San Teófimo | No. 138

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Desde Rectoría La aventura de la vocación La escucha: clave para un discernimiento vocacional Caminar es de valientes La parroquia: camino de plenitud sacerdotal

Ordenaciones Sacerdotales 2018 en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe

Paz para discernir

Consejo Editorial

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Rector/ Pbro. Juan Carlos Arcq Guzmán Coordinador Dept. Comunicación/ Pbro. Darío Fco. Torres Rodríguez Director Editorial/ Pbro. Darío Fco. Torres Rodríguez Consejo Editorial/ Pbro. Darío Fco. Torres Rodríguez/Lic. Adriana Martínez del Río Equipo de Redacción/ Lic. Adriana Martínez del Río/ Luis Ángel Garza/ Ernesto Padilla/ Luis Rosendo Mtz./ Edgar Fabián Cruz/ Luis Carlos Solís/ Pbro. Darío Fco. Torres Diseño/ Lic. Mayra Gómez González/ Lic. Juan Luis Oliva Silva Fotografías/ Lic. Mayra Gómez González/ Lic. Juan Luis Oliva Silva/ Sergio Aguirre/Víctor Rocha Tiraje: 14,500 ejemplares Impreso: Enfoque Gráfico


DESDE

REC TO RÍA

Caminar y discernir

Muy apreciados hermanos y hermanas, amigos y familia del Seminario de Monterrey. Reciban un afectuoso saludo. En esta edición de nuestra revista , queremos sintonizarnos con la XV Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos que se llevará acabo del 3 al 28 de octubre del presente año, cuyo tema es "Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional". Sin duda alguna, es de sumo interés para nuestro Seminario este sínodo, pues toca la esencia del llamado al sacerdocio: la juventud, el encuentro con Cristo y las decisiones que emanan para responder a la voz de Dios; ya que la vocación, como lo indica el Concilio Vaticano II expresa tanto el destino de todos los hombres a la comunión con Cristo (cfr. LG 3,13; GS 19,32) como el llamado universal a la santidad (cfr. LG 39-42). ¿Cuántos jóvenes de nuestras parroquias han hecho un alto para preguntarse por el sentido de su vida? ¿Somos una Iglesia cualificada para ayudar a los jóvenes con esta gran cuestión? Aprovecho para saludar a nuestros bienhechores espirituales y materiales, con el favor de Dios y su ayuda podemos seguir caminando por el sendero de la fe. ¡No dejes de orar por nosotros, no dejamos de pedir por ustedes!

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Pbro. Juan Carlos Arcq Guzmán Rector


LA AVENTURA DE LA VOCACIÓN ....................

Mi nombre es Luis Angel Garza González, tengo 18 años y estoy iniciando mi etapa en el Curso Introductorio en Allende, Nuevo León. Tenía 13 años cuando recibí la invitación a servir en la Parroquia de Nuestra Señora de la Merced. En la fiesta patronal de mi barrio, encomendado a San Martín de Porres, el padre Francisco Canales me invitó a servir en un grupo. Pasaron algunos meses y me convertí en monaguillo, un apostolado en el que siempre anhelé servir, fue ahí en donde el Señor me llamó. Cambié mi tiempo de “fiestas” por acompañar al párroco a alguna misa. Disfrutaba mucho acompañar al padre por su cercanía con los fieles, sus experiencias sacerdotales y sobre todo, su alegría que contagiaba al celebrar misa. Es un privilegio ser monaguillo, como diría la gente “estás más cerquitas de Dios”, y la verdad así pasa en cada Eucaristía. Como decía San Juan María Vianney “si supiéramos en verdad lo que ocurre en la misa, dejaríamos todo lo que hacemos para poder vivirla”. Fue allí donde se forjó más mi

vocación; sentí en un momento que Jesús me invitaba a ser parte de su obra, a dejarme guiar por Él. Me invitó a su barca y ahora estoy aquí, formándome para servirle algún día en ese altar de mi parroquia, ese altar donde muchas veces se ha celebrado la misa, y donde muchos sacerdotes han tenido la oportunidad de celebrar fervorosamente la Eucaristía. ¡Me encanta mi vocación! Gracias al servicio como monaguillo, pude recibir la invitación del Señor a seguirlo. Ese “sí” que le dije cuando acepté la invitación de mi párroco a ayudarle en la parroquia, lo digo todos los días en la misa diaria, ya sea en el seminario o en mi parroquia. Un “sí” que esperemos que siga permaneciendo en todos nosotros. Luis Ángel Garza Curso Introductorio

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LA ESCUCHA:

