con esta conciencia, nos estamos preparando adecuadamente al acontecimiento central que estamos esperando: el misterio salvífico de Cristo.


en un proceso de mortificación propia por medio del cual sacrifica algo de sí para que otros lo puedan disfrutar, ese carácter de relación íntima que me permite salir de mí para fijarme en los otros. Complementario, aunque diferente a la limosna, el ayuno nos ayuda a identificar la satisfacción personal en el dar, no en cuanto al dar, sino en cuanto al recibir de aquel que no tiene.

El color litúrgico de la Cuaresma Ya habíamos hecho mención al color litúrgico de la Cuaresma cuando habíamos mencionado el tiempo del Adviento. En la Cuaresma también el color morado se hace presente en la liturgia, quizás no en las mismas dimensiones del Adviento, pero sí muy similares, y añadiendo otros aspectos que le son de vital importancia al significado en cuanto tal, por las características propias de este tiempo Litúrgico. Si bien en el Adviento hablamos de un periodo de preparación para esperar la llegada del Mesías, en la Cuaresma vivimos un tiempo penitencial como acto preparatorio a la celebración del misterio central de nuestra fe; recordemos que el morado, acá, significa penitencia, más que en cualquier otro tiempo litúrgico; la Cuaresma es el tiempo penitencial por excelencia, pues nos invita a arrepentirnos de nuestros pecados para ser merecedores del Reino en cuanto al cumplimiento de la voluntad del Padre.

El Gloria y el Aleluya se omiten Por todo lo anterior, en Cuaresma desaparecen el canto del Aleluya y el himno victorioso de Gloria, pues estos sólo se volverán a entonar cuando llegue la Pascua, en el momento más importante de nuestras celebraciones, es decir, en la resurrección de Cristo. Aquí encontramos una diferencia importante con el Adviento, pues en Adviento si bien desaparece el Gloria, se mantiene el Aleluya, pues existe una alegría esperanzadora en el nacimiento del Salvador; en Cuaresma, el Aleluya, que significa: Alegría, desaparece en orden al tiempo, dado que a sabiendas que Cristo va a ser entregado por nuestros pecados para morir en la cruz, ningún canto de alegría puede acompañar esta situación; la alegría aparecerá cuando Él resucite, por eso sólo hasta la Pascua se vuelve a entonar el Aleluya: aquí se convierte en un canto final gozoso que nos invita a celebrar que Cristo venció la muerte con su resurrección. En nuestra próxima edición, nos adentraremos en la Pascua, centro y eje de nuestras celebraciones litúrgicas.

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INICIA EL 1 DE ABRIL


testigos de la fe Por: P. AgustĂ­n Petroselli, CSJ P. Danilo Medina L., SSP

San Pablo: Vida y obra de un coloso cristiano

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T

ratar de resumir en pocas páginas la figura y la obra de un personaje de las monumentales características de san Pablo es un pecado de ambición e insensatez, que conlleva, además, el peligro de empobrecer, o al menos ocultar a la vista de los lectores, las verdaderas dimensiones de la vida y testimonio del Apóstol de las gentes. Sin embargo, renunciar a este desafío sería una falta aún más grave, porque significaría privar a muchos hermanos de un modesto “abreboca” que podría motivarles el apetito para leer, conocer y apreciar mejor a Pablo de Tarso, heraldo de Cristo.

Los Hechos de los Apóstoles nos ponen en contacto con la vida e historia de la comunidad cristiana de la primera hora en la cual campea la figura apostólica y misionera de san Pablo. También sus propias cartas o epístolas nos ayudan a conocer mejor a este enamorado de Cristo que, aunque no conoció físicamente al Señor Jesús, fue constituido su “Apóstol”, por intervención divina, y la primera Iglesia le rubricó este título del cual Pablo se siente santamente orgulloso (cf. 1Co 9, 1-6; 15, 9-11).

Su vida podríamos considerarla dividida en dos partes casi iguales: hasta los 30 años, como fervoroso fariseo; luego, aproximadamente otros 30 años, como cristiano y apóstol, misionero y escritor infatigable, fundador y animador de las comunidades cristianas en el área del Mediterráneo.

1. ¿Quién era san Pablo?

1.1 Pablo, el fariseo:

Al igual que muchos otros judíos de su época, él también tenía dos nombres: Saulo y Pablo; el primero venía de su origen judío (Saulo), el segundo hace referencia a su ciudadanía romana (Pablo). En los primeros 13 capítulos de los Hechos de los Apóstoles es identificado con el nombre de Saulo (cf. Hch 7, 58; 8, 1.3; 9, 1ss y 13, 9), en cambio, el propio Apóstol en sus cartas se llama a sí mismo “Pablo”, nombre con el que también aparece mencionado en otros escritos del N.T. y en los Hechos de los Apóstoles a partir del capítulo 13 (cf. Hch 13, 9.13ss; 2P 3, 15).

Nació en Tarso, capital de Cilicia, en Asia Menor (cf. Hch 21, 39; 22, 3), en torno al año 5 d.C., recibiendo el influjo de dos culturas: la judía y la helenista (o griega). En efecto, por raza y religión su origen era judío, pero pertenecía a la comunidad “de la diáspora”, es decir, a los judíos que vivían fuera de la Palestina, y por ello estuvo en contacto con el ambiente griego del cual asume la lengua y muchos elementos que marcan su vida y su pensamiento. Según el testimonio que él mismo da, su formación fue aquella

de un “fanático partidario” de las tradiciones del pueblo judío (cf. Ga 1, 14), fariseo sincero y convencido, en todo irreprochable en el cumplimiento de la Ley (cf. Flp 3, 6). Sus padres eran también hebreos de la tribu de Benjamín (cf. Rm 11, 1; Flp 3, 5). Su educación como fariseo tuvo lugar en Jerusalén, habiendo sido alumno de Gamaliel, uno de los más ilustres maestros judíos (=rabinos) de su tiempo (cf. Hch 22, 3; 5, 34). De sus padres recibió también el título de “ciudadano romano”, que le servirá más adelante como apelación para llegar hasta Roma (cf. Hch 22, 25-29).

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testigos de la fe

1.3 Pablo, Apóstol y misionero: Después de la experiencia vocacional, camino de Damasco, Pablo fue bautizado y permaneció en Damasco algunos días (cf. Hch 9, 19). Luego fue a Arabia por un período indefinido de tiempo, después del cual regresó a Damasco, y allí permaneció por tres años (cf. Ga 1, 17-18). Enseguida, decidió ir a Jerusalén y encontrarse con Pedro (cf. Hch 9, 26-30; Ga 9, 18-20). En Jerusalén se levantó contra él una conjura para matarlo, y se vio obligado a huir a Tarso, donde parece que estuvo desde el año 40 hasta el 44 (cf. Hch 9, 30). De Tarso fue llevado por Bernabé a Antioquía, y allí se quedó un año más. Desde Antioquía, hacia el año 46, comienza sus viajes misioneros (cf. Hch 11, 25-30).

a) Primer viaje misionero (cf. Hch 13, 3 – 14, 28):

1.2 El camino de Damasco: Coherente con su fervor de fariseo celoso de la Ley, Pablo aparece como fuerte adversario de Cristo y de sus discípulos: asiste a la lapidación de san Esteban (primer mártir cristiano), y se convierte en aguerrido perseguidor de los cristianos (cf. Hch 7, 54-60; 8, 1.3). Pero alrededor del año 35 d.C., mientras recorría el camino hacia Damasco para tomar prisioneros a los seguidores de Cristo, Pablo tiene una experiencia extraordinaria de encuentro con Jesús: la revelación del Cristo glorioso que produce un vuelco radical en su existencia; y así, este acontecimiento (comúnmente llamado “conversión”) le descubre su nueva vocación de Apóstol, y lo transforma en uno de los más apasionados seguidores y misioneros de aquel Mesías que antes perseguía en la persona de sus discípulos. Para el mismo Pablo y para la Iglesia primitiva, este evento vocacional fue tan importante que viene relatado varias veces y con diversos matices (cf. Hch 9, 1-30; 22, 3-11; 26, 12-18; Ga 1, 13-20; 1Co 9, 1; 15, 8). Como es lógico, el efecto de este sorpresivo y providencial encuentro con el Señor en el camino de Damasco, se manifiesta también en una decisiva “conversión” de mentalidad.

