Revista San Teófimo Núm. 110

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oy en día, estamos acostumbrados a un ritmo de vida tan apresurado, que poco tiempo nos deja para aquellas cosas que salgan de nuestra rutina, ya sea en el trabajo, en la escuela, inclusive en nuestros momentos de ocio. Hoy en día nos hemos acostumbrado a vivir en un mundo donde las soluciones rápidas y fáciles son la mejor opción para tomar un decisión y no sólo la mejor sino la correcta. Preguntémonos queridos lectores, ¿Dónde ha quedado la fe como respuesta del hombre a Dios frente a los retos de cada día?, ¿Es parte de nuestra vida realizar actos de fe?

Vivir en una actitud de fe se dice sencillo se si ve solamente el enunciado en esas cuantas palabras, sin embargo vivir de tal forma, en la que no sólo las palabras sino nuestros actos se traduzcan en verdadero ejemplo de la presencia de Cristo en nuestras vidas, se convierte en un reto al cual más de uno que se diga cristiano evade.

Vivimos encerrados dentro de nosotros y nos olvidamos de vivir como Dios lo quiere, nos olvidamos de las palabras del Maestro: «crean en el Evangelio» (Mt. 1, 15b). Conscientes de esa realidad, la edición 110ª de la revista “San Teófimo” surge con el objetivo de ser un instrumento de reflexión por medio del cual se profundicen las ideas y experiencias de la fe, tomando como punto de partida el documento del Papa Benedicto XVI Porta Fidei. Queridos lectores que esta edición sea una oportunidad para reflexionar en aquellos amigos fieles que han sido la puerta por la cual la fe se ha desvelado en nosotros.

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CONTENIDO EDITORIAL DESDE RECTORÍA

Consejo Editorial Año 26 / No. 107 Noviembre 2011 tiraje: 1,700 ejemplares IMPRESO EN: ICNSA, S. A. DE C. V. Escobedo #340 Nte. Tel. 01 (81) 8340-6160 Monterrey, N. L., México www.icnsa.com

Director General

Pbro. Lic. Gerardo Cárdenas Rodríguez

Director Editorial Martín Leonardo Marínez Treviño

Edición

Jaime Jesús Garza Morales

Redacción y Estilo

Arturo Garza Rodríguez

Fotografía y Noticias Web Diego Salazar Alcocer

Diseño

Jaime Jesús Garza Morales Juan Reynaldo Díaz Castillo Darío Francisco Torres Rodríguez Jesús Pablo Saldivar Castilón Francisco Guajardo Garza

Distribución

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DOCTRINA CRISTIANA La construcción de la confianza como 4 desafío La fe: Luz que ilumina mi sendero

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La fe del sacerdote en medio del Pueblo de Dios

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EXPLORANDO EL SEMINARIO

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CUÉNTANOS TU VOCACIÓN

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Estudio de grabación ALETHEIA

VIDA CRISTIANA Fe e internet Fe y cine

ACTIVIDADES DEL SEMINARIO

Ejercicios espirituales del equipo formador Misa de apertura Ordenaciones Fiesta Mexicana Encuentro de Seminarios Mayores

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PASATIEMPO MEMORIA GRÁFICA

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PLATÍCANOS TU DIÓCESIS

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FRASES CÉLEBRES BIENVENIDA A MONS. ROGELIO CABRERA

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Francisco Villa Hernández

Seminario Arquidiocesano de Monterrey Carretera a San Mateo Km. 3.5, Apdo. postal #34, C. P. 67250. Tel. 01 (81) 1161-5757 www.seminariodemonterrey.org

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“Si no entiendes, cree. Entender es el fruto de la fe. Si no crees, no entenderás. Por tanto, no busques entender para creer, sino cree para entender” La fe nunca ha sido ni se ha considerado un hecho evidente. La fe supone siempre sostenerse en el fundamento de la vida que es Dios mismo. En épocas anteriores la cultura y ambiente sociales inculcaban y daban por supuesto la necesidad de este fundamento. El ateísmo contemporáneo y el proceso de secularización, que han hecho el pluralismo de la cultura, han acentuado el carácter “no evidente” de la fe, en especial para intelectuales, artistas, clase obrera y jóvenes. Los procesos vividos nos han puesto en la “crisis de fe”. La crisis de fe no necesariamente conduce a la pérdida de la fe, puede vivirse como una ejercitación que conduce a una fe más firme y probada. Es decir a la pérdida de la creencia ingenua y llegar cada vez más a la certeza fundada. Cuando se llega a este estado la fe se hace más personal, adulta y reflexiva. Eso implica el riesgo de intelectualizarla en exceso o caer en concepciones subjetivistas, reduccionistas. La ingenuidad no es necesaria para fe, pero sí lo es la sencillez, la confianza y la humildad, con las que el creyente se dispone a la escucha y recepción de la palabra de vida eterna. Pedro en el horizonte del amor se abre a la Luz de la Palabra. (Jn 6, 68) . Para el obispo de Hipona la fe no es una adhesión fría y puramente intelectual a las verdades, la teología es de la mente y el corazón. La obediencia de la fe que se debe a Dios que se revela, es una entrega total y rendición suprema del alma al amor de Dios. Para San Agustín la fe es simultáneamente adhesión del espíritu a la verdad sobrenatural y humilde abandono de todo el hombre a la gracia de Dios. El ser personal del hombre, con sus dos polos “intimidad y apertura” presenta una estructura pre-religiosa. En el descubrimiento de la Palabra viva que es Jesús, nunca debe faltar la pasión por la verdad última, el ambiente positivo como signo de amor a Dios que atrae y la humildad para aceptar la grandeza de quien se revela y de la revelación misma. El Pueblo de Dios es un valor primario, aparece en primer plano en el designio de Dios. Aquel sustrato humano del ser abierto y generoso, como lo proponen Bergson y Marcel es el fundamento para encontrar una comunidad de fe que sirva de ámbito para el desarrollo libre del creyente adulto. Él quiere reunirnos en el “cuerpo” de su Hijo alentado por la vida nueva del Espíritu y que este “cuerpo manifieste el amor del Padre. Esta realidad lo hace apetecible para vivir en él, incluso en su realidad sociológica. La Iglesia de hoy ha de ser convivencial y en servicio. Nuestro esfuerzo por clarificar y simplificar el itinerario que va del ver al creer: del ver en profundidad, lo que ya es una forma de entender, al acto de creer iluminado por el testimonio divino. Buscamos la respuesta a la falta de ubicación de la fuerza y la crueldad del mal, ayudar a comprender que no es el hombre el que sostiene la fe sino es la fe la que sostiene al hombre que solo hace falta abandonarse y dejarse trascender con sencilla confianza; que no debemos ahogar la alegría gratuita y la celebración de la fe en la que respira el espacio del Espíritu. El Espíritu, maestro interior del hombre y de la comunidad es quien traza y construye el camino de la vida, por tanto solo Él es quien reconstruye la comunidad en el ámbito del Amor. Busquemos una fe madura inseparable del Amor y mantengamos la actitud de servicio en la vivencia de la caridad. Razón y Fe permanecerán unidas, al creer tendremos la luz para entender, y entenderemos para vivir. Pbro Lic. Gerardo J. Cárdenas Rdz. Vice-rector

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Hombres de fe

“La construcción de la confianza como desafío”

Una realidad que nos pide una respuesta. Al iniciar nuestra reflexión será importante que primero podamos echar un vistazo a la realidad en la que estamos viviendo, que nos interpela y nos pide una respuesta. Los diferentes fenómenos que se presentan en los variados ámbitos humanos han llevado al hombre actual a mantenerse en una actitud de incertidumbre y desconfianza, de desesperanza y sospecha ante lo que se vive y avecina. Tal pareciera que muchas de las instituciones tanto religiosas como gubernamentales, así como aquellas personas que antes eran punto de referencia para una mayoría, ahora ya no lo son. El hombre se encuentra caminando a tientas, sin una base firme en su vida. Para hablar un poco sobre esto buscaremos por ahora señalar algunos fenómenos que están presentándose en nuestra sociedad, y que estos a su vez, afectan en gran medida a la vivencia de la fe.

