Revista San Teófimo Núm. 118

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REVISTA DEL SEMINARIO DE MONTERREY | AÑO 30 | No. 118

¿y a ti?

Año de la vida consagrada Exhortación Apostólica VITA CONSECRATA

Rápido y vocacional Vivir con alegría divina

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Índice Desde Rectoría El carisma en la vida consagrada Aspectos comunes de la vida espiritual Consagrada y Diocesana ¿Sabes qué carismas existen en la Iglesia? ¿Cómo se vive la formación humana y comunitaria en la vida consagrada? La vida en común en la vida consagrada y la vida diocesana ¿Sabes distinguir cómo viven las órdenes y congregaciones religiosas? Síntesis: Exhortación Apostólica “Vita Consecrata” Frases importantes de la Exhortación apostólica “Vita Consecrata” ¿Has leído la Exhortación apostólica post sinodal “Vita Consecrata” ? ¿Cuál es la misión de los religiosos en la vida pastoral ? ¿Qué hacen en el apostolado los ALPAFJ ? ¿Conoces en qué sirven los religiosos y los seminaristas? ¿Qué es la vocación a la vida consagrada? ¿Cómo fue tu llamado? ¿Cómo discerniste el llamado a la vida consagrada? ¿Cómo se pueden acercar las jóvenes a la vida consagrada ? ¿Quiénes son llamados a la vida consagrada ? ¿Cómo se vive la experiencia eclesial? Diócesis de Piedras Negras, Coahuila Rápido y Vocacional

CONSEJO EDITORIAL Año 30 / No.118 / Diciembre 2014 Tiraje: 1,700 ejemplares Impreso: ICNSA, S.A. DE C.V. (Escobedo #340 Nte. Tel. 01(81)8340-6160 Mty, N.L. México, www.icnsa.com )

Director General

Mons. Hilario González García

Director Editorial

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Redacción y estilo

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Fotografía

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Diseño

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Distribución

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Seminario Arquidiocesano de Monterrey Carretera a San Mateo Km 3.5, Apdo. postal No. 34, C.P. 67250 Tel: 1161-5757 www.seminariodemonterrey.org

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Desde Rectoría “En nuestro Seminario también se están formando religiosos que, respondiendo al llamado de Jesús, desean ser testimonio vivo de esta radicalidad evangélica y, junto con el carisma particular de su instituto de vida consagrada, anhelan configurarse con Cristo Sacerdote.”

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l Papa Francisco ha convocado a celebrar un Año de la Vida Consagrada con el objetivo de conocer mejor, amar y valorar esta vocación específica en nuestra Iglesia. También desea que esta celebración sea ocasión para orar por todas las personas que han abrazado esta vocación y por el aumento de vocaciones en esta manera particular de seguir a Jesús, virgen, pobre y obediente, con la radicalidad evangélica que permite dedicarse en cuerpo y alma a la misión de anunciar y hacer presente el Reino de Dios. El mundo secular contemporáneo valora el testimonio de radicalidad en el seguimiento de un ideal personal. Causa admiración el que alguien se dedique enteramente a lograr un proyecto o a superar una prueba, y esto suscita el que más personas deseen lograr algo que sea significativo para su vida. Sin embargo, cuando se trata de seguir radicalmente a Jesús e imitarlo en su consagración a la misión que el Padre le ha encomendado, los cristianos no nos animamos a darle una respuesta positiva a este llamado particular de Jesús. Recordando el pasaje del joven rico que se acerca a Jesús con el deseo de saber qué debe hacer para ganar la vida eterna, la invitación de Jesús a la perfección, es decir, a la radicalidad en este deseo es precisamente a consagrarse a Jesús: “Ve y vende todo lo que tienes, repártelo a los pobres,… luego, ven y sígueme” (Mateo 19,21). En nuestro Seminario también se están formando religiosos que, respondiendo al llamado de Jesús, desean ser testimonio vivo de esta radicalidad evangélica y, junto con el carisma particular de su instituto de vida consagrada, anhelan configurarse con Cristo Sacerdote. Siguiendo la invitación del Papa Francisco, en este número de la revista San Teófimo, dedicamos su contenido a conocer a nuestros hermanos seminaristas que pertenecen a las comunidades religiosas y que comparten la formación sacerdotal con nuestros seminaristas diocesanos.

Mons. Hilario González García 4


Espiritual


El carisma en la vida consagrada “La Vida Consagrada es un regalo hecho a la Iglesia y se conserva en ella por la gracia de Dios.”

En la Vida Consagrada se pueden apreciar dos líneas con

relación a la manera de abordar el carisma de este estilo de vida: una se ocupa del carisma de la Vida Consagrada en general, sin una referencia directa a su concreción en los diversos institutos; la otra, acentúa la acción del Espíritu en los fundadores y la multiplicidad de carismas que están en el origen de las diversas formas históricas de Vida Consagrada. Acentúa lo propio y característico de cada instituto. No se puede negar que históricamente la Vida Consagrada siempre ha sido fruto de la acción de Dios y de una respuesta de la persona humana. Así, de este modo, nos acercarnos al • Una entrega total que abarca a toda la persona. Lleva carisma de la Vida Consagrada en general. consigo una manera de ser, no sólo una forma de actuar. Una entrega exclusiva a Dios, sumamente amado, y a la Iglesia. El carisma de la VC visto desde la acción de Dios Así la Vida Consagrada es un testimonio, una experiencia • La Vida Consagrada siempre procede de una iniciativa espiritual, una expresión del amor de Dios, prefigura del divina. Tiene su origen último en el designio de Dios Padre, Reino Futuro. en su voluntad salvífica y forma parte del plan de salvación El don de la Vida Consagrada se concede a la Iglesia a través de Dios (cf Perfectae Caritatis 1; LG 43). de personas (hombres y mujeres, PC 1; fundadores, PC 2 ). • Es necesario subrayar que la Vida Consagrada como don La acogida y la vivencia del don particular hacen también divino está dado a la Iglesia y contribuye a adornarla para su de las personas un regalo para la Iglesia. De esta manera, Esposo (PC 1). La Vida Consagrada es un regalo hecho a la se habla no sólo de la Vida Consagrada en general como carisma, sino que también se afirma el origen carismático Iglesia y se conserva en ella por la gracia de Dios. El carisma de la VC visto desde la persona provoca una de los diversos institutos. Como don dado en primer lugar a la Iglesia, la Vida Consagrada forma parte de su dinamismo respuesta que está siempre marcada por: carismático y esto da identidad teológica y un puesto • La realización del seguimiento especial de Cristo mediante determinado en la Iglesia. La sitúa eclesiológicamente. la profesión de los consejos evangélicos con votos públicos. La Vida Consagrada aunque no pertenece a la estructura Es un carisma de forma de vida estable. La respuesta del jerárquica de la Iglesia, pertenece de manera indiscutible a hombre se convierte en un seguimiento más de cerca, más su vida y santidad (cf. LG 44). Este don se da a las personas libre, en una imitación más comprometida y conforma más por impulso interior del Espíritu Santo. la vida del cristiano con la vida que para sí escogió Cristo y Roberto Antonio abrazó su Madre la Virgen María. López Abarca OSJ T3

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Espiritual

Aspectos comunes de la vida espiritual Consagrada y Diocesana “Vida espiritual en común, nos asemeja a Cristo.”

Todos los fieles que participan de una dignidad común,

son llamados a la santidad, puesto que todos cooperan en la edificación del único cuerpo de Cristo, cada uno según su vocación y el don recibido del Espíritu, con la misma dignidad de todos los miembros de la iglesia que se inició por medio del Bautismo. Sin embargo, también es obra del Espíritu, la variedad de formas que constituye la Iglesia como una común unión en la diversidad de vocaciones, carismas y ministerios. Es por ello que hablaré sobre la espiritualidad en los aspectos comunes de la vida Consagrada y Diocesana, hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento del hijo de Dios, a la plena madurez de Cristo (Ef 4,13). en este sentido la vocación al ministerio ordenado y a la Vida Consagrada se puede considerar perfectas, puesto que todo cristiano está llamado a la perfección y que la perfección es vivir en plenitud el Evangelio, dado que todas las vocaciones particulares, bajo uno u otro aspecto están al servicio unas de otras para el crecimiento del Cuerpo de Cristo para la misión en el mundo.

para su misión, ya que indica la naturaleza íntima de la vocación cristiana. (Vita Consecrata No. 3, de su Santidad Juan Pablo II). En cambio, el sacerdote diocesano es libre de escoger la espiritualidad que más le satisfaga en los distintos momentos de su vida, por tanto no está sujeto a una espiritualidad concreta. Sin embargo, religiosos y sacerdotes tenemos en común una experiencia de Dios profunda a través de la vida de oración y de la consagración a Él, es por esto que considero tres aspectos comunes que unen a toda la Iglesia y a las comunidades religiosas: la piedad eucarística, piedad litúrgica y la espiritualidad particular.

