REVISTA DEL SEMINARIO DE MONTERREY
AÑO 30 | No. 119
¿Qué cosas cambiaron en la familia después de ingresar al Seminario? ¿Cómo es tu apostolado en la familia? Familia del Seminario de Monterrey, llamada para servir REVISTA TRIMESTRAL DE DISTRIBUCIÓN GRATUITA TAMBIÉN, DESCÁRGALA EN TU DISPOSITIVO: http://issuu.com/santeofimo/docs
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Índice Desde Rectoría ¿Cómo ha sobrellevado la donación de su hijo seminarista a la formación Sacerdotal? ¿Cómo viven la espiritualidad familiar ahora que tienen un hijo en el Seminario? ¿Cómo desarrollan la amistad en su familia? ¿Qué cosas cambiaron en la familia después de ingresar al Seminario? ¿Cómo es tu experiencia familiar? ¿Qué documentos eclesiales te han apoyado para llevar una buena relación familiar? Sínodo sobre la familia 2014 ¿Qué reflexión han hecho en la familia sobre los estudios del seminario? ¿Qué es el apostolado en la vida familiar? ¿Cómo es tu apostolado en la familia? ¿Cuáles son las motivaciones para llevar un apostolado ahora con un hijo en la formación sacerdotal? ¿Cuál es el trabajo que se desempeña en la parroquia para avivar la vocación? ¿Cómo es la experiencia al ir a las familia para conocer la opinión de ellos, al saber que su hijo tiene la inquietud de ser sacerdote? A punto de terminar la formación ¿Cómo es tu experiencia vocacional en la familia? Esta es mi familia La experiencia vocacional como familia ¿Cómo vives la experiencia de familia estudiando fuera de casa? Experiencia de estar fuera de la cuidad de origen Familia del Seminario de Monterrey, llamada para servir
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CONSEJO EDITORIAL Año 30 / No. 119 / Marzo 2015 Tiraje: 1,000 ejemplares Impreso: ICNSA, S.A. DE C.V. Escobedo #340 Nte. Tel. 01(81) 8340-6160 Mty, N.L. México, www.icnsa.com
Director General
Padre Juan Carlos Arcq
Director Editorial
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Redacción y estilo
Diseño
Luz María Leal Guerra
Sergio Ramírez Rodríguez
Fotografía
Diseño de Portada y Distribución
Samuel Meléndez Gutiérrez
Hugo Enrique Garza Navarro
Escultor Colaborador
Edgar Eduardo Ojeda Rodríguez
Seminario Arquidiocesano de Monterrey Carretera a San Mateo Km 3.5, Apdo. postal No. 34, C.P. 67250 Tel: 1161-5757 www.seminariodemonterrey.org
Desde Rectoría ¿Somos en verdad una familia?
Muy queridos hermanos y hermanas que formamos la gran familia del Seminario de Monterrey.
Pbro. Juan Carlos Arcq Guzmán Rector del Seminario de Monterrey
Con gusto les entregamos este número de nuestra revista San Teófimo en el que abordaremos el tema de la familia. Me gustaría reflexionar de qué modo nosotros, seminaristas y sus familias, empleados, maestros y sacerdotes, formamos o estamos llamados a formar una gran familia del Seminario. Decirlo es muy fácil, pero vivirlo es en verdad un gran desafío que como Rector veo y deseo enfrentar con fe y esperanza. Nuestra realidad como Seminario no escapa de la problemática actual que vive la familia de hoy, como lo explica el Papa Francisco en su Exhortación Evangelii Gaudium: “la familia atraviesa una crisis cultural profunda, como todas las comunidades y vínculos sociales. En el caso de la familia, la fragilidad de los vínculos se vuelve especialmente grave porque se trata de la célula básica de la sociedad, el lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros y donde los padres transmiten la fe a sus hijos” (Evangelii Gaudium 66). ¿Qué significa que los vínculos son frágiles? Significa que nuestras relaciones se quiebran, lastiman y destruyen fácilmente. ¿Qué ocasiona esta fragilidad? El mismo Papa explica que es el “individualismo” el que “favorece un estilo de vida que debilita el desarrollo y la estabilidad de los vínculos entre las personas, y que desnaturaliza los vínculos familiares” (Ibíd 67). El individualismo es la actitud de aislarnos, de no pensar en los demás, de creer que somos autosuficientes. Es muy probable que esa actitud sea fruto de heridas emocionales que hemos sufrido en nuestra propia familia ya que a veces, aun sin darnos cuenta, hacemos o decimos cosas que lastiman aun a quienes amamos. Imaginemos las heridas interiores cuando hemos sido lastimados por alguien de la familia a quien parece no importarle nuestra vida ya que nos abandonó o simplemente mostró muy poco cariño o interés por lo que nos sucedía. Heridas similares las vivimos cuando, en la Iglesia, no recibimos en momentos difíciles, la atención y buen trato que esperaríamos de un sacerdote. Eso mismo que sucede en las familias y las parroquias sucede a veces también en el Seminario cuando aun sin pretenderlo, nos lastimamos unos a otros por indiferencia o por actitudes poco fraternas. ¿Somos en verdad una familia? Los discípulos y Jesús en los evangelios, forman en verdad una nueva familia en la fe que no se excluye la familia de sangre: “¿Quiénes son mi madre
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y mis hermanos?” Pregunta Jesús a quienes le insisten en que su parientes lo buscan, “y señalando con la mano a sus discípulos, dijo: <¡Ahí están mi madre y mis hermanos! Cualquiera que cumpla la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre>” (Mt 12, 4950). Los formadores en nuestro legítimo deseo de exigir a los futuros sacerdotes disciplina y honestidad, corremos el riesgo de mirar nuestra relación con ellos como “vigilantes” y olvidar que son en verdad nuestros “hermanos menores” y parte de nuestra familia; lo mismo puede suceder al seminarista cuando olvida que el formador, también ha dejado todo por Cristo y que, como sucede con un padre o una madre, aprendemos nuestro papel educador en la práctica cometiendo errores involuntarios. Este tipo de relación familiar que conviene aprender en el Seminario, será la mejor preparación para nuestra relación con el Pueblo de Dios al que serviremos. Así compara el Papa Francisco la relación de un sacerdote con la gente: “El espíritu de amor que reina en una familia guía tanto a la madre como al hijo en sus diálogos, donde se enseña y aprende, se corrige y se valora lo bueno; así también ocurre en la homilía” (ibíd. 139) y en general en las relaciones pastorales del sacerdote con los fieles. Por ello, explica el Santo Padre Francisco, “la acción pastoral debe mostrar mejor todavía que la relación con nuestro Padre exige y alienta una comunión que sane, promueva y afiance los vínculos interpersonales... insistimos en nuestra propuesta de reconocer al otro, de sanar las heridas, de construir puentes, de estrechar lazos y de ayudarnos «mutuamente a llevar las cargas» (Ga 6,2)” (Ibíd 64). Este es el desafío que enfrentamos en la sociedad, en la Iglesia y en el Seminario: Lograr no sólo vernos como familia, sino construir relaciones fraternas fundamentadas en el Evangelio que nos enseña que tenemos todos un solo Padre y que entre nosotros somos hermanos (Cfr. Mt 23,9). Este es mi sueño, y estoy seguro que es el sueño de muchos seminaristas y formadores: que lleguemos, como familia del Seminario (empleados, maestros, alumnos y formadores), a amarnos fraternalmente y sanar heridas que como toda familia tenemos. Salgamos sin miedo del individualismo que nos aísla de los vínculos fraternos y superemos, si fuera el caso, el llegar a sentirnos en el Seminario como simples funcionarios o usuarios de la institución. ¡Somos una gran Familia en la fe! ¡No nos dejemos robar la fraternidad!
Espiritual
Comenta la Sra. Elizabeth Páez de Alanís mamá del Diac. Francisco Javier Alanís Páez.
