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Desde Rectoría La enseñanza del Beato Carlo Acutis en el seguimiento a Cristo Los miedos que nos impiden vivir la confianza y empatía Héroes de la fe ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Súmate a la esperanza La pandemia como oportunidad para dar frutos
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Rector/ Pbro. Carlos A. Santos García Coordinador Dept. Comunicación/ Pbro. Darío Fco. Torres Rodríguez Director Editorial/ Pbro. Darío Fco. Torres Rodríguez Consejo Editorial/Lic. Adriana Martínez del Río/ Pedro Feliciano Ramírez Carrizales/ Mario Alberto de Luna Guevara Equipo de Redacción/Pbro. Carlos Alberto Santos García/Alfredo Cantú Leal/Pbro. Eduardo Farías Sotelo/Pbro. David Sandoval Espinoza/ Juan Carlos Gutiérrez Martínez/ Depto. Comunicación Diseño/ Lic. David Almaguer Hernández Fotografía/ Bono A. Méndez Elías/ Juan Carlos Gutiérrez Martínez/ Luis Ángel Garza González / Eduardo Velázquez Icaza
REC TO RÍA
El Señor te bendiga y te protega
Estén siempre dispuestos a dar razón de su esperanza,
a todo el que se las pida. (Cfr 1 Pe 3,15).
En la primera lectura de la Solemnidad de Santa María Madre de Dios (1 Enero), con la que concluye la Octava de Navidad encontramos la siguiente frase: «El Señor te bendiga y te proteja, haga resplandecer su rostro sobre ti y te conceda su gracia. Que el Señor te mire con benevolencia y te conceda la paz» (Nm 6,24-26). Hemos terminado un año, que al empezarlo, no imaginabamos el cambio que se verificaría en nuestra vida y en la de todos los seres humanos que habitamos esta «casa común» llamada Tierra. No obstante las incertidumbres, ahora nos encontramos iniciando un nuevo año civil, el 2021; hecho que siempre despierta una variedad de eventos y celebraciones, muchas de ellas caracterizadas por el exceso y el dispendio. Para nosotros, al contrario, el inicio del año 2021 es primero una invitación a recordar que ‘una bendición acompaña nuestra vida’, porque eso es «la fe», la conciencia de que vivimos bajo la bendición de Dios. Que no obstante los momentos de crisis y dificultad, como lo es esta pandemia, somos bendecidos; más aún, que situaciones como las que estamos viviendo son precisamente el momento y el lugar para afirmar la bendición de Dios. Si afirmaramos que somos «bendecidos por Dios» sólo cuando “nos va bien”, ¿qué mérito tendríamos? (cf. Lc 6,32). ¿Acaso es esto la fe? Afirmar que «nos acompaña una bendición», incluso en las crisis, es afirmar el amor providente de Dios que nunca nos abandona; que no nos libra de nuestra condición frágil y vulnerable. Sino que nos brinda la gracia para prevalecer, para perseverar en paz. Y esa gracia está en su Hijo, esa Gracia es su Hijo, Jesucristo nuestro Señor. Unidos a Él vivimos el 2020, y de la misma manera nos disponemos a vivir el 2021. Nuestra carne humana ha sido bendecida en Él, eso es lo que nos recordó la Navidad: en la presencia del niño que nos ha nacido resplandece el amor benevolente de Dios, que entra en nuestra historia como Salvador. Queridos hermanos y hermanas, alumnos, colaboradores y bienhechores del Seminario de Monterrey, queremos agradecerles el haber sido una «bendición», protección benevolente y generosa, para nuestro Seminario Arquidiocesano. Gracias por acompañarnos con su oración y apoyo. Veamos ahora hacia adelante con esperanza y ánimo firme, pues Dios nos bendice y protege en Jesucristo nuestro Señor.
Pbro. Carlos Alberto Santos García Rector
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VocacionES
La enseñanza del Beato Carlo Acutis en el seguimiento a Cristo Eucaristía En medio de la oscuridad, mientras caminamos en esta tempestad y sentimos que se nos escapa de las manos todas nuestras seguridades, en todos los ámbitos de nuestra vida (familia, amigos, economía, fe, etc.), ha surgido un destello deslumbrante de esperanza, que nos viene a iluminar y mostrar el camino. Es el testimonio de un joven que, por su amor a la Eucaristía nos grita: “Esten siempre unidos a Jesús”. Carlo, un joven de nuestra época que a la edad de 15 años es llamado a la presencia del Padre, se convierte en testigo de amor y testimonio para niños, adolescentes y jóvenes, porque nos invita a responder a ese proyecto de amor que Dios nos tiene a cada uno de nosotros, sin importar la edad, la época, las circunstancias o enfermedad. Porque siempre será posible escoger el mejor camino, el camino del bien o como decía él “la autopista al cielo” que es Jesús. Y en esta autopista no importa quien llegue primero, no estamos en una competencia; sino que formarnos una familia y debemos velar para que todos alcancemos la meta, que es el cielo. No podemos ser indiferentes ante las necesidades de
nuestros hermanos, tenemos la obligación cristiana de ayudar en lo que podamos y siempre animar por el camino, con la convicción que Dios siempre está con nosotros y que junto a Él nada falta y nada nos sobra. Recordar siempre la enseñanza de este gran hermano nuestro, Carlo: “es posible dar la vida por Cristo en nuestra vida cotidiana, por más ordinaria que sea, Dios se manifiesta en ella y nos pide entregarnos con confianza a Él, porque en sus manos nada debemos de temer”. Además debemos llevar este mensaje a todos los que nos rodea, con los medios que sean posibles y “lo único que debemos pedirle a Dios en oración es el deseo de ser santo”. Carlo Acutis, ruega por nosotros.
Alfredo Cantú Leal Primero de Filosofía
Tel. 1158-2838
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Los miedos que nos impiden vivir
la confianza y empatía
La primera situación para analizar, es nuestra propia seguridad y la visión que tenemos de la realidad, y sobre todo, de nosotros mismos (auto-imagen). La estructura humana se basa en una plataforma de cómo observamos lo que hay en nuestro alrededor con madurez y objetividad; esto permite establecer nuestras categorías de valores y satisfactores. Es decir, de la forma de enfrentar lo que vivimos de formar cotidiana en todas las circunstancia que nos sobrepasan y que en ocasiones no estamos preparados, como en el caso de la pandemia. Es una exigencia tener un conocimiento de todo esto, porque ayudará ha enfrentar estas situaciones. Porque nos dejamos llevar por lo que dicen los demás, y muchas veces se filtran mitos e ideas pocos confiables y comentarios que nos llenan de temores y miedos falsos. La seguridad que emana de nosotros, nos da la posibilidad de enfrentar con verdadero conocimiento la realidad que confronta nuestra estructura humana, para reafirmarla y no se vea débil, vulnerable y atacada. Una de las emociones mas contagiosas que penetran a las personas es el miedo, y es ahí donde comienzan ha generarse otros miedos, creando distancia y alejamiento en nuestras relaciones; porque surge la pregunta: ¿esto es seguro para mí y para los demás? Este proceso se da en forma inconsciente, y es muy válido. Pero cuando el miedo crece nos paraliza y no nos permite responde adecuadamente a nuestra realidad y necesidad. Tenemos que construir otra ética de valores humanamente, porque estos miedos disuelven las fronteras en las relaciones humanas, para que se dé una nueva concepción del respeto y del cuidado personal y comunitario. Es decir, yo me tengo que cuidar a mi mismo para cuidarte a ti, desde el afecto y la empatía, y poder tener el soporte necesario para expresar estos miedos y dudas, y la información va ser clave en estas circunstancias.
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Cuando contamos con todo un aparato de información a nuestro alcance, nos da la oportunidad de valorar ciertamente nuestras relaciones. Pero también tenemos la obligación y compromiso para manejar de forma cierta el cómo comportarnos, y podamos ser así un factor de seguridad para los demás; vamos creando lazos de confianza desde una realidad evaluada y analizada para hacer mas llevadera nuestra vida y la de los demás. Indudablemente el protagonista de esta historia somos nosotros mismos y al mismo tiempo los demás, porque tenemos que estar seguros y amparar nuestra vida junto con las personas, que representan nuestra familia y comunidad. Los valores de Evangelio iluminan clara y perfectamente toda la situación de la
pandemia, y nos invita ha recibir al otro como hermano, cambiando radicalmente la postura del mundo y presentándonos el mandamiento del amor a Dios y al prójimo. También vale la pena recordar las Bienaventuranzas como códigos de amor, misericordia y cumplimiento del amor de Dios; y qué decimos del juicio final, donde uno de los reproches de Jesús es que no fuimos capaces de asistir al mas débil y pobre. La verdadera confianza y plenitud está en la confrontación de nuestro «ser» y «hacer», de cómo vivimos nuestra FE en el seguimiento a Jesucristo.
