1 minute read

Maquila

Next Article
Expedición N

Expedición N

mático para conocer al hombre que es dueño de la credencial. Poco a poco el protagonista se va metiendo en la mafia, en el bajo mundo, en las fábricas. Gracias al cine el director nos permite adivinar un sistema de injusticias que se van construyendo desde la calle, hasta, adivinamos, la opulencia de quien gana con la esclavitud de estos hombres y mujeres que se enfrascan en trabajos miserables. Pero hay, además, una relación entre un niño y un hombre. Es aquí donde Vigas vuelve a realizar una excelente película. En la producción entre México y Venezuela que realizó en 2015 (Desdeallá), Vigas construía una elaborada relación homosexual entre un hombre y un muchacho que podría ser su hijo. El erotismo se insinuaba apenas, era incapaz de manifestarse en parte gracias a los complejos de sus protagonistas. Desdeallá se veía completada por un cortometraje que está disponible en YouTube y que se llama Los elefantes nunca olvidan. Pues bien, Lacaja forma con aquellas dos un tríptico, un todo que, si uno se esmera en observar, presentará al espectador la necesidad de los hombres jóvenes por encontrar en un hombre adulto una imagen masculina que complete todo aquello que permanece latente cuando uno es demasiado joven como para enfrentarse a la vida. La de Vigas es una suerte de trilogía de la paternidad perversa; una que enseña no a crecer como en la literatura dieciochesca, sino a perturbarse como en los tiempos que corren. Cuando el niño, sin sentir casi nada, arroja un cadáver en un agujero que envolverá para siempre su existencia miserable, la educación ha tenido lugar. México tiene a un nuevo criminal.

Lacaja es una magnífica película. Lo es por la simplicidad con la que cuenta la historia de un país que se vendió a la maquila. Sin necesidad de truculencias, la película se centra en dos personajes entrañables a pesar de sus defectos, que están bien actuados y escritos. Son creaturas que reflejan una realidad que los supera porque nos supera a todos, la realidad de una supuesta guerra que nadie puede ganar. Y es que no hay que ser sabio para decirlo: la guerra en este país es la de todos aquellos que aman el dinero sin escrúpulos y la de todas estas personas que siguen viviendo explotados. _

Advertisement

Escolios

This article is from: