Muestra nueva revisión Reina Valera 2017

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Libro de Rut Evangelio según Mateo

Reina

Valera

2017

Muestra de la nueva revisión

con motivo de la conmemoración del V Centenario de la Reforma 1517 - 2017



Reina

Valera

2017

Muestra de la nueva revisiรณn

con motivo de la conmemoraciรณn del V Centenario de la Reforma 1517 - 2017


© Esta edición es una muestra de la nueva revisión en curso Reina-Valera 2017, desarrollada por Sociedad Bíblica de España con un equipo internacional de biblistas de los diversos países de habla hispana. Sociedad Bíblica de España, c/ Santa Engracia, 76 28010 Madrid España www.sociedadbiblica.org www.todobiblia.com Texto bíblico: Reina-Valera 2017 © Sociedad Bíblica de España Antigua versión de Casiodoro de Reina (1569), revisada por Cipriano de Valera (1602). Revisiones anteriores: 1862, 1909, 1960 y 1995. Diseño de cubierta: Sociedad Bíblica de España Impreso en 2017 Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación sin la autorización expresa de los propietarios. Para más información sobre esta revisión www.sociedadbiblica.org/reinavalera2017


REINA-VALERA 2017 Presentación

Cuando conmemoramos el 500 aniversario del inicio de la Reforma Protestante no podemos obviar el papel fundamental que en dicho evento jugó el redescubrimiento de la Palabra de Dios y la formulación del Sola Escritura como autoridad máxima en materia de fe y conducta. Este principio impulsó a los reformadores a entregar la Biblia al pueblo en su lengua vernácula. De ahí que la Reforma supusiese el inicio de una eclosión de traducciones bíblicas sin precedentes, siguiendo así la estela que iniciaran algunos de los precursores de la Reforma como Pedro Valdo o Juan Wyclif, por mencionar solo dos figuras representativas. Entre los traductores hijos de la Reforma Casiodoro de Reina tiene un lugar propio por haber sido el padre de la primera traducción impresa completa de la Biblia traducida desde las lenguas originales al español. Y sería en esta ocasión imperdonable no citar el nombre de Cipriano de Valera, quien fue el primer revisor de dicha obra. Desde entonces y hasta el día de hoy ha habido diversas revisiones del texto de Reina. La más utilizada, con diferencia, sigue siendo la versión Reina Valera 1960. En esta revisión de los años 60 participó directamente la Sociedad Bíblica de España con un comité liderado por Adolfo Araujo en correspondencia y colaboración con el equipo de revisores constituido por especialistas de las diversas Sociedades Bíblicas del continente americano. Unos años más tarde, concretamente en 1995, vio la luz una nueva revisión del texto de Casiodoro, en la que también participó directamente la Sociedad Bíblica de España. A pesar del buen trabajo de actualización llevado a cabo en el texto de 1960 esta revisión no ha gozado de la amplia aceptación que se espera, tal vez porque no se cumplieron las expectativas del amplio público que aguardaba una revisión de mayor calado. Pero hemos de ser conscientes de que los cambios que puede asumir un texto en su revisión han de ser moderados si no se quiere desvirtuar la obra original. Con motivo del 5º centenario de la Reforma la Sociedad Bíblica de España ha sentido el deseo y la necesidad, a partes iguales, de hacer un aporte especial y significativo, como corresponde en una fecha tan representativa, al pueblo evangélico que tiene el castellano como su lengua. Es por ello que estamos trabajando en la preparación de una nueva revisión de Reina-Valera. Conscientes de la enorme responsabilidad que conlleva acometer un proyecto de esta envergadura, pero confiados al mismo tiempo en la experiencia con que cuentan los miembros del equipo de trabajo, y seguros de estar respondiendo a una importante razón de ser de nuestro ministerio como Sociedad Bíblica, hemos emprendido este arduo trabajo, con la esperanza de que pueda responder a las expectativas de los futuros lectores de esta nueva Reina-Valera. Y para ello, lo primero


que hemos hecho es llevar a cabo una revisión que, respetando el texto original en su contenido y gran parte de la belleza estética de su forma, lo ha actualizado hasta convertirlo en un texto del siglo XXI, adaptado a la actual normativa ortográfica de la Real Academia de la Lengua Española. Por tanto se puede decir que esta es la primera revisión del texto Reina-Valera que se realiza en nuestro siglo cuando ya ha pasado toda una generación desde la última que se realizó con la participación de la Sociedad Bíblica de España.

Características textuales de la revisión RV 2017 Principales parámetros que han guiado el trabajo de los revisores. Reina-Valera 2017 es una revisión de un texto clásico, por tanto, no se trata de una nueva traducción. Este hecho tiene algunas implicaciones muy relevantes que han marcado el trabajo de los revisores. Así, por ejemplo, se ha procurado: 1. Respetar la base textual que usó en su tiempo Casiodoro de Reina. Sin embargo, se ha cotejado la traducción Reina-Valera con la Biblia Hebraica Stuttgartensia (para el Antiguo Testamento) y con el llamado «texto crítico» del Nuevo Testamento (The Greek New Testament 5ª edición de Sociedades Bíblicas Unidas). Los únicos cambios textuales que han sido admitidos son aquellos que han servido para aclarar aquellos casos en los que la traducción de Reina-Valera resulta confusa o incomprensible. En consonancia con el punto anterior, cuando se ha estimado oportuno por su relevancia para comprender posibles problemas de variantes textuales, se han incluido en notas al pie de página las aclaraciones pertinentes. 2. Se han seguido, en general, las opciones exegéticas clásicas. Únicamente se han realizado modificaciones en aquellos casos que se ha considerado absolutamente necesario decantarse por otra opción exegética avalada por la inmensa mayoría de los especialistas. 3. Se han sustituido palabras y expresiones que han caído en desuso y, por tanto, son de difícil comprensión para mayoría de los lectores a quienes va dirigida esta revisión. 4. Se han cambiado palabras que, aunque comprensibles, no reflejen hoy, con precisión, el significado del texto original. 5. Se ha buscado agilizar, en la medida de lo posible, la redacción de los textos, eliminando expresiones obsoletas o que son extrañas al uso lingüístico del castellano (ej. De cierto de cierto; abrió su boca diciendo; he aquí que; uso del futuro de subjuntivo, etc…). 6. Se ha adecuado el texto a la normativa gramatical y ortográfica vigentes. Se han seguido de cerca las recomendaciones del informe de la Fundéu BBVA. Pero quizás, la dos aportaciones más llamativas, y al mismo tiempo arriesgadas, y


necesarias ha juzgar por la cantidad de peticiones de cambio que venimos recibiendo desde hace años, han sido: - La sustitución del nombre clásico “Jehová” por “el Señor”. - Y la sustitución del término «Verbo», que aparece en los textos de tradición joanina, por el vocablo «Palabra» (más fiel al griego “logos”). También es sobresaliente el trabajo que se ha realizado revisando otros aspectos, que a veces pasan desapercibidos, pero que son de gran importancia para la correcta comprensión de los textos. Nos estamos refiriendo a cuestiones como el uso de la tilde; de la puntuación; de las comillas; o del guión. Así mismo se ha procurado revisar con sumo cuidado los tiempos verbales, y en especial el uso, en ocasiones demasiado frecuente, del subjuntivo. Como corresponde a un texto que cuenta con una gran tradición, la revisión de estilo se ha realizado con sumo respeto y esmero, a fin de conservar al máximo lo que podríamos llamar el “espíritu de la tradición” Reina-Valera. Los estudios actuales de lingüística recomiendan rebajar el uso de las conjunciones «y» y «porque», especialmente cuando estas no ejercen sus funciones propias en nuestro idioma ni añaden ningún significado al texto. Esto permite que los textos presenten un estilo más directo y, en muchos casos, más fluido. En el caso concreto del Antiguo Testamento, por la naturaleza propia del trabajo realizado por Reina y por Valera en su momento, ofrecen una redacción que resulta un tanto pesada para el lector contemporáneo. A fin de agilizar la lectura se han eliminado estas conjunciones en aquellos casos en los que era posible, sin modificar el sentido de los textos. También atendiendo a las recomendaciones de la lingüística moderna se ha optado por el uso de la conjunción “pero”, en lugar del clásico “mas”, que con tanta frecuencia se encuentra en los relatos narrativos de Reina-Valera. Estas son, a grandes rasgos, las principales novedades que ofrece esta nueva revisión en la que estamos trabajando, y de la cual tenemos el gusto de presentarle ahora una primera muestra que esperamos sea de su agrado y le anime a continuar con la lectura del resto de la Biblia cuando sea publicada. Sociedad Biblia de España


Reina

Valera

2017

Para más información sobre esta traducción, visita la página web www.sociedadbiblica.org/reinavalera2017 Nos interesa mucho conocer tu opinión. Por favor, visita la página web y contesta estas 3 sencillas preguntas: 1. ¿Qué te parece la revisión? 2. ¿Qué te hubiese gustado que incluyese? 3. ¿Crees que podría ser tu Biblia habitual? Puedes también mandarnos la respuestas a estas preguntas al correo electrónico reinavalera2017@sociedadbiblica.org


Versículos en la RVR 2017 En esta nueva revisión, el texto bíblico viene agrupado en párrafos y los números de los versículos aparecen en el exterior. Esto tiene una doble nalidad: ayudar al lector a encontrar más rápidamente las referencias bíblicas, y quitar posibles distracciones en la lectura. Los versículos están separados por un símbolo especial y más tenue.

Al principio de un párrafo, el texto está indentado y no hay marca de separación. La marca indica dónde comienza el versículo.

Cuando un versículo empieza a principio de línea pero no es comienzo de párrafo, tiene marca.

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El regreso de Egipto Pero muerto Herodes, un ángel del Señor apareció en sueños a José, en 20 Egipto, § y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y vete a tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban matar al niño». 21 Entonces él se levantó, tomó al niño y a su madre y se fue a tierra de Israel. 22 § Pero cuando oyó que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo temor de ir allá. Y avisado por revelación en sueños, se fue a la región 23 de Galilea § y se estableció en la ciudad que se llama Nazaret, para que se cumpliera lo que fue dicho por los profetas, que habría de ser llamado nazareno. 19



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RUT

Rut y Noemí Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra, y un hombre de Belén de Judá⁠ fue a vivir en los campos de Moab 2 con su mujer y sus dos hijos. § Aquel hombre se llamaba Elimelec, y su mujer Noemí; los nombres de sus hijos eran Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de Judá. Llegaron, pues, a los campos de Moab,⁠ y se quedaron allí. 3 Murió Elimelec, marido de Noemí, 4 y quedó ella con sus dos hijos, § los cuales se casaron con mujeres moabitas;⁠ una se llamaba Orfa y la otra Rut. Y habitaron allí unos diez años. 5 § Murieron también los dos, Mahlón y Quelión, de modo que la mujer quedó así desamparada, sin sus dos hijos y sin su marido. 6 Entonces se puso en marcha con sus nueras, y regresó de los campos de Moab, porque oyó en el campo de Moab que el Señor había visitado a su pueblo 7 para darle pan. § Salió, pues, del lugar donde había estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron a caminar para 8 regresar a la tierra de Judá. § Y Noemí dijo a sus dos nueras: —Andad, volveos cada una a la casa de su madre. Que el Señor tenga de vosotras misericordia, como la habéis tenido vosotras con los que murieron 9 y conmigo. § Os conceda el Señor que halléis descanso, cada una en casa de su marido. Luego las besó; pero ellas, alzaron su voz 10 y le dijeron entre lágrimas: —Ciertamente, nosotras iremos contigo a tu pueblo. 11 Noemí insistió: —Regresad, hijas mías; ¿para qué vendríais conmigo? ¿Acaso tengo yo más hijos en el vientre que puedan ser

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vuestros maridos? § Regresad, hijas mías, marchaos, porque ya soy demasiado vieja para tener marido. Y aunque dijera: “Todavía tengo esperanzas”, y esta misma noche estuviera con algún marido, y 13 aun diera a luz hijos, § ¿les esperaríais vosotras hasta que fueran grandes? ¿Os quedaríais sin casar por amor a ellos? No, hijas mías; mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano del Señor se ha levantado contra mí. 14 Alzaron ellas otra vez su voz y lloraron; Orfa besó a su suegra, pero Rut se quedó con ella. 15 Noemí dijo: —Mira, tu cuñada ha regresado a su pueblo y a sus dioses; ve tú tras ella. 16 Rut respondió: 12

—No me ruegues que te deje y me aparte de ti, porque a dondequiera que tú vayas, iré yo, y dondequiera que vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios, mi Dios. 17 § Donde tú mueras, moriré yo y allí seré sepultada. Traiga el Señor sobre mí el peor de los castigos, si no es solo la muerte lo que haga separación entre nosotras dos. Al ver Noemí que Rut estaba tan resuel­ta a ir con ella, no insistió. 19 Anduvieron, pues, ellas dos hasta llegar a Belén. Cuando entraron en Belén, toda la ciudad se conmovió por su causa, y exclamaban: —¿No es esta Noemí? 20 Pero ella les respondía: —¡No me llaméis Noemí,⁠ sino llamadme Mara;⁠ porque el Todopoderoso me ha llenado de amargura! 18


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Rut en el campo de Booz

§ Me fui llena, mas con las manos vacías me devuelve el Señor. ¿Por qué aún me llamáis Noemí, si ya el Señor ha dado testimonio contra mí y el Todopoderoso me ha afligido?

sed, ve a las vasijas, y bebe del agua que sacan los criados. 10 Entonces ella bajó su rostro, se postró en tierra y le dijo: —¿Por qué he hallado gracia a tus ojos para que me favorezcas, pese a ser yo extranjera? 11 Booz le respondió: —He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y cómo has dejado a tu padre y a tu madre, y la tierra donde naciste, para venir a un pueblo que no conocías. 12 § Que el Señor te recompense por ello, y que recibas tu premio de parte de Dios el Señor de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte. 13 Ella le dijo: —Señor mío, me has mostrado tu favor y me has consolado; has hablado al corazón de tu sierva, aunque no soy ni siquiera como una de tus criadas. 14 A la hora de comer, Booz le dijo: «Ven aquí, come del pan, y moja tu bocado en el vinagre». Se sentó ella junto a los segadores, y él le dio del guiso; comió hasta quedar 15 satisfecha, y aun sobró. § Cuando se levantó para continuar su trabajo, Booz ordenó a sus criados: «Que recoja también espigas entre las 16 gavillas, y no la avergoncéis; § dejaréis también caer para ella algo de los manojos; dejadlo para que lo recoja, y no la reprendáis». 17 Espigó, pues, en el campo hasta la noche, y cuando desgranó lo que había recogido, era como un efa de cebada. 18 § Lo tomó y se fue a la ciudad, y su suegra vio lo que había espigado. Luego sacó también lo que le había sobrado después de haber quedado satisfecha, y se lo dio. 19 Su suegra le preguntó: —¿Dónde has espigado hoy? ¿Dónde has trabajado? ¡Bendito sea el que te ha favorecido! Ella contó a su suegra con quién había trabajado, y añadió:

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Así regresó Noemí, y con ella su nuera, Rut, la moabita. Salieron de los campos de Moab y llegaron a Belén al comienzo de la cosecha de la cebada.⁠

Rut en el campo de Booz Tenía Noemí un pariente de su marido, hombre rico de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz. 2 Un día Rut, la moabita, dijo a Noemí: —Te ruego que me dejes ir al campo a recoger espigas⁠ en pos de aquel a cuyos ojos halle gracia. —Vé, hija mía —le respondió ella. 3 Fue, pues, y al llegar, se puso a espigar en el campo tras los segadores. Y aconteció que aquella parte del campo era de Booz, el pariente de Elimelec. 4 § Llegaba entonces Booz de Belén, y dijo a los segadores: —El Señor sea con vosotros. —El Señor te bendiga —le respondieron ellos.⁠ 5 Luego Booz le preguntó a su criado, el encargado de los segadores: —¿De quién es esta joven? 6 El criado encargado de los segadores respondió: —Es la joven moabita que volvió con 7 Noemí de los campos de Moab. § Me ha dicho: “Te ruego que me dejes espigar y recoger tras los segadores entre las gavillas”. Entró, pues, y ha estado trabajando desde la mañana hasta ahora, sin descansar ni un solo momento. 8 Entonces Booz dijo a Rut: —Oye, hija mía, no te vayas, ni recojas espigas en otro campo; te quedarás 9 aquí junto a mis criadas. § Mira bien el campo en que están cosechando y síguelas; pues he mandado a los criados que no te molesten. Y cuando tengas

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Rut y Booz en la era

—El hombre con quien he trabajado hoy se llama Booz. 20 Dijo entonces Noemí a su nuera: —¡Bendito del Señor, pues no ha negado a los vivos la benevolencia que tuvo para con los que han muerto! Y añadió: Ese hombre es pariente nuestro, uno de los que pueden redimirnos. 21 Rut la moabita prosiguió su relato: —Además de esto me pidió: “Quédate con mis criadas, hasta que hayan acabado toda mi cosecha”. 22 Respondió Noemí a su nuera Rut: —Mejor es, hija mía, que salgas con sus criadas, y que no te encuentren en otro campo. 23 Estuvo espigando, pues, junto con las criadas de Booz, hasta que se acabó la cosecha de la cebada y la del trigo. Y mientras tanto, vivía con su suegra.

—Soy Rut, tu sierva; extiende el borde de tu capa sobre tu sierva, por cuanto eres pariente cercano. 10 Dijo Booz: —El Señor te bendiga, hija mía. Tu segunda bondad ha sido mayor que la primera, pues no has ido en busca 11 de algún joven, pobre o rico. § Ahora, pues, no temas, hija mía; haré contigo como tú digas, pues toda la gente de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa. 12 § Aunque es cierto que soy pariente cercano, hay un pariente más cercano que 13 yo.⁠ § Pasa aquí la noche, y cuando sea de día, si él te redime, bien, que te redima; pero si no quiere redimirte, yo te redimiré. El Señor es testigo. Descansa, pues, hasta la mañana. 14 Después que durmió a sus pies hasta la mañana, se levantó Rut antes que los hombres pudieran reconocerse unos a Rut y Booz en la era otros; porque Booz había dicho: «Que Un día le dijo su suegra Noemí: no se sepa que una mujer ha venido al —Hija mía, ¿no debo buscarte campo». 2 un hogar para que te vaya bien? § ¿No 15 Después él le pidió: es Booz nuestro pariente, con cuyas «Quítate el manto con que te cubres y criadas has estado? Esta noche él estará sujétalo bien». 3 aventando la cebada. § Te lavarás, pues, Mientras ella lo sujetaba, midió Booz te perfumarás, te pondrás tu mejor seis medidas de cebada y se las puso envestido, e irás a la era; pero no te precima. Entonces ella se fue a la ciudad. 16 sentarás al hombre hasta que él haya Cuando llegó a casa de su suegra, esta 4 acabado de comer y de beber. § Cuando le preguntó: se acueste, fíjate en qué lugar se acues—¿Qué hay, hija mía? ta, ve, descubre sus pies, y acuéstate Rut le contó todo cuanto le había ocuallí; él mismo te dirá lo que debas hacer. 17 rrido con aquel hombre, § y añadió: 5 Rut respondió: —Me dio estas seis medidas de ce—Haré todo lo que tú me mandes. bada, y me dijo: “Para que no vuelvas 6 Descendió, pues, al campo, e hizo a la casa de tu suegra con las manos todo lo que su suegra le había mandado. vacías”. 7 18 Cuando Booz hubo comido y bebido, Entonces Noemí dijo: y su corazón estaba contento, se retiró —Espérate, hija mía, hasta que sepas a dormir a un lado del montón. Un rato cómo se resuelve esto; porque aquel más tarde vino ella calladamente, le hombre no descansará hasta que con8 descubrió los pies y se acostó. § A la cluya el asunto hoy. medianoche se estremeció aquel hombre, se dio vuelta, y descubrió que una Booz se casa con Rut mujer estaba acostada a sus pies. Más tarde, Booz subió a la entrada 9 Entonces dijo: del pueblo y se sentó allí; en ese —¿Quién eres? momento pasaba aquel pariente de Ella respondió: quien Booz había hablado.

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—¡Eh, fulano! —le dijo Booz—, ven acá y siéntate. 2 Y este fue y se sentó. § Entonces Booz llamó a diez varones de los ancianos de la ciudad, y les dijo: —Sentaos aquí. 3 Cuando ellos se sentaron, § dijo al pariente: —Noemí, que ha vuelto del campo de Moab, vende una parte de las tierras que tuvo nuestro hermano Elimelec. 4 § Y yo decidí hacértelo saber y decirte que la compres en presencia de los que están aquí sentados, y de los ancianos de mi pueblo. Si quieres redimir la tierra, redímela; y si no quieres redimirla, decláramelo para que yo lo sepa, pues no hay otro que redima sino tú, y yo después de ti. —Yo la redimiré —respondió el pariente. 5 Entonces replicó Booz: —El mismo día que compres las tierras de manos de Noemí, debes tomar también a Rut la moabita, mujer del difunto, para que restaures el nombre del muerto sobre su posesión. 6 El pariente respondió: —No puedo redimir para mí, no sea que perjudique mi herencia. Redime tú y usa de mi derecho, porque yo no podré hacerlo. 7 Desde hacía tiempo existía esta costumbre en Israel, referente a la redención y al contrato, que para la confirmación de cualquier negocio, uno se quitaba el calzado y lo daba a su compañero; y esto servía de testimonio en Israel. 8 Entonces el pariente dijo a Booz: —Tómalo tú. Y se quitó el calzado.⁠ 9 Booz se dirigió a los ancianos y a todo el pueblo con estas palabras: —Vosotros sois testigos hoy de que he adquirido de manos de Noemí todo

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Booz se casa con Rut

lo que fue de Elimelec, y todo lo que fue de Quelión y de Mahlón. § Y que también tomo por mi mujer a Rut la moabita, mujer de Mahlón, para restaurar el nombre del difunto sobre su heredad, para que el nombre del muerto no se borre de entre sus hermanos, ni de entre su pueblo. Vosotros sois testigos hoy. 11 Todos los que estaban a la puerta del pueblo y los ancianos respondieron: —Testigos somos. El Señor haga a la mujer que entra en tu casa como a Raquel y a Lea, las cuales edificaron la casa de Israel;⁠ y tú seas distinguido en 12 Efrata, y renombrado en Belén. § Sea tu casa como la casa de Fares, el hijo de Tamar y Judá,⁠ gracias a la descendencia que de esa joven te dé el Señor. 13 Así fue como Booz tomó a Rut y se casó con ella. Se unió a ella, y el Señor permitió que concibiera y diera a luz un hijo. 14 Y las mujeres decían a Noemí: «Alabado sea el Señor, que hizo que no te faltara hoy pariente, cuyo nombre 15 será celebrado en Israel; § el cual será restaurador de tu alma, y te sostendrá en tu vejez; pues tu nuera, que te ama, lo ha dado a luz; y ella es de más valor para ti que siete hijos». 16 Tomó Noemí al niño, lo puso en su regazo⁠ y lo crió. 17 Y dijeron las vecinas: «¡Le ha nacido un hijo a Noemí!». Y le pusieron por nombre Obed. Este fue el padre de Isaí, padre de David. 18 Estas son las generaciones de Fares:⁠ 19 Fares engendró a Hezrón, § Hezrón engendró a Ram, y Ram engendró a 20 Aminadab, § Aminadab engendró a Naasón, y Naasón engendró a Salmón, 21 § Salmón engendró a Booz, y Booz en22 gendró a Obed, § Obed engendró a Isaí, e Isaí engendró a David. 10


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Evangelio según

SAN MATEO con José,⁠ y antes que convivieran se halló que había concebido del Espíritu Libro de la genealogía de Jesucristo, 19 Santo.⁠ § José, su prometido, como era hijo de David, hijo de Abraham: justo y no quería difamarla, determinó 2 20 dejarla secretamente. § Mientras penAbraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, y Jacob a Judá y a sus hermanos. saba él en esto, un ángel del Señor se 3 § Judá engendró, de Tamar, a Fares le apareció en sueños y le dijo: «José, y a Zara; Fares a Esrom, y Esrom a hijo de David, no temas recibir a María 4 Aram. § Aram engendró a Aminadab, como mujer, porque lo que en ella Aminadab a Naasón, y Naasón a Salmón. es engendrado, del Espíritu Santo es.⁠ 5 § Salmón engendró, de Rahab, a Booz; 21 § Dará a luz un hijo y le pondrás por Booz engendró, de Rut, a Obed, y Obed nombre Jesús,⁠ porque él salvará a su 6 a Isaí. § Isaí engendró al rey David. 22 pueblo de sus pecados». § Todo esto El rey David engendró a Salomón de aconteció para que se cumpliera lo que 7 la que fue mujer de Urías. § Salomón dijo el Señor por medio del profeta: engendró a Roboam, Roboam a Abías, 23 § «Una virgen concebirá y dará a luz 8 y Abías a Asa. § Asa engendró a Josafat, 9 Josafat a Joram, y Joram a Uzías. § Uzías un hijo y le pondrás por nombre Emanuel»⁠ engendró a Jotam, Jotam a Acaz, y 10 Acaz a Ezequías. § Ezequías engendró a (que significa: «Dios con nosotros»). Manasés, Manasés a Amón, y Amón a 24 11 Josías. § Josías engendró a Jeconías y a Cuando despertó José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había manda­ sus hermanos en los días de la deporta25 do y recibió a su mujer. § Pero no la ción a Babilonia.⁠ 12 conoció hasta que dio a luz a su hijo Después de la deportación a Babilonia, primogénito, a quien puso por nombre Jeconías engendró a Salatiel, y Salatiel 13 a Zorobabel. § Zorobabel engendró a Jesús. Abiud, Abiud a Eliaquim, y Eliaquim a 14 Azor. § Azor engendró a Sadoc, Sadoc a La visita de los sabios de Oriente 15 Aquim, y Aquim a Eliud. § Eliud engen Cuando Jesús nació en Belén⁠ de Judea, en los días del rey Herodes,⁠ dró a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a 16 Jacob, § y Jacob engendró a José, prome­ llegaron del Oriente a Jerusalén unos 2 magos § que preguntaban: tido de María, de la cual nació Jesús, —¿Dónde está el rey de los judíos que llamado el Cristo. 17 ha nacido?, pues su estrella hemos visto De manera que todas las generaciones en el Oriente y venimos a adorarlo. desde Abraham hasta David son cator3 Al oír esto, el rey Herodes se turbó, ce; desde David hasta la deportación a 4 y toda Jerusalén con él. § Por eso conBabilonia, catorce; y desde la deportavocó a todos los principales sacerdotes ción a Babilonia hasta Cristo, catorce. y escribas del pueblo y les preguntó 5 dónde había de nacer el Cristo. § Ellos Nacimiento de Jesucristo (Lc 2.1‑7) le respondieron: 18 —En Belén de Judea, según escribió el El nacimiento de Jesucristo fue así: profeta: María, su madre, estaba comprometida Genealogía de Jesucristo⁠

(Lc 3.23‑38)

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SAN MATEO  2 6

§ “Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá, porque de ti saldrá un guiador, que apacentará⁠ a mi pueblo Israel”.⁠

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para cerciorarse del tiempo exacto en que había aparecido la estre8 lla, § y los envió a Belén diciéndoles: —Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño y cuando lo halléis hacédmelo saber para que yo también vaya a adorarlo. 9 Ellos después de oír al rey se fueron. Y la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que al llegar se detuvo sobre el lugar donde 10 estaba el niño. § Al ver la estrella, se 11 regocijaron con muy gran gozo § y cuando entraron en la casa vieron al niño con María, su madre, se postraron y lo adoraron. Luego abrieron sus tesoros y le ofrecieron presentes: oro, incienso y 12 mirra. § Pero como fueron avisados por revelación en sueños de que no volvieran a Jerusalén para informar a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino. 7

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por los magos. § Entonces se cumplió lo declarado por el profeta Jeremías:

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§ «Voz fue oída en Ramá, grande lamentación, lloro y gemido: Raquel llora a sus hijos y no quiso ser consolada, porque perecieron».⁠

La huida a Egipto Después de que partieron, un ángel del Señor apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Permanece allí hasta que yo te diga, porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo». 14 Entonces él se despertó, tomó de noche al niño y a su madre y se fue a 15 Egipto. § Estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi Hijo».⁠ 13

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La huida a Egipto

El regreso de Egipto Pero muerto Herodes, un ángel del Señor apareció en sueños a José, en 20 Egipto, § y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y vete a tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban matar al niño». 21 Entonces él se levantó, tomó al niño y a su madre y se fue a tierra de Israel. 22 § Pero cuando oyó que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo temor de ir allá. Y avisado por revelación en sueños, se fue a la región 23 de Galilea § y se estableció en la ciudad que se llama Nazaret,⁠ para que se cumpliera lo que fue dicho por los profetas, que habría de ser llamado nazareno.⁠ 19

Predicación de Juan el Bautista

(Mc 1.1‑8; Lc 3.1‑9,15‑17; Jn 1.19‑28)

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En aquellos días apareció Juan el 3 Bautista⁠ predicando en el desierto de Judea, § y decía: «Arrepentíos,

porque el reino de los cielos⁠ se ha acercado»,⁠ § pues este es aquel de quien el profeta Isaías dijo:

«Voz del que clama en el desierto: “¡Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas!”».⁠

Juan estaba vestido de pelo de camello, tenía un cinto de cuero alrededor de su cintura⁠ y su comida eran langostas 5 y miel silvestre. § Acudían a él gentes de Jerusalén, de toda Judea y de toda 6 la ribera del Jordán. § Quienes acudían confesaban sus pecados y él los bautizaba en las aguas del Jordán. 7 Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos⁠ venían a su bautismo, 4

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Matanza de los inocentes Herodes, al verse burlado por los magos, se enojó mucho y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo indicado


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SAN MATEO  4

El bautismo de Jesús

les decía: «¡Generación de víboras!,⁠ ¿quién os ha enseñado a huir de la ira 8 venidera? § Producid, pues, frutos dig9 nos de arrepentimiento, § y no penséis decir dentro de vosotros mismos: “A Abraham tenemos por padre”,⁠ porque yo os digo que Dios puede levantar hijos de Abraham aun de estas piedras. 10 § Además, el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles y todo árbol que no da buen fruto va a ser cortado y echado 11 al fuego.⁠ § Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento, pero el que viene detras de mí, cuyo calzado no soy digno de llevar, es más poderoso que yo y os bautizará con Espíritu Santo 12 y fuego.⁠ § Con el bieldo en las manos limpiará su era, recogerá el trigo en el granero y quemará la paja en fuego que nunca se apagará».

—Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. 4 Él respondió: —Escrito está: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.⁠ 5 Entonces el diablo lo llevó a la santa ciudad, lo puso sobre el pináculo del 6 Templo § y le dijo: —Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, pues escrito está:

»“A sus ángeles mandará que cuiden de ti”, y »y

»“En sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra”.⁠

El bautismo de Jesús

(Mc 1.9‑11; Lc 3.21‑22)⁠

Entonces Jesús vino de Galilea al Jordán, donde estaba Juan, para que 14 le bautizase. § Pero Juan se le oponía diciendo: —Soy yo quien necesito ser bautizado por ti, ¿y tú acudes a mí para que te bautice? 15 Jesús le respondió: —Permítelo ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. 16 Entonces Juan aceptó. § Y Jesús, después de bautizado, subió enseguida del agua. En ese momento los cielos se abrieron y Jesús vio al Espíritu de Dios que descendía como una paloma y se 17 posaba sobre él. § Y se oyó una voz de los cielos que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia».⁠ 13

Jesús le dijo: —Escrito está también: “No tentarás al Señor tu Dios”.⁠ 8 Otra vez lo llevó el diablo a un monte muy alto y le mostró todos los reinos 9 del mundo y la gloria de ellos, § y le dijo: —Todo esto te daré, si te postras y me adoras. 10 Entonces Jesús respondió: —Vete, Satanás, porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás”.⁠ 11 El diablo entonces lo dejó y vinieron ángeles y le servían. 7

Jesús comienza el ministerio

(Mc 1.14‑20; Lc 4.14‑15; 5.1‑11; 6.17‑19)

Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso,⁠ volvió a Galilea; § pero no se quedó en Nazaret, sino que se fue a vivir a Capernaúm,⁠ ciudad marítima, en la 14 región de Zabulón y de Neftalí, § para que se cumpliera lo que dijo el profeta Isaías: 12 13

Tentación de Jesús (Mc 1.12‑13; Lc 4.1‑13)

2 3

Entonces Jesús fue llevado por el 4 Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.⁠ § Después de haber ayu

nado cuarenta días y cuarenta noches, sintió hambre. § Se le acercó el tentador y le dijo:

15

§ «¡Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles!


SAN MATEO  4 16

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§ El pueblo que habitaba en tinieblas vio gran luz, y a los que habitaban en región de sombra de muerte, luz les resplandeció».⁠

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Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decía: «¡Arrepentíos, porque el reino de los cielos⁠ se ha acercado!».⁠

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»Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas⁠ que vivieron antes que vosotros.

Jesús llama a cuatro pescadores Al pasar Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, que estaban echando la red en el mar, porque 19 eran pescadores. § Y les dijo: —Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres. 20 Ellos dejaron al instante las redes y 21 le siguieron.⁠ § Más adelante vio a otros dos hermanos, Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo. Estaban en la barca con su padre remendando las redes y los llamó. 22 § Ellos dejaron al instante la barca y a su padre y le siguieron. 18

Jesús enseña y cura a la multitud Jesús recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia en 24 el pueblo.⁠ § Se difundió su fama por toda Siria y le llevaban a todos los que tenían dolencias, a los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, a los endemo­niados, lunáticos y paralíticos, 25 y los sanó. § Le siguió mucha gente de Galilea, de Decápolis,⁠ de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán. 23

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2

El sermón del monte⁠ Al ver la multitud, subió al monte y se sentó.⁠ Se le acercaron sus discípulos § y él empezó a enseñarles diciendo:

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Las bienaventuranzas

(Lc 6.20‑23) 3

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Jesús llama a cuatro pescadores

§ «Bienaventurados los pobres en espíritu,

porque de ellos es el reino de los cielos. § Bienaventurados los que lloran,⁠ porque ellos recibirán consolación. § Bienaventurados los mansos,⁠ porque ellos recibirán la tierra por heredad. § Bienaventurados los que tienen hambre y sed⁠ de justicia, porque ellos serán saciados.⁠ § Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. § Bienaventurados los de limpio corazón,⁠ porque ellos verán a Dios. § Bienaventurados los pacificadores,⁠ porque ellos serán llamados hijos de Dios. § Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia,⁠ porque de ellos es el reino de los cielos. § Bienaventurados seréis cuando por mi causa os insulten, os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.⁠

La sal de la tierra »Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No sirve ya para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por la gente.⁠

La luz del mundo »Vosotros sois la luz del mundo;⁠ una ciudad asentada sobre un monte no se 15 puede esconder. § Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero⁠ para que alumbre 16 a todos los que están en casa. § Así alumbre vuestra luz delante de la gente, para que vean vuestras buenas obras y 14


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glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.⁠ Jesús y la Ley »No penséis que he venido para abolir la Ley o los Profetas; no he venido 18 para abolir, sino para cumplir,⁠ § porque de cierto os digo que antes que pasen el cielo y la tierra, ni una coma ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo 19 se haya cumplido.⁠ § De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos, aunque sea muy pequeño, y así lo enseñe a los demás, muy pequeño será considerado en el reino de los cielos; pero aquel que los cumpla y los enseñe será considerado grande en el reino de los cielos. 20 »Por tanto, os digo que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. 17

SAN MATEO  5

Jesús y la Ley

cualquiera que mira a una mujer para codiciarla ya ha cometido adulterio con ella en su corazón. 29 »Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti, pues mejor te es perder uno de tus miembros que todo tu cuerpo sea arro30 jado al infierno.⁠ § Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala y échala de ti, pues mejor te es perder uno de tus miembros que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.

Sobre el divorcio

31 32

Sobre la ira

(Mt 19.9; Mc 10.11‑12; Lc 16.18)⁠

»También fue dicho: “Cualquiera que repudie a su mujer, déle carta de divorcio”.⁠ § Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella caiga en adulterio; y el que se casa con la repudiada comete adulterio.⁠

Sobre los juramentos »Además habéis oído que se dijo a los 21 »Habéis oído que fue dicho a los antepasados: “No jurarás en falso, sino antiguos: “No matarás”,⁠ y cualquiera que cumplirás lo que juraste al Señor”.⁠ 22 que mate será culpable de juicio. § Pero 34 § Pero yo os digo: No juréis de ninguna yo os digo que cualquiera que se enoje manera: ni por el cielo, porque es el trocontra su hermano, será culpable de jui- 35 no de Dios; § ni por la tierra, porque es cio; y cualquiera que diga “Necio” a su el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, hermano, será culpable ante el Concilio; 36 porque es la ciudad del gran Rey.⁠⁠ § Ni y cualquiera que le diga “Fatuo”, quedapor tu cabeza jurarás, porque no puedes rá expuesto al infierno de fuego. hacer blanco o negro un solo cabello. 23 37 § Sea vuestro hablar: “Sí, sí” o “No, no”, »Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano porque lo que es más de esto, de mal 24 tiene algo contra ti, § deja allí tu ofrenprocede.⁠ da, ve a reconciliarte con tu hermano, vuelve al altar y entonces presenta tu Sobre la venganza 25 ofrenda. § Ponte de acuerdo pronto con (Lc 6.29‑30) 38 tu adversario, en tanto que estás con él »Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo y 39 diente por diente”.⁠ § Pero yo os digo: No en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez y el juez al guardia, resistáis al malvado; antes, a cualquiera 26 y seas echado en la cárcel. § De cierto que te hiera en la mejilla derecha, vuélve40 le también la otra; § al que quiera ponerte te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante.⁠ a pleito y quitarte la túnica, déjale tam41 bién la capa; § a cualquiera que te obligue Sobre el adulterio a llevar carga por una milla, ve con él dos. 27 42 § Al que te pida, dale; y al que quiera to»Habéis oído que se dijo: “No come28 terás adulterio”.⁠ § Pero yo os digo que mar de ti prestado, no se lo niegues.⁠ (Lc 12.57‑59)

33


SAN MATEO  5

Sobre el amor a los enemigos

»Y al orar no utilicéis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán escuchados. 8 § No os hagáis, pues, semejantes a ellos, porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad antes de que vosotros 9 se las pidáis.⁠ § Vosotros, pues, oraréis así:⁠ 7

(Lc 6.27‑28,32‑36)

»Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo⁠ y odiarás a tu enemigo”. 44 § Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen,⁠ 45 § para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos y hace llover 46 sobre justos e injustos. § Si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los 47 publicanos?⁠ § Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gen48 tiles? § Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.⁠ 43

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Sobre el amor a los enemigos

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Sobre la limosna »Guardaos de hacer vuestra justicia delante de la gente para que os vean;⁠ de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en 2 los cielos. § Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para ser alabados por todo el mundo. De cierto os digo que ya 3 tienen su recompensa. § Pero cuando tú des limosna, no sepa tu mano izquierda 4 lo que hace tu mano derecha,⁠ § para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.

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Sobre la oración

(Lc 11.2‑4)

»Cuando ores, no seas como los hipócritas, porque ellos aman orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles para que todos los vean.⁠ De cierto os digo que ya tienen su recompensa. 6 § Pero tú, cuando ores entra en tu cuarto, cierra la puerta⁠ y ora a tu Padre que está en secreto contigo; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público. 5

»“Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. § Venga tu Reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. § El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. § Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. § No nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal, porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria,⁠ por todos los siglos. Amén”.

»Por tanto, si perdonáis a los demás sus ofensas, os perdonará también a 15 vosotros vuestro Padre celestial; § pero si no perdonáis a los demás sus ofensas, tampoco vuestro Padre os las perdonará a vosotros.⁠ 14

Sobre el ayuno »Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran sus rostros para mostrar a la gente que ayunan. De cierto os digo que ya 17 tienen su recompensa. § Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu 18 rostro, § para no mostrar a nadie que ayunas, sino a tu Padre que ve en secreto; y tu Padre, que ve en secreto, te recompensará en público. 16

Tesoros en el cielo

(Lc 12.32‑34)

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»No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen⁠ y donde los ladrones entran y hurtan;


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§ sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido destruyen y donde los ladrones no entran ni hurtan, 21 § porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. 20

La lámpara del cuerpo

(Lc 11.33‑36) 22 23

»La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; § pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que hay en ti es tinieblas, ¿cuán oscuras no serán las mismas tinieblas?

El juzgar a los demás

(Lc 6.37‑38,41‑42)

Dios y las riquezas

2

No juzguéis, para que no seáis 7que »juzgados, § porque con el juicio con juzguéis seréis juzgados, y con la

medida con que midáis se os medirá.⁠ § ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver 4 la viga que está en tu propio ojo? § ¿O cómo dirás a tu hermano: “Déjame sacar la paja de tu ojo”, cuando tienes 5 la viga en el tuyo? § ¡Hipócrita! Saca prime­ro la viga de tu propio ojo y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano. 6 »No deis lo santo a los perros ni echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y se vuelvan y os despedacen. 3

»Ninguno puede servir a dos señores, porque odiará al uno y amará al otro o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.⁠

Confianza en Dios

(Lc 12.22‑31)

»Por tanto os digo: No os afanés por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que 26 el vestido? § Mirad las aves del cielo, que no siembran ni siegan ni recogen en graneros; y, sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis 27 vosotros mucho más que ellas?⁠ § ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un 28 codo? § Y por el vestido, ¿por qué os preocupáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hi29 lan; § pero os digo que ni aun Salomón con toda su gloria⁠ se vistió como uno 30 de ellos. § Y si a la hierba del campo, que hoy es verde y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de 31 poca fe? § No os afanéis, pues, diciendo: “¿Qué comeremos o qué beberemos o 32 qué vestiremos?”, § porque los gentiles se afanan por todas estas cosas, pero 25

vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas ellas. § Buscad prime­ro el reino de Dios y su justicia y tod­as estas cosas os serán añadidas.⁠ 34 »Así que no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio afán. 33

(Lc 16.13) 24

SAN MATEO  7

La lámpara del cuerpo

La oración y la regla de oro

(Lc 11.9‑13; 6.31)

»Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá, § porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abri9 rá. § ¿Quién de vosotros, si su hijo le 10 pide pan, le dará una piedra? § ¿O si le pide un pescado le dará una serpiente? 11 § Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le 12 pidan?⁠ § Así que todas las cosas que queráis que los demás os hagan a vosotros, así también haced vosotros con ellos,⁠ pues esto es la Ley y los Profetas. 7

La puerta estrecha

8

(Lc 13.24) 13

»Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el


SAN MATEO  7 14

camino que lleva a la perdición y muchos son los que entran por ella; § pero estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida y pocos son los que la hallan.⁠

Por sus frutos los conoceréis

dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó y fue grande su ruina». 28 Cuando terminó Jesús estas palabras, la gente estaba admirada de su doctrina, 29 § porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.⁠

Jesús sana a un leproso

(Lc 6.43‑44)

»Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos de ovejas 16 pero por dentro son lobos rapaces.⁠ § Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de 17 los abrojos?⁠ § Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da ma18 los frutos. § No puede el buen árbol dar malos frutos ni el árbol malo dar frutos 19 buenos. § Todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego.⁠ 20 § Así que por sus frutos los conoceréis.⁠ 15

(Mc 1.40‑45; Lc 5.12‑16)

Nunca os conocí

(Lc 13.25‑27)

»No todo el que me dice: “¡Señor, Señor!” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi 22 Padre que está en los cielos.⁠ § Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre y en tu nombre echamos fuera demonios y en tu nombre hicimos muchos milagros?”. 23 § Entonces les declararé: “Nunca os conocí. ¡Apartaos de mí, hacedores de maldad!”.⁠ 21

20

Por sus frutos los conoceréis

2

Cuando descendió Jesús del monte, 8 le seguía mucha gente. § Entonces se le acercó un leproso, se postró ante

él y le dijo: —Señor, si quieres puedes limpiarme. 3 Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: —Quiero, sé limpio. Al instante su lepra desapareció y 4 § Jesús le advirtió: —Mira, no lo digas a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que ordenó Moisés,⁠ para testimo­nio de la curación ante ellos.

Los dos cimientos

Al entrar Jesús en Capernaúm, se le acercó un centurión rogándole: 6 —Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. 7 Jesús le dijo: —¿Iré yo y lo sanaré? 8 Respondió el centurión: —Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra y 9 mi criado sanará, § pues también yo soy hombre bajo autoridad y tengo soldados a mis órdenes; le digo a este: “Ve”, y va; y al otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace. 10 Al oírlo Jesús, se maravilló y dijo a los que le seguían: —De cierto os digo que ni aun en 11 Israel he hallado tanta fe. § Os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente y se sentarán con Abraham, Isaac 12 y Jacob en el reino de los cielos;⁠ § pero los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.⁠ 5

(Lc 6.46‑49)

»A cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las pone en práctica, lo compararé a una persona prudente que edificó su casa sobre la roca. 25 § Descendió la lluvia, vinieron ríos, soplaron vientos y golpearon contra aquella casa; pero no cayó, porque es26 taba cimentada sobre la roca. § Pero a cualquiera que me oye estas palabras y no las pone en práctica, lo compararé a una persona insensata que edificó 27 su casa sobre la arena. § Descendió la lluvia, vinieron ríos, soplaron vientos y 24

Jesús sana al siervo de un centurión⁠

(Lc 7.1‑10)


21 13

Jesús sana a la suegra de Pedro

Entonces Jesús dijo al centurión: —Vete, y que te sea hecho como lo creíste. Y su criado quedó sano en aquella misma hora.

SAN MATEO  9

Él les dijo: —¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces se levantó, reprendió a los vientos y al mar y sobrevino una gran cal27 ma. § Los hombres, maravillados, decían: —¿Quién es este, que aun los vientos y el mar le obedecen? 26

Jesús sana a la suegra de Pedro

(Mc 1.29‑34; Lc 4.38‑41) 14 15

Fue Jesús a casa de Pedro y vio a la suegra de este postrada en cama, con fiebre. § Entonces tocó su mano y la fiebre la dejó; ella se levantó y los servía.

Jesús sana a muchos enfermos Al llegar la noche, le llevaron muchos endemoniados, y con la palabra echó fuera a los demonios y sanó a todos los 17 enfermos, § para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: «Él mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias».⁠ 16

Los endemoniados gadarenos

(Mc 5.1‑20; Lc 8.26‑39)

Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos,⁠ vinieron a su encuentro dos hombres endemoniados que salían de entre los sepulcros. Eran tan feroces que nadie podía pasar por aquel 29 camino. § Y clamaron: —¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo? 30 Pacía lejos de ellos un hato de muchos 31 cerdos. § Y los demonios le rogaron: —Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de cerdos. 32 Él les dijo: —Id. Ellos salieron y se fueron a aquel hato de cerdos. Entonces todo el hato se lanzó al mar por un despeñadero y 33 perecieron en las aguas. § Los que lo apacentaban huyeron y al llegar a la ciudad contaron todas las cosas y lo que había pasado con los endemoniados. 34 § Entonces toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, cuando lo vieron, le rogaron que se fuera de sus contornos. 28

Los que querían seguir a Jesús

(Lc 9.57‑62)

Como se viera Jesús rodeado de mucha gente, dio orden de pasar al otro 19 lado del lago. § Entonces se le acercó un escriba y le dijo: —Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. 20 Jesús le respondió: —Las zorras tienen guaridas y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar su cabeza. 21 Otro de sus discípulos le dijo: —Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. 22 Jesús contestó: —Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos.⁠ 18

Jesús sana a un paralítico

Jesús calma la tempestad

(Mc 4.35‑41; Lc 8.22‑25) 23 24

25

Entró Jesús en la barca y sus discípulos le siguieron. § De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca, pero él dormía. § Se acercaron sus discípulos y lo despertaron, diciendo: —¡Señor, sálvanos, que perecemos!

(Mc 2.1‑12; Lc 5.17‑26)

2

Entonces entró Jesús en la barca, 9 pasó al otro lado y vino a su ciudad. § Y sucedió que le llevaron un paralítico

tendido sobre una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: —Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.⁠ 3 Entonces algunos de los escribas se decían entre sí: «Este blasfema».⁠ 4 § Conociendo Jesús sus pensamientos, dijo:


SAN MATEO  9

—¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? § ¿Qué es más fácil, decir “Los pecados te son perdonados” o 6“Levántate y anda”? § Pues sabed que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados. Y entonces dijo al paralítico: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. 7-8 Él se levantó y se fue a su casa. § La gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los seres humanos. 5

22

Llamamiento de Mateo

nuevo en vestido viejo, porque tal remiendo tira del vestido y se hace peor la 17 rotura. § Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, el vino se derrama y los odres se pierden. El vino nuevo se echa en odres nuevos y lo uno y lo otro se conservan juntamente.

La hija de Jairo y la mujer con flujo de sangre

(Mc 5.21‑43; Lc 8.40‑56)

Mientras él les decía estas cosas, llegó un dirigente, se postró ante él y le dijo: (Mc 2.13‑17; Lc 5.27‑32) —Mi hija acaba de morir; pero ven y 9 Cuando salió Jesús de allí, vio a un pon tu mano sobre ella y vivirá. 19 hombre llamado Mateo que estaba senJesús se levantó y le siguió con sus tado en el banco de los tributos públicos, 20 discípulos. § Entonces una mujer enfery le dijo: ma de flujo de sangre desde hacía doce —Sígueme. años se le acercó por detrás y tocó el 21 borde de su manto, § porque se decía Él se levantó y le siguió. 10 Y aconteció que estando él sentado a sí misma: «Con solo tocar su manto a la mesa en la casa de Mateo llegaron seré salva». 22 muchos publicanos y pecadores y se Jesús se volvió, la miró y le dijo: sentaron juntamente con Jesús y sus —Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. 11 discípulos. § Cuando vieron esto los fariY la mujer fue salva desde aquella seos, dijeron a los discípulos: hora. —¿Por qué come vuestro Maestro con 23 Cuando entró Jesús en la casa del los publicanos y pecadores?⁠ dirigen­te y vio a los que tocaban flautas y 12 24 a la gente que hacía alboroto, § les dijo: Al oír esto Jesús, les dijo: —Los sanos no tienen necesidad de —Apartaos, porque la niña no está 13 médico, sino los enfermos. § Id, pues, y muerta, sino que duerme. aprended lo que significa:⁠ “Misericordia 25 Y se burlaban de él. § Pero cuando quiero y no sacrificio”,⁠ porque no he veecharon fuera a aquella gente, Jesús ennido a llamar a justos, sino a pecadores tró, tomó de la mano a la niña y ella se 26 levantó. § Y se difundió esta noticia por al arrepentimiento. toda aquella tierra. La pregunta sobre el ayuno (Mc 2.18‑22; Lc 5.33‑39) Dos ciegos reciben la vista 14 27 Entonces se le acercaron los discípuCuando salió Jesús, le siguieron dos los de Juan⁠ y le preguntaron: ciegos clamando a gritos: —¿Por qué nosotros y los fariseos ayu—¡Ten misericordia de nosotros, Hijo namos muchas veces y tus discípulos no de David!⁠ 28 ayunan? Al llegar a la casa, se le acercaron los 15 Jesús les dijo: ciegos y Jesús les preguntó: —¿Acaso pueden los que están de —¿Creéis que puedo hacer esto? boda tener luto en tanto que el esposo Ellos respondieron: está con ellos? Vendrán días cuando el —Sí, Señor. 29 esposo les será quitado. Entonces ayuEntonces les tocó los ojos y les dijo: 16 narán. § Nadie pone remiendo de paño —Conforme a vuestra fe os sea hecho. 18

Llamamiento de Mateo


23

SAN MATEO  10

Un mudo habla

«Por camino de gentiles no vayáis y en ciudad de samaritanos no entréis; 6 § id antes a las ovejas perdidas de la 31 7 casa de Israel. § Y cuando vayáis, predicadles así: “El reino de los cielos se ha 8 acercado”. § Sanad enfermos, limpiad Un mudo habla leprosos, resucitad muertos, echad 32 Tan pronto como salieron, le trajeron fuera demonios; de gracia recibisteis, 33 un mudo endemoniado. § Jesús expulsó 9 dad de gracia. § No llevéis oro ni plata 10 ni cobre en vuestros cintos; § ni alforja al demonio y el mudo habló.⁠ La gente se maravillaba y decía: para el camino ni dos túnicas ni calzado —Nunca se ha visto cosa semejante en ni bastón, porque el obrero es digno de 11 su alimento.⁠ § Pero en cualquier ciudad Israel. 34 Pero los fariseos decían: o aldea donde entréis, informaos de —Por el príncipe de los demonios quién es digno de confianza en ella y echa fuera los demonios.⁠ quedaos allí hasta que salgáis del lugar. 12-13 § Al entrar en la casa, saludad. § Y si la La mies es mucha casa es digna, vuestra paz vendrá sobre 35 Jesús recorría todas las ciudades y ella; pero si no es digna, vuestra paz se 14 volverá a vosotros. § Si alguien no os aldeas, enseñando en las sinagogas, predicando el evangelio del Reino y sarecibe ni oye vuestras palabras, salid de nando toda enfermedad y toda dolencia aquella casa o ciudad y sacudid el polvo 36 en el pueblo.⁠ § Al ver las multitudes 15 de vuestros pies.⁠ § De cierto os digo que tuvo compasión de ellas, porque estaen el día del juicio será más tolerable ban desamparadas y dispersas como el castigo para la tierra de Sodoma y de 37 ovejas que no tienen pastor.⁠ § Entonces Gomorra⁠ que para aquella ciudad. dijo a sus discípulos: «Ciertamente, la mies es mucha, pero los obreros pocos. Persecuciones venideras 38 § Rogad, pues, al Señor de la mies que (Mc 13.9‑13; Lc 21.12‑19) 16 envíe obreros a su mies».⁠ »Yo os envío como a ovejas en medio de lobos.⁠ Sed, pues, prudentes como Elección de los doce apóstoles serpientes y sencillos como palomas. 17 § Guardaos de la gente, porque os entre(Mc 3.13‑19; Lc 6.12‑16) Entonces llamó a sus doce discígarán a los concilios y en sus sinagogas 18 os azotarán; § y aun ante gobernadores y pulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos para que los echaran reyes seréis llevados por mi causa, para fuera, y para sanar toda enfermedad y toda darles testimonio a ellos y a los genti2 dolencia. § Los nombres de los doce após19 les. § Pero cuando os entreguen, no os toles son estos: primero Simón, llamado preocupéis por cómo o qué habréis de Pedro, y su hermano Andrés; Jacobo, hijo decir, porque en aquella hora se os dará 3 de Zebedeo, y su hermano Juan; § Felipe, 20 lo que hayáis de hablar, § pues no seréis Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, vosotros los que habléis, sino el Espíritu Jacobo hijo de Alfeo; Lebeo, de sobrenomde vuestro Padre a través de vosotros. 4 bre Tadeo; § Simón el cananita y Judas 21 § El hermano entregará a la muerte al Iscariote, el que precisamente lo entregó. hermano, y el padre al hijo. Los hijos se levantarán contra los padres y los harán 22 morir.⁠⁠ § Todos os odiarán por mi nomMisión de los doce (Mc 6.7‑13; Lc 9.1‑6) bre, pero el que persevere hasta el fin 5 23 será salvo.⁠ § Cuando os persigan en una Jesús envió a estos doce con las instrucciones siguientes⁠: ciudad, huid a otra. De cierto os digo 30

Sus ojos quedaron abiertos y Jesús les advirtió rigurosamente: —Mirad que nadie lo sepa. Pero cuando salieron, divulgaron la fama de Jesús por toda aquella tierra.

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SAN MATEO  10

que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del Hombre. 24 »El discípulo no es más que su maestro ni el siervo más que su señor.⁠ 25 § Bástale al discípulo ser como su maestro y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú,⁠ ¡cuánto más a los familiares de su casa!

A quién se debe temer

que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no 38 es digno de mí; § y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno 39 de mí. § El que halle su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mi causa, la hallará.⁠

Recompensas

(Mc 9.41) 40

(Lc 12.2‑9)

»Así que no temáis a la gente, porque nada hay encubierto que no haya de ser descubierto; ni oculto que no haya de 27 saberse.⁠ § Lo que os digo en tinieblas, decidlo a plena luz; y lo que oís en secreto, proclamadlo desde las azoteas. 28 § No temáis a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; temed más bien a aquel que puede destruir el 29 alma y el cuerpo en el infierno. § ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto?⁠ Pese a todo, ni uno de ellos cae a tierra 30 sin el permiso de vuestro Padre. § Pues bien, aun vuestros cabellos están todos 31 contados. § Así que no temáis; vosotros valéis más que muchos pajarillos. 26

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A quién se debe temer

41

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»El que os recibe a vosotros, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.⁠ § El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá. § Y cualquiera que dé solamente un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, por ser precisamente discípulo mío, de cierto os digo que no perderá su recompensa».⁠ Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en las ciudades del entorno.

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Confesar a Jesús delante de los hombres

(Lc 12.8‑9) 32

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Jesús, causa de división

35

36 37

Juan, que estaba en la cárcel, había oído los hechos de Cristo y envió a dos 3 de sus discípulos § para preguntarle: —¿Eres tú aquel que había de venir o esperaremos a otro? 4 Jesús les respondió: —Id y haced saber a Juan las cosas que 5 oís y veis. § Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen,⁠ los muertos son resucitados y a los pobres es anunciado el 6 evangelio;⁠ § y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí. 7 Mientras ellos se iban, comenzó Jesús a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una 8 caña sacudida por el viento? § ¿O qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? Los que llevan vestiduras delicadas están en los pala9 cios de los reyes. § Pero ¿qué salisteis 2

»A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también lo confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. § Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos.⁠

(Lc 12.49‑53; 14.26‑27) 34

Los mensajeros de Juan el Bautista

(Lc 7.18‑35)

»No penséis que he venido a traer paz en la tierra; no he venido a traer paz, sino espada, § porque he venido a enemistar al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra. § Así que los enemigos de cada uno serán los de su casa.⁠ § El que ama a su padre o a su madre más


25 10

SAN MATEO  12

Ayes sobre las ciudades impenitentes

a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta, § porque este es de quien está escrito:

porque si en Sodoma⁠ se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. 24 § Por tanto os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma⁠ que para ti».

»“Yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti”.⁠ »De cierto os digo que entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; y, sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él. 12 »Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. 13 § Todos los profetas y la Ley lo profetiza14 ron hasta Juan.⁠ § Y si queréis recibirlo, 15 él es aquel Elías que había de venir.⁠ § El 16 que tiene oídos para oír, oiga. § Pero ¿a qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas y gritan a sus compañeros: 17 § “Tocamos la flauta y no bailasteis; entonamos canciones de duelo y no 18 llorasteis”, § porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Demonio 19 tiene”. § Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: “Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores”. Pero la sabiduría se justifica por sus hijos». 11

Venid a mí y descansad (Lc 10.21‑22)

En aquel tiempo, Jesús exclamó: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios y de los entendidos y las has 26 revelado a los niños.⁠ § Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. 27 »Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre;⁠ y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, y nadie conoce al Padre, sino el Hijo⁠ y aquel a quien el Hijo se 28 lo quiera revelar. § Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados y yo os 29 haré descansar.⁠ § Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis 30 descanso para vuestras almas,⁠ § porque mi yugo es fácil y ligera mi carga». 25

Los discípulos arrancan espigas en sábado

Ayes sobre las ciudades impenitentes (Lc 10.13‑16)

Entonces comenzó Jesús a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus milagros, porque no se 21 habían arrepentido, diciendo: § «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida!, porque si en Tiro y en Sidón⁠ se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, hace mucho tiempo que habrían hecho penitencia con cilicio y ceniza. 22 § Por tanto os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para 23 Tiro y para Sidón que para vosotras. § Y tú, Capernaúm, que te levantas hasta el cielo, hasta el Hades⁠ serás abatida,⁠ 20

(Mc 2.23‑28; Lc 6.1‑5)

En aquel tiempo iba Jesús por los 12 sembrados un sábado. Sus discípulos sintieron hambre y comenzaron

a arrancar espigas⁠ y a comerlas. § Los fariseos, al verlo, le dijeron: —Tus discípulos hacen lo que no está permitido hacer en sábado. 3 Jesús respondió: —¿No habéis leído lo que hizo David cuando él y los que con él estaban sin4 tieron hambre? § Entró en la casa de Dios y comió los panes de la proposición, que no les estaba permitido comer ni a él ni a los que con él estaban, sino 5 solamente a los sacerdotes.⁠ § ¿O no habéis leído en la Ley cómo en sábado los sacerdotes en el Templo profanan el re6 poso sagrado y quedan impunes?⁠ § Pues os digo que uno mayor que el Templo 7 está aquí. § Si supierais qué significa 2


SAN MATEO  12

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El hombre de la mano seca

“Misericordia quiero y no sacrificio”, no condenaríais a los inocentes,⁠ § porque el Hijo del Hombre es Señor del sábado.

atónita y decía: «¿Será este aquel Hijo de David?»⁠ § Pero los fariseos, al oírlo, decían: «Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, su príncipe».⁠ 25 El hombre de la mano seca Jesús conocía sus pensamientos y les (Mc 3.1‑6; Lc 6.6‑11) dijo: «Todo reino dividido contra sí mis9 Salió de allí Jesús y fue a la sinagoga mo queda destruido y ninguna ciudad o 10 de ellos. § Y había allí un hombre que casa dividida contra sí misma permanetenía seca una mano. Para poder acusar 26 cerá. § Si Satanás echa fuera a Satanás, a Jesús, le preguntaron: contra sí mismo está dividido; ¿cómo, 27 pues, permanecerá su reino? § Y si yo —¿Está permitido sanar en sábado? 11 Él les dijo: echo fuera los demonios por Beelzebú, —¿Quién entre vosotros, si tiene una ¿por quién los echan vuestros hijos? Por oveja y se le cae en un hoyo en sábado, 28 tanto, ellos serán vuestros jueces. § Pero 12 no la saca?⁠ § Pues ¿cuánto más vale un si yo por el Espíritu de Dios echo fuera hombre que una oveja? Por consiguienlos demonios, ciertamente ha llegado 29 a vosotros el reino de Dios, § pues te, es lícito hacer el bien en sábado. 13 Entonces dijo a aquel hombre: ¿cómo puede alguno entrar en la casa —Extiende tu mano. del hombre fuerte y saquear sus bienes Él la extendió y le fue restaurada sana si primero no lo ata? Entonces podrá 14 como la otra. § Salieron entonces los 30 saquear su casa.⁠ § El que no está conmifariseos y se confabularon contra Jesús go, está contra mí;⁠ y el que conmigo no para destruirlo. recoge, desparrama. 31 »Por tanto os digo: Todo pecado y El siervo escogido blasfemia les serán perdonados a los 15 Cuando Jesús supo esto, se retiró de seres humanos, pero la blasfemia conallí. Le siguió mucha gente, y sanaba a tra el Espíritu no les será perdonada. 16 todos § y les encargaba rigurosamente 32 § Cualquiera que diga alguna palabra 17 que no lo descubrieran, § para que se contra el Hijo del Hombre será perdonacumpliera lo que dijo el profeta Isaías: do; pero el que hable contra el Espíritu Santo no será perdonado, ni en este 18 § «Este es mi siervo, a quien he siglo ni en el venidero.⁠ 33 escogido; »Si el árbol es bueno, su fruto es buemi amado, en quien se agrada mi alma. no; si el árbol es malo, su fruto es malo, Pondré mi Espíritu sobre él porque por el fruto se conoce el árbol.⁠ 34 § ¡Generación de víboras!⁠ ¿Cómo podéis y a los gentiles anunciará juicio. 19 § No contenderá ni voceará decir lo bueno siendo malos?, porque de la 35 abundancia del corazón habla la boca.⁠ § El ni nadie oirá en las calles su voz. 20 § La caña cascada no quebrará hombre bueno, del buen tesoro de su cora­ y el pábilo que humea no apagará, zón saca buenas cosas; y el hombre malo, 36 del mal tesoro saca malas cosas. § Pero hasta que haga triunfar el juicio. 21 § Y en su nombre esperarán los yo os digo que de toda palabra ociosa que gentiles».⁠ diga cada cual, dará cuenta en el día del 37 juicio, § pues por tus palabras serás justifiLa blasfemia contra el Espíritu Santo cado y por tus palabras serás condenado». 8

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(Mc 3.20‑30; Lc 11.14‑23; 12.10)

Entonces llevaron ante Jesús a un ende­moniado ciego y mudo y lo sanó, de tal manera que el ciego y mudo 23 veía y hablaba. § Toda la gente estaba 22

La demanda de una señal

(Lc 11.29‑32) 38

Entonces replicaron algunos de los escribas y de los fariseos:


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SAN MATEO  13

El espíritu inmundo que vuelve

—Maestro, deseamos ver de ti una señal.⁠ 39 Él respondió: —La generación mala y adúltera deman­da una señal,⁠ pero señal no le será dada, sino la del profeta Jonás. 40 § Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches,⁠ así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra: tres días y tres noches. 41 § Los habitantes de Nínive se levantarán en el juicio contra esta generación y la condenarán, porque ellos se arrepintieron por la predicación de Jonás,⁠ y en este lugar hay alguien que es más que 42 Jonás. § La reina del Sur se levantará en el juicio contra esta generación y la condenará, porque ella vino desde los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón,⁠ y en este lugar hay alguien que es más que Salomón.

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—Estos son mi madre y mis hermanos, § pues todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos es mi hermano, mi hermana y mi madre.

Parábola del sembrador

(Mc 4.1‑9; Lc 8.4‑8)

Aquel día salió Jesús de la casa 13 y se sentó junto al mar. § Se le acercó mucha gente, así que él subió a

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una barca y se sentó.⁠ La gente se quedó en la orilla § y Jesús les habló muchas cosas por parábolas: «Un sembrador salió a sembrar. 4 § Mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino y vinieron las aves 5 y la comieron. § Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra, y brotó pronto, porque aquel terreno no 6 tenía profundidad, § pero cuando salió el sol se quemó y como no tenía raíz se 7 secó. § Parte cayó entre espinos y los 8 espinos crecieron y la ahogaron. § Pero parte de las semillas cayó en buena tierra y dieron fruto, unas a ciento por uno, 9 otras a sesenta y otras a treinta. § El que tiene oídos para oír, oiga». 3

El espíritu inmundo que vuelve

(Lc 11.24‑26)

»Cuando el espíritu inmundo sale de una persona, anda por lugares secos buscando reposo, pero no lo 44 halla. § Entonces dice: “Volveré a mi casa, de donde salí”. Cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. 45 § Entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que él y entran y habitan allí; y el estado final de aquella persona viene a ser peor que el primero.⁠ Así también acontecerá a esta mala generación». 43

Propósito de las parábolas

(Mc 4.10‑12; Lc 8.9‑10)

Entonces se le acercaron los discípulos y le preguntaron: —¿Por qué les hablas en parábolas? 11 Él les respondió: —Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos, 12 pero a ellos no, § pues a cualquiera que tiene se le dará y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será 13 quitado.⁠ § Por eso les hablo en parábolas: porque viendo no ven y oyendo no 14 oyen ni entienden. § De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: 10

La madre y los hermanos de Jesús

(Mc 3.31‑35; Lc 8.19‑21)

Mientras Jesús aún se dirigía a la gente, su madre y sus hermanos estaban 47 afuera y le querían hablar. § Alguien le dijo: —Tu madre y tus hermanos están afuera y te quieren hablar. 48 Respondió él al que le decía esto: —¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? 49 Y extendiendo su mano hacia sus discípulos dijo: 46

»“De oído oiréis y no entenderéis; y viendo veréis y no percibiréis, 15 § porque el corazón de este pueblo se ha entorpecido: y con los oídos oyen pesadamente,


SAN MATEO  13

y han cerrado sus ojos para que no vean con los ojos ni oigan con los oídos ni con el corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane”.⁠

Jesús explica la parábola del sembrador

(Mc 4.13‑20; Lc 8.11‑15)

»Escuchad, pues, vosotros la parábola del sembrador: § Cuando alguien oye la palabra del Reino pero no la entiende, viene el maligno y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que 20 fue sembrado junto al camino. § El que fue sembrado en pedregales es el que oye la palabra y al momento la recibe 21 con gozo, § pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa 22 de la palabra, tropieza sin dilación. § El que fue sembrado entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra y se hace 23 infructuosa. § Pero el que fue sembrado en buena tierra es el que oye y entiende la palabra y da fruto: a ciento, a sesenta y a treinta por uno». 18

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les dijo: “Un enemigo ha hecho esto”. Y los siervos le dijeron: “¿Quieres, pues, 29 que vayamos y la arranquemos?”. § Él les dijo: “No, no sea que al arrancar la cizaña arranquéis también con ella el 30 trigo. § Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega. Entonces yo diré a los segadores: 'Recoged primero la cizaña y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero'”».

»Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque 17 oyen. § De cierto os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.⁠ 16

Parábola de la semilla de mostaza

(Mc 4.30‑32; Lc 13.18‑19)

También les refirió esta otra parábola: «El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza que un hombre tomó 32 y sembró en su campo. § Esta es, por cierto, la más pequeña de todas las semillas, pero cuando ha crecido es la mayor de las hortalizas y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y anidan en sus ramas».⁠ 31

Parábola de la levadura

(Lc 13.20‑21) 33

Otra parábola les dijo: «El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y escondió en tres medidas de harina hasta que todo quedó leudado».

Uso que Jesús hace de las parábolas

(Mc 4.33‑34)

Parábola del trigo y la cizaña Les refirió otra parábola: «El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 25 § pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo, sembró cizaña entre 26 el trigo y se fue. § Cuando brotó la semilla y dio fruto, apareció también la 27 cizaña. § Fueron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu cam28 po? ¿Cómo, pues, tiene cizaña?”. § Él

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Jesús explica la parábola del sembrador

Todo esto expuso Jesús por parábolas a la gente. No les hablaba sin parábolas 35 § para que se cumpliera lo que dijo el profeta: 34

«Abriré en parábolas mi boca; declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo».⁠

Jesús explica la parábola de la cizaña Jesús, después de despedir a la gente, entró en la casa. Se le acercaron sus discípulos y le dijeron: —Explícanos la parábola de la cizaña del campo. 37 Les respondió diciendo: 36


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Parábola del tesoro escondido

—El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. § El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; y la cizaña son los hijos del 39 maligno. § El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del mundo; y 40 los segadores son los ángeles. § De manera que, tal como se arranca la cizaña y se quema en el fuego, así será en el 41 fin de este mundo. § Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, recogerán de su Reino a todos los que sirven de tropiezo 42 y a los que hacen maldad § y los echarán en el horno de fuego. Allí será el lloro 43 y el crujir de dientes. § Entonces los justos resplandecerán como el sol⁠ en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga. 38

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—Sí, Señor. Él les dijo: —Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.

Jesús en Nazaret

(Mc 6.1‑6; Lc 4.16‑30)

Aconteció que cuando terminó Jesús estas parábolas partió de allí, § fue a su tierra⁠ y enseñaba en la sinagoga, de tal manera que se maravillaban y decían: —¿De dónde saca este esa sabiduría 55 y esos milagros? § ¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo, José, 56 Simón y Judas? § ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, Parábola del tesoro escondido pues, saca este todas esas cosas? 44 57 »Además, el reino de los cielos es Y se escandalizaban de él. Pero Jesús semejante a un tesoro escondido en un les dijo: campo que un hombre halla y lo escon—No hay profeta sin honra sino en su de de nuevo. Gozoso por ello, va, vende propia tierra y en su casa.⁠ todo lo que tiene y compra aquel campo. 58 Y no hizo allí muchos milagros debido a la incredulidad de ellos. La perla de gran precio 45 »También el reino de los cielos es seMuerte de Juan el Bautista (Mc 6.14‑29; Lc 9.7‑9) mejante a un comerciante que buscaba 46 buenas perlas § y que, habiendo hallado En aquel tiempo Herodes,⁠ el una de gran precio, fue y vendió todo lo tetrarca, oyó la fama de Jesús 2 § y dijo a sus criados: «Este es Juan el que tenía y la compró. Bautista; ha resucitado de entre los Parábola de la red muertos y por eso actúan en él estos 47 3 poderes». § Herodes había prendido a »Asimismo, el reino de los cielos es semejante a una red que al ser echaJuan, lo había encadenado y metido en da al mar recoge toda clase de peces. la cárcel por causa de Herodías, mujer 48 § Cuando está llena, la sacan a la orilla, 4 de su hermano Felipe,⁠ § porque Juan le se sientan y recogen lo bueno en cestas decía: «No te está permitido tenerla».⁠⁠ 49 y echan fuera lo malo. § Así será en el 5 § Y Herodes quería matarlo, pero temía fin del mundo: saldrán los ángeles, aparal pueblo porque tenían a Juan por 6 profe­ta. § Pero el día en que se celebratarán a los malos de entre los justos y 50 § los echarán en el horno de fuego. Allí ba el cumpleaños de Herodes, la hija será el lloro y el crujir de dientes. de Herodías danzó en medio de todos 7 y agradó mucho a Herodes § por lo cual Tesoros nuevos y viejos este le prometió con juramento darle 51 8 todo lo que pidiera. § Ella, instruida Jesús les preguntó: —¿Habéis entendido todas estas primero por su madre, dijo: «Dame cosas? aquí en un plato la cabeza de Juan el Ellos respondieron: Bautista».

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SAN MATEO  14

Entonces el rey se entristeció, pero a causa del juramento y de los que estaban con él a la mesa mandó que se la 10 dieran § y ordenó decapitar a Juan en la 11 cárcel. § Trajeron su cabeza en un plato, se la entregaron a la muchacha y ella se 12 la presentó a su madre. § Entonces llegaron sus discípulos, tomaron el cuerpo, lo enterraron y fueron a dar la noticia a Jesús. 9

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Alimentación de los cinco mil⁠f0183

subió al monte a orar aparte.⁠ Llegó la noche y estaba allí solo. § La barca con los discípulos se hallaba en medio del mar, azotada por las olas, porque el 25 viento era contrario. § Mas a la cuarta vigilia⁠ de la noche, Jesús fue hacia ellos 26 andando sobre el mar. § Los discípulos, al verlo andar sobre las aguas, se espantaron y dijeron: —¡Un fantasma! 27 Y gritaron de miedo. § Pero en seguida Jesús les habló: —¡Tened ánimo! Soy yo, no temáis. 28 Entonces le respondió Pedro: —Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. 29 Y él dijo: —Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. 30 § Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: —¡Señor, sálvame! 31 Al momento Jesús extendió la mano, lo sostuvo y le dijo: —¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? 32 Subieron los dos a la barca y se calmó 33 el viento. § Entonces los que estaban en ella se acercaron y lo adoraron diciendo: —Verdaderamente eres Hijo de Dios. 24

Alimentación de los cinco mil⁠ (Mc 6.30‑44; Lc 9.10‑17; Jn 6.1‑14)

Al oírlo Jesús, partió de allí, él solo, en una barca hacia un lugar desierto. Cuando la gente lo supo, lo siguió a pie 14 desde las ciudades. § Al salir Jesús, vio una gran multitud, tuvo compasión de ellos y sanó a los que estaban enfermos. 15 § Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos y le dijeron: —El lugar es desierto y la hora ya avanzada. Despide a la multitud para que vayan por las aldeas y compren algo de comer. 16 Jesús les dijo: —No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer. 17 Ellos respondieron: —No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. 18 Él replicó: —Traédmelos. 19 Mandó a la gente recostarse sobre la hierba. Tomó los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, bendijo y partió y dio los panes a los discípulos y 20 los discípulos a la multitud. § Comieron todos y se saciaron. Recogieron lo que sobró de los pedazos: doce cestas llenas. 21 § Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. 13

Jesús sana a los enfermos en Genesaret

Jesús anda sobre el mar

(Mc 6.45‑52; Jn 6.15‑21) 22

23

En seguida Jesús ordenó a sus discípulos que subieran a la barca y fueran a la otra orilla mientras él despedía a la multitud. § Despedida la multitud,

(Mc 6.53‑56)

Terminada la travesía, llegaron a tierra de Genesaret. § Cuando lo reconocieron las gentes de aquel lugar, difundieron la noticia por toda la región. Entonces trajeron ante él a todos los enfermos y 36 § le rogaban que les dejase solamente tocar la orla de su manto. Todos los que la tocaron quedaron sanos. 34

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Lo que contamina a la persona

(Mc 7.1‑23)

En cierta ocasión se acercaron a 15 Jesús unos escribas y fariseos de Jerusalén y le dijeron:


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—¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos, puesto que no se lavan las manos cuando comen pan?⁠ 3 Él les respondió: —¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra 4 tradición? § Dios ordenó: “Honra a tu padre y a tu madre”.⁠ Y también: “El que maldiga al padre o a la madre sea conde5 nado a muerte”.⁠ § Pero vosotros decís: “Cualquiera que diga a su padre o a su madre 'Es mi ofrenda a Dios todo aque6 llo con que pudiera ayudarte' § ya no ha de honrar a su padre o a su madre”. Así habéis invalidado el mandamiento de 7 Dios por vuestra tradición. § Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo: 2

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§ »“Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí, 9 § pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamien­tos humanos”.⁠ 8

Y llamó a la multitud, y le dijo: —Oíd y entended: § No contamina a la persona lo que entra por la boca, sino lo que sale de la boca. Eso es lo que verdaderamente contamina a la persona. 12 Entonces se acercaron sus discípulos y le dijeron: —¿Sabes que los fariseos se ofendieron al oír esta palabra? 13 Él respondió: —Toda planta que no plantó mi Padre 14 celestial será desarraigada. § Dejadlos, son ciegos guías de ciegos y si el ciego guía al ciego, ambos caerán en el hoyo.⁠ 15 Pedro intervino: —Explícanos esta parábola. 16 Jesús dijo: —¿También vosotros estáis faltos de 17 entendimiento? § ¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al vientre 18 y es echado en la letrina? § Mas lo que sale de la boca, del corazón sale;⁠ y esto 19 contamina a la persona. § Porque del cora­zón salen los malos pensamientos,

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los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. § Estas cosas son las que contaminan a la persona y no el comer con las manos sin lavar.

La fe de la mujer cananea

(Mc 7.24‑30)

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SAN MATEO  15

La fe de la mujer cananea

Salió Jesús de allí y se fue a la región de Tiro y de Sidón. § Entonces una mujer cananea de aquellas inmediaciones comenzó a gritar y a decirle: —¡Señor, Hijo de David,⁠ ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. 23 Jesús no le respondió palabra. Entonces se acercaron sus discípulos y le rogaron: —Despídela, pues viene gritando detrás de nosotros. 24 Él replicó: —No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 25 Entonces ella vino y se postró ante él y le dijo: —¡Señor, socórreme! 26 Él contestó: —No está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros. 27 Ella: —Sí, Señor; pero aun los perros comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. 28 Entonces respondió Jesús: —¡Mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora. 21

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Jesús sana a muchos Partió Jesús de allí y fue junto al mar de Galilea, subió al monte y se sentó 30 allí. § Se le acercó mucha gente que traía consigo cojos, ciegos, mudos, mancos y otros muchos enfermos. Los pusieron a 31 los pies de Jesús y los sanó. § La multitud se maravillaba al ver que los mudos hablaban, los mancos quedaban sanos, los cojos andaban y los ciegos veían. Y glorificaban al Dios de Israel. 29


SAN MATEO  15

Alimentación de los cuatro mil (Mc 8.1‑10)

Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: —Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, no sea que se desmayen por el camino. 33 Sus discípulos le dijeron: —¿De dónde sacaremos nosotros tantos panes en el desierto para saciar a una multitud tan grande? 34 Jesús les preguntó: —¿Cuántos panes tenéis? Y ellos contestaron: —Siete y unos pocos peces. 35 Entonces mandó a la multitud que se 36 recostara en tierra. § Tomó los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos y los discípulos a la 37 multitud. § Comieron todos, se saciaron y con los pedazos sobrantes que reco38 gieron llenaron siete canastas. § Los que comieron eran unos cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. 39 § Después de despedir a la gente, Jesús subió a la barca y marchó a la región de Magdala. 32

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Alimentación de los cuatro mil

—Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos⁠ y de los saduceos. 7 Ellos discutían entre sí y decían: —Dice esto porque no hemos traído pan. 8 Jesús se dio cuenta y les preguntó: —¿Por qué pensáis, hombres de poca 9 fe, que no tenéis pan? § ¿No entendéis aún ni os acordáis de los cinco panes repartidos entre cinco mil hombres⁠ y 10 cuántas cestas recogisteis? § ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil⁠ y cuántas 11 canastas recogisteis? § ¿Cómo no entendéis que no fue por el pan por lo que os dije que os guardéis de la levadu­ ra de los fariseos y de los saduceos? 12 § Entonces comprendieron que no les había dicho que se guardaran de la levadu­ra del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.

Pedro declara que Jesús es el Cristo

(Mc 8.27‑30; Lc 9.18‑21)

Al llegar Jesús a la región de Cesarea de Filipo,⁠ preguntó a sus discípulos: —¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?⁠ 14 Ellos contestaron: —Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y La petición de una señal otros, Jeremías o alguno de los profetas.⁠ 15 (Mc 8.11‑13; Lc 12.54‑56) Él les preguntó: Llegaron los fariseos y los sadu—Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? 16 ceos para tentarle y le pidieron Dijo Simón Pedro: 2 que les mostrara una señal⁠ del cielo. § Él —Tú eres el Cristo,⁠ el Hijo del Dios les respondió: «Cuando anochece, decís: viviente. 17 “Hará buen tiempo, porque el cielo está Entonces le respondió Jesús: 3 rojo”; § y por la mañana: “Hoy habrá —Bienaventurado eres, Simón, hijo tempestad, porque el cielo está rojo y de Jonás, porque no te lo reveló carne nublado”. ¡Hipócritas! ¡Sabéis distinguir ni sangre, sino mi Padre que está en 18 los cielos. § Y yo también te digo que el aspecto del cielo, pero no las señales 4 de los tiempos! § La generación mala y tú eres Pedro y sobre esta roca edificaadúltera pide una señal, pero no le será ré mi iglesia, y las puertas del Hades⁠ 19 no prevalecerán contra ella. § Y a ti te dada sino la señal del profeta Jonás».⁠ Y se fue. daré las llaves del reino de los cielos: todo lo que ates en la tierra será atado La levadura de los fariseos en los cielos, y todo lo que desates en (Mc 8.14‑21) la tierra será desatado en los cielos.⁠ 5 Los discípulos llegaron al otro lado del 20 § Entonces mandó a sus discípulos lago, pero se habían olvidado de llevar que a nadie dijeran que él era Jesús el 6 pan. § Jesús les dijo: Cristo. 13

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33 Jesús anuncia su muerte

(Mc 8.31—9.1; Lc 9.22‑27)

Desde aquel momento comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era nece­sario ir a Jerusalén y padecer mucho a manos de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto y resucitar al tercer día. 22 § Pedro, tomándole aparte, comenzó a reconvenirle diciendo: —Señor, ten compasión de ti mismo. ¡En ninguna manera te acontezca eso! 23 Él se volvió y le reprendió: —¡Quítate de delante de mí, Satanás! Me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las cosas humanas. 24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: —Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz 25 y sígame,⁠ § porque todo el que quiera salvar su vida la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí la hallará.⁠ 26 § ¿De qué le servirá a una persona ganar todo el mundo, si pierde su alma? ¿O qué dará alguien a cambio de su alma? 27 § Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, con sus ángeles,⁠ y entonces pagará a cada uno conforme 28 a sus obras.⁠ § De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí que no gustarán la muerte hasta que hayan visto al Hijo del Hombre venir en su Reino. 21

SAN MATEO  17

Jesús anuncia su muerte

nube que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia;⁠ a él oíd». 6 § Al oír esto, los discípulos se postraron sobre sus rostros y sintieron gran temor. 7 § Entonces Jesús se acercó y los tocó diciendo: «Levantaos y no temáis». 8 Cuando ellos alzaron los ojos, no vieron a nadie, sino a Jesús solo. 9 Al descender del monte, Jesús les dio esta orden: —No digáis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos. 10 Sus discípulos le preguntaron: —¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?⁠ 11 Respondió Jesús: —A la verdad, Elías vendrá primero y 12 restaurará todas las cosas. § Pero os digo que Elías ya vino⁠ y no lo conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron. Así también el Hijo del hombre padecerá a manos de ellos. 13 Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista.

Jesús sana a un muchacho lunático

(Mc 9.14‑29; Lc 9.37‑43)

Cuando llegaron adonde estaba la gente, se le acercó un hombre que se arrodilló delante de él diciendo: 15 —Señor, ten misericordia de mi hijo, La transfiguración que es lunático y sufre muchísimo. (Mc 9.2‑13; Lc 9.28‑36)⁠ Muchas veces cae en el fuego y muchas 16 en el agua. § Lo he traído a tus discípu Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a su hermano los, pero no han podido sanarlo. 17 Juan y los llevó aparte a un monte alto. Respondió Jesús: 2 § Allí se transfiguró delante de ellos: —¡Generación incrédula y perversa!⁠ resplandecía su rostro como el sol y sus ¿Hasta cuándo he de estar con vosovestidos se hicieron blancos como la luz. tros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? 3 § Y se les aparecieron Moisés y Elías, Traédmelo aquí. 4 que hablaban con él. § Entonces Pedro 18 Jesús reprendió al demonio, el cual dijo a Jesús: «Señor, bueno es para salió del muchacho, y este quedó sano 19 desde aquella hora. § Se acercaron ennosotros que estemos aquí. Si quieres, haremos aquí tres enramadas: una para tonces los discípulos y le preguntaron ti, otra para Moisés y otra para Elías». aparte: 5 Mientras él aún hablaba, una nube de —¿Por qué nosotros no pudimos luz los cubrió y se oyó una voz desde la echarlo fuera? 14

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SAN MATEO  17 Jesús anuncia por segunda vez su muerte 20

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Jesús les dijo: —Por vuestra poca fe. De cierto os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza diréis a este monte: “Pásate de aquí allá”, y se pasará;⁠ y nada os será imposible. § Pero este género de demonio no sale sino con oración y ayuno.

Jesús anuncia por segunda vez su muerte

Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos § y dijo: —De cierto os digo que si no cambiáis y os hacéis como niños, no entraréis 4 en el reino de los cielos.⁠ § El mayor en el reino de los cielos será aquel que se 5 humille como este niño. § Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe. 2

Ocasiones de caer

(Mc 9.42‑48; Lc 17.1‑2)

Estando en Galilea, Jesús les dijo: «El Hijo del Hombre será entregado en ma23 nos de hombres § y lo matarán, pero al tercer día resucitará». Los discípulos se entristecieron mucho.

Pago del impuesto para el Templo Cuando llegaron a Capernaúm, se acercaron a Pedro los que cobraban las dos dracmas⁠ y le preguntaron: —¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas? 25 Él dijo: —Sí. Al entrar Pedro en casa, Jesús le preguntó: —¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran los tributos o los impuestos? ¿De sus hijos o de los extraños? 26 Pedro le respondió: —De los extraños. Jesús le dijo: 27 —Luego los hijos están exentos. § Sin embargo, para no ofenderlos ve al mar, echa el anzuelo y toma el primer pez que saques, ábrele la boca y hallarás un estatero.⁠ Tómalo y dáselo por mí y por ti. 24

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(Mc 9.30‑32; Lc 9.43‑45) 22

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¿Quién es el mayor? (Mc 9.33‑37; Lc 9.46‑48)

En cierta ocasión los discípu18 los se acercaron a Jesús y le preguntaron:

—¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?⁠

»A cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgara al cuello una piedra de molino de asno y que se le hundiera en lo profundo del 7 mar. § ¡Ay del mundo por los tropiezos! Es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquella persona por quien viene 8 el tropiezo! § Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti: mejor te es entrar en la vida cojo o manco que con dos manos o dos 9 pies ser arrojado en el fuego eterno. § Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti: mejor te es entrar con un solo ojo en la vida que con dos ojos ser echado en el infierno de fuego.⁠ 6

Parábola de la oveja perdida

(Lc 15.3‑7)

»Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los 11 cielos. § Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.⁠ 12 »¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se ha desca13 rriado? § Y si sucede que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquella que por las noventa y nueve 14 que no se descarriaron. § De igual modo, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos que se pierda uno de estos pequeños. 10


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Cómo se debe perdonar »Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te escucha, has ganado a tu hermano.⁠ 16 § Pero si no te escucha, insiste tomando contigo a una o dos personas para que en boca de estos testigos⁠ conste toda 17 palabra. § Si no los escucha a ellos, dilo a la iglesia; y si no escucha a la iglesia, 18 tenlo por gentil y publicano. § De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra será desatado en el 19 cielo.⁠ § Otra vez os digo que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será hecho por mi Padre que está en 20 los cielos,⁠ § porque allí donde están dos o tres congregados en mi nombre estoy yo en medio de ellos. 21 Entonces se le acercó Pedro y le dijo: —Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? 22 Jesús le dijo: —No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.⁠ 15

SAN MATEO  19

Cómo se debe perdonar

pagase la deuda. § Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho y refirieron a su señor todo lo 32 que había sucedido. § Entonces, su señor lo llamó y le dijo: “Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné porque 33 me lo rogaste. § ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo 34 como yo tuve misericordia de ti?”. § El señor, enojado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le 35 debía. § Así también procederá mi Padre celestial con cada uno de vosotros si no perdona de todo corazón las ofensas de su hermano. 31

Jesús enseña sobre el divorcio

(Mc 10.1‑12; Lc 16.18)

Cuando Jesús terminó de narrar 19 esta parabóla, se alejó de Galilea y dirigió a las regiones de Judea, al otro

lado del Jordán. § Lo siguieron grandes multitudes y sanaba a los enfermos. 3 Entonces se le acercaron los fariseos y le preguntaron para tantarle: —¿Está permitido al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa? 4 Él respondió: —¿No habéis leído que el que los hizo al principio, “varón y hembra los hizo”⁠ 5 § y dijo: “Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre, se unirá a su mujer 6 y serán los dos una sola carne”?⁠ § Así que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios unió no lo separe nadie. 7 Preguntaron de nuevo: —¿Por qué, pues, ordenó Moisés que el marido diese carta de divorcio a su esposa y la repudiase?⁠ 8 Él les dijo: —Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió repudiar a vuestras 9 mujeres; pero al principio no fue así. § Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra comete adulterio; y el que se casa con la repudiada también adultera. 10 Le dijeron sus discípulos: 2

Parábola del siervo que no quiso perdonar 23 »Por tanto, el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer 24 cuentas con sus siervos. § Comenzó a hacerlas con uno que le debía diez mil 25 talentos. § Como no podía pagarlos, su señor ordenó venderlo junto con su mujer e hijos y todo lo que tenía. De este 26 modo le pagaría la deuda. § Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba: “Señor, ten paciencia conmigo y yo te lo 27 pagaré todo”. § El señor, movido a misericordia, lo soltó y le perdonó la deuda. 28 »Pero este siervo, al salir, halló a uno de sus consiervos que le debía cien denarios. Lo agarró e intentando ahogarlo le decía: “Págame lo que me debes”. 29 § Entonces su consiervo se postró a sus pies rogándole: “Ten paciencia conmi30 go y yo te lo pagaré todo”. § Mas él no quiso, y lo metió en la cárcel hasta que


SAN MATEO  19

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—Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse. Jesús replicó: —No todos son capaces de comprender esto, sino aquellos a quienes les es concedido. § Hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre; hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres; y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos.⁠ El que sea capaz de comprenderlo, que lo comprenda.

Jesús bendice a los niños

(Mc 10.13‑16; Lc 18.15‑17)

En cierta ocasión le presentaron a unos niños para que pusiera las manos sobre ellos y orara, pero los discípulos 14 los reprendieron. § Entonces Jesús dijo: «Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis, porque de los niños es el reino de los cielos». 15 Y habiendo puesto sobre ellos las manos, se fue de allí. 13

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Jesús bendice a los niños

Al oír el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. 23 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: —De cierto os digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos.⁠ 24 § Otra vez os digo que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. 25 Sus discípulos, al oír esto se asombraron mucho y decían: —¿Quién, pues, podrá ser salvo? 26 Jesús los miró y les dijo: —Para los seres humanos esto es imposible, pero para Dios todo es posible. 27 Entonces preguntó Pedro: —Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos? 28 § Jesús les dijo: —De cierto os digo que cuando todo se haya regenerado y el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros, que me habéis seguido, también os sentaréis sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.⁠ 29 § Y cualquiera que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, mujer, hijos o tierras por mi nombre, recibirá cien veces más y heredará la vida 30 eterna. § Pero muchos primeros serán los postreros; y los postreros, primeros.⁠ 22

El joven rico

(Mc 10.17‑31; Lc 18.18‑30)

En otra ocasión se acercó un joven y le preguntó: —Maestro bueno, ¿qué bien he de hacer para tener la vida eterna?⁠ 17 Jsús le dijo: —¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino uno solo: Dios. Pero si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. 18 Le preguntó de nuevo: —¿Cuáles? Y Jesús respondió: —No matarás, no cometerás adulterio, no hurtarás, no dirás falso testimonio, 19 § honra a tu padre y a tu madre y⁠ ama a tu prójimo como a ti mismo.⁠ 20 El joven le dijo: —Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? 21 Jesús añadió: —Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, dalo a los pobres y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme. 16

Parábola de los obreros de la viña »El reino de los cielos es semejante a un padre de familia que salió por la mañana a contratar obreros 2 para su viña. § Y habiendo convenido con los obreros en pagarles un denario⁠ 3 al día, los envió a la viña. § Salió de nuevo cerca de la hora tercera⁠ y vio a otros jornaleros que estaban en la plaza 4 desocupados § y les dijo: “Id también vosotros a mi viña y os daré lo que sea 5 justo”. Y ellos fueron. § Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena⁠ e 6 hizo lo mismo. § Y al salir por cuarta vez, ya cerca de la hora undécima,⁠ halló a otros que estaban desocupados y les preguntó: “¿Por qué estáis aquí todo 7 el día desocupados?”. § Respondieron: “Porque nadie nos ha contratado”. Él les

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Jesús anuncia por tercera vez su muerte

dijo: “Id también vosotros a la viña y recibiréis lo que sea justo”. 8 »Vino la noche y el señor de la viña dijo a su mayordomo: “Llama a los obreros y págales el jornal,⁠ comenzando desde los últimos hasta los primeros”. 9 § Los que habían ido a trabajar cerca de la hora undécima recibieron cada 10 uno un denario. § Cuando llegaron los contra­tados en primer lugar, pensaron que habían de recibir más, pero a cada uno de ellos se le entregó también un 11 denario. § Al recibirlo, murmuraban 12 contra el padre de familia § diciendo: “Estos últimos han trabajado una sola hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos soportado la carga y el 13 calor del día”. § Él respondió a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No conviniste conmigo en un 14 denario? § Toma lo que es tuyo y vete; pero quiero dar a este último lo mismo 15 que a ti. § ¿No me está permitido hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú 16 envidia porque yo soy bueno?”. § Así, los primeros serán los últimos y los últimos, los primeros, porque muchos son llamados, pero pocos escogidos.

SAN MATEO  20

Ella respondió: —Ordena que en tu Reino estos dos hijos míos se sienten el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. 22 Jesús le dijo: —No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Ellos contestaron: —Podemos. 23 Él les dijo: —Bien, de mi vaso beberéis y con el bautismo con que yo soy bautizado seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda no me corresponde a mí otorgarlo; sino que es para quienes así lo ha dispuesto mi Padre.⁠ 24 Cuando los otros diez discípulos oyeron esto, se enojaron contra los dos 25 hermanos. § Entonces Jesús los llamó y les dijo: —Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas y los que son grandes ejercen sobre ellas po26 testad. § Pero entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor 27 § y el que quiera ser el primero entre 28 vosotros será vuestro siervo.⁠ § Será de la misma manera que el Hijo del Hombre, que no vino para ser servido, sino para servir⁠ y para dar su vida en rescate por muchos.

Jesús anuncia por tercera vez su muerte

(Mc 10.32‑34; Lc 18.31‑34)

Cuando Jesús caminaba hacia Jerusalén tomó a sus doce discípulos 18 aparte y les dijo: § «Ahora subimos a Jerusalén. Allí el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte 19 § y lo entregarán a los gentiles para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; pero al tercer día resucitará». 17

Petición de Santiago y de Juan

(Mc 10.35‑45) 20

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Por entonces la mujer del Zebedeo, acompañada de sus dos hijos, se acercó a Jesús y se postró ante él para pedirle algo. Él le preguntó: —¿Qué quieres?

Jesús sana a dos ciegos

(Mc 10.46‑52; Lc 18.35‑43) 29 30

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Al salir de Jericó, los seguía una gran multitud. § Dos ciegos estaban sentados junto al camino y cuando oyeron que pasaba Jesús le suplicaron diciendo: —¡Señor, Hijo de David,⁠ ten misericordia de nosotros! La gente los reprendía para que callaran, pero ellos clamaban más: —¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! Jesús se detuvo, los llamó y les preguntó: —¿Qué queréis que os haga?


SAN MATEO  20

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La entrada triunfal en Jerusalén

Ellos le dijeron: —Señor, que sean abiertos nuestros ojos. 34 Jesús, compadecido, les tocó los ojos y al instante recibieron la vista, y le siguieron.

y compraban en sus atrios, volcó las mesas de los cambistas y las sillas de 13 los que vendían palomas § y les dijo: «Escrito está: “Mi casa será llamada casa de oración”,⁠ pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones».⁠ 14 Y en el Templo se le acercaron ciegos 15 y cojos y los sanó. § Pero los principales La entrada triunfal en Jerusalén (Mc 11.1‑11; Lc 19.28‑40; Jn 12.12‑19) sacerdotes y los escribas se enojaron al Cuando próximos a Jerusalén, ver las maravillas que hacía y al obserllegaron a Betfagé,⁠ junto al var que los muchachos le aclamaban en monte de los Olivos,⁠ Jesús dijo a dos el Templo diciendo «¡Hosana al Hijo de 2 discípulos: § «Id a la aldea que está 16 David!». § Y le dijeron: enfren­te de vosotros y en seguida halla—¿Oyes lo que estos dicen? réis una asna atada y un pollino con ella. Jesús les respondió: 3 Desatadla, y traédmelos. § Y si alguien —Sí. ¿Nunca leísteis: os dice algo, respondedle: “El Señor los »“De la boca de los niños y de los necesita, pero luego los devolverá”». 4 que maman Todo esto aconteció para que se cumperfeccionaste la alabanza”?⁠ pliera lo que dijo el profeta:

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§ «Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, manso y sentado sobre un asno, sobre un pollino, hijo de animal de carga».⁠

Entonces los discípulos fueron e hicieron como Jesús les había mandado. 7 § Trajeron el asna y el pollino, pusieron sobre ellos sus mantos y él se sentó 8 encima. § Gran parte de la multitud desplegaba sus mantos en el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las 9 tendían a su paso. § Y la gente que iba delante y la que iba detrás le aclamaba diciendo: «¡Hosana⁠ al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosana en las alturas!». 10 Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. Unos preguntaban: —¿Quién es este? 11 Y otros respondían: —Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea. 6

Jesús purifica el Templo

(Mc 11.15‑19; Lc 19.45‑48; Jn 2.13‑22) 12

Entró Jesús en el templo de Dios y echó fuera a todos los que vendían

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Jesús los dejó, abandonó la ciudad para ir a Betania⁠ y se quedó allí.

Jesús maldice la higuera estéril

(Mc 11.12‑14,20‑26)

Por la mañana, al volver a la ciudad, tuvo hambre. § Vio una higuera cerca del camino y se acercó, pero no halló nada en ella sino hojas, y le dijo: —¡Nunca jamás nazca de ti fruto! Y al instante la higuera se secó. 20 § Al ver esto los discípulos, decían asombrados: —¿Cómo es que se secó en seguida la higuera? 21 Jesús les respondió: —De cierto os digo que si tenéis fe y no dudáis, no solo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte le decís “¡Quítate y arrójate al mar!”, será 22 hecho.⁠ § Y todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo recibiréis.⁠ 18

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La autoridad de Jesús

(Mc 11.27‑33; Lc 20.1‑8) 23

Cuando llegó al Templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a él mientras enseñaba y le preguntaron:


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—¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Quién te dio esta autoridad? 24 Jesús les respondió: —Yo también os haré una pregunta, y si me la respondéis, también os diré 25 con qué autoridad hago estas cosas. § El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo o de los hombres? Ellos entonces discutían entre sí: —Si decimos “del cielo”, nos dirá: 26“¿Por qué, pues, no le creísteis?”. § Y si decimos “de los hombres”, tememos al pueblo, porque todos tienen a Juan por profeta. 27 Así que respondieron a Jesús: —No lo sabemos. Él replicó: —Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.

Parábola de los dos hijos »Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, se acercó al primero y le dijo: “Hijo, vete hoy a trabajar en 29 mi viña”. § Él respondió: “¡No quiero!”. 30 Pero después se arrepintió y fue. § Se acercó al otro y le dijo lo mismo. Este le respondió: “Sí, señor, voy”. Pero no fue. 31 § ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: —El primero. Y Jesús: —De cierto os digo que los publicanos y las rameras van delante de vosotros 32 al reino de Dios, § porque vino a vosotros Juan en camino de justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y las rameras le creyeron.⁠ Pero vosotros, aunque visteis esto, no os arrepentisteis después para creerle. 28

sus siervos a los labradores para que recibieran sus frutos. § Pero los labradores tomaron a los siervos y golpearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. 36 § El señor envió de nuevo otros siervos, en mayor número que los primeros, y los labradores hicieron con ellos lo 37 mismo. § Finalmente les envió su hijo, pensando: “Tendrán respeto a mi hijo”. 38 § Pero los labradores, cuando lo vieron, dijeron entre sí: “Este es el heredero, venid, matémoslo y apoderémonos de 39 su heredad”. § Y lo tomaron, lo echaron 40 fuera de la viña y lo mataron. § Cuando venga, pues, el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores? 41 Le dijeron: —Destruirá a los malos sin misericordia y arrendará su viña a otros labradores que le paguen el fruto a su tiempo. 42 Jesús les preguntó: —¿Nunca leísteis en las Escrituras: 35

»“La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser piedra angular. El Señor ha hecho esto y es cosa maravillosa a nuestros ojos?”.⁠

Parábola de los labradores malvados

»Por tanto, os digo que el reino de Dios se os quitará y será entregado a gente que produzca los frutos propios 44 de él. § El que caiga sobre esta piedra será quebrantado, y será desmenuzado aquel sobre quien caiga la piedra. 45 Al oír sus parábolas, los principales sacer­dotes y los fariseos entendieron 46 que hablaba de ellos. § Buscaban el modo de echarle mano, pero temían al pueblo, porque lo tenía por profeta. 43

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»Oíd otra parábola: Un hombre, padre de familia, plantó una viña,⁠ la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre. Luego la arrendó a unos labradores y se fue lejos. § Cuando se acercó el tiempo de vendimiar, envió

(Mc 12.1‑12; Lc 20.9‑19) 33

SAN MATEO  22

Parábola de los dos hijos

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Parábola de la fiesta de boda Jesús tomó de nuevo la palabra y volvió a hablarles en parábolas: «El reino de los cielos es semejante a un rey que quiso celebrar la boda de su hijo con una fiesta. § Envió sus siervos a llamar a los invitados, pero estos no

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SAN MATEO  22

quisieron asistir. § Volvió a enviar otros siervos con este encargo: “Decid a los invitados que ya he preparado el banquete, que he matado mis toros y mis animales cebados y que todo está dispuesto. Que 5 vengan a las bodas”. § Pero ellos no hicieron caso y se fueron: uno a su labranza, 6 otro a sus negocios § y otros tomaron a los siervos, los afrentaron y los mataron. 7 § Al saberlo el rey, se enojó y envió sus ejércitos, mató a aquellos homicidas y 8 quemó su ciudad. § Entonces dijo a sus siervos: “Las bodas a la verdad están preparadas, pero los que fueron invitados 9 no eran dignos. § Id, pues, a las salidas de los caminos y llamad a las bodas a cuan10 tos halléis”. § Salieron los siervos por los caminos y reunieron a todos los que hallaron, tanto malos como buenos, y las bodas se llenaron de invitados. 11 »Cuando entró el rey para verlos, observó que un hombre no llevaba vestido 12 de boda § y le dijo: “Amigo, ¿cómo entraste aquí sin estar vestido de boda?”. 13 El invitado guardó silencio. § Entonces el rey dijo a los que servían: “Atadlo de pies y manos y echadlo a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de 14 dientes”,⁠ § pues muchos son llamados, pero pocos escogidos». 4

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La cuestión del tributo

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—¿De quién es esta imagen y esta inscripción? —De César. Y entonces les dijo: —Dad, pues, a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios.⁠ Al oír esto se maravillaron y se fueron.

La pregunta sobre la resurrección

(Mc 12.18‑27; Lc 20.27‑40)

La cuestión del tributo

(Mc 12.13‑17; Lc 20.19‑26)

Entonces se fueron los fariseos y consultaron entre sí cómo sorprenderlo 16 en alguna palabra. § Y le enviaron algunos de sus seguidores junto con los herodianos⁠ y le dijeron: —Maestro, sabemos que eres amante de la verdad y que enseñas con verdad el camino de Dios y que no te cuidas de nadie porque no miras la apariencia de 17 las personas. § Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito pagar tributo a César o no? 18 Jesús se dio cuenta de su malicia y les dijo: —¿Por qué me tentáis, hipócritas? 19 § Mostradme la moneda del tributo. Ellos le presentaron un denario y⁠ 20 § Jesús les preguntó: 15

Aquel día se acercaron a él los saduceos, que niegan la resurrección,⁠ y le preguntaron: 24 —Maestro, Moisés dijo: “Si alguno muere sin hijos, su hermano se casará con su mujer y levantará descendencia 25 a su hermano”.⁠ § Hubo, pues, entre nosotros siete hermanos: el primero se casó y como murió sin descendencia 26 dejó su mujer a su hermano. § De la misma manera el segundo, el tercero y 27 así hasta el séptimo. § Después de morir 28 todos murió también la mujer. § En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será ella, ya que todos la tuvieron? 29 Respondió Jesús: —Erráis porque ignoráis las 30 Escrituras y el poder de Dios: § En la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino que todos serán como los ángeles de Dios en el 31 cielo. § Y respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo 32 que os dijo Dios?: § “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”.⁠ Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. 33 Al oír esto, la gente se admiraba de su doctrina. 23

El gran mandamiento

(Mc 12.28‑34)

Cuando los fariseos oyeron que Jesús había hecho callar a los saduceos, se 35 reunieron junto a Él. § Y uno de ellos, intérprete de la Ley, preguntó para tentarle: 36 —Maestro, ¿cuál es el gran mandamien­ to de la Ley? 37 Jesús le respondió: 34


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SAN MATEO  23

¿De quién es hijo el Cristo?

—“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda 38 tu mente”.⁠ § Este es el primero y gran 39 mandamiento. § El segundo es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti 40 mismo”.⁠ § De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.⁠,⁠

plazas y que la gente los llame: “Rabí, Rabí”.⁠ 8 »Pero vosotros no pretendáis que os llamen “Rabí”, porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois 9 hermanos. § Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno es vues10 tro Padre, el que está en los cielos. § Ni hagáis que os llamen maestros, porque 11 uno es vuestro Maestro, el Cristo. § El que es el mayor de vosotros sea vues12 tro siervo,⁠ § porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido.⁠ 13 »Pero ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis a la gente el reino de los cielos. Ni entráis vosotros ni dejáis entrar a los que quieren hacerlo. 14 »¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque devoráis las casas de las viudas y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación. 15 »¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque recorréis mar y tierra para hacer un solo prosélito⁠ y, cuando lo conseguís, lo hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros. 16 »¡Ay de vosotros, guías ciegos!, que decís: “Si alguien jura por el Templo, no queda comprometido en nada; pero si alguien jura por el oro del Templo, 17 es deudor”. § ¡Insensatos y ciegos!, porque ¿cuál es mayor, el oro o el Templo 18 que santifica al oro?⁠ § También decís: “Si alguien jura por el altar, no queda comprometido en nada; pero si jura por la ofrenda que está sobre él, es 19 deudor”. § ¡Necios y ciegos! ¿Cuál es mayor, la ofrenda o el altar que santi20 fica a la ofrenda? § El que jura por el altar, jura por él y por todo lo que está 21 sobre él; § y el que jura por el Templo, 22 jura por él y por el que lo habita; § y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios⁠ y por aquel que está sentado en él. 23 »¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque diezmáis la menta

¿De quién es hijo el Cristo? (Mc 12.35‑37; Lc 20.41‑44)

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Estando reunidos los fariseos, Jesús les preguntó: —¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo? Le dijeron: —De David. Él les preguntó de nuevo: —¿Cómo, pues, David en el Espíritu lo llama Señor cuando dice:

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§ »“Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”?⁠

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»Pues si David lo llama Señor, ¿cómo puede ser el Cristo su hijo? Y nadie le podía responder palabra; ni se atrevió ninguno a preguntarle más desde aquel día.

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Jesús acusa a escribas y fariseos

(Mc 12.38‑40; Lc 11.37‑54; 20.45‑47)

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Entonces dijo Jesús a la gente y a 23 sus discípulos: «En la cátedra de Moisés se sientan

los escribas y los fariseos. § Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; pero no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, 4 pero no hacen. § Atan cargas pesadas y difíciles de llevar y las ponen sobre los hombros de las personas; pero ellos ni 5 con un dedo quieren moverlas. § Antes bien, hacen todas sus obras para ser vistos por la gente,⁠ pues ensanchan sus filacterias⁠ y extienden los flecos⁠ de sus 6 mantos; § buscan los primeros asientos en las cenas, las primeras sillas en 7 las sinagogas,⁠ § las salutaciones en las 3


SAN MATEO  23

y el eneldo y el comino⁠ y dejáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto es lo que hay que hacer sin dejar de hacer aquello. 24 § ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y tragáis el camello! 25 »¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque limpiáis el exterior del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. 26 § ¡Fariseo ciego! Limpia primero el interior del vaso y del plato para que también el exterior quede limpio. 27 »¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados,⁠ que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de 28 muertos y de toda podredumbre. § Así también vosotros: por fuera, a la verdad, os mostráis justos a la gente, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad. 29 »¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis 30 los monumentos de los justos, § y decís: “Si hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no habríamos sido sus cómplices en la sangre de 31 los profetas”. § Así que con esto dais testimonio contra vosotros mismos de que sois hijos de aquellos que 32 mataron a los profetas. § ¡Colmad, pues, la medida de vuestros padres! 33 § ¡Serpientes, generación de víboras!,⁠ ¿cómo escaparéis de la condenación 34 del infierno? § Por tanto, yo os envío profetas, sabios y escribas. Vosotros mataréis y crucificaréis a unos, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas y perseguiréis de ciudad en ciudad 35 § para que recaiga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel,⁠ el justo, hasta la sangre de Zacarías⁠ hijo de Berequías, a quien matasteis entre el Templo y el altar. 36 § De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén

(Lc 13.34‑35) 37

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Salió Jesús del recinto sagrado 24 y, cuando se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle la cons-

trucción del edificio del Templo. § Él les dijo: —¿Veis todo esto? De cierto os digo que no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada.⁠

Señales antes del fin

(Mc 13.3‑23; Lc 21.7‑24)

(Mc 13.1‑2; Lc 21.5‑6)

»¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas⁠ y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! § Pues he aquí que vuestra casa quedará desierta, § porque os digo que desde ahora no volveréis a verme hasta que digáis: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”».⁠ Jesús predice la destrucción del Templo

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Lamento de Jesús sobre Jerusalén

Estando él sentado en el Monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte y le dijeron: —Dinos, ¿cuándo serán estas cosas y qué señal habrá de tu venida y del fin del mundo? 4 Jesús les respondió: 5 —Mirad que nadie os engañe, § porque vendrán muchos en mi nombre y dirán: “Yo soy el Cristo”, y a muchos 6 engañarán. § Oiréis hablar de guerras y de rumores de guerras, mas no os desalentéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el 7 fin. § Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá pestes, hambres y terremotos en diferentes lugares.⁠ 8 § Pero todo esto es solo el principio de los dolores. 9 »Entonces os entregarán para afligiros, os matarán y seréis odiados por todo el mundo por causa de mi nombre.⁠ 10 § Muchos tropezarán entonces y se 3


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entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. § Muchos falsos profetas 12 se levantarán y engañarán a muchos; § y en muchos se enfriará el amor por ha13 berse multiplicado la maldad. § Pero el 14 que persevere hasta el fin será salvo.⁠ § Y será predicado este evangelio del Reino en todo el mundo para testimonio a todas las naciones. Entonces vendrá el fin.⁠ 15 »Por tanto, cuando veáis en el Lugar santo asentada la abominación desoladora de la que habló el profeta Daniel⁠ —el 16 que lee entienda—, § los que estén en 17 Judea huyan a los montes. § El que esté en la azotea no descienda para tomar 18 algo de su casa; § y el que esté en el campo no vuelva atrás para tomar su 19 capa.⁠ § Pero ¡ay de las que estén encinta y de las que críen en aquellos días! 20 § Orad, pues, para que vuestra huida no 21 sea en invierno ni en sábado, § porque habrá entonces tan gran tribulación que no la ha habido igual desde el principio 22 del mundo hasta ahora,⁠ ni la habrá. § Y si aquellos días no se acortasen, nadie sería salvo; pero se acortarán por causa de los escogidos. 23 »Entonces, si alguno os dice: “Mirad, aquí está el Cristo” o “Mirad, allí 24 está”, no lo creáis, § porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si es posi25 ble, incluso a los escogidos. § Ya os lo 26 advierto antes. § Así que, si os dicen: “Mirad, está en el desierto”, no salgáis; o “Mirad, está en los aposentos”, no lo 27 creáis, § porque igual que el relámpago sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del 28 Hijo del hombre.⁠ § Porque donde esté el cuerpo muerto se juntarán las águilas.⁠ 11

La venida del Hijo del hombre

(Mc 13.24‑37; 17.26‑30,34‑36; 21.25‑35) 29

»Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo⁠ y las potencias de los cielos serán conmovidas.

SAN MATEO  24

La venida del Hijo del hombre

§ Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo, todas las tribus de la tierra se lamentarán y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes,⁠ 31 con poder y gran gloria. § Enviará sus ángeles con resonante trompeta y juntarán a sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.⁠ 32 »Aprended la parábola de la higuera: Cuando ya su rama está tierna y brotan las hojas, sabéis que el verano está cer33 ca. § Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está 34 cerca, a las puertas. § De cierto os digo que no pasará esta generación hasta que 35 todo esto acontezca. § El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 36 »Pero nadie sabe el día ni la hora, ni aun los ángeles de los cielos; solo mi 37 Padre. § La venida del Hijo del hombre 38 será como en los días de Noé⁠. § Porque en los días antes del diluvio comían y bebían, se casaban y se daban en casamien­to hasta el día en que Noé en39 tró en el arca, § y no entendieron nada hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos. Así será también la venida del 40 Hijo del hombre. § Entonces estarán dos en el campo: uno será tomado y el otro 41 será dejado. § Dos mujeres estarán moliendo en un molino: una será tomada y la otra será dejada. 42 »Velad, pues, porque no sabéis a qué 43 hora ha de venir vuestro Señor. § Pero sabed que si el padre de familia conociera la hora en que el ladrón habría de venir, velaría y no lo dejaría entrar en 44 casa. § Por tanto, también vosotros estad preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora en que menos pensáis.⁠ 30

La fidelidad en el servicio

(Lc 12.41‑48)

»¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente a quien puso su señor sobre los de su casa para que les dé el alimento a 46 tiempo? § Bienaventurado aquel siervo a quien su señor encuentre obrando 47 así cuando venga. § De cierto os digo 45


SAN MATEO  24

que le encomendará todos sus bienes. § Pero desdichado aquel otro siervo que dice en su corazón “Mi señor se retrasa 49 en venir” § y comienza a golpear a sus consier­vos y aun a comer y a beber 50 con los borrachos, § pues el señor de este siervo vendrá un día en que no lo 51 espera y a una hora que no sabe, § lo castigará duramente y compartirá su suerte con los hipócritas. Allí será el lloro y el crujir de dientes. 48

Parábola de las diez vírgenes »Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas⁠ y salieron 2 a recibir al esposo. § Cinco de esas muchachas eran prudentes y cinco 3 insensatas. § Las insensatas tomaron sus lámparas, pero no llevaron consigo 4 aceite; § mas las prudentes tomaron aceite en sus alcuzas juntamente con 5 las lámparas. § Como el esposo tardaba, cabeceaban todas y se durmieron. 6 § A la medianoche se oyó un clamor: “¡Aquí viene el esposo, salid a recibir7 le!”. § Entonces todas las vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. 8 § Las insensatas dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, porque 9 nuestras lámparas se apagan”. § Las prudentes respondieron: “Para que no nos falte ni a nosotras ni a vosotras, mejor será que vayáis a la tienda a com10 prároslo”. § Pero mientras ellas fueron a comprarlo, llegó el esposo y las que estaban preparadas entraron con él a las 11 bodas,⁠ y se cerró la puerta. § Después llegaron también las otras vírgenes y di12 jeron: “¡Señor, señor, ábrenos!”. § Mas él respondió diciendo: “De cierto os 13 digo que no os conozco”.⁠ § Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.

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Parábola de las diez vírgenes

Parábola de los talentos »También el reino de los cielos es como un hombre que, al irse lejos, llamó a sus siervos y les entregó [la administración] de sus bienes. § Conforme

a su capacidad, a uno le dio cinco talentos,⁠ a otro dos y a otro uno. Luego 16 se fue. § El que había recibido cinco talentos negoció con ellos y ganó otros 17 cinco. § El que había recibido dos ganó 18 también otros dos. § Pero el que había recibido un talento cavó un hoyo en la tierra y lo escondió. 19 »Después de mucho tiempo regresó el señor de aquellos siervos y arregló 20 cuentas con ellos. § Se acercó el que había recibido cinco talentos y dijo: “Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes: he ganado otros cinco ta21 lentos”. § Su señor le contestó: “Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré al frente.⁠ 22 Entra en el gozo de tu señor”. § Se acercó también el que había recibido dos talentos y dijo: “Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes: he ganado 23 otros dos”. § Su señor le contestó: “Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré al frente. 24 Entra en el gozo de tu señor”. § Se acercó el que había recibido un talento y dijo: “Señor, sabía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y 25 recoges donde no esparciste. § Por ello tuve miedo y fui y escondí tu talento en la tierra. Aquí tienes lo que es tuyo”. 26 § Le respondió su señor: “Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré y que recojo donde no esparcí. 27 § Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros y al venir yo hubiera recibido lo que es mío con los intereses. 28 § Quitadle, pues, el talento y dádselo al 29 que tiene diez, § porque al que tiene se le dará y tendrá más; y al que no tiene, 30 aun lo que tiene le será quitado.⁠ § Y al siervo inútil echadlo en las tinieblas de afuera. Allí será el lloro y el crujir de dientes”.⁠⁠

El juicio de las naciones »Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria y todos los santos ángeles con él,⁠ se sentará en su trono de gloria,⁠ 32 § y serán reunidas delante de él todas 31


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SAN MATEO  26

El complot contra Jesús

las naciones. Entonces apartará a los unos de los otros como aparta el pastor 33 las ovejas de los cabritos § y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a 34 su izquierda. § Luego el Rey dirá a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo, 35 § porque tuve hambre y me disteis de comer;⁠ tuve sed y me disteis de beber; 36 fui forastero y me recogisteis; § estuve desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y vinisteis a 37 mí”. § Los justos preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos o sediento y te dimos de 38 beber? § ¿Y cuándo te vimos forastero y te recogimos o desnudo y te vestimos? 39 § ¿O cuándo te vimos enfermo o en la 40 cárcel y vinimos a ti?”. § El Rey les responderá: “De cierto os digo que lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis”. 41 »Y dirá también a los de la izquierda: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus 42 ángeles,⁠ § porque tuve hambre y no me disteis de comer; tuve sed y no me 43 disteis de beber; § fui forastero y no me recogisteis; estuve desnudo y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel y 44 no me visitasteis”. § Entonces también ellos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo o en la cárcel y no 45 te servimos?”. § El Rey les responderá: “De cierto os digo que lo que no hicisteis a uno de estos más pequeños, 46 tampoco a mí me lo hicisteis”. § E irán estos al castigo eterno y los justos a la vida eterna.⁠

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Por entonces los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote, llamado Caifás, § y se confabularon para prender con engaño a Jesús y matarlo. § Pero decían: «No durante la fiesta, para que no se haga alboroto en el pueblo».

Jesús es ungido en Betania

(Mc 14.3‑9; Jn 12.1‑8)

Estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, § se le acercó una mujer que llevaba un vaso de alabastro con perfume muy costoso y lo derramó sobre la cabeza de Jesús, que estaba 8 sentado a la mesa.⁠ § Al ver esto, los discípulos se enojaron y dijeron: 9 —¿Para qué este desperdicio? § Se podía haber vendido el perfume a buen precio y dado el dinero a los pobres. 10 Jesús se percató y les dijo: —¿Por qué molestáis a esta mujer? Lo que ha hecho conmigo es una buena 11 obra, § porque siempre tendréis pobres con vosotros,⁠ pero a mí no siempre me 12 tendréis. § Ha derramado este perfume sobre mi cuerpo con el fin de prepa13 rarme para la sepultura. § De cierto os digo que en cualquier lugar del mundo donde se predique este evangelio se contará, para memoria suya, lo que ha hecho esta mujer. 6

Judas ofrece entregar a Jesús

(Mc 14.10‑11; Lc 22.3‑6)

El complot contra Jesús

Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes § y les dijo: —¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Ellos le asignaron treinta piezas de plata.⁠ § Desde entonces buscaba una oportunidad para entregarlo.

Cuando acabó Jesús de pronun26 ciar todas estas palabras, dijo a sus discípulos: § «Sabéis que dentro de

(Mc 14.12‑25; Lc 22.7‑23; Jn 13.21‑30; 1 Co 11.23‑26)

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(Mc 14.1‑2; Lc 22.1‑2; Jn 11.45‑53)

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La Cena del Señor

dos días se celebra la Pascua⁠ y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado».

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El primer día de la fiesta de los Panes sin levadura se acercaron los discípulos a Jesús y le dijeron:


SAN MATEO  26

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Jesús anuncia la negación de Pedro

—¿Dónde quieres que preparemos la cena de la Pascua? 18 Él dijo: —Id a la ciudad y decid a cierto hombre: “El Maestro dice: 'Mi tiempo está cerca. En tu casa celebraré la Pascua con mis discípulos'”. 19 Los discípulos hicieron como Jesús les mandó y prepararon la Pascua. 20 Cuando cayó la tarde, se sentó a la 21 mesa con los doce § y mientras comían, dijo: —De cierto os digo que uno de vosotros me va a entregar. 22 Se entristecieron en gran manera y cada uno de ellos comenzó a preguntarle: —¿Soy yo, Señor? 23 Él respondió: —El que mete la mano conmigo en mi 24 plato me va a entregar. § A la verdad el Hijo del Hombre se va, tal como está escrito de él,⁠ pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera no haber nacido. 25 Entonces dijo Judas, el que lo iba a entregar: —¿Soy yo, Maestro? Le respondió: —Tú lo has dicho. 26 Mientras comían, tomó Jesús el pan, lo bendijo, lo partió y dio a sus discípulos diciendo: —Tomad, comed; esto es mi cuerpo. 27 Y tomando la copa y habiendo dado gracias, se la ofreció diciendo: 28 —Bebed de ella todos, § porque esto es mi sangre del nuevo pacto⁠ que por muchos es derramada para perdón 29 de los pecados.⁠ § Os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.

—Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche, pues escrito está: “Heriré al pastor y se dispersarán las ove32 jas del rebaño”.⁠ § Pero después de que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.⁠ 33 Replicó Pedro: —Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. 34 Jesús le dijo: —De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. 35 Pedro insistió: —Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.

Jesús ora en Getsemaní

(Mc 14.32‑42; Lc 22.39‑46)

Jesús anuncia la negación de Pedro

(Mc 14.26‑31; Lc 22.31‑34; Jn 13.36‑38)

Después de haber cantado el himno, salieron hacia el Monte de los Olivos. 31 § Entonces Jesús les dijo: 30

Llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní⁠ y dijo a sus discípulos: —Sentaos aquí, mientras yo voy allí y oro. 37 Jesús tomó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo⁠ y comenzó a entristecerse y a 38 angustiarse en gran manera. § Entonces les dijo: —Mi alma está muy triste, hasta la muerte.⁠ Quedaos aquí y velad conmigo. 39 Fue un poco adelante, se postró sobre su rostro y orando decía: «Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como quieres tú». 40 Volvió luego a sus discípulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: —¿Así que no habéis podido velar 41 conmigo una hora? § Velad y orad para que no entréis en tentación. El espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. 42 Otra vez se alejó y oró por segunda vez: «Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad». 43 Volvió de nuevo y los halló durmiendo, porque tenían los ojos cargados de sue44 ño. § Los dejó y se fue. Oró por tercera 36


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SAN MATEO  26

Arresto de Jesús

vez con las mismas palabras. § Luego se acercó a sus discípulos y les dijo: —¿Aún dormís y descansáis? Ha llegado la hora y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. 46 § ¡Levantaos, vamos! Ved, se acerca el que me va a entregar.

estaban reunidos los escribas y los ancianos. § Pedro lo siguió de lejos hasta el patio del sumo sacerdote, entró y se sentó con los guardias para ver el fin. 59 § Los principales sacerdotes, los ancianos y todo el Concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús para entregarlo 60 a la muerte. § Aunque se presentaban Arresto de Jesús muchos testigos falsos, no lo hallaban. (Mc 14.43‑50; Lc 22.47‑53; Jn 18.2‑11) Pero al fin comparecieron dos de estos 47 61 testigos § que dijeron: Aún estaba él hablando cuando llegó Judas, uno de los doce. Con él venía —Este afirmó: “Puedo derribar mucha gente con espadas y palos enviael Templo de Dios y en tres días da por los principales sacerdotes y los reedificarlo”.⁠ 48 ancianos del pueblo. § Y el que lo entre62 Se levantó el Sumo sacerdote y le gaba les había dado señal: «Al que yo preguntó: 49 bese, ese es. Prendedlo». § En seguida —¿No respondes nada? ¿Qué testifican se acercó a Jesús y dijo: estos contra ti? 63 —¡Salve, Maestro! Pero Jesús callaba.⁠ Entonces el Sumo 50 Y lo besó. § Jesús le preguntó: sacerdote le dijo: —Amigo, ¿a qué vienes? —Te conjuro por el Dios viviente que Entonces se acercaron a Jesús y lo nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de 51 prendieron. § Pero uno de los que esDios. 64 taban con él echó mano de su espada, Jesús respondió: hirió a un siervo del Sumo sacerdote y —Tú lo has dicho. Y además yo os 52 le quitó la oreja. § Jesús le dijo: digo que desde ahora veréis al Hijo del —Vuelve tu espada a su lugar, porque Hombre sentado a la diestra del poder todos los que tomen espada, a espada de Dios y viniendo en las nubes del 53 perecerán. § ¿Acaso piensas que no puecielo.⁠ do ahora orar a mi Padre y que él no me 65 Entonces el Sumo sacerdote rasgó sus daría más de doce legiones de ángeles? vestiduras y exclamó: 54 § ¿Pero cómo entonces se cumplirían las —¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesiEscrituras cuando dicen que es necesadad tenemos de testigos? Ahora mismo 66 habéis oído su blasfemia. § ¿Qué os rio que así se haga? 55 En aquella hora dijo Jesús a la gente: parece? —¿Como contra un ladrón habéis Y ellos respondieron: salido con espadas y con palos para —¡Es reo de muerte!⁠ 67 prenderme? Diariamente me sentaba Y empezaron a escupirle en el rostro, con vosotros y enseñaba en el Templo⁠ y le daban puñetazos y lo abofeteaban⁠ 56 no me prendisteis. § Mas todo esto suce­ 68 § diciendo: de para que se cumplan las Escrituras —Profetízanos, Cristo, quién es el que de los profetas. te ha golpeado. Y entonces todos los discípulos lo dejaron y huyeron. Pedro niega a Jesús 45

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(Mc 14.66‑72; Lc 22.55‑62; Jn 18.15‑18,25‑27)

Jesús ante el Concilio

(Mc 14.53‑65; Lc 22.54,63‑71; Jn 18.12‑14,19‑24) 57

Los que prendieron a Jesús lo llevaron al sumo sacerdote Caifás,⁠ en cuya casa

Pedro estaba sentado fuera, en el patio. Se le acercó una criada y le dijo: —Tú también estabas con Jesús, el galileo. 70 Pero él lo negó delante de todos: 69


SAN MATEO  26 71

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—No sé lo que dices. Pedro salió a la puerta y lo vio otra mujer y dijo a los que estaban allí: —También este anadaba con Jesús, el nazareno. Pero él, jurando, lo negó otra vez: —¡No conozco a ese hombre! Un poco después se le acercaron los que por allí estaban y le dijeron: —Verdaderamente tú también eres de ellos. Tu manera de hablar lo manifiesta. Pedro entonces comenzó a maldecir y a jurar de nuevo: —¡No conozco a ese hombre! Y al instante cantó el gallo. § Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces». Salió fuera y lloró amargamente.

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Jesús ante Pilato

sejo dar muerte a Jesús. § Lo llevaron atado y se lo entregaron a Poncio Pilato,⁠ el gobernador.

Pilato interroga a Jesús

Cuando llegó la mañana, todos 27 los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo acordaron en con-

aquel campo se llama hasta el día de hoy «Campo de sangre».⁠ § Así se cumplió lo anunciado por el profeta Jeremías cuando dijo: «Tomaron las treinta piezas de plata, según precio de aquel puesto por los hijos de Israel, § y las dieron para el campo del alfarero, como me ordenó el Señor».⁠ (Mc 15.2‑5; Lc 23.3‑5; Jn 18.33‑38)

(Mc 15.1; Lc 23.1‑2; Jn 18.28‑32)

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Jesús ante Pilato

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Jesús estaba en pie delante del gobernador. Este le preguntó: —¿Eres tú el Rey de los judíos? Jesús le dijo: —Tú lo dices. Y ante las acusaciones de los principales sacerdotes y de los ancianos nada respondió. § Pilato entonces le preguntó: —¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? Pero Jesús no le respondió ni una palabra,⁠ de manera que el gobernador estaba muy asombrado.

Muerte de Judas 3 Judas, el que lo había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancia4 nos, § y les dijo: —Yo he pecado entregando sangre inocente. Pero ellos contestaron: —¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! 5 Judas, entonces, arrojó las piezas de plata en el Templo, salió y se ahorcó. 6 § Los principales sacerdotes tomaron las monedas y dijeron: —No está permitido echarlas en el tesoro de las ofrendas porque son precio de sangre. 7 Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero para 8 sepultura de los extranjeros. § Por eso

Jesús es sentenciado a muerte

(Mc 15.6‑20; Lc 23.13‑25; Jn 18.38—19.16)

Ahora bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador a soltar al pueblo un preso, el que quisiera la 16 gente. § Tenían entonces un preso famo17 so llamado Barrabás. § Pilato preguntó, pues, a la muchedumbre que estaba allí reunida: —¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo? 18 (Sabía que por envidia lo habían 19 entregado). § Pero mientras él estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: —No te impliques en nada contra ese justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por su causa. 20 Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud para que pidiera a Barrabás y que se diera 21 muerte a Jesús. § Preguntó el gobernador: —¿A cuál de los dos queréis que os suelte? 15


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SAN MATEO  27

Crucifixión y muerte de Jesús

Y ellos contestaron: —A Barrabás. 22 Pilato les preguntó: —¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos exclamaron: —¡Sea crucificado! 23 El gobernador insistió: —Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más: —¡Sea crucificado! 24 Al ver Pilato que nada adelantaba, sino que crecía el alboroto, tomó agua y se lavó las manos⁠ delante del pueblo, y dijo: —Inocente soy yo de la sangre de este justo. Allá vosotros. 25 Y respondió todo el pueblo: —Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos. 26 Entonces les soltó a Barrabás y tras haber azotado a Jesús lo entregó para ser crucificado. 27 A continuación los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio⁠ y reunieron alrededor de él a toda la 28 compañía. § Lo desnudaron y le echaron 29 encima un manto escarlata; § pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas y una caña en su mano derecha, hincaron la rodilla delante de él y se burlaban diciendo: —¡Salve, rey de los judíos! 30 Le escupían y lo golpeaban en la ca31 beza con la caña. § Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos y lo llevaron para crucificarlo.

echando suertes⁠ para que se cumpliera lo dicho por el profeta: «Repartieron entre sí mis vestidos y sobre mi ropa 36 echaron suertes». § Y sentados lo custo37 diaban allí. § Por encima de su cabeza pusieron escrita su causa: «Este es Jesús, el rey de los judíos». 38 También crucificaron con él a dos ladrones, uno a su derecha y otro a su 39 izquierda. § Los que pasaban lo insulta40 ban y meneaban la cabeza⁠ § diciendo: «Tú, el que derribas el Templo y en tres días lo reedificas,⁠ sálvate a ti mismo. Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz». 41 De la misma manera, también los principales sacerdotes, junto con los escribas, los fariseos y los ancianos, se 42 burlaban de él y decían: § «A otros salvó, pero a sí mismo no se puede salvar. Si es el Rey de Israel, que descienda ahora 43 de la cruz y creeremos en él. § Confió en Dios; líbrelo ahora si le quiere,⁠ porque ha dicho: “Soy Hijo de Dios”».⁠ 44 Del mismo modo lo injuriaban los ladrones que habían sido crucificados con él.

Crucifixión y muerte de Jesús

(Mc 15.21‑41; Lc 23.26‑49; Jn 19.17‑30)

Al salir hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón y lo obli33 garon a que llevara la cruz. § Cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota (que significa «Lugar de la Calavera»), 34 § le dieron a beber vinagre mezclado con hiel;⁠ pero después de haberlo probado no quiso beberlo. 35 Después de crucificarlo, los soldados repartieron entre sí sus vestidos 32

Muerte de Jesús

(Mc 15.33‑41; Lc 23.44‑49; Jn 19.28‑30)

Desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 46 § Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz: «Elí, Elí, ¿lama sabactani?» (que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?»).⁠ 47 Algunos de los que estaban allí decían al oírlo: —A Elías llama este. 48 Al instante, uno de ellos se dio prisa en tomar una esponja, la empapó de vinagre, la puso en una caña y le dio de beber.⁠ 49 Pero los otros decían: —Deja, veamos si viene Elías a librarlo. 50 Y Jesús, tras haber clamado otra vez a gran voz, entregó el espíritu. 51 Entonces el velo⁠ del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, 52 las rocas se partieron, § los sepulcros se 45


SAN MATEO  27

50

Jesús es sepultado

abrieron y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron. 53 § Después que él resucitó, salieron de los sepulcros, entraron en la santa 54 ciudad y se aparecieron a muchos. § El centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que habían sucedido, dijeron llenos de miedo: «Verdaderamente este era Hijo de Dios». 55 Estaban allí muchas mujeres que miraban de lejos. Habían seguido a Jesús 56 desde Galilea para servirle. § Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.⁠

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La resurrección

Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro sellando la piedra y montando la guardia. (Mc 16.1‑8; Lc 24.1‑12; Jn 20.1‑10)

Pasado el sábado, al amanecer 28 del primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María

a ver el sepulcro. § De pronto hubo un gran terremoto, porque un ángel del Señor descendió del cielo, se acercó, removió la piedra y se sentó sobre ella. 3 § Su aspecto era como un relámpago y 4 su vestido blanco como la nieve. § Los guardas temblaron de miedo y se que5 daron como muertos. § Pero el ángel dijo a las mujeres: «No temáis vosotras. Yo sé que buscáis a Jesús, el que fue 6 crucificado. § No está aquí, pues ha resucitado, como había anunciado. Venid, 7 ved el lugar donde fue puesto. § Ahora id aprisa y decid a sus discípulos: 'Ha resucitado de entre los muertos y va delante de vosotros a Galilea;⁠ allí lo veréis'. Ya os lo he dicho todo». 8 Las mujeres salieron del sepulcro con temor y gran gozo y corrieron a dar las nuevas a sus discípulos. Y cuando iban a 9 comunicar la noticia, § Jesús les salió al encuentro diciendo: —¡Salve! Ellas se acercaron, abrazaron sus pies y lo adoraron. 10 Jesús continuó diciendo: —No temáis. Id, dad las nuevas a mis hermanos para que vayan a Galilea. Allí me verán. 2

Jesús es sepultado

(Mc 15.42‑47; Lc 23.50‑56; Jn 19.38‑42)

Cuando cayó la noche, llegó un hombre rico, natural de Arimatea y⁠ llamado José, que también había sido discípulo 58 de Jesús. § José pidió a Pilato el cuerpo de Jesús y Pilato mandó que se lo die59 ran. § José tomó el cuerpo, lo envolvió 60 en una sábana limpia § y lo puso en un sepulcro nuevo que había sido excavado en la peña. Después hizo rodar una gran piedra para cerrar la entrada del 61 sepulcro, y se fue. § Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas delante del sepulcro. 57

La guardia ante la tumba Al día siguiente, que es el posterior al de la preparación, se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante 63 Pilato § y le dijeron: —Señor, nos acordamos de que aquel embaucador, mientras vivía, había dicho: “Después de tres días resucitaré”.⁠ 64 § Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos de noche, lo hurten y digan al pueblo: “Ha resucitado de entre los muertos”. Y será el último engaño peor que el primero. 65 Pilato les contestó: —Ahí tenéis la guardia. Id, aseguradlo como sabéis. 62

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El informe de la guardia Mientras las mujeres iban caminando, sucedió que unos soldados de la guardia fueron a la ciudad y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido. § Estos se reunieron con los ancianos y acordaron sobornar a los soldados dándoles una gran cantidad de dinero § y el siguiente mensaje: « Vosotros decid: “Sus discípulos llegaron de noche y lo hurtaron


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mientras nosotros estábamos dormidos”. § Y si esto lo oye el gobernador, nosotros le persuadiremos y os pondremos a salvo». 15 Ellos tomaron el dinero e obraron como se les había instruido. Esta versión de los hechos se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy. 14

La gran comisión

(Mc 16.14‑18; Lc 24.36‑49; Jn 20.19‑23) 16

Los once discípulos fueron a Galilea,⁠ al monte donde Jesús les había

SAN MATEO  28

La gran comisión

ordenado. § Cuando lo vieron, lo adoraron, aunque algunos dudaban. 18 § Jesús se acercó y les dijo: «Toda potestad me es dada en el cielo y en la 19 tierra.⁠ § Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones,⁠ bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y 20 del Espíritu Santo, § y enseñadles a guardar todas las cosas que os he mandado. Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo». Amén. 17


Reina

Valera

2017

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