Pbro. Eduardo Farías Sotelo Parr. Ntra. Sra. De la Soledad
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ACTIVIDADES NOVIEMBRE - DICIEMBRE
Conoce
Héroes de la Fé La mayoría de los niños crecen viendo superhéroes en la televisión, leyendo sus cómics, o incluso teniendo juguetes en relación al superhéroe preferido, sin olvidar que muchas veces desde su fantasía se apropia de todos esos poderes, como lo son; volar, correr rápido, fuerza superior, etc. El imaginario del mundo infantil es perfecto para adaptarse a la vida de un enmascarado y sujetarse a una capa, para poseer una nueva identidad que lo oculte de ser señalado y juzgado, teniendo ahora un nuevo nombre con base al poder adquirido. Sin embargo, al ir creciendo el niño, descubre que los poderes y la imaginación ya no son del todo compañeras de su día a día, pues se enfrenta al dolor de la
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realidad y sobretodo a sus limitaciones y carencias propias de la “adolescencia y juventud”, por tanto, el mundo real le ha dado un giro copernicano a su mundo imaginario de los cómics. Pasando ahora a un proceso de madurez, descubriendo la realidad que sobrepasa el mundo de la imaginación que se arraiga en lo más profundo de su ser. La persona al ir creciendo va profundizando distintos ámbitos de su capacidades, sabiendo que su ser persona es en primer lugar “capaz de Dios” y que con ello descubre un nuevo universo de posibilidades otorgado por un verdadero “don” que supera nuestra propia naturaleza humana, este regalo que es un don dado por Dios al que llamamos «fe», ayu-
da a descubrir la trascendencia de la vida, la resurrección de los muertos, la vida eterna, el poder de la verdad en la revelación de Dios por medio de Jesucristo a los hombres. Esta facultad de la fe lo confronta a buscar el bien, a querer ayudar a los demás, para tener una vida virtuosa “heróica”, elementos que pueden llevarlo a recordar su deseo profundo de niño cuando su voluntad se hacía grande para luchar contra el enemigo y defender a costa de la vida al que estaba en situaciones de riesgo. Así mismo, la persona al ir teniendo un razonamiento objetivo y una fe más firme, inicia un camino de batalla por el bien, principalmente desde la «virtud», pues esta se define como la disposición firme y habitual de hacer el bien, así como de darle luces para realizar no solo actos buenos, sino dar lo mejor de sí mismo. De las «virtudes humanas» pasamos a las «virtudes teologales» (fe, esperanza, caridad) que se refieren directamente a Dios, dispone ahora al hombre cristiano a vivir en relación directa con la Santísima Trinidad, son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacernos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna, así lo enseña el Catecismo de Iglesia Católica. El hombre al cruzar a ellas, toma una firme determinación de llegar hasta el final, ya con una “Fe” que lo inquieta a ir más allá, se adentra entonces en la virtud de la “Esperanza” que es el anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de cada hombre, y que le da
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sentido a su vida trascendente, en el mismo sentido de lucha, que Santa Teresa de Jesús expresa: “Mira que mientras más peleares, más mostrarás el amor que tienes a tu Dios y más te gozarás con tu Amado con gozo y deleite que no puede tener fin”. Y para coronar la vida más heróica de la persona, llegamos a la “Caridad” en ella podemos ver al Apóstol Pablo que con su ejemplo da luces a este camino al decir: “nada soy…” y todo lo que es privilegio, servicio, virtud misma… si no tengo caridad, nada me aprovecha” (1 Co 13,1-4). Del mismo modo san Agustín nos ayuda a ver en este mundo de batalla y seguimiento que el culmen pleno de la persona es el amor, ese es el fin, y para conseguirlo se debe correr hacia el amor; y una vez que llegamos, en Él reposaremos. Nuestra vida se desarolla en todo el proceso de ser verdaderos hombres y mujeres que no solo existen, sino que tambien se entregan con todas sus capacidades, con todos los dones y virtudes que Dios deposita por amor en cada uno; se busca dar razón de la esperanza y se lucha por conquistar el bien y la caridad en la construcción por el Reino de los Cielos, por eso nunca podremos renunciar a aquel mundo de los niños, que los mantiene en la pureza de ser ellos, el mejor ejemplo que pone Jesús a sus discípulos para entrar en el Reino. (Mt 18, 3).
P. David Sandoval Espinoza Auxiliar de Espiritualidad y Prefecto General de Pastoral
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Vida e Historia
¡Bendito el que viene
en el nombre del Señor! Con inmensa alegría le damos gracias a Dios por el nombramiento del Pbro. Dr. Carlos Alberto Santos García como nuevo Rector de nuestro Seminario.
Estudió la Licenciatura en Teología Bíblica en la Universidad Pontificia de México (2001-2004), y tiene un Doctorado en Teología Bíblica por la Pontificia Universidad Gregoriana (2013-2017).