¿Cómo ha sobrellevado la donación de su hijo seminarista a la formación Sacerdotal? Camino al Sacerdocio en Familia
La familia es la base de toda vocación incluyendo la
vocación a la vida sacerdotal. Doy gracias a Dios por que nos ha concedido la dicha de caminar junto a nuestro hijo, en esta noble y hermosa etapa de su vida en el camino de formación en las diferentes etapas dentro del seminario (Menor, Curso Introductorio, Instituto de Filosofía y ahora Instituto de Teología). Comenta la Sra. Elizabeth Páez de Alanís mamá del Diac. Francisco Javier Alanís Páez. Recuerdo que en un principio, vivimos momentos especiales y difíciles cuando nuestro hijo nos comentó su deseo de consagrar la vida a Dios a través del sacerdocio. Esta etapa de desprendimiento hacia ese camino de vida, no era lo que nosotros como padres de familia habíamos deseado; sin embargo, ante todo, había que ir descubriendo cual era la voluntad de Dios hacia nuestro hijo.
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Con el paso de los años dentro de la formación sacerdotal de Francisco Javier, hemos encontrado áreas de oportunidad que trabajamos juntos como familia para ir aceptando el llamado que Dios le concede y a nosotros nos ha dado paz y tranquilidad el ver su crecimiento en
las distintas áreas integrales de su vida: física, mental y espiritualmente. Cada una de las metas o retos que se ha ido fijando a través de su formación lo ha hecho con amor, entusiasmo, entrega y paciencia para llegar hasta el cumplimiento de cada una de ellas. Como familia nos hemos visto fortalecidos al observar como cada una de las comunidades de apostolado en las que ha servido lo han acogido y acompañado y las semillas que han sembrado en nuestro hijo, comienzan a dar sus frutos. llegado hasta este momento de su formación donde casi concluye esta primera etapa de la formación inicial. Esto para nuestra familia ha sido algo muy enriquecedor que nos motiva a consagrarnos junto con nuestro hijo al Servicio del pueblo de Dios. Como resultado, llegamos a descubrir que una familia que vive plenamente la fe para experimentar la entrega gratuita del amor a los demás. Para nosotros el desprendernos, ha sido un acompañamiento diario y en el cual todos mi esposo, mi hija y una servidora hemos aprendido cosas nuevas y distintitas. El camino no ha sido fácil pero, tomados de las manos de Dios y de la Santísima Virgen María hemos avanzado.
¿Cómo viven la espiritualidad familiar ahora que tienen un hijo en el Seminario? “Por ellos me consagro…”
Hace tiempo que ingresé al Seminario de Monterrey,
para mi familia esto ha sido una bendición inmerecida para todos. Nos consideramos creyentes y fieles seguidores del Señor Jesús. Somos una familia muy ordinaria que lucha todos los días por salir adelante y cubrir las necesidades básicas del hogar. Cuando Daniel Alejandro decidió entrar al Seminario comenzó para nosotros un proceso distinto de vivir la fe. Al principio nuestro padre no aceptó muy gustoso la noticia, quizá y fue el primero en iniciar una nueva forma de relacionarse con Dios, puesto que Él era el único que podía tocar su corazón. Le preguntamos a nuestro hermano si en verdad era lo que él deseaba hacer con la vida que le había sido regalada por Dios. Nos convenció su entusiasmo y alegría con la que llegaba a casa los domingos y nos compartía lo que había hecho en la semana. Nuestro hermano mayor había vivido un proceso de divorcio civil de su matrimonio y en ese tiempo le brindamos nuestro apoyo y constantemente lo invitábamos a misa para fortalecer su corazón. Tiempo después contrajo matrimonio por la Iglesia católica. Nuestra hermana menor era un adolescente que participaba regularmente en grupos, aunque después de vivir un encuentro con Jesús a sus 18 años notamos en ella una forma distinta de ver la vida. Cada uno de los miembros de nuestra familia nos ha aportado algo al camino de la fe, sin embargo, nuestra
madre que conoció por medio de nuestro hermano seminarista a la Venerable Sierva de Dios, Concepción Cabrera de Armida y la espiritualidad de la Cruz nos ha enseñado a abrazar las cruces de cada día con amor y esperanza. Desde antes que Daniel decidiera seguir a Jesús, ella siempre nos inculcó el amor a la Iglesia y a sus ministros. A respetar y amar a los sacerdotes, rezar por ellos, algo que tanto repetía Conchita Cabrera: “Por ellos me consagro”. Hemos tenido muy de cerca como grandes amigos algunos sacerdotes con los que compartimos los alimentos, algunos nos han dado algún sacramento. Esto ha servido mucho en el crecimiento espiritual de la familia.
Familia Frías Calderón
Nuestros abuelos paternos y maternos nos han inculcado mucho la devoción y cariño a la Santísima Virgen de Guadalupe y al Sagrado Corazón de Jesús, por eso rezamos continuamente el santo rosario y cada mes de diciembre mi abuelo organiza una peregrinación a la Basílica de Guadalupe en Monterrey. Valoramos mucho la peregrinación del Seminario a la cual asistimos cada año y seguimos creciendo esta especial devoción a la Madre de Dios. Damos gracias a Dios por habernos mirado con amor y misericordia para llamar a un miembro de nuestra familia a la vocación sacerdotal. Oramos por él y por todos sus hermanos seminaristas para que sigan fieles al llamado del Señor, no olvidemos lo importante que es promover las vocaciones en las familias.
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Humana y Comunitaria
¿Cómo desarrollan la amistad en su familia? Cristian Enrique Cortés Valdés F3
Los lazos que se pueden formar en la familia son inigualables
San Juan Pablo II una vez dijo: “El amor es verdadero
cuando crea el bien de las personas y de las comunidades, lo crea y lo da a los demás. Sólo quien, en nombre del amor, sabe ser exigente consigo mismo, puede exigir amor de los demás; porque el amor es exigente”. (Carta a las familias, #14) Consideramos que la manera en que desarrollamos la amistad en nuestra familia siempre tiene como base el amor y el servicio a los demás, aunque en ocasiones sea muy exigente o desgastante, nosotros buscamos expresarlo de múltiples maneras. La primera forma de expresar nuestro amor y de fortalecer la amistad es por medio de la convivencia, una familia que no se comunica ni convive, es una familia dividida, porque nadie sabe lo que el otro está viviendo. Nosotros procuramos compartir lo que va pasando en nuestras vidas, las experiencias que tenemos, los momentos alegres del día y las dificultades también. Primero escuchamos atentamente, para después poder aconsejar y acompañar.
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De igual manera, nos esforzamos para poder estar atentos a las necesidades de los demás y así poder ofrecer un
apoyo incondicional. Es reconfortante saber que aunque en ocasiones los amigos puedan fallar y no estar siempre presentes, la familia siempre estará ahí y nunca nos abandonará. Una verdadera amistad no es la que siempre nos solapa, sino que es la que nos impulsa a ser mejores y a salir de nuestra zona de comfort. Los verdaderos amigos son los que tienen el valor de corregirnos cuando erramos, por eso, en la familia procuramos corregir fraternalmente, por un lado, el que corrige intenta hacerlo de la manera más asertiva y caritativa posible y el que es corregido acepta el consejo sin rencores ni corajes. Los lazos que se pueden formar en la familia son inigualables, en ningún lado hemos podido encontrar una amistad tan estrecha e íntima como la que se da en la familia. Por eso, creo que la frase del Papa Francisco resume perfectamente lo que hemos querido expresar: “Tener un lugar a donde ir, se llama Hogar. Tener personas a quien amar, se llama Familia, y tener ambas se llama Bendición”. (Homilía del 27 de diciembre 2014).
