ÍNDICE 2
DESDE RECTORÍA
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EL SEMINARIO Y LA FIESTA PATRONAL DE SAN TEÓFIMO MÁRTIR
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LA IMPORTANCIA DE LA FIESTA DE SAN TEÓFIMO EN LA FORMACIÓN SACERDOTAL
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LA VIRGEN DEL TEPEYAC
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PASTORAL DE LA SALUD: "EXTENDER EL MINISTERIO SANADOR DE JESUCRISTO
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UNA NAVIDAD SIN ENVOLTURA
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CAMINO DE ADVIENTO
MISA DE BIENHECHORES Primer domingo de cada mes | 11:00 a.m. Seminario Menor | Capilla Casa de la Iglesia ¡Te esperamos con tu familia!
CONSEJO
EDITORIAL Año 32 / No. 127 / Noviembre 2016 Tiraje: 16,000 ejemplares Impreso: ENFOQUE GRÁFICO
RECTOR
Pbro. Juan Carlos Arcq Guzmán
DIRECTOR EDITORIAL
Edgar Fabián Cruz del Ángel
CONSEJO EDITORIAL
Pbro. Darío Torres Rodríguez Lic. Ofelia Falcón Cervantes Lic. Alejandra Villarreal Taffinder
EQUIPO DE REDACCIÓN Edgar Fabián Cruz del Ángel José Luis Morán Becerra Joel Alejandro Dorado Araujo Marco Antonio Cruz Pérez
DISEÑO
Lic. Alejandra Villarreal Taffinder
INFOGRAFÍAS
Adrián Alejandro Garza Morales
FOTOGRAFÍAS
Jesús Francisco Martínez Cruz
FOTOGRAFÍAS
Antonio de Jesús Peña Díaz
www.seminariodemonterrey.org /Seminario.de.Monterrey Seminario_Mty
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Desde Rectoría Muy apreciados hermanos y hermanas que forman parte de la gran familia del Seminario de Monterrey. Con gusto les ofrecemos esta nueva edición de nuestra revista en la que queremos compartirles un poco de nuestra vida y nuestra misión como seminario. Como ustedes bien saben, el Papa Francisco durante este año jubilar de la misericordia que aún estamos viviendo, nos regaló una bella Exhortación Apostólica llamada en latín “Amoris Laetitia” que en español significa “La Alegría del Amor”. En ella el Santo Padre nos habla acerca de la importancia de la familia para la Iglesia y para el mundo y nos da algunas orientaciones a seguir. En concreto, nos dice que “los vínculos familiares son fundamentales para fortalecer la sana autoestima de los seminaristas” y explica que “por ello es importante que las familias acompañen todo el proceso del seminario y del sacerdocio, ya que ayudan a fortalecerlo de un modo realista” (Nº 203). Para responder a esta solicitud del Santo Padre en la Asamblea pasada, como ya les compartí en el número anterior, invitamos a los papás de los seminaristas y les pedimos que nos compartieran su punto de vista y algunas ideas para colaborar en la formación sacerdotal de sus propios hijos. Hemos ya formado una comisión integrada por algunos padres formadores y se invitará también a algunos papás de sacerdotes y seminaristas para que juntos planeen algunas acciones pastorales tanto para incluir a los papás de los seminaristas en la formación, como para apoyar a familiares de seminaristas que estén viviendo en su familia o matrimonio algunas dificultades. Esperemos que disfruten este número de nuestra revista en el que incluimos algunas reflexiones acerca de la familia. Recuerden que ya se acerca nuestra fiesta de San Teófimo de la que también hablaremos en este número y a la que como cada año, les hacemos una atenta invitación para que nos acompañen. Dios les bendiga y que el amor de la familia siga motivando sus vidas y su misión en la Iglesia y en el mundo.
