San Teófimo | No. 142

Page 1



ÍNDICE 2 3 4 10 14

Desde Rectoría La familia, pilar de mi vocación Ser novios, casarse, tener hijos ¡fin! La familia iglesia doméstica La familia de Nazaret, modelo de familia

Consejo Editorial

Familia Méndez Elías. Abril, 2019.

www.seminariodemonterrey.org /Seminario.de.Monterrey Seminario_Mty

Rector/ Pbro. Juan Carlos Arcq Guzmán Coordinador Dept. Comunicación/ Pbro. Darío Fco. Torres Rodríguez Director Editorial/ Héctor Morales Montes Consejo Editorial/ Pbro. Darío Fco. Torres Rodríguez/Lic. Adriana Martínez del Río Equipo de Redacción/ Lic. Adriana Martínez del Río/ Lic. Marcela Tinoco/Mons. Oscar Tamez/ Luis Carlos Solís/Miguel Ángel Colchado/Carlos Alberto Ramírez Diseño/ Lic. Mayra Gómez González/ Lic. Juan Luis Oliva Silva Fotografías/ Lic. Juan Luis Oliva Silva/Juan Carlos Gutiérrez Tiraje: 14,000 ejemplares Impreso: Enfoque Gráfico


REC TO RÍA

Familia, camino de amor

Muy queridos hermanos y hermanas, familia del Seminario de Monterrey. Les entregamos el nuevo número de nuestra revista en el que abordaremos el tema de la familia. Hoy en día, dada la gran dispersión en que vivimos, la vivencia de “ser familia” ha cambiado radicalmente de la que llamamos “familia tradicional e integrada” por el de la llamada por algunos, “familia disfuncional”. No debemos pensar que las problemáticas que vivimos son el fracaso de la institución familiar. El que una institución pase por una crisis no necesariamente es malo, pues una crisis puede ser una oportunidad para crecer. Además nosotros creemos en la resurrección de Jesús y en los cielos nuevos y tierra nueva que Él está ya re-creando. Pues bien, también Jesús Resucitado está actuando en el mundo, en nuestras familias; aunque estén quebradas o heridas, e incluso muertas. También, es importante cuestionarnos, si la crisis actual nos demanda también “incluir” en nuestra familia en la fe, a los descartados de este mundo. Cuando una familia conoce y ama a Jesús, cuando vive sus valores se pregunta como Él lo hizo: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? (Cfr. Lc 8, 19-21) y sin descartar los lazos de la sangre, mirando alrededor, puede también decir: ¡Estos son mi madre y mis hermanos! Refiriéndose a todos aquellos que no han tenido la oportunidad de tener una familia integrada; pero que tienen el derecho que, como hijos de Dios, nuestro Padre común les otorga, de ser en verdad hermanos, familia, Iglesia. Dios les bendiga, y que esta Pascua de Resurrección traiga una alegría renovada a sus familias y a todos aquellos que ustedes en su misión, incluyan como familia.

2

Pbro. Juan Carlos Arcq Guzmán Rector


La familia, pilar de mi

......................... VOCACIÓN

Me gusta imaginar cómo María y José, con dudas, preocupaciones y siendo conscientes de que el camino de Jesús, además de gracias y bendiciones tendría también dificultades; depositaron totalmente su confianza en el Padre, quien los incluyó en el plan de salvación, aceptando con mucho amor y entrega su voluntad, sabiendo que la obra de aquel niño, que luego crecería hasta convertirse en un hombre de bien, daría al mundo frutos abundantes. Cuando a los 19 años escuché el llamado de Dios a la vocación sacerdotal, una de mis más grandes preocupaciones era lo que pensarían mis padres y mis hermanos. Junto con ellos había platicado anteriormente sobre los planes que tenía de estudiar una carrera, trabajar, formar una familia, entre tantas cosas; además se trataba de algo que jamás había pasado por mi mente, mucho menos por la de ellos. En un principio imaginé que no estarían de acuerdo con mi inquietud y la decisión que tomaría en un futuro; sin embargo, con el paso del tiempo y la ayuda de Dios, fueron descubriendo que Él también los había llamado a formar parte de esta historia de servicio y amor. El hecho de que ya no pasáramos tanto tiempo juntos, tal y como lo hacíamos con bastante frecuencia, representó para toda mi familia una dificultad que poco a poco supimos sobrellevar.