Doctrina cristiana

1.- El devalúo de la palabra. Todo parece indicar que la palabra ya no tiene el mismo valor que antes, decimos una cosa y hacemos otra. Frecuentemente nos encontramos ante la decepción producida por nuestra inconsistencia o la de otros al no poder mantenernos ante el compromiso hecho con anterioridad. Esto sin duda ha llevado al hombre a dejar de confiar en el otro, conduciéndolo por caminos de autosuficiencia y egoísmo, cerrando con ello la oportunidad de formar una verdadera comunidad que trabaje en comunión para construir caminos que lleven al verdadero desarrollo de la persona. 2.- Un gobierno que ha perdido su credibilidad. Descubrimos que una gran cantidad de instituciones gubernamentales han perdido en gran medida su credibilidad. Sus dirigentes han dejado de lado la búsqueda del bien común y han optado por perseguir tan sólo sus intereses mezquinos. Esto sin duda que ha dirigido a nuestra sociedad hacia un estado de inconformidad, desconfianza e incertidumbre. 3.- El abandono a la ciencia exacta. Un elemento importante que nos ha llevado a la desconfianza en orden a la existencia de Dios ha sido el excesivo abandono en las ciencias experimentales y a su método, el cual nos exige desechar todo aquello que no entra dentro de sus parámetros. Y puesto que la manifestación de Dios no se da de modo material, captada por nuestros sentidos, es imposible llegar a una comprobación de su existencia bajo los lineamientos del método señalado. Esta propuesta dada por el método científico ha movido a la reflexión de algunos filósofos para justificar por qué el hombre se ha creado una necesidad de Dios. Dentro de los distintos filósofos que han abordado esta problemática nos limitaremos a señalar la propuesta de Feuerbach. Es importante señalar que este autor “es el primero que propone y desarrolla una concepción proyectivista de la religión, según la cual lo religioso no sería sino una proyección de la mente humana. Ésta habría revestido a un ser imaginario y ficticio, al que denomina Dios, con las cualidades y rasgos absolutos que serían únicamente propiedades del hombre” (MORALES, J., Filosofía de la religión, Ed. EUNSA, Primera edición, 2007, España, p. 122). Ante este pensamiento establecido por Feuerbach ¿qué es lo que nos queda? No es sino sólo la desconfianza total. Puesto que la propuesta dada por Feuerbach ha venido a destruir aquello que quedaba de sólido en la vida del hombre, presentándolo como un camino ilusorio que nos lleva a

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preguntar ¿es Dios verdaderamente un ser real que sustenta toda nuestra vida, o es tan sólo la proyección del hombre? Ante ésta cuestión debemos aclarar que no podemos tomar como absoluta la propuesta hecha por el método experimental y por Feuerbach; esto debido a que el método experimental, en la búsqueda de la verdad, se encuentra con límites. Ante el panorama presentado y que probablemente nos resulta un tanto oscuro, debemos dar algunas luces para salir de él, puesto que el contemplar la realidad desde esta perspectiva tan sólo nos llevará por un camino de desconfianza. Es necesario rechazar aquellas posturas que nos llevan a afirmar que nada podemos tener o saber con certeza. Estamos frente a un desafío que nos pide encontrar caminos en donde realidades últimas y permanentes sean el fundamento de nuestra confianza. Confianza y responsabilidad Habiendo señalado con anterioridad algunos de los fenómenos que se presentan actualmente en nuestra sociedad y que, como ya lo dijimos antes, sitúan al hombre en la desconfianza total, busquemos ahora plantear un par de ideas que sirvan como base sólida en nuestro caminar hacia la fe. Tengamos en cuenta que “la confianza es cosa de dos, fianza recíproca y, cuando esta bilateralidad falla, también la confianza se resiste” (DÍAZ, C., ¿Qué es el personalismo comunitario?, Colección Persona, 3ª Edición, 2005, Salamanca, p. 90). Esta relación bilateral pide de nosotros responsabilidad y cuidado, reconocimiento de que estamos frente a un tú que podría salir afectado por mis acciones. La confianza se presenta como la “certeza de que las promesas serán cumplidas; es adoptar una actitud positiva ante la vida, ante los demás; no es verles como un obstáculo en mi camino, sino como una ocasión para celebrar la fiesta de la vida; es descansar en ti, sin agobiarme en mí, proporcionando un nosotros, confiar es abandonarse al amor, dejarse amar y no preocuparse si uno no llega a amar tal como es amado; confiar es aceptar la fragilidad y limitación propia, aquello que no nos gusta sin detenernos en ello, pues detenerse en las propias sombras y limitaciones es aprisionar y abatir la propia confianza” (DÍAZ, C., ¿Qué es el personalismo comunitario?, p. 91). Pese a todas las decepciones que podemos experimentar a causa de las diversas faltas que trae consigo la vida, debemos seguir confiando en la verdad que se encuentra en el hombre. Busquemos comprender que somos frágiles y que en muchas ocasiones actuamos contrariamente a nuestras convicciones, quizás de esta manera dejaremos de centrarnos tan sólo en nuestro punto de vista para dejar lugar al del otro. Confianza en Dios Finalmente ¿qué podemos decir respecto a la confianza en Dios? Como ya lo habíamos dicho algunas líneas arriba, ciertamente que a Dios no se le puede comprobar o conocer por medio del método experimental. Sin embargo esto no significa que estemos dando un salto al vacío, sino que la fe es una verdad que alcanza el hombre por la revelación. El cristiano puede recorrer el camino de la fe con la confianza puesta totalmente en Dios, sabiendo que él permanece fiel a su palabra y, que pese a las múltiples contrariedades experimentadas en la vida, podemos seguir abandonándonos en él. “Que este Año suscite en todo creyente la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza” (Porta Fidei, 2012, p. 4).

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Eduardo Alberto Mata Ortíz Filosofía 3


La fe personal

“La fe: Luz que ilumina mi sendero”

Un día, aquí en el seminario, salí de mi cuarto y estaba todo oscuro ya que era de noche y las luces estaban apagadas. Recuerdo que empecé a caminar muy despacio y tocando las paredes con las manos, sentía que en cualquier momento iba a pegar con otra pared. Experimenté incertidumbre y temor; en ese momento alguien prendió las luces y pude ver, empecé a caminar con mayor firmeza, seguridad, sin tocar ya las paredes, un paso mucho más rápido y sobre todo sin temor. Yo creo que todos hemos tenido alguna experiencia parecida, y es que caminar sin luz es muy distinto caminar con luz. La luz nos da certeza y confianza, mientras que la oscuridad nos causa incertidumbre y temor. Esta misma experiencia quisiera entenderla ahora desde nuestra propia vida, nuestra propia existencia. Muchas personas caminan por la vida con muchas dudas sobre su propia existencia, sobre qué hacer, a donde ir, con quién estar; estas dudas en su vida llegan a causarle temor a tomar decisiones importantes, decisiones que puedan llevarlos a tomar un rumbo definitivo en su vida. Se ven en el mundo personas que han decidido no decidir nada, y dejar que la misma vida y el tiempo decidan por ellos, creyendo que con eso son más libres y felices al no estar atado o ligado a nada; cuando en realidad están viviendo una vida no elegida, no aceptada y por lo tanto no plenamente desarrollada.

Doctrina cristiana

En contraparte, encontramos también personas que se ven plenamente desarrolladas, que en medio de las adversidades son capaces de levantarse, que caminan con certeza en la vida, con la seguridad de estar siendo llevados no por las circunstancias ni por el tiempo sino por Dios mismo; personas que caminan como a plena luz del día, firmes, confiados, y decidiendo día a día el seguir caminando. En realidad, no es su gran capacidad de estas personas lo que las hace vivir así, sino es la luz que los ilumina, es algo que les viene de fuera que les ayuda a tener certeza de su propia vida, certeza de saber el para qué de su vida, el qué hacer, o qué no hacer, a donde ir, con quien estar. Lo interesante y lo paradójico a la vez, es que estas personas si quisieran explicarnos de donde les viene toda esa certeza, seguridad y confianza muy difícilmente podrían hacerlo. Para aquellos que viven en medio de esa oscura confusión toda respuesta de estos hombres y mujeres sería vana, sin sentido y sin razón, muy poco convincente y hasta supersticiosa. Y es que en realidad, solo aquel que vive inmerso en esta luz es capaz de comprenderla más allá de las palabras; porque en realidad supera las palabras. Y esta luz es la fe; una fe que se ha tratado de explicar por medio de estas pequeñas analogías. La fe es un don de Dios, así como la luz viene de afuera y por ella somos capaces de ver, la fe nos ha

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sido dada a nosotros para poder ver y comprender; pero también la fe es la fuerza sobrenatural que nos es necesaria para salvarnos, para comprender el sentido de nuestra vida, el para qué vivimos, el sentido de estar con tal persona o grupo de personas. Pero si bien, la fe es un don, un regalo, ella requiere nuestra respuesta y nuestra voluntad; nosotros respondemos a lo que se nos ha mostrado por la luz con nuestra vida, elegimos diariamente aceptar o rechazar lo que nos revela esta luz. (YouCat 21) Así es nuestra fe, un conjunto de claroscuros, es clara como el día pero también oscura como la noche; oscura para aquellos que no se han sabido acercar o dejarse iluminar por ella. La fe es la luz que ilumina nuestra vida, es la fuerza que nos impulsa a caminar, es la puerta que nos da acceso a la vida de Dios. Y desde esta última expresión quisiera enfatizar algo vital para la vivencia de este don; la fe nos ilumina porque es luz; y si la Luz de la Vida es Jesús mismo; entonces quién realmente nos ilumina y nos da certeza es el mismo Jesús nuestro Señor. Entonces vivir en la fe es ahora también una adhesión a la persona de Jesús. Vivimos un camino cierto cuando escuchamos a Jesús, cuando lo conocemos, y cuando decidimos libremente seguirlo. La fuerza que se nos ha dado para imitarlo, e identificarnos con Él es lo que podemos llamar también fe. Por eso, para poder aumentar esa luz en el pasillo (si así quisiera expresarlo) es importante y vital la oración, la escucha atenta a la voz de Dios en su Palabra, en los acontecimientos y en las personas. Así, viviendo ya desde hoy la vida de Cristo, podremos gustar, si es que así nosotros libremente lo aceptamos y decidimos, por adelantado la alegría del cielo; a pesar de vivir momentos de aparente incertidumbre y oscuridad; la certeza de la presencia de Dios en nuestra vida será la fuerza que nos impulse a salir siempre adelante. Y se vive la alegría del cielo porque vivimos imbuidos y embebidos del amor; seguir a Jesús es seguir el camino de la entrega por el otro, entrega de la vida por los demás. Una vida llena de sentido, de esperanza. La fe, que es un don, se convierte ahora en una fuerza decisiva para poder llegar a hacer aquello mismo que Jesús hizo en este mundo, que es la entrega máxima de la propia vida en favor de los demás.(YouCat 21) Y después de haber tenido la experiencia de caminar por el mismo pasillo en medio de la oscuridad y en medio de la luz; hoy puedo decir que mil y una veces prefiero vivir y transitarlo en medio de la luz. Con los Obispos de América Latina quisiera decir que “La experiencia de conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado… es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo”. ( DA 32) Que nuestra vida sea una verdadera puerta de fe para otras personas, y que nuestras obras brillen como una luz para los demás; para que así todos mirando nuestras obras miren al mismo Cristo, y deseen con ardor y fervor querer caminar por este camino de Luz. Dios te Salve María, en tus manos ponemos nuestra fe para que la ilumines. José Luis Campos Moya Teología 3

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Comunidad de fe La fe del sacerdote en medio del Pueblo de Dios

Vivir en medio de la comunidad parroquial ejerciendo el ministerio sacerdotal es una experiencia de misericordia de parte de Dios. Misericordia con su pueblo y con su sacerdote. Para el sacerdote, por el llamado a enseñar, celebrar y conducir a los pobres hacia el amor de Dios, un ministerio para el que nunca se es digno y nunca se estará preparado. El ministerio se desarrolla entre inspiraciones sutiles del Espíritu Santo y la veleidad del corazón dividido del sacerdote; cuando el corazón del sacerdote y la inspiración del Espíritu Santo coinciden en la acción pastoral, hay gran fiesta en el cielo por los frutos esparcidos entre el pueblo beneficiario y se experimenta el amor de un Dios que se alegra y complace por sus hijos, un amor misericordioso. El pueblo, los que están dispuestos con al menos una rendija del corazón abierta, reciben la suave presencia del amor de Jesús a través de palabras y obras que son recibidas con confianza en Dios y en el sacerdote; tanto el sacerdote como el pueblo necesitan aprender a confiar mutuamente, se trata de la vida de misericordia: Dios nos trata con misericordia, el sacerdote ha de aprenderlo y el pueblo también. La fe en relación al llamado a servir al pueblo se experimenta como una confianza en medio de la incertidumbre, definitivamente una luz que indica el camino y que, poco a poco, nos revela que la Luz es el Camino. Pedro hacía un recuento de la historia del amor de Dios por su pueblo: un amor que se muestra en el tiempo, que se distiende desde el antes y el después y antes del antes y después del después, un amor que, para la condición humana de quienes vivimos en la comunidad, necesita tiempo. El amor de Dios se derrama en su pueblo en gotas de paciencia divina hasta empapar toda relación humana; esa lluvia serena de misericordia tiene un ritmo que sólo puede ser percibido por un corazón en silencio de escucha; el pueblo necesita ese ritmo para poder danzar con alegría, una danza formada por acciones de misericordia, acciones inspiradas en la confianza que Dios crea entre los seres humanos. El sacerdote ha de percibir ese ritmo de Dios en la comunidad y aprender a animar y a resistir. Es una paciencia y un amor en tensión, es estar en medio, es ser un puente, es interceder por Dios y por el pueblo; es una tensión rítmica, donde, para resistir, es necesario el ritmo y el “tempo” divino. Le fe en medio de la tensión intercesora se vive como una piscina en la que el agua de repente es agitada y luego vuelve a la serenidad; cuando es agitada por el viento del Espíritu, la agitación es transformada en fortaleza y serenidad.

Doctrina cristiana

La palabra de Jesús a Pedro, a la orilla del lago, acerca de ser enviado a donde no quisiera ir, me recuerda que el sacerdote no eligió la comunidad interesadamente ni la comunidad eligió al sacerdote democráticamente. El encuentro del sacerdote y la comunidad parroquial no procede de la voluntad humana, es un proyecto donado de parte de Dios; es un don que irrumpe con una novedad que sólo puede comprenderse con la luz del Espíritu; no se trata de una estrategia de manos humanas, si la viera así, dejaría de lado la fuerza renovadora de Cristo para nosotros. Se trata de un proyecto divino que se desarrolla: vivir en la tienda de Cristo en medio de la comunidad tiene un sentido racional y espiritual. La labor evangelizadora tiene un sentido para el sacerdote y para las personas, cada gesto apunta hacia algo; el don del ministerio sacerdotal transforma los gestos y las palabras y las impregna de un “poder” muy sencillo: el de indicar

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significando y simbolizando. Las personas dispuestas, sacerdote y feligreses cristianos, se encuentran en relación de fe: uno con el don de significar y simbolizar orientando hacia Dios y otro acogiendo esos signos y símbolos derramados por el sacerdote, algunos de ellos no sólo humanos, sino sagrados, haciendo presente realmente al Señor Jesús. La fe del sacerdote como servidor de Dios se vive como la esperanza de ejercer ese don divino sin caer en la soberbia, sino en la humildad del don; una lucha interior entre una parte del corazón animada por el orgullo, y otra animada por Jesús; la fe se une a la esperanza de que en el corazón pueda vencer la humildad de Cristo. El corazón del sacerdote es un corazón humano: frágil en sus determinaciones, en un flujo constante de emociones y sentimientos; alimentado por interpretaciones acerca de lo que se siente y experimenta y por las consolaciones que busca en el Señor Jesús. Dentro de la gama de sentimientos experimentados, la vida ministerial provoca en mi dos parejas de sentimientos: la impotencia y la insatisfacción por un lado, y por otro la serenidad y la esperanza, ambas parejas intermediadas por las ansiedades y temores propios de una persona de nuestro tiempo. Sin los dones espirituales para hacer presente la fe y la caridad de Jesús no sería posible levantarme de las caídas propias y las causadas por la atención pastoral a las personas, la impotencia ante problemas y debilidades propias y ajenas unida a la insatisfacción por los resultados de muchos esfuerzos realizados de manera individual y comunitaria que a veces debilitan el ánimo. Sólo el suave recuerdo de Jesús y la fe que Él nos infunde nos logra levantar. A veces se siente como Moisés frente a Dios, como Moisés frente al pueblo, otras veces como el pueblo frente a Moisés, frente al desierto y frente a Dios. En esas ocasiones la fe se vive como un bálsamo, una roca firme, como la mano que Jesús tendió a Pedro que se hundía jalado por las aguas y débil en su corazón.