Pbro. Juan Carlos Arcq Guzmán Rector
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El Seminario y la fiesta patronal de San Teófimo Mártir El Seminario de Monterrey fue fundado canónicamente el 19 de diciembre de 1792, «bajo la advocación de La Asunción de Nuestra Señora y de San Antonio de Padua»1, pero la apertura a los primeros seminaristas y el inicio de clases data del 12 de febrero de 1793, con una ceremonia que se realizó en la capilla de las instalaciones del seminario2. Durante la primera mitad del siglo XIX el seminario, que era la «única institución de educación superior en el noreste de México»3, sufrió las consecuencias de la inestabilidad política y económica del país sin poder consolidarse. Hacia finales del siglo XIX y hasta la primera mitad del siglo XX, el seminario pasó por diferentes crisis provocadas por la situación política del país, en algunos momentos se buscó llevar a cabo un proyecto que le diera consistencia a la institución, en otros tuvo que emigrar hacia el extranjero. Como ejemplo de lo anterior se puede citar el caso de los padres de la Congregación de la Misión, comúnmente llamados paúles o vicentinos, que habiendo llegado a México en 1844, se establecieron en Monterrey en el año de 1857 y fundaron una casa con el objetivo de dedicarse a predicar misiones y cuidar de las Hermanas de la Caridad. Años más tarde, firmaron un contrato con José Ignacio Montes de Oca, Obispo de Linares-Monterrey durante el período de 1879 a 1884, para encargarse del seminario.
Al iniciar el siglo XX, siendo el Arzobispo Santiago de los Santos Garza Zambrano, a parte de que había un número muy reducido de vocaciones, había desacuerdo entre el Arzobispo y el superior de los vicentinos, por lo tanto, se tomó la decisión de dejar la formación de los futuros pastores bajo el cuidado de los sacerdotes diocesanos4. En 1907, cuando llegó Leopoldo Ruiz y Flores como arzobispo de la Arquidiócesis, se decidió volver a encargar, mediante un nuevo contrato, a los padres vicentinos la formación del seminario. Aunque el contrato fue sancionado por la Santa Sede el 28 de abril de 1908, los padres de la Congregación de la Misión no regresaron sino hasta 1910 y duraron poco tiempo, ya que a causa de la revolución y la persecución que aquella desató, el seminario tuvo que establecerse en Castroville Texas y sería hasta 1917 cuando se restablecería en Monterrey. Durante la historia del seminario los patronos que han fomentado la devoción de los seminaristas son: La Asunción de la Vírgen, San Antonio de Padua, La Vírgen del Roble, que aunque formalmente no fue nombrada, así se le consederaba5, San José y San Teófimo mártir. Los restos de San Teófimo fueron otorgados al Arzobispo Juan José de Jesús Herrera y Piña, 5º. Arzobispo de Linares (Monterrey), quien buscaba pormover entre los seminaristas de Monterrey la devoción a un santo mártir que hubiera entregado su vida a Cristo6. Dichos restos, según su «auténti-
4 ca» (acta que expide una diócesis en donde se declara que es auténtica la reliquia), fueron exhumandos en tiempos del Papa Inocencio XII, pertenecían al monasterio de la Santissima Annunziata de las monjas Turquinas mismo que había sido inaugurado el 27 de abril de 1676. Ellas recibieron los restos de san Teófimo en marzo de 1699 y éstos fueron depositados en la capilla el 3 de abril del mismo año, fecha en que se fijó su fiesta7. Las reliquias de San Teófimo llegaron al puerto de Veracruz a fines de mayo de 1925 y probablemente llegaron a Monterrey en junio del mismo año8. Después, el 12 de junio de 1931, los seminaristas del tiempo firmaron una carta en la que pedían al arzobispo que declarase a San Teófimo como patrono del seminario; por su parte los formadores, en otra carta que data del 17 de junio del mismo año, hacen la misma petición9. Cabe aclarar que la fiesta a San Teó-
fimo mártir fue tomando relevancia poco a poco; por ejemplo, cuando se contruyó el seminario en San Pedro Garza García no se utilizaron parte de sus huesos para colocarlos bajo el altar de la capilla del seminario Mayor, hacia los años setentas todavía no era costumbre realizar un novenario en honor al santo, y no fue sino hasta finales del siglo pasado cuando la fiesta patronal (fijada en el calendario del seminario el 5 de noviembre) tomó relevancia en cuanto a la realización de un novenario, actividades culturales, torneo deportivo y banquete10. La fiesta de San Teófimo mártir, tal como nosotros la conocemos, tiene menos de 40 años y existen muchos aspectos que quedan por investigar en torno a ella, pero resulta significativa la intención, tanto del Sr. Herrera y Piña como de sus suscesores, de buscar ofrecer un ejemplo de martirio que inspire la formación de los futuros pastores del pueblo de Dios.
