REVISTA DEL SEMINARIO DE MONTERREY
AÑO 31 | No. 120
El Reino de Dios y el encuentro con Cristo Vivir la Vigilia Pascual en la liturgia y con los indigentes
Cómo vivir la Evangelii Gaudium hoy REVISTA TRIMESTRAL DE DISTRIBUCIÓN GRATUITA TAMBIÉN, DESCÁRGALA EN TU DISPOSITIVO: http://issuu.com/santeofimo/docs
CONSEJO EDITORIAL Año 31 / No. 120 / Junio 2015 Tiraje: 1,000 ejemplares Impreso: ICNSA, S.A. DE C.V. Escobedo #340 Nte. Tel. 01(81) 8340-6160 Mty, N.L. México, www.icnsa.com
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Pbro. Lic. Juan Carlos Arcq Guzmán
Director Editorial
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Desde Rectoría El Reino de Dios y el encuentro con Cristo Hoy ¿Cómo debemos vivir el Reino de los cielos y el encuentro con Cristo? Vivir la Vigilia Pascual en la liturgia y con los indigentes La periferia existencial La opción por los relegados Compasión por los indigentes Evangelii Gaudium Sentido de la Evangelii Gaudium Cómo vivir la Evangelii Gaudium hoy La Iglesia en salida El Seminario en salida Misiones en salida Llamados para servir Listo para iniciar el magisterio Como Sacerdote ¿Cuál fue tu experiencia en la atención a los indigentes? Como Diácono ¿Cuál fue tu experiencia en la atención a los indigentes? Como Seminarista ¿Cuál fue tu experiencia en la atención a los indigentes? La Alegría de la Resurrección
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Desde Rectoría Era hermoso ver a los seminaristas y sacerdotes lavando pisos, doblando ropa, pero ante todo, tratando de intercambiar sonrisas, miradas y abrazos con quienes con dificultad saben quiénes son y a dónde van en la vida.
Muy apreciados familiares, amigos, alumnos y formadores de nuestro Seminario:
Les entregamos una nueva edición de nuestra revista San Teófimo. En este número les vamos a compartir una experiencia que alumnos del Curso Especial del Menor, alumnos de Tercero de Teología y algunos sacerdotes formadores vivimos en la Semana Santa de este año 2015, misma que nos marcó profundamente nuestros corazones. Siendo más precisos, esta experiencia nos sacudió, nos movió el tapete, nos cuestionó profundamente y en verdad nos hizo tocar tierra. ¿Qué hicimos? Eso lo veremos a lo largo de estas páginas, por ahora doy una breve introducción de cómo surgió esta iniciativa del Buen Samaritano. Cada año los alumnos de Tercero de Teología y algunos del Menor participan en los oficios de Semana Santa en Catedral. No deja de ser muy hermoso vivir con nuestro Arzobispo los oficios en las más solemnes liturgias del año, sin embargo, en la experiencia de los seminaristas se intuía que algo faltaba para darle aún más sabor. El Padre Santiago Gutiérrez, Rector de la Catedral nos propuso combinar los oficios con una misión y surgió la idea de que esa misión fuera una experiencia de contacto con las realidades más
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vulnerables de la ciudad como indigentes, jóvenes drogadictos, etc. Se encendió una luz en nuestras mentes: ¿Por qué no hacer una lavatorio de pies a ellos los más marginados? Sí, por qué no ir a sus lugares y servirles haciendo aseos, lavando ropa, pintando y además, pasando una tarde con ellos y sentarnos en su mesa comiendo lo que ellos comen. El Secretariado de Pastoral Social, con el Padre Miguel Ángel Flores a la cabeza nos ayudó a organizar visitas a 8 distintos centros de apoyo. Era hermoso ver a los seminaristas y sacerdotes lavando pisos, doblando ropa, pero ante todo, tratando de intercambiar sonrisas, miradas y abrazos con quienes con dificultad saben quiénes son y a dónde van en la vida. Parecía una lección ya aprendida en alguna homilía o retiro previo, pero al estar cara a cara con ellos y al tocar las llagas de Cristo sufriente descubrimos que esa era en realidad una realidad que no conocíamos pues la veíamos a distancia. Esperemos que estas páginas puedan transmitir al menos un poco de lo que estoy seguro, marcó nuestras vidas para siempre.
