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Desde Rectoría Vocación y castidad La Virgen María compañera en el camino vocacional San Juan Diego: una mirada a la sencillez México no se entiende sin ella
Visita del Papa Francisco a la Basílica de Guadalupe México, en el año 2016
El Ministerio Sacerdotal desde la mirada maternal de María
Consejo Editorial
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Rector/ Pbro. Juan Carlos Arcq Guzmán Coordinador Dept. Comunicación/ Pbro. Darío Fco. Torres Rodríguez Director Editorial/ Héctor Morales Montes Consejo Editorial/ Pbro. Darío Fco. Torres Rodríguez/Lic. Adriana Martínez del Río Equipo de Redacción/ Lic. Adriana Martínez del Río/ Gilberto Pérez Castro/ Silverio Ramírez Pereyra/ Luis Humberto Saldívar/ Héctor Morales Montes/ Pbro. Marcos Montealvo Diseño/ Lic. Mayra Gómez González/ Lic. Juan Luis Oliva Silva Fotografías/ Lic. Mayra Gómez González/ Lic. Juan Luis Oliva Silva/ Tiraje: 14,500 ejemplares Impreso: Enfoque Gráfico
REC TO RÍA
Una mirada hacia el futuro
Muy queridos hermanos y hermanas que integran la familia del Seminario de Monterrey: ¡Paz y bendición para ustedes y sus familias! Les entregamos con alegría este nuevo número de nuestra Revista , esperando les sea de mucho provecho espiritual. Se acerca el Adviento y con este también se acerca la celebración anual de las apariciones de la Virgen de Guadalupe. Como Iglesia de México queremos alzar la mirada hacia el año 2031, año en que celebraremos los 500 años de este acontecimiento, que cobra mayor realce en el año 2033 cuando cumpliremos 2000 años de la Redención de Cristo. Nuestros obispos en México nos invitan a revisar nuestro camino como Iglesia a la luz de estos dos acontecimientos: “Dos milenios de la Muerte y la Resurrección del Redentor, de su Ascensión y del envío del Espíritu Santo en Pentecostés, no son ocasión para una simple fiesta de aniversario, sino el motivo para una gran celebración en la que no hacemos sólo un recuerdo de la Redención, sino de lo que somos, vivimos y experimentamos más plenamente y de modo actual... no se le mira como una fecha para saber qué día es hoy numéricamente, sino para preguntarse cuál es la calidad de las relaciones con las que hoy se convive y se construye toda sociedad. Por ello, los Obispos queremos preguntarnos: ¿cómo es que la Iglesia que peregrina en México vive y actualiza la Redención de Cristo?, ¿cómo ella edifica una comunidad en la que los creyentes viven más plenamente (divinamente) su humanidad? Además, no podemos menos que preguntarnos por el modo como la Iglesia misma, ha cumplido la misión de anunciar la Buena Nueva de la Redención” (PGP 5-6). Agradezco a Dios por cada uno y cada una de ustedes, que esperan con alegría cada número de nuestra revista San Teófimo y pido a la Virgen de Guadalupe nos cubra con su manto, nos consuele y proteja.
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Pbro. Juan Carlos Arcq Guzmán Rector
VocaciónEs
Vocación y castidad Vocación y castidad, dos palabras que quizá sean fácil de definir, pero en el diario caminar son difícil de escuchar y vivir. Si volteamos a ver todo lo que ofrece el consumismo y el individualismo, encontramos que estas dos palabras no ofrecen lo que el mundo nos da. La vocación ofrece el discernimiento, por el cual entramos en lo más profundo de nuestro ser para reconocernos como hijos amados por Dios, capaces elegir. La vocación también ofrece entrar en un dialogo personal con Dios, que nos ayuda a descubrir nuestro verdadero camino a la santidad dando una respuesta libre que significará una donación a Dios y a nuestros hermanos. Junto al don de la vocación, tenemos la castidad, regalo de Dios a la humanidad que nos une a Él en la ternura de su amor. Tristemente se cree que la castidad es sólo para los "padrecitos y las monjitas", aunque están llamados a vivirla, no se limita a la continencia por el Reino de los Cielos (eso es el celibato, cosa distinta); la castidad se puede vivir en cada persona, sacerdotes,
religiosas, solteros y matrimonios, pues la castidad es el recto uso del amor humano. Podemos finalmente dirigir nuestra mirada a María Santísima, un gran ejemplo de la castidad y servicio. Ella que fue inmaculada desde su concepción, nos enseña cómo vivir este don: en el llamado de María, ella responde con una entrega total, tanto que es capaz de autonombrarse la sierva de Dios. La vocación y la castidad, son un llamado a servir al igual que nuestra Madre del Cielo, no con manifestaciones extraordinarias, sino con los pequeños detalles que encontramos en las diversas situaciones de la vida. Hoy la Iglesia necesita de cristianos que respondan al llamado de Dios para ser mensajeros de su ternura y de su amor. Gilberto Pérez Castro Segundo de Filosofía