¿Qué cosas cambiaron en la familia después de ingresar al Seminario? Hemos sido transformados por su Gracia
Han sido tantas cosas que, de manera personal y familiar,
han cambiado en mí y en mi familia. Ha cambiado nuestra manera de relacionarnos con Dios, con nosotros mismos y con los demás. A la vez hemos dejado algunos vicios que han sido causa de desunión y conflicto entre nosotros. A continuación les comparto unas breves palabras de lo que mi familia ha experimentado a partir de que ingresé al Seminario. “Mi nombre es Lucio Alejandro, y soy el único hermano de José Luis. De manera concreta, en lo personal, mi forma de concebir el servicio en la Iglesia ha cambiado. Ahora soy consciente de lo importante que es servir con amor y generosidad a quienes más lo necesitan, y a la vez, dejarte ayudar por los demás. Esto lo fui entendiendo gracias a las experiencias que mi hermano me ha compartido”. “Mi nombre es Lucio Morán Sánchez, papá de José Luis. Desde que mi hijo nos compartió su inquietud por ser sacerdote, no hemos dejado de apoyarlo. Esto poco a poco lo fui asimilando, a pesar de que pasaba una mala racha en mi matrimonio. Mi vida fue cambiando paulatinamente, de ser una persona alejada de Dios y de la Iglesia, a estar cada vez más cerca, de ser un hombre que se emborrachaba todos los fines de semana, a un hombre que no ha probado una sola gota de alcohol desde hace ya casi cuatro años, los mismos que lleva mi hijo en el Seminario. Todo esto gracias a la misericordia de Dios, la
José Luis Morán Becerra F2
cual ha transformado mi vida y mi familia”. “Mi nombre es Josefina Becerra Esparza, soy mamá de José Luis. Hace cinco años que sirvo en la comunidad como catequista y ahora como ministro extraordinario de la comunión. Les comparto que nunca imaginé que Dios me bendijera con estos dos apostolados, aunque siempre me agradó la idea de ser catequista y llevar a Cristo a los más necesitados. Esto lo tomo venido de Dios, y no como un privilegio por ser la mamá de un seminarista, sino como una misión a la cual me ha llamado para servirlo en medio de su pueblo. Mi esposo, mi hijo menor y yo nos entregamos por completo a convivir, al trabajo, al estudio y a servir al Señor, pues esto nos ayuda a estar en comunión con nuestro hijo, y tratamos día con día de ofrecer nuestras actividades por las familias de los seminaristas”. Sin temor alguno, debo compartirles que hemos sido transformados por su Gracia. Su amor nos ha cambiado la vida por completo. Dios nos ha sacado de las tinieblas y nos ha llevado al reino de su hijo querido (Col 1, 13).orán Becerra F2
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Juan Armando Pérez Aranda T3
¿Cómo es tu experiencia familiar? “Lo que hemos oído y aprendido, lo que nuestros padres nos han contado”. (Salmo 77, 3)
En mi experiencia con mis padres, sin lugar a dudas, he
tenido una experiencia de Dios, solo que cuando estaba más pequeño no lo sabía, lo ignoraba. Recuerdo que cuando estaba en la primaria, mi mamá iba cada mañana, a llevarme el lonche, y recuerdo que le decía: “mamá, ¿por qué no me lo pones en la mochila como a los demás niños? a lo que ella me respondía: es que quiero que te lo comas calientito y quiero estar contigo lo más que se pueda. Cómo dudar de la presencia de Dios en mi madre, cómo no sentir la mano de Dios en las caricias de mi mamá. También, recuerdo que por esa misma etapa, tenía unos 10 años, acompañaba a mi papá a su trabajo, era emocionante, andar toda una tarde con mi papá, con mi héroe como yo le decía, él me enseñó a cómo hablar y tratar a los demás, con respeto y cercanía, de hecho gracias a él, mi firma es parecida a la suya, ya que iba a cobrar los cheques a las empresas y firmarlos por él, era muy gratificante regresar con el cheque firmado por mí. Dios me ha demostrado su amor, en la pasión y la alegría con el que mi papá hacía su trabajo. Jesús les respondió: yo les aseguro que nadie que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por el Reino de Dios, quedará sin recibir mucho más al presente y vida eterna en el mundo venidero” (Lucas 18, 28).
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Ya cuando decidí entrar al seminario, al principio mis papás, no me creían del todo, ya que nunca había estado en las cosas de la Iglesia, y con un poco de resistencia, ya que soy hijo único, poco a poco fueron comprendiendo que es Dios el que me llamó y mi padres tuvieron mucho que ver, con su amor, con su cercanía, con sus consejos y correcciones. No cabe duda que Dios me llamó desde mi familia, y es desde mi familia, como he buscado responderle a Dios.
Intelectual
El Equipo Formador y los Seminaristas del Seminario de Monterey, damos la bienvenida como nuestro nuevo Rector al Padre
Juan Carlos Arq Guzmán
deseamos que el Señor Jesús nos acompañe en esta nueva etapa que comienza.
¿Qué documentos eclesiales te han apoyado para llevar una buena relación familiar? “¡Familia, sé lo que eres!”
David Jasso Ramírez T3
“¡No tengan miedo de abrir de par en par las puertas a Cristo!”
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“¡ o tengan miedo de abrir de par en par las puertas a Cristo!” fueron las primeras palabras que el Papa Juan Pablo II lanzó al mundo entero desde la Plaza de San Pedro, cuando inauguró su pontificado, el 22 de octubre de 1978. Esta expresión es, posiblemente, uno de los gritos más esperanzadores y revolucionarios para mundo contemporáneo. Cuando reflexiono sobre qué palabras, documentos o mensajes del magisterio de la Iglesia han influido en mi familia y en nuestra relación, concluyo que ha sido San Juan Pablo II quien, de manera constante ha estado presente en distintos momentos de nuestra vida familiar. Recuerdo con mucho cariño y nostalgia que cuando entré al Seminario, papá (en paz descanse) nos comentó en casa que quería crecer como cristiano y poder tener más temas de qué platicar conmigo, además de lo mucho que ya platicábamos y compartíamos. En la Escuela de Agentes de Pastoral (hoy Instituto de la Arquidiócesis de Monterrey), fue el Catecismo de la Iglesia Católica la base de las clases que tomó, cuyo promotor fue el mismo Juan Pablo II y que generó en nosotros como familia inquietudes, reflexiones y cuestionamientos que nos hicieron crecer, comprometernos y caminar juntos como familia llevándonos a otros documentos del magisterio como la Familiaris Consortio (Exhortación
Apostólica sobre la misión de la familia cristiana en el mundo actual) del mismo santo, escrita en 1981. “¡Familia, sé lo que eres!” (Familiaris Consortio No. 17) es la frase que nos ayudó en el camino para descubrir no solo nuestra identidad como familia sino también nuestra misión. Cada vez que nos enfrentamos a situaciones difíciles, esa frase resuena en el corazón y sigue siendo como una amorosa llamada de atención para detenernos y darnos cuenta de que vivir juntos implica vencernos a nosotros mismos, abriendo nuestro corazón de par en par como familia, entre nosotros, en Cristo. A unos meses de la muerte de papá, todavía viviendo un proceso de duelo cada quién desde su propia realidad y circunstancia: mamá en casa, mi hermana con su familia y un servidor en el Seminario, estamos en camino de reencontrarnos como familia, teniendo una nueva forma de relacionarnos ahora entre nosotros y con papá en la presencia de Dios, que nos anima y que quiso encarnarse para ser Dios con nosotros en una familia, la de Nazareth, modelo para todos, aspirando a ser lo que verdaderamente hemos de ser, “íntima comunidad de vida y amor” (Conc. Ecum. Vat. II, Const. pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et spes, No. 48).
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José Raúl Pérez Contreras T4
Sínodo sobre la familia 2014 Las 12 claves del Sínodo sobre la familia. ¿Qué ha dicho, qué no ha dicho, para qué ha servido el debate?