¡Dios les bendiga!
Pbro. Juan Carlos Arcq Guzmán Rector del Seminario de Monterrey
Espiritual
El Reino de Dios y el encuentro con Cristo Desde Belén al Gólgota, la pobreza es un rasgo esencial en la vida de Jesús.
Dentro de las actividades de la experiencia del buen samaritano
fue la visita a la casas de indigentes Rincón de la Sierra en donde reciben a estas hermanas y hermanos nuestros que vivían en las calles de nuestra ciudad, algunos de ellos sufren de trastornos psicológicos, ellos son atendidos por el Licenciado Alberto Carmona Escobedo que con su esfuerzo, y dedicación nos ha dado un gran testimonio de caridad para con los más desprotegidos pues él les ha dado una nueva dignidad a estos hermanos que nuestra sociedad no los ha tomado en cuenta. El convivir con ellos ya sea en las labores de limpieza o en el juego o en el alimentarlos me ha hecho descubrir el rostro de Dios que se esconde en cada una de estas personas, es el rostro de Cristo
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que se hace pobre y sale el encuentro de cada uno de nosotros que está en las calles pidiendo ayuda en cada indigente, en cada inmigrante, en el más necesitado Dios se manifiesta y nos dice que de ellos es el Reino de los Dios. Jesús nos hace presente el Reino de Dios en ellos. Desde Belén al Gólgota, la pobreza es un rasgo esencial en la vida de Jesús. El Hijo de Dios no sólo se hace hombre, sino que se hace pobre para dejarnos un ejemplo de entrega para con los demás y a la vez invitación para que lo busquemos en aquellos más pobres y alejados de nuestra sociedad para poder ser así los nuevos samaritanos.
Roberto Carlos Alvarado García T3
Hoy ¿Cómo debemos vivir el Reino de los cielos y el encuentro con Cristo? ¡vive en el encuentro con Cristo !
El reino de los cielos es liberarse de todo lo que oprime al
hombre; en donde el hombre pueda conocer a Dios y entregarse a Dios (Cfr. Evangelii Nuntianti 6). El discípulo misionero de Jesucristo siempre vive en el encuentro con Cristo por medio de un corazón pobre y misericordioso, donde la oración, su diálogo con Dios lo lleva a actuar en el amor con todos sus hermanos. La experiencia que viví en esa Semana Santa ha sido una experiencia de recibir respuestas de parte de Dios cuando en oración le preguntaba: ¿Quiénes son los pobres? ¿Cómo vivir la caridad? Y La respuesta que recibí de parte de Dios fue conocer una realidad causada por la indiferencia: personas que han caído en la indigencia y personas con parálisis cerebral. El contacto con ellos me llevó a reflexionar
Luis Edgar Montejano Pescina T3
a Entender que el Reino de Dios es para los pobres; causó una gran responsabilidad, especialmente por la manera que ellos estaban viviendo: ser los que no cuentan, los que no tienen apoyo, los que son vistos mal, los oprimidos, los encadenados por su manera de vivir, son ellos a los que no les permitimos que vivan el reino de Dios. Todo lo que hacemos como Iglesia es para la salvación de las almas. Hoy mi reflexión es que como discípulo misionero de Jesús, la salvación de las almas no sólo es obtener conocimientos y convencer a las personas a que se conviertan a una Iglesia-institución. Creo que la salvación de un alma es regresarle el derecho que tiene a su relación con Dios y reestablecerlo a una vivencia de pueblo de Dios, de hijo de Dios.
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Vivir la Vigilia Pascual en la liturgia y con los indigentes ¡Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de ustedes a Galilea; allí lo verán! (Mt 28, 7).
