(re) construcción
"Hay que guardarse también de la salida de las constelaciones, primero la de Canícula, [...], pues es sobre todo en estos días cuando se juzgan las enfermedades; unas son mortales, otras cesan y todo lo demás toma otra forma y otra consEtución." -‐ Tratados HipocráEcos Las imágenes de esta serie fueron tomadas en ciudades del norte del país, durante la canícula. La canícula ocurre entre julio y agosto y consiste en los cuarenta días más calurosos del año. Se le llama así por la coincidencia entre la fecha en que se da el fenómeno y la aparición de la Estrella de Sirio (o perro) en la constelación del Can Mayor. En este período, la temperatura supera los 40 grados de día y de noche. Por eso las casas son blancas; por eso la ropa incomoda; por eso las calles están vacías y la Eerra, árida. El aire caliente se vuelve denso, casi se puede tocar. Ese sol no da tregua; aturde a quien lo enfrenta. Detenerse bajo sus rayos es un desaSo, hay que cubrirse para ver el camino. El sudor escurre desde el cuero cabelludo hasta los lagrimales y la sal combinada con la luz, ciega. El reflejo de las cosas y la gente es tan brillante, que desaparecen. Empapado y solo, se camina sin saber a dónde, y entre más avanza, más se sofoca. La resistencia está a prueba; se derrite la forma y se funde con el suelo, no hay escondite. La construcción pierde senEdo. La piel al rojo vivo, arde. Se consume la carne; se revela el ser. Entre el despojo y la ruina, se encuentra.
“Todas las familias felices son iguales; las miserables, en cambio, lo son cada una a su manera” León Tolstoi – Ana Karenina Cuando éramos pequeños, mi hermano evitaba el sol: “yo soy de sombra” decía, refiriéndose a las plantas que sobreviven solo en condiciones menos extremas. En el Eempo me doy cuenta de que todos fuimos y somos de sombra y de sombras. En mi casa todo ocurría en silencio; abundaban los secretos que todos sabíamos, las sospechas confirmadas. De repente se escapaba alguna verdad, como lo de la hija de mi papá que no conocemos y que nació antes de que él y mi mamá se casaran. O lo de que mi mamá no es hija del papá de su hermano ni del de sus medios hermanos. O lo de Luisa, la mujer que llamaba a preguntar por mi papá a la hora de la comida. Durante años, la ruEna de él fue llegar del trabajo con una botella de ron. Escuchar la puerta, sus pasos hasta la cocina, el sonido de los hielos y el olor a licor y cigarro eran el anuncio de otra noche diScil. A veces días, a veces semanas. Quise entender por qué pero nunca pregunté pues temía que me revelaran algún secreto que prefería no saber. Me iba a dormir esperando que la noche pasara rápido; en la mañana todo volvería a la normalidad. Cuando era niña, me aterraba la oscuridad.
En 1975, Benoit Maldelbrot propuso el término “fractal” para denominar un objeto cuya estructura se repite a diferentes escalas. La palabra se deriva del laEn fractus que significa fragmentado o quebrado. De tal forma, se enEende que la unidad mínima de un sistema complejo manEene la misma estructura. La relación entre la ciudad y el cuerpo radica en la concepción del individuo incrustado en un ente mayor. La mirada aérea me lleva a pensar en el individuo que está entre la plasta urbana y en que ésta, a su vez, representa el aislamiento sistémico que se va replicando en cada estructura social. Los despojos de esas sociedades, se repiten en los restos del individuo. La fragmentación se reproduce hasta fracciones irreconocibles. Me imagino al sol fundiendo los pedazos con la Eerra; restos de civilización, de carne, de pasado converEdo en futuro posible. Todo vuelto miles de millones de irreconciliables pareculas de arcilla.