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Estudio propuesto

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Qué sabemos?

Qué sabemos?

Estudio propuesto para entender la selectividad pesquera del buche (seno) de los chinchorros de playa

Por: Edgardo Ojeda Serrano, Especialista en pesquerías, Programa Sea Grant

El chinchorro de playa es un arte de pesca artesanal eminentemente tradicional y con mucho arraigo histórico en las pesquerías costeras. Actualmente, su uso y manejo se ha prohibido debido a medidas proteccionistas de manejo pesquero.

La técnica de pescar con chinchorro consiste en el uso una especie de red de barrido que es desplegada rodeando un área de la costa con la ayuda de una embarcación para luego ser arrastrada hacia la orilla o la playa.

Dicha red es tirada por pescadores o por ayudantes por medio de sogas. Su uso cotidiano era para la captura de carnadas destinadas a la pesca comercial y recreativa y de peces destinados al consumo familiar e incluso para su mercadeo comercial.

El mayor número de unidades activas se registró en Puerto Rico para el año 1986 con 502 unidades, mientras que el de menor número, con sólo 147 unidades de chinchorros, se obtuvo en el 2002.

La pesca con chinchorros de playa estuvo legalmente permitida hasta febrero de 2004, cuando entró en vigor el nuevo reglamento #6768 correspondiente a la Ley # 278 conocida como la “Ley de Pesquerías de Puerto Rico,” aprobada en1998. Este nuevo reglamento derogó la Ley de Pesca # 83 de 1936, ley en la que la pesca con chinchorros era permitida pero en la que también se excluía el uso de este arte en todos los cuerpos de agua dulce y en áreas cercanas a la desembocadura de los ríos. Además de limitar los tamaños mínimos de malla permitidos en las diferentes partes del chinchorro, se prohibía despescar el buche fuera del agua y era obligatorio retornar al agua toda la pesca acompañante o de descarte.

Durante la época de la dominación española sobre Puerto Rico ya existía una genuina preocupación sobre la alta eficiencia de captura de este arte. Para ese entonces se prohibía su práctica en los cuerpos de agua dulce y en las desembocaduras de los ríos.

En 1749 las regulaciones existentes se justificaban por la idea de que “estas [redes] aniquilan el peje por barrer con chico y grande y no queda semilla para la crianza, que sólo se pueden tender en el mar y sus ensenadas.”

Por supuesto, para esa fecha los tamaños de las mallas no estaban sujetos a medidas de regulación pesquera. Los chinchorros no han sido prohibidos totalmente en muchas partes del mundo debido a su importancia socio-económica.

En algunos países se ha optado por establecer regulaciones estrictas en cuanto a su construcción y a su velocidad de arrastre, limitar el número de licencias de artes o de pescadores permitidos, así como regular las temporadas o las áreas específicas para su manejo.

Tanto el Senado como la Cámara de Representantes de Puerto Rico y el propio Secretario del Departamento de Recursos Naturales, el señor Javier Vélez Arocho, han endosado favorablemente que se realice un estudio en conjunto con los pescadores comerciales de chinchorro en el que se documente el impacto de la pesca en nuestras costas.

Por tal razón, el Programa Sea Grant ha diseñado un estudio comparativo de selectividad y composición por especies de la captura con chinchorros utilizando diferentes tamaños de malla en su buche (seno). Estos tamaños son: 1, 2 y 2.5 pulgadas. Se realizarán un total de 54 lances en seis áreas entre Aguada, Rincón y Mayagüez, en otras palabras, dos áreas en cada pueblo.

Aunque este estudio no representa un compromiso de cambio en las regulaciones pesqueras vigentes, los resultados del mismo proveerán a los manejadores pesqueros información científica adicional que les permita revisar el reglamento del chinchorro. Esta información tendrá el beneficio de haberse obtenido tomando en cuenta nuestras condiciones locales y con la participación voluntaria de los pescadores de oficio. En resumen, este proyecto brindará la oportunidad de comparar los resultados entre las capturas obtenidas por medio de dos redes chinchorreras tradicionales y un nuevo diseño que, en teoría, deberá disminuir la mortalidad en la “pesca de descarte” al permitir el escape de los peces de tallas pequeñas y/o juveniles.

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