La experiencia de celebrar la Vigilia Pascual ha sido una fuerte
renovación vocacional en el contexto de la semana de caridad en favor de nuestros hermanos indigentes: Buen Samaritano. La dinámica propia de la actividad fue preparando el corazón durante toda la Semana Santa para la celebración más importante del año. La mañana de la Resurrección de Cristo, el ángel dijo a las mujeres: “Vayan enseguida a decirles a sus discípulos: ¡Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de ustedes a Galilea; allí lo verán! (Cfr. Mt 28, 7). La liturgia del sábado santo nos preparó el camino para el encuentro con el Resucitado en “Galilea”. Creo que mis hermanos indigentes también escucharon la voz de Dios que los invitaba a venir a encontrarle en el lugar donde inició todo. El cansancio físico de la semana comenzaba a sentirse más ese día. Sin embargo, en la noche de la Vigilia Pascual todo tuvo sentido, así lo cantamos en el Himno “Exultet” (Pregón Pascual): “Huius igitur sanctificatio noctis fugat scelera, culpas lavat: et reddit innocentiam lapsis et maestis laetitiam. Fugat odia, concordiam parat et curvat imperia” (Cfr. Himno “Exultet” de la Vigilia Pascual). La gracia de la Resurrección se ha desbordado sobre los que consideramos “menos útiles a los ojos del mundo”; ha ahuyentado sus pecados, lavado sus culpas, les ha devuelto la alegría, ha expulsado el odio y traído la concordia, ha doblegado a los poderosos que los oprimían (Cfr. texto litúrgico del Pregón Pascual). Estoy seguro que al volver a sus casas, es decir a Galilea, experimentaron lo mismo que todos nosotros y que los discípulos: ¡Aleluya! ¡Ha resucitado El Señor!
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Daniel Alejandro Frías Calderón T3
Humana y Comunitaria
La periferia existencial “Los rasgos más importantes de Jesús, retratan a un hombre compasivo, un defensor de los últimos, que se interesó sobre todo por la salud de la gente y que frente a una visión legalista, introduce la compasión como criterio de actuación”. José Antonio Pagola
La celebración de la Semana Santa en este año, además de los
signos y gestos propios que tienen los ritos de cada día, me tenía preparado un signo muy especial: el Reino de Dios. Al hablar de acción pastoral, comúnmente usamos la expresión: “construir el Reino”, sin embargo Jesús no pide expresamente construirlo, sino que lo ofrece como un regalo. Este ofrecimiento implica, además de la aceptación gozosa, el establecimiento de relaciones y acciones inspiradas por ese mismo Reino, así como el descubrimiento de lugares o espacios que lo representen y lo manifiesten. Y precisamente esa, fue la experiencia que viví esta Semana Santa, constatando en Reino de Dios en lugares que no son atractivos, espacio que nos son indiferentes, con personas que despreciamos y no consideramos. Gracias a la “Experiencia del Buen Samaritano”, el encuentro con indigentes, personas con problemas de salud mental y en situación de vulnerabilidad, me hizo descubrir este Reino en ellos, sus principales destinatarios, pues Jesús se encarnó por ellos y para ellos principalmente; y lo digo porque, eso fue lo que nos dijo el
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Sr. Carmona, responsable de uno de los centros que visitamos: “¿Buscan el Reino de Dios? ¡Aquí está, son ellos!”, refiriéndose a hombres y mujeres indigentes que tienen enfermedades mentales, que no recuerdan de dónde son, ni cuántos años tienen; que no supieron ni les interesó quiénes éramos o de dónde veníamos; que nos aceptaron sin reservas y de quienes no recibimos nada a cambio, sino su dolor, sus gritos, su desesperación y ansiedad, sin faltar su canto, sus expresiones, sus abrazos espontáneos y su sonrisa, signos y gestos todos ellos de que el Reino de Dios ahí está y que quizá, lo he estado buscando en otra parte. “Salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG 20) es una llamada del Papa Francisco para ir al encontrar el Reino de Dios, en las llamadas “periferias existenciales” que sin duda, entre muchas luces y sombras sociales, para nosotros como Iglesia, es un punto de retorno a las raíces, una llamada de vuelta al espíritu de las primeras comunidades cristianas. David Jasso Ramírez T3
La opción por los relegados Durante la Semana Santa estuvimos con quienes son llamados “relegados”
José Luis Guerra Castañeda T3
Durante la Semana Santa estuvimos con quienes son llamados
“relegados”, visitamos casas donde parece que los relegados éramos otros, ya que Cristo está en los “relegados”, lo que he aprendido en esta misión es que el encuentro personal con Jesús es de todos los días, con todos aquellos que se sientan fuera, excluidos, abandonados; y lo mejor habrá sido que descubrimos que en esos rostros Dios mismo mira el mundo, en sus ojos está la mirada de Dios mismo. Mucho que seguir aprendiendo y compartiendo.