Clave para un discernimiento vocacional

¿Cómo puedo descubrir mi vocación? “Se puede hallar de muchas formas, pero toda vocación ya sea al matrimonio, al sacerdocio o a la vida consagrada, comienza con un encuentro personal con Jesús, que nos llena de inmensa alegría.” Es normal hacerte la pregunta ¿a qué estoy llamado? en una etapa en la cual sientes la necesidad de una mayor entrega a Dios, es aquí donde se hace aún más consciente el discernimiento espiritual en nuestras vidas. Y ¿qué es discernir? Es una palabra que define la acción y el efecto de distinguir bien las cosas utilizando la razón, es una capacidad que Dios nos ha dado a los humanos y es indispensable utilizarla en la opción

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vocacional. Pero en esta búsqueda ¿qué es lo que hay que discernir o qué debemos distinguir? Hay que discernir de entre todas las voces, cuál es la voz del Señor. “El discernimiento espiritual es la brújula que nos permite reconocer la acción del Espíritu Santo en nuestra vida, en nuestras comunidades y en el mundo. Hoy como ayer Dios continúa actuando y acompañando a su Iglesia, pero muchas veces no reconocemos su voz”. Oír, cualquiera lo hace y no requiere esfuerzo; “escuchar”, implica poner atención y es crucial para el éxito dentro de un diálogo. Dado que la vocación es la llamada


proveniente de Dios que nos propone un estilo de vida en el cual podemos realizar al máximo nuestro ser, la respuesta que queramos dar debería estar fundada en una escucha que supo percibir con atención cada palabra proveniente del Señor. La voz de Dios no es tan evidente como todo el ruido que aparece en nuestra vida cotidiana. Es necesario hacer un silencio interior para escucharle y así descubrirlo a través de su misma Palabra, por medio de otras personas, de la realidad social, contemplando y orando, e incluso a través de la voz interior que quiere ser atendida, y que es fácil callar con inseguridades, miedos, limitaciones, viejos estilos de vida. Algo muy importante que considero para lograr una búsqueda sincera, es el ser totalmente abiertos con el Señor. Él nos conoce completamente, en nuestros triunfos y fracasos nos ha acompañado durante toda la vida y quiere mostrarnos un nuevo camino, no tengamos miedo de ofrecerle nuestras fortalezas y debilidades. Pregúntale con fe y disposición a Dios: Señor, ¿Me llamas a la vida sacerdotal? ¿Me llamas a vivir la vida matrimonial? ¿Me llamas a la vida religiosa? Este consejo me lo dio un acompañante durante el proceso vocacional, me decía: “Tú pregunta, Dios te responderá”. Escuchemos la voz de Dios que sigue llamando, para ser continuadores de su misión de amor viviendo con alegría la vocación. ¡Abramos nuestro corazón a la acción del Espíritu Santo y dejémonos sorprender!

Ernesto Padilla Curso Introductorio

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Caminar

Es de valientes

Así de simple, quien se detiene no avanza, no llega a su meta, se frustra, se pierde, no comprende, entristece…y además lo mucho o poco que ha caminado no le dice nada, porque no ha alcanzado su meta. Gracias a Dios, este año pude participar de la peregrinación que como arquidiócesis hacemos a la Basílica de Guadalupe de la ciudad de México. Y en éste caminar descubrí 3 cosas importantes:

El pueblo de Dios tiene una gran necesidad: encontrar a Dios en sus pasos; saber que es Él quien nos guía y descubrir que no estamos solos en este caminar; sino que Dios mismo camina nuestros pasos y en muchas ocasiones, nos lleva en sus hombros. Cada uno de sus rostros decía demasiado, sea niño, joven o adulto; todos se veían contentos porque sabían que al final de esta peregrinación, nos encontraríamos con nuestro Señor Jesucristo en la santa misa. Yo pensaba: “cada uno viene con un número grande de gracias a entregar al Señor y pedir la protección de nuestra Madre del cielo”, todos de caminos paralelos, de realidades distintas, de caminos que sin duda, han de llevarnos a Dios.

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2 No caminamos solos. Para alguien que ha crecido en una educación cristiana, y con devociones Marianas; es imposible evitar emocionarte con escuchar el son de los danzantes, o el corear del canto a la “Guadalupana” o escuchar que alguien va rezando. Esta sensación, como la que experimentan los aficionados del fútbol cuando el equipo de sus amores gana; así lo experimenté yo, y creo que muchos hermanos que hicimos esta peregrinación. No estoy solo, tengo muchos semejantes y todos caminamos a un mismo destino, y mi fervor, pasión y amor alientan a otros. Esto se contagia, se transmite, se comparte en comunidad.