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Silverio Ramírez Pereyra Segundo de Teología
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Vida e Historia
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San Juan Diego:
Una mirada a la sencillez La vida de los cristianos debe ir encaminada y acompañada por virtudes tanto humanas como divinas que nos permitan orientarnos en el camino que nos hará encontrarnos con Dios nuestro Creador y Señor. Y dichas virtudes tenemos que ir desarrollándolas en cada paso que demos como lo han hecho infinidad de hombres y mujeres en sus vidas cotidianas. En la actualidad pareciera que carecemos de ejemplos reales y cercanos que nos permitan aventurarnos en los grandes misterios de la vida para caminar con confianza y sentido, direccionándonos a un fin prometedor. Pero esto no es así, gracias a Dios existen diversidad de ejemplos que han tenido una fe bien cimentada, una esperanza prometedora y una caridad sustanciosa. En México la persona de Cuauhtlatoatzin (nombre indígena) o Juan Diego (nombre cristiano) fue capaz de acoger con mucha prontitud la llamada de Dios en María Santísima de Guadalupe.
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Juan Diego se caracterizaba, entre los suyos, por ser un hombre atento a las necesidades de los demás (cuidando a su tío Bernardino), trabajador (haciendo matas para vender y llevar el sustento a su casa), aten-
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to y dispuesto en realizar su responsabilidades como esposo, un hombre que por naturalidad cumplía con la voluntad de Dios sin conocerla aún, sólo hacía lo que le correspondía hacer. De tal forma, que cuando comienza a recibir la instrucción catequética por mediación de los frailes franciscanos no duda en seguir el camino que ya llevaba. Este gran hombre abrazó la fe católica poniéndola por encima de su cultura chichimeca de la zona de Texcoco, debido a lo que estaba descubriendo en las enseñanzas recibidas, hacía que se enamorara más de Dios, tomando un verdadero sentido en su actuar, siendo paciente, bondadoso, nada envidioso, ni jactancioso, tampoco orgulloso (Cfr. 1 Co 13, 4-13). El acontecimiento guadalupano no podía suceder sin que Dios pusiera su mirada en alguien como Juan Diego, un hombre limpio de corazón (Cfr. Mt 5,8). Nuestra Madre del cielo reconoce la sencillez de este indio y confía en él para compartir con todo el mundo el mensaje de salvación que traía en su vientre, y quien mejor que el bienaventurado Juan Diego para ser el portavoz para el pueblo mexicano.
Mirar la vida y obra de Juan Dieguito, es mirar un camino de santidad, cercano y posible del cual tanto tú como yo podemos imitar, para mejorar nuestra relación con Dios y con el prójimo. Si en verdad queremos ocupar una de las habitaciones que Dios nos tiene preparadas, despojémonos de todo aquello que nos estorba y revistámonos de los dones y carismas ya recibidos. Que a ejemplo de san Juan Diego, Dios vea nuestra sencillez y limpieza de corazón para acoger su misterio redentor y salvador, y que María Santísima de Guadalupe vaya encaminándonos de su mano para lograrlo como lo hizo con el más pequeño de sus hijos. Luis Humberto Saldívar Segundo de Teología
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México
No se entiende sin Ella
La madrugada del 12 de diciembre de 1531, la nación completa vivió un cambio en su identidad como tal. Fue la misma señora del cielo, quien tomando al más sencillo de sus hijos, decidió plasmar la huella de su amor en el más burdo de los lienzos. Así, México fue adquiriendo una identidad única, no solo espiritual, sino social, política y antropológica. Si nos remontamos a la historia de nuestro país, la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe ha sido protagonista de algunos sucesos que han marcado el rumbo de nuestra historia. En la Independencia de México, Miguel Hidalgo, portando el estandarte con la imagen de Guadalupe, se armó de valor para convocar al pueblo e iniciar la lucha por la independencia. De igual manera, en la persecución religiosa que sufrió México en 1926, el estandarte de la Guadalupana encabezaba las marchas; y el último grito de los mártires fue: ¡Viva Cristo Rey, Viva la Virgen de Guadalupe!
