San Teófimo | No. 145

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Desde Rectoría La muerte inicio de la vida Jesús es el camino, la verdad y la vida Diaconado, la alegría de servir No te vayas sin dejar fruto La vida es Cristo

Triduo San Teófimo 2019

Peregrino del mundo, ciudadano del cielo

Consejo Editorial

www.seminariodemonterrey.org /Seminario.de.Monterrey Seminario_Mty

Rector/ Pbro. Juan Carlos Arcq Guzmán Coordinador Dept. Comunicación/ Pbro. Darío Fco. Torres Rodríguez Director Editorial/ Dept. Comunicación Consejo Editorial/ Pbro. Darío Fco. Torres Rodríguez/Lic. Adriana Martínez del Río Equipo de Redacción/Pbro. Juan Carlos Arcq Guzmán/ Pbro. Gerardo Charles/Lic. Adriana Martínez del Río/Víctor Adán de la Cruz/Sergio Iván Aguirre/Diác. Hugo Eduardo Lara Diseño/ Lic. Juan Luis Oliva Silva Fotografía/ Juan José Barbosa/Osmar Gregorio/ Abraham Oliva Tiraje: 13,000 ejemplares Impreso: Enfoque Gráfico


REC TO RÍA

Su tristeza se convertirá en alegría

Muy apreciados hermanos y hermanas, familia de nuestro Seminario de Monterrey: Reciban un sincero saludo. Con la alegría del Espíritu, fruto de la entrega y el sacrificio, les entregamos este nuevo número de nuestra revista . ¿Alegría fruto de entrega y sacrificio? ¿Acaso elaborar esta revista cuesta tanto? No, por supuesto, me refiero más bien a la alegría que Jesús prometió a los que le siguieran hasta la cruz y hasta el compromiso de entregar la vida hasta el final: “En verdad, en verdad les digo que llorarán y se lamentarán, y el mundo se alegrará. Estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en gozo” (Jn 16,20). Esta verdad que Jesús anunció a sus discípulos en el cenáculo durante su discurso de despedida, sigue siendo vigente hoy. El mundo conoce un cierto tipo de alegría que termina convirtiéndose en frustración y tristeza; el discípulo conoce la tristeza, sí, pero la tristeza y el lamento, que se transforma en el gozo de los bienaventurados; en una alegría que solo puede dar como un regalo del cielo el Espíritu Santo. Agradecemos a todos el amor que le tienen al Seminario. Gracias por estar siempre con nosotros en este camino de formación, que a pesar de tantas adversidades por la que ha pasado la Iglesia, que a veces parece tambalearse o hundirse en el océano, ustedes siguen creyendo y fortaleciéndola.

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Pbro. Juan Carlos Arcq Guzmán Rector


VocaciónEs

Uno de los miedos más grandes al que nos enfrentamos como humanos es el temor a la muerte, enfocando nuestra mentalidad en este mundo como el único y que no se aspira a nada más. El cristiano debo mantener la esperanza de que este mundo no es lo único que hay, tenemos una promesa hecha en Jesús de que, si nos mantenemos fieles a sus mandatos Él estará a la puerta de su Reino esperándonos con los brazos abiertos. El mismo Apóstol san Pablo nos lo dice en su carta a los filipenses: “pues para mí la vida es Cristo y la muerte una ganancia” (Fil 1,21). Basados en esta afirmación podemos decir que el morir es el inicio de nuestro verdadero vivir, puesto que así mantenemos nuestra

realidad unidad a la de Jesús, Él estará con nosotros y seremos plenamente felices. No debemos desanimarnos por esta realidad, ciertamente que para algunos es incierto lo que pasa al morir, y solamente uno ha regresado y ese es Cristo. Espero en Dios encuentren fortaleza y si hoy nos duele el saber que tenemos que salir de este mundo, nos consuela la esperanza de que no saldremos en vano sino a un encuentro de amor duradero y único: la unión con Dios. Víctor Adán de la Cruz Tercero de Teología