SEMINARIO DE MONTERREY, La aventura de 200 años, Apuntes para la historia del Seminario de Monterrey, Monterrey, 1992, p. 17. 2 Cf. SEMINARIO DE MONTERREY, La aventura de 200 años, p. 17. 3 SEMINARIO DE MONTERREY, La aventura de 200 años, p. 16. 4 Cf. CARLOS FRANCISCO VERA SOTO, La formación del clero diocesano, p. 513-514. 5 Cf. SEMINARIO DE MONTERREY, La aventura de 200 años, p. 162. 6 Cf. SEMINARIO DE MONTERREY, La aventura de 200 años, p. 163. 7 Cf. JORGE RODRÍGUEZ MOYA, Apuntes de Investigación. 8 Cf. SEMINARIO DE MONTERREY, La aventura de 200 años, p. 166. 9 Cf. SEMINARIO DE MONTERREY, La aventura de 200 años, p. 167-168. 1
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Cf. JORGE RODRÍGUEZ MOYA, Apuntes de Investigación.
Por: Pbro. Jesús Treviño Guajardo Instituto de Teología
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La importancia de la Fiesta de San Teófimo en la formación sacerdotal “El seminario es una comunidad en camino hacia el servicio sacerdotal: no se llega a ser sacerdote solo. Hace falta la “comunidad de discípulos”, el grupo de los que quieren servir a la Iglesia de todos.” (Carta del santo padre Benedicto XVI a los seminaristas, 18 de octubre de 2010).
Nuestra fiesta incluye al presbiterio de Monterrey, ellos se congregan en su alma mater y comparten con nosotros momentos deportivos y de espiritualidad, clausurando siempre la ocasión con la celebración de la Eucaristía solemne, que ordinariamente preside nuestro Arzobispo.
En el marco de celebrar al santo patrono del Seminario de Monterrey, recuerdo con gusto mi primera vivencia de San Teófimo Mártir como seminarista, fue en el mes de noviembre del 2007 y la temática era 'la amistad', fueron días de mucha alegría y fraternidad.
Otro aspecto muy importante, es el motivo por el cual San Teófimo llegó a nuestra ciudad, propiamente a nuestro seminario, “el martirio”. Aquél mártir cristiano llegó como una motivación para que los jóvenes seminaristas siguieran animados en su entrega a nuestro Señor Jesucristo.
En nuestra formación, la fiesta patronal de San Teófimo mártir es un tiempo privilegiado que nos permite recordar que no vivimos el proceso formativo solos, sino que nuestra formación con miras al sacerdocio ministerial, está fuertemente marcada por la vida en común.
La reflexión que año tras año realizamos, siempre será una invitación a seguir respondiendo con fidelidad a la llamada de Dios.
La fiesta se ve enriquecida con varios aspectos, tales como: la vivencia de tiempos de espiritualidad, disfrutar de eventos culturales, compartir momentos de convivencia fraterna, participar en los torneos deportivos, entre otros. La vivencia de nuestra fiesta como familia, el encuentro con nuestros hermanos menores o mayores, ayuda en gran parte, a renovar nuestra respuesta vocacional.
Sin duda alguna, esta fiesta es un momento que fortalece nuestra vocación. Seguimos encomendándonos como comunidad a nuestro santo patrono, para que, por su intercesión, nuestro buen Dios nos ayude con su gracia a responder generosamente a su proyecto de amor que tiene para nosotros.
Por: Diác. Ángel Josué Loredo García Cuarto de Teología
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La Virgen del Tepeyac: LEYENDO LA VERSIÓN COMPLETA
Hablar de María de Guadalupe es evocar, inmediatamente, sentimientos de amor. Pareciese imposible toparse con un católico mexicano -y muchos más-, que no identifique la imagen de la Morenita con una muestra más de esa opción preferencial de Dios por un pueblo que ha sido golpeado; en este caso, violentado en su identidad cultural, despojado de su orgullo. Los psicólogos hablarán del rostro femenino de la divinidad: de la madre que nos permite sentirnos aceptados, cuidados. Acusada, por más de un purista de diversas épocas, de ser un símbolo sincrético -la María-Tonatzin-; tal vez sus análisis dejan de
lado que el Tepeyac, con claridad y lucidez teológica o con sencilla y honesta devoción popular es un espacio de una experiencia espiritual profunda: Dios ama y lo hace de modo personal. Para los teólogos, no cabe duda de que la historia de sus apariciones refleja un pensamiento que llegaba de España junto a una conquista ambigua, con pretensiones de evangelización y con ansia de metales preciosos. Una narrativa que admira al único Dios, respeta las órdenes de los ministros eclesiales y, en especial, la jerarquía del señor Obispo, que insiste en que la edificación del templo es prioritaria… Hasta
9 allí, nada en la historia resultaría extraño al conquistador.
espacio de escucha para todos los que la invoquen.