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Compasión por los indigentes Fue una experiencia de encuentro con Dios en su pueblo, en el más necesitado, que vive en la calle, que come de la providencia de Dios.
En esta Semana Santa para mí como ser humano y como
seminarista de tercero de teología, fue una experiencia de encuentro con Dios en su pueblo, en el más necesitado, que vive en la calle, que come de la providencia de Dios, que solo habla con alguien de la Iglesia, cuando el sacerdote, seminarista y misionero se acerca, porque muchas veces el indigente no tiene lugar dentro de la Iglesia, por su condición es difícil aceptarlo en los grupos o que el mismo se acerque, es difícil que pueda acercarse a recibir cualquier sacramento. De esta manera, el contacto que se tuvo con los indigentes del comedor de los pobres de Santa María Goretti, de la casa de enfermos mentales, de parálisis cerebral, drogadictos, etc., es el espacio privilegiado para el indigente se encuentre con Dios, y nosotros estamos siguiendo fielmente la vida de Jesús, que pasaba más tiempo con el necesitado que en el mismo templo, sin restarle importancia al culto de la parroquia. Ahora bien, este encuentro con los indigentes, a los seminaristas, nos sirve para sensibilizarnos con el pueblo de Dios, para abrir nuestro corazón a todos, para fortalecer nuestra vocación y generosidad y para conocer estas realidades que en su mayoría son poco conocidas y descuidadas por el seminario y por la Iglesia. Por último, doy gracias a Dios por esta oportunidad que nos concedió de estar cerca de su pueblo, de poder llevar palabras de esperanza y amor.
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Juan Armando Pérez Aranda T3
Intelectual
Evangelii Gaudium ¡DIOS SIEMPRE ME SORPRENDE!
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¡ ios siempre me sorprende! Con estas palabras resumo la experiencia vivida en esta Semana Santa 2015. La experiencia del buen samaritano nos ha permitido poner en práctica la opción por lo pobres (EG 198) de nuestra Iglesia. El Señor Obispo y nuestros formadores nos han alentado a descubrir cómo en el corazón de Dios los pobres tienen un sitio preferencial (Cf. EG 197). El día que nos reunieron para explicar el proyecto pudimos conocer “lo planeado” para esta experiencia. Me agradó saber que reflexionaríamos en torno a la parábola del buen samaritano, me gustaron los lugares que visitaríamos; por otro lado, me parecía que los tiempos estaban muy apretados y que hacía falta mejorar algunas cosas prácticas. Pero no vi más allá, no pensé en lo que Dios tendría para mí. Los lugares que visitamos tenían necesidades muy concretas. A mi equipo, nos tocaron los primeros tres días de mucho trabajo y poco contacto con las personas, fueron días agotadores físicamente hablando, pero el Espíritu mantuvo nuestros ánimos firmes. El último día, fue el más especial para mí, me pude dar cuenta que esta opción por lo pobres inicia con simples gestos de preocupación por el bien de las personas. Lo que experimenté en ese lugar fue amor, felicidad, hermandad, paz… no necesitaba nada más. Esa sensación sólo la puede dar Dios. No existía el tiempo apretado, no hacía falta nada práctico. Dios me sorprendió con su Amor. Hemos iniciado este hermoso camino, Dios siempre se hace el encontradizo, ahora me toca estar atento a las sorpresas que Dios me tiene preparadas.
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Erick Adrian Leal Ibarra T3
Sentido de la Evangelii Gaudium Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo
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l Papa Francisco nos ha sorprendido a todos; nos ha mostrado su forma de ser, de actuar, de vivir. Tenemos un Pastor que desde el momento de su elección ha pedido que oremos por Él; nuestro Santo Padre se detiene en las calles a saludar a las personas, es sensible y simple. Nuestro Papa se toma “selfies” con el pueblo de Dios. Tenemos un Papa Latinoamericano, con ideas y sueños muy similares a los del pueblo mexicano. Nuestro Pastor ha expresado claramente sus ideas y sueños de una verdadera reforma en nuestra Iglesia. Evangelii Gaudium es un documento eminentemente pastoral, con un claro mensaje de renovación pastoral y misionero en nuestra Iglesia «Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están» (EG 25). La propuesta de nuestro Santo Padre para hacer vida su deseo: «sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo» (EG 27). Con esta exhortación somos testigos y protagonistas de este nuevo comienzo en nuestra Iglesia. ¿Cómo podemos aterrizar este mensaje de conversión en nosotros?: Primero, necesitamos hacer conciencia de lo que hacemos bien y potenciar nuestras fortalezas, no hay progreso si no empezamos con lo que tenemos, con lo que hacemos bien; luego, en segundo lugar, analizar qué es lo necesario convertir, sobre todo a nivel personal, y más adelante a nivel estructural e institucional. Alguna vez escuché a nuestro Pastor Mons. Rogelio decir: hay que hacer las cosas poco a poco, pero rápido… siempre con la mirada puesta en Cristo. Edwin Alberto Romo García T3
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Cómo vivir la Evangelii Gaudium hoy Vivir la Evangelii Gaudium es aceptar el mandato misionero de Jesucristo
Desde el inicio de su pontificado, el Papa Francisco ha transmitido al mundo entero la alegría de seguir a Jesús y anunciar el
Evangelio (Cf. EG, n. 1). Sus palabras, gestos y acciones son una manifestación de la vitalidad de su magisterio. Constantemente nos está llamando al admirable anuncio de la Buena Noticia que, acogida en el corazón, transforma la vida del cristiano. Por tal motivo, resulta providencial que podamos reflexionar sobre la vivencia de la alegría de anunciar el Evangelio. En la pasada Semana Santa, tuvimos la oportunidad, no sólo de celebrar el misterio pascual de nuestro Señor Jesucristo, sino también, de compartir la gracia de haber sido llamados, con aquellos que el mundo desprecia. Fue un encuentro que tuvimos con indigentes y personas con problemas mentales. En esos encuentros tuvimos la oportunidad de platicar, compartir y celebrar la vida; fue un espacio en el que las relaciones interpersonales se crearon y fortalecieron; todo ello fruto de haber sido convocados, no por un secretariado o una institución, sino por el amor de Jesucristo, que nos llama a estar con Él y enviarnos a predicar (cf. Mc. 3, 14). Vivir la Evangelii Gaudium es aceptar el mandato misionero de Jesucristo. Habernos encontrado con Jesucristo en el pobre, el huérfano y el indigente, no es un motivo de parafernalia, pues «somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer» (Lc. 17, 10). De la experiencia que tuve saco una conclusión: ayudar al prójimo no es para mí una oportunidad de engreírme y creerme superior a los demás, sino la oportunidad de agradecerle a Dios lo mucho que Él me ha amado.
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Martín Leonardo Martínez Treviño. T3
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Pastoral
La Iglesia en Salida ¿Acaso olvida una mujer a su niño, sin dolerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque esas personas te olvidaran, yo jamás te olvidaría…
En la Semana Santa de este año 2015 tuve la experiencia grata,
junto con algunos compañeros de asistir a algunos centros de ayuda en el cual, se encargan de brindar la asistencia necesaria a personas que no tienen un lugar dónde vivir, es decir, los llamados indigentes. Dije que la experiencia fue muy agradable porque dentro de esa experiencia de acompañarlos, pude platicar con algunos de ellos, el ayudar a que su casa se pudiera mirar de mejor manera ya que se realizó en cierta forma una limpieza tanto dentro como fuera de la casa, además, se les brindó una comida que les agradó mucho. También en lo personal digo que me favoreció grandemente esa realidad de convivir con los indigentes, porque pude ver que no solo necesitan personas que les den la ayuda necesaria para poder seguir viviendo, como el qué poder comer, tomar, comer algún postre, el aseo del lugar o más bien, el ayudar pero en el aseo personal de algunos de ellos, sino que además vi la necesidad de querer convivir con personas que las puedan escuchar de su situación por el cual están en esa condición y en ese lugar, el cómo se siente, tal vez poder jugar con ellos con algunos juegos de mesa que tenían, pero sobre todo poder hablarles de Dios, ese Ser que los acoge sin importar su situación económica o social, de ese Dios que los ama y que no importa que algunos pudiéramos olvidarnos de ellos, o actuemos como si no existieran, Dios nunca lo hará como lo dice Él a través del profeta Isaías (49, 15) ¿Acaso olvida una mujer a su niño, sin dolerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque esas personas te olvidaran, yo jamás te olvidaría… De esta manera considero que hay muchas realidades en las cuales, Dios se sigue haciendo hombre a través de las personas que llamamos “indigentes” para poder salir de nosotros mismos y encontrarnos con Él.