En este sentido, cada consagrado debe preguntarse dónde le quiere Dios y por tanto actuar en consecuencia a la respuesta adquirida. Dentro de la vida de fe el mejor lugar es estar donde Dios nos quiere, cada uno debe descubrir desde donde servir al Señor y a los demás. La vida espiritual debe ocupar el primer lugar en el camino hacia la consagración perseverando con paciencia, pero ante todo una espiritualidad de comunión, según La presencia universal de la Vida Consagrada y el carácter corresponda al momento presente de nuestra vida, así evangélico de su testimonio, muestran con toda evidencia compartiendo la propia experiencia de Dios enriquecerá que no es una realidad aislada y marginal, sino que abarca la misma espiritualidad. a toda la Iglesia. En realidad la vida consagrada está en el corazón mismo de la Iglesia como elemento decisivo Manuel Pérez González OSJ T2

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¿Sabes qué carismas existen en la Iglesia? ¡Diversidad de Carismas en un mismo Espíritu!

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n nuestro alrededor nos hemos dado cuenta que hay personas que viven de manera diferente y a veces se nos hace raro mirarl@s a ell@s por su forma de vestir y de vivir; pero, al acercarnos a ellos nos damos cuenta que son como nosotros y que hacen las mismas cosas que nosotros; nos llama la atención su forma de vida. Y cuando estamos a su lado nos hablan de su carisma y de sus experiencias de vida dentro de tal o cual instituto, y es aquí que nos hacemos una pregunta ¿Carisma? ¿Pero qué es esto?, es sólo una forma de vida o es algo más. Ciertamente en lo que corresponde a la Vida Consagrada es un don, una gracia de Dios que produce una acción. Un carisma es un don espiritual que nos da el Espíritu Santo para la edificación de la comunidad cristiana (1 Corintios 12, 7). Son gracias particulares dadas por Dios a cada uno y siempre en vista de los demás.

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Estas gracias se ven reflejadas en cada una de las congregaciones. Estas surgen de la inspiración Divina en ciertos momentos de la historia donde se necesita es por eso que a veces al preguntarnos: ¿Cuántos carismas hay en la Iglesia? No podemos responder con seguridad cuantos hay, pero sí identificamos algunos de ellos, por ejemplo: la Señora Martha Mena de San Nicolás de los Garza nos dice: “Pues son muchos, la educación de los niños y jóvenes de los Maristas y Lasallistas. El apoyo a los indígenas Tarahumaras y formación universitaria de los Jesuitas. Las hermanas que trabajan rescatando a los chicos de las drogas como la Madre Guille. Las que cuidan a los enfermos terminales, las que dan de comer a niños para que tengan al menos una comida al día. Las madres de la Cruz que ofrecen su vida orando por los sacerdotes. Pero, para mí todos llevan a uno que es el más grandioso, el amor a Dios vivido en nuestro interior y en el amor es a cada uno de los que nos rodean y éste nos llena de todos los demás”. De esta manera nos damos cuenta que son muchas formas de vivir un carisma religioso; es por eso que San Pablo nos exhorta diciendo: “Hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu…” (1Cor 12, 4). Hay muchas formas de vivir el seguimiento radical de Cristo pero siempre es una la meta. Pues así como “el cuerpo humano, tiene muchos miembros, es uno solo; no obstante su pluralidad, forman un solo cuerpo. Así también es Cristo” (1Cor 12, 12). Que sepamos reconocer en cada congregación un modo diverso de la expresión del Espíritu Santo que se hace presente en la actualidad y que nos llama para alzar la voz e ir contra corriente en este mundo tan globalizado. Carlos Vilchis Neidhart OSJ T2


Humana y Comunitaria


¿Cómo se vive la formación humana y comunitaria en la vida consagrada? “La formación se entiende con una visión integral de la persona, considerando cada dimensión del desarrollo como parte de un todo en el proceso de crecimiento.”

Gracia y Paz en Cristo Resucitado, les saludo con gozo y

comparto con ustedes el siguiente artículo desde nuestra experiencia iniciando con un fragmento de la exhortación apostólica Vita Consecrata: “El objetivo central del proceso de formación es la preparación de la persona para la consagración total de sí misma a Dios en el seguimiento de Cristo al servicio de la Misión” (VC 65). En nuestro Instituto, partimos de la identidad del Religioso y desde el carisma; de donde se despliega el proyecto de formación en cada área: humana, espiritual, comunitaria, académica y apostólica. La formación se entiende con una visión integral de la persona, considerando cada dimensión del desarrollo como parte de un todo en el proceso de crecimiento. Constatamos en la primitiva Comunidad Cristiana, que desde la experiencia con el Resucitado y con la efusión de su Espíritu, los discípulos se transformaron en hombres libres y conscientes de su misión, exteriorizándose en compromiso, valentía, alegría, unidad, responsabilidad y amor. Cristo ha dicho: “La verdad os hará libres” (Juan 8,32), y manifestándose como la Verdad y Hombre en plenitud, nos ofrece un estilo peculiar en la formación que responde a las necesidades y expectativas del mundo en la actualidad.

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En nuestro Instituto la formación en la libertad la entendemos como proceso de vida a partir del encuentro con el Resucitado, que nos lleva asumir y manifestar la Verdad como proyecto de santidad en nuestro compromiso con el Reino. Ante todo esto el acompañamiento como presencia significativa y constante del formador a lo largo del proceso será siempre fundamental. El ambiente indispensable y medio privilegiado, de impulso y confrontación será el comunitario (VC 67) y de acuerdo a nuestro estilo de vida, asumimos el espíritu de familia como el espacio adecuado de desarrollo de nuestra consagración. Y por último es importante mencionar que: “La formación permanente, es una exigencia intrínseca de la consagración religiosa” (VC 69), abarca todas las instancias de la persona, tiende al desarrollo del potencial interior, a la profundización en la vida espiritual, al perfeccionamiento del dinamismo apostólico, a la maduración de la vida afectiva y de relación, y también a cuidar la preparación y la actualización de la misión que se nos ha confiado. Gregorio Emmanuel Coronado Ramírez FN. F 3


Humana y Comunitaria

¡H

ola familia San Teófimo! Es un gusto para mí poder compartir con ustedes por primera vez en esta revista, pero con más alegría escribir y compartir con ustedes este tema tan importante de la vida en común, entre la vida consagrada y la vida diocesana. Para abrir el tema y a propósito de este tiempo litúrgico que estamos viviendo, quiero lanzar una pregunta: ¿En qué se basan nuestros estilos de vida? Sencilla y lógicamente podríamos responder que en Cristo, pero para profundizar más en la respuesta nos podemos cuestionar: ¿Cuál Cristo? o ¿Qué rasgos de Él?; ¿El que hacía oración solo en el monte, o el de los milagros?, ¿El proclamado rey, o el de la Cruz?, ¿El de las Sagradas Escrituras o el que hemos formado en nuestra mente? En fin, cualquiera que sea la imagen que nos hayamos formado de Jesús, no hay que olvidar un rasgo fundamental que debe impregnar la fe en nuestros estilos de vida, la cual conlleva a diversas actitudes, Este rasgo es en lo que me gustaría basarme para contestar la pregunta del principio y que lo trata San Pablo en su carta a los Corintios “Si Cristo no hubiera Resucitado vana sería nuestra fe” (1Cor 15, 14). Teniendo en cuenta que solo existe un único sacerdocio real y ese es el de Cristo Resucitado como meta de nuestra vocación, será nuestro primer rasgo en común, sin dejar fuera el encuentro diario con Él en la santa Eucaristía, viviendo en constante alegría por predicar el Evangelio, el servicio que prestamos en nuestros apostolados, la vida de oración y la formación son una parte esencial de esta puesta en común buscando nuestra santificación con Él, único por quien vale la pena hacer un compromiso total y definitivo de nuestras vidas.

