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“Busco transformar mi experiencia de lo real” El teatro como ritual es la materia que anima a La visitante, la más reciente novela de Alberto Chimal

En su tercera novela, Lavisitante (Planeta, 2022), sin dejar de lado su familiar lazo con lo fantástico, Alberto Chimal introduce otros elementos que aparentemente no tendrían cabida en ese terreno, como la denuncia y lo político. A su protagonista, Gabriela, una joven que llega de Toluca a estudiar a la Ciudad de México se le introduce una mujer que es una especie de fantasma, la cual la orilla a que esclarezca qué sucedió con ella. En conversación para Laberinto, Chimal ahonda en algunos puntos de la novela y de su obra en general.

Lo fantástico define tu carrera literaria. ¿Qué tanto ha cambiado tu poética del género?

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Creo que ha cambiado. De niño me encontré con el cuento fantástico y desde ahí me enamoré y sigo encaminado con la literatura fantástica. Nada más que en el camino he ampliado las lecturas y los proyectos a la hora de escribir. Lo fantástico sigue siendo un componente muy importante de casi todo lo que he publicado.

Cuando se habla de lo fantástico se piensa en la imaginación y lo irreal, pero en el caso de La visitante, para entrar en materia, estamos en el terreno del realismo.

Es parte de un proceso que llevó tiempo. Por extraño que parezca, la realidad siempre está presente en lo que uno escribe. A la hora de escribir, uno se ve impulsado a transformar su propia experiencia de lo real. En el caso de La visitante, el tratamiento es mucho más realista. Mi intención era mostrar una serie de comportamientos muy reconocibles, que muchas personas recordarán o llevan a cabo el día de hoy. Hay la intención de mostrar esa textura de lo conocido de manera más enfática que en otras partes de mi obra.

Un motivo importante que presentas, y lo anotas en los agradecimientos, es lo teatral, que se liga a un momento preciso de la década de 1970 en el que la utopía revolucionaria se mantenía vigente.

A mí me tocó ver de joven los últimos destellos de aquel movimiento revolucionario y contracultural de los años sesenta y setenta. Y no solo por mi edad, sino porque tuve contacto con una buena cantidad de personas que habían estado en la primera fila de aquellos acontecimientos como el poeta David Huerta, que fue mi maestro y estuvo en la Plaza de las Tres Culturas el 2 de octubre, y algunos maestros de teatro que estuvieron involucrados en estos sucesos.

Algo a destacar también de la novela es que, como en la narrativa policiaca, también lo fantástico puede tocar aspectos políticos y sociales.

Creo que una cosa no tiene por qué excluir a la otra. Y de hecho ha ocurrido en más de una ocasión en la literatura mexicana en que hay narraciones en la que conviven esos dos elementos y casan muy bien. El ejemplo más famoso es PedroPáramo. Durante generaciones ha habido académicos que han intentado negar que tiene un componente de imaginación fantástica, y no tiene caso hacerlo. Pedro Páramo es una gran novela político-histórica de la revolución mexicana y, por otro lado, hay fantasmas.

En el caso de la protagonista, Gabriela, la construyes como un personaje hipersensible que, a través de los sueños y la teoría de Jerzy Grotowski del teatro como un ritual, ingresa a otra realidad. Esa es una de las partes que a mí me importaba desarrollar más en la novela, porque en ese momento de la contracultura occidental, y como en la cultura mexicana mucho antes de

Y, además, en nuestra edición digital: aquella fecha, tenemos esa reunión entre lo ritual y lo religioso. Están los rituales, muy ligados al teatro, de acercarse a lo divino, a lo trascendente. Ese es un tema que ha aparecido en mi obra porque me fascina. Gabriela, con esa hipersensibilidad, antes de entrar a la compañía de teatro tiene raptos religiosos.

La parte final da otro giro y se vuelve una especie de novela policiaca cuando la protagonista investiga el asesinato de su visitante.

Esa última parte puede verse como policiaca, pero en lugar de descubrir algo que no se sabe se recuerda algo que se ha olvidado. Gabriela se mete en la vida de la víctima del asesinato muy vagamente y poco a poco va descubriendo esa vida que le fue revelada en experiencias aparentemente sobrenaturales. Entonces, como detective creo que a la pobre Gabriela le iría muy mal, no tiene mucho conocimiento de ese ambiente, pero lo que la impulsa es un deseo clásico de la literatura policial, incluso de la más antigua. Ahí hay dos impulsos constantes: uno es la averiguación dentro de un mundo sórdido, el del crimen; el otro es la búsqueda de la instalación de un orden. En las narraciones más clásicas implica que el culpable sea arrestado y en otras es más ambigua. Aunque Gabriela no es un personaje policial, sí lo es por sus intenciones en esta parte de la novela.