El llamado de Cristo a servirlo en su pueblo es temerario. Cristo se arriesga a enviar un corazón frágil que tendrá que aprender a creer, como Noé, que Dios es el Señor de todo lo creado, como Abraham a confiar en sus promesas, como Moisés a que la libertad necesita de Dios y que Él puede hacer salir agua de una roca, como Elías a creer que Dios se preocupa por el profeta, como David a creer que la autoridad y la potestad son bendición de Dios para servir, como Isaías a que es necesario ser columna fuerte en la fe, como Jeremías a creer que Él puede escribir su ley y renovar el corazón de todo el pueblo, como Jonás a creer que su Plan es más grande que los planes de los profetas, como Oseas a creer que Dios se revela aún en el sin-sentido, como José a creer que la justicia conduce a la encarnación de la fe, como María a creer en que la elección de Dios conduce a la encarnación del Amor, como Pedro a creer en que hay que echar la red aunque no veas los peces. En medio del Pueblo, el sacerdote aprende a creer de manera muy especial: en la roca hay agua, en el corazón humano hay amor de Dios y en los dones humanos hay gracia. Gracias al Señor Jesús por este llamado y confianza, gracias al Pueblo de Dios por su entrega y por confiar en sus sacerdotes. Que en este año de la fe, nuestro corazón sea lleno por Dios en la oración, que la Lectio Divina sea la disposición de un discípulo que ama a su maestro, el lugar donde brille la gracia y se nos revele la cruz, donde las heridas sean sanadas y la alegría de Dios nos fortalezca, donde suceda, en la humildad del tiempo y el espacio el encuentro renovador con Cristo, Nuestro Señor.

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Pbro. Juan Armando Pérez Talamantes Parroquia Sagrada Familia en Apodaca


Hola a todos nuestros lectores, queremos compartirles la nueva misión que nos han encomendado, que es el conocer los lugares más recónditos del seminario, aquellos lugares que poca gente conoce, aquellos lugares donde correremos peligros insospechables, atravesaremos obstáculos extremos y arriesgaremos nuestras vidas. Bueno, la verdad solo subimos 66 escalones que para nosotros fueron como mil, todo porque descubrimos que el edificio académico tiene un tercer piso y como si no fuera poco encontramos un estudio de grabación profesional. Grande fue nuestra sorpresa encontrar aquí un estudio de grabación profesional, ¿Quién pensaría que en un seminario hubiera uno de estos? Pues claro, descubrimos que el Seminario de Monterrey es el único seminario en américa latina que cuenta con su propio estudio. Y además es operado por los propios seminaristas en coordinación con los padres formadores. El estudio se llama A-L-E-T-H-E-I-A, si, Aletheia, es una palabra (en griego) un poco rara que significa: verdad que se revela. Por eso la importancia del estudio para el seminarista, para que pierda el miedo ante el público y las cámaras, se vea en un espejo al predicar y que visualice los nuevos pulpitos en los medios de comunicación.

José Juan Montalvo Valdez Filosofía 3

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Surgió en el 2007 como iniciativa del vice-rector el Padre Gerardo Cárdenas, para grabar las homilías o reflexiones de los seminaristas, pero creció el proyecto y se convirtió en un estudio que produce: anuncios, videos, spot, música, radio, etc. Todo esto de manera práctica, divertida, dinámica y creativa. Esto se lo podemos asegurar ya que fuimos aletheios honorarios por un día y las fotografías nos dan crédito, ya que apoyamos en staff de iluminación, utilería, audio, video y en la producción y edición en la cual trabajamos con instrumentos muy sofisticados que tenía muchos botoncitos llamado ecualizador, también le movimos a la cámaras, probamos las luces, grabamos una canción y al final quedamos enredados en un montón de cables. Tal vez no supieron que significa ser aletheio, un aletheio son aquellos seminaristas que laboran en el estudio Aletheia, actualmente son 6, los cuales son coordinados por el P. Héctor Mario Pérez. Los cuales producen un excelente material dinámico y creativo para catequesis de los sacramentos entre otros proyectos. El más famoso y reconocido son los videos de la campaña “ahora ora más” que sale en televisión. Todo este material está disponible, si te interesa puedes comunicarte al correo: aletheia@seminariodemonterrey.org Y este fue el gran hallazgo del día de hoy, el estudio aletheia, que aporta herramientas para la evangelización y nuestra formación, al salir nos asomamos por la terraza y descubrimos otro rincón del seminario que explorar, que al parecer es más peligroso que este y que tal vez no saldremos con vida… Pero no importa, esa es muestra misión. ¿Quieres saber cual es? No te pierdas el siguiente reportaje.

Omar alejandro Flores Soto Filosofía 3

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En la vida se nos presentan importantes elecciones que debemos de tomar que van definiendo nuestra historia. Ante la incertidumbre de no conocer con certeza lo que depararía el futuro sobre esa posible elección es normal que nos surgen preguntas: ¿Cómo saber si la decisión que tomaré es la correcta? ¿Cómo saber a ciencia cierta a qué vocación he sido llamado? Esta clase de incertidumbres no sólo la he percibido en los que estamos discerniendo un llamado a la vida sacerdotal. Se me han presentado también laicos que a punto de aventurarse al compromiso por medio del sacramento del matrimonio, les brota lo que yo llamo “la duda natural” por no poder tener todas las cartas sobre la mesa. Y es que a veces podemos caer en el juego de la obsesión de querer tener todo dominado y bajo control; que nuestras decisiones sean siempre precisas y con el menor riesgo posible de error, pero la realidad es que conocemos poco, y conforme más nos adentramos en el misterio de la vida, nos damos cuenta que lo poco que conocemos, lo conocemos poco. Esto pudiera para algunos causarle temor, y una angustia que lo llevara a la inmutabilidad; pero está claro que no vamos dejar que la vida se nos escape de las manos, y que para aprender a caminar se aprende caminando, y a vivir, viviendo. Para elegir un camino que defina nuestra vida, como es el discernimiento vocacional, no existe un examen o test que nos arroje un resultado certero que disipe nuestras dudas. Nunca vamos a poder tener todas las cartas sobre la mesa. Se trata de leer e interpretar los signos, las luces, que en la medida de nuestras posibilidades podamos percibir, y así, con nuestra inteligencia y con nuestro corazón aventurarnos a seguir a nuestro Señor Jesucristo, que con su compañía nos devuelve la seguridad de saber que adonde quiera que él nos lleve, iremos por buen camino. En el camino de la fe, lo que cuenta es seguir al Señor. Cuando comprendemos que esto es lo principal y fundamental de todo, la vocación específica que elijamos; ya sea, la vida laical en el matrimonio, la vida religiosa o la vida sacerdotal, es simplemente el complemento o concretización del llamado fundamental que todos tenemos al discipulado y a la santidad. Cuando yo sentí la inquietud por consagrar mi vida a Dios, entendí perfectamente que Dios me llamaba a ser santo. Sobre la invitación de caminar junto a Jesús no cabía ninguna duda, la pregunta era cómo: siendo sacerdote, como religioso o siendo laico comprometido. En mi vida todo sucedía como de costumbre, hasta que en una noche, antes de dormir, de pronto vino a mi mente una clara propuesta de parte de Dios: “Conságrame tu vida a Dios”. Esta propuesta fue una idea que a partir de esa noche no pude olvidar, y fue tan intensa la emoción que me fue difícil conciliar el sueño. De pronto toda mi vida giraba en torno a esta pregunta, pues sabía que su respuesta me haría tomar un giro muy distinto en mi vida.