La vida en común en la vida consagrada y la vida diocesana “Jesús, camina junto a nosotros y condúcenos hacia la Santidad.”

Ya nos lo menciona el Papa Francisco que “la formación del clero es la llave de la cosecha en todos los campos de la gloria de Dios”. Formando sus corazones, no administradores, sino padres, hermanos, compañeros de camino, formando personas que sea realmente testigos de la resurrección de Jesús. Nuestra vocación es un misterio, un misterio de mucho amor por parte de Jesús y por parte de nosotros; y donde hay mucho amor tiene que haber un profundo gozo, dinamismo, en un grado tal que apenas se sientan las espinas, las fatigas, los sacrificios que conlleva esa llamada de predilección. Para esto necesitamos vivir en un continuo autocontrol de nuestros caprichos y gestos egoístas, con la súplica humilde y constante de la gracia de Dios. Es el “niéguese a sí mismo” (Lc 9, 23) para que podamos tener “los mismos sentimientos que Cristo” (Filip 2, 5); ya que es necesario que todos los miembros se asemejen a Él, “hasta que Cristo quede formado en Ustedes” (Gál 4, 19). Jesús, camina junto a nosotros, porque deseamos ser fieles para responder con valentía al llamado que has puesto en nuestros corazones, porque anhelamos transmitir tu amor a los hombres que sufren, aquellos olvidados, pero sobretodo llenarnos de ti para ser luz en medio de la obscuridad. Juan Silva Almaguer FN. F2 11


¿Sabes distinguir cómo viven las órdenes y congregaciones religiosas?

trabaja para la santificación de sus miembros, cada hermano pasa a conformar parte del otro hermano preocupándose y custodiando su vocación. Cada miembro se preocupa por la comunidad y la comunidad se preocupa por él.

“Los consagrados vivimos en la fidelidad, dando razón de nuestra alegría, siendo testimonio luminoso, anuncio eficaz, compañía y cercanía para con nuestros hermanos.”

Cada consagrado se caracteriza por la alegría que irradia por el encuentro con Cristo un encuentro que marca la vida para siempre. Cada hombre tiene un encuentro personal con Cristo en donde descubre su llamado, este llamado es distinto para cada uno de nosotros, para algunos es a la vida consagrada, a otros a la vida sacerdotal, para otros a la vida monástica etc.

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n las órdenes, como en las congregaciones religiosas se puede decir que se vive de una manera muy similar, ya que las órdenes y las congregaciones, están invitadas a distinguirse en la radicalidad de vida, al realizar un seguimiento a Cristo de una manera especial, la cual es también tarea de todo cristiano. Los “consagrados vivimos en la fidelidad, dando razón de nuestra alegría, siendo testimonio luminoso, anuncio eficaz, compañía y cercanía para con nuestros hermanos” (Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium), lo que caracteriza a las órdenes o congregaciones religiosas es la vida fraterna, la vida en común, la vivencia de los consejos evangélicos como votos para toda la vida, asumiendo una consagración total, (pobreza, castidad y obediencia) compartiendo un mismo carisma y misión. Cada hombre llamado a formar parte de la vida religiosa, está llamado de una manera muy especial a servir a la Iglesia desde su comunidad, sirviendo en la unidad, en el trabajo, en la oración y sobre todo en la fraternidad asumiendo el amor de Cristo. En la vida fraterna conformamos una misma familia que lucha y

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El consagrado asume un desprendimiento de todo proyecto personal y asume una sola realidad, cuando se asume esta realidad se llega a compartir y trasmitir un mismo carisma y una sola misión en favor de toda la Iglesia. Toda comunidad da testimonio de una vida en fraternidad mostrando que en un mismo lugar se reúnen hombres de distintos lugares, culturas e historia, donde se vive en armonía y en una lucha constante por la santidad, se muestran a la sociedad como hombres libres que saben escuchar en todo momento y sobre todo saben vivir el tiempo como tiempo de Dios.

En la Iglesia hay una gran variedad de órdenes y congregaciones religiosas, cada una con sus características propias ya sean en su carisma, su misión o sus reglas. Este estilo de vida desconcierta ciertamente, muchos no se explican por qué un joven opta por esta vida, muchos cuestionan su validez y legitimidad porque no creen que se pueda dar una armonía entre tantos hombres que viven bajo un mismo techo poniéndolo todo en común. Este estilo de vida es necesario para responder a las nuevas cuestiones que se plantean en esta sociedad tan permisiva y materialista, este estilo de vida es para dar testimonio de este don de la alegría a quienes les resulta difícil comprender su razón de ser. La vida religiosa en sus diversas formas de vida y de su ministerialidad emana de la Iglesia misionera, nos llama a servir a Dios. La vida religiosa no es aislada, es un estilo de vida que congrega y que llama a vivir en comunión no sólo con la comunidad sino con toda la Iglesia siendo parte del cuerpo místico de Cristo.

Manuel Mares Exiga FN. F2


Intelectual


Síntesis: Exhortación Apostólica “Vita Consecrata” “El fundamento evangélico de la vida consagrada se debe buscar en la especial relación que Jesús, en su vida terrena, estableció con algunos de sus discípulos, invitándoles no sólo a acoger el Reino de Dios en la propia vida, sino a poner la propia existencia al servicio de esta causa.” 14


Intelectual

La exhortación Apostólica Vita Consecrata, de Juan Pablo II,

extensa y rica en su contenido es un documento que siendo posterior al sínodo de 1994 pretende ser un fruto; en ella encontramos sus ecos y deseos. No pretendemos agotar aquí su contenido sino mostrar a manera de síntesis esta exhortación dirigida a toda la Iglesia y no sólo a la vida consagrada. (Nº 6) Esta exhortación como fruto del trabajo realizado por los obispos en sínodo, el Pontífice reconoce en la vida consagrada un don de Dios para la Iglesia: “En el Sínodo se ha afirmado en varias ocasiones que la vida consagrada no sólo ha desempeñado en el pasado un papel de ayuda y apoyo a la Iglesia, sino que es un don precioso y necesario también para el presente y el futuro del Pueblo de Dios, porque pertenece íntimamente a su vida, a su santidad y a su misión” (Nº3). Además hace una mención a las diversas formas de vida consagrada en la Iglesia a lo largo de los siglos. Finaliza con mostrar el objetivo de la exhortación la cual es animar a los fieles consagrados y a todo el pueblo cristiano a dar gracias a Dios por este gran don confiado a la Iglesia, sin embargo puntualiza la importancia de continuar con la reflexión que suscita este documento en la comunidad cristiana. Dividido en tres capítulos, la exhortación hace referencia en un primer momento a las fuentes cristológicas trinitarias funda el origen además en la entera iniciativa de Dios (Nº 17), para el seguimiento de Cristo en un compromiso total para vivir íntimamente y seguirlo donde él vaya (Nº 18). Esta forma de vida según la consagración hecha por el espíritu Santo para la Iglesia y en la Iglesia. Así de la vida consagrada dice: “El fundamento evangélico de la vida consagrada se debe buscar en la especial relación que Jesús, en su vida terrena, estableció con algunos de sus discípulos, invitándoles no sólo a acoger el

Reino de Dios en la propia vida, sino a poner la propia existencia al servicio de esta causa” (Nº14). En el segundo capítulo habla de la vida consagrada como signo de comunión en la Iglesia, subdividido en tres apartados, toca el tema de los valores permanentes como son la vida de fraternidad, la misión en la autoridad, es decir la función de los superiores dentro de la vida en común, su labor en la Iglesia particular y su búsqueda de la comunión eclesial. En el tercer apartado muestra a la vida consagrada como epifanía del amor de Dios en el mundo, estructurado este capítulo con cuatro momentos donde muestra en un primer momento el amor de Cristo llevado hasta el extremo: “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Durante la cena [...] se levanta de la mesa [...] se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido” (Jn 13, 1-2.4-5). Con esta cita del evangelio de Juan, muestra el sentido de la consagración como un amor oblativo de concreto y generoso servicio. (Nº 75). Continúa hablando de ser un signo concreto y profético ante los nuevos retos, su importancia para el mundo contemporáneo, su entrega fiel hasta el martirio; la vivencia de los consejos evangélicos. En el tercer apartado toca los diversos areópagos en los cuales se desempeña su misión, campos como el educativo, los medios de comunicación social. Finaliza este tercer capítulo con el compromiso al diálogo y su servicio en las labores ecuménicas. Concluye la exhortación con un llamado a reconocer el don y la dignidad de la vida consagrada como testimonio y servicio a los hermanos, finaliza con una oración a la Trinidad y a la Virgen María. Israel Maldonado Escobedo OFM Cap. T 4

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Frases importantes de la Exhortación apostólica “Vita Consecrata”

“Los que actualmente siguen a Jesús abandonándolo todo por él, imitan a los Apóstoles que, respondiendo a su invitación, renunciaron a todo lo demás. Por esta razón tradicionalmente se suele hablar de la vida religiosa como apostólica vivendi forma.”