Razón por la que algunos sociólogos han denunciado el hecho guadalupano como una “conquista espiritual”, que me atrevo a traducir como una trampa para engatusar y reforzar un cierto espíritu pesimista, derrotista, del que los autores acusan a los nahuas.
Al desatarse la pasión bélica que condujo a la Independencia, Guadalupe es el símbolo, por cierto, el único símbolo capaz de aunar las ilusiones, las esperanzas de aquella diversidad humana. María se expande desde el Anáhuac para servir de puente al naciente México; justo decir, hermanando a todos aquellos que poco o nada más habían hecho por construir fraternidad. El templo en el Tepeyac era, y sigue siendo, un espacio comunitario…, es uno de los signos más conocidos de identidad nacional, es añoranza del migrante y refugio de tantos que han perdido el camino.
En el anverso de esta historia nos topamos con la Virgencita que elige a un indio. Que, por cierto, a ese Juan Diego insistió que era necesario que él, precisamente él, fuese el vehículo de su mensaje. El texto del Nican Mopohua, como literatura, evidencia que en el Tepeyac, la mirada de aquel hombre interpretaba en clave indígena –digiriendo-, ese encuentro con la Madre del Verdadero Dios, como bien lo ha mostrado Miguel León-Portilla. Motivo por el que otra partida de autores, desde rincones tan disímiles como lo son las palabras del Papa San Juan Pablo o rebeldes escritos de teólogos de la liberación, como Leonardo Boff, ven en la Guadalupana las semillas de una evangelización inculturada. Ellos resaltan en la historia la sostenida promoción humana, la dignificación de los pobres y de las mujeres, el transformar al pueblo, junto a Juan Diego, en actor principal y no en pasivo recipiente de una catequesis extranjera. Es posible que por siglos, sea esa habilidad de ser buena noticia para ambas culturas, en medio de la violencia del choque, la que permita a Guadalupe convertirse en un espacio privilegiado para todos: criolla para los criollos; la niña noble del mundo indígena… Así, de la ermita inicial pasaremos a los primeros templos…, cada vez más amplios, cada vez más fieles a su vocación de ser
Pero, paradójicamente, el resto de la historia guadalupana parece dejada de lado. Guadalupe es para muchos, el regazo materno capaz de ofrecer oportunidades, espacio de descanso, de un silencio que ama mucho y enjuicia poco; sin embargo, la relevancia de la relación ‘hacia arriba’, con la Señora, parece no estar aunada a la permanente re-creación del templo vivo. Si para los mexicanos, María es un amor sin comparación; algunos no parecen dispuestos a replicar ese cariño ‘hacia los lados’. La “comunidad” guadalupana que ha erigido cada vez templos más amplios…, no se forja como grupo, no asume su rol de moderno Juan Diego en la construcción eclesial fuera del recinto del Tepeyac. Parece que para muchos es más fácil ir de visita que salir con la tarea de ser emisarios de aceptación, de salud, de compañía, de presencia amorosa para los nuevos ‘tíos enfermos’ de las historias de cada uno. Al leer o escuchar la historia de las apari-
10 ciones, se apetecen las palabras dulces de la Madre mientras se dejan de lado las exigencias de la Señora. María de Guadalupe, en medio de los múltiples diminutivos empleados por la lengua náhuatl, es Jefa, es Principal, es Doña. Será útil revisar la narración no desde los discursos, casi memorizados, del incondicional amor, sino desde el complejo proceso que deberá vivir Juan Diego. En el Tepeyac, un indio bastante ingenuo aceptaba sin medir las consecuencias; ¿nos suena familiar? Digno de aplauso el buen corazón de los Juan Diego de todas las épocas, pero…, ante el rechazo aquél se nos achica, se experimenta incapaz. El relato, entonces, se vuelve cátedra de lo que los expertos hoy llaman empowerment: María, mientras pide su casa, se dedica a construir al mensajero. Su voto de confianza y su exigencia, su actitud retadora frente a las prioridades -que nos parecen muy honestas-, del indio, le están trasformando, lo están
llevando de ser un bonachón ingenuo a ser un muy inteligente buen hombre. Cada diciembre celebramos el amor de un Dios a través de la invitación de la Guadalupana. Llenemos el corazón de esperanza y la voluntad de fuerza al sentirnos elegidos, amados en primera persona y en singular. Esperemos, sin embargo, que este diciembre sea el momento de mostrar nuestro amor hacia Ella poniendo junto a su imagen el fruto del trabajo eclesial compartido. Presentemos a Ella los nuevos espacios domésticos, sociales, educativos…, de apertura, de abrazo, de calidez humana. Asimismo, esperemos que este diciembre las partes olvidadas de su historia nos lleven a convertir el ímpetu del buen corazón, en la estrategia de crecimiento, en el plan parroquial detallado, en la reflexión profunda que nos permita ir edificando-nos, capacitando-nos, para mejor restaurar la casa compartida, nuestro México.