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Israel Gómez Estrada T3
El Seminario en Salida “Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio”.
Iglesia en salida, es una de las frases que se han hecho populares
de la exhortación apostólica Evangelli Gaudium, del Papa Francisco, que en el número 20 nos dice “Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio”. La experiencia del Buen Samaritano es una forma concreta en la que el Seminario de Monterrey ha hecho propia esta invitación. Hay que mencionar que durante las etapas de formación en el seminario se cuenta con diversas experiencias pastorales que tienen la finalidad de hacernos sensibles y disponibles a servir, además de las parroquias, en diversas realidades: penales, hospitales, asilos, etc. En lo personal he vivido muchas de ellas, sin embargo, esta experiencia ha sido una oportunidad de salir al encuentro de los hermanos que están fuera de los alcances de las pastorales que tradicionalmente hemos atendido, lo que ha ampliado mi visión y me ha ayudado a salir de los esquemas que me había hecho. Llevar a Cristo y el Evangelio, siempre ha implicado un salir de mí mismo, y es una experiencia que no siempre es fácil o agradable, pero que siempre me enriquece y llena de sentido mi vida. Ésta ha sido una gran oportunidad para vivir esta experiencia, y lo he podido hacer de manera personal y en comunidad. Doy gracias a Dios por las personas que me encontré y con quienes compartí la esperanza del Evangelio, aunque fuera barriendo y trapeando pisos, y poder servir con mis hermanos a estas personas muy amadas de Dios. Rodrigo Eliseo Sánchez González T3
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Misiones en salida “Salir hacia los demás para llegar a las periferias humanas no implica correr hacia el mundo sin rumbo y sin sentido.”
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sta Semana Santa el grupo de tercero de teología tuvo la oportunidad de experimentar una misión diferente de las acostumbradas en el Seminario de Monterrey. Aquí se pudieron vivenciar las notas marcadas por la Evangelii Gaudium, para la Iglesia en “salida”. Trataré de describir a partir de mi experiencia personal como se vivieron estas características. Primerear, involucrarse, acompañar, fructificar y festejar. (EG 24) En esta misión. Ciertamente no fue una iniciativa personal el vivir esta experiencia, pero lo que sí fue iniciativa es la disposición para este encuentro con Jesucristo, pobre, marginado, excluido, y ahí en la convivencia con los pobres pudimos experimentar el primerear el amor que ellos necesitan. Nos involucramos en las tareas diarias que desempeñaban, tareas muy sencillas de realizar, pero que al realizarlas nosotros marcaban en su persona un sentimiento de aceptación. Cada uno de los centros en donde pudimos servir, observamos como Dios avanza poco a poco en sus procesos, unos muy avanzados otros comenzando la aventura de ofrecer el amor de Cristo, al igual expresaron la necesidad de un acompañamiento. Los frutos, invisibles para nuestros ojos, deberán brotar en cada de los futuros pastores del pueblo, la iniciativa constante de estar en «salida», con las puertas abiertas. “Salir hacia los demás para llegar a las periferias humanas no implica correr hacia el mundo sin rumbo y sin sentido.” (EG 46) Salir para que juntos como comunidad de discípulos festejemos el ser hijos de Dios, donde reunidos en el nombre del Señor, pongamos nuestros dones en favor de todo el pueblo de Dios.