La Exhortación apostólica

vita consecrata, de Juan Pablo II, está elaborada a partir de los trabajos del Sínodo de Obispos tenido en Roma en el otoño de 1994. Después de treinta años del Concilio Vaticano II y de su decreto “Perfectae caritatis”, el cual abría nuevos horizontes y grandes retos a la vida religiosa, Juan Pablo II ha tratado de volver a poner en la palestra de la reflexión eclesial el tema de la vida consagrada. La Exhortación no sólo va dirigida a los religiosos o Institutos de vida apostólica, trata de dirigirse e involucrar a toda la Iglesia en el convencimiento de que cuando ella habla de la vida consagrada, “A todos los fieles -obispos, sacerdotes, diáconos, personas consagradas, laicos- así como a cuantos se pongan a la escucha...” (n. 4). Juan Pablo II hace girar toda su reflexión partiendo de un texto bíblico. Con ello, el estilo es meditativo, sapiencial, inspirante, provocador incluso hacia la oración. En este caso, el texto que quiere servir de motivo inspirante y marco de reflexión a todo el Documento es el de la Transfiguración del Señor en el monte Tabor (Mt 17, 1-9). La Exhortación se divide en tres partes: identidad-comunión-misión. El ícono del Cristo transfigurado es para Juan Pablo II la mejor imagen de lo que la VC tiene como identidad propia: su carácter “cristiforme”. Como la imagen de Cristo transfigurado anticipa la gloria que será oscurecida en su pasión y revelada en la resurrección, así la vida consagrada anticipa la condición futura del hombre y muestra la configuración cristiforme de toda la Iglesia: es un signo escatológico del Reino (n. 16). La Exhortación en el n. 7, hablando de las vírgenes consagradas, dice que “solas o asociadas, constituyen una especial imagen escatológica de la Esposa celeste y de la vida futura, cuando finalmente la Iglesia viva en plenitud el amor de Cristo esposo”. Por otra parte, los Institutos de vida contemplativa, “con su vida y su misión... imitan a Cristo orando en el monte, testimonian el señorío de Dios sobre la historia y anticipan la gloria futura” (n. 8). Presenta los consejos evangélicos como “don de la Trinidad” y da mucha importancia al papel de cada persona trinitaria en la configuración e identidad de la vida consagrada. Además, el ícono de la Transfiguración sugiere el camino entre dos montañas: del Tabor al Calvario. Así la vida consagrada y su forma de vivir los votos, se enraíza en la experiencia de los apóstoles recorriendo el camino pascual de Jesús, camino

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Intelectual que nos desvela el rostro Trinitario de Dios. La profesión de los consejos evangélicos es “parte integrante de la vida de la Iglesia” en cuanto ellos aportan “un precioso impulso hacia una mayor coherencia evangélica” (n. 3). La Exhortación, deja clara su posición en el n. 60 cuando habla de los religiosos no clérigos: “Según la doctrina tradicional de la Iglesia, la VC, por su naturaleza, no es ni laical ni clerical, y por consiguiente la ‘consagración laical’ tanto de varones como de mujeres, es un estado de profesión de los consejos evangélicos completo en sí mismo... tiene un valor propio, independiente del ministerio sagrado, tanto para la persona misma como para la Iglesia” (8). También aquí es la Trinidad el fundamento del signo de comunión que la VC está llamada a dar en la Iglesia y para el mundo. En una primera parte se expone todo lo referente a la vida fraterna y la vida común (n.42, 45), el servicio de la autoridad (n. 43), el lugar de las personas ancianas (n. 44). Junto al fundamento trinitario de la vida fraterna se inserta aquí con fuerza la eclesiología de comunión. De forma muy acertada se van sacando en la Exhortación las consecuencias que esta eclesiología tiene para la VC, si es que ella quiere ser en la Iglesia un signo o parábola de comunión. Sobre este tema, del terreno teológico se pasa también al terreno práctico y se contempla la VC en su inserción en la Iglesia universal y a la vez en la Iglesia particular (n. 47-49). Afirma la Exhortación que la primitiva fraternidad, de la que el libro de los Hechos nos relata la vida, es y ha sido la fuente de inspiración y el modelo que siempre ha contemplado la Iglesia cuando ha querido revivir sus orígenes. A este respecto sólo señalo un texto significativo: “los que actualmente siguen a Jesús abandonándolo todo por él, imitan a los Apóstoles que, respondiendo a su invitación, renunciaron a todo lo demás. Por esta razón tradicionalmente se suele hablar de la vida religiosa como apostólica vivendi forma’” (n. 93). Por tener tal condición: “la VC posee ciertamente el mérito de haber contribuido eficazmente a mantener viva en la Iglesia la exigencia de la fraternidad como confesión de la Trinidad” (n. 41). Por eso se afirma en el n. 46: “se pide a las personas consagradas que sean verdaderamente expertas en comunión, y que vivan la respectiva espiritualidad como ‘testigos y artífices de aquél proyecto de comunión que constituye la cima de la historia del hombre según Dios’” (n. 46). Finalmente, la imagen que preside la reflexión va a cambiar. Es el de Jesús lavando los pies a sus discípulos en la última cena. Si la VC es “cristiforme” debe bajar, debe llegar al suelo, a los oficios más bajos, si es que su servicio quiere ser como el de Jesús, entrega por amor que no teme la humillación hasta la muerte más infamante. Siguiendo la teología bíblica, la Exhortación propone que toda consagración es para una misión. La VC, “es” misión, en su propia esencia “a imagen de Jesús, el Hijo predilecto ‘a quien el Padre ha santificado y enviado el mundo’ (Jn 10,36)” (n. 72). Por eso, “en su llamada está incluida la tarea de dedicarse totalmente a la misión... la misión es esencial para cada Instituto” (n. 72).

Víctor Fernando Trujillo Lauriano OFM Cap. T 4 17


¿Has leído la Exhortación apostólica post sinodal “Vita Consecrata” ? “Ciertamente es un documento, que lejos de permanecer guardado o archivado, ha de hacerse conocer principalmente con el ejemplo de sus destinatarios.”