Ha terminado el Sínodo Extraordinario de obispos
sobre la Familia. La opinión pública ha salido un poco desconcertada porque se han escrito crónicas en las que la Iglesia parece que está dividida en temas como los homosexuales, los divorciados, la crisis de las familias y un largo etcétera. Convendrá puntualizar e informar de cuáles han sido las claves de este Sínodo Extraordinario, que en realidad es preparatorio al Sínodo Ordinario, sobre el mismo tema, que se celebrará en octubre del 2015. Por eso hemos considerado oportuno tener en cuenta las siguientes 12 claves para resumir lo que ha significado el Sínodo.
Clave 1.- El Papa ha pedido a los presentes en el Sínodo, cardenales, obispos, sacerdotes y laicos, hablar con la máxima libertad y así ha sido. Tener presente que la familia, cualquiera que sea su situación o sus crisis, debe ser “acogida”, “escuchada” y “acompañada”, porque la Iglesia tiene siempre “las puertas abiertas” a todos los hombres, por muy irregulares o difíciles que sean sus vidas, por muy cercanas o alejadas de Dios. Clave 2.- Se han registrado intervenciones diversas porque la realidad de la familia es diversa en las distintas partes del mundo y los obispos son también diversos: no es lo mismo la situación familiar occidental, que la africana y asiática. Por eso los obispos tienen distinto registro al hablar de las familias. Clave 3.- El papa Francisco ha estado en silencio. Quería escuchar y no quiere pronunciarse hasta que los temas planteados maduren y estén más estudiados en el próximo Sínodo Ordinario de 2015. Se intenta conjugar la “misericordia” de Dios y el acompañamiento de la Iglesia a “todas” las familias, cualquiera que sea su situación, con la doctrina inmutable, procedente de la Revelación sobre la familia y el matrimonio. Clave 4.- Un Sínodo es un órgano consultivo del Papa donde participan representantes de todas las conferencias episcopales. Sirve para reunirse con el Papa y debatir temas actuales, como en este caso la familia.
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Clave 5.- En todos los Sínodos existen filtraciones en la prensa especialmente de hechos que puedan causar impacto entre público, como el tema de los homosexuales o los divorciados. En los Sínodos, de entrada los medios ya dividen a los padres sinodales entre “progresistas” y “conservadores”. Los conservadores son los de la Curia y los progresistas los padres sinodales que obtienen protagonismo por romper de alguna manera con la doctrina tradicional. En este Sínodo el clima ha sido bueno, aun con las lógicas y normales discrepancias.
Clave 6.- Una cosa es la comprensión y acompañamiento de las familias viviendo con ellas el dolor de una crisis o de situaciones irregulares, y otra aceptar estas situaciones irregulares como si tuvieran el beneplácito de la Iglesia. El Sínodo no ha venido a cambiar la doctrina, sino actualizar la pastoral.
discernimiento espiritual para la aplicación de la misma. La misericordia no puede ser una franquicia para los pecados. La sexualidad debe abordarse de forma muy positiva, pues se habla tanto de lo negativo de la sexualidad fuera del matrimonio que parece que la sexualidad matrimonial sea “una concesión, a una imperfección”.
Clave 7.- El mensaje del Sínodo manifiesta cómo Cristo pasa por las calles y los hogares mostrando la “belleza” de la familia reflejada en el “el testimonio cotidiano que ofrecen muchas familias a la Iglesia y al mundo con su fidelidad, su fe, su esperanza y su amor”, a pesar de las dificultades. Se asiste así a “no pocas crisis matrimoniales, que se afrontan de un modo superficial y sin la valentía de la paciencia, del diálogo sincero, del perdón recíproco, de la reconciliación y también del sacrificio”.
Clave 11.- El amor tiende por su propia naturaleza a ser para siempre, hasta dar la vida por la persona amada (cf. Jn 15, 13). El amor conyugal, persiste a pesar de las múltiples dificultades del límite humano, y es uno de los milagros más bellos, aunque también es el más común. Así la familia se presenta como una auténtica Iglesia doméstica”. El amor es “una entrega de bienes, de compañía, de amor y de misericordia, y también un testimonio de verdad, de luz, de sentido de la vida”.
Clave 8.- Pensamos en las dificultades “económicas causadas por sistemas perversos, originados en el fetichismo del dinero y en la dictadura de una economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano” (EG 55), que humilla la dignidad de las personas. “Reclamamos a los gobiernos y a las organizaciones internacionales que promuevan los derechos de la familia para el bien común… Cristo quiso que su Iglesia sea una casa con la puerta siempre abierta, recibiendo a todos sin excluir a nadie”.
Clave 12.- El matrimonio es una vocación auténtica y como tal requiere fidelidad y coherencia. El camino de preparación al matrimonio debe ser largo, personalizado y severo. La familia debe ser la escuela de “alteridad” donde se acepta el otro tal cual es, con amor. La crisis de valores, el secularismo ateo, el hedonismo y la ambición de poder erosionan a la familia y cambian los valores de unión entre el hombre y la mujer”. Esta reunión de los obispos con el sucesor de Pedro y en comunión con él, aunque en una confrontación serena sobre los problemas de las familias, es el síntoma de una iglesia viva, vigorosa, donde todos hablan desde su perspectiva, queriendo dar lo mejor al pueblo cristiano, si así es aceptado y promulgado por el Papa.
Clave 9.- Jesucristo no fue a buscar a los buenos, sino a los publicanos y a los pecadores. Hay que salir a las periferias, sin descuidar a las familias que sirven de modelo y testimonio a otras familias. Por eso, en la primera etapa de nuestro camino sinodal, hemos reflexionado sobre el acompañamiento pastoral y sobre el acceso a los sacramentos de los divorciados en nueva unión”. Clave 10.- Los padres sinodales pidieron ampliar los tribunales eclesiásticos sobre nulidades matrimoniales y que a la vez sean más expeditivos. El Sínodo no cuestiona la doctrina sino que reflexiona sobre la pastoral, o sea el
http://www.aleteia.org/es/religion/articulo/las-12-clavesdel-sinodo-sobre-la-familia
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¿Qué reflexión han hecho en la familia sobre los estudios del seminario?
Edgar Fabián Cruz del Ángel T2
“Maduros en la ciencia” y que su doctrina sea “medicina espiritual para el pueblo de Dios” (PO 19)
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uando nos encontramos en diálogo con nuestras familias, amigos o con personas que hemos conocido a lo largo de nuestros apostolados, comúnmente nos preguntan por la cantidad de años que dura la formación en el seminario, y, al nosotros dar una respuesta quedan profundamente sorprendidos de la cantidad de años en los que estamos en formación: entre 10 y 12 años. La formación sacerdotal durante todo este tiempo gira en torno a cuatro áreas fundamentales: humana, espiritual, vocacional y académica, éstas nunca desaparecen en la formación y ninguna es más importante que otra. El área académica como en todas las universidades está compuesta por maestros, tareas y evaluaciones cuyos principales destinatarios somos los seminaristas. En cada una de las etapas de formación en el seminario, el aspecto académico es gradual y le proporciona a los alumnos las herramientas necesarias para su futuro ministerio sacerdotal. Un riesgo que corre el seminarista durante su formación en el aspecto académico, corresponde en la creencia que el mismo alumno se hace, sobre la inutilidad de algunas materias o contenidos curriculares que recibimos en la formación: “Es verdad que las materias de estudio parecen muy lejanas de la vida cristiana real y de la atención pastoral. Sería un error plantear de entrada la cuestión en clave pragmática: ¿Me servirá esto en un futuro? ¿Me será de utilidad en la práctica pastoral?” (Benedicto XVI a los Seminaristas, 18 de Octubre del 2010), sin embargo conforme se avanza en la formación la visión va siendo más clara y completa.
