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Nuevo país de las letras COMPILADOR Antonio López Ortega
Santiago Acosta «El poeta debe deshacer el camino andado» Poeta y ensayista, cursa el doctorado en Culturas Latinoamericanas e Ibéricas de Columbia University. Cofundó la revista de poesía El Salmón, ganadora del Premio Nacional del Libro en 2010. Ha publicado Detrás de los erizos (2007) y la plaqueta Caracas (2010). Es licenciado en Letras y magíster en Literatura Venezolana por la UCV. En San Francisco codirigió la revista académica Canto: A Bilingual Review of Latin American Civilization, Culture, and Literature. TEXTO MARIZA BAFILE | FOTOS OLIVER KRISCH
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a mirada anárquica lo delata. El rostro joven, el pelo rebelde, le confieren una personalidad singular. Cierta candidez de alma antigua, lejos de sobrevolar la existencia, lo obliga a hundirse en ella. Santiago Acosta descubrió la poesía siendo un adolescente. Hurgaba librerías, buscaba páginas que pudieran saciar su ansiedad de palabras. Esos primeros libros que, por económicos, llenaban las casas de la clase media venezolana, cambiaron su vida. La poesía se le vuelve íntima cuando descubre los versos de Oliverio Girondo. Fue como una pasión que lo arrastró con la fuerza de las pasiones que no conocen el paso del tiempo. «En esos primeros años, leí a muchos autores venezolanos de los años noventa: Arturo Gutiérrez Plaza, Manón Kübler, Alberto Barrera Tyszka. Empecé a escribir imitando la sonoridad y estructura de todos ellos. Algunas de las cosas que no me gustaban en entonces, hoy me gustan; y otras que amaba, ya no me entusiasman tanto. Pero gracias a ellos comencé a escribir. Mis primeros poemas fueron un plagio disfrazado, una combinación de todas mis lecturas.» Consciente de su pasión, al concluir el bachillerato no tuvo dudas: estudió Letras en la Universidad Central de Venezuela. Luego hizo una maestría en Literatura Venezolana y, paralelamente, trabajó en la Gerencia de Publicaciones de la Fundación Bigott. Junto con Willy McKey, fundó en 2007 la revista de poesía El Salmón, que tuvo una vida breve pero dejó un legado importante. «El Salmón quiso cuestionar el archivo de la poesía venezolana. Me refiero al canon de esa poesía, a cómo se había constituido la historia literaria que luego se enseñaba en la academia. Las escogencias se reflejaban en las editoriales, en las colecciones, en las antologías. Había autores que quedaban excluidos por un afán de amarrar la poesía al espacio de lo nacional, quizás buscando la correspondencia entre el devenir de la historia venezolana y los cambios de estética. No se tomaba en cuenta lo que quedaba fuera de esa narrativa que daba sentido a un proyecto de nación ideológico, circunstancial y excluyente.» La voz crítica de El Salmón se dirigió igualmente hacia instituciones públicas y privadas, con el propósito de liberar el arte de los prejuicios reinantes. «Nos dedicamos a desempolvar viejos autores, revistas, grupos literarios que se habían invisibilizado, tratando de articularlos con autores más conocidos.» «En muchas ocasiones, Willy y yo hablamos de ese intento homogeneizador de la cultura que se podía ver en Venezuela. Y además, los proyectos culturales del gobierno entrante
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buscaban establecer una narrativa alterna a la que hasta entonces conocíamos. Considero significativa la discusión para definir si el momento de nacimiento de nuestra democracia corresponde al 27 de febrero de 1989, día del Caracazo, o al 23 de enero de 1958, día de la caída de Pérez Jiménez. Esas dos visiones de país crean, a su vez, diferentes narrativas para contar la historia de la cultura venezolana, ambas significativas, pero hasta cierto punto incompatibles. Nosotros alertábamos sobre la intención del gobierno de amoldar la cultura a una ideología de Estado, dejando de lado todo lo que no se adaptara, pero también notábamos la exclusión, por parte de iniciativas privadas, de los aportes positivos que lograban ciertas instituciones públicas. Quisimos superar esas limitaciones y descubrir múltiples tradiciones en la poesía venezolana.»