El Padre Carlos Santos, ingresó al Seminario Arquidiocesano de Monterrey el 8 de Agosto de 1993 y fue ordenado sacerdote el 15 de Agosto del 2002 por el entonces Arzobispo de Monterrey, Emmo. Sr. Cardenal Adolfo Suárez Rivera.
Ha sido Vicario Parroquial en Nuestra Señora Reina de los Ángeles (2004-2005), Administrador Parroquial de la Natividad de Señor, en Santa Catarina (2017) y Párroco de la Parroquia de San Juan Bosco (2017-2020).
En el Seminario de Monterrey, fungió como Profesor de Sagrada Escritura en el Instituto de Teología (2004-2013), Prefecto de Disciplina y de Estudios en el Seminario (2005-2009), Prefecto de Disciplina y de Apostolado en el Instituto de Teología (2009-2013) y Secretario General (2012-2013).
Actualmente es miembro y encargado de la dimensión intelectual de la Comisión para Formación permanente del Clero de la Arquidiócesis de Monterrey. Agradecemos al Emmo. Sr. Rogelio Cabrera López, por proveer siempre de pastores que formen a los futuros pastores con sabiduría, humildad y fortaleza, para ser los sacerdotes que el Pueblo de Dios necesita.
Departamento de Comunicación
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Vida e Historia
La pandemia como oportunidad
para dar Fruto
Nos encontramos en tiempos muy especiales, en tiempos de mucha dificultad y de mucho sufrimiento. Es fácil en estos tiempos perder la esperanza y sentir que Dios nos ha abandonado. No somos los primeros en pensar que ante una gran adversidad Dios nos ha abandonado, en muchas ocasiones en el pasado ante las grandes adversidades, el pueblo judío sintió que Dios los abandonaba y empezaba el reproche por parte del Pueblo hacia Dios. Pero al final de cada gran catástrofe que sufría el pueblo judío, Dios salía al final como defensor y salvador del pueblo. En este tiempo de pandemia parecería que es un tiempo infértil, un momento de parálisis de todo en el entorno social, cultural e incluso religioso, pero, así como antes Dios hizo de los grandes momentos de catástrofes momentos de esperanza, podemos ver en este tiempo de pandemia un tiempo especial para dar fruto en Dios. La pregunta que lo empieza todo es la de ¿cómo se puede dar un fruto en estos tiempos tan complicado? Y lo primero que debemos de saber es que, estos momentos de sufrimiento son un llamado a la «empatía», y esta vivencia de la caridad se vive desde nuestra propia realidad desde nuestra propia vocación. Parece complicado en estos tiempos donde la sana distancia, el resguardo en la casa o el temor al no contagiarnos, pero si abri-
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mos nuestro corazón de forma generosa, nos daremos cuenta de que siempre hay una persona sufriendo y más en estos tiempos, y también siempre hay una forma de dar una ayuda a los demás. Lo podemos ver desde el seminarista que procura tener contacto frecuente con su familia a través de llamadas, o también desde el aliento que nos damos los seminaristas unos a otros en esto tiempos, y por su puesto la ayuda y el trabajo duro que hacemos desde nuestros apostolados que ahora nos tocan hacerlo de manera virtual. También los laicos desde el matrimonio, la solides tanto de los esposos y de las esposas, donde tal vez estos tiempos impliquen un poco más de compresión y de confianza; o los jóvenes como hijos y estudiantes, que sepan apoyar a los padres en la obediencia y en la responsabilidad en nuestros estudios. No cabe duda de que probablemente todos en nuestras familias pasamos por momentos donde tal vez escasea el dinero o el mismo trabajo, y que si salimos de nuestro hogar podemos ver la necesidad de aquel ancianito que tal vez ya vive solo, o aquel joven matrimonio que no pueden dejar solo a su pequeño, son tantas las necesidades y las maneras de nuestro entorno social que nos gritan ayuda, y todas esas voces no son más que la voz del maestro que nos pide ayuda escondido en el necesitado.
Dios nos pone siempre una manera concreta de amar, a nosotros nos corresponde encontrarla y este es un momento especial donde podemos encontrarnos de forma especial con Cristo, y podemos fortalecer nuestro seguimiento con Él. Este tiempo de pandemia es una gran tragedia, y es ahora más que nunca, que el verdadero cristiano es puesto a prueba y donde nuestra caridad más debe de brillar como reflejo del gran amor que nos tiene Dios, viendo este tiempo de pandemia como una gran oportunidad para dar fruto.
Juan Carlos Gutiérrez Martínez Primero de Filosofía
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