VocaciónEs

Esta fue transformándose gradualmente en una motivación para salir adelante, teniendo como meta principal la permanencia de Jesús en nuestra vida. Hoy puedo decir que el papel que ha jugado mi familia en esta historia vocacional ha sido fundamental, en Dios y en ellos he encontrado la fortaleza para perseverar en las dificultades que en ocasiones se p re sentan en mi vida. Quién mejor que ellos, quienes dedicaron su vida entera a mi cuidado y me entregaron su amor incondicionalmente, para actuar como soporte y acompañarme en aquello que me hace feliz, servir a Dios. Familia, no tengamos miedo de dar juntos el “Sí” a Dios, y sepamos que Él, junto con María Santísima, nos guiará por esta bella historia de amor que ha ido construyendo en nuestra vida. Luis Carlos Solís Primero de Filosofía WhatsApp

811.604.9922

arquidiócesis de monterrey

centrovocacional.org

¡Contáctanos!

3


Entérate

A todos nos ha pasado alguna vez que, cuando tenemos una pareja estable, nos preguntan; - ¿Cuándo se casan?; y ya casados, ¿cuándo tienen un hijo?; cuando tienen un hijo, ¿cuándo se animan para el otro?. ¿Te ha pasado? o ¿has sido tú el que ha hecho la pregunta? Seguramente la respuesta es sí, y es así como nuestra cultura y sociedad nos ha ido diciendo lo que “podemos” preguntar y que sea aceptable. Sin embargo, ¿no es éste, un cuestionario agobiante? ¿qué peso podemos llegar a sentir cuando estas preguntas se repiten constantemente?

4


Hagamos una reflexión sobre la dimensión tan amplia de la familia como desarrollo de habilidades cognoscitivas, intelectuales, psicológicas, afectivas, volitivas, corpóreas y de la sinergia y armonía entre ellas. Estos criterios básicos, pueden darnos luz sobre el papel de la “familia en la educación”, tema que actualmente ha comenzado a tener más peso en nuestras comunidades e instituciones educativas.

incómodo, probablemente fue lo que llego a tu mente. Te invito a que la próxima vez que seas testigo de una unión matrimonial, promuevas más la educación que la procreación. Estemos más alerta y preocupados por lo que nos ha salido mal como sociedad, y que nuestros niños crezcan en un ambiente emocional sano y volitivo. Eduquemos la conciencia no la obediencia; gastemos tiempo y esfuerzo en educar conscientemente el carácter y no dejar la educación en las manos del destino, de la reacción del momento.

Por generaciones, se han heredado entre las familias la forma de organización, educación, y valores. Incluso tenemos una escala de los asuntos de mayor a menor importancia. Entonces ¿qué tanta importancia o interés se le ha dado a aprender a ser pa- Es indispensable reflexionar a fondo sobre dres? la trascendencia que conlleva formar una familia de manera responsable y comproViéndolo desde una perspectiva preventiva; metida, porque “la decisión de casarse y es decir, antes de iniciar la procreación, se- formar una familia debe ser el fruto de un ría importante aprender aspectos teóricos discernimiento vocacional” (Amoris Laetiy prácticos que probablemente no nos han tia, 72). sido heredados en nuestro círculo familiar. En la educación de los hijos, partimos de la base previa de que el ámbito familiar es el que más influye en la vida de las personas y por lo tanto en su educación. La familia tiene el deber moral de educar y puede ser ayudado por las instituciones, la iglesia, la escuela, etc. ¿Qué pasaría si cambiáramos nuestra forma de expresar la alegría de ver a nuestros amigos y familiares unirse en matrimonio? Si se modificara el mapa mental cultural que hemos creado. Imagina que el día de tu boda tu mejor amigo te regalara una inscripción, para tomar un curso llamado “Ser Padres.” Si cada vez que alguien te felicita, en lugar de preguntar ¿cuándo tienes a tu primer hijo? te pregunta ¿ya planearon algún curso para aprender a educar a sus hijos? O ¿ya leyeron algún libro sobre educación? Sería

Marcela Tinoco Licenciada en Ciencias de la Familia

5






Conoce

La familia iglesia doméstica

L

a familia no es un simple fenómeno sociológico, tampoco un recurso biológico para proteger la especie humana, mucho menos un tipo de propiedad privada o de seguridad de vida.

La familia fundamentalmente es un misterio de la vida humana; del amor entre sus miembros, porque es signo de la trascendencia y siempre será el primer punto de referencia un padre y una madre, como signo, símbolo y sacramento del amor y de la providencia de Aquel que es Padre-Madre de todos los hombres. (Cfr. Familiaris Consortio No. 14) Y aunque se ha producido una amplia teología del matrimonio como sacramento, no se ha correspondido con una profunda reflexión teológica que abrace toda la familia en sus diversos aspectos, sobre todo, en cuanto Iglesia doméstica. San Juan Pablo II, en una de sus catequesis de los miércoles afirmó: “Podemos decir que el primer sacramento constituido por Dios Creador es la familia y después la misma familia se convierte en un verdadero y propio sacramento de la nueva alianza…” (L’Osservatore romano, Junio 6, 1993).

