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Desde Rectoría Comunidad que motiva e impulsa ¿Por qué el mundo necesita al sacerdote? La comunidad, formadora de sacerdotes Vocación fruto de la comunidad
Misiones de Verano 2019 Parr. Natividad del Señor
Misión de verano 2019
En la edición anterior No. 142, en la descripción de portada donde dice "Fam. Méndez Elías", debe decir "Familia Yaryk Elías" Fe de erratas.
Consejo Editorial
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Rector/ Pbro. Juan Carlos Arcq Guzmán Coordinador Dept. Comunicación/ Pbro. Darío Fco. Torres Rodríguez Director Editorial/ Héctor Morales Montes Consejo Editorial/ Pbro. Darío Fco. Torres Rodríguez/Lic. Adriana Martínez del Río Equipo de Redacción/Pbro. Marcos Montealvo Veras/ Lic. Adriana Martínez del Río/ Ángel Alberto Bernal/Edgar Alonso del Río/Juan Carlos López/Gerardo Ramos Diseño/ Lic. Mayra Gómez González/ Lic. Juan Luis Oliva Silva Fotografías/ Lic. Juan Luis Oliva Silva Tiraje: 14,000 ejemplares Impreso: Enfoque Gráfico
REC TO RÍA
Las vocaciones son fruto de la comunidad
Les saludo a todos con alegría hermanos y hermanas Les entregamos el nuevo número de nuestra revista . En esta ocasión reflexionaremos sobre las vocaciones, y no está por demás recordarles la importancia de no dejar de pedir al dueño de la mies, que envíe trabajadores a su campo (cf. Mt 9,38). Al reflexionar sobre cómo las vocaciones son fruto de la comunidad, lo primero que debemos considerar del tema es que, el agente y promotor principal de las vocaciones somos la comunidad cristiana; de manera que, si nos lamentamos por falta de vocaciones, la causa no hay que buscarla sólo en que los jóvenes no responden o no se deciden; que los sacerdotes no promueven o dan testimonio. La causa es más profunda, y en este sentido todos somos responsables. “Cada itinerario educativo debe tener una dimensión vocacional, y la pastoral vocacional es un deber de todo el pueblo de Dios” (Carlo María Martini, Itinerarios educativos, pág.53). “… no es lícito olvidar en este punto que la pastoral eclesial en general solo puede ser pastoral vocacional. Porque la pastoral de la Iglesia consiste, en esencia, en escuchar la multiforme llamada de Dios y en ayudar a las personas a poder dar una respuesta de fe a la llamada personal divina”. (Kurt Koch, La Iglesia de Dios, comunión en el misterio de fe, pág. 48). Que Dios les bendiga, gracias queridos bienhechores y amigos del Seminario por su afecto y sus oraciones, que fortalecen y acompañan el camino vocacional de nuestros seminaristas.
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Pbro. Lic. Marcos Montealvo Veras Vice-Rector
VocaciónEs
demos centrarnos solo en la falta de vocación; sino que tenemos que seguir al pie del cañón, firmes en la fe, que da a nuestra existencia una mayor densidad y profundidad humana.