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Reynaldo Díaz Castillo T3
Vocacional
Llamados para servir
Aún existen buenos samaritanos pero necesitamos más
Las misiones de Semana
Santa nos dieron la oportunidad de conocer la realidad que viven nuestros hermanos indigentes de nuestra comunidad, tuvimos la experiencia de verlos a los ojos y encontrar en ellos la mirada de Cristo, de convivir con ellos en medio de sus necesidades y carencias. Durante nuestras visitas se realizaron diversas labores (limpiar, pintar, cortar pasto, etc.) con la intención de devolverles un poco la dignidad que merecen y hacer de sus hogares un lugar habitable. Aún existen buenos samaritanos pero necesitamos más, que sean capaces de dejar de lado la indiferencia al prójimo y se atrevan a mirar a los ojos, tener compasión, curar heridas y acompañar al indigente, al enfermo, al más necesitado (cf. Lc 10, 30-37). La Iglesia necesita verdaderos servidores. Como aspirantes a la vida sacerdotal y pastores del pueblo de Dios, necesitamos un cambio de corazón, configurar nuestra mirada con la de Jesús y así poder mirar a los demás como hermanos, como hijos de Dios y no solo su condición. No tengamos miedo a oler a oveja, a salir de nosotros mismos, de nuestra comodidad como tantas veces el Papa Francisco ha exhortado (EG 20), convirtámonos pues en los buenos samaritanos de hoy.
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Marco Antonio Cruz Perez Che.
Listo para iniciar el magisterio En mi familia la vocación se entiende como el camino que Dios te marca para que encuentres tu felicidad Oremos por nuestros hermanos de segundo de teología que saldrán a su etapa de Magisterio, en el cual vivirán la experiencia de Jesús el Buen Pastor en algunas parroquias de la Arquidiócesis de Monterrey, esperamos lo vivan como dice el Papa Francisco con olor a oveja.
¡Pongámoslos en Oración!
Alan Lorenzo Sánchez Valencia
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Como Sacerdote ¿Cuál fue tu experiencia en la atención a los indigentes? No cabe duda que ha sido una gran experiencia para mí como sacerdote y también para sensibilizar de esta realidad a los corazones sacerdotales del día de mañana.
En el plano original: todos participaremos de la celebración de la Semana Santa con nuestro pastor.
Pero el señor nos tenía un “Plan B” complementario: para algunos teólogos algunos sacerdotes del equipo formador y para el grupo especial del seminario menor; y así nos llega la siguiente comunicación: además de todo lo anterior, nuestro quehacer pastoral será, convivir: con gente que asiste a comedores para indigentes, visitaremos el hogar de la misericordia, algunos centros de rehabilitación de adiciones, centros de hermanos con discapacidades, estancia para gente de tercera edad, casa de salud mental y casa de indigentes. Todos estos pequeños mundos, es lo que nos esperaba para compartir nuestro tiempo, nuestra ayuda, alegría, trabajo y convivencia, y sobre todo nuestra propia persona. Estos mundos que mencionamos muchas veces inimaginados para nosotros mucho menos vistos y tocados por nuestra experiencia personal. Lo triste del caso, es que ni siquiera yo como sacerdote me había involucrado en alguna ocasión con ellos; pequeño mundo del dolor, abandono, de gran necesidad, enfermedad, hambre, desesperanza, de abandono sobre todo por todos aquellos que nos llamamos hijos de Dios, y que tal vez nos hemos olvidado de nuestro examen final al presentarnos delante de Dios que nos diará: tuve hambre y no me diste de comer, estuve enfermo y no me visitaste, estuve triste y no fuiste a consolarme y todo lo demás que nos dice Jesús en su evangelio y esta experiencia vivida por nosotros nos llevó a voltear hacia Jesús que nos sigue preguntando a los Caínes de hoy por los Abeles de hoy, nuestros hermanos. No cabe duda que ha sido una gran experiencia para mí como sacerdote y también para sensibilizar de esta realidad a los corazones sacerdotales del día de mañana.