C

on respecto al tema de la vida consagrada, me di a la tarea de hacer un sondeo entre laicos y religiosos preguntándoles si habían leído la Exhortación apostólica post sinodal “Vita Consacrata”, obteniendo, entre los laicos, antes que una respuesta negativa, una respuesta de asombro: ¿Qué es eso? ¿Para qué es eso? Entre otras respuestas, me llamó mucho la atención una de ellas, y que correspondía a una profesionista que decía: “es obligación del sacerdote dar a conocer estos documentos en las homilías de las misas, porque de otro modo, uno ni se entera”. Checando el documento, me doy cuenta que también está dirigida a todos los fieles, cito textualmente: “EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL VITA CONSECRATA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II AL EPISCOPADO Y AL CLERO A LAS ÓRDENES Y CONGREGACIONES RELIGIOSAS A LAS SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA A LOS INSTITUTOS SECULARES Y A TODOS LOS FIELES SOBRE LA VIDA CONSAGRADA Y SU MISIÓN EN LA IGLESIA Y EN EL MUNDO”

Por lo tanto, considero que es nuestro deber (religiosos y clero diocesano) de dar a conocer de alguna manera estos documentos, al menos de su existencia y de dónde pueden conseguirlos. Con respecto a los religiosos, me encuentro con la sorpresa de que algunos de nosotros no hemos leído este documento; otros en cambio, confundían este documento con el de Perfectae Caritatis (CVII), asegurando haber leído o el uno o el otro, pero a ciencia cierta no lo identificaban con exactitud. Aún y cuando este documento de nuestra total incumbencia; parece que ha pasado desapercibido por algunos, en tanto que para otros, opinan que es un documento excelente por su contenido, en palabras de Fr. Pedro OFMcap, dice lo siguiente: “Este documento propone a la vida consagrada el llamado a vivir como señal del reino de Dios de la misma manera que lo menciona la Perfectae Caritatis, es una fuerte adaptación sobre todo en la vivencia de los votos, llamando la atención, la recuperación de los principios de la vida consagrada en cuanto a la vida de castidad como martirio blanco, la pobreza como despojamiento del mundo para ganar el reino del cielo y también la obediencia como forma de servicio a la comunidad”. Ciertamente es un documento, que lejos de permanecer guardado o archivado, ha de hacerse conocer principalmente con el ejemplo de sus destinatarios. Héctor Daniel Jiménez de Santiago OFM Cap. T 4

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Pastoral


¿Cuál es la misión de los religiosos en la vida pastoral ? “La vida consagrada es un Don de Dios para el pueblo.”

Ya estando cerca de iniciar el año de la vida consagrada propuesto

por el Papa Francisco, pueden venir a nuestra mente muchas preguntas, una de la que me gustaría escribir en este artículo es ¿Cómo influyen los hermanos y hermanas de vida consagrada en la vida pastoral de la Iglesia? en mi opinión, la vida consagrada con su diversidad de carismas tiene un alcance e influencia muy importante en la vida pastoral de la Iglesia, no sólo hoy en día, sino también a lo largo de toda su historia. El Papa nos recuerda que “la vida consagrada es un Don de Dios para el pueblo”, y por eso es que en la misión, la vida consagrada adquiere verdadero sentido, pues Dios suscita carismas para responder a las necesidades urgentes de su Iglesia, podemos decir que cada instituto de vida religiosa con su carisma propio, surge como una respuesta concreta real, a una necesidad igualmente concreta de la Iglesia, por eso podemos ver como hay institutos dedicados a la caridad, otros al cuidado de enfermos, otros a la formación de los jóvenes y niños, cada uno con una forma de ser (carisma) diferente, “Hay ciertamente, diversidad de dones espirituales, pero uno mismo es el Espíritu” (1 Cor., 12,4), pero ¿Qué es lo que todos estos tienen en común? Lo que hay en común en cada uno de ellos es la vocación de los religiosos a ser signos del amor de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo para el mundo, signo de verdadera fraternidad entre los hombres, y testigos de que vale la pena la entrega completa de la vida por el reino de los cielos. El ser signo no significa, simplemente el aparecer, o la simple presencia de los religiosos en los diferentes apostolados, sino más bien significa el ser parte e instrumento del amor de Dios a los otros, es decir, que amando a la Iglesia y a las personas a las que son encomendados, estas personas puedan descubrir el amor que Dios les tiene, no sólo en teoría sino como una experiencia que cambia la vida. 24

Con todo esto, recuerdo una frase que San Juan Pablo II dirigía a los jóvenes cuando decía: “los jóvenes ya están cansados de oír hablar de Cristo, los jóvenes quieren ver a Cristo” me parece que ayuda a comprender todas las implicaciones que tiene el ser signo, es decir hacer visible la persona de Cristo. Es transformar la propia vida, la forma de pensar, de sentir y actuar, para comenzar a pensar, sentir y actuar como Cristo, según el carisma de cada instituto de vida consagrada, y esto es lo esencial en la misión del religioso. Por eso cuando hay presencia de religiosos, en alguna comunidad o sector de la Iglesia, esta está acompañada de cambios, una comunidad donde hay presencia de un consagrado, no puede ser igual, pues ahí está la presencia de Cristo, así el religioso es levadura para el crecimiento de la sociedad, de los valores y de la Fe. Nuestra Iglesia, necesita cada vez más, que los institutos de vida religiosa, se involucren en la vida parroquial. Como lo propone el concilio, “Considérense, además, dedicados al servicio de la Iglesia, ya que ella recibió esta donación que de sí mismos hicieron.” (Decreto perfetae Caritatis), impregnando así de muchas y muy variadas formas de evangelización esta misma, así como es necesaria la apertura de las parroquias a los carismas que va suscitando el Espíritu Santo en su Iglesia, así en colaboración unos aprenden de los otros, en la medida en la que se logre esta colaboración la vida pastoral de la Iglesia se fortalecerá. En conclusión, aunque existen muchos carismas dones de Dios para su pueblo y cada uno responde a una necesidad concreta de la Iglesia, lo esencial de la misión de los religiosos, es el ser signos de Cristo, presente en la Iglesia hoy, involucrándose cada vez más en la vida parroquial para el fortalecimiento de la vida pastoral.

Francisco Javier Benavente Martínez ALPAFJ. F3


Pastoral

¿Qué hacen en el apostolado los ALPAFJ ? “Es muy gratificante presenciar los milagros que obra Dios en la vida de las personas, quienes al encontrarse con el verdadero rostro de Dios que es Amor deciden seguirlo radicalmente.”

Los Misioneros de Familia y Juventud (Mfj) somos una Sociedad

de Vida Apostólica que hemos sido llamados por el Señor a la gran experiencia de la Santa Alianza, para ser consagrados y enviados como apóstoles compartiendo con la Iglesia su misión salvadora, preferentemente a la familia y juventud necesitadas de Dios. Quienes integramos esta Comunidad, denominada comúnmente “Aliados para la Familia y Juventud (Alpafj) asumimos el compromiso de contribuir a la edificación del Reino de Dios y juntamente con nuestras hermanas Misioneras de Familia y Juventud compartimos nuestro carisma y espiritualidad de la Alianza en nuestros apostolados. A ejemplo de los apóstoles, somos formadores de comunidades vivas y dinámicas, mayormente de jóvenes (Comunidad Juvenil) y matrimonios con sus familias (Famenal) quienes a través de diferentes encuentros y un continuo proceso de formación integral, humano y espiritual, son formados como Aliados de Dios para ser cristianos auténticos, activos en la Iglesia, ciudadanos honestos y responsables, constructores de una nueva civilización. Para lograrlo en el caso de los jóvenes, iniciamos un grupo con 100 muchachos y llevamos con ellos un proceso formativo de 5 años, que incluye 8 encuentros de 3 días, además de encuentros semanales de 4 horas los sábados, juntas de reflexión y trabajo entre semana, cursos de desarrollo humano y espiritual, talleres, retiros, servicios, celebraciones, acompañamiento personal y comunitario. Actualmente contamos con 12 grupos en diferente etapa de formación. Proceso similar se sigue con las comunidades de Famenal.

No se puede negar que el llamado apostólico es intenso, en donde hacemos uso de todos nuestros dones y capacidades, con entusiasmo, ingenio, bueno humor y creatividad apostólica, requiere de esfuerzo y dedicación, sacrificar horas de sueño, con el firme compromiso de dar respuestas actuales y frescas a las nuevas necesidades de nuestra misión. El misterio de la Encarnación ha iluminado siempre nuestra vida y misión por lo que, a imagen de Cristo Buen Pastor, estamos insertados en cada una de las comunidades de nuestro apostolado acompañándolos en su camino, asesorando y guiando en todo momento. En vista del bien la juventud y la familia cristiana, nuestro apostolado se ha ido expandiendo a otros horizontes y es así como actualmente formamos grupos de adolescentes, matrimonios jóvenes, divorciados vueltos a casar, solteros, taller de a Prueba de Fuego, Diplomado en Biblia, Curso Infantil de verano, misiones en familia, entre otros. De manera personal agradezco infinitamente al Señor que me haga partícipe de su misión. Es muy gratificante presenciar los milagros que obra Dios en la vida de las personas, quienes al encontrarse con el verdadero rostro de Dios que es Amor deciden seguirlo radicalmente. Marcos Daniel Belmares Garza ALPAFJ. F1

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¿Conoces en que sirven los religiosos y los seminaristas?

“Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio. Marcos 16, 15.”