Una de las actividades que más disfruto realizar en este tiempo que llevo en el Seminario, es el servicio que presto a la comunidad. Y aunque a veces pensé que solo vamos a servir, a dar algo de nosotros; en realidad es más lo que recibimos. Son momentos que trascienden en la vocación a la cual me siento llamado, no se quedan solo en lo superficial; he aprendido que la misma comunidad me va forjando, va marcando mi sendero. No puedo negar que hay momentos que llego a cansarme, y entonces recuerdo una cita bíblica que me gusta mucho: “[…] mis queridos hermanos manténganse firmes […] siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano. (1 Corintios 15, 58)”, y teniendo en cuenta esta cita, me doy cuenta que el trabajo que realizo es por Dios y para Dios. Estamos en una época misionera sembrando la semilla de la vocación. Nuestra labor es el trasmitir ese amor al servicio, ese motor que nos mueve a seguir a Cristo; mismo que nos alienta a seguir adelante. No po
Concluyo con esto, el servicio arranca de la Trinidad, de la vida de comunión, de ese amor compartido. Del mismo amor al llamado que Dios hace y que se comunica con el mismo gozo y rompe siempre fronteras. Por eso el llamado que sentimos a la vocación al sacerdocio es compartir vida, gozo, amor y esperanza en Dios. Y el mismo Jesús, con su sacerdocio real, enviado por el Padre, vino para enseñarnos esa manera de vivir y de trasmitir el mensaje, así mismo nos invita a dar un servicio más fraterno, más solidario y humano. Así, el Señor se vale de las pequeñas cosas para seguir reafirmando su llamado. La realidad es ésta: ¡Dios sigue llamando! Ángel Alberto Bernal Segundo de Filosofía
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Entérate
¿Por qué es importante un sacerdote para el mundo? Esta pregunta surgió hace 10 años en una plática en un parque mientras estaba sentado con unos amigos, y les compartía que quería ingresar al Seminario a discernir si Dios me llamaba a la vocación sacerdotal; y dicha pregunta salía a precisamente, porque todos, al ya estar en las carreras universitarias veíamos lo productivo o benéfico que sería cada uno en su profesión. Una amiga decía, yo que estoy estudiando Medicina ayudaré a que muchas personas recuperen su salud, por eso seré la doctora de este grupo; uno que estudiaba la carrera de Actuaría en la Facultad de Físico-Matemáticas decía, yo que estudiaré cálculos, puedo generar probabilidades y generar
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seguridad en las personas, y así cada uno iba expresándolo. Cuando les comenté que quería ser sacerdote porque yo tenía la idea de que podría ayudar a muchas personas al compartirles a Jesús; les compartiría la esperanza en un momento de tristeza, la alegría al bautizar a un nuevo hijo de Dios y miembro de la Iglesia, alegría al ver iniciar un proyecto de amor en el matrimonio, pero también la presencia de acompañamiento a quien sufre. Entonces sentía yo que un sacerdote no solo es la presencia necesaria de Cristo en el mundo; sino que también lo es para la comunidad, ya que el sacerdote se vuelve el amigo, compañero y guía de la comunidad. Es el pastor que ha de llevar a las ovejas a senderos nuevos y pastos seguros. La presencia del sacerdote en la comunidad no solo se ha de ver como la presen-
cia de una profesión, sino como la gracia sacramental del Orden. Es la que garantiza a los fieles la presencia real de Jesús en la Eucaristía. El sacerdote nos transmite la misericordia de Dios a través del sacramento de la Reconciliación, nos fortalece con la unción de los enfermos y nos entrega al Padre en el momento de la agonía. Es por ello que el sacerdote es una persona clave para la vida de la comunidad creyente, pues está presente desde el nacimiento hasta el fin de la vida de las personas. También es indispensable el sacerdote para los no creyentes, pues ha de ser el encargado de iluminar la conciencia de las personas, para que puedan transformar las realidades terrenales con el Espíritu de Cristo, generando dignidad humana en las personas desde la concepción hasta su muerte natural, de garantizar la dignidad de las personas que se ven afectadas por las in-
justicias sociales, y velar de sobremanera porque se establezcan los valores del Reino en las personas de buena voluntad, para que así el testimonio de vida brille como antorcha ardiente para muchos que viven en oscuridad y penumbra. Esa es la importancia del sacerdote en el mundo, esa es la importancia del sacerdote para la comunidad creyente y no creyente, ser motor, ser impulso, ser agente de cambio con la fuerza del Espíritu, para la gloria del Padre.