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Conoce
En la actualidad el acontecimiento Guadalupano sigue causando admiración, sigue estremeciendo la piel de hombres y mujeres que contemplan su imagen. Son innumerables los altares que nos encontramos hechos en su honor, miles de imágenes pegadas en carros, autobuses, ventanas y puertas. Podemos escuchar canciones de género popular, y en muchas de ellas se hace referencia de la Guadalupana. Unos la llaman la Señora, la Morenita, la Madre de todos, la Señora del Tepeyac.
que se quiere dejar amar por la Madre, por su Madre, Nuestra Madre. No perdamos de vista que el anuncio de Santa María de Guadalupe es su Hijo Jesucristo, el Verdadero Dios por quien se vive. Quien la ama a Ella, lo ama a Él. Gracias Guadalupe por darnos identidad como pueblo y nación; pero más por darnos a tu Hijo Jesús, “quien nos amó y se entregó por nosotros” (cfr. Ga 2, 20).
La identidad antropológica de nuestro país se ve enriquecida por su amor y cercanía. Su imagen es un códice cargado de símbolos, dictado en un lenguaje ordinario, pero significativo. Basta con tan solo mirarla, para dejarte cautivar por su esencia única e inigualable. Han pasado ya 487 años de su aparición, muchas generaciones, muchos cambios culturales y evolución de pensamiento; pero su presencia entre nosotros sigue vigente. En la última visita del Papa Francisco a México, en su discurso de despedida en Cd. Juárez Chihuahua, antes de regresar a Roma, afirmó: «México no se entiende sin Ella». En la realidad de nuestro ser mexicano, las palabras del Papa nos dice mucho, México ha culturizado y ha entendido muy bien este magnífico hecho. Éste 12 de diciembre, no lo veamos como un día ordinario, como un recuerdo más de algún hecho ocurrido en el pasado. Al contrario, tenemos que sentirnos orgullosos de ser mexicanos, de ser Guadalupanos. El 12 de diciembre tendrá que ser un día de fiesta, día de celebración nacional, sin importar, raza, lengua, condición social. El amor de ella hacia nosotros, es para todo aquel
Héctor Morales Montes Primero de Teología
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El Ministerio SACERDOTAL
Desde la mirada maternal de María Ordinariamente cuando nos piden escribir sobre un tema, tendemos siempre a leer e investigar para fundamentar lo que decimos; muy poco, o con menos frecuencia compartimos nuestra propia experiencia, para esta revista me han pedido que les escriba sobre el ministerio sacerdotal desde la mirada Maternal de María. Les comparto desde mis diez años de vida sacerdotal que Dios me ha concedido. No es posible concebir el ministerio sacerdotal sin una relación con la Madre de Dios, de una u otra forma, quien más, quien menos, la considera y toma en cuenta. Tomar en serio la vida cristiana implica considerar un lugar especial a María, creo que por eso muchos santos recomiendan la devoción a la Virgen María; también la liturgia sobre todo después del Vaticano II nos recomienda venerar su memoria: “conviene también que veneren la memoria ante todo de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo nuestro Dios y Señor”. (LG 52).
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Llamados para Servir
Venerar la memoria. En la plegaria Eucarística de cada Misa la mencionamos: “que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad, junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios” (Plegaría III). Pero, ¿Qué significa venerar la memoria? Venero la memoria de María cuando me comporto y vivo como un auténtico discípulo, haciendo lo que Jesús su Hijo nos enseña, venerar su memoria es amar a su Hijo, respetar y cuidar a todos los hombres por los que su Hijo se ofreció. El mayor regalo que le podemos hacer a una mamá es que se lleven bien los hermanos, así que, honramos la memoria de María cuando nos comportamos como verdaderos hermanos. ¿Cómo ha sido mi relación con María en mi vida ministerial? Sin duda que no inicia con mi sacerdocio ministerial, tiene una historia más remota. Me recuerdo de pequeño, con mucho agrado, que en casa mi mamá nos enseño e inculcó el rezo del Rosario, rezábamos en familia, cada uno de mis her-
manos un misterio, algunas veces íbamos a ofrecer flores, incluso nos llevaba al Rosario de Aurora. Ya, una vez siendo sacerdote, me gustaba promover el Rosario de Aurora en las fiestas patronales; algo que aprendí desde niño y ahora puedo realizarlo como pastor. Finalmente ¿dónde veo la mirada maternal de María en mi vida? María como toda mamá esta siempre ahí, callada, intercediendo e interviniendo en lo esencial, en los momentos difíciles, complicados, siento que me dice como a San Juan Diego. No temas, no te aflijas, no tengas miedo “que no estoy yo aquí que soy tu Madre”.
Pbro. Marcos Montealvo Vice-Rector Seminario de Monterrey y Coordinador del Instituto de Teología
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