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Toda la formación académica del seminario se orienta hacia que los futuros pastores “estén maduros en la ciencia” y que su doctrina sea “medicina espiritual para el pueblo de Dios” (PO 19). Creo que se nos invita a descubrir el misterio de Dios y de hombre para dar una respuesta concreta, lógica, razonable pero sobre todo de fe para los hombres de nuestros tiempos.
Pastoral
¿Qué es el apostolado en la vida familiar? José Esteban Pérez Torres F2
Eres, entre los tuyos –alma de apóstol-, la piedra caída en el lago.- con tu ejemplo y tu palabra un primer círculo… y otro…y otro, y otro… Cada vez más ancho, ¿comprendes ahora la grandeza de tu misión? (San Josemaría Escrivá. Camino, #831).
No cabe duda que la familia ocupa un lugar muy impor-
tante dentro de la formación del seminarista, pues es en ella donde en las mayorías de las veces (no podemos limitar el llamado de Dios a un solo lugar o a una sola comunidad, aun y cuando la familia sea un ambiente fundamental para la trasmisión de la fe y la promoción de una cultura vocacional, Dios hace uso de otros medios para llamar a sus hijos y desarrollar en ellos el llamado a la santidad en un estado de vida específico) va desarrollándose la inquietud vocacional, con el acompañamiento de sus padres el seminarista continúa día con día su discernimiento vocacional, preparándose para en un futuro ministerio actuar también como un padre para con los hijos que la Santa Madre Iglesia le encomiende. Por otra parte tampoco podemos dudar que el sábado es uno de los días más esperados de la semana dentro del seminario, pues el sábado es el día del apostolado, el día en que el seminarista abandona la casa de formación para encontrarse otros hijos de la Iglesia para acompañarlos, conocerlos, aprender de ellos y compartir la vida y la fe. En mi vida de formación tanto el apostolado como la familia ocupan un lugar importante, mas quisiera contar la visión que tiene la familia del seminarista con respecto
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al apostolado, la riqueza que éste contribuye a ésta y viceversa. Por el apostolado los padres del seminarista ven de manera palpable que es de gran valor la transmisión de la fe a sus hijos, ellos se dan cuenta que en su familia de muchas formas se practica la caridad y entre ellas ven en su hijo seminarista a alguien que busca vivir de manera permanente el servicio a los más necesitados, ya sea en veces con palabras de consuelo o alegría, con orientación o escucha, pero refiriendo siempre a las personas hacia Cristo, con la ayuda de San José y de Nuestra Santa Madre la Virgen María, esto los llena de alegría y los alienta a seguir perseverando en la vida de fe y de servicio a los demás, a la vez que refuerza en la familia un ambiente de atención y sensibilidad para con los otros, principalmente con los más necesitados, combatiendo el mal de la indiferencia que sufre nuestra sociedad actual. Con el apostolado la familia valora la gran tarea de la transmisión de la fe y de la familia, a imagen de la Sagrada Familia de Nazaret. Cabe recalcar que desde la familia por los pequeños o grandes actos desinteresados, el seminarista aprende a hacer el apostolado.
¿Cómo es tu apostolado en la familia?
Francisco Guajardo Garza F3
Para mí vivir un apostolado en la vida familiar, es vivir mi ser hijo; ser discípulo de Cristo por medio de mis padres.
C
uando me pidieron que colaborara en la revista para la redacción de un artículo sobre ¿Qué es el apostolado en la vida familiar? Y ¿Cómo apoyo a mi familia? Rápidamente me surgieron muchas dudas en mi cabeza. La primera de estas dudas es si realmente Yo realizo algún tipo de ayuda para con mi familia; esto debido a que, siendo sinceros, realmente ellos son quienes me apoyan a mí, el apoyo más grande que tengo dentro del seminario son ellos. Mis padres desde el momento en que les dije que entraría al seminario han realizado un apostolado de tiempo completo para conmigo, son mi principal fortaleza, y decir que yo les ayudo en algo es mentir. Dentro de mi familia he encontrado un cimiento que fortalece día con día mi encuentro con Cristo, ellos son quienes me enseñaron a amar a Dios y quienes me inculcaron los valores Cristianos, hablar de un apostolado para con ellos, es más bien, desde mi perspectiva, hablar de un discipulado. A qué me refiero con este juego de palabras, muy sencillo el apóstol es aquel que está al servicio de los demás, en la familia mi apostolado es visitar a mis abuelos, jugar con mis sobrinos, estar en la casa, dialogar con mis papás, ayudarles de vez en cuando en quehaceres o mandados; realmente el apostolado en la casa se convierte en ser un hijo que cumple con las “obligaciones” que todo hijo debe seguir. Frente a mi familia me siento más como un discípulo, alguien que escucha las enseñanzas de sus padres, que busca imitarlos en su testimonio de vida cristiana. Es cierto en algunas ocasiones surgen preguntas sobre cosas en concreto, especialmente relacionadas a la Sagrada
Escritura, y uno trata de ayudarles a ellos a crecer, pero en mi caso particular frente a mis padres soy un discípulo, alguien que los escucha, los admira. Ellos para mí son un verdadero testimonio de santidad, son gente que lucha día con día en la búsqueda de su conversión y la de nuestra familia. El apostolado en la vida familiar, en mi caso particular es más bien un discipulado, sentarme con ellos, platicarles mi vida, buscar un refugio en sus brazos y sobre todo imitarlos en su testimonio de vida cristiana. El apostolado en la casa de mis padres es muy similar al de la parroquia, por un lado tienes a los Presbíteros y gente mayor de la cual aprendes mucho más de lo que tú puedes aportar, y por otra tienes a los adolescentes y monaguillos; o sobrinos, hermana, cuñado; de los cuales aprendes de igual forma, pero es más el compartir el tiempo con ellos, es un caminar juntos. Para mí vivir un apostolado en la vida familiar, es vivir mi ser hijo; ser discípulo de Cristo por medio de mis padres.
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Comentan José María Montalvo Rodríguez y Angelica Valdés Garza Papás del Seminarista José Juan Montalvo Valdés T2
¿Cuáles son las motivaciones para llevar un apostolado ahora con un hijo en la formación sacerdotal? “Definitivamente la mejor bendición es ser parte de esta gran familia que es el seminario.”
Siempre hemos caminado al lado de nuestro hijo, aun
antes de que él entrara al seminario. Lo hemos seguido en una continua experiencia de Dios en distintos apostolados, pero ahora que está en el seminario, una de las motivaciones es que hemos sentido un compromiso más fuerte con Dios, como correspondencia a esta gran bendición de tener un hijo llamado al sacerdocio.
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Otra de las motivaciones es la responsabilidad de dar testimonio cristiano en los distintos ambientes (familiares, laborales y comunitarios), comenzando en nosotros mismos que sentimos el llamado de Dios, reflejado en nuestro hijo, que nos lleva a un espíritu de oración constante. Dicha espiritualidad nos une como padre, madre e hijo, y nos mueve a buscar una relación íntima con Dios, a ejemplo de San José y la Virgen María que no solo acompañaron a su hijo Jesús, sino que también dieron ejemplo a los demás.
Cuando entró nuestro hijo al seminario, nos invitaron a vivir el DEPS (Dinámicas de encuentros de papás y seminaristas) donde otros papás de seminaristas nos ayudaron a entender esta nueva etapa, que no solo viviría nuestro hijo, sino que también nosotros como papás también viviríamos. Y al ver lo valioso que fue para nosotros, terminamos enamorados de ese apostolado, y con el paso del tiempo, nos dieron la oportunidad de apoyar en DEPS, en el cual llevamos ya 4 años sirviendo. Al compartir nuestra vida y nuestro apostolado en este camino, nos ha llenado de muchas bendiciones, como: la amistad cercana con muchos sacerdotes y seminaristas; un compartir emociones y sentimientos con otros papás de seminaristas que ya llegaron a ver a sus hijos como sacerdotes, y que nos ilusionan con experimentar el momento de la ordenación de nuestro hijo; y definitivamente, la mejor bendición es ser parte de esta gran familia que es el Seminario de Monterrey.