LECTURAS E INFLUENCIAS «Creo que la poesía nunca escapa de una responsabilidad con la realidad, pues siempre tiene la posibilidad de incidir en el campo de lo político, aunque sea de forma indirecta. Esas posibilidades, por supuesto, son siempre coyunturales, están atadas a un momento histórico. En los años sesenta, por ejemplo, grupos como “El Techo de la Ballena” lograron escandalizar a la sociedad burguesa de forma muy efectiva. Tuvieron mucha presencia en los medios, y a la vez recibieron muchos ataques desde muchos sectores, que terminaron fortaleciendo su propuesta. Cuando presentaron “Homenaje a la Necrofilia”, de Carlos Contramaestre, quien también era poeta, los cuadros estaban hechos con partes de reses que se descompusieron. En seguida salió un gran titular que decía: “Cerrada la exposición de Necrofilia porque se pudrieron las vísceras”. Eso tuvo un gran impacto en la conciencia nacional del momento. La circulación simbólica y real del arte y de la poesía ofrecen espacios de resistencia, pues llevan la conversación hacia espacios que no habían sido considerados. A veces también la poesía se adelanta y expresa contradicciones o crisis, arrojando luz sobre aspectos que han quedado excluidos del debate. Con ello deja un registro histórico al que se puede volver para retomar esa perspectiva y discutir el presente.» A medida que pasan los años, se acumulan las lecturas. Crecen los autores que han dejado huellas profundas en su concepción de la poesía, marcando también su escritura. Leyó con devoción los versos de Rita Valdivia, poeta boliviana que vivió mucho tiempo en Venezuela y formó parte del grupo “Trópico Uno”. Confiesa que entre los escritores venezolanos de los que recibió mayor influencia se encontraban Salustio González Rincones, Rafael José Muñoz,
«CREO QUE LA POESÍA NUNCA ESCAPA DE UNA RESPONSABILIDAD CON LA REALIDAD, PUES SIEMPRE TIENE LA POSIBILIDAD DE INCIDIR EN EL CAMPO DE LO POLÍTICO»
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Régulo Villegas, Arnaldo Acosta Bello y, sobre todo, Emira Rodríguez. «En los años setenta, Emira publicó dos libros impresionantes: La casa de Alto y Malencuentro. Esta escritora de origen margariteño, que fue esposa de Juan Liscano, por cierto uno de los pocos que escribió sobre su obra, es clave. Su escritura no se corresponde con la visión poética de los setenta, la de un verso limpio que se aleja de la estética sobrecargada del surrealismo que imperó en los sesenta. En Venezuela hay una ansiedad por definir los setenta como una etapa en la cual la poesía se domestica o se “pacifica”. Pues bien, Emira representa un momento en que esa concepción empieza a fracturarse. Eso fue lo que traté de probar en mi tesis de grado de Maestría, que dediqué al estudio de su vida y obra.» La sed de conocimiento lo lleva lejos de Venezuela. «En un primer momento, pensé en irme a España: quería cursar una maestría en producción editorial. Pero luego fui tomando conciencia de lo dificultoso que es hoy abrir una librería o tener una editorial en Venezuela, fundamentalmente por la falta de insumos, como el papel. Hoy logran sobrevivir pocas editoriales, casi todas artesanales, que hacen increíbles sacrificios. Entendí que lo que de verdad quería hacer era seguir mis estudios literarios, mi carrera académica. Para mi generación, vender o editar libros ya no era una opción de vida. Entonces decidí venirme a Estados Unidos, donde seguir una carrera académica es más viable.» Santiago culminó una maestría en Español en la Universidad de San Francisco y luego se mudó a Nueva York para cursar en Columbia University otra maestría y ahora un PhD en Culturas Latinoamericanas e Ibéricas. Ese recorrido se traduce también en nuevas lecturas. «Entre los autores españoles que estudié, me gustan particularmente Antonio Gamoneda y Manuel Vilas. Y entre los norteamericanos, mencionaría a Bob Kaufman, Gregory Corso, Kenneth Patchen y Peter Orlovsky.» «Cuando estaba escribiendo mi primer libro, fueron claves las lecturas de Paul Celan y Luis Alberto Crespo, así como la de los surrealistas franceses. Luego ya esos autores perdieron importancia. Los sigo leyendo, y posiblemente un día volveré a ellos, pero actualmente hay otras lecturas que siento más cercanas. Creo que el poeta, en cada proyecto que emprende, en cada libro que escribe, tiene que cuestionar su voz anterior. Debe deshacer constantemente el camino andado. De lo contrario, corre el riesgo de configurar una voz que al final se galvaniza,
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se repite al infinito. Es algo que vemos muchas veces. Poetas que al principio exploran y luego, a mitad de camino, encuentran un tono y lo repiten hasta el final. Yo creo que es mucho más interesante y enriquecedor seguir buscando. Hace un tiempo tomé la decisión de desechar dos poemarios que ya estaban casi terminados. Lo hice porque los sentía separados de mí, de lo que quería decir, del proyecto original, de la intención de mi escritura. Lo hice sin dolor, considerándolos más como un ejercicio que como una obra que hubiera querido compartir.»