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Entérate

A lo largo de nuestra vida, vamos teniendo experiencias en los diferentes contextos de nuestra vida social, que van marcando para bien o para mal nuestro presente, y éste, afectando a su vez al futuro. En nuestra sociedad actual, es muy común que queramos tomar nuestras propias soluciones ante estos acontecimientos, asumiendo las consecuencias de nuestros actos. El problema comienza, cuando actuamos de manera egoísta; sin pensar que algunas de nuestras actitudes o decisiones pueden afectar a otras personas. Entonces ¿Cómo debo de actuar? o ¿A quién debo acudir para no obrar mal ni conmigo, ni con los demás? La respuesta para nosotros los católicos es muy fácil: “Jesús”. Cierto, es muy fácil decirlo, pero ¿Cuántos de nosotros lo hacemos consciente y vivencialmente en nuestro día a día?

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No nos habla de alargar nuestra vida aquí en el mundo, en la tierra, sino que nos da a entender que, en su acción en nuestras vidas, y el encuentro que cada uno de nosotros tenemos con Él, nos da vida, esperanza, amor, alegría que nos conducirán a una vida plena y feliz, en una realidad trascendente que nos muestra el rostro de Dios Padre. No olvidemos tener en cuenta que, en todo nuestro caminar en la verdad hacia la vida, está la acción del Espíritu Santo, pues no podríamos encontrarnos con el Padre y con el Hijo, si no somos movidos por Él. ¡No tengas miedo de comenzar este encuentro con Jesús! Deja que Él moldee tu vida, que Él sea quien transforme tus miedos, tus debilidades en este nuevo camino iluminado por el Espíritu Santo para llegar a la verdad, y así poder contemplar a Dios Padre en la plenitud de nuestra vocación: la Santidad.

Sergio Iván Aguirre Tercero de Teología

Bibliografía 1. Encontramos las bases en el prólogo del Evangelio de San Juan, cuando dice: «A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo Unigénito, que está en el seno del Padre, él lo ha contado» (Jn 1, 18). 2. Jesús nos dice: «Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz» ( Jn 18, 37). 3. «El que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna» (Jn 4,14).

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Conoce

NO TE VAYAS SIN DEJAR FRUTO

Vida y muerte es un binomio que todos para las etapas de la vida. conocemos. Desde el momento de nacer, Dios nos llama a ser felices y dar frutos en Tomando este camino de la naturaleza me permito hacer una comparación. Imagineel amor. mos por un momento que podemos hablar Hoy nos gusta lo inmediato en todo, por con un bebé que crece junto al corazón de eso es difícil reflexionar en estas realidades su mamá y decirle: -un día vas a salir de ahí de la existencia cuando lo que buscamos y con tus ojos mirarás los colores el azul del es la vida y escondemos el sufrimiento y la cielo, el verde de los árboles y las praderas. muerte. Es necesario un esfuerzo para visi- Sentirás el perfume de las flores, verás los tar a un amigo o pariente enfermo; aunque colores de las mariposas, escucharás el cansolo lo hagamos brevemente. Molesta todo to de las aves y tanta música bella. Con tus lo que nos detenga en la carrera por disfru- pies vas a caminar y correr para disfrutar del tar el momento. El avance de la tecnología viento y del agua, y con tus manos harás una en todas las ramas nos parece inalcanza- caricia a mamá y papá y recibirás su cariño. ble por la rapidez de su desarrollo; pero en frente a esta situación la naturaleza mantie- El bebé desde ese lugar calientito, lleno de ne sus tiempos, para la germinación en las cuidado nos contestaría: -No me molesten cosechas, para el cambio en las estaciones, estoy bien, en paz. No entiendo, qué es eso de colores. De mamá, de viento. 10