Vocacional
Ya hace algún tiempo que la iglesia de Monterrey
asumió el compromiso de trabajar a favor de establecer una cultura vocacional. Sin embargo, por diversos motivos, esta tarea no siempre ha sido fácil. Las numerosas opciones de vida, que resultan muchas veces contrarias al Evangelio, han llegado a establecerse, incluso en algunas estructuras eclesiales, como una especie de contracultura vocacional. Esto, sin duda alguna, ha venido a mermar un fluido y rápido crecimiento en concien cia de esta imperante y necesaria cultura vocacional. Pese a esto, el compromiso de hacer presente el Evangelio y formar una cultura vocacional en toda comunidad cristiana se asume con alegría y empeño, con valentía y fortaleza de espíritu, pues sabemos que el Señor camina con nosotros. Este es precisamente el trabajo que desempeñamos como Pastoral Vocacional en las parroquias para avivar la vocación. De una manera concreta, podemos decir que los destinatarios de esta acción pastoral son los jóvenes. Es en ellos en quienes se busca, por medio de un proceso gradual, sembrar la semilla de la vocación. Y, aunque ciertamente sembramos con confianza la semilla de la vocación sacerdotal, esta tarea es un tanto más amplia. Es además, por decirlo de alguna forma, una tarea compartida, pues en ella nos involucramos laicos, seminaristas, matrimonios, religiosas(os) y sacerdotes.
¿Cuál es el trabajo que se desempeña en la parroquia para avivar la vocación?
Eduardo Alberto Mata Ortíz T2
Trabajemos juntos en esta ardua y tan importante labor vocacional; confiando en que el Dueño de la mies seguirá enviando obreros a sus campos (Cf. Lc10,2)
Las actividades están destinadas a niños, adolescentes o jóvenes. Estas pueden ser desarrolladas durante algunas horas en un día o durante un fin de semana en una parroquia. Pero, ya sea un panel vocacional, una hora santa vocacional, una pinta de barda o una misa vocacional, la intención sigue siendo la vocacionalización de la parroquia. Avivar la vocación en la parroquia, cualquiera que esta sea, es una preocupación de nuestro tiempo que no puede recaer sobre algunos cuantos. Es más bien una tarea, que como comunidad eclesial que sabe leer los signos de los tiempos, debe ser asumida por todos los que conformamos el Cuerpo de Cristo, con cada uno, ejerciendo la función desde su propio modo (Cf. 1Co 27-30). Trabajemos juntos en esta ardua y tan importante labor vocacional; confiando en que el Dueño de la mies seguirá enviando obreros a sus campos (Cf. Lc10,2).
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¿Cómo es la experiencia al ir a las familia para conocer la opinión de ellos, al saber que su hijo tiene la inquietud de ser sacerdote?
Pbro. Juventino Leal Sosa Vocacional
“¡¿Entonces, sí lo volveré a ver?!”
A
compañar al candidato en el proceso de discernimiento vocacional no sólo implica el diálogo con él, ni que éste participe en las actividades que se organizan propiciando ambientes de reflexión para él y otros que viven el mismo momento existencial, ciertamente es mirarle en ese proceso de búsqueda-respuesta, pero también a su entorno. En este tiempo en el que me está tocando acompañar a los muchachos en el Centro Vocacional he constatado que la vocación no sólo toca el corazón del candidato, el llamado impregna todas las áreas de su convivencia y la familia es uno de los espacios - y creo - más importante.
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Y aunque los amigos y amigas, los compañeros de trabajo o escuela o el grupo parroquial (prefiguración de las Betanias) enfrentan muy a su modo la nueva realidad de tener a uno de los suyos en proceso de discernimiento, es la familia la primera que debe asumir que algo, dentro de ella, está cambiando.
Para el que se siente llamado, la responsabilidad de responder al Señor exige nuevas actitudes y desprendimientos, sin embargo, lo es también para quien rodea al candidato. ¿Cómo enfrentar lo nuevo?, ¿cómo dejarlo ir, pero no del todo? Los papás del candidato, por más adulto o independiente que éste sea, no son testigos mudos en esta transición, veo cómo se preocupan por saber cuándo son las actividades, cuándo toca tal o cual cosa, cuándo deben dormir fuera y cuándo deben acudir a los exámenes de Trabajo Social o los Psicométricos. Muchos de ellos tienen la confianza de llamar, de presentarse acompañando al muchacho, de saber quién es el sacerdote que acompaña a sus hijos, y también de nuestra parte está el conocerles, saber dónde viven, compartir su espacio que, entre más, es mejor; aclararles sus dudas, llegar a ese momento en que se hay que decir adiós a los mitos y prejuicios: “¡¿entonces sí lo volveré a ver?!”, no ha faltado quien concluya después de platicar. Y aunque corresponde al Departamento de Trabajo Social la visita técnica, para el acompañante vocacional y los papás, encontrarse, no sólo es conveniente, sino necesario.
Diác. Héctor Manuel Robledo Roque T4
A punto de terminar la formación ¿Cómo es tu experiencia vocacional en la familia?
San Juan Pablo II decía que, La familia está llamada a
ser, por su estructura fundamental, “figura educadora vocacional”, ya que en ella surgen los primeros brotes de toda vocación, y en ella puede encontrar las condiciones adecuadas para su desarrollo. En lo personal a mí me parece que está frase del ahora santo, tiene mucho de verdadero, pues a lo largo de estos años en mi formación en el seminario, he descubierto que el nacimiento de mi inquietud vocacional, aún sin ellos percatarse mucho, surgió en la familia, pues por ejemplo mi mamá fue quien nos enseño que era importante ir a Misa, se preocupaba porque tuviéramos los sacramentos, tal vez después perdió un tanto su cercanía a la iglesia, pero nunca ha dejado de ser esa mujer bondadosa, que nos ha dado a mis hermanos y a mí un gran testimonio de vida. Es por eso que durante esta etapa de la formación en el Seminario, he tratado de compartir con ellos mucho de los acontecimientos que he vivido en la formación. También reconocer, que al igual que una parte de mis hermanos seminaristas y Diáconos, para algunos integrantes de mi familia no fue fácil aceptar la decisión que yo había tomado de seguir a Cristo en este camino, sin embargo de todos modos me apoyaron. Han sido muchos momentos importantes los que hemos podido compartir como familia, por ejemplo las convivencias mensuales, el DEPS (Dinámicas de Encuentros para Papás y Seminaristas) al cual tuve la oportunidad de acudir con mi mamá, debido a que mi Papá ya había fallecido antes de que yo entrara en el Seminario.
La Familia, elemento importante de la vocación La verdad que este encuentro fue una gran oportunidad para compartir con mi Mamá el hecho de cómo me sentía llamado por Dios, y como el apoyo de mi familia para mí era muy importante, y a la vez yo pude escuchar cómo se sentía ella, y esto favoreció mucho la forma en que ella fue tomando estos años del Seminario. Con el tiempo, cuando llegó el momento de la ordenación diaconal, ya la actitud de mi familia era muy distinta a la del principio, y a mí me dio mucho gusto el ver la alegría con la que también ellos recibían la noticia de la ordenación, y la alegría con la que juntos preparamos todos los detalles de tan importante momento. Ahora ya con el apostolado de fin de semana, no siempre hay oportunidad de ir los domingos a la casa, es por eso que ha sido para mí muy importante aprender a valorar los momentos que paso con ellos, tratar de que sean de calidad, y poder seguir compartiendo con ellos todo lo que voy viviendo en el seminario, y a la vez estar al pendiente y escuchar que ellos me compartan lo que van ellos van viviendo en sus trabajos y en la casa. Por último, me gustaría terminar diciendo que un elemento que para nosotros como familia ha sido muy importante, es mantenernos en oración unos por otros, yo oro por ellos, y ellos oran por mí, esto verdaderamente nos ha fortalecido como Familia.