Edgar Alonso del Río Tercero de Teología
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Tomado de: El sacerdote, rostro y corazón de Jésus Mons. Rogelio Cabrera López
Conoce
El Maestro Jesús llamó a sus apóstoles, primero para que estuvieran con Él y segundo para enviarlos a predicar (Mc 3,14), fue de este modo que el Maestro Jesús formó una comunidad. El ejemplo de Jesús y la misma vida en comunidad, con las distintas personalidades de cada uno de sus miembros, con la diversidad de carismas que cada uno ponía al servicio, la vida en común y el amor que ahí se vivía, eran elementos formativos que iban marcando la vida de los apóstoles en su configuración con Jesús. Las comunidades parroquiales de origen de los seminaristas, aun teniendo en cuenta la separación que la opción vocacional lleva consigo, siguen ejerciendo un influjo en la
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formación del futuro sacerdote, al acogerlo entrañablemente en los tiempos de vacaciones, al respetar y favorecer la formación de su identidad presbiteral, y ofrecerle ocasiones oportunas y estímulos vigorosos para probar su vocación a la misión. El sacerdote proviene de una comunidad cristiana y a ella regresa, para servirla y guiarla en calidad de pastor; es por eso que el seminarista, primero, y presbítero, después, tienen la necesidad de un vínculo vital con la comunidad. Ella se presenta como un hilo conductor que armoniza y une las dimensiones formativas. Otra comunidad importante es la de apos-
tolado, donde cada fin de semana el seminarista pone en práctica lo aprendido en su formación. El compartir es recíproco, porque dependiendo las necesidades de la comunidad, ésta va enseñando qué es lo que el seminarista tiene que ir trabajando y formando para su futuro ministerio. Una comunidad más, que forma parte de la formación sacerdotal, son las comunidades a las que asistimos de colecta del “Día del Seminario”, en ella el seminarista agradece al pueblo de Dios por su ayuda espiritual y su ayuda material. Es la oportunidad para rendir cuentas de su avance y trabajo, porque la comunidad responde al llamado en ayuda de las necesidades del Seminario, el seminarista está obligado a responder con buenos resultados. La comunidad de fieles son el ejemplo por el cual los jóvenes se animan a llevar su estilo de vida a una forma más radical, entregando su vida a Dios en la vocación sacerdotal. Es deber de toda la comunidad fomentar las vocaciones con una vida totalmente cristiana, con su oración incesante, su preocupación por las vocaciones sacerdotales, con su unidad, vida de fe y el ejercicio de la caridad. Es decir, cada comunidad tiene el sacerdote por el que pide y trabaja.
Juan Carlos López Tercero de Filosofía
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Vida e historia
EL MINISTERIO SACERDOTAL COMO FRUTO DE LA COMUNIDAD
El llamado del Señor para el sacerdocio ministerial se encuentra dentro del misterio de su plan salvífico, la también llamada vocación sacerdotal procede de esa invitación de Dios para seguirlo en un camino específico, y el hombre responde de acuerdo a su realidad; tal vez está respuesta un tanto convencional nos puede convencer y satisfacer los actores en este diálogo, pero, en realidad, deja fuera elementos imprescindibles dentro del misterio del llamado de Dios.
los Apóstoles en todo el ministerio de Jesús, después de su resurrección y de su retorno al Padre; pero, ¿qué o quién realiza la elección de uno como sucesor apostólico y no del otro? Si bien es la acción del Espíritu Santo incluso antes de su efusión en Pentecostés, que se manifiesta en el echar suertes, hay un actor esencial que es también manifestación del mismo Espíritu, y que sabemos también manifestación del Señor. Me refiero a la comunidad.