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Pablo y Bernabé fueron “separados” por el Espíritu Santo para esta misión evangelizadora, que duró aproximadamente tres años. Parten de Antioquía de Siria, visitan Seleucia, Chipre; pasan también por Pafos, Perge, luego llegan a Antioquía de Pisidia, después a Iconio, Listra y Derbe. Desde allí emprenden el retorno: Listra, Iconio, Antioquía de Pisidia y Perge de Panfilia hasta concluir de regreso en Antioquía de Siria. El método apostólico seguido es siempre el mismo: primero predican en las sinagogas, a los judíos, pero pronto, ante el rechazo de éstos, abren el horizonte de su anuncio al mundo pagano, es decir, a los no judíos. El Espíritu Santo corrobora la denodada empresa evangelizadora haciendo surgir esperanzadores frutos: los apóstoles dejan tras de sí comunidades bien organizadas y animadas en la fe (cf. Hch 14, 23), pero su entusiasmo misionero no los exime de tener que afrontar peligros, persecuciones y dificultades de todo tipo (cf. 2Tm 3, 11).

b) Pablo ante el problema: ¿Una Iglesia cristiana-judía o una Iglesia nueva? Las primeras conversiones de los no judíos, o gentiles, plantearon un serio problema a la naciente Iglesia: ¿Los paganos convertidos tenían que circuncidarse? ¿Deberían cumplir o no ciertas prescripciones de la Ley de Moisés? La encrucijada que se presentaba no era fá-


cil de solucionar, si se piensa que Jesús mismo era judío y había observado las leyes judías, así como sus apóstoles y primeros discípulos. ¿La comunidad cristiana tendría que ser simultáneamente judía, como continuación de toda la historia antigua, o, más bien, tendría que abrirse a una realidad nueva para encarnarse en las nuevas culturas distintas de la judía? Cuando Pablo y Bernabé regresaron a Antioquía, el conflicto entre los cristianos provenientes del judaísmo y los cristianos convertidos del paganismo había tomado características preocupantes (cf. Hch 15, 1-2). Ante tales circunstancias, Pablo y Bernabé subieron a Jerusalén para tratar la cuestión con los otros apóstoles y presbíteros, y así se instaló el primer concilio de la Iglesia (cf. Hch 15, 3-21). Después de un amplio debate y discernimiento, el colegio de los apóstoles y presbíteros, bajo la guía del Espíritu Santo, encuentra el camino de la concordia y la comunión que les permite dictar las resoluciones necesarias: no se obliga a la circuncisión a quienes querían adherir a Cristo y se establece claramente la autonomía, libertad y novedad de la Iglesia, respecto de las tradiciones judías. Así se allana el camino para el apostolado universal que encuentra en Pablo su más entusiasta abanderado (cf. Ga 2, 1-10).

c) Segundo viaje misionero (cf. Hch 15, 36 – 18, 22): También este segundo viaje comprende aproximadamente tres años, del 49 al 52. Pablo partió de Antioquía, en compañía de Silas, visitó las comunidades de Siria, Cilicia y de otras regiones del Asia Menor; después pasó a Europa, donde predicó el Evangelio en Filipos, Tesalónica, Berea, Atenas y Corinto, y allí permaneció por un año y medio, trabajando fructuosamente, gracias a la valiosísima colaboración de Aquila y Priscila. Finalmente regresó a Antioquía, después de haber visitado también las comunidades de Éfeso y Cesarea. Por donde va pasando, Pablo respalda con su ejemplo y con su paternal amor, la semilla de la Buena Nueva que siembra en el corazón de sus comunida-

des; por eso, su anuncio no es una simple transmisión verbal de una doctrina, sino la comunicación de una Palabra con poder de salvación para quien la recibe con fe (cf. Rm 1, 16).

d) Tercer viaje misionero (cf. Hch 18, 23 – 21, 17): Este tercer viaje debemos ubicarlo alrededor de los años 54 a 57; durante esta misión apostólica Pablo predicó en regiones que había ya visitado precedentemente, pero el centro de su actividad en esta etapa fue Éfeso, donde permaneció más de dos años (cf. Hch 19, 1-2). En aquel mismo período, el Apóstol visitó Macedonia y Grecia, y tuvo que ir al menos dos veces a Corinto, por dificultades surgidas en aquella comunidad; precisamente en su última estadía en Corinto, en el invierno del año 57, escribió su Carta a los Romanos. Entretanto, regresó a Jerusalén para entregar a los pobres de aquella comunidad la colecta hecha en las varias iglesias (cf. 1Co 16, 1-4; 2Co 8, 1ss y 9, 1ss). Proyectaba llegar hasta Roma y, sobre todo, visitar España, pero los judíos de Asia alborotaron al pueblo e hicieron encarcelar a Pablo (cf. Hch 21, 27).

e) Cautiverio de Pablo y último viaje como prisionero (cf. Hch 21, 28 – 28, 31): Habiendo sido encarcelado en Jerusalén, san Pablo fue enviado por el tribuno romano a Cesarea, para que compareciera ante el procurador Félix. En Cesarea estuvo dos años prisionero hasta que él mismo quiso apelar al César, a lo cual tenía derecho por ser “ciudadano romano” (cf. Hch 25, 11-12). Y, por tanto, debía ser remitido a Roma, a donde llegó después de un dramático naufragio, hacia el año 61. En Roma fue sometido al arresto domiciliario durante dos años, gozando en todo caso de una relativa libertad, lo cual le permitió continuar su tarea evangelizadora (cf. Hch 28, 16). Durante este tiempo pudo también escribir sus cartas a los Colosenses, a Filemón y a los Efesios. enero / marzo - 2013 - Vida pastoral no 149

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testigos de la fe

f ) Cumplimiento de la misión y martirio por el Evangelio: Infortunadamente, la última parte de la vida de Pablo no se encuentra relatada en los Hechos de los Apóstoles; sin embargo, según el testimonio de escritores cristianos antiguos, el Apóstol habría sido dejado en libertad, luego habría ido a predicar en Creta y en España, antes de sufrir una segunda cautividad, más rigurosa que la primera, referida en la Segunda carta a Timoteo (cf. 2Tm 1, 8.12; 2, 9). Ya por este tiempo Pablo se preparaba al sacrificio supremo de la muerte (cf. 2Tm 4, 6-8). Y así llegó para Pablo la ocasión de sellar con el broche de oro de su sangre el testimonio de fidelidad a Cristo y al Evangelio: fue martirizado hacia el año 67, durante la persecución provocada por Nerón.