¡No entiendo! ¡Déjenme descansar! Tendríamos que convencerlo, decirle: -Confía en mí, créeme, sigue creciendo cada día; al nacer verás poco a poco lo que te he dicho y podrás disfrutar de la vida. A veces nosotros nos sucede lo mismo que al bebé. Dios envía a su Hijo para salvarnos y construir un reino de paz y justicia, nos llama a participar en su edificación, unidos a Él. Pero estamos tan llenos de invitaciones y tareas que muchas veces no entendemos, ¿cómo, nos invitas a construir un mundo de paz con tanta violencia? ¡Sí! nuestra vida es un tiempo de construir, de sembrar. Jesús predica una parábola para decirnos que ningún momento es tarde para unirnos a Él con todo el corazón, nos dice que un hombre salió a contratar obreros para su viña los buscó muy temprano, luego volvió a media mañana y por la tarde y a todos los llamó. Algunos los encontró en la plaza, pasando el tiempo, desanimados por que no habían sido contratados (Mt. 20, 1-16). No le detiene la edad ni la historia de cada uno, basta que llenos de ánimo deseemos seguirlo en verdad,

confiando en su palabra para transformar nuestra realidad. Pensando en esa realidad de vida-muerte los cristianos de oriente en sus pinturas religiosas, los “íconos”, se realizan bajo la dirección de un maestro; casi siempre un monje. Cada ícono tiene una catequesis en el significado de sus colores, en su composición, en sus detalles, no solo en línea artística; pide una lectura del mensaje espiritual que se hace oración. Así, al plasmar el nacimiento de Jesús lo presentan envuelto, según la costumbre judía de tiempos de Jesús, de una manera que parece un difunto embalsamado, rodeado de un marco obscuro. Así recuerda a quien lo contempla, dos momentos de Cristo, su nacimiento de la Virgen María y su triunfo en la Resurrección venciendo a la muerte. Momentos de amor y de inicio de una vida nueva.

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También nuestro Pueblo profesa con sencillez su fe en la vida después de esta vida, cuando con flores de cempasúchil, marcan el camino para que lleguen los seres queridos que han muerto. Primero los niños el día primero de noviembre y los adultos como fieles difuntos el día dos. Lo celebran en el altar de la familia ofreciendo la comida y los gustos de quien se ha marchado. El tañer de las campanas del templo les recuerda la oración y llenas de fe y alegría, proclaman la vida en una religiosidad popular que debemos comprender y a veces purificar, pero siempre afirmando la eternidad de la vida. En una palabra, estos meses de noviembre y diciembre nos recuerden la presencia de Dios, primero en “los santos de la casa de junto”, como dice el Papa Francisco; luego en los difuntos, pensando en las benditas ánimas del purgatorio. Que estas memorias nos dispongan a transformar nuestra vida para nacer en Cristo a una vida nueva. Pbro. Gerardo Charles Auxiliar de Espiritualidad y prefecto de Pastoral

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La vida es Compartir con ustedes la alegría de la vocación es fruto ciertamente de renuncias, de sacrificios, de haber dejado todo lo que muchos jóvenes anhelan, por “encerrarnos” en el Seminario para prepararnos no a una vida de éxito profesional, sino a una vida de entrega y sacrificio. Eso y solo eso significa ser sacerdotes al estilo de Jesús. Hace unos días dialogaban, en un campamento de Misión Pro (nuestro grupo de adolescentes del Seminario). Uno de ellos preguntaba durante la cena a su compañero si había pensado en ser seminarista, a lo que el interrogado preguntó ¿a qué se debía el cuestionamiento?

Cristo

Es el amor auténtico a Jesús y el creer que Él está vivo y que “la vida es Cristo y la muerte una ganancia” (Fil 1,21) lo que puede hacer que un adolescente esté dispuesto a sufrir para encontrar desde esa entrega, la dicha perfecta como le llamaba San Francisco de Asís. Hoy en día, en este mundo tan lleno de ofertas de felicidad, muchas veces pasajeras, la alegría de la vocación sacerdotal se convierte en un bello testimonio de fe que, aunque cueste, es en verdad un camino de realización.

El adolescente que sí tenía inquietud le explicó: “Es que los seminaristas son las personas más felices que conozco”. Cuando escuché aquella anécdota me alegré mucho y recordé los rostros de los seminaristas de preparatoria, casi siempre alegres; con una alegría natural y auténtica, que sólo puede ser fruto del Espíritu. ¿Cómo es posible (se podrá preguntar alguien) que un joven que a tan temprana edad ha renunciado a tener novia, a estudiar para ser rico y a su libertad de andar donde quiera para internarse en el Seminario, pueda ser tan feliz? La respuesta nos la dan los mártires, modelos de fe como San Teófimo nuestro santo patrón (mártir de los primeros siglos de la Iglesia) y como San José Sánchez del Río (mártir adolescente mexicano) que no temieron morir antes de negar su fe en Cristo.