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Ahora daba un nuevo paso. Intuía que quería consagrar mi vida a Dios, ¿pero cómo? Se habría en mi panorama una gama de posibilidades. Sabía que en la Iglesia existían muchas maneras de consagrar la vida a Dios y ahora tenía que descubrir a cuál de ellas de manera específica Dios me estaba llamando. Una de las luces que fui percibiendo para poder responder este llamado fue principalmente un gran testimonio sacerdotal que Dios puso frente a mí. Monseñor Juan José Hinojosa alimentaba fuertemente mi deseo por buscar la santidad, y al ver su entrega, escuchar sus consejos, sus reflexiones, su clara identidad de ser un instrumento de Dios, me hizo pensar un día: “¿por qué no? Yo podría ser sacerdote diocesano”. Así fue como me animé a entrar al Seminario para comenzar mi formación sacerdotal y descubrir ahí mismo si efectivamente esta era mi vocación. Mi experiencia dentro del Seminario en todos los años de la formación fue muy positiva. Me esforcé en cada una de las etapas para tratar de aprovechar al máximo todo lo que Dios quería enseñarme. Como popularmente se dice en el Seminario, “todo es formativo”. Ya sean alegrías, logros, aciertos, amistades; ya sean tristezas, fracasos, desaciertos, pérdidas; todo es formativo si lo queremos ver así. Pude experimentar la amistad que Dios siempre nos regala por medio de los mismos compañeros que Dios fue poniendo en mi camino. La experiencia de la convivencia comunitaria dentro del Seminario fue fundamental para entender el misterio de la fraternidad que el bautismo nos regala al ser todos miembros del Cuerpo de Cristo. Experimentar cómo los lazos espirituales superan muchas veces a los de la sangre, y así sentir y pronunciar con auténtico significado “tú eres mi hermano”. Los estudios que realizamos durante toda la formación, simplemente me llevaron a conocer mejor lo que ya amaba, para que conociendo amara más, y amando conociera mejor. Y en el apostolado que realizamos durante los fines de semana, pude encontrarme con Cristo hambriento y sediento, desnudo, encarcelado, enfermo y forastero. Las distintas experiencias fueron valiosísimas para ir forjando el corazón de Cristo Buen Pastor. Tener marcado hasta lo hondo de los huesos que “cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo” Mt 25,36. En pocas palabras, el Seminario fue caminar junto con Él: Aprender a orar como Jesús; escuchar sus enseñanzas; vivir como Él; aprender a pensar como Él; servir como Jesús sirvió.

Y ahora que soy sacerdote, ¡apenas viene lo bueno!

Pbro. Diego Arrambide de la Garza Parroquia de San Juan Bosco

... y dejándolo todo lo siguieron 15


Actualmente, la vida del cristiano –y por ende, la del seminarista también- se encuentra inmersa en el mundo cibernético. Es indiscutible que la comunicación, y especialmente el internet, se ha vuelto el nuevo “atrio” desde donde se debe aprender a proclamar el Evangelio. Por eso se vuelve urgente el poder conocer todos los medios que se tienen al alcance y, a partir de ellos, crear nuevas formas de evangelización. Hoy quisiera enfocarme en la tecnología que poseen los teléfonos celulares. Éstos, junto al Ipad y las Tabletas, están creando una revolución informática. La verdad proporcionan una gran ayuda en cuanto a la conexión y portabilidad. Por eso quisiera dar algunos consejos para crecer en nuestra espiritualidad desde estos magníficos aparatos. Y es que las apps que posee tanto las Ipad como Android son tantas que es casi imposible conocerlas todas. Estas son mis recomendaciones: Lectio Divina: Esta aplicación es muy parecida al Ibreviary de la IPad, solo que con una magnífica diferencia, pues los textos propuestos para esta aplicación son de Argentina, por lo que rezar la Liturgia de las Horas en la traducción correcta no será tan problemático como en la otra versión. Esta aplicación posee los textos de la Liturgia de las Horas para el día que lo requieras, desde el Oficio del Lectura hasta las Completas. Además posee la posibilidad de tener las lecturas del día para la Misa (aunque la traducción de este Leccionario sí varía), además de una reflexión de estas lecturas. Y como punto adicional posee también un santoral muy básico, pero que puede ayudar. Su único punto en contra es que requiere conexión a internet para mostrar sus datos. Biblia de Jerusalén: La Biblia de Jerusalén en español sin necesidad de tener conexión a internet. Posee búsquedas por libro, capítulos y versículos, la Biblia en audio, funcionalidad para cambiar de un capitulo a otro, posibilidad de seleccionar y copiar el texto, funcionalidad para copiar y compartir versos. Es totalmente gratis. Evangelización Activa: Esta aplicación tiene varias funciones interesantes como recibir el evangelio diariamente en un formato amigable, conocer sobre la vida y obra de nuestros Santos y las festividades católicas, observar la primera lectura, meditación, oración, acción, Evangelio y la reflexión, postear en tu muro de Facebook, el rosario con música instrumental y una excelente selección de imágenes de fondo, una serie de iconos de parroquias que se encuentran a tu alrededor, podrás ver cómo llegar, los teléfonos, horarios de la Santa Misa, etc. Gran parte de las opciones requiere conexión a Internet.. Actualidad Católica: Aplicación con toda la actualidad católica día a día. En ella encontrarás las principales noticias de AciPrensa, Zenit y EWTN. Además podrás disfrutar de una pequeña reseña del Santo del día y del podcast “Punto de Vista” de Alejandro Bermúdez y la Lectio Divina Diaria. Espero que les haya servido conocer algunas de las aplicaciones que poseen estos sistemas y que los puedes tener en tu aparato. Hay muchas más, pero elegí estas por sus características y porque creo, son las que nos pueden ayudar mejor. Lo importante no es alejarse de la informática y el ciber-espacio como si fueran algo malo en sí mismos, sino aprender cómo utilizarlos para seguir creciendo como hombres cristianos en busca del sacerdocio. Jaime Jesús Garza Morales Teología 3

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El verano del 2012 ha sido el verano en el que más películas he visto en mi vida. No crean que anduve de cine en cine sino que he tenido la oportunidad de asistir a un curso al IMDOSOC en México, D.F., titulado: “Formación de valores a través del cine”. Cuando algunos escucharon el título no creían que fuera en verdad un curso, me decían que sólo nos íbamos a sentar a ver películas… la verdad es que tenían toda la razón, vimos 9 películas en el aula, 2 en el cine y algunas otras en la comunidad donde vivía, obvio, comiendo palomitas y tomando algún refresco. Pero eso no fue todo. He aprendido que “El cine ha demostrado ser un recurso eficaz para la educación, la formación del carácter y la transmisión de valores…” (GARCÍA, M., Historia de hombres y mujeres en términos de luz: el papel del cine en la educación, Revista Mexicana de Investigación Educativa, vol. 7, núm. 13, mayo-agosto 2002), de tal forma que el séptimo arte se ha convertido en uno de los principales medios a través de los cuales se pueden dar a conocer muchos valores con tal de forjar virtudes en los seres humanos. Desde esta perspectiva, lo que ha sido un medio de recreación y de entretenimiento, se perfila ahora como una herramienta que nos puede ayudar en la evangelización, para transmitir especialmente valores espirituales (Cfr. Pío XII, Miranda Prorsus, 44). Aprovecharemos que su Santidad Benedicto XVI ha declarado un Año de la fe para hablar de la fe cristiana en la pantalla grande, y es que hay que recurrir a la nueva evangelización para la transmisión de nuestra fe con tal de que nos adentremos en un tiempo especial de reflexión y redescubrimiento de nuestras creencias (Cfr. Benedicto XVI, Porta Fidei, 4). Las obras cinematográficas nos acercan a historias de vida de seres humanos que experimentan situaciones parecidas a las de nosotros donde algunos en especial han logrado salir adelante, han superado las limitaciones o incluso se han aferrado a sus creencias. . “La fe cristiana nos invita a descubrir en el espíritu de otros hombres y mujeres, también en los no cristianos, el Espíritu de Dios que está presente y actuante en todo…”(GARCÍA, L. (S.J.), Cómo aprovechar la espiritualidad del cine, Buena Prensa, 2009, p. 25). Es así como hay muchas películas que presentan vidas ejemplares de aquellos que han tenido una Fe firme, pura, sincera, alegre y entusiasta en nuestro Dios Uno y Trino. Precisamente por eso nosotros, los seminaristas, podemos auxiliarnos de las películas que hemos visto en las experiencias de oración, en el cine o algunos viernes para suscitar en los fieles esa respuesta adecuada a Dios, invitándoles a adherir su intelecto, voluntad y acciones al designio divino (Cfr.SÁNCHEZ, T., Diccionario de cultura bíblica, San Pablo, 2012, p.151). Si me dejan proponerles una gran producción cinematográfica reciente en donde podemos descubrir la Fe de una manera clara y explícita, les recomiendo “La Cristiada”. Esta película se estrenó en el 2012, es del director Dean Wright, fue escrita por Michael James Love y producida por Pablo Jose Barroso; dura 143 minutos. Es una película que destaca la centralidad de la Fe, en una lucha contra el poder, que impulsa a los diversos actores situados en la época de la Guerra Cristera, a defender sus convicciones, su libertad, su pueblo, su Dios… en fin, tiene muchos elementos en torno a la Fe. Que por la fe, nosotros podamos dar testimonio de nuestro Dios en nuestros apostolados, aprovechando cada recurso que se nos pueda presentar. ¡A ver películas! Erick Adrián Leal Ibarra Teología 2