Por: Dr. Luis Eugenio Espinosa González Maestro de Historia de la Iglesia en el Instituto de Teología
Familia, Amigos y Bienhechores: Vengan a peregrinar con nosotros hacia la casa de la Morenita. Sábado 26 de Noviembre 10:00 a.m. Salimos de la Parroquia del Rosario (RÍO TAMESÍ #101, colonia roma)
¡Los esperamos!
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Pastoral de la Salud: "Extender el ministerio sanador de Jesucristo".
“Extender el ministerio sanador de Jesucristo” Ésta es la misión institucional del Hospital Christus Muguerza y se ha convertido para mí en un proyecto de vida personal durante este año de ministerio diaconal en el que se me ha enviado a colaborar en la Pastoral de la Salud de nuestra Arquidiócesis de Monterrey. La Pastoral de la Salud es la presencia y la acción, en nombre del Señor Jesús, de un ministerio de ayuda, específico, entusiasta, encarnado y capacitado, iluminativo, celebrativo, creativo y organizado que tiene como modelo acabado la espiritualidad del Buen Samaritano que sale al encuentro del enfermo, de su familia, de los profesionales de la salud, de las estructuras de salud y de todas las personas, buscando potenciar una cultura más humana y más cristiana frente al dolor, al sufrimiento, la discapacidad, la agonía, al duelo y a la defensa de la vida (Cfr. Plan de Pastoral de la Salud). Considero que una de las grandes riquezas de la formación sacerdotal en nuestro seminario es justamente la oportunidad de participar en distintas pastorales específicas en las que caminamos junto con los hermanos en situaciones vulnerables, principalmente en las cárceles y hospitales.
Aunque esta experiencia es nueva para mí, durante este par de semanas he podido ser testigo de cómo los pastores, y los que nos sentimos llamados a ser pastores, tenemos que manifestar con nuestra presencia, cercanía y palabras el Evangelio de Jesús a estos hermanos, que por su situación particular de enfermedad, están especialmente necesitados de una palabra de esperanza y alivio. También ha sido para mí iluminador el conocer cómo la Pastoral de la Salud se involucra con todas las dimensiones de la salud de la persona (física, espiritual, psíquica y social), ya que, a imagen de Jesús, la sanación que buscamos promover en las personas es también integral. Ojalá que nosotros, los seminaristas, profundicemos en la dimensión salvífica del dolor. Caminar junto a quienes están compartiendo el misterio de la pasión de Cristo en sus vidas, para poder después compartir con ellos el misterio de su resurrección.
Por: Diác. Adrián Marcelo Halún Cavazos Cuarto de Teología
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Una Navidad Sin Envoltura
CÓMO VIVIR UNA NAVIDAD EN FAMILIA Y NO MORIR EN EL INTENTO ese ser querido con un estupendo regalo, y tratando de dar gusto a todos al organizar posadas y cenas. ¡Alto! Si para este momento te has sentido identificado con lo que has leído, no te asustes, quiero decirte que no estás obligado comprar una Navidad como esta.
