RSE - 18 Abril- 2018

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BUENOS AIRES, MIERCOLES 18 DE ABRIL DE 2018

Hacia la transversalidad de la RSE En el camino de este 2018 que busca avanzar en la transversalidad de la responsabilidad social, surgen demandas por atender como la transparencia y la coherencia, y la construcción de más legitimidad social, ambiental y ética como pilares de sustentabilidad. Por Luis Alberto Ulla - Director de Investigación y Desarrollo del Instituto Argentino de Responsabilidad Social Empresaria (IARSE)

H

ace solo cuatro meses que arrancó el año 2018, tras un 2017 que cerró un año de mucha euforia y actividad en materia de RS y Sustentabilidad. Dentro de pocos días, van a comenzar a aparecer los primeros Reportes de Sustentabilidad del 2017. Para confeccionarlos, hay que recolectar información, y sobre todo hacer balances, parciales algunos y globales otros. Como somos “seres organizacionales que somos” -al decir de Peter Drucker- esos balances (casi siempre parciales) relacionan necesariamente nuestra labor personal, con el desempeño de las organizaciones donde desarrollamos nuestra existencia cotidiana. Precisamente, es en esa multiplicidad de saldos parciales, donde podemos encontrar más orientación, ya que nos permiten analizar en qué temas o dimensiones nuestras performances lograron las mayores consecuencias positivas; a esas que bien podemos llamar dimensiones de las oportunidades aprovechadas. Sabemos que -como personas y como organizaciones- desempeñamos muchos roles simultáneamente; y ahí pueden verse con más nitidez una serie de resultados diversos. Está, lo que hemos realizado como ciudadanos para construir una república basada en las reglas de la democracia, la vigencia del derecho, la igualdad ante la justicia y el cumplimiento de obligaciones esenciales. En nuestro rol de consumidores, analizamos los que hayamos aportado cuando decidimos y elegimos, ya que

eso nos permite ayudar a crear un modelo de consumo sostenible, con mercados innovadores, cada vez más accesibles, respetuosos y transparentes. Como trabajadores, podemos hacer un recuento del conocimiento y del valor que hemos compartido y aportado, del empeño y la ampliación de nuestra capacidad de pensar y de obrar como equipo. Como líderes y directivos, aparece el análisis de las responsabilidades asumidas en relación con nuestra capacidad de influir en los distintos círculos de desempeño y la coherencia con los valores que decimos sostener/defender. Como contribuyentes, hemos de considerar el aporte proporcional que cada uno debe hacer para sostener la existencia del estado. Pero también nos debemos una mirada de análisis de comportamientos y resultados como integrantes de un equipo, como miembros de una familia, como vecinos de una comunidad, como parte de un colectivo profesional, como “docentes”, ya sea que seamos conscientes de ello o no. Veremos que, en algunos de todos esos ámbitos, la posibilidad de desarrollar y entregar todo nuestro potencial, se habrá dado con más amplitud y en otros, simplemente “nos quedamos cortos”. Seguro que tuvimos que enfrentar limitaciones y resistencias, muchas tristemente ligadas al prejuicio, a la negación al cambio, el temor a lo distinto, a la angustia ante lo nuevo… o al susto que aparece ante lo desconocido ¿quién sabe? No descartemos los errores, puesto que hay en ellos

mucha información para rescatar, si verdaderamente estamos dispuestos a corregir y mejorar. Cerrar con un buen balance personal y organizacional, tiene entre otras cosas, la utilidad para plantear más claramente en qué temas y a qué desafíos hemos de abocarnos prioritariamente en el año por vivir. Visto así, este 2018 es nuevo entorno de posibilidad para hacer avanzar la transversalidad de la responsabilidad social. Con seguridad los temas de transparencia y de coherencia han de seguir siendo una demanda por atender; y quienes antes y mejor lo entiendan e interpreten, han de aventajar al resto; que tiene el riesgo de quedar literalmente enredado en el pasado. Construir más legitimidad social, ambiental y ética, parece ser la señal para quienes tienen el permanente desafío de que “los números cierren”. O sea que, sin dejar de pensar en si van a cerrar o no, deberemos ocuparnos de cómo abrir la creación de valor a estas dimensiones que son los pilares de la sustentabilidad. Está en nosotros la posibilidad de hacer que lo que resta de este breve 2018 (que aún tiene un 67% de puro futuro), se abran nuevos caminos para una convivencia centrada en el diálogo, sin lo cual no podremos generar paz, armonía, justicia, equidad y felicidad para todos. Recordemos a Abraham Lincoln, quién para alentarnos ante la incertidumbre, nos recordaba: “La mejor manera de predecir el futuro, es crearlo”. 7


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