Esta es la misión de religiosos y seminaristas, a pesar de que

muchas de las personas no saben que existen “apostolados”, los cuales consisten en evangelizar, tratando de alcanzar los lugares más apartados y pobres de la sociedad. Los religiosos y seminaristas, somos cristianos preocupados por la persona humana y por el encuentro que ésta pueda tener con nuestro Señor Jesucristo. Es en las parroquias donde podemos ir a servir y realizar diversos apostolados, nos enfocamos en apoyar a la formación de los diferentes grupos parroquiales, tales como catecismo, monaguillos, catequistas, coros, grupos de liturgia, grupos de jóvenes, apoyo a coordinadores, incluso celebración de la Palabra. Muchas personas en nuestros apostolados, no saben exactamente la diferencia entre un religioso y un seminarista, ya que, como religioso muchas veces me ha tocado escuchar: “los dos hacen lo mismo”. A pesar de ello, existe una gran diferencia entre religiosos y seminaristas, los dos somos importantes para nuestra Madre la Iglesia, los dos tenemos como meta la Santidad, una diferencia es que los religiosos somos personas consagradas a Dios desde el momento en que realizamos la profesión de los votos religiosos como la pobreza, castidad y obediencia; pero otra cosa que nos caracteriza es la vivencia en comunidad, ya que siempre se

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estará compartiendo la vida con alguien que tenga el mismo ideal. Por otro lado, los seminaristas son laicos en formación, que después de terminar su proceso formativo serán sacerdotes que administrarán los sacramentos en favor de la sociedad, se preparan para ser párrocos de diferentes comunidades, insertados en las mismas, para poder servir al 100%, a semejanza de Cristo Buen Pastor. Tanto los religiosos como los seminaristas, estamos llamados a llevar la Buena Nueva a todas las naciones de la tierra, misma Palabra que reforzamos, al vivir las experiencias que mueven a las personas evangelizadas, al recibir muestras de cariño de parte de Dios, que se manifiesta en cada persona sencilla y sedienta de Dios. Finalmente, el evangelizar nos corresponde a todos los Cristianos, seamos pues, esos quienes llevemos la Palabra de Dios a las personas que no lo conocen y hagamos lo que nos pide Jesús en su palabra... Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio. Marcos 16, 15.

Carlos Flores Ultreras FN: F2


Vocacional


¿Qué es la vocación a la vida consagrada? “Gozo del Evangelio en la vida consagrada.”

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¡El Señor les dé su Paz!

on el principio de este tiempo gozoso que estamos iniciando a la invitación del Santo Padre a celebrar el Año de la Vida Consagrada. El Papa nos invita a meditar especialmente sobre cinco aspectos tanto en su dimensión contemplativa como apostólica: a la escucha, a llevar el abrazo de Dios, a la ternura que nos hace bien, a la cercanía como compañía y a la inquietud del amor. Es muy significante que todo se presenta con la virtud del gozo como elemento esencial de la expresión de nuestra alegría de pertenecer a Dios y de dar nuestras vidas por los demás. Hablar de la Vida Consagrada es hablar de la iniciativa de Dios, de un Don de Dios.
Jesús le revela al consagrado la ternura del Padre, creador y dador de todo bien, que atrae a sí (Jn 6,44) una criatura suya con un amor personal para una misión especial. “Este es mi hijo amado; escuchadle”. (Mt. 17,5) es lo que dice el Padre a la persona invitada por una atracción interior a confiar en el amor de Jesús, que la quiere en íntima relación y en total consagración a Él y a su designio de salvación. Siempre corremos el peligro de poner el acento en nosotros: “yo he decidido”, “yo he renunciado”. Pongamos el acento en Dios: “Dios me ha llamado”, “Jesús me ha fascinado”, “Dios me ha hecho un Don”. Entonces nos invadirá la gratitud y el gozo. Hablar del “gozo del Evangelio en la vida consagrada” es, para mí, una ocasión para poner nombre a las convicciones profundas que residen y están en la raíz de mi vocación; es aproximarme a ellas, acariciarlas, tocarlas con ternura. Al ponerme a pensar sobre este testimonio, me ha venido al recuerdo una experiencia que viví siendo novicio. En ese tiempo las congregaciones con varios jóvenes organizaron un encuentro para convivir, consistía en una tarde para compartir un rato de oración y otras actividades. De uno de esos encuentros salí con preguntas. Me daba la sensación de que los religiosos teníamos que “manifestar”, “revelar” nuestro gozo, ya sea 28

orando, platicando, o riendo, para contagiar a mas jóvenes de esta alegría, de este gozo, y así hacer una promoción vocacional. Pero ¿Era ese realmente el “gozo del Evangelio” al que aquí nos estamos refiriendo? Hoy estoy totalmente convencido de que la experiencia de seguimiento de Jesús dentro de la vida consagrada es, sin duda, muy gozosa. Pero, al mismo tiempo, estoy convencido de que ese gozo no brota de la “superficie” de nuestra vocación, sino de una configuración profunda con Jesús y con su sueño del Reino, que “ya está, pero todavía no” en este momento concreto, real e histórico que estamos viviendo. Si este fuego interior no enciende, difícilmente podrá ser exteriorizado. Cuando reconocemos el amor que hay detrás de un don, la alegría y la gratitud brotan casi espontáneamente y es difícil contener el deseo de compartir con los demás aquello que se ha recibido. ¡Que Dios Padre nos bendiga con su gracia y paz, su gozo y amor especialmente en este Año de Vida Consagrada!

Javier Garza Ontiveros OFM Cap. T1


Vocacional

¿Cómo fue tu llamado? Jesús me miró y dijo: “sígueme”.

Hace no mucho, un sacerdote nos decía que cuando Dios llama desinstala, y es cierto, el llamado de Dios cambia el rumbo de nuestras vidas. Mi familia siempre fue de Iglesia, recuerdo con gran gusto el rosario en familia y la misa todos juntos el domingo, para después ir a ver a los abuelos, así empezó, creo yo, mi gusto por las cosas santas, en la adolescencia entré a un grupo de la parroquia, donde hice grandes amigos y conocí por vez primera a un sacerdote de cerca, y digo de cerca porque nunca había tenido la oportunidad de conversar con uno, de convivir, nunca me había preguntado qué hacia un cura después de terminar la santa Misa, debo admitir que nunca, en ese tiempo, pasó por mi mente ser sacerdote, eso fue tiempo después.

Llegaron los años de mi juventud y estando en la facultad, estudiando contabilidad, entré en una especie de crisis existencial, irrumpió en mí un sinsabor de la vida, no digo que no fuera feliz, pero había algo que faltaba, me pregunté seriamente sobre mi futuro y lo que quería hacer con mi vida, no sólo qué quería estudiar sino qué quería Ser, ahí llamó Dios; en Dios y la vocación sacerdotal encontré la respuesta, sin gran espectáculo Jesús me miró y dijo “sígueme”. No fue sencillo seguirle, tomar la decisión de cambiar todo en mi vida fue algo complicado, pero como dije al principio: cuando Dios llama desinstala y así fue, con 19 años entré al seminario de Monterrey para descubrir si aquello que yo decía sentir era cierto, han pasado ya casi 11 años desde aquellos acontecimientos y al escribir esto, logro revivir los sentimientos pasados con verdadera gratitud hacia Dios, por confiar en mí para esta gran misión que cada vez más se cristaliza y concreta. A lo largo de mi formación he disfrutado mucho cada momento y etapa, encontré hermanos que comparten el mismo camino que yo y juntos disfrutamos el seguimiento de Aquél que nos sigue llamando. El seguimiento de Cristo no decepciona en nada, al contrario, llena y da plenitud a nuestra vida, es Cristo quien le da sentido a la mía. La cita con la cual identifico mi llamado es precisamente la vocación de Mateo; cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo: “Sígueme.” Él se levantó y le siguió” (Mt 9,9). Así, sin aspavientos sólo basto su mirada. Diác. Ernesto Castillo Torres T4 29


¿Cómo discerniste el llamado a la vida consagrada? “Gracia, fe, fraternidad.”