REDES Y RITMOS A pesar de ser parte de una generación acostumbrada a la renovación tecnológica, Santiago no ve discordancias entre la velocidad de las redes y los ritmos de la poesía con sus pausas e inflexiones. «Creo que la poesía tiene la capacidad de crear los espacios de silencio y tranquilidad que todo ser humano necesita. La tuvo en el pasado y también en el presente. No veo conflicto entre poesía e Internet, ni entre ediciones electrónicas e impresas. Pueden coexistir sin inconvenientes. Ambos formatos se complementan. La poesía sigue teniendo el mismo lugar que tenía antes de las configuraciones sociales. Y sigue estando muy viva. Se requeriría mucho más de un cambio tecnológico para que dejara de tener validez. La poesía tiene una característica de resiliencia que le permite absorber momentos y pasajes de la vida personal y social. En los libros que escribimos hoy, van a quedar registrados aspectos de los conflictos actuales que, dentro de unos años, nos ayudarán a entender mejor no solo los debates que nos animaron sino también, o quizás sobre todo, los que quedaron excluidos o los que la misma poesía contribuyó a ocultar. Será interesante volver a la lectura de unos versos que, por un lado, cuentan y, por el otro, esconden.» Esa pasión por lo oculto, por lo que utiliza códigos diversos para expresarse, permea todos los versos de Santiago. «Escribo poesía porque me permite decir cosas con una libertad que no podría encontrar en ningún otro género literario. Puedo escribir acerca de percepciones e intuiciones. Puedo describir la otra cara del día, la que queda sepultada bajo el manto urbano. La ciudad produce significados que muchas veces quedan adormecidos. Hay ruidos, como los de los aires acondicionados, que parecen traer pedazos de conversaciones sueltas, plazas abandonadas en las que quedaron atrapadas múltiples voces. Me gustan los paisajes ruinosos. Las ruinas modernas son esos espacios vacíos que no contienen nada, que quedaron excluidos
«LA CIRCULACIÓN SIMBÓLICA Y REAL DEL ARTE Y DE LA POESÍA OFRECEN ESPACIOS DE RESISTENCIA, PUES LLEVAN LA CONVERSACIÓN HACIA ESPACIOS QUE NO HABÍAN SIDO CONSIDERADOS»
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de los centros urbanos. Y sin embargo, a mí me parecen centros que retienen la fuerza de la ciudad. Justo en esos puntos donde todo parece destruido, abandonado, vacío o sucio, se puede apreciar lo que significa la ciudad. Hay que vivir entre dos dimensiones: la del ruido veloz que camina por arriba y la de la tensión del silencio que va por debajo.»