¿Estabas consciente desde el principio que ibas a tocar los feminicidios? Desde muy al principio de la planeación me di cuenta de que era algo que tenía que considerar. E igual es algo que ahora vemos más claramente que en otras épocas y ocurre constantemente. Es doloroso y terrible, pero no viene de la nada; tiene sus raíces en una cultura machista. En la época de la novela se manifiesta de una forma mucho menos cuestionada que en la actualidad. Mucho de lo que sucede no se cuestiona, sino que se normaliza. _

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Animales luminosos

NARRATIVA, ENSAYO

Divino e infame

Cómo piensan los escritores

A Fuego Lento

Jeremías Gamboa

Literatura Random House México, 2022 221 páginas

Los alrededores del campus de una universidad en Colorado son el escenario donde se materializan las aspiraciones de un grupo de estudiantes que juegan a reinventarse a sí mismos mientras sus países de origen dejan de ser una seña de identidad. La migración es el estado natural de los personajes de esta novela llena de vitalidad.

Crónicas de un viaje de seis semanas

Luis Cláudio Villafañe

Taurus México, 2022

376 páginas

Nueva biografía del poeta nicaragüense, que en palabras del autor pretende ser “un texto denso, si bien fluido”. El titulo y el subtítulo —Lasidentidades de Rubén Darío— hacen referencia a las contradicciones psicológicas. Hay inevitables visitas a su labor literaria, pero se destaca al Darío constructor de identidades colectivas.

La Academia Mexicana de la Historia

Aunque no hay reglas para escribir una obra literaria, sí podemos echar un vistazo a las cualidades que distinguen, por ejemplo, a Nabokov, Twain o Amis de un aficionado. Bajo este dictado, Cohen intenta elucidar cómo funciona la mente de los grandes maestros de la literatura universal, desde Homero hasta Zadie Smith.

La montaña y el hombre

El mundo en una taza de té

ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com

¿Una novela puede dar cuenta de una vida entera, una vida hecha de reveses, golpes de fortuna, malquerencias, naufragios, plenitudes, renacimientos, consuelos y adioses? ¿Puede caber tanto en una novela, sobre todo ahora, cuando la liquidez ha tomado el lugar de la ambición decimonónica? No es temerario arriesgar una respuesta afirmativa, siempre y cuando esa novela sea el fruto sigiloso de la tarea que se afana en interrogar (y no a uno mismo, sino a la memoria ajena) para esclarecer y modular, como lo hace, de manera a un tiempo refulgente y abismal, Samovar(Alfaguara).

Mary Shelley Jus España, 2021 93 páginas

La autora de Frankenstein tenía tan solo 16 años cuando emprendió un viaje, junto al poeta Percy Shelley, por Francia, Suiza, Alemania y Holanda. Sus experiencias fueron consignadas en este volumen que refleja no solo un estado de ánimo (eminentemente romántico) sino algunas atmósferas del naciente siglo XIX.

Virginia García-Acosta (coord.)

Gedisa/ Academia Mexicana de la Historia México, 2022 660 páginas

Quien la haya seguido, sabe que la Academia Mexicana de la Historia es una de las más activas. Y como lo apunta la coordinadora, también es una de las más plurales. Esta antología, en la que intervienen sus miembros, se planeó durante la pandemia y ofrece reimpresiones de textos aparecidos en libros y revistas, salvo dos o tres casos inéditos.

Georges Sonnier

Lince España, 2021 302 páginas

¿Una historia del alpinismo? ¿Una obra de erudición? ¿Una glorificación del esfuerzo humano? Más bien, una apasionada reflexión que avanza por la mitología, la antropología, la historia, la literatura y, sobre todo, la pasión por el mundo natural. Hay cabida, por supuesto, para los grandes escaladores y guías de los tiempos modernos.

Estamos en un departamento de la colonia Condesa, siempre en miércoles por la tarde. Cuantas más preguntas tiene para su abuela (Anna Talésnika), más crece la curiosidad de la protagonista, una fotógrafa con la impertinencia necesaria para traer de vuelta una historia que inició un siglo atrás. Conversar es una modalidad del amor y Samovar guarda la forma de ese ritual que se oficia con ruidosa complicidad. De esta manera, mientras a la mesa llega el té negro y los panecitos rellenos de semillas de amapola y los zapotes y los arenques, y aguijoneada por los fantasmas del pasado, la bobe Anna evoca sus trabajos y sus días. Y entonces, como aquellas imágenes que la linterna mágica proyectaba sobre placas de vidrio haciéndonos creer que tenían plena existencia, la huida de la Rusia de los bolcheviques, la noche parisina, el barco que naufraga en el mar Caribe, la Merced, el temblor de 1957, las fiestas judías, la lengua de Isaac Bashevis Singer, los amigos y familiares que se llevó el Holocausto, la sinagoga de la calle Justo Sierra, todo eso, ciudades, banquetes y jacarandas, la vida entera…. van emergiendo de esa taza de té concienzudamente negro.

Con Samovar, Ethel Krauze ha querido trazar el mapa de un mundo que existió en la medida en que su joven protagonista de 85 años, Anna Talésnika, la bobe memoriosa, tuvo las palabras justas para nombrarlo. Cerramos el libro y creemos seguir atravesando una espesura, o quizá un campo sembrado no de árboles sino de veladuras (lo que se calla pero sugiere grandes y pequeños acontecimientos), negándonos a renunciar a esa suerte de trance que solo puede inducir la Literatura… con mayúscula. _

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