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stoy por cumplir mi sexto año como consagrado y la pregunta: ¿cómo discerní mi vocación religiosa? me hace recordar momentos muy agradables y a la vez momentos que no han sido fáciles de sobrellevar, pero han sido una oportunidad para crecer y reafirmar el “sí” a la invitación que recibí de nuestro Señor para seguirlo según el ejemplo del seráfico padre Francisco de Asís. Las tres palabras que pongo como síntesis de este escrito reflejan, o plasman los puntos claves que me han ayudado para mi discernimiento, pero no las únicas. En mi caminar como fraile capuchino hubo un momento en el que tuve que hacer un alto y pensar, poner en oración lo que estaba viviendo y sintiendo, para poder escuchar cuál era la voluntad de Dios y cuál la mía. Quería saber qué camino seguir ¿el matrimonio o la vida consagrada? Ya tenía 8 años dentro de la Orden y venía esta interrogante en mí. Fue difícil ya que veo los dos estilos de vida como una manera de santificarme y, humanamente, como todo ser humano varón, el amor humano hacia una mujer y unirse a ella para formar una familia es normal y natural. Comenzó un momento de mucha oración pero, a la vez de estudio, comencé a leer sobre el matrimonio, el amor entre hombre y mujer, la amistad, los hijos, no se me dificultaba hacerlo ya que mis sentimientos y mi afectividad se identificaban con lo que estaba leyendo y aprendiendo.

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Una lucha interior se desató y a pesar de que estaba en momentos de oración recurría a mis hermanos de fraternidad para platicarles lo que me estaba pasando y lo que estaba sintiendo, la sabiduría de frailes mayores, más avanzados en el camino de la vida religiosa, era para mí un verdadero tesoro que me confortaba y me tranquilizaba en estos momentos de discernimiento. Para ser lo más objetivo posible, busqué ayuda en hermanas consagradas, sobre todo hermanas mayores que me dieran una opinión femenina de la vida consagrada: su experiencia, sus sentimientos, sus momentos de lucha. No podía faltar la opinión de los matrimonios así que cuando tenía oportunidad les preguntaba su experiencia: ¿cómo era la vida de matrimonio? ¿Cuáles eran las dificultades? las cosas bellas, las difíciles, etc. Platiqué con hombres que han asumido su responsabilidad de amar a una mujer y protegerla, que han tomado el compromiso de educar y proveer amor, cariño y bienes materiales a sus hijos. Aprendí mucho en esos momentos. No dudo que a pesar de mi esfuerzo por discernir, fue la GRACIA de Dios que me sostuvo en aquel momento y que aún sostiene en este camino, la FE en este llamado y la propuesta de FRATERNIDAD hecha hace 800 años son los elementos claves para que ahora pueda seguir caminando por las vías de la pobreza, castidad y obediencia. Adán Gómez Martínez OFM Cap. T2


Vocacional

¿Cómo se pueden acercar las jóvenes a la vida consagrada ? ¡Es la Vida Consagrada la que debe acercarse a los jóvenes!, como contagio vivo del gozo de pertenecerle, en exclusividad, al Señor!

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reo que la pregunta generadora de este artículo pudiera resolverse desde varios puntos de vista. En un primer momento pensé: ¡Es la Vida Consagrada la que debe acercarse a los jóvenes!, como contagio vivo del gozo de pertenecerle, en exclusividad, al Señor, sin embargo, meditando un poco más, llevando esta pregunta a la oración y tratando de ir a mayor profundidad, he concluido, sin dejar de lado el punto anterior que abordaré líneas más adelante, que cuando los jóvenes se acercan a la Vida Consagrada regularmente es por dos razones: la primera, es la curiosidad; y la segunda, que me parece es el propulsor de la primera, es una gran necesidad de sentido de la propia existencia. La mayoría de los jóvenes que conozco tienen su primer acercamiento a un miembro de Vida Consagrada al sentirse interpelados por el gozo o la alegría que ven en sus rostros, sobre todo por la intriga y el misterio que evoca ese lenguaje mudo, que es mucho más elocuente, el idioma de las actitudes. Desde sus inicios la comunidad cristiana se caracteriza por un doble dinamismo: el de la comunión y el de la misión. De modo que lo que habita al interno se refleja hacia fuera y lo que anuncia con gozo brota de su más íntima experiencia. La intimidad con Dios que se traduce en el servicio gratuito y donación de la propia persona a los hermanos, tinte distintivo de la Vida Consagrada, no se improvisa, se adquiere de rodillas en continuo ejercicio de sintonía del propio corazón con el Corazón del Padre. SS Francisco ha llamado a la Vida Consagrada a “Despertar al mundo” a ejercer su misión profética puesto que “la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús… con Cristo siempre nace y renace la alegría” (EG. 1). Y es aquí donde retomo la primera línea de mi reflexión; el compromiso apremiante de los consagrados será salir al encuentro de los demás, es decir, involucrarse en la acción de conjunto de toda la Iglesia, ser incisivos y significativos en vocacionalizar cada lugar donde estemos con una visión eclesial y en espíritu de comunión para todas las vocaciones y en cada fase de la vida. Concluyo pidiendo, a nombre de la Vida Consagrada, acérquense a nosotros sin temor, con confianza de que somos personas llamadas para ser signos de esperanza, signos de alegría, sus intereses son los nuestros, confróntenos cuando nuestra vida les manifieste de forma opaca esta realidad, puesto que “la alegría de la Vida Consagrada es un capital espiritual para todo el Cuerpo Místico de Cristo” que no nos pertenece (Cfr. LG.43). Hermana Miriam Gómez Higuera Animadora Vocacional 31


¿Quiénes son llamados a la vida consagrada ? “Es el estado de vida que consiste en la profesión de los consejos evangélicos, pobreza, castidad y obediencia.”

C

uando nos lanzan la pregunta sobre la vida consagrada casi siempre no sabemos qué contestar, pues para muchos de nosotros puede ser algo ajeno, o bien para nuestro tiempo es algo que ya pasó, que ya no está de moda. Otras veces lo primero que se nos viene a la mente es pensar en monjas, mujeres que están encerradas y viven siempre en oración. Hoy queremos hablar sobre quien está llamado a la vida consagrada, pero primero ¿Qué es la vida religiosa? Es el estado de vida que consiste en la profesión de los consejos evangélicos, pobreza, castidad y obediencia (Catecismo de la Iglesia Católica. 914), en pocas palabras son aquellos que han querido asemejarse más a Cristo. Los consejos evangélicos, están propuestos para todos los discípulos del Señor, muchos asumen en su persona y radicalmente este ser pobres, castos y obedientes, solo y para el Reino de Dios (cfr. Youcat 145). Pero aunque todos estamos llamados por ser cristianos a la vivencia de estos consejos evangélicos, el estado de vida consagrada aparece como una de las maneras de vivir esta consagración más “íntima”. En la vida consagrada, los hermanos y hermanas, se proponen seguir más de cerca a Cristo, entregarse a Dios, perseguir la perfección de la caridad y significar y anunciar en la Iglesia la gloria del mundo futuro (Catecismo de la Iglesia Católica 916). Ahora bien, como lo dije anteriormente, es muy común que pensemos que la vida consagrada es sólo para las mujeres, las cuales vemos en nuestra mente siempre en oración, Ciertamente una vivencia de la vida consagrada es la vida “Contemplativa”, aquella dedicada a la oración a Dios nuestro Señor, para interceder por el mundo ante Él. Otra vivencia de la vida consagrada es la Vida activa, según la cual esta vivencia, entra en contacto vivo y activo con el mundo de hoy, anunciando desde la vida común, el evangelio y la salvación de Dios. La vida consagrada es un estilo de vida, propio para mujeres y hombres pues en ambos géneros, el trabajo se desarrolla. Dios llama cada vez a más jóvenes hombres y mujeres a dejar todo y a seguirle y el próximo podrías ser tú. Juan Yosimar Moreno Saucedo T2 32


A単o de la Vida Consagrada


¿Cómo se vive la experiencia eclesial? “Hombre de comunión: en y para la Iglesia“ (Visión del itinerario formativo en Experiencia Eclesial)