ENTRE DOS IDIOMAS
«UNA VEZ QUE UNO SALE DEL PAÍS, UNA VEZ QUE COMPRAS UN PASAJE SOLAMENTE DE IDA, SIENTES LA NECESIDAD DE REDIMIRTE»
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Ha pasado mucho tiempo desde sus días caraqueños y Santiago sigue hurgando en las librerías: busca textos viejos, usados, abandonados, destinados al olvido, sospechando que en su interior haya algún tesoro. Va descubriendo nuevos autores, y la pasión por esos hallazgos es tal que muchas veces traduce los poemas para compartirlos con otros escritores. «Estar en Nueva York me ha permitido un contacto más estrecho con la poesía norteamericana. He conocido a autores muy interesantes, a narradores que me han dado otra perspectiva de la cultura norteamericana. He podido descubrir los espacios de cambio, de transformación, que se abren a través de las grietas de esta sociedad. Quise volver accesible lo que aprendía a mis amigos y comencé a traducir muchos poemas al español. Me propuse crear una lengua distinta que surgía de la unión del español y el inglés: un español que no es de ninguna parte y un inglés forzado por las exigencias de una literatura marginal. Sentía también una vinculación morbosa con las malas traducciones al español de autores norteamericanos. Leo esas traducciones y hay momentos absolutamente hilarantes, como también hay otros en los que se crea una especie de suspensión del lenguaje, que me parece sumamente poética. En expresiones a veces intraducibles, el español se extraña, empieza a estar preñado por otra lengua: un inglés que tampoco es el inglés dominante. En esa mezcla encuentro unas posibilidades que ahora estoy explorando con mi poesía.» «Nuestra generación nació marcada por la frustración de quienes vieron cómo se desintegraba un sueño de desarrollo capitalista orientado a un modelo muy parecido al de Estados Unidos. Mucho se ha hablado de la diáspora venezolana, y si bien es verdad que somos parte de una generación del desarraigo, creo que estamos cayendo en la exageración al diferenciar dos posiciones: víctimas o culpables. Por un lado, quien está afuera a veces tiende a victimizar su posición y, por el otro, quienes se quedaron en Venezuela nos acusan de haberle dado la espalda al país. Yo me he burlado de ambas posiciones, y lo he escrito. En lo que a mí se refiere, no tengo planes inmediatos de regreso. Estoy terminando mi doctorado, pero podría regresar con gusto si se me presenta una posibilidad clara. No me fui por miedo, ni porque pensara que el país se estaba desintegrando; una hipótesis que considero exagerada. Estar afuera te permite ver todo con mayor distancia, comprender que sería falso pensar que el país se terminó, se murió o que perdimos la nación. Logras entender que estamos viviendo
«HAY RUIDOS, COMO LOS DE LOS AIRES ACONDICIONADOS, QUE PARECEN TRAER PEDAZOS DE CONVERSACIONES SUELTAS»
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«EN VENEZUELA NO ESTAMOS ASISTIENDO A LA MUERTE DE UNA NACIÓN, SINO A UN TRÁNSITO QUE TIENE QUE VER CON REAJUSTES REGIONALES Y GLOBALES»
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un momento muy difícil, que sin duda hubiera podido evitarse, pero que en gran medida es reflejo de un fenómeno global. Venezuela es como una caja de resonancia: conflictos, presiones, cambios, que están sucediendo en todo el mundo. Un mundo que ya es multipolar, que no tiene centro de poder específico. En Venezuela no estamos asistiendo a la muerte de una nación, sino a un tránsito que tiene que ver con reajustes regionales y globales.» Los versos, sin embargo, son criaturas vivas, que reflejan los cambios de aquellos que parten sin fecha de retorno. La mayoría de los nuevos autores está escribiendo sobre la diáspora, sobre el conflicto interno de vivir trasplantado en otra cultura. Culturas que a veces llegaron a idealizar pero que luego, bajo el constante vivir, se muestran desnudas, con sus imperfecciones y conflictividades. «Una vez que uno sale del país, una vez que compras un pasaje solamente de ida, sientes la necesidad de redimirte. Tienes que encontrar el sentido; debes mostrar que valió la pena. Son muchas las dudas y las presiones que acompañan esa decisión. Yo comencé a escribir sobre ese tema, intentando hablar a un colectivo que no existía en la realidad. Quise reflejar la voz de muchos, de una generación, pero a través de la mía.» Santiago paladea cada una de las palabras que componen su nuevo libro. Lo hace con ese tiempo dilatado que solo conoce la poesía. «El libro que estoy trabajando se llama, tentativamente, Cuaderno de otra parte. Escribirlo ha sido un proceso largo, pero eso no me produce ninguna molestia. Tal vez va a ser un libro corto, de poemas largos. Allí hablo en nombre de quienes nos fuimos, pero también les hablo a ellos. Escribo pensando en mis amigos, que están descuartizados por el mundo. Trato de imaginar un nuevo tipo de comunidad: una comunidad que, sin estar necesariamente atada a lo nacional, tiene su fundamento en un lazo conflictivo entre desterritorialización y memoria.»