Conclusión: Ante la magnitud y riqueza de la personalidad de san Pablo, un cristiano no puede permanecer indiferente; es la fascinación uno de los más comunes sentimientos que se experimentan desde el primer contacto con el Apóstol de las gentes, y que a medida que se progresa en su conocimiento y profundización, va alcanzando las dimensiones de una verdadera pasión; aquella pasión de la fe que ha inspirado y sostenido el camino de santificación y el fervor apostólico de tantos cristianos de ayer y de hoy. Entre los apasionados intérpretes contemporáneos de san Pablo se destaca el beato Santiago Alberione, con cuyas palabras deseamos concluir esta breve presentación: “Muchas veces san Pablo es considerado solamente en su grande actividad apostólica; pero ésta brotaba de su corazón, de su grande amor a Jesucristo, al Evangelio, a las almas. Se comprende entonces cómo haya podido hacerse “todo a todos” (cf. 1Co 9, 22); cómo haya vivido el grito: “La caridad de Cristo nos urge” (cf. 2Co 5, 14); cómo haya sentido en sí mismo las necesidades y las alegrías de todos. El límite de su celo fue solamente el límite de sus fuerzas y de su vida. Cuando le fallaron las fuerzas y su existencia estaba por concluir, ofreció todavía la vida por la salvación del mundo y cumplió el más grande apostolado, el del sufrimiento y el martirio”.

Un interesante libro para quienes están en proceso de formación religiosa

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parroquia Por: P. Andrés Monroy Ruiz, ssp

La La secretaria secretaria de de la la parroquia: parroquia:

Mujer estrella o

simplemente colaboradora

En las actuales circunstancias, al igual que en el mundo empresarial, la estructura de la parroquia ha tenido también que evolucionar, pues la parroquia es una empresa al servicio del Evangelio. Todas las personas que trabajan en ella forman un cuerpo social al servicio de la comunidad: el párroco, los coadjutores o vicarios pastorales, el consejo administrativo de la parroquia y, por supuesto, la secretaria o secretarias de la misma.

plenamente la función de cabeza de la comunidad parroquial. Como a veces los vicarios tampoco tienen tiempo para estar al tanto de los compromisos parroquiales, la secretaria se ve obligada a tomar decisiones, a pesar de la actitud negativa de algunos miembros de la comunidad. Mis respetos para muchas de ellas que a veces tienen que buscar con urgencia un sacerdote para celebrar la misa porque el párroco o los coadjutores no están.

propósito de las secretarias, ellas son pieza fundamental en el buen servicio de la estructura parroquial a la comunidad. Y por la misma razón, ellas deben cumplir con ciertos requisitos, empezando por su impecable presentación personal hasta su capacidad comunicativa para informar completa y adecuadamente acerca de todo lo relacionado con los quehaceres administrativos de la parroquia. Debe ser, además, una persona creyente y delicada en el trato con el párroco y los demás sacerdotes colaboradores y suficientemente bondadosa con todas las personas que se le acercan.

Es necesario entonces que el párroco ejerza su liderazgo para evitar contratiempos y malentendidos. La solución práctica es hacernos a la idea de que la parroquia es una gran empresa de servicio intangible (espiritual) y, por lo tanto, los párrocos y sus vicarios deberían dedicar más tiempo a la comunidad que a los demás compromisos. Así la parroquia no se vería reducida a un expendio de sacramentos, sino que conservaría su esencia de verdadera escuela de evangelización. En este sentido, es de admirar el éxito que tienen ciertos movimientos cristianos protestantes que cuentan con estructuras físicas y de recursos humanos muy grandes. Parece que sus pastores han descubierto un vacío en la estructura de nuestra Iglesia católica.

Sin embargo, por varias razones, que no es el caso puntualizar, algunas secretarias asumen responsabilidades y atribuciones más allá de las establecidas, lo cual ocasiona ciertos inconvenientes en su relación con los laicos, quienes consideran que ellas están sustituyendo la autoridad del párroco. Esto sucede porque muchas veces los mismos párrocos así lo permiten, pues tienen tantos compromisos en funciones académicas o administrativas que les impiden asumir

Queridos hermanos sacerdotes: apreciemos y valoremos el trabajo incansable de estas mujeres; respetemos sus derechos laborales, porque ellas también han ayudado a construir la parroquia. Es lamentable ver que con la llegada de un nuevo párroco con ansias irresistibles de refundar la parroquia, la secretaria sea la primera en ser despedida de su cargo. Esta falta contra la caridad deja mucho que pensar en alguien comprometido con la justicia y el bien común.

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en librería DE ENERO A MARZO LEEMOS... EL RECOMENDADO ES...

LA BIBLIA EN LA HISTORIA

LA MÍSTICA

Descubrir el espacio interior Hoy en día ha surgido un renovado interés por la mística, por lo cual Anselm Grün responde a las inquietudes fundamentales que surgen alrededor de este tema. Parte de la historia de la mística en las religiones, sobre todo, en el cristianismo, para, luego, en diálogo con la psicología, señalar ciertas vías acerca de cómo podemos integrar la dimensión mística a nuestra fe. Pulula en el ambiente una concepción errada de la mística; hay quienes se consideran místicos pero permanecen ciegos frente a sus propias zonas oscuras: se identifican a sí mismos como místicos porque viven en el aislamiento, practican la contemplación y creen experimentar en su vida el anhelo de libertad. Frente a este tipo de interrogantes, Grün aclara algunos puntos esenciales que, comúnmente, las personas relacionan con la mística y presenta una propuesta: habla de la paz interior, la libertad, la unidad con Dios, la contemplación, la sexualidad, entre otros temas fundamentales. Su libro es un sencillo y bello recorrido que resuelve ciertas dudas sobre la experiencia mística y orienta acerca de los caminos que nos pueden conducir a ella.

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Gastone Boscolo introduce su libro con una frase del poeta católico francés, P. Claudel: “El respeto de los católicos por las Sagradas Escrituras no tiene límites, esto se manifiesta, sobre todo, en el hecho de mantenerla lejos”. Por tal razón, su libro es un estudio exhaustivo y muy pedagógico de la Biblia, que acerca a los lectores al texto sagrado. La lectura que Boscolo sugiere debe hacerse desde dos perspectivas o movimientos como él mismo lo señala: un movimiento centrípeto, que consiste en ir al texto bíblico, teniendo presente que pertenece a una época lejana, distinta a la nuestra; por lo mismo, a un horizonte cultural que nos puede parecer extraño. Este movimiento exige algunos conocimientos fundamentales de carácter histórico, geográfico, cultural, lingüístico y teológico, y conduce a descubrir el significado auténtico del texto. El otro movimiento, Boscolo lo denomina centrífugo, y consiste en la hermenéutica bíblica, es decir, la interpretación actualizada y existencial de la Biblia. Es el empeño de los creyentes que se preguntan no sólo sobre aquello que dice la Biblia en sí, sino también sobre aquello que la Biblia me dice a mí hoy. Así el autor, siguiendo estos dos movimientos, orienta al lector por el fascinante mundo de la Biblia, para que pueda descubrir las verdades de Dios y, a partir de ellas, confrontarse a sí mismo y actuar de modo coherente con su mensaje.