10


Pero, ¿dónde ubicar el origen de la expresión: “La familia iglesia doméstica”? Tenemos que responder que hay dos posibles respuestas, el encuentro de occidente con oriente; y el segundo, que es sobre el cual profundizaremos, “el despertar del laicado en la iglesia”, de su papel, de su actividad, de su competencia en el mundo. Será precisamente el Vaticano II quien recoloca la categoría de “Pueblo de Dios” como un eje de una nueva eclesiología y con una categoría de “pueblo” recupera la del “laico”. Fue entonces, en este contexto de reflexión sobre el laicado donde reaparece la inquietud de llamar a la familia “pequeña Iglesia”, donde los padres adquieren la grandísima responsabilidad de ser los primeros maestros de la fe (Lumen Gentium 11; Apostolicam Actuositatem 11).

En la Sagrada Escritura tenemos ejemplos de “Iglesia doméstica”, en las cuales se manifiesta que el paso de la sinagoga judía a la comunidad cristiana (mientras aparecieron los templos públicos), se dio en las “casas”. Pablo da testimonio de cómo consiguió en cada localidad la conversión de una familia, la cual le brindó una casa adecuada como plataforma misionera y localización de la comunidad cristiana. (Rom 16,4-5; 1Cor 16,19; Fil 2; Hch 11,14; Tit 1,11; II Tim 1,16; 4,19). El mismo San Juan Crisóstomo recomendaba: “Haz de tu casa una Iglesia” y con ello expresaba el calificativo de “Iglesia doméstica” dado a la familia cristiana, el papel del padre de familia dentro de la “Iglesia doméstica” y la oración en familia.

1111


Esta expresión, haz de tu casa una Iglesia (Iglesia doméstica) no se trata, por tanto, de un lugar donde vivan un grupo de cristianos, más bien, de un dinamismo de transformación, de construir la comunidad cristiana. Así, la “Iglesia doméstica” manifiesta el valor cristiano fundamental: la existencia, como estructura base de la Iglesia, de comunidad humana en la cual sean posibles las relaciones interpersonales, la comunión de la fe y la participación efectiva de sus miembros. (Cfr. Familiaris Consortio No. 21, 38, 48, 49).

La familia constituye la gran riqueza social que otras instituciones no pueden sustituir. Para nuestra época de secularización, de desinstitucionalización, valorizar la familia cristiana en sus elementos humanos y mistéricos es una intuición que ya conoce y ha vivido la Iglesia primitiva. Podemos concluir diciendo, que también la Iglesia debe experimentar la kenosis, con el fin de propiciar la salvación de las células de la “grande Iglesia”, que son las “Iglesias domésticas”.

Aunque el Papa Francisco no trata de manera exclusiva “Iglesia doméstica” en Amoris Laetitia; si hacemos una revisión profunda de su contenido, es muy fácil palpar que todo lo expresado por Vaticano II, está presente en dicha Exhortación Apostólica Postsinodal. Y en su viaje a Ecuador (julio 2015), hizo alusión a la importancia actual de la “Iglesia doméstica” para bien la fe: “La Iglesia doméstica se forja en el hogar, cuando la fe se mezcla con la leche materna, entonces experimentado el amor de los padres, se siente más cercano el amor de Dios.” Así, la familia “Iglesia doméstica” se convierte en el hospital más cercano, en la primera escuela de formación humana y de catecismo para los niños, el grupo de referencia imprescindible para los jóvenes, en el mejor asilo para los ancianos y el lugar donde se descubre el llamado de Dios. Mons. Oscar Tamez Obispo Auxiliar de Monterrey

12



Llamados para servir

La familia de

NAZARET,

modelo de familia

Si te preguntaran qué es lo primero que te viene a la mente cuando escuchas la palabra

¿qué contestarías?

familia

En lo personal cuando yo escucho la palabra familia pienso en mis padres, hermanos, cuñadas, sobrinos, como un todo. Como ese regalo que Dios me ha dado, pues es ahí en donde he crecido en lo humano y en lo espiritual. Y ahora desde hace siete años que comencé la formación sacerdotal, tengo una nueva familia espiritual: mis hermanos seminaristas y padres formadores con los cuales comparto el día a día de nuestra vocación.