MARIZA BAFILE CARACAS, 1953 | Periodista, escritora y guionista. Desde 2014 directora de la revista virtual ViceVersa Magazine. Corresponsal de La Voce d’Italia. Diputado en 2006 del Parlamento Italiano en representación de los italianos de América Meridional. Ha colaborado con Rai International, L’Unitá y Corriere della Sera. En Venezuela con Tal Cual y El Nacional. Ha publicado los libros Passaporto verde y Notturno.
«No podría pensar en unos versos para definir a Venezuela. Quizás en el poema “Irse” habría algunos. Lo escribí después de un año de vivir en Estados Unidos.» Santiago vuelve a su mirada anárquica, honda, sin tiempo, y nos lee: Me duele la mandíbula cuando recuerdo lo pequeño que era mi país. Mi país era una diosa de cemento a la orilla de un río envenenado. Era jugos vaginales, paisajes degollados: intermitencias. Yo creía que mi país estaba en mi cuerpo pero mi cuerpo es incorruptible y no hay país que sea un cuerpo.
OLIVER KRISCH CARACAS, 1977 | Se formó desde adolescente con su tío Pablo Krisch, Premio Nacional de Fotografía 2015. Fue alumno y asistente de los fotógrafos Luis Brito, Ricardo Jiménez, Ricardo Gómez Pérez y Antolín Sánchez. Ha expuesto en Galería de Arte Nacional, Museo Mario Abreu, Museum of Latin American Art de Los Ángeles, Museum of Catholic Art de Nueva York y Museum of Modern Art.
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Es tuya la navaja quebrada que brota detrĂĄs de mi lengua (Sus muelles silban sobre lo crudo) TĂş volcaste esa copa de polvo donde apenas soy un nudo de barro un resto sordo entre tus dos espaldas.
[ Del libro DetrĂĄs de los erizos, 2007 ]
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Entre los erizos ALFREDO CHACÓN
Su primer libro de poemas, el único que ha publicado hasta ahora, es de 2007. Se titula Detrás de los erizos y fue ganador del Concurso para Autores Inéditos de Monte Ávila Editores. En 2010 le dediqué a este libro parte del artículo «Tres poetas nuevos y diversos», con el fin de destacar en sus poemas ciertos rasgos que, además de valiosos, me parecieron novedosos dentro de la poesía venezolana de siempre. Siendo los más globales y fundamentales entre estos rasgos: su alejamiento de las consabidas poéticas del subjetivismo intimista o exteriorista, y el amplio registro de sentido en que ejercen su preciada autonomía la voz y las palabras de sus breves y concisos poemas. Por ejemplo, este fragmento: «Ahora que ningún ruido es tuyo/ te mantienes impecable/ en el revés de la tierra/ encandilado contra un muro de lápidas». O también este poema entero: «Quisiéramos hallar en el aire/ un grano que no nos tenga/ o la mano que lo haga estallar». Después de su residencia estadounidense como estudiante de la Universidad de Columbia, Santiago Acosta solo ha publicado una
plaquette titulada Caracas. Sin embargo, un breve texto que da inicio al libro en curso Cuaderno de otra parte marca un cambio radical en la orientación de su poetizar. Se trata ahora del poema proferido desde una recia transfiguración de lo personal, que le brinda acogida al desarrollo de una muy determinada temática y busca decir ya no tanto en, sino más bien a través de las palabras. Por ejemplo: «De mi supremo ojo saltan monedas, de mi supremo amor/ cae el peso de tus ruidos industriales. Eres una autopista/ dorada,/ el mármol negro de la aceleración./ Yo soy tu órgano rojo». Entre aquella y esta opción, su recorrido poético se nos aparece como algo muy distinto del simple viaje de regreso. Ahora la voz que habla en su poema patentiza lo tremendo de un tema, pero en la medida en que sus palabras lo construyen como un mundo y no se limitan a representarlo. Ahora el poeta no está detrás, sino entre los erizos.
[ Poeta y ensayista. Ex director general del Celarg y de Biblioteca Ayacucho ]
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Este libro se terminรณ de imprimir en el mes de noviembre de 2016, en los talleres de Grรกficas Lauki, en Caracas, Venezuela.
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