BEATA LAURA MONTOYA Mujer intrépida

Desde muy niña, Laura Montoya conoció de cerca el rechazo, la pobreza y la discriminación; a los dos años de edad quedó huérfana de padre, un médico y comerciante, luchador perseverante por la causa de la justicia y de la verdad, quien murió en 1876 víctima del violento enfrentamiento entre liberales y conservadores que viviera el país en aquella época. Quedando sola su madre, Laura tuvo que vivir el rechazo de su progenitora, la preferencia evidente de sus familiares por sus hermanos y la discriminación por ser trigueña y no blanca y agraciada como su hermana mayor. Manuel Díaz, en esta biografía, narra a los lectores las vicisitudes de la vida de Laura desde su nacimiento. Se trata de un relato conmovedor que permite comprender cómo se formó el carácter aguerrido, perseverante y fervoroso de Laura Montoya. Esta beata, en camino de santificación, fue criticada y perseguida. Leyendo esta historia de su vida, el lector queda con la sensación de que fue destinada a la persecución; sus más nobles actos, tales como fundar una escuela o velar por los indígenas, causaron escozor en diversos personajes políticos poderosos y la gente del pueblo, que trataron en repetidas ocasiones de arruinar sus bellas obras. Sin embargo, pudo más su fe en Dios, su entrega y su amor a los oprimidos con quienes se identificó durante toda su vida. Esta biografía es un buen relato que logra transmitir al lector cuál fue el motor que movió la vida de esta admirable mujer.


cultura

EL SALMO RESPONSORIAL:

POESIA Y MÚSICA

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espués de cantar los salmos salieron para el monte de los Olivos” (Mt 26, 30). Uno de los valores heredados del judaísmo es el valor místico de la “palabra cantada”. Ésta no era un arte en sí misma ni un adorno para el culto, sino una especie de puente entre el hombre y Dios. Por eso, el lector de la sinagoga o de la iglesia tendía a “llenar de melodías” toda lectura, creando, de este modo, la primera forma de canto sagrado, conocida con el nombre de accentus o canto silábico, consistente en la recitación expresiva y acentuada de la palabra. Desde el pueblo de Israel y siguiendo por el ejemplo de Jesús, la Iglesia también ha visto en los salmos una oración de la comunidad. San Agustín expresaba su alegría de poder tener consigo el libro de los salmos “psalterium meum, gaudium meum”, (el salterio es mi alegría), y con ello se expresa la adhesión de toda la tradición cristiana a esta colección gloriosa de oraciones y de poesías bíblicas.

El camino del salmista Emprender un camino para apreciar los salmos y entrar en la experiencia del orante que entona cánticos a Dios no es sencillo, pero tampoco imposible. Ante todo, debemos saber que estamos ante una monumental colección, nacida de artistas de varias escuelas y de distintas épocas. Por eso es necesario hacer un esfuerzo por entender el significado primario de los componentes lexicales, literarios, estilísticos, históricos, simbólicos que en los salmos están entretejidos.

Salmos y poesía Las oraciones del salterio son ante todo líricas: su mensaje tiene como vehículo de comunicación la dimensión estilística, métrica, simbólica de la poesía semítica. Como leemos en el Directorio

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cultura Litúrgico Pastoral sobre el Salmo Responsorial y el Ministerio del salmista, del Secretariado Nacional de Liturgia de la Conferencia Episcopal Española, el canto del salmo “no era un arte en sí misma ni un adorno para el culto sino una especie de puente entre el hombre y Dios” (n. 4).

El Vaticano II y la recuperación del Salmo Responsorial A partir del concilio Vaticano II se introdujeron algunos cambios importantes en la liturgia, entre ellos rescatar la importancia del Salmo Responsorial. El concilio ha hecho posible la recuperación del Salmo Responsorial, facilitando “la participación plena, consciente y activa de los fieles en las celebraciones litúrgicas”(Concilio Vaticano II, Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada liturgia, n. 11).

El salmo, por estar revestido de poesía, invitaba a ser proclamado de una manera diferente al resto de los textos de la Palabra de Dios. “La Iglesia primitiva, al organizar la liturgia de la Palabra sirviéndose de los salmos, descubrió el carácter estructurado del salterio, es decir, el paralelismo de las frases (sinónimas, antitéticas, sintéticas), el ritmo de las pulsaciones (binarias, ternarias, cuaternarias) y la fuerza y dulzura de su expresión vocal rayana con la entonación melódica. El salmo exigía una lectura melódica diferente de la de otros textos bíblicos. De esta constatación emergió, como rito musical autónomo, el Salmo Responsorial, pieza lírica y poética-musical con una estructura muy simple, formada por dos elementos: el tono salmódico, para cantar el salmo, y la respuesta cantada. La eficacia del Salmo Responsorial radicaba en que, en un momento de meditación e interiorización de la Palabra leída, ésta continuaba siendo proclamada en forma poética y musical, y la asamblea respondía con una aclamación o una súplica, cantadas con melodía sencilla” (Ibíd, n. 4).

El Salmo Responsorial es “parte integrante de la liturgia de la Palabra”, después de la primera lectura, (Ordenación general del Misal Romano, n. 36) y viene a ser una meditación de la Palabra que se acaba de escuchar, pero en estilo poético y lírico. Al contrario del Aleluya y el verso que se canta antes del Evangelio, el Salmo Responsorial es obligatorio. El Salmo Responsorial tiene una gran importancia litúrgica y pastoral”.

El Ministerio del salmista Los documentos de la reforma litúrgica del Vaticano han resaltado la importancia del Ministerio del salmista y han señalado claramente su función, distinta de la del lector: “Al salmista corresponde proclamar el salmo u otro canto bíblico interleccional. Para cumplir bien con este oficio, es preciso que el salmista posea el arte de salmodiar y tenga dotes para emitir bien y pronunciar con claridad”. “Antes de la celebración, el salmista sepa claramente qué textos le corresponden, y nada se deje a la improvisación”, con-

sejo que se da también al diácono, a los lectores, al cantor, al comentarista y al coro (Ordenación general de la Liturgia de las Horas, nn. 109.313). El salmista es, ante todo, un servidor de la asamblea, un creyente que ha sido tocado por la Palabra de Dios, como el lector, antes de proclamarla. No se apoya en su técnica, que no es mucha, sino en el esplendor poético de la plegaria de los justos, que le ha llegado al alma. No es protagonista espectacular, sino animador y pedagogo, consciente de su capacidad y de sus límites. Su misión es sencilla y sublime, pero sumamente delicada.

La propuesta de la Editorial San Pablo Dar nuevamente importancia al Salmo Responsorial y encontrar personas que ejerzan la función del salmista es una tarea que apenas ha empezado en algunas parroquias y comunidades, por no decir que es algo totalmente desconocido. En la gran mayoría de los casos es un momento intrascendente dentro de la liturgia eucarística y no se hace mucho por sacarlo del anonimato en que se encuentra. Además, tampoco se logra valorar su riqueza espiritual y literaria. Por eso, la Editorial San Pablo, con la colaboración de varios laicos, ha preparado el subsidio: SALMOS CANTADOS PARA LA LITURGIA, que incluye 2 Cds, uno con las guías de salmos cantadas y el otro con las pistas de los mismos, esperando que sea una ayuda no sólo para descubrir la figura del salmista, sino también para lograr enriquecer la celebración de la Eucaristía, resaltar la importancia de la Palabra de Dios y descubrir cada día la gran riqueza de la liturgia católica.