14

Nosotros como cristianos tenemos un modelo de familia de la cual podemos aprender de sus valores e imitar en sus virtudes, me refiero a la Sagrada Familia integrada por Jesús, José y María.


Llamados para Servir

De las primeras imágenes que tengo en mi memoria de la Sagrada Familia, es cuando de niño, mis papás me llevaban junto con mis hermanos a rezarle al niño Dios en la Navidad, y me llamaba la atención las figuras de cerámica de José y María por su tamaño, considerablemente grande y que contrastaba con la pequeñez del niño Dios (Jesús). A mi parecer esos padres de cerámica, por su tamaño grande e imponente, eran capaces de cuidar y proteger a ese recién nacido. Esos pensamientos infantiles no estaban muy distantes de la realidad, pues en los evangelios se narra como José protege a Jesús, huyendo a Egipto junto con María para librar al niño de la muerte a manos de Herodes (cfr. Mt 2, 3-15). En la actualidad es preocupante la baja el número de cristianos que optan por unir sus vidas a través del sacramento del matrimonio. Tal vez exista un temor al compromiso a largo tiempo o es probable que hayamos sido testigos del fracaso de algunos matrimonios. Como Iglesia, necesitamos alentar a los jóvenes a que unan sus vidas mediante el sacramento del matrimonio, que su unión forme familias santas y sagradas como la familia de Nazaret. Todos necesitamos de una familia, de su cobijo, de su amor, pidamos a Dios por intercesión de la Sagrada Familia, que libre a las nuestras del descalabro moral y humano. Y que como Iglesia, podamos ofrecer espacios de acompañamiento y asesoramiento sobre cuestiones relacionadas con el crecimiento del amor y la superación de los conflictos. (cfr. Amoris Laetitia cap. 2)

MIguel Ángel Colchado Segundo de Teología

15


LA FAMILIA,

vocación MADRE de toda

Hablar acerca de la familia es traer a la memoria múltiples beneficios de nuestra historia personal, si bien es cierto que no todos hemos podido disfrutar de una familia perfecta, es un espacio donde nos sentimos acogidos, seguros, amados. La familia constituye toda una referencia, algo ineludible a la hora de entender un rostro, de descifrar una herida o por qué no, de agradecer una vocación. Es la familia el lugar donde hemos compartido la vida, decir familia es decir amor, acogida, incondicionalidad, es decir, don de Dios. Atesoramos en el corazón muchísimos momentos donde, desde la sencillez y simpleza de la vida, encontrábamos refugio seguro, pero también referencias.

La familia hay que decirlo bien, es el espacio que Dios tenía destinado para nosotros como proyecto previo, a la acogida de un don tan alto como lo es la vocación sacerdotal. En mi caso, en mi familia encontré el modelo de una madre que, antes de dormir oraba a Dios y que me decía: “Hijo, junta tus manos, da gracias a Dios y descansa”. Fue con mi familia que yo emprendía esas aventuras llamadas “peregrinaciones” o fue en el contexto familiar, que yo aprendí valores que hoy me han hecho grande como persona: el trabajo, la responsabilidad, la libertad, pero sobre todo la generosidad y el amor, claves básicas a la hora de entender la llamada y la respuesta de una vocación. La familia es madre porque acoge, porque corrige, porque ama. Es madre porque consuela, porque protege. Y sobre todo, es madre porque vela por nosotros, porque ahí en la familia, Dios quiso poner en el corazón de muchos jóvenes el don de la vocación. Es nuestra familia quien en las horas más bajas ha servido de aliento, quien en los momentos más grises ha sabido llenar de color la existencia. ¿Cómo no agradecer a Dios el habernos dado una familia? Y ahora pienso en la familia de Jesús, el único sacerdote. María, con ese perfil que traza de ella el Evangelio, como la mujer amorosa, tierna, la mujer que supo cumplir con creces su misión de madre. Pienso en José, desde el silencio. ¡Qué ejemplo le dio José al niño, para que al momento de hablarnos de Dios, Jesús recurriera a la imagen del Abba! ¡En Nazaret se respiraba amor!

Carlos Alberto Ramírez Segundo de Filosofía


16


SEMINARIO MENOR

Prolongación Corregidora #700 Nte. San Pedro, Garza García. Tel. (81) 1160-1313

CURSO INTRODUCTORIO Tel. (826) 268-5820

SEMINARIO MAYOR Tel. (81) 1161-5757

SÍGUENOS EN NUESTRAS REDES SOCIALES

www.seminariodemonterrey.org


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.