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A
Pbro. Alejandro Salinas Silva Prefecto Disciplinar de segundo de teología.
llá por el año 1960, el Señor Gabriel Salinas Rojas (+Finado) originario de Bellas fuentes, Michoacán, y la señorita Ninfa Silva Silva originaria de Allende, Nuevo León. decidieron unir sus vidas, recibiendo la bendición de Dios en la Parroquia de San Pedro Apóstol, ubicada en ese bonito municipio de Nuevo León, para formar la familia SALINAS SILVA. La cual se vinieron a radicar a Monterrey Nuevo león, en la Colonia Emiliano Zapata, precisamente a una cuadra de la Parroquia de San Isidro Labrador. Dios Bendijo a mis padres con la gracia de tener 8 hijos (6 Hombres y 2 Mujeres). Esta es mi Familia: El primero es mi hermano: Francisco Javier, estudió y se recibió de Contador Público y Auditor en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Actualmente está casado con la C.P. (Contadora Pública) María Hilda García Lozano y Dios los ha bendecido con dos Hijas: Marisol y Melisa Lizbeth. La segunda es mi hermana Juana Josefina, estudió y se recibió de Médico en especialidad en Patología en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Actualmente está casada con el Dr. (Odontólogo) Jesús Ramos Arreola y Dios los ha Bendecido con tres hijos: Diego, Jesús Enrique y María Fernanda. La tercera es mi hermana Maribel, ella estudió y se recibió de secretaria bilingüe. Actualmente está casada con el C.P. Jorge Lozano González y Dios los ha bendecido con una hija: Mariana. El Cuarto es mi hermano Hugo, él estudio en el Seminario de Monterrey y en la Universidad Pontificia de México, se Ordenó Sacerdote y obtuvo la licenciatura en Teología Dogmática. Estuvo ejerciendo su ministerio Sacerdotal en el Seminario de Monterrey y actualmente está de párroco en la Parroquia de San Pedro Apóstol en Allende Nuevo León. El Quinto soy Yo, Alejandro: Estudié en el Seminario de Monterrey y me ordené Sacerdote (junto con mi hermano el Padre Hugo hace ya 20 años). Actualmente realizo mi ministerio sacerdotal en el Seminario de Monterrey. El Sexto es mi hermano Miguel: Estudió y se recibió de Contador Público y Auditor, en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Actualmente está casado con la C.P. Carmen Zambrano Díaz y Dios los ha bendecido con dos hijos: Mauricio y Marcelo. El séptimo es mi hermano Gabriel: Estudió y se recibió de Contador Público y Auditor, en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Actualmente está casado con la C.P. Hilda Gloria Limón Arreaga y Dios los ha bendecido con dos hijos: Gabriela y Edgard. El octavo es mi hermano Rafael: Estudió y se recibió de Contador Público y Auditor, en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Actualmente está soltero.
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Mi Padre Gabriel (+) y mi Madre Ninfa, nos han enseñado no sólo a amar a Dios, sino también a permanecer unidos como familia. Tratamos de reunirnos cada vez que se puede, en los cumpleaños, en las actividades de fechas especiales, en navidad y año nuevo, etc. y así fortalecer, de esta manera, los lazos de Unidad, Cercanía y Fraternidad. Esta es mi Familia.
Esta es mi familia Dios Bendijo a mis padres con la gracia de tener 8 hijos (6 Hombres y 2 Mujeres)
Adrián Alejandro Garza Morales F2
La experiencia vocacional como familia En mi familia la vocación se entiende como el camino que Dios te marca para que encuentres tu felicidad
La familia es una escuela de fe (Aparecida, p. 155) y el llamado de Dios al hombre se vive desde la fe, por lo tanto, el llamado de Dios al hombre, la vocación, se vive desde la familia y es en ella donde los padres acompañan a los hijos en este camino para descubrir lo que Dios les tiene preparado. Aunque la palabra vocación no resuene en la gran mayoría de las familias, esto no quiere decir que no se hable de ella. En mi infancia, la palabra vocación era algo que no se escuchaba, o me atrevería a decir, que nunca escuché, pero, a pesar de eso, mi familia fue, y sigue siendo, un lugar donde conocí la vocación ya fuera viendo a mis padres, visitando a una tía abuela que era religiosa ya un poco más grande en el momento en que mi hermano decide entrar al seminario. Así que sin hablar expresamente de la vocación, ésta se compartía. En mi familia la vocación se entiende como el camino que Dios te marca para que encuentres tu felicidad, sin embargo es tarea de cada quien descubrir ese camino que Dios te tiene preparado. Pero, ¿cómo vive mi familia la
vocación? La vive desde la alegría, una alegría auténtica y duradera que se manifiesta a pesar de las dificultades y conflictos y que se contagia en toda la familia; la vive desde la sorpresa, ya que mi papá nunca se esperó que decidiera entrar al seminario, pensando que empezaría a trabajar y así ayudar con los gastos en la casa; la vive desde la esperanza, en llegar a la meta que Dios nos tiene preparada y que estamos seguros que es el mejor camino; y la vive en unión, en la convivencia que se va dando a pesar de las distancias y de las decisiones que toma cada miembro de la familia, en el compartir las experiencias ya sean buenas o malas. Para mis padres la experiencia más grata es el poder compartir este maravilloso don de Dios (la vocación) con sus hijos, ya sea que hayan optado por el sacerdocio o por formar una familia. Ver a sus hijos felices y realizados es una dicha inexpresable que solo se puede entender cuando ves a tus padres a los ojos y descubres la dicha y el amor que inunda su ser y que comparten junto a ti. El amor de tus padres fecunda tu misma vida, tu vocación.
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¿Cómo vives la experiencia de familia estudiando fuera de casa?
Juan Rogelio Ramírez Gaytán F2
Creer “en sabiduría y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lc 2, 52)
Amigos de la revista San Teófilo agradezco el espacio
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que se me ha dado para compartir con ustedes un tema muy especial para nosotros, los seminaristas. La familia ocupa un lugar importantísimo en nuestro proceso de formación sacerdotal ya que el mismo Jesucristo para creer “en sabiduría y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lc 2, 52) quiso formarse en el seno de una familia humana. Es por esto que en el camino vocacional debemos contar incondicionalmente con nuestras familias. Les hablaré un poco sobre mi familia: Soy el primer hijo del matrimonio de Rogelio Ramírez Hernández y Silvia Gaytán Valdez, tengo un hermano menor que se llama César Eduardo. Somos originarios de Cd. Victoria, Tamaulipas, y ahora ellos se encuentran radicando en esta ciudad. En lo personal, al inicio de mi formación sacerdotal, fue un poco difícil el desprenderme de mi familia ya que nunca habíamos tenido una separación similar. El pensar que ya no viviría con ellos y que compartiría una casa con otros jóvenes que serían muy distintos a mí me daba miedo. En el caso de mis papás esa decisión que había tomado de irme al Seminario la manejaron con mucha responsabilidad y atención. Hubo gran sorpresa y algo de tristeza en mi madre, ya que ella me veía muy entusiasmado en iniciarme en la carrera de la docencia, incluso llegué a inscribirme y presenté examen en la institución a la que iba a entrar. Mi padre, al contrario, fue el que hizo comprender a mi mamá que lo que yo había decidido era porque me sentía seguro y era lo que quería para mi vida. Su apoyo en ese momento me dio mucho ánimo de seguir adelante.