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biblia

Por: Ariel Álvarez Valdés

La estrella de Belén ¿era una

estrella

¿

El misterio de los astrónomos Hace casi dos mil años, según cuenta el Evangelio, aparecieron en Jerusalén unos magos venidos de Oriente, afrontando un largo viaje y los recelos del rey Herodes, para traer oro, incienso y mirra a un niño recién nacido en un establo. Como lo relataron ellos mismos al final de su fatigoso periplo, se habían puesto en camino porque vieron una estrella en el Oriente, que los había venido guiando precisamente hasta allí, y entonces había desaparecido. Al presentarse los magos ante Herodes, que se hallaba en los últimos años de su vida cargado de complejos persecutorios, y abrumado por complots, el viejo déspota se turbó enormemente. Y reunido en una de las salas de su palacio con los sabios de la corte y los recién llegados, trató de averiguar más sobre aquella estrella y el tiempo de su aparición.

Desde entonces muchos astrónomos, eruditos, exegetas y científicos, han proseguido con las investigaciones iniciadas por Herodes y su gente, intentando dilucidar aquel luminoso fenómeno celeste, y a lo largo de la historia han propuesto diversas teorías y aventurado distintas opiniones que hasta el día de hoy no lograron esclarecer el misterio.

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biblia

¿Una estrella nova? La hipótesis que más naturalmente parece imponerse, ya que el mismo Evangelio la sugiere al llamar “estrella” (astér) a aquel fenómeno, es que se trata de una estrella nova. Según los astrónomos, ciertas estrellas en determinados momentos de sus vidas adquieren una intensidad tal que llegan a multiplicar 100.000 veces su propia luz. Este fase de la evolución de una estrella, que dura tan sólo unos meses, tiene características tan espectaculares que parecería el nacimiento de una nueva estrella. De ahí su nombre. Aunque este hecho ha sido bien precisado sólo con la astronomía moderna, ya Hiparco de Rodas en el siglo II a.C. cuenta haber detectado una estrella nueva alrededor del año 134, de tal brillo que podía verse a la luz del día. Pero fue en 1572 cuando se observó la famosa estrella nueva que dio origen a la teoría. La divisaron unos navegantes españoles y durante todo un mes brilló tanto como Venus hasta que se extinguió. Con estos datos, Goodrich formuló una teoría en el siglo XVIII. Dedujo que dicha estrella se dejaba ver cada trescientos años y que fue, según su opinión, la estrella que sorprendió a los magos.

Según los cálculos de los astrónomos occidentales, el cometa Halley habría aparecido a fines de agosto del año 12 a.C., lo cual nos aproxima bastante a la fecha del nacimiento de Jesús. Pero el problema para aceptar esta teoría es que, para la creencia popular antigua, la aparición de un cometa presagiaba malas noticias: un terremoto, sequías, guerra o peste. Difícilmente los magos, al verlo, se habrían puesto en movimiento hacia Belén pensando que era el signo divino del Mesías.

¿Una conjunción de planetas?

Esta hipótesis explicaría cómo ellos podían viajar durante el día, guiados por la estrella, y por qué después de unos cuantos meses, el tiempo suficiente para conducir su viaje desde Oriente, desapareció.

La tercera idea, sugerida por el astrónomo alemán Juan Kepler, afirma que no fue una estrella lo que guió a los tres magos hasta Belén sino dos planetas que, al aproximarse en su posición en el cielo, multiplicaron su luminosidad.

¿El cometa Halley?

Efectivamente, observando los cielos en diciembre de 1603, Kepler contempló atónito cómo entraban en conjunción Júpiter (el planeta real) y Saturno (la estrella de los gigantes) en la constelación de Piscis (el signo del agua, ligado al rito cristiano del bautismo). Esta conjunción, que vuelve a producirse cada 805 años, se habría verificado en al año 7 a.C., más exactamente el 29 de mayo.

Una segunda teoría, ya sostenida por Orígenes en el siglo II, sostiene que se trató de un cometa. En efecto, según las antiguas crónicas, el nacimiento de varios personajes famosos como Mitrídates, rey del Ponto, y el emperador Augusto, había sido precedido por la aparición de un cometa.

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De entre los 1.500 que conocemos actualmente, el más espectacular es el cometa Halley, que alcanza una longitud aparente de 150 grados y una extensión lineal de unos 30 millones de kilómetros. Este cometa es conocido desde hace siglos. Ya el célebre pintor florentino Giotto, que contempló su imponente aparición en 1301, lo pintó en 1304 en su famoso cuadro, La Adoración de los Magos, como si fuera la estrella de Belén. El cometa Halley volvió a aparecer en 1682, y entonces el astrónomo inglés Edmond Halley (de donde le viene su nombre) logró estudiarlo atentamente. Más tarde se presentó en 1785, en 1910, y finalmente en 1986.

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Por lo general, no es posible observar a simple vista una conjunción de planetas. Sin embargo, la del año 7 a.C. fue visible, y en el cielo de Palestina ambos astros habrían aparecido como uno solo muy luminoso, insólito para el ojo humano. Por este motivo habría sido considerado como una señal especial de la divinidad, sobre todo teniendo en cuenta que se repitió dos veces más aquel año, en octubre y en diciembre.

través de la zona llamada Arabá). Los biblistas más bien se inclinan por esta última ruta, pues piensan que los magos procedían de la región de Arabia. ¿Pudo, entonces, una estrella hacer un recorrido de sur a norte?

Y como hoy sabemos que Jesús no nació en el año 1, como antes se creía, sino alrededor del año 7 a.C., este fenómeno celeste coincidiría perfectamente con la fecha más probable del nacimiento del Salvador.

Pero hay más. Dice el Evangelio que una vez llegados a Jerusalén, la estrella continuó guiándolos hasta Belén, ciudad que se encuentra 8 kilómetros al sur (Mt 2, 9). ¿Qué extraño cuerpo celeste es éste que viaja primero de sur a norte y luego de norte a sur? Los astros no pueden estar zigzagueando por el cielo. Además, ninguna crónica histórica de la época registra un episodio con estas características.

Ello convierte a esta hipótesis en la más aceptada entre los que interpretan literalmente el relato evangélico.

Responsable de la tragedia Más adelante sigue relatando que la estrella, que iba por delante de los magos, llegó a destino y se detuvo en el lugar exacto donde se encontraba el niño Jesús (Mt 2, 9). ¿Puede una estrella desplegar semejante acrobacia y detenerse en un punto exacto? Ya san Juan Crisóstomo en el siglo IV lo dudaba. Pero si aún así, alguien quisiera a toda costa salvar la realidad de la estrella, diciendo que se trata de un milagro hecho por Dios (que como todopoderoso puede hacer que un astro trace en el cielo la órbita que él quiera), entonces tendrá que explicar una última dificultad. Y es que la estrella comete un terrible error. En vez de guiar a los magos directamente hacia Belén los conduce a Jerusalén.

Los caprichos de una estrella Pero si prestamos atención a lo que dice san Mateo en su Evangelio nos daremos cuenta de que todo esfuerzo por tomar históricamente el relato de la estrella y tratar de identificarla con una nova, un cometa, una conjunción planetaria, o cualquier otro fenómeno astronómico, lamentablemente nos lleva por un camino equivocado. Basta analizar un instante las particularidades del relato (Mt 2, 1-12) para comprender que la descripción de la estrella contradice la realidad del mundo estelar. En efecto, el curso aparente de los astros en el cielo según nuestra posición desde la Tierra es de oriente a occidente. Ahora bien, si realmente llegaron a Palestina unos magos de Oriente guiados por una estrella, tuvieron que venir: o por el norte (siguiendo la media luna fértil), o por el sur (a

Sin tal error, Herodes no se habría enterado del nacimiento de Jesús y se habría evitado todo el drama de la muerte de los inocentes. ¿Puede un signo guiado por Dios cometer tan macabro desliz? ¿Realmente pensaba Mateo en una estrella del cielo cuando escribía estas cosas?