Pbro. Juan Carlos Arcq Guzmán Rector

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Llamados para servir

La juventud es una etapa llena de sueños, planes y fuerza de vida. Es esperada por la niñez por la libertad que representa y anhelada por la adultez cuando se busca tener las mismas fuerzas para hacer todo lo que se desea hacer. Sin embargo, no se vive joven solamente una vez. Es en el corazón donde podemos vivir una eterna juventud y aprovechar todo lo que ella nos da para vivir en plenitud. La felicidad, por otro lado, es un tema muy moderno y actual. En infinidad de lugares nos dicen “cómo ser feliz”; inclusive existen certificaciones, talleres, cursos y diplomados sobre la felicidad. Y, si hablamos de vocación, no podemos dejar fuera la felicidad ni la juventud. Primero, la juventud está ligada a la vocación, no porque sea necesario ser joven para responder a Dios; sino porque es necesario mantener el corazón joven para estar siempre disponibles para

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responder a las continuas llamadas que Dios nos hace a lo largo de nuestra vida. Y la felicidad, porque la llamada de Dios a un camino concreto nos lleva siempre a ser felices. La felicidad no significa no tener problemas o no enfrentarse con dificultades, este es uno de los engaños principales que el mundo intenta anunciar. Ser feliz significa ser pleno, vivir desde lo mejor de nosotros mismos, es sentirnos vivos donde estamos y con lo que hacemos aún y con dificultades, con dolores, y obstáculos. Es aquí donde se conjuntan los tres elementos: juventud, felicidad y vocación. ¿Cuántas veces no ha pasado que el ritmo de vida que llevamos o lo que hacemos no nos lleva sentirnos plenos? A la pregunta de “¿eres feliz?” solemos responder con un “sí, creo que soy feliz pero….”. Ese “pero”


es un vacío que no se llena con nada de lo moderno de la vida ni con el dinero ganado en el trabajo ni con las cosas que podemos conseguir. Si mi corazón es joven y voy a donde Dios me llama, mi vida se convierte en un anuncio feliz de la presencia amorosa de Jesucristo en medio del mundo. Mi vida es entonces anuncio de amor, compasión, misericordia y ternura, porque soy feliz siguiendo sus huellas, porque ¡La alegría anuncia que Jesús vive entre nosotros! El llamado es una invitación gratuita de Dios para vivir plenos, libres y felices. Él nos llama según quienes somos, con dones específicos, por una razón en particular: ya pensaba en nosotros, cuenta con nuestro “sí” en su proyecto de amor. Me gusta pensar que somos un sueño de Jesús: un sueño que está llamado a hacerse realidad: una vida que sea vivida tocando corazones para que vuelvan a Él.

El único camino para ser feliz entonces es seguir a Jesús, dejar que nuestro corazón, en esa eterna juventud escuche su voz, caminar tras sus pasos, responder a sus llamados y tomar el riesgo de entregar todo para ir con Él. Es escucharle y dejar que el corazón responda para impulsarnos a descubrir ese proyecto de amor que nos ofrece Dios para que seamos plenos y felices.

Diác. Hugo Eduardo Lara Quinto de Teología

La pregunta que necesitamos dejar resonar en el corazón es entonces: ¿quieres ser realmente feliz? El encuentro con Jesús nos lleva a descubrir lo que Él quiere de nosotros, nos habla al corazón y busca que, desde la libertad que nos regaló, le digamos que sí a ese proyecto o vocación específica a la que nos llama. No hay mayor alegría ni felicidad que darse al Señor pues es Él quien nos promete eso, que nadie más en el mundo nos lo puede dar, y que es lo que hace pleno el corazón del hombre y motiva a seguir adelante.

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