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Pbro. Rafael Guerrero Galván Director Espiritual del Seminario Menor
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Como Diácono ¿Cuál fue tu experiencia en la atención a los indigentes? “Un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino” (Lc 10, 33-34)
Cuando nos dijeron que la experiencia de Semana Santa
este año sería diferente, sentí un poco de enfado, porque me incomoda cambiar de planes, pero me puse a reflexionar y pensé en lo egoísta que estaba siendo, que de alguna manera me estaba resistiendo a la voluntad de Dios. Así que comencé a pedirle a Dios que me diera un espíritu dócil para hacer su voluntad. Cuando me dijeron que me tocaría estar durante toda la experiencia en el centro de rehabilitación “Regalo sin envoltura”, empecé a imaginarme como sería el lugar basado solamente en prejuicios, pues nunca había estado en un centro de rehabilitación. Me imaginé un lugar lleno de personas deambulando por el lugar, con la mirada perdida y con actitudes violentas, por el efecto de la droga. Pero al llegar me di cuenta de lo equivocado que estaba, pues lo que encontré fue un grupo de personas, en su mayoría adolescentes y jóvenes; heridos y lastimados, más por la sociedad que por la misma droga o el alcohol. Al principio no sabía bien como tratarlos, pero poco a poco fui entendiendo que como cualquier persona herida es necesario tener mucho tacto para no lastimarlos más de lo que ya están, es necesario aplicar el “aceite” de la comprensión, el “vino” de la caridad. Como diácono tuve la oportunidad de ser servidor de la caridad, es indescriptible la sensación de devolver un poco de dignidad a esos jóvenes, que habían perdido la fe en las personas, y poder decirles que Dios los ama y que cree en ellos. Esta experiencia ha marcado fuertemente mi vida y me ha abierto aún más los ojos para ver la realidad que me espera en futuro ministerio.
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Diác. Luis Fernando Mejia Zaragoza T4
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Como Seminarista ¿Cuál fue tu experiencia en la atención a los indigentes? “Un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión” (Lc 10, 33)
Voltear, ver y acercarse al necesitado, esa fue mi experiencia en
esta Semana Santa que tuvimos la oportunidad de salir y conocer a los que sufren en nuestro pueblo, ser conscientes de la realidad que nos rodea y que muchas veces somos ciegos a ella. Tuve la oportunidad de visitar una casa de rehabilitación de adicciones y hogares de indigentes, lugares por los que transitaba a diario mientras estudiaba la preparatoria y no era para voltear siquiera a ver de qué se trataba, pasaba y era indiferente, pero el poder ir y conocer a la gente que está hospedada ahí que ellos mismos conocen su realidad y saben que necesitan ayuda y que la piden a gritos fue abrir los ojos y dejar a un lado esa indiferencia, un encuentro con Cristo sufriente que pedía que le tendiera la mano y no fue solo el acto de ayudar sino poder conocer su vida, sus sentimientos y lo que ellos sufrían. Me di cuenta que no basta únicamente con dar la ayuda, sino que es necesario dejar que ellos se sientan amados y regresarles la dignidad de ser hijos de Dios que es la ayuda que verdaderamente necesitan, una palabra o una sonrisa no bastan si no se muestra a Cristo que los busca, los abraza y los ama.
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Saúl Ezequiel Oviedo Cazarez Che.
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La Alegría de la Resurrección El compartir la alegría de la Resurrección de Jesús con los más necesitados nos ayuda a formar nuestro corazón de acuerdo al ejemplo de Jesús
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La Cuaresma nos hacer profundizar en el gran amor que Dios
tiene por nosotros al entregarnos a su Hijo único que muriendo por nosotros nos da vida eterna. (Cfr. Jn 3, 16) De aquí partimos nuestro camino hacia la Pascua que es el acontecimiento más sublime para la cristiandad. Durante la Semana Santa, los seminaristas somos enviados a diferentes comunidades parroquiales para llevar a cabo las misiones de este tiempo de recogimiento y oración donde invitamos a la comunidad a participar de las actividades y compartirles un mensaje de esperanza en la Resurrección del Señor. Tuve la oportunidad de vivir estas misiones en la Comunidad de San Isidro Labrador en Escobedo junto con mis hermanos Seminaristas Luis Martínez de primer año de Filosofía y Alan Sánchez de 2 año de Teología, fue una agradable experiencia de fraternidad y convivencia en la vocación, agradeciendo las atenciones de esta comunidad hacia nosotros y la expresión tan grande de su fe. El compartir la alegría de la Resurrección de Jesús con los más necesitados nos ayuda a formar nuestro corazón de acuerdo al ejemplo de Jesús, un corazón que ama, que escucha a Dios en el silencio de la oración, un corazón misericordioso y que es capaz de entregarse por los demás. ¡Feliz Pascua de Resurrección! Brandon Angel Monares Machorro F2
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