Si la estrella del relato no era un fenómeno celeste, entonces es un símbolo, y, por lo tanto, debe tener algún significado. enero / marzo - 2013- Vida pastoral no 149

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biblia

Simbolismo de la estrella ¿Cuál es entonces el sentido que tiene la estrella en el relato de Mateo? Algunos biblistas sostienen que Mateo compuso este pasaje para exponer aquí la tesis de la universalidad de la salvación. De este modo, cada elemento de la narración simbolizaría una realidad distinta: los magos representan a los paganos; Herodes, a los judíos; y la estrella, la fe. Con esto pretende explicar que Jesús, una vez nacido en Belén como un niño judío, quiso brindar también al paganismo, desde la cuna, la posibilidad de un encuentro, para lo cual envía la luz de la fe (estrella), cuya misión es guiar a los gentiles (magos) hasta el lugar donde se encuentra el salvador (Jesús). Pero Mateo es consciente de que el pueblo judío es el pueblo elegido, y que tiene un privilegio por encima de las demás naciones. Por ello, la estrella (fe) no guía a los magos (paganos) directamente a Jesús. El judaísmo conservaba su posición de privilegio, y sólo por intermedio de ellos era posible llegar al salvador. Así en el relato la estrella no guía a los magos a Belén sino a Jerusalén, para que sea Herodes (el judaísmo) quien los lleve hasta Jesús. La estrella, pues, no aparece equivocándose sino cumpliendo su cometido, llevando a los paganos a confrontar sus inquietudes con los judíos.

Un privilegio rechazado Pero el judaísmo (Herodes) rechazó a Jesús. Entonces el camino queda libre para que los paganos puedan ir guiados por la estrella (fe) hasta el lugar mismo donde se encuentra el Salvador. Israel estaba mucho más constreñido a recibir al Mesías, tenía las luces necesarias para descubrirlo en el niño 64

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Jesús. Incluso su nacimiento en Belén proclamaba a los cuatro vientos que el reino mesiánico había llegado. Pero el relato de los magos nos enseña cómo el judaísmo renuncia voluntariamente a su posición singular. No quiere ir al encuentro del Mesías. Más aún, lo considera un usurpador y un peligro. Al rehusar conducir al mundo gentil hasta donde se encuentra Jesús, renuncia voluntariamente a los privilegios que le otorgaba su situación de pueblo elegido. Así le abren las puertas al paganismo para que se acerque directamente a Jesús. Ya no precisa llegar al Salvador a través del judaísmo. El antiguo pueblo cede paso a uno nuevo.

de Jesús la llegada de los paganos, y cuenta como si ya con su nacimiento se hubieran abierto las puertas del cristianismo a todos los pueblos gentiles. La estrella del relato de Mateo no es pues ningún fenómeno celeste que haya aparecido realmente en el firmamento, sino el símbolo de la luz de la fe, que brilla en las tinieblas del pecado cuando el salvador aparece en el mundo. Mateo plasma así una tesis nueva. Jesús, aun siendo judío, es un Mesías con fuerza para ahuyentar del mundo entero las tinieblas del pecado, por más lejano que se encuentre el hombre. Para ello éste debe cumplir un solo requisito: dejarse guiar por la luz de la fe.

La estrella sale para todos Los convocados por Herodes, para escudriñar la Escritura y averiguar sobre la estrella habrán encontrado no menos de 465 profecías sobre el Mesías, y unas 550 alusiones a él, incluso el lugar exacto de nacimiento del verdadero rey de los judíos. Sin embargo, ninguno se puso en movimiento. Los magos, en cambio, nos dejaron el ejemplo de quien está en actitud de búsqueda ante Dios.

Abiertas desde temprano En el episodio de la estrella, Mateo está contando algo que sucedió después de la resurrección de Cristo. La mayor parte de los judíos rechazó a Jesús. Y en tiempos de Mateo las autoridades judías eran hostiles a los cristianos, los perseguían y encarcelaban. En cambio los paganos, es decir, los no judíos, aceptaron la nueva fe y se volcaron en masa a las comunidades cristianas. Frente a este fenómeno, Mateo hace retroceder hasta el nacimiento

Los magos estaban a la espera. Aguardaban. Y cuando apareció algo en su cielo, comprendieron que era el signo. No dudaron. No se dejaron enredar con falsas hipótesis. Iniciaron una larga caminata cargando el deseo de cumplir la voluntad de Dios, y de seguir adelante pese a todos los sacrificios que tal decisión implicaba. En la vida hay que seguir una estrella. Un ideal. Un proyecto de vida. Un modelo de santidad. Ésa es la estrella que brilla para nosotros en nuestro cielo azul.Y hay que seguirla a pesar de todos los sacrificios que impone. Jesús nos espera al final.


Pido la palabra ESCÁNDALOS EN LA IGLESIA Por: Roquel Iván Cárdenas (Semper Gaudens) Correo electrónico: sempergaudens@gmail.com

Queridos hermanos y hermanas: que el Señor les conceda la gracia y la paz de Cristo el Señor. Les comparto un escrito que nos habla de situaciones dolorosas en nuestra Iglesia y que de una forma u otra nos afecta a todos. Lamentamos asombrados, cómo todo lo que concierne a la Iglesia católica en cuanto a escándalos es destacado con el mayor énfasis, detalle y relieve. No necesariamente se hace lo mismo con otros grupos religiosos con casos similares. Ni tampoco con los buenos ejemplos o grandes obras que se realizan dentro del seno de nuestra amada Iglesia. Parece que la gran noticia es cuando el hecho vergonzoso ocurre dentro del seno de la Iglesia católica. Muchos de estos medios de comunicación tienen dueños que no son católicos e, incluso, son claramente anticatólicos. Inmediatamente en nuestra mente surge la pregunta, ¿por qué ocurre esto en la Iglesia católica, si ella es la Iglesia que fundó Cristo?, ¿por qué sus sacerdotes y hasta obispos se ven envueltos en pecados tan espantosos? Algunos pierden la fe y dejan de creer o asistir a la Iglesia. Otros, formales enemigos de la Iglesia, ven en estos hechos el fundamento de su rechazo a ella. Otros se imaginan que la Iglesia desaparecerá o será destruida. ¿Cuál es entonces la explicación a todos estos hechos? ¿Cuál debe ser la actitud de un católico sincero ante este ataque despiadado a su Iglesia? En primer lugar, se debe admitir que el principal ataque proviene del propio miembro de la Iglesia que causó el escándalo con su conducta. Reconoce que es nuestra vida de anti testimonio, indolencia, ingratitud y desamor a Cristo, la que causa un grave y artero daño a la Iglesia que prevalecerá hasta el final de los tiempos porque así lo prometió Cristo. “...las puertas del Hades, no la podrán vencer” (Mt 16, 18b). Así ha ocurrido a través de la historia en que ha sido perseguida, sus hijos martirizados, ha sido insultada al igual que lo fue su fundador, como se aprecia en el siguiente pasaje: “Este no expulsa demonios más que por Beelzebul, príncipe de los demonios” (Mt 12, 24).