3 Tengo una meta, y ésa es el Señor. Hay un dicho que versa: “es mejor estar perdido que no saber a dónde ir”, por que quien está perdido sabe a dónde tiene que ir, y aunque se desvíe, él tiene una meta. Pero quien no sabe a dónde ir, ¿qué lo motiva a caminar, a avanzar, a esforzarse? “Derechito, derechito”- decía una señora a su hija- “esta la casa de Dios, y Él nos espera”. Y, así es, Dios nos espera. No sé cuanto más me quede por caminar en esta vida, pero les aseguro que yo no me quedo, no me detengo. Aunque estos tiempos sean difíciles de andar para todos, yo no me quiero quedar aquí, porque sé que alguien me espera más adelante. No sé tú, pero yo no me quedo aquí. Quiero luchar, cansarme, caminar, peregrinar, quiero ser un valiente que camina hacia la casa de Dios.

Luis Rosendo Martínez Segundo de Teología

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La Parroquia:

CAMINO DE PLENITUD SACERDOTAL Éste ciclo escolar, ha comenzado una nueva dinámica formativa con los alumnos que formamos parte del Cuarto año de Teología, ahora estamos más días en la comunidad parroquial que se nos da designado. Mis compañeros y un servidor comenzamos con esta nueva etapa dentro del Seminario, llenos de alegría y mucho entusiasmo, a cada uno nos esperaban retos y desafíos. Es así como llegué a la comunidad de la

parroquia de la Santa Cruz en Apodaca, para desempeñar el ministerio diaconal que recibí por gracia de Dios el pasado 9 de septiembre del 2017, en la Basílica de Nuestra Señora del Roble. En la parroquia pude descubrir en primer lugar, el don del diaconado que había recibido. Bendecir en nombre de Dios ha sido y seguirá siendo una de los gestos que me estremecen; compartir la Palabra de Dios en las celebraciones e ir viendo el paso de Dios en nuestra vida; servir dentro de las celebraciones litúrgicas y compartir con las personas más necesitadas de esa comunidad. Fui descubriendo que Dios habita entre nosotros y siempre sale a nuestro encuentro. Me di cuenta que todos estamos llamados a la santidad, “todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra” (GE 14), cada cristiano ha de descubrir en su vocación concreta la plenitud a la que Dios nos llama, sin miedo a ser santos. La santidad es de quien se arriesga y de aquel que se atreve a ir por su camino siempre de la mano de Dios. Precisamente, he descubierto que el sacerdote ha de encontrar su


plenitud de vida en la misma vida parroquial; ha de ver en los niños del catecismo, la sencillez, la espontaneidad de su sonrisa y el deseo sincero de querer ver a Dios; en los adolescentes, tendrá que ver el Dios que no envejece y que en Él siempre existe novedad, porque todo lo hace nuevo (Cfr. Ap. 21. 5); el sacerdote ha de ver en los jóvenes, una búsqueda, una esperanza y en la esperanza una alegría; en los matrimonios, el sacerdote debe experimentar el rostro del amor desinteresado y filial de Dios; y en la gente mayor, el presbítero debe encontrar la voz de la experiencia, en los tiene que ver la potencial capacidad de ser siempre nuevos. Para que la parroquia sea el camino de la plenitud sacerdotal, la vida del presbítero debe de tener como centro a Jesús mismo, es en la oración personal e íntima con Cristo, donde iremos experimentando nuestra plenitud. Por último, he descubierto en este año que la comunidad no solo ora por las vocaciones, sino que también forma sacerdotes.

Edgar Fabián Cruz Cuarto de Teología

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Luis Carlos Solís Primero de Filosofía


Paz

PARA DISCERNIR Siempre que me ha tocado hablar de discernimiento vocacional con algún joven, retomo una idea del propio discernimiento ignaciano: ”para saber si el discernimiento de espíritus es bueno, es necesario que en el corazón haya paz y gozo”. Paz que sólo nos da Jesús.

hace, los pone en aprietos, no encuentran la solución al desprendimiento, a la renuncia, al seguimiento radical de Jesús. Muchos otros viven sin paz, no porque la mirada de Dios se haya escabullido; sino por el afán permanente de repudiar su mirada.