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La formación ren el Seminario, Un compromiso eclesial El equipo formador de nuestro Seminario de Monterrey se dio cita el pasado 28 de julio para tener unos días de ejercicios espirituales. El tema de estos ejercicios fue la responsabilidad eclesial que tenemos cada uno de los formadores del equipo en el acompañamiento y discernimiento de las vocaciones al sacerdocio a la luz del proyecto de las nuevas Normas Básicas para la Formación Sacerdotal en México. El objetivo que nos propusimos fue el de reflexionar de manera individual y como equipo formador sobre las responsabilidades que tenemos como formadores del Seminario para renovar y consolidar nuestro compromiso eclesial en esta encomienda pastoral. Nos dimos a la tarea de leer, hacer anotaciones, compartir impresiones personales sobre la aplicación de dichas normas en el proyecto formativo actual de nuestro Seminario. La dinámica de estos ejercicios consistió en partir de la lectura de las normas, enriquecer dicha lectura con la lectura y meditación personal de un texto de las Escrituras que las apoyan, así como con la oración en común de la Liturgia de las Horas, ponernos delante de Jesús Eucaristía para presentarle nuestras reflexiones y cerrar el día con un plenario por etapas formativas para compartir las reflexiones y anotar los posibles caminos de renovación o mejora en nuestra responsabilidad eclesial de la formación sacerdotal. La Eucaristía diaria, con la Palabra allí escuchada y meditada, nos ayudó también a no perder de vista que en este compromiso Dios nos acompaña y nos ayuda a discernir de acuerdo a su designio amoroso. Un matiz importante de esta reflexión – oración fue el tener en cuenta la gradualidad y la integralidad de la formación sacerdotal conociendo todas las etapas formativas: sus características y sus perfiles. Esto nos ayudó como equipo a fomentar la unidad en la visión de toda la formación y a valorar el trabajo que cada instituto realiza para darle continuidad y fomentar la interdependencia en nuestras labores formativas. Pienso que esta modalidad de ejercicios espirituales con tinte de taller de estudio fue una muy buena oportunidad para renovar nuestro entusiasmo en esta labor tan delicada de la formación sacerdotal. Personalmente, al iniciar mi responsabilidad en una etapa de la formación diferente, fue de gran ayuda como preparación al reto que estaba por asumir. Creo que fue providencial que este tema y esta manera de realizar la reunión pues el Señor dispuso nuestros corazones y nuestras mentes para revisar nuestro caminar como equipo y para ver con esperanza los proyectos que ya tenemos y la sintonía de los mismos con las necesidades y retos que pide la formación sacerdotal en México. No queda de más decir que la convivencia fraterna por las noches motivó al acercamiento entre los padres de los diferentes institutos. El compartir los alimentos y tener unos momentos de plática amena también fueron elementos que favorecieron el ambiente de amistad y compromiso común en el equipo formador. Agradezco al Señor esta oportunidad y, como fruto de esta experiencia espiritual y de trabajo reflexivo, le pido que nos conceda a los padres formadores ser dignos acompañantes y buenos animadores de las vocaciones que Él ha puesto en nuestro Seminario.

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Pbro. Hilario González García Formador Filosofía 3


Cultivando la piedad, caminemos en la Fe

Con gran alegría el pasado sábado 4 de Agosto la comunidad educativa del Seminario Arquidiocesano de Monterrey se reunió en la Basílica Menor de Nuestra Señora de Guadalupe para dar inicio oficial a las actividades del ciclo escolar 2012-2013. En ella cinco hermanos que en estos momentos se encuentran viviendo su año de Experiencia Eclesial recibieron el ministerio del acolitado, siendo ya, ministros extraordinarios de la sagrada comunión. A demás, nuestros hermanos que fueron ordenados presbíteros y diáconos hicieron su profesión de fe. Un ciclo escolar nuevo comienza y con ello también hubo cambios en el equipo formador los cuales son: Pbro. Gerardo Leal Guerrero Coordinador del Seminario Menor. Pbro. Hilario González García Coordinador del Instituto de Filosofía. Pbro. Rafael Guerrero Galván Director Espiritual del Seminario Menor. Pbro. Hugo Ismael Villegas Rodríguez Director Espiritual del Curso Introductorio. Pbro. Martín Eduardo Martínez Quiroga Director Espiritual y Prefecto de Apostolado del Seminario Menor Pbro. Raúl Alfredo Saucedo García Prefecto Disciplinar del Instituto de Filosofía Así mismo también en la misa de apertura dimos la bienvenida a 31 hermanos al Diplomado de Ciencias y Humanidades mejor conocido como el Curso “Especial”. 30 de ellos de nuestra Arquidiócesis de Monterrey y 1 de ellos de la diócesis de Cd. Victoria. Ellos estarán 1 año en el Seminario Menor de Monterrey. Por otra parte, este año hemos iniciado una nueva aventura en la formación del Seminario de Monterrey con la apertura del programa “Seminarista en Familia” los cuales tienen como característica principal: El ser estudiantes del Bachillerato externo del seminario y el viernes por la tarde, sábado por la mañana y tarde acuden al seminario para recibir su formación dentro del Seminario de Monterrey. A este programa iniciaron 9 alumnos esta experiencia piloto en nuestra Arquidiócesis de Monterrey. Espermos con gran alegría y júbilo que estos 44 hermanos nuestros que han iniciado ya su camino de formación sacerdotal puedan perseverar y cultivar su piedad para así poder avanzar en el camino de la fe en vistas a su ordenación sacerdotal en el próximo año 2022 . ¡Ánimo y adelante! Así pues iniciamos nuestro ciclo escolar con actitud orante en espera de nuestro próximo Pastor metropolitano. Que nuestro Señor Jesucristo los colme de fortaleza y paz, derrame abundantes gracias para nuestro seminario. ¡En hora buena! Francisco Javier Alanís Páez Experiencia Eclesial

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¡El Señor responde, tenemos nuevos sacerdotes!

ORDENACIONES

Con gran alegría nuestra Iglesia celebró el pasado 15 de agosto de 2012, en la solemnidad de la Asunción de Nuestra Santísima Virgen María, la admisión al Sagrado Orden de los Presbíteros de Oscar Zavala Carrillo, Arturo Garza Villegas y Diego Arrambide de la Garza. Para nosotros, Iglesia de Dios, es grato saber que nuestras oraciones son atendidas, ya que siguen brotando y perseverando aquellos que han dado respuesta al llamado que se nos hace para contribuir en la salvación de los hombres. La perseverancia de nuestros hermanos mayores y la entrega de los ya ordenados sacerdotes son testimonio palpable de la presencia de Dios entre nosotros, el cual quiere acompañar, amar y restituir a su rebaño en los tiempos actuales. Podríamos recalcar que para los que apenas comenzamos esta aventura de la entrega al Señor en la vocación sacerdotal, el servicio, la caridad y el buen testimonio de los nuevos sacerdotes son prioritarios, pues de un hombre de Dios se espera no solo eso, sino que nos muestre en sus actos el rostro de Jesús y nos encamine a Él. En cualquier etapa de nuestra formación, nosotros seminaristas, debemos procurar estas virtudes y no debemos esperar el futuro incierto, pues con la gracia de Dios, el amparo de Nuestra Madre del Cielo, la guía de nuestros formadores, nuestra perseverancia, oración, la de toda la iglesia y nuestras familias, debemos de igual forma vivirlas para que un día merezcamos también ser ordenados pastores del pueblo de Dios.