A pesar de todo ello, en todas las épocas, el Espíritu Santo ha producido miles de santos en su Iglesia. Cuando más oscuro ha sido el momento, más ha brillado la gracia de Dios con hombres y mujeres que con su santidad han iluminado el camino. San Francisco de Asís, san Ignacio de Loyola, santa Teresa del Niño Jesús, san Juan Bosco, santa Catalina de Siena, san Pío de Pietrelcina, para mencionar sólo algunos, cumpliéndose en plenitud la sentencia de Jesucristo: “Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los día hasta el fin del mundo”. (Mt 28, 20). Además de los miles y miles que han dado su vida por Cristo. Por eso debemos estar sumamente atentos para que no ocurran escándalos entre nosotros, pero saber que lamentablemente siempre habrá, pues son propios de nuestra humanidad caída. Pero nunca debemos desanimarnos por ello. Contamos con los recursos de los sacramentos, la oración y una constante vigilancia para mantenernos en pie. El mismo Señor nos advierte que: “Y al crecer cada vez más la iniquidad, la caridad de muchos se enfriará. Pero el que persevere hasta el fin, ese se salvará” (Mt 24, 12-13). Cuidado entonces con permitir que la fe se enfríe; al contrario, hay que mantenerse firme hasta el final.


Respuesta/

Señores. Vida Pastoral Reciban un cordial saludo. Por medio de la presente me dirijo a ustedes, para decirles que tengo la suscripción a la revista Vida Pastoral y he encontrado unas fallas tanto en la numeración como en los textos de las guías homiléticas. Favor tenerlo presente en el momento de la impresión.

Padre Fruto, cordial saludo en Cristo, Maestro. Agradecemos de todo corazón su aporte y presentamos, a través de su misiva, una excusa general a todos los lectores de Vida Pastoral que se encontraron con este lamentable hecho. Es cierto, la edición anterior presentó este grave problema que no tiene de nuestra parte ninguna justificación. Sabemos que muchos de nuestros lectores han puesto su confianza en nosotros, sobre todo con un tema tan delicado como es el de los contenidos de las Guías Homiléticas que a muchos les puede servir en su labor pastoral.

Sin otro particular

Pedimos nos excusen por tan lamentable error y estaremos pendientes de que este tipo de situaciones no se vuelvan a presentar. Mil gracias a usted, padre, por su comentario tan oportuno y le agradecemos su fidelidad a nuestros impresos.

Padre FRUTO CUEVAS GOYENECHE

Con afecto en Cristo, WZN.

Respuesta/

Señores. Vida Pastoral Me refiero a la Revista No.146 entrevista al padre Anselm Grün y a la publicidad que hacen de libros de este padre en la revista 147.Escuché en el canal EWTN a Alejandro Bermúdes del programa CARA A CARA cuando dijo que este padre enseña errores sobre JESUCRISTO y se extrañaba que en esta Revista le hayan dado cabida. Soy laica lectora asidua de la Revista y creo en todo lo que publican. Por esta razón, muy respetuosamente les solicito verificar la autenticidad de las personas que publican en esta muy querida revista VIDA PASTORAL, porque pueden confundir a los lectores. Me gusta mucho la revista, agradezco su publicación que me orienta mucho y los quiero siempre. Dolores Arias.

Hola Dolores: Cordial saludo en Cristo Maestro, Camino, Verdad y Vida. Para una mayor tranquilidad a tu preocupación, me permito informarte lo siguiente: El padre Anselm Grün es un monje benedictino, abad de su Congregación y no tiene ni ha tenido jamás ningún tipo de reserva por parte del Vaticano para publicar textos y dictar sus conferencias que son de una gran plenitud espiritual. El padre NO ENSEÑA NINGÚN TIPO DE ERRORES SOBRE JESUCRISTO, lo pueden asegurar las más de 5000 personas que asistieron a sus Conferencias organizadas por la Editorial san Pablo, además que contó con la presencia de jerarcas de nuestra Iglesia que fueron testigos de lo que él manifestó. No sabemos qué tipo de motivaciones haya tenido el señor Bermúdes para hacer tales afirmaciones que confunden y dividen la opinión pública. No respondemos a ningún tipo de ataque que no tenga fundamentación y cuya argumentación, lejos de buscar la unidad, aleja y confunde a los cristianos católicos convencidos del mensaje del Evangelio. Agradecemos tu comentario y si deseas una asesoría más directa al respecto, busca voces más autorizadas para hablar sobre este tema; para ello, te sugiero que preguntes en la Conferencia Episcopal Colombiana o en la Nunciatura Apostólica (que es como la embajada del Vaticano en Colombia) para que no te dejes confundir. Cordialmente, WZN Sus opiniones o comentarios las puede enviar a:

*Vida Pastoral se reserva el derecho de realizar ciertas correcciones en el correo del lector para claridad y comprensión de los mensajes.

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o enviarnos sus cartas a: Carrera 46 No 22 A – 90 Carrera 44 No 22 A – 06 / Calle 170 No 8G – 31 Teléfonos: 3682099 – 2696730 – 6711221

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EN COLOMBIA BOGOTÁ • Dirección Comercial y Departamento de ventas Calle 17A No. 69-67, Tels.: 4114011 - Fax: 4114000 E-mail: direccioncomercial@sanpablo.co, ventas@sanpablo.co • Quintaparedes Carrera 46 No. 22A- 74, PBX: 3682099 Ext. 6 Telefax: 2444957 E-mail: libreriaquintaparedes@sanpablo.co • Centro Carrera 9a. No. 15-01, Tel.: 2433653 - Fax: 3345036 E-mail: libreriacentro@sanpablo.co • Chapinero Carrera 13 No 51-34, Tel.: 3454014 - Fax: 3454059 E-mail: libreriachapinero@sanpablo.co • Calle 170 Calle 170 No. 8G-31, Tel.: 6711221 / Fax: 6783656 E-mail: libreria170@sanpablo.co • Niza Av. Suba No. 118 - 93, Telefax: 2537700 E-mail: librerianiza@sanpablo.co • Montevideo Calle 17A No. 69-67, Tel.: 4114011 - Fax: 4114000 E-mail: libreriamontevideo@sanpablo.co • 20 de Julio Diag. 27Bis Sur No. 5-79, 1 Cuadra arriba del Santuario Divino Niño Tels.: 5690551 / 2787337, E-mail: libreria20dejulio@sanpablo.co • Seminario Carrera 6 No. 10-47, Tels.: 5624472 / 5624473 / 3429881 E-mail: libreriadelseminario@sanpablo.co

EN EL EXTERIOR COSTA RICA • San José, Calle 2 Av. 6 y 8, Tel.: 22565005 / 22222064 Telefax: 22562857 - E-mail: libreriacostarica@sanpablo.cr ECUADOR • Ambato Tungurahua, Calle Mera 0408 y Bolívar - Esquina, Telefax: 2823087 - E-mail- libreriaambato@sanpablo.ec • Cuenca, Benigno Malo 5-08 y Calle Larga, Telefax: 2839746 E-mail: libreriacuenca@sanpablo.ec • Guayaquil – Aguirre Calle Aguirre 813 entre García Avilés y Rumichaca, Tels.: 2516420 Fax: 2512391, E-mail: libreriaaguirre@sanpablo.ec • Guayaquil, Calle Víctor Emilio Estrada No 613 Urdesa entre las Monjas y Ficus Tels.: 2381379 - Fax: 2381300, E-mail: libreriaurdesa@sanpablo.ec • Machala, Calle 25 de Junio 1201 y Guayas, Tel.: 2960430 E-mail: libreriamachala@sanpablo.ec • Portoviejo, Calle Chile 521 y 10 de Agosto, Tel.: 2636568 E-mail: libreriaportoviejo@sanpablo.ec • Quito, Andagoya Oe. 388 y Avenida América, Casilla 17-03-866, Tels.: 2233905 / 2233949 / 2236884 / 2555986, Fax: 2231444 E-mail: distribuidoraquito@sanpablo.ec • Quito – América, Avenida América N30-18 y Andagoya, Tel.: 2541650 Fax: 2231444, E-mail: libreriaamerica@sanpablo.ec • Quito – Centro, García Moreno 852 y Sucre (Pasaje Amador) Tel.: 2289529 Fax: 2287456, E-mail: libreriaalberione@sanpablo.ec Quito – Villaflora, AV. Maldonado S9-315 y Francisco Gómez Tel.: 2648465, E-mail. libreriavillaflora@sanpablo.ec GUATEMALA • Administración y Sede central 18 Calle 20 - 71 Zona 10 Boulevard de los Próceres, Tels.: 2 3602715 / 2 3602695 Fax: 2 3602695 E-mail: administracionguatemala@sanpablo.com.gt