Matías es elegido por el Espíritu, pero anSi consideramos la vocación de Barsabás y tes de ello es la comunidad reunida que elide Matías (cf. Hch 1,23) ¿qué podemos Mons. dis- ge de Tamez entre todos a Barsabás y a Matías, Oscar tinguir en los pocos versículos queObispo la des-Auxiliar si revisamos el texto bíblico nos daremos de Monterrey criben? Ambos anduvieron con el Señor y cuenta que menciona unos 120 hermanos
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reunidos y no sólo los once apóstoles (cf. Hch 1,15). La vocación sacerdotal entonces comprende en sus actores no sólo el imprescindible diálogo entre Dios que llama y el hombre que responde, sino es también “la comunidad” la que va discerniendo junto con el aspirante, y es a la vez manifestación del Señor y modeladora del futuro pastor. A lo largo de la formación somos testigos de un verdadero discernimiento de la comunidad cristiana sobre sus candidatos al sacerdocio, manifestada por los padres formadores (espirituales, disciplinares, de apostolado, párroco de origen), por los hermanos seminaristas, la propia familia, parroquias donde desempeñamos apostolados y misiones; a través de la corrección fraterna, de un espíritu de apertura hacia las sugerencias, de la aceptación de consejos y su práctica, es que somos verdaderos testigos de ese rol fundamental de la comunidad de bautizados en nuestro caminar formativo. Asumir ese papel rector de la comunidad en nuestra formación es reafirmar la manifestación del Resucitado en su pueblo. San Pablo nos presenta a la Iglesia como el cuerpo de Cristo, bajo Cristo como la cabeza de este cuerpo (cf. 1Co 12,12-14), y este cuerpo tiene funciones específicas bajo las órdenes de la cabeza, así, las palabras y acciones que manifiesta el Pueblo de Dios hacía sus futuros pastores son parte del mismo deseo de Jesucristo para con ellos, para su santidad y como santificadores de su grey amada.
Por todo lo anterior, es la comunidad eclesial la que modela a sus pastores, los configura y corrige sí es necesario. En nuestra formación pueden existir amonestaciones, correcciones, sugerencias y un sin fin de observaciones que surgen de la comunidad, incluso los apodos y lo que llamamos carrilla o bromas, se pueden tomar como medios en que el Señor se manifiesta a través de su comunidad, y en todo ello, en un ejercicio de honestidad, podemos encontrar actitudes que debemos perfeccionar en miras al servicio cuando lo favorezcan, o si no lo hacen erradicarlas de nuestra vida. Ver el sacerdocio ministerial como un logro propio, una meta humana, un mero cumplimiento de exigencias; esto es propio de un mundo promotor de lucha e n tre los hombres, de un mundo que vive de indicadores de calidad y éxitos, de competencia, de sobrevivencia del más apto.
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Concebir el sacerdocio ministerial como un diálogo cerrado entre el Señor que habla y el hombre que responde sería mantener una visión reducida de la grandeza de la vocación a la santidad a través del sacerdocio, y de cualquier otro modo de santificación. Por ello el sacerdocio ministerial, desde su llamado, discernimiento, respuesta formativa en la vida de proceso del Seminario, y ya en la vida diaria a partir de la ordenación, es un fruto de la comunidad que anima, modela, respalda y discierne junto con el convocado bajo la luz del Espíritu Santo este plan de amor de Dios para su Pueblo.
Gerardo Ramos Cuarto de Teología
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Llamados para servir
Del 15 de Junio al 6 de Julio, los alumnos del Seminario de Monterrey estuvieron realizando las misiones de verano, en varias parroquias de nuestra Arquidiócesis.
-San Jorge Mártir (san Nicolás), -Natividad del Señor (Santa Catarina), -Santa Teresa de Ávila (Monterrey), -Ntra. Sra. Del Roble (Pesquería),
Los seminaristas provienen de la comuni-Santa Emma (Juárez), dad cristiana y a ella regresan, para servir-Nuestra Señora de Guadalupe (García). la y guiarla en calidad de pastores; por lo tanto, la formación del seminarista debe Además del decanato de Marín. caracterizarse por el sentido misionero, teniendo como finalidad, la participación Esperamos que ésta misión de verano de en la única misión confiada por Cristo a su fruto en su formación, motivándolos a seIglesia: evangelizar en todas sus formas.” guir compartiendo la alegría del Evangelio. (Cfr. Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis No. 3) Durante las misiones, los seminaristas colaboran en las diversas actividades de las parroquias, visitan y ayudan en algunos hogares de la comunidad e imparten pláticas para los niños, jóvenes y adultos. Este año, los seminaristas misionaron en las parroquias:
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SEMINARIO MENOR
Prolongación Corregidora #700 Nte. San Pedro, Garza García. Tel. (81) 1160-1313
CURSO INTRODUCTORIO Tel. (826) 268-5820
SEMINARIO MAYOR Tel. (81) 1161-5757
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