En la actualidad hablo con ellos por teléfono, trato de comunicarme cada semana para decirles que me encuentro bien. Siempre a los papás les va tener preocupados el saber que un hijo se encuentra lejos, en ellos abunda el pensamiento de: “¿cómo estará?, ¿la estará pasando bien?, ¿cuándo vendrá a visitarnos?”. Les comparto que cuando yo recién entre al seminario, cuando hablaba con mi madre por teléfono, la notaba muy preocupada, con miedo, dudas, etc. al igual que yo… ahora cuando hablo con mis papás noto en ellos una gran alegría y siento, desde donde están, su apoyo incondicional. Es importante ver que, al igual que Nuestro Señor Jesucristo en su caminar hacia su ministerio, la autoridad de los padres no era un obstáculo para la autonomía. San José y la Virgen María la ejercieron de manera que Jesús pudo llegar hasta ese momento con total conciencia de sí mismo y de su relación con Dios Padre, que por eso, como vemos en el evangelio de Lucas, se queda con ellos y continúa creciendo en el conocimiento de Dios y de su voluntad. Termino con una frase que hace varios años mi promotor vocacional, antes de entrar al seminario me dijo: “Recuerda que en tu camino para ser sacerdote, tu familia es parte de tu proceso, mas no es tu proceso”, y siempre he tratado de renovarlo y yo creo que la distancia nos ha servido para acrecentar ese amor y para fortalecer nuestros lazos en la fe y en la esperanza.
E
n varias ocasiones salí de mi pueblo para pasar rato con los primos, o tener vacaciones. Pero creo que la verdadera aventura empieza cuando decides dejar tu casa por algo más que diversión con tus primos, cuando te decides a probar un nuevo estilo de vida y en mi caso, responder al llamado de Jesús. Juan Alberto Enríquez Valdez T2
Mi experiencia fuera de mi ciudad de origen empieza con el retiro del preseminario en Julio del 2007, aunque fui solo, no tardé en hacer algunos amigos que me acompañaron. Creo que eso es algo importante para quien sale de casa, tener apoyo, sentirte en confianza con quienes te rodean. El día que “oficialmente” dejé mi ciudad de origen y que entre al seminario fue el 10 de agosto del 2007, acababa de terminar mi secundaria y tenía 14 años han de pensar hacia ustedes mismos “no manches estaba bien chiquito”. Creo que la experiencia de estar fuera de casa ayuda a madurar y no es muy distinta a la de algún joven que estudia fuera su lugar de origen, tienes que aprender a hacer cosas que antes tus papás hacían por ti: Lavar y doblar la ropa, lavar los trastes, hacer el aseo de la casa, cocinar (que gracias a Dios no tuve que aprender). En resumen la casa ayuda a hacerte responsable de los deberes. Estar fuera me ayudó a darme cuenta de que las cosas que hago no son solo para hacer sentir orgullosos a mis padres, sino que son para mi propio provecho, para mi vida. En cuanto a mi familia, debo decir que sí los extrañé, sobre todo los primeros meses, siempre esperaba el famoso “fin de mes” donde teníamos la oportunidad de ir un fin de semana a nuestras casas a pasarla con la familia. Creo que los que me extrañaban aún más eran mis familiares, mi
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Experiencia de estar fuera de la cuidad de origen Dejando una parte de mí. hermano, mamá y papá, al igual que primos y tíos que hemos sido muy cercanos. También extrañé a mis amigos, algunos de ellos se enojaban porque no podía ir a sus fiestas, pero me di cuenta que las distancias no son nada para una amistad sincera, ni para el amor que le tengo a mi familia. Pues el lazo que nos mantiene unidos es el amor de Dios. Sé que la experiencia de salir de casa no es grata para todos. La mayor queja que puedo tener es que no encuentro a nadie que cocine mejor que mamá. Fuera de eso creo que he tenido una linda experiencia fuera de casa, haciendo nuevos amigos, conociendo lugares, crecer. Sin embargo, siempre recuerdo con cariño la tierra que me vio nacer, amigos, familiares, y los lugares en los que estuve con ellos. Todo eso es parte de lo que soy. Mc. 10 28 - 31
Familia del Seminario de Monterrey, llamada para servir La vida del seminarista es así, rápida, ajetreada, pero llena de momentos de encuentro con Jesús, formándonos para ser mejores personas y servirte a ti, porque esa es nuestra vocación, porque tú te mereces santos pastores.
En el Seminario Arquidiocesano de Monterrey, es
nuestra casa y formamos parte de una gran familia, en la que vivimos, crecemos como cristianos y nos formamos como futuros pastores del pueblo de Dios. Y también celebramos las alegrías de los acontecimientos importantes. En el mes de enero, comenzamos el año con los Ejercicios Espirituales, dedicando una semana especial de silencio y encuentro con Jesús, teniendo como expositor a Fray Samuel Franco. El 22 de enero nos unimos al gozo de nuestra Diócesis hermana de Linares, que recibe a su nuevo padre y pastor, Monseñor Hilario González García, quien fue para nosotros, seminaristas, ejemplo de hombre de fe y que nos acompañó durante 18 años en el Seminario de Monterrey, llevando como último cargo la rectoría hasta diciembre del año pasado. Pero enero aún guardaba alegrías para nosotros y no era para menos, pues el sábado 24, nuestro Arzobispo, don Rogelio Cabrera López, celebraba su cumpleaños.
Le acompañamos en el desayuno y de allí a compartir la Eucaristía, junto con nuestros hermanos del seminario menor que recibían la sotana, como signo de compromiso con Dios para formarse en la santidad, para su pueblo. Allí mismo, algunos de nuestros hermanos teólogos recibieron la candidatura a las órdenes sagradas y el ministerio del lectorado; todo esto bajo el maternal manto de Nuestra Señora de la Purísima Concepción, en su Basílica. En la parte académica, arrancamos la jornada de estudio en honor a Santo Tomás de Aquino, y nos preparamos para culminarlo con un solemne encuentro académico hacia el mes de mayo.
Victor Ángel Rocha Banda T1
Febrero tiene siempre un lugar especial en el corazón del seminarista ¡es el mes del seminario! Y lo iniciamos con el 5K vocacional, en el que participaron alumnos del seminario y nuestros hermanos que llevan su proceso en Pastoral Vocacional. También tuvimos la oportunidad de celebrar nuestra vocación a la alegría con alumnos de varios colegios católicos de nuestra ciudad, allí compartimos un poco de nuestra vivencia de Jesús y cómo nos había llamado. ¡Hasta la cascarita de futbol nos echamos! Y no podía faltar el contacto afectuoso con aquellos por quienes nos consagramos, visitamos las comunidades parroquiales de la arquidiócesis invitando a la jornada de oración por las vocaciones sacerdotales y animando a aquellos que sientan el mismo llamado que nosotros, al servicio y la alegría. Y como el Papa Francisco nos llama al servicio “La vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a los otros” (EG 10), es que acompañamos a nuestros hermanos en el inicio de la cuaresma, en Miércoles de Ceniza, comprometiéndonos junto con ellos, a preparar con esperanza el corazón para la gran fiesta de la Pascua. No sin antes cargar pilas espirituales con nuestro retiro cuaresmal. Y pues marzo llega aún con fríos pero con todo y eso nos lanzamos el domingo 3 a las instalaciones del seminario menor, al tan esperado Encuentro Sacerdotal, un momento muy ameno en que, entre dinámicas, juegos y temas, varios sacerdotes y seminaristas aclaramos las dudas de aquellos que sienten el llamado de Jesús a seguirle. Además, los días 4 y 5 de marzo, recibimos en el seminario mayor a Mons. Rogelio Cabrera en su visita pastoral, mientras nos preparamos para acudir a las parroquias a impartir los Ejercicios Cuaresmales y también el próximo Retiro de la Opción de nuestros hermanos de Curso Especial y Tercero de Filosofía. ¡Oremos por ellos! La vida del seminarista es así, rápida, ajetreada, pero llena de momentos de encuentro con Jesús, formándonos para ser mejores personas y servirte a ti, porque esa es nuestra vocación, porque tú te mereces santos pastores.
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