La Experiencia Eclesial del Seminario de Monterrey según el

itinerario formativo del mismo es un tiempo de encuentro con la comunidad, del pueblo de Dios, que fortalece la identidad con Cristo Buen Pastor, desarrolla la sensibilidad pastoral, que descubre las áreas de oportunidad y motiva a continuar trabajando alegremente con el Reino de Dios (PDV 57-58). Recordando el objetivo central de la experiencia de este año, es como quiero dar inicio a este compartir con ustedes. Y es que, en este corto tiempo las vivencias han sido además de enriquecedoras, vivencias que dejan huella, no solo en un servidor, sino que, por qué no decirlo, en las personas con las que he compartido los regalos que de Dios he recibido. No cabe duda que el Señor que nos ha llamado por nuestro nombre sabe qué es lo mejor para nosotros y así, confiados en su voluntad nos lleva por el camino perfecto (Salmo 31). A la Experiencia Eclesial le conocemos también como el año de “Magisterio” y éste lo desempeño desde el día 10 de agosto del presente año hasta la fecha en la Parroquia Señor San José en la colonia Fuentes de San Miguel en Ciudad Guadalupe. La comunidad tiene como párroco al Pbro. Mariano Rincón Alonzo y hace un poco más de un año fue nombrado como el primer párroco al mismo tiempo que fue erigida como parroquia. Mi experiencia en esta comunidad ha sido enriquecedora, ya que he podido tener una experiencia más cercana de comunidad. Las comisiones que desempeño aquí son las de acompañar a la Pastoral Juvenil; cinco grupos juveniles con diferentes apostolados 34

y carismas, acompañamiento a la Pastoral Vocacional; un pequeño grupo de personas tomadas de diferentes pastorales que lo conforman y que tienen como misión la de animar y dar a conocer la oración vocacional por medio de tradicional Cruz Vocacional, otra comisión es la preparación de una catequesis para las quinceañeras que reciben en Acción de Gracias una nueva etapa a una vida a los sacramentos y por ende a Dios, también acompaño por medio de una formación litúrgica – humana – espiritual – musical a los coros de la comunidad parroquial. Además se me encomendó realizar semanalmente un boletín informativo que ayude a la comunidad a vivir en comunión entorno a la parroquia. Y por último, estar dispuesto a las necesidades pastorales que según mis posibilidades pueda realizar, en ellas destaco la encomienda de Celebrar la Palabra en las mismas. Agradecido estoy con Dios por la oportunidad de poder colaborar con su obra redentora en esta etapa de Seminario, además a reforzar el sentido de hombre de comunidad, afrontar retos pastorales, fraternidad sacerdotal, formación permanente en el área académica y espiritual además de la valoración de la dirección espiritual frecuente. Me encomiendo a sus oraciones para seguir impulsando con alegría el mensaje de Jesús Buen Pastor en los corazones de quienes así lo requieran.

Carlos Nicolás Gómez Muñiz Exp. Ecl.


Vocacional

Diócesis de Piedras Negras, Coahuila “Iglesia de Comunión y participación.”

“Horizonte lleno de Esperanza” fue el lema con el que

el Sr. Emmo. Don Alonso Gerardo Garza Treviño, nuestro Obispo, inició el camino eclesial y pastoral. Nuestra Diócesis de Piedras Negras fue erigida mediante la Bula “Sollicitus de spirituali bono” (Solícito del bien espiritual), publicada el 08 de enero del Año del Señor 2003. Erigida en celebración Eucarística realizada el 25 de Marzo del mismo año con la presencia de fieles y sacerdotes de las Diócesis de Saltillo y Monterrey y de la zona correspondiente a nuestra Nueva Diócesis de Piedras Negras. Teniendo como sede del Obispado y la Catedral Mártires de Cristo Rey, la ciudad de Piedras Negras, Coahuila. Nuestra Iglesia Diocesana comprende los municipios de Acuña, Allende, Guerrero, Jiménez, Juárez, Morelos, Múzquiz, Nava, Ocampo (40%), Progreso, Sabinas, San Juan de Sabinas, Villa Unión y Zaragoza. Actualmente existen 32 parroquias, 4 rectorías y dos cuasiparroquias, atendidas por 67 sacerdotes. Por gracias de Dios existe la presencia de 13 comunidades religiosas que brindan atención a colegios, parroquias, asilos, orfanatorios, departamentos de pastoral y también las dedicadas a la vida contemplativa. A 11 años de arduo camino recorrido, de dificultades y logros, hemos llegado a concretizar poco a poco ese “horizonte lleno de esperanza” por medio del Plan Pastoral 2013-2018 que tiene como lema “Iglesia de comunión y participación” y cuyo objetivo es vivir la comunión y la participación como Pueblo de Dios, para llegar a ser Familia servidora y fermento en la sociedad.

El pasado 15 de noviembre se llevó a cabo la X Asamblea Diocesana. Se enfatizó en la Evangeli Gaudium 27 donde el Papa Francisco pide una Iglesia en salida y de puertas abiertas. La realidad de las familias de nuestra diócesis en forma general, podría enmarcarse en el individualismo, el debilitamiento de valores y el no resolver las crisis. Así, esta asamblea partiendo de la EG 27 y de la realidad, teniendo como prioridad la familia se concretizó en tres acciones. 1. Trabajar como Iglesia Familia. Todos los agentes y las instancias de pastoral. 2. Servir a las familias. Desde nuestros carismas y funciones. 3. Yendo al encuentro de las familias. Con misericordia y creatividad pastoral. Esta es nuestra Diócesis de Piedras Negras, este es su recorrido. Seguimos caminando y enfrentando los nuevos retos que la sociedad va pidiendo. Para conocer más sobre nuestra diócesis los invito a visitar la página http://www. diocesispn.org o descargar la aplicación “Mi diócesis”. ¡Ayúdanos a cumplir tu suprema ley, la intercesión de los mártires Cristo Rey!

Miguel Ángel Zaragoza Borrego T4 35


Rápido y Vocacional “Vivir con alegría divina.”

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stamos por concluir este año 2014 y siempre es importante hacer memoria de los grandes momentos que hemos vivido como comunidad del Seminario. Aquellos momentos que han incrementado el sentido de fraternidad entre los que nos sentimos amados y llamados por Dios. “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme su propósito”(Romanos 8, 28). Noviembre lo comenzamos con todo: alegría, algazara, nervio, incertidumbre, etc., pues llegó la ya muy tradicional fiesta de nuestro santo patrono: San Teófimo Mártir. Días de compartir la amistad, la fraternidad, los dones de cada uno; pero más importante, a saber, la vocación. La pureza fue la bandera de la fiesta de este año; virtud que nos ayuda a combatir la soberbia que “no es grandeza, sino hinchazón”(San Agustín). Las actividades litúrgicas y espirituales nos ayudaron a entrar al misterio de Dios como pueblo que busca consagrarse a Él y también a conocer un poco más de San Teófimo. Las actividades deportivas propiciaron favorablemente el ambiente sano y fraterno que envolvió a todo seminarista y provocó que se viviera el deporte de una manera amena y divertida. Concluimos las fiestas el día 5 de noviembre con la Misa solemne presidida por nuestro Arzobispo Don Rogelio Cabrera López, en la cual se contó con la presencia de seminaristas, padres, trabajadores de nuestro Seminario y la participación activa de nuestra Schola Cantorum, con la Maestra Elena Moreno como directora de la misma. Es un pensamiento común entre los seminaristas que, después de estas fiestas tan maravillosas, el tiempo se escurre como agua entre los dedos y con la llegada de las posadas en diciembre, así fue. El vivir la alegría de la preparación para la llegada de nuestro Salvador con el pueblo que, “entregando todo lo que tenía”(Lc 21, 1-4), nos trajo posada. Esto implica: alegría de compartir los alimentos, música y convivencia, conocer las realidades pastorales, etc. Estamos infinitamente agradecidos con todas las parroquias que, en este tiempo de paz y alegría espiritual, nos abrieron sus corazones. Les ofrecemos nuestra oración y nos encomendamos ampliamente a la suya. Claro que es increíble cómo en tan poco tiempo podemos hacer demasiadas cosas. Todo es gracia de Dios. No olvidemos que este año debemos trabajar por adquirir el don de la Pureza, mas no solo es para este año, sino conseguirla para toda la vida. Pidámosla a Dios, pues “la Santa Pureza la da Dios cuando se pide con humildad”(San José María Escrivá de Balaguer) y cerremos este año viviendo una alegría divina. Aldo Pedroza Sánchez F3 36



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