Antonio de Jesús Peña Díaz Filosofía 3

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Independencia y Patriotismo, y su necesaria vivencia desde la Fe La virtud del patriotismo es la que “reconoce lo que la patria le ha dado y le da. Le tributa el honor y el servicio debidos, reforzando y defendiendo el conjunto de valores que representa, teniendo a la vez por suyos los afanes nobles de todos los países” (“La educación de las virtudes humanas”. David Isaacs).Mucho de lo que somos, lo debemos a nuestra patria, y a las personas que la han conformado a lo largo de la historia de la humanidad, de alguna manera diremos que no podemos dejar todo esto de lado, ya que está firmemente anclado en nuestra identidad. La historia de los acontecimientos de la patria, son de suma importancia porque van forjando en nosotros una identidad claramente definida, y en el caso de la independencia de un país, es sumamente trascendente, ya que le da al hombre un sentido de autonomía y de autodeterminación. La noche del pasado 16 de Septiembre, en el Curso Introductorio celebramos con mucha fe, un aniversario más de la independencia de nuestro México. Iniciamos nuestra celebración como es debido a la vocación a la que aspiramos, con una actividad espiritual; con una Hora Santa, en la que cada una de las fraternidades realizó una oración para pedir por las necesidades de nuestra amada patria, en especial por la paz, la cual de acuerdo al Papa Juan Pablo II de feliz memoria, exige cuatro condiciones esenciales: verdad, justicia, amor y libertad. Posterior a la celebración espiritual tuvimos nuestro acto cívico, el cual fue realizado con gran respeto, y en el cual homenajeamos nuestros lábaros patrios, la bandera y el Himno Nacional, así como el escudo nacional. Además tuvimos la tradicional ceremonia del grito de independencia el cual estuvo a cargo del coordinador de nuestra Casa, el Presbítero José Edgar Robles, y por último y no por eso menos importante, respondiendo también a nuestra identidad mexicana, que se ve reflejada en la alegría y el festejo, tuvimos una cálida y fraterna convivencia, con deliciosos antojitos mexicanos, preparados por las hermanas Siervas de Nuestra Señora de la Soledad, quienes forman parte de nuestra comunidad, y nos acompañaron como se hace año con año en esta celebración. Para finalizar este artículo, me gustaría agregar que es importante, la realización de esta celebración, siempre y cuando este acompañada por una real y verdadera comprensión del sentido que la misma tiene. Pues en la medida en que el patriotismo, es decir el amor y el respeto por la patria, al reconocer lo que esta nos ha dado y nos da siempre, se vea reflejado en nuestro actuar, esto puede colaborar a que aprendamos a tener también un amor inquebrantable por la patria celestial, y tengamos así el firme anhelo de un día poder encontrarnos con ella, desde luego es importante mostrar este ferviente anhelo en las actitudes de nuestro diario vivir. Pues en la medida en la que nos convirtamos en promotores de los valores humanos en el caminar de nuestra sociedad, es decir cuando nos esforcemos incentivar la implementación de la verdad, la paz, el amor y la justicia, nos estaremos acercando a la vivencia de los valores del Reino. Héctor Manuel Robledo Roque Experiencia Eclesial

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ENCUENTRO DE

“Padre que todos sean uno, como Tú y yo seamos”

SEMINARIOS MAYORES

El encuentro provincial de seminarios mayores, como su nombre indica, es un espacio de reunión anual entre los alumnos de los seminarios mayores de la provincia eclesiástica de Monterrey, en él existen diversos momentos de oración, de convivencia, culturales, de reflexión, de actividades deportivas, paseos y demás que ayudan a integrar poco a poco a los seminaristas de las diferentes diócesis. Se realiza en un lugar diferente, rotando las sedes episcopales que conforman la provincia a manera que, una por año todas puedan ser anfitrionas del encuentro. Cada uno de los encuentros tiene en sí mismo algo en común (noche mexicana, paseo comunitario, convivencia deportiva, etc.), pero también alguna novedad, que se ve enriquecida por la situación geográfica, tradiciones regionales, alimentos propios de la zona y sobre todo, lo mejor de estos encuentros, la calidad y sencillez con la que los seminaristas son recibidos por la gente que ofrecen con todo el corazón alimentos, hospedaje y muchas atenciones especiales. Aunado esto al gran trabajo comunitario que implica para el seminario anfitrión preparar todo lo necesario para recibir y atender alrededor de 300 seminaristas es sin duda un trabajo digno de admiración y reconocimiento, además de una clara muestra de la importancia en la comunidad eclesial de la vocación a la vida sacerdotal. Una visión comunitaria – sacerdotal No podemos reducir el encuentro provincial a una reunión académica o de convivencia a ejemplo de los congresos universitarios o convenciones acerca de algún tema, sino que apoyados en nuestra fe cristina, signo de unidad, esta actividad es un verdadero ejercicio de comunión humana, cristiana y sacerdotal. Podríamos resaltar dos aspectos importantísimos del encuentro provincial, que nos ayuden a comprender su importancia. El primero de ellos es la visión eclesial que los seminaristas debemos tener al sentirnos parte de una comunidad, encontrar en el testimonio del hermano un verdadero encuentro con Cristo vivo y resucitado, en el compartir de la experiencia de Fe, no limitándose a la realidad diocesana o a un territorio determinado, sino en la vivencia de la riqueza en la Iglesia universal (PDV 60). Esto no es solamente una lucha contra el individualismo que nos sumerge en el mar del egoísmo, sino también es en sí una búsqueda del deseo de Cristo que todos seamos uno, y al encontrarme con el otro poder descubrir un solo corazón y una sola alma. El segundo de ellos sería la fraternidad sacerdotal que se requiere tanto para el desarrollo eficaz de la misión comunitaria del presbítero, como para la realización personal y afectiva de su propia persona (DS 24). Esto nos enfoca a buscar espacios previos de comunión en los cuales el joven que aspira a las órdenes sagradas y que ya participa de la formación en el seminario pueda entender la necesidad de la cercanía con sus hermanos sacerdotes, así como de las sanas relaciones de amistad. Es por eso que el encuentro Provincial representa para los seminaristas una parte importante de nuestra formación, que nos prepara también a buscar una comunión con la Iglesia universal y de Juan armando forma especial con aquellos con quienes compartimos una misma Mata Gutierrez Respuesta al llamado del Señor a seguirle dejando Todo. Teología 1

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CRUCIGRAMA BIBLICO

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Hacia una década de camino, en el horizonte lleno de Esperanza “Era muy bien sabido por todos”, en el centro y norte de Coahuila se concentraba mucho ánimo y necesidad; el ambiente eclesial exigía más presencia pastoral, por ello Don Raúl Vera López Obispo de Saltillo, pedía insistentemente en la conferencia Episcopal, que se erigiera una nueva Diócesis, para mayor atención a las necesidades del noreste de Coahuila. Fue el 8 de enero del 2003 cuando se atiende el ruego y la alegre noticia se vocifera entre los fieles. Nacía una nueva Diócesis, la de Piedras Negras. Como un “horizonte lleno de esperanza”, así vislumbra su campo de acción y la situación de su grey el primer Obispo de Piedras Negras: Monseñor Alonso Gerardo Garza Treviño; y es que realmente esto no solo engloba un anhelo, sino un proyecto, un caminar con y hacia Dios. Rápidamente se inician las reuniones. Obispo y sacerdotes empiezan a maquinar planes, analizando realidades y estableciendo líneas de acción. Se empezaba a fraguar un buen comienzo, sobre todo con las primeras visitas de Don Alonso a los municipios de su ahora Diócesis. En ese entonces se contaba con 32 comunidades entre parroquias, cuasi parroquias y rectorías. Desde los bajos matorrales del mineral de Progreso Coahuila, hasta la frontera norte en Acuña, se construye el ideal y se asumen los retos. Como el minero que baja valiente, tratando de sacar no solo las piedras negras del carbón, sino “la raya” que sostiene su hogar. Como el migrante que cruza la frontera y el peligro, apremiando el sueño de un futuro mejor para los suyos. La gran brecha entre lo que se cree y se vive, también ha tocado nuestra diócesis, así como la zozobra que deja a su paso el crimen organizado, el cual inevitablemente arrastra a buena parte de nuestras cabezas jóvenes. En el trabajo también se sufre, salarios bajos, poca seguridad (sobre todo en las minas) y el sindicalismo, que no solo ponen en riesgo el patrimonio familiar, sino su solidez y armonía. Vamos ya, hacia una década de años, marchando como iglesia particular, y aunque se puede respirar la novedad en nuestros haberes, nos impregna ya una entrada experiencia y regocijo, sobre todo por la respuesta y el trabajo de la gente, que han llevado a culminar retos y uno de ellos, el salir adelante como Diócesis. El 25de marzo del 2013 estaremos celebrando no solo una década cumplida, sino también la satisfacción de haber concretado proyectos, como la de tener una Catedral y obispado, consagrados y bendecidos con la fe y presencia del pueblo. También la designación de diez sacerdotes en comunidades donde antes no se habían destinado, las cuales cinco de estas ya son parroquias. El seminario, aunque tiene pendiente la obra, ha ido avanzando

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la construcción y se han ordenado ya quince sacerdotes. En las parroquias ha aumentado el número de grupos y movimientos trabajando en las comunidades y la dicha de haber consagrado nuestro ser y quehacer como Diócesis a los Sagrado Corazones de Jesús y de María. A pesar de los avances y logros, como dice nuestro obispo: “aún falta mucho por hacer”, por lo que se ha propuesto lanzar nuestro plan diocesano de pastoral, que aterrice a la realidad del pueblo, logrando llegar así a todos los fieles y a cada rincón de la diócesis con el mensaje de amor que nos confiere Dios en la persona de Cristo. Para esto hace falta vencer el individualismo, darnos cuenta que “nos toca” como católicos, estirar la mano y darnos cuenta que el otro existe, sentirnos Iglesia y hacerle sentir al otro que también es sujeto del Reino de Dios. Sin duda, es la realidad que vives la que te motiva a dar una respuesta, la que te impulsa a actuar; en nuestras reuniones del seminario, como fraternidad de Piedras Negras lo compartimos; “de la realidad que vive nuestra diócesis salimos, y hacia ella vamos”, y esa necesidad la hacemos nuestra, para buscar a semejanza de Jesús, ser pastor solicito y atender esa necesidad. Por eso se ha pedido tener contacto con los planes pastorales de la diócesis, para estar en sintonía y cercanía con nuestros diocesanos. A casi diez años la esperanza sigue, gracias a la generosidad y valentía de muchos dispuestos. En cada parroquia, en la colegialidad de su presbiterio y las pastorales de la diócesis de Piedras Negras se labora “al pie del cañón”, se puede sentir el ímpetu y también el hambre siempre nueva de conocer más a Dios y de darlo a conocer a los demás. Es necesario estar en ese horizonte, desde donde se ve mejor y se descubren como son, las cosas. Ese horizonte es la Iglesia, desde donde se puede contemplar a Dios, en la figura armoniosa de Cristo, en el rostro de mi semejante, de mi prójimo, de mi hermano. Ir dejando de lado el ensimismamiento, la fatiga del “solo yo”, y la dura cuesta de la indiferencia. Para empezar a ver con ojos de Iglesia, esto nos impulsa a ir más allá de lo que un simple vistazo nos permite abarcar, logrando distinguir que a pesar de las oscuridades, hay una llama de luz inapagable, esta es la esperanza que nos hace entrar en paciencia, en espera de nuestro fin y comienzo, que es vivir en Dios. El Señor Jesús antes de subir a los cielos, rogaba al Padre: “que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado…” (cfr. Jn 17, 23), ese siempre ha sido su afán, su ideal de Iglesia, lograr esa comunión. Por eso, hacía Diez años, no “aflojamos el paso”, la Iglesia de Piedras Negras, se muestra colmada, pero con ganas de mas, es esa Esperanza que sigue y que no acaba hasta que se encuentra de cara con la promesa cumplida. Porque solo al final hay descanso…vamos Diócesis de Piedras Negras. José Felix Ortíz Rivas Teología 2

“qu e lo s di ez año s s e ce le b re n n o sólo co m o u n g ra n a co nt e ci m i e nt o, s i n o co m o t od o u n año d e t ra bajo” M o n s. Alo n s o Ga rz a Tre v iño 31


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e la fraternidad del Seminario Menor de Monterrey recogimos algunas impresiones acerca de las ordenaciones, nuestros hermanos expresaron ante la pregunta ¿Qué esperas de los nuevos sacerdotes? lo siguiente:

“Que se entreguen al servicio del pueblo de Dios con más caridad” Roberto Enrique Fuentes Flores 2do de Preparatoria

“Que sean ejemplo para nosotros seminaristas y ejemplo hacia los padres mayores” Osbaldo Guadalupe Salinas Espinosa 3ro de Preparatoria

“Que sean la luz que disipe esa obscuridad del hombre y muestren el camino, que sean el amor del corazón de Jesús. Que sean sacerdotes para los demás y no para sí mismos” Oscar Daniel Rivera Tovar Curso Especial

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H

ermano seminarista que inicias tu formación en esta gran institución que conocemos como Seminario de Monterrey, queremos darte algunos consejos para que tu formación la vivas a plenitud:

“Sé siempre una persona abierta: al llamado de Dios, a los formadores y, sobretodo, abierto a la comunidad. Todo esto te ayudará a disfrutar los momentos como novedad”. Francisco Javier Cantú Garza – T3

“Todo lo que hagas (oración, estudio y deporte), es para servir más y mejor al pueblo de Dios”. Ernesto Castillo Torres – EE

“Orar, disfrutar y aprender: cuando se ora se disfruta y cuando se disfruta se enciende el corazón por aprender”. José Luis Guerra Castañeda – T2

¡Disfruta de todo! Ora por lo que viene. Que tu corazón esté dispuesto a cumplir la voluntad de Dios”. Edgar Fabián Cruz Del Angel – T3

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Nació en Santa Catarina, estado de Guanajuato (Diócesis de Querétaro), el 24 de enero de 1951. Cursó sus estudios: Humanidades, Filosofía y parte de Teología en el Seminario de Querétaro (1961-1969); terminó su formación teológica en Roma y obtuvo la Licenciatura en Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana, y posteriormente obtuvo la Licenciatura en Sagrada Escritura en el Pontificio Instituto Bíblico, en Roma (1979-1981). Fue ordenado Sacerdote en la Parroquia de Santa Catarina, Guanajuato el 17 de noviembre de 1978.

Ha desempeñado los siguientes cargos: Prefecto de Estudios del Seminario Mayor de Querétaro (1980-1984). Asistente Diocesano del Movimiento Familiar Cristiano (1981-1992). Párroco de la Parroquia de Ntra. Sra. de la Paz, Qro. (1984-1990). Miembro del Colegio de Consultores de la Diócesis de Querétaro (1989-1996). Vicario Episcopal de Pastoral y Maestro del Seminario (1992-1996). Fue Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Bíblica (1997-2000). Actualmente es Vice-presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano para el período 2009-2012. Nombrado por Su Santidad Juan Pablo II

Obispo de Tacámbaro el 29 de abril de 1996 y siendo consagrado Obispo el día 30 de mayo de 1996. El 16 de julio de 2001 Su Santidad Juan Pablo II lo designa a la Diócesis de Tapachula. El 11 de septiembre S.S. Juan Pablo II hace su traslado a la Diócesis de Tuxtla Gutiérrez. El 25 de noviembre de 2007 Su Santidad, Benedicto XVI lo nombra Arzobispo de Tuxtla Gutiérrez. Ha sido llamado a participar en la XIIIª Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, programada del 7 al 28 de octubre del año en curso.

Su Santidad, Benedicto XVI lo ha nombrado Arzobispo Metropolitano de Monterrey el 3 de Octubre de 2012. 34


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