La paz que Dios da se percibe, siempre y He escuchado que algunos sufren por no cuando, uno acepte la mirada de Dios en atender el llamado que intuyen en su vida, su vida. Y es que a veces vivimos desacreotras percibo, cómo el llamado que Dios les ditando la mirada de Jesús, haciéndonos indiferentes a su mirada. Difícil de enten14


der, sobre todo porque la mirada de Dios es Jesús en la cárcel, en el hospital, en donpermanente. de nos realizamos, en la vida misma, nos hace libres. Nos da la seguridad de no estar La paz que Dios da, genera en nosotros la abandonados y aunque la soledad nos pueconfianza de sentirnos respaldados por Je- de jugar el duro truco de la desconfianza, sús. Y es entonces que en nuestro discerni- Dios no nos abandonará jamás. Su permamiento brilla la luz de la quietud. ¿Qué ha- nencia real, nos da la fortaleza de seguirlo, cer cuando no hay paz? su permanencia real nos da la certeza de que existe, de que va a nuestro lado y se la Ahora bien, dentro del discernimiento vo- juega con nosotros. cacional, no perder la paz, es algo muy importante. Este anhelo del corazón suena Por eso la importancia de comer su Cuerpo en nuestro interior, y con ello el camino y su Sangre, de comer su Palabra, de tees más fácil. No pierdas de vista que Dios nerlo siempre con nosotros, buscar estar está contigo, que su mirada permanece, siempre con Él. Sabiendo que Él vive con que aunque llevamos la gracia en vasijas de nosotros es una motivación siempre nueva: barro; Jesús es el primero que se arriesga Les dejo la paz, les doy mi paz. La paz que con nosotros, se sube a nuestra barca y nos yo les doy no es como la que da el mundo. pide que lancemos las redes. Y es enton- Que no haya en ustedes angustia ni miedo, ces en que la decisión de seguir a Jesús se es la certeza de que está con nosotros, de hace más llevadera, es en su nombre, con que nos mira con amor y no nos abandona. la confianza de que Jesús está conmigo, en En tu discernimiento vocacional, pregúntaque me puedo lanzar, en que puedo remar te: ¿Qué tanto siento la mirada de Dios en hacia adentro del mar. No sé qué tantos pe- mi vida? ¿Me oculto ante ciertas acciones? ces pescaré, pero estoy seguro y confiado ¿Permito que mi única seguridad sea Jesús en que él me ha pescado a mí y yo lo he o busco otras seguridades que compensen pescado a él. mi vida? Cuando comulgo en la Misa, ¿Percibo la presencia amorosa de Jesús que me Confiar en Jesús nos trae la paz, incluso mira con amor y no me abandona? ¿He toen la adversidad, nada puede quitarnos la mado decisiones vocacionales sin paz? ¿He paz del corazón. Leemos al Cardenal Van pedido ayuda ante esto? Thuan, en su libro, “Cinco panes y dos pePbro. Darío Torres ces” que, ante la dura crisis que percibía Director Espiritual al estar en la cárcel, saberse acompañado Seminario Menor por Jesús lo hacía libre. La permanencia de

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Ordenaciones

SACERDOTALES

2018

Les compartimos con inmensa alegría, que el pasado mes de agosto se celebraron Ordenaciones Sacerdotales en nuestra Arquidiócesis, llenándonos de gozo ante la llegada de nuevas vocaciones sacerdotales, que tanta falta nos hacen. Rogamos a Dios para que sean fieles y vivan siempre enamorados de Cristo. Los nuevos sacerdotes son: P. Edgar Fabián Cruz del Ángel Vicario parroquial en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe P. Eduardo Alberto Mata Ortiz Vicario parroquial en la Santa Cruz (San Nicolás de los Garza) P. Gabriel Everardo Zul Mejía Vicario del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe (Cadereyta) y Capellán del CERESO de Cadereyta. P. Hugo Enrique Garza Navarro Vicario parroquial en el Señor de la Misericordia (Monterrey)

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P. Jonathan García Galaviz Vicario parroquia en Nuestra Madre Santísima de la Luz (Monterrey) P. José Alberto Estrada García Promotor Vocacional (Centro Vocacional de Monterrey) P. José Juan Montalvo Valdés Vicario parroquial en Nuestra (Guadalupe)

Señora de Guadalupe

P. Luis Alonso Chávez López Adscrito a la Curia Arzobispal P. Omar Alejandro Flores Soto Vicario parroquial de San Jerónimo (Monterrey) P. Rafael Amador García Saucedo Vicario parroquia en Espíritu Santo (Guadalupe) P. Rafael Antonio Hernández Vicario parroquial en San Pablo Apóstol (Monterrey)

Mons. Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Monterrey, pidió a la comunidad seguir unida en oración por estos jóvenes sacerdotes, que han recibido la bella encomienda de seguir los pasos de nuestro único Pastor, Jesucristo.



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