Navidad… noche mágica en la que tenemos la oportunidad de compartir, de estar en familia y ser generosos, Navidad es símbolo de alegría, de amor y de paz. Es lo que escuchamos en la TV mientras que aparecen imágenes completamente diferentes, nos venden una navidad envuelta con imágenes de un Santa Claus como el personaje principal, árboles navideños, monos de nieve, duendes, renos, etc. Pero lo que realmente imprimen en nuestro subconsciente, es la propaganda, las promociones, el desear y anhelar objetos a veces inalcanzables; más bien de lo único que nos hablan es sobre materialismo y superficialidad. Y terminamos comprando una navidad donde se consume mucho, se toma alcohol en exceso, se genera un gran nivel de estrés al tratar de sorprender a
Este año te invito a vivir junto con las personas a tu alrededor una verdadera Navidad, una Navidad donde celebramos el nacimiento de Jesús, pues siendo un acontecimiento central en nuestra fe es de suma importancia que la vivamos realmente como cristianos, y qué mejor que hacerlo en familia. Te estarás preguntando ¿En qué sentido puedo vivir una verdadera Navidad?, pues bueno, primero déjame te cuento algo que aprendí en la Navidad del 2010 para responderte. En mi familia (que no es muy diferente a la tuya), tenemos la costumbre de hacer una bonita celebración cada año, pero ese año en particular, nos pareció divertido realizar un intercambio de regalos, eso para mí fue una preocupación ya que no contaba con dinero para ello, a diferencia del resto de la familia que gracias a Dios a mi familia no les faltaba nada y podían darse la oportunidad de pensar en regalos costosos para todos, inclusive a mí me compraron todo lo que puse en mi lista de propuestas de regalos. Pero volviendo a lo importante, por mi mente no dejaba de pasar la interrogante, ¿Qué regalos les iba a obsequiar? Fue ese el momento en que pude descubrir que estábamos perdiendo de vista el sentido de la navidad, por el compromiso de
15 ofrecer a alguien “lo que merecía”, el consumismo me estaba invadiendo totalmente, pero una luz de esperanza me ayudó a mi (y a mi falta de liquidez) a poder pensar claramente cuál sería el regalo perfecto, un regalo que nos ayudaría a que mi familia y yo viviéramos un encuentro profundo con Dios. Primero que nada, les dije que mi regalo sería una comida en Navidad, pero no podía dar más detalles, claro que todos en mi familia me decía que no me preocupara, que entendían que no podía regalarles algo costoso, pero todo era una sorpresa. Con emoción e intriga, durante la celebración, mi familia estaba con una gran expectativa porque no sabían a donde los iba a llevar, tal vez pensaban que sería un lugar lujoso, ya que en la picardía les dije: “Ustedes me dieron regalos que yo no podía comprar, yo también quiero darles un regalo que no podrán comprar” y terminamos en una pequeña “casa” con paredes de lámina y cartón, que era habitada por una hermosa familia que no necesitaba más que su compañía para ser felices con lo poco que tenían. Ese día se encontraban más felices que de costumbre porque compartiríamos junto con ellos un “pollo loco” (la comida favorita de los niños), también porque llegaron los regalos que le pidieron al niño Dios, y que Santa por “equivocación” había dejado en mi casa, estaban felices porque recibieron a una familia que compartiría con ellos una Navidad diferente, una Navidad con sonrisas sinceras, con miradas iluminadas y corazones emocionados que nos hicieron soltar lágrimas en cada momento. Fue una noche mágica, en la que tuvimos la oportunidad de compartir y de ser generosos, una noche en la que pudimos vivir una Navidad donde Jesús nació
en nuestros corazones, una verdadera Navidad sin envolturas. Al regresar a casa, todos los regalos costosos perdieron su valor, se realizó el intercambio, pero la emoción y las miradas no eran las mismas que teníamos en aquella casa, que en esa Navidad fue nuestro portal de Belén, donde lo importante no fueron los regalos, sino el deseo de dar, y de darnos. No te estoy proponiendo que hagas exactamente lo mismo que yo hice, la propuesta es más bien que descubras, junto con tu familia, el verdadero sentido de la Navidad ya que son muchas las maneras en que podemos celebrar como familia pero lo más importante es que vivamos esta Navidad de tal manera que convierta tu vida en una Buena Nueva para los demás y termines siendo una estrella que guíe a tu familia a encontrarse con su Salvador. Y te aseguro que no habrá un moño lo suficientemente grande para envolver la alegría de esa Navidad.
¡Feliz Navidad! *SIN ENVOLTURA*
Si quieres ver la nota completa con pistas sobre cómo vivir una Navidad "sin envoltura", busca la nota en nuestra página web: www.seminariodemonterrey.org
Por: José Juan Montalvo Valdés Tercero de Teología
SEMINARIO MENOR Y ECONOMÍA Prolongación Corregidora #700 Nte. San Pedro, Garza García. Tel. (81) 1160-1313
CURSO INTRODUCTORIO Tel. (826) 268-5820
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