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BARRANQUILLA • Calle 84 Calle 84 No. 50-45 – Local 3, Tel.: 3456475 - Telefax: 3586373 E-mail: libreriabarranquilla@sanpablo.co • Arzobispado Calle 75B Nº 42F-83 Local 1, Curia Arzobispal Telefax: 3566213, E-mail: libreriaarzobispado@sanpablo.co

MEDELLÍN • Diagonal Diagonal 50 No. 49-45, Tel.: 5134085 – Fax: 5112486 E-mail: libreriadiagonal@sanpablo.co • Villanueva C.C. Villanueva, L. 220, Calle 57 No. 49-44, Tels.: 2519392 / 2517392 Fax: 5111887 - E-mail: libreriavillanueva@sanpablo.co

BUCARAMANGA • Cabecera Centro Comercial Cabecera IV etapa-Local 201 G, Tels.: 6430750 / 6573719 Fax: 6850696, E-mail: libreriabucaramanga@sanpablo.co • Centro Calle 36 No. 19-72, Contiguo Catedral Sagrada Familia Tel.: 6301364, E-mail: libreriabucaramangacentro@sanpablo.co

NEIVA • Calle 7 No. 6-26 / Tel.: (05/8) 8710212 E-mail: librerianeiva@sanpablo.co

CALI • Cali Carrera 8 No. 9-60, Tel.: 8806167 - Fax: 8844810 E-mail: libreriacali@sanpablo.co CARTAGENA • Ronda Real Centro Comercial Ronda Real 123, Tel.: 6613004 - Fax: 6613070 E-mail: libreriarondareal@sanpablo. co • C. Histórico Calle del Arzobispado No. 34-55, Teléfono: 6645334 – Fax: 6645901 E-mail: libreriacentrohistorico@sanpablo.co CÚCUTA • Centro Comercial Unicentro, Local 1-43, Tel.: 5818484 E-mail: libreriacucuta@sanpablo.co

PALMIRA • Calle 29 No. 29-59, Telefax: 2724321 E-mail: libreriapalmira@sanpablo.co PASTO • Calle 11 No. 34-78, Centro Comercial Unicentro Local 1-65 Tel.: 7224269 – Fax: 7224403 E-mail: libreriapasto@sanpablo.co PEREIRA • Calle 21 No. 8-38, Tels.: 3352876 / 3244729 - Fax: 3244730 E-mail: libreriapereira@sanpablo.co POPAYÁN • Calle 4 No. 4-20 - Local 2, Edificio Altozano, Tel.: 8392848 - Fax: 8221654 E-mail: libreriapopayan@sanpablo.co VILLAVICENCIO • Centro Comercial Unicentro, Locales 1-28 y 1-29 Tels.: 6715214 / 6715246, E-mail: libreriavillavicencio@sanpablo.co

• Ciudad de Guatemala, 11 calle 0-49 Zona 10 Local A, Tels.: 2 3602715 / 2 3602765 / 3602735, Fax: 2 3602695 E-mail: libreriaguatemala@sanpablo.com.gt • Guatemala – Vaticanito, Kilómetro 15 carretera Roosvelt 4-54, Zona 3 Mixco (Interior Seminario Mayor), Telefax: 2 4315926 E-mail: libreriavaticanito@sanpablo.com.gt

• Panamá Parroquia de Guadalupe, Calle 50 – Panamá centro Tel.: 2269972, E-Mail: libreriacalle50@sanpablo.com.pa • Chiriquí Calle 3 - Edificio Hotel Castilla - Local 2, Telefax: 7754655 E-mail: libreriachiriqui@sanpablo.com.pa

HONDURAS • Tegucigalpa – Arzobispado, Avenida Cervantes – Bajo Palacio Arzobispal, 3ra. Calle No. 1113, Tel.: 2226782 Fax: 2238790, E-mail: libreriahonduras@sanpablo.hn • Tegucigalpa – Multiplaza, C. Cial. Mall Multiplaza 2do nivel Local 205, 206 Tel.: 2312507, E-mail: libreriamallmultiplaza@sanpablo. hn • San Pedro Sula, C. Cial. Galerías del Valle 2do nivel - Local 216-217, Tel.: 2312416, E-mail: libreriamallgalerias@sanpablo. hn • Tegucigalpa, Centro comercial City Mall , Tel.: 22623215 - Local 201 libreriacitymall@sanpablo.hn

PUERTO RICO • San Juan, Av. De Diego 555 – Puerto Nuevo, San Juan P.O Box 00920 Tel.: 7877813351 / Fax: 7877936802 E-mail: libreriapuertorico@sanpablo.pr • San Juan, Urb. Caribe Bori 1606, San Juan P.R. 00926, Marginal carret #1. Tels.: 787 4028717 7874028713 • Universidad Central de Bayamón CEDOC., Tel.: 7874028717

EL SALVADOR • 1a. Calle Poniente y 59 Av. Norte No. 3103, Colonia Escalón, Tels.: 22605646 / 22605647, E-mail: libreriaelsalvador@sanpablo.com.sv • Galerías, Centro Comercial Galerías Escalón, Local 358 Tercer Nivel, Tel.: 2245-0869, E-mail: libreriaescalon@sanpablo.com.sv • San Miguel, Centro Comercial Metro Centro, Local 46B, Frente al Cinemark Tel.: 2668.0306, E-Mail: libreriasanmiguel@sanpablo.com.sv NICARAGUA • Managua, Carretera a Masaya Km 4½ , Tel.: 22706171 - Fax: 22705668 E-mail: librerianicaragua@sanpablo.com.ni • Managua Nicaragua - Plaza España, Centro Comercial Güegüense, Plaza España frente al supermercado la Colonia, Tel.: 22660996 E-mail: libreriaplazaespana@sanpablo.com.ni PANAMÁ • Librería San Pablo - Westland Mall, Local PB-B6 - Pasillo N. 3 Planta baja, E-mail: libreriawestlandmall@sanpablo.com.pa • El Dorado, Boulevard El Dorado Av. 17B Norte, Apartado 0819-02969 El Dorado, Tels.: 2603738 / 2604862 - Fax: 2606107 E-mail: libreriapanama@sanpablo.com.pa

REPÚBLICA DOMINICANA • Santo Domingo, Av. 27 de febrero No. 414, sector Quisqueya Tel.: (809) 5631148, Fax: (809) 6833587 Cel.: (809) 4815960, E-mail: libreriasantodomingo@sanpablo.do


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